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ILEGAL RECHAZO DE DEDUCCIONES POR FALTA

DE VERACIDAD EN LAS OPERACIONES.

on Jun 22, 2017 | in Noticias


ILEGAL RECHAZO DE DEDUCCIONES
POR FALTA DE VERACIDAD EN LAS OPERACIONES.

La apreciación de que algo es correcto o equivocado deviene únicamente de un juicio


personal y subjetivo, a través del cual un individuo refleja su esquema de
valores, que demuestran y determinan quien es él.
MJA
El que se solicite la devolución de una cantidad determinada y que la resolución que recaiga a la
misma sea de aquellas que contienen una negativa expresa o implícita, al igual que con motivo del
ejercicio de facultades de comprobación por parte de las autoridades fiscales se observen
determinadas deducciones y se rechacen, no es un problema que se hubiere empezado a
presentar recientemente, sino que por el contrario, se trata de una actitud tan
recurrente y contumaz que, lo sorprendente es tan solo la perpetuación de la
misma con argumentos tan innovadores, como improcedentes y arbitrarios.
En ésta ocasión comentaremos algunos razonamientos que han sido tan efectivos, que duele ver el
abuso de la ley por parte de las autoridades fiscales avanzando a lomos de la ilegalidad y la cerrazón,
evidenciando así las fracturas dejadas por un sistema eminentemente recaudatorio que, en lugar de
propiciar el debido cumplimiento de los deberes tributarios alienta la corrupción, inseguridad,
evasión y pobreza.
Así pues, últimamente encontramos que tanto en las auditorías practicadas con base en las facultades
de comprobación fiscal, al igual que en las respuestas que recaen a las solicitudes de devolución
efectuadas por los contribuyentes, el fisco concluye la falta de veracidad de los servicios
prestados y con base en tal argumento se rechaza la deducción o devolución,
según se trate.
Tal conclusión resulta excesiva, pues para determinar que ESOS GASTOS NO SON
ESTRICTAMENTE INDISPENSABLES, las consideraciones que se esgrimen lejos de referirse a la
indispensabilidad de las erogaciones en las cuales se fundamenta la resolución contraria a los
intereses del gobernado, no se relacionan con el tema de la indispensabilidad de tales gastos, sino
que parten de una premisa totalmente distinta y desapegada de ese hecho, debido a que por lo
general a lo que se refieren es a la falta de una debida demostración documental de los gastos en que
incurrió el contribuyente, tales como por ejemplo que no seproporciona evidencia
documental de dónde, cómo, cuándo y quienes realizaron la prestación de
servicios.
Es decir, el motivo del que se parte para resolver de esa forma, es que NO SE COMPRUEBA POR
LA CONTRIBUYENTE LA VERACIDAD Y MATERIALIDAD DE LAS OPERACIONES que se
dicen celebradas con la diversa persona física o moral que le expidió las facturas, que a la postre se
rechazan y por ello se determina que tales gastos no son estrictamente indispensables, con
fundamento en la fracción I del artículo 27 (antes artículo 31), de la Ley del Impuesto Sobre la
Renta. Perdiendo de vista la autoridad, que las razones que expone no se relacionan con las
conclusiones a las que arriba para sostener su resolución, sino que más bien tratan de la
demostración documental y no de la indispensabilidad de las erogaciones, lo que hace
inviable la legalidad de sus resoluciones.
Además, a la contradicción anterior es necesario sumarle que el incumplimiento que se aduce para
motivar tales determinaciones, recae por lo general en las entidades con quienes se contrataron los
servicios y no en quien fue objeto de la prestación contratada; o incluso en supuestos
incumplimientos a cuestionamientos o solicitudes de documentación que de forma por demás
profusa se requieren y que carecen de respaldo en cualquier disposición jurídica al no encontrarse la
obligación de tener tales documentales regulada en ninguna Ley o reglamento, debido a que no
forman parte de lo que comprende la contabilidad sino que van mucho más allá de la misma.
