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La adopción de una legislación del trabajo constituye un excelente medio para aplicar
las normas de la OIT, promover la Declaración relativa a los Principios y Derechos
Fundamentales en el Trabajo y poner en práctica el concepto de trabajo decente. De
acuerdo con el mandato que le confiere la Constitución de la OIT, la Oficina debe poner
a disposición de los Estados Miembros su cooperación técnica y sus servicios de
asesoramiento, para contribuir con ellos a evaluar e inclusive, si fuere necesario, a
elaborar o revisar la legislación vigente en el país. Esto implica asimismo, prestarles
ayuda para la elaboración de leyes y reglamentos nacionales que les permitan ratificar
convenios o aplicar los correspondientes principios.
Los desafíos
No es menos cierto, sin embargo, que las relaciones de trabajo deben ser dotadas de un
régimen jurídico que haga viable el proceso de mundialización a largo plazo en lo social
y lo económico. Si no hay dudas de que ese régimen jurídico debe incluir al menos
todos los derechos y principios consagrados por los convenios fundamentales de la OIT,
se presta a discusión, en cambio, el contenido y alcance que deban tener las normas en
materia laboral. Así pues, en el debate a nivel nacional, la Oficina es llamada con
frecuencia a aportar su experiencia, fundada en las normas internacionales del trabajo.
Los Estados Miembros requieren la experiencia de la OIT en materia de legislación del
trabajo, con miras a dar respuesta a sus necesidades diversas, incluidas las siguientes:
Elaborar una legislación nacional compatible con las normas de la OIT que hayan
ratificado.
Evaluar y, si es necesario, reorganizar el régimen jurídico de las relaciones de
trabajo, a fin de adaptarlo a la situación nacional y a los problemas del país.
Considerar los nuevos tipos de relaciones de trabajo, para dotarlos de un régimen
jurídico apropiado.
Ser informados de las buenas prácticas en un determinado campo.
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