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(Arzobispo)
El 6 de junio de 1546 fue presentado por el emperador Carlos V ante la Santa Sede
para primer obispo del Paraguay. El 20 de marzo de 1557 se envió la real cédula al embajador
en Roma para el nombramiento como obispo y erección de la nueva diócesis. El 1 de julio
de 1547 fue preconizado por S.S. el Papa Paulo III, estando en Consistorio, para Obispo del
Río de la Plata y la ciudad de la Santísima Asunción de las Provincias del Paraguay.
Hacia 1547 fue consagrado Obispo estando aun en España de manos del luego Emmo. y
Rvdmo. Sr. Cardenal Dr. don Juan Martínez Silíceo, Arzobispo de Toledo; contaba entonces
al parecer 51 años de edad. Desde Aranda del Duero, redactó y el 10 de enero de 1548 firmó
el acta de erección de la diócesis del Río de la Plata con sede en Asunción del Paraguay. El
22 de enero del mismo año le fueron expedidas las ejecutoriales para el Obispado del Río de
la Plata. El 26 de enero del mismo año se le dio la Real Cédula por la que fue nombrado
Protector de los Indios, además licencia para que pudiera pasar a aquella provincia cuatro
esclavos negros para su servicio y llevar consigo 20 religiosos franiscanos (AGI). En esta
misma fecha otra Real Cédula interesaba de la Orden Franciscana acompañaran al Prelado
religiosos de la misma orden para ayuda de su apostolado. Recibido su nombramiento de
primer Obispo del Río de la Plata, se dispuso ordenar todo lo concerniente al gobierno de
aquella Sede; recibió con generosidad medios económicos, para sustentarse (ayuda de costas
en 1550), para ornamentos y cuanto se creía necesario para su traslado. Por aquellas mismas
fechas se entrevistó con el nuevo gobernador del Río de la Plata don Juan de Sanabria quien
le pidió nombrara Deán de su diócesis a un pariente suyo, el Bachiller Ilmo. Mons. Francisco
Adame. Se dispuso a viajar con su séquito en la misma flota que lo hiciera el gobernador,
pero éste tropezando con dificultades, determina demorar el viaje, por bastante tiempo por lo
que demoró en salir de España. Se sumaron varios retrasos más como la muerte del
gobernador y que la flota en que viajaba justo cuando intentó emprender el viaje se desbarató
por un temporal, es así como hacia 1551 aún no había logrado salir de España. Por tantas
dificultades renunció así al obispado del Paraguay que tampoco pudo erigir.
Estando allí le fue entregada una real cédula que era para su antecesor (fechada en
Valladolid el 22 de febrero de 1549) en la que ordenaba que el Obispo de Santa Marta
residiera en la provincia del Nuevo Reino de Granada (Santafé) “el tiempo que considerara
oportuno” ya que en aquella provincia era “donde más había gente en toda la provincia”.
Antes de irse para Santafé concedió nuevas facultades a los Padres Dominicanos Doctrineros.
Al fin logró embarcarse desde las bocas del río Grande (Magdalena) y continuó a Tenerife al
mismo tiempo que hacia visita pastoral. De inmediato pensó en trasladarse a la capital del
Nuevo Reino de Granada, tanto por las condiciones miserables en que encontró la ciudad,
como por lo despoblada, y porque ya el rey había enviado una cédula real al obispo de Santa
Marta para que fuera a vivir a Santafé. Según Juan Rodríguez Freyle en El carnero (1992),
hizo un recorrido desde Cartagena hasta Riohacha y allí se percató in situ de los actos
punitivos que se le hacían a los indios de la sierra de Tairone para pacificarlos los cuales eran
llevados a cabo por Pedro de Ursúa sobrino del licenciado Miguel Díaz de Armendáriz; de
acuerdo a la versión de Rodríguez Freyle: “descorazonado frente a la situación observada,
regresa a Santa Marta, se embarca en el Magdalena y sube al Nuevo Reino” (1992, X-XII).
En Santa Marta dejó el mando de su gobierno a provisores. El 15 de abril de 1553, desde
Tamalameque, relacionaba al Consejo Real de Indias las dificultades del viaje a Santa Marta.
Estando allí pidió permiso al rey para irse a presentar juramento a Popayán, pero la respuesta
fue que aguardara en Santafé. A su llegada a Santafé a comienzos de 1554 se encuentra un
clero "renegado y prohibido" y una iglesia "en tal manera que, en lloviendo, apenas hay
dentro de ella donde hincarse de rodillas". Ya instalado en la vacancia arzobispal del Nuevo
Reino, en Santa fe, en enero de 1554 relaciona a su alteza real la serie de necesidades en que
encuentra la vacancia, como son la conversión de los naturales y la provisión de “ministros,
clérigos y religiosos, porque faltando estos no se puede entender en la conversión de ellos”,
así como otro de los detalles que más preocupaba al prelado era el examen de aquellos, etc.
