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Primera Edición:
Enero 2004.
© Rafael Marcos Aranda.
© De la edición:
Escuela Diplomática. Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de
España.
Copyrigh ® 2004
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Gestión de Conflictos y Negociación Política y Diplomática.
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Gestión de Conflictos y Negociación Política y Diplomática.
La paz no es sino una forma de la guerra y la guerra no es más que una forma, un
aspecto de la paz; y lo que hoy es lucha, es el comienzo de la reconciliación del
mañana (J. Jaurés).
Hábleme del bien y del mal, le dije. El viejo indio respondió: la gente tiene adentro
un perro bueno y un perro malo.
¿Cuál gana?, le pregunté.
Hizo una sonrisa, que solo viene por la vejez y la sabiduría, y dijo:
Ese al que uno le da más de comer (L. Don Mulkey).
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INDICE:
PRESENTACIÓN.
I. EL CONFLICTO
0. Introducción
1. La conflictología y el oficio de conflictólogo
2. Una historia para reflexionar.
3. La definición de conflicto
4. La fuente del conflicto
5. El conflicto fuera del campo de las percepciones.
6. Las fases del conflicto
7. La detención del conflicto
8. La otra cara del conflicto: su lado bueno
II. LA NEGOCIACIÓN.
0. Introducción.
1. El concepto de negociación.
2. Como conseguir poder para enfrentar la negociación.
3. Como disminuir el poder de la parte contraria.
4. El Contenido de la negociación.
5. Los roles en la negociación.
6. Las fases de la negociación.
7. Los procesos en la negociación.
8. Los modelos teóricos.
9. Tipos y manejo de negociadores.
10. Ideas y trucos para negociar.
11. La psicología del negociador.
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V. BIBLIOGRAFÍA.
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PRESENTACIÓN.
Este manual sobre Negociación política, es el fruto de más de diez años de
investigación y aplicación de las técnicas en él expuestas, en distintos lugares de
la geografía iberoamericana.
La finalidad de este libro es dar instrumentos a los responsables públicos y
privados de la sociedad iberoamericana para que sean capaces de resolver
conflictos, utilizando una forma no tradicional de hacerlo: la negociación política.
La lengua hablada, el dialogo como instrumento de transmisión de ideas y
pensamientos, es el medio inicial y principal, que se pretende aplicar para
conseguir un mundo menos violento.
La labor de los negociadores es de extrema importancia en la sociedad moderna.
La sofisticada dinámica de los asuntos políticos exige velocidad de tratamiento en
la solución de los conflictos, con bajos costos y eficiencia en los resultados. Algo
de esto nos lo provee la negociación, de ahí también la responsabilidad que
debemos poseer a la hora de actuar sobre los problemas. Si alguna vez se ha
llamado a los negociadores como “pacificadores sociales” lo primero que se debe
determinar es cuándo y por qué la paz ha dejado de existir.
Avanzamos como gusanos en el lodo, los humanos nos vamos adentrando
lentamente en la experiencia del nuevo milenio, con optimismo los más, algunos
con indiferencia y otros con desesperanza. Nuestras percepciones se combinan
para despejar una visión colectiva de los tiempos que corren y los conflictos que
en ellos se dan. Nuestro dialogo está inmerso en esos tiempos.
Nos preocupan las guerras entre las naciones, las discrepancias políticas, la
destrucción del medio ambiente, el deterioro de las buenas costumbres, la
violencia de las pandillas juveniles en nuestras comunidades, el impacto del stress
en el trabajo, las confrontaciones en el seno de la familia y las relaciones intimas.
Por desgracia todos nos enfrentamos cotidianamente al conflicto. La mayor parte
de las personas estamos motivados para resolverlos de un modo más creativo;
vamos en pos de la solución a los mismos, buscando ayuda y quizás también
esperanzas.
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Ningún recurso humano nos aporta todo lo que buscamos. Cada uno tiene sus
dificultades, sus ineficiencias. Del mismo modo que las personas tenemos
nuestras limitaciones. La negociación política no es diferente a este panorama. Es
un recurso humano precioso pero limitado. Este descubrimiento emerge de una
forma inevitable de la experiencia, de quienes nos hemos visto necesitados de
este recurso. Este opúsculo, le invita a un dialogo sobre el límite especifico de la
negociación política en la sociedad de nuestros días: globalizada, trans-
culturizada, heterogénea, plurilingüe y mestiza. Donde el conflicto político, en vez
de ser la excepción, es el sustrato de la norma.
Agradecimientos por este libro a mi esposa Ireide Galarza, campeona en la
negociación de la vida, a mis infatigables compañeros de ARCO y a Javier
Carrasco López, para que no se olvide nunca de estos años de trabajo conjunto.
También a Manuel Guedán Menéndez y a Carlos Clemente Aguado por la
confianza depositada en mi persona.
San Salvador, a 30 de Enero de 2004.
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I. EL CONFLICTO.
0. Introducción.
Encontrarnos hablando del conflicto en este libro que versa sobre la negociación
de conflictos políticos no es nada raro, pues si estas formidables herramientas de
resolución de disputas tienen lugar, es debido a que previamente existe una
contradicción entre partes que tienen el deber, al menos moral, de tener que
solucionarla. Es digno de resaltar, aunque nos parezca obvio, que muy difícilmente
habrá de tener lugar cualquier remedio tendiente a restablecer la paz si,
previamente, no existe el conflicto. Ocurre que, muchas veces, se comienza a
estudiar teorías para resolverlos suponiendo saber de qué se trata, como si la
palabra conflicto hablara por sí sola, dándonos a entender todo sobre su
existencia. Teniendo en cuenta que esto no es así, para la mejor comprensión de
las herramientas o técnicas que veremos, es necesario poseer conocimiento de
aquello que constituye la materia principal sobre la que actuará la negociación y la
mediación que es, desde luego, el conflicto, ahondando también en el oficio de
resolver conflictos o conflictología.
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Hoy en día contamos con bases suficientemente sólidas para poder establecer
una teoría del conflicto común a cualquiera de sus manifestaciones, una teoría
inspirada y confrontada directamente con la propia realidad. El hecho de poder
comprender el conflicto de manera genérica, nos permite aprovechar las
experiencias y conocimientos de otras disciplinas y profundizar realmente con
bases científicas. En todo proceso conflictivo se entrelazan aspectos de origen
filosófico, biológico, psicológico, que hasta hace poco no se tenían en cuenta ni
por la Mediación, ni por la Diplomacia y menos aún, por la estrategia, que no
pueden ser ignorados, de manera parecida a como muchos médicos conceden
escasa importancia a los orígenes sociales de muchas enfermedades.
La Biología, la Matemática, la Medicina o la Etología realizan aportaciones
importantes que nos inspiran decididamente a comprender la agresividad y la
violencia. De manera parecida a como la Antropología, la Filosofía y las diversas
corrientes en psicología nos ofrecen referencias muy útiles de cara al tratamiento
de los conflictos, al igual que la medicina o la Sociología o la Mística y la Lógica.
Incluso la Física puede aportarnos referencias para comprender la vida social y de
los conflictos que nos afectan.
En sociedades como las nuestras, en las que priman los aspectos laborales y
retributivos, la vocación posee escaso sentido. Sin embargo, en el caso de los
conflictólogos, los aspectos vocacionales resultan fundamentales. La posesión de
algunos conocimientos en conflictología no nos aportará un elemento de notable
importancia de cara a la intervención en conflictos. Se hace necesario un proceso
de transformación personal, de los principios por los que nos regimos, cambiar
previamente nuestra visión paradigmática nos permitirá disponer de una
perspectiva desde la que se puede captar la integridad de la significación de los
conflictos, y de sus posibles soluciones.
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Sin embargo, en muchas ocasiones, los conflictos poseen una base biológica que
exige ser tratada. De poco serviría un proceso de mediación si las personas que
acuden a la misma se hallan sometidas a una situación de estrés notable o
padecen algún tipo de dolencia que les genera agresividad e irritabilidad. En tales
casos, un conflictólogo sabrá cómo actuar, por él mismo o derivarlo a un médico
parte de la intervención en el conflicto.
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Se pude decir, a semejanza de lo que sucede con la energía, que los conflictos ni
se resuelven ni se gestionan sino que son transformados. Ayudar a transformar, a
que las mismas personas y sociedades los transformen por ellas mismas en sus
mentes y sus corazones, es el único camino que conduce a la paz.
TABLA
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La enemistad duró 200 años, con más de 100 personas asesinadas. Los
municipios de las Encartaciones y de la Merindad de Castilla la Vieja, fueron
arrastrados al conflicto a medida que cada uno intentaba proteger los derechos de
su clan nativo. A medida que se incrementaba la enemistad, pocos participantes
recordaban o se preocupaban por los hechos que iniciaron la disputa; hacía
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mucho tiempo que los cerdos se habían convertido en jamones y chorizos. Pero la
ira y el odio persistían, crecían.
3. El concepto de Conflicto.
Concepto.
“El conflicto, existe cuando dos o más partes buscan la obtención de objetivos que
son, o parecen ser contradictorios o excluyentes”.
Habrá que tener clara la idea de qué es el conflicto ya que sobre este actuará la
negociación y la mediación, cuales son las causas de su aparición y sus distintas
peculiaridades. Es importante en pocas palabras conocer su origen, esencia,
vinculación para las partes, administración y remedio.
