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El tema central de este libro fue presentado por su autor en el programa de conferencias
de Castle Lectures sobre ética, política y economía en la Universidad de Yale, en 1995-
1996. Estas conferencias promueven la reflexión interdisciplinaria sobre los fundamentos
de la moral, el gobierno y la sociedad. El libro intenta, en palabras de su autor:
Sin duda el tema de este ambicioso libro del economista estadunidense Thurow llama la
atención y pone en el centro del interés el problema del futuro del capitalismo. Destaca el
enfoque interdisciplinario para hacer frente al desafío intelectual que significa analizar el
posible capitalismo del siglo xxi. El autor anota:
Las verdades eternas del capitalismo –el crecimiento, el pleno empleo, la estabilidad
financiera, el aumento de los salarios reales, el dejar operar los mercados– parecen haberse
esfumado, así como los enemigos del capitalismo. Algo dentro del capitalismo
ha cambiado para causar estos resultados. Si el capitalismo pretende sobrevivir algo tiene
que ser modificado para alterar estos resultados inaceptables. ¿Pero qué es ese “algo”? ¿Y
“cómo” puede modificarse? Al final del proceso un nuevo juego, con nuevas reglas, requerirá
nuevas estrategias para prosperar. Algunos de los jugadores actuales se adaptarán y
aprenderán cómo ganar en esta nueva partida. Los ganadores serán aquellos que
comprendan el movimiento de las placas tectónicas de la economía. Serán los individuos,
las empresas comerciales o las naciones “más aptas”. Históricamente llegarán a ser
considerados el equivalente económico de los mamíferos (p. 22).
La respuesta a ese “algo” se encuentra, en opinión del autor, “en las interacciones de las
nuevas tecnologías e ideologías. Éstas son las fuerzas que orientan el sistema económico
en nuevas direcciones. Juntas están produciendo una nueva estrategia económica con
reglas nuevas que requieren nuevas tácticas para ganar (p. 17).
Sin embargo, el autor considera inescrutable el “cómo”. Si no existen otras ideologías que
sean competitivas con el actual capitalismo, es decir, si el fascismo, el socialismo, el
comunismo, incluso el Estado benefactor están derrotados o en retirada, entonces, “¿cómo
hace un sistema que considera que hace falta la competencia para hacer que las
empresas sean eficientes dentro del capitalismo si el sistema en sí no tiene competidores?”
(pp. 17-18).
¿Qué hace el capitalismo para adaptarse a las nuevas circunstancias cuando no existen
amenazas externas del comunismo ni amenazas internas del socialismo? Sin ideologías
alternativas que prescriban cómo se podrían manejar las economías sobre la base de
principios diferentes, ¿qué les impide a las élites que manejan el sistema introducir los
cambios necesarios para enfrentar un mundo diferente? Ha habido otros periodos en los
cuales el sistema social predominante no tenía competidores: el Antiguo Egipto, la Roma
Imperial, la Edad Media feudal, Japón hasta que llegó el almirante Perry, el Reino Medio de
la China. En todas estas situaciones el sistema social predominante perdió su capacidad de
adaptación. A medida que la tecnología y las ideologías cambiaron, ninguno de ellos se
pudo mantener unido, ni se volvió a unir (pp. 18-19).
En la actualidad tenemos un mundo muy diferente al de los años setenta: el primer mundo
es el único ganador y sin competidores, el segundo mundo fracasó al no poder crear al
nuevo ser humano. Los valores individuales se impusieron sobre los valores sociales; el
comunismo soviético se derrumbó. El llamado Tercer Mundo también se ha desdibujado
con grandes desequilibrios regionales.
Normalmente, la evolución procede a un ritmo tan lento que no es perceptible en una escala
de tiempo humana. El extremo superior de la cadena alimenticia, “la especie más apta para
la supervivencia”, por lo general sólo llega a ser más dominante y fuerte. Pero
ocasionalmente ocurre algo que los biólogos conocen como “equilibrio interrumpido”. El
medio cambia repentinamente y las especies que habían sido dominantes rápidamente
desaparecen para ser remplazadas por otras. La evolución da un salto cuántico. La
selección natural, que normalmente opera sobre los márgenes, repentinamente altera el
núcleo del sistema.” Y más adelante agrega: “Durante los periodos de equilibrio interrumpido
todo está en fluctuación; el desequilibrio se convierte en la norma ¡y reina la incertidumbre!”
(pp. 21 y 22).
Las grandes empresas del capitalismo de hoy, generando valores de deslealtad mutua
entre contratantes y contratados, son incapaces de afianzar y perfeccionar su único activo
estratégico: la fuerza laboral calificada. Los naciones-Estado pierden efectividad en sus
normas y reglas institucionales, que se desdibujan en una economía global donde las
empresas se pueden mover con libertad. Pero las organizaciones internacionales no han
aprendido a vivir en un mundo multipolar sin un poder dominante.