Dejándose de observar que el incumplimiento de obligaciones por parte de los proveedores no puede
afectar a quien recibió el servicio y justificó la erogación de dicho gasto con el fin de deducirlo, ya
que escapa de su esfera jurídica el que el tercero cumpla sus obligaciones o que lleve sus registros
puntualmente, sin olvidar que dichos requerimientos carecen de fundamentación e incluso de toda
justificación.
Corroboran tales argumentos las siguientes jurisprudencias, ambas de la Segunda Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación (SCJN):
COMPROBANTES FISCALES. EL CONTRIBUYENTE A FAVOR DE QUIEN SE
EXPIDEN SÓLO ESTÁ OBLIGADO A VERIFICAR CIERTOS DATOS DE LOS QUE
CONTIENEN. El artículo 29-A del Código Fiscal de la Federación establece los requisitos formales
que deben reunir los comprobantes fiscales, respecto de los cuales, en términos del tercer párrafo del
artículo 29 de ese ordenamiento, el adquirente de bienes o el usuario de servicios tiene la obligación
de verificar que el comprobante respectivo los contenga en su totalidad; asimismo, por loque hace
a los datos a que se refiere la fracción I del artículo primeramente citado,
relativos al nombre, denominación o razón social y clave del Registro Federal de
Contribuyentes de quien expide el comprobante, el usuario del documento debe
cerciorarse de que dichos datos se contengan en él, ya que de ello deriva la
procedencia de la deducción o el acreditamiento del tributo. Ahora bien, dicho
cercioramiento únicamente vincula al contribuyente, a favor de quien
se expide el comprobante, a verificar que esos datos estén impresos en
el documento y no la comprobación del cumplimiento de los deberes
fiscales a cargo del emisor, pues su obligación se limita a la revisión de la
información comprendida en la factura, nota de remisión o comprobante fiscal
de caja registradora.
COMPROBANTES FISCALES. EL CONTRIBUYENTE A FAVOR DE QUIEN SE
EXPIDEN NO ESTÁ OBLIGADO A VERIFICAR QUE CONTENGAN EL
SEÑALAMIENTO RELATIVO A SI EL PAGO DE LA CONTRAPRESTACIÓN SE HACE
EN UNA SOLA EXHIBICIÓN O EN PARCIALIDADES. De los artículos 32, fracción III, de la
Ley del Impuesto al Valor Agregado, 29 y 29-A del Código Fiscal de la Federación, se advierte que
los obligados al pago del impuesto al valor agregado y quienes realicen los actos o actividades a que
se refiere el artículo 2o.-A de la Ley relativa tienen, entre otras obligaciones, la de expedir
comprobantes fiscales, los cuales deben contener, además de los requisitos establecidos por el
Código citado y su Reglamento, el señalamiento del impuesto trasladado expresamente y por
separado a quien adquiera los bienes, los use o goce temporalmente o reciba los servicios, y cuando
el comprobante ampare actos o actividades por los que deba pagarse el impuesto, deberá señalarse en
el mismo expresamente si el pago de la contraprestación se hace en una sola exhibición o en
parcialidades. Por otra parte, el indicado artículo 29-A establece los requisitos formales que deben
reunir los comprobantes fiscales, respecto de los cuales, en términos del tercer párrafo del artículo 29
del Código Fiscal de la Federación, el adquirente de bienes o el usuario de servicios debe verificar
que el comprobante respectivo los contenga en su totalidad, y por lo que hace a los datos a que se
refiere la fracción I del citado artículo 29-A, relativos al nombre, denominación o razón social y
clave del registro federal de contribuyentes del emisor del comprobante, el usuario del documento
debe cerciorarse que dichos datos se contengan en él y sean los correctos, ya que de ello deriva la
procedencia de la deducción o el acreditamiento del tributo. De lo anterior, se concluye que dicha
verificación no vincula al contribuyente a favor de quien se expide el comprobante a constatar el
debido cumplimiento de los deberes fiscales a cargo del emisor, entre los que se encuentra el
señalamiento relativo a si el pago de la contraprestación se hace en una sola exhibición o en
parcialidades, pues su obligación se restringe, por así disponerlo el tercer párrafo del artículo 29 del
Código mencionado, a verificar que el comprobante contenga los datos previstos en el diverso
numeral 29-A del mismo ordenamiento.