Volvamos pues a nuestra historia: D. Sancho había sospechado de los sucios
manejos de D. Jorge Salazar durante algún tiempo. Había luchado tratando de
decidir si enfrentarse a él o no. Aquí, pues, tenemos nuestro primer ejemplo de
conflicto. El “conflicto intra personal” es un estado al que accede un individuo
cuando está motivado para dar lugar a dos o más respuestas mutuamente
incompatibles. Los ejemplos de conflicto intra personal son prácticamente
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interminables. De hecho, este conflicto surge cada vez que nos enfrentamos con
una toma de decisiones.
Existe una literatura maravillosamente rica sobre los procesos puestos en marcha
cada vez que nos enfrentamos con el sufrimiento de tener que tomar una decisión.
León Festinger indicó que tenemos motivos para mantener la lógica entre nuestras
actitudes y nuestros comportamientos. Cuando se produce una discrepancia (o
disonancia), iniciamos el trabajo mental necesario para restablecer la coherencia
(la consonancia) Cuanto mayor es el grado de disonancia cognitiva que
experimentamos, mayores serán nuestros esfuerzos para restablecer la
consonancia. Festinger sostenía que cada vez que tomamos una decisión entre
dos alternativas, experimentamos disonancia. En la raíz de la disonancia está
nuestro deseo de percibir la decisión como una buena decisión. Los aspectos
positivos de la alternativa elegida y las características negativas de la alternativa
rechazada respaldan la imagen de la buena decisión. Sin embargo, las
características negativas de la alternativa elegida y los rasgos positivos de la
alternativa rechazada cuestionan la corrección de la decisión, Aquí reside la forma
de los caracteres que determinan el grado del conflicto asociado con una decisión:
cuanto más iguales son las características que apoyan y desvirtúan la decisión,
tanto mayor será el conflicto implicado en la misma.
Festinger dio un paso adelante en esta visión del conflicto intra personal cuando
formuló las hipótesis sobre las consecuencias de la toma de una decisión. Con el
fin de reducir el conflicto (disonancia) asociado con una decisión, tenemos motivos
para realzar el valor de la alternativa elegida y despreciar la alternativa rechazada
de tornar la decisión. Por tanto, tras tomar una decisión, centraremos nuestra
atención en los rasgos que apoyan la alternativa elegida e ignoraremos aquellos
que la ponen en entredicho. Por ejemplo, un individuo puede estar en un dilema
sobre si someter una disputa a un mediador o llevarla al tribunal. La teoría sobre la
disonancia sostiene que después de que el individuo decide acudir a la mediación,
se centrará en los aspectos positivos de ésta y en las características negativas de
un proceso judicial. Este trabajo mental reduce la disonancia e incrementa la
convicción del individuo de que ha tomado la decisión adecuada. Existe una
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Antes de dejar atrás nuestro examen de los tipos de conflicto, consideremos otra
distinción Las partes en un conflicto tienen una cierta habilidad para cribar
rápidamente los puntos de acuerdo y concentrarse en sus desacuerdos. El
conflicto en estos casos se centra frecuentemente en lo concreto (quién consigue
la cerda, en la confrontación inicial Salazar Velasco), los medios. Este foco
congela el conflicto en una confrontación de suma cero; pasa por alto la
posibilidad de que las partes puedan estar de acuerdo acerca de los objetivos
globales, los fines. Si este acuerdo sobre los fines hubiera de utilizarse como
punto de partida, el conflicto podría transformarse de una confrontación de suma
cero en un asunto de resolución del problema mutuo. Ejemplifiquemos este
aspecto con un modelo demasiado habitual para muchos de nosotros: una pareja
discutiendo sobre la custodia del hijo como parte de un acuerdo de divorcio.
Ambas partes comienzan tomando la posición de que quieren la custodia completa
del hijo y que la visita del otro padre debe reducirse al mínimo para no trastornar al
pequeño. El conflicto gira en torno al asunto de la custodia, y el compromiso
parece ser la única solución. El pacto puede implicar dejar que cada padre tenga
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Sin embargo, demos ahora un paso atrás. La custodia del hijo puede ser el medio
para lograr varios fines. Un objetivo del conflicto puede ser herir todo lo posible a
la otra parte. Si tal es el resultado deseado, nos enfrentamos con conflictos de
suma cero tanto de medios como de fines, y el compromiso o la decisión de una
tercera parte pueden ser las únicas soluciones. Sin embargo, para tomar el
enfoque más benevolente, ambas partes pueden estar sinceramente preocupadas
por el bienestar del hijo, y las propuestas de custodia opuestas, representan la
percepción de cada parte, de cómo asegurar del mejor modo posible ese
bienestar. En este caso, en lugar de permitir que la pareja se encierre en el asunto
de la custodia del hijo, el mediador puede subrayar la preocupación mutua con
relación al bienestar del hijo, y a la pareja enemistada se le puede presentar la
tarea de considerar todos los aspectos del bienestar del hijo. La pregunta se
convierte en ésta: ¿Como podemos asegurar lo mejor para el bienestar del niño?.
Encontrar la mejor solución a esta pregunta implicará asuntos tales como el
vecindario, los colegios, las finanzas, los amigos y la seguridad, así como la
custodia. El tema de preocupación aquí no es dar una lección sobre resolución de
asuntos de custodia de niños, sino ilustrar que los conflictos pueden implicar
medios y/o fines. Es importante examinar el tipo de conflicto debido a las
implicaciones que tiene para la resolución del mismo.
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describir y definir diciendo que existe cuando dos o más partes procuran la
obtención de objetivos que son, o parecen ser, contradictorios o excluyentes.
Pasamos ahora de definir el conflicto a desarrollar un mejor entendimiento de
cómo éste se desarrolla. Uno de los aspectos más sorprendentes de la disputa
Salazar-Velasco era su escalada desde un desacuerdo sobre una cerda a una
guerra de banderizos de dos siglos de duración que implicó a cientos de personas.
Aunque su intensidad es inusual, el camino que recorrió el conflicto no lo es.
Worchel, Cooper y Goethals (1988) han comparado el recorrido del conflicto con
una bola de nieve rodando colina abajo: se incrementa tanto en tamaño como en
intensidad. Nos encontramos atrapados en un conflicto creciente incluso cuando
existen soluciones racionales (Brockner y Rubio, 1985) Un ejemplo ilustrativo de
este fenómeno se encuentra en el experimento de la subasta (Teger, 1980) En
este estudio, un grupo de sujetos recibió la oportunidad de pujar por un billete de
un euro. Como en la mayoría de las subastas, el mejor postor conseguiría el euro.
Pero esta subasta difería de la mayoría en lo siguiente: se informó a los sujetos de
que el siguiente postor más alto debería pagar la cantidad que apostara, y no
recibirla nada a cambio. Después de conocer las reglas del juego, se les permitió
que eligieran si querían o no tomar parte. La puja comenzó y según se aproximaba
la cantidad a un euro, muchos de los postores se retiraron. Enseguida quedaron
únicamente dos postores atrapados en el conflicto, ninguno quería abandonar y
perder el dinero. En algunos casos la subasta por el euro excedió los 20 euros A
medida que se incrementaba la puja cesaron toda la amistad y las bromas. Los
dos sujetos que quedaban se preocupaban menos por el dinero y más por vencer
al otro. Al final; ambos eran perdedores, incluso el sujeto que ganó el billete de un
euro. Lo más sorprendente de esta demostración es cómo las dos partes se
encontraron atrapadas en el conflicto, como polillas atraídas hacia una luz. Incluso
cuando veían que sus conductas eran de autodefensa, no podían romper la
confrontación. En el desarrollo normal del conflicto, existen muchos factores
semejantes que entrampan a las personas y conducen al crecimiento en espiral
del conflicto.
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Una razón para esta inclinación es que nosotros conocemos nuestra propia
historia, pero carecemos del conocimiento sobre la acción pasada de los otros.
Sabemos que no actuamos siempre de forma agresiva, pero desconocemos esto
con relación a nuestro oponente en el conflicto. Una segunda razón para esta
tendencia consiste en el foco de atención. Cuando observamos la conducta de los
otros, nuestra atención se centra en ellos. Por lo tanto, nuestras explicaciones
para estos comportamientos incluyen a la persona. Sin embargo, cuando
actuamos, nuestra atención está centrada en la situación, no en nosotros mismos.
Por tanto, nuestra explicación para nuestro comportamiento incluye factores
situacionales. Al margen de los motivos de esta tendencia, una vez que
explicamos la conducta difícil o agresiva de los otros como resultado de un
comportamiento constante, dejamos poca esperanza de que sus acciones
cambien durante el desarrollo del conflicto, independientemente de lo que
nosotros hagamos. Por esta razón, la mejor alternativa es golpearlos hasta que se
rindan.
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desacertado afirmar que la realidad será tal como cada uno de nosotros la perciba
o la haya querido percibir. Y dado que las percepciones se encontrarán
fuertemente influenciadas por el entorno sociocultural en el que nos hemos
formado y por todas nuestras peculiaridades, como la ubicación en la que nos
encontremos (familiar, económica, geográfica, etc.), nuestra filosofía (modo de
pensar) y nuestra pertenencia a un determinado grupo (corporación, nación, etc.),
es evidente que las posibilidades de captar las conductas del otro como
amenazantes no son disparatadas sino, más bien, comunes y ordinarias. Por esta
razón, como se ha sugerido, las percepciones constituyen una de las causas
privilegiadas de generación de conflictos.
