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POBREZA EN EL PERU

INTRODUCCION

Es necesario reconocer a la pobreza en todas sus dimensiones y secuelas, en


donde los datos evidentes, claramente se hacen presentes en nuestra sociedad.
Se trata de una especie de un círculo vicioso que, además de tener efectos
graves sobre la calidad y niveles de vida de los peruanos pobres, afecta las
posibilidades de crecimiento económico y estabilidad social y política. Las
familias que enfrentan una situación de pobreza se ven afectadas por secuelas
en la nutrición, en la salud y en la capacidad para recibir instrucción que en
muchos casos no pueden ser remontadas, aunque los ingresos mejoren. Una
población pobre tiene una baja expectativa de vida, sufre de altas tasas de
incidencia de enfermedades, es mano de obra poco calificada y, por todo ello,
constituye una fuerza de trabajo poco productiva.

En el presente trabajo, nos proponemos analizar la situación de la


pobreza en el Perú, entre los años 1975 y 2005, período en el cual
observamos una expansión de los niveles de pobreza, que alcanza sus picos a
finales de los años 80 ante la crisis económica, y que a lo largo de los gobiernos
de turno hasta el 2005, si bien ha merecido la intervención y aplicación de
diversos programas sociales, ha constituido uno de los problemas con mayores
dificultades de ser erradicado en la sociedad hasta la actualidad. Se ha
considerado oportuno analizar la situación de la pobreza tomando en cuenta los
contextos sociopolíticos que atravesó en Perú en ese período de tiempo.
Finalmente, agregamos sus respectivas conclusiones como síntesis del trabajo
realizado.

I- El contexto socio económico en el Perú de 1975 a 1980


1975 comprende el año de inicio de la segunda fase del gobierno
Revolucionario de las Fuerzas Armadas, en el cual Velasco fue sustituido por el
General Francisco Morales Bermúdez, cuyo periodo culminaría con el retorno a
la democracia en 1980.
Es un quinquenio que en opinión de Fitzgerald (1981)[1], el país se
caracterizó desde el punto de vista económico, como un “capitalismo de
Estado”, entendido este, como un sistema donde el Estado asume la
responsabilidad de organizar la producción y acumulación en el sector moderno
de la economía, y la propiedad pública reemplaza a la privada en áreas claves.
Por otro lado, el gobierno Revolucionario sostenía que el Perú era un país
subdesarrollado y dependiente y que la raíz de ambas características era
estructural. En ese contexto, los desequilibrios sociales – como sostiene Parodi
(2007)[ii] - se debían a que las riquezas del país estaban concentradas en
manos de un pequeño grupo dominante, cuyos privilegios se mantenían a
costa de la marginación de la mayoría de la población. Si bien es cierto, nadie
duda que los problemas de la pobreza en el Perú, respondan en gran medida a
condicionantes históricos, los primeros estudios a decir de Parodi (2007) que
usaron información estadística datan precisamente de esta década de los
setenta.
A riesgo de ser excesivamente simplificadores, en esa década del 70, en
que sólo predominaron los estudios sobre la distribución de ingresos, mientras
recién en la siguiente década de los 80, el ajuste de la economía
(consecuencia de la crisis de la deuda), originó un viraje hacia temas
relacionados con la pobreza y con los costos sociales del ajuste. Esto explica,
que los estudios específicamente de la pobreza de nuestro país, cuentan con
índices estadísticos básicamente en la década de los ochenta.
Cabe señalar, por ejemplo, en 1972, Richard Webb, de la Universidad de
Princeton, publicó “The Distribution of Income in Perú”, constituyéndose en el
primer estudio para cuantificar lo que intuitivamente, dada la evolución histórica
del Perú, era esperable: la desigual distribución de ingresos en el país. Dicho
estudio sugería entre otros aspectos, que la pobreza era un problema
básicamente rural, pues el 80% del cuartil más pobre habitaba en la sierra
rural. En 1975, Webb presenta su segundo estudio sobre dichas variables, con
información del censo de 1972. Posteriormente, con los resultados del
censo de 1981.
En general, estos y otros estudios[iii], revelan que hacia 1975, la
necesidad de un ajuste macroeconómico era inevitable. Los desequilibrios
fiscales y externos eran el mejor reflejo de una profunda crisis económica que
convertían la situación en insostenible. En primer lugar se observa una
tendencia decreciente del PBI global, que refleja la desaceleración de la
economía. De igual manera, la inflación resultante del creciente déficit fiscal y
de rigideces estructurales de la economía peruana, inició su tendencia
ascendente, pasando en 1975 de 24.0 a 66.7[iv] en 1979.
No es de extrañar que en una situación de tal naturaleza, el deterioro de
la situación social sea otra resultante. Ello, en parte, atribuible al modelo de
Velasco, y en parte, a los ajustes del gobierno de Morales Bermúdez. De
acuerdo al estudio de Schydlowsky (1982)[v], en 1969 había el 5.9% de
desocupados. Para 1978, este porcentaje se eleva a 7.2%, lo cual es un reflejo
de la crisis económica brevemente expuesta en este periodo.
De acuerdo a la opinión de Tokman (1996)[vi], otra situación que también
se refleja con cierta claridad antes de 1980, es una asimetría en la evolución
de la pobreza: mientras que en las zonas rurales la pobreza disminuye, en las
zonas urbanas se registra un porcentaje de hogares pobres relativamente
constante. Ello, como resultado de dos procesos. El primero es un proceso
muy marcado de urbanización de la pobreza, generado por un traslado de
población de las zonas rurales a las ciudades. Se registra una migración muy
intensa la que, dado el origen de los migrantes, produce una contracción del
empleo en los sectores rurales más atrasados y contribuye a disminuir el
porcentaje de hogares pobres en el campo.

