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LA DECLINACIÓN LATINA EN EL SIGLO III

A LA LUZ DE LOS GRAFITOS EXCEPCIONALES DE IRUÑA-VELEIA

(Artículo redactado entre noviembre de 2014 y abril de 2016)

Alicia Satué
alezeia@me.com

I. ABSTRACT


Herein the facts contributed by the most recent En el presente trabajo se compara los datos
studies on the non standardized varieties of latin aportados por los más recientes estudios sobre las
are compared with the language of the latin variedades no estandarizadas del latín con la
graffiti discovered in the archaeological digs of lengua de los grafitos escritos en lengua latina
2005 and 2006 in the Roman oppidum of Iruña- hallados en las campañas arqueológicas de 2005 y
Veleia, Alava (Spain). This is a language which is 2006 en el oppidum romano alavés de Iruña-
congruent with those non standardized varieties Veleia, cuyas características resultan ser
from a linguistic and chronological standpoint. congruentes con aquéllos desde los puntos de
Moreover, this discovery brings forward vista lingüístico y cronológico. Los grafitos
interesting information -and documentation- on veleyenses aportan, además, interesante
spoken languages in the north of Hispania, as well información (y documentación) sobre la(s)
as about the declension of Latin in the second half lengua(s) hablada(s) en el norte de Hispania, así
of the 3rd century AD. como acerca del estado de la declinación latina en
la segunda mitad del siglo III d.C.

Keywords: Roman archaeology, Roman epigraphy, Palabras clave: arqueología romana, epigrafía
Historical Linguistics, graffiti, Vulgar Latin, (old) romana, lingüística histórica, graffiti, latín vulgar,
Basque, Iruña-Veleia. (paleo) euskera, Iruña-Veleia.

I. ABSTRACT / INDEX (1)

II. Prólogo programático (2)

III. Preámbulo: el affaire de Iruña-Veleia (10)

IV. Introducción: los atardeceres de la declinación (14)

V. Ablativo y sus preposiciones (25)

VI. Dativo (49)



INDEX : 

VII. Genitivo y falsos nominativos (56)

VIII. Acusativo y más falsos nominativos (70)

IX. ¿Tabellae defixionum? Supersticiones veleienses (96)

X. Conclusiones (119)

XI. Epílogo: ¿Paleocastellano? (129)

XII. Bibliografía (136)

XIII. INDEX VOCABVLORVM (141)


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II. Prólogo programático

“Autoridad y excelencia son nociones asociadas a lo clásico. Clásico es un cultismo que proviene de
classicus, voz que expresa la idea de excelencia (…) Latín clásico, por lo tanto, se refiere a una literatura de
clase, un registro, además, estilo. Es producto del triunfo de la razón sobre la materia lingüística, en
contraposición al carácter instintivo de, por ejemplo, la lengua hablada (…)”1.

Los grafitos de Iruña-Veleia presentan características lingüísticas muy interesantes y


más aún relevantes por la información que aportan de cara al estudio de diversos aspectos de la
Antigüedad en la Hispania septentrional de la época datada por el método arqueológico, esto
es, el período comprendido entre los siglos II y V d. C. (principalmente la segunda mitad del
siglo III), cuando su observación se lleva a cabo conforme a tres condiciones imprescindibles:

-Primera, si su estudio se emprende desde la perspectiva correcta y adecuada, que es la


de su contextualización dentro del marco de la epigrafía doméstica; en efecto, las inscripciones
veleyenses responden por sus características lingüísticas, su temática, su soporte, su función y
las circunstancias de su ejecución a un tipo muy concreto de epigrafía -poco conocida debido a
la escasez documental de la misma-, que es la realizada en situaciones espontáneas a modo de
respuesta a necesidades comunicativas X, sin pretensiones por parte de su autor de trascender
en el tiempo como las que llevan implícitas otros tipos de epigrafía como la monumental o la
funeraria. En tales contextos, y dejando aparte la consideración del nivel cultural de quien
escribe, la obediencia a las reglas gramaticales y ortográficas es a menudo conscientemente
olvidada, tal y como ocurre en los whatsapps de la actualidad, pues “una cosa es hablar en latín
y otra hablar conforme a la gramática”2.

-Segunda, si a la hora de interpretarlos se realiza una exhaustiva comparación de lo


observado en ellos con la información aportada por los datos de los que se dispone en la
actualidad acerca de la lengua que obviamente contienen: el comúnmente así denominado latín
vulgar3.

1 Henry Campos Vargas, El latín vulgar: origen del latín clásico, 128.
2 Quintiliano, De Institutione Oratoria, I, 6, 27: “(...) aliud esse Latine, aliud grammatice loqui”.
3 Esos datos son los aportados al respecto ya sea de manera directa (por eruditos como Cicerón,
Quintiliano, Varrón, San Agustín, y especialmente por Marco Valerio Probo en el Appendix Probi,
compilación de errores ortográficos comunes realizada en el siglo III), ya sea indirecta: por los esclavos
de las comedias de Plauto y Terencio, los libertos de la Cena Trimalchionis de Petronio o las escenas de
Horacio y Marcial tomadas de la vida real; por textos cuya lengua se acerca al romance como el
Itinerarium Egeriae del s. IV, primer texto latino en prosa escrito por una mujer cristiana que narra su
peregrinación por Francia, o el tratado de medicina para caballos de fines del siglo IV o principios del V
Mulomedicina Chironis; por la epigrafía doméstica: los graffiti del siglo I de Pompeya y Herculano y
los de Ostia Antica (mayormente de fines del II y principios del III), los óstraca de Wâdi Fawâkhir
(siglos I ó II), La Graufesenque, Mons Claudianus (siglos I-III) o Bu Njem (mediados del III); por la
correspondencia privada: la del liberto campano Gaius Nouius Eunus fechada entre 37 y 39 d.C., las
cartas de Vindolanda escritas sobre todo por soldados instalados en Britania y las del soldado residente
en Egipto Claudius Terentianus, todas ellas de alrededor de 100 d.C.; por los abundantes errores
ortográficos de la epigrafía romana, incluso la oficial, y especialmente la cristiana; finalmente, por los
testimonios de las lenguas románicas actuales, que derivan del latín vulgar y no del clásico.

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-Tercera, si se aborda su investigación con verdadero espíritu científico, lo que significa


hacerlo libremente de prejuicios como pueden serlo los ideológicos o historicistas –pero no sólo-
y con la firme voluntad de desentrañar la significación de la presencia de este o aquel elemento
que pueda resultar aparentemente incongruente o anacrónico debido a no corresponderse con
lo esperado (o deseado) para una u otra época de acuerdo con los datos sobre las materias en
cuestión de los que se dispone hasta el momento, ya que en el hacer Ciencia, los datos (o, más
concretamente, las conclusiones que de ellos se extraen) están sujetos a devenir más que a ser en
función de las interpretaciones que de ellos se sea capaz de hacer a la luz de lo que se va sabiendo
en cada momento (por algo scientia es un participio de presente), todo lo cual exige, en fin, que
el estudio de los datos sea acometido con curiosidad, humildad y honestidad, dejando siempre
la puerta abierta a las reinterpretaciones de los mismos a las que forzosamente obligan los
nuevos y continuos hallazgos arqueológicos, potenciales portadores de nueva (y a veces
también novedosa) información.

Estas tres conditiones sine quibus non son traídas aquí y ahora porque, a juzgar por los
hechos, no tuvieron lugar en la apresurada evaluación llevada a cabo por la comisión científica
asesora (CCA) que en noviembre de 2008 declaró contundentemente la falsedad de todo el
conjunto de grafitos aparecidos durante las campañas arqueológicas de 2005 y 2006 en Iruña-
Veleia. Dicha comisión se limitó a señalar aquellos rasgos lingüísticos en virtud de los cuales el
latín de los grafitos en cuestión se desvía de las normas ortográficas, gramaticales y sintácticas
del latín clásico y literario, amén de las caligráficas de la epigrafía oficial y monumental romana,
justificando en esas desviaciones la falsedad del corpus epigráfico veleyense, y cometiendo así
un error metodológico de partida al no tener en cuenta ni la naturaleza ni el contexto del
material sometido a examen.

“Por mucho tiempo, el latín vulgar ha sido ignorado (…) El latín vulgar no sólo afectó la fonética
de las palabras, sino su ortografía: rasgo éste que ha permitido, en la actualidad, aproximarnos, de alguna
manera, a su realidad”4.

De hecho, la bibliografía de los informes lingüísticos de la CCA no cita, por ejemplo, la


obra fundamental acerca del latín vulgar del filólogo finlandés Veikko Väänänen -y esto es
simple y llanamente incomprensible e injustificable-, quien hace medio siglo publicó su estudio
sobre “el latín del que son continuación las lenguas romances, [que] se encuentra en franco
desacuerdo con la forma literaria y sobre todo clásica”5. Si en algún momento se consideró,
por parte de los filólogos de la CCA, la posibilidad de enfrentar los textos desde la perspectiva
del latín vulgar, ésta fue inmediatamente desechada por no poner en cuestión las cronologías
comúnmente establecidas para ciertos fenómenos lingüísticos que los grafitos de Iruña-Veleia a
menudo adelantan en el tiempo6 (actitud que, proviniendo de quien se hace llamar científico e

4 H. Campos Vargas, op. cit., 130.


5 Veikko Väänänen, Introducción al latín vulgar, 31.
6 “El análisis de los textos tanto en sus aspectos formales como de contenido, nos lleva a poner en
cuestión la antigüedad de los mismos y, en consecuencia, a proponer la necesidad de revisar la lectura
del registro arqueológico, puesto que se documentan una serie de datos que es absolutamente imposible
que puedan situarse en las fechas establecidas”. P. Ciprés Torres-J. Santos Yanguas, Informe epigráfico-
histórico sobre los graffiti hallados en Iruña-Veleia en 2005 y 2006, 51.

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investigador, no es sino obtusa y ciega ante las evidencias -amén de dogmática-, ya que en
Ciencia las hipótesis se construyen y sustentan con datos, y no al revés7).

Además, el propio concepto de latín vulgar del que se parte8 cuando se tiene en cuenta
tal posibilidad interpretativa -si bien remotamente, como se ha dicho- es erróneo, por ser
entendido éste como una lengua que estuviera bien organizada y que hubiera tenido un
comportamiento idéntico e incluso sincrónico en lugares diferentes y muy alejados (e
incomunicados a partir de un momento dado) entre sí9. Este error metodológico puede ser
justificable -hasta cierto punto- por no haber existido nunca un acuerdo en los criterios a tener
en cuenta a la hora de dar con la denominación correcta para lo que se suele llamar latín vulgar:

“El término latín vulgar, consagrado por un uso centenario para designar los diversos
fenómenos latinos que no están de acuerdo con las normas clásicas, tiene las ventajas y los
inconvenientes de todo término consagrado. De hecho, ha sido atacado más de una vez, sobre todo entre
los latinistas. Hacen notar éstos que el epíteto “vulgar” se presta a equívocos, porque evoca demasiado
exclusivamente el habla inculta, y los más intransigentes de ellos condenan la expresión “latín vulgar”
como una tosca abstracción que no corresponde en modo alguno a la realidad lingüística. Y querrían
reemplazarla por términos más precisos: latín popular, latín familiar o latín cotidiano, que estarían más
de acuerdo con el punto de vista social o sincrónico; romance común o protorromance, que situarían los

7 Una actitud científica honesta fue, por ejemplo, la habida hace más de un siglo para con la teja de
Villafranca de los Barros, del siglo II ó III, que contiene elementos paleográficos, gramaticales y
fonéticos dados por imposibles en Iruña-Veleia (por ser demasiado tempranos) y de cuya autenticidad
nadie hasta la fecha ha dudado:

“El amanuense que lo trazó con un punzón de metal, cuando aún no estaba cocida la teja, era, a no
dudarlo, un excelente pendolista, con pulso firme y gallarda forma de letra; pero adolecía del grave
defecto de equivocarse a cada paso, a mi juicio por razón del lenguaje poco culto, que como esclavo
rural usase de ordinario, porque las más de las erratas acusan dicha rusticidad, o bien porque el
esclavo fuese de origen extranjero y aún no poseyera correctamente la lengua en que escribía. Podrán
parecer livianas en demasía semejantes conjeturas; pero no encuentro otra más al caso para justificar
las siguientes incorrecciones: QVE IAM por QVAE IAM; FETO por FETVM; AC TALE LABORE por AD
TALEM LABOREM; MANCIPIOS DOMINICUS por MANCIPIVM DOMINICVM; QVI TAM por QVOD
TAM; LABORI FACTVS por LABORE FACTVM; FUTA por ¿FVTVTA?; IPSA ILLVM por IPSAM ILLE;
CIPOS por AD CIPPOS; LACIPII por LACIPEAE (…) Los defectos de rusticidad que se dejan indicados
proceden de la falta de educación literaria del amanuense”. Manuel Rodríguez de Berlanga, Fragmento
de una epístola romana, 6-7, 22.

“Se trata de una práctica más espontánea e improvisada. En este sentido, resulta tremendamente
interesante, pues está exenta de ese rígido formalismo presente en buena parte de las inscripciones
públicas y privadas de carácter monumental. Este hecho posibilita que conservemos una excelente
muestra del sustrato lingüístico vulgar en el que fue gestada”. David Gordillo Salguero, Mancipius
dominicus periret. La epístola latina sobre tegula de Villafranca de los Barros (Badajoz), 1616-1617.
8 “¿Estamos ante una evolución achacable al latín vulgar? Ésta parece ser para muchos la única
explicación posible, dada la muy extendida tendencia en convertir al latín vulgar en el lugar común de
las anomalías, errores y divergencias con respecto al latín clásico. Pero el latín vulgar no es otra cosa
más que el latín hablado por la gente corriente en situaciones corrientes de habla: en definitiva un
sistema lingüístico coherente, cuyos rasgos específicos pueden abstraerse tanto a partir de los errores
ortográficos o las construcciones poco clásicas de los textos latinos como de la comparación lingüística
ejercida sobre las lenguas románicas”. Joaquín Gorrochategui, Las armas de la Filología, 17-19.
9“Every generalization that is made about Vulgar Latin, without more precise reference to geography
or chronology, is an abstraction (…) It is more reasonable to represent it as moving and unstable kind
of Latin than to try to construct a “Grammar of Vulgar Latin”, which would be merely an illusion”.
József Herman, Vulgar Latin, 8.

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fenómenos no clásicos en una perspectiva histórica, como base de las lenguas romances. Otros, por fin, se
resignan a conservar el término consagrado, útil al fin y al cabo, aun deplorando su impropiedad y su
imprecisión”10.

El adjetivo vulgaris era empleado -junto a otros- para referirse a la lengua hablada en
contraposición con latinitas (lengua correcta y apta para el arte de la Literatura), pero ni siquiera
entre los antiguos se encuentra un término consensuado que haga referencia al latín del que se
trata11. “Latín vulgar” (“impropio e impreciso pero al fin y al cabo útil y consagrado”) hace
referencia al lenguaje del vulgo, sin que ello implique en absoluto (ni necesariamente) que éste
sea inculto12. En este sentido podría llamársele latín coloquial, con un apelativo que para
algunos, sin embargo, sería asimismo opuesto a “vulgar” ya que haría referencia a la lengua
cotidiana de una élite docta que se diferenciaría de la lengua de las personas no formadas,
mientras que otros entienden el término “coloquial” como la lengua no literaria de la época
republicana y augústea y relegan el de “vulgar”-para ellos peyorativo- a la no literaria de la
época imperial13. En esa misma línea de criterios estrictamente cronológicos (por ello

10 V. Väänänen, op. cit., 29-30.


11 Horacio (Sat., 1, 4, 48) habla del sermo merus (“conversación pura”) en contraposición al elevado
registro del lenguaje de Ennio (1, 4, 60-61). Cicerón (Ad Fam., 9, 21, 1) dice que disfrutaba empleando el
latín “plebeyo” en sus cartas, cuando no trabajaba sobre un discurso o negocio, y que aún así su estilo en
las cartas siempre variaba: “Quid tibi ego in epistolis videor? Nonne plebeio sermone agere tecum? nec
enim semper eodem modo. quid enim simile habet epistula aut iudicio aut contioni? quin ipsa iudicia
non solemus omnia tractare uno modo. privatas causas et eas tenuis agimus subtilius, capitis aut famae
scilicet ornatius. epistulas vero cotidianis verbis texere solemus”.

Otras expresiones latinas a tener en cuenta en la búsqueda de la acepción más acertada son“communis
(sermo),’common usage’, equated with cotidianus ‘everyday conversation’ (…); consuetudo ‘current
usage,’ (…); for Varro consuetudo helps to resolve conflicts between analogy and anomaly (…) In
Imperial writers, consuetudo is sometimes qualified with vulgaris to indicate ‘spoken language’,
sometimes with pejorative connotations and in opposition to Latinitas,‘correct usage’(…); familiaris
(sermo)‘habitual words’,’relaxed conversation’ (…); humilis sermo, used in reference to words not
belonging to poetic or elevated diction (…); idiotismus (…) does not imply incorrectness, and is found in
comments by rhetorical writers (Seneca, Quintilian) on the adoption of lower register terms and idioms
(…); plebeius, ‘plebeian, vulgar vocabulary,’(…); rusticus, subrusticum, rusticanus (…) referred to
language characteristic of rural areas rather than the city of Rome, but by the classical period it has
taken on the meaning ‘incorrect, uneducated’ (…); usus, usitatus [sermo, uerbum], usitate (…) in
‘common usage’ is opposed to recte (…), uulgo (…) in opposition to Latinum, Latine at all levels of the
language, from pronunciation to morphosyntax and lexical choice (…)”. Rolando Ferri-Philomen Probert,
Roman authors on colloquial language, 38-41.
12“Es distinto de la expresión estudiadamente pulida de la sociedad culta, del dialecto descuidado de los
campesinos y de la jerga de los barrios bajos, aunque de todo ello participa”. Charles Hall Grandgent,
Introducción al latín vulgar, 20.
13 “A dichotomy that draws on some of the (far from consistent) ancient comments on sermo cotidianus
defines colloquial language as the ‘everyday’ (or ‘familiar’) language of the educated élite, as opposed
to the ‘vulgar’ (or ‘plebeian’) practices of the lower classes. Applications of this criterion also tend to
introduce a chronological division between Republican and Imperial usages: (…) non-literary
language of Republican and Augustan Rome is colloquial and (with an implied judgement of value)
good; non-literary language of later periods is vulgar and bad. But sometimes ‘colloquial’ and ‘vulgar’
seem to be synonyms. For example, features of the language of imperial satire and epigram are
described indifferently as both colloquial and vulgar (…) A valuable recent commentary on Martial
discusses, under the entry ‘Everyday language’, such disparate forms as prosaic (‘unpoetic’) words
employed by Cicero in his speeches, words and formation ‘from the everyday sphere’ or ‘common in
everyday speech’, and ‘vulgar spellings’: such mixture of criteria and lack of differentiation are hardly
helpful”. Anna Chahoud, Colloquial language in literary studies, 53-54.

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equivocada14), se confunde en no pocas ocasiones latín vulgar con latín tardío15, que es
específicamente la lengua escrita culta que respeta las reglas gramaticales a emulación de la
literaria clásica y que fue creada por los padres de la Iglesia para transmitir el mensaje cristiano
con un lenguaje más comprensible para el vulgo; otros, finalmente, llegan incluso a identificarlo
con el medieval, que no es sino la continuación del tardío en la época feudal16.

A la hora de enfrentarse a un estudio como el de la lengua de los grafitos de Iruña-


Veleia es esencial aclarar (o al menos intentarlo) qué acepción concreta de latín vulgar se toma
como punto de partida, por mucho que una autoridad en la materia haya dicho que “en realidad,
no se llegará jamás a definir el latín vulgar de una manera lógica, incontestable y adecuada”17. Ante la
dificultad de definir lo que exactamente es siempre existe la posibilidad de definirlo al menos
como lo que precisamente no es: así, en lo que a este trabajo respecta, el latín vulgar es aquél
que no es producido con fines literarios, sino puramente comunicativos, por parte de cualquiera
de sus hablantes, y habría de entenderse -así lo hace quien suscribe estas líneas- que, por ello,
existiría desde el mismo momento en que nació el latín mismo como tal, lo cual equivaldría a
decir que arrancaría de los primeros balbuceos en la lengua del Lacio, desde mucho antes de
que fuera plasmado en monumentos literarios18 mediante ornamentaciones retóricas y
estilísticas en virtud de las cuales ha pasado felizmente a la Historia (scripta manent) y gracias a
las que podemos conocerlo y apreciarlo hoy en calidad de antepasado artificial y artístico (pero
falso) de las lenguas romances que están vivas y perfectamente operativas y que, sin embargo,
no proceden de éste sino de aquél: del hablado, en definitiva (verba volant)19. En este sentido,

14 “Términos como “romance común” o “protorromance” no servirían a nuestro propósito, porque, en


principio, se aplican, por una parte, a una forma de lengua reconstituida y, por otra, excluyen el estudio
de los fenómenos que forman parte del fondo popular del latín, pero que no han sobrevivido en romance.
El latín vulgar, por el contrario, tal como lo concebimos, comprende los estados sucesivos desde la
fijación del latín común, al terminar el período arcaico, hasta la víspera de la consignación por escrito
de textos en lengua romance; no se excluyen, pues, ni las variaciones sociales ni aun las regionales”. V.
Väänänen, op. cit. 33-34.
15cf. Wikipedia: “Latín vulgar (en latín, sermo vulgaris) o latín tardío es un término genérico, empleado
para referirse al conjunto de los dialectos vernáculos del latín vivo, hablados en las provincias del
Imperio romano. La extinción como lengua viva del latín se asoció con la creciente diferenciación de
estos dialectos, que condujo, hacia el siglo IX, a la formación de las lenguas romances tempranas.
Algunos autores proponen distinguir técnicamente entre latín vulgar (o popular) y latín tardío (siglo IV
en adelante), aunque lingüísticamente es difícil distinguir entre esas dos acepciones”. (!)
16 “The arguments of the previous chapter make it historically appropiate and natural to apply the term
“Late Latin” to the later stages of the Latin language down to about 600 (…) There can be no doubt
that the written cultivated language and the spoken language of the lower classes were already showing
significant differences (…) It is of course highly likely that some part of the uneducated peoples of North
Africa, whose native tongue was Punic, could not understand the great preacher’s sermons, with their
highly rhetorical style (…) It is self-evident that the language of Gregory, for all its occasionally
colloquial or even vulgar expressions, was not in the least like that used by the mass of the
population”. Einar Löfstedt, Late Latin, 11-13.
17 Einar Löfstedt, Syntactica, II, 355 (cf. V. Väänänen, op. cit., 30).
18 Primera mitad del siglo III a. C., en los comienzos de la poesía, con Livio Andrónico y Nevio.
19 “Hay que guardarse bien de exagerar la oposición entre la lengua hablada y la escrita; pueden
señalarse numerosos puntos de contacto entre la lengua popular y el estilo poético. Pero el habla
espontánea, poco atenta a las convenciones gramaticales, ¿no es, como quieren algunos, el latín vivo,
el latín verdadero, el latín a secas?” V. Väänänen, op. cit., 32.

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hay incluso quien afirma que el latín clásico procede del latín vulgar, como si no fuera sino la
sublimación de éste (propuesta ciertamente atrevida y no menos interesante)20.

Conviene recordar la obviedad de que la evolución de la lengua latina no ha podido ser


idéntica en todos los rincones del inmenso imperio romano21. En el siglo IV, San Jerónimo hace
una alusión a la división dialectal y diacrónica del latín (“et ipsa Latinitas et regionibus quotidie
mutetur et tempore”22). Y es que, pese a ser una obviedad, o la obviedad que explica las
diferencias entre las lenguas romances modernas, algunos cometen el error apriorístico de
considerar el latín vulgar una lengua uniforme a la manera del clásico que hubiera
evolucionado de modo independiente a aquél, convirtiéndose en cierto momento en las lenguas
romances, durante un proceso que hubiera sido igual y paralelo en los vastos y heterogéneos
dominios de la romanización. Lejos de eso, habrá que suponer que no existió jamás “un latín
vulgar” concreto, sino más bien múltiples, innúmeras y diferenciadas variantes locales no
estandarizadas del latín que respetaba la norma gramatical (esto es, el estandarizado por los
literatos de su tiempo, que llamamos “clásico” y es aún hoy la lengua oficial del Estado del
Vaticano, la cual se mantiene inmutable de modo artificial sin que aparentemente por él hayan
pasado más de dos milenios), y que todas y cada una de esas variedades locales no
estandarizadas de latín hablado experimentaron una evolución propia, en un ritmo y velocidad
propios, con unos usos u otros23 y con una personalidad propia en función de las circunstancias
con las que se encontraron los portadores del latín24 (soldados, mercaderes, colonos, mensajeros,
pedagogos y maestros, geógrafos exploradores, meros viajeros, exiliados políticos, fugitivos de

20 “En pocas ocasiones se valora [el latín vulgar] como parte del proceso de evolución que condujo al
surgimiento del maravilloso latín clásico (…) Procesos idénticos a los que dieron lugar a las lenguas
romances condujeron, en su momento, a la formación del latín clásico: la lengua vulgar es el motor de
toda lengua, pues primero se habla y luego se escribe (…) Gran parte de lo que conocemos como latín
clásico no es más que el resultado de lo que fue el latín vulgar del período arcaico”. H. Campos Vargas,
op. cit., 127, 128, 135.
21 “Undoubtedly the Latin spoken by Roman colonists, mechanics, and soldiers in Spain differed in
certain respects from that which one would hear in comparable circles in Gaul, Greece, or any province.
The original speech -Iberian, Celtic, or the like- of each province must have exerted some influence
upon the speech of the conquerors, especially in pronunciation, but almost certainly in other respects
also. Nevertheless we must recognize that these suppositions apply amost entirely to the spoken
language of every day, which may have perished with hardly a trace surviving in the written
monuments for us to read.” E. Löfstedt, op. cit., 39.
22 Comm. in Epist. ad Gal. 2, 3.
23“La corte y la región leonesa es interesante, en especial porque hallamos en ella tres tipos de lengua.
Dos de ellos son como en todas partes; de un lado ese romance corriente (…) hablado por todos en su
conversación diaria, y de otra parte un bajo latín o latín escolástico, escrito por los cronistas,
legisladores, los hagiógrafos y demás gente erudita. Pero hallamos además un tercer tipo, un latín
vulgar, ese latín popular que no se solía escribir ya en otras partes, y que en el reino asturleonés fue
mucho más usado”. Ramón Menéndez Pidal, Orígenes del español, 454-455.
24 “Es ciertamente un hecho comprobado que los antiguos poseedores de un idioma en pueblos que han
adoptado una lengua de más prestigio dejan sobre ésta algunas huellas, llamadas sustratos. Pero,
respecto a los eventuales sustratos prelatinos, nos hallamos sin salida por la falta de noticias sobre los
idiomas en cuestión, de los que nos faltan, o poco menos, monumentos escritos (…) Lo mismo pasa con
los superestratos, es decir, los elementos que provienen de la lengua de un pueblo conquistador que
adopta la lengua de los conquistados, como la aportación germánica en francés, así como con los
préstamos de un idioma vecino, llamados adstratos.” V. Väänänen, op. cit., 59.

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la justicia, misioneros…) que romanizaron, cada uno sui generis, una amplia y pluricultural
Romania.

Tales obviedades son frecuentemente pasadas por alto cuando se apela a un sólo “latín
vulgar”, el cual no es sino una entelequia (como lo son también, en realidad, el latín clásico25 y
la “latinidad ideal” de los puristas antiguos26), de modo que abordarlo desde una óptica
rígidamente canonizada es una mera aberración en sí porque el latín hablado por el vulgo era
precisamente latín no estandarizado, nada más y nada menos, vivo, receptivo y abierto siempre
al cambio27. A pesar de todo, es cierto que sí existen algunos rasgos lingüísticos que pueden
considerarse más o menos comunes al latín hablado de las diferentes regiones romanizadas (del
mismo modo que existen unas normas gramaticales, sintácticas, ortográficas y estilísticas en los
textos de alto nivel literario que definen a grandes rasgos el latín clásico), y ése es el “latín
vulgar” sobre el que se han escrito valiosas obras técnicas que, naturalmente, sirven de base
documental, de material de consulta y de contraste de la información a este estudio28.

“No existe texto alguno en latín vulgar; hay “vulgarismos” que se transparentan a través de la
lengua literaria de los monumentos escritos. Esto es verdad también, y más que nunca, cuando se trata
de textos brotados de personas poco cultivadas; éstas ponen todo su interés en “escribir bien” desde que
echan mano de la pluma. Son, pues, las faltas que cometen, por un lado, y, por otro, los excesos de
corrección o hipercorrecciones, en una palabra, las transgresiones de las normas literarias, las que nos
informan sobre el latín vulgar”29.

Efectivamente, son la pretensión de seguir la norma y su consciente o no transgresión


los dos factores que, dándose a la par, arrojan luz sobre el latín hablado en Iruña-Veleia en el
siglo III de nuestra era -el objeto primordial de este estudio-, retazos del cual han conservado

25 “La idea que se tiene del latín es con demasiada frecuencia la de una lengua no sólo unida, sino
también fijada de una vez para siempre y como inmutable. Se explica esta ilusión por el hecho de que el
latín literario, establecido en el siglo III a. C., parece haber conservado una misma estructura general
durante casi ocho siglos sucesivos. Pero la estabilidad relativa de la lengua escrita no ha sido más que
la máscara de numerosos cambios y hasta transformaciones capitales realizadas en la lengua
hablada”. V. Väänänen, op. cit., 31.
26“Latinitas,‘correct Latinity’, the nearest equivalent the language has to ‘standard language’ (…) is
therefore a vague and shifting ideal, not a reality that may be fully defined in objective terms (…)
Nevertheless ‘correct Latin’ remained a recognisable entity over many centuries, with variations
determined by such factors as the date of writing, the genre of the work and the skill of the writer. Its
persistence on the one hand obscures regional variations, yet paradoxically opens the way, at least in
theory, to the identification of a special type of regional Latin, namely regionalised standard
language”. J. N. Adams, The Regional Diversification of Latin 200 BC-AD 600, 17.
27 “Nos parece lógico creer que dentro de la tradición ortográfica latina se inició desde pronto, al menos
una doble tendencia: una de corte más purista, continuadora de la presión ortográfica de los textos
latino-clásicos y que por lo tanto pretende imitar sus pautas de escritura; por otro lado, otra tradición
más avulgarada en la que parece apreciarse un abandono del principio de adecuación fonemática y
caracterizada por frecuentes casos de poligrafías y polifonías”. Carlos Cabrera, Reflexiones sobre el
sistema gráfico avulgarado, 13-14.
28 “Los estudios dirigidos a la lengua de las inscripciones y de las cartas latinas provenientes de
diferentes provincias han permitido llegar a la conclusión de que el latín “vulgar” aparece en ellas
siempre como el mismo, o poco falta”. V. Väänänen, op. cit., 57.
29 V. Väänänen, op. cit., 46.

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Alicia Satué

feliz y milagrosamente por escrito hasta hoy los óstraca veleyenses, “hallazgos excepcionales”,
en las inscripciones domésticas de diversa índole situacional que atesoran lo que perfectamente
podría llamarse ya un “paleorromance”30.

***

Siempre in dubio pro reo, en el presente trabajo, fruto de un acto de investigación libre
y voluntario, llevado a cabo conforme a las tres conditiones sine quibus non señaladas más
arriba, así como a la concepción de la lengua objeto de este estudio como una variedad local no
estandarizada del latín sujeta a influencias de lenguas con las que se hallaba en contacto (como
el celta y el euskera, concretamente, si no entre otras), pretendo aportar (si quiera a la Ciencia
del Mañana, dada la estigmatización hodierna del material) mis consideraciones y conclusiones
personales acerca del estado de la declinación de la lengua latina, así como de su fonética y la
correspondiente expresión gráfica, en la Hispania septentrional de la época señalada por el
método arqueológico estratigráfico (mayoritariamente el siglo III), elaboradas a partir de la
observación atenta de los grafitos de Iruña-Veleia y de la detenida comparación de los datos de
ellos extraídos con los aportados por los expertos que en los últimos tiempos han estudiado
hallazgos análogos a los veleyenses recientemente descubiertos en diferentes lugares del
imperio romano y catalogados en calidad de instrumenta domestica. Al mismo tiempo, aún
siendo consciente del lugar en el que se encuentra este material en lo que respecta a su validez
de cara a la investigación científica, y no obstante debido a la cuestión en absoluto resuelta de
su autenticidad o su falsedad, me propongo asimismo demostrar, aportando en cada momento
la documentación necesaria al efecto, que las cronologías atribuidas a los grafitos de Iruña-
Veleia por el método arqueológico de los arqueólogos de Lurmen S. L. resultan perfectamente
verosímiles por ser la variante de la lengua latina no estandarizada contenida en ellos
congruente, en verdad, con las características lingüísticas de otras variantes no estandarizadas
del latín atestiguadas en los susodichos instrumenta domestica procedentes de distintos y
dispersos lugares del imperio romano y, en mayor o menor medida, coetáneas a los óstraca
veleyenses.

“Exempla ponuntur nec confirmandi neque testificandi causa, sed demonstrandi”31.

30 (vid. Epílogo).“Esta tradición avulgarada puede definirse como el testimonio protorromance del
plano ortográfico, ya que tales alteraciones gráficas están en muchos casos condicionadas por
procesos fonéticos iniciados en el latín. Sin embargo, los rasgos particulares del latín de cada territorio
y las propias influencias del incipiente romance condicionarán la caracterización lingüística -y, por lo
tanto, gráfica- de esos textos, que presentan ciertas diferencias de una zona a otra (…) Parece que la
tradición purista, más compleja, se reserva generalmente a menesteres más cultos, mientras que la
tradición avulgarada se usa en tareas documentales más rutinarias (textos de compraventa,
donaciones, etc.)”. C. Cabrera, op. cit., 14.
31 Rethorica ad Herennium, 4, 3, 5.

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Alicia Satué

III. Preámbulo: el affaire de Iruña-Veleia

Los grafitos de Iruña-Veleia, oppidum de la Edad del Bronce habitado supuestamente


por los caristios (de los que se dice que eran celtas) y posteriormente romanizado del norte de
Hispania, ubicado a once kilómetros al oeste de la capital del País Vasco (Vitoria-Gasteiz),
fueron desenterrados durante las campañas arqueológicas de la empresa Lurmen S. L. llevadas
a cabo entre 2005 y 2006. Constituyen un corpus de instrumenta domestica sobre unos 450
óstraca de cerámica y en menor medida vidrio, hueso, piedra y ladrillo, aparecidos en una
veintena de sondeos distribuidos por el oppidum y el área extramuros circundante y están
datados por el método estratigráfico entre los siglos II y V d. C., adscribiéndose en su mayor
parte a los siglos III y IV d. C.32 Los óstraca contienen abundante iconografía relativa a la vida
cotidiana, la cultura clásica y el cristianismo, siendo no menos prolijos en textos escritos
mayormente en latín vulgar (aunque el latín clásico se halla asimismo presente en sentencias y
proverbios) y en una lengua que corresponde a un estadio antiguo del euskera, aunque también
existe un puñado de ellos en los que aparecen jeroglíficos y nombres egipcios y algunas
palabras griegas y célticas, estas últimas plausibles antropónimos.

Desgraciadamente, los grafitos se encuentran condenados desde su descubrimiento a


ser material de estudio estigmatizado por haber sido considerados un fraude arqueológico, pero
no existe publicación científica alguna que pruebe su falsedad (por el contrario, sí ha sido
publicado un artículo que apuesta por su autenticidad33). A modo de intento de solución
científica a la inmediata y estrictamente mediática polémica generada en ciertos foros de
internet como Celtiberia y Terrae Antiquae, y en respuesta a la petición a la Diputación Foral de
Álava (DFA) por parte del director de las excavaciones del yacimiento, el arqueólogo Eliseo Gil,
se nombró a principios de 2008 una comisión científica asesora (CCA) constituida en un primer
momento por trece miembros especialistas en las diferentes disciplinas en cuestión (aunque
ninguno de ellos lo era en materias requeridas como, por ejemplo, el latín vulgar), integrada en
su mayor parte por profesores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y presidida por la
entonces diputada de Cultura Lorena López De Lacalle, comisión a la que más tarde se añadió
una asesoría externa, con el objetivo de dirimir la autenticidad de las inscripciones realizadas
sobre los óstraca datados por la Arqueología en época romana.

El hecho fundamental que al mismo tiempo implica una irregularidad de índole legal
(si bien no único en este sentido) del que arranca lo que se ha dado en llamar “el affaire de
Iruña-Veleia” es que antes de constar el depósito de los informes de cada uno de los
componentes de la comisión nombrada ad hoc, cuando sólo habían sido presentados los
informes de Lurmen y el del catedrático de Lingüística Indoeuropea de la UPV Joaquín
Gorrochategui, la Orden Foral 444 de 19 de noviembre de 2008 sentenciaba, acorde a una

32 La información referente a la estratigrafía y a la cronología de las piezas es tomada siempre en este


estudio de Ostracabase (http://www.sos-irunaveleia.org/arqueologia:arqueologia), donde también se
recoge las fotografías de las piezas tomadas por el servicio de Restauración de la Diputación Foral de
Álava y las lecturas de los grafitos según Lurmen S. L.
33Héctor Iglesias, Les inscriptions d’Iruña-Veleia: Analyse linguistique des principales inscriptions
basques découvertes, Arse 46, 2012 (21-81).

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Alicia Satué

supuesta unanimidad de conclusiones extraídas de los informes aún no presentados por la


comisión a la DFA (por lo que obviamente no podría recoger esa unanimidad), la falsedad del
conjunto de todos los grafitos, el cese de Lurmen en su contrato de excavación del yacimiento y
el cierre del mismo, al tiempo que anunciaba una nueva etapa de excavaciones bajo la dirección
de la UPV/EHU. Paulatinamente, con posterioridad a esa fecha y hasta el día 4 de diciembre de
2008, cuando fue entregado el último informe de la CCA (el del profesor de Arqueología de la
UPV/EHU Julio Núñez Marcén, quien a comienzos de 2010 sería nombrado director de las
excavaciones de la nueva era del yacimiento), fue siendo depositado el resto de informes de los
que había de ser extraído el consenso a partir del cual sería redactada la susodicha orden foral
que supuestamente aludía a una unanimidad de conclusiones entre los expertos de la comisión
y que, sin embargo, y como ya se ha dicho más arriba, se adelantó al pronunciamiento -al
menos oficial- de la misma34. Además, de los diez informes presentados finalmente por la CCA
a la DFA, en realidad sólo tres concluyen la falsedad de los grafitos: los lingüísticos del
mencionado profesor Joaquín Gorrochategui y el del catedrático de la UPV/EHU de Filología
Vasca Joseba Lakarra, y el relativo a iconografía firmado por el asesor externo Giuliano Volpe y
el también ya nombrado Julio Núñez Marcén, informes según los cuales existen en los grafitos
numerosos rasgos tanto lingüísticos como iconográficos que apuntarían a su factura reciente;
otros informes o bien no se pronuncian al respecto, como el químico, que concluye
positivamente sobre la analítica radiocarbónica de los soportes aportada por Lurmen y que no
evalúa las inscripciones, o el físico, que tan sólo constata que los óstraca habían estado
efectivamente enterrados. El resto se limita a señalar la improbabilidad o imposibilidad del
material gráfico en la cronología concreta propuesta por la Arqueología, como el de la
catedrática de Filología Latina de la Universidad Complutense de Madrid Isabel Velázquez
Soriano, quien estudió los textos latinos en calidad de asesora externa de la CCA.

La documentación relativa al caso fue puesta a disposición fiscal por parte de la DFA el
5 de diciembre de 2008, y el 24 de marzo de 2009 la misma DFA interpuso una acusación de
estafa y daños al patrimonio contra Eliseo Gil, el geólogo de su equipo especialista en
zooarqueología Óscar Escribano y el coordinador de las analíticas de las piezas Rubén Cerdán35.
Basábase tal acusación en un informe grafológico no concluyente presentado el 11 de marzo de
2009. Gracias únicamente a filtraciones a la prensa, puesto que nunca han sido publicados, se
supo de la existencia de un segundo informe grafológico aparentemente concluyente sobre
iconografía de finales de julio de 2009 y de un tercero sobre inscripciones de fecha de 21 de
enero de 2010 que al parecer apuntaban al director de Lurmen como autor de la supuesta
falsificación. Por su parte, el equipo de Eliseo Gil presentó una querella entre fines de 2009 y
principios de 2010 contra la citada diputada que presidió la comisión científica Lorena López De
Lacalle, el director de Cultura Agustín Ochoa de Eribe, el técnico de la DFA que redactó la orden

34 Informes y actas de la CCA accesibles en http://www.alava.net/publicar/Veleia/


35Más tarde seguiría a ésta una nueva acusación de estafa contra Eliseo Gil e Idoia Filloy, codirectora de
Lurmen, por parte de la empresa pública Euskotren, patrocinadora del proyecto de excavación de
Lurmen, y su filial Eusko Trenbide Sarea. Las querellas por supuesto fraude presentadas contra Idoia
Filloy y Eliseo Gil fueron definitivamente archivadas por los juzgados en enero y febrero de 2010. Los
jueces dictaminaron que las cantidades percibidas a modo de subvención por la empresa Lurmen fueron
idénticas antes y después de los hallazgos, y que por tanto no había existido ningún tipo de fraude. A día
de hoy solamente sigue en pie la querella de la Diputación.

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Alicia Satué

foral Félix López y los arqueólogos de la UPV/EHU Julio Núñez Marcén y Juan Antonio Quirós
por prevaricación, coacciones, injurias y calumnias, allanamiento, delitos contra el honor y la
imagen y falsedad en documentos, mas no fue admitida a trámite por la judicatura, quedando a
expensas de los resultados de los demás casos procesales.

A partir de ese momento, la defensa de Lurmen pide reiteradamente pruebas materiales


de la realización reciente de los grabados, pruebas que a día de hoy -siete años después- siguen
sin ser aportadas: en efecto, aparte de la creación de una comisión científica internacional
integrada por expertos en las varias materias de estudio pertinentes, Eliseo Gil había exigido
asimismo la realización de nuevas analíticas de las piezas y la ejecución de excavaciones de
contraste controladas por parte de un equipo de arqueólogos independiente que verificara las
secuencias estratigráficas identificadas por él y por su equipo y que sirvieron como base para la
datación de los grafitos: mientras que la primera de las peticiones del arqueólogo fue atendida
sólo en parte (ya que la CCA no era internacional y, como se ha dicho anteriormente, no había
ningún especialista en latín vulgar o en paleografía) y la tercera ha sido simple y llanamente
ignorada, la segunda ha tenido que esperar hasta enero de 2014 para verse materializada en un
informe del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) que, según el contrainforme
realizado en respuesta a aquél por el geoquímico Koenraad Van den Driessche36, no es en
absoluto dirimente en cuanto a la autenticidad o la falsedad de los grafitos por ceñirse al
análisis de la superficie de los óstraca en busca de restos de metales modernos con los que
hubieran sido realizadas las incisiones sobre ellos, análisis que, tal y como señala el geoquímico
belga, efectivamente muestra las huellas que se han ido depositando sobre las piezas a lo largo
de seis años de estudios y observación de las mismas por parte, en un primer momento, del
equipo de arqueólogos de Lurmen durante los procesos de lavado y catalogación, y
posteriormente de los integrantes de la CCA que las estudiaron, seguidos de entidades varias
como el departamento de Restauración de la misma DFA, el Museo de Arqueología de Álava
(BIBAT), la Guardia Civil o la Ertzaintza, de modo que la presencia de restos metales modernos
respondería a las diversas manipulaciones que obviamente han sufrido las piezas desde el
momento de su hallazgo hasta la actualidad y no serían sino evidencias de contaminación que
en manera alguna deben ser interpretadas en clave de indicios de ejecución reciente ni, por
tanto, de la falsedad de los grafitos. Huelga decir a este respecto que no existe ni ha existido una
cadena de custodia de las piezas en litigio, las cuales, además, se encuentran actualmente en
poder de la la DFA (la parte querellante) en una causa sub iudice, lo cual sólo puede ser
entendido como una más de las varias irregularidades de índole legal cometidas a lo largo de
un complicado proceso que, lejos de limitarse al ámbito científico al que debería haberse
adscrito, se encuentra atascado sine die en el limbo judicial al que nunca, de haberse actuado
debidamente por parte de las autoridades competentes e implicadas, debió llegar.

Finalmente, y en lo que atañe a las pruebas grafológicas mencionadas más arriba


aportadas en su día por la DFA al juez del caso, el affaire de Iruña-Veleia ha sido recientemente
reavivado en los medios de comunicación y en los foros de internet a raíz de la aparición de un
nuevo informe emitido por la Policía Científica de la Ertzaintza, según el cual el método
grafológico no puede ser concluyente en cuanto a la autoría de las inscripciones en cuestión (y,

36 vid. http://www.amaata.com/2014/11/porque-el-informe-navarro-no-es-valido.html

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Alicia Satué

por tanto, es inválido), por tratarse los óstraca de soportes duros sobre los cuales “no es posible
estudiar aspectos básicos de un estudio pericial grafístico como son la velocidad, la presión, gestos tipo y el
estudio de los ataques y escapes”. De modo que, tal y como subraya el arqueólogo imputado Eliseo
Gil, exdirector de Lurmen, en su última rueda de prensa de fecha de 4 de diciembre de 2015,
“Todavía estamos en la más absoluta falta de demostración científica de que esa hipótesis [de la presunta
falsedad de la mayor parte de los 400-500 grafitos excepcionales] sea correcta”37.

Durante los siete años de polémica transcurridos desde el hallazgo de los grafitos, no
pocos espíritus críticos y lúcidos han respondido -y siguen haciéndolo38- a los argumentos
aducidos a favor de la falsedad de los grafitos veleyenses recogidos en los informes de la CCA,
demostrando que éstos contradicen la documentación de época romana y evidenciando que la
cuestión de la autenticidad o la falsedad de los hallazgos no está en modo alguno cerrada.

37 vid. http://www.amaata.com/2015/12/las-conclusiones-del-informe-final-de.html, http://


www.amaata.com/2015/12/es-imposible-de-realizar-estudios.html#more, http://www.amaata.com/
2015/12/los-miserables-y-malditos-informes.html, http://www.sos-irunaveleia.org/grafologia-y-iruna-
veleia, http://www.amaata.com/2015/12/rueda-de-prensa-de-lurmen-sl.html#more.
38 (vid. http://www.sos-irunaveleia.org/informes). Trabajos no sólo de corte humanístico y lingüístico,
sino también relativos a aspectos diversos de la polémica, tales como los del geoquímico Koenraad Van
den Driessche en torno a las evidencias físicas de las costras carbonáticas sobre las inscripciones y la
necesidad del estudio de las mismas, o el que evalúa la antigüedad de los grafitos a partir de las
características de las incisiones sobre huesos (aportado por el médico paleopatólogo y paleontólogo
Joaquím Baxarías Tibau), o el relativo a los problemas de la aplicación de la grafología para dilucidar su
autoría (realizado por la lingüista Roslyn Frank), así como los dedicados al método arqueológico de
Lurmen, entre los cuales es de relevante mención el de Edward Cecil Harris, llamado padre del método
arqueológico moderno, quien desde 2009 da por correctos los procedimientos metodológicos de Lurmen,
también en el primer congreso internacional sobre Iruña-Veleia celebrado el 24 de noviembre de 2012 en
Vitoria-Gasteiz (vid. texto) y de nuevo más tarde en la conferencia celebrada en Madrid en marzo de 2015
y en la carta dirigida recientemente (noviembre de 2015) a los medios de comunicación.

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Alicia Satué

IV. Introducción: los atardeceres de la declinación

“La gramática latina es “un edificio construido en medio de ruinas”, un sistema “formado con
materiales tomados de diversos sistemas sucesivos anteriores” (A. Meillet). De ahí las incoherencias que
no podían por menos de entorpecer a los sujetos hablantes”39.

Desde sus comienzos, en el latín hablado venía teniendo lugar una serie de fenómenos
varios40 que provocaron de manera paulatina el devenir de esta lengua de sintética en analítica
a medida que fue generalizándose el uso de las preposiciones a través de un continuo y lento
proceso de uniformización en un único caso a partir de un sistema nominal complejo
organizado en casos diferenciados por una terminación distintiva que contenía una carga
semántica sintáctica. El fenómeno de simplificación de la declinación ha de remontarse a
tiempos muy antiguos, ya que el mismo latín clásico tal y como lo conocemos había perdido los
casos instrumental y locativo heredados del indoeuropeo, de cuya existencia sólo algunos
fósiles dan constancia, habiendo sido engullidos por el caso ablativo (que en latín clásico
expresa las circunstancias a modo de totum revolutum).

La culminación de esa uniformización de la declinación en un caso único, llamado


también caso régimen universal, es grosso modo la situación general de las lenguas románicas
de la actualidad, en las que tan sólo se distingue entre flexión de singular y flexión de plural si
se exceptúan formas aisladas aún declinables como las de los pronombres, que no son sino
fósiles y recuerdos de otros tiempos, como lo son de otros más antiguos los locativos del latín
clásico41.

39 V. Väänänen, op. cit., 181.


40“El deterioro de la declinación latina es el resultado de la acción conjugada de diversos factores. La
tendencia a reducir el número de casos caracteriza al latín desde el comienzo de la tradición literaria”.
V. Väänänen, op. cit., 197.

“It would not be right, though, to conclude, as many of the Romance scholars of the nineteenth century
tended to conclude, that the loss of the case system was entirely caused by phonetic developments (…)
functional factors were the ones that led to the eventual definitive abandonment of all the old
inflectional systems even where the inflections were still distinctive”. J. Herman, op. cit., 52-53.

“Loss of the Latin case distinctions happened over a number of successive stages, and interacted with
other developments, such as the merger of some case forms in some declensions from phonological
changes, and the rise of more rigid word orders to encode subject and object roles”. James Clackson-
Geoffrey Horrocks, The Blackwell History of the Latin Language, 277.
41 “El indoeuropeo, del que procede el latín, aparece al término de la reconstrucción como una lengua
que ha poseído ocho casos. En fecha histórica, sólo el sánscrito ha conservado intacto este número de
casos. La mayor parte de las otras lenguas ha reducido el conjunto casual: el griego clásico sólo tiene
cinco, el latín clásico seis. El latín tardío, al que remontan las lenguas romances, había simplificado más
aún este sistema y no tenía más que dos casos; esta oposición binaria, heredada en un primer momento
por las lenguas romances, ha sido abolida después en todas las lenguas, observándose sólo los vestigios
de un sistema casual en el pronombre. De un modo general, allí donde las oposiciones casuales no se han
abolido, las lenguas indoeuropeas manifiestan históricamente una tendencia a reducir el número de
sus casos (…) El sincretismo se observa en latín, desde una época antigua, en un punto muy importante:
la fusión en una misma forma de tres casos indoeuropeos: ablativo, instrumental y locativo”. Pierre
Monteil, Elementos de fonética y morfología del latín, 165-166, 171.

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Alicia Satué

Ese caso único que conservaría el castellano y al cual quedó reducida la declinación
latina sería el acusativo42 (si bien es ésta una cuestión aún muy debatida entre los expertos43), el
cual invadía los lugares de los otros casos al ser frecuentemente la forma usada por defecto en el
latín hablado. En latín clásico expresaba, en primera instancia y sin preposición, el
complemento directo, y en segunda instancia y precedido por las preposiciones in y ad el
complemento de lugar direccional quo, amén del complemento circunstancial de lugar ubi
cuando estaba precedido de unas preposiciones concretas que lo regían (per, inter, apud, ante,
post, super, infra, circum…).

El fenómeno conocido como la invasión del acusativo debió comenzar en el lugar del
ablativo44 (el caso empleado para la expresión de los complementos de lugar unde, ubi y de otras
circunstancias), y fue impulsada por razones fonéticas y sintácticas, pero también funcionales y
sociolingüísticas en el sentido de que la falta de conocimientos profundos de la gramática
ejercía un papel elemental en el uso de un caso u otro en la lengua hablada: seguramente, estos
dos casos eran confundidos por ser los únicos de la declinación que admitían preposición45,
restringiendo la regla gramatical el uso de ciertas preposiciones ante acusativo, el uso de otras
ante ablativo y el de algunas, como in, con el uno y con el otro, estableciéndose, no obstante,
una diferenciación semántica entre ambos (in adquiere un significado direccional ante acusativo
y una carga semántica locativa ante ablativo); la consecuente confusión entre los dos casos por

42“Las lenguas románicas no han conservado, en conjunto, más que los acusativos del singular y del
plural (…) Sólo el rumano, el francés antiguo, el provenzal y, en alguna medida, el rético antiguo, han
conservado vestigios de la declinación (…) La cuestión del origen del caso régimen en francés antiguo
y en provenzal antiguo y la de la forma única nominal en las demás lenguas románicas es una de las
más debatidas: ¿es el acusativo el único que se ha conservado así, o no se trata más que de una forma
salida de la fusión del acusativo, del dativo y del ablativo latinos?” V. Väänänen, op. cit., 196, 206.
43 “El acusativo como origen del régimen románico no es dudoso para el plural, donde por otra parte, ha
sido confundido con el nominativo de los nombres de la 1ª y de la 3ª declinación. En el singular militan
muchos hechos a favor del acusativo: (…) los descendientes de los imparisílabos del tipo corpus, opus,
pectus, tempus, se remontan con toda nitidez al nom.-ac. (…) En cambio, esp. lumbre, nombre,
estiércol parecen reivindicar los ablativos lumine, nomine, stercore. Sea de ello lo que sea, el común
denominador de las formas del régimen singular proporcionadas por los textos de los siglos VII-VIII,
allí donde las antiguas desinencias casuales han sido abandonadas, es un caso oblicuo sincrético,
respectivamente en -a, -o, -e y cero (neutros con tema consonántico), con las variantes (¿gráficas?)
-am, -um, -em, -i. El punto de partida es, pues, el acusativo, en competencia, sin embargo, con el
ablativo en los casos en que las dos formas no coinciden”. V. Väänänen, op. cit., 206-207.

“The conventional view is that most nouns passed into Romance languages in their accusative rather
than nominative form (…) The accusative origin of nouns is not obvious in the first and second
declensions, where the loss of -m and -s caused a falling together of the nominative and accusative
singular forms, but it is clearer in third declension nouns. For example, It. notte, Fr. nuit, Sp. noche and
Rom. noapte could not derive from nox but must come from nocte. This might be the accusative nocte(m)
or in theory the ablative. The ablative as source of the base form of Romance nouns is unlikely, given
that accusative are often used in late texts with nominative function, and that the ablative case as an
independent entity receded with the advance of prepositional syntagms, in which the accusative
gradually ousted the ablative”. J. N. Adams, Social variation and the Latin language, 201-202.
44“Después de preposición, el acusativo va ganando terreno poco a poco sobre todo al ablativo:
Pompeya 2155 a pulvinar, 8976 cum iumentum, 221 cum sodales, 275 cum discentes, 698 cum discentes
suos. Son éstos los más antiguos ejemplos conocidos de un uso que se irá extendiendo a continuación y
que hará del acusativo el caso preposicional por excelencia”. V. Väänänen, op. cit., 199.
45“La fusión de los dos casos fue, sin duda, favorecida por el hecho de emplearse ciertas preposiciones
con entrambos, acusativo y ablativo”. C. H. Grandgent, op. cit., 85.

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Alicia Satué

parte de quienes no dominaban la teoría debió encontrar en la práctica la solución fácil de la


preferencia por el uso sistemático del acusativo después de cualquier preposición46, lo cual, a su
vez, sentó las bases para la generalización del uso de las preposiciones47, prescindibles en el
latín clásico en ciertos contextos al bastar la terminación casual para la expresión de ciertas
funciones sintácticas48.

El consecuente empleo abusivo de las preposiciones en la lengua hablada conllevó que


éstas fueran adquiriendo una carga semántica más fuerte (aunque no siempre unívoca), hasta el
punto de ser utilizadas también, en el atardecer de la declinación, para la expresión de las
funciones atribuidas al genitivo y al dativo49 (casos que en latín clásico no admiten preposición,
con las funciones -básicas- de complemento del nombre y complemento indirecto,
respectivamente), precediendo las preposiciones, empero, a la forma usada por defecto -id est,
el acusativo50- para la expresión de funciones que no le son propias en latín clásico, y dándose
paso paulatinamente a un sistema en el que los hablantes ya sólo distinguirían entre dos casos,
uno recto (reservado a la función de sujeto, el nominativo) apreposicional y otro oblicuo
precedido de preposición para la expresión de las restantes funciones sintácticas (el acusativo)51.

46 “The accusative was more often used inappropriately, instead of an originally correct ablative, than
vice versa. The accusative seems to have been felt to be a kind of “prepositional case”, and as result it
often appears in Vulgar texts after prepositions that normally required the noun to be in the ablative”. J.
Herman, op. cit., 53.

cf. “Merca minore pretium” (Claudius Terentianus, P. Mich., 469): alrededor del 100 d. C. el acusativo
invade el lugar del ablativo de precio. Esta expresión aparece dos veces en esta misma carta nº 469. ”It
shows that the ablative is a moribund case-form”. J. Clackson - G. Horrocks, op. cit., 254-255.
47 “Muchos de los valores pertenecientes originariamente a tal o cual caso, como el genitivo partitivo,
el acusativo de dirección, el ablativo propiamente dicho o de punto de partida, parecían sobrevivientes y
tendían a reforzarse con preposiciones. De rechazo, la palabra accesoria iba ganando autonomía en
detrimento de las formas de flexión”. V. Väänänen, Ibidem.
48 En realidad, ni siquiera la terminación casual era verdaderamente necesaria en la mayoría de las
situaciones, pues los lexemas implicados bastaban para establecer la relación semántica entre las palabras:
“La marca de las funciones semánticas y sintácticas por medio de un caso es realmente necesaria en
menos de un 5-10 % de ocasiones. De esto no puede concluirse, sin embargo, que la marca casual sea
un elemento insignificante en el uso de la lengua. Es un fenómeno bien conocido que las estructuras
lingüísticas contienen más cantidad de información de la estrictamente necesaria (en términos técnicos
podríamos quizás hablar de redundancia) (…) Sin embargo, sí puede deducirse de esta conclusión que la
marca de caso no es más que uno de los bloques constructivos y que es mucho menos importante para el
éxito de la comunicación que, p.e., el significado de los lexemas con los cuales se construyen las
oraciones (…) Esta relativa falta de importancia explica en parte por qué las estructuras de las lenguas
romances pudieron desarrollarse prácticamente sin casos, sin que surgieran problemas de comunicación
de ninguna magnitud (…) El sistema de casos abrió camino a otro sistema de marcar las relaciones
semánticas y sintácticas, un sistema en el cual especialmente el orden de palabras y las preposiciones
tienen un importante papel”. Harm Pinkster, Sintaxis y semántica del latín, 77, 80.
49“Los giros preposicionales van sustituyendo, por exigencias de la claridad, a las formas casuales
puras y simples”. V. Väänänen, Ibidem.
50“La función de régimen quedará reducida sobre todo al acusativo, cuya oposición con el nominativo
se irá acentuando”. V. Väänänen, op. cit., 181.
51“Banniard argues that the ablative eventually syncretized with the genitive and dative, rather than
earlier with the accusative, owing to the persistence of some ablative forms used with an instrumental
function in late post-classical texts. The merger of the genitive and dative is placed before this, since we
first have widespread evidence for a confusion between the two cases in the fifth and sixth centuries”.
J. Clackson - G. Horrocks, op. cit., 277.

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Alicia Satué

Es posible que la epigrafía, práctica muy extendida en el mundo romano y fruto de las
necesidades impuestas por la burocracia y la comunicación (actos sociales que exigen agilidad,
rapidez, claridad y eficacia) jugara un papel decisivo a favor de la sistematización del uso de las
preposiciones, ya que en ella se empleaba, por razones prácticas, la abreviatura; desde el
momento en que el orden de palabras en la oración no es igual en la lengua escrita (o
estandarizada) y en la hablada (o no estandarizada), de una palabra abreviada a la que falta su
final extraer información sintáctica puede ser, en ocasiones, tarea ardua. Las preposiciones,
normalmente ausentes en la epigrafía antigua y cada vez más visibles junto con el transcurrir
del tiempo, superaban ese obstáculo, cumpliendo además satisfactoriamente las expectativas
comunicativas (agilidad, rapidez, claridad y eficacia)52.

De todos modos, los factores determinantes del cambio estuvieron estrechamente


relacionados entre sí, ya que la confluencia de casos distintos en uno sólo fue asimismo
motivada por razones de índole fonética53. Así, la confusión entre el acusativo y el ablativo fue
no sólo funcional, sino también fonética al devenir el singular del acusativo -u(m), -a(m), -e(m)
en la misma terminación en vocal del ablativo -o, -a, -e.

La confluencia de los casos acusativo y ablativo en la misma terminación vocálica (y, en


última instancia, por vías de sincretismo, también del dativo) fue consecuencia, por un lado, de
la tendencia a la relajación en la pronunciación de -m final54: ya en los epitafios de los Escipiones
se observa la significativa ausencia de -m, lo que sugiere que no era pronunciada desde el siglo
III a.C.55 y que su lenición no se limitaba al habla vulgar, sino que era propia también de la
élite56. Por otro lado, la igualación de las terminaciones vocálicas de estos casos fue
consecuencia asimismo de la pronunciación de ŭ breve como ō larga cerrada, que igualaba en

52“Prepositional phrases had in any event some important advantages over the use of inflections without
prepositions, which must have meant that they were the usual automatic choices in speech, particularly
in the speech of newly Romanized groups with no tradition yet of literary education, who were probably
clumsier in the manipulation of the complex machinery of preposition-free inflections. The phrases were
morphologically more straightforward, since the prepositions only had a single invariant form. They
came to be used more and more with the accusative case, which was easy to use and created no
ambiguity (since the preposition carried the meaning)”. J. Herman, op. cit., 60.
53“Se trata, en primer lugar, de un desarrollo sintáctico, que no excluye, sin embargo, el concurso de
factores fonéticos, como la caída de la -m final y la fusión de ciertas vocales en posición final”. V.
Väänänen, op. cit., 207.
54“Que la -m final era caduca desde la época arcaica está ampliamente probado por las inscripciones,
aun las de carácter oficial, desde el siglo III a.C.”. V. Väänänen, op. cit.,127.
55CIL I2, 6, 7: Cornelius Lucius Scipio Barbatus Gnaivod patre / prognatus fortis vir sapiensque quoius
forma virtutei parisuma / fuit consol censor aidilis quei fuit apud vos Taurasia Cisauna / Samnio cepit
subigit omne Loucanam opsidesque abdoucit; CIL I2, 8, 9: L. Cornelio L. F. Scipio aidiles cosol cesor /
honc oino ploirume cosentiont R(omai) / duonoro optumo fuise viro / Luciom Scipione filios barbati /
consol censor aidilis hic fuet a(pud vos) / hec cepit Corsica Aleriaque urbe / dedet tempestatebus aide
mereto(d).
56“The occasional omission of -m goes well back in the Republic and is found in high-style
inscriptions, and that hints at the state of elite speech at an early period. The omission of final -m has
found its way into handbooks of Vulgar Latin because of a tendency to confuse writing with speech. It
was by the classical period merely a vulgarism of writing”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin
Language, 132.

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una terminación -o el singular del acusativo y del ablativo (y también del dativo) del masculino
y del neutro de la flexión temática.

Pero estos fenómenos fonéticos están, a su vez, ligados a otro: la pérdida de la


fonologización de la distinción cuantitativa vocálica57, un tercer factor fundamental que
intervino en los procesos de sincretismo de los casos entre sí: desde al menos los comienzos de
nuestra era58, las vocales tendían a ser articuladas más largas cuando estaban en sílaba
acentuada59 (y viceversa60) por el habla vulgar; además, ciertas grafías hipercorrectas de
Pompeya apuntan a que la relajación en la articulación de -m en el acusativo provocaba un
alargamiento de la vocal final, que se confundía así con la vocal larga del ablativo singular
eliminando la oposición fonológica entre estos dos casos61. Fue, al parecer, desde finales del
siglo III62 cuando se propagó el sistema de vocales diferenciadas por su timbre y no por su
cantidad que han heredado las lenguas romances a medida que se extinguía el de cinco vocales
largas y cinco breves del latín clásico (confluyendo ē y i en e, y ō y u en o63), el cual distinguía,
por ejemplo, el ablativo marcado por vocal larga -ō, -ā del acusativo con vocal breve -ŏ(m), -ă(m).
La ignorancia respecto a las cantidades vocálicas condujo finalmente a olvidar los valores

57“The Classical Latin of the Empire had what seems to have been a well-balanced vowel system. There
were five vowels, each of which could either be long or short. Vowel quantity was phonologically
distinctive (…) During the first five hundred years A. D., and in particular in the two centuries
preceding the end of the Empire, this system changed radically. On the one hand, the difference between
a long and a short vowel gradually weakened, and the original phonological lenght distinctions, in
syllabes of all types, disappeared”. J. Herman, op. cit., 27-28.
58“Los primeros indicios de la desaparición del ritmo cuantitativo se vislumbran en Pompeya”. V.
Väänänen, op. cit., 73.
59 “Lenght differences came to be directly determined by the nature of the syllables that the vowels
were in; that is, they were now phonetic, secondary characteristics of vowels that were coming in Late
Latin to be distinguished instead by different phonological features (…) When the fifth-century
grammarian Consentius tells us that some people, and speakers from Africa in particular, pronounce the
word piper with a long vowel in the first syllable, when it ought to have been a short vowel (quidam
dicunt piper producta priore syllaba, cum sit brevis, quod vitium Afrorum familiare est, GL, 392), he is
giving us just one of many examples of a stressed vowel in an open syllable (that is, a syllable ending
with the vowel) that was tending to be pronounced longer than in the earlier Classical usage”. J.
Herman, op. cit., 29.
60 “Feminā could no longer be distinguished from femină, because in both the final vowel was unaccented
and short (…) The shortening of long vowels in unstressed final syllables is another phenomenon that
is attested in learned varieties of the language, and from quite early”. J. N. Adams, Social Variation and
the Latin Language, 45, 70.
61“Interestingly, a few examples of hypercorrect spellings in which an m was erroneously added to an
ablative case form exist, e. g., permissūm, ‘permission’, abl. sg. masc.; diēm, ‘day’, abl. sg. masc. These
spellings support the idea that the vowel of the accusative singular was lengthened in compensation for
loss of final m”. Rex E. Wallace, An introduction to Wall Inscriptions from Pompeii and Herculaneum,
2.2, 31.
62 “La revolución del ritmo latino se declara a fines del siglo III”. V. Väänänen, op. cit., 72.
63 “It is well known that, in spoken Latin of late antiquity, the original ten-vowel system of Classical
Latin, with long and short versions of /a/, /e/, /i/, /o/ and /u/, had become simplified, as a result of loss of
concern with vowel lenght, to a system of seven vowels. In this process /ē/ and /i/ fell together as /e/,
and /ō/ and /u/ fell together as /o/. The result of these mergers was the frequent orthographical
interchange of e and i, and of o and u in texts reflecting the influence of spoken Latin”. Michael
Lapidge, Latin colloquies, 412-413.

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fonológicos asignados a las cantidades64 (no tanto a articular vocales largas y breves con la
misma duración65), lo que convertía, por ejemplo, las terminaciones del singular temático
masculino y neutro del acusativo, del ablativo y del dativo en formas idénticas y eliminaba así
distinciones casuales-sintácticas; por tanto, también la evolución del sistema vocálico tuvo un
importante papel en el deterioro de la declinación latina66.

La invasión final del acusativo en el terreno del nominativo respondería a razones


diferentes67. Un primer factor que debió influir en la confusión entre nominativo y acusativo en
la flexión del masculino temático sería la analogía a partir de la flexión del género neutro, al
tener éste idénticas terminaciones para estos dos casos tanto en el singular como en el plural
(-um, -a), lo cual pudo seducir a los hablantes desde antiguo para no distinguir tampoco en la
flexión del masculino entre ambos casos usando por defecto solamente su forma de acusativo,
ya que era igual a la del neutro (-um).

También la flexión del femenino temático contribuiría a acelerar el proceso de


abandono de una forma de nominativo diferenciada de una de acusativo, ya que -a era la única
terminación resultante para el singular del nominativo, el acusativo y el ablativo una vez se
abandonó la pronunciación de la -m final del acusativo y se hubo perdido la distinción
cuantitativa fonológica de las vocales. En las declinaciones tercera, cuarta y quinta, la forma
igual en el plural de nominativo y acusativo también debió ejercer presión analógica en la
preferencia por una forma común a ambos casos en el singular y, por ende, en el proceso de
conquista del lugar del nominativo por parte del acusativo.

Esto guardaría estrecha relación, a su vez, con la desaparición de la categoría gramatical


del género neutro, dado que el mantenimiento de la oposición formal entre caso nominativo y
caso acusativo que se mantuvo por un tiempo en la flexión del masculino garantizaría la
diferenciación conceptual que existía entre este género (N-Ac. sg. -us, -um; N-Ac. pl. -i, -os) y el
neutro (N-Ac. sg. -um, -um; N-Ac. pl. -a, -a), pero esa diferenciación conceptual se iría disipando
al desaparecer las oposiciones fonéticas y sintácticas a favor de la terminación única del
acusativo (sg. -o, pl. -os): el empleo por defecto del acusativo -o en detrimento de -us impedía la
distinción formal entre estos dos géneros. De todos modos, la categoría del género neutro estaba

64“The information that we have about grammarians picking up educated speakers, say, for lengthening
a short stressed vowel, suggest that in careful speech there would have been some attempt to retain the
old quantity known from classical verse, but errors of the same type were made by grammarians
themselves, and that demonstrates that consistency was not achieved”. J. N. Adams, Social Variation and
the Latin Language, 70.
65“What seems to have been lost in later Latin is not distinctions of vowel lenght, but phonemic, or
meaningful, distinctions”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 44.
66 “It should perhaps be pointed out that this loss of the old phonologycal opposition between long and
short vowels does not mean that all vowels came to be pronounced with the same lenght; what it means is
that the surviving differences between longer and shorter vowels were no longer phonological, such that
those differences could no longer be exploited by the language to distinguish between different lexical
items”. J. Herman, ibidem.
67 “El acusativo ha terminado por sustituir hasta al nominativo, que no sobrevive más que en francés
antiguo y en provenzal antiguo. Es el resultado de un largo proceso cuyas peripecias no son simples ni
lineales”. V. Väänänen, op. cit., 203.

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condenada a desaparecer68, ya que las terminaciones de los géneros eran intercambiadas por los
propios romanos (“Romani uernaculi plurima ex neutris masculino genere potius enuntiant, ut hunc
theatrum et hunc prodigium”69), de modo que un neutro era tratado como masculino mediante el
añadido de la terminación -us (lo cual, entendiéndose como una hipercorrección, bien podría
sugerir que esta terminación no sería demasiado frecuentemente aplicada a nombres comunes
masculinos inanimados en el habla coloquial, que plausiblemente preferiría la de acusativo y
reservaría -us para los nombres propios y animados); o, viceversa, un nombre común masculino
era confundido con un neutro, lo que equivale a decir que en el singular era terminado
sistemáticamente en -um, al fin y al cabo la forma de acusativo de los dos géneros. Así, cuando
las incorrecciones cometidas en la distinción de los nombres masculinos y neutros de la flexión
temática se solucionaban en el singular mediante el uso por defecto del acusativo, se propiciaría
aún más la tendencia de la lengua hablada al uso sistemático del acusativo, con lo que ambos
fenómenos (la invasión del acusativo y la desaparición del género neutro) habrían de
entenderse como dos factores que se retroalimentarían entre sí avanzando en la misma
dirección hacia el abandono del uso del nominativo70. Dentro del marco de la desaparición del
género neutro, que forzosamente hubo de contribuir a la tendencia a restringir el uso de la
terminación -us a los nombres propios (esto es, a usos prácticamente fosilizados), se entiende,
pues, que en la lengua hablada el acusativo fuera empleado como caso por defecto provocando
el paulatino abandono de la forma de nominativo, y, siendo esto así, parece lógico que la
terminación -ŭs del nominativo fuese abandonada, finalmente, por razones de claridad, pues se
confundiría con el acusativo plural (-ōs) debido a la cercanía en la articulación de las vocales ŭ y
o al pronunciarse la ŭ átona y final como /o/71, siendo la distinción entre singular y plural
esencial (hoy día la única) en el nuevo sistema flexivo al que daba paso el latín vulgar.