Considerando que siempre es posible acceder a los hechos desde distintos puntos
de vista, se comprende perfectamente que puedan ser "contaminados" por una
apreciación subjetiva o interesada. Lógicamente, esto los desvirtuará, pues dicha
influencia no pertenece al hecho en sí, sino al interesado. Este tipo de influencia
viene a constituirse en una suerte de "carga" que afecta al hecho puro,
transformándolo, no en su esencia, sino en su apariencia, la cual, eventualmente,
será conflictiva. Por ello, si lográramos neutralizar esta "carga”, es decir, separarla
del hecho, éste quedaría independiente de toda subjetividad y con amplias
posibilidades de no generar un conflicto. Detectar este tipo de influencia o carga y
eliminarla es la base de la tarea que todos denominan "prevención del conflicto".
Para comprender cómo es factible "contaminar" con nuestras percepciones un
"hecho no conflictivo” (o sea, puro y simple), coloquémonos en la perspectiva que
podemos llegar a tener del mismo cuando, por ejemplo, lo estamos visualizando
desde nuestra ubicación, ideología o pertenencia a un grupo determinado.
a) Ubicación
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b) Ideología
Lo mismo ocurrirá según pertenezcamos a la ideología occidental y cristiana, a la
cultura musulmana o a cualquier otra. Sin duda, un mismo hecho tendrá lecturas
distintas según cómo sea "filtrado" (percibido) por nuestra ideología, ya sea ésta
derivada de una religión o de una determinada cultura.
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c) Pertenencia
El hecho puede ser visto desde el punto de vista de la pertenencia a un
determinado grupo, por ejemplo la empresa en que trabajamos. Así, un mismo
hecho (la salida a la venta de una gaseosa, por ejemplo) será visto de distinta
manera según trabajemos en una compañía competidora o en una petrolera. O
imaginemos también el caso del miembro de una familia, desde donde un hecho
se verá diferente si presuntamente amenaza a uno de los integrantes de la misma
o si no los influye en absoluto; o bien la pertenencia a un determinado país, desde
donde un hecho se verá distinto si es exteriorizado por un país enemigo o si es
realizado por un país neutro o amigo.
Entonces, por las percepciones, a un hecho determinado lo sometemos a tanta
sensibilidad (lo sensibilizamos con nuestra cultura, nuestra ubicación, nuestra
pertenencia, etc.) que lo terminamos desnaturalizando con una carga subjetiva
contaminante. Así, de un hecho puro y simple, surge una amenaza.
En la disputa que provocó la confrontación Salazar-Velasco, un hombre era
miembro de la familia Salazar y el otro pertenecía a la familia Velasco. Podríamos
pensar que esta observación evidente apenas sirve de base al conflicto, sin
embargo, existen claros indicios de que las semillas del conflicto pueden
esparcirse tan pronto como las personas se sitúan en grupos. Aún más inquietante
es el hecho de que este conflicto ocurrirá incluso si las personas están adscritas
aleatóriamente a los grupos, y los miembros del grupo no tengan interacción
alguna.
Aunque esto suene disparatado, Henri Tajfel y sus colegas (Tajfel, 1970; Tajfel y
Turner, 1986) han postulado que obtenemos una parte importante de nuestra
identidad de los grupos a los que pertenecemos: nuestra identidad social. Con el
fin de demostrar esta afirmación, uno puede pedir simplemente a un amigo que
responda a la pregunta ¿Quién soy yo? Las opciones que incluirá el amigo en la
información auto descriptiva están en relación con la familia, el colegio, la iglesia,
los clubes sociales y el grupo de trabajo; la identidad de la persona estará
estrechamente relacionada con sus grupos. Más aún, la mayoría de nosotros
queremos tener una imagen positiva. Este deseo motiva dos comportamientos.
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Primero, intentamos unirnos a los grupos más atractivos posibles, puesto que ser
un miembro de estos grupos refuerza nuestra identidad social. Segundo, y éste es
el núcleo del conflicto, intentamos magnificar la imagen de nuestros propios
grupos y despreciar la de los grupos a los que no pertenecemos. Discriminamos a
estos grupos externos en un esfuerzo por hacer que nuestros grupos parezcan
mejores. Tajfel demostró este comportamiento cuando situó a varios sujetos de
forma aleatoria en dos grupos. Los miembros nunca interactuaron con personas
de su propio grupo o con personas del otro. Después Tajfel tomó a un miembro y
le pidió que dividiera dinero entre los dos grupos. El dinero podía repartirse de una
de estas dos formas: una implicaba dar a ambos grupos una cantidad abundante y
casi igual de dinero; la otra opción consistía en dar al propio grupo de la persona
una cantidad moderada de dinero y al otro grupo una cantidad pequeña. La
primera alternativa beneficiaba al grupo interno, pero creaba sólo una pequeña
diferencia entre los dos grupos. La segunda alternativa daba al propio grupo
menos dinero, pero creaba una diferencia mayor entre el propio grupo y el externo.
La mayoría de los sujetos eligieron esta segunda alternativa: dieron a su propio
grupo menos dinero para dañar al grupo externo y crear diferencias claras. Debe
recordarse que estos sujetos estaban asignados a los grupos de forma aleatoria y
que nunca hablaron con nadie de su grupo o del otro.
Esto indica que el conflicto puede ser inherente a la creación de grupos. Pero
existen más datos para la historia. Varios estudios han descubierto que tendemos
a ver a nuestros propios grupos compuestos de una variedad de personas
distintas (Jones, Wood, y Quattrone, 1981; Linville, 1982) Sin embargo, vemos a
los grupos externos constituidos por personas muy similares: “Son todos
parecidos”. Esta percepción reduce nuestro deseo de tener contacto con muchos
miembros del grupo externo, porque razonamos del siguiente modo: “conocido
uno, conocidos todos”. Así, agrupar a las personas prepara el escenario para el
conflicto, y nuestras inclinaciones de percepción aseguran que el conflicto será
prolongado.
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escasos. La cuestión, sin embargo, es que existen muchos otros factores que
conspiran para encender y atizar las ascuas del conflicto moderado y convertirlo
en una confrontación acalorada y en continua expansión. Entre tales factores
figuran las amenazas, las percepciones parciales y la militancia en grupos.
Hemos visto hasta aquí las posibilidades de que una determinada percepción
desnaturalice un hecho de modo que nos parezca un conflicto. Pero, desde ya, no
siempre el nacimiento del mismo poseerá una causa imaginaria basada en la
teoría de las percepciones, sino que responderá a ataques objetivos contra
nuestros intereses. No existen falsas o subjetivas percepciones, sino que el
conflicto tiene que ver exclusivamente con el mundo tangible de los intereses y
ambiciones desde su consideración más objetiva, dentro de la cultura de que se
trate.
Baste ejemplificar imaginando si poseeremos o no un conflicto cuando alguien
desee quedarse de una forma arbitraria e injustificada con nuestro negocio, con
nuestra, casa o hasta con nuestra esposa.
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accede al hecho tal como es, sin las contaminaciones de las que hablábamos)
deberán administrarse de una manera distinta, pues aquí el interés es perjudicado
con bases diferentes y los remedios no se basan en afirmar simplemente "no te
enojes, no es realmente lo que parece”. En estos nuevos conflictos deberemos
dejar de lado todo aquello que intente poner en línea a las percepciones, pues
éstas ya se encuentran orientadas en forma correcta (ven al conflicto sin
contaminaciones o con aquellas que son básicas en el sistema donde nos
desenvolvemos como la ética, las costumbres, la ley, etc.)
Si hemos intentado corregir nuestras erradas percepciones (y no lo hemos
logrado) o si aparece un conflicto puro y simple (el que no se encuentra
desvirtuado por falsas percepciones) para su solución, ha llegado el momento de
trabajar directamente sobre la relación perjudicada, que ha originado el mismo.
Para ello nos será útil ir viendo ciertos elementos sobre los que podremos actuar y
que tienen que ver con el modo en que el conflicto puede comportarse
dependiendo de sus peculiaridades o del valor que este tiene para los
circunstanciales actores.
Conflicto Subjetivo.
El Conflicto Subjetivo aquel en el que el alcance del objetivo, no es igual a la
solución del conflicto, debido a que existen objetivos implícitos vinculados a
situaciones emotivas. Son conductas irrazonables, impracticable e ilógicas.
Entonces, a partir de la ubicación de conductas a los involucrados directos o
terceros, se plantearán posibles escenarios para poder así vislumbrar lo que
pueda ocurrir, de igual manera plantear soluciones.
Conflicto Objetivo.
El Conflicto Objetivo es aquel en que la consecución del objetivo por las partes es
igual a la extinción del mismo. Provienen de un obrar lógico y razonable del
tercero o de la parte que se trate como una consecuencia directa. Se consideran
como factores en este tipo de conducta a las peculiaridades del individuo, posibles
antecedentes, moral y costumbres del entorno del conflicto.
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Gestión de Conflictos y Negociación Política y Diplomática.
Nos encontramos en el núcleo de nuestro análisis: una vez que el conflicto existe,
ya sea como resultado de percepciones o por generación natural, tendrá distintos
valores para cada una de las partes dependiendo de: sus urgencias, resultados
buscados, oportunidades y costos-beneficios.
Urgencia
Resultado.
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objetivo asociado con el tiempo) perseverará sin solución de continuidad. Este tipo
de conflicto se caracterizará por su escasa intensidad o por períodos de
inactividad con picos de ebullición. Para distenderlo no bastará trabajar sobre el
tiempo, pues aquí lo que importa es primordialmente el objetivo. En su
administración habrá que trabajar sobre un mecanismo de cesiones recíprocas o
de creación de otros objetivos que nos sirvan de alternativas.
Oportunidad.