En ese tenor, si el único supuesto que establece la fracción I del artículo 27 (antes artículo 31), de la
Ley del Impuesto Sobre la Renta, es que las deducciones sean estrictamente indispensables para los
fines de la actividad del contribuyente, el resto de las razones que se externen por parte de la
autoridad en sus resoluciones, no materializan la hipótesis normativa que sustentan, de tal suerte que
de la lectura de los motivos que en tales casos el fisco expone para soportar sus conclusiones, se
advierte que no existe adecuación con el precepto en comento, ni con las disposiciones jurídicas en
que suele fundamentarse la autoridad.
Sin dejar de hacer notar que, los argumentos que por lo general se exponen en las resoluciones o se
esgrimen durante la defensa de sus actuaciones en el contencioso administrativo federal, pese a que
puedan estar implícitamente en consonancia con el precepto legal en que se fundan al emitir su
resolución, lo cierto es que la citada fracción I del artículo 27 (antes artículo 31), de la Ley del
Impuesto Sobre la Renta, a la que generalmente se hace alusión cuando se sostiene ese argumento, es
que las deducciones “deben ser estrictamente indispensables para los fines de la actividad del
contribuyente”, lo que desde luego es un tema distinto a la demostración de las operaciones por las
que se hubieren efectuado las erogaciones que se consideraron como deducciones del impuesto sobre
la renta, que desde el punto de vista de la autoridad fiscalizadora no se adecuan al anotado precepto.
Por tanto la calificativa de que una operación es o no indispensable, no puede de ninguna manera
sustentarse en el hecho de la demostrabilidad o indemostrabilidad de tales o cuales operaciones, al
no ser una condicionante o conclusión, una de la otra.
En otras palabras, aun cuando pudieran ser irregulares e insuficientes las documentales que hubiesen
presentado los contribuyentes revisados o los solicitantes de devoluciones y no se tuviere por parte
de la autoridad la certeza de cómo se prestaron los servicios que el particular contrató, lo cierto es
que ello no puede ser materia de controversia con base en el aducido fundamento, puesto que las
razones que se esgrimen resultan ajenas a la hipótesis de que las deducciones deban ser estrictamente
indispensables para los fines de la actividad del contribuyente, a que se limita la norma en comento;
DE ALLÍ SU TOTAL ILEGALIDAD.
Otras razones de ilegalidad, se basan en el hecho de que ninguna de las disposiciones jurídicas en las
cuales se fundamenta la autoridad fiscal para resolver de la forma en que lo hace, establecen como
requisito para deducir cierta cantidad, el que se tenga que demostrar “la veracidad de las
operaciones” o “la existencia del servicio prestado”. Y por ende no es lícito que se imponga un
crédito fiscal porque a juicio de la autoridad fiscalizadora la contribuyente revisada no hubiese
acreditado los servicios recibidos relativos a las deducciones que pretendía hacer efectivas; y más
aún, en los casos en que no existan elementos que permitan afirmar que tales deducciones
correspondan a operaciones simuladas, como de suyo indiscriminadamente las califica.
Además de que resulta incorrecto el rechazo de tales deducciones, por las siguientes razones:
 De las facturas y documentación contable generalmente exhibidos a las autoridades, se obtiene
la existencia de los pagos; sin que exista disposición legal alguna que obligue a demostrar la
prestación de un servicio cuyo costo se pretende deducir, por lo que no resulta lícito el que
procedan a rechazarse por ese motivo.

 Además, porque pasa desapercibido que el comprobante fiscal contiene los requisitos que exige
la ley, tales como la identidad de quien lo expide, la denominación del bien comercializado o
servicio prestado, la forma del pago respectivo mediante cheque nominativo, transferencia o
alguna otra de las formas permitidas por la ley; y tal erogación se encuentra debidamente
registrada en la contabilidad, además de que se cuenta con la información comprobatoria
respectiva; lo que hace que carezca de cualquier motivo válido, su rechazo.