68 “Vulgar texts offer evidence of the weakening of the neuter category as early as the first century AD.
For example, the neuter nouns balneum, fatum, uas and uinum are given a masculine -us inflection in
Petronius (as balneus, fatus, uasus, and uinus). Other kinds of innovation turn up later; neuter plurals
ended in -a, and when they had a collective meaning, they were often treated as if they were feminine
singulars (which also regularly ended in -a); thus folia, plural of the neuter folium (…) have feminine
singular descendants in Romance such as Spanish hoja, French feuille, and Italian foglia”. J. Herman,
op. cit., 65-66.
69 Consultus Fortunatianus, Ars rhetorica, 3.4.
70 “Aunque los neutros estaban condenados a pasar al masculino, también es verdad que el neutro, como
parte integrante del sistema, ha persistido hasta la víspera de la fase románica y hasta más allá. En los
textos no literarios de los siglos VII-VIII, la mayor parte de los neutros en -um aparecen, es cierto,
como masculinos en -us en el nom. sg., pero en el ac., caso oblicuo, mantienen la final -um con mucha
mayor tenacidad que los masculinos, que a menudo la reemplazan por -o; ahora bien, tal distinción
prueba que los escribas conservaban al menos la conciencia del neutro (…) La flexión heterogénea se
halla ya bien establecida a partir del siglo VI a más tardar. En las traducciones latinas de Oribasios
(Italia del Norte, fechadas alrededor del 600), los neutros están tratados de la siguiente manera: 1) en el
singular, se han convertido casi todos en masculinos; 2) en plural, el nom.-ac. es siempre en -a; 3) el gen.
pl. es del femenino: ovarum (…); 4) el epíteto o atributo que se refiere a un neutro plural está casi
siempre en femenino: folia virides teneras (…) El neutro no subsiste, pues, más que en plural, como
expresión colectiva”. V. Väänänen, op. cit., 185-187.
71 “Es cosa segura que, en época clásica, la pronunciación abierta de ĭ y de ŭ pasaba por rústica:
testigos, Varrón, Rust. 1, 2, 14 y Cicerón, De orat. 3, 46 (…) El cambio ŭ > o, salvo en final, está muy
poco documentado (…) En romance no hay más que el sardo y algunas hablas de Italia central y
meridional que mantengan en la final la distinción entre -o, proveniente de -ŏ o de -ō, y -u que represente
-u(m)”. V. Väänänen, op. cit., 80-81.

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Aún así, la terminación -us del masculino y también el nominativo atemático hubieron
de resistir durante un tiempo como caso recto diferenciado del acusativo o caso preposicional
para al menos la expresión del sujeto, asociados a nombres de seres vivos y sobre todo a
antropónimos, a medida que los sustantivos masculinos de la cuarta declinación, cuyos
nominativos terminaban en -us tanto en el singular como en el plural, eran tratados como los de
la segunda declinación y transferidos a ésta, hasta que la cuarta declinación desapareció (como
desapareció también la quinta, cuyos femeninos fueron transferidos a la primera declinación a
excepción de algunos fósiles que resisten como especie < species72). De hecho, ciertos nominativos
se han mantenido intactos hasta la actualidad, a veces coexistiendo con formas procedentes del
acusativo (como en italiano ladro / ladrone o en catalán drach / dragó, bonda / bondat, sényer /
senyor, etc.), siendo excepción que confirma la regla (con algunos ablativos) en la afirmación
general de que es el acusativo el único caso que se ha conservado de la declinación latina73.

En este punto cabe recordar que el vocativo, o caso empleado para llamar al
interlocutor, el cual era idéntico al nominativo excepto en los nombres temáticos masculinos del
tipo -us (en cuyo caso tomaba la terminación -e, -i en el tipo -ius) fue fusionado en época
temprana con el nominativo74, apareciendo en Pompeya constantemente confundido con éste75.
El momento del uso del acusativo temático -um (> -o) en lugar del nominativo sigmático ha de
ser, pues, sincrónico a la desaparición definitiva del vocativo76.

72 “The Romance languages have preserved a few vestigial traces of the original declension in -es: for
example, French rien, “nothing”, comes from the accusative form of res, rem (…) and Spanish haz [sic]
[faz] and Old Occitan fatz derive from faciem; but French face and Italian faccia come from the later
Latin form facia, and that is the commoner pattern. This reduction may well have started much earlier,
in fact, since right from the start Latin texts show that a certain number of nouns were vacillating
between the second and fourth declensions, or between the first and the fifth”. J. Herman, op. cit., 62.
73“En la Galia y en España las formas conservadas fueron el acusativo singular y el acusativo plural
(…) Existen, sin embargo, no pocos ejemplos de nominativo singular en nombres de personas”. C. H.
Grandgent, op. cit., 231.
74 “En fecha histórica aparece un nuevo proceso de sincretismo, entre nominativo y vocativo. Desde el
indoeuropeo, ningún paradigma distinguía en plural estos dos casos, y en singular, la flexión atemática
latina había identificado muy pronto el vocativo con el nominativo, extendiendo al primero la desinencia
-s en las palabras (del tipo dux) cuyo nominativo también la llevaba. Sólo la flexión temática dejaba ver,
en el singular, una forma autónoma de vocativo (domine). Al mostrar la estadística, y el ejemplo de otras
flexiones, que esta distinción (poco importante en el plano funcional) no llegaba a imponerse, el vocativo
temático ha cedido progresivamente su sitio al nominativo, siendo el ejemplo más antiguo de este
sincretismo la forma deus, utilizada desde la época clásica para los dos casos”. P. Monteil, op. cit., 172.
75(CIL IV) 2312: Corneli Caesi cinaede; 1829: Crispe vale; 2098: Vetti Procle va; 4656: Curi va; 4471,
4479: Acti va; 1228: Iarine va; 3925: Saturnine cunnum lingere nol(i); 3891: Acti Anicete va Hore va;
(…) pero:
(CIL IV) 2111: Iarinus hic habitas; 5223: Rufus Iustinus cocu eris; 1821: Mugo va(le); 4596: Vitalio va;
5388: Quintio va; 4566: Felicio tomintare; 1110: Echio va iuvenis va; 2377: Echio va; 8457: Saturio
famelice; 4765: Aephebe ardalio es; 3885 ΔΙΟΝΥΣΟΣ ΟΠΤΟ ΤΗ (latín con caracteres griegos: Dionisos
opto te) (…)
76“El vocativo se confunde con el nominativo, sobre todo en la aposición: Plauto Amph. 857 abin hinc
a me, dignus domino servus?, Pompeya 5399 Acti, dominus scaenicorum, va(le); interpelación directa:
Pompeya 8783 amicus, vale, etc. Restos aislados entre los nombres de persona: sardo Andoni,
Benedicte, Estave, etc. El rumano posee un vocativo en -e: barbate! Doamne! cuyo origen latino no es
seguro”. V. Väänänen, op. cit., 197.

Al ejemplo del sardo aportado por Väänänen habría que añadir el idéntico del euskera Andoni,
documentado así en Iruña-Veleia: nº 11039 (ANTOVNI), Antouni, con ou por o (¿grafía grecizante?).

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Pero, junto a todos los hechos lingüísticos (analógicos, gramaticales y fonéticos)


apuntados, la invasión del acusativo en el lugar del nominativo debió responder también a
razones de orden básicamente funcional y también sintáctico, que se entienden rápidamente si
se piensa que un vendedor ambulante de rosas gritaría seguramente en las calles un acusativo
rosas! para atraer a los compradores (y no un nominativo rosae!) omitiendo un verbo transitivo
como “vendo”, “tengo” o “compra”/“comprad”; podría también, naturalmente, vociferar un
nominativo rosae! y estaría informando entonces de que “hay rosas” (tal y como en las tabernas
actuales existen letreros que avisan de que “hay caldo”), pero el imperativo “compra”,
“comprad” sería probablemente más efectivo de cara a sus intenciones, que eran precisamente
vender y no tanto informar de una manera más desinteresada, como si no viviera estrictamente
de ello (así como tampoco los taberneros de hoy viven solamente de servir caldos calientes,
menos aún en primavera y verano)77.

Otros ejemplos ilustrativos de esta cuestión son las situaciones cotidianísimas de dar las
gracias o de desear un buen día o las buenas noches: en estos contextos, las gracias, el buen día
y las buenas noches son sintácticamente complementos directos de verbos transitivos que se
omiten por sistema (“dar”, “desear”, “tener”), y por ello aparecían en acusativo: la fórmula para
dar las gracias (gratias tibi ago, literalmente “te hago las gracias”) sería abreviada en la lengua
coloquial, como hoy (gratias); “que tengas un buen día” o “ten un buen día” (bonum diem habeas,
bonum diem habe) se dirían -a juzgar por los testimonios de las lenguas romances modernas- con
un acusativo escueto bonum diem, mientras que bonam noctem (en Hispania, curiosamente, en
plural, bonas noctes) le diría la madre al hijo al besarle una vez acostado y tapado bajo las mantas
sin necesidad de añadir habeas, como tampoco el hijo por la mañana en el desayuno tendría
necesidad de precisar “te deseo un buen día” (bonum diem tibi opto) para desear a su madre un
formular bonum diem (en Hispania, de nuevo, en plural, bonos dies)78.

El saludo inicial en la correspondencia epistolar era la fórmula salutem [dicere], que muy
a menudo omitía el verbo y se limitaba al acusativo salute(m). Y el simple saludo de la lengua
coloquial, aparte del común salve / (h)ave, era una pregunta, que en su versión transitiva (quid
agis? “¿qué haces?”) requeriría de una respuesta en función de complemento directo que se
daría en acusativo aún cuando no se hubiese formulado la pregunta79.

77“Desde el latín antiguo, el nominativo y el acusativo se encontraban en las frases nominales:


exclamaciones, enumeraciones, exhortaciones, etiquetas, rúbricas, etc. Plauto escribe unas veces
nugae! (Bacch.638) y otras nugas! (Most.1087) (…) Como base de tales giros hay, sin duda, una vaga
representación de un verbo transitivo, pero no es preciso suplir verbo alguno”. V. Väänänen, op. cit.,
204-205.
78 El sustantivo femenino de la quinta declinación dies fue transferido en algún momento a la primera
declinación de los femeninos en -a (vid. n. 72) aunque mantiene su género masculino en castellano. Se
documenta la forma dias por dies en una inscripción cristiana del siglo VI de la Bética (Hispalis, Sevilla)
que ofrece una datación ante quem para la transferencia en Hispania: CILA-02-01, 00144: Cypriana
famula Chr(ist)i / vixit plus minus an/nos XXIII innocens vir/go recessit in pace / dias IIII Nonas Ianua/
rias (a)era DLXXXII
79 “Marcus Quinto fratri s(alutem)” (Cic., Q. fr. 1, 1); “Tullius Terentiae suae s(alutem) d(icit).” (Cic.,
Fam. 14, 12, 1). “In Latin the equivalent of ‘How are you?’ is most often quid agis?, quid agitur? or quid
fit?, and these phrases tend to follow the basic greeting formula salve. There a a number of examples in
Plautus and Terence, where such extended greetings stimulate personal interaction and open up
dialogue”. Paolo Poccetti, Greeting and farewell expressions, 101,113-114.

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Alicia Satué

La expresión de la hora y de la fecha (recursos cotidianos e incluso repetitivos) se


realizaba en acusativo en muchos contextos sintácticos, exigido por preposiciones como ante,
post, circa, inter, ad o por adverbios (pridie, postridie) que también regían acusativo en dataciones
formulares, lo cual debió ayudar en la fosilización de las terminaciones del acusativo, como se
observa, por ejemplo, en los óstraca de los soldados del campamento militar romano Bu Njem
(en el desierto de Libia) de mediados del siglo III d. C.80

Por otro lado, muchos verbos que en latín clásico regían casos que no eran el acusativo
se construían con este caso en el latín vulgar y tardío81; verbos deponentes como utor (“valerse
de”) que en latín clásico se construyen con ablativo en la construcción que hoy se denomina
indistintamente complemento preposicional, complemento regido o de régimen o suplemento,
al pasar a funcionar en voz activa con un significado transitivo (“utilizar” en el caso de utor)
necesitaron un complemento directo (un acusativo). También la expresión temporal que en latín
clásico se conoce como ablativo absoluto se convirtió en acusativo absoluto durante el bajo
imperio82.

Usos cotidianos del caso acusativo como los descritos explicarían en parte el porqué del
uso indiscriminado de este caso en la lengua hablada en detrimento de los otros casos y también
del nominativo; el hecho es que en un momento determinado, en el momento crepuscular del
atardecer de la declinación latina, la flexión nominal quedó reducida al acusativo de singular y
de plural en Hispania y Galia.

Es cierto, no obstante, que mientras que en Hispania los buenos días y las buenas
noches se desean en plural, no sucede así en Italia, donde “buona notte” procede del acusativo
singular bona(m) nocte(m), del mismo modo que los italianos dan las gracias en nominativo
plural (“grazie” < gratiae) y no en acusativo plural como los hispanos, y tienen un plural

80“The ostraca, which date to the middle of the third century, are mostly formulaic in nature, and include
short letters and daily reports relevant to the activities and the administration of the camp. The writers of
the ostraca have received some formal training in Latin literacy, they generally exhibit confident and
well-formed handwriting, and they are aware of Latin spelling conventions. However, despite the
formulaic and repetitive nature of these short texts, there is clear evidence that many of the authors were
not competent speakers of Latin. There is confusion between nominative and other cases and uses of
syntactic constructions which are not paralleled in other non-standard Latin documents, but which
can be explained as interference from local vernacular languages (…) A fragmentary ostracon written
by a man who refers to himself as Flaniminus (a metathesis of the cognomen Flamininus), will suffice to
give an idea of the linguistic competence of some of the soldiers serving in the camp (…) Flaniminus
shows further evidence of a more general confusion of case syntax in the dating formula, tertium idibus
Febrarias, where he construes the ablative idibus with the accusative Febrarias. Flaniminus cannot be
the only learner of Latin who had difficulty with the dating system”. J. Clackson - G. Horrocks, op. cit.,
256-258.
81 “The accusative was originally used for the direct object of a transitive verb, and transitivity itself
increased. Many verbs in Classical Latin were followed by a noun in the genitive, dative, or ablative
case, but in Vulgar texts these verbs tend to take an accusative. For example, the verb maledicere (to
curse) took a dative noun in the Classical language, but it is used transitively with an accusative in
Petronius”. J. Herman, op. cit., 54.
82 The increasing occurrence of the accusative as the general case for all nonsubject uses become
clear, toward the end of the Empire, in the appearance of a completely new construction, the
accusative absolute, modeled on the traditional ablative absolute and nearly always carrying out the
same function, that of representing a temporally subordinate clause”. J. Herman, Ibidem.

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Alicia Satué

temático que procede del nominativo y no del acusativo, siendo el plural del femenino “rosa”
no “rosas” (como en Hispania) sino “rose” (< rosae), y el de “amigo” no “amicos” (como el del
castellano “amigos”) sino “amici” en nominativo. Es más, el plural atemático italiano no es el
del castellano “montes” que conserva la terminación de la tercera declinación, sino “monti”,
reconvertido a la flexión temática y con forma de nominativo. Sin embargo, el singular
atemático en italiano sí procede, como su homónimo castellano “monte,” del acusativo latino
monte(m). Ello se debe a que en el proceso de simplificación de la declinación latina en un caso
único las cosas no sucedieron de la misma manera en todos los lugares del vasto imperio
romano, como tampoco los atarcederes ni los crepúsculos son idénticos en paisajes con
montañas y en horizontes planos o en cielos nublados y en los despejados: el acusativo fue
efectivamente el caso superviviente en Hispania y Galia, favorecido por la tendencia a la
conservación de la -s final en la pronunciación de sus habitantes83 (aún existiendo variedades
dialectales y diacrónicas en el tratamiento de dicho fonema84), pero no fue así en, por ejemplo,
Italia y Rumanía, donde los casos que subsisten son, variis de causis, el acusativo singular y el
nominativo plural85; aun así, la declinación sufrió allí un igual ocaso hacia un caso único con
dos números, singular y plural, que, como el resto de las lenguas románicas, emplea
preposiciones y no terminaciones para elaborar la sintaxis. En francés antiguo y en provenzal
antiguo se mantuvo aún durante algunos siglos (hasta el siglo XII) un sistema binario, hasta
perderse el nominativo y llegarse a la misma situación (el caso único).

Aunque el sol no se pone a la vez en los diferentes ángulos de la Tierra, en algún


momento de nuestro día todos contemplamos el mismo atardecer.

83“En las regiones donde la -s final no se había perdido, la forma de acusativo plural pasó a usarse
como un nominativo plural. Este empleo se debió en gran parte a la analogía del singular, donde había
una sola forma, y de los sustantivos de la tercera declinación, que tenían solamente una forma de plural:
matres, matres (…) En Italia y Dacia, donde la pérdida de -s hizo que el acusativo plural se identificase
con el singular, se conservó el nominativo plural”. C. H. Grandgent, op. cit., 222, 231.
84 “In the Romance languages there is a split between the West and the East in the treatment of final -s. In
the West (France, Spain, Sardinia and part of Raetia) -s was retained up to a point, though with a good
deal of regional and diachronic variation. In the East (Romanian, Italian and dialects) it was lost (…)”.
J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 132.
85“El nom. pl. en -as es uno de los vulgarismos que, barridos de la literatura propiamente dicha,
emerge en latín antiguo en dos fragmentos de atelanas de alrededor del año 100 a.C. y se extiende
rápidamente durante el Imperio en inscripciones de diversas procedencias y en los textos tardíos (…)
La forma en -as, mejor que la en -ae, parece estar en la base del pl. it. en -e, y también del rumano, sin
duda (…) Esto está de acuerdo, además, con el resultado en italiano de la velar sorda delante de vocal
final: amica - pl. amiche < amicas, pero amico - pl. amici < amici. No puede tratarse aquí de un
fenómeno sintáctico, o sea de un acusativo por un nominativo, siendo como son estos dos casos
cuidadosamente distinguidos hasta en los textos más tardíos. Con mucha probabilidad, no hay que
excluir la analogía del nom. sg. filia -ac. filia(m) y del plural de la 3ª declinación nom.-ac. matres. Pero
la analogía sola no bastaría para explicar la fortuna de esta forma. Nos hallamos más bien delante de
un provincialismo extendido como el aceite, brotado del contacto con las hablas itálicas que habían
conservado el nom. pl. indoeuropeo en -as; cf. osco scriftas, umbro urtas “ortae””. V. Väänänen, op. cit.,
193-194.

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Alicia Satué

V. Ablativo y sus preposiciones

Ya en latín clásico, el ablativo era un caso sincrético en el que habían confluido otros dos
heredados del indoeuropeo, el instrumental y el locativo86, y se empleaba en general para la
expresión de los complementos circunstanciales (incluyendo los valores instrumental y locativo)
pero también para usos especiales como los de complemento agente de verbos pasivos y los que
hoy día llamamos complementos preposicionales o regidos, que dependían de la semántica de
verbos concretos como son, por ejemplo, los deponentes. Su terminación era en el singular la
vocal temática de cada declinación (-ā, -ō, -ĕ / -ī 87, -ū) y en el plural era siempre igual al dativo
(-īs, -ĭbus, -ŭbus). Junto con el acusativo, era el único caso de la declinación que admitía
preposiciones, y ello porque el acusativo, aparte de su función principal de complemento
directo, también desempeñaba la función de complemento circunstancial de lugar (locus ubi y
locus quo, precedido de preposiciones concretas que le eran propias), uso, este último, que
compartía con el ablativo, no obstante el complemento de procedencia o locus unde estaba
restringido al ablativo y el direccional o locus quo al acusativo. Esta situación, al igual que el
sincretismo ocurrido en el ablativo, refleja la tendencia que existía en el latín, plausiblemente
desde sus mismos orígenes, a simplificar la declinación en la búsqueda de un sistema menos
complicado de asimilar y de dominar y más ágil para quienes acometían su aprendizaje a
medida que esta lengua se extendía desde el Lacio hacia nuevos horizontes, tendencia que
desembocó en la preferencia por el empleo de preposiciones ante una forma básica usada por
defecto que era en definitiva el acusativo y ello, en principio, en detrimento del ablativo, entre
otros motivos (como los de orden fonético) por ser su único rival en el giro preposicional88.

La alternancia para la expresión de complementos circunstanciales entre el acusativo y


el ablativo tenía lugar por medio de un reparto más o menos estricto en el uso de las
preposiciones, que en latín clásico exigían uno u otro caso, de modo que o bien se colocaban
antes del acusativo (como ad, ante, post, apud, inter, intra, circum, supra, infra, contra) o bien regían
ablativo (como ab, ex, de, cum, sine, pro), mientras que sub, subter y super se usaban
indistintamente delante de ambos casos y también in, aunque esta última con valor direccional
ante acusativo y función locativa ante ablativo. Ello da idea de la falta de rigor que existía y que
se acentuaría en la lengua hablada, poco propensa ya de por sí a miramientos para con la
corrección gramatical y matices sutiles como los que diferenciaban, por ejemplo, in y ad, que
compartían el valor direccional ante acusativo, pero mientras que in implicaba penetración -o
animadversión si el destino del movimiento era una persona-, ad sólo significaba acercamiento.
De todos modos, la terminación casual junto con el significado del verbo hacían innecesaria la
preposición en latín clásico en muchas ocasiones: Veleia sum “estoy en Veleia,” Veleiam eo “voy a
Veleia”. Pero la lenición en la lengua hablada de la -m final del acusativo junto con el hecho de

86 “La misma forma sirve en latín para los tres casos, ablativo, instrumental y locativo, del indoeuropeo,
presentando el locativo, no obstante, una forma autóctona en algunas palabras (Carthagin-ī, Tibur-ī, rur-
ī, luc-ī, temper-ī, según vesper-ī), donde la desinencia -ī se explica como un préstamo del tipo temático
dom-ī”. P. Monteil, op. cit., 215.
87 En los sustantivos neutros y en los adjetivos de tema en -i.
88 vid. págs. 15-19.

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Alicia Satué

que la lengua hablada no distinguiera la oposición fonológica de la cantidad vocálica larga del
ablativo debido a su tendencia a alargar sólo las vocales tónicas (resultando así iguales las
formas de acusativo y de ablativo de singular y confluyendo así finalmente ambos casos en
uno), hubo de tener forzosamente el efecto de que las preposiciones se volvieran cada vez
menos prescindibles a la hora de distinguir entre los varios complementos circunstanciales
diferentes, y de que concretaran cada vez más su semántica evitando la ambigüedad.

En la variedad del latín que dio paso al castellano, in se disoció de la noción de


movimiento en algún momento siéndole atribuido sólo el valor locativo (el que en latín clásico
tenía ante ablativo), mientras que ad mantiene el valor direccional primitivo que recibía ante
acusativo (“en”< in, “a”< ad); en ello pudo influir que el complemento direccional referido a
personas fuese construido con ad, ya que para la segunda acepción de in se generalizó la
preposición sinónima contra.

Detectar a partir de los grafitos veleyenses si en el siglo III el uso de in se encontraría


restringido al valor locativo que presenta en castellano y ya no al direccional supondría una
primera interesante aportación de Iruña-Veleia para la datación ante quem de este cambio.
Existiría -según me consta- un solo grafito que pudiera acaso aportar información al respecto89
(una cronología post quem): el nº 10857 (MIILIOR IN IIAN ITII) contendría el único ejemplo
claro en Iruña-Veleia de in direccional al preceder esta preposición un claro acusativo del
anafórico femenino (con la grafía frecuente en la epigrafía hispana de -n por -m90 que se
explicaría porque la lenición de -m dejaba un rastro de nasalización en forma de un sonido
nuevo91) en un texto que puede ser traducido “mejor id ¿a/contra?) ella”. Es cierto que la

89 En nº 11486 (IN MISTRA) in podría igualmente preceder a un ablativo o a un acusativo direccional sin
-m (si es que esta preposición mantenía el valor direccional en la Hispania septentrional del siglo III)
dado que no hay un verbo que precise el valor concreto de la preposición. El nº 11331 (IN TIIO[¿r/F?]IA
MIIMORIAN), en el caso de contener la expresión in memoriam (con n por m, vid. ns. 90, 91), no debería
ser tenido en consideración para este estudio sobre la lengua hablada al ser una fórmula conservada como
latinismo hasta la actualidad.

En los grafitos de Iruña-Veleia la vocal e es notada mediante la e arcaica (II) casi sin excepción (vid.
págs. 64-69). A lo largo de este trabajo se transcribe II cuando efectivamente en el grafito hay II y E si E.
90“Rencontre assez souvent dans les inscriptions populaires n pour m finale”. Albert Carnoy, Le latin
d’Espagne d’après les inscriptions, 200.

“Spellings with -n for -m result partly from assimilation to a following consonant, and partly (because
of such assimilations) from uncertainty about the correct final consonant”. J. N. Adams, The Latinity of
C. Nouius Eunus, 238.
91“Atqui eadem littera [m], quotiens ultima est et uocalem uerbi sequentis ita contingit ut in eam transire
possit, etiam si scribitur, tamen parum exprimitur, ut ‘multum ille’ et ‘quantum erat’, adeo ut paene
cuiusdam nouae litterae sonum reddat, neque enim eximitur, sed obscuratur”. Quintiliano, Inst. 9, 4,
40.

Según Velio Longo (G. L. VII, 54, 2-6), el sonido nuevo no se producía solamente ante vocal, sino
también ante consonante: “Nam quibusdam litteris deficimus, quas tamen sonus enuntiationis arcessit, ut
cum dicimus ‘uirtutem’ et ‘uirum fortem consulem Scipionem,’ peruenisse fere ad aures peregrinam
litteram inuenies”. (Keil, Grammatici Latini, Leipzig, 1859, vol.VII, 54.2-6).

Cicerón advierte (Fam. 9. 22. 2) de que en el senado se entendió landicam (“clítoris”) cuando se dijo
illam dicam; aconseja también Cicerón (Orat. 154) decir nobiscum y no cum nobis puesto que podría
sonar obsceno (“cun-no”, “coño”). J. N. Adams, Social variation and the Latin language, 128-131.

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Alicia Satué

omisión de -m es más rara en los femeninos de la primera declinación92 que en las otras
declinaciones93 (tal vez era mantenida en la escritura para evitar confusiones con el neutro
plural en -a94), pero dado que los acusativos de Iruña-Veleia aparecen sistemáticamente95
escritos sin -m (lo cual es una práctica común en la epigrafía doméstica, tal y como se
comprobará en el capítulo dedicado al acusativo96) no debe ser descartado que este texto sea
una sentencia o una fórmula y, por tanto, muestre un latín artificial. ¿Tal vez extraído de los
evangelios?: pues en el reverso de la pieza puede leerse la secuencia incompleta SINII VANI
(sine vani[tate]), en cuyo caso la escritura de -m respondería a conservadurismo. En esta
dirección apuntaría también la propia presencia del anafórico ean (eam), pues al parecer fue
sustituido en la lengua hablada por los demostrativos ille e ipse ya a finales del siglo I d. C97; sin
embargo, en el caso de que este grafito no reprodujese una cita, sentencia o fórmula, sino el
habla de la Iruña-Veleia de la segunda mitad del siglo III (fecha en la que el método
estratigráfico data la pieza), el testimonio de este grafito resultaría relevante al atrasar la
datación de la desaparición del anafórico clásico is, ea, id al menos en el norte de la Península
Ibérica; además, este caso de in direccional precediendo acusativo, aun siendo el único en el
corpus veleyense, podría entonces constituir un indicio de que en la segunda mitad del siglo III
aún existía en el norte de Hispania tal uso para esta preposición, aportando así Iruña-Veleia la
datación post quem para su transferencia al valor estrictamente locativo que presenta en la
actualidad. Por otro lado, el comparativo neutro melius que se empleaba en latín clásico a modo
de adverbio con valor superlativo estaría sustituido en este texto por la forma de nominativo

92 cf. Pompeya, CIL IV 538: Abiat Venere bompeiiana iratam qui hoc laesaerit.
93“Itis well established that in later texts of vulgar flavour -m is more often dropped in the first
declension than in the other declensions”. J. N. Adams, The Vulgar Latin of Claudius Terentianus, 23.
94 “Scribes were more likely to drop the -m in first declension feminines than in the second and third
declension accusative singular, and from quite an early period. It is unlikely that there is a phonetic
significance to this tendency. Löfstedt relates the frequency of -a to the passage of neuter plurals into
the feminine singular. Those conscious of this development were perhaps more tolerant of -a in the
accusative because of a sense that it might be an original neuter”. J. N. Adams, Social Variation and
the Latin Language, 131.
95 Exceptuando (quizás) el nº 12381 (MORTIIM), que supuestamente mostraría un acusativo terminado
en -m, si bien su interpretación es oscura al aparecer la palabra incompleta y haberse propuesto dos
lecturas alternativas mortem y mortea. Si se escribió mortea, podría tratarse de una errata por mortae
provocada por la monoptongación de ae en e (vid. n. 246). Si ha de leerse mortem, la escritura de -m
respondería probablemente a una pretensión artificiosa de solemnidad por tratarse la pieza, tal vez, y
debido a sus características, de un rito de execración (vid. n. 118 y págs. 96-ss.).

El resto de los acusativos clásicos terminados en -m de Iruña-Veleia aparecen en proverbios y en


clericalismos, por lo que no pueden servir de testimonio de la lengua hablada: nºs 12384, 12386 (ABISVS
ABISVM INVOCAT, ABISSVS ABISSVM INVOCAT); nº 12394 (SI VIS PACIIN/PARA
INSTITIAM), con significativo error ortográfico de -n por -m en PACIIN y errata por IVSTITIAM, y nº
12390 (AD MAIORIIM / DIII GLORIAM), cuya lectura gloriam es dudosa, figurando quizás sólo
gloria.
96 “The ommission of -m in writing is not to be classified as a feature of lower sociolects, because it is
a reflection of educated (ideed all) speech”. J. N. Adams, Social variation and the Latin language, 129.
97 “In the Cena Trimalchionis is is very rare but ille occurs constantly (…) Until the discovery of the
letters of Terentianus it was difficult to decide whether the frequency of is in late texts was due to the
conservatism of writing or to the continued survival of the word in popular speech (...) It now seems
likely that is had been largely replaced by ille in all forms by the end of the first century”. J. N. Adams,
The Vulgar Latin of the letters of Claudius Terentianus, 44.

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Alicia Satué

masculino-femenino melior. La forma veleyense pervive como adjetivo y adverbio en el


castellano mejor, portugués melhor, gallego mellor y catalán millor; el adjetivo italiano migliore y el
francés meilleur(e) proceden del acusativo masculino-femenino meliorem y conviven junto a los
adverbios meglio y mieux que son los únicos supervivientes de melius. Esta pieza (de nuevo si no
reprodujera un latín artificial) podría también sugerir que la forma neutra que el latín clásico
empleaba como adverbio ya no fuera funcional en la lengua hablada del siglo III en Hispania o
al menos en Iruña-Veleia, donde, a diferencia de lo que sucedió en Galia e Italia, se habría
optado por la forma de nominativo masculino y femenino, que se habría fosilizado y habría
desplazado por tanto a la del acusativo, con ambos usos adverbial y adjetival98. Iruña-Veleia
aportaría, así, la datación ante quem para la desaparición del comparativo neutro melius en -al
menos- la Hispania septentrional.

Dejando aparte la cuestión del cambio en los usos sintácticos de la preposición in en


Hispania, en lo que se referiría a registrarse en los grafitos veleyenses la invasión del ablativo
por parte del acusativo (lo cual sería esperable para la época en la que están datados99), para
poder extraer conclusiones fidedignas sería preciso contar con ejemplos de formas de ablativo
de plural (y no es el caso100), dado que las terminaciones del singular de estos dos casos eran
iguales en la lengua hablada una vez abandonada la -m del acusativo101 (excepto en los
sustantivos neutros de la tercera declinación, que por otra parte estaban en peligro de extinción,
si no extintos o en proceso102). Pero, con excepción del acusativo ean de nº 10857 (cuya
terminación podría deberse a artificio en caso de ser una cita o un uso formular) y del

98 “La lengua popular confunde a menudo el superlativo y el comparativo (…) Algunas relaciones de
circunstancias se expresan, además de por los adverbios propiamente dichos, por acusativos de adjetivos
neutros, de los que algunos se fijan en verdaderos adverbios”. V. Väänänen, op. cit., 209, 268-269.

Un adverbio de semántica similar es patius (incorrectamente escrito por potius, lo cual podría reforzar la
sospecha de que estos adverbios clásicos neutros estaban extintos en la lengua hablada del s. III en la
Hispania septentrional) en nº 12382 (PATIVS SII QVAN NVMGV), que contiene el proverbio Potius
sero quam numquam, “mejor tarde que nunca”. También quam aparece incorrectamente escrita (quan)
aunque no de forma inesperada en relación a la -m final (vid. ns. 90, 91), y lo mismo debe decirse del
adverbio numquam (con variante nunquam) escrito nungu (el óstracon está fracturado y por ello no se
leen los finales de este adverbio y tampoco de se[ro]); el error g por qu, que sugiere sonorización de
oclusivas sordas intervocálicas, está documentado epigráficamente desde Pompeya, por ejemplo en el
adverbio sig por sic: CIL IV 6641, V, 6: Cacator sig valeas ut tu hoc locum trasea.

La pieza nº 10857 (Melior in ean ite) podría interpretarse como una suerte de tabella defixionis, en cuyo
caso la lengua que refleja sería, efectivamente, formular en lo que respecta a la -m (-n) final (vid. pág. 102
y también pág. 104 al respecto de nº 12382).
99“Ya en el siglo I se hallan testimonios de la confusión del acusativo y el ablativo, pero tal confusión
probablemente no se generalizó antes del siglo III”. C. H. Grandgent, op. cit., 85.
100“Es probable que antes de la caída del Imperio era en general eliminada la forma de ablativo
plural, usándose en su lugar la de acusativo, y que el ablativo y acusativo del singular se pronunciaban
iguales en todos los vocablos en la mayor parte del territorio latino”. C. H. Grandgent, ibidem.
101“En el lenguaje oral del último período se hizo verdaderamente necesario el uso de preposiciones,
porque, desaparecida la m final y perdidas las distinciones cuantitativas en las sílabas no acentuadas, el
ablativo vino a distinguirse muy poco o nada del acusativo en el singular de la mayoría de las
palabras”. C. H. Grandgent, ibidem.
102 vid. infra (págs. 32-33).

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Alicia Satué

testimonio incierto de mortem103 (nº 12381) junto al de otros dos grafitos que contendrían
ablativos de singular como tales no obstante muy discutibles (vid. infra), en el corpus veleyense
no parece haber más datos objetivos que apunten a que el acusativo y el ablativo estuvieran
bien diferenciados, ya que no existen ejemplos de ablativos del plural, mientras que los escasos
ablativos de singular -exceptuando dos- están contenidos en expresiones clericales o proverbios
clásicos que, por tanto, no sirven de apoyo a esta investigación al no reproducir la lengua
realmente hablada en la época en cuestión, sino lo que entonces ya podría ser considerado un
latinismo en un sentido similar -mutatis mutandis- al que tiene este concepto actualmente104.

Así, la palabra esu de la cuarta declinación en aparente ablativo singular de nº 11363


(DII IISV FAVSTO) en una construcción con la preposición de para la expresión del ablativo de
materia al modo clásico referido a un título (”de”, “acerca de”, “sobre”) podría invitar a pensar
que en la segunda mitad del siglo III aún existía el ablativo como caso diferenciado del
acusativo y, al mismo tiempo, que las declinaciones segunda y cuarta (con ablativos -ō, -ū
respectivamente) aún eran bien diferenciadas, si es que esu no es un acusativo sin -m
invadiendo este uso propio del ablativo (ya que, en la escritura vulgar, la elisión de -m suele
aparecer con la notación de u como o en la segunda declinación y como u en la cuarta105). Dado
que la terminación -u(m) del acusativo de la segunda declinación es notada profusamente en
Iruña-Veleia como -o (mostrando la evolución ŭ > o), la -u de esu podría ser interpretada
efectivamente como un ablativo clásico en -ū; sin embargo, la terminación -u equivalente a un
probable acusativo sin -m también está documentada en Iruña-Veleia106, por lo que este segundo
análisis como acusativo sin -m no debe ser descartado, sobre todo desde el momento en que,
como es bien sabido, el acusativo se convirtió en el caso preposicional por excelencia,
admitiendo también la preposición de ablativo de muy extendida en el habla vulgar para usos
varios que no le son propios en el latín clásico. La pieza en sí, un fragmento de plato de
cerámica de engobe rojo pompeyano de imitación, contiene varios grabados decorativos
realizados sobre el fondo de la superficie interior de dicho plato que representan un árbol, una
casa, una pérgola o exedra y lo que asemeja un altar a lo largo de un camino, y están titulados
por el texto en cuestión (De esu fausto “de la comida próspera”, “acerca de la comida próspera”),

103 vid. n. 95.


104 En nº 12390 (AMICVS CIIRTVS IN RII INCIIRTA CIIRNITVR), “el amigo verdadero se reconoce
en la situación difícil”, el ablativo re no sirve para argumentar que la quinta declinación estuviera
operativa en la época por estar inserto en un proverbio. Lo mismo sucede con los ablativos pace de nº
12376 (DIII IN PACII) “en la paz de Dios” y nomine de nº 13362 (a: IN NOMINII PAT[ ; b: ATARII
IZAN) “en el nombre [del Padre]” (seguido por la traducción eusquérica) contenidos en expresiones
cristianas, por lo que hay que pensar que la lengua que los recoge es el latín clásico o en todo caso el
tardío en el que se fraguó el lenguaje clerical que se ceñía a la norma gramatical, y no el del tiempo en
que esos grafitos fueron realizados. En todo caso, en ellos es quizás señalable la presencia misma de la
preposición in, que el latín clásico solía omitir dado que la terminación de ablativo era suficiente para la
expresión de la función locativa.
105 “At the level of orthography -m is omitted more often after u in the fourth declension than in the
second (…) When final -m in a second declension word is omitted in late texts the final vowel tends to
be rendered as o rather than u. This distinction between the second and fourth declensions could not
possibly have had any basis in pronunciation: it was purely graphemic”. J. N. Adams, The Vulgar Latin
of the letters of Claudius Terentianus, 24.
106En Marcu (nº 12068), tal vez por fractura o por falta de espacio, y en la forma emu de nº 11433 ¿de la
cuarta declinación, precisamente, y por ello el final -u en lugar del esperado -o? (vid. págs. 36-37).

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Alicia Satué

inciso con cuidados caracteres a lo largo del borde circular del plato. Esta pieza contiene un
grafito potencialmente sugerente, puesto que, aparte de constatar tal vez que el caso ablativo
estuviera aún operativo en el latín del siglo III de Iruña-Veleia como caso diferente del
acusativo, también podría indicar que la cuarta declinación se encontrara asimismo operativa
aún; en todo caso, la presencia misma del sustantivo esus de la cuarta declinación aporta una
datación post quem para su sustitución (y su consecuente desaparición) por el de la segunda
declinación cibus, que fue preferido por el latín vulgar y que pervive en el castellano cebo y en el
italiano cibo107. Pero, además, este grafito es, de facto, verdaderamente relevante dentro del
corpus, porque atesora el único testimonio veleyense de la preposición de, que en la lengua
vulgar se generaliza eclipsando a las quasisinónimas ab y ex y que persiste en la actualidad con
una alta operatividad en todas las lenguas románicas modernas108. El hecho de que la única
aparición de la preposición de en Iruña-Veleia se dé precisamente en su uso clásico y correcto de
ablativo de materia cuando, según los expertos, su generalización en la lengua hablada habría
comenzado ya en el latín antiguo (aun sustituyendo sobre todo al genitivo109) parece sugerir
que, en el contexto y en la época de que se trata, se evitaría su empleo en la escritura para otros
usos sintácticos distintos del ablativo de materia por ser considerada demasiado vulgar si no
era aplicada a dichos usos del latín clásico110, lo cual ilustra en cierta medida acerca del nivel
cultural que reflejarían los óstraca veleyenses, los cuales no serían tan burdos como pretende la
CCA111.

107 (vid. en págs. 104-106 otra interpretación de esu). Al respecto de la operatividad de la cuarta
declinación en el latín de Iruña-Veleia, la palabra spiritu de nº 12431 (BEATI PAVPERV SPIRITV) no
debe ser tomada en consideración al constar en una bienaventuranza cristiana (vid. n. 311 en relación a
pauperu); además, la palabra espíritu se conserva fosilizada con su vocalismo original -u en castellano,
mientras que otras lenguas romances la transfirieron a la segunda declinación (portugués y gallego
espírito, italiano spirito) o bien la conservan con final consonántico (catalán esperit, rumano spirit).
108 “Already from an early stage, de tended to extend to occurrences where one would expect ab, and
later also to those where one would expect ex (…) This usage, possibly common in the spoken
language, was resisted by the grammarians. It eventually took over, as testified by the Romance
languages, in which there are scarcely any remnant of ab and ex”. Philip Baldi, New Perspectives on
Historical Latin Sintax: Constituent Syntax: adverbial phrases, adverbs, mood, tense, 33.
109 “Los usos que señalaban la noción partitiva y la de relación fueron los primeros en ceder a la
perífrasis preposicional. Desde el latín antiguo, los genitivos partitivos como unus multorum, cuius
generis, dimidia pars virium concurren con los giros preposicionales unus e (o de) multis, quo de
genere, dimidium de praeda, donde todavía aflora la idea de proveniencia o de detracción, sentido
primario de la preposición. Lo mismo pasa con expresiones como Catón Agr. 96, 1 faecem de vino bono
“heces (provenientes) de buen vino” (…) Es también antiguo el giro preposicional equivalente al
genitivo de relación: Ter. Haut. 424 admiratio de filio “admiración por el propio hijo”. V. Väänänen, op.
cit., 201-202.
110 “El giro con de gana terreno a expensas del genitivo durante la época postclásica y sobre todo tardía
(…) sin embargo, sigue subsistiendo el antiguo genitivo, y la construcción preposicional como única
para expresar la posesión es rara aun en los textos más bárbaros. Es la necesidad de claridad o de
relieve lo que hace que surja salteadamente”. V. Väänänen, op. cit., 202.
111“No es comprensible que textos de carácter escolar -y no utilitarios como podrían haber sido listas
de objetos, animales, anotaciones de carácter agrícola o cuestiones de la vida cotidiana-, y máxime
guiados por un supuesto preceptor o educador (que por el tipo de contenidos corresponderían a un
grammaticus, si es que no a un rhetor), se escriban con el nivel de vulgarismos que muestran que
estaríamos no ya ante una lengua muy evolucionada, sino prácticamente romance, al menos al nivel
fonético-morfológico y en algún caso sintáctico, cuando, aunque en algún caso tuvieran cabida a nivel
de la lengua hablada, lo que aquí encontramos son, precisamente, registros de la lengua escrita de
ambiente culto y/o escolar (…) Aunque algunos errores son, simple y llanamente, impensables e
ilógicos”. Isabel Velázquez Soriano, Informe sobre los grafitos latinos de Iruña-Veleia, 23-24. (!)

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Alicia Satué

El segundo grafito que contendría un posible ablativo diferenciado de la forma


correspondiente de la palabra en acusativo es el nº 12430 (AD INFINIVN, MIIO CORDI(I)/
DIIIDRII/PARM). Aparecería en supuesto ablativo clásico el sustantivo neutro de la tercera
declinación corde “corazón” (cuya forma común a nominativo y acusativo del singular es cor)
en lo que podría ser un improvisado epitafio inciso en un fragmento de mandíbula de suido y
dedicado por ¿Parmenio?112, quien lo firmaría sin escribir su nombre completo, a Deidre
(nombre unicum como tal113): “Hasta el infinito, en mi corazón Deidre Parm[¿enio?]”. Tal
propuesta interpretativa me viene inspirada por la fórmula ad infiniun (análoga a otras como in
memoriam, in perpetuum o ad aeternum, utilizadas en inscripciones sepulcrales114), que presenta la
grafía común de n por m en la palabra infiniun (¿error ortográfico por infinitum? ¿O tal vez una
creación temática de la lengua hablada *infinius a partir del sustantivo finis que no haya
trascendido?115). Resulta que gracias a la información que aporta el óstracon nº 12099, hallado
en el mismo contexto arqueológico (sector 5, recinto 59, unidad estratigráfica 51144) y por tanto
de igual cronología (segunda mitad del siglo III), se puede deducir, efectivamente, la muerte de
una tal Deidre (y de ahí mi interpretación como una inscripción fúnebre): dicho óstracon,
consistente en un fragmento amortizado de cerámica, contiene inciso una especie de árbol
genealógico unifamiliar en el que aparecen representadas las figuras de una mujer y de un
hombre sobre los nombres DALIA y RIAMO, estando escrita la secuencia ET DEIDRE II debajo
del nombre Dalia que correspondería a la madre, cuya figura ostenta un evidente vientre
abultado. Debajo de estas dos figuras se grabó una línea horizontal a lo ancho de la pieza de la
que penden a su vez seis pequeños trazos perpendiculares en cuyos extremos hay seis figuras
que representarían a los hijos, cuyos sexos son apreciables gracias a su vestimenta (tres niñas,
dos niños y un bebé envuelto en una tela o manta el último de ellos), y los respectivos nombres
de los cuales están escritos debajo de cada una de ellas: DALIA DA DEIDRE RIAMO DEMI
RIIA (vid. infra al respecto de este nombre con II y no con E). La figura dibujada sobre el
nombre Deidre de la tercera hija aparece tachada con un aspa sobre ella. Todo lo indicado
conduce a interpretar este óstracon como una suerte de rito mágico mediante el cual se invocara
a alguna divinidad para que consintiera en la resurrección de la hija muerta Deidre por medio

112 Este nombre aparece al menos cinco veces en el corpus veleyense (vid. ns. 216, 356 y págs. 106-107).
113 Este antropónimo femenino britano (conocido en la actualidad en la forma Deirdre) podría estar
relacionado con el cántabro Dovidena, documentado como tal (en genitivo: Dovidenae) en el siglo IV
(HEpOL 12057) en el corpus de inscripciones de Cantabria, datadas entre los siglos I-IV d. C. (cf. David
Martino García, Acerca de la cronología de la epigrafía Vadiniense. Revisión historiográfica y nuevas
propuestas, 323). Aparecen asimismo documentadas en dicho corpus las variantes Doidena y Doidera
(con caída de b intervocálica), Dovitena, Dobitena y Dovitera (cf. Carmen Gallardo, El latín vulgar y
algunas inscripciones de Hispania, 307). El correlato masculino Doviderus está asimismo documentado
ya desde el siglo I d. C., mencionado como princeps cantabrorum (HEpOL 7456), también en una estela
del siglo II (HEpOL 6585: Fronto Doiderigum) y en el III (HEpOL 6896: Doidero). cf. D. M. García, op.
cit., 312, 316, 319.
114“Literary poetry also contains examples of this compound greeting, as Catullus´ lament to his brother:
“atque in perpetuam, frater, ave atque vale.” (Catul., 101, 10); or Virgil´s depiction of Aeneas´ farewell to
Pallas: “salve aeternum mihi, maxime Palla, aeternumque vale”. (Aen., 11, 97-98). Such literary
instances are likely to be a reflection of common greeting expressions addressed orally to the deceased
and inserted in sepulchral inscriptions”. Paolo Poccetti, op. cit., 107.
115“Algunas de las palabras no documentadas fueron evidentemente desarrollos tardíos; por ejemplo:
*finis, adjetivo (fr. y prov. fin; esp. fino; cat. fi; ital. fine, fino), del substantivo fīnis”. C. H. Grandgent,
op. cit., 33.

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Alicia Satué

de un nuevo embarazo de la madre, Dalia: ésta sería una posible explicación para el añadido et
Deidre II escrito a continuación del nombre de la madre Dalia, al mismo tiempo que para el
vientre abultado de la figura que representa a ésta116. El óstracon del árbol genealógico podría,
entonces, ser contextualizado dentro del marco histórico-cultural de la superstición romana117,
mientras que la pieza nº 12430, a su vez, respondería a una práctica ritual funeraria privada, lo
cual guardaría relación, probablemente, con el hecho de que el soporte del epitafio sea un hueso
amortizado118.

Sea como fuere, el sustantivo neutro de la tercera declinación corde de la pieza nº 12430,
formalmente un ablativo, podría sugerir que en la segunda mitad del siglo III en Iruña-Veleia
aún existía este caso diferenciado del acusativo, puesto que esta forma coexiste con la clásica cor
en una pieza coetánea (nº 11355) y con otras nuevas como cuore, cordu y codre. La forma
diptongada cuore (nº 11019) es también coetánea a cor y corde y sin embargo muestra la apertura
de ŏ breve en sílaba tónica en uo, tal vez influencia del céltico o simplemente una variante
romance que en castellano ha sido desplazada por ue119 (como en cuerdo, acuerdo, recuerdo, pero

116El nombre Deidre aparece cuatro veces en el corpus veleyense (en óstraca datados en la segunda mitad
del siglo III, procedentes del sector 5): también en nº 12051 (Deidre M) y nº 11293 (Deidre Pav), en
ambas ocasiones mostrando el empleo conjunto de las letras mayúsculas (en inicial, como en la
modernidad) y las minúsculas, con usos que parecen corresponder a marcas de propiedad en recipientes
cerámicos. En el primero de ellos, M podría ser la sigla de Maior (quien -presumiblemente- sería la hija
muerta), y en el segundo Pav- la abreviatura de Paula (“pequeña” = Minor); en tal caso, podría
conjeturarse que Dalia, finalmente, dio a luz a la segunda Deidre, a quien se referiría el segundo grafito.
117Sabido es que el pueblo romano -las mujeres especialmente- era dado a este tipo de rituales domésticos
conocidos genéricamente como goetia (o hechicería), distintos de la teurgia o la magia propiamente dicha
y entendida como una técnica o arte (techné) con reconocimiento a nivel público y permitida (a diferencia
de la goetia) que reportaba ciertos beneficios a la comunidad y que en ocasiones era incluso auspiciada
por los correspondientes sacerdotes (cf. Natalia Teja Reglero, Mujer y magia en el mundo romano
occidental: la imagen femenina en las tabellae defixionum eróticas, 49-50).
118También el soporte de nº 12381, el grafito en el que tal vez se lee mortem (vid. n. 95), es un hueso,
como lo son los de los grafitos que contienen sentencias (vid. ns. 95, 98, 104, 279); parecería, por tanto,
que el hueso era el soporte preferido para los grafitos adscritos a contextos vinculados con el mundo de
más allá de la muerte (vid. págs. 96-ss.).
119 “El desarrollo del diptongo procedente de ŏ está tan mal documentado, sobre todo respecto de
España, que apenas se han podido tomar en cuenta sino las dos formas uo y ue y bien pudo
despreciarse algún ejemplo raro de ua (…) ṷö sería una palatalización de o debida a influencia céltica
(…) Nuestros documentos nos manifiestan que las varias formas uo, au, ue, oa, oe son conocidas por
todas partes, en León, en Castilla, en Aragón, revelándonos que en el período primitivo el diptongo se
hallaba en un estado de gran vacilación (…) Es de suponer que tal serie no tuvo un desarrollo lento; y
así cada una de sus etapas principales, wó, wá, wé, no hubo de dominar una época, como nacida de la
anterior y productora de la siguiente, sino que esas formas, hijas de la esencial relajación del segundo
elemento, se produjeron probablemente en fechas bastante inmediatas y convivieron en revuelta
concurrencia unas con otras (…) Las formas uó, uá, ué se mezclan en una misma región de nuestros
antiguos documentos, y en un mismo documento (…) Igualmente wo, wa, we coexisten en varios
dialectos franceses modernos; wo, we, wö conviven hoy en dialectos leoneses, portugueses e italianos;
we, wö en los castellanos (…) Las variantes principales del diptongo uó, uá, ué, en los documentos de
los siglos X y XI, reflejan, pues, vivamente el estado de vacilación primitiva por que pasó la
diptongación de ǫ latina. Esa vacilación es mayor en León y Aragón, comarcas más arcaizantes que
Castilla (…) Castilla se singulariza desde el siglo X, porque en ella el diptongo se ha fijado ya en wé,
mucho más decididamente que en ninguna de otras regiones (…) ué representa el grado más
adelantado y moderno del idioma (…) La proporcionalidad en la alternancia de uo, ua ue en los
documentos del siglo XI al XIII nos inclina igualmente a suponer uo donde el notario escribe sólo o, ya
que rarísima vez aparece escrito uo aun en la región leonesa, donde aun hoy la pronunciación uo es
corriente”. R. Menéndez Pidal, op. cit., 110-131.

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Alicia Satué

no en cordura, acordar, recordar, cordial, coraje, corada “asadura”, “entraña”, ni en los posteriores
cultismos derivados concordia, discordia, etc.), y un final -e que podría parecer terminación de
acusativo de un neutro que estuviera siendo tratado como masculino120 (si es que la terminación
-e no tuviera otra explicación121). La creación cordu (nº 13958) de una pieza más antigua datada
a mediados del siglo II se encuentra inserta en un texto eusquérico122 y aparentemente revela
una tematización de este neutro atemático en fecha bien temprana, mientras que codre (nº
13398) en otra pieza eusquérica de mediados del siglo IV podría simplemente presentar una
errata (significativa, por lo demás) y aparecer en lugar de corde.

La variedad de formas existentes en Iruña-Veleia para la misma palabra puede


interpretarse como un indicio claro de la inestabilidad de la flexión del género neutro entre los
siglos II y IV, cuyas formas conocerían diferentes variantes hasta la fijación de una determinada.
La evolución de esta palabra al castellano corazón y al portugués coração no está en absoluto
esclarecida (el catalán cor y el francés cœur conservan la forma clásica cor, mientras que el
italiano presenta una forma idéntica a la veleyense cuore), por lo que diccionarios como el de
Joan Corominas o el mismo DRAE callan sensatamente al respecto; los filólogos suponen una
procedencia fonéticamente lógica desde coratione(m) a partir de una variante *coratium de la
palabra coratum atestiguada en las glosas medievales y en Gonzalo de Berceo y que ha dado en
castellano “corada”, “entraña”, creada probablemente junto a ficatum, que sustituyó en el latín
vulgar al neutro atemático iecur “hígado”123, la cual habría sufrido en algún momento la
consecuente palatalización de -ti en z al modo de ratione(m) > razón, modelo del que sería, a su
vez, una forma analógica, habiéndosele entonces añadido más tarde a *corazio un final nasal, tal
vez por influencia de una etimología popular que hubiera asociado las palabras razón y co-razón
como motores co-operantes del sentimiento y de la voluntad en las tomas de decisión.

Aun constando los testimonios de presuntos ablativos clásicos esu y corde, sería
temerario afirmar con rotundidad, en base a ellos, que el ablativo existía como caso diferenciado

120“Los neutros en -r, que según parece se hicieron masculinos o femeninos más pronto que los otros,
desarrollaban a menudo un acusativo singular en -e(m), así como un nominativo-acusativo plural en
-es (…) En cuanto a cŏr, parece que formó su plural *cŏres en vez de *cŏrdes; según Mohl (Lexique,
págs. 21-38), esta palabra no presenta rastro de la d en ninguna de las lenguas romances excepto en el
esp. cuerdo; así es que dicho plural *cores se remonta probablemente al latín arcaico *cor *coris”. C. H.
Grandgent, op. cit., 229.
121“Se admite normalmente la existencia de una forma en latín vulgar *CORE, con -e paragógica a los
efectos de homogeneizar las sílabas del paradigma (de imparisílabo a parisílabo) y con paralelos en
casos como sal > sale, mel > mele. La o breve en sílaba abierta acentuada se diptonga no solo en
español, sino también en francés e italiano: esp. ant. cuer, fr. ant. cuer, it. cuore (…) Los romanistas, en
base a esta diptongación posterior y al testimonios [sic] de gramáticos latinos, admiten que la o breve
abierta podía tener una articulación que avanzara el tratamiento ulterior: cf. el famoso comentario del
gramático Pompeyo (originario del norte de África) al texto de Donato y fechado en el s. V d.C., en el
que denuncia la inobservancia generalizada de la diferencia de cantidad en las vocales: así para
denunciar a los que pronuncian Roma con o breve (en vez de la correcta Roma), dice: como si dijeran
Ruoma”. J. Gorrochategui, Dictamen de Joaquín Gorrochategui a la Comisión Asesora de la Diputación
Foral de Álava sobre los hallazgos epigráficos de Iruña-Veleia, Campañas 2005 y 2006, 24.
122 El texto de nº 13958 es NIIVRII CORDV MAI (“Mi corazón ¿Mai?” ¿“Mai en mi corazón”?)
123“Dans les langues romanes ficatum a remplacé jecur; c’est une expression calquée sur le grec, le foie
préparé aux figues (lat. ficus) passant pour un mets délicat”. Sextil Puscariu, Etudes de Linguistique
Roumaine, 402.

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Alicia Satué

de la declinación en el latín de Iruña-Veleia en la segunda mitad del siglo III, desde el momento
en que, en principio, ni esu ni corde tienen por qué ser representativos de la existencia del
ablativo ni tampoco (en el caso de esu) de la operatividad de la cuarta declinación, al ser
palabras que, por sus vicisitudes inherentes, pudieron correr una suerte propia, de algún modo
fosilizada y por ello diferente de la de otras palabras relacionadas semántica y gramaticalmente
con ellas: esu, por haber sido sustituida en el latín vulgar por la palabra temática cibus y, más
tarde, por comida (y, por ende, por caber la posibilidad de que en el grafito en cuestión aparezca
debido a conservadurismo, de igual modo que pervive fosilizada en castellano la terminación
de la cuarta declinación en palabras como espíritu o ímpetu) y, además, por poder ser también en
el grafito un acusativo sin -m; corde, por ser sustantivo neutro de la tercera declinación en plena
extinción a juzgar por su convivencia con creaciones vulgares como cuore y cordu, anterior esta
última, además, en un siglo, por lo que la elección del uso de la forma de ablativo clásico corde
en el grafito en cuestión no tendría por qué responder necesariamente a criterios sintácticos124
sino simplemente a mero conservadurismo formular (justificable, por lo demás, en un texto
sepulcral).

En suma: al ser -en calidad de testimonios al respecto- los dos únicos posibles ejemplos
de ablativos tan débiles como lo son los dos posibles únicos ejemplos de acusativos clásicos con
-m comentados más arriba (el anafórico extinto en el latín vulgar ean y -sólo tal vez- mortem), en
el corpus veleyense no hay datos suficientes que den motivos para postular la diferenciación
formal en la lengua hablada entre los casos acusativo y ablativo, casos los cuales, tal y como
suponen los expertos, se hallarían sincretizados en una misma forma en el siglo III. La actitud
más prudente sería, sin embargo, reconocer que, por el momento, hasta nuevos hallazgos
epigráficos en el yacimiento que puedan arrojar más y nueva información, no contamos con
suficientes datos que puedan apoyar una conclusión firme en lo que se refiere a esta cuestión.

Antes de cerrar el capítulo dedicado al caso ablativo, retomando en este punto del
trabajo la observación del empleo de las preposiciones regentes de ablativo en los grafitos
veleyenses, son traídos aquí para su análisis otros óstraca que contendrían supuestos ablativos a
juzgar por las funciones que desempeñarían y ello, a su vez, en vista de la preposición que los
precede, y a la luz del contexto sintáctico -pues existe en él un verbo- el último de ellos,
presuntos ablativos los cuales -es preciso decirlo- no arrojan información acerca de la esperable
invasión del acusativo en el lugar del ablativo por presentar formas del singular que también
podrían ser acusativos sin -m estando, además, abreviado el segundo de ellos; no obstante, los
dos primeros tienen concretamente el interés de reflejar ciertos usos en la segunda mitad del
siglo III en el norte de Hispania de la preposición regente de ablativo ex que, junto a ab, que
aparece en los dos grafitos detallados a continuación, expresa origen o lugar de procedencia en
latín clásico, mientras que el último sería especialmente valioso por ser -tal vez- un texto
bilingüe en latín y en euskera. Además, y lo cual es quizás lo más interesante de estos grafitos
con supuestos ablativos, todos y cada uno de ellos contienen peculiaridades fonéticas, gráficas y
lingüísticas en general (cuando no históricas) que merecen, sin duda, expresa atención.

124De hecho, en nº 13398 (BIITI / IINTV/ NIIVRII / CODRII / RII) la misma forma corde (con errata en
codre) podría aparecer no en lugar de ablativo sino funcionando como complemento directo, esto es, en
supuesto acusativo, en un texto bilingüe (en euskera moderno beti entzun neure corde, “escuch[¿a/o?]
siempre mi corazón”), cf. Juan Martín Elexpuru, Iruña-Veleiako euskarazko grafitoak, 53.

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Alicia Satué

El primero de ellos (nº 12049) podría contener otro epitafio doméstico -al menos según
mi interpretación, no constándome que se le haya dado otra diferente por nadie hasta el
momento- en el texto abreviado IN VAL/MIIM EX/SVIIMO/RIAMI/RIIA (In Val [¿erii / eriae?]
mem [oriam] ex su Emo Riami Rea), que entonces se traduciría “En mem[oria] de Val[¿erio/a?] de
parte de su Emo [y de] Rea de Riamo.” La preposición ex aparecería precediendo un supuesto
ablativo en un contexto que omitiría el verbo “dedicado” u otro de semántica similar que,
sintácticamente, daría pie a un complemento agente, que en latín clásico se construye con la
preposición ab. Los giros preposicionales con ex en lugar de ab, aun extendidos en el habla
vulgar, están no obstante bien presentes en la literatura latina y suelen ser interpretados como
expresiones deliberadas y cargadas de subjetividad que enfatizan el origen de una emoción125, y
tal considero ser la explicación a la presencia de ex en este grafito126, si es que mi propuesta
interpretativa como una dedicatoria fúnebre (así como su traducción) es acertada.

Por otra parte, como dedicantes del supuesto epitafio aparecerían mencionadas dos
personas, un supuesto Emo y Rea, quien a juzgar por el complemento del nombre en genitivo
Riami al que precede tenía un padre llamado Riamo (como ya sabemos gracias al grafito del
árbol genealógico anteriormente estudiado -vid. supra- según el cual Riamo es, efectivamente,
el padre de Rea). Apoyarían la existencia de un tal Emo en la Iruña-Veleia del siglo III las formas
emu de nº 11433 (IIMV/RIIMO/ROMA) y tal vez también (si no hay rotura del engobe y la
palabra está, por ende, completa) emi de nº 11469 (IIMI), esta última con terminación de
genitivo en una plausible marca de propiedad sobre la superficie exterior de la parte inferior de
un cuenco de terra sigillata. Emo (formalmente, ablativo o acusativo sin -m) estaría, en mi
propuesta interpretativa, separado de su, planteándose aquí el osado -soy consciente de ello-
análisis de esta forma su como un posible adjetivo posesivo apocopado de tercera persona, cuya
posición delante del nombre (y no detrás, más acorde con la tendencia del latín clásico127)
favorecería esta creación (quizás por analogía de formas especiales de vocativo del posesivo
como mi de meus, que, por razones de énfasis, se colocaban delante del nombre128). El adjetivo

125 “Tacitus makes some use of prepositional expressions with ex, in contexts in which a genitive would
have been usual. Note Ann. II.20.I: ille re subita, quamquam multa simul offunderentur, metus ex
imperatore, contemptio ex barbaris (...). The interchangeability of ex with two different types of genitive
in the same clause does not mean that ex-expressions already existed as genuine genitive equivalents
(say, in colloquial usage). Ex still expresses its conventional idea of source in both phrases (…) Ex is
often used with verbs of emotion and the like to express the source of the emotion (…) The reality is
that they may often be deliberate, semantically determined and literary”. J. N. Adams, Social Variation
and the Latin Language, 266.
126Igualmente, el empleo del adjetivo posesivo respondería a fines emotivos (vid. n. 129), como
sucedería también en el epitafio nº 12430 de Parmenio a Deidre (meo corde).
127“Meus, tuus and suus have a slight preference for following the head nouns rather than preceding
them (…) There is no inherent metrical reason why suus should be displaced more often than meus
and tuus, as its forms scan just like those of meus and tuus”. Wolfgang David Cirilo de Melo, Possessive
pronouns in Plautus, 76-77.
128“The usage of suus where the classical rules demand eius is claimed to be colloquial (…) Elsewhere,
however, the occurrence of suus cannot be explained in this way. These instances foreshadow later
developments. They do not seem to be colloquial, though, and they are still very rare”. W. D. C. de Melo,
op. cit., 91, 99.

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Alicia Satué

posesivo aportaría al texto un matiz asimismo afectivo129, congruente no sólo con el contexto
propuesto sino también con el análisis del uso concreto de la preposición ex, y aparecería
aplicado a la supuesta primera de las personas citadas en calidad de dedicantes del epitafio,
Emo.

Pero, paralelamente, cabría preguntarse si la secuencia su Emo Riami Rea podría


contener no dos dedicantes del supuesto epitafio, sino sólo uno en realidad (Riami Rea), del que
su emo fuese sólo una aposición antepuesta; ello explicaría la ausencia de una conjunción
copulativa entre dos presuntos dedicantes y, a la vez, me conduce a plantear otro interrogante
aún más atrevido -lo sé- que el anterior: ¿se trataría efectivamente Emo de un antropónimo no
documentado o unicum -tal y como se venía proponiendo- o quizás, más bien, de un posible
sustantivo de creación vulgar -tampoco documentado- *emus que hubiera sido hecho proceder
del verbo emere (“comprar”), al modo de los sustantivos de la cuarta declinación en -us
derivados de verbos y referidos a resultados de una acción? De hecho, existen sustantivos en
latín clásico procedentes de emere que podrían acaso apoyar la creación de *emus: emacitas
(“manía de comprar” o “consumismo”), emax (“aficionado a comprar” o “consumista”), emptito
(con el infijo frecuentativo -t- “comprar a menudo”), emptor y emptrix (“comprador, -a”), emptio
(“compra, adquisición”), a las que habría que añadir las etimológicamente relacionadas y
procedentes del griego emporium (“mercado”) o emporos (“mercader”). *Emus sería, así, “el que
compra” (al esclavo, se entiende), y podría haber derivado en el castellano amo, con posterior
apertura de e en a (tal vez por influencia y atracción de la -a del femenino ama, que sería una
creación más tardía, o simplemente debido a la cercanía entre ĕ y a, que provocaba confusiones
en el habla vulgar según el gramático del siglo V Consentius130). La etimología convencional de
la palabra amo, ama (al parecer conocida desde el siglo XIII) la hace proceder de un sustantivo
originario femenino amma “nodriza” que sólo más tarde habría creado el correspondiente
masculino131. En mi propuesta hipotética habría sucedido a la inversa: de un sustantivo *emus
que sería masculino y femenino al mismo tiempo (al modo de otras palabras de la cuarta
declinación como idus, o incluso de la segunda como medicus -y como sucede aún actualmente
en castellano en el mismo caso de médico) se habría desarrollado posteriormente en el habla
familiar -concretamente en la de los esclavos- una forma femenina en -a, que habría provocado
el cambio fonético *ema > ama132. Quizás el hecho de que *emus fuera una palabra de la cuarta
declinación explicaría también el vocalismo en -u de la citada forma emu de nº 11433 (IIMV/
RIIMO/ROMA), frente a la profusión de formas veleyenses en -o de nombres temáticos de la
segunda declinación, teniendo en cuenta que en la epigrafía doméstica se observa que la elisión

129“Possessive pronouns such as meus ‘my’ or tuus ‘your’ indicate that there is a connection between
two entities (…) This ussage is normally considered colloquial (…) Latin is said to use possessive
pronouns more sparingly than most modern European languages (…) Plautus seems to use possessives
more often than classical prose (…)”. W. D. C. de Melo, op. cit., 71-72.
130 “Per immutationem fiunt barbarismi sic: litterae, ut si quis dicat bobis pro uobis, peres pro pedes,
stetim pro statim, quod uitium plebem Romanam quadam deliciosa nouitatis affectione corrumpit”. Keil,
Grammatici Latini, Leipzig, 1859; vol. V, (392.14 -17).
131 Joan Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, 46.
132 cf. amis (¿o es una abreviatura de [vitam] amis[sit]?) en EDCS-39300165, Baetica, Gades: AMIS E;
EDCS-28700554, Lusitania, Salmantica: D(is) M(anibus) s(acrum) / Am[is] / Mar/cia[n]a / a(nnorum) L /
s(it) [t(ibi) t(erra) l(evis)]

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Alicia Satué

de -m en el acusativo conlleva frecuentemente la grafía de -u en los sustantivos de la cuarta


declinación y la de -o en los de la segunda133.

Al respecto del presunto término *emus con el significado de “amo”, cabe la posibilidad
de que el nombre Remo que se lee tras emu en la pieza nº 11433 (IIMV/RIIMO/ROMA) se
refiera al mismo nombre Riamo del padre de Rea, en cuyo caso dicho grafito podría ser una
marca de propiedad “del amo Riamo” expresada en caso oblicuo (por nominativo, práctica
documentada134) y no en genitivo, como es más común. Ambas palabras emu y remo están
grabadas en la parte inferior de la superficie exterior de un cuenco de terra sigillata hispanica
modelo 37 en cuya base se lee también la palabra Roma. En cuanto a emi (nº 11469), si se tratara
de la misma palabra hipotética, la marca de propiedad en genitivo se habría aplicado al título
de amo o dominus del dueño de la cerámica y no a su nombre propio, fenómeno que está, por lo
demás, documentado, si bien en los títulos masculino y femenino, respectivamente, dominus y
era135. Baso, en fin, la identificación de los nombres Remo y Riamo en primer lugar en el hecho de
que, tal y como recoge Héctor Iglesias136 en su informe sobre los grafitos veleyenses a propósito
del antropónimo Riamo, existe en efecto la variante gala Remo- del nombre céltico Riamo137, que
significaría “primero” a partir de un prototipo *preimo- y que estaría relacionado con el irlandés
riam “delante” y con el topónimo Reims “los primeros”; independientemente, empero, de la
relación etimológica existente entre los antropónimos Riamo y Remo, podría explicarse una

133 vid. n. 105.


134 “Estas iniciales enmascararían individuos con duo o tria nomina. Parece que ésta fue la tendencia
más corriente de marcar la propiedad, con una, dos o tres iniciales onomásticas, así como, también
alternativamente, mediante la grabación completa del nominal, bien en genitivo bien en nominativo”.
L.A. Fidalgo Martín, M. Bustamante Álvarez y C. Pérez Maestro, Grafitos sobre cerámica del puticuli de
la calle Cabo Verde de Mérida (España), Nuevos datos sobre la cotidianidad Emeritense en el s. I d. C.,
138.

“La finalidad principal de la mayoría de los grafitos realizados en terra sigillata suele ser la de poner
de manifiesto la identidad del dueño de la pieza, sea a través de sus iniciales, o a través de su nombre
en genitivo (también aunque con mucha menor frecuencia, en nominativo), o con una simple aspa”. S.
Rascón Marqués, J. Polo Gómez y M. D. Maeso Fernández, Grafitos sobre terra sigillata hispánica
hallados en un vertedero del siglo I en la casa de Hippolytus (Complutum), 238.
135“Hisp. 15/17 (…) Se puede leer: DOMNI. Restituimos: dom(i)ni. Se trataría de un genitivo sincopado
de dominus, con el sentido de “es del dueño (de la casa)” o, tal vez mejor, “esta pieza tiene dueño”, con
un regusto irónico, como ha apuntado V. H. Correia para un grafito cerámico muy similar descubierto en
Conimbriga. Sin embargo, encontramos un paralelo muy próximo en el yacimiento de “El
Castillo” (Solana de los Barros, Badajoz), donde se halló un cuenco de terra sigillata hispánica, forma
37, en el que aparece grafitado DOMNICA”. L. A. Fidalgo Martín, M. Bustamante Álvarez y C. Pérez
Maestro, op. cit., 145.

