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;REGO RIO TORRES QUINTERO, nació en 1866, en
. ciudad de Colima. Estudió en el Liceo de Varones.
lio clases en las ciudades de Manzanillo y Colima, y
1 1 8 fue becado para continuar sus estudi os en la
scuela Nac ional de Profeso res en la ci ud ad de
léxico. Se tituló como profesor normalista, regresó a
:olima y fundó la escuela modelo Miguel Hidalgo.
e desempeño como jefe de la sección de Beneficiencia
Instrucción Públi ca y titu lar de la Inspecc ión de
1strucción Pública de l Estado. En 1898 fue nombrado
ficial segu ndo de la Dirección General de Instrucción
rimaría, ascend iendo después a ofi cial primero y a
:crctar io de dicha dependencia. Siendo secretario de
nSlrucción Públi ca y Bellas Artes don Justo Sierra, fue
ombrado jefe de la Sección de Instru cción Primaria y
Jorma l pa ra toda la Repú blica Mex ica na. Fue profesor
e la E cuela ormal y de la acional Prepa rato ria.
:1 gobernador de Yuca tán Salvador Alva rado lo
ombró jefe de l Departamento de Inst ru cción Pública .
· más tard e, siendo sec retario de edu cación José
'asconcelos, fue nombrado Secretari o Técnico de la
ependencia. Viajó a los E tado Unidos en dos
casiones, para estudiar el sistema ed ucati vo de aquel
aís. Torres Quintero publicó más de 40 obras, entre
br s y ensayos, y mu chísimos artículos apa recidos en
iversas revistas. Su obra más conocida y polém ica fu e
1 Mttodo onomatopéyico para la enseñanza de la
•cwra -escrilllra, que tuvo un éxito rotundo en México
en va ri os países latinoa meri ca nos. De igual impacto
ueron sus Cuentos calimotes y sus Poemas. Falleció el
8 de enero de 1934. La XXVI II Legislatura lo nombró
l~n~n,.l. ritn ,l,.J F.<torlo rl e Colima. Su restos descansan
2
BIBLIOTECA COLIMA
UNIVERSIDAD DE COLIMA
Introducción y recopilación
Genaro Hernández Corona
UNIVER&ID/\0 DE COLIMA
BIBLIOTECA COLIMA
Director
Francisco Blanco Figueroa
ISBN: 970-692-152-4
ISBN Colección: 970-692-154-0
.. . Derrame sus sonantes cristales el arroyuelo que se desliza entre floridas vegas;
perfumen las flores el ambiente; inclinen los campos de arroz y los maizales sus
espigas temblorosas; agiten sus flotantes abanicos las palmeras silbadoras simu-
lando eólicas modulaciones; luzcan su plumaje las aves y ensayen sus más ricos
gorjeos; levante el Pacífico sus olas y cante un himno en nuestras playas, al fulgor
de las estrellas cintilantes, y unida a estos cantos armoniosos, alce su voz el vol-
cán para llevar hasta las nubes este grito que ya no cabe en nuestros corazones:
¡viva la Independencia!
... Derrame sus sonantes crisrales el arroyuelo que se desliza entre floridas vegas;
perfumen las flores el ambiente; inclinen los campos de arroz y los maizales sus
espigas remblorosas; agiren sus floranres abanicos las palmeras silbadoras simu-
lando eólicas modulaciones; luzcan su plumaje las aves y ensayen sus más ricos
gorjeos; levante el Pacífico sus olas y canre un himno en nuesrras playas, al fulgor
de las esrrellas cinrilanres, y unida a esros can ros armoniosos, alce su voz el vol-
cán para llevar hasra las nubes esre griro que ya no cabe en nuesrros corazones:
¡viva la Independencia!
11
Un aspecto más de la forma en que el maestro recibió los ataques de sus ene-
migos, lo apreciamos en las siguientes consideraciones que el educador for-
muló, mismas que a la letra decían:
***
La más grata impresión me han producido sus hermosos libros de Lectura ele-
mental... No conozco otro texro tan perfeccionado como el suyo. Me parece
superior al de Marre, al de Rébsamen y al de Figueira ... En lo que usted ha de-
jado muy atrás a los merodologistas que han tratado de la enseñanza práctica
de la lectura elemental, es en su Guia te6rico prdctica del método onomatopéyico-
sintético, presentando la materia como un nuevo elemento: la onomatopeya, y
discutiéndola bajo aspectos tan diversos, que su lectura resulra muy interesante.
Solamente en lengua alemana rengo tratados fundamentales sobre esta especia-
lidad ... Lo felicitamos por su excelente obra, que en mi opinión no sólo honra
a usted, sino a la literarura de su patria y a roda la literarura didáctica hispano-
latina, en que han aparecido todavía pocas producciones que son expresión fiel
de los adelantos de la pedagogía ...
De esa manera, en lejanos países de América del Sur se opinaba sobre la Tesis
pedagógica del maestro don Gregario Torres Quintero.
***
En elocuente y profundo párrafo Torres Quintero define de tal manera las fun-
ciones que conciernen al maestro, que no dudaríamos en erigirlo como meta y
perfil del verdadero educador: [... ) El maestro tiene por tarea esencial desarrollar
el respeto y el amor a la verdad, la reflexión personal, los hábitos d~llibre exa-
men , al mismo tiempo que el espíritu de tolerancia: el sentimiento del derecho
INTROOUCCION 19
111
Al tratar el asunto relacionado con las reformas escolares, don Gregario asentó:
Con frecuencia sabemos que una nueva escuela se ha construido y que en el edi-
ficio hay confort, elegancia, muebles y útiles adecuados, amplios jardines y pa-
20 GENARO HfRNÁNOfZ CORONA
tíos de juego, etcétera. Mas, ¿la escuela está ya organizada? No, los fundadores
sólo se han preocupado por los aspectos materiales, estéticos y funcionales.
No porque su carrera haya sido muy brillante en la Escuela Normal, irá a dor-
mirse en sus laureles: el maestro necesita estudiar siempre. Diariamente tiene
que meditar en las lecciones del día siguiente. Una lección tiene que ser bien
preparada, bien tomada y aplicada. Cualquiera de estas condiciones que falte ,
hará claudicar la enseñanza. ¿Y los útiles escolares, los museos, los aparatos,
etc.? El maestro debe observarlos a fin de sacar de ellos el mejor partido posi-
ble, es decir que esos útiles no vayan a ser inútiles en sus manos. En fin todo
está listo, todo está preparado, previsto, subsanado. Aún falta que las clases se
mantengan en orden, en silencio, entregadas al trabajo.
Todo ésto que no han hecho los fundadores del establecimiento, también
constituye la organización pedagógica de una escuela.
Las escuelas de Colima se han organizado de manera que cada profesor sólo di-
rige una sección o año escolar. Esra forma de organización es sin duda la más
perfecta de rodas, y debería adoptarse cuanro antes en rodos los grandes cen-
rros de la República . Debería dejarse ya ese prurito de rener muchas escuelas,
aunque sean malas, y rengan sólo un direcror y un ayudante.
!2 GENARO HERNÁNOEZ CORONA
Los textos escolares han sido objeto de muchas discusiones entre los pedagogos,
unos desechándolos y otros creyendo que constituyen exclusivamente el mejor
mérodo para la ensefianza. Pero los bandos están ya hoy claramente definidos;
usan libros para todas las asignaturas los maestros rutinarios, los tomadores de
lecciones, como gráficamente se les ha llamado, para indicar que cualquier per-
sona puede ser maestro bajo tales condiciones. Por el contrario el maestro mo-
derno no usa únicamente los libros de texto, sino que él es un libro, un libro
viviente, puesto que él habla, él explica, él inculca conocimientos con el poder
INTROOUCCION 23
Para dar paso a su palabra y hacer sus lecciones claras, inreresanres y fructuosas,
el maestro debe observar su porte, lenguaje y pronunciación. Compondrá su
persona de manera que inspire benevolencia y respero. Animará sus palabras con
la acción, sin degenerar jamás en petulancia ni movilidad excesiva. Sobre rodo la
acción de su mirada es importanre. El ojo tranquilo y seguro del maestro re-
correrá lenramenre al joven audirorio para manrener la atención, reprimir las
14 GENARO HERNÁNOEZ CORONA
Las penas infamanres, los castigos corporales, la burlas, la sátira, y todas aquellas
que degradan moralmenre, como los azores, el tormento, la marca, ere. , de-
ben quedar proscritos absolutamente en rodas nuestras escuelas.
Los castigos infamantes rebajan la dignidad de los niños; los castigos son
inmorales y contraproducentes.
El palo nunca ha corregido a nadie; debemos tratar a los niños con dul-
zura , respetando su personalidad; si sus padres los maltratan brutalmente en
el hogar, los maestros debemos hacer que la escuela sea para ellos un refugio
bienhechor.
Suprimir los castigos corporales que sólo irritan a los niños sin corregirlos ,
originándoles mayores males de los que pensáis destruir; no hiráis sus sentimien-
tos de dignidad; acordaos que nuestras escuelas no son para preparar esclavos,
sino para formar hombres libres en la plenitud de sus derechos.
Un maestro, por hábil, por instruido y experimentado que sea, jamás puede
eximirse de la obligación de preparar sus lecciones con cuidado.
INTROOUCCION
LA EDUCACION LAICA
La clase de costura ha ocupado toda la tarde, desde las dos hasta las cinco, y co-
mo este proceder es una transgresión a las leyes más triviales de la higiene escolar
que prohíben terminantemente el prolongado reposo en las escuelas, por ser con-
erario a la salud, y reniendo en cuenra la posición del cuerpo que exige la cos-
rura, no he vacilado en disminuir el riempo consagrado a esta interesante asig-
narura, dándole solamente cinco horas semanarias, determinación que está de
acuerdo con las leyes escolares de Inglaterra, Bélgica, Francia, Suiza y Alemania.
***
No (Sclavidis al mamro;
La coación nunca ha sido
buma.
¡Dad Lum!
Alumbrad los caminos.
Los ma(stros irdn por (/los
al(gr(s y cantando.
E ntre los estados de la República Mexicana hay unos que procuran y han
procurado el progreso y mejoramiento de la instrucción pública y hay otros
que poco o nada les ha importado esta cuestión o se contentan con lo que han
hecho creyendo que ya llegaron al pináculo de la gloria.
Entre los estados progresistas unos han acertado en los medios de lograr
su fin y otros, después de varios ensayos, no han conseguido nada y hasta des-
confían de la pedagogía moderna.
La expedición de una ley o un reglamento no basta para conseguir la
Reforma escolar. Las leyes y reglamentos pueden quedarse sin sanción y cu-
brirse con el polvo de la indiferencia o del olvido. Es cierto que estas leyes pue-
den producir momentáneamente en torno de un gobernante emanaciones de
alabanza o aplausos lisonjeros. Un magistrado, digno de su puesto, debe huir
de estos recursos de cartel.
Mas supongamos que hay deseos de sancionar la ley. No basta ordenar a
los maestros que enseñen bien; tanto equivaldría a pretender reformar el mun-
do con unas simples plumadas; se necesita algo más: tener buenos educadores.
Los buenos educadores no se forman de la noche a la mañana como las nu-
bes, y he aquí por qué fracasan esos gobernantes: carecen de personal docente
debidamente preparado , y no habiendo quien haga letra viviente esas leyes y
esos reglamentos, el mal continúa y el progreso sigue en suspenso.
S i arrojáis una mirada, siquiera sea superficial, sobre los edificios que ocu-
pan la mayor parte de las escuelas del país, os convenceréis de que los fun-
dadores jamás se preocuparon de establecerlas en locales apropiados. Nues-
tros abuelos se limitaban a buscar solamente una casa que tuviese una sala más
o menos larga, y allí se instalaba la escuela; y si el edificio debía construirse, se
levantaba desde los cimientos la sala susodicha, y todo quedaba arreglado des-
de ese momento.
Aún hoy resentimos las consecuencias de esa práctica tan viciosa. No es
cosa tan sencilla ni de tan poca importancia instalar un establecimiento de
educación , porque son muchos los factores que concurren a la apropiación
de un edificio escolar a su elevado objeto. La permeabilidad del suelo, la ve-
cindad, la dirección y humedad del viento, la renovación y cantidad del aire
respirable, la iluminación conveniente, la amplitud de las salas de clase en pro-
porción conveniente según el número de alumnos, la altura de las paredes, la
orientación de la fachada y de las clases, el patio de recreo, la fuente, los excu-
sados, todos éstos son elementos que deben estudiarse con atención prolija a
fin de combinarlos y obtener un conjunto armonioso que reúna condiciones
de higiene, belleza y utilidad.
Es maravilloso el progreso que con relación a este asunto ha realizado la
arquitectura moderna. La división del trabajo, que todo lo especializa y per-
Los niños pasan en la escuela la mayor parte de su tiempo: haced, pues, que
esa permanencia sea benéfica a su cuerpo y a su espíritu. Todo lo que gastéis
en asegurar las condiciones de higiene, belleza y utilidad de un establecimien-
to de educación es eminentemente productivo. Todo el que procure el mejo-
ramiento de los edificios escolares, debe llamarse benefactor de la humanidad
y merece un galardón.
¡Oíd, maestros! ¡Oíd, padres de familia! ¡Oíd, gobernantes!
LA CLASIFICACIÓN DE LOS ALUMNOS*
lejos de realizarse en la práctica. Entre los niños hay desigualdades más o me-
nos pronunciadas y no siempre la provisión de útiles es uniforme. Por consi-
guiente el maestro tiene que luchar con obstáculos inevitables que, por poco
que se hagan visibles, tienen que entorpecer la enseñanza y la disciplina de la
clase.
Es , pues, de aira importancia una buena clasificación de los alumnos .
Mientras más perfecta se haga , menores serán los escollos, resultando el tra-
bajo del maestro más fácil y natural , porque podrá encarrilado por una vía se-
gura y metódica.
Un alumno cuyo nivel intelectual sea inferior a los de la clase en que equi-
vocadamente haya sido colocado, recibe un perjuicio, porque no podrá enten-
der las lecciones que da el maestro y que para sus compañeros son comprensi-
bles; si es aplicado, tendrá que hacer un esfuerzo superior al que su energía
mental puede proporcionarle, y ya sabemos que un ejercicio excesivo, sea del
cuerpo o del espíritu, tiene que ser forzosamente perjudicial.
Si el alumno es superior en conocimientos y aptitudes a los de su clase,
es entonces un Promereo a quien el afán de saber le roe las entrañas y que lu-
cha por desprenderse de la roca a que lo han encadenado.
Al primer alumno es necesario bajarlo al grado inmediato inferior, al se-
gundo es preciso ascenderlo al grado inmediato superior.
Los padres de familia, a quienes el cariño que tienen a sus hijos los ciega
con frecuencia, creen que éstos son siempre dignos de ascenso. Los padres son
los menos capaces de descernir los ascensos; ellos miran a sus hijos inteligentes
y sabios . . . pero no pueden compararlos con los demás alumnos, y faltando
esta comparación, están imposibilitados de decidir qué grado les corresponde
a sus hijos en la jerarquía escolar. Es, pues, un deber de los padres de familia
dejar a los maestros hacer libremente su clasificación y no disgustarse por-
que sus hijos permanezcan en el mismo grupo o bajen de un grado al que
habían subido indebidamente.
Apreciar los progresos de la inteligencia es operación muy delicada y di-
fícil. Por tanto es necesario poner en la clasificación de los alumnos el mayor
cuidado. Para el maestro que ya tiene su escuela establecida y que hasta cierro
punto se ha familiarizado con los alumnos, conociendo sus alcances intelec-
tuales , es rarea menos complicada la que le ofrece, cuando comienza el año
escolar, la clasificación de que tratamos. Pero las dificultades adquieren roda
GREGORIO TORRES QUINTERO
su enormidad, para el maestro unitario que va a recibir por primera vez una
escuela en que hay tres o cuatro grupos. Este maestro deberá tomar por base
la clasificación que haya hecho su antecesor y modificarla con mucha pru-
dencia y tino.
Ponemos a continuación algunas reglas que los pedagogos belgas han es-
tablecido para alcanzar una buena clasificación:
(
•e uándo deberemos decir que una escuela está bien disciplinada? Cuan-
do el silencio y el orden reinen en el salón de clase. Estas cualidades
disciplinarias, por ser más aparentes, son para muchos el desideratum de una
buena disciplina escolar. Pero es necesario penetrar un poco más allá de la
superficie de las cosas. Ese silencio y ese orden pueden ser solamente el ropa-
je exterior con que se encubren la negligencia y la pereza. Ese silencio y ese
orden, por deseables que sean, no constituyen por sí solos roda la disciplina
escolar. Podemos hallar una clase en el más profundo silencio, y sin embargo
los alumnos permanecer inertes, quietos de cuerpo y de espíritu, sin poner
atención a lo que el maestro dice. Otra clase puede presentar el aspecto de
un orden admirable, y sin embargo hallarse constreñida la actividad de los
alumnos, cuyo trabajo no es efectivo ni regular.
Por lo tanto es indispensable que además de esas cualidades externas,
busquemos otras intrínsecas y verdaderas A más del silencio y del orden, para
que una escuela sea digna de la calificación de bien disciplinada, necesita con-
tar también con la atención , la obediencia, la actividad , el aseo , la cortesía
y el respeto de los alumnos; y cuando haya que cambiar de ejercicio, que todo
movimiento sea ejecutado con prontitud y orden y los alumnos apresten sus
útiles sin ruidos innecesarios; las entradas y salidas deben realizarse con la
mayor compostura, y ... ¿qué diremos del recreo? El maestro debe impedir
que los juegos degeneren en desorden, violencia y brutalidad.
¿Y cuáles son los medios de que el maestro debe valerse para conseguir
esa disciplina?
En primer lugar es necesario que el maestro haya hecho con todo el cui-
dado que requiere una obra bien meditada, su distribución del tiempo, a lo
que también se llama empleo del tiempo u horario escolar. "El empleo del tiem-
po, dice Rendu, es el principal medio de establecer la disciplina escolar. . . La
disciplina depende en gran parte de la enseñanza y del método".
En segundo lugar necesita hacer una clasificación de los alumnos lo más
perfecta posible. Esta necesidad se impone con mayor razón si la escuela no
cuenta más que con un solo maestro. Las desigualdades y desproporciones en
la formación de los grupos son causa de frecuentes desórdenes.
Pero las reglas por sí mismas son incapaces de producir la disciplina; ellas
han de ser aplicadas, observadas y vivificadas por el encargado del régimen es-
colar, que es el maestro. El ojo vigilante de éste estará sobre todo, y él mismo
vivirá siempre alerta y listo para reprimir o impedir todo comienzo de desor-
den, irregularidad o pereza. Además él también debe dar el ejemplo de orden y
actividad. Preparará diariamente sus lecciones con sumo cuidado y acostum-
brará revisar y corregir los trabajos de los alumnos; de lo contrario éstos se de-
sanimarán y la negligencia del uno acabará por imprimirse en las costumbres
de los otros.
Otro elemento indispensable de disciplina es la colaboración de la fami-
lia en la obra de la escuela. ¡Dichosos los maestros que cuentan con la ayuda
de los padres de familia para que secunden y apoyen sus nobles propósitos!
Es un deber del maestro procurar esa colaboración e interesar a los padres en
la estricta vigilancia de sus hijos y sobre todo hacerles comprender que no
deben contrariar sus esfuerzos ni contradecir su enseñanza.
Pero hay después de todo lo dicho, otras cosas que son las más importan-
tes de todas en lo que toca al buen régimen escolar, y ellas son las cualidades
morales del maestro. Es cierto que las cualidades físicas del maestro son tam-
bién elementos no despreciables: la estatura, la fisonomía y la voz desempe-
ñan su papel en las clases; pero con buenas cualidades morales, un maestro
de figura desgraciada puede adquirir sobre los alu!Jlnos un gran imperio.
Cuando hay una autoridad moral bien establecida, sobran los medios mecá-
TESIS PEDAGOGICAS 43
nicos y exteriores de que se valen los malos maestros para mantener la disci-
plina: en esas circunstancias el palo es inútil.
El maestro , pues, debe ante todo hacerse amar; debe ser afectuoso y evi-
tar la pedantería y aires despóticos. Pero al mism.p tiempo debe hacerse obe-
decer y temer. La verdadera disciplina, dice un autor, es una mezcla de dulzu-
ra y severidad.
El mejor maestro , dice Compayré, es el que dispone en mayor grado
de cualidades intelectuales y morales, el que por una parte tiene más saber,
más método, más claridad y más vivacidad en la exposición, y por otra es más
enérgico, más adicto a su misión y a sus deberes y más afectuoso con sus dis-
cípulos.
¿Queréis, maestros, que los niños os escuchen religiosamente vuestras
lecciones? Haced que sientan que tenéis la ciencia suficiente para enseñarlos,
que sientan que vuestro saber no es discutible y dadles constantemente lec-
ciones claras y amenas.
¿Queréis que los niños obsequien todas vuestras órdenes y deseos? Pro-
badles que les profesáis amor, que estudiáis por ellos y que por ellos arros-
tráis los sinsabores de la profesión.
También debéis ser firmes en vuestras órdenes. Un maestro que hoy con-
dena lo que ayer alabó y que su autoridad es una cadena no interrumpida de
incoherencias, nunca podrá fundar la disciplina. El orden viene de la ley, y
la ley es inflexible.
Tratad a todos los alumnos por igual; no os inclinéis ante la riqueza o po-
sición social. La ley no reconoce privilegios. En la escuela no debe haber fue-
ros. El mérito es lo único que os debe impulsar a la alabanza, el demérito al
castigo, no importa en quién. Pensad que vivís en una democracia y que vues-
tra misión es formar hombres libres y ciudadanos honrados y patriotas.
Plaza de Armas y Portal Medellfn, Colima, 1885 . AHMC-Fondo Caco Cevallos.
DISCIPLINA ESCOLAR 11*
TÁCTICA DE LA MANO
l. Entrada a la clase.
2. Permanencia en la clase.
3. Salida de la clase.
muy sencillo, diríamos nosotros: siendo buenos maestros. Así como hay in s-
trumentos que marcan grados de calor, de presión , etc., así en el modo de
conservar la disciplina se puede conocer a un buen maestro. Cuando un maes-
tro mantiene bien disciplinada su clase sin recurrir a medios violentos , es
porque posee grandes cualidades pedagógicas adquiridas y naturales . Sin
vocación no se puede ser buen maestro. Los maestros menos capaces serán
aquellos que se ven obligados a echar mano de los castigos corporales para
mantener solamente un simulacro de disciplina por intermitencias. Hay mul-
titud de recursos pedagógicos que el maestro hábil y de vocación utiliza ma-
ravillosamente para conservar su escuela en perfecta disciplina. Los maestros
rutinarios, herederos de la severidad de los tiempos bárbaros, no pueden con-
cebir la escuela sin castigos corporales. Esos maestros debieron haber vivido
en el siglo pasado; son los restos de una civilización apergaminada a quienes
el aliento moderno causa calosfríos.
La historia está allí para probarnos que hay correlación entre la penalidad
criminal y la disciplina pedagógica. En los países en que reinaba el despotis-
mo y la rudeza de las costumbres, nada más natural que los niños fuesen casti-
gados despóticamente y con rudeza. La tiranía del estado se reflejaba en la tira-
nía del padre. Mientras las costumbres fueron dulcificándose y la sociedad
civil perfeccionándose, los derechos del niño se fueron respetando.
Nuestras instituciones han prohibido rodas las penas infamantes, aquellas
que degradan moralmente, como el tormento, la marca, los azores, y según la
observación que acabamos de indicar, en la escuela deben reflejarse estos ade-
lantos. La pedagogía está también de acuerdo para reprobar, como inmorales
y contraproducentes, los castigos que rebajan la dignidad de los niños.
El palo nunca ha corregido a nadie. Un abad de San Anselmo decía sus-
pirando: "Estos niños se hacen siempre peores." El palo no forma hombres
moralmente buenos. Desarrolla la hipocresía, el odio al superior, el vicio del
esclavo, el mal de Oriente, endémico en los pueblos donde el temor es el prin-
cipio de la educación. Los jóvenes educados a fuerza de golpes son elementos
peligrosos para la sociedad; incapaces de obediencia voluntaria a la ley, son
los peores enemigos de las libertades públicas; educados con el látigo , son hon-
rados no por convicción moral, sino por temor a la policía.
Refl exionad en esto, vosotros los encargados de la educación de la niñez;
tratad a los niños con dulzura; si sus padres los maltratan brutalmente en el
ESIS PED~GOGICAS 51
hogar, haced que la escuela sea para ellos un refugio bienhechor; suprimid
los castigos corporales, que sólo irritan al niño sin corregirlo, originándole
mayores males de los que pensáis destruir; no hiráis el sentimiento de su dig-
nidad; acordaos que nuestras escuelas no son para preparar esclavos, sino para
formar hombres libres en la plenitud de sus derechos.
Palacio de Gobierno, Colima, 1934. AHMC-Fondo Alberto Isaac.
REPARTICIÓN MENSUAL
DE LOS PROGRAMAS*
De donde resulta que unos por este motivo y otros por aquél, no recorren
de dichos programas, en el curso del año, más que las tres cuartas partes, que-
dándoles un déficit que redunda en perjuicio de los alumnos.
Para corregir estos males hay otros tantos remedios: 1°) La distribución
mensual del programa; 2°) que los maestros estudien poniéndose al corriente
de las exigencias de la época, y 3°) que trabajen con firmeza y asiduidad .
Admitiendo que los maestros llenen las dos últimas condiciones, es de-
cir que sean competentes y activos, no pueden dar cumplimiento al progra-
ma si no hacen de él una repartición mensual. Esta repartición consiste en
dividir el programa en tantos fragmentos o porciones cuantos sean los meses
que componen el año escolar, para saber lo que debe enseñarse mes por mes.
Salta a la vista la inmensa ventaja que reporta semejante división. El maestro
no perderá el tiempo en tanteos o vacilaciones, no irá ni demasiado despacio
ni demasiado aprisa, sabrá de antemano qué tarea le corresponde concluir cada
mes y así llegará al fin del año escolar habiendo recorrido todo el programa
que la ley le impone. Por otra parte hay maestros que tienen preferencia por
tales o cuales ramos y les dedican más tiempo del que equitativamente les co-
rresponde, dejando otras asignaturas casi intactas. Por medio de una buena
repartición mensual y una buena distribución diaria del tiempo se obvian ro-
dos estos inconvenientes. Todas las asignaturas deben conservar entre sí un
justo equilibrio a fin de que el desarrollo del programa sea integral y armónico.