Por otro lado, siguiendo a Tokman, la contrapartida es que en las ciudades los
migrantes, en lugar de ser absorbidos por los sectores modernos, fueron
ocupados en actividades de baja productividad. El sector informal pasa del 10
al 16 % del empleo total en ese periodo y, como resultado, hacia 1980 casi el
50 % de los hogares pobres ya estaban en las ciudades; aunque la intensidad
porcentual de la pobreza en zonas rurales era el doble de la que se registraba
en zonas urbanas.
2. Incremento de la pobreza en el primer quinquenio de los 80´
La Constitución de 1979, indicaba el marco general de organización de la
economía, que alteraría el entorno existente. De esta manera, se pone fin al
anterior papel del Estado planificador del gobierno militar, y se pone en marcha
una economía básicamente liberal. El reto consistía en implementar los
cambios dentro de los límites democráticos. Como señala Riquez (1997) “los
cinco años de gobierno del Arq. Belaúnde fue de carácter liberal en las
medidas económicas, que dio como consecuencia movimientos de protesta y
aparición de grupos subversivos”[vii]
El diagnóstico de la situación económica y social se hizo comparando una
serie de indicadores económicos y sociales que mostraban el cambio en el
estado de las cosas entre 1968 y 1989. La inflación que se había originado por
los masivos déficits fiscales, forzaron al país a gastar por encima de sus
posibilidades, lo que agudizó la crisis económica, deprimiendo la economía.
Todo ello trajo consigo el deterioro de las condiciones de vida. Adicionalmente,
la elevada desigualdad de ingresos representa un serio problema no sólo
económico, sino social. De esta manera, el segundo Gobierno de Belaúnde
(1980-85) se caracterizó por aplicar una política económica semi liberal y
ortodoxa y el resultado fue un periodo de dos años de auge y tres años de
recesión y ajustes. El periodo de auge en realidad empezó en 1979 facilitando
el retorno de la democracia, y duró solamente hasta 1982. En ese cortísimo
tiempo el crecimiento fue discreto y faltó protagonismo y elasticidad en
momentos que se iniciaba la recesión mundial.
El periodo recesivo se presentó en 1982 debido a la política económica
aplicada, la baja de los precios internacionales de las materias primas y
el proteccionismo estadounidense. A todo ello se sumó los efectos
devastadores del fenómeno EL NIÑO en la costa norte en 1983 y las sequías
cíclicas que afectaron al departamento de puno, sumado a los actos terroristas
que causaron un enorme daño al país. El proceso inflacionario se acentuó en
esos años afectándose gravemente las remuneraciones de grandes mayorías
para los cuales la esperanza de un porvenir mejor cada vez más. La
consecuencia fue el deterioro de nuestra economía la cual fue puesta en
evidencia en la cada vez creciente pobreza de la población.
A partir de 1980 se produce una inflexión durante la crisis de la deuda
externa, debido tanto al impacto de las políticas de ajuste como a los
desequilibrios que se venían gestando con anterioridad a los años 80. En lo
particular, con la crisis de la deuda externa de 1982 y las políticas de
estabilización, la población se empobreció más y se cambió el foco de
atención, de la distribución del ingreso a la medición de la pobreza y a las
políticas para aliviarla.
Con ello, se ha recorrido un largo trecho, que va del énfasis en la
distribución y las políticas redistributivas a centrar la atención en la pobreza y
en las políticas para aliviarla entre las que no figuran precisamente las políticas
redistributivas. Se registra, entonces, un quiebre muy marcado en la tendencia,
y la pobreza no disminuye sino que aumenta, pasando de 35 a 39 el porcentaje
de hogares pobres entre 1980 y 1990. Aumenta también el porcentaje de
indigentes, y los pobres llegan a casi 200 millones.
3. La crisis económica y pobreza en el gobierno aprista (1985-1990)
En un escueto recorrido al contexto económico entre los años 1985 y 1990,
ya que ello guarda relación con la pobreza, podemos afirmar que una
economía de recesión con una alta tasa de inflación recibe el nuevo gobierno
de Alan García. En este periodo se pasó del ensayo semi liberal a la
adaptación de un programa económico heterodoxo. El resultado fue dos años
de ilusión populista y tres años de inestabilidad y crisis económica.