 Así también, es de hacer notar que la autoridad emite calificativos de los cuales no especifica
su alcance, tales como “efectividad de las operaciones” o “de las relaciones comerciales”,
“operación comercial irregular”, etc., sin que nunca explique en qué consisten, ni a partir de
qué elementos los deduce; lo que conlleva la proscripción de tales calificativos.

 Finalmente, encontramos que se olvida incluso el hecho, de que no existe disposición legal o
reglamentaria donde se exija como requisito de las deducciones, el demostrar a las autoridades
fiscales la prestación del servicio cuyo costo se pretende deducir.
Motivos todos los anteriores, que acreditan la patente ilegalidad de tales actuaciones
Independientemente de que si las determinaciones anteriores no se efectúan de manera presuntiva,
pues de hecho siempre se hacen con una base cierta, entonces es evidente que es a la autoridad
emisora de la resolución respectiva, a la que corresponde demostrar los hechos que motivan su
determinación de conformidad con lo expresamente previsto en el artículo 42 de la Ley Federal de
Procedimiento Contencioso Administrativo; lo que en este caso implica evidenciar los hechos
conforme a los cuales se puedan deducir que las operaciones base de las deducciones podrían
considerarse como simuladas, cosa que raramente se acredita de forma efectiva en alguna resolución.
Sin que con lo dicho se esté ignorando por nuestra parte, que efectivamente deba probarse la
existencia de una operación deducible (como se pretende y solicita siempre por parte de la autoridad
fiscal), no obstante, es evidente que la existencia de las mismas se acredita con los comprobantes
fiscales que cumplan con los requisitos previstos tanto en el Código Fiscal de la Federación, como
en la Ley del Impuesto sobre la Renta, el registro de los mismos en la contabilidad de la empresa y el
pago efectuado conforme lo dispone la ley. Siendo pertinente comentar, que raramente existen en los
expedientes de las auditorías, elementos para afirmar que las operaciones son simuladas, como
indiscriminada y frecuentemente se resuelve sin base alguna para determinar la pretendida
simulación que sustenta su rechazo.
Así pues, si no existe dispositivo legal que establezca que para acreditar la realización de las
operaciones se deba contar con infraestructura, personal y/o maquinaria aparentemente idóneas para
la actividad que se realiza, tales argumentos no pueden sostener válidamente su rechazo, máxime
cuando tampoco se señala la infraestructura, personal o maquinaria, que sí serían las idóneas,
atendiendo específicamente a la operación de que se trate; e independientemente de que la autoridad
no expone los motivos por los cuales dichas circunstancias se materializan en una causa para negar
validez a tales operaciones, lo que acredita que se pretenden exigir mayores requisitos que los
establecidos en la ley.
Siendo además que en éste tipo de resoluciones la autoridad omite expresar de qué manera las
conductas que se imputan al emisor de los comprobantes cuyo valor se niega, genera un vínculo o
sustenta la validez de su rechazo, pues resulta insuficiente el solamente efectuar aseveraciones
unilaterales por su parte, en virtud de que se encuentra obligada a proporcionar además, los
razonamientos mínimos necesarios para conocer de qué manera tales hechos implican una negativa
de deducción y/o devolución de saldo a favor de impuestos federales. Por tanto, las conclusiones así
alcanzadas por la autoridad, en cuanto a que tales operaciones comerciales no se realizaron en
realidad, son ilegales, pues (como ya se dijo), no tienen sustento material, ni legal alguno.