Pongamos un ejemplo. Supongamos que se trata de la enseñanza de la
Historia patria en el S0 año; que debe haber dos lecciones por semana y que
el año escolar se compone de JO meses. Supongamos que esos 10 meses com-
prenden 40 semanas de trabajo, lo que da un total de 80 lecciones de historia.
Es necesario, pues, dividir el programa de esta asignatura en 80 partes y distri-
buirlas entre los 1O meses. Resultan ocho lecciones para cada mes. La repartición
quedada hecha de la manera siguiente, incluyendo el tiempo consagrado a las
repeticiones:
Al leer este programa tan extenso, el maestro esclama: -¡Es imposible cumplir
con est!! programa!-. Es demasiado largo, está sumamente recargado. Deci-
didamente es necesario pedir que se reduzca al mínimo.
Y de petición en petición, de reducción en reducción, retrogradando, lle-
gamos a lo que primero decía el programa:
ranklin decía refiriéndose a los muebles de una casa: un Lugar para cada
F cosa y cada cosa en su lugar. Nosotros, refiriéndonos a la dirección de una
escuela, diríamos: un tiempo para cada lección y cada lección en su tiempo .
¿Por qué? Porque el orden es la condición indispensable del adelanto.
No basta que el programa señale en detalle la parte que de cada asigna-
tura debe enseñarse en los distintos grados escolares, ni basta que el maestro
haga una sabia distribución de ese mismo programa mes por mes, semana por
semana y hasta día por día. Si el maestro se propone conseguir en la escuela
lo que el filósofo americano aconsejaba para el menaje de un hogar, se nece-
sita que marque en un cuadro el tiempo que diariamente deberá consagrar a
cada lección y no apartarse de la regla que adopte. Esto parece tan natural ,
que apenas es necesario referirlo , y sin embargo aún hay algunos maestros que
dicen: "Si nos sujetáramos a la distribución del tiempo, ya tendríamos motivo
sobrado para llorar el día del examen. "
A esos maestros hay que decirles lo contrario: "Si no procuráis sujetaros
a la distribución deL tiempo, ya tendréis , si sois delicados y dignos, motivo su-
ficiente para llorar el día del examen. " ¿Pues cómo esperáis dar cumplimien-
to al programa que se os impone si ni vosotros mismos sabéis lo que vais a
enseñar? Amanece y no podéis trazaros un plan a que sujetar la enseñanza del
día; recibís a vuestros discípulos y comenzáis la clase por lo primero que os
ocurre. ¿A qué hora cambiáis la lección? Ni vosotros lo sabéis. ¿De qué ma-
nera obtendréis el justo equilibro que debe haber en rodas las partes del pro-
grama? ¿De qué manera evitáis las largas lecciones que, en lugar de prove-
cho, sólo sirven de fastidio y odio a la enseñanza?
Oíd lo que dice un pedagogo francés:
La distribución del tiempo simplifica la rarea del maestro y del alumno. La su-
cesión regular de los ejercicios da al trabajo una variedad y una especie de movi-
miento que impiden la fatiga y sostienen la aplicación; excita la atención de los
descuidados atrayéndola sucesivamente hacia objetos diversos; reanima el valor de
aquellos que sin poder sobresalir en rodas las materias, saben que vendrá el ejer-
cicio que les conquista elogios; templa el ardor irreflexivo de los al umnos que
quisieran sacrificar cienos estudios en favor de aquellos que prefieren ; impone
una saludable sujeción al maestro, quien también se verla remado a dar dema-
siado tiempo a la enseñanza de su predilección; contribuye a establecer la dis-
ciplina, algunas veces tan difícil de mantener en una escuela numerosa; impide
las pérdidas de tiempo, especialmente cuando es muy corro el que se dedica a
algún ejercicio; alivia al maestro que, sabiendo a cada insranre lo que va a ha-
cer y lo que tiene que decir, no se nulificará en titubeos estériles, en rebuscas
laboriosas, en vana agitación; prepara en fin a los niños a poner más tarde en la
vida práctica el orden, que es la dignidad, y la puntualidad, que es la fuerza .
Después de este hermoso elogio casi nada tenemos que decir. Sin embargo,
nosotros no entendemos que la distribuci6n del tiempo deba ser un tirano in-
flexible, que prohiba al maestro continuar una lección comenzada tan sólo
porque ya sonó el minuto fatal. Una exigencia así sería un absurdo. Lo que
queremos es que la atención del maestro esté siempre despierta, que en nin-
gún momento de su clase pierda de vista que su tiempo está contado, y que
para desarrollar armónicamente el programa, se sujete a seguir, tan exacta-
mente como sea posible, el reglamento que se haya impuesto. Rinda culto a
aquella máxima citada: un tiempo para cada lecci6n y cada lecci6n en su tiem-
po, y no olvide que el cuarto de hora robado a una lección introduce el dese-
quilibrio y la confusión en su enseñanza.
DIARIO DE CLASE*
s hoy una verdad palmaria que el maestro, si quiere obtener buen resul-
E tado en la enseñanza, debe preparar diariamente sus lecciones, y éstas,
para que sean fructuosas, deben ser no solamente bien preparadas, sino bien
dadas y bien aplicadas.
Pero no basta la preparación mental de las lecciones. Un maestro bien pue-
de estudiar diariamente sus lecciones antes de darlas. Pero después de dadas,
¿qué constancia queda de ellas? Cuando lleguen los repasos o recordaciones,
¿sobre qué se apoya el maestro para hacerlos?
Cada lección dada necesita dejar una huella permanente por la que sea
fácil reconocerla y revivida, y esta huella es un sumario de la lección que el
maestro escribe en un libro especial que se llama Diario de clase.
El Diario de clase o libro de tareas exige que las lecciones se hayan real-
mente preparado; si no fuera así ¿entonces que se escribiría en él? Es pues una
especie de comprobación de que el maestro cumple con sus deberes.
El buen maestro, antes de entrar a clase, elige los ejemplos, los ejerci-
cios, lee antes el trozo de lectura que va a explicar, reúne los objetos que van
a ser motivo de sus explicaciones, etc., a fin de no dejar a merced de la im-
provisación la suerte de la enseñanza. Concluida su clase, escribe en su dia-
rio muy lacónicamente el texto de las lecciones, y a un lado los ejercicios de
aplicación que practicaron los alumnos. De esta manera la preparación mental
no queda flotando en las vaguedades del tiempo pasado, y las notas consigna-
das en el diario son como garantía del fácil recuerdo.
Apenas se puede poner en duda la utilidad preciosa que preste este libro,
y si no ha entrado aún en nuestras costumbres escolares, es porque no todos
los progresos se realizan a la vez. Sin embargo sabemos de algunos maestros que
sí llevan apuntes y anotaciones; esos maestros ya no caminan tan a ciegas y
ti enen conciencia de su trabajo.
Los maestros están en la obligación de conocer la historia de sus clases;
pero la memoria es frágil y es necesario ayudarla con la escritura de una ma-
nera constante y metódica.
En una escuela de varios maestros, 1cómo puede el director del es table-
cimiento saber si sus ayudantes van al día en sus trabajos? ¿Cómo sabe si
cumplen o no con su deber? Por activa que sea su vigilancia, siempre habrá
muchas cosas que escapen a su penetrante mirada; pero si cada ayudante
lleva su Diario de clase, bastará hojearlo para saber las lecciones aprendidas
y los puntos tratados, y haciendo pequeñas interrogaciones sobre tales pun-
tos, se informará de si la enseñanza es impartida con inteligencia y provecho
o con descuido y pérdida de tiempo.
Las visitas de los inspectores sólo así también tendrían el debido éxito
y en general para todo examen o reconocimiento parcial llevado a cabo en
el curso del afio, el Diario de clase es el libro de consulta indispensable si se
quiere que tales reconocimientos sean hechos con entera conciencia.
En carta que tenemos a la vista, sabemos que en una escuela cantonal del
estado de Jalisco todos los profesores anotan sus lecciones en un libro seme-
jante, y por la tarde, al concluirse los trabajos, tienen que consignar el esque-
ma de las lecciones del día siguiente.
¡Ojalá que nuestros profesores, sin que se les haga obligatorio dicho li-
bro, procuraran llevarlo para su servicio privado! Los resultados tendrían que
ser óptimos.
Una de las acrividades de las mujeres consisrfa en el cuidado del aprendizaje de las niñas .
Isabel Álvarez García con sobrinas. 1 AH-Fondo Meza Álvarez.
CURSOS POR SEMESTRES*
más sostenido, más regular, y por consiguiente más provechoso; y a la vez que
no hay derroche, los dos descansos y los dos trabajos, periódicamente esta-
blecidos dentro del mismo año, contrabalancean eficazmente tanto el repo-
so como la fatiga intelectuales, de lo que no pueden resultar sino inmensas
y positivas ventajas para la enseñanza.
LA ASISTENCIA MEDIA MENSUAL*
pared. ¡Ah! Ya salió del apuro: ¡le toca dar una lección de cosas! Entonces pa-
sea su mirada por todo el salón; ve hacia el ttcho, el piso, las paredes, los
niños, las mesas, los mapas. ¡Nada! ¡Ni un objeto! Ya de todos ha hablado.
Entonces hojea un libro con precipitación y de cuando en cuando lee unas
cuantas líneas. No halla lo que busca.
Entretanto los niños, cansados de esperar, comienzan a moverse como
las olas de un mar que quiere encresparse, se inicia un rumor semejante a un
rezo y ... "¿Se callarán?" Prorrumpe de improviso el maestro con voz coléri-
ca. La inquietud y el mal humor del maestro se acentúan; por más que se
esfuerza, no puede ordenar las ideas de la lección; pero es necesario comen-
zar y empieza con lo primero que se le ocurre. La vaguedad de sus pregun-
tas, la obscuridad de sus explicaciones, las vacilaciones que le acometen , las
repeticiones incesantes sobre un punto que no es esencial, las rectificaciones
frecuentes, las digresiones ociosas, todo contribuye a que la lección no tenga
gusto, animación ni atractivo, y en consecuencia las distracciones de los alum-
nos, las risas y los cuchicheos se establecen con gran desesperación del maes-
tro que se jusga impotente para conservar la disciplina.
Los maestros más competentes no se desdeñan de preparar sus lecciones.
Estudian, meditan, eligen, ordenan. Determinan de antemano la forma de en-
señanza que van a emplear y los procedimientos más adecuados a su objeto.
Jamás dejan de hacer un resumen o análisis de la lección y sobre todo nunca
olvidan señalar el deber o trabajo escrito de aplicación correspondiente.
Sin embargo, es preciso advertir que por más cuidado que se haya puesto
en la preparación de una lección, jamás es posible seguirla minuciosamente, al
pie de la letra, frase por frase, palabra por palabra. Pretenderlo es craso error.
Una pregunta con que no se contaba, hecha por un alumno, una mala respues-
ta, cualquier circunstancia imprevista, una iluminación repentina, pueden y
de hecho hacen variar la lección; pero ésto momentáneamente, de paso , pues
el maestro deberá tomar otra vez el hilo, el encadenamiento de ideas que se
propuso desarrollar, hasta llegar al fin que desde un principio se trazó.
Si la lección preparada por el mismo maestro está sujeta a las contin-
gencias dichas, ¿qué no sucederá con las lecciones ya preparadas que vienen
en los manuales y periódicos pedagógicos? Por indiscutible que sea la utili-
dad de estas lecciones tanto para los maestros experimentados como para los
novi cios , ahorrando a aquellos trabajo y a éstos llenando sus deficiencias y
TESISPEOAGOGICAS 71
z. Deben ser apropiadas. Esto quiere decir que las preguntas extrañas
al asunto no deben entrar en la catequización.
tz . Deben ser claras. Las preguntas no deben envolver un sentido oscuro,
enmarañado o confuso. Frecuentemente acontece que los maestros
dirigen preguntas a sus discípulos, que éstos no pueden contestar,
nada más porque no las entienden, sea porque se emplean palabras
cuyo sentido no es aún del dominio de los niños, sea porque hay en
la pregunta varias proposiciones de las cuales cada una exige una res-
puesta en particular o bien porque haya suma vaguedad en la propo-
sición . De suerte es que una pregunta para ser clara debe ser correc-
ta, simple y determinada.
m. Correcta. La corrección en una pregunta, consiste en no usar térmi-
nos o giros extraños a la lengua. Mas por corrección no debe enten-
4. Las agudas, que sólo tiendan a demostrar la viveza de ingenio del que
pregunta.
5. Las pedantescas que sólo sirven al que pregunta para hacer alarde de
erudición.
6. Las hechas al acaso.
LAS RESPUESTAS*
luz. Esta dificultad de producir tiene origen en que el maestro carece del don
de disciplinar la inteligencia de sus discípulos. Cuando os halléis en un caso
semejante, procurad investigar la causa y no os impacientéis. Las más de las
veces se logra completo y satisfactorio éxito subdividiendo la pregunta en
otras secundarias, cuyas respuestas en conjunto dan en último análisis la que
en un principio deseabáis.
Deben encerrar oraciones completas. Esto significa que no se debe emplear
en las respuestas oraciones elípticas. Supongamos que mostráis a los alumnos
una esponja y después de experimentar con ella que es elástica, preguntáis ¿có-
mo es la esponja? "Elástica. " Esta palabra por sí sola no tiene sentido; es pre-
ciso que tenga relación con el objeto mostrado; sólo así habrá verdadero
conocimiento. "La esponja es elástica." Esta oración así lleva al espíritu una
idea, una noción que se agregará a las ya acumuladas para formar el caudal
científico de los niños. Si todavía preguntamos: "¿Por qué es elástica la espon-
ja?", y obtenemos una respuesta completa: "La esponja es elástica porque . .. ,
etc.", habremos depositado verdaderamente en la memoria un conocimien-
to y habremos ejercitado al mismo tiempo que el lenguaje, la inteligencia del
niño. "Si el maestro se lo habla todo, dice Fitch; y el alumno sólo responde
con palabras sueltas, la pregunta es mala. El gran objeto consiste en usar el
mínimo de palabras para sacarle al alumno el máximo de palabras y pen-
samientos. " Por eso son defectuosísimos los libros de preguntas y respuestas.
No se olvide que la pregunta añadida a la respuesta es como dar lugar a una
proposición completa. Aprender la mitad de esta proposición y dejar la otra
mitad perdida en la pregunta, es pretender andar con una pierna del mismo
modo que se anda con dos.
Deben ser propiedad del alumno. Es decir que la respuesta ha de ser hija
de la reflexión del alumno interrogado, lo cual significa también que la contes-
tación no ha de ser indicada por el maestro ni soplada por los alumijos . Cuan-
do esto sucede, es preciso desconfiar de semejantes respuestas. Hay maestros
que dicen: "Puesto que la geografía nos enseña la descripción de la tierra, di-
me: "¿Qué es geografía?" Otras veces preguntan, por ejemplo, ¿de quién era
hijo Colón? Y notando que nadie responde, agregan: "Recuerden que Colón
era hijo de un car. .. " Si los alumnos saben algo, dirán: "de un cardador de
lana"; pero si no saben, aventurarán otras expresiones que comiencen con
car ... , como cargador, carpinterio, etc. Deberán, pues, desecharse por defec-
TESIS PEOAGOGICAI 79
tuosas todas aquellas respuestas que el maestro indique, sea por el énfasis,
el tono , la inflexión de la voz, diciendo la primer palabra, etcétera.
No deben responderse por sí o no. Cuando los alumnos rengan que
contestar afirmando o negando, no se les permitirá que digan simplemente
sí o no. Mejor sería que la pregunta no diera lugar a tales contestaciones; pe-
ro en último caso, deberá exigirse a los alumnos que incluyan la pregunta en
la respuesta. "¿Descubrió Colón la América?" "Sí, señor, Colón descubrió la
América. "
Respuestas colectivas. Las respuestas pueden ser algunas veces colectivas o
en coro; pero solamente en los casos que sean corras y que exijan palabras
determinadas, de tal manera que se obtenga siempre de todos los alumnos
una sola respuesta. Si la respuesta es larga y se presta a ser contestada con di-
versas palabras, resultará una algarabía indescifrable, y si os empeñáis en que
la digan a compás, sólo obtendréis un desagradable sonsonete o una frase de
canto gregoriano.
Respuestas individuales. Mejores serán las respuestas individuales, que se
usarán en todos los ejercicios educativos, como en las lecciones de cosas, len-
guaje, etc. Habitualmente dirigiréis la pregunta a la clase entera, sin fijaros
en alumno determinado , a fin de que todos se preparen a contestar. Cuando
veáis muchas manos levantadas, escogeréis al que ha de dar la respuesta. Pro-
curad huír de la costumbre de contentaros con la respuesta del alumno más
audaz y adelantado. Siempre hay un caballito de batalla que monopoliza las res-
puestas. El maestro no debe medir sus progresos por las contestaciones del
caballito, sino por las que le den los demás alumnos. Es preciso que todos
respondan ; y deben responder más veces los más torpes. A este fin hará tam-
bién preguntas por turno riguroso o pondrá cerca de su mesa a los niños in-
teligentes. En todo caso sed siempre benevolente y no miréis como faltas las
confusiones, sino como puntos que debéis poner en claro y para cuyo escla-
recimiento pedís la cooperación del discípulo.
Puerto de Manzanillo, Colima. Principios de 1885. AHMC-Fondo Caco Cevallos.
PREGUNTAR ES MEJOR QUE DECIR*
o puedo enseñar una cosa de dos modos: o diciéndola de una vez, o diri-
Y giendo preguntas de tal manera combinadas, que el niño por sus respues-
tas vaya al descubrimiento de la misma cosa. Por ejemplo, yo puedo decir:
Pues esto mismo puedo hacer que lo descubran los niños por medio de una
serie de preguntas. Veamos cómo:
¿Han notado ustedes que en verano, cuando se riega el suelo, el agua de-
saparece muy pronto? ¡Cómo no, señor! Y a poco rato ya está el suelo seco
como antes. ¿Adónde se ha ido el agua? Se volvió vapor y se perdió en el
aire. ¿Pero qué se necesita para que el agua se convierta en vapor? Se
necesita ponerle calor. ¿Y el calor que convirtió el agua en vapor, de dónde
salió? El suelo estaba caliente, y una parte de su calor se lo dio al agua.
¿Han notado ustedes que un aposento se refresca regando agua en el sue-
lo? Sí, para eso se riega precisamente. ¿Y por qué se refresca? Porque el
agua, al volverse vapor, le quita una parte de su calor. ¿Por qué refresca
Queda con ésto probado mi dicho. Pero al hablar aquí de preguntas, es pre-
ciso distinguirlas; porque hay preguntas de preguntas; las hay que se dirigen
a la inteligencia: esas enseñan; y las hay que se dirigen a la memoria: esas exa-
minan un conocimiento enseñado con anterioridad. Las que enseñan se lla-
man inventivas o socráticas, porque eran las que empleaba Sócrates, el filóso-
fo griego, para esclarecer la mente de sus discípulos, y son las que figuran en
el diálogo inserto. Las que examinan y que sólo sirven como medio de regis-
tro o de comprobación, se llaman catequisticas.
Hecha esta advertencia pasemos adelante.
Vistas las dos maneras que el maestro tiene para enseñar una misma cosa,
ocurre preguntar: ¿Cuál es el mejor medio?
Pensemos:
El maestro, para decir que el agua regada se evapora a consecuencia del
calor de la tierra, no ha empleado sino un cortísimo tiempo, y como time is
money, muchos profesores adoptan el primer modo como más fácil , expédito
y rápido. "Estamos en el siglo del vapor y de la electricidad, dicen , enseñe-
mos también al vapor." O bien: "¿Para qué entretener el tiempo en diálogos
socráticos, que son tan difíciles? "
Y en efecto, diciendo al niño la cosa, aprende mucho en poco tiempo . C on
unas cuantas lecciones se le puede trasmitir lo fundamental de cualquier cien-
cia, y no tarda en salir de la escuela convertido en un niño sabio.
Pero es necesario penetrar un poquito en el fondo de las cosas. Ninguna
facultad , sea física, intelectual, estética o moral, se desarrolla sin el ejercicio.
El ejercicio desarrolla los músculos. Ved si no los brazos del herrero y las pan-
torrillas del indio. La misma ley del ejercicio aplicada a lo físico, es aplicable
a lo moral. Si queréis desarrollar las facultades espirituales, ejercitadlas. ¿Y
qué ejercicio ejecutan dichas facultades cuando a la hora de la enseñanza os
limitáis a decir el asunto de la lección? El alumno, escuchándoos, permanece
inerte; es un saco en que vaciáis un chorro de palabras sin ninguna influencia
sobre su espíritu. Y si os repite dichas palabras, lo hace como un fonógrafo
en acción. No os engafiéis con ese género de saber. Saber de memoria no es
saber, ha dicho Montaigne.
llSIS PlDAGOGICAS 83
¿Pues entonces qué se necesita para que haya verdadero saber? Se necesi-
ta que el niño, y aun el hombre mismo, elaboren su propia ciencia por medio
de la observación y la experiencia y la gimnástica mental correspondiente.
"En una educación bien hecha, dice Compayré, el alumno debe ser el aliado
del maestro: conspira por su parte a obtener el objeto al que se dirige; parti-
cipa por sus esfuerzos personales de la educación que recibe". Y en otra parte:
"la educación es una colaboración del alumno y del maestro". El discípulo,
pues, debe ser llevado a descubrir por sí mismo las nociones científicas que
se le quieren inculcar, debe acostumbrársele a pensar con independencia e in-
citarle a poner en mayor actividad sus facultades, y esto se consigue, sobre
todo, por medio del interrogatorio socrático. Aunque viejo, nunca será de-
masiado repetir el conocido apotegma pedagógico: sólo sabe enseñar el que
sabe preguntar.
Las preguntas bien hechas, dice un autor, dirigen el esfuerzo mental,
avivan el pensamiento y estimulan la actividad, conducen a la observación
detenida y enseñan al discípulo a analizar y a sintetizar.
Por eso pusimos como epígrafe de este párrafo: preguntar es mejor que
decir.
¿QUIÉN ERA SÓCRATES?*
U n maestro de escuela no debe ignorar quién era Sócrates. Desde que los
estudios pedagógicos han comenzado a entrar en nuestras costumbres
escolares, se pronuncian a cada paso palabras técnicas relativas al arte de la
enseñanza, que para muchos envuelven sentidos desconocidos o solamente
comprendidos a medias. Del sustantivo Sócrates se ha derivado un adjetivo:
socrático, para aplicarlo a un método de enseñanza que se dice instituido por
aquel filósofo griego. Para comprender, pues, el método socrático, es preciso
hablar de Sócrates.
Sócrates fue un filósofo que vivió en la edad de oro de Grecia , cuando
la actividad intelectual de Atenas estaba en su apogeo. Nació en esa ciudad
470 años antes de Jesucristo y murió a los 70 años de edad, víctima de la in-
dependencia de su genio y de las enemistades que se concitó por su modo
peculiar de investigar y trasmitir las verdades.
Sócrates fue el genio de la interrogación. A todos dirigía preguntas para
convencerlos de sus errores y confundir su ignorancia: así desenmascaró a mu-
chos pretendidos sabios y jóvenes presuntuosos que creían saberlo todo . Sus
preguntas insinuantes, sugestivas, sutiles a veces, insidiosas otras, profundi-
zaban las tenebrosidades de los sofistas, extraían de allí la contradicción, el
error, el absurdo, lo ponían bajo la luz del sol, y ellos se alejaban confusos
... dirigíase a su interlocutor, le rogaba que expusiese sus ideas, le hostigaba con
preguntas a veces algo sutiles, y lo conducía hábilmente a reconocer la verdad
en que él mismo pensaba; o bien le dejaba extraviarse por un falso camino para
descubrirle enseguida su error y gozar de su confusión; y rodo eso con maravi-
lloso arre de análisis y con una fineza de razonamiento llevada casi al exceso, así
como también con gran sencillez de lenguaje, con ejemplos tomados de la vida
familiar, que bien podrían llamarse ejemplos intuitivos.
86 GREGORIO TORRES ÜUINTERO
Diríase que estos maestros no tienen quien les aventaje en cometer desa-
ciertos. Mas no es así. Hay algunos que van más lejos.
¡Mirad! Ese maestro se prepara a dar una lección oral. Saca un papelito
en el cual, la noche anterior ha escrito la lección; lee el contenido en voz alta
y luego agrega: "Ahora tú, Esteban, ven a repasarles en coro la lección" ¿Sa-
béis qué es eso? Pues es el mayor dislate posible: Esteban pronuncia la pri-
mera frase en voz lenta y acompasada, los alumnos la repiten tres, cuatro, 1O
veces , hasta que queda fija en la memoria, y así sucesivamente hasta el fin.
El maestro entretanto lee un periódico, cualquiera cosa, muy satisfecho de
su lección oral. ¡Y cree estar en el pináculo de la Reforma escolar! Piensa que
la lección es perfecta, porque el modo es simultáneo, emplea el coro y la ex-
posición es oral.
¡Oh, maestros! ¿Novéis el carro del progreso que avanza majestuoso hacia
el porvenir? Va henchido de doradas espigas, cosechadas en el campo fecun-
dado de la ciencia por esos admirables segadores que siguen las huellas de
Rousseau, Pestalozzi y Froebel. ¡Imitad su ejemplo, no os quedéis a la retaguar-
dia limitandoos a ser simples y pobres Ruths del progreso! ¡Trabajad!
LA OBSCENIDAD EN EL LENGUAJE*
Toda persona que en la calle y demás sitios públicos vierta palabras indecentes
y ejecutare actos contrarios a la moral, será aprehendida por la policía y castiga-
da con multa de uno o diez pesos o el arresto correspondiente.
ros, importa que por un cuidadoso cultivo nos preste todas las ventajas que
la hacen aparecer de tanto interés en la educación.
Todos los observadores de la infancia están de acuerdo en establecer que
la memoria se manifiesta en su mayor grado de potencia adquisitiva de los
seis a los 16 años, es decir precisamente en la época en que es más necesario
aprender. Los niños son capaces de retener hasta frases sin ningún sentido: su
memoria, dice Compayré, es como una página blanca en que todo se im-
prime sin esfuerzo o como un espejo que todo lo refleja.