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Gestión de Conflictos y Negociación Política y Diplomática.
Si las amenazas son tan contraproducentes, ¿por qué se recurre con tanta
frecuencia a ellas? Una respuesta es que son fáciles de usar y ofrecen la
oportunidad de lograr una solución rápida al conflicto. En la práctica, las personas
(grupos, naciones) creen que el conflicto será efectivo para conseguir que la otra
parte ceda. Pero esta percepción es claramente parcial. En una interesante
demostración de esta inclinación egocéntrica, se pidió a los sujetos de un estudio
(Rothhart y Hallmark, 1988) que interpretaran el papel de ministro de Defensa en
un conflicto en el que dos naciones estaban desarrollando armas ofensivas.
Cuando se les pidió que eligieran una táctica que consiguiera probablemente que
la otra nación solucionara el conflicto, los ministros de Defensa optaron por
amenazar con el uso de armas. Sin embargo, cuando se les preguntó qué táctica
conduciría con más probabilidad a su propia nación a resolver el conflicto, los
ministros de Defensa indicaron que la otra nación debería hacer un gesto
conciliador reduciendo su capacidad ofensiva. Vemos a los otros reaccionando a
la amenaza, mientras que nos contemplamos a nosotros mismos respondiendo a
una reducción de la amenaza.
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Meseta.
Caracterizado por: el cumplimiento de las amenazas, surgimiento de indicios de
los verdaderos intereses, racionalidad en el conflicto, surgimiento de las primeras
propuestas, acuerdos superficiales. Son variables de este nivel: demandas y
propuestas inflexibles, conductas competitivas de las partes, estabilidad en el
conflicto.
Las percepciones del otro grupo (o individuo) como indigno de confianza
constituyen probablemente una fuente importante de tensiones que conducen al
conflicto. La historia de laucha obrero / jefe, la violencia interracial, la guerra y la
revolución demostramos el significado de la desconfianza (Webb y Worchel, 1986)
Nosotros podríamos añadir disputas a esta lista de ejemplos sobre el papel de la
desconfianza. La falta de confianza prepara el escenario para el conflicto, y el
conflicto incrementa la desconfianza entre las partes.
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Desescalada.
Caracterizado por la focalización en la solución y no en el problema, crecimiento
de confianza reciproca, posiciones flexibles, cesamiento de agresividades y
amenazas, invitación a firmar acuerdos. Son variables de este nivel: Colaboración,
descompresión, confianza.
Como hemos visto, parece existir una tendencia natural a que el conflicto crezca y
se incremente. Incluso cuando las partes están separadas, la ausencia raramente
reduce el conflicto; más bien lo pone en reserva, esperando para imponerse a las
partes a que éstas se encuentren en el futuro. Se ha realizado, sin embargo,
mucho trabajo que identifica los pasos que pueden darse para reducir el conflicto,
Aquí sólo podemos revisar brevemente algunos de ellos. En la práctica, el proceso
de mediación tiene como objetivo reducir el conflicto. Muchos de lo relatado en
estas páginas identifican los enfoques específicos utilizados en la mediación que
sirven para reducir el conflicto. Intentamos preparar el camino al examinar las
posiciones teóricas generales con relación a la resolución del conflicto.
Un aspecto importante que hay que tener presente, tanto si el interés reside en la
teoría general, como si se trata de la aplicación de la teoría en la resolución de
disputas, es que el objetivo deseado no es simplemente resolver el conflicto. En
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cambio, el énfasis debe residir en encontrar la mejor resolución posible para que
no deje a ninguna parte la sensación de que el otro ha recibido una ventaja injusta.
Las resoluciones parciales preparan el terreno para conflictos futuros,
frecuentemente de mayor intensidad que la confrontación en cuestión. La disputa
Salazar-Velasco es un ejemplo excelente de esta advertencia: los Velasco
sintieron que no habían recibido una justicia imparcial en la jurisdicción del Abad
de Vivanco, y juraron “poner las cosas en su sitio”.
El conflicto actúa como una fuerza centrífuga separando a las partes y reduciendo
o eliminando la interacción entre ellas. “No quiero hablar contigo” pueden ser las
primeras palabras que broten de los labios de muchas personas envueltas en un
conflicto. Este efecto, conocido como “hostilidad autista”, funciona generalmente
en contra de la resolución de las diferencias. Aunque la separación puede enfriar
los fuegos de la ira, también refuerza las percepciones parciales y asegura que no
existirá ningún esfuerzo por solventar el problema. El contacto entre las partes
enemistadas es un primer paso hacia la resolución; sin embargo, un contacto
cualquiera no resolverá el problema. Existen numerosos ejemplos de casos en los
que el conflicto vuelve a encender la ira y el antagonismo. Numerosos estudios
han puesto de manifiesto que el contacto más efectivo es el que reúne a las partes
en igualdad de condiciones (Amir, 1969; Cook, 1985) para trabajar hacia un
objetivo común (Sherif, Harvey. White, Hood, y Sherif, 1961; Worchel, Andreoli y
Folger, 1977) La necesidad de una “igualdad de condiciones” significa que las
partes tienen idéntico poder en la interacción para influir en las decisiones. Una
diferencia de poder desproporcionada puede producir un incremento del conflicto
debido a que una parte se siente presionada a aceptar una decisión injusta.
Trabajar hacia un objetivo común fomenta que las partes se centren en sus
intereses comunes más que en sus diferencias. Su energía se dirige hacia la
solución del problema en lugar de ir en contra del otro.
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papeles más valiosos de un mediador puede ser ayudar a las partes a comprender
que el contacto se produce para su mutuo beneficio. Conseguir que los
participantes crean que han elegido reunirse para encontrar una solución a sus
diferencias es un paso gigantesco hacia la resolución del conflicto. En la práctica,
podríamos predecir que es muy probable que la mediación en la disputa tenga una
conclusión satisfactoria cuando las partes se han ofrecido de forma voluntaria para
la mediación en lugar de ser obligadas por el tribunal. La elección de participar en
la mediación no sólo incrementa el compromiso de las partes hacia la solución
final, sino que puede señalar la apertura de cada parte hacia el contacto.
El “porque de otro modo” puede implicar cualquier cosa, desde amenazas veladas
(“Te arrepentirás”) hasta referencias específicas a actos de violencia atroces (“Te
cortaré las orejas y se las daré de comer a los perros”) Como hemos señalado,
existe una fuerte convicción de que acumular poder y fuerza es el mejor modo de
ganar un conflicto. Sin embargo, también hemos puesto de relieve que muy
frecuentemente la amenaza conduce a la contra amenaza ya una escalada en el
conflicto. Aun cuando una parte utiliza toda su fuerza para “ganar” un conflicto, es
improbable que la resolución sea percibida como justa. Existen indicios de que la
estrategia opuesta, reducir la amenaza, abre a menudo oportunidades para reducir
el conflicto.
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en una actitud abierta y anuncia los nuevos pasos que dará hacia la disminución
de la amenaza. Los pasos son graduados de modo que aunque la vulnerabilidad
se incrementa, la parte no está totalmente indefensa. La primera declaración de la
reducción de amenazas se topará con las dudas y la desconfianza del oponente.
Sin embargo, los pasos repetidos deberían empezar a superar esta desconfianza.
La GRIT de Osgood fue sólo una sugerencia en 1962. Sin embargo, podríamos
preguntarnos si Mijail Gorhachov conocía esta literatura cuando tomó la iniciativa
en 1987 y pareció seguir un plan parecido. Comenzó dando pequeños pero
significativos pasos para reducir las fuerzas militares en la Europa del Este y
desmantelar algunas armas. Sus acciones fueron unilaterales, pero propuso los
pasos bilaterales que podían darse. Ofreció una apertura nueva y utilizó
hábilmente los medios de comunicación para anunciar sus acciones. Tras un
periodo de cierta confusión y dudas, los Estados Unidos se unieron al plan. En
1989, la carrera se centraba en contemplar quién podía reducir el número de
armas y tropas más rápidamente y quién podía hacer las propuestas más
espectaculares para reducir la tensión.
Los individuos no tienen la oportunidad de reducir las tropas o eliminar las armas
en sus conflictos. Sin embargo, pueden moderar sus exigencias, cambiar el tono
de su retórica y ofrecer concesiones; al obrar así, reducen el clima de amenaza y
tensión. Un mediador puede hacer uso de este proceso ayudando a cada parte a
reducir el nivel de amenazas y asegurando que cada parte es consciente de las
acciones del otro para reducir las amenazas.
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normas. Por ejemplo, se pueden aplicar tres normas en los conflictos que implican
la división de los recursos. Una es la norma de la necesidad, que afirma que los
recursos se deben dividir según la necesidad de las partes. Una segunda norma
es la igualdad, que dicta que los recursos se deben dividir de igual forma entre las
partes. Y una tercera norma es la equidad, que indica que los recursos deben ser
distribuidos de acuerdo a la aportación. Es decir, la persona que ha trabajado más
arduamente o ha contribuido en mayor medida debe recibir la mayor parte del
resultado.
Cualquiera de estas normas puede utilizarse como guía para resolver el conflicto.
Evidentemente, puede existir desacuerdo entre las partes sobre qué norma hay
que aplicar y cuánto ha contribuido cada parte en la relación o el esfuerzo. En la
práctica, Deutsch (1975) indica que las normas de equidad serán preferidas por
las personas interesadas en el incremento de la productividad, mientras que las
normas de igualdad serán elegidas por las personas más interesadas en las
relaciones interpersonales. Sin embargo, es importante reconocer que estos
desacuerdos tienen que ver con las normas en lugar de con las características
personales de las partes. Es improbable que las personas sientan que su auto
imagen o autoestima está en peligro cuando la discusión se centra en las
cualidades de las normas.
