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UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO

FACULTAD DE MEDICINA HUMANA


ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

PSICOLOGIA DE LA SALUD
“MODELOS TEÓRICOS. SALUD Y ENFERMEDAD”

INTEGRANTES
AVENDAÑO ZEÑA, JACKELINE.

CORDOVA ALQUIZAR, ELIZABETH.

GASTAÑUEDI MASHAPANA, DONIS.

FLORES NIETO, ANA CLAUDIA.

NEGREIROS GUTIERREZ, MILAGROS

VIGO BOCANEGRA, ALEJANDRA.

ZAVALETA

DOCENTE:
MOYA CHAVEZ, ISABEL

TRUJILLO – PERÚ
2018
CONCEPTOS DE SALUD Y ENFERMEDAD
Salud y enfermedad no pueden ser tomados como dos conceptos meramente técnicos
o fabricados para el uso exclusivo de la ciencia (como, por ejemplo, los de reforzador
condicionado, alexitimia, electrón o linfocitos T...), sino que tanto el concepto de salud
como el de enfermedad están profundamente enraizados en todas y cada una de las
culturas, hasta el punto de que forman parte de la propia transmisión cultural oral y
escrita. Siendo esto así, bueno será comenzar el recorrido por los numerosos intentos
habidos de lograr una definición satisfactoria de ambos, constatando, en primer lugar,
cómo son definidos en el depósito cultural producto del pensar y el hacer durante siglos
que es el Diccionario de la Lengua Española (Real Academia de la Lengua, 1992). Así,
dicho diccionario otorga a la voz salud hasta cinco acepciones principales y muchas más
en combinación con varias partículas. Las cinco principales indican salud como:

1. Estado en el que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones.


2. Condiciones físicas en que se encuentra un organismo en un momento determinado.
3. Libertad o bien público particular de cada uno.
4. Estado de gracia espiritual.
5. Consecución de la gloria eterna, salvación.
Para el vocablo enfermedad la situación es menos ambigua, en tanto se reconocen tres
acepciones, pero dos de ellas en sentido figurado, además de numerosas acepciones
específicas en combinación con otras partículas o vocablos. Así, se indica que
enfermedad es:
1. Alteración más o menos grave de la salud.
2. (fig.) Pasión dañosa o alteración de lo moral o espiritual.
3. (fig.) Anormalidad dañosa en el funcionamiento de una institución, colectividad, etc.
Hasta qué punto estas «definiciones» serían válidas creo que puede ser mejor apreciado
una vez que hayamos revisado las definiciones que los técnicos ofrecen. Cabe precisar,
sin embargo, algunas particularidades de especial interés. Primera, a diferencia de lo
que se difunde, clásicamente no parece que se defina salud como ausencia de
enfermedad, antes bien al contrario. De modo que el concepto positivo de salud que
ahora se nos presenta tan novedoso no parece que lo sea. El estado inicial o de partida,
para el diccionario, es sin duda la salud, de modo que la enfermedad supone una
alteración de dicha situación prístina. Segunda, aun cuando las últimas acepciones del
vocablo salud puedan parecer chocantes, en realidad responden a la evolución
etimológica de la palabra. Como señala San Martín (1989), la posible ambigüedad (por
largueza conceptual, añadiríamos) del vocablo salud le llega de su propia evolución
etimológica como palabra, proveniente de la raíz indoeuropea san (que significa
«conservación de sí mismo»), que dio lugar tanto al vocablo sanitas (el actual concepto
de salud) como al de salvatus (el concepto de salvación). Pero dejemos todo esto y
entremos a explorar las definiciones «técnicas» que se dan de estos conceptos.
Hace años, advertía Bayés (1979) que los contornos de la salud y de la enfermedad
varían con los autores, las sociedades y las épocas, y su llamada de atención nos sigue
pareciendo de gran utilidad para enfrentarse al gusto o la necesidad de buscar una
definición satisfactoria de salud y enfermedad. Buscar una definición adecuada y útil de
salud continúa hoy siendo un problema, de ahí que sigan absolutamente vigentes las
reflexiones críticas que este autor expuso hace más de veinte años.
MODELOS
Enfoques cognitivo-conductuales de los cambios de conducta de la salud
En los últimos años, en el ámbito de la psicología de la salud se han propuesto distintos
modelos cognitivo-conductuales para explicar el comportamiento de salud de las
personas.
Estos enfoques, que tienen su origen en las teorías conductuales, y que parten del
supuesto de que las personas son agentes que activamente procesan información, se
caracterizan por considerar:
1) que los trastornos emocionales y de la conducta son, en parte, una función de los
trastornos de los procesos cognitivos,
2) una relación de colaboración entre terapeuta y consultante,
3) el foco radica en cambiar cogniciones para producir los cambios deseados en el afecto
y la conducta
4) son formas de intervención de tiempo limitado y educativas que se centran en
problemas-meta específicos.
Modelos conductuales
En general los tratamientos basados en técnicas operantes están diseñados para
reforzar conductas adecuadas, desarrollar habilidades específicas para lograr una buena
salud y controlar los estímulos y las contingencias ambientales que la mantienen.
A través de programas de condicionamiento operante pueden moldearse conductas
saludables con la finalidad de extinguir o disminuir hábitos nocivos. Se parte del
supuesto que estos son mantenidos por una multiplicidad de factores, lo que genera la
necesidad de organizar programas multidisciplinarios dirigidos a modificarlos.
La evaluación de las conductas perjudiciales para la salud requiere de una investigación
detallada y del análisis funcional de las relaciones entre ellas y las variables ambientales
(estímulos antecedentes y consecuentes).
En general se recomienda:
1) aplicar un cuestionario para obtener información detallada de las conductas de salud