Pero de nada me serviría a mí una memoria que me fijase con relativa
prontitud un conocimiento, si al día siguiente lo dejaba evaporar, o si cuando
lo necesitara, no estuviera pronta a recordármelo. Son, pues, necesarias tres
cualidades para que una memoria se llame buena: Ja) Prontitud para aprender,
2°) Tenacidad en los recuerdos y 3a) Prontitud para recordar.
1a) Prontitud para aprender. Esta cualidad es innata en su mayor parte y
la educación no puede crearla. Sin embargo mucho se puede hacer con esos
espíritus perezosos o lentos que se muestran rebeldes al aprendizaje de me-
moria. El maestro paciente y benévolo deberá graduarles los esfuerzos y no
aumentarlos sino a medida que su memoria adquiera desarrollo; y si entre las
cosas que dé a aprender hay un orden lógico, y por otro lado procura excitar
la atención del niño, corregirá en no pequeña parte esta lentitud o pereza de la
memo na.
2a) Tenacidad en los recuerdos. Cuando la percepción ha sido clara, viva
e intensa, lo que significa que la atención ha sido sostenida, y cuando en el
aprendizaje ha funcionado el juicio, todos los recuerdos desafían general-
mente al olvido. Sin embargo es necesario llamar la atención sobre un recur-
so artificial que es de muy alta importancia con relación a la cualidad que nos
ocupa: este recurso es la repetición. Repetitio mater studiorum, dice un viejo
axioma pedagógico: la repetición es la madre del estudio, con lo cual se sig-
nifica que un hecho se graba mejor en la memoria mientras más se repite.
También se garantiza la conservación de los recuerdos por medio de la
asociación de ideas. Ésta establece entre los recuerdos una liga que los fija en
el espíritu, y una vez asociados, basta la aparición de uno para que el otro o los
otros se manifiesten.
3°) Prontitud para recordar. El medio más eficaz es hacer frecuentes in-
terrogatorios a los alumnos. Mucho ayuda a adquirir esta cualidad, el empeño
TESIS PEOAGOGICAS 1O1
A todo esto hay que agregar el estudio literal de bellos trozos en prosa o verso,
con los que conviene enriquecer y adornar la memoria de los niños.
¿CUÁL ES EL SABER MÁS ÚTIL?*
Pero los co nocimientos científicos no sólo nos dan los elementos para garan-
tizar el ejercicio de nuestra actividad en todas sus fases, son también los más
útiles bajo el punto de vista de la disciplina o educación; el cultivo de la
ciencia desarrolla la memoria, el juicio y demás facultades intelectuales, por
el ejercicio a que se ven sometidas. La educación científica es también útil co-
mo disciplina moral: desarrolla la sinceridad y la perseverancia y da al hombre
esa independencia de juicio que es uno de los más preciosos elementos del
carácter, y por último, lejos de ser la ciencia irreligiosa, como muchos creen,
hay por el contrario irreligiosidad en el abandono de la ciencia.
Así, pues, a la pregunta que nos ha servido de punto de partida -¿cuál es
el saber más útil?- La respuesta uniforme es: la ciencia. Por lo que toca a la
conservación personal, el mantenimiento de la vida y de la salud, los cono-
cimientos que es importante poseer, son los científicos. Si se trata de proveer
indirectamente a esta misma conservación personal ganando la vida, los co-
nocimientos que es importante poseer, son también los científicos. En el cum-
plimiento de las funciones paternas, el verdadero guía necesario es la cien-
cia. Para la inteligencia de la vida nacional, pasada y presente, inteligencia
sin la cual no puede el ciudadano dirigir su conducta, la clave indispensable
es la ciencia. Ocurre lo mismo con respecto a las producciones del arte y a los
goces artísticos bajo todas sus formas: también para esto la preparación nece-
saria es la ciencia. Igualmente para la disciplina intelectual, moral y religiosa ,
el estudio más eficiente es la ciencia.
1E515 PEOAGóGICf.S 105
Y sin embargo, este estudio, que tanto supera a los demás en importan-
cia, es el que menos se atiende en un siglo de pretendida cultura. Lo que lla-
mamos civilización no hubiera podido producirse nunca sin el auxilio de la
ciencia, a pesar de lo cual los estudios científicos apenas forman un elemen-
to apreciable en nuestra vida civilizada. Sin la ciencia seríamos todavía feti-
chistas o inmolaríamos hecatombes de víctimas para que nos fuesen propicias
las divinidades infernales; y sin embargo esta ciencia que, en vez de concep-
ciones degradantes, descubre a nuestros ojos algunas grandezas de la creación ,
esta ciencia es denigrada y anatematizada por aquellos que se titulan direc-
tores de la humanidad.
Parafraseando cierta fábula oriental, diremos que en la familia de los es-
tudios , la ciencia es la Cenicienta que oculta en la oscuridad perfecciones
desconocidas. Le ha sido dado hacer todo el trabajo de la casa. Por su habi-
lidad, inteligencia y abnegación se han obtenido todas las comodidades y co-
sas agradables de la vida, y mientras se ocupa incesantemente en servir a los
demás , se le aisla, a fin de que sus orgullosas hermanas puedan ostentar sus
oropeles a los ojos del mundo. Sería posible llevar más adelante el parale-
lo , porque se acerca el desenlace , y con él cambiarán las situaciones. Las her-
manas orgullosas caerán en un abandono merecido, y la ciencia, proclamada
la mejor y más bella, reinará soberanamente.
CONDICIONES QUE DEBEN SATISFACER
ALGUNOS ÚTILES ESCOLARES*
útiles ofrecen poca visibilidad. Creemos que esta prescripción será por muy
pocos o por nadie observada, hoy que la lectura y la escritura se enseñan si-
multáneamente, y sería mucha exigencia y tal vez error pedagógico querer
que los niños pequeños tomen la pluma cuando apenas se inicián en los tra-
bajos escolares. Las opiniones se han dividido con relación a la clase de plumas
de escribir; no ha faltado quien pretenda resucitar el uso de las plumas de
ave considerándolas con mayores ventajas que las plumas metálicas; dicen que
éstas son instrumentos peligrosos en manos de los niños, pues exponen a
que algún niño , por juguete o cualquiera otro motivo , hiera a otro en el ojo,
y agregan que aquéllas carecen de este defecto, y de no ser microscópicas las
letras que con ellas se trazan ; pero olvidan que exigen el uso de cortaplumas,
que son aún más peligrosos. Las plumas metálicas son de uso tan universal
y presentan tales ventajas para la escritura, que creemos imposible su susti tu-
ción por las de ave. Los portaplumas deben ser de madera o corcho, bastante
gruesos, para que la colocación de los dedos no resulte defectuosa .
Pizarrones. Estos pueden ser de lienzo o de madera. Son preferibles sin
caballete, de forma rectangular, deseando sobre dos pies derechos, y provis-
tos de una pequeña caja para guardar los gises. Hay algunos provistos de un
marco dentro del cual giran horizontal y verticalmente, y esos son los mejo-
res. El color es comúnmente negro, pero los hay verdes o cafés, que son re-
comendables porque lastiman menos la vista. Cualquiera que sea el barniz
que se use , debe ser mate , a fin de evitar los reflejos que impiden ver lo es-
crito o dibujado.
Mapas. Los mapas no deben estar recargados de detalles ni de nombres
microscópicos; los ríos deben representarse por líneas anchas, lo mismo que
los límites de las naciones; los caracteres con que estén escritos los nombres
en los mapas murales no deben ser menores de cuatro milímetros. Las car-
tas, muchas con límites y accidentes geográficos bien definidos son las que
indudablemente prestan mayor utilidad en las escuelas y aquellas por consi-
guiente cuyo uso debe adoptarse de preferencia. Ninguna carta debe tener
barniz brillante, por los mismos motivos que hemos expuesto respecto a los
pizarrones.
Pizarras. Son pr~feribles las de piedra que tienen marco de madera con
esquinas redondeadas y unas piecesitas de caucho o corcho para evitar el ruido
que harían al caer sobre la mesa.
GREGORIO TORRES OUINTERO
Los higienistas hablan de las condiciones que deben reunir otros útiles ,
como los gises , borradores, tinteros, estuches, pupitres, etc. El maestro dedi-
cado debe consultar estos consejos, si realmente se preocupa por la suerte de
los niños cuya educación le ha encomendado la sociedad.
EL ÁBACO*
L a idea de hacer que los niños cuenten objetos materiales antes de hablar-
les de los números abstractos y de las cifras que los representan , es de-
masiado natural para no ser tan antigua como la civilización.
El ábaco ruso primitivo se compone de algunos hilos horizontales en que
están ensartadas unas bolas, como las que tienen los jugadores de billar para
marcar los golpes ganados por cada uno. Todavía se encuentra en algunos pue-
blos este tipo de ábaco tan sencillo que no puede servir absolutamente sino
para enseñar a los niños la serie de los 10 primeros números.
Poco a poco se ha pensado si no sería posible hacer un empleo mejor de
este aparato y sobre todo servirse de él para enseñar la numeración en el sis-
tema decimal.
Se ha tratado de sustituir los hilos horizontales por varillas verticales
en donde corran las bolas de la misma manera. En Francia, la señora Pape-
Carpantier ha procedido mejor valiéndose de una construcción ingeniosa
que reúne las ventajas de las dos posiciones. Las varillas de su "ábaco nume-
rador" se doblan por la mitad en ángulo recto para de presentar una parte
vertical y otra horizontal. No hay más que nueve bolas en cada varilla; pero
según que se quiera figurar 1, 2, 3 o 4 unidades, se bajan a la parte vertical
1, 2, 3, o 4 bolas, dejando las otras en reserva en la parte superior. Además
éstas no son del mismo tamaño ; era imposible darles la progresión de volú-
menes que exigía el sistema decimal, pero es ya una primera lección muy útil
para el niño ver que las unidades son más pequeñas que las centenas, etc. Con
este aparato se hacen ejercicios de cálculo a la vista, que pueden abrazar muy
bien las cuatro reglas. El resultado más importante es habituar al niño a com-
prender el sentido y la necesidad del cero, indicando por la ausencia de bolas
en la varilla que represente cierto orden de unidades.
Después se han imaginado otros ábacos, reproduciendo la mayor parte
de ellos la idea principal del "ábaco numerador" de la señora Pape. Se ha tra-
tado por ejemplo de sustraer a la vista del niño las bolas que no entran por
el momento en el cálculo; para esto la varilla vertical está encorvada de ade-
lante hacia atrás, las bolas que no se quieren considerar corren en la parte
encorvada y caen detrás de una tablita destinada a ocultarlas. Cada exposi-
ción da origen a una multitud de ábacos con pretensión de nuevos y que se
recomiendan por combinaciones a veces ingeniosas.
Lo que importa es determinar en qué sentido y en qué medida debe apro-
barse el empleo del ábaco, que ha tenido enemigos serios. Rambert, profesor
de la escuela Politécnica de Zurich, decía a propósito de los ábacos que figu-
raban en la Exposici6n de Viena:
La crítica espiritual y sagaz ha podido muy bien confundir aquí los ábacos
con las máquinas de calcular. Un juez de gran autoridad, Sonnet, ha dicho
perfectamente: "El cálculo mental es la base de toda instrucción concerniente
TESIS PEOAGOGICAI 111
Se quiere que el niño se acostumbre a ver con la cabeza; está muy bien; pero
es necesario que haya aprendido a ver con sus dos ojos. Lo concreto antes
que lo abstracto, la imagen antes que la fórmula , la idea sensible antes que
la idea pura: ésra es la ley general de la sana pedagogía.
Ahora ¿es verdad que para el uso exclusivo d.! la primera edad, sea el ába-
co un mueble superfluo; que el ábaco natural que se compone de los 1O dedos,
sea preferible o sea suficiente? Nosotros no lo creemos así. El cálculo en los
dedos tiene más inconvenientes que el ábaco, como lo ha demostrado bien
Lenient: "Desde luego no podemos disponer de su mano como de un objeto
extraño; y por otra parte, enseñar a los niños a calcular con sus dedos presenta
ciertamente un peligro: los alumnos continuarán sirviéndose de ellos mucho
riempo después que los haya acostumbrado a calcular mentalmente". Es pues
un obstáculo al cálculo abstracto que preconiza Rambert. El ábaco es de un
uso mucho más cómodo. Fácil de manejar, se presta a rodas las combinaciones
posibles , y permire al maestro demostrar las diversas operaciones de aritméti-
ca. En una clase numerosa, el ábaco es el mejor medio de demostración.
IMPROVISACIÓN DE ÚTILES ESCOLARES*
pizarrón, se improvisan un ábaco , que no por ser tosco y sencillo, deja de pres-
tar los mismos servicios de los elegantes ábacos que se encargan a París.
Con 100 carretes de hilo o 100 huesos de ciertas frutas , podéis hacer lo
mismo. Lo que se necesita es que tengáis voluntad de cumplir buenamente
con los deberes que os habéis contraído como maestros de escuela.
A los ejercicios de este ábaco improvisado, agregad los ejercicios con gui-
jarros, huesos de frutas , colorines, palillos, etc., útiles que nada cuestan y que
los mismos alumnos pueden proporcionar. Haced que todos estos ejercicios
precedan a los ejercicios mentales, y habréis dado un gran paso en la senda
del progreso de la escuela y del mejoramiento de vuestra enseñanza.
¿Queréis cartas ilustrativas de las definiciones geográficas? Un maestro en-
tusiasta y cumplido las hace de unas cuentas pinceladas en dos o tres pliegos
de papel.
¿Queréis figuras y sólidos geométricos? Un maestro celoso del buen éxito
de su enseñanza no espera más tiempo que el que necesita para fabricarlos de •
cartón.
¡Iniciad, oh maestros de escuela! ¡No esperéis todo de arriba! ¡La niñez y
la patria os lo agradacerán!
Plaza de la Libertad, 1908. AHM C.
LOS MÉTODOS DE ENSEÑANZA*
4. Deductivo-interrogativo o catequístico.
PROCEDIMIENTOS DE EXPOSICIÓN
2. Analógico. Procede por semejanzas o analogías. El perro dará idea del co-
yote; un trompo bailando, la noción de los movimientos de rotación y
traslación de la tierra, etcétera.
3 . Antitético o de oposición. Procede por antítesis, contrastes o diferencias.
Por ejemplo en las razas humanas, fijándose en qué se distinguen un ne-
gro y un blanco, un amarillo y un rojizo, etcétera.
La asociación de estos dos últimos procedimientos forma el proce-
dimiento comparativo, que es de gran importancia.
4. Etimológico. Se usa para dar a conocer el sentido de las palabras por de-
rivación y composición.
5. Tabular o deL pizarrón. Éste completa y suple algunas veces al procedimien-
to intuitivo. Problemas, oraciones, muestras de escritura, dibujos, planos,
itinerarios, figuras convencionales, figuras geométricas, etc. , pueden po-
nerse en el pizarrón. "El mejor maestro es el que gasta más gis. "
6. Descriptivo. Todos los procedimientos anteriores se dirigen al sentido de
la vista y éste al del oído. Un lenguaje vivo y pintoresco usado en geo-
grafía o historia cautiva la atención de los discípulos.
7. Lógico o de razonamiento. Éste se dirige al juicio. La inducción y la de-
ducción representan aquí el principal papel, por eso se usa en todas las
materias científicas, como cálculo, física , química, etcétera.
8. De observación íntima o de conciencia. Éste apela a la propia reflexión de
cada alumno. ¿Qué harían ustedes en tal o cual circunstancia? ¿Qué sen-
tirían en tal o cual situación? Este procedimiento ejercita la conciencia
en el orden intelectual o moral.
9. Repetitivo. La repetición de las lecciones en una forma nueva o igual las
fija más en la memoria. El maestro hará constantes recapitulaciones. Ade-
más , con los niños que no saben leer, la repetición es indispensable.
1O. Sinóptico. Este procedimiento y el anterior se dirigen a la memoria. Los
cuadros sinópticos y los árboles genealógicos presentan una forma de re-
súmenes de que el maestro hará uso siempre que se pueda.
PROCEDIMIENTOS DE APLICACIÓN
l . De reproducción. La reproducción de una lección puede ser oral o escrita.
La oral puede hacerse contestando las preguntas del maestro o de una ma-
GRfGOR IOTORRfl ÜUINlfRO
PROCEDIMIENTOS DE CORRECCIÓN
Todos los seres o cosas que veis y que no han sido hechas por el hombre ,
forman lo que se llama la naturaleza. Unos cuerpos se presentan como
masas inertes, es decir, sin movimiento: son los seres minerales o inorgd-
nicos. Otros, por el contrario, nos muestran el fenómeno de la vida; son
los seres vivos u organizados, que a su vez se dividen en dos grupos dis-
tintos: los animales y las plantas. De aquí la división de la naturaleza en
tres reinos: mineral, vegetal y animal.
He aquí el segundo:
¿Qué veis aquí? Un gato, un lirio y una piedra. ¿Qué sucederá si dejo de
alimentar a este gato? ¿Qué sucederá si dejo de regar a es.te lirio? ¿Qué
sucederá con esta piedra si la encierro por varios años en un cajón? ¿En
qué se parecen el gato y el lirio? Bien: los cuerpos que necesitan alimen-
tarse para vivir, se llaman seres vivientes. La piedra no necesita alimento
para existir y se llama cuerpo bruto o mineraL ¿Qué sucederá si pico al
gato con un alfiler? ¿Y si pico al lirio? ¿Gritará o correrá el lirio? Bien:
entre los seres que hemos llamado vivientes hay unos que sienten y tie-
nen mivimientos voluntarios: se llaman animales; y otros que no sienten y
no tienen movimientos voluntarios: son las plantas o vegetales. Ejemplos
de minerales, vegetales y animales. ¿Cuántos son los grupos que hemos he-
cho de los seres que nos rodean? Estos tres grupos , que se llaman reinos,
constituyen el todo de la naturaleza.
Como se ve, el fin que el maestro se propuso fue idéntico en ambos casos: la
distinción de los tres reinos de la naturaleza. ¡Pero qué diferencia en los dos
medios elegidos! En el primer caso el maestro expuso de una manera no inte-
rrumpida el asunto de la lección comenzando por una verdad general y con-
cluyendo por la desmembración de esta verdad general en sus componentes,
que son los tres reinos de la naturaleza. En el segundo se siguió un camino
completamente diverso: se tomaron los casos particulares, los componentes,
y valiéndose de una serie de preguntas hábilmente combinadas, se hizo que
los alumnos descubrieran por sí mismos la concepción de la naturaleza y la de-
terminación de sus tres reinos.
A la primera se llama forma expositiva, dogmática o demostrativa, y a la se-
gunda interrogativa, inventiva o socrática. En la primera todo lo hace el maes-
tro y el papel del alumno se reduce a escuchar; en la segunda el maestro guía
y el alumno ejercita su actividad mental descubriendo las verdades que el
maestro le sugiere; la primera es un discurso , la segunda un diálogo; en la
primera el alumno recibe las verdades hechas, en la segunda contribuye a
formarlas ; en la primera el niño es almacén, en la segunda es fábrica.
Ahora sólo falta que el maestro compruebe que sus alumnos le han com-
prendido y se han posesionado de la lección.
Si ha empleado la forma expositiva, hacen un catequismo, es decir dirige
a la clase una serie de preguntas hasta reproducir integralmente por las res-
puestas el asunto de la lección; pero si ha empleado la forma socrática, en-
tonces encarga a los alumnos algún ejercicio que venga a ser como la aplica-
ción de los conocimientos adquiridos y el cual puede ser una redacción, una
GREGORIO TORRES ÜUINTERO
El modo mixto, por otra parte, es el que prescribe el Reglamento para las es-
cuelas foráneas. Por ello, vamos a consagrarle algunas palabras que creemos
serán en bien de los maestros de fuera de la capital.
El modo mixto participa a la vez de la naturaleza del simuftdneo, del mu-
tuo y hasta del individual. Participa del simuftdneo, porque la escuela se divi-
de en grupos y las lecciones van dirigidas a todo un grupo; participa del mu-
tuo, porque para algunos ejercicios secundarios se hace uso de monitores; y
participa del individual, porque en los reconocimientos que el maestro hace,
interroga y explica separadamente a algunos alumnos después que han con-
cluido sus ejercicios con el monitor.
El modo mixto puede remediar casi todos los defectos de los modos sim-
ples, siempre que no se haga de los monitores un uso inmoderado.
Acerca de esto es bueno recordar lo que dice nuestro Reglamento:
Hará (el maestro unitario) uso de monitores que nombrará conforme a un rol y
los escogerá de entre los alumnos de más aprovechamiento o que ya hubieren con-
cluido su enseñanza y manifiesten el deseo de continuar en la escuela. Deberá
darles en horas extraordinarias las instrucciones debidas y sólo pondrá a su car-
go aquellos ejercicios que versen sobre materias que con anterioridad hayan sido
enseñadas por él. Podrá encargarles, por ejemplo, la repetición de una lección de
lectura, la vigilancia de la escritura, la corrección de un problema, etcétera.
TESISPEDAGÓGICAS 127
[... ]vale más despedir a los principiantes cuando ya no se les puede dar un ejer-
cicio que verdaderamente los ocupe, que dejarlos que den gritos destemplados
repitiendo de memoria las letras del silabario que tienen por delante y que son
incapaces de leer, o con la pizarra en la mano haciendo que copien palabras cuan-
do en realidad no hacen más que matar el tiempo.
PRINCIPIOS RELATIVOS A LA ENSEÑANZA*
tado los hombres: hay una gran diferencia entre el telar manual y el telar me-
cánico movido por vapor. El cerebro no llega a la perfección de su estructura
sino hasta la madurez y sólo entonces es capaz de ideas precisas y exactas; de
donde resulta que las primeras ideas del hombre son vagas , toscas y groseras.
Una educación que aspire al título de racional, tiene por fuerza que conformar-
se con este principio. Deberán, pues, transmitirse al niño, en los comienzos,
ideas vagas e indefinidas, y poco a poco se les irán esclareciendo, dándoles la
debida precisión y exactitud. El niño , por su experiencia y ayudado por el
maestro , abandonará los errores más grandes , primero, y después los de me-
nor cuantía. Así es precisamente como ha hecho sus progresos la humanidad
y cómo ensancha el círculo de sus conocimientos el individuo.
De lo concreto a lo abstracto. Alejandro Bain dice: "Es hoy una regla uni-
versalmente reconocida que para llegar a una idea general, a una idea abstrac-
ta, la preparación esencial es el conocimiento de los objetos particulares. " Para
llegar a formar las ideas significadas por la palabra beLleza, blancura, pesan-
tes, etc., es necesario haber conocido antes muchas cosas bellas, blancas, pe-
sadas, etc. Así es como hacen sus generalizaciones y abstracciones los niños y
los hombres; invertir este orden es contrario al camino marcado por la natu-
raleza. Es necesario, pues, comenzar toda enseñanza por lo sensible, lo concre-
to, lo intuitivo, o como dicen los ingleses, por yuxtaposición y acumulación
de ejemplos. Las reglas, las definiciones, las leyes y las fórmulas no deben en-
señarse sin que hayan sido precedidas por las intuiciones correspondientes.
Una enseñanza abstracta en la escuela primaria es indigesta e insustancial.
De lo empírico a lo racional. Históricamente el arte ha sido primero que
la ciencia. En un principio la humanidad practicaba artes cuyos fundamen -
tos científicos ingoraba; todo era empírico. La ciencia no existe mientras no
hay un cuerpo de conocimientos debidamente organizado. Pero poco a po-
co se fueron descubriendo las leyes científicas en que las reglas de tal o cual
arte se apoyaban; se organizaron dichas leyes o principios, y nació la ciencia.
De aquí se deduce que todo conocimiento debe tener una base experimental
y un coronamiento racional; o de otro modo, que en la enseñanza o apren-
dizaje de un ramo científico deberá procederse de lo empírico a lo racional.
"Como ejemplo de esta regla , dice Spencer, podemos citar la costumbre que
empieza a estar en boga de enseñar la gramática después de la lengua o el
dibujo mucho antes de explicar las leyes de la perspectiva. "
10 GREGORIO TORRES OUINIERO
El maestro debe ser celoso o, en otros términos, debe tomar interés por lo que
1 • hace y ponerlo de manifiesto. Esto le es exigido por su vocación , su deber,
su honor, su felicidad y muy particularmente por el buen ejemplo que sus
discípulos esperan con justicia de él. Los niños dan a las cosas importancia
cuando ven que los superiores se la dan. Así, si el maestro quiere que los ni-
ños amen la escuela, que asistan con regul<~ridad y que se apliquen , él mismo
debe darles el ejemplo. Que su lenguaje, porte y expresión de la fisonomía, que
todo en él hable y haga sentir que vive feliz entre ellos y que todo su tiem-
po, que todos sus esfuerzos, los ha consagradado a su educación.
JI. Hacer la enseñanza atractiva e interesante. Éste es un medio de hacer-
la amar y de inspirar a los alumnos gusto por el estudio y la escuela. La fuen-
te de este placer se halla en dar la enseñanza de acuerdo con los prin cipios
didácticos que la rigen: 1°) que sea clara y al alcance de los alumnos para que
sea comprendida; 2°) que sea intuitiva para fijar su atención; Jo) animada
para mantenerlos activos; 4°) variada a fin de no fatigarlos; 5°) que ejercite
su actividad y les procure placer en su trabajo ; 6°) que sea práctica, a fin de
que comprendan su utilidad; 7°) que sea inspeccionada, para que sostenga y
estimule su atención por la consideración de que sus esfuerzos serán aprecia-
dos, 8°) en fin, que haga buen uso de los medios de emulación.
• Reflexiones de G regario Torres Quintero a partir del texto original de M . Aschille V.A. , pu-
blicado en La educación contemporánea, Colima, 1° de juli o de 1898.
GREGORIO TORRES 0UINTERO
otros opinan, y éste es el uso más generalizado, que debe emplearse simultá-
neamente la letra inglesa y la romana minúsculas.
La introducci6n a esta enseñanza no consistirá en dar el primer día de
clase una lecci6n sobre la primera palabra normal, pretendiendo que los ni-
ños la descompongan en sonidos y la escriban. Al principio el maestro se de-
dicará a ejercicios orales de descomposici6n y recomposici6n de las palabras
o sea de análisis y síntesis. Al mismo tiempo se iniciará a los niños en la es-
critura inglesa de letra minúscula por medio de ejercicios adecuados.