En el cuadro Nº02 se muestra que la pobreza extrema era para entonces, un


fenómeno básicamente rural, pues el 79.6% de los pobres extremos se
ubicaban en áreas rurales. Sólo el 3.4% de los pobres extremos residía
En efecto, el salario mínimo y vital aumenta en 50% (I/.360.00), las
remuneraciones de los profesores en 22%, las de los trabajadores del sector
público en 15% y l0s sueldos y salarios de los trabajadores no sindicalizados
en I/.165.00. se atenuó, con los subsidios indirectos, el proceso inflacionario.
Así se vivió cierta bonanza económica y en las empobrecidas calles de lima se
tenía la impresión de la gente disfrutaba de más capacidad adquisitiva.
Sin embargo esta engañosa apariencia se iba desdibujando paulatinamente.
En los primeros meses de 1987 se fue haciendo evidente la pérdida de
recursos, desequilibrio en el tipo de cambio, contrabando hacia los países
vecinos de numerosos productos básicos peruanos. Déficit de las finanzas
públicas y aceleración del proceso inflacionario.
De esta manera, las devaluaciones fueron aumentando hasta límites
increíbles (2120%, en 1988). La escasez de alimentos básicos nunca vistos
creó colas en mercados, grifos de kerosene, panaderías, puestos reguladores,
paraditas, etc, en los puestos de carne, como muchos testigos de tiempos
mejores, abundaba este artículo pero nadie compraba. Las mayores penurias
se experimentaba por falta de harina de trigo, del aceite, del azúcar y del arroz
por la carencia de la liquides de las empresas estatales que les impiden
adquirir divisas para pagar los fletes de los de los barcos en el callao, que no
podían descargar sus productos. Dicho contexto caracterizado por la
hiperinflación, trajo como consecuencia grandes desequilibrios macro
económicos y sociales.
Precisamente este contexto, originó una mayor preocupación en los
aspectos sociales, entre ellos, la pobreza. En lo que respecta a las condiciones
de pobreza para entonces, el Banco Mundial desarrolló una encuesta genérica
que luego se adaptará a la realidad de cada país. Así nacieron las Encuestas
Nacional sobre Medición de Niveles de Vida, más conocidas como ENNIV
desde1985; el cual para trabajó del 85 al 90, con indicadores como el gasto del
consumo per cápita de los hogares, el cual fue ordenado en quintiles y deciles;
el Índice de Concentración de GINI y los Índices de Pobreza medidos desde el
punto de vista absoluto, como el propuesto por Sen y el Indicador de carencias.
(Jefe de Hogar analfabeto, Techo de paja de estera en la vivienda y la carencia
de agua). El estudio realizado por el BCR[i], presentó su evaluación con base a
los resultados de las encuestas ENNIV (1985-86 y 90) para el caso de Lima
Metropolitana (muestra de 956 hogares de Lima Metropolitana). Los principales
resultados, mostró un incremento significativo del porcentaje de hogares en
situación de pobreza (de 16.9% a 44.1% en 1990), y del diferencial monetario
que permite cubrir el costo de la canasta mínima. Asimismo, revela incremento
del Porcentaje de hogares con al menos una carencia crítica del 20% al 30%.
Otro de los estudios importantes elaborado durante la década de los 80, es
el que realizó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD,
en el marco del Proyecto de superación de la pobreza para América Latina. El
trabajo denominado “Distribución geográfica de la pobreza” enfatizó asimismo
el análisis de la pobreza relativa, utilizando la información básica del censo de
1981 y actualizando algunos indicadores con los resultados de la encuesta
sobre niveles de vida 1985-1986. El PNUD utilizando como fuente la Encuesta
Nacional de Niveles de Vida ENNIV, estiman el número de Hogares pobres en
todo el Perú, es del 70.7% respectivamente, para el periodo 1985-1986.
Por su parte, Paul Glewwe, del Banco Mundial, y utilizando también la
información proporcionada por la ENNIV 1985-86, publicó The distribución of
Welfare in Perú 1985-86. Glewwe aproximó el bienestar mediante los gastos de
consumo per cápita. Encontró que el 10% más pobre de la población gastaba
111.8 intis per cápita mensuales, mientras que el 10% más rico, 1858 intis. En
otras palabras, el decil más rico gastaba casi 17 veces más que el más pobre.
Esta información muestra la distribución del bienestar (medido por el gasto) en
términos relativo, pero no dice nada con respecto a los niveles de bienestar
absolutos de cada grupo poblacional.
Para determinar la incidencia de la pobreza, Glewwe utiliza dos líneas de
pobreza arbitrariamente determinadas a partir de los gastos de consumo tanto
del 10% más pobre (los denomina pobres extremos) y del 30% más pobre (que
llama simplemente pobres). Ubica la línea de pobreza extrema en 155 intis de
gasto per cápita (intis de 1985), mientras que la de la pobreza la fija en 279.2
intis. Con estos criterios, la distribución regional de los pobres era como se
muestra en el siguiente cuadro:
En el cuadro Nº02 se muestra que la pobreza extrema era para
entonces, un fenómeno básicamente rural, pues el 79.6% de los pobres
extremos se ubicaban en áreas rurales. Sólo el 3.4% de los pobres extremos
residía en Lima.