No debemos olvidar que la autoridad fiscal se encuentra obligada a ejercer debidamente sus
facultades de comprobación para cerciorarse de la materialidad de las operaciones que revisa. Esto
es, tiene la obligación de desvirtuar la presunción de buena fe y de certeza de las operaciones
efectuadas por el contribuyente, pues sólo realizando un análisis exhaustivo de las circunstancias
particulares del pagador de impuestos, puede considerarse que se han respetado en favor de éste los
derechos fundamentales de seguridad y certeza jurídica que le asisten. Resulta ilustrativa la siguiente
tesis de la Primera Sala de la SCJN, de contenido siguiente :
CAUSACIÓN DE LAS CONTRIBUCIONES. LA CARGA DE LA PRUEBA DE QUE UN
ACTO, HECHO O NEGOCIO JURÍDICO ES ARTIFICIOSO RECAE EN QUIEN HACE
LA AFIRMACIÓN CORRESPONDIENTE.Las operaciones no prohibidas legalmente que lleven
a cabo los contribuyentes -entre ellas, las inversiones en acciones- cuentan con presunción de licitud,
si en ello coincide el que no se presentan como ajenas a la práctica comercial ordinaria. Por tanto,
cuando se alegue que una determinada operación no revela la intención de realizar una inversión
real, sino que tiene un propósito especulativo que únicamente pretende eludir el impuesto
correspondiente, la parte que propone tal argumento debe aportar los elementos que acrediten la
ausencia de sustancia jurídica. Así, para probar el carácter artificioso de una operación ante la
autoridad jurisdiccional, debe argumentarse, por ejemplo, atendiendo a si: la operación tiene una
repercusión económica neta en la posición financiera del contribuyente; existe una razón de negocios
para la realización de la operación; al efectuar la transacción podía razonablemente anticiparse la
generación de una ganancia, previa a la consideración de los efectos fiscales de la operación; o bien,
la medida en la que el particular se hubiera expuesto a sufrir una pérdida bajo circunstancias ajenas a
su control. Todo lo anterior, sin dejar de reconocer que el tema aludido resulta de particular
complejidad, por lo que las cuestiones propuestas como elementos para la valoración de cada caso
no son más que una aproximación que no pretende ser la guía rectora definitiva de los juicios que
versen sobre el carácter artificioso o abusivo de una operación, o sobre su plena validez.
En ese tenor tenemos que, si de los preceptos que rigen las devoluciones y/o deducciones, no se
deprende que para que las mismas resulten procedentes tenga que acreditarse ante la autoridad fiscal
la materialización de los servicios recibidos, a efecto de que se consideren debidamente justificadas
las erogaciones que se pretenden acreditar, entonces una exigencia en ese sentido resulta ilegal y
carente de todo apoyo jurídico.
Así pues, si la autoridad fiscalizadora por lo general sostiene que la improcedencia de la deducción
y/o acreditamiento, se basa en el hecho de que no le es posible constatar la materialización de los
servicios prestados por alguno o algunos de los proveedores de determinado contribuyente y por
ello aduce que no cuenta con elementos suficientes que sustenten las erogaciones, considerando por
ende, que se trata de operaciones simuladas en términos de los artículos 2180, 2181 y 2182, del
Código Civil Federal. Es evidente que tal apreciación de los hechos por su parte es contraria a
derecho, ya que si bien los artículos del Código Civil Federal establecen que las operaciones o actos
simulados no pueden surtir efecto jurídico alguno, no debe dejarse de lado que dichas disposiciones
tienen aplicabilidad y operan para restringir los efectos de los actos de esa naturaleza, pero entre las
partes, no con terceros; por lo que el hecho de que hubiesen sido o no operaciones simuladas las
realizadas entre un contribuyente y sus proveedores, es un aspecto ajeno que nada tiene que ver con
la cumplimentación de los requisitos de los comprobantes fiscales que la actora exhibió para
acreditar las erogaciones efectuadas, que generaron el impuesto al valor agregado cuya deducción
procedió a rechazarse, si no se llevó a cabo el procedimiento previsto en el artículo 69-B del Código
Fiscal de la Federación.
Por tanto, es evidente que las autoridades fiscales están actuando sin establecer fundamento legal
alguno que justifique válidamente el motivo del rechazo de las operaciones efectuadas por los
contribuyentes, pues como ya se expuso, ninguno de los preceptos que se invocan por su parte
sustentan su conclusión.
