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Es común que en ocasiones los niños y niñas respondan con enfados y conductas
agresivas. La agresividad es una respuesta normal a una emoción de ira y de
frustración. Forma parte del bagaje emocional con el que nacemos las personas. En
cierto sentido es una conducta adaptativa y necesaria, tanto la emoción como la
conducta deben ser vividas por el niño y/o niña para su aprendizaje y desarrollo.
En primer lugar debemos saber que no debemos dejar pasar ninguna conducta
agresiva de ningún tipo por parte de los más pequeños, pero es importante
diferenciar entre dos tipos de conductas agresivas en los niños.
Sé un modelo para ellos. Evita en todo momento conductas agresivas, ya sea con
ellos o con otros adultos. Procura evitar los gritos en casa, los cachetes a los más
pequeños, los comentarios despectivos, etc. Ya que los niños y niñas aprenden de
lo que ven.
Se congruente con lo que le pides y lo que haces (no puedes gritarle para que
deje de gritar). Si le pides que deje de gritar, mantén un tono relajado.
No prestes atención a las rabietas. Cuando el niño y la niña emplean las rabietas,
no hagas caso. Si reclama tu atención de forma violenta, golpeándote, tirándote
objetos, con gritos, no prestes atención tampoco.
Habla con ellos. Pregúntale el porqué de esas conductas, averigua si le pasa algo.
Y explícale que no es la manera adecuada de actuar.
Vamos a analizar por separado cada una de las fases que deberemos seguir:
• Debemos reducir el contacto del niño con los modelos agresivos. Por el contrario,
conviene suministrar al niño modelos de conducta no agresiva. Muéstrele a su hijo
otras vías para solucionar los conflictos: el razonamiento, el diálogo, el
establecimiento de unas normas. Si los niños ven que los adultos tratan de resolver
los problemas de modo no agresivo, y con ello se obtienen unas consecuencias
agradables, podrán imitar esta forma de actuar. Para los papás entrenar el
autocontrol con ayuda de la relajación.
6. Evalúe los resultados del programa: Junto con el tratamiento que usted ha
decidido para eliminar la conducta agresiva de su hijo, usted ha planificado
también reforzar las conductas alternativas de cooperación que simbolizan una
adaptación al ambiente. Una vez transcurridas unas tres semanas siguiendo el
procedimiento, deberá proceder a su evaluación. Si no hemos obtenido ninguna
mejora, por pequeña que sea, algo está fallando, así es que deberemos volver a
analizar todos los pasos previos. La hoja de registro nos ayudará para la
evaluación de resultados. Si hemos llegado al objetivo previsto, es decir, reducción
de la conducta agresiva, no debemos dejar drásticamente el programa que
efectuamos, porque debemos preparar el terreno para que los resultados
conseguidos se mantengan. Para asegurarse de que el cambio se mantendrá,
elimine progresivamente los reforzadores materiales. No olvide que los
procedimientos que usted como padre ha aprendido, los puede interiorizar para
provocar en usted mismo un cambio de actitud. Practique el entrenamiento en
asertividad y será más feliz.