“En general la investigación ha venido considerando los grafitos como marcas de propiedad. Su
pretensión es poner de manifiesto a quién pertenece la pieza, por lo que un gran número de ellos se
expresan en genitivo (…) Otro grafito complutense, aunque esta vez procedente de las termas públicas,
incide en esta consideración: así se entiende la indicación Era sobre un ungüentario, que Sánchez-
Lafuente explica como una referencia a la señora de la casa, que aparece en nominativo”. S. Rascón
Marqués, J. Polo Gómez y M. D. Maeso Fernández, op. cit., 264.
136 Héctor Iglesias, Les inscriptions de Veleia-Iruña, 138.
137El antropónimo Remus está bien documentado en la epigrafía romana de diversas provincias, mientras
que Riamo lo está al menos una vez en la epigrafía gala: CAG-01, p 41; Andert-et-Condon/Ambarri,
Lugudunensis: D(is) M(anibus) / Bellici[3] / vi[3] / OI[3] / RIAMO[3] / vira matri / pientissimo / [3]m
ded/[icavit.

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Alicia Satué

forma Remo escrita en vez de Riamo por reducción silábica tras omisión de i en hiato138 y
confusión de e y a debido a que la pronunciación de la vocal resultante se encontrara a medio
camino entre estas dos vocales. Otra explicación alternativa sería la síncopa de a por ser su
articulación débil al recaer el acento sobre la i, y la confusión de i y e139, algo más convincente
que lo anterior, sobre todo desde el momento en que en el grafito del mismo contexto
estratigráfico y por tanto de la misma cronología nº 12111 (DALIA RIA NIICIO) el nombre Rea
(de quien Riamo es, como ya sabemos, el padre) aparece escrito precisamente Ria, hecho que,
per se, indica a todas luces que el timbre de las vocales i y e era confundido en uno igual o casi
igual, tal y como, por lo demás, atestiguan las inscripciones de la Galia140. Si así fuera, y Remo y
Riamo fueran, efectivamente, el mismo nombre escrito de diferente manera (cabría suponer que
por haber sido escritos por manos diferentes) y se refirieran, entonces, a la misma persona, la
grafía de Remo por Riamo bien podría justificar no sólo las distintas de los nombres Rea y Ria que
se refieren a la misma persona (pues en nº 12111 Ria aparece escrito junto a Dalia, el nombre de
su madre y mujer de Riamo según el árbol genealógico de nº 12099), sino que justificaría
también el llamativo detalle -el cual requiere, por supuesto, una explicación- de que en dicho
árbol la e del nombre Rea aparece escrito con e arcaica de dos barras (RIIA) y no con epsylon (E),
como sucede con el resto de los nombres del grafito que contienen e (DEIDRE, DEMI), detalle el
cual parece efectivamente informar de que la pronunciación de la e de Rea sería en verdad
diferente de las de Deidre y Demi. Curiosamente, y a propósito de esto mismo, es preciso añadir
que en el grafito nº 12049, propuesto más arriba como supuesto epitafio doméstico, la e de la
preposición ex aparece notada mediante epsylon, mientras que las de emo, Rea y la palabra
abreviada mem (cuya lectura sería mem[oriam] según mi hipótesis interpretativa) lo son
mediante la e arcaica de doble barra: IN VAL/MIIM EX/SVIIMO/RIAMI/RIIA. Parece obvio,
pues, que la pronunciación de la e de ex también diferiría de la de la e de memoria, emo y Rea.
Tratándose de una familia celta (a juzgar por sus nombres), resulta tentador pensar en una
influencia de la pronunciación gálica en virtud de la cual articularan la e con una pronunciación
cerrada cercana a i en sílaba abierta, que no afectase a la vocal en sílaba cerrada y seguida de
consonante doble [ks], y que explicara la grafía distinta de la e de ex en la pieza nº 12049.

Todo ello, y muy especialmente el grafito de la pieza nº 12111 en el que se lee Ria, me
impulsa a hacer otra conjetura: que tanto Rea como Ria no sean sino el hipocorístico de Riamo.
Esta conjetura está basada, nuevamente, en observaciones realizadas sobre el árbol genealógico:
de acuerdo con aquél, Riamo es efectivamente padre de Rea (que en el grabado es sólo un bebé)
y tiene además un hijo mayor que Rea llamado también Riamo. El hipocorístico serviría para
distinguir los nombres iguales de ambos hijos, así como las dos primeras de las hijas de Riamo y
Dalia (las hermanas mayores, representadas con mayor estatura que los demás) son llamadas en

138 “Both i and e are constantly omitted in hiatus: sesterta, Putolanorum, Putolis (…) The omission is
one of the graphic methods of representing the formation of a glide ([j]) in hiatus and the consequent
syllabic reduction”. J. N. Adams, The Latinity of C. Nouius Eunus, 233.
139“Mario Victorino, hacia el año 350 de nuestra era, distingue dos sonidos e; Pompeyo, hacia el 480,
cita a Tertuliano para atestiguar la existencia de una e semejante a i, y diversos gramáticos del siglo V
distinguen claramente ẹ de ę”. C. H. Grandgent, op. cit., 118.
140“La e, larga o breve, es sustituída con gran frecuencia por i en las inscripciones de la Galia: divota,
mimoriae, etc. (…) Esto indica tal vez una pronunciación cerrada de la e”. C. H. Grandgent, op. cit.,
153.

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Alicia Satué

la pieza, respectivamente, Dalia y Da (siendo Da, entonces, el hipocorístico de Dalia). Si, en


efecto, Rea / Ria fuera el hipocorístico de Riamo, tal vez aparecería escrito Rea dos veces debido a
la pronunciación de carácter regional que en los hiatos trataba e como i141 tratándose entonces
de una hipercorrección (tal y como está documentada la grafía inversa de e por i en hiato en
Pompeya y también en otros lugares142), si es que no hay que atribuir, simplemente, y una vez
más, la grafía de ea por ia a la pronunciación céltica más que a ultracorrección, tal y como ha
sido interpretada143 la forma Deana por Diana de una inscripción de Cataluña datada en el siglo
I d. C.144. El porqué de la vocal e en Rea y no en Riamo cuando ambos nombres aparecen en una
misma pieza dos veces (en la del árbol genealógico, nº 12099, y en la del supuesto epitafio, nº
12049) podría deberse, entonces, tal vez a obediencia a la adecuación ortográfica para el nombre
completo mas no para el hipocorístico, o simplemente al mero hecho de que la pronunciación
de e en el nombre abreviado Rea difiriera de la del completo, razón esta última la cual podría
justificar en concreto y al mismo tiempo el hecho de que la letra elegida en el árbol familiar para
la e del nombre de Rea haya sido II y no E como en los nombres de sus hermanos Deidre y
Demi. En cuanto al sexo de Rea / Ria (no explícito en la vestimenta de los dibujos del árbol
genealógico, como sí lo está el de sus hermanos y hermanas mayores, por ser sólo un bebé y
estar representado envuelto en una tela), tal vez fuera femenino y su nombre completo fuera
por ello *Riama, en cuyo caso la terminación femenina -a podría haber ejercido una influencia
sobre la i de modo que ésta tuviera una articulación más abierta y más cercana a la de e que la i
de Riamo, fenómeno fonético ya planteado por otros para casos de vocalismos análogos en
antropónimos precisamente célticos145, que podría explicar asimismo la grafía Rea por Ria.

141“El hecho de cerrarse e en i está atestiguado en fecha temprana. Sin embargo, por cuanto se refiere
a las inscripciones antiguas, por ej. CIL I2 21 Tiano = Teano (moneda), ibid. 582 (Ley de Bantia, de la
época de los Gracos, 113-118 a.C.) pariat = pareat, es preciso contar con dialectalismos (…) Es fenómeno
frecuente en Pompeya, por ej. 64 aenia = a(h)enea, 2119 alia = alea (en los textos desde Varrón, Rust.
1,4,3), casiu(m) una decena de veces = cāseum, 8863 Putiolos, 2083-8277, (h)abias = habeās, 5092 iamus
(dos veces) = eāmus, 1173 peria = pereat, valia = valeat”. V. Väänänen, op. cit., 95-96.
142CIL 14, 01724, Latium et Campania, Regio I, Ostia Antica: D(is) M(anibus) / Valereae / Filocale.
“Esta pronunciación es confirmada por grafías inversas, siempre en Pompeya: 814 Iuleas, 1679
propiteos, 9054 moreor, 4562 pateor = patior. El App. Pr. contiene i < e delante de vocal en 55 vinia, 63
cavia, 65 brattia, 66 coclia (por cochlea), 67 cocliarium (por cochleāre), 68 paliarium (por paleārium), 72
lancia, 80 solia, 81 calcius, 117 tinia, 132 baltius, 141 fassiolus (por phaseolus), 157 lintium, e incluso,
con hipercorrección, 52 ‘doleus, non dolius’; a la inversa: 114 ‘lilium, non lileum’, 160 ‘noxius, non
noxeus’. Caper (Gramm. VII, 106, 11) ‘eam semper dicendum est, nihil est iam. Item non iamus sed
eamus’”. V. Väänänen, op. cit., 96.
143“Or, il est presque certain que l’ ĭ celtique dont le timbre oscillait entre i et e conservait ce son devant
voyelle, car on trouve fréquemmet -eos -eus por -ius dans les noms propres latins ou indigénes des
inscriptions gauloises”. A. Carnoy, op. cit., 41.
144
Deana por Diana está documentada en varios y dispersos lugares del imperio en la epigrafía romana:
CIL 08, 12377, Africa proconsularis (Bir al Mashariqah): Deana; CIL 10, 05045 (p 1012), Latium et
Campania, Regio I (Atina): Deana; CIL 10, 08071,05 (p 1002), Latium et Campania, Regio I
(Herculanum): Deanam; CIL 04, 02390a, Latium et Campania, Regio I (Pompei): Deana;
AABW-1983-152, Germania superior, Walheim: Deanae.
145 “Si se presta atención al hecho de que con frecuencia se encuentra este fenómeno en nombres
propios bárbaros, seguramente de origen céltico, tal vez, quepa la posibilidad de que en algún caso,
como varios de éstos, no haya que pensar sin más en una ultracorrección, sino en una posible
pronunciación abierta de la i en hiato por efecto de un sustrato celta. Y, dado que es más frecuente
encontrar en esos nombres un final -ea por -ia que un final -eus por -ius, pudiera ser que el timbre de
la a favoreciera aún más la apertura de la ĭ precedente”. Carmen Gallardo, El latín vulgar y algunas
inscripciones de Hispania, 307-308.

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Alicia Satué

Y, por último, y en relación al sexo de Rea y al mismo tiempo al presunto término *emus
común a los géneros masculino y femenino y al también presunto adjetivo posesivo apocopado
su que lo precedería en el supuesto epitafio de la pieza nº 12049, dado que las apariciones en las
glosas silenses del posesivo apocopado de tercera persona tendrían distinguidas (si bien se
confundían) las formas so y su para los géneros masculino y femenino respectivamente146,
podría también pensarse que el sexo de Rea fuera femenino por la presencia misma en nº 12049
de la forma su, no siendo óbice para ello que su nombre apareciera en aposición del epíteto emo
si, efectivamente, este sustantivo, tal y como ha sido propuesto, comprendiera en origen ambos
géneros masculino y femenino con la misma terminación de masculino.

Si ésta y las anteriores conjeturas estuvieran bien encaminadas, la dedicatoria de la


supuesta inscripción funeraria de nº 12049 IN VAL/MIIM EX/SVIIMO/RIAMI/RIIA
provendría “de su amo Rea de Riamo”, derivándose de esta traducción que la persona difunta
cuyo nombre aparecería abreviado (Val[eri¿o/a?]), a quien estaría dirigida la fórmula de
despedida abreviada in mem[oriam], sería esclavo o esclava de Rea, hij(¿o/a?) menor del pater
familias Riamo según el árbol genealógico de la pieza nº 12099.

Ciertamente, todas las observaciones apuntadas sobre los nombres y las personas de los
grafitos recién comentados no son más que puras conjeturas, las cuales, no obstante, he
procurado siempre vertebrar con el apoyo de la información que se extrae de los datos que
aporta la documentación epigráfica romana y galorromana de la época de que se trata; sin
poner la mano en ningún fuego y limitándome a exponerlas como meras hipótesis de trabajo, es
mi voluntad compartirlas aquí por si pudieran servir de alguna utilidad para el estudio y la
interpretación de dichos grafitos y/o al conocimiento del pasado y de nuestros antepasados en
general.

El hecho objetivo del que se trata en relación al grafito nº 12049 (IN VAL/MIIM EX/
SVIIMO/RIAMI/RIIA) es en realidad el uso concreto del giro preposicional con la preposición
de ablativo ex en el lugar sintáctico del giro con la preposición ab en una presunta dedicatoria
doméstica post mortem en la que la elección de ex respondería a un deseo de añadir al mensaje
una carga de emotividad justificada por el propio contexto en el que cabe interpretar la
inscripción en cuestión.

Esta preposición aparece también en nº 13374 (IIISVS/YA FIL/MIRIA/IIX VIR), donde


la secuencia ex vir- parece deber ser entendida ex vir[gine] en un texto parcialmente abreviado
cuya traducción sería “Jesús, hijo de Yahvé (y) de la virgen Miria” que contendría otro ejemplo
del uso vulgar (aunque muy extendido) del giro preposicional con ex para indicar, en este caso,
la filiación, concepto para el que el latín clásico empleaba indistintamente ex y ab, si bien en
realidad la filiación solía expresarse mediante el participio natus “nacido” construido con

146“Las formas contractas confunden muchas veces el género, prefiriendo la terminación masculina, la
cual vemos usada a menudo con nombres femeninos: “so caput” GlSil 217; “so cosa” GlSil 34, “so
membra” GlSil 293 (…) No he recogido ejemplos de la preferencia por la forma femenina mi, su que
prevaleció en castellano (…) El posesivo de primera persona se usaba con valor afectivo y honorífico
ante ciertos apelativos cariñosos empleados como nombres propios o como títulos”. R. Menéndez Pidal,
op. cit., 346.

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Alicia Satué

ablativo separativo sin preposición147 o mediante el caso genitivo aplicado a un sustantivo del
tipo filius148 (tal y como presenta el grafito a Jesús como hijo de Yahvé, el “innombrable”).

El nombre hebreo Miriam aparece escrito sin la -m final y sin mostrar aún el cambio
vocálico con el que se encuentra el nombre de Maria en el latín tardío y medieval: Iruña-Veleia
aportaría la cronología post quem de finales del siglo III o principios del IV para la canonización
del nombre de la virgen María tal y como es conocido en la actualidad. En cuanto a Yahvé,
figuraría ocho veces en el corpus veleyense, en piezas de temática judeocristiana escritas
mayormente en euskera y datadas a finales del siglo III o principios del IV, procedentes todas
(como la descrita) del sector 6 (concretamente, de la domus de los rosetones, llamada así debido
a su mosaico, la cual, a la luz de la temática de los grafitos en ella encontrados, ha sido
interpretada como una posible domus ecclesia por los arqueólogos de Lurmen): son los nºs 13361
(a: NIIRII/`ATA´´´, ZII/YAVH/TA “Mi padre, ¿tu? Yahvé ¿es?”); 13362 (SAMVIILL, ```YAVHII
´´´ FILI “Samuel, hijo de Yahvé”); 13363 (YAVHII/GIIVRII ATA “Yahvé nuestro padre”); 13371
(a: GIIVRII ATA ZVTAN GIIVRII `ATA´´´,”Nuestro padre ¿en los cielos? nuestro padre”, b:
`YAVHII´´´/ZVTAN/IZANA, “Yahvé ¿que está(s) en los cielos?”); el texto de nº 13383 es latino
(IIISHV/YAVHII/```FILI´´´ ”Jesús, hijo de Yahvé”)149. Aparece también este teónimo con J
inicial en una pieza del mismo contexto (nº 13384: JAVHI) y quizás escrito con I (i latina) en una
pieza descontextualizada, encontrada en el nivel de remoción agrícola del sector 5 (nº 13258:
IAVVH). La Y se usó también en nº 13380 (MARIO CAYO/MAXIMO/PONTIFICII), pieza del
mismo contexto estratigráfico que las de Yahve, en el praenomen romano Caius / Gaius de
alguien que en Iruña-Veleia fue sacerdote (máximo pontífice) según el grafito.

Ambas grafías Y y J son empleadas para la notación de la i consonántica (yod)


producida al contacto con otra vocal, fonema atestiguado ya en el siglo I d. C. en Pompeya
mediante la J150 (llamada i longa y consistente en la simple variación gráfica de la I mediante el

147“Se usa el ablativo separativo (ablativo propiamente dicho) en los casos siguientes (…): 2. Para
indicar el origen con el verbo nasci, nacer, y con participios significando “hijo” o “descendiente de”:
Erat Iove natus, era hijo de Júpiter. Belgae orti sunt ex Germanis, los belgas descienden de los
germanos”. E. Valentí Fiol, Gramática de la lengua latina, 123.
148“In Etruscan Latin the typical Etruscan matronymic of funerary inscriptions was often expressed by the
ablative of the mother’s name + natus which, in perfectly correct style, is construed as a participle. But
natus was also sometimes construed (again in acceptable Latin manner) as a noun, with a genitive rather
than the ablative attached (…) The survival of nata ‘female child’ in early Gallo-Romance was seen as a
possible reflection of the fact that Gaulish had a homonym (g)nata with this sense”. J. N. Adams,
Bilingualism and the Latin Language, 285-286.
149En estos grafitos las palabras sagradas aparecen resaltadas mediante comillas triples, signo epigráfico
que sólo conoce un paralelo en una inscripción escrita en hebreo datada en el siglo IV y hallada en 2012
en Algarve (Portugal) cuya publicación científica no consta aún (vid. http://www.amaata.com/2013/02/
yehiel-la-inscripcion-judia-mas-antigua.html y http://www.amaata.com/2013/02/las-comillas-de-veleia-
con-la-iglesia_25.html).
150 “El paso de i, e en hiato al grado y está asegurado por el romance común, por ej. vinea > rum. vie,
it. eng. vigna, log. bindza, fr. vigne, prov. port. vinha, cat. vinya, esp. viña (…) La evolución ha
comenzado, sin duda, muy temprano en la lengua hablada (…) En Pompeya, la letra I o J, llamada i
larga (de donde deriva la J, j de los alfabetos modernos, signo de yod en las lenguas germánicas y
otras), indica con frecuencia, además de la vocal i larga, la semivocal. Pero nosotros la encontramos
un cierto número de veces empleada por y: no sólo en jam, janua, jucundus, conjunxit, Pompejanus,
etc., sino también en 1433 Januarjius, 4840 Junjus, 3995 Juljius, 56 facjo, X 861 genjo, 5097 (dos veces)
jamus = eāmus, etc.”. V. Väänänen, op. cit., 96.

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Alicia Satué

alargamiento y una leve curvatura de su extremo inferior); en Iruña-Veleia se observa una


tendencia (aun no del todo sistemática) según la cual ante las vocales a y u es preferida la J: así,
se utilizó J en nº 11139 (JVLIO, JVPITER) y en nº 11261 (JVLI) -sin embargo, estos nombres
fueron escritos con I en nº 11429 (IVPITIIR) y en nº 12293 (IVLIO)-, piezas todas del sector 5 (UE
51144, segunda mitad del siglo III); en las marcas de propiedad con nombres femeninos de las
piezas nº 10793 (ANNJA) y nº 10772 (FEATJLJA) del sector 12, de cronología desconocida al
proceder de una estratigrafía reciente (UE 12030) formada después de 1954 a raíz de un
derrumbe posterior a las excavaciones dirigidas en aquel entonces por el arqueólogo Gratiniano
Nieto; también aparece J en la pieza nº 13369 del sector 6 (UE 6079, fines del siglo III o
principios del IV) en la palabra vasca JAVN (en euskera moderno jaun “señor”) y sin embargo
no en el verbo vasco IAN (hoy jan “comer”) en los nºs 13396 (sector 6, UE 6180, mediados del
siglo IV) y 13367 (sector 6, UE 6076, fines del siglo III-principios del IV).

La inseguridad que se observa en la escritura de la i consonántica en Iruña-Veleia (Y, J, I)


parece indicio de que se ensayaba con el modo de notación de ese sonido nuevo (en realidad no
tan nuevo, como demuestra la J de Pompeya) durante los siglos III y IV (el marco temporal al
que se adscribe la cronología de todas las piezas que contienen estas dos letras Y y J): nótese que
en Iesus se escribía I, pero J en Jupiter y Julio, siendo J la letra que el castellano presenta hoy
indistintamente en Jesús, Júpiter y Julio, y que se conserva la Y veleyense en los nombres Yahvé y
Cayo.

Pero los filólogos de la CCA consideraron imposible en época romana la existencia tanto
de J como de Y (la ypsilon griega, adoptada por el alfabeto latino después de la anexión de
Grecia como provincia del Imperio romano en el siglo II a. C. para la escritura de los préstamos
griegos), encontrando en estas letras el argumento estrella con el que declarar falsos todos los
grafitos que las contienen151. Es lícito preguntarse (por cierto) por qué, entonces, la inscripción
romana hallada en el sur de Portugal en la que se lee CAYO con Y no ha sido dada por nadie ni
nunca por falsa152.

151“La grafía del nombre de persona Cayo con una Y griega es un fenómeno imposible en latín (...)
Esta letra nunca jamás se utilizó en latín para designar una / i / o una / j /. Su cometido era transcribir
las palabras de origen griego que contuvieran el sonido / ü / escrito en griego mediante una Y (...) La
separación entre letra I para la vocal / i / y letra Y para la yod es un hecho moderno en español.
Consiguientemente, esta forma Cayo es en sí misma una causa irrebatible de falsedad. El mismo
argumento vale para la inicial de la palabra Yavhe”. J. Gorrochategui, Dictamen (…), 25-26.

“El proceso de palatalización y africación de los grupos consonánticos (...) se inicia pronto, hacia el s. I
d.C., aunque gráficamente tarda en reflejarse y siempre de forma confusa, habida cuenta de la falta de
grafías en el alfabeto que representen los nuevos fonemas creados (...) Admitir grafías como YAVHE,
supone ver reflejada la letra Y como reflejo de una palatalización de i consonántica inicial que, aunque
se hubiese podido producir en esta posición, se hallaba inmersa en el proceso de confluencia y evolución
de palatalización de otros grupos consonánticos con yod, que motivaban confusiones gráficas de I, GI, D,
Z, pero no podían adoptar la utilización del grafema Y como expresión de la misma, por la sencilla
razón de que se utilizaba poco y no como reflejo de estos nuevos fonemas y sus ejecuciones alofónicas.
Menos aún, la moderna grafía J para JVPITER (…) [que] responde a la expresión gráfica de un
fonema que en castellano no se culmina hasta el s. XVI”. I. Velázquez Soriano, op. cit., 28-29.

“En la antigüedad (…) nunca jamás hubo ninguna letra J. Por esa razón, resultan imposibles ciertas
grafías que hallamos en algunos óstraca.” J. Gorrochategui, Dictamen (…), 10-11.
152 cf. EDCS-11901267, Lusitania, Tavira / Balsa, Faro, Portugal: S DIP[3] / CAYO. (!)

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Alicia Satué

Regresando al grafito en sí y al uso de la preposición ex aplicado a la expresión de la


filiación que las lenguas románicas realizan con la preposición de, la pieza, como también la
anterior (de la segunda mitad del siglo III), sendos testimonios de usos perdidos de ex,
ofrecerían la datación post quem (finales del siglo III - principios del IV) para la desaparición de
ex al menos en el norte de Hispania, y al mismo tiempo para la generalización del giro vulgar
con de, afilando así Iruña-Veleia las suposiciones de los expertos que creen que en el siglo III ex
habría sido ya desplazada por de153, pues la preposición de sólo aparece una vez en el corpus
veleyense (nº 11363: DII IISV FAVSTO) y lo hace en su uso correcto, desde el punto de vista del
latín clásico, de ablativo de materia titulando grabados de ilustraciones154. En todo caso, si
verdaderamente hubiese sido así y de fuese la preposición más recurrida durante el siglo III, los
testimonios veleyenses sugerirían que, aun extendida en el habla cotidiana, dicha preposición
sería evitada en la escritura (fuera ésta formal o no) por ser considerada vulgar en usos distintos
a los que tiene en latín clásico, siendo en consecuencia sustituida por la quizás ya obsoleta (o al
menos en vías de serlo) ex. De cualquier modo, Iruña-Veleia indicaría que los usos de ex que se
constata en los grafitos estudiados habrían sido abandonados completamente sólo a partir de
finales del siglo III, si no ya en el siglo IV, a favor de los que emplean la preposición de que
conservan las lenguas romances.

Al parecer de sustituyó a ab antes que a ex155, y esto es de nuevo coherente con lo que se
observa en los grafitos veleyenses, en los cuales no existe ningún ejemplo de uso de ab que
aparezca como reflejo de la lengua hablada. En efecto, la preposición ab parece estar presente en
Iruña-Veleia solamente en una expresión hecha y en una cita literaria clásica: está en nº 12377
(AB ABSVRDO) en un latinismo que perdura en nuestros días, y en nº 12385 (AB VNO DISCII
OMNII), “a partir de uno conócelos a todos,” en un proverbio latino extraído de la Eneida de
Virgilio en el que se lee omne donde la fuente original dice omnes (Aen., II, 65: Accipe nunc
Danaum insidias, et crimine ab uno disce omnes). Estas palabras fueron pronunciadas por el
legendario héroe troyano Eneas, y recuerdan a otra famosa cita virgiliana, Timeo danaos et dona
ferentes (“temo a los griegos incluso cuando hacen regalos,” Aen., II, 49), que hace alusión (como
la del grafito veleyense) al engaño urdido por el astuto griego Ulises, quien ideó el plan del
caballo de madera que contenía secretamente en su interior cinco guerreros griegos y que fue
presentado a los troyanos en calidad de regalo de rendición por parte del ejército de Grecia,
regalo envenenado del cual saldrían por la noche esos griegos (o dánaos en el lenguaje de la
épica) que prenderían fuego a Troya provocando la destrucción de la ciudad de Eneas. Siendo,
como es, una cita literaria, el texto está contruido en correcto y literal latín clásico y, por tanto,
no habla de la lengua de Iruña-Veleia, pero sí aporta un dato cronológico de interés relativo a la
pervivencia y a la transmisión de este proverbio latino por medio de la forma omne que aparece
en lugar de la que se habría escrito en la fuente original (omnes); esta sentencia presenta
variantes plausiblemente surgidas en boca de hablantes que a lo largo de los siglos irían
teniendo un conocimiento más limitado de latín, variantes las cuales en función de si la

153“[Ab] no ha tenido sucesión en las lenguas románicas, habiendo sido reemplazada por de, que
también usurpó (desde el siglo III) el lugar de ex”. C. H. Grandgent, op. cit., 76.
154 vid. págs. 29-30.
155“The replacement of ex by de started later, but in the Vulgar Latin texts it looks further advanced
than the replacement of ab”. Philip Baldi, op. cit., 33.

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Alicia Satué

aplicación del refrán se daba en un contexto u otro se refieren o bien a un complemento directo
masculino o bien a uno neutro (“todos” o “todo”), de forma que existen, aparte de la original y
de la veleyense (cuya mera existencia sitúa en el momento en el que este proverbio ya era
modulado y adaptado según las circunstancias), las versiones con omnis (con terminación de
acusativo plural masculino-femenino -is, alternativa clásica a -es), con omnia (neutro plural:
“todas las cosas”, “todo”) y también la que sustituye la preposición ab por ex, siendo los giros
preposicionales con ex, ab y de muy comunes en el latín vulgar y en el tardío en sustitución
también del genitivo partitivo que en el latín clásico ya rivalizaba con el giro con ex156
(especialmente junto a numerales, indefinidos y superlativos), habiendo podido tener su origen
este último en la adaptación en el latín culto de una construcción nueva fruto de un calco del
genitivo partitivo del griego clásico (que empleaba la preposición ἐκ) y que habría arraigado
finalmente en la lengua vulgar en la forma del giro con de que conservan en mayor o menor
medida las lenguas romances para esta función. El desarrollo de la expresión partitiva moderna
ha podido guardar relación, por otro lado, con la pérdida de conciencia paulatina del matiz
semántico que aportaban los prefijos a los verbos en latín clásico, hecho que pudo favorecer no
sólo la innovación de la construcción preposicional del partitivo, sino también la creación de los
artículos determinados e indeterminados propios de las lenguas romances157.

156 “De phrases replacing partitive genitives, however, have a colloquial distribution: in classical Latin,
this replacement involving de is restricted to a few standing phrases (e. g. homo de plebe), but it is
frequent in Roman comedy, and is also to be found in subliterary Latin (Tab. Vindol. II, 310, 2 mittas per
aliquem de nostris ‘he may send it through one of us’) and the non-urbane parts of Petronius’s Satyrica.
The same can be said, if to a lesser degree, about prepositional phrases with ex. In Lucretius we find
e.g. 2.104 et cetera de genere horum ‘and the other things of their kind’ and 2. 183 nunc id quod superest
de motibus expediemus ‘and now we will explain what remains of the topic of motions’. Possibly showing
the ‘partitive’ use of ab, but usually explained differently, is 2. 50-2 audacterque inter reges rerumque
potentis versantur neque fulgorem reverentur ab auro nec clarum vestis splendorem purpureai ‘[and if]
they boldly mingle with kings and potentates, if they revere neither the shine of gold nor the bright light
of crimson garment’, where vestis…purpureai shows that ab auro can be seen as the replacement of a
genitive, although what kind of genitive is not obvious - the Epicurean, materialist way of looking at the
world would make it natural to see the shine of the gold as a part of it which physically emanates from it.
There is a wider issue here: to what extent do grammatical categories like the types of the genitive which
we habitually distinguish embody a view of the world which an author like Lucretius may not share?”.
Tobias Reinhardt, Syntactic colloquialism in Lucretius, 215-216.
157 “In Late Latin, however, the unprefixed form takes over the function of the prefixed form. As a result of
this development the old prefixed form no longer is needed and becomes rare in the later texts (…) The
loss of the opposition of panem edo ‘I eat bread’ and panem comedo ‘I eat up the bread’ is likely to be
one of the elements which triggered the development of definite and indefinite articles and the
introduction of partitive expressions in Romance. In, for instance, French this opposition is expressed by
the one between a partitive expression (manger du pain) and the one with a definite or indefinite article
(manger le pain / un pain). There are certainly traces of the development towards the Romance system of
definite and indefinite articles in vulgar Late Latin, but there was no systematic use of such devices in
Latin. There seems in fact to be no Latin example of an article clearly expressing the telicity once
expressed by the prefix: i.e. there seems to be no example of panem comedo ‘I eat up a / the bread’ being
replaced by for instance *panem unum comedo or *panem illum comedo. What we do have, however,
are some examples of partitive expressions with the prepositions de, ex or ab, which underline the
atelicity once indicated by the unprefixed verb. We have such examples with bibo ‘drink (some) of’,
comedo ‘eat (some) of’ and manduco ‘eat some of’. But the problem with these examples is that many of
them occur in texts translated from Greek and often seem to correspond to a similar expression in
Greek, or in texts written by Greeks in Latin. Anyway these partitive expressions were probably
acceptable in Late Latin (there are no such examples in earlier Latin), but there was no systematic use
of them to make the difference between ‘eat up’ and ‘eat some of’ clear”. Folke Josephson-Ingmar
Søhrman, Interdependence of Diachronic and Synchronic Analyses, 79-80.

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Alicia Satué

A propósito de probables aportaciones del sustrato vascoparlante a la lengua que se


gestaba en Iruña-Veleia en forma de variedad local del latín vulgar aderezada con elementos
locales que la harían propia y única, cabe añadir aquí, y a modo de cierre del capítulo dedicado
al ablativo, el grafito nº 13274 (IN VIILIIIA VICI), interesante primeramente por ser quizás
bilingüe, en el que la forma vici precedida del aparente ablativo latino in Veleia “en Veleia”
puede ser interpretado como el verbo moderno vasco bizi “vivir”, “habitar”, de significado
estático y por tanto regidor de ablativo158. A esta hipótesis apuntaría el hecho de que en el
corpus veleyense existen otras dos piezas eusquéricas en las que posiblemente aparece ese
mismo verbo en un contexto idéntico con el complemento de lugar expresado mediante la
marca -n de inesivo del vasco moderno (Veleian): nº 16364 (NIIV VIILIIIAN GORI BISI NA “Yo
vivo en la Veleia ¿de arriba?”) y nº 16365 (VIILIIIAN GORI BISI “viv¿o? en la Veleia ¿de
arriba?”); en ambas el verbo moderno bizi es escrito bisi de manera congruente, cabe señalar,
con las palabras vascas de las inscripciones aquitanas escritas en latín de los siglos I y II159. La v
de VICI podría ser analógica a la del latín vivere, si bien la confusión entre b y v es un error
ortográfico muy común de la epigrafía romana160.

Pero este grafito sería también interesante por el hecho de que la identificación de VICI
con BISI implica aceptar una evolución de la pronunciación de la consonante velar sorda latina c
(pronunciada /k/ en latín clásico) delante de la vocal i en el siglo V en Hispania (momento en
el que se data esta pieza del sector 12), donde la palatalización de t y c ante las vocales e, i
produjo el mismo resultado africado [tse] [tsi]161, fenómeno fonético insuficientemente conocido
por los expertos a falta de datos, que explicaría las grafías del castellano moderno para el
sonido fricativo interdental sordo de za, ce, ci, zo, zu, tres de las cuales tal vez verían justificada
su z a partir del euskera162, cuya fonética propia163 habría necesitado de esta letra para la
notación de un sonido silbante fricativo que el latín clásico no conocía (si bien empleaba la z en
préstamos lingüísticos del griego -u otras lenguas- como Zephyrus, Zenon, Zeus o Zosimo, y por

158Vici podría ser un fósil de locativo clásico de vicus “barrio”, pero en ese caso sobraría la preposición y
además se esperaría que también Veleia apareciera coherentemente en genitivo clásico (Veleiae).
159Como, por ejemplo, las formas CISON (CIL XIII, 125), CISONTEN y CISSONBONIS (CIL XIII,
337) y GISSONDONI (CIL XIII, 278), relacionadas con el vasco moderno gizon “hombre” (Joaquín
Gorrochategui, Estudio sobre la onomástica indígena de Aquitania, 185-ss.).
160“Written forms such as siui for sibi, or the other way round, such as uiba for uiua, are common all
over the area from the first century A.D. (…) In wide areas of the Empire –in Italy, the Balkans, North
Africa; much less so in Hispania, and hardly at all in Gaul- spelling confusion between b and u (usually
writing b instead of u, rather than the other way round) was common in word-initial position and after
a consonant as well”. J. Herman, op. cit., 45-46.
161 “In Hispania, however, there seems to have been no such a difference in the evolution of the two
[kj],[tj]; compare puteum > pozo, faciem > faz. This is a simplified picture, but even so it shows that the
situation was complicated within late spoken Latin, and the details are still not all entirely clear”. J.
Herman, op. cit., 44.
162 “The original speech -Iberian, Celtic, or the like- of each province must have exerted some
influence upon the speech of the conquerors, especially in pronunciation, but almost certainly in other
respects also”. E. Löfstedt, op. cit., 39.
163“Lo corriente es que de kj, tj tengamos vasc. z, pero también se halla tx, sobre todo en las hablas
orientales, pero no sólo en ellas”. Koldo Mitxelena, El elemento latino-románico en la lengua vasca, 18.

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Alicia Satué

ello la incluía en su abecedario164). Que dicha evolución fonética ya hubiera tenido lugar en la
Iruña-Veleia del siglo V es concebible no sólo a la luz de la documentación disponible al
respecto (tal y como reconocen, por otra parte, los filólogos de la CCA165, por lo que no se
entiende su reticencia a aceptarlo166, si no es porque el uno defienda las teorías sostenidas por el
otro167), sino que también es concebible y obvio a la luz de otras piezas veleyenses datadas
todas por la Arqueología, además, en época anterior (la segunda mitad del siglo III) cuya
ortografía apuntaría en la misma dirección: así, el nombre del poeta de la época dorada
augusteana Horatius aparece en Iruña-Veleia escrito HORACIO en nº 11426, tal y como se
escribe hoy en castellano (en italiano moderno Horazio, pronunciado /Horatsio/), y los
nombres del emperador Domitianus y del rey (o lo que quiera que fuera168) Titus Tatius aparecen
escritos DOMICIANO (nº 11156) y TITO TACIO (nº 11530) -en italiano Domiziano y Tito Tazio,
en latín clásico Domitianus y Titus Tatius- con la misma ortografía que CIPRIANO (nº 11156),
TACITO (nº 11426) y LUCIO (nº 12709) -en latín clásico Ciprianus, Tacitus y Lucius-. Estas
grafías veleyenses iguales -ci-, notando indistintamente resultados con un origen diferente
alveolar y palatal (-ti- y -ci-), son muy significativas, porque indican que -ti- se pronunciaba
igual que -ci- (-ki-), es decir, de modo africado /tsi/, y que tales evoluciones fonéticas ya eran,
por tanto, un hecho en la segunda mitad del siglo III en esta zona del imperio169 (como en

164 CIL II 03286, Hispania citerior, Castulo: Sozimus; CIL II 02538, Hispania citerior, Aranz: Zozima.

“Entre los casos de metátesis no deja de ser peculiar el de Sozimus, repetido en dos ocasiones, en el que
tiene lugar un cambio de consonantes similar al que se produce en el andaluz actual o en el español de
América ante la dificultad para diferenciar la s de la z”. C. Gallardo, op. cit., 302.
165 “Es verdad que el proceso de palatalización de ambos grupos empezó ya en época imperial; hay
algunos pocos ejemplos de erratas que apuntan en este sentido (nunciare por nuntiare, etc. 1ª mitad del s.
III)”. J. Gorrochategui, Dictamen (…), 25.
166“La forma Horacio presenta una grafía aberrante con C en vez del correcto Horatius. La cuestión es
que las palabras que contenían el grupo -TJ-, como Horatius o ratio, y las que tenían el grupo -KJ-,
como ericiu, se confunden totalmente solo en español, en una historia muy enrevesada y llena aún de
puntos oscuros: razón, erizo. El italiano tiene resultados diferentes (-zz- frente a -cci-: pozzo / faccia),
así como el francés: raison / hérisson)”. J. Gorrochategui, Dictamen (…), Ibidem.
167 “Pero la confusión de los sonidos no se dio de manera generalizada en español hasta mucho más
tarde. En las pizarras visigóticas tenemos más ejemplos de confusión gráfica: auitanciu por
“habitantium”, auitaciones por “habitationes”, por un lado y untia por “uncia”. Pero Velázques [sic],
Pizarras, p. 371-2, teniendo en cuenta el relativamente bajo número de confusiones y los testimonios de
Julián de Toledo que habla claramente por una distinción entre los dos sonidos, piensa que aún no se
había producido la confusión”. J. Gorrochategui, Dictamen (…), Ibidem.
168 “No cabe pensar en que la lista de los famosos siete reyes de Roma se incluya Tito Tacio que, si bien
era el rey sabino que compartió regencia durante un breve tiempo con Rómulo, tras la unión de su pueblo
a Roma, hasta que, según la tradición mitográfica, es muerto por el propio Rómulo, nunca su nombre ha
figurado en el elenco de los reyes de Roma, faltando, en cambio, Anco Marcio antes de Tarquinio Prisco
(aunque esto podría ser lógicamente un olvido o desconocimiento simple)”. I. Velázquez Soriano, op. cit.,
13.
169 Los gramáticos de los siglos V y VI mencionan la pronunciación [tsi] de -tj- como un fenómeno
extendido y normal, representado a veces por la letra s e incluso por z (vid. n. 177); cf. CIL VI 34635
(Roma, s. IV): nacione -por natione-; CIL XII 2153: consiensia -por conscientia-; CIL 06 957: mundiciei
-por munditiei-; ya antes, en el siglo III, se ensaya con diferentes grafías a la hora de reflejar por escrito la
nueva realidad fonética: “En la primera mitad del siglo III algunos escritores distinguen ce, ka y qu, al
parecer, como prepalatal, mediopalatal y postpalatal, respectivamente; en el siglo V hallamos escrito
BINTCENTE, INTCITAMENTO (…) FES[IT], PAZE (siglo VI o VII). El franco tins (germánico zins)
viene de census, tomado al latín probablemente en el siglo V”. C. H. Grandgent, op. cit., 172.

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Alicia Satué

realidad admite -aun muy sibilinamente- la CCA170). Además, son congruentes no sólo con la
del actual verbo vascuence bizi, escrito bisi y vici en Iruña-Veleia, sino también y al mismo
tiempo con la de otras palabras vascas que están escritas en el corpus veleyense con s cuando en
su correlato moderno presentan z, como ESTA (nº 16365) por ezta “y no”, ISAR (nº 15147) por
izar “estrella”, ESKON (nº 15922) por ezkon(du) “casar(se)”. En cambio, la palabra zutan (en los
nºs 13364, 13365, 17050, 13371), que ha sido interpretada171 como el actual zeruetan ”en los
cielos” y que aparece en lo que sería el comienzo del Padre Nuestro escrito en lengua vasca172,
está escrita con z en Iruña-Veleia porque probablemente reproduciría un sonido no cercano al
alveolar [s] como en las palabras vascas citadas ni tampoco al latino [ś], sino precisamente un
sonido nuevo africado [ts] al proceder -como es bien sabido- de la palabra latina caelum “cielo”,
cuyo diptongo ae, monoptongado en la vocal larga abierta de timbre ē desde al menos el siglo I
antes de nuestra era, habría ya provocado la africación de c en contacto con e ([*kḗlu] > [*tselu],
en euskera moderno zeru173), por lo que se deduciría, por otra parte, que dicha africación de c
habría ya tenido lugar también en contacto con la vocal e y no sólo ante i en la época a la que
adscribe el método arqueológico las piezas eusquéricas que contienen la palabra zutan,
procedentes del sector 6 (esto es, a finales del siglo III o principios del IV174).

Cabe señalar a este respecto, en fin, que en la pieza nº 15542, de cronología romana
altoimperial (finales del siglo I o primeros del II) y considerada auténtica -no sólo por la CCA,

170“En cuanto a la africación de ty y cy, aunque es general también en toda la Romania, es un proceso
posterior y más lento. Seguramente a finales del s. II, afectando a cy, pero tarda al menos dos o tres
siglos en consagrarse y en Hispania la escasez de testimonios indica que es aún más lento. Mientras que
para el primero se admite ya el siglo II d. C. como época de inicio de su asibilación, para cy sólo a
partir de los siglos III-IV”. I. Velázquez Soriano, op. cit., 29.
171Juan Martín Elexpuru, Comentarios y objeciones a los informes de los profesores Gorrochategui y
Lakarra sobre los grafitos en euskera de Iruña-Veleia,14, 20-22, 29-32, 39-43; Héctor Iglesias, Les
inscriptions de Veleia-Iruña, 86-94.
172 Nºs 13364, 13365, 13371 (GIIVRII ATA ZVTAN), nº 17050 ([G]EVRE ATA SVTAN), “Pater noster
qui es in caelis” (Mat., 6:9-13; Luc., 11:2-4). Curiosamente, zutan presenta falta de ortografía en nº
17050 (sutan), pero también en el resto de palabras de ese mismo grafito que deberían presentar z (y que
tienen z en otros grafitos vascos) y sin embargo muestran s, como el préstamo latino santu en la
continuación del texto: [G]EVRE ATA / SVTAN / SIIRA / ANA / SANTV / ISAN BIITI SIIVRII
ISIINA / IITOR [ (en euskera moderno, geure aita zeruetan zarena santu izan ¿bedi? zeure izena etor
[ ,”Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga [“ ); cf. Juan Martín
Elexpuru, Comentarios (…), 38.
173Se escribió con z también, de modo congruente con zutan (< *tserutan), el adjetivo posesivo vasco
zure / zeure (< *tsure, *tseure) en los nºs 13368 (ZVRII), 13397 (ZIIVRII); cf. Héctor Iglesias, Les
inscriptions de Veleia-Iruña, 87-92; cf. J. Gorrochategui, Dictamen (…), 13: “Al igual que en las
inscripciones aquitanas tenemos GISON para gizon, y en una de Soria SESENCO para zezenko, así
deberíamos haber esperado: SV, SVRE para zu, zeure”. (!)
174 “Sólo a finales del siglo IV la de ti + consonante y sólo en el V la de c + e, i. Por este motivo, se
siente primero la necesidad de una nueva grafía que dé cuenta de la evolución de ty hacia un sonido /tsi/;
dicha grafía recae sobre ci, gracias a la palatalización que habría sufrido. Aunque tarda en producirse
esta confusión gráfica, cuando lo hace, según sostiene la mayoría de los autores, no es tanto porque ty y
cy se hayan confundido plenamente (al menos no en toda la Romania, ya que los resultados difieren en
diversos lugares), sino por esa necesidad gráfica. Pero una cosa es la evolución fonética y otro el reflejo
gráfico que adquiere y cuándo empiezan a observarse confusiones gráficas, en este caso de
intercambiabilidad de grafías CI y TI o, [sic] de sustitución una por otra. Además en el latín de
Hispania aún no se ha producido la confusión fonética total, que se producirá sólo en lengua
romance”. I. Velázquez Soriano, Ibidem. (!)

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Alicia Satué

sino también según el informe de la sección de Documentoscopia y Grafística de la unidad de


Policía Científica de la Ertzaintza de diciembre de 2015175- a diferencia del resto de las piezas del
corpus veleyense, se grabó un abecedario que contiene la letra Z (y también la Y, por cierto), lo
cual prueba que era considerada efectivamente una de las letras al uso en la época176 y un signo
que plausiblemente los vascoparlantes habrían tomado en adopción para la notación de un
sonido de su lengua ([ts] [ds]) que los romanos no conocían en la suya pero sí en otras como la
griega177. Y, más tarde, quién sabe si la lengua vasca le habría legado la z a la allí incipiente
lengua romance178 (¿el castellano?).

175 vid. http://www.amaata.com/2015/12/la-ertzaintza-da-por-garantizado-in.html


176 Y también dos siglos antes, en Pompeya: cf. CIL IV 2514: ABCDEFGHIKLMNOPQRSZVX.
177“Es injustificable la presencia de la letra z. Dicha letra, que no pertenecía en realidad al originario
alfabeto latino, se utilizaba solamente para representar un sonido africado sonoro (dz), que existía en
griego (p. ej. Zeus), y en latín vulgar, en algunas ocasiones, para el resultado del grupo -DJ- (hodie >
ozie).” J. Gorrochategui, Dictamen (…), 13.

Bases de datos como Epigraphische Datenbank Clauss-Slaby (EDCS) demuestran que la z era ensayada,
entre otros usos, para la notación del nuevo sonido [ts] producto de la palatalización de /kj/ y /tj/:

EDCS-38700037, Baetica: Zerezindo dux f(amulus) d(ei) / vixit annos plus minus / XLIII obi(i)t III
Kal(endas) A(u)g(ustas) / (a)era DCXVI
EDCS-22800358, Hispania citerior, Polan: Turpio / an(norum) XXV / h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra)
l(evis) / Caizita / f(aciendum) c(uravit)
EDCS-08200209, Hispania citerior, Clunia: Glauca / Mar/zialis
EDCS-13302786, Africa proconsularis, Haydrah: Marzialis(!) pre/s<by=VI>ter vixit ann/os XXX quievit
in / pace
EDCS-40200096, Etruria, Regio VII, Statonia: Apronianus co(n)s(ul) Gn(aei!) Domizi Car()
EDCS-11500505, Campania, Regio I, Puteoli: T(itus) Flavius / Antipater / una cum / Flavia Arte/misia
uxore / et Alcide lib(erta) / Asclepium et / Hygiam / Iovi Flazzo(!) / votum [ // T(itus) Flavius Anti/pater
una / cum Flavia Ar/temisia uxore / Iovi Flazio(!) vo/tum libe(n)s solvit
EDCS-25001141, Mauretania Caesariensis, Tubusuctu: D(is) M(anibus) / Ponzia / P(ubli) fil(ia)/ Tertia /
v(ixit) a(nnos) LXV / h(ic) s(ita) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis)
EDCS-10400612, Aquitania, Eliumberrum: Eutazia An/de(?)
EDCS-09701791, Africa proconsularis, Haydrah: Amantzi/a fidel[i]s in / pac(e) vix{x}it / an(no)s
septe(m) / deposita / est sub die XVII / K(a)l(endas) A(u)gus/tas
EDCS-00100216, Africa proconsularis, Carthago: [V]ibia / Elpizia
EDCS-00100144, Africa proconsularis, Carthago: Exitzio[sus(!)
EDCS-03900155, Roma: Iulius Felicissimus / Marziae Marcell(a)e co(n)iugi / pudicissim(a)e bene
merenti / posuit qu(a)e vixit mecu(m) cu<m=N> pac{a}e
EDCS-39502097, Roma: [Eus]tazia c(larissima) f(emina) s(ub) d(ie) [3] / [3] v(iris) c(larissimis)
cons(ulibus) qu[ae 3] / [p(lus)] m(inus) ann<o=U>s V m[ens(es)
EDCS-35000062, Roma: Vibia Maz[imae] / filiae fecit d[ulcis]/simae qu(a)e [vixit] / annis II die[bus]
LXXXVII
178“No se tiene hoy idea ninguna de este sistema arcaico, ni de las enormes vacilaciones que nuestra
escritura tuvo antes de llegar a fijar el sistema moderno de representar las consonantes [palatales] (…)
En el período primitivo se produce una gran desviación del uso latino con la tendencia a escribir z en
todos los casos de c palatalizada por ir ante e, i (…) La z en la escritura visigoda tomaba a veces en su
trazo superior un copete grande en figura de c, el cual a menudo no se escribía todo lo alto que debiera,
sino que bajaba dentro de la caja del renglón, llegando a ocuparla toda y haciendo descender el cuerpo
de la z por bajo de la línea inferior del renglón (…) Los escribas de letra visigoda no intentaron ningún
empleo distinto de z y ç; para ellos eran dos modos de escribir la z, y no se les ocurrió usar una para el
sonido sordo (procedente de una ce-, ci- inicial, o de un grupo de consonantes -sce-, -nce, etc.) y otra
para el sonoro (procedente de los intervocálicos -ce-, -ci-, -tia-, -tio-, etc.) (…) La grafía de los siglos X y
XI se caracteriza por grandes confusiones (…) los mismos signos z, ç, c se usan para la fricativa sorda
o sonora; la s indica también sorda o sonora”. R. Menéndez Pidal, op. cit., 47, 63, 64-65, 68.

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Alicia Satué

VI. Dativo

Aunque la cronología exacta de la desaparición del caso dativo en la declinación latina


es una cuestión muy debatida y aún oscura, algunos expertos se aventuran a suponer que su
empleo fue de los primeros en abandonarse en la lengua hablada, viniendo a ser sustituido por
el acusativo (el caso al uso por defecto), pues ya en las comedias de Plauto los esclavos y los
personajes de baja extracción social parecen expresar a veces el complemento indirecto (la
principal función sintáctica de este caso) mediante la preposición ad seguida de acusativo, tal y
como se encuentra en latín medieval y como sobrevive en las lenguas romances modernas en la
forma a (< ad) seguida del caso oblicuo179.

Probablemente su abandono en la práctica se deba, en gran medida, a que se diera una


asociación lógica entre los complementos indirecto y direccional (reservado este último al
acusativo en latín clásico) por la proximidad semántica entre los conceptos “para quién /a
quién” (cui?) y “hacia quién” (ad quem?)180; la evolución del griego clásico al griego moderno
(cuya declinación no lo conserva) en lo que se refiere al dativo ha sido idéntica a la que se
observa en las lenguas romances, de modo que también la lengua griega ha podido ejercer una
influencia en la latina al respecto, seguramente a través de la traducción de los textos bíblicos181.

Cabe añadir a colación de esto que algo similar sucede en la sintaxis del euskera cuando
se emplea la forma de dativo (nori?) en lugar del caso direccional referido a personas

179“El dativo alternaba, desde Plauto, en función de complemento indirecto, con el giro ad + acusativo,
al principio con diferentes valores: en vez de la construcción dare alicui, se lee, por ejemplo, en Plauto
Capt. 1019 hunc ad carneficem dabo “entregaré a este hombre al verdugo;” Cicerón Verr. 3, 101 cum
haec ad eum adferrentur, Horacio Sat. 2, 6, 90 tandem urbanus ad hunc… inquit. Por fin la diferencia
entre las dos construcciones se esfuma por entero en latín tardío: Gregorio de Tours Franc. 10, 9
miserat ad eum obviam…clericos; ibidem 2, 3 ad episcopum aiebat”. V. Väänänen, op. cit., 200-201.

Se pone en cuestión, no obstante, que los usos de ad presentes en la literatura latina evidencien una
temprana sustitución del dativo por parte de este giro preposicional, ya que la aparición de esta
preposición podría deberse a que es regida por el significado de los verbos con los que aparece, que
contendrían una noción vagamente direccional, y, por tanto, en esos contextos no estaría desempeñando la
función exacta de complemento indirecto: “An analysis of the use of the preposition reveals that until the
medieval period it was not equivalent to the dative at all, and that proto-Romance uses supposedly found
already in Plautus are nothing of the sort”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 260
(cf. al respecto también Ibidem, 278-294).
180 “The replacement of the dative through a prepositional phrase formed with ad is a usage which is
to be regarded as a colloquialism on grounds of its distribution and afterlife (…) The origin of the usage
may be situations where a prepositional phrase with ad expressing a direction is interchangeable with
the dative of the person affected”. T. Reinhardt, op. cit., 214-215.
181 “In the later period it is necessary also to take account of new factors that might have motivated the
use of the preposition. Among these was the influence of Greek. In later Greek the prepositions πρὀς and
εἰς encroached on the dative (…) The profusion of prepositional complements of e.g. verba dicendi for
the dative in Biblical Latin must largely reflect the influence of the original (…) One text with
numerous examples of the ad-construction is the Actus Petri cum Simone, which was translated from a
largely lost Greek original (…) There is in fact a parallelism between the development of Ancient to
Modern Greek, and of Latin to Romance, in the expression of the indirect object (…) But there is a lack
of clarity about the chronology of the loss of dative forms in Greek, and a lack of detailed accounts of the
use of inflected indirect-object forms versus prepositional syntagms in Greek texts and papyri from later
antiquity”. J. N. Adams, Ibidem, 282-283, 284, 286, 287.

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Alicia Satué

(norengana?) con verbos de movimiento (“lagunari joan natzaio” / “lagunarengana joan naiz”).
Por otro lado, es un frecuente error gramatical bastante extendido entre los hablantes de
euskera que no dominan la gramática el uso del dativo (nori?) en lugar del acusativo (nor?) para
la expresión del complemento directo (“lagunari ikusi diot” en vez de “laguna ikusi dut”),
incorrección que ha debido de tener lugar también en el latín vulgar y de haber sido un motivo
añadido en la invasión del acusativo en el lugar del dativo182 y que, además, es causante en
cierto modo del peculiar hecho sintáctico de que algunas lenguas romances modernas distingan
por medio de la preposición de acusativo a (< ad) el objeto directo referido a personas -en
calidad de seres animados por excelencia- del referido a inanimados -entre los cuales, aun
siendo animados, se cuenta en muchos contextos a los animales y a las plantas-: “he visto a mi
amigo” / “he visto un perro” (pero también “amo a mi perro”) /“he visto una nube”. En el segundo
ejemplo traído, es la semántica del verbo “amar” lo que provoca el trato como animado del
perro (que lo es, por lo que más bien habría que decir que provoca el trato como persona del
perro, y lo mismo sucedería con una flor) y, por tanto, la presencia de la preposición, cuando
“amar” y “ver” son verbos de igual grado de transitividad gramaticalmente hablando. En
determinados usos del lenguaje, que en realidad no son en absoluto arbitrarios, puede
comprobarse como a menudo la sintaxis y la poesía (entendida en su sentido primario y puro
de creatividad humana) acuerdan juntas la infracción de la norma lingüística en aras de la
máxima expresividad (o, cuando menos, de una mínima emotividad183).

Pudieron también favorecer la invasión del acusativo en el lugar del dativo otros usos
de este caso, el llamado dativo ético, simpatético o de interés, el del doble dativo (con un valor
predicativo y también final al mismo tiempo uno de ellos, construcción esta última muy
presente incluso en la literatura latina) y el del dativo posesivo, expresiones todas en las que
existe una vaga noción de direccionalidad que justificaría las confusiones semánticas entre los
dos casos184. Por su parte, el popular dativo posesivo fue asimismo sustituido en la lengua
hablada por el giro preposicional con ad, que en el latín vulgar es empleado incluso en vez del
caso genitivo debido precisamente a la noción de posesión que perseguía significar185.

182 “More striking are some instances of ad with verbs once taking a dative for the direct object (…) nocet
fratri must have become *nocet ad fratrem”. J. N. Adams, Ibidem, 292.
183Es éste el hecho que los expertos observan en ciertos giros preposicionales del latín que se apartan
conscientemente de la norma clásica (cf. ns. 125, 156, 157, 179, 180, 181).
184 “The adnominal possessive/sympathetic dative was in use throughout Latin, with an outcome in
Romance, and the ad-construction, itself reflected in Romance, is a subliterary remodelling of that (…)
This is the only usage in this sphere that might be assigned to a submerged Vulgar Latin, though it is
possible that it was of such late origin that it had no prolonged currency beneath the level of written Latin
(…) There are other manifestations of the overlap of ad-expressions with the dative, but usually these
cannot be attributed specifically to lower social dialects. They reflect established uses of the preposition
or extensions of these. Corresponding to the final dative there was a final use of ad that was well
established in the literary language (…) The predicative dative is a type of final dative, and again there
is an overlapping use of ad (and in)”. J. N. Adams, Ibidem, 290, 293, 291.
185 “Otra construcción preposicional que sucede esporádicamente al genitivo de posesión, sobre todo
cuando se trata de personas, es con ad: CIL XIII 2483 (Lionesado, ¿s. VII? Hic requiiscunt menbra ad
duus fratres Gallo et Ficencio qui foerunt fili Magno cl(arissimo?), Form. And. 28 terra ad illo homine,
Ahist. 15, 6 (año 755) servi ipsi tradantur in manus ad mundoald ‘que estos siervos sean entregados en
manos de su amo.’ Esta perífrasis hay que colocarla junto al uso, todavía vivo, que hace la lengua
popular, desde la época antigua, del dativo para expresar la relación de posesión”. V. Väänänen, op.
cit., 202-203.

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Alicia Satué

La terminación clásica del dativo en el singular temático del masculino y del neutro es
-ō, como la del ablativo, si bien esta coincidencia se debe a evolución fonética dado que en el
latín arcaico estos dos casos habían estado diferenciados con las respectivas terminaciones -oi y
-od que, con el transcurrir del tiempo, confluyeron en una igual; la del femenino singular, en
cambio, coincide con la del genitivo (-ae); en las tercera, cuarta y quinta declinaciones el
singular es caracterizado por una marca -ī (que, en ciertos casos, sufre contracciones con la
vocal precedente). En el plural de las cinco declinaciones la terminación del dativo clásico es
idéntica a la del ablativo, siendo siempre el contexto, la propia semántica del verbo al que
complementa o la presencia de una preposición lo que determina el análisis de una palabra
como dativo o como ablativo; en sí, este hecho evidencia, naturalmente, que, desde antiguo, el
caso dativo estaba condenado a desaparecer de la declinación186.

Sin embargo, el dativo del interrogativo-relativo cui, aun teniendo una ortografía
distinta (junto con el genitivo singular cuius) de todos los otros casos (que comienzan por qu-),
sobrevive en toda la Romania excepto en iberorromance187, que, contradictoriamente, es el único
-junto con el sardo- que conserva en forma de arcaísmo el genitivo cuius188. Cui, como los
dativos de otros anafóricos (ei, illi, huic, ipsi, etc.) es común a los tres géneros (lo mismo que
cuius y los genitivos de singular de los otros anafóricos), pero en lugar de todas estas formas se
documentan en el latín vulgar innovaciones adaptadas a los tres géneros (eae, illae, eo, illo, etc.)
analógicas a la flexión temática de los sustantivos y adjetivos189. En lugar de cui, el castellano
presenta las formas básicas invariables qué / que y quién / quien (supervivientes de las de
nominativo y acusativo) precedidas por la preposición a (< ad)190.

186“Dativo y ablativo (tomado este último en sentido latino, y procedente a su vez de un sincretismo)
eran iguales en plural en todas las flexiones, y, en singular, en muchos paradigmas (dominō; puppī;
manū). Una situación tal parecía prefigurar un sincretismo de estos dos casos. En latín tardío, sí se ha
producido ese sincretismo, pero condicionado por el valor del dativo y no por su forma: el dativo ha
desaparecido en provecho del acusativo preposicional (dare librum patri ⇾ dare librum ad patrem)”. P.
Monteil, op. cit., 172.
187 “Cui sobrevive en todas partes, menos en iberorromance”. V. Väänänen, op. cit., 221.
188“In Romance its reflexes are restricted to Spain (cuyo), Portugal (cujo) and Sardinia (kúyu), all areas
that were occupied early by the Romans (…) It is reasonable to think that it had been in continuous use in
Spain and Sardinia from the second century BC until the emergence of the several Romance languages
(…) It must have been a regional peculiarity of Spain and Sardinia for centuries (between the classical
and Romance periods)”. J. N. Adams, The Regional Diversification of Latin 200 BC- AD 600, 380.
189 “Iste, ille e ipse generalizan, partiendo de illum, illo, illam, illa, etc. las formas que pertenecen a los
temas en -o- y en -a-: dat. f. istae, illae (Plauto), ipsae (issae, Pompeya); dat. m. isto, illo (Apul.); ipsus
aparece junto al nom. ipse (Plauto). Sin embargo, ha sobrevivido el dat. illi como pronombre enclítico,
a. fr. li, esp. le, rum. i, mientras que illae ha dado it. le y esp. le. Por otra parte, el relativo interrogativo
qui, quae, quod ha impuesto a los demostrativos formas analógicas: nom. sg. m. isti, illi (Greg. Tur.,
diplomas merovingios), de donde el fr. il (por metafonía de -i), it. egli; gen. m. -uius: ipsuius (CIL III
2377, X 5939), y dat. en -ui: illui (CIL X 2564), de donde it. lui, fr. lui, rum. lui (gen.-dat. del art. m.);
gen. f. ill(a)eius (CIL VI 14484), dat. illaei (contaminación entre illi e illae CIL VI 14 y 484), de donde it.
lei, a. fr. *liei > li, rum. ei”. V. Väänänen, op. cit., 215.
190 “En la Romania, la repartición de las formas del relativo-interrogativo presenta divergencias: en
Italia, qui > it. chi está reservado para el interrogativo y para el relativo sin antecedente, mientras que
en galorrománico, y, hasta el siglo XIV, también en iberorromance, se mantiene como relativo-
interrogativo en el caso sujeto; el acusativo quem ha dado el relativo-interrogativo personal esp. quien
(quién), port. quem, log. ken, rum. cine; por fin, el invariable que tiende a generalizarse, sobre todo en
Italia y España”. V. Väänänen, op. cit., 221.

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Alicia Satué

Tal vez ello explique la palabra cuo (inexistente en latín clásico) de CVO PRODITVRVS
(nº 12373), que podría ser una creación vulgar de dativo transferido a la flexión temática y en
cuyo caso el grafito recordaría (como ya ha sido señalado por otros, incluídos los filólogos de la
CCA) al principio jurídico Cui prodest? (“¿a quién beneficia?”). Pero, haciendo otra lectura, cuo
puede interpretarse como una grafía alternativa del ablativo del interrogativo-relativo quo, y
entonces el grafito diría algo como ”(¿)a dónde/donde voy/vas/va a ir(?)”. Si así fuera, esta
palabra tendría una falta de ortografía común en la epigrafía romana, tal y como atestiguan, por
ejemplo, los graffiti de Pompeya191, interesante en lo que respecta a la fonética histórica de la
letra QV que se empleaba en latín para la notación de la antigua labiovelar indoeuropea [kw].
La grafía en calidad de simple velar [k] de QV aparece en el etnónimo y antropónimo
SECVANO (nº 11287) escrito con C en lugar de con QV (por Sequanus), mientras que en nº
10924 (SEQVND) se observa la grafía inversa e hipercorrecta por Secundarius. Estos grafitos
sugieren que en la época en la que fueron realizados la letra QV ya no se pronunciaba /ku/
como en latín clásico, sino /k/192; tal pronunciación de QV es asimismo obvia en la escritura de
los nombres ANQVISIIS (nºs 11422, 11425, 11416, 11424) y AQVILES (nº 11423), que informan
de que se daba también ante i y no sólo ante u (por confusión gráfica y entendiéndose la letra
QV como Q193), y que no están escritos con la grafía en ellos esperable CH (Anchises, Achilleus)
de la tradición literaria para su transcripción al latín culto desde el griego clásico194.

191 CIL IV 7382 qam (por quam); CIL IV 3948 acuam (por aquam); CIL IV 10024 quom (por cum).
192En la carta n. 469 de Claudius Terentianus de alrededor de 100 d.C. se lee habemus sequndu deum por
habemus secundum deum y qumqupibit por cumcupiuit: cf. J. Clackson - G. Horrocks, op. cit., 251:
“Qumqupibit for cumcupiuit serves as a reminder that, in the absence of printed schoolbooks or
dictionaries, there was no standardized orthography of Latin”.

“In the letters q instead of c is constantly written before u: 468.8 sequrum, 469.6 qumqupibit, 20
sequrum, 470.22 sequrus, 471.25 tequm, 29 qurauit, 31 pauqum, 472.5 mequm. This orthography is an
old one (there are examples such as qura, pequnia and oqupare in inscriptions of the Gracchan period),
which might appear to reflect the fact that /k/ has various allophones determined by the quality of the
following vowel. The Latin alphabet possessed three graphemes c, k, q which could be employed to
render /k/. The grammarians laid down a rule that k should be written before a, and q before u (...) It
is more likely that the above rule sprang from a desire to eliminate redundancy in the alphabet by giving
a function to each of the graphemes. Redundancy and inadequacy in the alphabet exercised the
grammarians considerably”. J. N. Adams, The Vulgar Latin of the letters of Claudius Terentianus, 32-33.
193 cf. Pompeya: CIL IV 8492 cot (por quod); CIL IV 1241 quoservis (por conseruis).

“The semiconsonantal [w] weakened after a [k], which led to increasing spelling confusions between the
letters qu (originally representing [kw]) and c (originally representing [k]), as in quesquentis for
quiescentis (‘of the person who rests here’, from Rome in the year 435, ICVR 529); and the single letter q,
without u (which had never been correct), is also often found, both for c, as in qurpus for corpus (‘body’,
CIL V 6244), and for qu, as in qarta for quarta (a personal name, CIL III 5479). In Romance, [kw] lost
the [w] in most words, as in Italian chi and French qui ([ki], ‘who’) from Latin qui ([kwi]), and Spanish
quien ([kjen], ‘who’) from Latin quem, although in some places it often survived before an [a], as in
Spanish cual ([kwal]) and Italian quale ([kwale]), ‘which’, from Latin qualem”. J. Herman, op. cit., 48.
194“La grafía (ch) se utilizaba en la tradición avulgarada latina como una forma culta, aunque de gran
difusión, proveniente de la creación en el latín de una serie de grafías que reproducen ciertas formas
aspiradas consonánticas del griego; la (ch) es, en concreto, correlato latino del sonido griego [χ]. Su
valor en la tradición latina queda simplificado a una pronunciación [k]. Ello explica abiertamente su
confluencia con otras grafías que también representan el mismo valor oclusivo velar sordo, esto es, (c),
(qu) y (k). Así, en los documentos podemos encontrar con frecuencia una amplia gama de variantes
gráficas lícitas en la transcripción de los relativos: ke, che y que”. C. Cabrera, op. cit., 18.

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Alicia Satué

Estas grafías, errores ortográficos a primera vista, pero en realidad verdades de


pronunciación195, constituyen desviaciones conscientes de la norma ortográfica clásica que
responden a ensayos de adecuación del abecedario romano a pronunciaciones nuevas que son
resultado de cambios fonéticos producidos en el habla; son, además, perfectamente lógicas,
teniendo en cuenta, por un lado, que la oclusiva velar sorda aspirada griega (χ) no existía como
tal en la lengua latina y que CH, el correspondiente grafema empleado por el latín culto en los
préstamos griegos, se pronunciaba /k/ (como aún en italiano moderno196) y, por otro lado, que
el sonido velar sordo /ki/ no podría ser ya notado con C como en el latín clásico ya que ci se
pronunciaría con africación (/tsi/197). Dado que K no era utilizada por los romanos (salvo en
préstamos de otras lenguas, como la palabra etrusca kalendae) y que CH era relegada a la
transcripción de la velar aspirada griega χ en el latín culto, resulta que, para la escritura de los
sonidos /ki/, /ke/, del repertorio de letras latinas sólo restaba la alternativa del uso de QV,
cuya aplicación para este uso concreto en Iruña-Veleia198 supone la innovación gráfica temprana
que explica la ortografía aún actual del castellano en ca, que, qui, co, cu e indirectamente también
la de za, ce, ci, zo, zu, normalización de las cuales, a su vez, estaría relacionada con el uso del
castellano de la CH199 en cha, che, chi, cho, chu, diferente del uso que hace el italiano de esta letra,
que distingue ce, ci (/tse/, /tsi/) de che, chi (/ke/, /ki/) y que conserva aún QV como grafía de
[kw] en -por ejemplo- los adverbios qui, qua “aquí”200. Ello, naturalmente, convierte estos
grafitos en testimonios históricos relevantes de cara al estudio de las grafías históricas del

195 “La discusión surgida respecto de la correcta ortografía de quotidie/cotidie, en la que participaron
figuras como Cornuto, Quintiliano y Longo, no sólo respondió a consideraciones etimológicas (a quot
diebus, a continenti die fueron algunas opciones planteadas): su trasfondo es cómo lo pronunciaban los
latinos (…) Si existía la escritura cotidie fue porque así se pronunciaba: no en vano en español se
obtuvo cotidiano. Por esto, precisamente, existe la doble grafía equus/ecus”. H. C. Vargas, op.cit., 132.
196“En los préstamos antiguos, las aspiradas griegas se representaban sumariamente por las oclusivas
simples correspondientes: θ por t, φ por p, χ por k (c) (…) A partir de la mitad del siglo II a. C. se
comenzó a usar para las aspiradas la notación th, ph, ch, y a introducirla en las palabras latinas (…) Los
gramáticos y epigramatistas son incansables hablando de las equivocaciones cometidas por los
ignorantes”. V. Väänänen, op. cit., 111-112.
197(vid. págs. 45-48). Lo mismo sucede con ce, pronunciado /tse/, como prueba la forma in pace “en paz”
escrita paqe (¡ni siquiera *paque!) en una inscripción de África: EDCS-00100068, Africa proconsularis,
Carthago: Aeqitza(!) f[id]elis in pa[ce] / Exsilaraia(!) fid(e)lis <i=E>n pace / Exsiiziosus(!) fidelis in
pa<c=Q>e / <v=B>ixi(t) an(n)is.
198No sólo en Iruña-Veleia: la base de datos Hispania Epigraphica (a cargo, precisamente, de Isabel
Velázquez Soriano, asesora en filología latina para la CCA) documenta en un mosaico de Málaga (nº
2882) la forma Quimera por Chimaera (en griego clásico Χἰµαιρα), así como en un mosaico de Soria (nº
19385) una grafía alternativa Cimera.
199“Una grafía especial para ĉ, que evitase las confusiones anteriores, se intentó con el signo ch, cuyos
primeros ejemplos que he podido recoger pertenecen sólo a fines del siglo XI (…) El Auto de los Reyes
Magos usa siempre la ch en noches, dicho, si bien empleando asimismo igual signo en achest, achesta,
achesto. Esta ch, relativamente tardía en Castilla, puede estar tomada de los escribas franceses, que la
usaban desde los primeros monumentos literarios”. R. Menéndez Pidal, op. cit., 62.
200“El problema es más complejo, ya que la grafía (ch) confluye con otras grafías en la representación
de la palatal [ĉ] entre otras con (c) o (z): Sancius, Sanzius; con (g): Sango; con (i): muio o incluso con
(x): Sanxo (…) Incluso es posible que (ch) llegue a confluir con (h) en el valor de africada palatal (…)
No hemos atestiguado casos de (ch) en vez de (c) o (z) en el corpus de Carrizo como representación de
la dentoalveolar africada [ŝ], hecho que contrasta con los frecuentes usos de (ch) por (c) como
correlato gráfico de la oclusiva velar sorda [k]. Es posible que la gran extensión de este uso explique
que (ch) y (c)/(z) no alternen con el valor fonético [ŝ] o, al menos, que tal alternancia sea muy escasa”.
C. Cabrera, op. cit.,18.