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Buenos oficios.
Consiste en juntar a las partes en unas circunstancias y un ambiente más propicio
para la comunicación y de este modo entablen una discusión serena en busca de
un acuerdo. El conciliador no entra en el fondo de la controversia, solo facilita el
entorno para la comunicación.
Mediación.
Añade a lo anterior la posibilidad de que el mediador podrá “intervenir en
discusiones, hacer sugerencias o propuestas, inclusive formular recomendaciones
sobre un posible acuerdo, aunque al final son las partes las que toman la
decisión”.
La mediación implica con frecuencia la actuación de una tercera parte como
simplificador en el proceso de negociación. Un mediador reúne a las partes, para
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definir los asuntos implicados en el conflicto, ofrece una tercera perspectiva sobre
el problema y las soluciones, y dirige el proceso de resolución.
Arbitraje.
El árbitro tiene la autoridad y responsabilidad de tomar decisiones pare resolver el
conflicto, su decisión es vinculante para las partes.
Un árbitro, por otra parte, actúa más como un juez, examinando los aspecto de
cada parte y decidiendo una solución.
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Existe, sin embargo, otro lado en esta historia: el conflicto puede ser muy útil. El
conflicto es parte del proceso de probarse y enjuiciarse a sí mismo. Hace que
examinemos los asuntos con más cuidado. Nos desafía a desarrollar respuestas y
soluciones creativas. El conflicto está en la raíz del cambio personal y social
(Deutsch, 1973) Nos ayuda a reconocer las importantes diferencias existentes
entre las personas. En algunos casos el conflicto es una experiencia agradable y
emocionante. El conflicto nos ayuda a establecer una identidad personal.
Cualquier padre reconocerá el uso del conflicto para este fin. Durante los terribles
dos años, los niños se oponen a sus padres a cada momento para demostrar su
independencia y establecer su posición en la familia. Durante los incluso más
terribles años de la adolescencia, los jóvenes utilizan el conflicto para preparar el
escenario a fin de conseguir una mayor independencia. El conflicto ayuda a los
grupos a establecer su identidad al definir los límites del grupo interno y el externo
(Worchel, Coutant-Sassic y Grossman, 1991) En la práctica, esta investigación
descubre que un nuevo grupo busca a menudo oportunidades para el conflicto con
los grupos externos como medio de establecer quién es un miembro del grupo
interno. Siguiendo estas directrices, el conflicto incrementa la cohesión en los
grupos y ayuda a definir quién es un amigo y quién no.
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negativos. Desde luego, esta no es una tarea fácil, pero lograr ulteriormente una
resolución justa y duradera a ese conflicto no es una hazaña pequeña.
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II. LA NEGOCIACIÓN.
0. Introducción.
La historia y la observación rápida de los acontecimientos recientes de nuestra
época nos conducen a la siguiente afirmación: los conflictos no son eternos, todo
conflicto tiene un fin. Un conflicto abierto, de la naturaleza que fuere, no puede
perpetuarse. En efecto, se trate de una guerra (las ha habido de 100 horas y de
100 años), de un conflicto del trabajo con huelga, de un motín o de una querella, el
conflicto debe terminar de una manera o de otra, porque resulta costoso.
Volvemos a introducir aquí la noción del coste, que nos parece fundamental para
comprender de modo global los procesos de resolución de los conflictos.
Nuestro análisis en este capítulo, se centrará en una de las formas más usuales
de solución de conflictos: la negociación.
1. La definición de la negociación.
Es importante, antes de sumergirnos en el complejo mundo de la negociación que
intentemos, pese a su complejidad, aventurar una definición de este singular
método de resolución de conflictos.
La negociación.
Es un procedimiento de discusión que se establece entre las partes adversarias
por medio de representantes oficiales y cuyo objetivo es el de llegar a un acuerdo
aceptable por todos. La negociación se inserta a menudo en un marco más o
menos codificado y normativo de los tratados internacionales y la legislación
interna de los Estados. Este cuadro jurídico fija, de manera más o menos precisa,
según sea la situación del conflicto y del país, las condiciones en que han de
emprenderse y desarrollarse las discusiones.
Desde el punto de vista del individuo que la utiliza como herramienta de relación
Inter social, la negociación es un conjunto de artes y técnicas que nos ayudan a
manipular las cosas (bienes, lugares, situaciones) y a las personas (voluntades
ajenas) en vista a la satisfacción de un interés.
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Rara vez la negociación ha sido definida de esta manera tan cruda, quizás por el
sentido peyorativo que se le ha dado al vocablo manipular en nuestro entorno
psico social.
Para este fin, vamos a tratar de someter a las cosas y a las personas a los más
variados procesos, entre los que destacan los procesos de persuasión: conductas
que van desde las más primitivas y reprochables, como golpes de efecto y
sentimentalismos; hasta nuestras conductas más constructivas y loables, como
brindar argumentos sólidos para persuadir, manejarnos con ideas brillantes,
intentar que nuestras acciones no sólo nos favorezcan a nosotros sino también a
terceros, negociar con opciones interesantes, dar ayuda y comprometer
reciprocidad.
Sin embargo, sea cual fuere la naturaleza de nuestras acciones, buena o mala,
virtuosa o éticamente reprobable, lo que tratamos de hacer es disponer las
acciones hacia nuestro objetivo estratégico, modificando con una serie de
diferentes técnicas , aquellas circunstancia que conducían el desarrollo de los
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Por ello, creemos, se puede persuadir y por tanto negociar con responsabilidad,
conocimiento y buena fe. Sumando, agregando valor a las cosas y a las personas,
logrando un estado de cosas mejor para la generalidad de las personas,
fortaleciendo el proceder virtuoso, generando correspondencia y reciprocidad a
través de comportamientos éticamente aceptables.
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deseamos y que los demás hagan lo que queremos que hagan va a ir variando
según el tipo de negociación que tengamos, la materia negociada y la habilidad y
poder relativo de los adversarios.
El propio poder puede conseguirse bajo diversas formas tales como el sentir
confianza en los argumentos propios; nunca romper una promesa; conocer todo el
proceso de negociación; evitar negociar con la persona equivocada; conservar la
calma; teniendo en cuenta que siempre se negocia con seres humanos (tienen
flaquezas, necesidades básicas y cosas que arriesgan.); utilizar siempre un buen
vocabulario; tratar de generar una corriente de simpatía; obtener lo justo; evitar ser
previsible y que las cosas no se pongan difíciles; no negociando solo; desarticular
o neutralizar prejuicios que tenga el otro, esto afectará el resultado de la
negociación.
Nunca, jamás, rompiendo una promesa. El hacerlo dejaría mis palabras (de las
cuales me valgo para negociar) en un estado de duda permanente. Ello me
resta autoridad, que es una de la fuentes que genera el poder.
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Advirtiendo que siempre negocio con otros seres humanos. Con lo cual aquel
sujeto tan impecablemente vestido en aquel importante sillón de esa
multinacional, también tendrá sus flaquezas, sus necesidades básicas y cosas
para arriesgar. Tendrá autoestima, principios morales y toda una vida por
delante en esa empresa. De modo que cada uno de esos aspectos puede ser
utilizado a mi favor si sé cómo hacerlo y en el momento indicado. Por qué no
probar con decir (siempre amablemente y a modo de pregunta) cuando
amenazan con sacar a mi hijo del colegio por una mora en las mensualidades:
"Vea, ya le he dicho que voy a cumplir con mis obligaciones. ¿Por qué no se
coloca un segundo en mi lugar y siente que es a su chico al que van a dejar sin
su escuela?" O a ese cargos o gerente que insiste en que elimine mi
descubierto de cuenta corriente: "Querría imaginarme, ya que observo que
usted no puede, qué opinaría su jefe si por su inflexibilidad decido irme a otro
banco... "
Utilizando siempre un buen vocabulario. Pues tiende a perder poder aquel que
vierte sus argumentos con un lenguaje vulgar o insultante, o con un lenguaje
de difícil comprensión para el interlocutor.
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Evitar ser previsible. Pues mis argumentos y mi talento o capacidad serán tanto
más poderosos si los utilizo con sorpresa. Es a veces notorio ver en reuniones
que forman parte de un proceso de negociación, cómo cada uno de los
participantes nos van alertando acerca de sus habilidades y de sus
incapacidades, ya sea a través de sus pavoneos, sus ansiedades por
demostrar cuánto saben o cuán importantes tratan de ser dentro de la
organización de su empresa. De modo que el bajo perfil nos otorgará poder,
pues no alertará a los demás de nuestras potencias, ni tampoco de nuestras
debilidades.
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Según nuestro propio criterio, sin perjuicio de nuestro poder relativo, quien negocia
con nosotros sigue ostentando, todavía, demasiado poder. De modo que quisiera
saber cómo puedo hacer para mitigar, aunque sólo sea un poco, ese poder.
¿Cómo podemos hacer para disminuir el poder de la parte contraria?
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Conociendo las alternativas del adversario. Pues de eso dependerá el valor que
poseerá mi acuerdo para sus intereses. De modo que si tengo la información de
que mi adversario no posee otras alternativas y para él es importante un acuerdo,
la posición dominante que ostenta será (lo más seguro) pura actuación.