El equilibrio económico entre regiones está suspendido sobre bases endebles. La relación
entre el Oriente y los Estados Unidos, y de éste con el resto de América (en particular
Canadá y México), se apoya en el gran déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos
del propio Estado Unidos. El pronóstico de Thurow es que esta circunstancia de déficit
comercial no puede ser eterna. Los cambios que significaría la eliminación de este saldo
rojo es que habría un sismo en las corrientes comerciales y financieras mundiales de
grandes proporciones, arrastrando consigo las economías del Sudeste Asiático, China y
México. Y el Japón no estaría exento de más problemas.
Así, Thurow propone en su análisis histórico aplicado al capitalismo de hoy en día que:
Pero a cierta altura, algo surgirá para desafiar al capitalismo y esto necesitará el apoyo
político de más de un pequeño grupo de individuos que en la actualidad poseen cantidades
sustanciales de capital. ¿De dónde provendrá ese apoyo?... El principal remedio para las
desigualdades
en el pasado ha perdido efecto... Las nuevas tecnologías están destacando la importancia
de las inversiones sociales en infraestructura, educación e investigación, mientras los
valores se están orientando hacia una mayor individualidad con mucho menos interés social
en las inversiones comunitarias. Se está predicando una versión más cruda del capitalismo
de la supervivencia, precisamente cuando el sistema económico está descubriendo los
incrementos de productividad que pueden surgir del trabajo en equipo. La creencia en que el
sistema capitalista es perfecto y no necesita respaldo social ha vuelto precisamente cuando
hay que inventar un nuevo capitalismo sin capital poseíble (pp. 328 y 329).
El desafío actual no se sitúa en las políticas públicas, sino en darnos cuenta de “que el
mundo ha cambiado y que nosotros debemos cambiar con él. Adoptar las políticas
apropiadas, una vez que se ha reconocido intelectual y emocionalmente la necesidad del
cambio, es la parte más fácil de la tarea. Existen muchas políticas públicas posibles para
planear de aquí a entonces. Lo primero que tenemos que hacer es imaginar dónde está el
‘entonces’ y luego crear un sentido de la urgencia para llegar hasta allí” (p. 329).
El individuo que invierta en la que probablemente será la capacidad más valiosa que
cualquier hombre puede adquirir, la capacidad de operar en una economía global, no se verá
forzado a sacrificar el consumo, sino a desarrollar una serie de habilidades que le
proporcionarán más placer que cualquier artículo de consumo ... Los verdaderos héroes del
futuro no serán los capitalistas de Adam Smith ni los pequeños empresarios que los políticos
suelen elogiar, sino aquellos que construyan nuevas industrias. Ellos estarán dispuestos a
soportar las dificultades fuera de los límites de la rutina, y a veces vencer la natural
renuencia de los seres humanos a intentar lo nuevo frente a un medio social que siempre se
aferra al pasado. Ellos tendrán la capacidad para soñar, el anhelo de conquistar, el placer de
crear y el impulso físico para construir un reino económico (pp. 330 y 331-332).
El peligro del capitalismo es el estancamiento, como ocurrió con la mayoría de las grandes
civilizaciones del pasado. El gran sismo del capitalismo tiene su fundamento en el proceso
a través del cual se distancia la tecnología necesaria para el capitalismo del siglo xxi y la
ideología cada vez más apoyada en los valores de un individualismo radical. Nadie sabe
cuándo, pero la profunda metamorfosis se impone.
El cambio social ocurre casi de la misma manera en que las olas chocan contra los
peñascos rocosos de la costa de Maine. Cada día las rocas ganan. Las olas caen con
estruendo y aparentemente nada sucede. Pero sabemos con absoluta certeza que, a la
larga, cada una de esas rocas se convertirá en granos de arena. Cada día las olas pierden
pero en el largo plazo ganan... Al igual que Colón y sus hombres, quienes nos encontramos
a bordo del sólido barco del “capitalismo” nos internamos en un mundo incierto... Una
moraleja de la historia es que es importante ser astuto, pero más importante aún es ser
afortunado. Aunque en última instancia Colón no tuvo éxito porque fuera afortunado, lo tuvo
porque hizo el esfuerzo de hacerse a las velas en una dirección que nadie había intentado
antes, a pesar de la gran resistencia de quienes lo rodeaban. Sin ese enorme esfuerzo no
podría haber estado en la posición de tener una suerte colosal (pp. 340, 341 y 342).
El comentario final que considero se impone es lo crucial del tema del cambio social para
las ciencias sociales. El estudio de Thurow sobre el futuro del capitalismo se enfrenta al
misterio del cambio social. Como ocurre en lo general a las ciencias sociales, éstas pueden
explicar en diversas versiones lo ocurrido, pero no predecir los acontecimientos del futuro.
Es decir, cuál es el cambio social del capitalismo de hoy.
Como hemos visto, el intento de Thurow es relevante ya que pone sobre la mesa la
discusión los principales problemas que el capitalismo ha tenido y las nuevas dificultades
que han estado surgiendo en el último cuarto de siglo. El capitalismo por fin parece haber
ganado, pero ahora vive su soledad. La utopía también se inventa.