Casi de inmediato el 31 de enero de 1554 pide en carta al rey el traslado del obispado desde
Santa Marta a la ciudad de Santafé. Había pasado al Nuevo Reino de Granada con el Deán
Ilmo. Mons. Francisco Adame y otros prebendados que pasaron según su deseo a la capital
del Nuevo Reino, instituyendo el servicio de la iglesia de Santafé como Catedral. Dispuso la
construcción de un templo en paredes de tapia y ladrillo para que sirviera de catedral.
Había constatado como el trato que los encomenderos y Justicias reales daban a los
indios era inhumano. Clamó contra tales abusos y es por eso que en Santafé convocó el
Primer Sínodo Diocesano que logró reunir desde el 24 de mayo de 1556 y que culminó el 3
de junio de 1556, en el cual participaron todas las fuerzas vivas de la Iglesia neogranadina.
Promulgadas las constituciones en junio de 1556 el texto quedó dividido en 10 títulos, el
sínodo legisló acerca de la administración de los sacramentos, la enseñanza de la doctrina, la
práctica de la misma, los deberes para con los indios, entre otros puntos. Al tratar de poner
en práctica las normas del sínodo, encontró gran oposición por parte de la Real Audiencia y,
sobre todo, de los encomenderos, a quienes les parecieron sumamente gravosas las
obligaciones que se le imponía, especialmente cuando quiso aplicar las llamadas Leyes
Nuevas, en su carácter de obispo y protector de los indios. La tasación que hizo de los
naturales del Nuevo Reino, para librarlos de la tiranía y extorsión en que los tenían muchos
encomenderos, despertó en los colonos y algunas justicias reales una reacción muy contraria
hacia él. Al Consejo de Indias llovieron las quejas, principalmente de la Real Audiencia, que
juzgaba intromisión suya en asuntos de incumbencia civil. A favor de los indios, logró al fin
que fueran suprimidos los tributos agobiantes y quedó suprimido el servicio personal a los
encomenderos. Era muy estimado por el Consejo de Indias y la Corona, porque trabajaba
muy seriamente en sus tareas eclesiásticas y, sobre todo, porque se desvelaba por el bienestar
de los indígenas. Los encomenderos, junto a algunos caciques, religiosos y principalmente el
oidor Juan Montaño, quien fuese su compañero de viaje, lo denunciaron repetidas veces,
tejieron contra él toda suerte de patrañas, hasta que en 1562 la audiencia real de Santafé en
la víspera de Corpus Christi consiguió desterrarlo a los reinos de España; el motivo fue que
no acató la orden de arresto mandada a cumplir por la real audiencia contra un clérigo fugitivo
del Perú que entró en la Iglesia Catedral cuando el obispo estaba allí, éste lo defendió y
prosiguió contra la audiencia, que le mandó desterrar y tuvo que salir en plena noche de la
ciudad, acompañado por un solo criado a la costa de Cartagena a embarcarse, obedeciendo
el mandato real, pero visto que lo hacía por obra de voluntad, es reclamado por el pueblo y
ante el temor de castigos divinos, la misma Audiencia envió a los capitanes conquistadores
con la comisión de que el Obispo volviese a su Iglesia, y que nadie lo recibiese en su navío
para España. Al fiscal y oidores les absolvió y les puso por penitencia caminar desde
Serrezuela (actual Madrid) 5 leguas hasta Santafé y el fiscal la cumplió. Volvió a Santafé con
mucha honra y gloria, y el pueblo lo recibió colmándolo de honores. Aun así continuaron las
tensiones en Santafé luego de su regreso y hubo hasta peleas en iglesias y llegaron a sacar a
predicadores de sus púlpitos.
Finalmente y previa solicitud del rey Felipe II y del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal
Dr. don Francisco Gonzaga hecha el 22 de marzo de 1564, estando S.S. el Papa Pío IV en
Consistorio en Roma, se expidió la bula de erección del Arzobispado de Santafé y en la
misma lo nombró como primer Arzobispo de Santafé en el Nuevo Reino de Granada. Al
conocerse la Real Cédula de su nombramiento decidió aplicar para Santafé la misma acta de
erección de la Iglesia del Río de la Plata y Asunción del Paraguay, pero aún sin hacer la
erección hasta que llegaran las bulas. En abril de 1564 consagró Santafé al Ilmo. Sr. Dr. don
Juan de Simacas, (Obispo de Cartagena de Indias) y el 10 de junio de 1564 consagró en la
iglesia de los dominicos al Ilmo. Sr. Dr. don Fray Pedro Sánchez Martín de Agreda, O.P.