4. La pobreza en la década del gobierno fujimorista 1990 al 2000


Tal y como se ha sugerido líneas atrás, y sobre la base de las ENNIV, la
tasa de pobreza nacional aumento entre 1985 y 1990, como producto de la
hiperinflación y recisión de los años 1988-90. Sobre el ajuste de 1990, y
después del golpe de Estado del 92, la implementación decidida de “El
Modelo” no solo implicó un programa de estabilización, sino un cambio de
modelo, con el pretexto que sólo así se garantizaba el éxito de la estabilización.
Se abandonaron los esfuerzos de industrialización y todo aspecto de la política
comercial que lo favoreciera, se prescribió la palabra “Planificación”, se quitó
importancia al proceso de integración regional, se privatizó todo, incluso lo que
en otros países como EE.UU. se consideraba se importancia nacional, etc.
De esta manera, 1991 fue el año de las severas medidas financieras que la
población sufre a raíz de esta decisión dictada por el gobierno, el cual
concentra sus esfuerzos en dos frentes: la reinserción del Perú en el Sistema
Financiero Internacional y la lucha contra el terrorismo¸ que iba avanzando de
manera preocupante. La epidemia del Cólera que azota al país desde marzo,
agrava los problemas del Perú, causando centenares de muertos y afectando
seriamente las exportaciones y el turismo.
Si bien es cierto, este “Modelo” o ajuste estructural, en el caso peruano ha
consistido en la aplicación simultánea de un programa de estabilización y de
reformas conducentes a la liberalización de los mercados. El ajuste ha logrado
frenar la inflación y corregido el déficit fiscal y, como era previsible, ha
generado costos sociales, en la forma de mayor reducción temporal de los
ingresos reales, aumento del desempleo y disminución de la protección social.
Un aspecto importante, que destaca en este período, es el Censo de
población 1993, el número 9 en la historia de los censos en nuestro país luego
del censo de 1981, y que expuso la existencia en el país, de más de 12
millones de habitantes en condición de pobreza del total de 22’639 mil
personas. Asimismo, que 6 millones de peruanos vivían en extrema pobreza,
es decir, que poseen más de dos carencias o bien que no satisfacen las
necesidades de alimentación (INEI, 1994b). Esto es, que el ingreso familiar no
alcanza para cubrir el gasto de la canasta básica de alimentos.
Entre 1991 y 1994 se observa un descenso en los indicadores de pobreza,
aunque la encuesta ENNIV de 1994 revela que la mitad de la población, es
decir, 11.5 millones de personas aproximadamente, se encuentran viviendo en
situación de pobreza. Esta disminución de ambos tipos de pobreza (pobreza y
pobreza extrema), es por efecto del crecimiento de la economía. No obstante,
los indicadores de incidencia y de brecha de pobreza de 1994 son bastante
más elevados que los de 1985, salvo el de desigualdad que se acerca a los
niveles de 1985 (Cuadro Nº3).