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Alicia Satué

castellano; sin embargo, fueron declarados falsos por la CCA por estar “escritos en castellano y
no en latín”201, derivándose del veredicto de dicha comisión que los expertos que la integraron,
a los cuales fue confiado el estudio de los grafitos, no supieron (o no quisieron) apreciar su justo
valor202.

Sea, en fin, cuo un dativo cui tematizado o un interrogativo en caso ablativo quo escrito
con una supuesta falta de ortografía, volviendo al hilo del capítulo (la operatividad del caso
dativo en los grafitos de Iruña-Veleia), resulta que en ellos no parece haber ningún ejemplo claro
de dativo clásico. En su lugar se detecta el giro preposicional con ad al modo en que construyen
el complemento indirecto las lenguas románicas actuales en dos piezas datadas en el siglo III en
las que la preposición aparece escrita at (tratándose ad / at de un doblete bien conocido y
documentado203 y, por tanto, no habiendo en at, necesariamente, una falta de ortografía204): en
la pieza nº 10953 de la segunda mitad del siglo III, un pondus de telar hallado en el sector 5, se
escribió en círculo y con delicada caligrafía el texto AT CIIACIA MIIA . CONTOGATOS,
separado el nombre Contogatos (con terminación -os de nominativo céltico205) por interpunción
de la secuencia at Ceacia mea, que parece ser, efectivamente, un complemento indirecto

201 “Son frecuentes las grafías incongruentes de nombres, no achacables a vulgarismos de la lengua.
Pueden destacarse, entre otras, algunas llamativas por su imposibilidad: Anquises frente a la esperable
transcripción Anchises del nombre griego, habida cuenta de que la misma supone una pronunciación
como gutural sorda de la aspirada griega, poco probable en esta época y menos para un nombre propio
literario (…) Lo que no se da es la grafía QV exclusivamente para la k griega /k/ y menos aún para la
χ, es decir la gutural aspirada, transcrita en latín por CH. Así pues, la grafía con -qu- de Anquises
responde, en definitiva, a la actual pronunciación castellana del nombre”. I. Velázquez Soriano, op. cit.,
27.
202 “En los textos avulgarados se experimentan muchos usos gráficos, dentro de una pugna y
convivencia de normas que van a ir progresivamente autoseleccionándose y haciendo privar ciertos usos
más frecuentes unos a otros. Los usos poligráficos y polifónicos son la base del sistema vulgar de
escritura y explican la gran cantidad de vacilaciones y fluctuaciones, que no han de entenderse
arbitrariamente como usos anárquicos y caóticos, que el copista usa porque no está seguro de cómo
escribir una palabra. Estamos convencidos de que bajo esa supuesta vacilación se esconden usos
absolutamente conscientes del copista, que opta por una tradición avulgarada, que permite una lectura
de más fácil comprensión (…) No es justa la idea de que el sistema ortográfico avulgarado es otra
forma posible de escribir romance. Los textos son latinos y recogen una tradición ortográfica heredada
del bajo latín, en la que progresivamente se insertan experimentos romances, un escalón más de este
fenómeno de vulgarización”. C. Cabrera, op.cit., 21.
203“Los dobletes ad / at, apud / aput parecen haber coexistido desde época muy antigua, sin que
podamos determinar una repartición estricta desde el punto de vista de la fonética sintáctica.
Quintiliano, Inst. 1, 7, 5, se apresura a constatar, a propósito de ad / at, que “la distinción entre ad con
d como preposición y con t como conjunción es observada por muchos.” Lo mismo sucede con apud /
aput, siendo la segunda forma frecuente en las inscripciones y en los manuscritos desde la Lex Iulia
municipalis de las tablillas de Heraclea (del año 45 a.C.), donde se lee aput forum, aput exercitum”.
V.Väänänen, op. cit., 132-133.
204“There is some confusion between final t and d in monosyllables (…) Quot [for quod] is very
common in inscriptions”. J. N. Adams, The Latinity of C. Nouius Eunus, 237.
205 Según Héctor Iglesias (Les inscriptions de Veleia-Iruña, 64) se trata de un antropónimo céltico
compuesto de dos elementos, conto- “cien” (presente en los nombres Contobouioundillus,
Contumeliosus, Contucianco, etc., recogidos por Delamarre en Nomina Celtica Antiqua Selecta
Inscriptionum, 73) y Cattos “gato,” presente en la antroponimia céltica (Cattus, Abucatos) con
sonorización de la oclusiva sorda intervocálica. Otro significado posible sería “punta, dardo” del
indoeuropeo konto-, elemento presente en antropónimos célticos como CONTVCIVS y
CONTVCIANCO (CIL II, 3120), cf. Francisco Villar - Blanca Prósper, Vascos, celtas e indoeuropeos.
Genes y lenguas, 223.

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Alicia Satué

construído mediante el giro preposicional con ad en caso oblicuo (acusativo sin -m). El grafito
diría, así, “para mi Ceacia, Contogatos”206, y sugiere ser una dedicatoria del tal Contogatos
realizada, plausiblemente, por él mismo sobre una pesa de telar que acaso habría regalado a una
mujer llamada Ceacia207, a la cual apreciaría a juzgar por el uso del posesivo mea208.

El óstracon nº 11355 es un trozo de cerámica recortado en forma circular sobre cuya cara
interior se grabó un corazón acompañando al texto AT MINERVA/COR (acorde con la sintaxis
clásica, “hacia Minerva (el/un) corazón”) y en la exterior una figura que representa el pecho
desnudo de una mujer con insinuación del cuello, los hombros y la cintura. Dado que el giro
preposicional de ad sustituía también al genitivo expresando la posesión, el grafito podría leerse
“corazón de Minerva”; a la luz, empero, del grafito anterior, coincidente con éste en la presencia
de at, parecería más bien tratarse de otro dativo de uso vulgar en la forma esperable del giro
preposicional con ad (“corazón para Minerva”), en cuyo caso la pieza podría ser interpretada
como una inscripción votiva dedicada a la diosa Minerva, depositada tal vez en algún altar a
ella dedicado. Apareció en el sector 3, situado junto a la puerta sur de la muralla del oppidum, y
el método arqueológico la data a fines del siglo III d. C.

Ante las evidencias veleyenses, se podría proponer la segunda mitad del siglo III como
el momento ante quem el uso del dativo desapareció de la lengua hablada viniendo a ser
sustituido por el giro preposicional de ad y el caso oblicuo que presentan las lenguas románicas;
sería éste un apunte ciertamente importante, ya que no existe un consenso firme entre los
expertos acerca de la cronología exacta de la desaparición del dativo en la declinación latina,
aventurándose sólo algunos a creer -erróneamente, a juzgar por el testimonio veleyense- que
sobrevivió al genitivo, cuyo lugar invadía en la expresión de la posesión209.

206 cf. I. Velázquez Soriano, op. cit., 17-18: “El texto resulta apenas comprensible”. (!)
207 Ceacia podría ser un unicum (tal vez un nombre céltico) o tratarse de un error ortográfico provocado
por la monoptongación en ē del diptongo ae (vid. n. 246) como el de Ceacilia (por Caecilia) en nº 15249
(CIIACILIA), cf. CIL 06, 03581, Roma: Ceacilius; CPILCaceres 00306, Lusitania, Ibahernando:
Ceaciliu/s. En tal caso, se habría pretendido escribir el nombre Caecia: cf. CIL 08, 03504, Lambaesis,
Numidia: D(is) M(anibus) s(acrum) / Caetia Don/ata vixit an/nis LX (…); CIL 08, 03505, Lambaesis,
Numidia: D(is) M(anibus) / Caetia Te/rtia vixit a/nnis XXV / Caetia Dona/ta fe(cit) sorori suae; CIL 08,
20090, Kef Tazerout, Numidia: Caetia. Si Ceacia equivale a Caetia, la grafía ci por ti que revelaría la
palatalización de -ti- sería coherente con la de Horacio por Horatius (vid. págs. 45-46). Se documenta
este mismo nombre con el reflejo de dicha palatalización (IRCPacen 00391, Ebora, Lusitania: Cecia Pris/
ca). Por otro lado, tal vez la forma FEATJLJA (nº 10772) pueda entenderse a partir del diminutivo de
Caetia (Caetilla), en donde se repetiría la falta ortográfica ea por ae y además la palatalización de los
grupos -ti- y -li- aparecería notada mediante la i longa (J) en vez de con c –como en Ceacia- en el caso de
-tj-. El nuevo sonido de la secuencia -ce- (africado) se habría confundido en Featjlja con el que nota la F,
confusión también documentada epigráficamente: CIL 03, 09178, Salona, Dalmatia: Afenodorus (por
Athenodorus); CIL 11, 08113,07, Terni, Umbria, Regio VI: T(itus) Fecilius (por Cecilius).
208 vid. n. 129 en relación al uso afectivo del adjetivo posesivo.
209“El dativo fue más estable que el genitivo. Sin embargo, ya en tiempo de Plauto hallamos una
tendencia a sustituir el dativo por el acusativo con ad”. C. H. Grandgent, op. cit., 82.

“The dative had all along been available to express possessive relationships (…) that could just as well
have been referred to with a genitive (…) The dative came to replace the genitive in nonpossessive
functions as well (…) Some sporadic confusions also occur in the other direction, when a genitive case is
used where we would expect the dative, but the general drift of the process is clear enough; gradually,
the dative was taking over from the genitive”. J. Herman, op. cit., 56-57.

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Alicia Satué

VII. Genitivo y falsos nominativos

Parece ser210 que el genitivo, el caso que en latín clásico desempeña básicamente la
función de complemento del nombre asociado a nociones como la propiedad, la posesión y la
filiación, dejó de ser operativo a comienzos del s. III d. C. si se exceptúan casos concretos de
fosilización de ciertas formas como, por ejemplo, algunos de los nombres de los días de la
semana, que aún conservan la terminación del genitivo (dies Martis “día de Marte” > martes,
etc.), habiendo sido sustituido en la lengua vulgar por el giro con la preposición de tal y como lo
conservan las lenguas romances modernas. Esa sospecha se ve confirmada por los grafitos
veleyenses: con las excepciones muy concretas de marcas de propiedad grabadas en objetos y
de expresiones de filiación, el genitivo, como tal, está ausente en los grafitos de Iruña-Veleia211,
aunque es preciso señalar aquí que también está del todo ausente en ellos la preposición de que
lo sustituyó en forma de giro preposicional, la cual, según los expertos, se habría generalizado
en la lengua vulgar a partir del siglo III212.

En efecto, en nº 13488 (PARMIINIOM ORSVS FILI213) “Parmenio(n) hijo de Orsus”, nº


12291 (PARMENIOS FILIIO) “hijo de Parmenio”, nº 10849 (…]LIPVS PIO FILIO MARCVS)
“[Fi]lipus Pío hijo de Marcus” / “Marcus hijo pío de Filipo”214, nº 11425 (‘’ENEAS’’, ANQVISIIS
ET VENVS FILI) “Eneas, hijo de Anquises y de Venus”, nº 11139 (JVPITER VENVS
PATH[ER]215) “Júpiter padre de Venus”, nº 13380 (SAMVIIL IIISVS NIITO) “Samuel nacido de

210“Elgenitivo dejó de ser realmente popular, salvo en combinaciones fosilizadas, probablemente a


comienzos del s. III (…) Se conservó, no obstante, en algunos pronombres, en muchísimas frases
hechas, en ciertas voces que pertenecían especialmente al latín clerical, y, probablemente, en algunos
nombres propios”. C. H. Grandgent, op. cit., 82.
211 Por razones obvias, se excluye los genitivos de los grafitos que reproducen el latín clásico mediante
citas o adagios cristianos: nº 12376 (DIII IN PACII), nº 12390 (AD MAIORIIM / DIII GLORIAM).
212 vid. págs. 29-30 al respecto del único testimonio de la preposición de en el corpus veleyense.
213 FILI es una abreviatura común en la epigrafía romana en calidad de nominativo apositivo, como
también lo son F, FI y FIL: CIL 03, 06517= CIL 03, 11646, Feistritz /Virunum: Adnamus / Terti fili(us) /
et devigna/ta Tituco/nis filia / adnamatu/s Adnami et Si/ora Adnami f(ilia); CAG-67-02, p.184; Germania
superior (Strasbourg, Argentorate): II Aur(eli) Heraclae / pat(ris) et fil(ii); CIL 03, 01190 = ILCV 02426;
Dalmatia (Podgorica / Doclea): Diunan de vent/re Queti liberatus est // A<d=BR>am / et fi(lius) Ev/am //
Dom(i)nus / La<z=I>arum // Petrus virga perq/uouset / fontes cipe/runt quore/re // Daniel de Iaco / leonis.
214En este grafito [Fi]lipus aparece en nominativo seguido de pio filio Marcus. No está claro si pio filio
(en falso nominativo o caso oblicuo en -o, vid. págs. 70-ss.) es una aposición a [Fi]lipus o si se refiere a
Marcus; nótese, en cualquier caso, tanto si el genitivo del grafito es [Fi]lipus como si ha de ser Marcus,
que la terminación es de nominativo. Nótese también el significativo detalle (ilustrativo del
conservadurismo para con la escritura de los nombres propios) de que la terminación de nominativo
aparece en los nombres propios, mientras que pio y filio muestran la terminación -o del caso oblicuo
derivado del acusativo (sin -m y notando el cambio de ŭ > o).
215Path[er] tal vez contiene un error de ortografía (th por t) que aparece en la misma palabra en nº 12043
(VICTOR PATHIIR / VICTOR FILIO), aunque puede ser una grafía intencionada (vid. n. 308). En el
mismo grafito nº 11139 también el nombre del río Éufrates es escrito EYRATHES. Se trataría de una
hipercorrección provocada por el hecho de que en la lengua latina no existía el fonema de la dental sorda
aspirada de la lengua griega, por lo que la θ griega, aunque transcrita como th por las élites cultas
helenizadas, era pronunciada por el vulgo /t/ y escrita t. Así lo interpreta Miguel Thomson (Comentarios
sobre algunos grafitos de Iruña-Veleia, 22-25), quien aporta ejemplos similares documentados en la
epigrafía romana: virthus, centhurio, Catho, Thullius, mather, festhiva, Fausthinus, Arthemis (Ernst
Diehl, Vulgärlateinische Inschriften, 1910).

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Alicia Satué

Jesús” y nº 13362 (IN NOMINII PATII(R)) “En el nombre del padre”, se observa la presencia de
un nominativo en posiciones sintácticas en las que se esperaría un genitivo de filiación216; los
supuestos nominativos, con la excepción de pater, son nombres propios.

Con este fenómeno estaría relacionado el hecho de que, en la lengua hablada, algunos
nominativos se mantenían invariables por su tendencia a la aparición apositiva en este caso y
debido también a su fosilización como vocativos; esto ocurre especialmente con los nombres
propios, pero también con los referidos a seres animados en general217. Así, en el latín vulgar,
ciertos epítetos de uso frecuente fueron fosilizados en sus formas de nominativo y convertidos
en palabras invariables, como es el caso, precisamente, de la palabra pater218; por otro lado, los
nombres propios, especialmente los extranjeros y los exóticos como los bíblicos219, cuyas
terminaciones a menudo no se asemejaban a las latinas y por ello resultaban complicados de
declinar, también tendieron a ser fosilizados en sus formas de nominativo convirtiéndose en
formas indeclinables220. Esto explicaría, en parte, la anomalía sintáctica de todos estos grafitos
en los que aparece una forma de nominativo en el lugar sintáctico de un genitivo: se trataría, en
el caso de Venus, de Anquises y de los demás nominativos citados, de nombres convertidos en
indeclinables.

216En nº 13380 (SAMVIIL IIISVS NIITO) Iesus puede ser tanto nominativo como genitivo, ya que este
nombre exótico era tratado como los sustantivos de la cuarta declinación, cuyos nominativo y genitivo del
singular terminaban en -us.

En nº 12291, Parmenios aparecería también en calidad de nominativo con uso de genitivo, y con
terminación -os analógica a -us por ser un nombre griego (siendo -ος la terminación griega de nominativo
que equivale a la latina -us), ya que este antropónimo griego tiene dos formas alternativas de nominativo
Parmenio / Parmenion, la segunda de las cuales aparecería en nº 13488 en la forma Parmeniom (con falta
de ortografía de -m por -n, justificada probablemente por apenas tener el latín palabras terminadas en -n, a
no ser unos pocos neutros atemáticos como nomen, lumen o flumen). Por otro lado, en el mismo grafito,
fileo por filio (en caso oblicuo -acusativo- en el lugar del nominativo, vid. págs. 70-ss.) mostraría una
falta de ortografía común en el latín vulgar, que confundía i con e (sobre todo en los hiatos) atribuída a la
influencia de la pronunciación céltica (vid. ns. 140-145, 288). Esa i abierta escrita e debía de tener una
articulación diferente a la de la propia e, como demuestra el hecho de que en el mismo grafito se
escribieran dos e diferentes en PARMENIOS y en FILIIO.
217 “Es verdad que persisten residuos dispersos de nominativo, por ej. fr. pâtre < pastor, prêtre <
presbyter, soeur < soror; esp. Dios < deus, prestre < presbyter; it. uomo < homo, moglie < mulier, ladro <
latro, sarto (a. fr. sartre) < sartor; se trata, sin duda, de nominativos-vocativos que había interés en
distinguir al hablar de personas”. V. Väänänen, op. cit., 196.
218“Kinship terms, pater, mater and frater, are already common as fossilised nominative forms in
constructions other than the appositional one (…) In early medieval Latin various personal designations
such as pater and mater are attested in the nominative with roles other than that of subject of a verb
and in constructions other than the appositional one. These usages are anticipatory of some Romance
forms”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 219-220.
219
“Sometimes the name is of Egyptian origin. Such names might be treated as indeclinable”. J. N.
Adams, Ibidem, 207.
220“The use of nominative forms for oblique cases may be related to poor learning of a second
language: a writer might have learnt a base form (the nominative) and little else (…) The writers used
oblique cases freely except in one category of words, personal names. There is nothing caotic about the
use of cases, as might have been expected if imperfect learning were an influence. Second, foreign names
may be used in a single form because they are not easily inflected in the borrowing language. Third, it
might be suggested that in compound phrases, in which names are combined with epithets or
appositional expressions, writers did not feel the need to inflect all the elements”. J. N. Adams, Social
Variation and the Latin Language, 210.

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Alicia Satué

Pero estos usos del nominativo en lugar del genitivo podrían deberse, al mismo tiempo,
a otro motivo: de manera esporádica, y desde el siglo III a. C., se documenta221 en las
inscripciones republicanas una terminación de genitivo atemático -us anómala y alternativa a -is
que, en el caso de algunas palabras, como en el adjetivo vetus veteris, fue asimismo fosilizada222,
y que pudo provocar una contaminación analógica en virtud de la cual los nominativos
temáticos de la segunda declinación en -us fueran entendidos como genitivos (en el momento
en el que el nominativo no estuviera operativo en la lengua hablada por ser sustituido por el
acusativo), quedando asociados, por ello, a las funciones del genitivo, especialmente en
contextos más o menos fosilizados y formulares como la expresión de la filiación y de la marca
de propiedad en un objeto (ya que, además, dichas marcas eran realizadas indistintamente en
genitivo y, aun en menor medida, en nominativo en la costumbre romana223). Esas prácticas de
la escritura, añadidas al fenómeno de la invasión del acusativo, que en la lengua hablada tendía
a ser empleado en lugar de los otros casos, pudieron conducir a que el uso del nominativo fuera
quedándose paulatinamente restringido a contextos muy concretos, entre ellos, las marcas de
propiedad y la expresión de la filiación (ya en el siglo I, Pompeya224 atestigua el empleo vulgar
del acusativo invadiendo el lugar del genitivo de posesión sin que aparezca, por cierto, la
preposición de, ausente también en estos grafitos veleyenses).

De esta manera se explicarían, pues, las formas veleyenses en sólo aparentes


nominativos Orsus y Marcus (nº 13488 y nº 10849 respectivamente), así como también el
nominativo analógico a ellas del nombre griego Parmenios (nº 12291), que desempeñarían en
realidad en estas piezas la función de genitivos de filiación, apareciendo estos mismos nombres
en otros óstraca con la terminación -o de caso oblicuo en lugares en los que se esperaría que
aparecieran en nominativo225: el mero hecho de que consten y coexistan en la misma época el
uso del oblicuo por nominativo y del nominativo por genitivo para los mismos nombres parece
apoyar la hipótesis recién planteada226.

Reflejaría una marca de propiedad (y no filiación, como los anteriores) el nominativo de


la pieza nº 10997, datada en el siglo II, contenido en el grafito realizado en el borde de una olla
de cerámica de cocina MARIVS BALTIVS P. M. Las abreviaturas que acompañan el texto deben
de referirse al título de Pontifex Maximus que aparece en otras piezas veleyenses acompañando
al mismo nombre Mario. También podrían ser marcas de propiedad (por su cuidada caligrafía y

221“The consonant-stem genitive singular ending -us is found [in Pompeii] in a couple of words, e.g.
aerus, ‘money’, gen.sg.neut., cf. aeris. Interestingly, this ending is attested sporadically in Republican
Latin inscriptions from as early as the third century BC, and so must have survived as a regional
variant of the regular genitive singular ending -is”. R. E. Wallace, op. cit., 2.2, 33.
222“El adjetivo vetus es tratado como indeclinable en baja época, in Urbevetus, Urbemvetus (textos de
Italia del siglo VI), de donde Orvieto; Mulomedicina Chironis 535 (s. IV): vini vetus = vini veteris”. V.
Väänänen, op. cit., 207.
223 vid. ns. 134, 135.
224 CIL IV 5065: Hic domus Papiriu Sabinium.
225 vid. págs. 70-ss.
226“Some code-switching is uninventive and stereotyped, in that it has a conventional place within certain
institutions and is formulaic”. J. N. Adams, Bilingualism and the Latin Language, 406.

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Alicia Satué

por el espacio que ocupan en recipientes de cerámica de cocina) los nºs 11267 (TVLIVS)227 y
12052 (PAVLINVS), de la segunda mitad del siglo III, y quizás también lo sea el nominativo de
la pieza de esa misma cronología nº 11430 (TITVS). El nº 10832 (ORVSSVS) procede de un
estrato de derrumbe del sector 12 (UE 12030), por lo que su datación no es fiable; muestra una
estética estilizada en las letras, situadas en la parte inferior de la superficie exterior (lugar
normalmente preferido para las marcas de propiedad, junto con las asas y el borde superior) de
un recipiente de terra sigillata hispanica, por lo que también es factible que sea una marca de
propiedad (¿se refiere el nombre Orussus a Orsus228?); no está claro que lo sea el nº 15927
(VICTVS SAMV), óstracon incompleto por fractura y con caligrafía no muy esmerada, de
finales del siglo II o principios del III.

Habría que añadir tres piezas más al conjunto de las posibles marcas de propiedad
expresadas en nominativo (y que, como se viene proponiendo, corresponderían a un uso
fosilizado de este caso reservado a la escritura y asimilado al genitivo de posesión): la primera
de ellas es la nº 10911 (QVINTO VARIVS), datada en la segunda mitad del siglo III, que
contiene lo que, ciertamente, en principio parecería ser una evidente marca de propiedad
grabada en círculo sobre la base de una orza de almacenaje con letras elegantes, grandes y
adornadas con un diseño de trazos doblemente perfilados. En este grafito es muy llamativa la
presencia simultánea de dos terminaciones formalmente diferentes que en realidad concuerdan
entre sí; este fenómeno, documentado, es explicado como fruto de la consideración de dos
palabras (o dos nombres, o incluso tres, en el caso de los tria nomina romanos) como una sola,
de modo que sólo era declinada una de ellas229. Cabría, por otro lado, hacer una lectura
alternativa de este grafito, mediante la cual Quinto se entendería como un dativo, y el grafito en

227La simplificación de la geminada -ll- de Tulius en Iruña-Veleia es esperada:“Las lenguas románicas


presentan una simplificación muy generalizada de las consonantes dobles. Sólo el italiano del Centro y
del Sur y el sardo han mantenido las geminadas”. V. Väänänen, op. cit., 115-116.

El texto completo (TVLIVS, PATIIR FAMILIAII) de esta marca de propiedad realizada en círculo sobre
la base de una jarra de terra sigillata hispanica está acompañado por las iniciales TPF en el centro de la
pieza. La terminación clásica -ae de FAMILIAII, en lugar del habitual arcaísmo -as en este título de padre
de familia, está documentada en la epigrafía romana: CIL 08, 09870: [M]emoria Iulius Germane pa(ter) /
[fa]mili(a)e cui fili(i) et nepotes fece/[ru]nt domum (a)eternale(m) vixit / [an]nis pl(us) m(inu)s LXX
disc(essit) in p(a)c(e) / [di]e V K(a)l(endas) Decembres anno pr(ovin)c(iae) / DLIIII; IdAltava 00301:
Memori[a 3 pater(?) fami]/li(a)e cui fil[ii fecerunt domum aeternalem vixit] / an(n)is pl[us minus;
IdAltava 00318: ]EON / [pater fa]mili/[ae(?) 3]ID/[ ; IdAltava 00224: Mem(oria) Aurelius Monta/nus
pater {fater} famili(a)e / cui fili(i) e(t) nepotes feceru(nt) / domum (a)eternale(m) vixit an(n)is / plus
minus LXI discessit in / pace die <XV=VX> K(a)l(endas)Iuli(as)anno pro/vinci(a)e DLX.

cf. I. Velázquez Soriano, op. cit., 26: “Sorprende la expresión pater familiae, frente a la habitual pater
familias que estaba absolutamente arraigada en la lengua latina como arcaísmo lingüístico. Se trata
del uso gramatical de la antigua desinencia de genitivo de singular en -as, frente a la clásica en -ae, que
se fosilizó de forma sistemática en esta expresión, por lo que no cabe pensar en la forma en -ae clásica
de genitivo en esta fórmula que, incluso, se mantiene como “latinismo” en épocas modernas”.
228 vid. pág. 56.
229 (vid. n. 241)“There is a special class of expressions in which one or other element of a ‘double-
barrelled’ name ceases to be declined. In Cod. Dipl. Long. I, p. 136, 1 (A.D. 726/727) we find: regnante
dominus Leoprando, viro excellentissimo rege in Italia. Apparently the reason for the nominative
dominus is not to be sought in the word itself, but in the fact that dominus Leoprandus is considered and
treated as a single expression, and the first half therefore ceases to be declined”. E. Löfstedt, op. cit.,
133.

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Alicia Satué

sí, entonces, como una dedicatoria escrita en un regalo (que se traduciría “de Varius para
Quintus”) más que como una marca de propiedad; en tal caso, sería necesario apuntar que
delante del dativo Quinto no aparecería la preposición ad al uso en la época para esa función (y
presente en Iruña-Veleia en al menos dos piezas230), y que la terminación -o no supondría
necesariamente un argumento para defender que el dativo estuviera operativo en la época
señalada (contrariamente a lo que se ha concluido en el capítulo anterior), ya que el caso oblicuo
que invade los lugares del resto y en el que derivó el acusativo temático sin -m presenta en el
corpus veleyense la igual terminación -o231.

La segunda de ellas es la nº 10849 (…]LIPVS PIO FILIO MARCVS […] MARIVS CAII
PIA)232, cuyo grafito también aparenta ser una marca de propiedad debido a la estética de sus
letras y a su ubicación a lo largo del cuello de una botella de cerámica común, grafito en el que
resulta muy significativo el dato objetivo de que los nombres propios presenten -us y sin
embargo el adjetivo pio y el nombre común filio, que aparecen en aposición a un nombre propio
(¿[Fi]lipus?), terminen sin embargo en -o, solamente habiéndose declinado, como en el grafito
anterior, la primera de las palabras consideradas un conjunto; en este grafito, los supuestos
nominativos aparecerían en lugar de genitivos, mientras que las formas en -o cumplirían una
función apositiva expresada mediante el caso oblicuo resultado del antiguo acusativo,
evidenciando la invasión del acusativo en un lugar que en latín clásico requeriría el uso del
mismo caso empleado para la palabra a la que se refiere la aposición. Si este grafito se tratase de
una marca de propiedad, tal y como parece evidente, la botella en cuestión pertenecería a un tal
Marcus (a quien llamarían Marco) hijo pío de un tal Filipo; el nombre Marius aparece después
de otra secuencia que se encuentra incompleta por fractura seguido de Cae Pia (¿Cae[cilia] pia?),
por lo que cabe pensar que la botella pertenecería conjuntamente a Marco y a ¿Cecilia?, pía
[hija] de un tal Mario. Los nominativos equivaldrían, por tanto, a dos tipos distintos de
genitivos, el posesivo (el de la marca de propiedad) y el filiativo.

Por último, a estos dos grafitos que combinan las terminaciones -us y -o habría que
añadir el nº 10999 (MARCVS MARCI FILIO), donde el supuesto nominativo Marcus también
podría ser una marca de propiedad que precedería a un falso nominativo en aposición (esto es,
a un acusativo derivado en oblicuo en -o) filio, que, a su vez, estaría precedido en esta ocasión de
un correcto genitivo clásico en -i de filiación (vid. infra). Esta presunta marca de propiedad
estaría grabada no con caracteres elegantes, como las dos anteriores, sino con letras toscas que,
aun así, parecen pretender ser atractivas: en Marcus, la barra central de la a está adornada, la r,
la c y la s son angulosas; las letras de las otras dos palabras, sin embargo, no son iguales a las de
Marcus, lo cual es también un dato a tener en consideración en relación al uso del nominativo
como fórmula fosilizada para la función de un genitivo (sería la marca de propiedad la palabra
enfatizada en el grafito, y no las palabras que la acompañan en aposición). Si, efectivamente, el
grafito es una marca de propiedad, diría, así, que el recipiente de cerámica sobre el que fue
realizado era “de Marco, el hijo de Marco”. Analizar la forma filio como dativo implicaría

230 vid. págs. 54-55.


231 vid. págs. 81-83 en relación a la improbabilidad del análisis de Quinto como dativo.
232 vid. n. 214.

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Alicia Satué

interpretar la pieza como un regalo de un tal Marcus para el hijo de Marcus, habiendo escrito el
dedicante su nombre en nominativo y no en ablativo (ab / ex Marco); a juzgar por lo observado
en el corpus veleyense en torno al caso dativo, el cual no parece estar operativo, dicho segundo
análisis no parece muy probable233.

Es relevante, en todos estos grafitos que contendrían supuestos nominativos en función


de genitivos, la ausencia de la preposición de, presente en los textos de bajo nivel a partir del
siglo IV y muy arraigada para estos usos en el habla vulgar una vez se hubo perdido el
significado separativo que tenía en latín clásico234; por ello, podría pensarse o bien que su uso
no estaba aún del todo extendido en la segunda mitad del siglo III y que, por tanto, Iruña-Veleia
aportaría esta cronología post quem para su generalización, o bien que era considerado
demasiado vulgar y que, por ello, sería evitado en la escritura, si es que los expertos que creen
que dicho uso ya era un hecho en en la lengua hablada del siglo III están en lo cierto235. Lo
último es más probable, ya que en estos grafitos tampoco hay rastro de la preposición ad que el
latín vulgar ensayaba asimismo para la expresión de la posesión236.

Estos nominativos fosilizados son, por otra parte, congruentes con los datos de la
documentación romana, y aportan a ésta nuevos ejemplos de nominativos convertidos en
formas invariables, al mismo tiempo que sitúan en la segunda mitad del siglo III la cronología
ante quem para la desaparición del genitivo como caso al uso de la declinación en la lengua
hablada del norte de Hispania, dando, pues, la razón a los expertos que sostienen que el
genitivo habría dejado de ser operativo en la lengua hablada a comienzos del siglo III con la
excepción de su empleo en combinaciones fosilizadas y frases hechas.

Esto último es también coherente con lo que se observa en el corpus veleyense, que
registra al menos una decena de genitivos clásicos de la flexión temática que, por su contexto,
pueden ser considerados ejemplos de usos fosilizados de este caso, ya que corresponden, a
excepción de uno (vid. infra), a marcas de propiedad y a filiación: nº 3143 (POMPIIIAII
VALIIN(T)INA(I)I), nº 10868 (POMPIIIAII (…) NA/OMPIIIAII III/V/POMPIIIA), nº 11404
(VIVPILCE), nº 10618 (FORTVNATE), nº 11260 (II HIITCAIII DICIO/DIANANE), nº 10999
(MARCVS MARCI FILIO), nº 12049 (RIAMI RIIA), nº 10599 (VRSO VRSI), nº 10837
(SYLVIANI), nº 11469 (IIMI), ¿y nº 11006 (…]OMENI)? En los grafitos Marcus Marci filio, Riami

233 vid. págs. 81-83 en relación a la improbabilidad del análisis de filio como dativo.
234“The starting point of the long process that was to result in the disappearance of the inflected genitive
and its replacement mainly by de lies in the use of the preposition from an early date in partitive
expressions referring to the extraction or removal of something from a larger whole. Ex and also ab can
be quoted in similar expressions (…) A decisive development underlying the flowering of de with
genitive functions was its gradual appearance in contexts in which the idea of separation was
weakened or lost (…) This development shows up mainly in low-register texts of about the fourth
century (…) Once the separative idea was effaced the way was open for de-complements to adopt the
other main genitive role (the objective)”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 277.
235 vid. pág. 30 al respecto de la ausencia de esta preposición en giros en sustitución de ablativos.
236(vid. n. 185) “Lo que le hacía la competencia [al genitivo] era, sobre todo, el giro con la preposición
de, con la que, por otra parte, competían las preposiciones ex y ab (…) Otra construcción preposicional
que sucede esporádicamente al genitivo de posesión, sobre todo cuando se trata de personas, es con
ad”. V. Väänänen, op. cit., 201-203.

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Alicia Satué

Rea y Urso Ursi se encuentra la marca de genitivo temático masculino -i expresando filiación
(“Marcus, hijo de Marco,” “Rea de Riamo” y “Urso de Urso”)237. Los genitivos femeninos
(Pompeiae Valentinae, Pompeiae […]na, Viupilce238, Fortunate), así como los tres últimos de los
ejemplos masculinos (Sylviani, Emi239 y tal vez también …]omeni240) parecen ser marcas de
propiedad por las características de los óstraca y el lugar que en ellos ocupan las inscripciones
(en fragmentos de menaje de cocina). El grafito con la filiación VRSO VRSI también podría ser
una marca de propiedad, ya que está grabado en el asa de una jarra de cerámica.

Nótese que en nº 10868 (POMPIIIAII (…)NA) la marca de propiedad en genitivo


aparece solamente en el primero de los nombres (Pompeiae) y no en el segundo ([Valenti]na);
esta pieza recuerda, por ello, al grafito Quinto Varius (nº 10911), en el que la marca de propiedad
en nominativo habría sido aplicada sólo al segundo de los nombres241.

Por su parte, Hetcaei y Dianane de nº 11260 parecen los teónimos griego y latino,
respectivamente, de la diosa de la luna (Hécate/Diana), por lo que podrían haber sido grabados
en un recipiente reservado para el culto de esta diosa en algún lugar a ella consagrado: el grafito
(II HIITCAIII DICIO/DIANANE) está realizado en el asa de una jarra de barro con letras
cuidadas y sobre él fue aplicado posteriormente un barniz. II HIITCAIII (He Hetcaei, con
artículo femenino griego, si es que la primera II no es el final de otra palabra, pues el óstracon
está fracturado) presentaría una errata (metátesis) por Hecatei, y aparecería declinado en
genitivo de la quinta declinación (-ei) de los femeninos de tema en -e coherentemente con su
terminación griega -e, no así, llamativamente, el presunto artículo, que aparece en nominativo,
habiéndose declinado, pues, solamente el segundo elemento. En Dianane también habría una
errata por Dianae, y mostraría en su terminación la monoptongación de ae en e (vid. infra)242.

237 No cabría añadir a este conjunto de piezas la nº 12388 (RAMSIIS SIITI FILIO “Ramsés hijo de
Seti”), donde Seti no contendría -en principio, a no ser que aparezca por Setii o el nombre se refiera al
dios egipcio Seth / Set, lo cual no es probable- una terminación de genitivo que hubiera sido aplicada (en
contra, además, de la práctica común de mantener invariables los nombres exóticos) al nombre egipcio
Seti, el padre de Ramsés II (el faraón mencionado en el grafito) o Seti I, que fue el segundo faraón de la
dinastía XIX de Egipto, cuyo nombre ha sido transmitido en esta forma terminada en -i junto a las otras
Setos, Setoy, Aakhepesh, Khanakht, Khanakhtkhaemuastsankhtowe, Khanekhet, Maatmenre, Menefta,
Menephthah, Menmaatra, Menmaatre, Menmare, Merenptah, Merienamon, Merienptah, Merneptah,
Mineptah, Setepenre, Sankhtaui, Sekhakau, Sekhepertaui, Sethos, Sethosis, Setimerenptah (vid. págs.
114-115 al respecto de este óstracon).
238 Este nombre Viupilce del grafito nº 11404 de cronología altoimperial parece ser un unicum.
239 vid. págs. 35-ss. en relación a esta forma emi.
240La forma -omeni podría responder a varios nombres documentados: en la base de datos EDCS, la
búsqueda de “omeni” aporta muchos resultados, casi todos nombres griegos: Sozomeni, Pladomeni,
Agapomeni, Someni, Romeni, Rhomeni, Gnomeni, Nomeni, Melpomeni, Egdechomeni, Philomeni,
Aristomeni, Cleomenii, Doromeni, Dracontomeni, Persicomeni (…)
241 (vid. n. 229) “We find some examples of the much rarer phenomenon in which only the first
member of such a pair is declined. Thus Mulom. Chir. 535 gives us a unique genitive vini vetus from the
common vinum vetus. Here it is apparently the word vetus which sometimes tends to become monoptote”.
E. Löfstedt, op. cit., 133.
242vid. págs. 100-101, en las que se expone otra interpretación de este grafito como posibles dativos
formulares, así como la de la forma DICIO.

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Alicia Satué

El único genitivo veleyense que no se refiere ni a marca de propiedad ni a filiación es


VITAII en la pieza nº 12047. En este fragmento de cerámica, la palabra vitae titula unos
grabados que representan varias escenas cotidianas (un templete con un orante, una torre con
soldado, una figura masculina con burro y trillo, un huerto con plantas y una figura humana al
exterior, una letrina con dos figuras humanas sentadas y un cubo con esponja y la parte
superior de una figura humana junto a un objeto indeterminable; en su reverso, árboles
esquemáticos, una figura humana sobre un animal, una matrona con niño, una figura masculina
pescando y peces). La sospecha de los expertos de que el genitivo ya no sería funcional en el
siglo III, con la excepción de los usos fosilizados, no sólo no entra en contradicción con la
existencia de un genitivo clásico en este grafito donde no está justificado por ser un uso
fosilizado de marca de propiedad o filiación, sino que, por el contrario, esa sospecha es
reforzada por el contexto delator de esta pieza, ya que en ella el genitivo vitae no está empleado
correctamente, tratándose, según parece, de una doble hipercorrección: el complemento
circunstancial de materia de la cual un texto trata -el uso que parece habérsele dado a vitae en
este óstracon- se expresa en latín clásico en ablativo precedido de la preposición de (de vita “de
la vida”, “sobre la vida”, “acerca de la vida”), tal y como pervive en las lenguas románicas. Pero
la lengua vulgar generalizó el giro preposicional con de también para la expresión de otros
conceptos como la posesión, la filiación y la noción partitiva (propios del caso genitivo) o el
complemento circunstancial de lugar de procedencia (reservado para el ablativo), como también
pervive en las lenguas románicas. Este grafito vitae, que quiere ser traducido “de la vida” en el
sentido de “acerca de la vida” titulando su temática y que, por tanto, pretende ser un
complemento circunstancial de materia de vita, muestra en cambio un genitivo incorrecto desde
la gramática del latín clásico. Al expresarse el genitivo con el giro de y ablativo (u oblicuo) en
latín vulgar, el grabador del grafito confundió dos funciones sintácticas diferentes por coincidir
éstas en el uso de la misma preposición y, por ello, incurrió en la hipercorrección de usar el
genitivo clásico para sustituir con él la preposición de, probablemente por creer que esta
preposición era siempre vulgar cuando, como se ha dicho, no lo era -es más: es, de hecho, la
forma correcta en latín clásico- para expresar el complemento circunstancial de materia que el
grabador, precisamente, quería escribir para poner título a los grabados de las escenas del
óstracon relativas a la vida cotidiana. En otras palabras: en su pretensión de ser correcto, quien
realizó este grafito eligió equivocadamente usar un genitivo clásico porque lo consideraría la
forma que precisaba si es que quería evitar el giro preposicional con de propio de la lengua
vulgar que, en el grafito en cuestión, no sería vulgar, sino correcto. Por ello, esta pieza, que
recuerda por sus características y contexto a la pieza coetánea a ella nº 11363 en la que un
complemento circunstancial de materia De esu fausto titula escenas relativas a una comida o una
cena243, es muy locuaz en lo que respecta a la operatividad del caso genitivo en la segunda
mitad del siglo III y, tal y como se ha dicho más arriba, confirma de un modo muy gráfico y
claro las sospechas de los expertos al respecto: en la lengua hablada, el genitivo habría sido
desplazado por el giro preposicional con de, que, sin embargo, no aparece reflejado por escrito
en ninguno de los grafitos veleyenses, los cuales, sin embargo, demuestran que el nominativo
era usado en lugar del genitivo. Por tanto, parece obvio que la preposición de era evitada en la
lengua escrita por ser considerada demasiado vulgar, derivándose de ello que en la segunda
mitad del siglo III su generalización se encontraba aún en pleno proceso.

243 vid. págs. 29-30.

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Alicia Satué

En suma: el testimonio de este incorrecto genitivo vitae, los de los genitivos sustituidos
por nominativos (ya sea debido a que se trata de nominativos invariables, como Venus o
Anquises, e incluso el título pater, ya sean nominativos temáticos en -us entendidos como
fórmulas para registrar la propiedad) y los de los correctos genitivos clásicos temáticos que
aparecen en empleos fosilizados para marcas de propiedad y expresiones de filiación, resultan,
en conjunto, muy ilustrativos de la situación de este caso en la declinación de la segunda mitad
del siglo III en Iruña-Veleia244, indicando todos, cada uno a su manera, que su uso, fuera de
contextos formulares de fosilización (y fuera de la lengua escrita literaria y oficial, en las que se
conservó artificialmente durante largo tiempo aún245), ya habría desaparecido en la lengua
hablada siendo sustituido por el giro preposicional, que desempeñaba funciones sintácticas
distintas y las ensayaba con diferentes preposiciones -como ex en nº 13374 (ex vir[gine])- y que
vendría a ser estabilizado finalmente con la preposición de en una cronología que Iruña-Veleia
señalaría post quem a sus grafitos de la segunda mitad del siglo III.

Llama la atención el hecho de que todos los ejemplos veleyenses de genitivos clásicos
pertenecen a la flexión temática; parece deducirse que el genitivo temático resistió más tiempo
que el atemático.

Finalmente, es muy interesante la grafía de la terminación del genitivo femenino en las


marcas de propiedad de nº 11404 (VIVPILCE), nº 10618 (FORTVNATE) y tal vez también nº
11260 (DIANANE): la grafía es E (epsylon griega) cuando nota la monoptongación del diptongo
-ae246, que había producido una ē larga abierta de sonido diferente a la ē larga antigua, la cual es
notada de forma general en los grafitos de Iruña-Veleia mediante la e arcaica o de dos barras (II),
así como la antigua breve ě.

244 cf.:“No es razonable pensar en el anquilosamiento de la forma Venus en esta época ni


contexto”(…)“Errores impensables de Venus por Veneris (genitivo) y fili (en aparente ¿genitivo?) por
filius.”(…)“El error sintáctico de in nomine pater por in nomine patris es inadmisible (…) En cuanto
a los errores sintácticos, quizá el más llamativo por inaceptable es la falta de flexión de genitivos en la
expresión de filiación, como Iupiter Venus pater, por Veneris, ya citado, o en la fórmula in nomine patris,
que se lee como IN NOMINE PATER. En un texto tardío (ss. VI-VII) en Hispania podría haberse admitido
aquí una confusión de genitivo y dativo y haberse leído patri (sobre todo por contaminación o influjo de
domini, Dei, o filii, de la flexión temática), pero es inadmisible la presencia aquí de nominativo, no
confundible en su forma con genitivo, al igual que ocurre con el mencionado Venus por Veneris”. I.
Velázquez Soriano, op. cit., 8, 13, 30. (!)

Es muy “razonable” (y no “impensable”, ni “inadmisible”, ni tampoco “inaceptable”) que si vetus veteris


fue fijado en vetus (vid. ns. 222, 241) Venus Veneris lo fuera también en Venus; de hecho, en el castellano
Venus persiste fosilizado tanto en el nombre de la diosa como en el del planeta homónimo.
245 “Genitival expressions with de (i.e. those that are unambiguously possessive, partitive or objective)
can be illustrated from early medieval documents, but even there they are in a minority. An examination
of Latin documents of the eighth century from Gaul and Italy has shown that the inflected genitive was
still the norm. Earlier, in corpora of subliterary texts on wood, papyrus and ostraca, prepositional uses
of the type seen here are non-existent but the genitive common. The genitive long remained current,
and its full replacement by de must have been very late”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin
Language, 276.
246(vid. n. 248) “Esta evolución, animada, a decir de Varrón (Ling. 7, 96) por el habla rústica, era
convergente con la del umbro (…) El habla urbana parece haber afectado pronunciar ae (y hasta ai, en
Caisar, que ha pasado en esta forma al germánico, de donde en al. Kaiser), pero el monoptongo está
bien documentado epigráficamente, por ej. en Pompeya 1345, 5339 egrotes, 444, 5203 eris=aeris, 1553
Emilio, etc.” V.Väänänen, op. cit., 83-84.

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Alicia Satué

Una diferencia esencial entre el latín clásico y las lenguas romances es la


desfonematización en éstas de la cantidad vocálica a favor de una diferenciación meramente
cualitativa, y ésta sería la situación en lo relativo al vocalismo latino ya a finales del siglo III
según los datos de las fuentes247. Sin embargo, la E que representa ae en estos dos grafitos de
cronología altoimperial evidencia que con esta letra se pretendía notar el sonido nuevo
resultante de la monoptongación de ae, mientras que la e primitiva (ya sea larga o breve) es
notada sistemáticamente en el corpus veleyense mediante la e arcaica o de dos barras (II),
variación gráfica de H -eta-, la ē griega, excepto en ciertos óstraca en los que II equivale a ē
antigua, siendo en ellos distinguida de ě y del monoptongo de ae. Esos grafitos sugieren que por
algún motivo hubo una voluntad de distinguir la cantidad vocálica de las diferentes e con
signos distintos. La práctica de diferenciar gráficamente las vocales de igual timbre mas
diferentes por su cantidad (o apertura o procedencia) pudo ser inspirada por la escritura griega,
cuyo alfabeto tiene grafemas distintos para las vocales o y e en función de su cantidad breve o
larga (ο, ω, ε, η / Ο, Ω, Ε, Η) y cuya koiné acostumbró a notar el monoptongo de αι (ai), que
pasó a pronunciarse /e/, así como la transliteración del diptongo latino ae, precisamente
mediante la epsylon (E), reservando la eta (H) para la ē (que pasó a pronunciarse /i/)248. La
distinción de la cantidad vocálica en la Iruña-Veleia de la segunda mitad del siglo III es un dato
relevante, pues precisamente en ese siglo los gramáticos alertaban sobre el daño que infligía a la
lengua latina el “barbarismo de sus tiempos” de la equiparación entre vocales largas y vocales
breves (ya que de esa manera no se dintinguía ōs “boca” de os “hueso”, tal y como refiere San
Agustín acerca de los oídos africanos249), siendo ellos mismos los primeros en reconocer que
apenas eran capaces de distinguirlas si no era gracias a la observación de la métrica de los textos
de los poetas clásicos250.

247 “La revolución del ritmo latino se declara a fines del siglo III. El gramático Sacerdos, que constata
que la pérdida de las distinciones en la duración vocálica es un “barbarismo de nuestro
tiempo” (Gramm. VI, 494), establece, bajo Diocleciano, un nuevo cursus, o cláusula, que ya no se basa,
como las cláusulas ciceronianas, en la alternancia de sílabas largas y breves, sino en un ritmo acentual
que no tiene ya en cuenta las diferencias de cantidad (…). San Agustín, cien años más tarde, constata
que los “oídos africanos” no distinguen las breves y las largas, por ejemplo en os y ōs. El resultado de
la monoptongación de ae era ē abierta, fonema nuevo en latín, ya que la ē primitiva era de timbre
cerrado. Era una razón de más para conservar la grafía ae; ésta servía para señalar la diferencia con
ē, y se la utilizaba hasta en las palabras tomadas de otro idioma para traducir la ē abierta de la lengua
de origen”. V. Väänänen, op. cit., 72, 83.
248 En la teja de Villafranca de los Barros, el monoptongo de ae es notado mediante la e arcaica (II),
siendo la vocal e representada en dicho texto siempre mediante la epsylon o E latina común (vid. n. 7).

“Outcome from ae is also attested to by Greek transliterations of Latin employing epsilon to represent
the sound of the original ae. There is a case in the second century in a document of Aeschines Flavianus
of Miletus (SB III.I.6304=CPL 193) (…) In Koine Greek the ai- dipthongs had long since turned into a
monopthong represented by epsilon (in anticipation of Modern Greek) (…) Popular Latin, in contrast
with the learned language, might have borrowed the koine form”. J. N. Adams, Social Variation and the
Latin Language, 78.
249 vid. ns. 59, 247.
250“Sergius (Explan. In Don.; GL., IV.522.24-6): syllabas natura longas difficile est scire. sed hanc
ambiguitatem sola probant auctoritatis exempla, cum uersus poetae scandere coeperis (...) He
admits in the passage quoted that it is difficult to know those that are long by nature, otherwise than by
scanning verses of the poets. Here is evidence that change had progressed so far that even
grammarians were unsure of themselves”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language,
46-50.

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Alicia Satué

Este hecho está registrado en Iruña-Veleia, en ciertos grafitos hallados en un lugar


concreto (en el sector 5, recinto 59, unidad estratigráfica 51144), en una estancia de la
denominada domus Pompeia Valentina por el grafito epónimo de la marca de propiedad (nº
3143) allí aparecido. Los arqueólogos que la excavaron propusieron, a modo de hipótesis
interpretativa, la existencia allí de un paedagogium251, debido a que los hallazgos procedentes
de esta domus constituyen un conjunto atribuible por su temática (alfabetos, numerales,
mitología grecorromana, listas de dioses, escritores, reyes y emperadores romanos…) al
contexto de la enseñanza al mismo tiempo de la lengua y cultura romanas y de la escritura. De
allí proceden esos óstraca, referidos más arriba, que ensayan tipos diferentes de e en nombres de
la mitología clásica.

Concretamente son tres las piezas sobre las que se escribieron tres alógrafos diferentes
II (e arcaica), E (epsylon) y E (inclinada al modo de la del silabario ibérico), estos tres grafitos
insinúan que de alguna manera se estaba estudiando ex profeso la notación gráfica de tres
diferentes alófonos de la vocal e252: así, como en FORTVNATE y VIVPILCE (y quizás también en
DIANANE), en nº 11425 (“ENIIAS’’, ANQVISIIS/ET VENVS FILI) E también representa el
monoptongo de ae, mientras que II equivale a ē larga antigua y E a ě breve antigua. En nº 11422
(a: ANQVI/SIIS ET VE/ NVS -> ENII/AS ET CRII/VSA -> /IVLI/O; b: ENEAS/ET LAVSIV/
A ARCANIO/I CES/AR) se observa la misma lógica aplicada, si bien habría dos faltas de
ortografía al aparecer como larga la ě de Crěusa (en la cara a) y como breve la ē de Aenēas (en la
cara b); en nº 11139 (JVPITIIR VIINVS PATH[ /VIINVS IIT/ENEAS, /JVLIO A./EYRATHIIS)
habría tantas faltas de ortografía253 (Iupitěr, Věnus, ět, Aenēas -y erratas: Arcanio por Ascanio,
Lausiva por Lavinia-) atendiendo a la lógica de los grafitos anteriores que más bien habría que
pensar que en él la sistemática empleada fue la contraria (II = ě, E = ē).

Otros seis grafitos veleyenses muestran sólo dos tipos de e (E y II): en nº 11260 (II
HIITCAIII, DIANANE) la ē del que parece ser el teónimo griego de la diosa de la luna Hěcatē
(en aparente caso genitivo de la quinta declinación y con errata en la posición de t, Hěcatēi) y del
artículo femenino griego que lo precede (ē) aparecen notadas con II, mientras que en lo que
sería su correspondiente teónimo latino en genitivo (Dianane, con plausible errata por Dianae)
hay E (notando ae). En nº 21658 (NAHI/SIIT/SVMO/LIBERATE) la diferenciación podría
deberse a que E nota e en latín (en el imperativo liberate) mientras que II notaría e en un nombre
propio extranjero (Set), en cuyo caso habría que inferir que la vocal e tendría timbres
ligeramente diferentes en una lengua y en la otra. Quizás la misma explicación valdría para los

251 www.sos-irunaveleia.org/informe-arqueologico-sector-5
252“In a passage (…) of Augustine’s dialogue De musica (2.1.1) the teacher asks the pupil wether he has
learnt the distinction between long and short vowels from a grammaticus, and the pupil then
acknowledges his imperitia in such matters. What is especially interesting in this last passage is the
statement that knowledge of the difference between long and short syllables is something acquired from
a teacher. There is an implication that the quantitative system, at least by the time of Augustine (in
Africa?), was an artificial thing which had to be learnt; it lacked any basis in real speech (…) by this
date [ca. 250 d.C.] in Africa change was well advanced”. J. N. Adams, The Poets of Bu Njem:
Language, Culture and the Centurionate, 115, 118.
253 vid. ns. 215, 308 al respecto de la grafía th por t en PATH[IIR] y en EYRATHIIS.

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Alicia Satué

nºs 10924 (LIDII/ARAFI/ACME, reverso: BACVS/SEQVND/SERGINE) y 15922 (NIIV/


CORNII/ ESKON), grafitos en los que conviven palabras de lenguas diferentes, euskera (¿y
alguna otra más?) y latín. En nº 12049 (IN VAL/MIIM EX/SVIIMO/RIAMI/RIIA) la E de ēx
podría indicar un timbre más abierto que las notadas con II, que lo tendrían cerrado hacia i por
influencia de la pronunciación céltica, si no la cantidad larga de la e. Dicha influencia serviría
asimismo, probablemente, para explicar las distintas grafías de e en nº 12099 (DALIA DA
DEIDRE RIAMO DEMI RIIA)254 y quizás también en nº 12291 (SIIRVIO TVLIO/VICTOR
SIIRVIO/PARMENIOS FILIIO), donde II reproduciría, en todo caso, la articulación abierta de i
en hiato (si es que no se trata de una simple errata en virtud de la cual se grabó dos barras en
lugar de una sola, por i). Por último, en el texto escrito en euskera de nº 16365 (NIIV LAIKI/
(ῆλιος) NA, /XI VRTII TV,/VIILIIIAN/GORI BISI TA/ES TA), la E de la partícula de negación
es (ez en euskera moderno) podría indicar una duración vocálica más larga por ser un
monosílabo (quizás por analogía con la preposición latina ēx), o tal vez un timbre más cerrado
que las de las otras palabras en las que aparece en sílaba abierta255.

En el resto de los grafitos del corpus se encuentra siempre una única e, notada mediante
la e arcaica (II) en la mayoría de las piezas256 (cualquiera que sea su cronología) y por medio de
epsylon (E) en un puñado de ellas, datadas todas en el siglo III, exceptuando tres para las que
no existe datación fiable al proceder de un estrato de derrumbe (la UE 12030 del sector 12); no
existe, por tanto, al parecer, un criterio cronológico (o, simplemente, lógico) al respecto del uso
de una u otra e en las piezas en cuestión (si bien desde el punto de vista paleográfico la E es
cronológicamente más moderna que la II).

Los tres grafitos de fecha desconocida hallados en el sector 12 en los que aparece
únicamente E como notación de la vocal e son el nº 10771 (JUPITER257), el nº 10792 (ZEA MES) y
el nº 10772 (FEATJLJA); los datados a mediados del siglo III y encontrados en el sondeo 29 son
el nº 13955 (SARA RVTH BETI) y el nº 13956 (SAMVEL/SIMONE), y el resto pertenece al
conjunto del sector 5 (el presunto paedagogium) de la segunda mitad del siglo III: nº 11355
(COR AT MINERVA), nº 11423 (AQVILES/HECTOR/HERC/VL/-reverso- ES), nº 11006

254 vid. págs. 38-39.


255 vid. págs. 110-111 a propósito de este grafito y de su continuación en el reverso de la pieza.
256
Incluso notando II en éstas la misma e que en otras piezas aparece representada por medio de E: así, el
nombre Demi fue escrito DEMI en nº 12099, pero DIIMI en nº 12431 (DALIA RIAMO / DIIMI).
257La U de JUPITER es utilizada por la CCA en calidad de argumento favorable a la falsedad de la pieza:
“En la nº 10771 aparece también JUPITER pero esta palabra, además, tiene grabada la U del nombre
como una actual U capital, pero de base recta, desconocida en la epigrafía latina en ninguna época,
frente a la forma V en capital”. I. Velázquez Soriano, op. cit., 9.

Sin embargo, dicha U sí está documentada; se observa profusamente incluso en la epigrafía oficial de la
ciudad romana fundada en torno al año 100 d. C. por Trajano en Timgad (Argelia), pero también en la
epigrafía doméstica del imperio romano en general: figura en el catálogo de los tipos de u empleados en
Pompeya (cf. Rene Cagnat, Cours d’Epigraphie Latine, V); aparece en los grafitos hallados entre 2001 y
2003 en la Plaza del Castillo de Pamplona (vid. Bibliografía), datados en los siglos II y III; de hecho, es
precisamente la presencia de esa U lo que llevó a la datación de la teja de Villafranca de los Barros en el
siglo III: “De las ligeras observaciones paleográficas que preceden, y muy especialmente de la
presencia en el texto de la U redonda, se desprende naturalmente que debió ser grabado hacia el tercer
siglo de J. C.”. M. Rodríguez de Berlanga, op. cit., 6.

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Alicia Satué

(]OMENI), nº 11288 (DERMOPOLIS), nº 12460 (ITA ERGO), y nº 11429 (PEREFONE


PROSERFINA ARTEMIS DIANA/HADES PLVTON CRONOS SATVRNO E[ /POLO FEBO
EROS CVPIDO BAC [ /EFESTOS VVLCANO DEME[ / ]IONISO BACO HERA I[ /STIA VESTA
G[ /SCVLAPIO P[ /IVPITER/ADE)258.

A estos grafitos cuya e es únicamente E hay que añadir los ejemplos de genitivos
femeninos citados más arriba FORTVNATE (nº 10618) y VIVPILCE (nº 11404), en los que E está
justificada por representar el monoptongo de ae.

Los tres grafitos del sector 5 descritos más arriba que distinguen tres tipos de e
diferentes -no sin significativas faltas de ortografía- dentro de un contexto indudablemente

258 En esta pieza de forma triangular, aparentemente fracturada, perteneciente a una tapadera de terra
sigillata hispanica clase 7, las parejas de teónimos griegos y latinos, escritos sobre la parte interior de la
tapadera, aparecen unidas por grabados que representan las atribuciones de los dioses: una semilla
abriéndose (entre Perefone y Proserfina), un arco y una flecha (entre Artemis y Diana), lo que pueden ser
sombras (entre Hades y Pluton), un reloj de sol (entre Cronos y Saturno), un sol (entre ]polo y Febo), dos
anillos entrelazados (entre Eros y Cupido), llamas (entre Efestos y Vulcano), un racimo de uvas
(entre ]Ioniso y Baco), una ¿vulva? (junto a Hera) y lo que parece un ara (entre Stia y Vesta).

Algunos teónimos presentan erratas de escritura: Perefone (por Persefone) y Proserfina (por Proserpina);
otros, grafías vulgares: FEBO, BACO, CRONOS por Phoebus, Bacchos, Chronos, formas las dos
primeras de las cuales están documentadas así en la epigrafía de la península ibérica: AE 1987, 562, Vila
Real, Portugal: Febo(que) d(eo); Hep-10, 00181, Hispania citerior, Saelices (Segobriga): Baco.

“El latín no poseía oclusivas aspiradas del tipo θ, φ, χ griego y eran transcritas por t, p, c en el latín
arcaico y popular (…) La φ griega se había convertido en constrictiva desde antes del comienzo de
nuestra era, transcrita a partir de entonces por la f del latín que pasaba por correcta (…) En Pompeya se
lee Dafne (680) El senatus-consultus de las Bacanales del año 186 a.C. lee Bacanal, Bacanalia. Appendix
Probi 1: porphyreticum marmor non purpureticum marmor, 23: cithara non citera, 66: cochlea non
coclia”. V.Väänänen, op. cit., 55, 84, 111.

“La monoptongación de oi-oe en e es, sin duda, posterior al de ai-ae, pero los ejemplos de fecha más
antigua provienen ya de Pompeya: 8975 amenus, citaredus 8873, 1890 Phebus”. V. Väänänen, op. cit.,
84.

Las formas Sculapio (pero Esculapio en nº 11530: IISCVLAPIO) por Aesculapius y Stia (por Hestia)
responden a hipercorrección:“Los textos tardíos están plagados de grafías como Spania = Hispania,
storia = historia, strumentum = instrumentum (aféresis); a la inversa, explendidus = splendidus,
hispatium = spatium. De ahí se siguen confusiones en parte engorrosas: spectare –exspectare (desde el
siglo II)”. V. Väänänen, op. cit., 98-100.

Las faltas de ortografía de Efestos (por Hefaistos), Stia (por Hestia) y ¿Ade (por Hades)? -si es que la
última forma Ade se refiere a este dios, lo cual no es seguro, ya que Hades aparece mencionado al
comienzo junto a Pluton- se deben a la h muda: “En posición inicial, la no articulación de la h, tenida
por vulgar, era sin duda alguna de origen rústico, a juzgar por los dobletes harena - arena, hallec -
allec, hircus - ircus, holus - olus, etc., términos del habla agrícola. También son numerosas las
omisiones de h, así como las h mal colocadas, en las inscripciones populares de Pompeya y en otras
partes (…) cf. App. Pr. 206 hostiae, non ostiae, 225 adhuc, non aduc”. V. Väänänen, op. cit., 110-111.

cf. H. C. Vargas, op. cit., 130-ss. acerca del poema 84 de Catulo en donde se mofa de Arrio por su
aspiración de la h (“Ionios fluctus, postquam illuc Arrius isset, iam non Ionios esse sed Hionios”): “El
famoso poema 84 (Ad Arrium), que para la gran mayoría de autores parece demostrar que esta letra no
representaba una aspiración, comprueba, en realidad, lo contrario: la h, en el tiempo y grupo social
frecuentado por Catulo, se pronunciaba como una aspiración (…) Era una afectación en el hablar de las
élites, deseosas de distinguirse y aproximarse al mundo heleno (…) En el lenguaje rústico y vulgar,
cuando se trataba de imitar la pronunciación de los estamentos cultos, se aspiraba la h. Según Nigidio
Fíbulo, “rusticus fit sermo, si adspires perperam”.

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Alicia Satué

didáctico -existiera allí o no un paedagogium- insinúan que, efectivamente, en la segunda mitad


del siglo III la distinción cuantitativa de las vocales latinas era un motivo de preocupación para
los gramáticos y una batalla perdida para los hablantes de latín hispanos (ya que en la inmensa
mayoría de los grafitos veleyenses no se establece distinción alguna entre diferentes tipos de e),
como lo era para los africanos de la misma época, según refiere San Agustín. Aun así, dichos
grafitos revelan que, de alguna manera, los oídos del siglo III de Iruña-Veleia todavía percibían
tres alófonos de e (o, al menos, dos, si es que el monoptongo representado por E en los genitivos
femeninos de las marcas de propiedad era solamente una costumbre gráfica asociada a la
función del genitivo)259.

Sea como sea, los datos que se extraen de los grafitos de Iruña-Veleia, detallados en los
párrafos anteriores, en torno a lo que el gramático Sacerdos llamó “barbarismo de sus tiempos”,
resultan ser de gran interés en lo que se refiere al estudio del vocalismo que las diferentes
lenguas romances, especialmente en lo que atañe al castellano, heredaron del latín vulgar260, al
concretar, además, el corpus veleyense una cronología post quem (la segunda mitad del siglo
III) si no para la pérdida total de la distinción cuantitativa vocálica, sí para la desfonologización
de la misma, al menos en el norte de Hispania261 y, más concretamente, en las tierras que
circundan Iruña-Veleia, situada en el municipio alavés de Nanclares de la Oca, en las que
supuestamente nació el castellano262.

259 “Mario Victorino, hacia el año 350 de nuestra era, distingue dos sonidos e; Pompeyo, hacia el 480,
cita a Tertuliano para atestiguar la existencia de una e semejante a i, y diversos gramáticos del siglo V
distinguen claramente ẹ de ę”. C. H. Grandgent, op. cit., 118.
260“La transformación de la duración en timbre como elemento diferenciador es el cambio más
importante que se ha producido en el fonetismo del latín, pero su constatación sólo es permitida por la
comparación de las lenguas románicas”. V. Väänänen, op. cit., 70.
261“Es evidente que el resquebrajamiento de las cantidades vocálicas no se ha producido súbitamente ni
al mismo tiempo en todas partes y en todas las capas sociales”. V. Väänänen, op. cit., 71-72.
262“La provincia romana y archidiócesis Tarraconense delimita por su extremo occidental en el siglo X,
como dijimos, el nuevo reino de Navarra; éste comprendía en sí la ciudad episcopal de Oca, ya cerca de
Burgos, porque la diócesis de Auca era sufragánea de Tarraco. Correlativamente, la provincia romana de
Gallaecia, colindante de la Tarraconense, es la base del reino asturiano; y la parte más oriental de
Gallaecia, la Cantabria, la región del alto Ebro y del alto Pisuerga, es la llamada ahora Castilla.
Entonçe era Castiella un pequeño rincón, era de castellanos Montes d’Oca mojón, así se repite un
viejo refrán en el Poema de Fernán González, aludiendo sin saberlo a los límites primitivos de Castilla
con la diócesis Tarraconense de Auca. La capital de esta pequeña Castilla era Amaya, peña fortísima,
orillas del alto Pisuerga (…) El condado castellano, lejos de ser un mero satélite del reino leonés, tuvo
gravitación compleja, y en sus relaciones se inclinó mucho hacia el lado opuesto, es decir, hacia la Rioja,
la nueva Cantabria que hemos dicho; hacia Ribagorza, con cuyos condes enlazan los de Castilla; hacia
Vasconia o Navarra, cuya dinastía dio comienzo al reino castellano en el siglo XI. Además conviene
recordar que la repoblación de Castilla ofrece como nota saliente los vascones, mientras la de León
ofrece los mozárabes (…) Es curioso observar que mientras los lectores o copistas de los códices
procedentes de León, Sahagún, Zamora o Carrión añaden al texto latino escolios en árabe, los códices de
la Rioja o de Castilla inician otro uso, el de las glosas, o traducciones intercalares, en romance, y alguna
vez en vascuence, como vemos en nuestras Glosas Emilianenses y Silenses; es decir, que, al lado del latín
eclesiástico, se tomaba en León como lengua supletoria otra lengua erudita, propia de la cultura
mozárabe, mientras en la Rioja y Castilla se tomaba como supletoria la lengua romance vulgar (…) De
otros rasgos de la lengua épica primitiva nada sabemos. ¿Se usaba el castellano puro? Verosímilmente,
no; se mezclarían, como en las Glosas Silenses, rasgos de otros dialectos. Todavía en el siglo XII el
Poema del Cid no usa el diptongo ue castellano sino el uo” (vid. págs. 32-33 a propósito de cuore <
cor). R. Menéndez Pidal, op. cit., 472-473, 487-488, 489.

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VIII. Acusativo y más falsos nominativos

Entre los grafitos de Iruña-Veleia existen varios ejemplos de formas de nominativo


temático masculino clásico de singular en -us (la mayoría de los cuales ha sido analizada en el
capítulo anterior por aparecer aparentemente en lugares reservados al genitivo), pero en
muchos de los contextos en los que se esperaría un nominativo (básicamente, en la mención y la
enumeración de nombres propios masculinos) la terminación es -o. Por eso, los expertos de la
CCA interpretaron las formas veleyenses en -o como nominativos263, dando consecuentemente
por hecho una pérdida de -s final y la evolución de ŭ > o, lo cual consideraron imposible en el
siglo III264, dado que la terminación -us de nominativo está presente aún en los textos tardíos, y,
sobre todo, dada la estabilidad de la terminación -s en Hispania (aun no en el sur), que se
conserva aún en el morfema del plural (y también en el portugués, no como sucede en el
italiano)265; alegaron los expertos de la comisión científica asesora, en definitiva, que las
inscripciones en cuestión están escritas en castellano moderno y no en latín266.

263 “El problema al que nos enfrentamos es saber si en la Hispania septentrional durante el s. III d. C. el
latín hablado había cambiado la desinencia de nom. sg. -us en -o, como la conocemos ya desde los
primeros testimonios románicos e hispanos. El problema afecta a dos procesos fonéticos
independientes: 1. fusión de timbres y 2. pérdida de -s final”. J. Gorrochategui, Las armas de la
Filología, 17-18.
264“No resulta viable suponer que en el s. III d. C. aparezcan listas de nombres personales que,
perteneciendo a la flexión temática, deberían haber figurado en nominativo acabado en -us y aparecen
en -o, como si presentasen pérdida de -s y apertura de -u breve en o”. I. Velázquez Soriano, op. cit., 25.
265“The stability of -s during the Empire is suggested by the rarity of its omission in non-literary texts
that by contrast omit -m constantly (…) It is the contrast that is important (…) We may mention finally
the Visigothic slate tablets edited by Velázquez Soriano (2004). These are so late (sixth to eight centuries)
that arguably they might be treated as evidence for early Ibero-Romance rather than for practices of the
Roman period (…) Velázquez Soriano (2004: 503) notes that in this corpus -s is for the most part
preserved, which is in line both with the survival of the consonant in this position in Ibero-Romance,
and with the practice of the other non-standard Latin documents (…) Omission of -s is virtually non-
existent in this corpus (which is far from small), and the data do not support deductions about the case
system”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 135, 139.
266“La presencia de los nombre [sic] latinos, aunque en algunos casos, descontextualizados, pudieran
obedecer a grafías vulgarizantes de épocas más tardías, en su conjunto ofrecen en realidad una grafía
correspondiente a su transcripción castellana (…) Las listas de nombres, tanto de dioses grecolatinos,
como de autores literarios, así como otros nombres personales aparecen escritos realmente en
castellano, aunque tengan apariencia latina”. I. Velázquez Soriano, op. cit., 24, 25.