Concluidos los trabajos preparatorios, se procede a las lecciones propia-
mente dichas, de la manera siguiente:
Sólo ajustándose a los anteriores preceptos podrá prevenirse otro gravísimo mal
en que incurren muchos maestros: que leyendo sin ton ni son lecciones y más
lecciones, concluyen el libro de texto a los dos meses. ¿Y después ? Después rei-
na el fastidio en la clase de lectura y el tiempo se pierde lamentablemente.
EL ANÁLISIS EN EL ESTUDIO
DE LA LENGUA MATERNA*
Llámese análisis gramatical al examen que hacemos de cada una de las palabras
que constituyen la creación, cláusula, periodo, etc., por cuya causa, dividiéndo-
se la gramática en cuatro partes de diferente carácter, cuales son: analogía, si n-
táxis, prosodia y ortografía, es evidente que debemos formar el análisis con res-
pecto a ellas . ..
Es decir, según esta opinión, muy respetable por cierto, el análisis gramatical
tiene cuatro especies: analógico, sintáctico, prosódico y ortográfico.
Reuniremos bajo el título de andlisis de lenguaje, las tres especies de análisis que
componen el estudio de la lengua: gramatical, lógico y etimológico.
El gramática/ consiste en descomponer las frases según las especies de pa-
labras que contienen y en hacer conocer las relaciones que las palabras tienen
entre sí.
Ell6gico tiene por objeto distinguir y determinar los diferentes términos de
las proposiciones, reconocer su naturaleza, el número de proposiciones y las rela-
ciones que tengan entre sí.
El etimológico descompone las palabras desde el punto de vista de su for-
mación y origen, a fin de clasificarlas en familias, como primitivas, derivadas o
compuestas.
sible su existencia sin la precedencia del otro; pero fuera de este esquema de
análisis lógico, no. En efecto: si no queréis enseñar al niño la distinción en-
tre los verbos activos y neutros ¿cómo pretender que llegue a saber que yo
amo tiene un complemento directo, que yo muero no lo tiene?
Por este ejemplo y otros que se pueden encontrar y multiplicar, se ve que
los niños deben estar en antecedentes de ciertos conocimientos gramaticales.
Y sin hablar de ciertas partes de la oración, como la preposición y la conjun-
ción, cuyo concepto no es completo si no es relacionando oraciones, lo dicho
es bastante para consignar este hecho: el análisis lógico supone una buena
clasificación de las palabras. Pues bien, esta clasificación no puede propor-
cionarla sino el análisis analógico.
¿Pues no habíamos dicho que el análisis lógico debe preceder al grama-
tical? ¿Cómo conciliar estas ideas contradictorias?
Los pedagogos resuelven la cuestión aplicando el análisis lógico sólo a
grandes rasgos en los comienzos, para que pueda auxiliar al gramatical; des-
pués éste le prestará sus auxilios al primero, y así sucesivamente, si se quie-
re seguir un camino racional. Un todo no se conoce si al análisis no sigue
una síntesis, el primero dando la idea del conjunto, el segundo dando ideas
prec1sas.
Por lo dicho, ya podemos asegurar que si el ·análisis lógico es necesario
en la escuela primaria, debe considerarse igualmente necesaria el gramatical,
que le presta indispensable auxilio.
Pero ¿en qué se fundan los que declaran que si no perjudicial, por lo me-
nos es inútil el análisis gramatical en la escuela primaria?
En dos hechos sacados de su propia experiencia: el análisis gramatical no
enseña a hablar ni a escribir, o como dice un maestro inteligente:
***
Los hombres, antes de escribir, hablaron. Primero fue, pues, el lenguaje ha-
blado.
Hemos consultado varias obras modernas que se relacionan con este asunto.
Pero en la obra de W Preyer, titulada El alma del niño, hemos encontrado la
exposición más completa. En la de Mauricio Ajam, La palabra en público,
hay también hermosas referencias. Pero ambas fundan sus observaciones en
los escritos de Küssmaul, sobre todo, y ya en los de Broca, Wernicke, ya en los
de Charcot, etc., Bernard Pérez, en su obra, Los tres primeros años del niño,
cita a Preyer, diciendo que sus observaciones son nuevas e interesantes.
En la exposición que vamos a hacer, nos limitaremos a resumir en gran
parte, lo dicho por Preyer. ¡Ojalá que no resulte oscuro nuestro resumen!
Sin embargo, las personas que tomen interés por esta cuestión harán bien en
recurrir a las obras originales.
***
hablar. Hoy es posible distinguir de un modo absoluto las causas de esas dos
clases de perturbaciones.
La primera categoría de perturbaciones comprende los procesos impre-
sivos (oído, nervio auditivo, etc.); la segunda, los procesos expresivos (apara-
ro de la articulación, nervios , etcétera).
El oído, con las terminaciones del nervio auditivo, está unido , por me-
dio de filetes sensitivos, con el punto del cerebro donde se almacenan las ma-
nifestaciones sonoras. Este punto comunica con el centro moror del lengua-
je por medio de vías intercraneales. De esa parte del cerebro salen filetes
especiales que van a los nervios motores del lenguaje, los cuales terminan en
los instrumentos articuladores a exteriores.
Hay, pues, fibras sensitivas, que parten del oído, es decir de afuera hacia
adentro; y hay fibras motrices, que van de adentro hacia afuera, es decir, al
aparato de la articulación de la palabra. La vía impresiva es centrípeta; mien-
tras que la vía expresiva es centrífuga.
Veamos lo que pasa cuando el niño aprende a hablar: o recibe las vibra-
ciones sonoras; la excitación acústica pasa por las terminaciones del nervio
auditivo y se almacenan, en tanto que cada sonido, sea éste una exclamación,
sílaba o palabra, deje una impresión distinta. De allí, cuando las representa-
ciones o imágenes sonoras son ya bastante vivas y numerosas, la excitación
nerviosa pasa hasta el centro motor del lenguaje, donde pone en libertad im-
pulsos motrices, y luego pone en actividad al aparato periférico de la palabra.
Si en algún punto del trayecto se pierde la continuidad o hay una lesión
anatómica, no existe lenguaje articulado. Las anomalías del lenguaje se pueden
reducir a tres:
***
De los ricos materiales que suministra la clínica resulta que el centro donde
se almacenan las sensaciones sonoras debe estar dividido en tres centros: un
centro (L) para el sonido (letras), un centro para la combinación de sonidos
o sea para las sílabas (S), y un centro para la combinación de sílabas, es decir,
para las palabras (P) . Cada uno de estos centros puede estar aisladamente le-
sionado, pues se han observado casos en que los sonidos se pueden reconocer
y reproducir sin que pase lo mismo con las sílabas y palabras; en otros casos el
enfermo puede repetir sonidos y sílabas, pero no palabras; hay también quie-
nes no pueden repetir ni sonidos, ni sílabas ni palabras.
La mejor justificación que se puede dar de todas estas subdivisiones, está
suministrada por el estudio de cómo los sonidos, sílabas y palabras se repiten
en voz alta, después de haber sido percibidos por el oído.
Ninguna palabra puede pronunciarse si falta P o si S P o M P están in-
terrumpidas: sólo sílabas y sonidos pueden producirse. Cuando falta S, o
cuando L S o S M están interrumpidas, no puede pronunciarse ninguna síla-
ba. En fin , si L falta, nada puede ser repetido. Si L M está interrumpida, las
sílabas y palabras pueden repetirse más fácilmente que los sonidos. Si L S está
interrumpida, sólo los sonidos simples pueden repetirse.
Si los filetes sensitivos están interrumpidos antes que la adquisición de
la palabra, es que hay sordera persistente desde la primera infancia; pero es
posible que el individuo aprenda a articular, gracias a las sensaciones visua-
les y tactiles.
Los sordos de nacimiento son sordomudos, no porque el aparato articu-
lador esté lesionado, sino porque no oyen y no pueden repetir nada.
El oído es, pues, indispensable para el lenguaje articulado perfecto. Sólo un
lenguaje articulado perfecto es capaz de producir un desarrollo intelectual
TESIS PEDAGóGICAS 153
***
¿Cómo pasan las cosas en el niño normal que aprende a hablar? Para respon-
der a esta pregunta, es necesario desarrollar de nuevo el esquema anterior, pues
aquél no concierne más que a la audición y elocución de los sonidos, sílabas y
palabras, mas no a su formación gramatical y a su agrupación sintáctica: debe
haber otro centro, otro centro de categoría más elevada: el Dictorium (D) o
centro de la dicción, ligado a los centros L, S y P, y al motor M.
Y seguramente es preciso, en primer lugar, que la imagen mental de una
palabra oída, esté a disposición del centro de dicción , y que una excitación
pueda pasar de P a D ; y en segundo lugar, que un impulso pueda partir del
Dictorium, para conducir la elocución de la palabra formada y dispuesta al cen-
tro motor M.
***
LALOPATÍAS
DISFRASIAS
(PERTURBACIONES D ISLÓG ICAS)
repiten a menudo las palabras que oyen, sin comprenderlas, como los loros.
Los idiotas, igualmente, no poseen más que cortas palabras y frases, o sólo pa-
labras monosilábicas, y aún pueden faltarles los sonidos articulados. Muchos
microcéfalos repiten las palabras sin comprenderlas, como los niños pequeños.
Los niños que aún no construyen frases, repiten la última palabra de las
frases que oyen. Si oyen palabras largas, entonces repiten la última o las dos úl-
timas sílabas. Los débiles de espíritu repiten también, con monotonía, las fra-
ses y palabras pronunciadas por otros, sin darles sentido.
Los niños, en ciertos momentos, hablan por interjecciones. Gritan por
toda la casa sonidos o sílabas vados de sentido. Es que los centros O y P no
se les desarrollan aún. Con muchos enajenados sucede lo mismo.
En los niños el trabajo de construcción de frases es lento. También su-
cede eso con las personas somnolientas o afligidas.
DISMIMIAS
A hora puede formularse la cuestión que nos ocupa, en los siguientes tér-
minos: ¿cómo se realizan en el niño que aprende a hablar el desarrollo
y la permeabilidad de las vías nerviosas y de los centros nerviosos necesarios
al lenguaje?
Los recién nacidos son sordos o duros de oído, como ya se ha dicho . El
oído se afina muy lentamente en los primeros días. De suerte que las prime-
ras manifestaciones vocales del niño, como los gritos, son puramente refle-
jos, y como lenguaje tiene el mismo valor que los balidos del corderillo que
acaba de nacer. El recién nacido no oye ni sus propios gritos.
Los sonidos que después produce el niño, como signos de satisfacción,
cuando oye la música o el canto, no son reflejos, y ya no son de disgusto , co-
mo los primeros. Esas manifestaciones son el primer testimonio de unión
entre las vías impresivas o acústicas y las vías expresivas.
Al séptimo mes o antes, el niño puede responder a las preguntas, a los
reproches, a las órdenes, a las caricias, aunqu~ sean con sonidos inarticula-
dos, con vocales o sílabas simples. Como esto no pasa con los sordos de na-
cimiento, aquellas respuestas son un signo de proceso cerebral, que se veri-
fica entre el momento de la percepción del sonido y el de la producción de
***
Dice Preyer que el niño, antes del octavo mes, pronuncia correctamente la
gran mayoría de los sonidos de que se servirá más tarde para hablar. Los pro-
nuncia sin intención ni objeto. Descubre casi todas las consonantes de su
lengua, sin contar otras muchas que se utilizan en lenguas extranjeras. La
plasticidad del aparato del lenguaje en el niño le permite, pues, pronunciar
mayor riqueza de sonidos y sílabas que posteriormente; y no hay niño que no
pase de los sonidos más fáciles de pronunciar a los sonidos fisiológicamente
más difíciles. Pero esta agilidad y perfección extraordinarias para pronunciar
Tfs1s PmAGóGICAS 161
***
***
Hay tres modos para adquirir las palabras asociadas a las ideas correspondien-
tes. El primero consiste en designar con cualquiera de las sílabas que espontá-
neamente pronuncia el niño, alguna idea ya adquirida por él; por ejemplo, el
alimento, la idea de éste es anterior, aunque el niño no posea palabra para ex-
presarla; pero la madre le da la palabra diciéndole ¿pa-pa? El niño aceptará
el término y lo empleará a su vez. El segundo consiste en un procedimiento
contrario: el niño repite como papagayo una palabra, vacía de sentido para
él, y la idea o noción no la adquiere sino después, cuando el objeto o el fe-
nómeno se le presenta. El tercero es cuando la idea y el sonido vienen simul-
táneamente: eso pasa con las onomatopeyas e interjecciones. Las voces de los
animales o el ruido de los objetos le impresionan; repite dichos sonidos y
TESIS PEDAGOGICAS 163
los toma como nombre de esos animales o de esos objetos. Con respecto de
esto último, dice Preyer:
El niño, sin embargo, no pronuncia bien las palabras, sino que las mutila o
las estropea, y muchas veces sólo son entendidas por sus padres y parientes.
Además, da a cada palabra muchos significados; por ejemplo, pan, significa-
rá: tengo hambre, quiero pan, mi pan se me cayó, mi pan está allí, me han qui-
tado mi pan, etcétera.
Un progreso notable es cuando forma frases con dos palabras; más no-
table aún, cuando puede asociar en un juicio tres o cuatro. En fin , sus frases
pueden llegar a ser variadas y numerosas, pero siempre en estilo telegráfico ,
con verbos en infinitivo, con frecuentes elipsis, con carencia de artículos y, en
suma, con deficiencias gramaticales.
La articulación, sin embargo, continúa defectuosa , aunque cada día ca-
minando a su perfección.
La sintaxis también progresa, y el niño va produciendo poco a poco frases
en que las palabras están mejor coordinadas y en que las partículas (artículos,
pronombres, etc.), van encontrando uso y lugar.
***
en una época más que esos ruidos, esos sonidos, en un principio indetermina-
dos, y más tarde desenvolviéndose lentamente en vocales indeterminadas, en
conso nantes variadas, en sílabas diversas y en combinaciones de éstas, yendo
siempre de lo simple a lo compuesto, formándose por tanto, palabras monosi-
lábicas, palabras con las mismas sílabas repetidas, con la misma vocal repetida,
etc., hasta las combinaciones más complicadas.
Más tarde aun, la formación de las frases sigue en proceso semejante, des-
de la frase expresada con una sola palabra, que encierra sentido múltiple, hasta
la verdadera frase gramatical y con sentido único.
Es decir, el niño ha aprendido a hablar comenzando por la reproducción
del ruido y llegando a la constitución de la frase .
***
En esa marcha lenta y difícil de la adquisición del lenguaje , han hecho es-
fuerzos por una parte, el oído; por otra los centros nerviosos ; y por otra, el
aparato de la articulación.
Y en todos esos procesos ha habido también la misma marcha progresi-
va, co ntenida en la ley del menor esfuerzo: ir de lo fácil a lo difícil , de lo sim-
ple a lo compuesto.
En ese trabajo, aunque no lo hemos dicho, han intervenido todas las fa-
cultades intelectuales del niño: desde la simple percepción hasta el racioci-
nio . La memoria ha conservado el recuerdo de las impresiones auditivas y ha
hecho posible la repetición y por tanto el lenguaje hablado.
Cada centro del lenguaje hablado tiene su memoria: hay memoria im-
presiva y memori a expresiva, o de otro modo, memoria auditiva y memo ria
motriz.
Esas memorias sirven para recordar imágenes o representaciones, ya sean
auditivas o motrices.
Un recuerdo es una idea.
Hay, pues, ideas auditivas e ideas motrices. Y éstas, en la adquisición del
lenguaje, han seguido en su evolución la misma marcha progresiva: ir de lo
fácil a lo difícil , de lo simple a lo compuesto, paralelamente a la formación de
los elementos del lenguaje, hasta hacerse ideas verbo-auditivas e ideas verbo-
motrices .
TESIS PWAGOOICAS 165
***
El doctor Manuel Flores, haciendo la defensa del método anal ítico para la
enseñanza de la lectura, dice en su Tratado de pedagogía:
A nadie se le ocurrirá, ni aun a los mismos preconizadores del método que com-
batimos (el sintético), enseñar a hablar a los niños comenza ndo por hacerle pro-
nunciar las letras y después las sílabas y palabras; si n embargo, habría para ello
las mismas razones.
***
A NUESTROS ADVERSARIOS
***
Luego cada uno de los sonidos del mundo físico tiene su timbre y su valor pro-
pio y natural, que nadie condunde fácilmente, aunque no se vea el objeto y el
tubo que lo produce: es un lenguaje universal de toda la naturaleza y de todos
conocido. Hay objetos que dicen u, otros que dicen o, otros e, otros i ; y esto
naturalmente, ante todo pacto y convención, tácita o expresa.
Las consonantes corresponden igualmente a los ruidos del mundo físico y,
por lo tanto, tienen significación propia y natural, que nadie desconoce.
Todo lo que fluye y rueda, parece que pronuncia la r. Por lo menos así lo en-
tiende todo el mundo: por lo tanto, todo el mundo es testigo de que la natura-
leza habla y significa el movimiento con la r.
¿Quién se atreverá a negar que todo silbido tiene el sonido de la s como ele-
mento esencial? Si alguno se arriesgara a negarlo, se convencería por el mismo
hecho de ser silbado por su ignorancia o mala fe, con lo que le impondría silen-
cio, como diciéndole chitón.
TESIS PEDAGóGICAS 169
***
separando un poco los dedos para señalar las ramas, y agitando lige-
ramente el puño y los dedos, para representar las ramas sacudidas por
el viento.
***
El aprendizaje de este alfabeto reviste un gran atractivo para los niños. Los
viejos métodos imponían rigidez y esfuerzos grandes: por eso martirizaban a
los niños. La fonomimia es, por el contrario, muy animada: atiende a la nece-
sidad de movilidad tan natural en la infancia.
El defecto que puede asignársele, es que obliga a los niños a aprender
dos signos para cada letra. Además los signos mímicos o las onomatopeyas
pueden no ser completamente acertados.
El alfabeto de Grosselin no debe darse por aprendido, sino hasta que los
niños saben reproducir la mímica de cada sonido y reconocerla también en
los ademanes del maestro.
La fonomimia tuvo gran éxito. Se realizaron verdaderas maravillas con
él. Pero como procedía por síntesis, se desacreditó a causa de la invasión del
análisis.
Hoy que se puede asignar a la síntesis un fundamento científico; hoy que
se puede combatir con mejores razonamientos el error que trae consigo el
análisis, prosperarán de nuevo los métodos sintéticos con la condición de que
se apoyen, no sólo en su propia síntesis, sino en los demás adelantos que ha
traído consigo la metodología moderna.
***
(a] La admiración.
(e] La fatiga.
TESIS PEOAGOGICAS 175
[i] La risa.
[o] El horror.
[u] El cochero.
[b] El buey.
[e] Suave. El llamamiento.
[eh] El silencio.
[d] El arrullo.
[f] El gato furioso .
[g] Fuerte. La extrangulación.
[h] El estornudo.
[j] El surtidor de agua.
[!] El agua que corre.
[m] La vaca.
[n] El gangueo.
[ñ] El niño gruñón.
[p] La pluma.
[q] La tórtola.
[r] La rueda.
[s] La serpiente.
[t] El péndulo.
[v] El vuelo.
[x] La excitación.
[y] El llanto.
[z] El céfiro.
***
Y bien: ¿qué era el Orbis pictus de Comenio? Según hemos visto: un método
para enseñar idiomas. Y no era, pues un método para enseñar a leer.
Nuestros impugnadores han dicho con lenguaje destemplado que se ha
estado empleando en esta discusión , lo siguiente:
Don Gregario parió su libro y hasta hoy ignoraba quien era el padre. No supo
clasificar su método.
Hasta hoy estábamos creyendo que de una bellota procedía una encina; pe-
ro tocaba a nuestros adversarios, que proclaman estar instruyéndonos, que
esa ley de las especies es una broma que nos ha querido jugar la naturaleza.
Una imitación del Orbis pictus tiene que producir otro Orbis pictus más
o menos modificado , como el de O.H. Elliot que hemos dicho. Pero que el
Orbis pictus haya parido a nuestra Escritura-lectura, es decir, que una especie
no haya parido a su especie, eso, la verdad, sólo estaba reservado al México
pedagógico. Para este periódico nuestro libro no pertenece a la especie "lec-
tura", sino a la especie "método de enseñanza de idiomas".
***
Desde que nuestro maestro, el don Rafael Izunza, nos dio en la escuela
normal un conocimiento bastante detallado del método Grosselin, adquirimos
por la fonomimia grande admiración. Y aunque posteriormente hemos prac-
ticado el análisis en la enseñanza de la lectura, sólo ha sido para que nos con-
venzamos del trabajo arduo que tal método exige y de lo dilatado de sus re-
sultados en la enseñanza de grupos escolares.
La experiencia demuestra que una síntesis racional es más rápida para al-
canzar el fin , que la análisis más inteligente.
¿Por qué no decidirse resueltamente por el método que cumple en menos
tiempo su promesa? Acelerar la enseñanza: he aquí lo que nos exige la socie-
dad. Acelerémosla.
METODOLOGÍA DE LA LECTURA*
ANÁLISIS Y SÍNTESIS
Los pedagogos no son más felices que los filólogos y los filósofos en sus defi-
niciones. Lo que bastaría para probar que ha habido error al introducir en el
lenguaje de la pedagogía la palabra síntesis, es que los diferentes autores que la
usan no llegan a entenderse sobre el sentido que conviene darle: lo que unos lla-
man síntesis, otros llaman análisis, y viceversa.
Y dice que la distinción de las diversas partes de una máquina deberá llamar-
se mejor descripción y no análisis.
***
El método analítico se vale, pues, de la inducción para descubrir las leyes que
entran como componentes en un mecanismo natural, así como los hilos de un
tejido entran en la formación de una tela, según el galano símil expresado por
Mili. La naturaleza es esa tela, cada hilo una ley, y el análisis desteje la tela
para descubrir las leyes.
La síntesis combina los elementos que el análisis había separado, vuelve
a hacer lo que éste deshizo, vuelve a tejer la tela que el análisis destejió . Éste
es el sentido filosófico de esas palabras.
Pero hay también análisis y síntesis en química. Todo análisis químico
consiste en reducir un cuerpo compuesto a sus elementos simples, es decir,
"en aislar sus diferentes principios constituyentes, de modo que reaparezcan
con las propiedades que los caracterizan en su estado primitivo".
La síntesis reproduce el cuerpo que el análisis había descompuesto, reu-
niendo sus elementos.
El análisis químico es, por decirlo así, toda la química: la síntesis es la
eterna contraprueba.
Hay análisis inorgánico y orgánico, según los cuerpos que se sujetan a
la operación; e igualmente hay síntesis inorgánica y orgánica.
La síntesis orgánica se detuvo por mucho tiempo, porque se creía que para
su realización se debía hacer intervenir la fuerza vital, y eso era imposible.
Había en eso un error: tanto la química orgánica como la inorgánica tie-
ne la misma base. Benhelot demostró la identidad de las leyes y de los méto-
dos que caracterizan ambas ramas de la química.
GREGORIO TORRES OUINIERO
... Es, pues, una verdad, que al generalizar se analiza y se clasifica al mismo tiem-
po. Lo mismo diremos del análisis: es una operación generalizadora por excelen-
cia, pues las partes que un buen análisis separa, representan atributos de más
generalidad que el todo, o lo que es lo mismo, son nociones de más extensión .
.. . La generalización, es, pues, uno de los caracteres fundamentales de la in-
ducción .. .
... La inducción consiste en inferir que lo que se ha probado ser cierto en
una parte de los individuos que forman una clase, y que no pertenece a la no-
ción correspondiente a ésta, será cierto también para el resto de los individuos
que componen dicha clase .
.. . La inducción nos permite establecer proposiciones generales, éstas for-
man parte del dominio del saber coordinado y sistematizado, de las ciencias, ya
teóricas, ya prácticas .
.. . Resulta de aquí que la inducción es un instrumento esencialmente cientí-
fico; que en las ciencias, y para hablar con más rigor, en ciertas ciencias es don-
de se la emplea en toda su pureza, donde produce resultados que saltan a la vis-
ta y cuya importancia se puede fácilmente apreciar. La ciencia, en efecto , se
desentiende de todo problema de carácter, especial, de toda solución aplicable
a un solo caso, para remontarse a la región de las ideas generales. Es ella, por lo
tanto, la que especialmente cultiva la inducción , puesto que es ella la que está
encargada de elaborar y depurar el conocimiento general. No hay ciencia de lo
particular, dijo con mucho acierto hace más de 20 siglos el divino Platón.
***
En suma, el análisis químico, a pesar de ser real, tiene todos los caracteres del
análisis filosófico. Y bien: la química es ciencia.
Pero ¿lo es la lectura? ¿Lo es la lectura elemental?
***
... se aproximará tanto más a la certeza cuanto mayor sea el número de semejan-
zas comprobadas, menor el de diferencias, y menor también el número de seme-
janzas desconocidas .
. . .Cuando se exageran las semejanzas desconociendo las diferencias, o cuan-
do las semejanzas son de poca monta, o aun imaginarias, se cae en el sofisma de
TESIS PEOAGOGICAS 187
las falsas analogías, de que por desgracia existe abundantes ejemplos en la his-
toria del espíritu humano.
***
El objeto de la ciencia es saber, el del arte hacer, dice el doctor Flores. Ima-
gínese qué sería de la humanidad, continúa diciendo este último,
.. .si no poseyera una sola regla de arre, y se verá que así pudiera estar dorada de
roda clase de conocimientos científicos, no por eso dejaría de yacer en la más
completa desgracia y de carecer de roda clase de elementos de conservación y pro-
greso, roda vez que cada uno de esros últimos no es ni puede ser aplicado sino
previa su transformación en una regla de arre, y esro aun tratándose de los he-
chos más sencillos y elementales. Imagínese, por el contrario, a la humanidad
en posesión de rodas las reglas de arre, y así pudiera ignorar hasta los rudimen-
ros de las ciencias más elementales, el grado de su progreso sería incalculable,
porque sería la verdadera perfección. Y no se diga que esra última suposición es
inadmisible, porque si bien es cierro que roda regla de arre enrraña uno o varios
principios científicos, no es indispensable que el que la practique los conozca, y
basta que siga el consejo que el precepro expresa para que pueda lograrse plena-
GREGORIO TORRES OUINIERO
En cada rama de conocimientos, dice Spencer, " ... se debe proceder de lo em-
pírico a lo racional".