En el segundo gobierno fujimorista, 1995- 2000, después de una primera


fase de recesión brutal consecutiva al “fujishock” , el Perú conoce un período
de fuerte expansión entre 1993 y 1997. El PBI per cápita crece en más de 6%
por año. Sin embargo, a semejanza de los demás países latinoamericanos el
crecimiento de la economía peruana se hizo brutalmente más lento, para
después hacerse negativo como resultado de la crisis asiática a partir del
segundo semestre de 1997, y de los efectos devastadores del Fenómeno de El
Niño.
Dicho contexto, para los años 1998 y 1999, pese al crecimiento que es
impulsado por un sector de exportación de materias primas dinámico, se
presenta una crisis para los hogares, que son las que padecen en primer lugar
los efectos de la contracción del mercado interno. La dimensión del retroceso
del consumo registrado por las cuentas nacionales se ve corroborado por los
resultados de las investigaciones ENAHO en los hogares desde 1995. Los
gastos reales per cápita caen en ellos en -8% entre 1997 y 1999.
Esta degradación de la actividad económica, se traduce en una agravación
de las tasas de desocupación (de 7,2% a 9% entre 1996 y 1999). En este
desfavorable contexto, la incidencia de la pobreza a nivel nacional aumenta de
manera significativa entre 1998 y 1999 (pasa de 42,4% a 47,5% como se
señala en el gráfico Nº01).
Importa señalar, siguiendo los datos reflejados en el gráfico precedente, que
la pobreza se ha hecho más urbana en la medida en que el aumento de pobres
en tres cuartas partes se ha concentrado en las zonas urbanas. De este modo
la tasa de pobreza aumenta de 7 puntos en la capital y en la costa urbana,
mientras que, en el campo, se incrementa en casi 6 puntos. Del millón y medio
de pobres adicionales entre 1997 y 1999, un 43% procede de la capital y 30%
de las ciudades costeñas.
En contraste con esta situación, la incidencia de la extrema pobreza se
mantiene estable entre 1997 y 1999 (18,2% y 18,4% respectivamente) gracias
principalmente a una disminución de 0,6 puntos de la incidencia en el área
urbana, mientras que se incrementa en casi 3 puntos en la zona rural. Esta
contrastada evolución de la pobreza no se halla ciertamente desvinculada de
las políticas de reformas adoptadas.
Estas son de tal naturaleza que afectan más al sector moderno y urbano
de la economía. Paralelamente, el gobierno ponía en marcha un programa de
lucha contra la pobreza y procedía a un aumento sin precedentes en los gastos
sociales, que se duplicaron entre 1993 y 1998, pasando de $63 a $174 per
cápita, y han sido en gran parte destinados a las ciudades del interior del país.

