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LAS PERSONAS NO NACEN CORRUPTAS, LOS PARTIDOS LOS FORMAN ASÍ.

Hoy todos hablan sobre corrupción. Hay un problema de fondo y es que el sistema capitalista,
sobretodo en sus fases de crisis, sobrevive, como dice David Harvey que plantea la acumulación
por desposesión: robando. Se vive, en el Perú, una fase de acumulación primitiva, donde la
supervivencia del capitalismo está valorada en el robo; en la desposesión del otro y la
acumulación de unos cuantos. Las empresas privadas lejos de ser héroes, al brindar espacios
laborales, son villanos –no todas- pues en muchos casos están coludidas con actos de
corrupción.

Cuando uno ve frases como: “todos los políticos son corruptos” “casi todos roban” “los políticos
son deshonestos”. Se plantea dos cosas: La primera es ¿si será todo esto cierto? Y, por otro lado
está el deseo de saber si realmente es así y se adentra en política. Lo primero es militar en un
partido político, inmiscuirse entre los “políticos”. Tratar de ver cómo funciona la cúpula del
partido, pues es éste quien toma las decisiones. Lo primero con lo que se encuentra es con la
financiación del partido para las campañas. Resulta que gran parte del presupuesto del partido
viene del sector privado. De esta manera se construye una especie de jaula de grillos. Es aquí
donde comienza todo, dices. Entonces no se trata tanto de que los políticos sean deshonestos,
sino de que hay un grupo de personas –que son gentuza- que participan de un entramado
criminal de poder. Todo esto configura dos grupos sociales: Unos que reciben dinero para
financiar campañas, para armar partidos, que saliendo de los cargos públicos son premiados con
altos cargos en instituciones privadas, los que llevan vidas de reyes; y, los que no se pueden
pagar una carrera, los que trabajan de sol a sol, los que tienen que trabajar en dos o tres lugares
para llegar a fin de mes. Por eso la corrupción no se puede combatir solamente con leyes de
transparencia o auditorías, para combatir la corrupción los que viven mal tienen que organizarse
políticamente para ajustar cuentas contra los que viven muy bien. Qué ingenuos somos cuando
pensamos que la corrupción política puede explicarse tan solo por el comportamiento individual
deshonesto o infame de unos cuantos. Gracias a Odebrecht comprendimos que la corrupción es
una forma de gobierno, entre otras muchas. Comprendimos que los poderes reales que
gobernaban el país tejían una red de inmobiliarias y constructoras que apuntalaban a un modelo
de subdesarrollo y que contaban con una enorme red de funcionarios eficientes –para ellos- en
varios (o en todos los) partidos políticos, en algunos medios de comunicación y ciertas entidades
financieras. Esto nos enseñó, a todos, la verdad sobre el país. Y si las elecciones no salían como
tenían que salir el poder –corrupto, claro- se encargaba de restituir el orden, la prueba de esto
es que cuando los gobiernos que se tildaban de nacionalistas, progresistas o izquierdistas
ganaron elecciones no pudieron aplicar ninguna de sus promesas de cambio y reestructuración.
La mejor creación de este sistema es que desarrolló partidos de izquierda que no fueron capaces
de cambiar nada. Y al final esta cúpula comprendió que es mucho más eficaz que sitúen gente
en cargos de decisiones, porque así roban mucho más y sobretodo con impunidad. A la juventud
se le usa para pintar paredes, para salir a las calles con banderas, para hacer campaña, para –
como ellos dicen- que “aprendas”. No estás en la toma de decisiones, por más honesto que seas,
y no lo estarás porque la gente allí va a robar, a hacerse rico. En cuanto toda esa gente no
desaparezca, la corrupción intrínseca del modelo va a seguir contaminando a los partidos
políticos. Porque pueda que haya políticos que no sean corruptos, pero los partidos lo son. Y, la
final, la estructura partido termina contaminando, por su silencio o por su práctica, a los
militantes y a esos políticos honestos que existen. Lo que pasa es que los partidos se financian
del sector privado y, claro, así se convierten en deudores ¿cómo le revierten el favor? Pues con
corrupción: licitaciones fraudulentas; eso solo tiene un nombre: robo. Afecta a todos los
partidos.
¿Cómo sacar a los corruptos de todos lados? Para poder hacer un cambio en esta estructura
corrupta tenemos que comprender que las instituciones no están politizadas, sino están
partidizadas. Porque la corrupción es el lubricante del sistema, y es que siempre ha habido
corrupción. La política está articulada como carreras políticas, al ser así es muy importante saber
lo que ocurre en la cúpula del partido. Entonces si no tienes apoyo del partido no puedes llegar
a una alta esfera, así que te ves obligado a ser amable con el partido. De la misma manera que
alguien que quiera llegar a ser –siquiera- candidato tiene que llegar a los sitios de decisión que
están engrasados de corrupción. Y solamente podemos llegar a una conclusión ¿por qué hay
corrupción en los partidos políticos? Porque quien manda ahí no es la gente, no son sus
simpatizantes, son las empresas privadas, son las cúpulas que financian al partido. Todo esto es
porque la gente decente le ha entregado a los partidos la gestión de lo político, porque hemos
renunciado a las ideologías y se ha dejado que los partidos sean gestores de la concepción de
una política mercantilizada. Y la única solución es que la gente sea quien decida en el partido,
quien financie al partido, que quienes son “empresarios” no financien al partido porque ahí
comienza todo. Los políticos se nos parecen mucho, y tenemos una opción: Romper ese espejo
y cambiar. Para ello necesitamos recuperar el control de la política. Que la política no esté en
manos de corruptos, sino en manos de la gente. Decía Marx que en el entramado político los
valores dominantes son los valores de las clases dominantes, y si éstos están en manos de la
cúpula serán ellos los que definan esos valores, muchas veces corruptos.

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