De todas las citas anteriores se deduce que la enseñanza de las artes es-
colares, y especialmente de las que se dedican a los niños más pequeños, de-
be ser esencialmente empírica.
La lectura que se exige en los programas de estudios a los niños de primer
año elemental, es una lectura mecánica.
Las artes no tienen ni pueden tener la pretensión de enseñarnos las reglas
de la demostración; ninguna puede considerarse como ciencia de m étodo
o de disciplina.
Por lo tanto, la enseñanza de las artes debe ser práctica, y comenzando
según los principios: ir de lo simple a lo compuesto y de lo fácil a lo difícil.
En general, las artes se proponen la adquisición de una aptitud en que
más o menos hay un ejercicio mecánico , un ejercicio manual o relativo a
otras facultades físicas. Los primeros ejercicios deben ser simples y fáciles, y
a medida que se van dominando los primeros, se avanza a los más comple-
jos y difíciles. En las artes hay acciones y por tanto éstas deben seguir en su
adquisición un orden progresivo.
***
• Gula del mltodo onomatop!yico: para muñar a lur y escribir simultaneamente, Editorial Parria,
S.A., México, D .F.
GREGORIO TORRES ÜUINIERO
N o creemos fuera de lugar apuntar aquí algunas ideas acerca del llama-
do Método natural. Ya dijimos en el primer capítulo que fundamental-
mente tal método es analítico de frases. Comienza por una frase; se hace que
los niños la lean y la escriban, si es simultáneo, o que la lean nada más , si es
suces1vo.
Luego se separan las palabras, ya sea en el pizarrón o materialmente es-
cribiendo la frase en una tira de papel, y recortando las palabras con tijeras.
Esto equivale a un análisis.
El trabajo del maestro se dirige entonces a que los niños distingan bien
unas palabras de otras, es decir, a que las reconozcan individualmente, escri-
tas en el pizarrón o tomando el recorte del papel en que cada una se halla es-
crita. Una vez que los niños son capaces de no confundir unas palabras con
otras y que las lean sin vacilación, se hace que acomoden las palabras sobre
una mesa o en el pizarrón para reconstruir la frase con ellas. Esto equivale
a una síntesis.
Se analiza y se sintetiza, pues, la frase, pero sin pasar de la palabra. Es
decir, sin llegar ni a las sílabas ni a las letras.
Del mismo modo se procede con varias frases; y con las palabras nuevas
y las conocidas se hacen, por medio de síntesis, nuevas frases.
• Guia t:kl mhodo onomatopiyico: para mstñar a lur y (Scribir simultan(ammu, Editorial Patria,
S.A., México, D .F.
TESIS PEDAGóGICAS 195
El niño lee las palabras enteras, en bloque. Y las reconoce por su aspecto
general, como una fotografía, como un retrato de ellas, sin saber si tienen sí-
labas ni si tienen letras. Y para ello se le hace que se ejercite constantemen-
te, viéndolas y fijándose la imagen de ellas en su mente. Aprende por la vista.
Luego, entonces, el método no es fonético. Es visual.
Y así, por medio de nuevas frases, nuevas palabras sacadas de ellas por
análisis y nuevas y diversas combinaciones para formar sintéticamente nue-
vas frases , el niño aprende a leer.
Este método, que es muy propio en el idioma inglés, como lo vimos en el
capítulo anterior, se ha adoptado por algunos maestros para la enseñanza de
la lectura en español.
Reflexionemos.
El inglés y el español son dos idiomas de diverso genio. En aquélla mis-
ma reunión de letras tiene diversas pronunciaciones; en éste la misma combi-
nación de letras se pronuncia siempre igual. Esta es una gran diferencia entre
ambas lenguas, que debe tenerse en consideración en la elaboración de un mé-
todo de lectura. Pongamos un ejemplo, véanse las siguientes palabras inglesas:
beet wright so
E 1 profesor belga doctor Ovidio Decroly ha adquirido gran fama por sus
experimentos pedagógicos en su escuela de la calle de la Ermitage, en
Bruselas. Libros escritos por el propio Decroly no conocemos, pues parece que
se ha limitado a dar cuenta de sus experimentos en memorias publicadas en re-
vistas científicas. Pero hemos leído dos interesantes libros relacionados con ta-
les experimentos. Uno es El método Decroly, por la señorita Amelía Hamaide
(1922), y el otro es Contribuci6n a la introducci6n del método Decroly, por
Luis Dalhem (1923).
Entre las novedades pedagógicas del método Decroly aparece en lugar
prominente el método para la enseñanza de la lectura y escritura.
Dalhem dice: "Ha sido menester un método de lectura completamente
nuevo, y tal es el que constituye la grande innovación del sistema".
Pero tal método, como se verá, no es más que la combinación del método
de frases americano, que describimos en el capítulo anterior, y el analítico de
frases que preconizó Jacotot en la primera mitad del siglo XIX.
En efecto, este ilustre pedagogo francés enseñaba a leer y a escribir con
la primera frase del Telémaco: Calipso no se podía consolar por la partida
de Ulises.
* Gula del método onomatopéyico: para mseñar a leer y escribir simultaneammte, Editorial Patria,
S.A. , México, D.F.
GREGORIO TORRES ÜUIN!ERO
Esta frase se leía y escribía cuidadosamente; y Jacotot hacía que los alum-
nos distinguieran bien las palabras, después las sílabas y por último las letras.
Este mismo método adoptó en 1892, en su libro para primer año, nues-
tro talentoso compatriota don Carlos A. Carrillo.
Pero hay que notar que Decroly no analiza desde luego la primera frase,
sino que usa varias frases enteras, es decir, establece un periodo o etapa de
frases y, cuando éstas se analizan, usa las palabras enteras por algún tiempo,
estableciendo así un periodo de palabras, sin llegar a la distinción de las síla-
bas ni de las letras, tal como se procede en el método americano, que hemos
descrito anteriormente. Y sólo después de un periodo bastante considera-
ble de las palabras completas, se pasa al de las sílabas y, por último, después de
un periodo silábico, se pasa a las letras, cosa que no hace el americano, pero
sí el de Jacotot.
¿En qué momento se pasa del periodo de palabras al de sílabas? En aquél
en que los niños confunden las palabras unas con otras, "cuando los alum-
nos se equivocan, dice Dalhem, leyendo rebanada por pan y literna por re-
verbero".
La notable educadora belga, señorita Descoudres, haciendo una obje-
ción al método de lectura Decroly, dice: "La lectura prematura de palabras
conduce a los niños a adivinarlas, y este hábito puede persistir en ellos por
mucho tiempo".
A lo cual contesta la señorita Hamaide: "Este hábito de adivinar las pa-
labras desaparece con bastante rapidez".
Es, pues, ese momento crítico o etapa de adivinación y confusión de las
palabras el que se aprovecha para pasar a las sílabas.
Es notable que un pedagogo mexicano se haya adelantado en eso a
Decroly.
Deben saber nuestros lectores que el método analítico de palabras exis-
te en nuestra patria desde tiempos anteriores al año de 1880. En 1884 apa-
reció el Tratado elemental de pedagogía, por el doctor Manuel Flores, obra
que es sin disputa de gran importancia y que solamente porque es nacio-
nal no ha sido debidamente apreciada por los maestros mexicanos. Pues bien,
el doctor Flores, establece también un periodo de palabras, y dice: "Una
vez que el niño conoce varias palabras, su memoria empieza a recargarse de
detalles, que por su complejidad y falta de relación entre sí se hacen más
ffSIS PEDAGóGICAS 201
RESPONSABILIDADES PEDAGÓGICAS
métodos americanos, para traer aquí lo mejor, dado que fueran adaptables al
español, sino que, en la pugna pedagógica que en cuestión de lectura se si-
gue en los Estados Unidos, tomó partido y se afilió en una facción que no
cuenta por cierto, actualmente, con todo el apoyo de las investigaciones cien-
tíficas que allá continúan desarrollándose. Porque hay que decirlo de una
vez: nada hay aún definitivo en este terreno en los Estados Unidos; por lo
cual la labor de los laboratorios psicológicos sigue en actividad en busca de
datos, de nuevas luces, de confirmaciones o de negaciones, etcétera.
Algunos podrán censurarme diciendo que si inicio esta discusión acerca
de las resoluciones de la Conferencia pro-Lengua nacional, se debe a que soy
autor de un método de lectura no comprendido favorablemente dentro de
dichas resoluciones, y que, por tanto, mi actividad no es desinteresada. A esto
contesto anticipadamente, primero que precisamente porque la Conferencia
pro-Lengua nacional ha condenado mi método, salto a la palestra. Por algunas
razones lo hice, y es de hombres defender los propios razonamientos. Correr
ante el ataque es o cobardía o incompetencia. Y aunque viejo, no quiero ser ta-
chado ni de lo uno ni de lo otro. Y, segundo, quiero demostrar que no es el
interés comercial el que me mueve, sino la creencia de que las resoluciones de
la Conferencia son trascendentalmente erróneas. En esta actitud llevo con-
migo el mayor interés en aclarar una cuestión de alta importancia para la
educación popular. Probaré que los métodos americanos son impropios e
improcedentes en el español; que son enormemente pesados y caros para los
maestros; que son muy caros para los alumnos si han de llevarse con fideli-
dad; que son excesivamente tardíos, y que, en una palabra, son eminente-
mente perjudiciales.
LAS FÓRMULAS EN ARITMÉTICA*
cit
r=---
100
en que "r" es el rédito, "e" el capital, "i" el interés y "t" el tiempo. Sustitu-
yendo por los datos las letras de la fórmula se obtiene
800 X 9 X 5 = 8 X 9 X 5 = $ 360
100
X=-----
16 X 6
X = - - -- -
16 X 6
X=-----
8
16 X 6
X=-----
8 X 54
16x6x135
X=
8 X 54
En seguida se simplifica la fórmula dando octava al 16 y al 8, y sexta al 6 y al 54:
2x1x135
X=
1X 9
Luego dando novena al 135 y al 9:
2 x 1 x 135 = 30 hombres
X=
1X 1
MEDICIÓN DE SUPERFICIES
1 6 11 16 21
2 7 12 17 22
3 8 13 18 23
4 9 14 19 24
5 10 15 20 25
5 METROS
La parte que por un lado se quita, es del todo equivalente a la que por otro
se agrega. Luego:
La superficie del rombo y del romboide se obtiene multiplicando la base
por la altura.
El trapecio puede convertirse en romboide:
E n toda materia de enseñanza hay dos partes que distinguir: lo útil y lo cu-
rioso. No cabe duda que entre estas dos partes, la preferencia debe exis-
tir en favor de la primera; y aún tratándose de lo útil , hay que hacer todavía
una selección y entresacar aquellos hechos que sean fundamentales para dar-
les la primacía que les corresponde en el arte de la trasmisión de los conocí-
. . .
m1entos pnmanos.
Gerard lo ha dicho "No debe enseñarse todo lo que es posible, saber,
sino aquello que no es permitido ignorar".
Los maestros deben reflexionar sincera y debidamente en esta cuestión ,
a fin de que se prevengan contra la tendencia que en muchos de ellos se nota
de extenderse demasiado en explicaciones de hechos o fenómenos que, si son
útiles, lo son menos que otros que no tendrán tiempo de enseñar por no ha-
berles dejado el lugar correspondiente, sacrificando así la parte más funda-
mental o importante de las materias escolares.
Contra la acumulación de conocimientos que trasmitir en los días que
preceden a los exámenes recargando la mente infantil de un montón de hechos
y palabras confusos, existe la repartición mensual de los programas. En este
caso resta determinar qué cantidad de materia corresponde a cada lección y
cuáles han de ser los puntos más preferentes que deben tratarse. Si esta labor
se hace juiciosamente, la enseñanza resultará integral, en la acepción que pue-
de darse a esta palabra dentro del concepto de la escuela primaria.
Pero no siempre se procede así, desgraciadamente.
Tomando la enseñanza de la historia patria, por ejemplo, se verá que los
maestros dan a la prehistoria y a la historia antigua una longitud desmesu-
rada que se concilia poco con los principios arriba enunciados. Obsérvase, en
efecto, que sus lecciones versan sobre el origen de los pobladores de México,
cuestión no dilucidada, de las emigraciones de los pueblos, punto oscuro
igualmente, y lo que es peor, de las aventuras que se cuenta fueron teniendo
algunas tribus particulares, de ninguna importancia capital, con un lujo de
detalles que parece nada menos que la escuela primaria se ha convertido en
universidad de historia.
Y como se dice que la enseñanza de la historia ha de ser atractiva, cada
maestro reviste sus lecciones con las galas de una narración novelesca, resul-
tando el tema ampuloso y agigantado, y con un mínimo de enseñanza efecti-
va. Con ese sistema, no es raro que los niños asistan en sus clases, por la ma-
yor parte del año, a sólo la alborada antigua de la historia, aprendiendo un
grande acervo de minucias concernientes a las aventuras de personajes sin
importancia ni trascendencia, que aparecen esfumados en las remotas épocas
de México, cuando la civilización brotaba lentamente, en parto laborioso, de
la barbarie de las tribus errantes o que comenzaban a ser sedentarias.
La importancia de todos esos fósiles históricos corre parejas con su in-
tensidad. La mayor parte son cuentos o tradiciones que nos legaron los pri-
mitivos cronistas o que se han establecido por interpretaciones más o menos
erradas, o más o menos acertadas de las viejas pinturas.
De todo eso hay que hacer una selección cuidadosa, poniendo a un lado
solamente lo que no es permitido ignorar, como dice Gerard y distribuirlo en
unas cuantas lecciones interesantes. La historia antigua de México no merece
crédito, y eso relativo, sino desde el establecimiento de los toltecas en Tu la,
y adquiere certidumbre desde algún tiempo antes de la Conquista.
Aquellos sucesos anteriores, si bien explican parte de nuestros anteceden-
tes como pueblo americano, no son de tal manera importantes, que su ense-
ñanza se haga con detrimento de lo que real e indiscutiblemente lo es: la his-
toria moderna y contemporánea.
TESIS PEDAGÓGICAS 231
P ara todos es sabido que nuestro Himno Nacional tiene un coro y 1O es-
trofas, cada una de éstas compuesta de ocho versos. Siempre que en las
festividades cívicas se trata de cantarlo, si se cantase íntegro, resultaría dema-
siado largo. Sin duda a eso se debe que generalmente no se cante sino la pri-
mera estrofa y alguna otra escogida al azar. Además, pocos son los mexicanos
que sepan de memoria las 10 estrofas, y no es raro encontrar que en momen-
tos de cantar nuestro himno, sólo excepcionalmente surge algún patriota que
lo sepa íntegro.
De lo anterior se deduce que es necesario reducirlo, reducirlo a tales di-
mensiones, que no sea un trabajo ímprobo aprenderlo. Para hacer esa reduc-
ción se necesita escoger de entre las estrofas, solamente aquellas que resulten
culminantes y resuman, por decirlo así, el pensamiento del autor, dejando a
un lado las menos fervorosas o de ideas muy abstractas, y adoptando aque-
llas que sean más fácilmente comprendidas por la inteligencia popular.
¡Lástima que en el coro figura la palabra bridón, palabra que no es de uso
común, y que no es entendida por muchos! Pero ya que no es posible susti-
tuirla por otra, a lo menos es necesario que se explique cuidadosamente a los
niños.
Coro
Estrofas
***
Lidiar. Viene de lid, lidia, que significa lucha, pleito. Lidiar es luchar,
combatir.
Guirnaldas. Coronas.
Laurel. Árbol de cuyas hojas se hacían antiguamente coronas para premiar
a los que se distinguían por algún gran hecho. La palabra laurel ha venido a
significar corona, triunfo, premio. Existe el verbo laurear que equivale a coro-
nar, premiar, honrar.
El sentido general de las estrofas es el siguiente:
En la primera se expresa el bello deseo de que haya paz en nuestra pa-
tria; pero que en caso de ser atacados por algún enemigo extranjero, recor-
demos que somos soldados:
En la segunda se dice que antes que consentir un yugo que doblegue
nuestro cuello, luchemos sin tregua y prefiramos desaparecer en medio de las
ruinas de la patria.
La tercera encierra el juramento que todo mexicano debe hacer de correr
a la defensa de la patria. Y el himno termina ofreciendo premios y honores a
la patria y a sus buenos hijos.
Los miembros de la familia posan en un estudio. Familia Virgen Sánchez. INAH-Fondo Enrique Brizuela.
IMPORTANCIA DE LA HISTORIA
DE LA PEDAGOGÍA*
Los ejercicios militares son considerados por algunos como parte de la gim-
nasia y por otros como enseñanza especial.
Considerados desde el primer punto de vista, claro está que una parte
no puede sustituir al todo, y que por consiguiente los ejercicios militares no
se han introducido a las escuelas primarias en sustitución de la gimnasia, ni
pueden introducirse con ese objeto. "No se trata aquí solamente, dice un
autor, de la salud, del vigor corporal y de la educación física de la juventud;
se trata también del buen funcionamiento de nuestras leyes militares, de la
composición y de la fuerza de nuestro ejército".
Hay, pues, además del ejercicio físico, un fin especial en los ejercicios
militares. Ellos por sí solos no pueden constituir la gimnasia escolar, porque
no pondrían en movimiento más que ciertos órganos, y esto, por otra parte,
en un orden muy limitado.
Los niños que frecuentan las escuelas públicas, serán mañana soldados.
Los deberes para con la patria así lo exigen. Es pues una obra patriótica in-
fundir en los niños hábitos viriles y familiarizarlos , desde la infancia, con el
papel que más tarde tendrán que desempeñar como defensores de la patria
y de sus leyes.
La obra es relativamente fácil. Aquí en Colima está llevada al terreno de
la práctica. ¡Con qué entusiasmo acogen los niños los ejercicios militares! El
director de la Escuela Superior Porfirio Díaz ha podido lograr que cada niño
se mande fabricar a costa propia, un fusil de madera, según un modelo cons-
truido bajo su dirección. Su batallón escolar, en perfecta formación, ha par-
ticipado en las procesiones cívicas del 16 de septiembre. Aquí cada escuela
de niños tiene su bandera. En las escuelas en donde no hay fusil escolar, se
hace uso del bastón gimnástico.
Los ejercicios militares deben ser aprendidos por los maestros en las es-
cuelas normales. Los normalistas que aquí se hallan al frente de la instrucción,
los aprendieron en la Escuela Normal de México.
En resumen:
En las escuelas primarias debe haber a la vez: juegos libres y ejercicios calisté-
nicos, gimnásticos y militares. Cada uno forma parte de la educación física,
sigue fines especiales y no puede sustituir a ninguno de los otros.
EDUCACIÓN FEMENINA*
En primer lugar, darles una buena educación y una sólida instrucción elemen-
tal. Enseñarlas después a coser, lavar, planchar, hacer calceta, bordar y hacer sus
vestidos , así como guisar y ser buenas reposteras.
Decirles que para economizar es preciso gastar menos de lo que se tiene,
pues de lo contrario se va a la indigencia y a la miseria.
Enseñarles que un ves tido de lana vale más que uno de seda cuyo importe
se debe o se paga a plazos.
GREGORIOTORRES ÜUINTERO
Basta arrojar una mirada sobre el programa anterior para convencerse de que
la reforma operada es trascendental. Hace tres años que en nuestras escuelas
se practica dando los más bellos y halagadores resultados. Todo él es una ca-
dena de ejercicios útiles. Comiénzase por lo más sencillo, por las costuras de
uso diario, por las costuras denominadas domésticas y se concluye por las fi-
nas y de lujo. Hoy la niña sabe que pasando por todos esos grados, adquirirá
un conocimiento sólido y completo de la costura.
Mas no para aquí la educación femenina. Las niñas reciben en el 5° y
6° años un curso de Economía dom éstica, conforme al siguiente programa:
Aseo del cuerpo. Aseo necesario de los niños . Empleo del agua y del ja-
bón. Los baños. El sueño y los juegos. La cocina. Cómo se preparan los
manjares principales. Fabricación del pan en la casa. Repostería. Higiene
de la alimentación. Provisiones. Conservación de los comestibles. Bebi-
das . Condiciones del agua sana y agradable. Agua de pozo. Lo que es un
filtro. Graves inconvenientes de usar licores fuertes.
Visto lo anterior, un consuelo grande inunda nuestro ser. La parte más cara
de la humanidad, la mujer, se educa convenientemente en nuestras escuelas:
en ellas se procura formar mujeres sanas, instruidas y buenas, y adiestradas en
el manejo de la aguja y con un conocimiento más o menos aproximado de
las ocupaciones del hogar. Dejad a los espíritus retardados sumergidos en las
lejanías de la edad media lanzando al viento sus lastimeras lamentaciones. El
carro del progreso avanza y pronto los perderemos de vista.
LA MUÑECA*
1 hombre manifiesta su modo de ser desde que es niño. Cada sexo tiene
E sus juegos característicos. Los varones tienen predilección por ciertos jue-
gos que más tarde han de constituir su ocupación habitual. Hay niños que
se divierten encendiendo altares y diciendo misa: éstos serán beatos o sacer-
dotes; otros se entretienen componiendo aparatos ingeniosos: se rán mecá-
nicos; aquellos se pasan el tiempo aturdiendo con el clarín, el tambor y sus
órdenes militares: éstos tienen vocación para soldados, y así sucesivamente.
El ruido domina en los juegos varoniles. ¿Y las niñas? Éstas se inclinan por
los juegos tranquilos, por lo que halaga a la vista, por lo agradable; aman el
adorno, buscan las joyas, lo que brilla, los espejitos, los trapitos y sobre rodo
las muñecas.
¿Las muñecas? He aquí el encanto de la mayoría de las niñas. Miradlas
cómo cuidan la muñeca, la visten, la desvisten, le prueban nuevos trajes, ima-
ginan nuevo corte, piensan en la moda, en nuevas combinaciones de colores
y listones. Cierro que las manos son torpes , que la aguja y las tijeras no obe-
decen el deseo; pero no importa abundan los recorres de tela: pedacitos de
gasa, lanas y sedas que la vecina o la costurera le han regalado . ¿Será econo-
mía doméstica la que guía a las niñas a recoger los pedacitos de porcelana,
de espejo, vidrio o madera que han de servir para adornos de la sala? ¿Será
economía doméstica ese cuidado que toman en guardar los sobrantes de en-
caje, blonda, telas, hilo y demás cosas que han de lucir en su muñeca? De lo
que gusta la niña es del adorno; pone guapa a su muñeca por afición, por
placer, por interés propio; ve a su muñeca, y se imagina grande; ve en ella su
futuro retrato; adivina en ella su propia coquetería; la adorna, para aprender
a adornarse ella misma . Y con la vista fija en ella, no siente pasar las horas y
olvida el desayuno y el barrido de la casa.
" He aquí, dice Rousseau , un gusto bien decidido que no tenéis más que
seguir y reglamentar. Es seguro que la niña querría de todo corazón saber
adornar su muñeca ... "
Y en efecto: ¿qué lecciones de costura reciben las niñas con m ás placer
que !as que se relacionan con el vestido de su rorro? Los niños aprenden de
buen grado rodo lo que satisface para ellos una necesidad y cuya utilidad
perciben claramente. ¿La lectura? ¿La gramática? Las niñas se encogen de
hombros y mejor quisieran acabar el fichú de su muñeca que la plana de es-
entura.
¿Y por qué la maestra no ha de aprovechar de esta inclinación? Come-
nio dice que la instrucción es tanto más fácil cuanto más de cerca se sigue el
camino de la naturaleza y que todo lo que es natural se hace sin sacrificio.
Pues bien , dadas las cualidades pedagógicas de la muñeca, sólo falta ave-
riguar la utilidad c;ue puede sacarse de ella. En el condado de York, Ingla-
terra, rodas las alumnas tienen muñecas que las inician muy temprano en los
secretos del corre y de la costura.
El abandono de la enseñanza del corre de ropa en las escuelas reconoce
como causa el gasto que ocasionaría la compra de telas, gasto que la mayoría
de las niñas no está en capacidad de hacer. Todo ésto queda subsanado con
el uso de la muñeca. Dice Aldis:
Yo doy una gran importancia, al arte de vestir muñecas de una talla suficien-
temente grande, un pie próximamente, para que los vestidos resulten bien he-
chos. Las muñecas son en extremo educativas, y temo que las niñas no tengan
tantas como yo quisiera. La confección de muñecas ofrece un trabajo muy va-
riado lleno de atractivo cuya recompensa se obtiene pronto. El gasto de los ma-
teriales es mínimo: las cabezas son baratas, la construcción del cuerpo de trapos
no cuesta nada, y es muy buen ejercicio el arreglo de los miembros . El corre se
GREGORIO TORRES 0UINTERO
puede enseñar de esta manera. La niña puede cortar, echando a perder, las miles
de piezas que costarían mucho si fuesen para una persona grande. Enseñado en
conjunto con otros ejercicios, el arte de vestir muñecas hará de la costura un
pasatiempo agradable y no una obra seria y penosa.
¿QUÉ SIGNIFICA LA PALABRA LAICO?*
esde hace algunos años esta palabra, laico, ha sido tema de enojos y dis-
D cusiones constantes. Laico, para los ignorantes, significa protestante,
masón, polar, ateo, irreligioso, hereje, enemigo de la religión, judio, etcétera.
De aquí que a la enseñanza laica le apliquen también todos esos epítetos
y todos los más denigrantes que pueden encontrarse en el lenguaje de la in-
tolerancia religiosa. Si todas esas personas se tomasen la molestia de consul-
tar un diccionario, cambiarían de modo de pensar.
Laico es sinóni:no de lego, de seglar y de secular.
Lego es un adjetivo que se aplica al que no ha recibido órdenes clericales.
Seglar es otro adjetivo que se aplica a todo lo que pertenece a la vida,
estado o costumbre del siglo o mundo, como contrapuesto a eclesidstico o
regular.
Secular se aplica particularmente como contrapuesto a regular y religio-
so. Mundano.
De secular se deriva un verbo, secularizar, que significa: hacer o volver
secular lo que era puramente eclesidstico; convertir en dependencia del siglo lo
que era dependencia exclusiva de la iglesia.