“Considerados los textos desde el castellano estos listados no plantean ningún problema, mientras que
desde el latín no tienen ninguna lógica (…) Todos los ejemplos que hemos analizado con esta serie de
errores nos llevan a concluir que, aunque en general se quiera dar apariencia de textos en latín,
reforzándola con el uso de frases o aforismos latinos, sin embargo no existe el conocimiento esperable
de la lengua latina, ni siquiera desde los parámetros del latín vulgar, dando como resultado, en un
caso, su confusión con el italiano y, en el resto, una lengua que de ninguna manera puede considerarse
como latín y que, en ocasiones, como ocurre en los listados de nombres, parece corresponder al
castellano, intentando latinizar los términos y dar antigüedad a los textos mediante el uso de grafías
como la E arcaica, por ejemplo”. P. Ciprés - J. Santos Yanguas, op. cit., 30-31, 35.

“(…) Nombres mal escritos y en su mayoría desconociendo la existencia del nominativo singular, que
es el caso necesario para un caso como este, de manera que parecen escritos, en más de un caso, en
idioma castellano y no en latín”. J. Núñez - G. Volpe, Informe sobre los motivos iconográficos presentes
en los denominados “grafitos de carácter excepcional” del conjunto arqueológico de Iruña-Veleia, 14.

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Alicia Satué

Pero los textos tardíos, que, efectivamente, conservan el nominativo -us (y también
todos los casos de la declinación, así como la -m final que no era pronunciada desde el siglo III
a. C. y el diptongo -ae que se pronunciaba e desde el I a. C.), contienen un latín artificial (el
llamado latín tardío), creado desde el siglo II d. C. en adelante por los padres de la Iglesia para
la divulgación de los textos religiosos cristianos en una lengua que resultase más inteligible
para el pueblo que la de la excelsa literatura latina (inaccesible para el vulgo) y que a la vez la
emulase267. El latín tardío, pues, no puede ni debe ser tomado como referente de la lengua
hablada ni puede servir de base comparativa al estudio de la lengua de los grafitos de Iruña-
Veleia con el objeto de avalar o no la presencia de ciertos datos relativos a fenómenos
lingüísticos y a la cronología de los mismos268, como tampoco puede servir a este propósito el
latín clásico de la literatura latina. En los textos escritos en latín tardío, la terminación -us de
nominativo se mantiene vigente, sí; también la escribían los científicos en sus obras hasta el
siglo XVIII, y se mantiene todavía en la actualidad en el Vaticano y en los textos que
confeccionan en las aulas los estudiantes de latín (los que quedan), y no por ello hay que
deducir que aquel nominativo terminado en -us nunca se ha dejado de utilizar. Una cosa son los
datos, y otra cosa la interpretación que se hace de ellos269; una cosa es malinterpretar datos, y
otra muy distinta tergiversarlos. Lo primero puede suceder al hacer Ciencia (errare humanum
est -pero sólo el necio persevera en su error270-); lo segundo no es hacer Ciencia. Es otra cosa.

Es cierto que la epigrafía doméstica imperial no da muestras claras de caída de -s final.


En Pompeya, por ejemplo, la -s es escrita, aunque hay varios ejemplos de omisión ante las
vocales breves o, u y un ejemplo de omisión ante i271.En las cartas de Claudius Terentianus,
apenas un cuarto de siglo posteriores a los grafitos de Pompeya, la omisión -cuando se

267 “El proceso de disgregación no se ha efectuado sin reacción y hasta retorno a los modelos clásicos:
tal es el caso de Lactancio (que escribía a comienzos del siglo IV), el “Cicerón cristiano”, y del filósofo
Boecio (primera mitad del siglo VI), en claro y extraño contraste ambos con la barbarie de la Antigüedad
agonizante. Más tenaz es la influencia de la retórica llevada al manierismo, sensible sobre todo en África
y en la Galia: dentro de esta tradición se distinguen el historiador Amiano Marcelino (finales del siglo
IV) y el poeta Claudiano (hacia el 400), mientras que Ausonio de Burdeos (muerto hacia el 395) cuenta
en fáciles versos realidades vividas. Los autores eclesiásticos, por otra parte, desaprueban las normas
clásicas y “paganas”. De la larga serie de escritores cristianos, hemos de recordar a los grandes
doctores de la Iglesia: el africano Tertuliano, que escribía hacia el 200, su compatriota San Agustín
(354-430), y el más sabio de los Padres, S. Jerónimo (hacia 340-420), a quien se debe la traducción
latina de la Biblia, llamada Vulgata”. V. Väänänen, op. cit., 44.
268“Los textos tardíos, todo lo poco literarios y bárbaros que se quiera, representan más bien un latín
de comunicación, una koiné superpuesta a las hablas populares, diferenciadas sin duda, ya que la
lengua escrita ha podido guardar una cierta coherencia gracias al sentimiento de comunidad romana
que sobrevivía en el Imperio y gracias al nuevo elemento espiritual y unificador que era el cristianismo”.
V. Väänänen, op. cit., 58.
269“Interpretation of the data needs to be viewed with caution, since our written texts may retain
classical usages much longer than they were present in the spoken language”. J. Clackson - G.
Horrocks, op. cit., 277.
270 “Cuiusvis est errare; nullius nisi insipientis in errore perseverare”. Cicerón, Filípicas, 12, 5.
271“Word-final -s was rarely omitted in Pompeiian inscriptions. A few examples are attested after the
short vowels u and o, and there is an example after short i. Loss of s after long vowels is even rarer, there
being but a half dozen examples altogether after ā, ē and ō. Examples are: Aemiliu, gentilicium, nom. sg.
masc.; servo, ‘servant’, nom. sg. masc.; Romulu, cognomen, nom. sg. masc.; Purami, cognomen, nom. sg.
fem., cf. Pyramis; fēlīcitā, ‘happiness’, nom. sg. fem., cf. fēlīcitās; Decembrē, acc. pl. fem.”. Rex E.
Wallace, op. cit., 2.2, 31.

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Alicia Satué

documenta- se debe a elisión ante otra -s y, por tanto, responde a prácticas gráficas y no a
pronunciación272; en cambio, la -m del acusativo sí es omitida frecuentemente273. En otros
testimonios de epigrafía doméstica que también evitan la escritura de la -m final porque no se
pronunciaba (como los óstraca del siglo II de Wâdi Fawâkhir o los de Bu Njem de mediados del
siglo III) no hay ningún ejemplo de omisión de -s; en las llamadas tablillas Albertini de finales
del siglo V los ejemplos que hay se achacan a razones de escritura, como sucede con las cartas
de Claudius Terentianus de alrededor del año 100. Y los datos de otras fuentes equiparables a
las recién mencionadas por la lengua que reflejan (la hablada) apuntan en la misma línea274.

Según nos informa Cicerón, la supresión de -s después de vocal débil o ante una inicial
consonántica era un vulgarismo de la lengua hablada (subrusticum); su uso fue, al parecer,
restaurado por los gramáticos puristas en tiempos de la República en un movimiento de
estandarización del latín: Quintiliano habla de la controversia acerca de en qué circunstancias
debía ser articulada en posición final275. Tal vez su restauración fue solamente parcial, de modo

272“In the letters [ca. 100 d.C.] there are just two examples of -s omitted, and one of them is a special
case (…):471.21 pater meu sopera. The omission occurs before /s/, a common enough occurrence in
inscriptions also”. J. N. Adams, The Vulgar Latin of the letters of Claudius Terentianus, 30.
273“In the letters of Terentianus in accusative singular endings -m is omitted about once in every five
instances (of 149 accusatives, including those in participles, twenty-nine are written without -m), but
there are variations of frequency according to the declension: -a is outnumbered by -am by about 2:1, -e
by -em by 3:1 but -u by -um by more than 7:1 (…) The omission of -s in inscriptions is predominantly
due to lack of space at the end of a line, and other factors come into it too (such as abbreviation), but
-m by contrast is often left out in sentence-internal or phrase-internal positions where extraneous
factors cannot be invoked as the cause. Nor are there restrictions on the phonetic environments in which
omission is found or on the lexical classes. Letter 468 of Terentianus is revealing in these respects (…)
here omissions occur not only in accusatives but also in particles (aute) and verbs (iacuisse, speraba).
Phrase-internal omissions in accusatives occur freely before consonants as well as vowels, and it could
not be convincingly argued that the weakness (whatever its phonetic details) of the phoneme in final
position was conditioned by the phoneme that followed (…) Carnoy has a comprehensive discussion of
omissions of -s in Spanish inscriptions. He notes a variety of mechanical factors, such as omissions at the
end of lines, abbreviations, omissions before -s, obvious errors by stone cutters, and an alternative
genitive form -i for -is. He concludes (1906:194) that his survey has not revealed any example from which
one might argue with any probability for the loss of final -s in the Latin of Spain”. J. N. Adams, Social
Variation and the Latin Language, 130-131, 142.
274 “In the Bu Njem ostraca there are about 363 cases of -s written against no cases of its omission. By
contrast -m is in effect more often omitted than written” (…) In a much later African corpus, the
Tablettes Albertini (of the 490’s), the contrast is similar (…) the omissions must be slips (…). In the
ostraca of Wâdi Fawâkhir (letters bearing the name of Rustius Barbarus) of about the second century -s
is written fifteen times after a short vowel and thirty-one times after a long vowel, and never omitted (…)
In the Vindonissa tablets there are fifty-six cases of -s correctly written after a short vowel (often in
personal names in -us), with no omissions (…) In the Bath curse tablets there are about 123 instances of
-s correctly written after a short vowel. These are often in personal names in -us. Tomlin (1988: 76) notes
two omissions, Suli for Sulis alongside deae at 94.5 (but here there is probably confusion with the dative),
and sua alongside mentes at 5. 5 (but here the omission is after a long vowel). In the Vindolanda tablets
there is just one omission found to date, and that too is after a long vowel. In the Carlishe writing tablets
there is an omission in a nominative name in -us (…) In this small corpus there are about thirty-six
instances of -s correctly written, and not infrequently in the nominative of personal names (…) In the
documents of C. Novius Eunus -s is written eighty-three times and omitted twice. Both omissions are after
a long vowel (…) It is also worth observing the practice of the curse tablets that had been published by
the second decade of the twentieth century (notably by Audollent 1904). Eighteen omissions are noted,
compared with 650 omissions of -m, and the omissions of -s can mostly be explained away, because the
letter would be at the end of the line or because s follows, or because the interpretation of the tablet is not
certain”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 136-137.
275 Orat., 161; Inst. Orat., 9, 4, 38; cf. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 133.

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Alicia Satué

que pudo no haber afectado al habla vulgar y haber devenido su uso en un rasgo de urbanitas276;
pudo ser restaurada de modo artificial sólo después de vocal breve y más tarde haber vuelto a
perderse en ciertos lugares, a la vez o en momentos diferentes277; se desconoce si aquella
restauración fue igual de efectiva en todos los rincones del imperio y si llegó al mismo tiempo o
no a donde quiera que alcanzara. El hecho es que su escritura parece firme en las diversas
partes del imperio incluso en los textos más bastos278.

En este estudio, la mayor parte de los nominativos veleyenses en -us ha sido citada en el
capítulo dedicado al genitivo, al estar presentes éstos (bien pudiera ser -como se ha
argumentado-) en calidad de marcas de propiedad, y por caber la posibilidad -así lo he
propuesto- de que esta desinencia clásica de nominativo -us fuera confundida en la lengua
vulgar con la terminación antigua y arcaizante -us alternativa a -is del genitivo de la tercera
declinación (documentada desde al menos el siglo III a. C. en la epigrafía romana), por ser
utilizados ambos tipos de terminación -us, y, en general, ambos casos nominativo y genitivo,
para el registro de la propiedad en los objetos personales; el mero hecho de compartir el
nominativo y el genitivo este uso pudo conducir a una asociación entre ambos casos, fueran
cuales fueran sus terminaciones, en una fase de la flexión nominal en la que el caso nominativo
no estuviera ya operativo en la lengua hablada por emplearse en su lugar el acusativo, ya
convertido entonces en el caso al uso por defecto (o, lo que es lo mismo, en el caso único) en
virtud del fenómeno que se conoce como invasión del acusativo.

En cuanto al resto de los ejemplos de nominativos veleyenses en -us que no


corresponden a marcas de propiedad, están contenidos en aquellos óstraca que recogen citas
literarias o clericales279, de modo que no sirven al estudio de la lengua hablada en la Iruña-
Veleia del siglo III.

276 “Otra consonante al final de una palabra que no se pronunciaba era la -s ante consonante inicial de
la palabra siguiente. Su elisión tuvo lugar en la época arcaica (…) también en la lengua popular (…)
Su pronunciación fue un rasgo de urbanitas (…) Se elidió alrededor del año 50 a.C., pero para la
época de Mesala se volvió a pronunciar, no así, creo yo, en el latín vulgar (…) Marco Valerio Mesala
Corvino, durante la época de Augusto, escribió una obra sobre la letra S: mostraba que la s no era una
“verdadera” letra, sino que era la representación de un simple silbido que tendía a desvanecerse en el
flujo de la lengua oral (como la –m al final de la palabra)”. H. Campos Vargas, op. cit., 134-135.
277“It is likely that /-s/ was succesfully restored by the early Empire before being lost again in certain
areas”. J. N. Adams, The Vulgar Latin of the letters of Claudius Terentianus, 30.

“The evidence of this substantial group of documents suggests that after short vowels there had been a
restoration of -s. The stray examples after long vowels are so infrequent that no linguistic theory can be
based on them”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 137.
278“The most striking finding of this chapter is the consistent writing of -s during the Empire in badly
spelt documents from scattered provincial places, and this feature suggests that for centuries non-
standard, including regional, speech did not differ in this respect from any educated standard”. J. N.
Adams, Social Variation and the Latin Language, 147.
279 Nºs 12384, 12386 (ABISVS ABISVM INVOCAT, ABISSVS ABISSVM INVOCAT), “El abismo
llama al abismo” (i.e. “el pecado llama al pecado”), de los Salmos (41, 7); nº 12390 (AMICVS CIIRTVS
IN RII INCIIRTA CIIRNITVR), “El amigo verdadero se distingue en la situación difícil”, cita de Ennio,
quien a su vez la tradujo de Eurípides (Hécuba 1202) y transmitida por Cicerón (De Amicitia, 17, 64); y
nº 11811 (HOMO PROPONIT SIID DIIVS DISPONIT), “El hombre propone pero Dios dispone”,
versión cristiana de la sentencia “Homo semper aliud, Fortuna aliud, cogitat” (“El hombre siempre
piensa una cosa y la Fortuna otra”) de Publio Siro (85-43 a. C.).

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Alicia Satué

Excepciones a la interpretación como nominativos en lugar de genitivos y a la


justificación de la presencia del nominativo en virtud de su contexto fosilizado como sentencia
serían los siguientes grafitos: el nº 13148 (CORNIILIVS/AGRIPI/OP III/CIG), del sector 12 (UE
12046), datado en el siglo V, grabado con letras muy toscas en un fragmento de cerámica
procedente de un recipiente de mesa y aprovechando el espacio de manera racional, de modo
que más que una marca de propiedad parecería ser un mero registro nominal adecuado a la
norma gráfica280para el que se amortizó dicho soporte con algún fin, leyéndose un nombre
(Cornelius Agripi[¿nus?]) seguido por abreviaturas que podrían corresponder a los datos de
indentificación de un soldado asistente de un centurión o de un tribuno (optio III) integrante de
la Cohors I Gallica, unidad de infantería la cual, según consta en la Notitia Dignitatum (Occ. XLII,
32), se encontraba asentada en la ciudad de Iruña-Veleia precisamente en el siglo V281.

La pieza nº 12290 (SIIRVVS) está datada en la segunda mitad del siglo III (sector 5, UE
51144); teniendo el cuenta el soporte sobre el que fue grabado el grafito servus (una costilla de
ovicaprino) podría pensarse que respondiera a un rito mágico realizado ya con buenos deseos
(a modo de epitafio doméstico simple) ya con malos (si es que se tratara de una suerte de tabella
defixionis) para con la persona (un esclavo) a la que iría dirigida la inscripción282. El empleo del
correcto nominativo respondería al formalismo que conlleva este tipo de prácticas
supersticiosas (como también la elección del soporte en cuestión), si bien en las tabellae
definionum se empleaba indistinta y arbitrariamente el nominativo y el acusativo283.

280“Los nominativos en -us son normales en la epigrafía visigoda, aunque el timbre de la vocal pueda
pensarse que corresponde más a una norma gráfica que a la realidad fonética”. José Antonio Correa
Rodríguez, El latín de las monedas visigodas, 241.
281 Las siglas C.I.G. aparecen asimismo en nº 11251 grabadas sobre la parte inferior de la superficie
exterior de un recipiente en terra sigillata hispanica hallado en la UE 3037-B del sector 3, datada también
a principios del siglo V.
282 “Cronológicamente las tabellae defixionum abarcan una extensión relativamente amplia. Las
primeras muestras arqueológicas son fechadas alrededor del siglo V a. C., con una pervivencia que dura
hasta el siglo V d. C. Audollent defiende que las tabellae defixionum estaban formadas en un primer
momento solamente por la enumeración de los nombres de las personas que se entregaban en
maleficio a los dei inferi, evolucionando su composición hasta tabellae en donde se llegaron a inscribir
un gran cúmulo de palabras, frases, símbolos e imágenes (…) Junto a la maldición a través de la palabra
se consideraba uno de los ritos mágicos más efectivos el escribir los maleficios sobre láminas de diversos
materiales, donde el plomo era el soporte más común, para posteriormente ser enrollados, una vez que se
pronunciaban una serie de fórmulas y de palabras mágicas que invocaban a las divinidades deseadas. A
continuación, como muestra la documentación que forman los Papiros Mágicos Griegos, fuente principal
para conocer las normas que regían estos ritos, se procedía a atravesar las tabellae generalmente con
clavos de hierro, materializándose de este modo el sentido mismo de execración. A pesar de estos datos,
una vez analizadas las tablillas en su conjunto se debe tener en cuenta que conocemos relativamente
poco de la producción concreta de las defixiones, siendo muchas veces nuestras afirmaciones hipótesis
resultado del estudio de los textos (…) En la antigua Roma la praxis mágica en relación a las tabellae
defixionum estaba sumamente vinculada a la necesidad de recurrir a fallecidos de forma prematura o en
condiciones violentas que no habían sido enterrados según los procedimientos de la religión oficial y por
tanto, vagaban sedientos de venganza al no haber logrado el descanso definitivo (…) Se conocen más de
1.600 tablillas el grueso de las cuales está escrito en griego, aunque el latín sigue siendo la lengua
imperante en las tablillas halladas en el Occidente del Imperio (…) Todas ellas presentan un lenguaje
del tipo formular siendo uniformes en su composición”. N. Teja, op. cit., 51-52.
283(vid. págs. 96-ss. en relación al hueso como soporte supersticioso) “The accusative of the victim is in
fact analogous to the accusative of the honorand. But equally it was not unusual to list the names of the
victims in the nominative”. J. N. Adams, Bilingualism and the Latin language, 681.

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Alicia Satué

Otros dos nominativos clásicos aparecen en el mismo nombre Marcus en las piezas nº
15921 (VIILIIIAN OSO LAGVN, MARCVS N) y nº 13394 (MARCVVS LAGVN). En la primera
de ellas, de fines del siglo II o principios del III, hallada en el sondeo 32 (UE 32005-C) realizado
extramuros, el nombre Marcus aparece inserto en un texto escrito en euskera cuya traducción es
“En Veleia muy amigo, Marcus N”. El grafito de esta pieza recuerda al de la segunda, que
contiene asimismo un nominativo -us en calidad de presunto sujeto, “Marcus amigo”, y que
además podría mencionar al mismo buen amigo Marcus de un indígena cuya lengua materna
sería el euskera, ya que esta pieza apareció en la UE 6180 del sector 6, cuya cronología
(mediados del siglo IV) no debe de ser la misma que la de las piezas aparecidas en ella (según
consta en la memoria de excavación de los arqueólogos de Lurmen), al consistir el estrato en el
relleno para la colmatación de una fosa (UE 6191) constituido por material reamortizado entre el
que se incluye los grafitos allí excavados, probablemente, por ello, realizados en época anterior.
Presenta un nominativo escrito Marcuus, resultado tal vez de la hipercorrección de añadir la
terminación de nominativo -us (y no sólo -s) al nombre tal y como se utilizaba en la lengua
hablada (en caso acusativo), error comprensible, por cierto, por parte de un indígena de habla
vasca que no dominara el latín, o bien una errata por confusión de las letras C y QV; en
cualquier caso, la falta de ortografía podría apoyar la tesis de la falta de costumbre de uso de la
forma de nominativo en la lengua hablada: el empleo del nominativo en estas piezas podría
deberse a haber sido realizadas por un indígena que, plausiblemente, perseguiría la adecuación
a la hora de escribir el nombre de su amigo romano, para lo que habría elegido el que le
constaba ser el caso reservado para el nomen: el nominativus. Pero si la cronología de estas
piezas se ha de ubicar a fines del siglo II o principios del III, entonces tal vez serían piezas
especialmente relevantes dentro del corpus en lo que respecta al uso del caso nominativo en la
lengua hablada de Iruña-Veleia, pues informarían acerca del momento en el que el nominativo
dejó de estar operativo, aportando dicha datación post quem, que sería coherente, además, con
los datos que se desprenden de piezas datadas en la segunda mitad del siglo III en relación a
esta cuestión (vid. infra). Por lo demás, ambos óstraca revelan valiosa información acerca de la
relación entre romanos e indígenas: la convivencia entre ellos sería, en principio, pacífica y
amistosa, y de mutua ayuda y colaboración, en el sentido literal de la palabra vasca lagun,
aparte de que demuestran, junto al resto de los óstraca escritos en euskera, la presencia de esta
lengua en territorio alavés desde el siglo II, o, al menos, el siglo III (contrariamente a lo que
postula la llamada teoría de la vasconización tardía, que la retrasa hasta el siglo VI)284.

284“El LAGUN de OSO_MARCVS (15921) no es aún hoy ‘amigo’ más que en dialecto vizcaíno, pero no
en el resto, donde es únicamente ‘compañero”. Joseba Lakarra, Informe sobre supuestas inscripciones
eusquéricas antiguas de Iruña-Veleia, 21.

“Leemos en el Diccionario General Vasco (OEH) lo siguiente bajo la voz lagun: “Se recoge la acepción
‘amigo’ con las siguientes ref. dialectales: (V, G, AN-sept-olza, L-sar-arcang, BN- arb-ad-baig)”. Es
decir, Vizcaíno, Guipuzcoano, Alto-navarro, Labortano y Bajo-navarro. Una cosa es que adiskide sea la
palabra más propia y con más tradición para “amigo”, y que la más polivalente lagun se haya usado
más en la acepción de compañero, y otra hacer afirmaciones como las de arriba. También extraña la
argumentación, puesto que si lagun significa “amigo” en dialecto vizcaíno y si los caristios habitantes de
Iruña-Veleia eran presumiblemente de dialecto vizcaíno, ¿qué tiene de raro un lagun “amigo” en una
ostraca?”. J. Martín Elexpuru, Comentarios (…), 16-17.

(vid. respecto a la teoría de la “vasconización tardía” http://www.amaata.com/2014/12/oir-campanas-y-


no-saber-donde.html y http://www.amaata.com/2014/12/la-vasconizacion-tardia-y-la-difamacion.html )

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Alicia Satué

Y, finalmente, se empleó el nominativo temático clásico en dos piezas procedentes del


sector 3 (UE 3037-B), datadas a principios del siglo V, halladas en un estrato de relleno que, por
eso mismo, podría, sin embargo, albergar piezas más antiguas recicladas junto a escombro: nº
10924 (a: BACVS/SEQVND/SERGINE; b: LIDII/ARAFI/ACME) y nº 11252 (CANVS FILIPVS
LVPVS).

El primero de estos grafitos recuerda a los nombres Sergio y Baco de los dos soldados
romanos que fueron convertidos en santos mártires en la ciudad siria de Rasafa, a partir de
entonces llamada también Sergiópolis y convertida en destino de peregrinación de devotos, al
haber sido muertos el 7 de octubre (día del santoral a ellos consiguientemente dedicado) del año
309 por orden de Antíoco de Oriente bajo la acusación de ser cristianos, a pesar de la gran
estima en que los tenía el emperador Maximiano (según se recoge en la obra escrita en griego
Pasión de San Sergio y San Baco285, cuya versión más antigua conservada data del siglo XI). Baco
murió el primero, golpeado con látigos por cuatro verdugos, y Sergio fue obligado a correr
dieciocho millas con un calzado lleno de clavos que atravesaban sus pies; finalmente, al resultar
milagrosamente ileso de la carrera, fue decapitado. Sergio era el primicerius de su ejército (algo
como comandante de la escuela de los gentiles), y Baco su secundarius: esto explicaría la palabra
SEQVND que fue escrita (con error ortográfico común de qu por cu) debajo del nombre Bacus en
el óstracon veleyense. También el grabado esbozado a continuación de este nombre, que
representa una palma, reforzaría la hipótesis de la interpretación de estos dos nombres como los
de los dos soldados mártires, ya que la palma era un símbolo empleado por los primeros
cristianos para denotar la victoria espiritual frente a la derrota carnal o material, y con ella en la
mano se le apareció Baco, rodeado por un resplandor, a Sergio cuando éste estaba en la cárcel
esperando su tormento, una vez muerto Baco286. Algunos historiadores modernos consideran
que Baco y Sergio eran amantes, siendo su relación un testimonio de la tolerancia ante las
parejas homosexuales de los inicios del cristianismo; basan esta idea en sus consultas del
contenido de ciertos manuscritos originales, algunos de los cuales se encuentran en los archivos
privados del Vaticano, en los que aparecerían mencionados entre otros ejemplos de unión
homosexual y como santos patrones de las uniones amorosas entre hombres287.

Posiblemente, por otro lado, las palabras grabadas en el reverso del óstracon (LIDII/
ARAFI/ACME) se referirían a lugares con ellos relacionados: ¿Arafi a la ciudad de Rasafa/
Resafa, Raṣappa en acadio, en griego Ράφης (Raphes), siendo su nombre bíblico Rezeph, y
Rasaappa, Rasappa, y Rasapien los nombres recogidos en la escritura cuneiforme con los que se
conocía la ciudad en la que fueron muertos, tratándose, entonces, Arafi de otra variante antigua
del topónimo, con vocal protética característica -por cierto- del tratamiento que hace la lengua
vasca de las palabras comenzadas por r-, como Erroma -Roma- o erlijio -religio-? ¿Acme a Acre,
tal vez con errata, donde, efectivamente, fue edificada una iglesia en honor de los santos
soldados? Y Lide, por su parte, es el nombre de una ciudad de Samaria situada en el reino

285 cf. Passio antiquior SS. Sergii et Bacchi Graece nunc primum edita, AB 14, Bruselas, 1895.
286cf. Pedro de Ribadenetra, Flos Sanctorum, De las vidas de los Santos (ed. Jayme Suriá), Tomo III,
Barcelona, 1704, 122-123.
287 cf. John Boswell, Same-Sex Unions in Premodern Europe New York, Villard Books, 1994.

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Alicia Satué

bíblico de Israel, llamada también Lidda y Diospoli, en la cual fue edificada una iglesia por los
apóstoles Juan y Pedro, quien habría obrado allí el milagro de sanar a un paralítico. Es posible
que esta ciudad guarde relación con algún hecho relacionado con estos dos santos, aun no
documentado.

En lo que respecta a Sergine, la palabra escrita a continuación de Bacus y Seqund, si


corresponde, como de hecho pareciera, al nombre Sergio, el porqué de que fuera escrito Sergine
(¿en acusativo atemático sin -m? ¿Por qué, siendo un nombre de la segunda declinación?) se me
escapa, aunque cabe la posibilidad de que se hubiera escrito el nombre abreviado (Sergi) y que
ne corresponda a la abreviación de otra palabra (que asimismo se me escapa, si así fuera); o tal
vez se confundieron los nombres Sergio y Serginius, y en ese caso se habría escrito e por ĭ
(Sergineus), fenómeno fonético extendido en el latín vulgar sobre todo a partir del siglo I d. C.288,
en el nombre abreviado (como también está abreviada la palabra que lo precede, seqund).

Cabe la posibilidad de que también en la pieza nº 11252 (CANVS FILIPVS LVPVS)


estén escritos los nombres de tres mártires, ya que junto al nombre Lupus se observa un grabado
que parece representar un racimo de uvas, siendo, como la palma, y junto con el lagar y la vid,
uno de los varios símbolos asociados a los mártires de los primeros siglos del cristianismo,
utilizado por los autores cristianos como metáfora de los restos mortales que los mártires dejan
en la tierra, entendida ésta como el lagar que es al mismo tiempo congregación de los frutos (los
fieles) y lucha interior y dolor, mientras el jugo del vino se eleva en sus almas hacia la morada
celeste289. El mismo Jesús es identificado con la uva prensada por el obispo y mártir Cipriano de
Cartago290, pues del mismo modo que nadie puede beber vino sin haber prensado las uvas (nisi
botrus calcetur ante et prematur), nadie podría beber la sangre de Cristo (el vino) si él no hubiera
sido -literalmente- pisoteado y aplastado (nisi Christus calcatus fuisset et pressus). Así, si fuera
cierto que la temática de este óstracon es el martirio cristiano, el nombre Filipus podría hacer
referencia al apóstol Filipo, que fue crucificado, como Pedro, boca abajo; Lupus es tal vez el
mismo Lupo que fue esclavo de San Demetrio de Tesalónica, muerto el día 26 de octubre del
año 306, día que el santoral le dedica (en el calendario juliano; en el gregoriano, en cambio, el 8

288 (vid. ns. 140, 141, 142, 143, 144, 145) “In the early Republic there are already signs that ĭ had an
open quality that caused it to be written sometimes as an e. It might have had some such value as closed
ě, but would have remained distinct from ē as long as the system of quantitative oppositions was in place.
The tendency to opening of ĭ shows up in non-literary documents of the first three centuries AD mainly in
the final syllable of verb endings. Throughout this period there is no trace of comparable opening of the
mid back vowel. In the next stage (as evidenced by later inscriptions particularly from Gaul and Spain)
opening of ĭ appears more extensively in different parts of the word, both in accented and unaccented
syllables (including, still, verb endings). At about the same time (between the third and the fifth centuries)
the stress accent can be seen to have affected the quantitative system, and the open quality of classical ĭ
would now have made it vulnerable to a merger with the original ē”. J. N. Adams, Social variation and
the Latin language, 67.

“In vulgar texts from most areas e is written for /i/ considerably more often than o for /u/, and it is likely
that the merger of /ō/ and /u/ is not as complete as that of /ē/ and /i/ (…) The importance of the letters
[ca. 100 d.C.] is that they make it certain that the falling together of /ē/ and /i/ had begun by the first
century”. J. N. Adams, The Vulgar Latin of the letters of Claudius Terentianus, 7, 11.
289
cf. Obras de San Agustín, Enarraciones sobre los salmos (trad. Martín Pérez), vol. XIX, B.A.C.,
Madrid, 1964 (83, 5, 172; 83, 9, 181)
290 Ep. 63, 7.

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Alicia Satué

de octubre). Demetrio desempeñaba un alto cargo en el ejército romano, entre el que practicó
proselitismo divulgando sus creencias religiosas, por lo que fue ajusticiado por el emperador
Galerio Maximiano, ante el cual confesó su fe cristiana. Demetrio legó su fortuna a Lupo, quien
la repartió entre los pobres. Tras el martirio de su amo, Lupo empapó una tela y el anillo de su
amo en su sangre y recorrió la ciudad portando estas reliquias y predicando la fe cristiana, al
mismo tiempo que curaba a los enfermos con la sangre de quien fue su amo. Fue perseguido
por los vigilantes de un templo pagano romano del que destruyó las estatuas de los dioses, pero
su dios cristiano le ayudó enloqueciendo a los vigilantes, los cuales se dieron muerte unos a
otros. Al saber el emperador Maximiano de estos hechos milagrosos, ordenó a sus soldados que
lo apresaran, pero, nuevamente, fue asistido por su dios, quien hizo que las flechas de los
arqueros fueran dirigidas contra ellos mismos. Finalmente, Lupo se entregó por propia
voluntad y fue pasado por la espada291.

Por lo que respecta al tercero de los nombres del grafito, Canus, podría aludir asimismo
a algún mártir del que no exista hoy constancia; el cognomen, que significa “canoso”, está bien
documentado en la epigrafía romana292.

El nominativo en -us de estos dos grafitos de -parece ser- temática cristiana se


justificaría en términos de adecuación respetuosa a la norma gramatical a la hora de escribir
nombres de santos, ya que en su supuesta cronología (el siglo V) el nominativo no estaría ya
operativo en la lengua hablada de Iruña-Veleia a juzgar por los datos que se extraen de piezas
datadas en la segunda mitad del siglo III en las que se escribió constantemente -o en lugar de -us
en los nombres de la declinación temática (vid. infra).

Así, pues, teniendo en cuenta los análisis dados a todos los nominativos en -us de Iruña-
Veleia, debe considerarse la posibilidad de interpretar las formas en -o no como nominativos
asigmáticos (como hizo la CCA), sino como acusativos que invadirían el lugar del nominativo y
que aparecerían reflejados fielmente a su pronunciación, es decir, con vocalismo o (< ŭ) y sin
rastro de la -m final, no articulada desde al menos el siglo III a. C. como prueban las
inscripciones arcaicas y evidencian también los graffiti de Pompeya y Herculano en los que es
frecuente su elisión (si bien en los dipinti o anuncios oficiales de las paredes de estas dos
ciudades sí está presente293, lo cual demuestra que su escritura respondía a pura convención
gráfica, como también lo demuestra el hecho de que fuera elidida más frecuentemente en las
palabras de las segunda, tercera, cuarta y quinta declinaciones que en las de la primera,
probablemente para evitar la confusión de la terminación -a de femenino singular con la del

291cf. Synaxarium Ecclesiae Constantinopolitanae (ed. H. Delehaye), Analecta Bollandiana 31, 1912,
258.
292CIL I, 2789: L(ucius) En(nius) Canus; CIL IV, 2473, Pompeya: P(ublius) Caselicius Canus; AE 2010,
00803, Britannia, Vindolanda: Canus; ERSegovia 10 = HEp 6, 853: ] / Canus / posuit / matri / Vadon/
{n}nia(e) Rebu(r)/rina(e) a/n(norum) XXXXX; IRPLeón 265 = ERPLeón 399: ]us Doi/[der]us f(ilius) /
Canus Can/ives f(ilius) / Caldaecus f(ilius) / Anna Mad/ugena f(ilia) / f(aciendum) c(uraverunt) (…)
293“At Pompeii and Herculaneum final -m was commonly written in dipinti, which is to be expected
since this style of writing adhered more closely to spellings used by the educated classes. However, in
graffiti, word-final -m was commonly omitted”. R. E. Wallace, op. cit. (Introduction), 31.

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Alicia Satué

neutro plural a la vez que para proteger la pervivencia del género neutro siquiera en la lengua
escrita294).

Puesto que el acusativo, como es bien sabido, invadía los lugares de los otros casos
en la lengua hablada -fenómeno que tenía lugar también en la de Iruña-Veleia, tal y como se ha
ido comprobando a lo largo de los capítulos anteriores-, la terminación de acusativo -o en
contextos en los que se esperaría un nominativo indicaría que tampoco este último sería ya
apenas operativo si no era en empleos fosilizados (como el de la marca de propiedad o la
filiación, según se ha observado en el capítulo del genitivo, o como mera convención gráfica a la
hora de escribir nombres propios) y que, por ende, la flexión latina, tal y como la conocemos a
partir del latín clásico, se encontraría ya en su crepúsculo en el siglo III, constando en la práctica
de una forma única procedente del acusativo, llamada comúnmente caso oblicuo, con una única
distinción de singular y plural, y auxiliada por las diferentes preposiciones a la hora de expresar
las distintas funciones sintácticas (excepto en el caso del sujeto y del atributo, que no admiten
preposición, y -cabe suponer- del complemento directo -al menos del no referido a personas-).
En otras palabras: el modus operandi del latín hablado del siglo III sería ya en cierto modo
semejante al de las lenguas romances modernas.

Sucede que el interpretar como acusativos las formas veleyenses en -o supondría que la
cronología atribuida oficialmente a dicho hecho, esto es, a que el acusativo ya se hubiera erigido
en el último superviviente de la declinación, se adelantara en varios siglos, por lo que esta
posibilidad fue siempre rechazada por los filólogos de la CCA295, en cuyos análisis, empero, se
detecta una grave confusión entre dos hechos diferentes (!), a saber: por un lado, la pérdida de
-s en el nominativo y, por otro, el empleo del acusativo en el lugar del nominativo, fenómenos
lingüísticos que son independientes entre sí y adscribibles, además, a distintas cronologías, por
mucho que sus respectivos resultados hayan coincidido en una terminación homófona y
homógrafa -o296.

Sin embargo, y pese a las reticencias de la CCA a admitir la uniformización del sistema
nominal en un único caso en el siglo III, consta que, desde antiguo, en la lengua hablada, el

294“In the Sangallensis of the Edictus Rhotari (seventh century) -a was far more often written for -am
than were -u/-o for -um and -em. This orthographic tendency shows up in other late texts as well, such as
the Anonymous Valesianus II. It can now be confirmed for a much earlier period, from the Bu Njem
ostraca of the mid third century AD. There the -a ending predominates over -am by 18:3, whereas the
-em ending is preferred to -e by 19:2. These latter figures may be disleading, because eighteen of the
examples of -em are in the greeting salutem, but the abnormal frequency of -a for -am is nevertheless
upheld by the figures for -u versus -um: these two forms are equally common (22 against 19)”. J. N.
Adams, Social variation and the Latin language, 130.
295“Tampoco cabe pensar en una invasión del caso acusativo en usos de nominativo, porque, si bien es
cierto, que donde comienza el caso acusativo a invadir al nominativo, en ocasiones es en listas (…) esto
ocurre en latín tardío en épocas muy posteriores a las postuladas para la época de estos grafitos y no
en nombres personales”. I. Velázquez Soriano, op. cit., 25-26.
296“Este cambio analógico de uniformización de todo el sistema nominal en un único caso no se dio
en el siglo III d. C., ni siquiera en época visigoda, según nos atestiguan las importantes pizarras
halladas en gran número por Zamora, Salamanca y provincias limítrofes de Portugal. En resumen,
existen en los epígrafes latinos de Hispania algunos ejemplos de falta de -s final, pero como ya mostró
claramente Carnoy en una investigación pionera a comienzos del s. XX son errores epigráficos, no
achacables a hechos de lengua”. J. Gorrochategui, Las armas de la Filología, 19. (!)

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Alicia Satué

acusativo era empleado en el lugar del nominativo para la expresión del sujeto y del atributo297
(las funciones del nominativo) e incluso en lugar del vocativo298, y también como caso por
defecto en contextos determinados (especialmente en listas, enumeraciones e inventarios), para
expresar una mera mención299, si bien también el nominativo puede aparecer en este tipo de
contexto sin que haya una razón concreta para el uso de uno u otro caso300. Esto ha de ser lo que
explica las formas veleyenses temáticas en -o, la mayor parte de las cuales aparece en listas: de
teónimos y reyes de Roma en nº 11530 (a: IVNO X DIANA X MINIIRVA X PROSIIRPINA/
IIISTA X CIIRIIS X IISCVLAPIO X BACO/MORFIIO X SYLVANO X IANO/POMONA X
PLVTON; b: ROMVLO TITO TACIO NVMA POMPILIO TVLIO HOSTI TARQVINO PRISC)301,
de escritores en nº 11426 (TACITO SIINII/HORACIO TIT/VIRGILIO/SALVSTI), de miembros
de la familia imperial en nº 13352 (a: IVIA-AVGVSTO-/TIBIIRIO/DRVSO/GIIR; b: CTAVIO-
(A?)V) y nº 12293 (CLADIO TITO IVLIO-CAIISAR), de obispos en nº 11156 (a: CIPRIANO PP
DOMICIANO; base: ANTONINO BAHO), de teónimos en nº 11428 (MONO/VVLCANO/
CIIRIIS/VERTVMNO/TELLVS), y en nº 11429 (PEREFONE/PROSERFINA/ARTEMIS/
DIANA/HADES/PLVTON-CRONOS/SATVRNO/(E)POLO/FEBO//EROS/CVPIDO//
BAC/ EFESTOS/VVLCANO//DEME/IONISO/BACO//HERA/ISTIA/VESTA//G/
SCVLAPIO//P/IVPITER/ADE), de personajes de la mitología en nº 11459 (a: FAVNO/
MAMIIRS/MAMIIRC; b: IVPITIIR) y de nombres propios de veleyenses -se entiende- en lo que
parece un juego en nº 12098 (a: DIANA PIITRONIO/MARCO/LIBIA; b: PIIT/MARC/LIBIA/
NIICIO/TRONIO/DI/). Otras piezas semejantes contienen una mera mención: nº 12292
(SIIRVIOTVLIO), nº 11419 (OCTAVIOAVGVS/TO), nº 11420 -con lo que parece transliteraciones
a jeroglíficos egipcios- (a: OCTAVIO/OC/TA/VIO/SYLA/b: LIIONIDA/MARCO), nº 12046 -
con grabados antropomorfos que corresponden a los nombres- (TITO-PAVLA-CIIACILIA-
VICT/IA IDIA PAV VI), nº 11709 (a: SIINIICA/SOCRATIIS/VIRGILIO/[¿M?¿N?]ISCART); b:
TIIATRO), nº 11039 -con grabados figurativos, entre ellos una nereida- (a: ROX/ANTOVNI/
FIIROX/LIDIA/AM; b: CAII ATILANO/LIBIA), nº 10599 (a: VRSI VRSO; b: VRSI MA), nº
11287 (SIICVANO,/ PRIMA/GIO), nº 12111 -en lo que también parece un juego, con grabados
humanos y lazadas entre los nombres- (a: DALIA RIA NIICIO; b: ORSVS/LIA/DA/MII), nºs

297cf. Pompeya, CIL IV 6853: XVI K(alendas) Feb(ruarias) coco venit; CIL IV 4257: vicinos fugitivos;
CIL IV 5279: Tu mortus es tu nugas es; CIL IV 8457: Saturio famelice.
298“El vocativo se confunde con el nominativo, sobre todo en la aposición: Plauto, Amph. 857 abin hinc
a me, dignus domino servus?, Pompeya 5399 Acti, dominus scaenicorum, vale; Pompeya 8783 amicus,
vale, etc”. V. Väänänen, op. cit., 197.
299 (vid. págs. 22-24) “In accounts, lists, and inventories of foodstuffs, household objects, etc., nouns
were inflected for accusative case without any verb being expressed. It is possible to understand a verb
of buying and / or selling for some inscriptions, but for other inscriptions in which objects were listed as
part of an inventory a verb of buying / selling is not apropos. It appears that the accusative case has
come to be seen as the standard case for listing items to be purchased or sold, or for making an
inventory of household items, etc.”. R. E. Wallace, op. cit., (Introduction), 35.
300 “Lists in general (as distinct from those in curse tablets) are variously in the nominative or
accusative (…) Since a list by definition usually has no expressed verbal syntax to keep the writer in
mind of the case structure, inconsistencies may creep in (...) writters setting out a list may simply lose
their sense of the syntax”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 227-228.
301Con el signo X separando los teónimos en una de sus superficies. La existencia del doblete Tullius/
Tullus debió influir analógicamente para la confusión de Tulo por Tulio (vid. n. 227 en relación a la
simplificación de -ll-).

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Alicia Satué

12709 (LVCIO/MARCO/LIBIA), nº 10968 (LVCIO/IV), nº 11433 (a: IIMV/RIIMO; b: ROMA), nº


12043 -con grabados- (VICTOR/PATHIIR/VICTOR/FILIO), nº 10911 (QVINTO-VARIVS), nº
10849 (V/IL/(…)II-PRIMA-V/C LIPVS PIO FILIO-MARCVS/T/A/MARIVS/CAII PIA), nº
10999 (MARCVS MARCI FILIO), nº 12291 (a: SIIRVIO TVLIO/VICTOR SIIRVIO; b:
PARMENIOS FILIIO), nº 12388 (RAMSIIS SIITI FILIO) y nº 13380 (a: SAMVIIL IIISVS NIITO/
VIILIIIAN / PATHIIR PONTIFICII; b: MARIO CAYO/MAXIMO PONTIFICII). Todas estas
piezas (excepto la nº 13380 que contiene el acusativo atemático pontifice) están datadas en la
segunda mitad del siglo III, y fueron descubiertas en el sector 5, en el lugar donde los
arqueólogos han propuesto la existencia de una especie de paedagogium. Muestran nombres
propios, excepto nº 11709, que contiene la palabra teatro junto a un grabado que representa de
forma esquemática un teatro romano y, en su reverso, lo que parece una máscara teatral.

Nótese que los nombres atemáticos, excepto la palabra pontifice en nº 13380, aparecen en
nominativo (Caesar, Tellus, Victor, Mamers) a modo de formas fosilizadas en este caso, y tal como
han pervivido hasta la actualidad. También llama la atención (por coherente) que Tellus (con
genitivo Telluris, de la tercera declinación y no de la segunda), el nombre romano (Tellus Mater/
Terra Mater) de la diosa griega Gea (Tierra), no aparezca tematizado o confundido con un
nombre temático masculino en -us (y, por tanto, sin la terminación -o-cf. telúrico-302).

A pesar de que, especialmente en la lengua escrita, y por motivos de conservadurismo


gráfico, el empleo del acusativo en lugar del nominativo tendía a ser evitado en los nombres
propios303, todos los ejemplos veleyenses de formas en -o son nombres propios excepto el
sustantivo filio y el adjetivo pio, que aparecen no obstante en aposición a un nombre propio
escrito precisamente en nominativo, y el sustantivo neutro teatro en nº 11709 (TIIATRO), escrito
así y no theatrum, préstamo del griego θέατρον, con la falta de ortografía t por th común en la
epigrafía romana por no tener el latín la oclusiva dental sorda aspirada correspondiente a la θ
del griego304.

En algunas piezas -nº 10911 (QVINTO VARIVS), nº 10849 (PIO FILIO MARCVS), nº
10999 (MARCVS MARCI FILIO), nº 12291 (SIIRVIO TVLIO/VICTOR SIIRVIO/PARMENIOS

302 Se documenta en Clunia (ca. 1030) un único singular en -u precisamente en el término Tellu frente a
los otros en -o en las palabras temáticas (cf. R. Menéndez Pidal, op. cit., 169).
303“El mantenimiento del nominativo en -us (o caso recto), frente a la desaparición de otros casos o la
tendencia a la expansión del acusativo es permanente y absolutamente predominante, al menos en
época bajo imperial, pero puede afirmarse que en nombres propios la resistencia es aún mayor. Aunque
podemos encontrar ejemplos tempranos de usos de acusativo en -um, pronunciado incluso -o por pérdida
de -m final y apertura de u breve en o y, por tanto confusión entre dativo y acusativo, conviviendo con
formas regulares en -us, el mantenimiento por el peso de la tradición gráfica y por el valor funcional
de, al menos, un caso recto y uno oblicuo, como restos del sistema flexivo, hace que permanezcan en la
lengua escrita de forma mayoritaria –sólo excepcionalmente y en palabras del léxico común, pueden
verse algunas alteraciones tempranas-, pero en el caso de nombres personales la tendencia es absoluta,
por no decir sistemática, y sólo en épocas muy tardías –hacia los siglos VI-VII d.C., o ya en textos
medievales, cuando el latín es una lengua escrita, frente a las lenguas romances vivas – puede verse
evolucionado.” I. Velázquez Soriano, op. cit., 25.
304 (vid. ns. 215, 258) cf. CIL 10, 03772: teatro; CILA-03-01, 00084: amp[h]iteatro.

“Fuera de toda lógica, la palabra está escrita realmente en castellano, por theatrum”. I. Velázquez
Soriano, op. cit., 21. (!)

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Alicia Satué

FILIIO) y nº 12388 (RAMSIIS SIITI FILIO)-, las formas en -o podrían parecer a primera vista
dativos clásicos si no fuera porque las evidencias de otros grafitos del corpus apuntan a que se
trata también de falsos nominativos, es decir, de acusativos en -o que se encuentran en aposición
a nombres propios en las piezas en cuestión: en efecto, en el citado óstracon nº 13380 (MARIO
CAYO/MAXIMO PONTIFICII) y también en el nº 13373 (SAMVIIL IIISVS NIITO305/
VIILIIIAN/PATHIIR PONTIFICII), ambos procedentes del sector 6 (UE 6076) y datados a fines
del siglo III o principios del IV, el acusativo atemático pontifice(m), escrito de la forma esperada,
esto es, sin -m (siendo pontifex el nominativo de esta palabra), demuestra que las formas en -o a
las que acompaña en calidad de aposición (y, por tanto, con las cuales está concertado) son
asimismo acusativos306 (¡en ningún modo ablativos, como interpretaron algunos expertos de la
CCA!307). Samuel y Iesus, por su parte, son nombres propios exóticos (bíblicos), tratados por ello
como invariables, del mismo modo en que pater (en este grafito -y en otros- pather, con falta de
ortografía th por t, tal vez intencionada y con el objeto de distinguir el padre biológico del título
de padre espiritual, como propone a modo de hipótesis la arqueóloga de Lurmen Idoia Filloy308)
se documenta como nominativo invariable309. También la pieza nº 11434 (PATIIR NOSTRVM)
mostraría otro ejemplo del mismo fenómeno (a menos que nostrum sea un genitivo plural en
una expresión grecizante), donde el acusativo nostrum concertado con el nominativo invariable
pater (esta vez sin la grafía th por t, aun refiriéndose, obviamente, al padre espiritual)
evidenciaría una vez más la invasión del acusativo en los contextos sintácticos en los que se

305La forma neto por natus está ampliamente documentada, especialmente en los cognomina compuestos
de origen heleno: AIIRoma-02, 00054: Eusynetus; AvPergamon 00014: Aris]tanetus; CEACelio 00097:
Epaenetus; CIL 04, 001474, Regio I: Aptonetus; CIL 06, 06823, Roma: Diognetus.
306“Es absolutamente incongruente la presencia de PIO FILIO por pius filius”. I. Velázquez Soriano,
op. cit., 26. (!)
307 “La forma PONTIFICII nos remite en latín a un ablativo, caso en el que debemos suponer estarían
el resto de los términos con él relacionados. Sin embargo, desde un punto de vista lógico no tiene sentido
una expresión de este tipo en ablativo sobre este soporte (…) PONTIFICII como ablativo no tiene ningún
sentido, pues debería aparecer como nominativo como Samuel, Iesus y pather. Nos inclinamos a pensar
que PONTIFICII debe entenderse como la palabra castellana “pontífice” y que el texto “Mario Cayo
Máximo Pontífice” está en esta lengua”. P. Ciprés - J. Santos Yanguas, op. cit., 34-35. (!)

“Existen graves problemas sintácticos en la unión de formas de nominativo como Samuel, Iesus y Pater
con otras de ablativo (o a lo sumo de caso régimen), como Pontifice”. J. Gorrochategui, Dictamen (…),
25.
308 “Es significativo que esta h se coloque sobre todo en piezas con un indudable sentido religioso,
salvo aparentemente en una, la IR-12043, donde los textos VICTOR PATHER y VICTOR FILIO se
asocian a sendas figuras. Sin embargo esta pieza puede no tener el significado banal que aparenta tener
(referido a un Victor padre y a un Victor hijo) y quizás sea parte de un mensaje también de carácter
religioso (si consideramos que Victor se refiere al epíteto victorioso). Como indicio de esto mismo, está
también el hecho de que aparezca un PATER FAMILIAE, sin h, único caso en el que el significado
está claramente fuera de este carácter religioso. En este sentido, podemos proponer que quizás, en
Iruña, estemos ante un caso en el que se quiso dar a lo escrito un valor más allá de su significado, si
suponemos que esa -H- se usó en PATHIIR con un sentido intencionado”. Idoia Filloy, Informe sobre
los textos en latín de los grafitos de carácter excepcional de Iruña-Veleia, 363-364 (vid. n. 215 a
propósito de la falta de ortografía th por t).
309“Löfstedt gives further examples from Spanish medieval documents, including mater for matrem,
soror for sororem and uxor for uxorem. The Spanish medieval documents discussed by Bastardas Parera
under the nominative with the function of other cases contain (in other uses than the appositional
construction) personal names, Deus (dependent on the preposition ad), a form that passed into Spanish,
mulier, uxor, pater, rex and also homo”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language,
219-220.

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Alicia Satué

esperaría un nominativo. Por otra parte, la terminación clásica de nostrum por nominativo (o
vocativo) noster plantea el interrogante de si este adjetivo posesivo habría sido convertido ya en
el siglo III en la forma romance nostro310, que aquí aparecería con una terminación hipercorrecta
-um debida probablemente a la pretensión de clasicidad de los textos cristianos.

Las palabras femeninas no aportarían información a este respecto, ya que la terminación


de nominativo y de acusativo singular es igual (-a) una vez perdida la -m de acusativo;
convendría observar la flexión del plural, mas aparentemente no ofrece ningún ejemplo en el
corpus de Iruña-Veleia. La flexión temática del plural apunta en la misma dirección que la del
singular, pues el único ejemplo del corpus es el acusativo [s]alios en nº 11306 (VIISTA-AVGV/
ALIOS-FLAMI/PONTIFICIIS), inserto en una enumeración de sacerdocios a modo de falso
nominativo311.

Parece obvio que las formas temáticas veleyenses en -o son acusativos y que, por tanto,
la invasión del acusativo en los lugares del nominativo es un hecho en la Iruña-Veleia de la
segunda mitad del siglo III (a pesar del empeño de la CCA en no considerar esta posibilidad312).

Las palabras de la flexión atemática, en lo que respecta a esta cuestión, interesan sólo en
el singular por ser su forma de nominativo y acusativo de plural igual (-es), y, efectivamente,
también se observa en ella la invasión del acusativo en el lugar de un nominativo313: aparte de la
forma mencionada más arriba pontifice, en nº 13373 (IOSHII GALIMATIIA/IIT MIRIAN/
VIRGINII/ ```III[…), “José de Arimatea y la virgen Mirian ```Ie[¿sus?’’’]” se lee virgine y no
virgo (la forma de nominativo) en la mención de la virgen, llamada, por cierto, Mirian en este
texto, con el error ortográfico -n por -m común en Hispania, y no Miria como en nº 13374314; en
cuanto a la mención a José, Ioshe Galimatea muestra una interesante confusión con la
construcción ab Arimathea, “de Arimatea”, que evidencia la extrañeza de la preposición clásica
de ablativo de procedencia ab, presumiblemente ya no operativa en la época en cuestión en el
norte de Hispania, pues habría sido ya sustituida en la lengua hablada por la superviviente hoy

310 A la manera del adjetivo atemático pauper, pauperis tematizado en la forma pauperu (vid. n. 311).
311Hay un nominativo temático del plural en nº 12431 (BIIATI PAVPERV SPIRITV), que al aparecer en
una bienaventuranza bíblica (“Beati pauperes spiritu”, Mateo, 5, 3) no refleja la lengua hablada; no
obstante, el grafito muestra el adjetivo atemático pauper, pauperis tematizado en pauperu (que aparecería
por paupero, con terminación -u seguramente analógica a spiritu, concertando el adjetivo con spiritu y no
con beati, como en el original), innovación del habla vulgar que derivó en el italiano povero/-a y que el
castellano, en cambio, no conservó, manteniendo la forma clásica paupere(m) > pobre.

cf. App. Probi 41: acre non acrum, pauper mulier non paupera mulier; Orat. Visig. 1193: pauperum;
CIL IV 10047: Abomino paupero / quisqui quid gratis / rogat fatus est / aes det et ac /cipiat rem.
312“Además de las formas “castellanizadas” no sólo por el final en -o frente a -us (y que en este
conjunto no deben entenderse como vulgarismos de la pérdida de la flexión nominal)”. I. Velázquez
Soriano, op. cit., 13. (!)
313Por razones obvias no son tenidas en consideración las formas que aparecen en sentencias, como en nº
12396 (OVNMIA VINCIT/AMOR), “todo lo vence el amor”, con errata en ounmia por omnia, cita de la
Égloga X de las Bucólicas de Virgilio, y en nº 11811 (HOMO PROPONIT SIID DIIVS DISPONIT), si
bien homo (como también deus) pertenece al conjunto de nominativos invariables (vid. n. 309).
314 vid. págs. 40-41 (y ns. 90, 91 al respecto de n por m).

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día de315. El mismo acusativo virgine se lee también en nº 11019 (VIRGINII MEO CVORII), ”la
virgen (¿es/en?) mi corazón”, donde también la forma neutra atemática cuore316, igual a la del
italiano moderno, podría ser interpretada como un acusativo tratado como masculino al
presentar la terminación -e (siendo cor la forma clásica de nominativo y acusativo, y corde la de
ablativo, documentada así en nº 12430).

En nº 12379 (IVPITIIR/MARTII/CIIRIIS), Marte aparece en acusativo (sin -m) mientras


que Iupiter y Ceres son nominativos. Se trata, obviamente, de formas invariables que, en cada
región del imperio, fueron fosilizadas ya a partir del nominativo, ya del acusativo, en función
de cuál fuera la forma generalizada del nombre en cuestión317: tanto el acusativo Marte como los
nominativos Iupiter y Ceres son idénticos a como conserva estos teónimos el castellano, que
presenta formas fosilizadas a partir de nominativos como Júpiter, Juno o Venus y otras de
acusativos como Baco, Saturno, Mercurio, Vulcano, Neptuno, etc. junto a Marte; sin embargo, a
diferencia del castellano, el italiano conserva los acusativos Giove (de Iovem, siendo Iovis el
nombre alternativo a Iuppiter), Venere, Cerere, Giunone, y, al igual que el castellano, los acusativos
Marte, Mercurio, Saturno, Vulcano, Neptuno, Baco, etc. Por tanto, la coincidencia entre las formas
presentes en los grafitos veleyenses y las actuales del castellano convierte estos grafitos en muy
coherentes y congruentes318, y supone en realidad un dato a favor de la autenticidad de las
piezas en las que se encuentran, y no a favor de su falsedad, como juzgó la CCA319.

315(vid. págs. 43-44 en relación a la preposición ab en el corpus veleyense) “La grafía IOSHE por
Ioseph (o mejor, Iosephus) resulta inadmisible, sin explicación fonética, pero aún más GALIMATIIA
(…) La mera presencia de esta palabra evoca el actual “galimatías” un [sic] galicismo penetrado en
castellano modernamente (…) lo incuestionable es que se trata de un galicismo no anterior al s. XVIII en
castellano y que la presencia en este grafito supone la mención intencionada de un nombre, cuya
aparición habría servido para confirmar una de las supuestas etimologías propuestas para dicha
palabra”. I. Velázquez Soriano, op. cit., 31. (!)
316 vid. págs. 31-33 a propósito de cuore y de otras formas veleyenses del neutro clásico atemático cor.
317 “Sucede que un nombre que toma una forma dada de una manera más o menos constante, queda
fijado en esta forma”. V. Väänänen, op. cit., 207 (cf. E. Löfsted, op. cit., 131-138).
318 “It was not exclusively the accusative that produced the Romance forms of nouns. Some nouns of
the third declension derive from the Latin nominative instead: e.g. It. uomo, sarto, ladro, suora, moglie,
prete < homo, sartor, latro, soror, mulier, presbyter (...) All of these designate human beings, i.e. they are
animates rather than inanimates (...) This tendency helps to explain why some nominative forms are
reflected in Romance, against the general trend for the accusative to live on (…) Concrete inanimate
nouns are far more often found in the accusative than the nominative in Latin, whereas personal
names (...) are frequently in the nominative (or vocative, which is often indistinguisable from the
nominative)”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 202-203.
319“Marte se encuentra en una enumeración de tres formas de divinidad, entre Iupiter y Ceres. Ambas
formas son formas correctas latinas de nominativo sing.; esperaríamos por tanto, Mars; o bien, de
haberse producido ya una asombrosamente temprana sustitución del nominativo por el acusativo (¡),
esperaríamos la serie Iove, Marte, Cerere. La secuencia que hallamos es correcta solamente desde los
parámetros del español moderno”. J. Gorrochategui, Dictamen (…), 23. (!)

“Estos dos ostraca de Iruña nos muestran en sus listas datos incoherentes: formas con -s final
conservada (Venus, Ceres, Tellus) y formas sin -s (Vertumno, Vulcano, Iullo), unidas significativamente a
un mantenimiento de timbre en las primeras y a fusión en las segundas. Una interpretación que
entendiera las formas en -o como acusativos (hay ejemplos de accusativus pro nominativo en listas)
choca con las formas exclusivamente nominativas de las demás palabras: no tenemos ni Tellure, ni
Cerere, ni Venere”. J. Gorrochategui, Las armas de la Filología, 19. (!)

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De hecho, los nominativos atemáticos que aparecen en nº 11530 (CIIRIIS), nº 11530


(IVNO), nº 11429 (PLVTON), nº 11428 (TIILLVS), nº 11623 (CAIISAR), nº 12293 (IVLIO-
CAIISAR), nº 11417 (VARRON), nºs 12043, 11319, 12294 y 12291 (VICTOR), nº 10774 (PASTOR),
nº 11039 (FIIROX) y nº 11414 (CONSVL CONSVALIA320) son idénticas a las que mantiene el
castellano si se exceptúa feroz, adjetivo que procede del acusativo feroce(m), justificándose
probablemente la excepción porque en el grafito veleyense Ferox no es un adjetivo, sino un
cognomen que sólo como tal sería fosilizado en su forma de nominativo -y que está
documentado en la epigrafía romana321-. Es llamativo, a este respecto, por su coherencia, que en
nº 12293 se lea Iulio-Caesar, apareciendo el primer nombre (temático) con terminación -o y no
-us, y el segundo (atemático) como nominativo fosilizado, tal y como se mantiene en castellano,
y además unidos los dos nombres referidos a la misma persona mediante un guión322. Lo
mismo cabe decir acerca de VICTOR PATHIIR VICTOR FILIO en nº 12043, donde Victor está en
la forma del nominativo fosilizado igual a la del antropónimo que pervive en la actualidad,
mientras que la aposición filio está en el caso oblicuo; la palabra pather, considerada nominativo
invariable de la lengua hablada, muestra la grafía th por t que aparece en esta misma palabra en
otros grafitos323. En cuanto a PLVTON (nº 11429), en el nominativo presentaba el doblete Pluto/
Pluton en el latín clásico, calcada la segunda forma de la griega Πλούτων. El castellano Plutón
procede, probablemente, de un nominativo Pluton convertido en invariable, ya que en el grafito
no se lee Plutone, la forma que se conserva en Italia, derivada del acusativo Plutone(m). Tal vez
por analogía con la forma elegida para este teónimo, se habría generalizado en Hispania un
nominativo invariable en -n para las palabras atemáticas de tema nasal, de modo que el camino
para la fijación del nombre Varron (y no Varro) quedara abierto: es la forma que conserva el
castellano y que aparece en nº 11417 (VARRON)324. Sin embargo, el nombre de mismo tema
consonántico Simón aparece en Iruña-Veleia en acusativo en nº 13956 (SIMONE).

320 “Son típicos del latín vulgar los plurales neutros sustantivados de adjetivos en -alis con sentido
colectivo, tipo poco representado en la lengua antigua y clásica: Lupercalia, Saturnalia, sponsalia;
postclásicos y tardíos: minutalia “pequeños detalles” (…) En romance adquiere un matiz peyorativo”. V.
Väänänen, op. cit., 157.
321cf. CIL 11, 02347, Clusium, Etruria: Sex(tus) Granius / Sex(ti) f(ilius) Arn(ensi) / Ferox; AE 1979,
00028, Roma: Sex(tus) Cassius / M(arci) f(ilius) Cam(ilia) Ferox / vix{s}it annos XX; CIL 13,
10010,0891, Lugudunensis, Noviodunum: Ferox f(ecit); CIL 13, 01328, Aquitania, Bituriges Vivisques:
Atriani / Atuani fil(ii) / Andecarius / Ferox curavit / ex testament(o) / Atriani (…)
322“En las inscripciones de la época imperial, el nominativo tiende a convertirse en una especie de
forma básica, sobre todo en nombres propios”. V. Väänänen, op. cit. 207.
323 vid. ns. 215, 308 en relación a la grafía th y n. 218 (nominativos invariables entre los cuales pater).
324 “La forma Pluton (atestiguado dos veces en listas de divinidades) es inexistente en latín. Podría
argumentarse a la desesperada que en el grafito 11429 (lista de divinidades por parejas greco-latinas)
Pluton fuera un helenismo; es decir, una transcripción de la forma griega Πλούτων. Pero teniendo en
cuenta que el escriba ha sido incapaz de transcribir la divinidad griega Φοιβος correctamente al latín
culto Phoebos, o a lo sumo Phoebus, habiendo utilizado en su lugar una forma enormemente vulgar como
Febo, dicha explicación para la forma Pluton resulta insostenible. Es, pues, una forma meramente
española. En cuanto a la forma Varron, ni siquiera como helenismo se puede explicar; es sencillamente
inexistente en latín”. J. Gorrochategui, Dictamen (…), 23-24. (!)

“Más anómala, si cabe, resulta la presencia del nombre Varron que supondría ya la evolución a partir
del acusativo del nombre personal, ya que éste es en latín -o: Varro-onis. Lo mismo podría estar
sucediendo en el caso de Pluton, donde lo habitual es la flexión Pluto-onis, pero al no ser desconocida la
grafía Pluton, tomada a partir del griego Πλούτων-ωνος, no la considero como otra grafía irregular
aquí, en aras de un estricto rigor en el análisis”. I.Velázquez Soriano, op. cit., 26. (!)

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Finalmente, en el óstracon nº 12459 (AMOR ABSVRDO), el adjetivo en caso oblicuo


absurdo acompaña al sustantivo amor en nominativo, debido quizás a que el grabador quisiera
hacer un juego de palabras, como sugiere el hecho de que el grafito está escrito en espejo de
modo que en realidad se lee ROMA (con R invertida) y no AMOR, lo cual podría haber forzado
el mantenimiento de la forma de nominativo, y podría explicar por qué no se escribió amore. O
tal vez amor fue uno de los nominativos que permanecieron invariables en Hispania, motivado
ello o bien por ser una palabra proclive a ser usada en vocativo al dirigirse a un ser amado, y
por tanto fosilizada en esa forma, o bien por ser adjudicada -pues lo era, como constata la
literatura latina- al dios del amor para referirse a él, sustituyendo los nombres romano y griego
respectivamente Cupido y Eros.

Todas las piezas citadas hasta aquí (excepto las que contienen la palabra pontifice, del
sector 6, datadas a finales del III o principios del IV) pertenecen al mismo contexto estratigráfico
(sector 5, UE 51144) y son, por tanto, de igual cronología (segunda mitad del siglo III). En ellas
se detecta, en ambas flexiones temática y atemática, el uso del acusativo en detrimento del
nominativo (si bien ciertas formas de nominativos atemáticos clásicos se mantienen intactas a
modo de palabras invariables, conservándose en la misma forma en el castellano).

Procede añadir aquí dos formas en -o que aparecen no usurpando lugares de


nominativo, sino desempeñando una función de acusativo, insertos en un contexto sintáctico
(esto es, dependientes de un verbo): uno es el que cabe suponer el nombre propio Sumo en nº
21658 (NAHI/SIIT/SVMO/LIBERATE) en función de complemento directo del imperativo
liberate (¿“Liberad a Nahi, Set, Sumo”?), junto a otros dos nombres no latinos, en un grafito
sobre un peso de telar que -es sólo una hipótesis interpretativa- pudo ser arrojado al lugar
donde acaso tres personas estarían presas para reclamar su libertad325. El segundo es el adjetivo
certo en nº 10710 (BAR. M. CIIRTO SCIO), que aparecería en acusativo con la función de
adverbio (por certum326) y complementaría al verbo scio “saber” conjugado en primera persona
del singular (“sé cierto”, “sé ciertamente”, esto es, “sé bien”), en el giro del latín coloquial327
(aun raro antes de baja época) conocido desde Terencio que se vale del adjetivo neutro para los

325 Sumo podría ser la abreviación de nombres documentados en Hispania (y no sólo) como Sosumus
(¿por Zosimus? -vid. n. 164) y Onesumus: ERAEmerita 00381, Lusitania, Emerita: D(is) M(anibus)
s(acrum) / Val(erius) / [O]nesiphorus / [a]nnor(um) XVII / [h(ic)] s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) /
Onesumus / suo / [b]e(ne) merenti / [f]ecit; CIL 02, 00445 (p LI), Lusitania, Egitania: Lucretia Avita
an(norum) III / M(arcus) Lucretius Onesumus(!) / Aponia Fundana / filiae f(aciendum) c(uraverunt); CIL
02, 00425, Lusitania, Enfia: Deo / Mercuri(o) / Aponius / Sosumus(!) / a(nimo) l(ibens) v(otum) s(olvit);
LICS 00032, Hispania citerior, Avela: ]si [Cor]nel(ius) So[su]/mus Laetus / d(e) s(uo); CIL 02, 05856,
Hispania citerior, Complutum: D(is) M(anibus) / Atil(iae) Senarioni / Atil(ius) Sosumu(s) / ux(ori) et
lib(ertae) an(norum) / XXX f(aciendum) c(uraverunt) m(ater?) p(ater?) f(rater?) / h(ic) s(ita) e(st) s(it)
t(ibi) t(erra) l(evis); Bloch 00308, Latium et Campania / Regio I, Ostia Antica: Sosumus / Fulvi ser(vus)
326“-o y -um generalmente coincidían en la pronunciación (multum = multo, etc.). Son raros en San
Jerónimo, pero comunes en otros escritores tardíos (…) Muchos de estos adverbios se conservaron en el
habla popular, como ital. alto, basso, caldo, chiaro, piano, poco; de aquí que otros adjetivos pasaran a
usarse como adverbios (como ital. forte, soave), y en rumano pueden tener tal empleo casi todos los
adjetivos (como greü, noü)”. C. H. Grandgent, op. cit., 55.
327“At 645, line 9 (si ita gessisti negotium cum Caesarianis, fac ut certum mihi [r]e[s]scribas ut ego
pa[tr]i meo sic resscribere possim) certum is not the direct object of rescribas but is adverbial (…) cf. for
example Ter. Eun. 111 arbitror, certum non scimu’; B.Hisp. 22.4 cum certum comperisset legatorum
responsa ita esse gesta”. J. N. Adams, The new Vindolanda Writting-Tablets, 569-570.

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usos reservados al adverbio (en este caso, a certe328). En cuanto a la traducción del grafito, Bar-
podría ser el comienzo de un adjetivo (baro329 “torpe, imbécil,” bardus “estúpido, pesado,”
barbarus330, barbatus, barbas331…) funcionando como complemento predicativo de un nombre
propio en función de complemento directo del verbo scio cuya inicial fuera M, o al revés, podría
corresponder al comienzo de un nombre propio abreviado funcionando como complemento
directo, y M a la función predicativa: ¿mortuum?; sea lo que sea, el óstracon en sí hace pensar en
que se trate de una tabella defixionis mediante la cual acaso se deseara muerto a alguien cuyo
nombre comenzara por Bar-, o bien, ya muerto éste (hecho que el grafito celebraría), se
maldijera su alma dondequiera que estuviese (en algún lugar del más allá) mediante el texto “sé
de cierto muerto a Bar-”. La cultura romana, supersticiosa, era dada a esta clase de rituales
mágicos, practicados, normalmente, con el fin de manifestar un odio profundo hacia alguien
cuyo nombre se escribía junto a símbolos o dibujos considerados mágicos en una lámina de
plomo (o, en su defecto, sobre cualquier otro tipo de soporte) que después se colocaba en un
sepulcro, un templo, un pozo o un manantial de agua caliente para que las divinidades o
potencias sobrenaturales intervinieran sobre el alma del maldito. Dado que este texto no fue
escrito sobre cerámica, sino sobre un hueso de cerdo, y dado también que fue hallado en un
lugar del sector 12 correspondiente a una cisterna, y teniendo en cuenta, en fin, que junto al
texto se grabó la figura esquemática de un cerdo, quizás no estaría desencaminada la
interpretación de este óstracon como una tabella defixionis doméstica332.