A mayor abundamiento, se considera que si los requisitos establecidos en los artículos 29 y 29-A del
Código Fiscal de la Federación, fueron cumplidos al emitirse los comprobantes fiscales que
contienen la descripción del servicio prestado, las cantidades y el impuesto al valor agregado, no
existe motivo para que se niegue su acreditamiento o la devolución de impuestos en ellos
consignados, sin que exista una justificación legal, debidamente fundada y motivada, que demuestre
la improcedencia de dicho importe.
Esto es así, pues tal como ha sido señalado por parte de la primera Sala de la SCJN , los
comprobantes fiscales forman parte de los medios de convicción a través de los cuales los
contribuyentes acreditan el tipo de actos o actividades que realizan para efectos fiscales. Esto es, si
un contribuyente desempeña alguna actividad o interviene en un acontecimiento que actualiza el
hecho imponible por el cual se debe pagar una contribución, entonces deberá emitir el comprobante
fiscal correspondiente, para efectos de determinar su situación en particular, respecto del tributo a
pagar. De igual forma, quien haya solicitado la actividad o haya intervenido en un hecho por el que
se genera un tributo, tiene la obligación de solicitar el comprobante respectivo.
Así, los comprobantes fiscales sirven para cumplir con la obligación legal que el artículo 29 Código
Fiscal de la Federación, en lo general, y las leyes tributarias, en particular, establecen para dejar
constancia fehaciente –principalmente documental o por cualquier otro medio verificable– de que
existió un hecho o acto gravado por una contribución y determinar cuál es la situación fiscal en
concreto de un contribuyente. Asimismo, en atención a la mecánica impositiva de cada ley
tributaria, los referidos comprobantes también se utilizan para deducir o acreditar determinados
conceptos para efectos tributarios.
Pero no cualquier medio de convicción es susceptible de considerarse comprobante fiscal, sino, en
principio, únicamente los que cumplan con los requisitos previstos en el artículo 29-A Código Fiscal
de la Federación y, además, en su caso, con los diversos requisitos establecidos en las leyes
tributarias especiales, en específico, los que deban considerarse así en atención al diseño normativo
de cada tributo en lo particular.
Sin que pase inadvertido que las autoridades en apoyo de su dicho argumenten en el sentido de que
los proveedores de los bienes y/o servicios no probaron la materialización de las operaciones o
trabajos prestados, por lo que concluye que se trata de operaciones simuladas. Sin embargo, dicho
argumento es ineficaz para sustentar la legalidad de tales resoluciones, porque al margen de que se
hubieren considerado insuficientes las documentales que se proporcionaron a la autoridad
fiscalizadora por parte de los emisores de los comprobantes que se objetan, no puede dejarse de lado
el hecho de que se trata de una situación inherente a las propias empresas que enajenaron los bienes
o prestaron los servicios, respecto de las cuales el contribuyente a quien se niega la deducción y/o
devolución en su caso, no tiene forma de conocer y por ende, no le es posible intervenir para efectos
de que queden debidamente despejadas las dudas expresadas por la autoridad y con ello demostrar a
satisfacción del ente fiscal la materialización de los servicios prestados; dejándose de observar que la
única obligación de los contribuyentes a quienes se les niega la deducción y/o devolución, es la de
constatar que los servicios prestados se encontraran descritos en los comprobantes fiscales y
registrados debidamente en la contabilidad que están obligados a llevar, lo que generalmente no es
cuestionado u objetado por parte de las autoridades fiscales.
En esa tesitura, lo que no puede llegar a cuestionarse es la validez de los comprobantes fiscales por
elementos ajenos a la operación que con ellos pretende comprobar el contribuyente para efectos de
deducir o acreditar, pues dicha interpretación no puede llegar a ese grado, ya que esto es contrario a
la norma constitucional que prohíbe la actuación arbitraria de la autoridad, principio conocido como
interdicción de la arbitrariedad.