Si el verbo laicizar existiera, tendría exacta y justamente la misma signi-
ficación que secularizar.
Es decir laicos son todas las personas que no son sacerdotes, frailes o monjas.
Todos los cristianos son laicos, dice monseñor Segur, es decir la madre,
el padre, los hermanos de un sacerdote son laicos; laico es el sacristán; laicos
son el director y profesores de una escuela católica; laico el catedrático de un
seminario si no es sacerdote; laicas las alumnas de un colegio católico; laicas
las mismas profesoras; laico el cantor, el monaguillo, el campanero; laico el
orador de una solemnidad religiosa o escolar, si no gasta sotana, etc. Si alguna
de estas personas abraza el estado religioso, deja entonces de ser laica.
LA ESCUELA LAICA Y LA RELIGIOSA*
Pues bien, a la cárcel entran muchos , sólo cuando hay buena y abundan-
te policía. Eso es claro como la luz meridiana. Sin policía, no hay criminales
en la cárcel, y por consiguiente no puede haber estadística criminal.
Así pues, el cargo aquél es tan ilógico como éste: La criminalidad aumen-
ta, y este aumento coincide con el mejoramiento y desarrollo de la policía.
Luego la policía es mala.
Pero, señor mío , ¿no ve usted que de cada 100 criminales, 11 salen de
las escuelas católicas y 89 de las laicas? No sea usted terco: el laicismo es
malo; eso es tan claro como la luz meridiana.
¡Qué luz meridiana ni que ocho cuartos! ¿Qué clase de escuelas son en
mayo r número: las laicas o las de catecismo? Las laicas .
¿A cuáles concurre mayor número de alumnos? A las laicas , porque a
las escuelas de catecismo sólo concurre un porcentaje reducido de la pobla-
ción escolar.
Conclusión : de 100 delincuentes, el mayor número procede, como es
natural, de las escuelas laicas.
Allá cuando toda la enseñanza dependía de la Iglesia y que no había,
por consiguiente, escuelas laicas, ¿de dónde procedían los delincuentes? En-
tonces procedían todos de las escuelas de catecismo.
Si en aquel tiempo se hubiese hecho estadística criminal, se habría dicho:
de 100 criminales que caen en manos de la justicia, los 100 han salido de las
escuelas que sostiene la Iglesia. Luego las escuelas de catecismo son malas.
Esta conclusión es tan verdadera como la que hemos citado en contra de
la escuela laica. Para los que sólo miran las cosas por encima, como esos pe-
riódicos sectarios, va este arriculejo: EL que tenga ojos, que vea; eL que tenga
oídos, que oíga.
LA ENSEÑANZA LAICA*
... Nosotros queremos que el maestro sea libre en su escuela. Al mismo tiempo
dejamos al sacerdote libre en su iglesia. Al uno le atribuimos la ciencia, lo que
se demuestra; al otro le damos pleno poder en el dominio de la fé de lo que se
cree; al uno el dominio de lo que se comprende con las solas luces de la razón ; al
otro el dominio a donde es preciso hacer intervenir la luz de la gracia; a uno y
a otro, al maesrro y al sacerdote, la protección, el respeto, la libertad. De esta
manera separamos esos dos dominios, dejamos a cada uno libre, evitamos los
conflictos y aseguramos la paz pública .. .
l . Que juzga enteramente iluso ri o el valor de los exámenes individ uales, tales
como se practican en la gran mayoría de nuesrras escuelas primarias, para co-
nocer de una manera exacta la insrru cción de los alum nos.
2. Que los cree aú n menos a propósito para revelar los progresos rea lizados en
la educació n de los ni ños.
3. Que los considera directamente nocivos para los fi nes q ue persigue la ed uca-
ción moral, y que, por lo mismo, aboga por la supresión de esos actos.
4. Que imporra mucho a los maes rros formarse un concepto, lo más exacto po-
sible, de los progresos que va n realizando todos y cada uno de sus discípulos,
A tan autorizada opinión nada tenemos que agregar nosotros, y sólo quere-
mos robustecerla llamando la atención de nuestros colegas , sobre el hecho de
que en este pequeño estado se practican sustancialmente esas mismas ideas
desde hace cerca de cuatro años. Aquí hemos suprimido los exámenes indi-
viduales y los hemos sustituido por los exámenes colectivos, y el año escolar
se ha dividido en dos periodos de trabajo.
Carecemos en Colima, como en la gran mayoría de la República, de una
inspección técnica bien organizada, y mientras ésta no se consiga, hemos com-
prendido que la completa supresión de los exámenes sería más bien perjudi-
cial que útil.
Deseando contribuir con nuestro grano de arena a la dilucidación de este
asunto que reviste un interés tan marcado , no creemos fuera de lugar decir
unas cuantas palabras acerca de la manera de hacer los exámenes en Colima.
Para ello citaremos los artículos reformados de la Ley de Instrucción Prima-
ria relativos a dicho asunto . Helos aquí:
GREGORIO TORRES OUINIERO
Art. 44. Los exámenes y reconocimientos serán en las épocas que la ley in-
dica. Unos y otros revestirán la forma de repeticiones generales hechas en
colectividad por todos los alumnos de un grupo, un verdadero catequis-
mo de los que emplea el maestro en los días de repetición o recapitulación.
Art. 45. El catequismo versará sobre el tema que la suerte decida. Los
temas de examen que hagan los maestros de esta capital y Villa de Álva-
rez, se sujetarán a la aprobación del inspector, quien les pondrá su visto
bueno en caso de que en ellos esté contenido lo que el programa respec-
tivo exige. Si los temas no tienen el visto bueno de que se acaba de ha-
blar, ningún alumno de la clase correspondiente podrá obtener la califi-
cación suprema.
Art. 46. Las calificaciones serán numéricas desde el O al 4, en este
orden: O, Mal; 1, Mediano; 2, Bien; 3, Muy bien; 4, Perfectamente bien.
La calificación aprobatoria inferior es de dos Medianos y un Mal. Cual-
quiera otra calificación inferior a ésta, es reprobatoria.
Art. 47. Para hacer la calificación de cada uno de los alumnos exa-
minados, el Jurado deberá tener a la vista el libro de Calificaciones men-
TESIS PEDAGÓGICAS 267
l . Una semana antes del examen de fin de año, el maestro hará una cla-
sificación entre los alumnos que deban pasar y los que repetirán año.
2. Para ésto sólo se atenderá al aprovechamiento.
3. A los alumnos que no deban pasar se les calificará en la columna de
guía con la cifra O.
4. Para calificar a los que deban ser aprobados, se tomará en considera-
ción también la aplicación y conducta valiéndose de la calificación
media anual y pudiéndose modificar a juicio del maestro en casos ex-
cepcionales.
5. El maestro debe ser sumamente justo al calificar: no prodigará la
calificación suprema y alejará de sí cierta modestia que suele ser per-
judicial.
6. No se debe atender nunca a la posición social del alumno.
7. Todo alumno aprobado tiene forzosamente que ascender de grado.
8. En los reconocimientos sólo se calificará a los alumnos con la media
que den los registros escolares.
9. El jurado aceptará en principio la calificación del profesor, pero pue-
de hacer las modificaciones que juzgue convenientes en las calificacio-
nes de los alumnos que deban ascender de grado.
los que contiene el programa oficial. El profesor toca de este modo todas las
materias del programa durante dos o tres horas para cada año o curso. La ca-
lificación es individual, hecha según las prescripciones de las Conferencias pe-
dagógicas. No se dan, pues, calificaciones para cada materia; la calificación
es general y abarca todo el grado o año escolar. Ningún niño aprobado dej a
cuentas pendientes y siempre asciende de grado como alumno de número.
Los exámenes públicos son amenizados con recitaciones en coro e in-
dividuales, en prosa o verso; los niños cantan coros al unísono o a dos o tres
voces, según el grado, acompañados al piano; toca la orquesta intermedios
de música; ejecútanse ejercicios gimnásticos y militares y hay exposiciones de
caligrafía, dibujo y trabajos de aguja. Al concluir el examen, el Jurado da lec-
tura en voz alta a las calificaciones obtenidas por los alumnos indicando ade-
más las faltas de asistencia que cada uno tuvo durante el año escolar.
Hase notado que estos actos interesan mucho a los niños y a los padres
de familia, y concurre mucha gente a ellos, principalmente si tienen lugar de
noche en algún sitio público, como un teatro , etc. Vienen a ser una especie
de fiestas o exposiciones escolares, que tienen por resultado un contento ge-
neral en toda la sociedad.
Así pues, sin llegar al extremo de la completa supresión de los exáme-
nes, Colima cree haber realizado un positivo progreso en la manera de hacer
los exámenes colectivos de sus escuelas. Los buenos resultados obtenidos, lo
confirman.
LAS FIESTAS ESCOLARES DE FIN DE AÑO*
No cabe duda que actos como esos dejan su dosis de benéfica influencia
en el espíritu de los niños, animándolos al estudio o cultivando su patriotismo.
La escuela tiende, pues, a hacerse amable, a mezclar lo útil con lo agra-
dable, a no inspirar horror a los niños, e invitarles a franquear sus dinteles y
abrigarse bajo su techo bienhechor.
Si todavía se diera más ensanche al gozo infantil, haciendo que la con-
currencia se componga casi exclusivamente de niños, dando más acceso a los
padres de familia o celebrando la fiesta en un gran jardín, en un parque, don-
de se improvisasen otras distracciones apropiadas, la gente menuda de nues-
tras escuelas, la niñez, porvenir de la patria, su sostén y su vida, celebrarían
con más entusiasmo lo que pudiéramos llamar "Las fiestas de Minerva".
LAS DISTRIBUCIONES DE PREMIOS*
Es incuestionable, dice Bain, que en todos los tiempos los mayores esfuerzos
de la inteligencia humana han sido determinados por la emulación , la lucha
y la ambición de ser el primero. Pues bien, la cuestión es saber si en ausen-
cia de este estimulante podría obtenerse un grado menor de perfecciona-
miento, accesible a las facultades medianas. Si esto es posible, la ventaja mo-
ral sería evidente. De cualquier modo no es necesario hacer intervenir dicho
estimulante demasiado pronto ni usarlo desde un principio. En la infancia
se trata de desarrollar los sentimientos benévolos, y vale más no tener que re-
currir a la emulación. Para un trabajo que es fácil e interesante, sería inútil.
En los alumnos dotados de una facilidad poco común, sería preciso desarro-
llar más bien la modestia que el orgullo. **
Siempre nos ha parecido que los motivos que se han invocado para las
distribuciones de premios de los liceos y colegios, no podrían tener el mismo
valor para las de las escuelas primarias. Se trata en los liceos de excitar al tra-
bajo a los alumnos que anuncian talento en vista de las carreras liberales o
de las funciones públicas. En las escuelas primarias el objeto es poner a todos
U no de los deberes más apremiantes que los maestros tienen que cum-
plir, si quieren que la enseñanza sea provechosa y eficaz y dé todos los
resultados que son deseables, es sin duda alguna la inspección del trabajo de
los alumnos. Después de haber preparado escrupulosamente la lección y de ha-
berla expuesto en la debida forma, aún queda asegurarse de si los alumnos han
asimilado el conocimiento o lo han dejado flotar vagamente en las regiones
del espíritu.
Nosotros hemos conocido a maestros de grande inteligencia e instrucción
vastísima, cuyas lecciones eran notables por la belleza de la forma y lo con-
cienzudo del fondo, fracasar solamente por falta de inspección del trabajo de
los alumnos. El tiempo se pasaba en lecciones y más lecciones, unas tras otras,
sin interrupción, en un orden invariable; y a la aproximación de los exáme-
nes, un reconocimiento más o menos formal bastaba para convencerse de que
el tiempo se había perdido lastimosamente. ¿Y por qué , si aquellos maestros
habían trabajado sin cesar? Porque el papel de los alumnos se había reduci-
do a escuchar y el de los maestros a decir; había sido un comercio intelectual
entre unos y otros sólo aparente; las lecciones orales se habían evaporado co-
mo el perfume de un frasco abierto; faltó el interrogatorio cotidiano, ese bu-
zo que se hunde en las ondas del alma para buscar las perlas, las ideas; faltó la
aplicación de los alumnos, ese germen de la actividad que sólo incuba el calor
bres generalmente, que son escogidos como víctimas, tanto por él como por
los alumnos.
La sátira, que indudablemente tiene su utilidad en el teatro o en las co-
lumnas de un periódico, mas es del todo inconveniente en el santuario de
una escuela. E~ una planta exótica puesta en un invernadero; sus flores se
atrofian o producen frutos empedernidos. Estos son amargos , y su amargu-
ra destila hiel en los corazones infantiles. El odio se reconcentra en el alma
del niño, se lastiman sus afectos, se sublevan sus pasiones o se degradan sus
sentimientos buenos. Hay repulsión en lugar de atracción . De aquel jardín de
la infancia brotan miasmas en vez de perfumes. En lugar de paz es la guerra.
En lugar del amor es el odio.
Con razón nuestro Reglamento para las Escuelas de Instrucción Prima-
ria dice en su artículo 36:
Jamás se debe injuriar a los niños con palabras ofensivas, tales como bestia, asno,
ignorante, imbécil, miserable, vagabundo, ere. Tampoco debe burlarse de ellos
ni ponerlos en ridículo, porque esto rompe los lazos de cariño y estimación que
debe haber entre maestros y discípulos.
LAS ESCUELAS NUEVAS*
• Yucatán (Scolar, Boletín mensual del Departamento de Educación Pública, Mérida, Yuc.,
agosto de 1918.
GREGORIO TORRES ÜUINIERO
escuelas nuevas más notables carecen de las siguientes o las desarrollan defi-
cien temen te:
Esperamos que con esta exposición llegue al ánimo de nuestros lectores, una
idea clara de lo que significa en pedagogía contemporánea el novísimo tér-
mino: Escuela nueva. Los que deseen mayores desarrollos, deben leer la obra
de Faria de Vasconcellos.
Y para terminar expondré esta importante nota. Las escuelas nuevas son
de iniciativa privada y de un costo excesivo. No podrían generalizarse como
órganos de un sistema de educación pública. Lo más que intentan los gobier-
nos es hacer experimentos; pero su acción cesa ante la imposibilidad econó-
mica de convertirlas en instrumentos de educación popular. No son escuelas
para todos.
Gregorio Torres Quintero.
CARTA A LOS MAESTROS DE YUCATÁN*
EL AMOR A LA PATRIA
• Yu catdn (Scolar, Boletín mensual del Departamenro de Educación Pública, Mérida, Yuc. ,
julio de 1918.
GRfGORIO lORRfl OUINlfRO
a Judas Iscariore, al gran traidor de los siglos, recontando sobre sus rodillas los
30 dineros de la inmortal leyenda, fruto vil de su avaricia y de su sed metálica.
Pero debiera parecerse en lo demás: arrepentirse de haber delinquido y acabar
la infame vida en las altas ramas de un árbol piadoso.
Pero no debemos permitir que nuestros hermanos rengan un fin tan la-
mentable. Si han pensado mal, aún es tiempo del arrepentimiento , y es preciso
ilustrarlos para que sepan cumplir sus deberes para con la patria.
Y a vosotros, oh maestros, roca este deber de ilustración , puesto que el co-
metido vuestro no es otro que el de enseñar al que no sabe.
En una carta breve, como deben ser todas las cartas, sólo puedo esbozaras en
grandes lineamientos vuestra misión: sois factores importantes en la educación
de los niños. Contribuís con vuestro arre y vuestra ciencia a formar el alma in-
fantil. Entre los sentimientos que deben integrar esta alma, está el amor a la
patria. Y el amor a la patria lleva consigo deberes que cumplir.
¡La patria! ¿Qué es la patria?
Imaginaos que un niño os hace esta pregunta. Y os la hace porque oye
la palabra patria en muchas bocas o la ve escrita en muchas páginas , sin com-
prenderla.
Y vacilaréis para contestarle.
"La patria ... (le diréis) ... es el lugar en que hemos nacido".
Y habréis dicho hasta cierto punto una verdad.
¡El lugar! Un lugar puede ser desde un centímetro cuadrado de extensión
hasta un continente entero, hasta la tierra toda, si consideramos a ésta como
una parte del universo.
Cada niño piensa en su lugar, en su patria. La idea tiene que ser concre-
ta, precisa, como todo lo que se presenta en el albor de un alma. Piensa en
su casa, en la cual ha nacido. Su casa es su patria. Hay muchas patrias, pues-
ro que hay muchas casas, y cada condiscípulo tiene su patria.
"¿Amas a tu patria?" Se pregunta a un niño. Y es como si le preguntaráis:
"¿Amas a tu casa?", o "¿amas el lugar en que has nacido? "
El niño no hallaría que contestarnos. Las casas de los niños no son todas
amables: las hay ruines y malsanas, las hay ricas y bellas.
Los niños pobres , además, cambian de casa frecuentemente . ¿Cuál es su
patria?
TESIS PWAGÓ61CAS 293
cimientos, para unos la patria es la finca del campo, la villa, la ciudad, el mu-
nicipio, el partido; para pocos, el estado, y para otros, más pocos aún, la Re-
pública Mexicana.
Muchos hombres, en este concepto, siguen siendo niños. Su patria es lo
que su vista alcanza: está limitada por sus sentidos, por su horizonte visual.
Hablarles, pues, de la patria grande cuando aún no comprenden bien la patria
chica, es invertir el orden de la adquisición de las ideas. Se enseñarían palabras
y sólo palabras. Sin ideas no hay sentimienros. Sin sentimientos no hay actos.
La patria grande, repito, es una abstracción difícil.
Arrojad una piedra en un estanque; al caer conmueve bruscamente el agua,
levanta olas, y éstas se van retirando, cada vez más grandes, en círculos con-
céntricos pero con menos tumultos, disminuyendo de intensidad hasta que
poco a poco van apagándose, apagándose, y concluyendo por desaparecer en
círculos tenues y lejanos.
Tal sucede con el amor a la patria.
El foco está en la patria chica, y los círculos se apagan poco a poco con
la distancia.
Para amar a la humanidad, se necesita comenzar por amar al prójimo. Un
suceso desgraciado nos afecta menos, mientras más lejos de nosotros se pro-
duce. Lo que pasa al sultán de Turquía nos impresiona menos que lo que pasa
al gendarme de la esquina. Una pequeña desgracia próxima nos conmueve
más que un inmenso cataclismo lejano.
Pero así como en el cálculo hay que abandonar el ábaco lo más pron-
to posible para elevarnos y entrar en los dominios del cálculo mental y de
las abstracciones, so pena de permanecer con las plantas de los pies adheridas
fuertemente al suelo, incapacitándonos para marchar, así es indispensable
que el amor a la patria no permanezca reducido a los pequeños círculos: fin-
ca, pueblo, villa, etc. El amor a la patria debe traspasar sus límites e ir más
allá, tramontando cerros, vadeando ríos, atravesando llanuras, surcando el
mar, hasta comprender la nación entera, la que está regida por las mismas le-
yes. Más aún; del amor de la patria grande debemos pasar al amor de las
otras patrias, al amor de la humanidad. Sólo así el hombre podrá cumplir su
destino en la Tierra.
¿Habéis cumplido, oh maestros, con el deber de ahondar este sentimien-
to y de extenderlo hasta sus más lejanas ramificaciones?
TESIS PEOAGOGICAS 295
• Yucatán escolar, Boletín mensual del Departamento de Educación Pública, Mérida, Yuc.,
agos to de 19 18.
GREGORIO TORRES ÜUINIERO
Ahora son 457 solamente, con una asistencia al fin del afio de 14 555
alumnos.
Ante estos datos es evidente, pues, que la institución va para menos.
¿A qué se debe esta disminución material?
A una razón principalmente: al despoblamiento de las fincas de campo
hecho por los mismos indios.
Y a una razón capitalista: a la negativa de dar trabajo en las fincas a las
familias que tienen hijos en edad escolar.
¿Y por qué se han despoblado las fincas?
Se dice que unos indios, haciendo uso de la libertad de tránsito que les
trajo la Revolución, se han ido a las selvas a plantar sus cabañas, para vivir sin
amo. La libertad los ha tornado en salvajes. ¡Triste fruto de una cosa tan bella!
Y se dice también que las prédicas socialistas han produci do el éxodo de
los indios de las fincas a los pueblos inmediatos, con el objeto de que así
aumenten las contribuciones públicas.
El hecho es que muchas fincas están casi desiertas; las habitaciones, antes
ocupadas por los indios, están ahora solitarias, arruinándose, sin puertas, dan-
do entrada a los animales vagos o tapiadas con cascajo para evitarlo.
Los indios cortadores de pencas de henequén, domiciliados en los pue-
blos, salen al campo, acompañados de sus hijos; y de esta manera, los meno-
res no van ni a la escuela del pueblo ni a la de la finca.
¿Por qué los propietarios rechazan a las familias que tienen hijos?
Pues para evitarse el pago de la escuela. Si no hay niños, no hay escuela.
Se ha señalado un mínimo de cinco niños para tener escuela. Con sólo per-
mitir dos o tres niños, ya no habrá la obligación de la escuela.
¿Pero todos lo hacen?
No. Las grandes haciendas no podrían hacerlo. Lo hacen los que tienen
fincas pequeñas.
¿Y por qué lo hacen?
Porque la contribución no es equitativa.
Lo mismo paga por su escuela el propietario que tiene 200 familias , que
el que tiene cinco. Todas pagan $120.00 al director, más un 20% para gas-
tos generales.
De allí esa defensa del propietario. Y esa defensa suele convertirse en
abierta hostilidad hacia la escuela rural.
TESIS PEDAGÓGICAS 299
15. Se ha dicho que lo que con tanto trabajo se enseña a los niños (leer,
escribir, hablar español, contar, etc.), se escapa de la mente del joven o del
hombre, como se escapa el perfume de una redoma abierta. Esta crítica, que
reposa en hechos ciertos, no debe hacerse a las escuelas rurales fundadas ha-
ce tres años. ¿Por qué, al hablar de su deplorable fracaso, se le carga en cuen-
ta? Aún no es tiempo. Pero el hecho, si no aplicable a ellas aún, es digno de
consideración. En el estado hay otras escuelas, establecidas en pueblos des-
de hace 30 o 40 años, tal vez 50. En esos pueblos la escuela no ha transfor-
mado nada. Los alumnos mayas olvidan a los pocos años el español que
aprendieron en ella; y como no escriben ni leen más, también olvidan el leer
y el escribir. Total: trabajo perdido.
Esta cuestión grave es cuestión de medio. Si el medio no cambia, si no
hay una modificación en el modo de vida de los futuros alumnos, hay que
confesar paladinamente la bancarrota de la escuela rural. Se les ha enseñado
lo que no necesitan.
La lectura y la escritura no valen por sí mismas, como materias o asigna-
turas , sino por los servicios que prestan, como medios, como instrumentos de
futuro aprendizaje. Son como las armas del guerrero, que brillan mientras se
usan; pero que se cubren de orín si se cuelgan en el rincón de la cabaña. Y los
indios han colgado en el rincón de su cerebro el español, las letras y los nú-
meros, y todo ésto se ha perdido bajo la capa polvorienta de los años.
¡Todavía si conservasen el español! Si lo conservasen, sería posible comba-
tir los efectos de esa horrible bancarrota, llevándoles libros, periódicos, biblio-
tecas. Sería necesario no abandonarlos a su suerte, sino mantenerlos siempre
despiertos por medio de una enseñanza postescolar adecuada a sus necesidades
locales y procurando ensancharles el horizonte de su vida. ¡Aún necesitamos
misioneros, misioneros del siglo XX, que vayan a levantar a esa raza de su pos-
tración secular!
Pero no creamos en la virtud omnipotente del alfabeto. Saber leer y es-
cribir no es nada. Enseñar a vivir. Éso es todo.
16. Y va aquí la cuestión del idioma. ¿Por qué se ha perpetuado en Yu-
catán la lengua de los aborígenes, a pesar del estrecho contacto que ha habi-
do entre indios, mestizos y blancos? En otros estados, son lo~ indios quienes
viven en comunidades o pueblos, lejos de los centros urbanos , los que han
mantenido vivas las lenguas de sus antepasados. En el de Yucatán parece que
GREGORIO TORRES OUINTERO
tros no saben maya, ¿cómo podrán explicarles las cosas? Sabiéndola, toda di-
ficultad desaparece". Los segundos dicen: "Si habláis en maya a los indios,
nunca aprenderán español. Habladles en esta lengua, haced que os hablen en
ella, y pronto la aprenderán". Los primeros agregan: "Por no hablar en maya
a los indios, no entienden ni las lecciones de lectura; leen, pero repiten el
contenido como cotorras; pronuncian los sonidos, pero carecen de las ideas.
Nosotros les explicamos en maya las lecciones". Los segundos repiten: "Eso
que decís , sucede precisamente con vuestro procedimiento. Les dais tan poca
oportunidad de hablar en español, que nunca llegan a entenderlo; lo que re-
piten, lo repiten inconscientemente; y pronto lo olvidan".
He aquí dos campos al parecer totalmente diversos. Sin duda, que los se-
gundos están más en razón, aunque no acierten del todo.
Es indiscutible que una lengua extraña sólo se aprende hablándola y oyén-
dola hablar. Método directo.
El "método de traducción" ha sido siempre un mal método. Todos los que
han aprendido una lengua por él, se han visto en la necesidad de reaprender-
la cuando han ido al país en que se habla. Sólo el uso de una lengua puede
llegar a hacerla de nuestra propiedad.
Los maestros que hablan maya y que creen que deben explicar sus lec-
ciones en maya, darían en maya una lección de geografía, del estudio de la
naturaleza y hasta de aritmética. Y ha habido quienes la hayan dado de "gra-
mática castellana", enseñando en maya, por ejemplo, la definición del verbo
o de la interjección, etcétera.
¿Cómo es posible que de esta manera aprendan los indios el español?
En cambio, los maestros que no hablan maya (caso ahora frecuente por
la inmigración de maestros del interior de la República), se ven en la nece-
sidad de hablar sólo en español a sus discípulos. Pues bien: esos maestros, sí
poseen la virtud del trabajo, logran mejor éxito en su enseñanza, que otros
que poseen la lengua maya.
Un ejemplo: en Cuzumal, partido de Hunucmá, hay un maestro de nom-
bre Evaristo Martínez. Tuvo 32 alumnos de primer año, de los cuales pasaron
al segundo año 29 , y sólo tres no fueron examinados, por estar enfermos.