5. Perú, 2001- 2005: crecimiento económico y pobreza


En el período comprendido entre los años 2000 y 2005, el gasto social en el
Perú representó aproximadamente el 25% del presupuesto público y registró
una tasa promedio de crecimiento anual de 8%. Sin embargo, este esfuerzo no
se ha visto reflejado en resultados tangibles, pues los niveles de pobreza se
han mantenido relativamente constantes (perjudicando a más del 50% de la
población) y el malestar percibido se ha incrementado durante dicho período.
De acuerdo con los datos de la ENAHO 1997, 2001, las cifras de pobreza y
pobreza extrema se incrementaron a 54,8% y 24,4% respectivamente. Este
resultado se asocia con la recesión de 1998-2001, que eliminó las mejoras
logradas en el periodo anterior a través de las políticas de alivio social
(PRONAA, FONCODES, Vaso de Leche).

CONCLUSIONES

1) Nuestro país, es un caso de país tradicionalmente pobre. La duración y


profundidad de la crisis económica en el Perú –que se inicia en 1975, afectaron
severamente las condiciones de vida de la población. A partir de mediados de
la década del setenta la tendencia de la economía peruana cambió de rumbo:
del crecimiento a la contracción. En este largo período de contracción
económica, las políticas económicas han estado guiadas por la lógica de
buscar salidas al problema de la deuda externa. Las políticas de estabilización
y de ajuste estructural han tenido diferentes contenidos, actores y resultados.

2) También es indudable, y sobre la base de las cifras, que se ha producido un


marcado aumento de la pobreza, principalmente desde fines de la década de
1980, como consecuencia de la hiperinflación y las políticas de contención
salarial, lo cual produjo que el nivel de pobreza se acrecentara en gran medida
por estos años.

3) Las políticas de freno a la recuperación de los ingresos reales se mantuvieron


durante la década de 1990, por lo que la pobreza no se redujo. Ha sido en
cambio atenuada de manera temporal, como resultado de programas
específicos denominados de “compensación social”.

4) El análisis de la evolución de la pobreza permite extraer dos conclusiones: la


primera, que el bienestar de la población es muy sensible al ciclo económico; y
la segunda, que muchas de las estrategias utilizadas en la década de 1990, no
creó capacidades en los sectores más vulnerables para incorporarse en
actividades productivas sostenibles, lo que les habría evitado caer en la
pobreza en el largo plazo, como vimos a fines de los 90, ya que con el reinicio
de una recesión en 1998, la pobreza se volvió a incrementar consecutivamente
hasta el año 2001. Los datos del año 2004 al 2005, muestran que la pobreza
dejó de avanzar, pero aun los porcentajes siguen siendo significativos en este
período.

5) Pensamos que un aspecto que en realidad ha originado que la pobreza no logre


ser erradicada, es que los programas de alivio y hasta erradicación de la
pobreza, no toman en cuenta las causas reales de la pobreza, ni cuál es la
relación entre la pobreza y la evolución de la política macroeconómica.

BIBLIOGRAFIA
[i] BCR. “Análisis comparativo de los niveles de vida en Lima Metropolitana 1985 –
1990”. Estudio realizado en el marco del Convenio AID-BCRP. Citado en: INEI. “Análisis
comparativo de los niveles de vida 1993 – 1998”. Lima, 2000. Sección III Antecedentes.
Disponible en: http://www1.inei.gob.pe/biblioineipub/bancopub/Est/Lib0075/cap-
03.htm

[i] FITZGERALD, E. “La economía política del Perú 1956-1978: desarrollo económico
y reestructuración del capital”. Instituto de Estudios Peruanos IEP, Lima 1981. Pp.65-
97.

[ii] PARODI TRECE, Carlos. “Perú 1960-2000: políticas económicas y sociales en


entornos cambiantes”. Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico. 2007.
Pág. 116.

[iii] PARODI T, Carlos. Op.cit. pág. 138.

[iv] Fuente: Banco Central de Reserva del Perú, Memoria, 1982. p.91.

[v] SCHYDLOWSKY, Daniel y Cols. “Anatomía de un fracaso económico: Perú 1968-


1978”. Universidad del Pacífico, Centro de Investigación. Lima, 1982. Pág. 42.

[vi] TOKMAN, Víctor. “Pobreza y equidad: dos objetivos relacionados”. INEI – OIT.
Lima, 1996. Punto. 1.3.

[vii] RÍQUEZ VILLARROEL, Eva. “Realidad Nacional”. Tomo 10. Editorial San Marcos.
Lima. pág. 93.

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