Sirve de apoyo la siguiente jurisprudencia :
IMPUESTOS. EL DERECHO DEL CONTRIBUYENTE A SU DEVOLUCIÓN O
DEDUCCIÓN CUANDO LA SOLICITE CON BASE EN COMPROBANTES FISCALES
EXPEDIDOS POR TERCEROS, NO PUEDE HACERSE DEPENDER DEL
CUMPLIMIENTO DE ÉSTOS A SUS OBLIGACIONES FISCALES [APLICABILIDAD DE
LA JURISPRUDENCIA 2a./J. 87/2013 (10a.) (*)]. La Segunda Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación en la citada jurisprudencia sostuvo que el hecho de que el contribuyente que
expide comprobantes fiscales no haya dado aviso a la autoridad fiscal respecto a su cambio de
domicilio y, por ende, no se encuentre localizable, no trae como consecuencia necesaria que éstos
sean nulos o carezcan de valor probatorio, pues esa omisión, aisladamente considerada, no da lugar a
la referida sanción, por no encontrarse prevista en esos términos en los artículos 27, 29 y 29-A, del
Código Fiscal de la Federación. Por ello, es correcta su aplicación cuando el contribuyente solicite la
devolución o deducción de impuestos con base en comprobantes fiscales expedidos por terceros, aun
cuando éstos no hubieran presentado la declaración correspondiente al mes solicitado, ya que el
derecho del solicitante a dicha devolución o deducción no puede hacerse depender del cumplimiento
de obligaciones que no les son imputables, sin que tal circunstancia coarte la facultad de la autoridad
para que se acredite ante ella que efectivamente se llevó a cabo la transacción, ya que se vincula con
cargas probatorias del propio solicitante como es el hecho de que realmente haya realizado el pago al
tercero por el servicio o por el bien que ampara la factura, y también que ese servicio o bien
adquirido haya sido indispensable para la consecución de su objeto social.

Aún en los casos en que los gastos hubiesen sido rechazados en virtud de que las operaciones se
estimaron como simuladas de conformidad con los artículos 2180, 2181 y 2182 del Código Civil
Federal, basándose en el hecho de que en las compulsas practicadas con los proveedores, éstos no
hubieren proporcionado documentación alguna que a juicio de la autoridad demostrara
fehacientemente cómo se materializó la enajenación; tal argumento sería de desestimarse porque,
como ya vimos, la autoridad fiscalizadora no invoca jamás precepto alguno que justifique la
exigencia aludida, en tanto que los contribuyentes afectados exhiben los comprobantes fiscales que
no son objetados por la fiscalizadora debido a la carencia de algún requisito previsto en la ley, por lo
que la procedencia de su devolución y/o deducción, se encuentra justificada.
En ese sentido, tampoco asiste la razón a la autoridad al afirmar que de conformidad con el artículo
27, primer párrafo de la Ley del Impuesto Sobre la Renta y 5, primer párrafo, fracción I de la Ley del
Impuesto al Valor Agregado al no demostrarse la materialización de las operaciones efectuadas, no
es procedente el acreditamiento del impuesto, pues del contenido de dichos preceptos no se advierte
la adecuación a tal motivación empleada por la autoridad fiscalizadora.
En este orden de ideas, es claro que las autoridades fiscales al negar la deducción de los multicitados
comprobantes, sin la fundamentación y motivación debidas, aprecian los hechos en forma
equivocada, actualizándose así la causal de ilegalidad prevista en el artículo 51, fracción IV, de la
Ley Federal de Procedimiento Contencioso Administrativo; pudiendo hacer valer todos y cada uno
de los argumentos que han quedado expuestos, a la hora de defender la razón que nos asiste a través
de los medios de defensa que en tiempo y forma se interpongan.
Y como siempre lo hago apreciado lector, me despido de ustedes con la siguiente reflexión: “Solo
nos pertenecen nuestros pensamientos y sentimientos, el resto es tan solo la forma transitoria que
adoptamos o creemos poseer, mientras vamos de paso por la vida”.

Lic.Magaly Juárez Arellano

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