que integran el repertorio de la persona entrevistada;
2) realizar entrevistas con las personas significativas que puedan aportar información
adicional y relevante;
3) analizar la triple relación de contingencia entre la conducta problema y las variables
ambientales que la controlan (antecedentes y consecuentes) a fin de realizar un análisis
funcional de la misma;
4) registrar la línea de base, y 5) llevar a cabo un registro por parte de la persona con el
objeto de evaluar cómo, cuándo, dónde y en qué circunstancias ocurre la conducta
problema.
Desde esta perspectiva, los hábitos nocivos para la salud son considerados como
conductas que están sujetas a los mismos principios y leyes que cualquier otra forma de
comportamiento aprendido. La meta de la terapia conductual es modificar las conductas
desadaptativas en lugar de explorar las motivaciones psicológicas profundas o
subyacentes, causantes de este tipo de respuestas. Estos comportamientos, en general,
son el resultado de experiencias aprendidas, por lo cual pueden ser modificadas por
nuevos aprendizajes. El objetivo específico de la terapia es ensenarle al individuo como
dejar de reiterar estas conductas indeseables y reemplazarlas por un repertorio de
comportamientos apropiados.
La evaluación y el tratamiento de los hábitos nocivos consisten en determinar los
reforzadores, a los fines de identificar y eliminar las fuentes que los mantienen y, por
otra parte, reforzar conductas alternativas incompatibles.
Modelos cognitivo-conductuales
Diversas investigaciones psicológicas relacionadas con el tratamiento de conductas
perjudiciales para la salud han subrayado la importancia de los factores cognitivos
(pensamientos, creencias, fantasías, atribuciones, etc.) como mecanismos centrales de
la eficacia de las intervenciones.
Las terapias cognitivas se concentran principalmente en la identificación y modificación
de los pensamientos, procesos y estructuras cognitivas de un individuo. A los pacientes
se les ensena, primero, a reconceptualizar el problema desde un punto de vista cognitivo
y a comprender como el mismo mantiene las conductas nocivas para su salud a través
de determinadas creencias. El siguiente paso consiste en ensenarles habilidades de
automanejo para que logre un mejor control de las situaciones. La tercera fase es
practicar y experimentar el uso de estas técnicas y el manejo de estrategias a nivel
cognitivo, afectivo y conductual para que concrete un control efectivo de las conductas
saludables.
Durante el proceso de reestructuración cognitiva, en primer lugar se deben identificar
los pensamientos automáticos (desadaptativos) acerca de la salud y la enfermedad, los
errores en el procesamiento de la información y las reglas, supuestos y creencias que
están en la base de lo que las personas se dicen a si mismas acerca de su salud. Una vez
detectados estos supuestos se entrena a los pacientes en técnicas para reemplazarlos
por cogniciones altenativas más precisas y positivas. El objetivo es incrementar los
pensamientos y sentimientos del individuo acerca de su propia capacidad de control y
manejo de las distintas situaciones, para asi crear fuertes expectativas de autoeficacia
personal.
Existe evidencia clínica y datos empíricos que indican que los enfoques cognitivo-
comportamentales son muy beneficiosos para el tratamiento de individuos con hábitos
nocivos para la salud. En este tipo de intervenciones se aplican una combinación de
procedimientos terapéuticos cognitivos (detección de pensamientos automáticos,
corrección de errores cognitivos y reestructuración cognitiva), y comportamentales (role
playing, asignación graduada de tareas, ensayo conductual, etc.). Los supuestos
generales que caracterizan la perspectiva cognitivo-comportamental son:
1. Los individuos son procesadores activos de información que interpretan y evalúan la
que les llega a través de experiencias pasadas y aprendizajes previos.
2. Los pensamientos de un sujeto pueden regular y afectar los procesos psicológicos y
Fisiológicos y, por otra parte, la conducta puede influir o modificar procesos de
pensamiento y de memoria.
3. Se focaliza en la interacción recíproca entre los factores personales, el ambiente y la
conducta.
4. Los individuos aprenden patrones de pensamientos, comportamientos y reacciones