(Obispo de Coro-Venezuela). El Prelado padecía asma y viéndose agravado en su
enfermedad, el 21 de octubre de 1564 hizo la fundación del primer hospital Santafé, al cual
bautizó como Hospital de San Pedro, para que en él "se recojan los pobres que en la ciudad
hubiere así españoles como naturales", para esto donó su casa contigua a la catedral y cedió
la renta de sus seis meses primeros de regencia. La comunicación en que anunciaban
su nombramiento como Arzobispo se dio en una carta del 20 de Agosto de 1565 del Secretario
del Consejo de indias en Madrid. Había estado varios años sin recibir las bulas papales, ni
palio, ni autoridad, ni jurisdicción arzobispal; hasta que finalmente le llegaron en los primeros
meses de 1566. Pero estando a punto de realizar la erección de la catedral, se dio cuenta que
en las bulas se le llamaba "Dilecto fratri Martino", cuando debía ser "Joanni", error que se
debió al parecer por su antecesor. A pesar de su resistencia a erigir el arzobispado, firmó
desde entonces como "El Arzobispo del Nuevo Reino". El 20 de Abril de 1566 respondió el
rey para agradecerle y hacerle caer en cuenta de los errores de la bula en la que se le
nombraba Arzobispo ya que pusieron Martín y no Juan (posiblemente en referencia al Ilmo.
Sr. de Calatayud) su predecesor quien ya hacía 17 o 18 años había muerto y también le solicita
al rey el envío del Palio. Se dice que se llenó de escrúpulos y expresó a Roma que no tomaría
el título de Arzobispo hasta saber si aquello había procedido de error, o si era otro el
nombrado. Intentó viajar a España a organizar personalmente las bulas, pero no le fue
concedido; es por esto que envió poderes al Ilmo. Mons. Adame para que obtuviera una
aclaración de las bulas.
Entre tanto se dedicó a terminar la obra de la catedral, pero esta por desgracia se
desplomó completamente la víspera de su inauguración en 1565; aun así ese mismo día,
vestido con su humilde hábito franciscano y jergón, se encaminó a la cantera y trajo sobre
sus hombros la primera piedra para comenzar de nuevo una obra mejor. Su ejemplo fue
seguido por los clérigos, religiosos e indígenas que pasan varios días transportando piedras.
Aun así éste hecho lo descorazonó, pues había consumido mucho dinero, trabajos y tiempo
durante los casi 10 años que había tomado levantarla y ahora tardaría muchos más en ser
construida de nuevo; para esa obra donó la mayor parte de sus bienes. Posteriormente en
Roma, gracias a las gestiones del Ilmo. Mons. Adame, el 13 de Mayo de 1567 S.S. Pío V por
expedía el breve particular en el cual se declaraba la validez de la Bula de su antecesor,
corregía su nombre de Martín a Juan y confirmaba la bula de erección del arzobispado. Ya
por estas fechas se encontraba enfermo y fatigado. Señala Ranchal Cobos (1969) que fue un
gran promotor de la expansión de los conventos y doctrinas de la orden franciscana, para esto
compró una propiedad para el convento de San Francisco en Santafé. Tuvo muchas
dificultades con los dominicos; pero mantuvo estrecha amistad con el presidente de la real
Audiencia Venero de Leiva. Dejó una capellanía en la Iglesia catedral; erigió numerosas
parroquias, fundó las cofradías del Santísimo Sacramento, del Rosario y de la Vera Cruz (a
la cual perteneció). Construyó y bendijo un cementerio a la puerta de su iglesia el cual dotó;
ordenó sacerdotes oriundos de España y criollos. En su tiempo promovió la edificación de
más de trescientas iglesias, conforme había previsto en su Sínodo. Instó a los curas y
encargados de doctrinas, que enseñaran a los indios a leer, escribir, cantar y otras artes
culturales y el aprendizaje de la lengua castellana, con miras al establecimiento de seminarios
para la formación de ministros eclesiásticos.
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_de_los_Barrios
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/gennrg/gennrg2b.htm
http://www.pedrocheenlared.com/fray-juan-de-los-barrios-y-toledo-en-el-iv-
centenario-de-su-muerte-1569-1969-por-alfonso-ranchal-cobos/
Zamora, Fray Alonso de. Historia de la Provincia de San Antonio del Nuevo
Reino de Granada. (1701). Tomo III. Bogotá.