328 “Algunas relaciones de circunstancias se expresan, además de por los adverbios propiamente
dichos, por acusativos de adjetivos neutros, de los que algunos se fijan en verdaderos adverbios:
multum, plus, plurimum, ceterum, primum, facile. Por analogía con adjetivos neutros en función de
complemento de objeto, como Ter. Phorm. 411 num iniquom postulo? “¿es que pido algo fuera de
lugar?,” se ha podido decir, por ejemplo Plaut. Mil. 822 magnum clamat “grita mucho,” longum dicere,
breve dicere (o facere) “ser pesado”,“ser breve” (desde Horacio). Tales casos, sin embargo, son raros
antes de la baja época, y hasta es posible que estén calcados del griego. Servius, Gramm. IV, 446 (s. IV-
V) llama “solecismos” a los giros torvum clamat “lanza gritos de amenaza”, pulchrum legit “lee bien”,
delicatum loquitur “habla dulcemente”; Gesta Francorum 14, 38 carum emere “comprar caro.” Este
modo de expresarse se ha desarrollado más o menos en todas las lenguas románicas: fr. parler haut,
crier fort, tenir bon, boire sec; it. parlar forte, andar piano, veder chiaro, sudar freddo; esp. saber cierto,
sonreír hermoso, etc.” V. Väänänen, op. cit., 268-269.
329“In Lucilius and Cicero baro is used in the sense ‘blockhead, lour’ (...) This word is considered to be a
borrowing from Etruscan, like various other terms of abuse. Later a Germanic word baro, -onis survives
in Romance languages, in Spain (varón) and Portugal (varão) with an extended sense ‘man’ (cf. Gallo-
Romance reflexes meaning ‘courageous man’). The republican word meaning ‘blockhead’ cannot be
linked to an Ibero-Romance reflex such as varón if the two are of different origins (…) A correspondence
between the language of some curse tablets found in Britain (mainly at Bath) and Frankish law codes
from the former Gaul is to be found in the use in both of the Germanic word baro for ‘man’ in opposition
to words for ‘woman’ (…) Baro seems very much a north-western word, but it remains uncertain by what
route it found its way into British curse tablets; it had probably been introduced to Britain by soldiers of
German origin.” J. N. Adams, The Regional Diversification of Latin 200 BC-AD 600, 391-392, 599-600.
330
“Martial has an interesting use of barbarus which anticipated an Ibero-Romance meaning”. J. N.
Adams, The Regional Diversification of Latin 200 BC-AD 600, 431.
331“A notable word is that for ‘uncle’, barba(s), -anis, which established itself in Italy in the late period
before being largely displaced by thius (…) The origin of the word is disputed. It has been taken as a
germanic (Lombard) loan-word, or as barba ‘beard’ used pars pro toto of a mature, ‘respected’ man,
thence ‘uncle’.” J. N. Adams, The Regional Diversification of Latin 200 BC-AD 600, 511.
332vid. n. 282 y págs. 96-ss. al respecto de las tabellae dexinionum (y págs. 102-103 en relación a la
también posible interpretación del grafito NAHI/SIIT/SVMO/LIBERATE dentro de este tipo concreto de
epigrafía).

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Alicia Satué

De la existencia simultánea de nombres en -us y de los muchos otros terminados en -o


en contextos en los que se esperaría un nominativo parece deducirse que los veleyenses del
siglo III eran conscientes de que la forma correcta de enunciar un nombre era la del nominativo
y que harían uso de este caso en determinadas situaciones, especialmente para el registro de la
propiedad, aplicándolo, por tanto, y en esas situaciones determinadas, a nombres propios, mas
no en la cotidianidad de la lengua hablada, en la que los nombres temáticos masculinos (y los
neutros) serían terminados en -o. Si la lengua escrita (y culta) mantuvo operativos hasta fecha
tardía los nominativos clásicos en -us, ello ha de interpretarse solamente como conservadurismo
gráfico, y no como realidad lingüística. De modo que, en lo que respecta a la sintaxis del latín al
uso en Iruña-Veleia de la segunda mitad del siglo III, y si los análisis realizados a todas las
formas veleyenses en -us, así como las conclusiones derivadas de esos análisis, son acertados,
puede afirmarse que el caso acusativo (oblicuo) invadiría casi sistemáticamente el lugar del
nominativo (o caso recto), como también el de los otros casos, tal y como se infiere de las
observaciones que se contienen en los capítulos anteriores, convertido ya, entonces, en el caso
único que los expertos denominan el caso régimen universal.

Por su parte, este falso nominativo constata el cambio vocálico de ŭ en el timbre -o que
caracteriza al género masculino (y al neutro de los fósiles supervivientes) en lenguas romances
como el castellano, el gallego, el italiano o el portugués: lógicamente, la terminación del plural
del acusativo -os tuvo que ser una fuerte razón añadida para evitar utilizar el nominativo -us
(cuya u se pronunciaría muy cercana, si no igual, a o), lo que provocaría confusión al igualar las
terminaciones del singular y del plural, siendo ésta, prácticamente, la única distinción que
mantiene la flexión de las lenguas modernas (si se exceptúa el rumano, que conserva algunos
vestigios de la antigua flexión).

Y es éste otro de los problemas señalados por la CCA en relación a los grafitos latinos: la
evolución ŭ > o no podría estar ya consumada en el siglo III, sino que habría tenido lugar más
tarde333. Prueba de ello serían, según la CCA, el hecho de que las pizarras visigóticas de los
siglos VI y VII contienen abundantes acusativos terminados en -u (sin -m) o el que el euskera
muestre en los préstamos del latín un vocalismo u y no o, como en zeru “cielo” < caelum334. Los
argumentos de la CCA, sin embargo, no son en absoluto consistentes. El primero de ellos,
porque la lengua que contienen las pizarras visigóticas no es reflejo de la hablada, sino de su
convención escrita335, por mucho que en ocasiones se aparten de ella en detalles como la

333“En muchos documentos latinos de carácter vulgar hay testimonios de confusión gráfica entre u
breve y o larga que deviene una o larga cerrada. En castellano el resultado final es -o, desembocando
en la misma desinencia tanto el dat. abl. sg. (antigua o larga) como el ac. sg. (antigua -um, tras pérdida
de -m). Pero esta fusión definitiva no se dio en el s. III d.C.”. J. Gorrochategui, Las armas de la
Filología, 24.
334“Las pizarras visigóticas, de los siglos VI y VII, presentan muchos ejemplos de ac. sg. en -u, con la
esperada pérdida de -m (…) Por otro lado, hay dialectos hispánicos como el asturiano que aún
conserva la final -u. Pero sin duda un argumento relevante en esta cuestión es el hecho de que el
euskara haya mantenido el vocalismo final -u en los préstamos latinos [p.ej. zaldu < lat. saltu(m)],
incluso en aquellos que por sus rasgos internos no pueden ser muy arcaicos como zeru < lat.
caelu(m)”. J. Gorrochategui, Ibidem, 25.
335“The documents on slate from Spain show the continuing aspiration to write standardized Latin in
a range of private contexts”. J. Clackson - G. Horrocks, op. cit., 293.

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Alicia Satué

omisión de la -m final (cuya articulación era muda ya desde el siglo III a. C.): de hecho, aparte
de los acusativos terminados en -u, las pizarras visigóticas muestran también evidencias de la
confusión entre ō y ŭ336, que ha de remontarse al menos al siglo I a juzgar por indicios que se
rastrean en los graffiti de Pompeya (como la palabra amor escrita amur337) y, en general, en la
epigrafía romana imperial (y no solamente en final de palabra: por ejemplo, en una inscripción
cántabra del siglo IV se lee munimentum por monumentum338).

Los graffiti pompeyanos, además, también cuentan con unos pocos ejemplos de
terminaciones en -o339 al mismo tiempo que muchos con -u340, lo cual no es prueba sino de que
en la lengua escrita se evitaría reflejar la que sería la verdadera pronunciación de la ŭ:
hipercorrecciones como amur o munimentum sugieren que, efectivamente, la u sería pronunciada
como o. Pompeya (e Iruña-Veleia) aparte, la terminación -o en lugar de -u en la flexión temática,
aun escasamente, está bien documentada en la epigrafía desde el siglo I d. C.341: la apertura de ŭ
en la lengua hablada provocaba, al parecer, en la escritura la confusión gráfica entre las vocales
u y o, de modo que se documenta el error ortográfico de u por o (como advierte el Appendix

336 “Over 150 slate tablets from north central Spain, dating to the sixth and seventh centuries, show Latin
used for a wide range of purposes in the Visigothic kingdom: accounts, letters, spells and writing
exercises. We shall give an example of one of these tablets, since it shows Latin used in an everyday, non-
literary context [slate n. 54, Velázquez Soriano 1989: 241, 2000: 73) (…)] In this, and the other slates,
we see evidence for the confusion of the original long e and short i, and long o and short u
characteristic of the emergence of the Romance vowel system (…) final -m is frequently omitted”. J.
Clackson - G. Horrocks, Ibidem.
337 (vid. n. 342) CIL IV 3681: Vincit amur.

Otro indicio claro de la confusión de o y u en Pompeya parece el hecho de que el nombre de la misma
mujer aparezca escrito con u en latín y con o en griego: Mula / ΜΟΛΑ: CIL IV 2203 Futui Mula hic; CIL
IV 8185 Mula fellaat (A)ntoni(um); CIL IV 2204 ΜΟΛΑ ΦΟΥΤΟΥΤΡΙΣ (forma que -por fututrix-
muestra /u/ al modo griego: /ou/, evidenciando que distinguían dos tipos de u de las cuales sólo una sería
confundida con o). En CIL IV 8968 el sustantivo latino pueri, escrito dos veces con alfabeto griego,
muestra para este sonido la notación con o y no mediante ou: ΠΟΕΡΥ y ΠΟΕΡI.
338C. Gallardo, op. cit., 301. cf. CIL 11, *00259,129, EDCS-39502097, Roma: Bene merenti / Gatutziae /
qui bixit annus quinque et dies IIII; ILAlg-01, 02763, EDCS-04001426, Africa proconsularis,
Mdaourouch: In (h)uc tumulu / Be[n]ezianus / diaco[n]us / [q]ui vixit annis XXXV / positus XIIII
K(a)l(en)d(as) / Apri[les]
339CIL IV 2377: Echio va; CIL IV 1110: Echio va iuvenis va; CIL IV 4566: Felicio tomintare; CIL IV
6853: K(alendas) Feb(ruarias) coco venit; CIL IV 4765: Aephebe ardalio es; CIL IV 4708: Mucro hic (cf.
CIL IV 4709: Eucarpus hic; CIL IV 4729: Aemilius hic).
340 La terminación -u aparece indistintamente en Pompeya en lugar de -us, -um, -o e incluso -orum (esto
es, en contextos sintácticos de nominativo, acusativo, dativo del singular y genitivo del plural): CIL IV
5252: culu; CIL IV 7533a-y Patroclu (en realidad por Patroclos, nominativo griego equivalente al latino
-us); CIL IV 1845 I(…)io et Salviu hic fuerunt; CIL IV 5223 Rufus Iustinus cocu eris; CIL IV 8837
casstu si fieri cer(tas); CIL IV 7354 L Seiu mult(a m)ihi d(edit); CIL IV 8897 Nyphe fututa Amonus
fututa Perennis fututu; CIL IV 3832 Cacator cave malu; CIL IV 4496 auspiciu dextr(um) felic(issimum);
CIL IV 4498 Thyas noli amare Fortunatu vale; CIL IV 2081 Colepius pater cunnu linget; CIL IV 8939
Maritimus cunnu linget a(ssibus) IIII virgines ammittit; CIL IV 1427 Salvia felat Antiocu luscu; CIL IV
2413: Cestilia regina pompeianoru anima dulcis va.
341El vocalismo -o por -u, además, no está restringido a la terminación del acusativo: el verbo possum
aparece ya escrito posso (como se conserva este verbo en el italiano y en el portugués modernos) en la
carta nº 469 escrita alrededor del año 100 d. C. por Claudius Terentianus (cf. J. Clackson - G. Horrocks,
op. cit., 250-253).

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Alicia Satué

Probi: formica non furmica342) y viceversa, o por u (esto es, el fenómeno que se observa
profusamente en los grafitos de Iruña-Veleia, y si es que ha de llamársele error ortográfico al
reflejo en la escritura de una evolución fonética), si bien es más frecuente el segundo343. Así,
junto al munimentum cántabro del siglo IV d. C., en Cerdeña se documenta monomen(tum) en
una inscripción funeraria datada en el siglo II o III d. C.344.

También en el corpus epigráfico de Iruña-Veleia, al igual que sucede en Pompeya (aun


en mucho menor relación numérica que allí, siendo ello significativo, pues desde Pompeya
hasta Iruña-Veleia han pasado -no en vano- dos siglos), existen al menos dos grafitos que
presentan una terminación de masculino -u cuando lo común es encontrar en su lugar -o: Marcu
y Emu en nº 12068 (MARCV) y nº 11433 (IIMV) corresponden, respectivamente, al Marco de las
piezas nºs 11420, 12098, 12709 (MARCO) y -tal vez- al Emo de nº 12049345. La presencia de las
terminaciones -u y -o en el mismo nombre delata, obviamente, indecisión acerca de la vocal que
debía escribirse para el sonido en cuestión; esa indecisión se vería manifiesta asimismo en el
hecho de que un nombre aparezca escrito tanto con o como con u iniciales (en este caso tónicas,
cabe suponer), si es que Urso (en nº 10599: VRSO VRSI) y Orsus (en nº 13488: ORSVS FILI) son el
mismo antropónimo. Las piezas citadas, todas del sector 5, están adscritas a una misma
cronología: la segunda mitad del siglo III.

La pronunciación suele tardar largo tiempo en ser reflejada en la escritura, ya que la


lengua escrita es siempre más conservadora que la oral346: así, en las palabras masculinas y
neutras de la flexión temática, es de suponer que la escritura de -u en el latín vulgar refleja,
después de la elisión de -m, un segundo paso hacia la realidad fonética a partir del latín clásico;
el tercer paso, escribir -o, que es como se pronunciaría la u -probablemente ya desde el siglo I, a
juzgar por los mencionados testimonios escritos vulgares que reflejan la lengua oral-, necesitaría
aún esperar más tiempo hasta ser aceptado por la comunidad culta, no siendo ello óbice para

342 App. Pr. 37; cf. Pompeya, CIL IV 3681: Vincit amur.

“La grafía u por ō es muy común en la Galia: furma por forma, etc.; amure por amore, etc.; victurias,
etc.; cognusco, gluria, nun, puni, etc. Probablemente representan un sonido muy cerrado que más tarde,
en la Galia del Norte, se resolvió en ou o ụ: cōrtem > ant. fr. court. Hay algunos casos particulares: el fr.
meuble y esp. mueble suponen una ǫ en mōbilis, que sería debida a la analogía de la ǫ de mŏveo”. C. H.
Grandgent, op. cit., 138.
343 “Son escasas las manifestaciones de la confluencia de o y u en una o de timbre cerrado y siempre en
sílaba átona (…) Es más frecuente, según cabe esperar, la grafía de o por u que a la inversa y casi
todos los testimonios se hallan fechados entre los siglos I d. C. - III d. C.”. C. Gallardo, op. cit., 301.
344El texto completo de la inscripción es: D M / [.]RVSICVRIS / MONOMEN / FECIT SE BIBVS /
PRIBATV SIBI / ANORV LXXX. Otros ejemplos de la epigrafía del sardo son más tempranos, como
AESCOLAPIO (siglo II a. C.), que, sin embargo, parece deber su vocalismo a la influencia del griego;
DOLCISSIME (por dulcissime, IV d. C.) o ANORO (por annorum, IV/V d. C.). cf. Giovanni Lupinu,
Latino epigrafico della Sardegna, Aspetti fonetici, 31.
345 vid. págs. 35-37.
346 Así, en el castellano, los participios masculinos de pasado se escriben -ado, a pesar de la
pronunciación /-ao/ de este final (incluso /-au/ en zonas como, por ejemplo, el País Vasco); no parece
muy factible que la RAE vaya a aceptar en un tiempo próximo la escritura -ao que revela la realidad
fonética, y no por ello deberán suponer los lingüistas del futuro que en el 2016 la d intervocálica era
siempre articulada.

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Alicia Satué

que la inculta (junto con la puramente desobediente -no necesariamente inculta- a la norma
ortográfica) no diera ese paso en ocasiones, como se dio en los ejemplos de -o por -u en
Pompeya y también en otros corpus epigráficos romanos de la época imperial, incluido el de
Iruña-Veleia347. Las formas visigóticas y las pompeyanas en -u, así como las veleyenses Marcu y
Emu, responderían, por tanto, a intentos de corrección ortográfica, lo mismo que las
hipercorrecciones documentadas (amur, munimentum, etc.), en las cuales subyace, también,
conservadurismo gráfico: al igual que sucede en la actualidad, se evitaba, en aras del respeto a
la tradición escrita, transcribir una palabra tal y como se pronunciaba.

De todos modos, ha de tenerse en cuenta que el cambio vocálico ŭ > o no tuvo por qué
tener lugar en el habla de todos los rincones del imperio romano. Lo cierto es que los
testimonios romances muestran aún hoy alternancia de estas dos vocales en función de la
geografía: en el rumano y en otras lenguas derivadas del latín como el asturiano, el asturleonés,
el sanabrés o el sardo pervive la -u final donde el castellano y otras lenguas románicas tienen -o:
y es que no puede perderse de vista el concepto de latín hablado no estandarizado como origen
de las diferentes lenguas romances actuales, surgidas a partir de evoluciones diversas en cada
uno de los lugares en los que arraigó. Ese latín vulgar hablado partía, como también el clásico,
del latín arcaico original del Lacio, habiendo conservado rasgos de éste (adoptados también por
el clásico en su momento) como, por ejemplo, la pronunciación con un timbre /u/ de la antigua
o indoeuropea, lo cual provocó casos de homonimia (citados, por cierto, por Isidoro de Sevilla
en su tratado De differentiis348). De hecho, en los textos latinos es frecuente la grafía -os por -us349,

347 “En el latín medieval, la e y la i se pronunciaron de igual modo, al igual que la o y la u. La y se


pronunciaba i, los diptongos ae y oe sonaban e, mientras que au se confundía con o”. H. C. Vargas, op.
cit., 130.
348 “A primera vista, uno no acaba de creerse que dolus y dolor se confundieran como para tener que
llamar la atención sobre su distinción (…) Sin duda, dolus es el término inductor, pero no el dolus que
significa ‘engaño’, sino el dolus que no se menciona y que colisiona con él. En efecto, si se dice que de
una parte está el dolus y de otra dolor y que éste designa el dolor físico y aquél el engaño, es porque se
está aludiendo a la existencia de otra forma dolus que tiene el significado de dolor; y ahí es donde surge
la homonimia, en el hecho de que junto al clásico dolus ‘engaño’ hay otro dolus ´dolor’. Esta última es la
forma que se calla, como para no hacer publicidad de ella; pero es, sin duda, el motivo impulsor de la
differentia; este dolus ‘dolor’ es una variante vulgar de dolor, que ha dado resultados obvios en romance
(esp. duelo, fr. deuil, it. duolo, rum. dor, etc.) y está bien atestiguada en latín tardío (…) El dolus,
variante vulgar de dolor, debía de ser continuación del antiguo *dolos, cuya pronunciación vulgar
entró en conflicto con dolus (‘engaño’), lo mismo que honos (‘cargo’) con onus (‘carga’) (…) De ser
así, dolus ya no sería un caso de derivación retrógrada, como lo tratan E. Löfstedt y Väänänen, sino la
variante vulgar de la forma antigua *dolos. Dolus (‘dolor’) constituiría, pues, un testimonio fehaciente
de cómo hay formas vulgares arcaicas que se han mantenido soterradas hasta reaparecer en el latín
tardío; la pronunciación vulgar de *dolos (‘dolor’) debía coincidir con la de dolus (‘engaño’); pero,
dado ese paso fonético, se produjo otro morfológico: la adaptación del nuevo dolus a la segunda
declinación del homónimo dolus, -i. La tendencia popular a generalizar los finales en -us, de la que la
Appendix Probi da varios ejemplos (56: tristis non tristus) puede explicar la existencia de un doblete
(…)”. Benjamín García Hernández, Homonimia y latín vulgar en el libro I de las Differentiae de Isidoro,
322-324.
349 En Pompeya está documentada la terminación -os por -us, que en ciertos casos se debe a influencia de
la terminación de nominativo griega -ος (cf. CIL IV 5011: Lector an mathematicus an rhetoricos) y en
otros tal vez a arcaísmo, ya que la terminación clásica -us procedía a su vez de una anterior -os (y ésta del
indoeuropeo *-os, como también la griega). cf. CIL IV 4719: Restitutus servos bonus; CIL IV 10082b:
Sagitta imperatoris servos pompeianolus; CIL IV 1837: (…) Sit salvos qui supra scripsit; CIL IV 4408:
Ingenuous sis (grafía esta última muy significativa al respecto de la confusión entre u y o, que en
ocasiones puede deberse a una confusión con la escritura griega, en la que el sonido /u/ es escrito ou).

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Alicia Satué

considerada arcaizante por los expertos350, la cual reproduciría la antigua terminación atribuida
al nominativo masculino heredado del indoeuropeo (conservada, por cierto, en el nominativo
masculino del griego moderno, y en algunos casos latinos atribuida precisamente a la influencia
de esta lengua351), y que en el latín habría evolucionado a -us en el siglo III a. C.

Ello siembra dudas entre los expertos en relación a la interpretación que ha de darse a la
confusión de las vocales o y u en los textos latinos, hasta el punto de que, a falta de ejemplos
diáfanos, hay quien se abstiene de pronunciarse, llamando a la prudencia de cara a establecer
una cronología concreta para la presunta evolución ŭ > o en la lengua vulgar352.

La terminación -os también se documenta en Iruña-Veleia: se lee Marcos en nº 13356


(MARCOS) en el nombre registrado en el corpus indistintamente en las formas Marcus, Marco y
Marcu. De no deberse en este caso a arcaísmo, podría asimismo corresponder a la terminación
celtibérica de nominativo masculino equivalente a la latina -us353, o bien tratarse simplemente
del nombre helenizado del evangelista, siendo esto último muy probable, ya que la pieza
contiene asimismo los nombres Juan (IVAN) y Mateo (MATIIO), documentados de esta forma,
por lo demás, en la epigrafía (incluso en la hispana) fuera de Iruña-Veleia354.

350“Las finales -os y -om, -o(m), muy numerosas en Pompeya, pueden no ser más que grafías
arcaizantes: en efecto, la o de estas finales se había convertido en u desde el siglo III a.C., excepto
después de u vocal o semivocal (w), posición en la cual se había mantenido hasta finales de la época
republicana”. V. Väänänen, op. cit., 81.
351Como en el caso de DEOS (por deus, V d. C.) o SILBANOS (por Sylvanus, V d. C.) en la epigrafía
sarda: “Si può qui ricordare che al nom. sg. dei temi in -o- la grafia -OS per -ŭs (escludendo gli
arcaismi) ricorre soprattutto negli antroponimi: la circostanza, comunque la si voglia spiegare (influsso
greco?), sconsiglia di avvalorare argomentazioni di natura fonetica”. G. Lupinu, op. cit., 32.
352“Usually spellings with o for /u/ are found in words in which /o/ had been original before the
change of /o/ > /u/ in certain environments. In such circumstances it is possible either that the spelling
is deliberately archaising and has no phonetic basis, or that the change /o/ > /u/ had not fully taken
place. It is difficult to determine whether we are faced by a recently emerged vulgarism or an
archaising tendency. In the absence of unambiguous examples which could not be interpreted as
displaying an archaising spelling, we should not be justified in treating non-classical forms as evidence
for the vulgar merger of /ō/ and /u/”. J.N. Adams, The Vulgar Latin of the letters of Claudius Terentianus,
9-10.

Los testimonios de Iruña-Veleia no son ambiguos. (!)


353“Marcos is attested as a Celtiberian form of the Latin name”. J. N. Adams, Bilingualism and the
Latin Language, 282.

“The most remarkable evidence to do with final -s comes from the graffiti of La Graufesenque in southern
Gaul, of the first century AD (…) Personal (masculine) names either have the Celtic ending -os or the
Latin -us (…) Final -s might have been so entrenched in Latin speech (ordinary speech, it should be
stressed, given the humble social level of the potters) that it was resilient even when under pressure from
the tendency to omission in the other language spoken by the same potters. Alternatively Gaulish potters
learning Latin and Latin literacy might have had it drummed into them that they had to write -s in
final position in that language”. J. N. Adams, Social Variation and the Latin Language, 138.
354ERTeruel 00027a, Hispania citerior, Villastar: Marcos; CIL 06, 34343, Roma: Mateo; CIL 02, 04970,
246c, Hispania citerior, Tarraco: Ivan.

“Los nombres de los evangelistas Mateo / Ivan / Marcos de la inscripción nº 13356 están escritos en una
evidente grafía española”. J. Gorrochategui, Dictamen (…), 21. (!)

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Alicia Satué

Los otros ejemplos de final -os en los grafitos veleyenses son nombres extranjeros, lo
cual justifica per se su terminación: son el céltico CONTOGATOS355 (nº 10953), el griego
PARMENIOS (nº 12291), cuya terminación es quizás índice del uso artificial y no frecuente de la
terminación de nominativo -us si es que se trata de una hipercorrección, dado que el nominativo
griego de este antropónimo existía en la forma del doblete Parmenion / Parmenio (al igual que
otros nombres griegos como Amphitryo / Amphitryon o Pluto / Pluton356); y, finalmente, los
teónimos griegos de la pieza ya citada anteriormente nº 11429 (CRONOS, EROS, DIONISOS y
EFESTOS)357.

Volviendo a la cuestión del cambio vocálico ŭ > o del que dan fe los numerosos falsos
nominativos veleyenses masculinos en -o (los cuales, en realidad, deben ser analizados como
acusativos que aparecen en lugar de nominativos, tal y como se ha demostrado anteriormente),
debe añadirse aquí que los argumentos de la CCA relativos al vocalismo de los préstamos
latinos en el euskera (vid. supra) tampoco son, en modo alguno, consistentes, por el mero hecho
de que la lengua vasca muestra, en general, la tendencia al tratamiento como /u/ del sonido
que en castellano es /o/ en palabras de creación más reciente e incluso actual358(también en
topónimos de los que no existe constancia escrita de época romana, al menos en su forma
moderna, como Mutriku -en castellano Motrico- u Ondarroa -así escrito pero pronunciado
Ondarru por los euskaldunes-): sí es cierto que, en principio, el vocalismo -u en una palabra
vasca de origen latino indica antigüedad (tal y como apuntó la CCA, juzgando por ello
imposible la terminación -o en el latín que supuestamente habría convivido con el euskera en
Iruña-Veleia), pero no menos cierto es que esto mismo no se cumple siempre, existiendo,
además, variedades dialectales del vasco que ostentan en no pocas palabras latinas una
alternancia vocálica u / o359 (bien significativa, por lo demás); por otra parte, muchos de los
préstamos latinos que han pasado a la lengua vasca y que tienen una terminación -u lo han
hecho no en tiempo antiguo y directamente desde el latín vulgar, sino a partir de la lengua

355 vid. n. 205.


356 En el corpus veleyense, este nombre aparece en un correcto nominativo griego PARMENION en nº
10741 y también en la forma PARMENIOM en nº 13488 con error ortográfico de -om por -on (siendo
éste un final raro en latín, lengua que apenas conocía palabras terminadas en -n, pues, con la excepción de
unos pocos neutros como nomen o flumen, en el nominativo de los temas nasales esta consonante se
perdía sistemáticamente: leo-leonis, legio-legionis, homo-hominis…). Cabe, no obstante, la posibilidad de
interpretar la terminación -om de Parmeniom como una hipercorrección arcaizante (vid. nº 350) en un
acusativo, ya que este nombre fue grabado sobre un fragmento de mandíbula de bóvido, en cuyo reverso
se añadió su filiación (Orsus fili, “hijo de Orsus”): tal vez, dado el soporte del grafito, se trate de una
tabella defixionis, en cuyo caso el acusativo podría deberse a que la persona llamada Parmenio fuera el
objeto directo de la maldición (vid. pág. 103).
357 Teónimos convertidos en Hispania en invariables en esta forma hasta la actualidad (vid. n. 258 en
relación a Cronos por Chronos y Efestos por Hefestos), si bien, en el caso de Dionisos, el castellano
conoce también la forma asigmática (latinizada) Dioniso.
358
“En vasco el sonido de u se ha conservado cuando la palabra es muy antigua, aparte de que hay
una real tendencia a hacer incluso de la terminación castellana o una u”. Julio Caro Baroja,
Materiales para una historia de la lengua vasca en su relación con la latina, 44.
359 “En los temas latinos en o y en u hay vasc. -u y -o. La primera terminación suele ser indicio de
antigüedad (cf., por ej., biku ‘higo’, frente a fiko, V iko), pero el común ollo ‘gallina’ parece bastante
antiguo y más aún el or. bil(h)o ‘pelo’. Hay abundantes casos de vacilación, según las zonas: abendo/-u
‘diciembre’, bertso/-u ‘verso’, joko/-u ‘juego’, etc.”. K. Mitxelena, op. cit., 191 (9).

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Alicia Satué

eclesiástica (esto es, desde los textos artificiales escritos en latín tardío) y ya en la época
medieval360.

Independientemente, en fin, de que la evolución ŭ > o (en marcha, como se desprende


de los testimonios, desde el siglo I d. C.) se encontrase en la Iruña-Veleia del siglo III más o
menos consolidada, la abundancia de terminaciones en -o en el corpus veleyense parece apuntar
a que el timbre de la vocal resultante de dicha evolución (tal vez todavía intermedio a ambas
vocales), cuya grafía provocaba incertidumbre en Pompeya puesto que allí y entonces era más
frecuentemente notado con u, se encontraría ya más nítidamente próximo a /o/ que a /u/en
los tiempos a los que se adscribe el corpus veleyense (si es que el cambio no se había
completado ya, lo cual es, como se ve, más que probable361), al menos en el norte de Hispania362.

Al respecto de esta evolución fonética, que, al parecer, no tuvo lugar en el latín hablado
de ciertas zonas del imperio (como en la Dacia, por ejemplo, pues el rumano mantiene el final

360“Se saca la impresión de que no pocos préstamos, a pesar de su aspecto arcaico (o a causa de éste,
precisamente), son tardíos y se han tomado del latín medieval y muy en especial de la lengua de la
Iglesia. Esto no ocurre solamente con voces eclesiásticas (...) El mismo origen pueden tener, por ej.,
denbora ‘tiempo’ (...), mirakuru / -kul(l)u ‘milagro, cosa admirable’, or. populu ‘pueblo’, etc.”. K.
Mitxelena, op. cit., 201 (19).
361 “It is well established that at the level of orthography [-m] is omitted more often after [u] in the fourth
declension than in the second. Hence examples of the type uersu = uersum are more common than bonu =
bonum. This distinction between the second and fourth declensions could not possibly have had any basis
in pronunciation: it was purely graphemic. Since it was felt that the written form uersu existed but that
bonu did not, uersu was admitted in writing as an accusative but bonu was largely avoided (…) If the
change /u/ > /ọ/ had not fully taken place by this period [100 AD] (and we have argued that, unlike that of
/i/ > /ẹ/, it is insecurely attested in the letters), a phonetic representation of the accusative singular of, say,
uir would necessarily be uiru. But since such forms were felt to be anomalous in writing, they were
avoided and the learned form retained. At a later period, when /u/ had definitely changed to /ọ/,
accusatives in [-o] became very common. We thus have indirect evidence that in the early second
century the change /u/ > /ọ/ was incomplete”. J. N. Adams, The Vulgar Latin of the letters of Claudius
Terentianus, 24-25.
362Es preciso añadir aquí que en una conferencia de 2011 (tres años después de haber escrito su informe
para la CCA) el profesor Joaquín Gorrochategui suavizó su postura al respecto de esta cuestión al
reconocer como posible el resultado de la evolución ŭ > o en el siglo III (admitiendo también la forma
Pluton -vid. n. 324-): “La mayoría de los vocablos latinos presentan aspectos formales muy
evolucionados. Así son esperables grafías como Eneas (por Aeneas) e incluso puede aceptarse un
vocalismo -o- en vez de -u- en las desinencias de la segunda declinación, pero es muy chocante la
pérdida de -s final de los nominativos: Baco por Bacchus, Vulcano por Vulcanus, cuando, en cambio, se
ha mantenido en Venus. Este asunto podría llevar a cierta discusión entre los especialistas, porque se
ha debatido mucho cuándo se colapsó realmente la declinación en el latín vulgar, y constituye una
notable defensa contra la acusación de inverosimilitud para los defensores de la autenticidad, como he
dicho anteriormente. Pero no hay ninguna duda de que formas de nominativo singular como Pluton
(cuando no sea helenismo), Marte y sobre todo Varron (y en este orden de gradación creciente) son
verdaderos anacronismos, es decir formas que no existieron hasta cerca de un millar de años más tarde,
ya en el dominio lingüístico del hispanorromance”. J. Gorrochategui, Hic et nunc. Falsificaciones
contemporáneas . El caso de Iruña-Veleia, 257.

No obstante, se mantuvo firme en su postulado reacio a admitir la invasión del acusativo en el lugar del
nominativo en dicha época, reincidiendo así en el error anteriormente cometido al pretender de nuevo
hacer derivar la terminación -o del nominativo -us y no del acusativo -um, y también en el de defender
que la terminación temática del masculino -us y la atemática (y propia del neutro) -us deberían haber
tenido una igual evolución, cuando no hay constancia -que yo sepa- de que haya sucedido así
(refiriéndose, concretamente, a Venus, que en Hispania se convirtió en forma invariable y, por ello, se
conserva así en el castellano).

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Alicia Satué

antiguo -u en las palabras masculinas de la flexión temática), cabe plantear la hipotética


posibilidad de que acaso la lengua céltica, cuya presencia en Iruña-Veleia atestiguan los
antropónimos galos contenidos en varios grafitos, hubiera ejercido una influencia sobre la
articulación de las vocales u y o en el latín de Hispania, así como también se ha propuesto en
este trabajo a propósito de la de i y e a causa de ciertas evidencias en nombres personales
determinados de dicho origen363: la pronunciación ya entonces próxima al sonido /ü/ de la ū en
Galia364 podría haber provocado un tratamiento de o tendente a /u/y, en consecuencia, la
apertura de ŭ hacia el sonido /o/, produciéndose así una confusión (fonológica y también
gráfica) entre estas dos vocales, tal vez originada en las zonas limítrofes con la Galia, y
extendida posteriormente a otras zonas de habla latina.

Cuestiones fonéticas -insuficientemente conocidas- aparte, en lo que atañe a la sintaxis


del acusativo, parece evidente, a la luz de lo observado a lo largo de los capítulos anteriores,
que, en la Iruña-Veleia de la segunda mitad del siglo III, el acusativo (o caso oblicuo),
exceptuando contextos de fosilización en fórmulas determinadas de otros casos como el
genitivo y el nominativo, era el caso empleado por defecto para expresar cualquier función
sintáctica en la lengua oral y coloquial (mediante la ayuda de las preposiciones, cuando se
requería), derivándose de ello que la cronología comúnmente aceptada para la estandarización
del llamado caso régimen universal que presenta el romance sería adelantada en varios siglos
por los testimonios de Iruña-Veleia (en cuántos siglos, concretamente, ello depende del grado de
temeridad y de prudencia con que unos y otros expertos se han pronunciado acerca de esta
también oscura cuestión365).

363 vid. págs. 37-39.


364 “La u larga, pronunciada ụ, permaneció intacta en la mayor parte del Imperio: cūra, dūrus, nūllus,
ūna. Los gramáticos mencionan la posición saliente de los labios al pronunciar la u. Pero en la Gallia,
en gran parte de la Italia septentrional y en la Retia occidental se articulaba probablemente algo más
adelante de su posición normal. No era ciertamente el sonido ü, pero sin duda se le acercaba un poco.
Algunos creen que esta pronunciación podía ser debida a los hábitos lingüísticos de los celtas. La ū
céltica pasó a ī, en la Gran Bretaña, hacia el siglo II; en las palabras latinas adoptadas por los celtas, la
ū es tratada generalmente como la ọ céltica (mūrus > mur); pero en algunas, probablemente adoptadas
de muy antiguo, la ū pasó a ī (cūpa > cib, crūdus > criz)”. C. H. Grandgent, op. cit., 139.
365 (vid. págs. 122-123).

“El común denominador de las formas del régimen singular proporcionadas por los textos de los siglos
VII-VIII, allí donde las antiguas desinencias casuales han sido abandonadas, es un caso oblicuo
sincrético, respectivamente en -a, -o, -e y cero (neutros con tema consonántico), con las variantes
(¿gráficas?) -am, -um, -em, -i”. V. Väänänen, op. cit., 206.

“The language must have reached this stage by the fifth century at the latest, and by then the first-
declension singular already had only two distinct spoken forms, [rósa] (written rosa or rosam) and [róse]
(written rosae); the masculine nouns of the second declension had only three singular inflectional forms,
[-os], [-o] and [-i]; the third-declension nouns no longer had a distinction between accusative and
ablative singular, and different forms had other coincidences depending on their stem”. J. Herman, op.
cit., 52.

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Alicia Satué

IX. ¿Tabellae defixionum? Supersticiones veleienses

Dentro del corpus veleyense, ciertos grafitos son distintos del resto debido, por un lado,
al soporte sobre el que fueron realizados y, por otro lado, a su contenido, asimismo especial.
Algunos han sido ya mencionados a lo largo de páginas anteriores, traídos a colación por
cuestiones meramente lingüísticas; el presente capítulo versará sobre ellos y sobre otros aún no
citados, y será no a propósito de la lengua o de las características lingüísticas que contienen sino
porque forman un conjunto que, por su temática y su contexto, merece ser estudiado aparte.

Dicho conjunto está constituido por grafitos que parecen deber interpretarse ya sea
como epitafios domésticos, ya como una suerte de tabellae defixionum366, para el grabado de los
cuales se observa la tendencia general a la elección de soportes óseos: en efecto, llama la
atención el hecho de que, entre los óstraca veleyenses, aquéllos consistentes en hueso parecen
haber recibido un uso muy concreto que, salvo contadas excepciones (vid. infra), no se registra
en los otros tipos de soporte (cerámica, vidrio y ladrillo): la misión asignada al hueso parece
estar íntimamente relacionada con el mundo del más allá y con el ámbito espiritual y moral en
general (dominado ya, a lo que se ve, por el cristianismo).

Parece, así, que sería un epitafio doméstico el óstracon nº 12430 consistente en un


fragmento de mandíbula derecha de suido en cuya superficie exterior se grabó el texto Ad
infiniun, meo corde, Deidre, Parm[ (“Hasta el infinito, ¿en? mi corazón, Deidre, Parm[ ”). Gracias,
además, a este óstracon es posible interpretar la figura femenina tachada con un aspa que
representa a Deidre en el árbol genealógico esbozado en el óstracon cerámico nº 12099, que
muestra al completo los integrantes de una familia céltica asentada en Iruña-Veleia en el siglo
III367: Deidre es la tercera hija del matrimonio formado por Dalia y Riamo, y, tal y como se
desprende del grafito de la mandíbula catalogado con el nº 12430, presumiblemente escrito por
Parm(enio) tras la muerte de Deidre y dedicado a ella, murió de manera prematura y no natural
(pues, parafraseando a Heródoto, en la paz es lo natural que los hijos entierren a los padres,
siendo sólo en la guerra cuando son los padres quienes entierran a los hijos368). Esa muerte
inesperada y -cabe suponer- trágica explicaría que, en el árbol genealógico, la figura que
representa a Deidre esté tachada con un aspa; también que la figura que representa a la madre
de Deidre, Dalia, aparezca dibujada en estado, y que junto a ella se escribiera Dalia et Deidre II,
lo cual parece deber interpretarse como un deseo (seguramente el de la misma Dalia) de que
Deidre resucitara en forma de un nuevo bebé en el vientre de su madre. El óstracon que
contiene el árbol genealógico podría, pues, perfectamente responder a una práctica mágica
mediante la cual se invocara a la divinidad para rogarle sus favores en la concepción de esa
segunda Deidre: sin embargo, el soporte de dicho óstracon es cerámica, y no hueso, siendo ésta
una excepción a señalar para el conjunto de grafitos que, por su contexto mágico ritual, fueron
grabados sobre hueso.

366 vid. n. 282 al respecto de las tabellae defixionum.


367 vid. págs. 31-32.
368 Hist., I, 87.

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Otra excepción a la clasificación por temática funeraria contenida en los óstraca óseos
sería el epitafio nº 12049369, que fue grabado sobre un fragmento de vaso de cerámica de paredes
finas una vez desechado por fractura, amortizando el fragmento en cuestión y aprovechando
todo el espacio gráfico en él disponible para el grabado del texto. También el nº 11331, si es que
se trata de un epitafio que contiene la fórmula in memoriam aplicada a un nombre de mujer
(¿Teofia? ¿por Teofila?), sería una excepción a la regla propuesta, pues el soporte del grafito es la
base amortizada de un cuenco de terra sigillata hispanica.

Al margen de los aparentes epitafios domésticos, existen en el corpus veleyense no


pocos óstraca que se asemejan por su contenido y características a las tabellae defixionum de la
Antigüedad grecorromana, llamadas así a partir del verbo defigere “clavar” porque, mediante
una práctica semejante al vudú, se empleaban clavos de hierro para someter a la víctima
mencionada en la tablilla a la voluntad del defigens o el autor de la defixio, si bien el verdadero
objetivo era entregar a alguien a los poderes del infierno370. Dichas tablillas de execración o
maldición eran una práctica muy extendida en la cultura antigua, y han llegado hasta nuestros
días en gran número (más de 1600, la mayor parte escritas en griego) perteneciendo a un
período extenso en el tiempo (desde el siglo V a. C. hasta el V d. C.), por lo que conocemos
muchos detalles al respecto de ellas gracias, sobre todo, al trabajo de recopilación y clasificación
de Auguste Audollent de 1904. Este tipo de epigrafía manifiesta el intento por parte del ser
humano de controlar la Naturaleza, ya que era realizada en momentos sumamente humanos de
impotencia, de rabia, odio o desconsuelo para la petición de la intervención de las fuerzas
sobrenaturales en los asuntos humanos que escapaban al control de quien recurría a estas
prácticas mágicas como última instancia para la consecución de un fin determinado. Según la
clasificación de Audollent371, las hay relacionadas con intercambios comerciales, con procesos
judiciales, las llamadas agonísticas o de contexto deportivo cuyo fin sería la victoria en las
apuestas (sobre todo en las carreras circenses y en los juegos de gladiadores), las realizadas para
exigir venganza -ya sea en la vida, ya en el más allá- en pago a alguna afrenta recibida (en
muchas ocasiones, un robo: por ejemplo, gran número de las halladas en restos de edificios
termales execran a quien se llevó la ropa de los vestuarios), siendo frecuentes también las que
maldicen al responsable de alguna calumnia; finalmente, existen las tablillas eróticas o de
asuntos amorosos, que perseguían la separación de dos amantes o el amor incondicional por el
defigens de la persona aludida o defixa, cuya alma se encomendaba, en cualquier caso, y
preferentemente, a los dioses infernales (Hermes-Mercurio, Hécate-Diana, Ceres-Deméter,

369 vid. pág. 35-ss.


370George Luck, Arcana Mundi: magia y ciencias ocultas n el mundo griego y romano, Gredos, Madrid,
1995, 52 (cf. N. Teja, op. cit., 51).
371 “Cum sint omnes propter acceptam aut imminentem iniuriam conceptae, alterae huc spectant ut qui
damnum fecerit resarcire cogatur, alterae se auxiliantibus diis et daemonibus praestare quo modo possit
invisus aliquis scribenti (…) Defigebant: litigatores adversarium in iure ut causam obtinerent; alii a fure
spoliati furem ipsum ut sublatam sibi rem recuperarent; amantes aemulos ut ab eis amicam averterent
sibi vero conciliarent; agitatores adversarum factionum aurigas ut eos in circo currentes vincerent (…)
Inter fures reputandi sunt calumniatores et maledici; ad amatorias recidere obvium est eas quibus vel
uxor a marito derelicta hunc consciamque culpae mulierem Cereri et Proserpinae defert, vel maritus
uxorem diis inferis mandat (…) proximi sunt agitatoribus venatores omnesque pugnantes in
amphitheatro gladiatores”. A. Audollent, Defixionum Tabellae (…), Caput IV, De varia defigendi
ratione, LXXXVIII-XC.

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Proserpina-Perséfone, Plutón-Hades, el mismo Caronte o incluso las Moiras-Parcas y las


Erinias) para que fuera consecuentemente ajusticiado por ellos; también a la diosa Tierra372.

Paralelamente, junto a estas clases o causas de defixio, existen las tablillas que rogaban a
las divinidades por el alma de un difunto, normalmente por haber fallecido éste de muerte
prematura o trágica, o por no haber recibido las honras fúnebres correspondientes, siendo
colocadas junto con el cadáver del desgraciado (a esta situación podría responder el árbol
genealógico mencionado): de hecho, las más de las tablillas han sido halladas en necrópolis,
aunque ello se interpreta más bien como la búsqueda de un canal entre el mundo de los vivos y
los muertos: el recién sepultado serviría de transmisor del mensaje a los dioses infernales. Lo
cierto es que las tablillas eran normalmente enterradas, preferiblemente en lugares por los que
discurriera el agua (canalizaciones, cisternas, pozos, alcantarillas, etc.…)373.

Si bien el material preferido para este tipo de inscripciones era el plomo (asociado, por
su insalubridad, frialdad y color a Saturno -dios del tiempo-, a la muerte y al discurrir del
tiempo que a ella conduce374), existen ejemplares inscritos en otros materiales375 (aunque no en
hueso), e incluso se ha hallado figurillas de arcilla, cera o plomo que eran fabricadas con el fin
de aumentar la fuerza de la maldición (tal y como informan fuentes antiguas376). A este respecto,
acaso es interesante mencionar las estatuillas femeninas encontradas, sobre todo, en Lusitania,
datadas entre los siglos II y V y realizadas siempre en hueso animal, asociadas quizás -tal y
como algunos han propuesto- al mundo funerario (si no son simples muñecas de juego,

372 “Deorum plerosque, etsi non arcentur omnino caelestes, inferos esse per se obvium est et rationi
consentaneum (…) Primum Πλούτωνα (…) Dis Pater nuncupatur, atque omnes qui Plutoni praeposito
mortuorum in Tartaris aut in domibus infernis aut in infernalibus partibus ministrant (…) Ei comitantur
᾽Ερινὐες (…) Sed quibus officium est diis defunctorum animas ad inferos deducere, hi potissimum
eliguntur defigentis auxiliatores atque in primis ‘Ερµῆς (…) quem nomine quoque latino Mercurium
deprehendimus. Adest etiam Δηµἠτηρ, δἐσποινα quoque non semel vocata, quae in tabella osce scripta
Ceres victrix (Ker arentika) cognominatur. Eam sequitur adiutrix Κὀρη filia sive Περσεφόνη (…) Neque
desunt roganti ᾽Εκἀτη multis cognominibus ornata (…) neque Σελἠνη τριὠνυµος, quam a Proserpina et
Hecate discernere nolim. Invocantur et Γῆ µεγἀλα, πὀτνια, χθωνἰα (…) et nomine latino Terra, atque
alia cum maioribus diis coniuncta numina, quorum tamen species et natura paulo obscuriores
remanent”. Caput III, Qua mente quibusque formulis conscriptae fuerint defixiones, LX-LXII.
373 N. Teja, op. cit., 52.
374 “Frigidum enim, grave, cinereum et quasi mortis pallore suffusum Saturni metallum perficiendo operi
lethifero (…)”. A. Audollent, op. cit., III, XLIX.
375 “Paucissimae collectae sunt plumbo non commissae. In speculari lapide exaratas quattuor, in
fictilibus undecim, in stanno unam, in aere duas, in auro duas, in marmore unam tantum inveni, ita ut sit
manifestum conscribendis defixionibus quasi proprium fuisse plumbum”. A. Audollent, op. cit., III,
XLVII-XLVIII.
376 “Existen un número escaso de tablillas que han sido encontradas acompañadas de una serie de
figuras que representaban el cuerpo del defixus, de la víctima, una especie de figuras vudú que realmente
eran pequeñas figuras de plomo, arcilla o cera, que completaban el ritual mágico de someter a la
persona representada a la voluntad del defigens”. N. Teja, op. cit., 53.

“Praeter imagines in plumbeo volumine incisas, exstitisse et extra lamminas sigilla, quae a magis ficta
fuerunt et adoperata ut exsecrationi vim adiungerent, facti sumus certiores vergilianis versibus: Terna
tibi haec primum triplici diversa colore / licia circumdo, terque haec altaria circum / effigiem duco:
numero deus impare gaudet… / Necte tribus nodis ternos, Amarylli, colores, / necte, Amarylli, modo, et
‘Veneris’ dic ‘vincula necto’”. A. Audollent, op. cit., III, LXXVII.

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amuletos concebidos para su uso en collares, o piezas votivas para Venus o Cibeles377): la
descontextualización junto con la que han sido presentados sus hallazgos (estratos de derrumbe
y de colapso o de vertedero, en la mayoría de los casos) no permite llegar a conclusiones
seguras, pero dado que al menos en dos ocasiones habrían aparecido en sepulcros, cabe
relacionarlas con la hipótesis de la relación -al menos en Hispania- entre la materia prima ósea y
la fabricación de ídolos (tal vez apotropaicos) u otros artefactos supersticiosos (como los óstraca
veleyenses) ligados a la vida más allá de la muerte378. De hecho, aunque no se documenta
ninguna tablilla de defixión sobre hueso, ciertos pasajes de la literatura latina que se refieren a
estas prácticas maléficas parecen insinuar que sí era utilizado en los conjuros que las
acompañaban, si no como soporte para el texto de la execración, sí al menos para la
perpetración de un maleficio379.

En cuanto al contenido de las tabellae defixionum, son frecuentes las tablillas en las que
solamente aparece el nombre del aludido (o los aludidos) en la execración, abreviado o no, aun
no siendo imprescindible380, e indistintamente en caso nominativo o acusativo381, acompañado
-o no- de símbolos mágicos figurativos (serpientes, cadenas, escaleras) o abstractos (entre los
cuales se cuenta también letras, sea desnudas sea adornadas mediante globos en los extremos
de sus hastas, algunas de ellas asociadas a dioses concretos382); existen tablillas que contienen
fórmulas fijas e incluso palabras mágicas incomprensibles e indescifrables escritas a modo de

377“Decidme, pontífices: ¿para qué sirve el oro en los templos? Para lo mismo, ¿qué duda cabe?, en que
aprovechan a Venus las muñecas que le regalan las jovencitas”. Persio Flaco, 2.68-69.
378cf. Macarena Bustamante (et alii), Figurillas femeninas en hueso. Función y contexto de un tipo
particular de amuleto romano en Lusitania, 77-212.
379“Per tumulos errat passis distincta capillis / certaque de tepidis colligit ossa rogis. / Devovet
absentes, simulacraque cerea fingit, / et miserum tenues in iecur urget acus”. Ovid., Heroid., VI, 89-92.

“De aegrotante Germanico narratur. ‘Saevam vim morbi augebat persuasio veneni a Pisoni accepti; et
reperiebantur solo ac parietibus erutae humanorum corporum reliquiae, carmina et devotiones, et
nomen Germanici plumbeis tabulis insculptum, semusti cineres ac tabe obliti, aliaque malefica, quis
creditur animas numinibus infernis sacrari”. Tacit., Ann., II, 69.

“Priusque apparatu solito instruit feralem officinam, omne genus aromatis et ignorabiliter laminis
litteratis et infelicium navium durantibus damnis, defletorum, sepultorum etiam cadaverum expositis
multis admodum membris. Hic nares et digiti, illic carnosi clavi pendentium, alibi trucidatorum servatus
cruor et extorta dentibus ferarum trunca calvaria”. Apuleius, Metam., III, 17.
380 “Primum itaque paeneque praecipuum in tabellis elementum detestati hominis nomen; etenim fieri
potest ut defigendi verba desint aut nemo deus invocetur, at scriptis in defixionibus vix ullam observes
in qua non sit aut expresse propositum aut aliqua reconditiore via traditum invisum illud nomen. Quod si
rite fuerit delatum haud secus ac si lege ageretur, ille quoque diis inferis sine ulla dubitatione tradetur,
secundum superstitiosam opinionem, ‘quae fuit evenire homini quodcumque eveniret nomini eius: nam
artissime apud veteres cum suo quisque cohaerebat nomine’”. A. Audollent, op. cit., III, L.
381 vid. n. 283.
382 “Felicius interdum intellegere nobis evenit alia graphio delineata signa quibus non paucae
decorantur lamminae, quae cum in hoc meo thesauro effingere non potuerim in librorum tabulis quos
adhibui contemplaberis: serpentem dico, catenam, uncos, scalas, quibus fere adumbrari non negaverim
quae manent defixos homines poenas. Plures autem multo se praestant litterae singulae, sive nudae sive
globulis in extremis hastis ornatae, quarum propria vi magica ut deos cogere intendit qui inscupsit.
Fuisse in romanis Sethianorum saepe tabellis litteras X Z A Y ⊗ ad divina nomina (…) Litteram igitur X
ad Osirim pertinere, Z ad Osirim Apim, littera ⊗ -hoc est Θ cum inscripto X- κὐκλον τῆς ᾽Ανἀγκης
repraesentari”. A. Audollent, op. cit., III, LXXII-LXXIII.

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conjuro supersticioso, algunas de ellas con parecido fónico a expresiones griegas presentes en
tablillas escritas en esta lengua y, por tanto, seguramente deformadas por repetición hasta
perder su sentido original a partir del griego (como Atracatetra, semejante a ἀρα κατἀρα “luego
maldición”, o Egdarata, que recuerda a ἐκταρἀσσειν “perturbar profundamente”) o desde otra
lengua (por ejemplo, las terminaciones registradas -al y -eth son atribuídas al cartaginés)383. Por
tanto, de cara a las lecturas de los óstraca de Iruña-Veleia, debe ser tenido en cuenta que cuando
un grafito resulta incomprensible (lo cual sucede en no pocas ocasiones), es posible que ello se
deba a que contenga una sílaba, palabra o frase mágica que pueda no tener traducción alguna o
cuya traducción no sea en realidad relevante, siendo acaso de lo que se trata su simple
interpretación como conjuro supersticioso dentro del amplio marco de las tabellae defixionum.

En el corpus epigráfico veleyense son abundantes los óstraca que responden a una o
varias de estas características y que, por tanto, son susceptibles de ser contextualizados como
tabellae defixionum. Todos y cada uno de ellos comparten la característica de ser siempre soportes
óseos de animales, lo cual arroja interesante información sobre la consideración escrupulosa que
de este material se tenía en Iruña-Veleia; es cierto, no obstante, que muchos grafitos del corpus
realizados sobre fragmentos reciclados cerámicos o vítreos contienen dibujos, símbolos, letras
(incluso adornadas, como las describe Audollent) o sílabas y palabras intraducibles que también
podrían ser considerados prácticas mágicas, pero, por razones obvias, no conducirían sino a
plantear meras interpretaciones hipotéticas, por lo que son omitidas aquí.

La práctica mayoría del conjunto de óstraca óseos fue descubierta en el sector 5 (recinto
59, UE 51144), cuya cronología se sitúa en la segunda mitad del siglo III y donde los
arqueólogos detectan un derrumbe que provocó el colapso del estrato. En principio, no
contienen fórmulas fijas. Algunos huesos muestran el nombre del supuesto destinatario del
conjuro mágico (o destinatarios: nº 12709, Lucio/Marco/Libia -¿Lidia?-), o un epíteto a él referido
(como el nº 12290, una costilla de ovicaprino en la que se lee servus); otros lo acompañan de
dibujos, símbolos o simples trazos susceptibles de ser entendidos como mágicos, y otras veces
no aparece ningún nombre, sino sola iconografía: así, un staurograma en nº 12389 (un
fragmento de cráneo de ovino), o una figura antropomorfa esquemática con trazos lineales en nº
12402 (un fragmento de pelvis de ciervo) y dos figuras antropomorfas en nº 12380 (un
fragmento de mandíbula derecha de ovicaprino). ¿Representaciones simbólicas de los
execrados?

El soporte de nº 12379 es un fragmento de pelvis de ciervo en el que se escribieron los


nombres de tres dioses: Iupiter / Marte / Ceres. Ello induce a conjeturar, dentro de la hipótesis
interpretativa propuesta para el conjunto de los óstraca óseos, que estos tres dioses aparezcan
en calidad de vengadores o de auxiliadores, destinatarios, en todo caso, de una petición
determinada.

En esa misma línea, la de los dioses invocados, podría entenderse acaso el óstracon nº
11260 (II HIITCAIIIDIC IO/DIANANE), consistente no en un hueso, empero, sino en el asa de
una jarra de cerámica sobre cuya superficie exterior se grabaron lo que parece ser los nombres

383 A. Audollent, op. cit., LXXII.

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de Diana y Hécate, diosas catactónicas asociadas en el mundo grecorromano a la luna, a las


sombras, a la oscuridad, a la magia, a la hechicería y a las prácticas execratorias, por ende, en las
que eran diosas frecuentemente invocadas. El motivo por el que se pudo amortizar el asa de
una jarra rota (y no un hueso) para dirigirse a estas diosas puede no tener importancia ni
trascendencia alguna. Tampoco puede saberse el fin con el que habrían sido invocadas, si es que
lo fueron en este caso; por otro lado, la jarra a la que pertenecía el asa amortizado como
óstracon pudo ser dedicada a ellas cuando estaba en uso, en cuyo caso quizás la terminación
que se lee no sería tanto la de genitivo (como en su momento lo he analizado384), sino la de
dativo, que en latín clásico es igual a la de genitivo en estas palabras: Dianae aparecería escrito
Dianane con errata y con una E representando el monoptongo de ae en ē385, y Hécate en la forma
Hetcaei, también con errata en la colocación de la T (por Hecatei) y con terminación de dativo de
la quinta declinación de los temas en e (lógicamente, pues siendo un nombre griego terminado
en -e sería declinado de esta manera en latín). En cuanto a la palabra restante del grafito, dicio,
podría pretender ser dico, “decir”, “indicar” (del indoeuropeo *deik- “señalar”, “mostrar”,
acepción muy palpable en -entre otras muchas- la palabra derivada digitus “dedo” y en índice, el
dedo con el que se señala). Este verbo es empleado hasta la saciedad en diversas fórmulas
latinas, sobre todo jurídicas (consulem dicere, “nombrar cónsul”, ius dicere “dictar justicia”-con
todos sus derivados: iu-dex, iu-dicare, iu-dicium, iuris-dictio, etc.-), siendo, de hecho -junto con
dare (do)- el que utilizaba el pretor romano para dar comienzo oficial a un juicio (do, dico, addico:
“doy, concedo, asigno”) después de haber oído a las partes litigantes (do iudicum, “concedo el
juicio”; dico ius, “doy a conocer la ley”; addico litem, “asigno a quien corresponde lo que es objeto
de litigio”386. Otra fórmula antigua (presente desde Ennio) en la que aparece un derivado de
este verbo es indicere bellum, “declarar la guerra”. Aparte de tecnicismos adscritos a contextos
concretos, este verbo se empleaba constantemente en la fórmula coloquial salutem dicere
“saludar”: salutem [tibi dico], “te saludo”, “hola”. Y, en su segunda acepción principal, significa
“consagrar”, “dedicar”: por tanto, de un modo u otro, es probable que también en las fórmulas
execratorias y religiosas se hiciera uso de él (como, de hecho, se documentan en dicho contexto
sus derivados dedicare e iudicare -¿o indicare?387-), lo cual podría arrojar luz sobre la forma dicio
escrita en el óstracon entre los nombres de Hécate y Diana: si dicio no es una errata o un error de
lectura por dicto (“dictar”, “prescribir”, “ordenar”, “mandar”), podría, tal vez, atesorar una
manifestación gráfica del cambio fonético que afectó a la oclusiva sorda intervocálica y que
provocó su sonorización (dico > digo), siendo acaso entonces la i de dicio un indicio de dicho
cambio, que aún no sería reflejado en la escritura mediante la correspondiente oclusiva velar
sonora g, pero que haría notar la nueva articulación de la c, que se habría querido reflejar de
algún modo al escribir este verbo. Por otro lado, si esta interpretación estuviera bien

384 vid. pág. 62.


385 vid. págs. 64-66.
386 José Francisco Escudero Moratalla - Gerard Casas Soler, Demiurgia jurídica, lenguaje y creación de
la realidad conceptual. El “motor inmóvil” jurídico y los actos mágicos, Revista de Llengua i Dret, 34,
2000, Barcelona, 57-58.
387 cf. Dedico id deis manium ? ut ea ita faciant; Iudico ilu quiq[? ue i]mitati (…).

“Iudico vidi in lammina ubi indico potius exspectes, cf. in notissimo titulo romano: Sol tibi commendo
tu indices eius mortem. Interpretaberis: Indico il(l)u(m) [nomen deest] quiq[ue i]mitati [sunt eum]?”. A.
Audollent, op. cit., 293, 475.

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encaminada, este óstracon aportaría los dos únicos dativos clásicos del corpus veleyense, cuya
presencia estaría justificada por el contexto (formular) al que estarían sujetos, no siendo ello,
entonces, razón para cambiar lo concluido acerca de la situación del caso dativo en la segunda
mitad del siglo III en Iruña-Veleia388. El hecho de que en el óstracon se aprecie un barniz
aplicado sobre las letras de la inscripción hace dudar de un uso espontáneo del mismo,
apuntando, más bien, a la interpretación como pieza votiva dedicada a estas dos diosas de la
jarra a la que perteneció el asa en cuestión, que pudo ser utilizada en un templo o lugar sagrado
relacionado con -tal parecería- el culto lunar (muy arraigado en la cultura vasca antigua389).

También el óstracon nº 10857390, un pondus de telar, podría ser una tabella defixionis; la
descripción del texto grabado aportada por los arqueólogos de Lurmen en Ostracabase es la
siguiente: “Con un grafito continuo a lo largo de la base de dos caras (SIVAII VANI: en la primera nexo
VA, en la segunda nexo VAN) o SINII VANI (en la primera N en espejo, en la segunda nexo VAN) (…)
Base: MIILIOR o MINIOR / IN / IIAN ITII (con nexo AN). Melior o minior tendrían lectura inversa
con respecto a las otras dos líneas. Tendríamos el texto: Melior in ean ite”. La plausible traducción de
este grafito de la base del pondus (¿“Mejor id contra ella”?) parecería sugerir una petición a
dioses que no se menciona (si es que no se hace lo propio en el reverso de la pieza, y los dioses
nos son desconocidos) para que arremetieran contra una mujer, tal y como se documenta en un
buen número de tablillas conservadas el empleo del modo imperativo para dirigirse a los dioses
vengadores391.

También, casualmente, es un pondus de telar el soporte de nº 21658 (NAHI/SIIT/


SVMO/LIBERATE), en el que -tal vez392- se reclama a dos dioses -cuyos nombres sí se
mencionaría en este caso- (NAHI/SIIT) la liberación de alguien llamado Sumo: Set (o Seth) es el
dios egipcio que encarna el Mal, quien asesinó y despedazó a Osiris, el dios de la resurrección.
La presencia del dios Set en Iruña-Veleia no debería resultar extraña teniendo en cuenta que los
dioses egipcios Anubis, Osiris e Isis aparecen en un óstracon en hueso del corpus (vid. infra). En
cuanto a la forma nahi, Nahí o Naví sería un antiguo dios prerromano, cuyo nombre, al parecer,
estaría documentado una sola vez en la epigrafía hispana393. Este dios habría sido asociado

388 vid. págs. 54-55.


389 “Por lo que al pueblo vasco se refiere, estoy inclinado a considerar que la luna en él durante un
período considerable ha sido la divinidad más importante y con sello más original, junto con la divinidad
ctónica (…) Es muy probable que haya habido diferentes confusiones, curiosas desde el punto de vista
religioso, entre las ideas de muerte y luna (…) El respeto por la luna es verdaderamente grande en el
País Vasco, como revela el folklore. En Vizcaya, en Rigoitia, por la noche, la muestran diciendo que es
Jesús. En Berástegui y Abadiano, a los chicos les dicen que es la cara de Dios”. Julio Caro Baroja, Sobre
la religión antigua y el calendario del pueblo vasco, 48, 52, 54.
390vid. http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:10857 y págs. 26-28 al respecto de los comentarios de
carácter lingüístico de este grafito.
391 cf. A. Audollent, op. cit., 483-486.
392 vid. pág. 86, donde se propone otra interpretación hipotética de este texto.
393(CIL II 756) “Las Divinidades que suelen creerse propias de la nacion Española, ademas de las
Griegas y Romanas, pueden reducirse á trece, segun lo que hasta ahora se ha descubierto (…) La IV.
Navi, ó Nahí, nombre que se ha conservado en una inscripción de Alcántara, que es la 107”. Juan
Francisco Masdeu, Historia crítica de España y de la cultura Española, compuesta en italiano y en
español, VIII (España Romana, libro tercero), 357.

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luego, en época romana, a Júpiter394, siendo, tal vez, un dios importado, fenicio o cartaginés395,
si no vascón o íbero (es decir, autóctono).

Con respecto a dioses legendarios autóctonos antiguos, concretamente vascos, cabe


mencionar aquí a Esus, ya que la interpretación que ha de darse al óstracon cerámico nº 11363
(DII IISV FAVSTO) hubiera de partir acaso de este personaje mitológico: la traducción del
grafito, en ese caso, no sería “de la comida feliz”, como la presenté en su momento396, sino “del
feliz Esus”, “acerca del feliz Esus”. Esus aparece mencionado en los altares galo-romanos, y
también habla de él Lucano397: se trataría de un leñador relacionado con la creencia antigua
paleoeuropea en el árbol cósmico que los escoliastas de Lucano asocian a Marte o Mercurio398.
Julio Caro Baroja lo asocia con Olentzero, el carbonero de la cultura vasca que desciende del
monte a los hogares la noche de Nochebuena y que sería un resto de culto arcaico, naturalmente
precristiano399. Dado que es tradición antigua la celebración de esa noche mediante un

394“Naví ó Nahí, es muy verisimil, que fuese Jupiter, ó otro Dios Romano, á quien hubiesen dado este
nombre los Españoles por el rio Nabius ó Navilubio de Galicia; como al mismo Jupiter le dieron los de
Ladíco y Candamio por los dos montes, que eran conocidos en España con estos nombres”. J. Francisco
Masdeu, op. cit., 360.
395 “Acerca de todas estas Divinidades me atrevo á establecer dos cosas. La 1. que ninguna de ellas tiene
origen Español; y la 2. que ó son Divinidades Romanas con nombres Españoles, ó propias de alguno de
los tres famosos pueblos, que estuvieron antiquisimamente en España, Fenicios, Griegos y Cartagineses.
En la España antigua probé, que los Españoles, antes de la entrada de los Fenicios en la Bética, no
conocieron la Idolatria. Luego los introductores de todas las falsas Divinidades, fueron los Pueblos
arriba dichos, que son los únicos que tuvieron dominio en nuestra Peninsula (…) De los Cartagineses
hay todavia menos duda, pues sabemos, que abrieron minas por toda España hasta los Pirineos, y
llevaron su comercio por las costas de Portugal, Galicia y Francia hasta las Sorlingas y en ocasion de
las guerras con los Romanos penetraron con grandes exércitos por Andalucía, Extremadura y Portugal,
molestaron las dos Castillas, y combatieron en Valencia, Aragón y Cataluña. Dos Naciones que se habian
familiarizado tanto con los Españoles, y que fueron sus madres y maestras en todo genero de Idolatria, es
muy natural, que introduxesen en España todas las Divinidades, de que no pueda descubrirse otro origen
mas verisimil. Observese ademas de esto, que los ultimos paises de Vizcaya, Cantabria y Asturias donde
aquellas dos naciones no entraron jamas, o no se establecieron, no nos presentan memoria ni vestigio de
semejantes Divinidades. (!) Luego no habiendo sido estas conocidas, sino donde entraron Fenicios ó
Cartagineses, debe necesariamente atribuirse su origen á estos dos Pueblos, y no á los Españoles”. J.
Francisco Masdeu, op. cit., 358-359.
396vid. págs. 29-30, donde presento mi otra interpretación de este grafito a partir del sustantivo latino esus
“comida”.
397 Farsalia, I, 445.
398“Es en un altar famoso de París donde a “Esus” claramente se le ve con un hacha en posición de dar
un golpe a un árbol. En un altar de Tréves hay el mismo personaje indudablemente, pero sin epígrafe.
Según la interpretación de Salomón Reinach, las diversas escenas que aparecen en los dos altares
representan este acto enigmático: ‘El leñador divino hiende el tronco del árbol del toro con las tres
grullas’. Esto constituye, como el mismo señala, una adivinanza. Pero según el mismo se puede pensar
que el árbol es un árbol cósmico, como el toro es un toro cósmico. Lo que resulta indudable es que el
toro, con las tres grullas y el árbol, están estrechamente relacionados, y que “Esus” está en posición de
hendirlo con su hacha. “Esus” no era, probablemente, un dios de primera importancia ni adorado en
muchos sitios, y los escoliastas de Lucano lo confunden con Marte y Mercurio”. J. Caro Baroja, op. cit.,
125-126.
399 “¿Quién era el gigante carbonero de numerosos ojos rojizos, que andaba con una hoz, que se
calentaba con el tronco de Navidad (…)? Creer que su personalidad se ha formado sobre la costumbre
cristiana es una candidez. Si prescindimos de las canciones de cuestación, nos quedan una serie de datos
suficientes para pensar que estamos ante un caso típico de esfuerzo de cristianización de un mito y de
unas costumbres viejísimas”. J. Caro Baroja, op. cit., 115.

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Alicia Satué

banquete, el grabado que acompaña al grafito De Esu Fausto sobre un plato de cerámica hace
cobrar sentido a esta interpretación de la palabra esu como el nombre (en ablativo regido por la
preposición de) del dios leñador Esus, al consistir dicho grabado en una escena en la que se
representa una exedra o pérgola, lugar ajardinado de las casas romanas reservado para las
comidas en común al exterior, y siendo plausible que fuera, por ello, el indicado para las
celebraciones de las fechas solsticiales, si, como algunos investigadores creen, se quemaba un
tronco y se iluminaba un árbol para acompañarlas (el plato sobre el que se realizó el grafito
podría estar reservado para las celebraciones aludidas, por otra parte): según algunos
mitógrafos, el tronco en cuestión, que cortaría Esus (¿Olentzero/Olentzaro?), y que podría
guardar relación con el árbol bíblico de la Ciencia, estaría también ligado a la luz y a los cultos
antiguos al Sol celebrados en el solsticio de invierno, siendo precursor, probablemente, de la
tradición del árbol de Navidad400.