Imaginemos que lanzamos una propuesta alternativa para llegar aun acuerdo en
un determinado asunto a un pedante caprichoso que la rechaza con desprecio. Si
nuestra propuesta es justa y además sabemos que nunca ha obtenido una
alternativa mejor y que no posee otras alternativas, dar a luz esta circunstancia
eliminará autoridad a su desprecio, transformándolo en una simple desmesura.
Debilitando las alternativas del otro. Muchas veces las circunstancias de la vida
hacen que debamos negociar con "cero alternativas", mientras que el oponente lo
hace con muchas. Es el caso de los vendedores que deben lidiar con
distribuidores o mayoristas que poseen docenas de otras ofertas de productos o
servicios, o con posibilidades de conseguir mejores precios, calidad, colores y
también plazos más flexibles. Estos últimos tienen todo el poder, pues se pueden
ir a cualquiera de sus alternativas, mientras que el vendedor posee como única
salida el acuerdo, pues significará que ha podido vender. Si éste es su caso, a no
ser que comercialice el mejor producto de plaza, con el mejor precio y el mejor
plazo, no tendrá otro camino que intentar trabajar sobre las alternativas de su
cliente, tratando obviamente de debilitarlas con la intención de:
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4. EL CONTENIDO DE LA NEGOCIACIÓN.
Antes que nada partir de que el objetivo de toda negociación es poder llegar a un
acuerdo entre las partes. Así mismo el hecho de la legitimación que no es más
que el intercambio de comunicaciones entre las partes adversarias que tienen el
conflicto. Desde el mismo momento en que se acepta mantener una comunicación
formal con el adversario, se le está legitimando como interlocutor efectivo.
Definido lo anterior se tiene que el contenido de la negociación es su objeto como
tal, es decir que aquí se abordan partes de procedimiento tales como: el ¿por qué
se va a negociar?, planteamiento del cumplimiento de condiciones previas (a fin
de crear las condiciones adecuadas o debilitar la capacidad del adversario), cuál
será el orden de la mesa, quién presidirá las negociaciones, el orden para hablar
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Segmentos de Sondeo.
Los primeros segmentos serán los más inestables, pues en ellos tendrán lugar las
amenazas, las posiciones irreductibles o, si las cosas marchan muy bien, las
charlas inconducentes o de sondeo, sin embargo, estos segmentos son muy
buenos para: a) obtener motivación, b) producir empatía, c) producir confianza, d)
distinguir a mis adversarios. Por ello, no debe subestimarse en absoluto estos
primeros contactos, pues pueden ser el ámbito del diálogo y del fortalecimiento de
las relaciones. Lo que puede ser una charla superficial para un negociador
autodidacta, debe ser la vía que conduzca a algo totalmente fructífero para los
profesionales. En la mayoría de los casos, esta categoría de segmentos es la que
suelen desaprovechar los negociadores inexpertos, cuando con cierta rudeza
culminan diciendo con mal modo en el medio de un amable diálogo: “¿ Vamos al
grano?", cuando en realidad se encontraban en un terreno muy propicio para
obtener información, (que será seguramente desaprovechado con esa actitud). O
cuando, con gentileza, continúa con el diálogo en forma animada, pero hablando
de cosas sin sentido y sin objetivos.
En otro orden de cosas, paciencia debería ser la palabra con la que conjugar lo
anteriormente expuesto: debemos saber que en estos segmentos dando pasos
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Gestión de Conflictos y Negociación Política y Diplomática.
arriesgados tendremos más para perder que para ganar. Esto significa que si
poseemos buenos elementos o una buena carta para jugar, teniendo en cuenta la
destreza del ajedrecista, ¡no debemos mover la reina demasiado rápido!
Segmentos de Riesgo.
Los segmentos de riesgo serán aquellos en donde las partes manifestarán sus
primeras ansiedades. Luego de un tiempo, los negociadores inexpertos habrán
visto que durante los primeros segmentos del proceso de negociación han perdido
mucho tiempo y se sentirán impacientes. Irremediablemente, el segmento de
riesgo se irá acercando, con lo cual también se acercará el momento límite para
llegar a un acuerdo.
Como el tiempo no puede recuperarse, los nervios empiezan a fallar. Por ello, esta
etapa se encuentra constituida por los segmentos de los grandes errores, pues la
ansiedad y la desesperación son los grandes males del negociador. Si las
acciones de este hipotético sujeto tienen lugar en una negociación real, el ojo fino
de un negociador profesional captará de inmediato las diferencias que existen
entre las posiciones de su adversario y sus reales intereses, como así también si
el segmento de búsqueda de acuerdo se encuentra lejos o cerca de su
competidor.
Segmentos de Búsqueda de Concesiones Recíprocas. (Completar)
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pedidas, firmar por escrito cualquier acuerdo verbal, negar el cambio de puntos de
contratos anteriores, negar la fijación de fecha para encuentros futuros.
b) Hacer honor a los acuerdos parciales: En una negociación de artículos
sucesivos e independientes entre sí, un acuerdo concluido sobre uno de los
artículos no podrá ser punto de discusión por los puntos siguientes.
c) Dar muestras de flexibilidad: De darse esta práctica de manera sistemática será
considerada como un error, las formas en que se puede dar es partir de la
reformulación de posiciones tomadas inicialmente, expresar la intención de
considerar la posición del adversario y modificar la posición propia a partir de las
exigencias del adversario. Se trata más bien de dar un ultimátum durante el curso
de la negociación.
d) La reciprocidad de las concesiones: Se hace una concesión al tener una noción
de que el adversario hará otra en cláusulas posteriores.
e) Evitar la hostilidad y la agresividad personal: Se trata de evocar cuestiones de
educación y moral a fin de convertir en un desastre la negociación.
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Los expertos
Los expertos que juegan el papel de técnicos en una negociación, rol del que los
negociadores pudieren adolecer. Son en otras palabras asesores en las
negociaciones y que de vez en cuando pueden convertirse en negociadores, en lo
concerniente a cuestiones muy técnicas, la clave estará en conciliar posiciones,
percepciones, interpretaciones entre negociadores y expertos para alcanzar el
objetivo de la negociación.
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El proceso de Coerción.
El proceso de coerción, que es la fuente de poder más utilizada en los casos de
conflictos sociales o internacionales. Pero, la coerción, dentro de la negociación,
adopta formas muy especiales:
La amenaza.
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El proceso de persuasión.
El proceso de persuasión, Aquí cada uno tratará de demostrar al otro que le
asisten razones para pedir lo que pide y, más aún, que va en beneficio del
adversario el ceder a sus exigencias.
La comunicación mueve el mundo. Ahora más que nunca, se hace necesario el
dominio de las técnicas de la comunicación interpersonal para afrontar las
exigencias de la persuasión, individuales y de grupo que se nos imponen. Las
palabras y los gestos constituyen la base de la comunicación entre las personas.
El cómo, cuando y por que una persona dice una determinada cosa, son aspectos
centrales de las relaciones interpersonales eficaces. El oyente o receptor del
mensaje se forma una opinión acerca de quien le habla, y esa opinión contribuye,
a su vez, a formar una imagen, la cual desempeña un importante papel en el éxito
o el fracaso de cada persona en su trato con otras.
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Prácticamente todos los aspectos de nuestra vida diaria tienen alguna relación con
las comunicaciones, las cuales influyen no sólo en la manera como utilizamos
nuestro tiempo y nuestro dinero, sino también en nuestra capacidad para competir
en el lugar de trabajo y para mantener nuestro nivel de vida. Sin embargo, a pesar
de todos los sistemas especiales de comunicaciones de que disponemos, todavía
necesitamos comunicarnos personalmente con los demás. En resumen, las
comunicaciones personales desempeñan un importante papel en nuestras vidas.
Puesto que el diálogo constituye la base de toda interacción humana, nuestra
capacidad para conversar inteligentemente es de suma importancia. Es más:
nuestra eficacia depende tanto de la manera como nos presentemos ante los
demás, como de la manera como ellos nos vean.
No se trata solamente de comunicar, sino de transmitir eficazmente un mensaje,
de convencer, de dar y recibir información.
La capacidad de comunicar de manera eficaz depende de: 1 Compartir conceptos
previos. 2. Claridad en la manen de expresarnos. 3. Modulación de la reactancia.
4. Bidireccionalidad. 5. Apoyos no verbales.
Para que exista una comunicación eficaz, en todo momento orador y oyente deben
saber de qué se está hablando. La comunicación eficaz se basa en compartir los
antecedentes del problema que se analiza, para tener los mismos elementos de
juicio.
Las frases cortas, evitar la monotonía en la entonación, eliminar coletillas, sonidos
guturales, invitar o permitir la intervención del oyente, y usar un vocabulario
comprensible y con la justa evocación emocional, son rasgos básicos del buen
comunicador.
La reactancia puede definirse como la reacción de una persona o grupo ante los
intentos de limitar su libertad o sus derechos,
La bidireccionalidad significa ante todo crear un flujo sincero y flexible de
intercambio de opiniones. Para lograr una comunicación bidireccional hay que
saber escuchar bien.
Para no dejarse persuadir.
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debate. Los términos “deben” o “no deben” implican igualmente una especie de
absolutismo.
12. La reducción al absurdo. Método muy interesante y casi indestructible: tome
una idea cualquiera y con un poco de imaginación Ilévela a un extremo. No
importa la idea, si sufre este tratamiento, resulta absurda e incluso peligrosa. Es
una técnica utilizada a menudo por los autores de ciencia-ficción.