emocionales tanto adaptativos como desadaptativos. Respecto de estos últimos,
pueden ser reemplazados por habilidades y cogniciones más adaptadas.
5. Los individuos son agentes activos de cambio de sus sentimientos, pensamientos y
comportamientos.
Los tratamientos cognitivos comportamentales deben incluir:
1. Planes y metas realistas determinados en forma conjunta entre el terapeuta y el
individuo o el grupo, después de recabar información inicial.
2. Los comportamientos adaptativos deben ser reforzados a la vez que se eliminan los
desadaptativos.
3. Las actividades diarias deben ser establecidas en forma gradual y reforzadas
contingentemente, lo cual permite a los individuos obtener experiencias exitosas y
evitar los fracasos.
4. Es necesario que a los miembros de la familia y otras personas significativas para el
paciente, se les ensenen los principios básicos de la modificación del comportamiento
para posibilitar la ayuda adecuada y reemplazar el comportamiento desadaptativo por
otros más saludables.
5. A los sujetos se les debe ensenar diversas técnicas para el manejo de situaciones
problemáticas, para que las practiquen en situaciones diarias (en el hogar, medio social
y en el trabajo).
6. Se les debe ayudar a reconocer sus comportamientos no saludables específicos y a
diferenciarlos de aquellos que sí lo son.
Vera y Fernández (1989) proponen un modelo cognitivo-comportamental para el
tratamiento de la obesidad, que tiene como objetivo alcanzar el autocontrol, es decir,
se pretende proporcionar al sujeto una serie de habilidades de automanejo (cognitivas,
afectivas y conductuales) que le permitan modificar su conducta de comer
excesivamente.
Las técnicas utilizadas son:
_Autobservación. Con frecuencia los sujetos desconocen su forma de ingerir alimentos
(Por ejemplo, comen automáticamente). Se le ensena a observar su conducta, como,
donde, qué y en que situaciones comen en exceso.
_ Autorregistro. Implica el registro diario de los hábitos alimenticios y de la actividad
física.
_ Análisis funcional. Identificación de las variables ambientales que funcionan como
antecedentes y consecuentes de la conducta excesiva de ingesta de alimentos.
_ Reestructuración cognitiva.
Se identifican los siguientes estímulos antecedentes:
1. Estímulos que desencadenan respuestas emocionales y automáticas.
2. Estímulos que actúan como señales discriminativas que provocan respuestas de
comer.
a) Estímulos ambientales externos.
• Horario de comidas.
• Características de los alimentos: olor, color, sabor.
• Hábitos de compras de alimentos.
• Hábitos de almacenamiento: disponibilidad.
• Lugar donde se consumen los alimentos.
• En presencia de quien se consumen.
• Actividad que se realiza simultáneamente con la ingesta.
• Hábitos de familiares, amigos y compañeros.
b) Estímulos internos.
• Cognitivos.
– Estados emocionales (aburrimiento, tensión, ansiedad, enfado, pesimismo).
– Falsas creencias sobre pérdida de peso.
– Expectativas del sujeto, por ejemplo, interacción con los demás, con la pareja, etc.
c) Biologicos.
• Deficiencias nutricionales temporales, problemas médicos, diabetes, artritis.
d) Fisiológicos.
• Presencia o ausencia de sensación física de hambre o saciedad.
En cuanto al tratamiento, una vez realizado el análisis de los autoregistros se procede a
llevar a cabo la planificación ambiental con el fin de lograr un adecuado control de
estímulos. En este sentido se prescriben las siguientes pautas de comportamiento:
_ Comer en un solo lugar de la casa.
_ Establecer horarios fijos de comida.
_ No realizar ninguna otra actividad mientras se come (no ver TV, no leer, etc.).
_ Planificar de antemano lo que se va a comer.
_ Guardar en lugares no accesibles, o bien, no comprar alimentos con altas calorías.
_ Ir de compras después de comer, a fin de evitar tentaciones, etc.
Con respecto a la modificación de la conducta problema se aconseja:
_ Comer despacio.
_ Masticar bien los alimentos.
_ Disminuir la cantidad de alimento por bocado.
_ Poner los cubiertos en la mesa entre bocados.
_ Comer menor cantidad de alimentos, servirse en platos pequeños.
_ Servir las comidas y retirar las fuentes.
_ Dejar algo de comida en los platos.
_ No repetir.
_ Retirarse de la mesa en el momento en que se ha terminado de comer.

