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Liceo “Víctor Mercante”

Departamento de Lengua y Literatura


Temporada de lectores

Taller de lectura: Selva Almada / Primer encuentro

Citas

1) “Quería vivir en un sitio como ese. Con todo ese verde, con toda esa agua; si hasta los pájaros
eran más lindos que acá, el plumaje más brillante, los picos más coloridos. Acá, todo duro, seco,
espinoso, lleno de polvo. Allá, hasta el carácter de la gente debía ser más amable. Acá no se puede,
acá todo tiene que ser violento, a la fuerza.” (Ladrilleros, p. 81)

2) “Para entrar a este campo, una de las locaciones de Zama, hay que desandar unos quinientos o
seiscientos metros arriba de un acoplado tirado por un tractor. Inmenso barrial en el que un auto se
hundiría hasta las manijas. Se puede entrar de a pie, también. Hay que ir vadeando el camino roto
por el ir y venir del tractor que hace varios viajes al día, cuantos haga falta […] El barro se pudre.
Tiene olor a bicho. En los tramos donde es completamente chirle, veinte, treinta centímetros de
pantano, donde las patas se hunden hasta las canillas, de a ratos parece moverse, explotan
pequeños globos de aire en la superficie aterciopelada. Es un organismo vivo que respira .” (El mono
en el remolino, p. 10)

3) “El sol raja la tierra, sin embargo en la escena es de noche. Los adultos son ciegos, y los ciegos se
esconden mejor en la oscuridad.
Los caballos se dejan llevar de tiro. Los hombres y las mujeres se dispersan por el cuadro, sin
salirse. Todo parece perfecto. Todo el mundo contiene la respiración.
El ruido del motor de una Zanellita perfora el aire , avecinándose por la ruta. Todos giran la
cabeza hacia el sonido, aunque no puedan verla.” (El mono en el remolino, p. 47)

4) “A él no le interesaban los pensamientos elevados. La religión era cosa de mujeres y de débiles. El


bien y el mal eran cosas de todos los días y de este mundo, cosas concretas a las que uno podía
poner el cuerpo. La religión, creía él, era una manera de desentenderse de las responsabilidades […]
Le había inculcado a Tapioca el respeto por la naturaleza . Sí creía en las fuerzas naturales. Pero
nunca le había hablado de dios. No le pareció necesario hablarle de algo que no estaba dentro de su
campo de interés.
Dos por tres se internaban en el monte y observaban su comportamiento. El monte como una
gran entidad bullente de vida. Un hombre podía aprender todo lo necesario solamente observando la
naturaleza. Ahí, en el monte, estaba todo escribiéndose continuamente como en un libro de
inagotable sabiduría. (El viento que arrasa, p. 79)

5) “Tal vez esa sea tu misión: juntar los huesos de las chicas, armarlas, darles voz y después dejarlas
correr libremente hacia donde sea que tengan que ir.” (Chicas muertas, p. 50)
6) “Su papá se ha ido. Marciano no sabe si eso es bueno o es malo. Si su papá se ha marchado
porque a él todavía no le llegó la hora de irse con el muerto. O si su papá se ha ido espantado por la
cercanía de la muerte […] Aunque hayan pasado diez años, Elvio Miranda todavía no pudo entrar a la
tierra de los finados. Está varado en esos pocos minutos antes de ser asesinado ; no se resigna a
abandonar el mundo de los vivos. ¿Pide venganza? Puede ser. Pero el único que podía vengarlo, el
que había jurado sobre su cadáver cobrarse con sangre la sangre derramada de Miranda, está a
punto de estirar la pata.” (Ladrilleros, p. 165)

7) “Allí donde casi termina Empedrado, en el atracadero de lanchas, está el templo de san La
Muerte. No hay ningún cartel que lo señale, se llega preguntando, se llega porque la Señora Marina,
la guardiana del santo y curandera, es famosa en la región […] Empezó a tener visiones a los nueve
años y se asustó tanto que no se atrevió a contarlo a nadie sino un tiempo después, cuando la cosa
se repetía. Eligió a su abuela para confiarle el secreto […] Le explicó que tenía que elegir un santo
que la guiara, y la niña curandera eligió a san La Muerte, tal vez porque su estampa la aterrorizaba y
la fascinaba al mismo tiempo, igual que eso que le estaba ocurriendo.” ( El mono en el remolino , p.
82)

8) Ova completa, Susana Thénon

¿por qué grita esa mujer?


¿por qué grita?
¿por qué grita esa mujer?
andá a saber

esa mujer ¿por qué grita?


andá a saber
mirá que flores bonitas
¿por qué grita?
jacintos margaritas
¿por qué?
¿por qué qué?
¿por qué grita esa mujer?

¿y esa mujer?
¿y esa mujer?
vaya a saber
estará loca esa mujer
mirá mirá los espejitos
¿será por su corcel?
andá a saber

¿y dónde oíste
la palabra corcel?
es un secreto esa mujer
¿por qué grita?
mirá las margaritas
la mujer
espejitos
pajaritos
que no cantan
¿por qué grita?
que no vuelan
¿por qué grita?
que no estorban
la mujer
y esa mujer
¿y estaba loca esa mujer?

ya no grita

(¿te acordás de esa mujer?)

9) “El chango se rió y se encogió de hombros. Le faltaban dos dientes. Era flaco y azul de negro.
Tenía el pelo cortado al rape.
– ¿Por qué te han cortado el pelo así?—preguntó Miranda. Le caía simpático el changuito.
–Ah…—dijo rascándose la cabeza—. Porque me había agarrado piojos. Pero ya se me fueron, don.”
(Ladrilleros, p. 147)

10) “Pero no es esa la escena que viene. En vez del pecho de Ángel contra su espalda, es su hombro
contra el pecho de Marciano. Esta escena también se repite muchas veces en todos estos años, con
pequeñas variantes. A veces es el hombro de Marciano contra su pecho. Lo que no cambia es que
esa es la señal esperada para la pelea […] Un hombre toca el torso del otro, los cuerpos se rechazan
y dan un paso atrás, las piernas se afirman en el suelo, entreabiertas […] la música es siempre la
misma: el resuello, el ruido de los puños, el crujido de los nudillos antes de dar el primer golpe, el
chistido de algún salivazo, algún quejido cuando un puño se clava en el hígado y la arenga de los
compinches, siempre en un tono más bajo para no distraer ni distraerse, alguna exclamación
extasiada porque es una belleza verlos pelear.” (Ladrilleros, p. 227)

11) “Se te viene la noche, Pájaro, piensa y medio sonríe porque ¿qué noche se presentaría con un
cielo tan blanco como este? Quiere decir otra cosa, claro. Tiene que mantener la cabeza en marcha
hasta que llegue ayuda. No se le ocurre cómo salir de esta. Tiene que proyectar recuerdos sobre ese
cielo blanco que se parece tanto a la pantalla del Cervantes y agarrarse a ellos.” ( Ladrilleros, p. 53)

12) “Ese olor era muchos olores a la vez. Olores que venían desde lejos, que había que separar,
clasificar y volver a juntar para develar qué era ese olor hecho de mezclas” ( El viento que arrasa, p.
116)

-¿Qué preguntas le harías a Selva Almada? ¿Se te ocurren algunas?

1)

2)
3)

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