Todos esos niños saben leer y escribir y hablan y entienden el castellano que
está en su esfera de acción. Y sin embargo, ese maestro es hostilizado, y pro-
bablemente abandonará la finca.
GREGORIO TORRES QUINTERO
En esras escuelas (las bilingües), las dificulrades son mayores en virrud de que
los niños desconocen la lengua. De aquí que los procedimientos sean disrinros,
usándose en la enseñanza de la lengua dos caminos: el procedimienro de uaduc-
ción y el procedimiento direcro. El procedimiento de uaducción fue ames muy
aplicado. Pero se ha desechado úlrimamenre, susriruyéndolo por el aprendizaje
direcro del idioma alemán. La lengua alemana es empleada por el maestro desde
luego. El mismo Comenio recomendó el procedimiento directo: "Las palabras
TESIS PEDAGóGICAS 309
deben ser enseñadas en íntima liga con las cosas, con objeto de cultivar al mis-
mo tiempo el entendimiento del idioma". En el procedimiento directo se da a
los niños al mismo tiempo el fondo y la forma del lenguaje. El nifio debe, por
ejemplo, ver la mesa y tocarla, diciéndole entonces el maestro la palabra mesa.
Del mismo modo aprende los nombres de las partes, de las propiedades y de las
funciones de las cosas; el maestro por ejemplo, recorre con la mano una naranja
y dice: redonda; deja caer una cosa y, al mismo tiempo, dice caer. Al aprendiza-
je directo del idioma se le ha llamado inductivo o método de conversación; su
empleo data desde la antigüedad y hoy es de uso corriente en algunos métodos
para el aprendizaje de las lenguas extranjeras, como el de Berlitz, en el cual, des-
de el principio el maestro habla el idioma extranjero con sus alumnos, dándoles
sentido a las palabras por medio de la intuición.
He incluido esta larga cita para ser más claro y para traer a contribución la
experiencia de otros pueblos. Estos otros pueblos son nada menos los que mar-
chan a la vanguardia del progreso pedagógico.
Repito, pues: el maestro de escuelas rurales en Yucatán debe ser ante
todo un maestro de idiomas; un maestro de español.
Por fortuna esta enseñanza directa del idioma está estrechamente ligada
con la enseñanza intuitiva. Las lecciones de cosas, o como ahora se dice: el es-
tudio de la naturaleza, forma parte de aquella enseñanza. La aritmética debe
ser también intuitiva. Y otras muchas labores escolares.
El maestro, de un modo intuitivo, enseñará a los niños los nombres de
las cosas y objetos más inmediatos, como quedó arriba explicado. Podrá en-
señarles a contar en español desde el uno al 10, al 20, etc., contando objetos
y poniendo a los niños a que los cuenten. Al principio se valdrá de señas, de
mímica, de actos, dando nombres a las cosas y a los actos. De esta manera la
enseñanza de la lengua irá acompañada de otras nociones útiles. El vocabu-
lario irá aumentando de día en día, y los niños se irán capacitando para em-
prender poco a poco sencillas conversaciones. Aun cuando el maestro tome
temas de aritmética, de lecciones de cosas o descripción de estampas, no de-
be olvidar que es lengua española lo que está enseñando. Lo demás vendrá
por añadidura.
¿Qué importa que el maestro emplee un año en esta enseñanza de la len-
gua, si es ella la base de la educación escolar de los indios?
GREGORIO TORRES QUINTERO
Pero el maestro no hará sólo eso. Los niños dibujarán, harán trabajos
manuales, cultivarán la huerta escolar. Aprenderán a hacer los números. En
todo eso, sólo el español deberá ser hablado.
Y el maestro deberá decir constantemente a los niños: "No te entiendo:
háblame en castellano".
19. Ya redactado este artículo y en los momentos de darlo a la prensa,
surgió una discusión en un diario local acerca de esta debatida cuestión de la
lengua maya. Apenas tuvimos tiempo de escribir este párrafo que con gusro
incluimos.
Dos maestros socialistas revolucionarios, de esos que escriben en Reno-
vación y La Razón y que desean la dirección del Departamento de Educación
Pública, publican con los pseudónimos de Cayo Graco y Tutulche, unas extra-
ñas opiniones acerca de esta importante materia.
Para ellos ¡no debe enseñarse castellano a los indios!
Uno de ellos dice: "Castellanizar ¿será sinónimo de civilización? Quien
no sabe español, ¿no tendrá derecho a la enseñanza? ¿Estarán en estado sal-
vaje los franceses, los alemanes, los japoneses, etc., por no saber español?"
¡Apenas son concebibles objeciones como éstas!
Si pedimos el castellano para los indios , es porque el castellano es la len-
gua oficial, la de la inmensa mayoría de los mexicanos. De 15 millones que
somos, sólo dos millones de indios no hablan el español.
Si la lengua oficial o de la mayoría fuese el francés, el inglés, el italiano,
etc., alguna de ésas sería la lengua que pediríamos para los indios. En el Bra-
sil los indios aprenden portugués. En los Estados Unidos, inglés. Los negros
de las diversas colonias o naciones aprenden los idiomas correspondientes.
En Yucatán los indios mayas deben aprender español , porque esa es la
lengua nacional y porque esta lengua nacional posee ya una literatura (a r-
tes , ciencias, filosofía), una literatura propia; y a ella se han traducido las
principales obras, las obras maestras correspondientes a las demás lenguas ci-
vilizadas.
¿Qué hará el indio maya que sepa leer y escribir en maya? ¿Co n qué ins-
trumentos podrá continuar su educación? ¿Se le van a traducir en maya to-
das las obras nacionales, hispano-americanas y españolas?
Esos hombres, que tanto aman a los indios y que procuran su reden-
ción, no harían con eso más que perpetuar en ellos el estado de atraso que
TEliS PEDAGóGICAS 311
los caracteriza. De ellos podría repetirse aquel dicho vulgar: Tanto quiere el
diablo a su hijo, hasta que Le saca un ojo.
El indio que entra en el dominio del español, logra con eso sólo una va-
liosísima conquista: el derecho de entrar en las bibliotecas, que ya están allí,
sin gastos de traductores ni de impresores ni de libreros ad-hoc.
Aun desde el punto de vista económico es un craso error el de esos de-
fensores.
Y luego, como socialista, dice que no tiene patria. Así lo expresa uno.
¿Cómo se llama ese apego al maya, sea indio o sea idioma? ¿No es el amor
de la patria chica? ¿No es, además, un amor ciego?
20. Un elemento que no debe olvidarse en esta cuestión, es la raza. Se ha
hablado mucho de la inteligencia de Los indios. Pero ésto no pasa de un buen
deseo, pues no hay que juzgar de todos los indios por la aparición de casos
geniales aislados. Se han hecho experimentos que tienden a demostrar la fa-
cilidad o dificultad de aprendizaje que poseen los niños de diferentes razas.
Y se ha observado que los niños de razas atrasadas o pueblos atrasados son
más precoces y que hasta aventajan a los blancos civilizados; pero que llega-
dos a cierto límite, se estacionan; y son los blancos los que descuellan y con-
tinúan su educación con ventaja.
Si es cierta la ley de la herencia (y todo hace pensar que sí), el indio no
puede tener la misma facilidad para aprender que el español. Su pasado his-
tórico está más vacío, más desnudo y desprovisto de adelantos científicos; en
consecuencia, su herencia es menor. Y después de varios siglos de servidum-
bre, de humillación y de explotación, podemos decir que el indio actual es
un desheredado.
¡Y todavía hay quien piense aquí en seguir las doctrinas evolucionistas de
Elslander al pie de la letra! Tales doctrinas de la evolución humana se fundan
en la herencia. Heredemos de nuestros antepasados la potencia de reprodu-
cir el tipo de la raza y de adquirir en pocos años el caudal científico y artís-
tico que acumularon para nosotros nuestros ancestros.
¿Y cuál es el capital artístico, científico, filosófico, moral, político y so-
cial que heredan de sus antepasados los actuales indios mayas? ¿Habrá quien
crea que existe en ellos la predisposición de llegar a ser otra vez los construc-
tores de palacios y templos como los de Uxmal y Chichen-ltzá?
GREGORIO TORRES QUINTERO
hados 7 042. Esto significa que este número de alumnos (7 042) aprendió me-
dianamente a leer y a escribir.
En el año que acaba de terminar (1917-1918) el número de escuelas
descendió a 457 (a sólo tres menos con relación al año anterior) con una ins-
cripción total de 19149 alumnos. De estos había al fin del año 14 555 , di-
vididos en grupos como sigue: primer año: 11 987; segundo año: 2 394; tercer
año: 174. Sólo se presentaron a examen 12365, habiendo resultado aproba-
dos 4532.
Ahora bien, si en el año escolar anterior se aprobaron 7 042 alumnos y
en el último 4 532, resulta un total de 11 574 aprobados.
He aquí los frutos de las escuelas rurales, a pesar de todo: 11 574 indios
que en tres años han aprendido a leer y a escribir, y por consiguiente a hablar
castellano.
¿No es ésto bastante?
¿Es ésto desconsolador o satisfactorio?
¿El fracaso de las escuelas rurales es tan deplorable como se ha clamado?
¡No! Las escuelas rurales, como institución nueva, lucha heroicamente
buscando su adaptación.
Ahora bien: si aminoramos las resistencias de que hemos hablado y co-
rregimos las deficiencias que se han advenido, tales escuelas producirán a su
tiempo los pingües frutos que de ellas han esperado sus fundadores .
DICTAMEN*
ACERCA DE LA
"CIUDAD ESCOLAR DE LOS MAYAS"
Sr. Gobernador:
* Yuca tdn ~scola r, Boletín mensual del Departamento de Educación Pública, Mérida, Yuc.,
junio de 1918.
GREGORIO TORRES 0UINTERO
***
***
Ignoro por qué !a "Ciudad Escolar de los Mayas" se hizo depender directa-
mente del ejecutivo. Tal dependencia la excluye de la subordinación que to-
dos los demás planteles educativos deben tener del Departamento de Educa-
ción Pública. Pero supongo que en los autores del proyecto sólo hubo, para esa
no depedencia del departamento, razones de origen puramente personal.
Siempre que en la formación de leyes o reglamentos intervienen como
factores las razones personales, se comete el error de no ver en frente de noso-
tros el bien general , sino el interés individual.
Y note usted , señor gobernador, cómo el pensamiento de los señores
expresados se perfila mejor en su iniciativa del mes de julio de 1917 y hoy rei-
terada en su memorándum, de procurar la Dirección General de las Escuelas
Rurales y hacerla depender de la _"Ciudad Escolar de los Mayas " como centro.
¿Y cuál es la razón aducida para semejante absorción? La de que con esa
absorción podrían tener bajo su mando a los inspectores y éstos podrían esco-
ger a los alumnos que debieran ingresar en dicha "Ciudad Escolar".
He aquí una razón de mera conveniencia, que va en contra de toda idea
de administración pública y de dirección general de las escudas.
Es principio admitido que en toda administración de cosas semejantes de-
be evitarse la dispersión de centros, así como la repetición de funcionarios. La
GREGORIO TORRES ÜUINTERO
***
***
¿No sería más cuerdo pensar que los alumnos no encontraron en el plan-
tel ningún atractivo , ni ningún interés?
Sé de un alumno de la hacienda de Sacapuc que dijo: "No hallo en la es-
cuela lo que busco; por eso no vuelvo a ella".
Como consecuencia de todo esto, los directores proponen, para remediar
el mal , la absorción de la Dirección General de la Enseñanza Rural en sus
manos, cosa que ya he discutido ampliamente.
¿Podría remediarse con esa absorción el mal? De ninguna manera.
Yo he conversado con los inspectores sobre ese particular, y me han re-
ferido que es imposibLe conseguir Los aLumnos; que han tenido que apelar a la
fuerza y a la astucia las más de las veces, y que los padres de familia están
disgustados con ellos habiendo ya recibido amenaza. Algunos inspectores te-
men presentarse en ciertas haciendas.
2. Los directores discuten la causa de las bajas. Echan toda la culpa a los
hacendados; a la guerra que éstos le hacen al plantel. Nadie niega que la ma-
yoría de los hacendados tenga un odio africano a la "Ciudad Escolar". Pero no
son ellos los que han sacado a los alumnos; son éstos los que se han fugado
o no han regresado después del periodo de vacaciones. Si algunos hacenda-
dos se han negado a pagar las pensiones, alegando que los alumnos no les
corresponden, porque los padres se han desavecindado , tal hecho no ha sido
causa de la salida de los alumnos .
3. Discuten la cuestión del internado con tan pobres razones en pro y
en contra, que no vale la pena de leer los renglones respectivos.
4. La cuestión de ubicar la escuela fuera de la ciudad es discutida en me-
jores condiciones. Se inclinan por el alejamiento y aun proponen como lugar
adecuado para la escuela la hacienda Sodzil.
No es la elección de la hacienda lo principal, sino los gastos de instala-
ción. En cualquier finca a donde piense trasladarse la escuela, habría que em-
prender gastos de consideración en edificios, muebles, talleres , implementos,
etcétera.
Presumo que estas razones económicas habrán sido el óbice principal para
que la "Ciudad Escolar de los Mayas" se establezca en ciertas haciendas leja-
nas y se haya preferido un local en que había ya un principio de preparación
considerable.
Toda cuestión educativa es también cuestión económica.
TESIS PEDAGÓGICAS 325
Por eso había pensado yo que mientras la Escuela Normal Rural no pu-
diera establecerse en el interior del estado, se considerase anexa a la Escuela de
Agricultura.
Desde el punto de vista general y pedagógico, claro es que una escuela ru-
ral debe estar en un distrito rural y no en una situación urbana o suburbana.
Son las escuelas urbanas las que debieran establecerse en las orillas de las
poblaciones , por diversos motivos: higiene, terrenos amplios para jardines,
juegos y gimnasios, mayor facilidad para la enseñanza industrial y agrícola,
y la idea de que debe haber un eslabón entre la vida de la ciudad y la vida del
campo, un intercambio de intereses y de simpatías entre el obrero y el cam-
pesino, entre el artesano y el labrador, entre el profesional y el rústico.
5. Los directores del plantel, en el párrafo titulado "Necesidades", expre-
san su deseo de que la "Ciudad Escolar de los Mayas" llegue a preparar a todos
Los maestros que deben servir La enseñanza rural. "Entonces, dicen, será necesa-
rio establecer algunos talleres más, como panadería, herrería, hojalatería, cor-
chaduría, imprenta, etcétera". Los talleres que actualmente tiene, son: carpin-
tería, albañilerh, labores de campo, confección de alimentos y de ropa.
Desearían tener también ganados diversos, una biblioteca y un laboratorio.
Y juzgan que para las labores agrícolas, es indispensable un técnico.
Una breve consideración sobre estas ideas demuestra que los señores di-
rectores están procediendo a tientas, sin poseer aún ni la conciencia del al-
cance de su experimento.
Han creído que la "Escuela Normal por el Trabajo" debe fundar talleres
y más talleres. Para ellos la mejor preparación de los maestros consiste en el
aumento de talleres. Creen en la virtud maravillosa de los talleres. En los ta-
lleres está descansando la obra capital de la escuela normal para indios.
¿Y qué talleres?
¡Cualesquiera; los que estén a la mano!
Tal parece que la función de la "Escuela Normal por el Trabajo", no es
formar maestros, sino artesanos.
¡Es el artesano el que tienen a la vista estos señores!
Y como artesanos, cuando los alumnos ejerzan como maestros rurales ,
procurarán hacer de sus discípulos otros tantos artesanos.
¿Se han puesto estos señores a estudiar la clase de vida que llevan los in-
dios en las haciendas?
GREGORIO TORRES QUINTERO
¿Son artesanos los indios en las haciendas? ¿Se dedican a la herrería, car-
pintería, hojalatería, panadería, imprenta?
¿Debemos procurar que los indios de las fincas sean artesanos?
Esta es la cuestión, hay que estudiarla.
Hay que darle al indio en la hacienda lo que necesite para la mayor efi-
ciencia de su trabajo y de su vida.
¿Necesita oficios?
Si los necesita, démoselos. Si no, está uno cometiendo el error de darles
margaritas a los cerdos. Es como si a los pescadores les diésemos lecciones de
telegrafía y a los mineros, de construcción de buques.
No debemos desviar al indio de sus ocupaciones naturales. Lo que debe-
mos es ayudarlo a perfeccionar su vida.
La educación rural debe tender a mejorar la vida rural.
Hay que enseñar a los indios a vivir mejor. La obra es más de elevación
social y moral, que de enseñarles artes que no usarán para ganarse la vida.
De allí que yo no esté de acuerdo con el carácter utilitario de las ocupa-
ciones en la "Ciudad Escolar de los Mayas".
Y sin embargo, ¡soy partidario del taller escolar!
Pero del taller que produce educación, no del taller utilitario del artesano.
Si el objeto fuera a establecer en la "Ciudad Escolar" una escuela de artes
y oficios y no una escuela normal, entonces el procedimiento sería correcto.
Una cosa es el taller en la escuela vocacional y otra en la escuela normal
o en la escuela primaria.
Como dice el eminente pedagogo americano John Dewey, el genial crea-
dor de la "Escuela Normal por el Trabajo", "el taller en la escuela, las ocupa-
ciones escolares, son instrumentos, métodos de vida; su objeto no es el valor
económico del producto, sino el desarrollo del poder social".
Si el indio en la escuela primaria ha de saber manejar instrumentos de
diversos oficios, no ha de ser para aprender los oficios respectivos, sino para
saber hacer uso de sus manos y para obtener conjuntamente la educación del
cerebro y de los sentidos. Además, es necesario formar en él el hábito del tra-
bajo. El niño trabaja desde el kindergarten; pero no en el sentido económi-
co, sino en el sentido de que habla Dewey. Y bien las facultades completas
del niño no se desarrollan y educan sino mediante esas ocupaciones, que son
las de la raza y las de la comunidad en que el niño se desarrolla.
TESIS PEDAGÓGICAS 327
-
Desde el punto de vista de la formación del maestro , no está, en mi con-
cepto, bien orientada la "Escuela Normal por el Trabajo". Si la "Ciudad Es-
colar" no es escuela normal , sino de oficios, entonces sí.
Pero aun en este sentido, es necesario resolver la cuestión de la elección
de oficios.
Primera condición: han de ser oficios necesarios en la vida de las fincas .
Si el joven provisto de un oficio, llega a una finca y no hace uso de él, ese
joven será un fracasado. Si abandona la finca para trabajar en la ciudad, ha-
bremos quitado un elemento al trabajo del campo. Y esta será otra forma de
fracaso. Porque la educación es antes que todo obra de ajustamiento.
***
terior del estado, destinadas a recibir a los alumnos más inteligentes que hu-
biesen concluido su enseñanza rural en las haciendas y rancherías, y en las
que se continuase la educación por dos o tres años más, con el objeto de pro-
curar una mayor elevación de esos indios educables .
Y ni habría que establecer desde los cimientos estas escuelas centrales.
Serían las mismas que hoy son rurales, pero que, elegida convenientemente
de entre las de las haciendas más pobladas de cada partido, surgirían única-
mente el agregado sucesivo de nuevos años escolares hasta completar todos los
grados de la instrucción primaria.
Hecha esa primera selección, debe hacerse una segunda. De los alumnos
que hubiesen concluido su enseñanza primaria en tales escuelas centrales,
habría que elegir a los más inteligentes y aprovechados, y concentrarlos en
un solo instituto, que podría llevar el bello nombre de "Ciudad Escolar de
los Mayas", en el cual se les podría dar, aliado de una educación general ade-
cuada, la enseñanza industrial que reclamen las haciendas en su parte más
elevada, a efecto de ir sustituyendo con indios a todos los trabajadores y em-
pleados en que se necesite inteligencia, exactitud y capacidad: maquinarias,
talleres, oficinas cultivos, industrias agrícolas , fábricas , etcétera.
Mi procedimiento, como se ve, será el que se dice emplean los japone-
ses: una serie de selecciones entre los alumnos , hecha en cada grado sucesi-
vo, para no perder tiempo ni dinero y llegar a la formación de leaders en
cada comunidad.
Esos elementos selectos serían los representantes de sus grupos y los que
con su ejemplo, contribuirían a la mayor elevación social de los suyos. Para
llegar a ésto, se necesita paciencia. No anticipar festinadamente los aconte-
cimientos.
En resumen:
***
e umpliendo con una prescripción legal, tengo a honra rendir a usted se-
ñor gobernador, un informe comprensivo que manifiesta el estado y pro-
gresos correspondientes al ramo de educación pública durante el año escolar
de 191 7-1918 .
Algunos datos estadísticos previos me son indispensables para trazar el
cuadro general, a fin de poder hacer las observaciones, las reflexiones y los co-
mentarios consiguientes, que me permitan llevar al ánimo de usted y del pue-
blo yucateco una imagen clara del esfuerzo que ha hecho la comunidad en el
mejoramiento de la educación pública y de la raza. Pero al mismo tiempo ,
de las defici encias que hay que llenar.
DATOS ESTADÍSTICOS
ES CUELAS
• Yucatdn tscolar, Boletín mensual del Deparramento de Educación Pública, Mérida, Yuc. ,
agosto de 1918.
Colegio Luis Gonzaga. AHM C- Fondo Alberto Isaac.
TESIS PEDAGÓGICAS 333
4 Kindergartens.
213 Escuelas primarias elementales.
4 Escuelas primarias superiores completas.
109 Escuelas primarias nocturnas.
457 Escuelas rurales establecidas en fincas de campo.
9 Escuelas primarias particulares.
Escuela primaria vespertina.
Escuela Vocacional de Artes Domésticas.
Escuela Vocacional de Comercio (nocturna).
Escuela Nocturna de Cursos Libres de Comercio para Señoritas.
Escuela de Bellas Artes (diurna y nocturna).
Escuela de Música (nocturna).
Escuela Normal Mixta.
Curso de Preparación de Maestras Rurales.
Instituto Literario (Escuela Preparatoria).
Escuela de Topografía.
Escuela de Medicina.
Dos importantes escuelas se cerraron en el curso del año escolar próximo pa-
sado: "La Ciudad Escolar de los Mayas" y la "Escuela de Agricultura".
GREGORIO TORRES 0UINTERO
lNSCRIPCION DE ALUMNOS
Kindergartens 271
Primarias elementales 38 795
Primarias superiores con:pletas 2 460
Primarias nocturnas 5 612
Rurales 19 149
Particulares 1 008
Vespertina 60
Artes domésticas 232
Comercio (varones) 168
Cursos libres nocturnos de comercio (señoritas) 287
Bellas Arres 301
Música 329
Normal mixta 165
Cursos de preparación de maestras rurales 27
Instituto literario 202
Topografía 6
Medicina 83
Total 69155
Las escuelas del estado estuvieron servidas durante el año escolar mencionado,
por el siguiente número de maestros:
Kindergartens 12
Primarias elementales 701
Primarias superiores completas 61
Primarias nocturnas 186
Rurales 51 7
TESIS PEDAGÓGICAS 335
Particulares 51
Vespertina· 2
Artes domésticas 21
Comercio 15
Cursos libres nocturnos de comercio 10
Bellas Artes 13
Música 16
Normal mixta 30
Cursos de preparación de maestras rurales 2
Instituto literario 26
Topografía 4
Medicina 24
Suma 1691
Kindergartens 15641.00
Primarias elementales 1024334.08
Primarias superiores completas 110900.00
Primarias nocturnas 62284.00
Rurales 716647.00
Vespertina 1 068.00
Artes domésticas 26204.00
Comercio 15356.00
Cursos libres nocturnos de comercio 7800.00
Bellas Artes 34080.00
Música 21 570.00
Normal mixta 44 952.00
Cursos de preparación de maestras rurales 2 880.00
Instituto literario 49410.00
Topografía 1040.00
Medicina 32040.00
Departamento, inspectores y demás
empleados técnicos y administrativos 157500.00
Suma $2 323 706.08
INFORMACIÓN GENERAL
KINDERGARTEN S
E SCUELAS PRIMARIAS
ESCUELAS PARTICULARES
La ciudad de Mérida (y el estado en general) necesitan algo más que una es-
cuela nocturna de comercio, como es la que actualmente existe en el propio
edificio del Instituto Literario y a la cual asisten 162 alumnos.
La multitud de cursos o academias mercantiles o de comercio que abren
los particulares, con asistencia considerable de alumnos, está demostrando
que el estado no ha podido aún dar satisfacción a esta necesidad social. La
Escuela Vocacional Nocturna de Comercio, con sus cursos que duran cinco
años y su trabajo diario de dos horas, apenas sí puede recibir una parte de
los jóvenes que desean seguir carreras comerciales.
Hace falta una escuela de comercio, con cursos diurnos, que trabaje va-
rias horas al día, para que los jóvenes puedan recibir una enseñanza mercan-
til más intensa, a la vez que más extensa. Una carrera de tres o cuatro años
podría servir para preparar en mejor forma a los jóvenes que buscan activi-
dades comerciales.
Y los cursos nocturnos podrían conservarse en calidad de electivos para
los que sólo desearen o necesitaren una o dos materias.
TESIS PEDAGÓGICAS 343
Esta escuela es una de las flores que vino a plantar la Revolución en Yuca-
tán . El sistema de libertad que se ha instituido en sus cursos, ha sido podero-
so aguijón para el desarrollo de las facultades artísticas de los alumnos y para
que cada quien descubra su derrotero. La escuela está abierta varias horas del
día y de la noche, y durante ellas los alumnos trabajan por si propios inter-
pretando por medio del dibujo y la escultura las personas o cosas (modelo)
apres nature. La mano del profesor no entra jamás en el trabajo del alumno.
La escuela ha organizado excursiones a diversos lugares del estado con el
objeto de que los alumnos dibujen la naturaleza viva y las obras de los hombres.
Notas importantes en la vida de esta escuela son las exposiciones que ha
abierto en el corto tiempo que lleva de existencia (tres afios) por las cuales
se puede prever un halagüefio porvenir.