13. De lo general a lo particular y viceversa. Si le dan un ejemplo, diga que no se
trata más que de un caso particular. Si se le propone una teoría o una idea, diga
que es demasiado general. Así, a cualquier cosa que se le oponga, usted tendrá
razón, puesto que si es un ejemplo no será otra cosa que un caso particular, y si
se trata de una teoría no puede ser más que una generalización necesariamente
abusiva de alguna u otra particularidad.
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El proceso de acomodación.
El proceso de acomodación, se da en las dos últimas fases de la negociación.
Aquí se dan otras situaciones: a) Postergar las cuestiones espinosas y b) El
regateo y el juego de propuestas y contrapropuestas (aquí se dan las mutuas
concesiones). El compromiso se establece entonces en un punto intermedio entre
las dos posiciones iniciales. Pero el compromiso en una posición intermedia no es
el único mecanismo de resolver el conflicto, a veces, los negociadores prueban
con la innovación (germina una nueva idea, posible solución de posiciones hasta
entonces irreductibles de una parte y de otra.) que la apertura existe, sin
manifestarlo explícitamente; por ejemplo. en una enumeración de los puntos en
que no se transige, se puede silenciar un punto que antes era objeto de la misma
intransigencia; o bien puede decirse que tal vez existan «posibilidades de
entenderse». El adversario, si está atento, podrá entonces vislumbrar la señal y
responder con otra. Y así, de señal en señal, se va llegando a las concesiones.
El compromiso, se establece entonces en un punto intermedio entre las dos
posiciones iniciales, habiendo sido las concesiones reciprocas pero no
necesariamente simétricas.
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1 El aspecto distributivo, que comprende todas aquellas actividades que tienen por
objeto formular los distintos objetivos de las partes. Se trata de una situación típica
de juego de suma cero (cada una de las partes formula aquellos objetivos que solo
puede lograr a expensas de la pérdida del contrario). Estos objetivos son
denominados puntos en disputa. Las tácticas que se emplean durante el proceso
de negociación tienen por objeto la modificación de las utilidades para de este
modo lograr alterar el punto de resistencia del adversario.
Las tácticas son múltiples pero se basan en un cuádruple mecanismo: “a” modifica
las utilidades de su adversario “b”; “a” modifica las utilidades negativas de “b”; “a”
modifica las percepciones que tiene “b” de las utilidades negativas de “a”; “a”
modifica las percepciones que tiene “b” de las utilidades positivas de “a”. Si las
tácticas de ambas partes tienen éxito se llega al acuerdo. Ambos autores
denominan este subproceso “dimensión distributiva” aludiéndose al carácter de
intercambio mutuo dada la naturaleza excluyente de las metas y objetivos
perseguidos por cada una de las partes.
2 El aspecto integrativo, la situación de esta dimensión es la de un juego de suma
variable, por lo tanto, ambos jugadores pueden ganar o perder pero nunca a
expensas del adversario. Las ganancias o pérdidas pasan a denominarse
problemas Las tareas que se acometen en esta fase de la negociación se
relacionan con la innovación.
Hay tres etapas esenciales en el proceso de negociación integrativa:
La identificación del problema
la búsqueda de soluciones nuevas y sus consecuencias, y
la jerarquización de las soluciones y la elección de la acción, intervención de las
preferencias.
3 La estructuración de las actitudes. Las relaciones interpersonales en la
negociación se incorporan al modelo mediante una clasificación que contempla
cinco posibles estructuras de relación entre las partes que negocian. Los criterios
para definir esos tipos de relación, tienen que ver con cuatro variables:
La orientación motivacional (competitiva, individualista, cooperativa)
Las actitudes frente a la legitimidad de la contraparte
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El modelo de Stevens.
La propuesta de Stevens parte de formalizar el proceso de negociación basándose
en un modelo de opción conflictiva. Para ello reduce la situación de negociación a
dos participantes, cada uno de ellos, se enfrenta a un doble conflicto, interpersonal
e intrapersonal, derivado éste último de la existencia de dos objetivos que ambos
quieren evitar como no deseables: el mantenimiento de la propia posición y la
aceptación de las exigencias del otro. El primer objetivo imposibilita la consecución
del acuerdo y el segundo supone una derrota. El autor explica la ruptura del
proceso de negociación mediante la tensión que los negociadores experimentan
en un punto de equilibrio.
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El perfil exigente
Su estilo de pensamiento es episódico, intermediario y basado en fantasías; Su
forma de relacionarse es egocéntrica y tiene una visión limitada de los demás; Su
necesidad prevalente es de supervivencia y de no ser castigado o atrapado; Sus
emociones prevalentes son ira, terror, confusión, parálisis, desinterés y vacío; Su
sentido de poder está fundado en el tamaño físico y en los símbolos visibles; Su
comportamiento es compulsivo, impulsivo, agresivo, retraído, evita a los demás, es
dilatador, oculta, presiona, controla y es exigente. Sus creencias típicas se basan
en que la vida es amenazadora y tiene que protegerse.
Su estilo de negociación es luchar o huir, todo o nada o repliegue y evasión. Su
estrategia básica de relación con los demás consiste en vencerlos por
amedrentamiento o de huir despavoridos para protegerse.
Hay cinco clases de exigentes:
Los bravucones, quienes atacan física o verbalmente, emplean amenazas, exigen
y presionan para intimidar a los demás. Su enfoque básico es el uso de la fuerza.
Los elusivos, se ocultan físicamente o tienden a dilatar innecesaria y
prolongadamente los procesos de negociación y cualquier tipo de acción por temor
a perder.
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El perfil tanteador
Su estilo de pensamiento es concreto con la información, lógico y literal; su forma
de relacionarse es utilitarista y desconfiada; su necesidad básica es buscar una
participación justa; sus emociones clave son los resentimientos, se sienten
engañados y son cautelosos; su sentido del poder está fundamentado en
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El perfil SDA
Su estilo de pensamiento es acrítico, idealista, abstracto, lógico y tiene una
perspectiva del mundo en tercera persona. Tiende a establecer dependencia
interpersonal. Necesita aprobación, pertenencia, status, satisfacer sus
expectativas.
Sus emociones clave: Estar enamorado, dolido, culpable, avergonzado,
traicionado y desilusionado. Sentido del poder: La capacidad de obligar a los
demás, autoridad oficialmente reconocida. Evita la ira, busca la tranquilidad a
cualquier precio. Su creencia típica es que la ira es mala, hablar del conflicto sólo
lo empeorará, debe contar con la aprobación de todos. Su estilo básico de
negociación es que niega, se adapta, se somete, concilia, pide perdón, hace
regalos.
La forma de pensar de los SDA tiene tres características primordiales:
Pueden pensar el mundo en tercera persona y ser conscientes de sí mismos en el
mundo
Su pensamiento es acrítico
Creen que existe una manera ideal o correcta de ser y obrar. Además, tratarán de
que todos queden contentos.
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Informar y desinformar
El valor de la información es crucial para el éxito del negociador. Toda la
valoración y evaluación que podamos efectuar respecto de las tácticas de
nuestros adversarios, de sus verdaderos intereses y objetivos, dependerá de cuán
verídica sea la información recaudada respecto de ellos. Tener una mala
información o muy incompleta, nos hará caer en el error de creer que nos
encontramos interpretando las jugadas de la otra parte en forma correcta,
mantener una buena relación con la otra parte, y la ética, porque a pesar del
enorme valor que posea la información en el campo estratégico. Para conseguir la
información el mejor modo siempre será a través del buen diálogo, por esta razón,
el negociador hábil nunca será un sujeto callado, que solo se encuentra dispuesto
a escuchar. Frente a una persona así, la gente no estará dispuesta a hablar, sino
todo lo contrario. Entonces, ¿En qué modo debe hacerse? No siendo inquisidor,
es decir no preguntando mucho y en forma poco cordial, ni demostrando actitudes
defensivas, no utilizando un lenguaje insultante, no exponiendo jamás a nuestro
informante delante de sus socios o clientes, pero sobre todo nunca traicionando a
quien brinda información de buena fe. Todo este proceso trae algunos riesgos,
pero combinar la charla y la confianza con la prudencia arrojará buenos resultados
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Nunca debemos ceder del todo en una negociación, el ceder todo de una sola vez
sentará un precedente que podrá volver a repetirse. Lo anterior no implica tener
una postura inflexible desde cualquier ángulo que se le observe, el ceder deberá
interpretarse no como una rendición, sino como una situación que tendrá lugar
temporalmente, no olvidando los objetivos propios de nuestra parte negociadora
que en un momento cedió, a fin de lograr luego, una compensación en ese
aparente retroceso.
Escuchar, no discutir
Escuchar a nuestro oponente, atender sus puntos de vista, así se ganará el
respeto de este, son cuestiones importantes tomar notas de lo que el rival expone,
asentir con la cabeza, etc. Al escuchar, hay que tener paciencia y autocontrol,
para no irrumpir cuando no se está de acuerdo con algo. Escuchar significa
explotar una fuente de información, que si somos hábiles, nos pondrá al
descubierto intereses, emociones y nos ayudará a saber como y qué está
pensando nuestro oponente. Escuchar en los momentos en que el oponente está
enfurecido es de vital importancia pues éste podrá decir cosas que nunca hubiera
querido decir, de ahí que es regla de todo buen negociador el evitar molestarse y
mucho menos demostrárselo al oponente.
Ceder responsabilidad
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Técnica diplomática
El buen negociador es aquel a quien no perturban los elogios, ni los insultos, a
pesar de la situación adversa y amenazante sabe llegar a un pacto con su
oponente.
