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Durante la adolescencia, la relación entre los padres y los hijos puede verse

gravemente afectada. Los padres pueden quejarse de que los hijos no los escuchan o
de que se aíslan y no se comunican, y los adolescentes de que sus progenitores no
les entienden. Se entra entonces en discusiones y, en ocasiones, se abre una profunda
brecha difícil de cerrar. «La adolescencia es la etapa de transición entre la niñez y
la etapa adulta, y donde se va a producir un importante cambio clave y crítico en la
formación de su identidad, a partir de la experiencia vivida en la etapa anterior.
El adolescente se encuentra en una época de cambios tanto físicos como
psicológicos y los padres deben ayudarles durante el proceso mediante diferentes
pautas saludables, conciliadoras y tolerantes. «Al inicio de esta etapa se produce un
aumento del número de discusiones entre el adolescente y su familia. Los motivos
suelen ser varios, desde la forma de vestir o los amigos hasta las tareas del hogar.
La comunicación y entender su posición es crucial para resolver estos conflicto s y,
sobre todo, evitar el enfrentamiento directo,

ESTOS SON ALGUNJOSD CONSEJOS QUE PUEDO APORTAR PARA


EDUCCAR A SU HIJO ADOLESCENTE

—No tomar todos sus actos como algo personal: muchos padres creen que todo lo
que hacen sus hijos es un acto de rebeldía y que lo hacen simplemente por
desobedecer y fastidiar. Los chicos no tienen ese objetivo, pero están viviendo una
etapa en la que sienten la necesidad de diferenciarse de la posición de sus padres, lo
que les lleva a desafiar a la autoridad. Los padres deben intentar ver estas reacciones
bajo un clima de tolerancia, sin tomárselo como algo personal.

—No es tanto lo que se dice, sino cómo se dice: los padres deben aprender a que
sus hijos ya no son niños a los que se debe educar mediante «órdenes». Tampoco es
un adulto, pero es conveniente que poco a poco se vayan gestionando los asuntos
como si lo fuera, así siente que ya no es visto como un niño y le ayudará en su
proceso de maduración.

—Debes ser siempre su padre o su madre, no su amigo: llegada esta etapa muchos
padres creen que convirtiéndose en el mejor amigo o amiga de su hijo se
solucionarán todos los problemas; los padres que optan por este camino se
equivocan. Los adolescentes necesitan normas y disciplina y esto un amigo no lo
puede imponer. La adolescencia es una etapa llena de cambios en la que los hijos
necesitan ser acompañados, recibiendo pautas de los padres para poder enfrentarse
a esos cambios con autonomía. Los padres son una figura clave que debe establecer
límites y comprender sus nuevas inquietudes.

—La importancia de la comunicación: Aprender a escuchar es esencial para que


el adolescente sienta empatía por sus padres. El primer paso es identificar los
sentimientos que están transmitiendo (“Veo que estás
preocupado/enfadado/molesto… por…”). Y si los padres no se sienten capaces de
terminar la conversación de una manera tranquila es mejor posponerla para evitar
una discusión. Además, los gritos no se pueden consentir por parte de ninguno de
los dos, ya que en cuanto se alza la voz la comunicación se pierde. No se pueden
consentir los insultos ni las faltas de respeto. Para establecer una buena
comunicación es muy importante que los padres escuchen sin interrumpir y no se
precipiten en dar su opinión ni en juzgar. Es mejor utilizar, frente a las críticas,
mensajes – yo: «Cuando… (describir las circunstancias) yo me siento… (describir
la emoción o sentimiento) porque… (describir las consecuencias)»

Ejemplo y cariño: Para educar a los hijos cuida primero tu educación. Si cultivas
tu crecimiento personal podrás ayudarles mejor. Eres su referencia, y el ejemplo es
lo más eficaz. O influyes tú o lo harán otros. Sé siempre positivo. Destaca lo bueno
cuando corrijas lo malo. Puedes conseguir y mantener la autoridad combinando la
razón y el cariño. Tu afecto es la base que da a los hijos la seguridad necesaria para
asumir los “riesgos” que implica su crecimiento. Mantén un tono de educación y
respeto. El aprecio por uno mismo lleva al aprecio de los demás.

Autoestima: Todos tenemos algo bueno. Poténcialo. Para poder relacionarse bien
con los demás, primero en la familia, y después en el colegio, es necesario que los
hijos tengan una buena autoestima, es decir, que se conozcan, se acepten
(superándose) y se quieran, tal y como son. Así podrán también aceptar y ayudar a
los demás. Al mismo tiempo, ten en cuenta que la sobreprotección dificulta el
desarrollo y la maduración afectiva de tus hijos.
Límites y seguridad: Atrévete a decir lo que está bien o está mal. Los hijos
necesitan que les pongas límites. Eso les da seguridad. Cuéntales tus experiencias:
aciertos y errores. La perfección es enemiga de lo bueno. Acompáñales en el
ejercicio de su libertad para que puedan tomar sus propias decisiones y asumir las
consecuencias.

Orden: Enséñales a ser dueños de su tiempo, para emplearlo con libertad. Por ello
es aconsejable que pactes con ellos un horario que les ayude a planificar y organizar
su actividad, también en el uso de dispositivos electrónicos e internet. Esto les
facilitará el orden en otros ámbitos, en su habitación, en casa, el colegio, etc.

Consumo responsable: Ayúdales a descubrir el valor de lo que no se compra con


dinero. Desde pequeños, enséñales a valorar las cosas, a saber, lo que es necesario
y lo que no lo es. Esto les preparará para aceptar las carencias y superar las
inevitables frustraciones del día a día. Es bueno que aprendan a esperar, a tener
paciencia. No les des todo lo que piden y en cualquier momento.

Solidaridad: La familia es el primer lugar donde aprender a estar pendientes de los


demás. La solidaridad se debe vivir luego en la escuela, con los propios compañeros,
y después fuera de ella. Ten en cuenta que la adolescencia es el momento idóneo
para promover competencias sociales y solidarias. Ayúdales a alcanzar y valora esas
habilidades, capacidades y virtudes sociales, ya que contribuirás al desarrollo de sus
competencias en el ámbito personal o profesional.

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