Este gobierno, en acuerdo de hoy, ha tenido a bien comisionar a usted para que,
en su propia calidad de Jefe del Departamento de Educación Pública, pase a los
Estados Unidos del Norte a hacer un estudio del sistema educativo allá adopta-
do, teniendo en cuenta las siguientes instrucciones generales:
II. Visitará usted cuanto plantel educativo sea típico en aquel país, procurando
informarse de los planes de estudios, programas y regímenes correspondien-
tes; y observará su funcionamiento por el tiempo que juzgue necesario
para formarse el concepto más exacto posible acerca de ellos. Entre estos
planteles figurarán escuelas ind ustríales diversas, escuelas de arres domés-
ticas, escuelas de comercio, escuelas secundarías en general, escuelas nor-
males, de agricultura, primarías, kindergartens, de continuación rurales,
escuelas-granjas, escuelas de negros y de indios, etc.
III. En sus visitas procurará informarse acerca de las personas más educadas
para encargarse de dirigir algunos planteles similares en este estado y de
otros que puedan colaborar con ellas en la misma obra; se informará de las
condiciones bajo las cuales podrían venir con aquel fin y aún firmará
los contratos respectivos, en el concepto de que este gobierno le concede las
facultades necesarias para ello y de señalar sueldos, siempre de conformidad
con las condiciones económicas de ambos países.
IV. Este gobierno le encarga que al hacer la selección del personal docente de
que se acaba de hablar, de la preferencia a los mexicanos aptos y de reco-
nocida compttencia que usted encuentre y que se hubieren formado en
aquellos colegios y hubieren ejercido por varios años el magisterio respec-
tivo dando muestras de haberse asimilado el espíritu práctico de aquel
pueblo. Después de ellos dará usted acogida a los hispano-americanos y a
los europeos de origen latino, que reunan semejantes circunstancias.
V. No se apresurará usted a contraer compromisos, pues deberá tomar con
sumo cuidado todas las informaciones necesarias, dándose tiempo para
todo, y dejando el arreglo definitivo, por regla general, para el último mes
de su permanencia en esa República.
VI. En sus investigaciones, procurará no perder nunca de vista la idiosincra-
sia de nuestro pueblo, pues no se trata de implantar sistemas exóticos ina-
decuados, sino de aprovechar la experiencia educativa de naciones más
adelantadas que la nuestra, extrayendo de ella, es decir de dicha experiencia,
el juego vivificador que pueda dar aliento y fuerza a nuestra deficiente y po-
bre pedagogía nacional. Si después de una comparación atenta de aq uellas
condiciones y las nuestras, considera usted que en determinada línea edu-
cacional no encuentra la persona adecuada que satisfaga esta necesidad,
GREGORIO TORRES QUINTERO
Este gobierno espera, además, mucho de la iniciativa de usted para que, inter-
pretando del mejor modo posible las anteriores instrucciones, las desarrolle con
inteligencia y afán patriótico, seguro usted de que no serán bas tantes los esfuer-
zos que haga para darles debido cumplimiento. Mérida, 23 de enero de 1917.
son susceptibles de apreciarse a los dos meses , como los rábanos o las coles
de una hortaliza.
Cuando regresé de mi viaje, el año escolar había comenzado hacía dos meses.
No era posible emprender reformas formales en tales condiciones; pero tam-
poco era posible, que no intentara algo en favor de los métodos pedagógicos.
Yo no podía quedar inactivo. La esfera de acción del Departamento de
Educación Pública es tan vasta, que no era posible, humanamente, tratar
de iniciar reformas en rodas las diversas clases de escuelas a la vez.
No debe olvidarse, además, que toda reforma necesita maestros reforma-
dos. Por olvidar esta sencilla verdad, se cometen tantos errores en la práctica.
No basta ordenar una reforma. Las reformas se aceptan y se realizan sólo cuan-
do los maestros están en aptitud de aceptarlas y realizarlas.
La tarea de una oficina directora de educación no radica, pues, tan sólo en
expedir programas, reglamentos y circulares. Así como una sociedad no se refor-
ma con decretos, el magisterio no se modifica con ordenanzas.
En vista de todo lo expuesto, reduje mi acción a los dos primeros años de
la escuela primaria. Más se logra con poco, pero bien fundado, que con mu-
cho mal hilvanado e improvisado de prisa.
Redacté unos programas para los años referidos, inspirados en las doc-
trinas pedagógicas modernas más depuradas; dilos a conocer al magisterio
en general, aun a los maestros de los otros años, y me dediqué a explicarlos en
conferencias semanarias, a fin de hacerlos viables, si no para el año en cur-
so, para el siguiente.
Era necesario no perder el tiempo.
Es justo decir que la mayor parte de los maestros secundaron mis esfuer-
zos. Aquello era un ensayo; los resultados fueron variables en grado; pero pu-
dieron advertirse las ventajas de las nuevas orientaciones. En la escuela pri-
maria anexa a la normal, los resultados fueron altamente satisfactorios.
La escuela primaria yucateca se ha iniciado, pues, en nuevos e importan-
tes derroteros.
Desfile del 1° de mayo. Finales del siglo XIX. INAH.
TESIS PEDAGÓGICAS 351
CONFERENCIAS PEDAGÓGICAS
La inscripción total de alumnos en todas las escuelas del estado fue de 69 155 .
Pero al fin del año sólo había una existencia de 54 843 . De éstos sólo se pre-
sentaron a examen 43 679 y se aprobaron 20 102.
Las escuelas diurnas primarias oficiales tuvieron una inscripción de 38 605 ,
que al fin del año se redujo a una asistencia de 33 177.
Las rurales de las fincas tuvieron una inscripción de 19 149 que al fin del
año se redujo a una asistencia de 14555.
TESIS PEDAGóGICAS 353
Por grupos o años escolares fue la asistencia final en las primarias diur-
nas, como sigue: primer año, 19 896; segundo año, 7 470; tercer año, 3 637;
cuarto año , 1 568; quinto año, 401; sexto año, 205. Total: 33 177.
Por años escolares fue la asistencia final en las rurales como sigue: pri-
mer año, 11 987; segundo año, 2 394; tercer año, 174. Total: 14 555.
En las primarias diurnas hubo 17 657 niños y 15 520 niñas. Total: 33 177.
En las rurales hubo 8517 varones y 6038 mujeres. Toral: 14555 .
En ambas clases de escuelas hubo más hombres que mujeres; la despropor-
ción fue más grande en las rurales, registrándose un exceso en ambas de 4 616
hombres con relación a las mujeres.
En las primarias diurnas hubo 19 244 alumnos de seis a 1O años; 13 115
de 11 a 14 años y 818 mayores de 14 años. Total: 33 177.
En las rurales, 7037 alumnos de seis a 10 años; 4903 de 11 a 14 años y
2615 mayores de 14 años. Total: 15555.
Mayor número de adolescentes y adultos en las rurales, aun desde el pun-
to de vista absoluto.
Haré ahora una comparación entre las primarias diurnas de Mérida, primarias
diurnas foráneas y escuelas rurales de las fincas .
La asistencia se distribuye así:
Mérida ~00 73 50 27 9 6
Foráneas 100 31 12 4 0.66 0.12
Rurales 100 1.99 1.44 o o o
GREGORIO TORRES OUINTERO
Esto significa que por cada 100 alumnos de primer año que hay en Mé-
rida, corresponden 73 al segundo, 50 al tercero, 27 al cuarto, 9 al quinto y
6 al sexto.
Se ve que esta proporción es más desfavorable en las escuelas foráneas y
más desfavorable aún en las rurales, en las cuales sólo las dos centésimas
partes de los alumnos de primer año corresponden al segundo.
¿Por qué las escuelas de Mérida están en mejores condiciones que las
demás? ¿Por qué las de los pueblos mejor que las rurales?
En Mérida tenemos a los mejores maestros sin duda alguna, y los de
los pueblos son mejores que los de las fincas. En Mérida ocurren menos
cambios en el profesorado: son más estables en sus puestos. Los de las fincas
están en movimiento continuo. Hay más constancia en la asistencia esco-
lar de los niños en Mérida, así como en la asistencia de los maestros. En los
pueblos y fincas llueven las acusaciones contra los maestros. En Mérida son
rarísimas. La política no ha hecho aún estragos en el profesorado de la capi-
tal: los maestros trabajan más. La política de los maestros es la lacra de las es-
cuelas rurales y pueblos: esos maestros trabajan menos. A todo eso agréguen-
se estas dos razones capitales: mejor intelectualidad de los niños de Mérida
y ausencia absoluta de la lengua maya. En este sentido, las escuelas rurales
están en más malas condiciones.
Es muy halagador que en Mérida de cada 100 niños de primer año co-
rrespondan 73 al segundo; pero es desconsolador que en las rurales sólo
correspondan dos, no obstante que tanto en las escuelas de la capital como de
las fincas las horas de trabajo diario del primer año son tres solamente. Pero
ya lo dijimos: la maya y la raza son allí obstáculos de primer orden.
Todos estos datos envuelven en su nitidez hondos problemas para el edu-
cador y el estado.
En el mes de marzo del corriente año hice una investigación empírica rela-
cionada con las vocaciones deseadas por los alumnos mayores de las escue-
las de Mérida, investigación que, si por su naturaleza no puede arrojar datos
exactos y definitivos, puede utilizarse, sin embargo, como un indicio probable
TESIS PEDAGÓGICAS 355
Las niñas interrogadas de cuarto año, fueron 422 y sus respuestas las siguientes:
Nótese que las actividades más deseadas de los niños son principalmente el
comercio y la mecánica, como sigue (uniendo todos los años):
Entre las niñas se observa que prefieren las labores domésticas y el profeso-
rado, como sigue:
Otra virtud que se ha tratado de formar en los niños es la del ahorro. Por
decreto de 23 de marzo de 1917 se constituyó con este objeto una "Caja de
ahorros escolares" en el Departamento de Educación Pública.
Los niños poseen una libreta y en ella apuntan sus ahorros de centavos.
Los directores de las escuelas llevan una cuenta y entregan las sumas ahorra-
das a los agentes de hacienda de cada partido; de éstos son recogidas por los
inspectores escolares, quienes las traen al departamento de educación.
Cuando estos fondos llegan a un mil pesos, se depositan en el Banco Re-
faccionario (antes se entregaban a la Comisión Reguladora del Mercado de
Henequén), y allí reportan un interés de 4o/o anual.
Hasta el 31 de julio próximo pasado hubo una entrada de $45 O17.98 cvs.
Los pequeños depositantes pueden retirar parte o la totalidad de sus fondos .
De esta manera se han retirado de aquella cantidad $5 249.90 cvs.
Hay, pues, una existencia actual de $39 772.02 cvs. pertenecientes a los
niños de las escuelas públicas.
El intento del gobierno fue hacer de aquel plantel una escuela normal pa-
ra indios o mejor dicho: de indios, pues se trataba de formar maestros indios
para que se encargasen de la educación de sus hermanos los indios. La edu-
cación del indio por el indio.
Sobre esta escuela hice un estudio que consta en un dictamen publicado
en "Yucatán Escolar", en el cual figuran las siguientes conclusiones:
Como quedó dicho, sólo pudo arribar al estado el encargado de los trabajos
manuales y la enseñanza industrial.
El señor Eccles puso luego manos a la obra presentando un "Proyecto de
Educación Manual e Industrial", en el cual esboza magistralmente la múlti-
ple, complicada y extensa obra que en su concepto debe emprenderse y rea-
lizarse en el estado. Su plan abarca lo siguiente:
TESIS PEDAGóGICAS 365
Como se ve, este plan es muy vasto, y no podría realizarse en todos sus pun-
tos desde luego, por falta de maestros adecuados y de dinero suficiente.
El profesor Eccles se ha dedicado hasta hoy a implantar los trabajos ma-
nuales en la escuela primaria elemental y escuela primaria superior.
Ha establecido un taller de trabajos de madera en la escuela primaria su-
perior "Hidalgo", que representa un valor de 2 000 pesos, y al cual concurren
por tandas los alumnos respectivos, al cuidado y dirección de dos maestros
que está preparando para el efecto.
El gobierno del estado ha encargado a los Estados Unidos cinco impren-
tas, así como un taller completo, moderno, para trabajos de madera y algunos
implementos y útiles para las escuelas elementales. El importe de todo este
pedido (sin flete y gastos) asciende a 2 000 dólares. Todo esto deberá llegar
próximamente.
CU RSOS DE VERANO
En nuestro país son cosa exótica los cursos de verano. Es seguro que Yucatán
ha sido el primer estado que los ensaya.
En los Estados Unidos están establecidos a través de toda la nación. Du-
rante las vacaciones (julio y agosto) , en todos los colegios y universidades se
abren pequeños cursos, generalmente de seis semanas, para aquellos que de-
sean adquirir una enseñanza que necesitan. Concurren a ellos estudiantes y
maestros. Estos últimos hasta hacen viajes lejanos para emprender los cursos
que les hacen falta . Por medio de ellos adquieren certificados o diplomas que
les sirven para optar por mejores sueldos y empleos.
GREGORIO TORRES OUINIERO
En algún párrafo anterior hice alusión sobre este punto. Y creo con sin-
ceridad que ninguno de los tres proyectos presentados constituye un perfec-
cionamiento en la dirección del Ramo.
Decíase (y se dice aún) que el jefe de educación debe ser un profesional
distinguido, porque un maestro no es suficiente garantía para darle todo el
prestigio y respetabilidad correspondiente, no pudiendo éste ser autoridad
con relación a las facultades mayores.
El argumento es especioso.
Lo que en esta mater:ia se necesita, antes que todo, es educación pedagó-
gica y facultades administrativas. Si éstas residen en una persona, esa persona
será apta para regentear el puesto de director de educación.
Un profesor normalista no sabrá nada de medicina, de jurisprudencia,
de música, de bellas artes, de ingeniería, etc. Pero tampoco el ingeniero, el
médico y el abogado saben de todo eso, ya que sólo poseen también una
especialidad.
Lo que importa es un educador, no un título cualquiera.
En los Estados Unidos se estudia especialmente para inspector, para su-
perintendente de escuelas, para director de departamentos especiales en los
grandes colegios, etc. La jefatura educativa es una profesión.
Pero no se habilita para esos puestos al que sólo posee un título profe-
sional cualquiera.
Y se aprecian más las aptitudes administrativas que las dotes técnicas.
Con efecto, al frente de una oficina de educación vale más un buen adminis-
trador que un sabio. Si fuese posible reunir las dos circunstancias en una per-
sona, tanto mejor.
El buen administrador se rodeará de personas aptas en la práctica y técni-
ca de la enseñanza, y así gobernará el todo. Pero no es fácil que el sabio haga
lo mismo, rodeándose de administradores, puesto que él es el que debe admi-
nistrar; y si no administrase convierte en cero, pues siempre estará preguntan-
do acerca de ésto o aquéllo.
En este concepto, el restablecimiento del antiguo Consejo de Educa-
ción Pública sería un retroceso, a menos que se cambiara totalmente la re-
glamentación.
Hoy, en cuanto a rapidez en la tramitación de los asuntos escolares, el
Departamento es ferrocarril y el Consejo sería un simple carro de vía. Pues
GREGORIO TORRES 0UIN1ERO
todo el mundo sabe cuán dilatados son los asuntos técnicos o administrati-
vos cuando éstos se determinan en sesiones semanales o bisemanales, y cuán
expedito es el despacho cuando a todo asunto se le pone el acuerdo respec-
tivo a las pocas horas de recibido.
No expongo ésto, porque yo me encuentre ahora al frente de esta oficina
y sea propiamente el organizador de ella. Pronto no estaré aquí, y cualquier
persona que me suceda, sea simplemente maestro o profesional, deberá dis-
poner de un órgano administrativo moderno, susceptible de perfecciona-
miento y de evolución progresiva.
El jefe del Departamento de Educación Pública debe ser un trabajador
diurno, apto para estar en las escuelas y en las oficinas, no un trabajador noc-
turno, por pocas horas y por intermitencias, como sería si se restaurase el lla-
mado Consejo de Educación.
Y ni puede este consejo aspirar a la autonomía técnica y administrativa,
puesto que no tiene fondos propios para sostener las escuelas del estado, y es
éste el que da el dinero; y el que lo proporciona, tiene siempre el palo y el mando.
En pueblos democráticos como los Estados Unidos, son los padres de
familia los que suministran los fondos escolares directamente. En este con-
cepto, eligen a los funcionarios educacionales, y constituyen así una Junta de
Educación que funciona con la independencia que le conceden las leyes. Pero
en muchos estados se está observando actualmente que el gobierno procura
dar subvenciones a las juntas, para fomentar ésta o aquella escuela; si se acepta
la subvención, la junta reconoce de hecho en el estado el derecho de inter-
venir en la parte del ramo que se ha favorecido. Y así es como se están cam-
biando allá rápidamente las costumbres escolares. Aquellos hombres van gra-
dualmente hacia la centraiizaci6n.
No ha sido mi propósito discutir con amplitud las iniciativas. Las he toca-
do someramente con el solo propósito de consignar en este informe que el de-
partamento puesto a mi cargo ha continuado marchando con regularidad, tal
vez no más perfecto que antes, sino con algunas deficiencias, que se originaron
con la reducción considerable del número de inspectores tanto pedagógicos co-
mo médicos, que se hizo al inaugurarse el año escolar próximo pasado.
La oficina se compone esencialmente de tres secciones: escuelas urbanas,
escuelas rurales y proveeduría, y de dos subsecciones: estadística y archivo.
Cada una de esas cinco divisiones tiene un jefe al frente.
TESIS PEDAGÓGICAS 369
CONCLUSIÓN
abarca los puntos capitales que corresponden a las características del sistema
escolar yucateco.
Hace algo más de dos años que llegué a este estado con el propósito de
trabajar con afán en el ramo de educación pública. Circunstancias adversas
constantes no me han permitido trabajar tranquilamente. El trabajo educa-
cional necesita sosiego de espíritu. Mi estancia aquí ha sido una lucha tenaz
y diaria contra elementos siempre amenazadores e implacables siempre. Mi
obra es semejante a la que se hace bajo el fuego del enemigo: improvisada y
rápida. He tenido un ojo en el trabajo y otro en el campo de combate.
Ya es tiempo de que ésto cese.
Puse mi corazón de mexicano y mi alma de maestro en la obra.
Válgame la buena intención ...
Constitución y reformas.
dónde está esa revista que sea para el maestro el hilo conductor que lo saque
de las profundidades del caos pedagógico y le lleve a la luz plena y fulguran-
te que bañó las frentes de Rousseau, Pestalozzi y Froebel?
Hace poco el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública comenzó a pu-
blicar la Revista de la instrucción pública mexicana. Muy bien: hacía falta un
periódico de esa índole; pero esa revista no puede conducir al verdadero
objeto de la difusión de la pedagogía moderna en las escuelas primarias; esa
revista, para llenar su objeto, publica leyes y reglamentos, habla de las escue-
las profesionales y de las reformas que en éstas deben introducirse; su sec-
ción pedagógica es tan estrecha y por otra parte tan abstracta, que los maes-
tros poco o nada sacan de ella. ¡No! los maestros no necesitan teorías, no
necesitan doctrinas, no necesitan que les digan los métodos generales para
enseñar tal y cual cosa; ellos necesitan la práctica, necesitan el procedimien-
to , que es la verdadera alma de la enseñanza. Mas aprovecha una lección
modelo que todo un discurso sobre la metodología de un ramo cualquiera.
No es, pues, la revista, el periódico que necesitan los maestros de instrucción
primaria. El Eco pedagógico es también muy abstracto; La enseñanza objetiva
más se ocupa de charadas y logogrifos que de pedagogía; El niño mexicano es
periódico de empresa que no se ha dignado cambiar con nosotros, pero ba-
rruntamos que es más literario que pedagógico.
En fin ¿qué periódico de la metrópoli, del cerebro de la República, po-
drá competir con la Reforma de la escuela elemental que escribía en Coatepec
el apóstol de la pedagogía moderna Carlos A. Carrillo? ¿Qué periódico sali-
do de las prensas de la ciudad de los palacios, del corazón de Anáhuac, po-
drá ponerse en parangón con La escuela primaria que redacta en Mérida la
inspirada pluma de Rodolfo Menéndez? ¿Qué periódico ha salido alguna vez,
como órgano de las escuelas normales, que pueda medirse con el México in-
telectual que redacta en Jalapa el gran pedagogo Enrique C. Rébsamen?
Acaba de establecerse en la capital de la República una Dirección Gene-
ral de Instrucción Primaria; entre las atribuciones del director se cuenta una
que consiste en establecer relaciones con los estados a fin de realizar conven-
cionalmente la uniformidad de la enseñanza en todo aquello que tiene de
fundamental. ¿Dónde está el órgano, dónde está la revista pedagógica, dón-
de está el boletín que sirva de voz a esa Dirección General de Instrucción
Primaria?
tiREGORIO IORRES UUINTERO
Art. 45. En las escuelas elementales, sostenidas por los fondos públicos, habrá
un director que podrá tener a su cargo hasta 50 alumnos, nombrándose un ayu-
dante por cada nuevo grupo de 50 niños que asistan al establecimiento.
Art. 46. En las escuelas en que no pueda haber más que un solo maestro ,
se adoptará el programa señalado en el artículo 6°, y se empleará en la enseñan-
za el sistema de medio tiempo, con el fin de facilitar el cumplimiento de la ley.
villorrio , tengan escuelas con "un director que podrá tener hasta 50 alumnos,
nombrándose un ayudante por cada nuevo grupo de 50 niños que concurran
al establecimiento". Y como en el artículo 47 se establece que no siempre se-
rá posible nombrar el ayüdante, la "Ley reglamentaria" autoriza la existencia
de escuelas con 100, 150 o 200 alumnos dirigidos por un solo maestro.
Pero veamos otra cosa: ¿qué sistema de educación de los reconocidos se
establece para las escuelas del Distrito y Territorios Federales? ¿El perfecto?
¿El económico? ¿El mixto? ¿El lancasteriano? Nada de esto se sabe con pre-
cisión , y las escuelas, sean de la capital o de los demás lugares, revestirán las
formas más variadas y bizarras que la imaginación más calenturienta pueda
concebir, desde las escuelas de maestro unitario con 50, 100, 150 o 200
alumnos y organización lancasteriana, hasta las escuelas del sistema perfecto
(pero éstas sólo en caso de que el establecimiento cuente con 200 alumnos,
pues únicamente así tendrá cuatro ayudantes). No hay, pues, para las escue-
las de instrucción primaria del Distrito Federal y Territorios, un tipo al que
aspiren uniformarse todas. La ley que calla este punto no puede ser sino una
ley defectuosa y no debería consignar en su artículo 67, y entre las atribu-
ciones del director general, la siguiente fracción: "Ponerse en relacién con los
estados de la República, procurando que convencionalmente se establezca la
uniformidad de los puntos fundamentales de la enseñaza primaria".
Y hay todavía más: al fin del "Reglamento interior" viene una distribución
del tiempo para las escuelas primarias elementales. No diremos los defectos
que tiene ni que una distribución semejante, dada la variedad de circunstan-
cias, caracteres y climas, no debería decretarse como una cosa inmutable,
puesto que la inmutabilidad no es cosa esencial de ella, sino que a la sim-
ple vista se ve que fue elaborada solamente para poder servir en una escuela
de sistema perfecto o sea cuando cada grupo o año escolar esté al frente de
un profesor en particular; y visto, como quedó probado más arriba, que las
escuelas federales pueden ser de un solo maestro, de medio tiempo, con 1,
2, o 3 ayudantes, etc. ¿cómo es que una distribución uniforme se va a aplicar
a escuelas sujetas a la variación más abigarrada?
El mismo reglamento dice en su artículo 41 que en los casos de falta de
asistencia de los ayudantes, el director nombrará provisionalmente a los alum-
nos que a su juicio puedan sustituir al profesor que faltare. Disposición más
desacertada, no podía darse en materia padagógica, Un alumno nunca podrá
Tflll PWAGóGICAI 381
dar sus lecciones debidamente, por su falta de experiencia, saber, edad y don
de gobierno. Mejor es enviar los muchachos a sus casas, mientras el profesor
vuelve, y así no se perderá más que el tiempo, pero no la disciplina ni la ca-
lidad de la enseñanza.
"Los descansos o recreos, dice el artículo 39, no se concederán a la vez
para todos los alumnos, sino que se verificarán del modo que los niños alter-
nen por grupos, evitando las aglomeraciones en los patios o jardines del es-
tablecimiento. "
Ni rodas las escuelas tendrán los patios y jardines de que habla el artícu-
lo, y entonces el ruido de los niños que juegan se introducirá a las salas en
que aún se trabaja, ni todos los establecimientos estarán organizados según
el sistema perfecto, y en este caso ¿cómo se las compondrá un maestro uni-
tario para dar cumplimiento al expresado artículo?
Aún hay algunas cosas que observar en los documentos de que nos ocu-
pamos, pero basta con lo expuesto para evidenciar que no pueden servir de
modelo a la legislación similar de los estados.
Las seño ritas Fernández en la Piedra Lisa. INAH-Fondo Fermín Fernández.
LEY DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA
DEL ESTADO DE SINALOA*
TESIS PEDAGÓGICAS
TEMA: Pedagogía
SECCIÓN: 39
TfTULO: TESIS PEDAGÓGICAS
GREGORIO TORRES QUINTERO
CLASIFICACIÓN : 01
La BIBLIOTECA COLIMA busca reunir en una sola colec-
ción los libros más relevantes de la cultura colimense. Rescatar las
joyas bibliográficas, reeditar las ediciones agotadas y dar espacio a
nuevas obras. La Universidad de Colima asume así la tarea de
difundir los mejores textos sobre Colima .
•
Gregorio Torres Quintero es uno de los hombres más ilustres que
haya nacido en Colima, no solamente por su importante obra en el
campo de la educación nacional, sino también por su inmenso valor
en el contexto general de la cultura mexicana .
•
Torres Quintero, culto y a la vez lleno de sabias y valiosas expe-
riencias pedagógicas, fue desde su juventud una fuente inagotable
de ricas producciones didácticas .
•
Autor del Método Onomatopéyico para la enseñanza de la lectura-
escritura; fue también un prolífico escritor de artículos pedagógicos
que publicó en folletos, revistas y periódicos de su época. Este libro
recoge una selección realizada por el profesor Genaro Hernández
Corona, en la que se encuentran plasmadas las principales inquie-
tudes educativas del maestro, que estuvieron dispersas en muy
diferentes publicaciones. El contenido de esta obra es de gran rele-
vancia histórica y de actualidad para los maestros contemporáneos.