Los modelos nos dan un marco referencial para saber por dónde empezar, que pasos
seguir, y que técnicas necesitamos para influir un cambio en las conductas de las
personas.

1. Modelo Cognitivo – Social: Asociados a los trabajos de Bandura, da importancia


a los efectos del ambiente social y las cogniciones sobre la conducta y la
influencia recíproca entre ellos. Este modelo ha tenido éxito en la Psicología de
la salud, especialmente con los conceptos de "expectativa de autoeficacia", esto
es, las creencias relacionaron la habilidad que uno tiene para ejecutar una
conducta determinada, y de "expectativa de resultado", que se refiere a la
creencia que la conducta puede producir los cambios deseados. Elementos de
este modelo forman parte también de otros modelos y técnicas que se usan en
la Psicología de la salud.

2. El Modelo de Creencias en Salud: Se originó en intentos de los psicólogos del


servicio de salud Pública de los EEUU por entender por qué tan pocas personas
usaban programas y servicios que estaban a su alcance; concretamente por que
no participaban en exámenes para ver si tenían tuberculosis. Se les pregunto a
las personas en qué medida creían que eran susceptibles a la TBC y, en segundo
lugar, si creían que podían obtener algún beneficio por participar en los
chequeos.

El modelo se basa en la noción que el cambio hacia conducta saludables está


guiado por las creencias del individuo, específicamente por lo que se denomina
la "expectativa de valor", esto es, las personas van a cambiar su conducta si ésta
resulta en algo valorado para ellas y tienen la expectativa de que pueda
alcanzarse ese resultado. Variables adicionales del modelo se refieren si acaso
las personas creen que ellos son susceptibles a enfermarse, si ven como la
enfermedad como sería de grave, o estiman que el comportarse de manera
saludable o preventiva va a resultar más beneficioso que el costo involucrado en
adoptar la conducta.
3. La Teoría de Acción Razonada (planeada): Asociada a los planteamientos de los
psicólogos Ajzen & Fishbein, si bien no nació de un interés específico en salud
nos ayuda a entender como una persona llega a tomar una decisión para realizar
cierta acción. Este modelo nos dice que la mejor forma de predecir la conducta
es conocer las intenciones de una persona. Una intención representa un
compromiso de la persona para actuar de cierta manera y es un fuerte predictor
de la conducta manifiesta, provisto que se de en ciertas condiciones; entre estas,
que el tiempo transcurrido entre la declaración de intención y la ejecución de la
conducta no sea muy prolongada y la especificidad de la acción requerida para
materializar la intención de cambio. Las intenciones son influenciadas por las
actitudes, normas subjetivas y las percepciones provenientes de las presiones
sociales, por ello no se considera como un modelo que por si solo puede explicar
conductas preventivas.

4. Modelo de Reducción de Riesgo: Las intervenciones conocidas como de


reducción de factores de riesgo conductual, intentan lograr un cambio de
actitudes y motivar a la persona a desarrollar habilidades conductuales que
reduzcan el riesgo, aumentando de paso la percepción de autoeficacia para
iniciar y mantener los cambios comportamentales deseados.
Asimismo, se intenta crear una red de apoyo social que refuerce las conductas
preventivas o de bajo riesgo. Para lograr el cambio se usan técnicas tanto de la
psicología social, como cognitivas-conductuales.

5. El Llamado Modelo Transteórico del Cambio Conductual: Llamado también


simplemente el modelo de Prochaska (su principal impulsor), se focaliza en las
condiciones que hacen posible el cambio. La observación de individuos que están
tratando de cambiar por si solos, sin ayuda profesional, nos enseña que las
personas progresen de manera de una manera gradual, continúa y a través de
un proceso dinámico de 5 etapas a medida que tratan de reducir o eliminar
conductas riesgosas. El modelo nos sugiere que hay que diseñar estrategias de
cambio que estén de acuerdo a las características de los sujetos a los cuales están
dirigidas.

El modelo evalúa la etapa o el estadio en el cual se encuentra la persona en


términos de su "intención hacia el cambio", examina las ventajas y las
desventajas del cambio, y la habilidad de la persona para ejecutar el
comportamiento necesario que lo lleve a mantener un cambio duradero de la
conducta deseada. La prevención de la recaída se ve como parte de la última
etapa de mantenimiento.

6. El Modelo Integrativo: Está basado en las ideas de Bandura y del conductismo


Skinneriano e intenta integrar la psicología de la salud con la salud pública. Es un
modelo que pretende enfocarse hacia la comunidad y no hacia problemas
individuales. Define el problema usando indicadores epidemiológicos y de
psicología. Su forma de aproximarse a los problemas es multidisciplinario y
multinivel, lo crítico, según este enfoque, es comprender el estilo de vida y los
factores conductuales dentro del entorno en el cual se dan.

Las primeras fases del análisis incluyen tanto el nivel personal como el nivel
interpersonal. Hay un tercer nivel donde se considera el ambiente social más
inmediato. Un cuarto nivel considera los aspectos institucionales, sociales,
culturales, políticos y económicos, como clases de factores que afectan la
conducta.
Finalmente hay un nivel que implica la evaluación del impacto de las
intervenciones, esta fase de evaluación del programa es importante pero
generalmente se hace de manera poco sistemática, si es que se hace a pesar que
se centra en metas específicas, este modelo es complejo y se considera como un
modelo de planeación.

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