En relación con este grafito, y debido -concretamente- al tronco de madera, habría


quizás de entenderse el nº 11459 (FAVNO/ MAMIIRS/MAMIIRC), en cuyo reverso se dibujó un
jabalí atravesado por una flecha sobre el que se escribió el nombre Iupiter. El óstracon contiene
una alusión a la versión romana del mito griego de Meleagro, el hijo del rey de Calidón, Eneo
(el viñador) y de Altea (o, según otras versiones, hijo de Ares y Altea, fuera de su matrimonio
con Eneo): siete días después del nacimiento de Meleagro, las Moiras anunciaron a Altea que la
vida del niño duraría hasta que el tronco que ardía en el hogar se consumiese. Altea lo sacó del
fuego, lo apagó y lo guardó en un baúl. En una ocasión en que Eneo omitió a Artemisa, diosa de
la caza, en las ofrendas anuales a los dioses, ésta envió en castigo un peligroso jabalí a Calidón,
y el animal destruyó los viñedos de Eneo. Se organizazó un grupo de cazadores, entre los que se
encontraba Meleagro, para dar caza al jabalí. Meleagro, enamorado de la cazadora Atalanta,
protegida de Artemisa, la invitó a la caza del jabalí. Atalanta fue la primera en herir la bestia con
una flecha; después Meleagro la remató con una lanza, y regaló la pieza a Atalanta, lo cual
causó indignación entre los cazadores, entre ellos a sus tíos (los hermanos de Altea), que
arrebataron el trofeo a Atalanta. Por esto, Meleagro se peleó con ellos y los mató, provocando la
ira de Altea, quien sacó el leño del baúl y lo tiró al fuego. Como consecuencia, Meleagro murió,
tal como había sido predicho por las Moiras. En la versión romana, Septimio Marcelo, un gran
aficionado de la caza, tomó como esposa a Silvia (cuyo nombre recuerda a las selvas y los
bosques, los territorios sagrados de Artemisa/Diana); el dios Marte se disfrazó de pastor, violó
a la joven esposa y la dejó encinta. Después, le reveló quién era y le dio una lanza, diciéndole
que de ese arma dependería la suerte del niño del que estaba embarazada. Al cabo de unos

400 “El árbol de luz de Noel, que actualmente nos parece propio de los pueblos septentrionales tan sólo,
está relacionado con el tronco de Navidad. Esto lo notaron ya varios mitógrafos del siglo pasado, entre
ellos Angelo de Gubernatis (…) Autores más recientes, como Adolf Jacoby, creen que es un producto
medieval típicamente cristiano, en cuya formación ha influido la popularidad de las representaciones del
árbol del Paraíso, etc. Otros investigadores, siguiendo la trayectoria de Mannhardt y ampliándola con
arreglo a nuevos datos, defienden la relación del hecho de colocar el árbol en la época en que se coloca,
con la creencia de que en ella, es decir, en el período del solsticio de invierno, de los doce días, aparecen
en la superficie de la tierra los espíritus y las almas (…) El mundo de seres sobrenaturales y de muertos
que anda suelto por la superficie de la tierra necesita calor y luz, y es propicio a los hogares en los que
encuentra estos dos elementos: el tronco de Navidad y el árbol de la luz sirven simultáneamente para
proteger, resultan de un lado apotropaicos. De otro lado es muy posible, dada la semejanza de los ritos
solsticiales de invierno con los de mayo, que Huth hace resaltar convenientemente, y la existencia
comprobada en períodos precristianos de un culto al árbol cósmico o sustentador del mundo, que el
árbol de luz tenga además un carácter más trascendente”. J. Caro Baroja, op. cit., 121, 122-123.

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años, el hijo de Silvia, llamado Mamers Mamercus (probablemente en honor a Marte y a su


padrastro Marcelo), omite a Ceres (la Deméter griega, diosa de la agricultura, o la divinidad
ctónica femenina) al cumplir con las ofrendas anuales para una buena cosecha, por lo que la
diosa envía un enorme jabalí para que destruya los campos de Septimio y de su hijo Mamerco.
Éste organiza un grupo de cazadores y él mismo mata el jabalí con la lanza que el dios Marte
había regalado a su madre. Mamerco regala los despojos del jabalí como trofeo a la mujer a la
que ama (la hija de Tuscino, cuyo nombre recuerda a Toscana, la región de los etruscos); los tíos
maternos de la joven le arrebatan el trofeo y Mamerco se enoja y los mata. La madre de la joven,
hermana de los muertos, entra en cólera y quema la lanza, muriendo, en consecuencia,
Mamerco. El fin eminentemente didáctico401 del grafito vendría sugerido por su procedencia (el
sector 5 o supuesto paedagogium veleyense), y su porqué concreto subyacería en el contexto del
aprendizaje de la cultura clásica por parte de la población autóctona vasca, que, de alguna
manera, pudo asociar el personaje de Esus (¿Olentzero?) con el de Meleagro, fiel a la cazadora
Atalanta y, por ende, a su protectora Artemisa/Diana, la diosa salvaje de la naturaleza: tal
asociación podría guardar relación, a su vez, con la implantación de una religión masculina (la
romana, indoeuropea) en el suelo vasco, marcado muy fuertemente por el matriarcado y el culto
a la divinidad ctónica femenina402; el nombre Mamers Mamerc que figura en el grafito alude a la
versión romana del mito (más masculina que la griega), que sustituye el leño ctónico-cósmico
por la lanza de Marte, el dios de la guerra, siendo la guerra un elemento fundamental en la
cultura romana, militar a diferencia de la griega403 (y cuyo carácter imperialista había de ser
justificado de algún modo).

401 Así lo interpreta el investigador Eduard Selleslagh-Suykens: “Dado el contexto de las excavaciones,
se supone que se trata de ‘ostraka’ grabados por alumnos de un paedagogium a quienes se enseñaba los
viejos mitos o leyendas de conocimiento casi general (…) Es importante notar que los restos datan del
siglo 3 d.C., es decir relativamente tarde en la historia del imperio romano, y en tierra lejana, bastante
lejos del centro cultural de Roma (…) El mito contiene elementos antiguos difíciles de situar en el
tiempo: algunos autores han visto en la historia del leño una memoria de sacrificio humano (Cf.
Abraham e Isaac, edad del bronce), que después se reemplazó simbólicamente por sacrificios (en una
pira) de animales o de sus despojos. El asesinato de los hermanos de la madre es la ofensa más extrema
al matriarcado, y por esto Meleagro debe morir sacrificado por el leño salvado en primera instancia
(sacrificio aplazado, mientras Meleagro tiene la oportunidad de probar sus méritos) (…) Y la moraleja?
Es puramente religiosa: hay que respetar a todas las tradiciones religiosas, antiguas (ctónicas) y
nuevas (olímpicas) (…) El jabalí enviado por los poderes ctónicos es claramente un acto de resistencia
del mundo pre-romano. Aquí hay que mencionar que los etruscos eran muy helenizados y compartían el
sincretismo griego, es decir que eran bastante tolerantes frente a los elementos ctónicos, pre-griegos".
Eduard Selleslagh-Suykens, Iruña-Veleia: El óstrakon 11459 con el jabalí, apodado ‘Porky’. Una
interpretación basada en un análisis antropológico de los mitos ctónicos griegos y romanos, y del
recuerdo de la dominación etrusca en los mitos fundacionales de Roma, 2, 4, 5, 7 (vid. también http://
www.amaata.com/2014/12/iruna-veleia-el-ostrakon-11459-con-el.html).
402“El conflicto surgido de la entrega de los despojos del jabalí a una mujer es parte de una segunda
capa de significado ulterior a la primera: el conflicto entre la nueva religión (olímpica) y organización
patriarcal de los griegos (indoeuropeos) y la ctónica, matriarcal”. E. Selleslagh-Suykens, op. cit., 4.
403 “Marte es sólo el defensor-guerrero, totalmente en la línea de la mentalidad patriarcal y guerrera de
los romanos (…) Los Romanos distinguían bastante bien la defensa ‘militar’ de campos y bosques, del
fomento de la fertilidad y las cosechas, lo que no es el caso de Artemisa, más matriarca guerrera/
cazadora, algo difícil de aceptar para los romanos de ideología más bien patriarcal-machista, que
criticaban duramente a las mujeres etruscas, como mujeres indecentes que no sabían su sitio en la
sociedad (romana) (cf. Tanaquil/Tanchvil), cuando manejaban carro de caballo, sentadas más alto que
los hombres en la calle, y con las rodillas al aire”. E. Selleslagh-Suykens, op. cit., 6.

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En cuanto a la presencia de los nombres Fauno y Iupiter en el óstracon, no resulta muy


clara, aunque podrían justificarse por el carácter selvático-ctónico del primero404, que podría
aparecer no como nombre propio (equivalente a Pan) sino en sentido genérico, calificando a
Mamers Mamerco como un fauno o silvano (sátiro), y por la presencia -tal vez- del segundo en
calidad de dios vengador y padre de Marte en la versión que se difundiera del mito en Iruña-
Veleia, para nosotros hoy desconocida por habernos llegado otra distinta405.

Regresando al hilo argumental del que se trataba, los óstraca óseos, en el capítulo
anterior se menciona el nº 12710 a propósito de la presencia de un acusativo en forma de caso
oblicuo terminado en -o (Bar. m. certo scio) y se presenta como una posible tabella defixionis en la
que el segmento Bar- podría corresponder al nombre propio del maldito mientras que M
(¿mortuum?) expresaría el deseo íntimo del autor de la execración (¿“sé de cierto bien muerto a
Bar-”?)406. En el óstracon, un hueso de suido, se aprecia el dibujo de un cerdo acompañando al
texto, siendo este grafito el único de este conjunto que contiene un verbo (y sólo tres -a lo sumo
cuatro- en el corpus veleyense aquellos en los que hay un verbo, si se exceptúan los proverbios
y las citas), y siendo también el único con estas características (junto con el nº 12709: Lucio/
Marco/Libia -¿Lidia?-) que no procede del sector 5, sino del 12, correspondiente a una cisterna.
En el caso de que M sea la primera letra de mortuum (o mortuo, como se pronunciaría), el grafito
recordaría al nº 12381, una costilla de bóvido en la que se lee la palabra mortem (¿mortea?407)
escrita junto a un grabado esquemático que representa lo que asemeja un mausoleo. En cambio,
en nº 12400, un metacarpo izquierdo de caprino, tal vez el deseo del autor fue el contrario y no
se deseó a nadie la muerte, sino la vida eterna, si es que el texto inscrito sobre una de sus
superficies termina -eso parece- con el adjetivo vivus, que era aplicado a quien trascendía su
existencia mortal (como también los epítetos salvus, victor e invictus): (¿J/T?)SLVIVVS (¿Terra
Sit Levis Vivus?); en su reverso, entre trazos indeterminados (cabe pensar que mágicos), las
letras MIAA.

Precisamente se escribió Victor en nº 12294, un cúbito derecho de suido, que, de ser un


epíteto, podría referirse al título de “victorioso” que solían recibir los mártires cristianos, si no
es un antropónimo (presente en otros grafitos veleyenses, por lo demás); el grafito de nº 12291
(a: Servio Tulio / Victor Servio; b: Parmenios fileo408), un fragmento de cráneo de suido, remite al
citado hueso en el que se lee Victor y también, a la vez, al grafito del nº 12292, óstracon
consistente en una aleta de vértebra de un animal indeterminado sobre el que también se grabó

404“El entorno de Fauno (como los Paniskoi de Pan) son genios del bosque salvaje. Se puede suponer
que el autor de la incripción o sus maestros veían un carácter de fauno en Mamercus por asociación con
Mars Silvanus o algo en este sentido”. E. Selleslagh-Suykens, op. cit., 8.
405“La mención de Jupiter, en lugar de Marte, es más difícil de explicar: Jupiter (Zeus) es el padre de
Ares (Marte), y entonces el abuelo de Mamers Mamercus. ¿Es una confusión en la mente del alumno, o
se considera a Jupiter como la autoridad superior que ha permitido o fomentado la historia? Difícil de
decir”. E. Selleslagh-Suykens, Ibidem.
406 vid. págs. 86-87.
407 vid. n. 95.
408Fileo por filio podría sugerir la pronunciación céltica del autor de la execración (vid. ns. 140-145,
288).

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Servio Tulio; también, por otro lado, recuerda al nº 13488 (Parmeniom409 / Orsus fili), una
mandíbula de bóvido, y al nº 12383, un fragmento medial de costilla de vacuno sobre cuya
superficie exterior puede leerse Parm mientras que en su superficie interior se aprecia una
figura antropomórfica que, presuntamente, correspondería al portador del nombre de la otra
cara del óstracon -cabe suponer que a Parm(enio)-, y, finalmente, al nº 12397, un fragmento de
tibia izquierda de suido en el que se escribió nuevamente Parm a continuación de una figura
esquemática humana y seguido de un aspa y una especie de ángulo, que seguramente deban ser
interpretados como símbolos mágicos. Parmenio, por otro lado, es el presunto dedicante (Parm)
del sentido epitafio a Deidre (nº 12430) realizado sobre un fragmento de mandíbula de suido:
por algún motivo, parecería que este misterioso veleyense ¿de nombre griego?410 (pero hijo de
Orsus, si siempre se trata del mismo Parmenio y si Orsus es un nombre propio -¿por el común
Ursus411, con confusión de o y u?- y no el participio de perfecto de ordior “empezar”, “urdir”,
“tejer”) fue objeto de más de una maldición, así como también su hijo (a juzgar por el grafito
Parmenios fileo -por filio, cabe suponer412- de nº 12291).

Pero el porqué de la mención de Servio Tulio en ambos nº 12291 y en nº 12292 es más


oscuro: ¿se refiere al rey romano?, en el primero de ellos este nombre aparece seguido de Victor
Servio, y es en el reverso donde se escribió Parmenios filio: ¿es Servio Tulio un nombre propio
adjudicado a un veleyense que evoca a dicho rey de los tiempos lejanos de la Monarquía
romana? Esto no parece muy probable, dado que en otros dos óstraca óseos figuran los nombres
Iulio Octa (nº 12398, un fragmento de costilla de bóvido) y Cladio Tito Iulio Caesar (nº 12293, un
fragmento de radio derecho de ovicaprino). Más bien habría que pensar que, por alguna razón,
esos soportes fueron utilizados en ocasiones diferentes y con fines asimismo diferentes, no
guardando relación las referencias a personajes históricos (que debieron de ser escritas en otro
momento con fines didácticos y/o memorísticos) con el grabado de la execración propiamente
dicha: de hecho, existe otro óstracon (nº 12431, una costilla de bóvido), que muestra en una cara
la bienaventuranza del evangelio de Mateo Beati pauperu spiritu413 y, en la otra cara, los nombres
Riamo, Dalia y Demi (respectivamente, los de los padres y el del hijo menor de la familia céltica
del árbol genealógico de nº 12099) escritos junto al grabado esquemático de lo que parecería ser
un altar; según la descripción de esta pieza de los arqueólogos de Lurmen (contenida en

409vid. ns. 350, 356 al respecto de la terminación -om, que podría pretender ser la de acusativo (empleada
junto con la de nominativo en las execraciones) con -m, en este contexto concreto justificada acaso por
ser arcaizante debido a una pretensión de solemnidad (requerida, en principio, en el lenguaje formular).
410Derivado del verbo παραµεἰνω, fue latinizado en la forma Parmenius con el significado de “el que
permanece al lado”, “el que espera fielmente”, “el perseverante”. Según el Diccionario de nombres
propios de Roberto Faure, debe su difusión como nombre de bautismo a San Parmenio, mártir en Persia
en el siglo III.
411 cf. AE 1971, 00268m, Aquitania: Ursus; AE 1989, 00616, Dalmatia: D(is) M(anibus) / Ursus et Vi/
ctoria q(ui) v(ixit) / nt[3]; AE 2000, 01080, Germania superior: [I(ovi) O(ptimo) M(aximo?)] Ursus; AE
2002, 00609c, Sicilia: C(aius) Cornelius Ursus; CAG-26, p 185, Gallia Narbonensis: Ursus Spelaeus;
CIL 02, 00419, Lusitania: Trofimen[i] / ann(orum) XVII / Ursus et / sibi et ux/ori f(aciendum) c(uravit);
CILII7,0476, Baetica: D(is) M(anibus) s(acrum) / Iunius / Ursus / anno(rum) III / pius in suis hic si/t(us)
est s(it) t(ibi) t(erra) l(evis); (…)
412vid. n. 216 al respecto de la interpretación de la forma sigmática de nominativo Parmenios como un
genitivo analógico.
413 Por Beati pauperes spiritu (vid. n. 311).

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Alicia Satué

Ostracabase414) “son dos grafitos que no tienen nada que ver, grabados -probablemente- cuando el hueso
ya estaba roto. Un grafito tiene sentido de lectura inverso con respecto al otro, si disponemos el hueso en
su estado original”.

Resulta, además, que también son huesos los soportes de los grafitos que contienen
máximas (algunas de ellas cristianas, como la citada Beati pauperu spiritu de nº 12431),
procedentes todos (y el susodicho) del mismo contexto estratigráfico, el sector 5: los óstraca nºs
12384 y 12386 (Abisus abisum invocat, Abissus abissum invocat) son fragmentos de mandíbula de
suido, como también el nº 12377 (Ab absurdo), y son un fragmento de cráneo de suido el nº 12385
(Ab uno disce omne) y de cúbito de suido el nº 12396 (Ounmia vincit amor); el nº 12394 (Si vis pacen
para institiam) es un fragmento de metatarso izquierdo de bóvido, una escápula izquierda de
bóvido el nº 12376 (Dei in pace) y una vértebra de bóvido el nº 12390 (a: Amicus certus in re incerta
cernitur, b: Ad maiorem dei gloriam); el nº 12382 (a: Patius se[ ; b: quan numgu[ ) es un pedazo de
costilla de suido, y un fragmento de peroné izquierdo asimismo de suido el nº 12378 (Patiu[ ),
donde plausiblemente se pretendía grabar el mismo proverbio que en el anterior, mas por algún
motivo quedó incompleto habiéndose grabado solamente la primera palabra (e inconclusa). El
nº 11811 (Homo proponit sed deus disponit) sería, concretamente, el único ejemplo de industria
ósea del corpus, habiendo sido tallado y pulido. En cuanto a nº 12373 (Cuo proditurus), un
fragmento de metacarpo derecho de ovicaprino, el soporte indicado apoyaría la traducción “A
dónde irá(s)?” frente a su interpretación como una versión libre del latinismo jurídico Cui
prodest?415, sugiriendo que acaso no sea sino una pregunta retórica formulada en un contexto
sepulcral. El porqué de la elección del hueso como el soporte adecuado o idóneo para la
inmortalización de sentencias clásicas y cristianas guardaría relación con el contenido
moralizante de las mismas y posiblemente también con su uso y previa concepción; tal vez estas
sentencias fueron grabadas en los huesos a modo de textos destinados a ser despedidas
fúnebres predeterminadas y que esta función como epitafio explique el porqué de su aparición
constante en soportes óseos.

El soporte del grafito cristiano In nomine pat[ (nº 13362) es, empero, mortero cerámico,
pero procede de un contexto estratigráfico distinto de todos los anteriores: el sector 6, apodado
domus ecclesia por los arqueólogos de Lurmen, en el cual se halló buena parte de las piezas
escritas en euskera y un gran número de grafitos iconográficos de temática cristiana realizados
siempre sobre fragmentos cerámicos y ladrillo, lo cual justificaría la presencia de esta expresión
cristiana en el óstracon cerámico en cuestión; no debe ser ignorado, por otra parte, que la
datación de los hallazgos del sector 6 es cronológicamente posterior a los del sector 5, hecho
que, naturalmente, ha de ser tenido en cuenta en lo que atañe a la interpretación que habría de
dársele al uso, a los fines y al simbolismo del hueso en el caso de los hallazgos del sector 5.
Procede del sector 6 (concretamente de la UE 6185, datada por el método estratigráfico a partir
del siglo V d. C.) el grafito indudablemente cristiano nº 13343 realizado sobre una falange de
bóvido que representa una crucifixión: se trata de una escena figurativa desarrollada en tres de
las caras del hueso, en cuya parte frontal aparece la persona crucificada, en un lateral una figura
humana esquemática y en el otro una figura humana claramente femenina en posición orante.

414 http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:12431
415 vid. págs. 51-52 a propósito de este grafito y ns. 95, 98, 104, 279 en relación al resto de sentencias.

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Alicia Satué

La crucifixión evocada ha de ser no otra que la de Jesús, siendo la figura femenina la Virgen
María, si no María Magdalena. En cambio, procede del sector 5 el nº 12399, un fragmento óseo
de macromamífero en el que se lee la palabra vasca aien (“vid”, “sarmiento”) junto a varios
grabados diminutos indiscernibles entre los que sí parece apreciarse un círculo radiado (¿el sol?)
y un humanoide minúsculo. También este grafito contendría una alusión cristiana, dado que la
vid era uno de los símbolos que se asociaban a Jesús416.

Se observa asimismo la preferencia por el hueso para los grafitos de temática egipcia: el
nº 12375 (Hermopolis) es un fragmento de costilla de mamífero, el nº 12388 (Ramses Seti filio) un
fragmento de metatarso de corzo, el nº 12391 (Nepertiti Nepertati Hamse) una diáfisis de tibia
izquierda de corzo, un metacarpo izquierdo de ciervo el nº 12392 (Nefertiti) y un fragmento de
epífisis proximal de cúbito izquierdo de jabalí el nº 12395 (Isis / Osiris / Anubis). Ciertamente,
hay en el corpus óstraca cerámicos que contienen lo que se asemeja a jeroglíficos egipcios417,
pero, al parecer, no son sino simples motivos decorativos sin traducción, realizados a imitación
de jeroglíficos418, algunos de ellos (como el ojo o el escarabajo) plausibles amuletos419.

Hermópolis es el nombre de dos ciudades de Egipto (Hermopolis Parva y Hermopolis


Magna: la pequeña y la grande) en las que se veneraba a Dyehuthy (Thot/Tot en griego), dios de
la sabiduría, la escritura, la música, los conjuros, hechizos mágicos y símbolo de la Luna,
representado en la iconografía egipcia con cabeza de ibis: es, en definitiva, la versión semítica
del dios griego Hermes, y, como también éste para los antiguos griegos, fue -para los egipcios-
el inventor de la escritura y el patrón de los escribas, de las artes y de las ciencias. Como dios de
la escritura, era el inventor de todas las palabras y del lenguaje articulado, al igual que Hermes.
También compartía con el Hermes griego el haber sido el inventor de la lira. Era representado
con una pluma y con la tablilla de escriba celestial para anotar los pensamientos, palabras y
actos de los mortales, los cuales pesaba en su balanza una vez muertos: Hermes, entre otras
atribuciones, es en la cultura griega (y en la romana su correlato Mercurio) el dios Psycopompos o
el “conductor de las almas” al más allá una vez muerto el cuerpo, por lo que el hecho de figurar
el nombre de esta ciudad consagrada a este dios en un óstracon óseo no debe de ser una
casualidad.

416cf. Juan, 15:1: “Yo soy la vid verdadera y mi padre el viñador”; Juan, 15:5: “Yo soy la vid, vosotros los
sarmientos” (vid. http://www.amaata.com/2016/02/aien-x-iesus-ta-cristo-y-la-vid-en-un.html en relación
a la aparición de la palabra aien en otro grafito eusquérico del corpus veleyense -según la lectura
propuesta por Miguel Thomson- en el que se afirmaría que “Jesús es la vid”).
417 Son los nºs 11420, 16718, 15928, 11413, 11380, 11305, 11301, 11086, 10828, 10741 del corpus.
418“The hieroglyphs on the pottery fragments from Iruña-Veleia can be identified as Gardiner-signs, and
for later times (the Graeco-Roman period) also as signs from the “Hieroglyphica” but at the first sight
there’s no sentence or possible Egyptian name, which can be read (…) After Augustus (69 A.C.) began
the time of the first ‘Aegyptomania’ and all over in the Roman Empire we can find Egyptianizing
buildings, decors and reliefs”. Ulrike Fritz, Informe sobre los ostraca con jeroglíficos de tipo egipcio y
nombres egipcios escritos en latín sobre hueso y ostraca de Iruña-Veleia, 4, 11.
419 “In the time of the Phoenicians a lot of ancient Egyptian and Egyptianizing ware like amulets, statues
and scarabs came by trade to the Iberian peninsula and there’s one amulet of an Udjat-eye from the 7th
century B.C. from Ibiza, which has resemblance to Veleia No. 16718 (terra sigillata with an Udjat-eye). It
is not sure if the amulet from Ibiza was made in Egypt or in Spain, but it is an example that even 800
years before Egyptianizing ware was “manufactured” on the Iberian peninsula and it is possible that
Veleia No. 16718 and maybe also No. 15928 have been used as amulets”. U. Fritz, op. cit., 10.

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Alicia Satué

Por ello, cabe pensar que si los óstraca que contienen nombres egipcios son asimismo
soportes óseos, ello no debe ser tampoco fortuito, estando, entonces, ligados los grafitos que
contienen al contexto de la vida después de la muerte y a los ritos mediante los que se perseguía
la salvación del alma en los primeros tiempos del cristianismo, que, en aquel entonces, era una
más de las varias sectas sotéricas en boga que prometían dicho fin (a diferencia de la antigua
religión oficial grecorromana). De hecho, consta la presencia de otras sectas sotéricas de la época
en Iruña-Veleia: la existencia de la de Sol Invictus (muy extendida sobre todo en el siglo III) está
implícita en el hecho de que aparezcan las palabras griegas ῆλιος “sol” y φῶς “luz” en los
grafitos escritos en lengua vasca de tres piezas veleyenses procedentes del sondeo 32 y datadas
a finales del siglo II o principios del III: el primero de ellos es el nº 16365 (a: NIIV LAIKI/(ῆλιος)
NA,/XI VRTII TV,/VIILIIIAN/GORI BISI TA/ESTA; b: VIILIIIA NO/VVA, BANA/OSOV
POLI/TA, NIIV/RII ATA/ARAINA/ARRAPA), Neu laiki / (helios) na, / XI urte tu, / Veleian / gori
bisi ta / es ta Veleia no / vva, / bana / osou poli / ta, neu / re ata / araina / arrapa, ¿en euskera moderno
“Neu laikoa (Heliosenetakoa) naiz, XI urte ditut, Veleiaren goikaldean bizi ta ezta Veleia berria,
baina oso polita da, neure aitak arraina harrapa?”, ¿”Yo soy laica (de Sol), tengo once años, vivo
en la Veleia de arriba y no es Veleia nueva, pero es muy bonita, mi padre captura pescado”? Sea
cual sea su traducción correcta, este grafito trilingüe aporta interesantes datos (aparte de la
existencia del culto pagano solar no cristiano, llamado, o eso parece, “laico”420: LAIKI), como,
por ejemplo, que en el siglo III se emplearía ya en euskera el préstamo latino arrapa (¿< arrapare
< ad-rapere, con la asimilación adr- > arr común y esperable en latín?) que aparece en Leizarraga
para traducir el verbo clásico rapere421, o el adjetivo polita422 “bonito” (derivado del participio de
perfecto del verbo latino polire “pulir”: pulitus, -a, -um “pulido”, “labrado”, “elegante”); y que el
vasco o bien no sería ergativo en aquella época o bien la colocación de la marca de ergativo
provocaba errores gramaticales ya en aquella época entre los hablantes, puesto que no aparece

420 Esta palabra griega aparece también (con final -e: ¿la terminación griega de femenino?) en nº 16362
(a: TV, LAIKII/ BA I, b: NIIV IILOSI / (φως) / NIIBA I), “Tú, laic(¿a?) sí (?), yo Elosi (Luz)” (¿con
error por Helios, sol?); y en nº 16366 (NIIV LAIKII TA / VIIL[IIIA]N GORI), “Yo soy laic(¿a?) y/ en
Veleia Gori”, hallados asimismo en el sondeo 32 (UE 32005-A).
421 Lo cual la CCA considera imposible, por cierto, argumentándolo a través de virguerías fonéticas
imposibles de probar al no existir textos vascos antiguos a no ser los veleyenses: “Pero ello se topa con
los siguientes problemas: el participio es raptum de donde esperaríamos *arratu; si partiéramos del
verbo lat. raptare, tendríamos un participio raptatum de donde esperaríamos *arratatu; véase lat.
captivu(m) > vasc. gatibu, de lat. exemplu(m) vasc. sul. séntho, com. sendo, con pérdida regular de la
oclusiva (p) en posición implosiva”. J. Gorrochategui, Dictamen (…), 19.
422También imposible en el siglo III para la CCA -por supuesto-, pues, según sus filólogos, de haberse
adoptado en tal época, actualmente habría evolucionado a “boritu” (¡nuevamente, según virguerías
fonéticas para las que no existen pruebas documentales!): “En cuanto a polita, se trata de un préstamo
tomado en vasco de romances septentrionales (occitano gascón poulit) con el sentido de “bonito” (que se
adecúa bien a la inscripción) más el artículo -a (…) En latín el participio del verbo polire ‘alisar, pulir’
era politum, de donde obtenemos regularmente en español medieval polido con el sentido de ‘limado,
limpiado, adornado’. Si el euskara hubiera tomado la palabra en préstamo desde el latín directamente
(como da a entender esta inscripción de Iruña), ahora esperaríamos una forma como **(b)oritu en
aplicación de las leyes fonéticas”. J. Gorrochategui, Ibidem. (!)

En relación a este adjetivo, en mi opinión perfectamente posible en el euskera del siglo III como préstamo
a partir del latín, lengua en la que era muy utilizado, precisamente, aplicado a edificios (Fedro habla en su
obra Fabulae Aesopiae, 4.5.26 de “domum politam”, y Varrón de “polita aedificia” y de “villam
urbanam…politissimam” en Res Rusticae, 1.2.10.7 y 1.13.7.2), vid. http://www.amaata.com/2013/05/
polita-puede-una-palabra-latina-ser.html y http://www.amaata.com/2014/10/polit-euskaldun-o-un-
prestamo-gascon.html

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Alicia Satué

en el texto donde debiera según la regla del euskera actual, como apreció en su momento -sui
generis- la CCA423. Por otra parte, los nombres de los barrios de la ciudad datarían la antigüedad
o la modernidad de éstos, resultando que la Veleia de la zona alta o Veleia Gori (situada,
efectivamente, en una colina extramuros, en la que se realizó el sondeo 32, donde aparecieron
éste y otros grafitos424 que documentan asimismo este nombre Veleia Gori y que prueban que la
colina recibía este nombre) sería antigua y prerromana, por lo que se la conocería por su
denominación en lengua vasca, a diferencia de lo que sucedía con la parte nueva (llamada en el
grafito Veleia Novva425), construida presumiblemente por los romanos y, por tanto, bautizada
con nombre latino (el cual emplearían los habitantes de lengua vasca, tal y como sugiere el
grafito).

El segundo de los grafitos que probarían la existencia del culto pagano al Sol es el nº
16363 (a: NII ELOSI φῶς /TA NII(T?)RII/AMA, b: MIRTO/ OVSTA/TA II, TARO/MA), Ne
Elosi φῶς / ta ne(u?)re / ama / Mirto / ousta / ta e, ta Roma, un grafito de difícil interpretación: “¿Yo
Elosi (¿con error de metátesis, por Helios?) “Luz” y mi madre Mirto ha sido quemada426 en
Roma”? El texto recuerda al de nº 15910 (NIIVrII/AMA, RO/MAN/ILTA, CIS/TIANA), un
escalofriante testimonio del mismo contexto estratigráfico que los anteriores427(y, por tanto, de
igual cronología: fines del siglo II o principios del III): Neure /ama, Ro / man / ilta, cis / tiana, “Mi
madre ha muerto en Roma, cristiana” (cistiana presentaría error de ortografía por christiana). A
la izquierda del texto, se grabó una cruz con un crucificado esquemático colocado boca abajo.
Estos grafitos aluden claramente al castigo de muerte que se aplicaba en la época de que se trata

423 “Resultaría, por tanto, mucho más verosímil que esas frases fueran debidas no a vascos inergativos
del s. III sino a pseudo-euskaldunberris o aspirantes a euskaldunberri de fines del s.XX o comienzos del
XXI que no estuvieran muy atentos al tratar el tema en clase; dado que por los soportes y el lugar de los
hallazgos tal hipótesis es inviable, alternativamente sólo podemos pensar en aficionados a la
falsificación que no supieron evaluar las consecuencias de la supresión de una -k (o forma arcaica
correspondiente) en textos que se quisieran del III”. Joseba Lakarra, op. cit., 18. (!)
424 En éste y también en los nºs 16364 (NIIV VIILIIIAN/GORI BISI NA), “Yo vivo en Veleia Gori” (=
“la Veleia de arriba”), 16366 (NIIV LAIKII TA / VIIL[IIIA]N GORI), “Yo soy laico/a y vivo en Veleia
Gori” y 14469, que muestra un plano de la ciudad en el que se reconoce el río Zadorra y los barrios
señalados por sendos grafitos que los llaman Veleia Novva y Veleia Gori, coincidiendo el emplazamiento
en el plano de Veleia Gori con el lugar en el que se encuentra la colina sobre la que se realizó el sondeo
32, donde aparecieron todos estos óstraca vascos (vid. http://www.amaata.com/2013/04/un-plano-de-la-
ciudad-de-veleia.html).
425En nº 14469 se lee nuevamente el adjetivo novva escrito así (por nova) aplicado a este barrio nuevo de
Veleia y ubicándolo en un plano esquemático (vid. n. 424). Héctor Iglesias (cf. Les inscriptions de Veleia-
Iruña, 189) explica la geminación de novva (por nova) como una grafía helenizante nou-va (pues en
griego /u/ se escribía -y escribe- ou) que se debería a que a partir de los siglos III y IV nóvum se
pronunciaba nuovu (cf. cuore < core, vid. págs. 32-33), lo cual crearía incertidumbre sobre cómo debía
escribirse el sonido resultante de la diptongación; así, se trataría de un error ortográfico (metátesis) en
donde la primera geminada de la serie representaría /u/.

En cambio, en nº 13274 (VIILIIIA/NOVA), un óstracon, por cierto, óseo, el adjetivo fue escrito
correctamente (nova).
426La palabra ousta sería el femenino del participio de perfecto del verbo latino uro “quemar” (ustus, -a,
-um) con grafía helenizante de /u/ notado como ou, como sucedería en novva (vid. n. 425); así, se
documentaría también este préstamo latino en la lengua vasca, cuyo verbo moderno erre “quemar” podría
proceder del latino uro.
427 Concretamente, de la UE 32005-C.

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Alicia Satué

a los seguidores de la fe cristiana, y destilan el miedo a confesar abiertamente la creencia


religiosa a la que se adherían los habitantes de Iruña-Veleia: el niño o niña (o los niños o las
niñas) que se autoproclama(n) por escrito “laico” o “laica” como adorador(es) o adoradora(s)
del Sol parece(n) hacerlo por temor a correr la suerte de su(s) madre(s), muerta(s) en Roma (una
de ellas quemada, si los dos grafitos no fueron realizados por el mismo niño o niña y, por tanto,
no se refieren a la misma madre) por creer en Jesús428.

Finalmente, el tercer grafito que contiene de nuevo la palabra griega φῶς “luz” (y tal
vez también “sol” escrita en caracteres latinos con error ortográfico) es el nº 16362 (a: TV,
LAIKII/ BA I, b: NIIV IILOSI / (φως) / NIIBA I), ¿“Tú, laic(¿a?) sí, yo Elosi (Luz) hermano i[ ”,
de nuevo con el presumible error (metátesis) en la forma Elosi (por Helios, “sol”) y con final -e en
la palabra griega laike, que tal vez corresponda a la terminación griega de femenino.

El uso del griego en las dos palabras ῆλιος y φῶς en estos grafitos vascos se justificaría,
probablemente, por ser el griego la lengua franca de comunicación en las ceremonias mitraicas,
de modo que constituirían una suerte de palabras-clave429; lo mismo puede pensarse, a juzgar
por estas palabras-clave, de la práctica en Iruña-Veleia del mitraísmo (consagrada asimismo al
Sol): se lee MITR en la pieza del sector 5 nº 11461 (de la segunda mitad del siglo III), y también
en la del sector 6 nº 13347 (datada en el siglo V) en la que este dios de origen frigio aparece
mencionado junto a los teónimos romano y hebreo Iupiter y Yahvé (IAVHII/IVPITIIR/
MITRAII), estando acompañados por un grabado circular radiado que representa obviamente
el sol y otro bajo éste que consiste en una figura vertical rematada en una especie de cola de pez.
Dado que el pez es uno de los símbolos del cristianismo primitivo, el grafito parece demostrar
una clara asociación entre esta religión y los cultos orientales a la luz del sol de la religión de
Mithra y de Sol Invictus, indicando que la sincretización de éstos tuvo no sólo lugar, sino
también aceptación en la Hispania del norte, a donde habría llegado la máxima religiosa y
cultural “Ex Oriente Lux”.

428 “Segun lo que se ha dicho hasta ahora, el principio de la Religion de Jesu-Christo en España fue
por los años de quarenta y uno ó quarenta y dos baxo el Imperio de Claudio. Neron Sucesor de este
Príncipe movió una persecucion cruelisima contra los Christianos, y la sangre inocente de los
adoradores de Dios inundó entonces las Provincias de toda España por quatro años continuos, pues
así en ella como en el resto del Imperio Romano se empleó todo género de crueldades para atormentar la
constancia de los Fieles con tanta inhumanidad y barbarie, que la matanza y los martirios se tomaban
por objeto de pública diversion, y el Pueblo de Roma en particular, encendia (como cuenta Cornelio
Tacito) los cadaveres de los Christianos para iluminar de noche las calles de la Ciudad. Despues de
Neron hubo de quando en quando otros Emperadores, que renovaron las iniquidades de aquel Príncipe
aborrecido: pero por lo que toca a España la persecucion mas feroz y sangrienta fue la de los
Emperadores Diocleciano y Maximiano, que derramaron por aquellas Provincias infinita sangre en
los primeros años del siglo quarto. La nacion Española conserva memoria de estas dos gravisimas
persecuciones, que fueron la primera y la ultima, en quatro lápidas Romanas de aquellos tiempos, una
del Reyno de Leon, y tres de Castilla la vieja”. J. Francisco Masdeu, op. cit., 213-214.
429En el epitafio romano IGUR 397, por ejemplo, la dedicatoria latina comienza con un vocativo escrito
en griego (πατήρ) que ha sido explicado como título cultual de un sacerdote griego de Mithra: “It has
been suggested that the word was the cult title of Diogenes as a priest of Mithras (…) The Romans were
well aware of the existence of Greek words difficult to render into Latin (…) There are many Greek words
in Cicero which could be described as filling gaps in the Latin language (…) Some such Greek uoces
propriae which offered advantages of expressiveness became key words in Cicero’s discussions of
various subjects, and hence tended to recur (…) That is not to say that many such words could not have
been replaced by Latin equivalents”. J. N. Adams, Bilingualism and the Latin Language, 363, 338-339.

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Alicia Satué

En cuanto a la inclusión de Iupiter junto a los dioses Mithra y Yahvé en el grafito, se


justificaría por la procedencia de este nombre (al igual que su correlato griego Zeus) del étimo
indoeuropeo *dyews “luz del día” (cf. latín dies, “día”), siendo su nombre un compuesto de
dicho étimo y de la palabra pater que en ambas lenguas sufrió la palatalización inicial del grupo
di- ante otra vocal, produciendo resultados diferentes acordes a la fonética de una y otra lengua:
ello sugiere, de nuevo, el sincretismo religioso (Yahvé = Mitra = Cristo = Sol Invictus = Júpiter =
Zeus), acto humano racional necesario para lograr conciliar la fe en las diferentes creencias que
convivían en las ciudades (o lugares de encuentro) de la época, que se encontraban sumidas en
la profunda crisis económica y espiritual del agitado, oscuro y desorientado siglo III d. C.

Paralelamente, cabe suponer que los citados cultos a la Luz debieron fusionarse en
suelo vasco con una idolatría prerromana al Sol, relacionada, al parecer, con el tronco cósmico
de madera que arde e ilumina simbolizando el astro rey430, de forma que en los mencionados
grafitos vascos las menciones expresas a éste (ῆλιος) y a la luz (φῶς) no fueran sino la
traducción al griego de conceptos paganos vascos propios, lo cual no es óbice para que,
efectivamente, se hubiese extendido hasta ellos el sincretismo religioso descrito en la época en la
que fueron realizados los grafitos de Iruña-Veleia e incluso en un momento anterior.

Tal vez, en fin, teniendo en cuenta la mención de Hermopolis en el grafito nº 12375,


también había lugar en Iruña-Veleia para adeptos a la secta hermética, llamada así por estar
configurada en torno a los textos del Corpus Hermeticum escritos por un tal Hermes Trismegistos
(“el tres veces grande”), conocido como Mercurius Ter Maximus en latín, quien fue en la cultura

430 (vid. ns. 399, 400, 428) “La fiesta y mito de ‘Olentzaro’ entran de lleno en el grupo de las típicas
fiestas del solsticio de invierno (…) Los exégetas y críticos católicos han comprobado que el poner la
fiesta de la Natividad de Cristo en la época del solsticio de invierno obedece a un sentimiento de
rivalidad con el mithraismo (…) Mithra, el sol invicto, que en el siglo III adquiere una extraordinaria
popularidad en el Imperio romano, tenía también la fiesta dedicada a la conmemoración de su
nacimiento -el ‘Natalis invicti’- el 25 de diciembre, el día en que se reputaba que el sol comenzaba a
crecer, a renacer. Cristo mismo, en muchos casos, es llamado sol, y como sol es anunciado el Mesías en
los textos proféticos (…) Sería vano e inexacto querer reducir todas las formas del culto al sol que se
encuentran en el solsticio de invierno a vestigios del mithraismo. El folklore europeo y la filología nos
muestran la existencia en esa fecha de cultos solares variados, con una raíz indoeuropea arcaica, siendo
el mithriaco uno de tantos (…) Atendiendo a las ideas míticas que se tienen en los caseríos de ‘Olentzaro’
y prescindiendo de los rasgos cristianos, podemos definirlo así: ‘Gigante, que se cree que baja a los
hogares en Nochebuena, a las doce en punto, para calentarse con el tronco que arde en el hogar aquel
día. Dicen que tiene los ojos sanguinolentos, rojos, y tantos como días tiene el año, más uno. Es
carbonero de profesión, lleva la cara tiznada y una hoz en la mano. A veces se le representa por un
maniquí de paja, que luego es quemado, y se le atribuye un carácter medio terrorífico, medio grotesco’.
Encontramos, pues, en primer lugar, que ‘Olentzaro’ está relacionado de un modo estrecho con el tronco
de Navidad, al que en Oyarzun se llama ‘Olentzaro-emborr’ . Azkue dice que en algunos valles y puntos
de Navarra a la Nochebuena y Navidad llaman ‘xubilaro’ = ‘época del tronco’ (de ‘xubil’ = ‘tronco’ y
‘aro’ = época), ‘xuklaro’ en Basse Navarre. Este nombre es mucho más antiguo que el extendido de
‘Gabon’ = traducción literal de Nochebuena, y con el de ‘Eguberri’ = ‘día nuevo’, nos revela un estadio
precristiano. Época del tronco o días nuevos (‘Eguberriak’) llamarían los antiguos vascos a las fiestas
del solsticio del invierno en un principio (…) Sin recurrir al estudio de la filología y la mitología
comparadas, podemos indicar la relación que este tronco tiene con el sol. Las ideas de sol, luz, fuego y
madera, que en algunas viejas lenguas se ve que han estado relacionadas constantemente, en
vascuence también lo están. Así, tenemos ‘egurr’ = ‘leña’, ‘egun’= día y ‘eguzki’ = sol, con la misma
raíz que quiere decir luz celeste diurna. La palabra tormenta = ‘ekaitz’ también se relaciona
curiosamente con las anteriores, y el nombre ‘Eguberri’ quiere decir día, luz o sol nuevos. El tronco de
Navidad debemos de pensar que es una de las más viejas representaciones del sol, del productor de la luz
y del calor”. J. Caro Baroja, op. cit., 115- 121.

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Alicia Satué

romana la entidad resultada de la sincretización del Thot egipcio (o Dyehuthy) y el Hermes


griego, y a quien los alquimistas y los pensadores medievales consideraron un profeta de los
tiempos de Moisés que habría predicho el advenimiento del cristianismo y al cual habrían
deificado las culturas antiguas mediterráneas ya antes de devenir en el sincretizado Thot-Tot/
Dyehuthy/Hermes/Mercurio. Por otro lado, Hermopolis Magna fue una de las ciudades donde
el cristianismo arraigó de manera profunda, existiendo varias comunidades cristianas.

Posiblemente, el hecho de que los óstraca relativos a temática egipcia fueran asimismo
realizados sobre hueso guarde estrecha relación con la creencia en la reencarnación de la
religión egipcia y con la práctica de la momificación, con la que se perseguía la trascendencia
del alma después de la muerte del cuerpo. Esto podría explicar la presencia en nº 12388 (Ramses
Seti filio) de Ramsés II, hijo de Seti I, el tercer faraón de la dinastía XIX, cuya momia, hallada en
1881, es la de un hombre viejo que murió casi centenario y reinó durante 67 años, siendo, para
muchos historiadores, el faraón más importante de la Historia de Egipto, cuyo reinado (ca.
1279-1213  a.  C.) correspondería a los tiempos del primer éxodo judío. En nº 12391 (Nepertiti
Nepertati Hamse) se menciona, probablemente, a la esposa más querida de Ramsés II (Nefertari,
escrita Nepertati, con p en lugar de f o ph, de modo coherente con la grafía vulgar de la oclusiva
labial aspirada de tipo griego431, y con final -tati en lugar de -tari, tal vez por analogía con el
final de Nefertiti), quien fue deificada en vida -siendo ello una práctica irregular- y a quien su
esposo llamó “Por la que brilla el Sol”, y también a la faraona Nefertiti, cuyo nombre se escribió
asimismo en nº 12392 (Nefertiti). Esta faraona, junto con su esposo Ajenatón, fue víctima de
damnatio memoriae debido a las reformas religiosas revolucionarias y heréticas que acometieron
durante su reinado, por ser éstas de índole monoteísta (en la línea de lo que vendrían a ser
posteriormente el judaísmo y el cristianismo, que, por ello, pudieron tener su germen
precisamente en la reforma de Ajenatón y Nefertiti, siendo ésta una cuestión aún desconocida).
Mas fueron condenados a damnatio memoriae en vano, pues sus nombres figuran en los
cartuchos de las tumbas de El-Amarna, que fueron ocupadas por los cristianos y utilizadas a
modo de iglesias coptas y de catacumbas (como lo prueba, por ejemplo, el monograma que
representa a Jesucristo en una de las paredes de la tumba de Panehesy), por lo que pudieron
perfectamente no sólo ser conocidos por los cristianos que las reocuparon, sino también
respetados y venerados por su monoteísmo, lo cual justificaría, tal vez, su mención en estos
óstraca (que también demuestran haber sido inútil su condena de damnatio memoriae)432.

En cuanto a la palabra Hamse de nº 12391, debe de tratarse de una grafía vulgar y


referirse a Ramsés II, mencionado como Harmesses Miamun en la obra de Manetón cuando cita a
Josefo, la fuente más antigua del sacerdote e historiador egipcio del siglo III a. C., y el único
autor que llama así a este faraón433. Tanto Ramsés II como Ajenatón fueron considerados en vida

431 vid. n. 258


432vid. http://www.amaata.com/2013/03/sufrio-nefertiti-una-efectiva-damnatio.html a propósito de la
mención de Nefertiti en Iruña-Veleia y su posible relación con el origen del cristianismo.
433 Según Miguel Thomson, “La transformación de Harmesses al vulgar veleiense Hamse se puede
explicar por varios cambios fonéticos que estaban operativos en la antigüedad latina: a) síncopa de la e
átona entre la m y la s; b) simplificación del grupo consonántico -rms-; y c) pérdida de la -s final;
fenómenos todos ellos documentados en la epigrafía latina” (vid. http://www.amaata.com/2013/03/
niifiirtiti-niipiirtiti-niipiirtati.html).

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Alicia Satué

(y ellos a sí mismos) hijos del dios del Sol (Ra/Atón-Ra, respectivamente), hecho el cual puede,
a su vez, explicar la mención de Ramsés (¿Hamse?) en nº 12391. En el Imperio Antiguo, Ra era el
disco solar del cielo, la fuerza vital que animaba todo lo que había en la Tierra, y el dios del que
los faraones se consideraban vástagos: el culto a Ra se sostenía mediante el correspondiente al
faraón, y viceversa; según los sacerdotes de Heliópolis, principal centro religioso de Egipto, Ra
habría sido el primer rey en gobernar en Egipto para, una vez resueltos los asuntos humanos,
regresar al cielo dejando a su hijo (el faraón) con la responsabilidad del gobierno en la tierra.
Así, tanto el culto solar como los derechos de gobierno del faraón que debía ser momificado
cobraban significación, al mismo tiempo que reforzaban la concepción egipcia de la resurrección
mediante el paralelismo del trayecto de Ra (quien surcaba el cielo en su barca solar para
ocultarse en el occidente y volver a renacer en oriente) con el viaje que haría el alma después de
abandonar el cuerpo inerte.

En el período amarniense (el de Ajenatón y Nefertiti), el culto de Ra fue sustituido por


el de Atón, el dios único de bondad infinita que favorecía a todos los hombres por igual, siendo
el soberano tan sólo su enviado en la tierra y su profeta, digno por ello de inmortalidad. En el
culto a Atón, las escenas funerarias no incluyen la imagen de Osiris junto a las tradicionales
pinturas del muerto ni hacen referencia a la momificación, y las tumbas están orientadas al
naciente, por lo que se cree que el concepto antiguo de resurrección también fue modificado por
Ajenatón, de modo que ésta tenía lugar cada día, cuando el sol salía por el este para hacer su
viaje hacia el oeste. Tras la muerte de Ajenatón, se restauró el antiguo culto a Ra dentro del
movimiento de contrarreforma religiosa emprendido por gran parte del clero (que, al perder sus
privilegios, se opuso al culto preferente a Atón, volviendo los egipcios a sus antiguos dioses
-entre ellos, Ra- y, por tanto, al viejo politeísmo), en cuyo marco tuvo lugar la damnatio memoriae
de Ajenatón y Nefertiti y de las ideas religiosas (e ideales) de ambos, que, al parecer, llegaron
hasta Iruña-Veleia junto con el mensaje monoteísta judeocristiano.

Finalmente, los dioses egipcios cuyos nombres fueron escritos en el hueso con el nº
12395 (Isis / Osiris / Anubis) están relacionados, los tres, mas cada uno a su manera, con el
mundo funerario: Anubis, representado como un perro negro o bien como un humano con
cabeza de perro o chacal, era el dios protector de las necrópolis responsable de la resurrección
del alma por ser el dios maestro de embalsamaciones al haber participado junto a las hermanas
gemelas Isis y Neftis en la momificación de Osiris, inaugurando, así, en la historia egipcia este
rito que desde entonces se le atribuía, siendo, además, el dios que purificaba los cuerpos y los
corazones contaminados por la bajeza terrestre para hacerlos incorruptibles y eternos, así como
quien evaluaba las almas con el pesaje del corazón. Según Plutarco, Anubis era hijo de Neftis y
el consorte de Isis, Osiris, con cuyo culto fue sincretizado.

Osiris, por su parte, la personificación del Nilo y, por ello, el dios de la fertilidad, era
asimismo dios de la resurrección y quien presidía el tribunal de los difuntos de la religión
egipcia, atributos por los que fue asimilado a Anubis en ciertos lugares. Encarnando el Bien, fue
asesinado por su hermano Seth (la alegoría del Mal), quien lo arrojó al Nilo, donde lo
encontraron Isis y su sobrino Anubis, el cual le devolvió la vida uniendo los pedazos
desperdigados de su cuerpo -excepto el pene, extraviado- significando su resurrección el triunfo
del Bien sobre el Mal. Se atribuye a Osiris la fundación de la nación egipcia y el haber enseñado

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Alicia Satué

a los mortales las leyes humanas y divinas y la agricultura. Como Jesucristo, Osiris murió como
hombre pero resucitó como dios inmortal, por lo que entre los primeros cristianos se dio cierta
asociación entre ambos, así como ocurrió con el personaje griego Orfeo, asimilado
frecuentemente a Jesús por haber regresado vivo del Hades: Orfeo era un músico tracio que en
honor a las nueve Musas añadió dos cuerdas a la lira de siete cuerdas fabricada por Hermes,
gracias a la cual escapó con vida de los infiernos hechizando con su música al Can Cerbero
cuando descendió a ellos en busca de su amada Eurídice, muerta por una serpiente. También a
él (como a Hermes) se le considera uno de los pioneros de la civilización, habiendo enseñado a
la humanidad las artes de la medicina, la escritura y la agricultura; se decía que había viajado a
Egipto, donde se habría iniciado en los misterios de la vida futura, regresando a Grecia en
calidad de augur, de profeta y de mago conocedor de la astrología. Según la versión más
extendida entre varias parcialmente distintas, murió devorado por las Bacantes (el cortejo de
mujeres ebrias de Dionisos) por rechazar el amor carnal con las mujeres en fidelidad a la
memoria de Eurídice (Platón dice que el castigo le fue impuesto por no haber permanecido en el
infierno en lugar de Eurídice como hizo Alcestis, quien ofreció su vida a Hades a cambio de la
de su marido Admeto). A Orfeo debe su nombre la secta mistérico-sotérica del orfismo, cuyo
mito está obviamente relacionado con el de Osiris: según los órficos, el Dionisos hijo de Zeus y
Perséfone (diosa eminentemente infernal puesto que vive la mitad del año correspondiente al
invierno en el Hades) fue despedazado y devorado por los Titanes, y reconstituido después a
partir de su corazón una vez Zeus hubo fulminado con su rayo a los Titanes, de cuyas cenizas
esparcidas por la Tierra surgieron los seres humanos, que albergan por ello en su interior un
componente titánico y otro dionísiaco y nacen, así, cargados con la antigua culpa de la que
deben purificarse en la vida evitando derramar sangre de hombres y de animales para que, en
la vida más allá de la muerte, el alma, una vez liberada de la cárcel del cuerpo, entendido por
los órficos como una tumba, pueda regresar al mundo divino del que procede. Dado que el
proceso de purificación es largo, los órficos creían en la metempsicosis (o la transmigración de
las almas) y por ello se abstenían de comer carne, dado que, para ellos, la reencarnación se hacía
extensiva a los animales, que podían, por tanto, albergar un alma humana.

El orfismo y su férrea fe en la metempsicosis estuvo muy extendido durante los


primeros tiempos del cristianismo (que compartía con él, entre otras cosas, el mensaje sotérico
de la salvación del alma) en el Imperio romano, por lo que la mención de Osiris, el dios egipcio
de la resurrección por excelencia, en la Iruña-Veleia que se encuentra en pleno proceso de
instauración del cristianismo (y, además, tal y como se viene defendiendo, en un hueso
precisamente) resulta muy significativa, si se tiene en cuenta que es el hecho de la resurrección
de Jesús el que propiamente da lugar al arraigo de esta secta que, en principio, no era sino una
más de tantas de las que prometían la salvación eterna.

En cuanto a Isis, hija de Ra, hermana y esposa de Osiris y madre de Horus, era la diosa
egipcia de la fecundidad, de la naturaleza y de la magia, y su culto se extendió profusamente
por África, Oriente Próximo y la Europa grecorromana a partir de la conquista de Egipto por
Alejandro Magno, asimilado fundamentalmente al de las diosas catactónicas Deméter y
Perséfone en Grecia, y durante el período del Imperio Romano a sus correlatos Ceres y
Proserpina, dentro del marco de las sectas sotéricas proliferantes, existiendo templos dedicados
a ella en lugares muy alejados entre sí, incluida Hispania, donde su veneración fue

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Alicia Satué

especialmente relevante -a juzgar por la existencia de un templo propio- en Baelo Claudia


(Cádiz), aunque llegó, tal y como manifiestan las evidencias arqueológicas, hasta las tierras de
los vascones434, incluso al puerto de Oiasso435 (Guipúzcoa), siendo asimilada en la Península
Ibérica también a la diosa lusitana Ataecina436, a la frigia Cibeles y a sus diferentes versiones
(Magna Mater, Mater Dea, Bona Dea…) como la diosa principal de las fuerzas de la naturaleza.
Precisamente a esta divinidad femenina pagana antiquísima, que corresponde a la diosa
Amalur (Madre Tierra) del matriarcado vasco (también llamada Mari, tal vez por su asociación
posterior con la Virgen María, aunque no se descarta el origen arcaico de su nombre debido a la
existencia de las variantes seguramente antiguas Mai / Maia / Mayi437), fue dedicado un pequeño
ara438 en Iruña-Veleia, sacado a la luz en 2012 dentro del marco de las actividades de la llamada
nueva era de Iruña-Veleia (iniciada a partir de 2010 con el nombramiento del miembro de la

434En Arellano (Navarra), a escasos kilómetros de Estella-Lizarra, la así llamada por uno de sus mosaicos
Villa de las Musas, lujosa residencia dedicada a la producción de vino construida entre los siglos I y V
d.C., atestigua (también mediante un mosaico) el doble culto a la diosa Cibeles y a su amante Attis. En el
exterior del edificio existe un taurobolium, un edificio porticado de planta rectangular que se articulaba
entorno a un patio donde se realizaba un rito consagrado a la diosa Tierra o Cibeles consistente en el
bautismo mediante la sangre de un toro sacrificado.
435
María José Noain Maura, Dies Oiassonis: una propuesta de recreación histórica desde el Museo
Romano Oiasso de Irun, 64.
436 “La abundancia de documentos dedicados a Cibeles en Lusitania ha sido en alguna ocasión
destacada, resultando mayoritaria en la parte occidental de la Península al compararlos con las
alusiones o representaciones a su paredro, Atis, más numerosos en los territorios más orientales. La
explicación puede deberse a cierta asimilación religiosa de la diosa a otra prerromana, con similares
connotaciones de fertilidad y fecundidad que ésta, quizás la lusitana Ataecina”. M. Bustamante (et alii),
op. cit., 205.
437 “El folklore vasco nos permite suponer que ha habido un mito ctónico de excepcional importancia
antiguamente entre las viejas gentes del N. de España (…) ‘Mari’ es la forma vascuence común de
‘María’. Pero hay que tener en cuenta el nombre registrado en Oyarzun: ’Puyako Maya’. Se usan mucho
en vascuence -por lo menos en la zona fronteriza de Navarra y en el lado vasco-francés- las variantes de
‘Mary’ y ‘Mai’ por ‘Mari’. En Guipúzcoa se puede pronunciar ‘Maia’ o ‘Mariya’ (…) Las formas como
‘Maritxu’ son diminutivos vizcaínos y algunas como ‘Mirentxu’ inventadas por gramáticos-políticos o
políticos-gramáticos. Pero yo me pregunto si las otras que hemos registrado como populares, ‘Maia’,
‘Mayi’, etc., no descenderán de algún nombre antiguo precristiano. Según un informe de Azcoitia, el
marido de ‘Mari’ es ‘Majue’ (…) Cuando ‘Mari’ se une con ‘Majue’ cae pedrisco o granizada (…)
parecen estar relacionados con los castellanos ‘majo’ y ‘maja’ (…) los nombres del mes de mayo,
‘mayatz-a’, y el de junio, ‘erremayatz-a’, podían relacionarse con los de ‘Maya’ y ‘Majue’ (…) Pero las
leyendas más significativas son aquéllas referentes a la familia de ’Mari’. Aparte de la referida de
Azcoitia acerca de su esposo ’Majue’, pareja a otras de pueblos de Europa diferentes, encontramos unas
muy semejantes a las de Deméter, Koré o Perséfone y Plutón (…) En estas dos leyendas hay el rapto
por el diablo de una joven que pasa a ser la que preside luego las sequías y las lluvias (…) Tampoco ha
de chocar que ’Mari’ aparezca con una hija. Sabido es -por ejemplo- que Demeter y Koré aparecen a
veces como la personificación doble de un mismo fenómeno natural (…) En las leyendas que corren
acerca de ’Mari’ se pueden señalar varios ciclos temáticos mezclados. Pero tienen preponderancia
especial las que muestran como una divinidad ctónica de carácter arcaico, misteriosa, y en ocasiones
maléfica. De otro, las que nos la muestran como regidora de las lluvias y sequías son igualmente
interesantes”. J. Caro Baroja, op. cit., 62- 71.
438El texto del ara es el siguiente (según el informe presentado por su descubridor Julio Núñez): [E]ucar/
[p]us r(ei) p(ublicae) / Veleian(orum /-ae) / ser(uus) / Matri / Deae / dedi[c]auit (“Eucarpus, esclavo de la
res publica de los Veleiani (o Veleiana), lo dedicó a Mater Dea”). cf. J. Núñez Marcén (et alii), Nueva ara
dedicada a Mater Dea procedente de Veleia (Iruña de Oca, Álava), 447.

“Mater dea es un término divino que podríamos definir como polimorfo, ya que en la misma
definición podrían incluirse deidades tan dispares, en cuanto a sus funciones sagradas, como Ops, la
Bona Dea, Mater Matuta, Isis, Tellus, Ceres y, obviamente Cibeles, sólo por ser sucintos”. Ibidem, 449.

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CCA Julio Núñez Marcén como nuevo director de las excavaciones), y encontrado fortuitamente
a la altura de la parte sur de la muralla del oppidum durante el manejo de una excavadora
(quedando, así, por tanto, desgraciadamente descontextualizado439). El hallazgo del ara es
relevante, no sólo porque en él se afirma expresamente la condición de res publica de la ciudad
de Veleia y porque el nombre de Veleia aparece nuevamente documentado como tal (es decir,
con V, cuando la CCA objetó a la mención del nombre Veleia -en trece ocasiones en los grafitos
excavados por Lurmen- que debería haber sido escrito con B440), sino también porque la
constatación del culto en la ciudad a la Mater Dea, con esta denominación, sincrónico a la
presencia evidente y palpable del cristianismo y, sobre todo, a grafitos que mencionan
expresamente a la Virgen María441, parecería insinuar, si no el hecho en sí, al menos el comienzo
o el proceso mismo del sincretismo religioso que tuvo lugar en un momento dado entre la Diosa
Madre y María442, cuya veneración (fervorosa en Hispania hasta la hiperdulía) por parte de los
gentiles, que echarían de menos la presencia femenina en la Santísima Trinidad oficial y
masculina (formada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo), no sería -según ciertos
investigadores- sino la continuación de la de la pagana Isis443, precisamente, habiendo instituido
la imagen egipcia de esta diosa con Horus en su regazo (a menudo amamantándolo) la
iconografía homóloga cristiana de María sosteniendo al niño Jesús entre sus brazos e incluso
apareciendo éste representado -aparentemente: algunos lo discuten- lactando, como lo hace ya
en una pintura paleocristiana de las catacumbas de Priscila en Roma del siglo II ó III d. C., y
existiendo imágenes de Isis amamantando a Horus datadas hasta el siglo IV d. C. De todos
modos, la escena de la Virgen María dando el pecho al niño Jesús fue muy recurrida en el arte
bizantino, recibiendo el nombre de Panagia Galaktotrophousa en griego (“Virgen de la leche”) y
de Mlekopitatelnitsa en ruso. 

439 “Ante la falta de criterios de datación definitivos, tanto internos como externos, que nos permitan
establecer una cronología más precisa, y teniendo en cuenta el contexto histórico general, la inscripción
podría datarse entre los siglos II y III d. C.”. Ibidem, 450. (!)
440 “Sabemos que el sistema fonológico del vasco antiguo no tenía /w/, a diferencia del latín, que lo
expresaba mediante la letra V. Todos los préstamos latinos que poseían este sonido fueron adoptados,
salvo por alguna otra causa justificada (p.ej. lat. vagina > magina), con /b/ : lat. voluntate > borondate,
etc. En la misma dirección apuntan los escasos datos aquitanos (Vocontia > Bocontia) (…) Teniendo esto
en cuenta, resulta muy poco comprensible que el nombre de la ciudad, Veleia, que ya incluso en ciertas
fuentes latinas tardías como el Itinerario de Antonino y el Ravenate aparece con B- (Beleia It.Ant.
454,8; Belegia Rav. 4,45) (como consecuencia del proceso de betacismo, que confundió /w/ con /b/
fricativa), aparezca siempre en los óstraca vascos escrito con V. Solo podría entenderse como un
conservadurismo gráfico del nombre oficial escrito en el Alto Imperio.” J. Gorrochategui, Dictamen (…),
14.
441 vid. págs. 40-41, 83.
442“¿Es que acaso alguna vez se le confundió con la Virgen María? ¿Por qué razón? ¿Por la misma
'maternidad' de la tierra?" J. Caro Baroja, op. cit., 72.
443 “When looking at images of the Egyptian goddess Isis and those of the Virgin Mary, one may initially
observe iconographic similarities. These parallels have led many scholars to suggest that there is a
distinct iconographic relationship between Isis and Mary. In fact, some scholars have gone even further,
and have suggested, on the basis of this relationship, a direct link between the cult of Mary and that of
Isis. Other similarities have been noted in their epithets and the proximity of Marian churches to temples
of Isis (…) The common title for Isis in ancient Egyptian, mwt ntr, can be translated as “divine mother.”
This has led to the assertion that the title Theotokos, with regards to Mary, would have been used for the
first time in Egypt and that the development of the cult of Mary would have begun in Egypt as well”.
Sabrina Higgins, Divine Mothers: The Influence of Isis on the Virgin Mary in Egyptian Lactans-
Iconography, 71, 77.

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X. Conclusiones

El estudio concienzudo de los grafitos de Iruña-Veleia lleva a la conclusión de que la


declinación latina se encuentra en plena desintegración en el siglo III en esta región del entonces
decadente Imperio romano, si no prácticamente desaparecida al menos tal y como nos es
conocida por medio del latín clásico, hasta el punto de poderse acaso afirmar que la lengua de
los óstraca veleyenses aparece configurada como lo que podría ya llamarse una forma de
paleorromance.

Tal conclusión se sustenta en datos objetivos, presentados de manera pormenorizada en


los capítulos correspondientes a lo largo de este trabajo, y extraídos del estudio atento de los
susodichos grafitos, realizado siempre a la luz de la información relativa a la epigrafía análoga a
la veleyense (esto es, la doméstica, más o menos coetánea, y procedente de lugares dispersos de
la Romania), aportada por estudios en su mayoría recientes (varios de ellos posteriores, por
cierto, a la fecha de redacción de los informes presentados por la Comisión Científica Asesora
que en noviembre de 2008 sentenció la falsedad del conjunto epigráfico de Iruña-Veleia), y
mediante la comparación exhaustiva de los datos de unos y de otros corpora epigráficos entre
sí, comparación tras la cual queda manifiesto que ninguna de las anomalías lingüísticas o
paleográficas presentes en los grafitos de Iruña-Veleia -esgrimidas por la CCA en sus informes
en calidad de argumentos a favor de la falsedad del corpus- lo es en realidad: no, al menos, en
términos de indicios favorables a la falsedad, al existir paralelos documentados en la epigrafía
romana fuera de la veleyense de la práctica mayoría de las supuestas anomalías señaladas por
la CCA (anomalías que fueron calificadas por ésta de “anacronismos imposibles”, de “ilógicas”,
o incluso de “inaceptables” e “inadmisibles”).

El esbozo de esos datos objetivos sobre los cuales se llega a la conclusión expresada más
arriba es el siguiente:

-El acusativo (llámesele, más propiamente, caso oblicuo) estaría ya prácticamente


convertido en el caso régimen universal, puesto que invade los lugares sintácticos de los otros
casos, incluso el del nominativo, de cuya existencia como caso recto (o el destinado al nomen)
hay al parecer conciencia (apareciendo, rara vez, y en las piezas más antiguas, datadas a finales
del siglo II o principios del III, el nominativo clásico en -us en su correcto uso de sujeto o
atributo), el cual, empero, se encuentra relegado las más de las veces al registro de nombres
propios (o, en su defecto, de títulos y epítetos), que aparecen solamente fosilizados en usos
formulares como lo son la expresión de la marca de propiedad en un objeto personal, la filiación
e incluso la execración, estando no obstante a menudo concertados con un acusativo sin -m
(caso oblicuo) que demuestra, de facto, la inoperatividad del caso nominativo en la práctica
cotidiana, de lo cual se deriva que, muy probablemente, los días del nominativo en calidad de
caso recto enfrentado al caso oblicuo están contados en la Iruña-Veleia de la segunda mitad del
siglo III, estando ya abierto el camino, pues, a la estabilización definitiva del caso oblicuo o
antiguo acusativo como único caso de la declinación (o caso régimen universal).

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Alicia Satué

Aunque la práctica totalidad de los grafitos veleyenses que reflejan la lengua hablada
contiene lo que ha de entenderse como acusativos en listas (contexto en el que es sabido que se
empleaba indistintamente el nominativo y el acusativo, y, por ello, gracias únicamente al cual
no podría extraerse la conclusión de que el acusativo invade el lugar del nominativo, al no
existir un verbo ni, por ende, una sintaxis clara), ciertos grafitos del corpus muestran una sola
mención (no tratándose, pues, propiamente de enumeraciones o listas) carente asimismo de
contexto sintáctico, y ésta figura en dichos grafitos igualmente en caso oblicuo terminado en -o
(procedente de -um): así, grafitos como Marcus Marci filio (nº 10999) o Mario Cayo Maximo
Pontifice (nº 13380) demuestran que el acusativo (o caso oblicuo temático y atemático en -o / -e
respectivamente) es empleado como caso por defecto en detrimento del nominativo,
justificándose en el primero de los ejemplos traídos la presencia del nominativo Marcus por ser
un nombre propio devenido en forma invariable, lo cual, empero, no sucede sistemáticamente,
como lo prueba el caso oblicuo Cayo Mario en el segundo ejemplo. Los nominativos convertidos
en formas invariables, por otro lado, son más comunes en la flexión atemática que en la
temática: Caesar / Cesar, Victor, Ceres, Iupiter, Iuno, Ferox…, y ello no se observa sólo en nombres
propios, sino también en comunes; éste es el caso de palabras como pater y tal vez también amor,
que fueron fosilizadas en la forma de nominativo en contextos determinados y por razones
concretas (pater, probablemente en calidad de epíteto religioso, y amor a modo de vocativo o
apelativo familiar y emotivo)444. Por ello, encontramos grafitos en Iruña-Veleia como Pater
nostrum -si nostrum no es un genitivo plural en una expresión grecizante- (nº 11434) o Amor
absurdo (nº 12459); sin embargo, Iruña-Veleia documenta varios acusativos atemáticos
empleados a modo de nominativo, como Marte -mencionado junto a Ceres y Iupiter, éstos en
nominativo- (nº 12379), virgine (nºs 11019, 13373) o Simone (nº 13956).

Estos hechos podrían dar la razón a un tiempo a los expertos que, como József
Herman445, postulan que, en Hispania, el nominativo y el acusativo se habrían confundido y
sincretizado en un solo caso y, al mismo tiempo, a otros que piensan (como Einar Löfstedt446)
que una palabra adquiere sencillamente una forma determinada que se convierte en invariable
al ser empleada de una manera constante en dicha forma por un motivo u otro, sea esa forma la
de nominativo o sea la de acusativo. No obstante, Iruña-Veleia objetaría, al menos, dos
importantes puntualizaciones con respecto a la primera cuestión: de haber sido así, ello no
habría sucedido después de la caída del Imperio romano (como pretende J. Herman), sino antes,
en el siglo III; por otro lado, formas invariables en el siglo III de nominativo como pater han sido
sustituidas después en Hispania447 por las de acusativo: patre(m) > padre, lo cual no cierra las
puertas a las teorías que hacen derivar las palabras a partir de su forma de acusativo,
permaneciendo, así, esta oscura cuestión a la espera de nuevos hallazgos arqueológicos que
aporten más datos dirimentes en una u otra dirección.

444 vid. ns. 218 y 308 a propósito de la forma invariable pater y pág. 86 en relación a amor en nominativo.
445 “Recent research suggests, however, that the distinction between nominative and accusative was
beginning, particularly in Africa, to become unclear by the end of the Empire, and then a bit later in parts
of Italy and Hispania”. J. Herman, op. cit., 55.
446 vid. n. 317.
447Y en Italia: cf. AE 1996, 00258, Roma: Matriniae sanc/tissimae et religiosis/simae feminae fili(i) sui /
nos amisso padre(!) viduitaten(!) / cum nepotib(us) superstites de / [ ]do V an(nos) LXXVII de[

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El caso oblicuo carente de -m en el singular muestra, además, en la flexión temática el


cambio vocálico ŭ > o ya consumado; de este dato se infiere que los nominativos clásicos
veleyenses (supervivientes) en -us datan la fecha post quem de la desaparición total del
nominativo o de un caso recto diferenciado en la lengua hablada, mientras que los más
abundantes en -o (que son en realidad acusativos -o falsos nominativos-) apuntan, a su vez, la
fecha ante quem el nominativo como tal ya no estaría realmente operativo en el habla cotidiana:
ese momento habría de ubicarse, según el testimonio de Iruña-Veleia, en la primera mitad del
siglo III (existiendo excepciones que se justifican por contextos formulares).