Ante ataques y amenazas: Resulta, para los intereses de la parte agredida hacer
caso omiso al ataque, fingiendo que no se le ha oído y siguiendo con el verdadero
problema de la negociación, o en otro caso que el ataque fue al problema y no
personal., para que el oponente se aparte de aspectos personales, y se concentre
en el problema como tal.
Trabajar con la constructividad: Basados en el principio de que toda discusión
guarda en si misma una crítica, habrá que evitar que esta sea destructiva, por el
contrario deberá ser constructiva, de ser destructiva llevará a la negociación al
rompimiento. En caso de presentarse una crítica destructiva, habrá que plantear
propuestas que incluyan las del oponente. Se deberá por tanto, trabajar en las
cuestiones en las que los intereses se conjugan no en las que se separan.
Educar y formar
Cuando las propuestas son justas y coherentes y el oponente mantiene una
oposición obstinada, habrá que educar al oponente haciéndole ver los puntos en
los que tiene razón y en los que se encuentra equivocado, haciéndole ver los
problemas que pudieren surgir a partir de algunos de sus planteamientos, dicho de
otra manera el costo en los que se podría incurrir al no llegar a un acuerdo, así el
oponente compartirá la postura del rival o cargará con el peso de no haber llegado
a un acuerdo.
Ayudar al oponente.
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Iklé (1964) enuncia tres cualidades indispensables para ser un buen negociador.
«En lugar de dar la situación por sentada, deberla ser realista, reconociendo que
tanto las evaluaciones de su adversario como las propias están siendo
constantemente objeto de replanteo, que los puntos en discusión no son obra de
la naturaleza sino de si mismo y de su adversario y que hay maneras de negociar
en situaciones de debilidad tanto como en situaciones de fuerza» (Ikleé, 1964).
Este realismo implica también conocer el punto límite hasta el cual es posible
arrastrar al adversario. Lo que implica que un buen negociador ha de ser flexible.
Esto no significa abandonar una posición firme, sino valerse a la vez de la firmeza
y la flexibilidad.
“Debe ser flexible en sus tácticas, discriminando entre las oportunidades en que
sea beneficioso observar las reglas de la negociación y aquellas en que no lo es.
Debe distinguir las situaciones en las que sería desastroso proferir una amenaza y
aquellas en que es imprescindible amenazar o, incluso, lanzar un bluff. Debe estar
dispuesto a seguir a la opinión pública de su país, así como a alentar la creación
de un consenso nuevo, tanto en el seno de su gobierno como en el de su país”.
El negociador debe poseer, pues, una gran maleabilidad unida a una gran
determinación: esto es lo que define la astucia. “Pues, en definitiva, hacemos
profesión del disimulo, de la artimaña, de la astucia, digámoslo con todas las
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Por último, el negociador debe ser paciente, para soportar durante horas los
mismos argumentos y los mismos discursos repetidos sin cesar.
«Debe ser paciente cuando trabaje por causas que parezcan perdidas, porque
también podrá cambiar paulatinamente las opiniones y los objetivos de su
adversario. Debe ser paciente pan vivir en el conflicto y la incertidumbre, sabiendo
que puede haber triunfado incluso si sus negociaciones han fracasado, o
precisamente por eso. Por encima de todo, debe mantener la voluntad de ganar
(lklé 1964)
La mirada
Se define objetivamente corno “el mirar a otra persona a los ojos, o de forma más
general, a la mitad superior de la cara”. La mirada mutua implica que se ha
establecido “contacto ocular” con otra persona.
Actitudes: Las personas que miran más son vistas como más agradables, pero la
forma extrema de mirada fija es vista como hostil y o dominante. Ciertas
secuencias de interacción tienen más significados: por ejemplo, ser el primero en
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La expresión facial
Parece ser que la cara es el principal sistema de señales para mostrar las
emociones. Hay seis emociones principales y tres áreas de la cara responsables
de su expresión.
Las emociones son: alegría, sorpresa, tristeza, miedo, ira y asco o desprecio.
Una conducta socialmente habilidosa requiere una expresión facial que esté de
acuerdo con el mensaje. Si una persona muestra una expresión facial de miedo o
de enfado mientras intenta iniciar una conversación con alguien, es probable que
no tenga éxito.
La sonrisa
Los gestos
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comunicar alguna información. Los gestos son básicamente culturales. Las manos
y, en menor grado, la cabeza y los pies, pueden producir una amplia variedad de
gestos, que se emplean para una serie de propósitos diferentes.
La postura
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Acercamiento: postura atenta comunicada por una inclinación hacia delante del
cuerpo.
La apariencia personal
Los componentes en los que se basan el atractivo y las percepciones del otro son
el físico, la ropa, la cara, el pelo y las manos.
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primer momento, pero a la hora de establecer una relación más duradera son
otros los elementos que tienen más peso.
Cuando el cuerpo muestra sorpresa e inseguridad puede que el caso sea que se
ha escuchado algo inesperado, que se esté mintiendo. O que no se tenga
seguridad en los planteamientos que se están realizando.
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También son capitales las relaciones entre negociadores adversarios. Cuando las
negociaciones se prolongan, se revelan las personalidades que intervienen. Se
aprende a conocer las reacciones de los adversarios, las tácticas que prefieren,
las disensiones y las enemistades en el seno de la delegación adversaria, y ese
conocimiento también puede ser usado en provecho propio. No es rara la amistad
o la estima entre adversarios. No sólo las sesiones formales permiten que las
personalidades se revelen, sino sobre todo las conversaciones de los pasillos y las
reuniones informales, en las que se habla con mayor sencillez, de manera más
distendida, al no levantarse actas. Es sabido, por otra parte, que es en reuniones
como ésas donde se desbloquean las peores situaciones y se fraguan muchas
transacciones.
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8) El entorno.
Aquí cabe recalcar la necesidad de buscar y estudiar a los posibles aliados y
adversarios, es decir, los que pueden ser afectados positivamente o
negativamente por una negociación. En el caso de la guerra civil en El Salvador, el
gobierno buscó inmediatamente aliados a nivel centroamericano — y por eso la
prioridad a negociar y firmar la paz con Honduras en 1981 — e internacional,
primero con los Estados Unidos y después con Europa.
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10) ¿Será que podemos ganar todos? Todos deben ganar algo.
Para empezar, el que no tiene nada que ganar no tiene buenos incentivos para
negociar y menos aun para cumplir. Lo mismo sucede con el que se siente
perdedor...
Aquí sólo caben dos opciones: están los que creen que negociar es casi el arte de
estafar al otro, de vender lo más caro posible y comprar lo más barato posible, y
están los que tratan de satisfacer equitativamente intereses legítimos, y establecer
un arreglo en que todas las partes salgan beneficiadas. Cualquier relación en la
que a uno le toca ganar siempre y al otro perder siempre, evidentemente no va a
durar mucho tiempo.
12) La información
En la negociación debe estar presente constantemente la necesidad de entender
qué es lo que piensa el otro. Evidentemente, militarmente esto se llama
inteligencia y contrainteligencia. Sobran ejemplos en que uno tiene la capacidad,
por no decir la obligación, de obtener información de lo que piensa el adversario,
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de infiltrarlo, de tener amigos, agentes o como se le quiera llamar, en las filas del
otro, para saber lo que está pasando y lo que está pensando el que estará frente a
usted en la mesa de negociación.
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16) El semáforo
Esta técnica se basa en las tres luces que tiene el semáforo, para establecer una
matriz que compara las posiciones de las partes en conflicto. El procedimiento es
sencillo: se coloca en una matriz los diferentes puntos de vista que tienen las
partes sobre todos los temas negociables, y se colorean con verde los puntos de
coincidencia, con amarillo los puntos de cercanía y con rojo los puntos donde hay
total desacuerdo.
Con la aplicación de esta metodología, antes de empezar a negociar, ya tiene
claros sus objetivos y sus intereses, pero también la cercanía con las posiciones
ajenas, con lo que puede determinar previamente su estrategia. Por ejemplo, en
los temas donde no hay posibilidad de acuerdo — resaltados en rojo — si ninguno
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cede no habrá acuerdo. Pero, mejor aun, con eso Usted puede pagar “barato”
acuerdos “caros”, o sea ceder temas “verdes” a cambio de “rojos”.
2. Negociar la Negociación
1) ¿Negociación pública o negociación privada?
Antes que nada, y preferentemente por la vía de contactos preliminares secretos,
es preciso acordar si la negociación va a ser pública, privada o incluso secreta.
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4) Los tiempos
Vietnam del Norte pasó casi un año negociando con los Estados Unidos, en París,
la forma de la mesa de negociación. Claro, lo que les importaba NO era la mesa
de negociación, era que ellos sabían que el tiempo estaba en contra de los
Estados Unidos porque el Presidente Nixon quería resolver la guerra para ganar
su reelección. Entonces ellos “perdieron” el tiempo y ganaron la guerra.
5) ¿Cómo se negocia?
¿De manera inductiva o deductiva?
Y no se olviden de las recomendaciones que se han hecho en los capítulos
anteriores:
· Discuta problemas, no personas.
· Discuta intereses, no posiciones.
· Trabaje con criterios objetivos y compartir razonamientos.
· Busque alternativas y procedimientos creativos para avanzar en la negociación.
7) Las actas
Y por supuesto, se debe establecer qué se acuerda y cómo se acuerda, y si se
firma o no se firma, pero de alguna manera llevar apuntes de lo acordado, y cada
sesión debe empezar y terminar con la lectura de los acuerdos recién celebrados.
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4. El lobby y la Influencia.
5. Negociación e inteligencia.
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