-Con respecto al vocativo, aparentemente no existe ningún testimonio de este caso en el


corpus, a no ser la forma -es de suponer- convertida en invariable Antouni (< Antoni) de nº
11039, con probable grafía grecizante de ou por o, que pervive en el nombre vasco Andoni. De
todos modos, si lo hubiera, no sería reconocible en su forma clásica, sino en la oblicua en el caso
de la flexión temática, o en una forma devenida en invariable a partir de o bien un antropónimo
extranjero o bien un nominativo atemático; cabe dar por hecho que, en general, y salvo
excepciones (como la propuesta más arriba), su situación en Iruña-Veleia sería la misma que la
del nominativo, pues estos dos casos fueron sincretizados pronto, documentando Pompeya la
confusión entre ambos en el siglo I: así, dado que el acusativo sustituía al nominativo en sus
funciones, sería ésta la forma en la que habría devenido también el vocativo, cuya terminación
sería -o en los nombres de la flexión temática y la forma de acusativo (sin -m) en la atemática,
exceptuando aquellos nombres atemáticos especiales en los que fue la forma de nominativo la
que se estabilizó como forma invariable.

-En el corpus veleyense no hay pruebas fehacientes de la existencia del ablativo como
caso separado del resto si se exceptúa una sola palabra: esu, de la cuarta declinación, que
aparece dentro de un complemento circunstancial de materia construido con la preposición de
correctamente construido desde la óptica de la gramática del latín clásico. Cuando se recurre a
la tradición literaria o al lenguaje eclesiástico para recoger una cita, se demuestra cierta
conciencia de la distinción conceptual entre ablativo y acusativo; sin embargo, en los grafitos
que reflejan la lengua hablada cotidiana (los cuales constituyen la mayoría), se observa, en la
flexión del singular, la ausencia de una real diferenciación gramatical entre estos dos casos,
puesto que, debido fundamentalmente a que la -m final del acusativo no era escrita,
fonéticamente han confluido en una forma igual terminada en la vocal correspondiente a cada
declinación, forma común la cual es empleada para la expresión de las funciones de ambos
casos con la ayuda de preposiciones distintivas que aportan el significado concreto requerido en
cada contexto sintáctico. Al no existir en el corpus ejemplos de ablativo del plural que arrojen
clara luz sobre esta cuestión (sí, en cambio, uno de acusativo temático de plural -os en el nombre
de sacerdocio salios), siendo los ejemplos del singular ambiguos al respecto debido a la
hominimia, lo más prudente es reconocer que, ciertamente, en el corpus veleyense no hay datos
suficientes con los que poder llegar a una conclusión tajante al respecto, si bien cabe sólo
suponer que, probablemente, y tal y como defienden los expertos en relación a la situación de
estos dos casos en el siglo III, ambos casos acusativo y ablativo se hallarían sincretizados en una
misma forma igual, que en el plural correspondería a la del acusativo.

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Alicia Satué

En cuanto a las palabras que han sobrevivido en castellano con aparente forma de
ablativo y no de acusativo (como nombre < nomine), las cuales hacen dudar a los expertos acerca
de la procedencia sistemática del léxico latino a partir del acusativo (obligándoles a admitir que,
en algunos casos, éstas habrían sido fosilizadas en su forma de ablativo), el corpus no aporta
información, ya que su testimonio al respecto aparece en un clericalismo (nº 13362: In nomine
pate[ ), que, por tanto, no refleja el latín verdaderamente hablado en la época de que se trata,
sino un latín formular artificial -aun con la flexión del complemento del nombre en un
nominativo invariable pater en lugar de en genitivo, lo cual es significativo, por lo demás, al
respecto de la situación del genitivo en el siglo III (vid. infra)-.

-El dativo, según parece, no existe en el corpus veleyense como caso diferenciado por su
terminación (y, si aparece, lo cual no es seguro, pues podría tratarse de genitivos, ello se debería
a artificio formular448): el complemento indirecto se construye ya mediante el giro preposicional
con ad (escrita at en las dos ocasiones en las que se documenta este uso sintáctico, nº 10953: At
Ceacia mea Contogatos y nº 11355: At Minerva cor) precediendo a la forma común a ablativo y
acusativo sin -m que los expertos llaman oblicuo, y tal y como pervive en las lenguas románicas
actuales (que lo expresan con la preposición a), datando así Iruña-Veleia en la segunda mitad
del siglo III el momento ante quem del desuso de este caso en la lengua hablada, al mismo
tiempo que el de la adopción definitiva de la construcción preposicional que se mantiene
vigente en la actualidad en las lenguas derivadas del latín.

-Por lo que respecta al caso genitivo, parece que éste es conocido por los hablantes de
latín de Iruña-Veleia, aunque se recurre a su uso únicamente en palabras y nombres de la
flexión temática y para usos formulares muy concretos, como lo son la expresión de la filiación
(aunque no siempre, pues este concepto aparece asimismo reflejado mediante la preposición ex
seguida del caso oblicuo y mediante la forma de nominativo sin preposición) y la marca de
propiedad en un objeto (que también es realizada en no pocos grafitos, sin embargo, mediante
el caso nominativo convertido en forma invariable). El hecho de que la filiación aparezca
expresada mediante un nominativo convertido en forma invariable y sin preposición (nº 13488:
Parmeniom Orsus fili[, nº 11425: Eneas, Anquises et Venus fili[, nº 11139: Jupiter Venus pather, nº
13380: Samuel Iesus neto, nº 13362: In nomine pate[) evidencia la nula operatividad de este caso en
la lengua hablada fuera de usos formulares; por otro lado, estos grafitos ponen en duda las
teorías gradualistas de los lingüistas que defienden un estadio hispano de la flexión latina en el
cual habrían existido tres casos, el nominativo, el acusativo y un tercero en el que el genitivo y el
dativo se habrían sincretizado449: a juzgar por el testimonio veleyense, ello podría haber

448 vid. n. 449 y pág. 101.


449 “La disolución paulatina del sistema latino de casos pasa, para algunos autores, por una
declinación tricasual. Así piensa, entre otros, Dardel (1964), que habla de un estadio de flexión
nominativo, acusativo y genitivo-dativo. Este periodo sería intermedio entre la situación latina y la
declinación bi-casual (nominativo-acusativo) que se etecta en antiguo francés y provenzal. El examen de
las lenguas románicas muestra, en efecto, que las funciones del dativo y del genitivo se confundieron en
un caso único, cuyo singular reposa sobre la forma del dativo latino y el plural sobre el genitivo. Los
textos bajolatinos han venido a confirmar esa suposición. En el trabajo del mencionado Dardel (1964:
13-14) se citan textos de la Galia, Italia y Dalmacia que documentan abundantemente el uso del dativo
en el lugar del posesivo”. Javier Elvira González, Observaciones sobre la hipótesis de una declinación
bicasual en la última etapa del latín de Hispania, 33.

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Alicia Satué

ocurrido en otros lugares del Imperio como Galia, Dacia e Italia, mas presumiblemente no en
Hispania, donde los casos dativo y genitivo quedaron relegados, al parecer, a usos puramente
formulares. Por tanto, Iruña-Veleia aporta, en relación al caso genitivo, la plausible cronología
ante quem (segunda mitad del siglo III) para su abandono en la práctica de la lengua cotidiana,
a la vez que la post quem para el olvido total y definitivo de este caso; y, dado que los únicos
ejemplos veleyenses de genitivos clásicos (formulares) pertenecen a la flexión temática, puede
pensarse que en la lengua hablada se dio una diferenciación entre ésta y la flexión atemática en
relación al uso de este caso, de modo que el genitivo atemático pudo perderse en un momento
anterior al temático: de ser así (y eso es lo que parece), habría de precisarse que Iruña-Veleia
señalaría, más concretamente, el momento ante quem absoluto del olvido del genitivo atemático
en la segunda mitad del siglo III y el correspondiente post quem del temático en el norte de
Hispania, donde habría continuado siendo empleado para usos formulares especiales.

* * *

Existe entre los lingüistas adeptos a las teorías reduccionistas un sentir más bien general
en relación a las causas que impulsaron la invasión del acusativo en la declinación, así como en
lo que atañe a sus efectos, entre los cuales se encuentra el hecho de que, aun no todas, la mayor
parte de las palabras latinas de las lenguas romances procede de este caso450 (si bien en los
últimos tiempos se viene cuestionando un sincretismo de los casos nominativo y acusativo en
Hispania451), mas no sucede así en cuanto a las cronologías concretas de cada uno de los
fenómenos que tuvieron lugar en ese complejo proceso que condujo hacia la simplificación de la
declinación al caso único que muestran las lenguas romances modernas, cronologías las cuales
permanecen más oscuras debido a la escasez de datos objetivos.

Dado que los textos del latín tardío mantienen -artificialmente- la forma clásica del
nominativo temático masculino -us, y que el francés y el provenzal antiguos conocieron (al
menos en la lengua escrita) una diferenciación entre caso recto (o antiguo nominativo) y caso
oblicuo (antiguo acusativo) al menos hasta el siglo XII, suele aceptarse que habría sido sólo a
partir del siglo VI cuando debió tener lugar la reducción paulatina del sistema flexivo nominal
al único caso -o caso régimen-: así se pronuncian autores como Vàrvaro, Wright o Banniard. Por
su parte, József Herman se aventura -tímidamente- a adelantar el momento de la reducción
casual hasta el siglo V, aunque propone que para esa época aún habría dos o tres casos
dependiendo de la declinación -dos formas en el singular de los femeninos, tres en la de los

450 (vid. ns. 42, 43, 44) “A pesar de que el problema del origen casual de los sustantivos españoles es el
motivo de una discusión centenaria en la gramática histórica del español, determinados aspectos de
dicho asunto distan de haber alcanzado una explicación totalmente satisfactoria. Tal es el caso de la
antigua teoría de la declinación bicasual, según la cual, con anterioridad al derrumbe definitivo del
sistema latino de casos, la flexión nominal prerromance atravesó una fase de extremada simplificación
con sólo dos casos. La interpretación más extendida en la filología románica tradicional y en la
gramática histórica española supone que, una vez consumada la desaparición del nominativo, el caso
oblicuo, al que se identifica formalmente con el antiguo acusativo, constituirá el soporte fonético del
que hemos de derivar la mayoría de los sustantivos del español”. J. Elvira González, op. cit., 31-32.
451(vid. n. 445) “Otra interpretación más reciente, restringida al español, se distancia de la teoría del
acusativo, y pretende que la desaparición de la declinación bicasual se produjo tras un proceso de
sincretismo de los dos últimos casos”. J. Elvira González, op. cit., 32.

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Alicia Satué

masculinos y neutros temáticos y, en la flexión atemática, diferentes resultados según la


naturaleza de la consonante final452-; otros (entre ellos Dardel, Pulgram, Hall y Bonfante)
defienden osadamente, en cambio, cronologías muy altas para el inicio de la diferenciación
lingüística de la Romania, llegando a situarla en la época de las inscripciones de Pompeya (el
siglo I de nuestra era), mientras que los lingüistas defensores de la teoría paleogenética (como
Gröber, Mohl, Pisani, Tovar, Lausberg y Krepinski) sostienen que la diversificación se
encontraría ya en los mismos orígenes del latín453. Pero la mayor parte de los especialistas se
abstienen prudentemente de concretar las cronologías de cada fenómeno, limitándose a
registrar en sus trabajos los datos documentados de manera más o menos exhaustiva (así lo
hacen las indiscutibles autoridades en la materia Veikko Väänänen, hace medio siglo, y James
N. Adams en la actualidad).

En todo caso, sea como fuere, es obvio que la lengua escrita, mucho más conservadora
que la oral puesto que siempre intenta respetar las reglas ortográficas y gramaticales, no puede
servir nunca de testimonio fidedigno de la pronunciación real (siendo que la pronunciación real
es la que delatan, de hecho, las faltas de ortografía). Los datos marginales que se refieren a ésta,
supervivientes milagrosos, los cuales son tenidos en cuenta en este trabajo como únicos
primordiales testimonios, hacen sospechar, ciertamente, de un momento muy temprano para la
ubicación de la sincretización y de la simplificación masiva de los casos de la declinación latina
en la lengua oral (y aun sin datos, si se tiene en cuenta que la -m final no se pronunciaba desde
el siglo III a. C., con los efectos en cadena que se sucederían, se llegaría a una conclusión
análoga mediante un mero ejercicio diacrónico de imaginación y deducción).

Los grafitos de Iruña-Veleia, la mayor parte de los cuales refleja la lengua hablada del
momento en el que fueron escritos, son locuaces testimonios de los fenómenos varios que
participaron en el proceso de simplificación de la declinación latina; a partir de ellos se deduce,
como se ha dicho al comienzo de este apartado y como se ha comprobado a lo largo de todo este
estudio, que la declinación se encontraba prácticamente desintegrada en la segunda mitad del
siglo III al menos en esta zona del Imperio, lo cual conlleva aceptar que las cronologías bajas
atribuidas a esta cuestión (defendidas por algunos expertos, también por los de la CCA) no son
acertadas, quizás siendo ésta, considerado el testimonio veleyense en líneas generales y desde
una perspectiva abstracta, su aportación más relevante a las lingüísticas histórica, clásica,
románica e hispánica. En un plano más amplio y con la atención más enfocada en lo concreto, la
información extraída del corpus veleyense corroboraría hipótesis ya apuntadas y perfilaría
otras, adelantando cronologías propuestas o atrasándolas, siempre (o casi siempre) aportando
en cada caso la correspondiente documentación que contribuiría a ubicar el ante y el post quem
de cada fenómeno o hecho lingüístico (como también el momento quo otros estaban teniendo
lugar), ya sintáctico, ya fonético, sea ora común a otras variedades regionales de latín vulgar,
ora propio de la variedad veleyense:

452 vid. n. 365.


453vid. Montserrat Pons Tovar, El problema de la fragmentación del espacio lingüístico latino: una
aproximación de estudio,150.

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-Así, no es insignificante la información que se extrae de los grafitos en relación a las


preposiciones. Primeramente, la ausencia de la preposición de en contextos adscribibles al
empleo del genitivo parece deber ser interpretada como una huida consciente del vulgarismo
consistente en el empleo abusivo de esta preposición ampliamente generalizada en romance,
por lo que Iruña-Veleia señalaría la segunda mitad del siglo III como la datación ante quem para
la generalización efectiva fuera de sus usos clásicos en el habla de la construcción preposicional
con de que existe aún hoy en las lenguas romances modernas. En lo que atañe a otras
preposiciones, es presumible que algunas de las que se perdieron en el camino desde el latín
hacia el romance, como las que regían ablativo en latín clásico ab y ex, ya no estuvieran
demasiado operativas en esta época, dado el uso un tanto desviado del latín clásico más purista
con el que aparecen registradas en los grafitos veleyenses (en el caso de ex), y dada la
significativa práctica ausencia de ab en el corpus (pues aparece sólo en dos expresiones que
debían de ser consideradas ya latinismos de su época). Paradójicamente, de los datos del corpus
veleyense parece poder inferirse que estas dos preposiciones, aun presentes en los grafitos,
habrían desaparecido ya de la lengua coloquial, mientras que la significativamente invisible en
el corpus de (pues sólo aparece una vez, pero en su uso correcto en latín clásico de ablativo de
materia) se habría extendido tanto en la lengua más vulgar aplicada a usos que no le eran
propios en el latín clásico (eclipsando, precisamente, a ab y a ex) que, por eso mismo,
precisamente, sería evitada las más de las veces (e incluso camuflada, como lo probaría el
genitivo incorrecto vitae (nº 12047) que pretende sustituir un ablativo de materia de vita). Tal y
como ya se ha dicho en el apartado del dativo, ad aparece escrita at construyendo el
complemento indirecto precediendo la forma oblicua sin -m. Respecto a in, cuyo uso fue
restringido en Hispania a la función locativa, habría un solo grafito en el que tendría función
direccional (si se exceptúa su aparición en lo que parece ser la expresión fosilizada in memoriam);
dicho testimonio podría apuntar a que esta preposición aún conservara su clásico uso
direccional en la Iruña-Veleia del siglo III, si bien no está en absoluto claro que el grafito en
cuestión (nº 10857: Melior in ean ite) sea reflejo de la lengua hablada o, por el contrario, que
contenga lo que acaso pudiera ser una cita literaria o eclesiástica: por ello, sólo en el primer
caso, el grafito aportaría a la lingüística histórica la datación post quem para la restricción al uso
locativo de esta preposición en Hispania. En el reverso de ese mismo grafito aparece la
preposición sine seguida de la forma vani-.

-En cuanto al léxico del corpus veleyense, la presencia de ciertas palabras como el
anafórico femenino eam (escrito en el grafito -el inmediatamente mencionado más arriba- ean), el
sustantivo de la cuarta declinación en aparente ablativo esu (precisamente, en el único
testimonio de la preposición de: De esu fausto) o la forma de nominativo-acusativo neutro de la
flexión atemática cor coexistiendo con otras como corde, cuore y cordu, podrían aportar datos no
nimios al estudio del latín vulgar de Hispania y al de la lingüística románica en relación a
cuestiones como la pervivencia u operatividad en el siglo III de determinadas categorías
gramaticales: así, la del anafórico is, ea, id que, supuestamente, fue abandonado en el latín
vulgar al parecer ya desde el siglo I d. C.; la de la cuarta declinación, que desapareció de la
lengua hablada al ser transferidos sus sustantivos terminados en -us a la segunda declinación de
masculinos temáticos terminados asimismo en -us; y la misma categoría del género neutro,
desconocida en las lenguas romances modernas si se exceptúan los fósiles de pronombres y de
usos adjetivales en el castellano. La presencia de dichas formas podría demostrar, per se, que el

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latín vulgar del norte de Hispania de la segunda mitad del siglo III aún no habría reemplazado
por completo el anafórico clásico is, ea, id por los más comunes en romance ille e ipse, que la
cuarta declinación aún existiría allí y entonces, que el sustantivo vulgar cibus aún no habría
desplazado totalmente al clásico esus y que la categoría del género neutro sería una realidad
más bien confusa en la conciencia lingüística de los hablantes hispanos de latín de la época de
que se trata; sin embargo, extraer tamañas conclusiones a partir de la presencia de un solo
testimonio al respecto de cada una de las tres cuestiones conlleva en sí temeridad, no
significando ello, empero, que no merezcan un estudio ad hoc con el fin de disipar las dudas al
respecto.

-En lo que atañe al vocalismo latino, a partir de los datos sugeridos por ciertos grafitos
que establecen una distinción entre distintas grafías de la vocal e se deduce que la distinción
cuantitativa de las vocales era aún un hecho conocido en la segunda mitad del siglo III, aunque
en la práctica escrita lo corriente era no hacer distinción alguna entre signos gráficos, siendo la
proporción numérica de ocasiones en las que se realizó una distinción gráfica muy mínima en
comparación con el número de ocasiones en las que se utilizó una sola letra para las diferentes e
que estuvieran en vigor en la lengua hablada (que serían, a lo sumo, tres, siendo la tercera el
resultado de timbre abierto de la monoptongación de ae, notado en un puñado de grafitos con
un signo ex profeso); no está claro, de todos modos, si la distinción existente era en la práctica
todavía cuantitativa o si ya meramente cualitativa o de timbre, teniendo en cuenta que son sólo
tres (y de temática escolar, aparecidos, además, en lo que asemejaría un paedagogium debido a
la temática de los hallazgos allí aparecidos) los grafitos que establecen una distinción gráfica
vocálica atribuíble a criterios cuantitativos obvios. No obstante, aun en el caso de existir aún en
el vocalismo de la lengua hablada de Iruña-Veleia una diferenciación cuantitativa en la
pronunciación, ello no implica que se diera una distinción fonológica aunada a ella; el corpus no
aporta ningún dato objetivo que induzca a pensar que existiera todavía la distinción fonológica.

-Una distinción que sí se observa, llamativamente, en relación a las letras es la de las


mayúsculas y las minúsculas a la manera en que se utilizan en la actualidad: en dos grafitos el
nombre Deidre aparece escrito con D mayúscula y con el resto de sus letras minúsculas.

-Por sus intentos varios de adecuación del abecedario romano a fonemas nuevos
resultados de procesos evolutivos y fonéticos diversos, el corpus veleyense contiene
información altamente relevante al respecto de diversas cuestiones gráficas (las cuales son
reflejo, a su vez, de otras de índole fonética): así, da fe de ciertas influencias en la articulación de
algunas vocales (especialmente de aquéllas en posición de hiato) por parte de la pronunciación
céltica de al menos una parte de la población de Iruña-Veleia; sitúa en el siglo III el cambio
vocálico ŭ > o completado; registra ensayos (mediante las letras J y Y) de la notación de la
palatalización de la semivocal i (yod) en contacto con otra vocal; confirma, además, la
palatalización de las consonantes oclusivas t y c (k) ante las vocales i y e, fenómeno cuyos
detalles son insuficientemente conocidos por los especialistas a falta de datos, el cual ya habría
producido el mismo resultado africado para ambas consonantes en la segunda mitad del siglo
III al menos en el norte de Hispania (a juzgar por el testimonio de ciertos grafitos que serían,
indudablemente, de gran interés al respecto de esta oscura cuestión). A consecuencia de esto
último, así como a la pérdida del apéndice labial de la QV, la notación de la consonante oclusiva

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velar sorda ante las vocales i y e pasó de realizarse con la letra C a hacerse con la QV, lo cual
sienta el precedente para las grafías castellanas ca, que, qui, co, cu. Plausiblemente, puede
igualmente rastrearse en Iruña-Veleia el origen de las grafías del castellano za, ce, ci, zo, zu, que
debieron de ser influenciadas por los hábitos de escritura de los vascoparlantes en los
momentos de su alfabetización -en el sentido literal de la palabra como “adopción del
alfabeto”-, ocurrida en el contacto con la presencia romana en sus territorios (influencias que se
refieren a lo que atañe a semejanzas entre el castellano y el euskera, como el uso de la Z, y a lo
que respectaría a sentar diferencia entre ambas lenguas -en el caso de la elección de la QV por
parte del castellano para la notación de la oclusiva velar sorda en qui y que, y no de la K,
asumida por el euskera para la notación de dicho fonema ante cualquier vocal-).

* * *

Dejando a un lado cuestiones lingüísticas a cuyas consecuentes labores de investigación


dan -o deberían dar- no sólo pie sino también luz, los grafitos de Iruña-Veleia aportan
información sustanciosa al estudio del período comprendido entre los siglos II y V d. C. desde
ópticas muy diversas, pues desentierran consigo palabras, gentes, hechos, sucesos, datos, en
definitiva, que aquí son apenas apuntados y los cuales, sin duda, merecen ser atendidos desde
una perspectiva humanística amplia y profunda (cuando no puramente “humana”-, puesto que
confían a nuestros buen entender y buen hacer del siglo XXI d. C. nombres de personas que
existieron y vivieron en el siglo III, escritos junto a algunas de sus experiencias vitales, relaciones
personales, inquietudes, creencias religiosas, actitudes y prácticas ante la muerte).

De cara, en fin, al así llamado affaire de Iruña-Veleia, ha de concluirse que los grafitos
en litigio resultan perfectamente susceptibles de ser auténticos y ello es así porque la lengua
latina contenida en ellos es acorde con los datos aportados por la documentación romana, y
congruente -¡nunca incoherente!- con las hipótesis y con las tesis planteadas por los expertos en
torno a la evolución del latín al romance en general (hipótesis y tesis que necesitan, por lo
demás, materiales precisamente como el veleyense para poder continuar haciendo Ciencia). Por
esto -¡y por todo lo demás!-, el affaire de Iruña-Veleia, que convierte su corpus en material
estigmatizado para la investigación científica, no es sino un despropósito por parte del ámbito
intelectual, además de una cuantiosa pérdida muy lamentable en lo que respecta al
conocimiento del pasado en general; apodado por los medios de comunicación manipulación
“la más grave falsificación de la arqueología mundial de los últimos años”454, el affaire de Iruña-
Veleia no es sino una triste historia sobre corrupción científica455 (que se enreda, por cierto, con
las telarañas de la política456), amén de una gran injusticia perpetrada para con el cabeza de
turco que ha sido imputado de ser el supuesto falsificador de todo el conjunto epigráfico
veleyense, el arqueólogo Eliseo Gil Zubillaga, director del equipo descubridor del mismo,

454 vid. Iruña-Veleia, «la más grave falsificación de la arqueología mundial de los últimos años»
455 vid. http://latribunadelpaisvasco.com/not/2489/idoia-filloy-el-euskera-que-aparece-en-los-grafitos-de-
iruna-veleia-desmonta-las-teorias-historicas-que-defienden-algunos-poderes-academicos-y-politicos-/
456 vid. http://www.amaata.com/2015/12/yo-acuso.html

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Lurmen S.L., constituido por él mismo y por la arqueóloga Idoia Filloy Nieva, codirectora de las
excavaciones de Iruña-Veleia, donde hoy ni siquiera hay en ninguno de los varios paneles
informativos del yacimiento una sola mención a su labor profesional, ejercida con amor y loable
entusiasta dedicación durante catorce muy productivos años, cual si de una bien urdida contra
ambos damnatio memoriae se tratase457. (Pero su damnatio memoriae no borró a Nefertiti de la
Historia: la sed de conocimiento de unos pocos especímenes de la raza humana fue más fuerte
que el perverso plan).

(Scripta manent!)

* * *

“Gentes de buena voluntad, permanezcan tranquilas, la Diputación Foral de Álava, a través de


su órgano habitual de contacto con la ciudadanía (un conocido periódico pródigo en esquelas y contactos),
nos trasmite que la bestia ya está acorralada y no tardará en recibir el destino que se merece ante sus
fechorías. Leyendo esta entradilla sería lícito pensar que ya han acorralado al lobo devorador de pacíficas
reses, quizás podría creerse que se estrecha el cerco contra algún temible criminal de la cosa del
narcotráfico o de algún reincidente y no menos reprobable violento de género… Pues no, señoras y
señores, el linchamiento mediático se dirige contra su servidor y autor de estas líneas, otrora director de
las excavaciones de Iruña-Veleia. Una vez le dije a un conocido catedrático del ramo que yo no tenía ‘el
síndrome de Juana de Arco’, no oía, ni oigo voces en mi cabeza, pero mi más firme convicción ética y
profesional hace que mantuviera (como lo sigo haciendo ahora) que los hallazgos de Iruña-Veleia de los
que todos estamos hablando son simplemente eso: hallazgos procedentes de una excavación arqueológica,
aparecidos en diferentes contextos de la Antigüedad. Con todo le dije también que no tenía ninguna
intención de ‘ir a la hoguera’ por ello, entendiendo que siempre había (y pese a quien pese siempre habrá)
espacio para el debate científico, por muy controvertido que fuera lo hallado. Pero visto lo visto, he
reflexionado al respecto, y voy a compartir con vds. mi nueva postura: así me caigan 500 años y un día
seguiré afirmando categóricamente que creo firmemente que los hallazgos son buenos, que son posibles en
la cronología propuesta por nosotros y, desde luego, que yo no he realizado ninguno de ellos. Y ya no es
sólo una cuestión de presunción de inocencia lo que se debate, es una cuestión de abuso de poder y juicio
público en paralelo. Deseo también comunicar a la Sra. Diputada Foral y a otras personas como la Sra.
Carrero, el Sr. Cuesta y otros, que tanto han contribuido a esta patética situación, que permanezcan
tranquilos, ya que frente a su labor apenas tengo posibilidades reales. Por lo visto soy un ‘falsificador y
estafador’ tan eficaz y estupendo, que, a raíz de la destrucción de mi reputación profesional, laboral y
personal, vía orden foral y medios de comunicación estoy en la misma ruina. Así que, como no tengo
acceso a los dineros públicos no puedo encargar floridos peritajes y dependo solamente de la buena
voluntad de la gente de mi entorno y de todas aquellas personas que, sin duda asumiendo un riesgo,
colaboran conmigo desde la empatía con el sufrimiento injusto y con la Ciencia”458.

457 vid. http://www.amaata.com/2015/11/nunez-falsificador-de-la-historia.html


458Todo atado y bien atado, respuesta de Eliseo Gil Zubillaga al artículo del Correo del 21 de noviembre
de 2009 Grafólogos apuntan a Eliseo Gil como el autor de los falsos grafitos de Veleia.

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XI. Epílogo: ¿Paleocastellano?

“Resulta evidente que el paso del latín a las lenguas romances no se produjo en un lugar y en un
tiempo concretos, sino que fue un proceso lento y en continua progresión. Por ello algunos de los rasgos
que se recogen como indicadores del incipiente romance se encontraban ya en lo que se ha venido
llamando latín vulgar (…) No podemos pensar que el latín, durante los siete primeros siglos de nuestra
era, no experimentó ningún cambio, sino más bien que entre el latín hablado y los romances no existió
solución de continuidad, es decir, que se produjo una evolución paulatina y constante para la que, a
menudo, no tenemos una constancia escrita y a la cual no siempre podemos aplicar una terminología
tajante como “latín vulgar” o “romance”, a causa de la imprecisión de fronteras entre estos dos
términos”459.

Si la lengua de estos óstraca no es todavía el castellano, como clamó la Comisión


Científica Asesora (aludida a lo largo de este trabajo como CCA) que los declaró falsos -en parte
por ello- en noviembre de 2008, sí parece susceptible de poder ser considerada lo que podría
llamarse “el paleorromance” de Iruña-Veleia, si no el “paleocastellano”, siendo que este
oppidum está ubicado a escasos cuarenta kilómetros de Valpuesta, el lugar del que procederían
los primeros textos conservados escritos en castellano460, romance que debe su nombre a su
cuna geográfica pues se encuentra dentro de los límites de la región hispana llamada más tarde,
en época altomedieval, Castella Vetula (Castilla La Vieja): por eso mismo, precisamente, resulta
sorprendente el hecho de que la CCA haya encontrado en el parecido de la lengua de los
grafitos veleyenses con el castellano el argumento principal para defender su supuesta
falsedad461, cuando dicho parecido debería servir de argumento para la justificación de lo
contrario462.

459 Emiliana Ramos Remedios, Los Cartularios de Santa María de Valpuesta, Análisis lingüístico, 35.
460“Los cartularios de Santa María de Valpuesta nos ofrecen un conjunto de rasgos lingüísticos de la
época de orígenes del castellano (siglos IX al XIII) que nos sirven para delinear cómo empieza a
conformarse esta lengua romance en este pequeño valle de Valdegobía, hoy a caballo entre las
jurisdicciones burgalesa y alavesa (…) Estos primeros datos coinciden con la época en que se datan las
Glosas Emilianenses, e incluso se adelantan a ellas si tenemos en cuenta el criterio de aquellos autores
que retrasan la gestación de éstas incluso hasta el siglo XI (…) Debemos reconocer a los documentos de
Valpuesta el que sean los primeros en dar fe de elementos lingüísticos del primitivo dialecto castellano
como tal, si entendemos que lo que nos ofrecen las Glosas es una variante romance diferente, más
oriental”. E. R. Remedios, op. cit., 89.
461 Héctor Iglesias (Les inscriptions d’Iruña-Veleia: Analyse linguistique des principales inscriptions
basques découvertes, 76-77) también llama la atención acerca de este hecho, así como de la contradicción
en la que incurre la misma CCA, citando a Isabel Velázquez Soriano: “(…) vulgarismos que muestran
que estaríamos no ya ante una lengua muy evolucionada, sino prácticamente romance, al menos al nivel
fonético-morfológico y en algún caso sintáctico (…) aunque en algún caso tuvieran cabida a nivel de la
lengua hablada” (I. Velázquez Soriano, op. cit., 23-24). En respuesta a ello, el filólogo cita a López
García (en La sintaxis de la Vulgata como sintaxis prerrománica, 2000, 20-23, 1.3): “Cuando se examina
la versión que San Jerónimo hizo de la Biblia, esto es, la Vulgata, se advierte que el texto de dicho
documento, en el que propiamente hunde sus raíces el llamado latín cristiano, no sólo es protorrománico,
sino prácticamente romance por lo que respecta a su estructura textual (…)¿Debemos concluir de aquí
que la sintaxis románica comienza a finales del siglo IV d. C. con la obra de San Jerónimo? Sí y no:
comienza con la Vulgata y aun puede decirse que había comenzado antes con las primeras versiones
latinas de la Biblia –la llamada Vetus Latina- , pero no con Jerónimo como autor”.
462 vid. http://www.amaata.com/2014/03/el-origen-de-las-lenguas-romances-la.html

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En efecto, el principal problema que la CCA detecta en los grafitos latinos veleyenses
radica en que contengan una lengua romanzoide en una cronología para la que se esperaría un
latín más “todavía romano” (y no “ya tan romance”). Mas este problema arranca de las
acepciones y concepciones de “latín vulgar” y de “romance” que se maneje y que se dé por
sentado463: en cuanto al primero, no debe perderse de vista que el latín no estandarizado -sea o
no “vulgar”- de cada sitio y de cada época sería en gran medida exclusivo y propio aunque
compartiera rasgos comunes con variedades no estandarizadas del latín de otros lugares (por
ejemplo, el latín del norte de Hispania era más “bárbaro” que el la Baetica o que el de la zona
levantina, zonas mucho más romanizadas en todos los aspectos que el resto de la Península464);
por otro lado, el hecho de que precisamente el latín particular de la región en la que habría
nacido el castellano fuera semejante a éste no debería ser motivo alguno de extrañeza. En lo que
respecta al “romance” que supuestamente procedería del “latín vulgar” y del que habrían
surgido las por ello así llamadas lenguas romances, sucede que su existencia suele situarse sólo
a partir del año 800, dándose por hecho que hasta la caída del Imperio Romano el latín oral se
hubiera mantenido unificado y que hubiera comenzado a diversificarse a partir del siglo V
como consecuencia del progresivo aislamiento y de la consiguiente falta de comunicación entre
las diferentes regiones dispersas de la Romania. Pero estas ideas, tomadas como axiomas
apriorísticos en los comienzos de los estudios románicos, constituirían una falacia, pues ya
desde los mismos orígenes del latín debieron de existir múltiples variedades no estandarizadas
de latín oral a medida que esta lengua fue extendiéndose desde el Lacio hacia los confines del
inmenso Imperio465; aquellas ideas fueron planteadas en su día a falta de información suficiente
sobre las características de las lenguas vivas habladas por los romanos y por las comunidades
romanizadas, y de acuerdo con el único latín entonces conocido: el escrito, esto es, la lengua
literaria clásica, por un lado, y por otro la tardía de los textos eclesiásticos. El latín momificado,
el fósil466: el único que hoy podría ser considerado muerto, puesto que el latín oral está vivo en

463 vid. págs. 4-8 en relación al problema de la terminología en torno al concepto de “latín vulgar”.
464 “[En Andalucía] es frecuente igualmente la pérdida de -m final, cuyo testimonio, curiosamente,
desaparece a partir del s. IV -si bien hay algunas inscripciones sin datación-, para aparecer ya muy
tardíamente en los siglos IX y X (…) Si se atiende al gran número de inscripciones andaluzas y
catalanas examinadas en comparación con las de Zamora, Salamanca o Cantabria, parece quedar de
manifiesto algo que ya Carnoy dijo y es que los documentos de la Bética y de la costa mediterránea
presentan una lengua más correcta”. C. Gallardo, op. cit., 301, 308.
465 “We should get away from the idea that Latin was monolithic until a very late date, when some
catastrophic event caused it to ‘split up’, or that it only showed regional diversification from the Empire
onwards. Regional variety, albeit difficulty to identify because of the paucity of the evidence, is there
from the time of almost the earliest records (…) Grammarians and others sought to codify ‘correct
Latin’, Latinitas, and that became a model (…) The distant provinces were established, and Latin was
brought into contact with different languages, all of which left their mark in the regions and gave local
forms of Latin a distinctive character (…) The standardised written medium inculcated by education was
so widespread that diversity was largely obscured, and many developments of the language (such as some
of the main syntactic changes that show up in Romance) remained out of sight in the Latin record”. J. N.
Adams, The Regional Diversification of Latin 200 BC- AD 600, 725-726.
466“Latin at the end of the first millenium AD can be best described as a ‘living fossil’. Whereas other
languages are continually evolving and changing, Latin seems to have been preserved in its broadly
classical form, and it was to remain fixed for the next thousand years (…) Learning to write also involved
learning not just letters and spelling rules, but also classical morphology, syntax and vocabulary. The
prestige of the written word, reinforced by the perception that Latin was a ‘sacred language’ of the
Christian religion, led to a conscious rejection of innovation or experimentation in the standard”. J.
Clackson - G. Horrocks, op. cit., 269.

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Alicia Satué

las lenguas románicas modernas que son su continuación. Así, a medida que el conocimiento
que se tiene sobre el que fue o debió de ser el latín hablado ha ido creciendo (especialmente a
partir de los estudios acerca de la lengua que habla desde las paredes de Pompeya y Herculano,
así como, más recientemente, de los testimonios de epigrafía doméstica que han sacado y siguen
sacando a la luz los descubrimientos arqueológicos en los últimos tiempos), la acepción a
emplear (y la propia concepción) de lo que verdaderamente sería el “latín vulgar” ha ido
cambiando: la lengua que se deja entrever en esos hallazgos arqueológicos aparece en forma de
lo que más bien habría de llamarse “variedades diferenciadas no estandarizadas de
latín” (existencia de las cuales, además, consta en las fuentes escritas, aunque sea de manera
indirecta467), que, aun poseyendo una idiosincrasia en virtud de la cual se nos muestran en
calidad de variedades diferenciadas, sin embargo al mismo tiempo comparten rasgos comunes
entre sí relativamente bien definidos (por lo que, de hecho, son igualmente llamadas todas ellas
“latín” a lo largo de los siglos468), lo cual, por lo demás, es natural que sucediera a las lenguas (y
a las culturas en general) de tierras que, aun distantes entre sí, alojaban factores comunes que
son en sí unificadores (como la religión, la burocracia y la presencia militar romana), y que, en
cierto modo, las globalizarían469.

467 “The rhetorician Fortunatianus distinguised Spanish Latin from Gallic and Roman (...) Hadrian,
another that was connected to Baetica, as quaestor in 101 read out in the senate a speech of the emperor.
He provoked laugther because of his provincial accent (agrestius pronuntians) (…) The Spanish
declaimer M. Porcius Latro, a contemporary of the elder Seneca, was unable to unlearn, according to
Seneca, his rustic Spanish ways (…) Gellius tells of a dinner party, no dout at Rome, attended by the
Spaniard Antonius Julianus, who had a Hispanum os (…) Later in the story Julianus is criticised by
some Greeks as barbarum et agrestem, a phrase followed inmediately by the relative clause qui ortus
terra Hispania foret. Whatever else the Greeks meant, they must have been referring to the regional
character of his speech”. J. N. Adams, The Regional Diversification of Latin 200 BC-AD 600, 231-235.
468“Classicists may be familiar with dialects primarily through the study of the Greek dialects, which are
named. This fact creates an expectation that if Latin had regional varieties they too would have names,
and may induce scepticism about the very existence of regional variation in Latin if names cannot be
found (…) but in reality the absence of named varieties is insignificant. It is Greek that is exceptional in
its precise designations of the dialects (…) Language -or dialect- naming is inspired by the prestige of the
variety and by its acquisition of a written form. If a variety is stigmatised and not represented in writing
it may be nameless (…) It is a remarkable fact that the emergent Romance languages were very slow to
acquire names in the medieval period. ‘Latin’ or ‘Roman language’ long went on being used (...) We
can say that all through the Early Middle Ages, there was only one language name, that of Latin,
despite considerable linguistic diversity, for no one needed any other name”. J. N. Adams, The Regional
Diversification of Latin 200 BC- AD 600, 11-12.
469 “The apparent homogeneity of Latin in inscriptional and documentary sources cannot just be put
down to the result of formulaic language and conservative scribes. Where there are deviations from the
classical standard, the same deviation may be found over and over again, repeated countless times in
inscriptions and other sources (…) First we need to account for the similarity of the trends in the spoken
language all over the Empire, despite the fact that the language was spoken over such a wide area in an
age when there were no mass media (…) Part of the explanation for the apparent homogeneity of
spoken Latin must lie in the mobility of large parts of the population (...) Service in the army, trade and
slavery are three obvious causes for people to move far from their homes, but the rest of the population
were probably less fixed than is sometimes thought. Peasant farmers and pastoralists around the
Mediterranean were habituated to migration (...), state-sponsored mobility, that is to say, colonies of free
Romans planted in Italy and in the Empire, accounts for a massive movement of population around the
Empire (...) Counted with this huge movement of population in space, we must also take account of the
permeability of Roman society in the late Republic and early Empire. It was possible for local elites to
join the Roman elite, and it was possible for freed slaves to become owners of thousands of slaves
themselves. In this world where there was so much geographical and social mobility, local differences
in speech tended to become levelled, and long-term divisions in the language were kept to a
minimum”. J. Clackson - G. Horrocks, op. cit., 235-236.

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Alicia Satué

Sin embargo, a pesar de todo lo aprendido, la cuestión de la cronología del nacimiento


de las lenguas románicas aún no ha sido satisfactoriamente recuestionada, al menos
oficialmente, y aquella concepción tradicional de “romance” permanece prácticamente
inamovible (cual si de doctrina se tratase), de modo que su nacimiento sigue situándose en el
siglo IX, entendiéndose que cuando en el concilio celebrado en Tours en el año 813 se decidió
que el clero predicase en lengua vernácula para hacer comprensibles los textos litúrgicos a la
masa inculta (que ya no entendía el latín), refiriéndose a la lengua vernácula en términos de
rustica romana lingua470, se mencionaba por primera vez en la Historia aquella supuesta lengua
llamada “romance” (o también “román”) que se habría separado y distinguido del latín. ¿A qué
lengua se refiere, en tal caso, el epitafio471 de Gregorio V (muerto en Roma en 999), cuando
afirma que este papa lingua teutonicus (“de habla alemana”) conocía la lengua francisca, la
lengua vulgar y la Latina (usus Francisca, uulgari et uoce Latina)? Pues, si francisca significa
“romance francés” (pudiendo aludir el término, en cambio, a su lingua teutonica), entonces
uulgari habría de ser “romance italiano” y Latina el “latín clásico” y/o el “latín eclesiástico” o
“latín tardío”.

Por otro lado, el texto del año 804 de los Cartularios de Valpuesta está escrito en un latín
muy romanizado que correspondería, según dicen, al “romance castellano”, mientras que las
Glosas Emilianenses del siglo X (u XI) -consideradas comúnmente los primeros textos en lengua
castellana- estarían en realidad escritas en “romance navarro-aragonés” (o, según otros, en
“romance riojano”)472. De modo que aquella rustica romana lingua, considerada habitualmente el
“romance”, mas correspondiente quizás en su mención concreta a lo que más propiamente
debiera ser llamado “romance francés”, la cual se acordó usar como lengua eclesiástica en
sustitución del latín en el año 813 en Francia, no sería sino una de las diferentes variedades no
estandarizadas del latín que existirían en el suelo de habla romana, variedades de las que la
epigrafía doméstica de las diferentes zonas de la Romania daría fe: pues este tipo de epigrafía
contendría, por una parte, léxico propio y características propias de cada variedad latina
(procedentes de la lengua o lenguas, indígenas o no, con las que el latín convivía en cada
lugar473), y, por otra parte y al mismo tiempo, los intentos (unificadores) de adecuar la lengua
hablada de cada región a la escrita, los cuales harían de aquélla una variedad congruente en
cierta medida con ésta (con la estandarizada y la común: la vehicular de la romanización, en
definitiva).

Por tanto, habría que pensar que no están desencaminados quienes sostienen que entre
las variedades orales locales de latín no estandarizado que habrían existido ab initio y las

470“Visum est unanimitati nostrae ut quilibet episcopus omelias aperte transferre studeat in rusticam
romanan linguam aut Thiosticam, quo facilius cuncti possint intelligere quae dicuntur”.
471 MGH PLMA V. 2 110 (cf. J. Clackson - G. Horrocks, op. cit., 266-267).
472 cf. Heinz Jürgen Wolf, Las Glosas Emilianenses, otra vez.
473 Por ejemplo, el grafito galo-latino de La Graufesenque (siglo II ó III) aue uimpi “Hola, bonita” (RIG
II. 2 122). “Another who knew Spain at first hand was Elder Pliny. At Nat. 33.66-78 he goes into
considerable detail about mining, and the passage is full of observations about local technical terms, a
number of them probably of Hispanic origin”. J. N. Adams, The Regional Diversification of Latin 200
BC-AD 600, 235.

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Alicia Satué

diferentes lenguas romances en las que derivaron dichas variedades no hay solución de
continuidad474; esta tesis, empero, está reñida con otra concepción decimonónica sobre la que
fue construida la acepción tradicional de “romance”: la de la evolución lingüística ex uno plures,
a modo de árbol genealógico, en virtud de la cual el cambio fonético se da de un modo
atomístico conforme a reglas inamovibles gracias al conocimiento de las cuales es posible
reconstruir la lengua madre mediante la comparación de las lenguas emparentadas entre sí (y
por lo cual se emplea también el término enteléquico “protorromance” en lugar del de
“romance”475). De un tiempo a esta parte, se viene reivindicando476 la necesidad de aunar las
concepciones tradicionales (o tradicionalistas) a los canales del contacto lingüístico, dialectal e
intervarietal que explicarían a su manera la separación del latín y los romances (varios y
diferentes) y que exigirían la asunción de otras premisas básicas (diferentes de las habituales,
esto es, de las tradicionales) a tener en cuenta en el estudio de esta cuestión, como, por ejemplo,
la de la difusión léxica, o la de “la afirmación simple de que algunas palabras cambian después
que otras”477. Basándose en las evidencias de la epigrafía doméstica recientemente estudiada478,
algunos expertos señalan el año 100 como el momento en que ya habría indicios de desarrollos
romances479, y sostienen, además, que en el siglo III el latín que conocemos hoy como “latín
clásico” sería prácticamente una lengua extranjera para muchas personas480.

474cf. Xosé Antonio López Silva, Roger Wright: Latín Tardío y Romance temprano en España y en la
Francia carolingia, 85-87.
475 “O vocablo foi creado dun xeito paralelo ao termo protoindoeuropeo. Ambos conceptos xurden dos
presupostos do método inductivo do comparativismo neogramático para aludir a unha entidade teórica
resultado do método da reconstrucción lingüística, que por outros foi considerado incluso como unha
lingua real preexistente á fragmentación das linguas romances”. X. A. López Silva, op. cit., 84.
476 Entre otros por M. Banniard (vid. Bibliografía).
477 cf. Roger Wright, Latín tardío y romance temprano en España y la Francia carolingia, 75-76.
478Las cartas escritas entre 37 y 39 d. C. por Gaius Nouius Eunus en Campania, las de los soldados de
Vindolanda de alrededor de 100 d.C. y las de Claudius Terentianus de alrededor del año 100; los óstraca
del desierto libio de Bu Njem (concretamente el poema escrito por el centurión nativo Iasuchtan) de la
misma cronología que los de Iruña-Veleia; o el Itinerarium Egeriae (o Peregrinatio Aegeriae / Aetheriae),
escrito probablemente a finales del siglo IV por una mujer cristiana (que algunos creen hispana) que
habría usado versiones de la Biblia anteriores a la Vulgata y por tanto menos estilizadas y clasicizadas.

“They presumably are representative of a much wider spectrum of non-standard Latin in the spoken
language of their day, which is hidden behind the façade of the uniform written idiom which we find in
most texts (…) The façade was to remain in place even after the collapse of the Roman Empire (…)
The continued presence of a prestigious standard makes the linguistic changes ‘go underground’.
Texts are no longer written reflecting the way people spoke, but the way they were taught to write”. J.
Clackson - G. Horrocks, op. cit., 265.
479“Terentianus is still using a language with the same number of cases as Classical Latin and the full
array of Latin verb forms –with a few new simplifications, such as posso ‘I can’ for the irregular classical
possum. However, it is possible to see in his Latin changes which show the beginning of the Romance
developments”. J. Clackson - G. Horrocks, op. cit., 253-256.

“The Latin letters not only provide abundant confirmation of many of the trends of Vulgar Latin. On
certain points they cause us either to modify the traditional chronology (based often on much later
evidence) or to reject the traditional explanation of a phenomenon”. J. N. Adams, The Vulgar Latin of
the letters of Claudius Terentianus, 6.
480“Already by the beginning of the third century, Classical Latin is virtually a foreign language to
speakers such as Iasuchtan.” J. Clackson - G. Horrocks, op. cit., 262.

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Alicia Satué

Los textos latinos literarios que han llegado a nuestras manos no nos permiten conocer
cómo se hablaba el latín en la vida real, sino tan sólo cómo se enseñaba a escribir el latín clásico:
su ortografía normalizada y su gramática ideal. ¿Existía una ortografía normalizada y al mismo
tiempo fiel a la pronunciación de cada variedad geográfica del latín, que además fuera
continuamente adaptada a los constantes cambios fonéticos que tuvieron lugar a lo largo de la
larga historia de esta lengua y conforme a las múltiples realidades lingüísticas de las diferentes
regiones en que se hablaba? Evidentemente, no, y, a pesar de que historiadores como Tácito481
informan de que existían escuelas de educación romana (que enseñarían el latín standard), en
realidad “los provincianos se romanizaban a ellos mismos”482, los cuales, si pretendían adaptar
el alfabeto romano a su realidad fonética, debían para ello apartarse de la norma. Y lo hicieron a
menudo: y éste es el motivo principal por el que existen las anomalías gramaticales y sintácticas
en la epigrafía doméstica, así como las faltas de ortografía, que siempre tienen una razón de ser
y no muestran sino verdades de pronunciación manifestadas en la búsqueda del grafema más
adecuado para cada articulación dentro del limitado alfabeto romano (y que, por tanto, en
realidad sólo son “faltas” con respecto a los rígidos y a menudo obsoletos parámetros del latín
clásico, habiendo de ser entendidas más bien en calidad de intentos de grafías propias aplicadas
a las particularidades -y a las peculiaridades- fonéticas de las distintas variedades locales de
latín no estandarizado); por eso las peculiaridades fonéticas y a la vez gráficas de los grafitos
veleyenses como, por ejemplo, la Z de los grafitos vascos o la QV de Anquises y de Aquiles, o la
grafía de Horacio (e incluso de Oracio) por Horatius (peculiaridades que en modo alguno deben
ser entendidas ni utilizadas como argumentos a favor de su falsedad, como hizo la CCA).

A lo largo de los siglos, la tradición copista no ha juzgado que tuviera valor todo aquel
texto que se alejara de los cánones estilísticos establecidos por el latín clásico literario, ejerciendo
un estricto “control de calidad” conforme a parámetros articulados, sobre todo, a partir al estilo
ciceroniano (considerado ya en sus tiempos el “latín perfecto”), por lo que los textos escritos en
lo que considerarían “latín burdo” eran desechados sistemáticamente y nunca copiados para
perdurar en el legado escrito, con la consecuencia de que no han llegado a nuestras manos para
facilitarnos el conocimiento del verdadero latín propio de cada lugar, que sólo nos es posible
concebir -mínimamente- gracias a testimonios -siempre providenciales- de epigrafía doméstica
como los de Pompeya -que conocemos sólo gracias a la desgracia de aquella ciudad- o los de
Iruña-Veleia -que, desgraciadamente, han sido estigmatizados y secuestrados por los falsistas-.

“El alfabeto no fue inventado por los romanos; fue el legado de los etruscos (aunque se basó en el
alfabeto calcídico de Cumas, muy próximo al alfabeto griego occidental). Esto comportó un esfuerzo
continuo y permanente por adaptar la forma oral de la lengua a la escrita: esta última, en muchos casos,
parecía insuficiente. Fueron reiterados los esfuerzos de los pensadores romanos por encontrar una grafía
adecuada que reflejara la pronunciación. De esta lucha, es testigo silencioso la evolución y surgimiento
de propuestas en el alfabeto. Esto comprueba un principio elemental: aunque la representación gráfica fue
de gran utilidad para los habitantes del Lacio, siempre fueron conscientes de las limitaciones e
imperfecciones del sistema gráfico”483.

481 Agricola 21, 2; Annales 3, 43.


482 P. A. Brunt, The Romanization of the local ruling classes in the Roman Empire, 162.
483 H. C. Vargas, op. cit., 131.

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La escritura latina de los primeros siglos de nuestra era y también la de la reforma


carolingia (que en Hispania no se hizo efectiva hasta el s. XII) eran, pues, una suerte de
recreación escolar y una convención de los copistas que no se correspondía con la realidad
lingüística (del mismo modo que hoy día las lenguas francesa e inglesa tampoco se
corresponden en absoluto con sus grafías484). Así, las generaciones de muchos siglos escribían
en latín, pero hablarían “romances” varios en constante cambio: los grafitos de Iruña-Veleia, con
todas las desviaciones del latín clásico que contienen (¡y que han sido esgrimidas por la CCA en
calidad de pruebas fehacientes de que por ello han de ser producto de una falsificación!), tienen
el inmenso valor de ser documentos escritos datados por la Arqueología en unas fechas
concretas y testimonio fiel de las características y de las particularidades del “romance” que se
encontraba en su plena gestación en este oppidum romano y en sus alrededores (o del
“paleorromance”, o del “paleocastellano”, o de como se quiera llamar a aquella antigua y nueva
lengua de la Hispania septentrional, nacida en el seno de unas tierras de aquella Castilla la Vieja
presumiblemente vasco-parlantes, que le confirieron, probablemente (seguramente), muchas de
sus peculiaridades.

“Esos textos, como los de los siglos posteriores hasta la reforma, nos parecen latín, cuando es un
romance enmascarado tras una escritura latina”485.

Por ello, precisamente, el corpus epigráfico de Iruña-Veleia es sin duda de gran interés
para la Lingüística Histórica, mucho más de lo que lo puedan ser la literatura clásica y los textos
eclesiásticos tardíos, que sirven mejor a otro tipo de estudios, como, por ejemplo, el de la
persistencia y la supervivencia de la regla gramatical y de la ortográfica a través del tiempo y al
margen de la realidad:

“The story of [written] Latin in the last thousand years is not therefore the story of a conventional
language, but that of a cultural sign, symbolizing privilege, and granting access to knowledge and power
(…) This is an interesting story, but not one for lingüistic historians to try and tell”486.

Alicia Satué.

Mutriku, en abril de 2016.

484“Non houbo nunca en época republicana ou imperial unanimidade de criterios para as normas
ortográficas que xogara un papel de fixación de ditas regras. Nun principio, poderíamos enumerar
alomenos tres criterios que parecían xogar un papel máis relevante a hora de decidirse por unhas
normas fronte ás outras: a ratio dos gramáticos, que vén equivaler á analoxía, a consuetudo ou uso,
básico para os gramáticos de tendencia anomalista, e por último, a mos maiorum (…) Durante a
Antigüidade Tardía se altera de xeito maior o sistema gráfico: a razón é, precisamente, o aumento da
separación entre a fala e a escrita, que provoca tentativas conscientes de regularización das tendencias
cada vez máis diverxentes que podían acabar arruinando a utilidade do alfabeto latino, a adecuación
dentro duns mínimos entre grafemas e fonemas e deixar precisamente de ser un alfabeto para achegarse
máis á especie dun tipo logográfico, como é o caso do inglés actual (…) O problema está en saber qué
grao de desfase son capaces de resistir as linguas (…) Xa non é cuestión da pronuncia, senón de
comprensión”. X. A. López Silva, op. cit., 89-91.
485 E. R. Remedios, op. cit., 27-28.
486 J. Clackson - G. Horrocks, op. cit., 302.

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Alicia Satué

XIII. INDEX VOCABVLORVM

A Caso régimen universal: 14-16, 19-24, 79, 80, 81,


83, 84, 86, 88, 95, 119, 121, 123, 124.
Ab: 30, 43, 44, 83, 125.
Cayo: 41, 42, 81, 82.
Abecedario: vid. Alfabeto
Ceacia: 54, 55, 122.
Ablativo: 15, 16, 17, 25, 26, 28, 29, 30, 31, 33, 34, 35,
Ceacilia: 55, 80.
41, 43, 45, 51, 121, 122.
Céltico: 9, 10, 32, 37, 38, 39, 54, 57, 67, 90, 92, 93,
Absurdo: 43, 86.
95, 96, 126.
Acme: 66, 76.
Ceres: 80, 84, 85, 97, 100, 105, 116.
Acusativo: 15, 16, 17, 19-29, 34, 58, 72, 74, 79,
Certo: 86, 87, 106.
80-84, 86, 88, 89, 94, 95, 99, 106, 119-121, 123.
Cesar: 66.
Acusativo en listas: 22, 79, 80, 99, 119.
Cibeles: 99, 117.
Ad: 31, 50, 51, 54, 55, 79, 80, 81, 82, 83, 122, 125.
Cipriano: 46, 80.
Ade(s): 68, 80.
Citas: 27, 43, 44, 83, 108.
Adverbio: 27, 28, 86, 87.
Cladio: 80.
Aien: 109.
Clericalismo: 27, 28, 30, 56, 73, 82, 83, 107, 108.
Alfabeto: 48, 134, 135.
Codre: 32, 33, 34.
Amalur: 117.
Cohors I Gallica: 74.
Amor: 86, 87, 89.
Comillas (triples): 41.
Anafóricos: 26, 27, 51, 125, 126.
Comisión Científica Asesora (CCA): 3, 10, 11, 12,
Annja: 42.
42, 46, 47, 54, 70, 78, 79, 82, 83, 84, 88, 93, 94, 110,
Anquises: 52, 56, 57, 64, 66, 122, 134.
111, 118, 119, 124, 127, 129, 130, 134, 135.
Antonino Baho: 80.
Comparativo: 27, 28.
Antouni: 21, 80, 121.
Contogatos: 54, 55, 93, 122.
Anubis: 109, 115.
Cor: 55, 67, 122, 125, 126.
Aquiles: 52, 67, 134.
Corde: 31, 32, 34, 125, 126.
Aquitano: 45, 47.
Cordu: 32, 33, 34, 125, 126.
Ara: 117, 118.
Corne: 66.
Arafi: 66, 76.
Cornelius: 74.
Árbol genealógico: 31, 32, 35, 37-40, 96.
Creusa: 66.
Arcaísmo: 91, 92, 107.
Cristianismo: 41, 47, 76, 77, 78, 92, 94, 96, 103, 104,
Arcanio: 66.
107-114, 116.
Arrapa: 110.
Cronos: 68, 80.
Artemis: 68, 80, 104, 105.
Cuo: 52, 54, 108.
Artículo: 44, 62, 66.
Cuore: 32-34, 84, 125, 126.
At: 54, 55, 122, 125.
Cronos: 68, 80, 93.
Ata: 41, 47, 110.
Crucifixión: 108, 109, 111.
Ataecina: 117.
Cupido: 68, 80.
Atilano: 80.
Attis: 117.
Augusto: 80. D
Dalia: 31, 32, 38, 39, 96, 107.
B Damnatio memoriae: 114, 115, 128.
Dativo: 49, 50, 51, 54, 55, 101, 102, 122, 123.
B / V: 45, 118.
De: 29, 30, 43, 44, 56, 58, 61, 63, 64, 125, 126.
Baco: 68, 76, 80, 92.
Declinación: 14-27, 49, 51, 57, 78, 79, 94, 95,
Bacus: 66, 76.
119-124.
Beti: 67.
Declinación, 4ª: 21, 29, 30, 33, 34, 36, 37, 57, 94,
Bisi: 45, 47, 67, 110.
125, 126.
Bona Dea: 117.
Declinación, 5ª: 21, 22, 62, 66, 101.
Declinación de un solo elemento: 57, 59, 60, 62.
C Deidre: 31, 32, 38, 39, 67, 96, 107, 126.
Caesar: 80, 81, 85, 107. Demeter: 68, 80, 97.
Cantidad vocálica: 18-20, 26, 38, 39, 64-69, 77, 86, Demi: 31, 38, 39, 67, 107.
87, 126. Dermopolis: 67.
Canus: 76, 77, 78. Diana: 39, 62, 64, 66, 68, 80, 97, 101, 104, 105.
Caristios: 10. Dianane: 61, 62, 64, 66, 100, 101.
Caso oblicuo: 16, 19, 20, 21, 24, 49, 54, 55, 58, 60, Dicio: 61, 100, 101.
79, 80, 81, 82, 83, 86, 88, 95, 96, 119-124. Dionisos: 93, 116.
Caso recto: 16, 19, 20, 21, 24, 119, 120, 121, 123, 124. Domiciano: 46, 80.
Druso: 80.

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Alicia Satué

Horacio: 46, 55, 80, 134.


E Hueso: 31, 32, 74, 87, 93, 96-100, 102, 106-111,
114-116.
E: 26, 38, 39, 57, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 126.
Ean: 26, 102, 125, 126.
Efestos: 68, 80, 93. I
Egipcio: 10. Ian: 42.
Emi: 35, 37, 61, 62. Iano: 80.
Emo: 35, 36, 37, 38, 40, 62, 66, 90. Iesus: 40, 41, 42, 56, 57, 81, 82, 122.
Emu: 35, 36, 37, 81, 90, 91. In: 26, 27, 29, 45, 102, 125, 126.
Eneas: 56, 66, 92, 122. Indoeuropeo: 14, 25, 91, 92, 113.
Epigrafía doméstica: 2, 9, 10, 27, 71, 72, 119, 124, Infiniun: 31, 96.
131, 132, 133, 134 Instrumenta domestica: vid. Epigrafía doméstica
Epitafio: 31, 32, 34, 35, 36, 38, 40, 96, 97, 108. Interrogativo: 51, 52.
Ergo: 68. Ioshe: 83.
Eros: 68, 80, 93. Isar: 47.
Esculapio: 80. Isis: 109, 115, 116, 117, 118.
Eskon: 47, 66. Ita: 68.
Esta: 47, 66, 110. Ite: 26, 102, 125, 126.
Esu: 29, 30, 33, 34, 43, 63, 103, 104, 125, 126. Iulio: 42, 80, 85, 107.
Esus: 103, 104, 105. Iuno: 80, 85.
Eyfrathes: 56, 66. Iupiter: 42, 68, 80, 100, 106, 112.
Euskera: vid. Vasco Ivan: 92.
Ex: 30, 34, 35, 36, 38, 40, 43, 44, 66, 103, 122, 125.
J
F J: 41, 42, 55, 126.
Fauno: 80, 104, 106. Jaun: 42.
Fausto: 29, 43, 63, 103, 104, 125, 126. Jeroglíficos: 109.
Featjlja: 42, 55, 67. Julio: 42.
Febo: 67, 68, 80. Jupiter: 42, 56, 67, 122.
Ferox: 80, 85.
Filiación: 40, 41, 56, 57, 58, 60, 61, 62, 64, 79, 119,
122. K
Filipus: 76, 77, 121. K: 52, 53, 126, 127.
Fórmulas: 22, 23, 26, 27, 28, 31, 34, 35, 40, 56, 58,
59, 64, 73, 74, 78, 82, 95, 96, 97, 99, 100, 101, 102,
106, 107, 119, 122, 123, 125.
L
Lagun: 75.
Fortunate: 61, 64, 68.
Laike: 110, 112.
Laiki: 67, 110.
G Latín arcaico: 7, 14, 91, 92, 124, 130,
Galimatea: 83. Latín clásico: 2, 7, 8, 14, 23, 25, 27, 29, 30, 43, 130,
Geminadas (consonantes): 59, 80. 133, 134
Género (neutro): 19, 20, 27, 28, 31, 32, 33, 34, 77, Latín coloquial: 5, 22, 23, 25, 27, 35, 36, 49, 72, 86,
78, 84, 86, 125, 126. 95, 120.
Genitivo: 35, 37, 56, 57, 58, 61, 62, 63, 66, 73, 122, Latín medieval: 6, 88, 89, 91, 94, 135.
123. Latín tardío: 6, 23, 70, 71, 74, 79, 87, 88, 89, 91, 129,
Ger[manico]: 80. 130, 135.
Grafitos nominales: vid. Marcas de propiedad Latín vulgar: 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 23, 29, 30, 36, 40,
Grafología: 11, 12, 13. 43, 44, 49, 52, 57, 63, 65, 68, 69, 72, 83, 90, 91, 92, 94,
Griego: 10, 44, 48, 49, 57, 62, 65, 66, 82, 91, 92, 93, 95, 119, 120, 119-127, 129-135.
110, 111, 112, 113. Latinitas: 5, 8.
Lausiva: 66.
H Leonida: 80.
H: 68. Liberate: 66, 86, 102.
Hades: 80, 97. Libia / Lidia: 80, 81, 100, 106.
Hamse: 109, 114, 115. Lide: 66, 76, 77.
Hermes: 97, 109, 113, 114. Lucio: 46, 81, 100, 106.
Hermopolis: 109, 113, 114. Lupus: 76, 77, 78.
Hetcaei: 61, 62, 66, 100, 101.
Hécate: 62, 66, 97, 101. M
Hector: 67. -M: 17, 19, 20, 25, 26, 27, 28, 29, 41, 71, 72, 78, 79,
Hera: 68, 80. 82, 84, 119, 120.
Hercules: 67.

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Alicia Satué

Mamers Mamerc: 80, 81, 104, 105, 106. Parmenio: 31, 56, 57, 58, 67, 81, 93, 96, 106, 107,
Marcas de propiedad: 32, 35, 37, 41, 56, 58-62, 64, 122.
73, 74, 79, 86, 88, 119, 122. Pater / pather: 56, 57, 59, 64, 66, 81, 82, 85, 122.
Marco: 80, 81, 90, 100, 106. Patius: 28.
Marcos: 92. Paula: 80.
Marcu: 90, 91. Paulinus: 59.
Marcus: 58, 60, 61, 62, 75, 81. Pauperu: 83.
Mari: 117. Perefone: 67, 68, 80.
Marius: 81. Persefone: 97, 116.
Marius Baltius: 58. Petronio: 80.
Marte: 84, 92, 100, 104, 105, 106. Pluton: 67, 80, 85, 94, 97.
Mateo: 92. Polita: 110.
Mater Dea: 117, 118. Pomona: 80.
Melior: 26, 28, 102, 125, 126. Pompeia Valentina: 61, 62.
Mercurio: 97, 109, 113. Pontifice: 81, 82, 83, 86.
Mes: 67. Posesivo (adjetivo): 31, 35, 36, 40, 50, 54, 55, 84.
Minerva: 55, 67, 80, 122. Preposiciones: 15-17, 25-27, 29, 30, 34, 35, 40,
Minúscula: 32, 126. 43-45, 49, 50, 54, 55, 61-64, 83, 84, 95, 121, 122, 124,
Miria(n): 40, 41, 42, 83. 125.
Mitra: 110, 112, 113. Proditurus: 52, 108.
Mono: 80. Proserfina: 67, 68, 80.
Monoptongación de ae: 55, 62, 64, 65, 66, 68, 69, Proserpina: 80, 97, 116.
126. Protorromance: 4, 6,
Monoptongación de oe: 68. Proverbios: 27-29, 43, 73, 108.
Morfeo: 80.
Mortem: 27, 32, 34, 106.
QV
QU: 52, 53, 54, 75, 76, 126, 127, 134.
N Quinto Varius: 59, 81.
-N por -M: 26, 27, 28, 31, 83.
Nahi: 66, 86, 102.
Naví: 102. R
Necio: 38, 80. Ramses: 62, 81, 82, 109, 114, 115.
Nefertiti: 109, 114, 115, 128. Rea: 31, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 61, 62, 66, 67.
Nepertati: 109, 114. Relativo: vid. Interrogativo
Nepertiti: 109, 114. Remo: 35, 37, 38, 81.
Neto: 56, 57, 81, 82, 122. Ria: 38, 39.
Nominal, grafito: vid. Marca de propiedad Riami: 35, 36, 61, 62.
Nominativo: 19-24, 37, 57-61, 70-81, 83-86, 88, 93, Riamo: 31, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 62, 96, 107.
99, 119, 120, 123. Roma: 37, 81, 111.
Nominativos invariables: 21, 28, 57-61, 64, 79, Romance: 4, 6, 9, 30, 32, 44, 79, 88, 91, 95, 123, 124,
81-86, 93, 119, 120, 123. 129, 130, 132, 133, 135.
Novva: 110, 111. Romulo: 80.
Numa Pompilio: 80. Ruth: 67.

O S
-O: 18, 19, 20, 21, 29, 37, 58, 70, 78, 79, 80, 81, 82, 83, -S: 24, 70, 71, 72, 73, 79, 92, 94.
84, 86, 87, 88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 95, 119, 126. Salusti[o]: 80.
Octavio Augusto: 80. Samuel: 41, 56, 57, 59, 67, 81, 82, 122.
Olentzero / Olentzaro: 103, 104, 105. Santu: 47.
Omne: 43. Sara: 67.
Orfismo: 116. Sardo: 51, 59, 88, 90, 92.
Orsus: 56, 58, 59, 80, 90, 107, 122. Saturno: 68, 80, 98.
Orussus: 59. Sculapio: 68, 80.
Osiris: 109, 115, 116. Sene[ca]: 80.
Ousta: 111. Sentencias: 27, 108.
Scio: 86, 87, 106.
Secuano: 52, 80.
P Seqund: 52, 66, 76.
Paedagogium: 66, 67, 68, 81, 126.
Sergine: 66, 76, 77.
Palatalización: 41, 42, 45-48, 53, 55, 113, 126.
Servio (Tulio): 66, 80, 81, 103, 106, 107.
Paleocastellano: 69, 129, 135.
Servus: 74, 100.
Paleorromance: 9, 119, 129, 135.
Set(h): 66, 86, 102, 115.

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Alicia Satué

Seti: 62, 81, 82, 109, 114. V


Simone: 67, 85.
V / B: vid. B / V
Sine: 27, 125.
Valpuesta: 129, 132,
Socrates: 80.
Varron: 85, 92.
Sol (Invictus): 110, 111, 112, 113, 114.
Vasco: 9, 33, 34, 41, 45, 47, 48, 49, 50, 66, 67, 75, 76,
Sonorización de oclusivas intervocálicas: 101.
87, 88, 93, 94, 103, 110, 111, 113, 117, 127, 129, 135.
Spiritu: 30, 83.
Veleia(n): 45, 67, 75, 81, 82, 110, 111, 118.
Staurograma: 100.
Venus: 56, 57, 64, 66, 84, 94, 99, 122.
Stia: 68.
Vertumno: 80.
Su: 35, 36, 40.
Vesta: 68, 80.
Sumo: 66, 86, 102.
Vici: 45, 47, 67.
Superlativo: 27, 28.
Victor: 56, 66, 81, 82, 85, 106.
Sutan: 47.
Victus: 59.
Syla: 80.
Villafranca de los Barros: vid. Teja de (…)
Sylvano: 80.
Virgilio: 80.
Sylviani: 62.
Virgine: 40, 83, 84.
Vitae: 63, 125.
T Viupilce: 61, 64, 66, 68.
Tabellae defixionum: 27, 28, 31, 32, 74, 87, 93, 96, Vivus: 106.
97, 98, 99, 100, 101, 102, 106, 107, 108, 119. Vocalismo: 18, 19, 20, 26, 32, 33, 36, 38, 39, 41, 42,
Tacito: 46, 80. 57, 64, 66, 67, 68, 69, 70, 77, 78, 88, 89, 90, 91, 92, 93,
Tarquino Prisc[o]: 80. 94, 95, 107, 110, 120, 121, 126.
Teatro: 80, 81. Vocativo: 21, 57, 80, 83, 86, 96, 121.
Teja de Villafranca de los Barros: 4, 65, 67. Vulcano: 68, 80.
Tellus: 80, 81, 85.
Tiberio: 80. Y
Ti[to Livio]: 80.
Y: 41, 42, 48, 126.
Tito Tacio: 46, 80.
Yahve: 40, 41, 42, 112, 113.
Titus: 59.
Tulio Hosti[lio]: 80.
Tulius: 59. Z
Tuscino: 105. Z: 45, 46, 47, 48, 53, 127, 134.
Zea: 67.
Zutan: 41, 47.
U
U: 67.
-U: 18, 20, 29, 36, 37, 88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 95. ῆλιος: 67, 110, 111, 112, 113.
Urso: 61, 62, 80, 90. φῶς: 110, 111, 112, 113.


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Alicia Satué

(Bonae Matri Deae Optimoque Mercurio).

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Alicia Satué

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