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¿Cómo analizar un texto?

Tomado de:
http://espanolsinmisterios.blogspot.com/2011/09/como-analizar-un-texto.html
Para poder llevar a cabo un análisis, debes estar familiarizado con un vocabulario que te
permita identificar claramente las partes que componen el todo que quieres analizar.
Así, la primera fase del análisis de un texto consiste en "traducirlo" a un lenguaje que te
facilite el trabajo analítico. A ese lenguaje o vocabulario lo hemos llamado categorías de
análisis. Existen muchos tipos de categorías de análisis. La clase de texto que quieras
estudiar y el aspecto que quieras examinar en un texto específico determinarán qué
categorías de análisis son las más pertinentes para ti.
Por lo general, ciertas categorías de análisis te serán más útiles para estudiar textos
narrativos (cuentos, novelas, películas, historietas, etc.); otras estarán mejor adaptadas para
el examen de poemas y otras más te facilitarán el análisis de ensayos y artículos académicos.
Sin embargo, existen ciertos principios formales que determinan la organización de la
mayoría de los textos y, por lo tanto, constituyen un conjunto de categorías de análisis cuyo
conocimiento te resultará muy valioso no solo para analizar gran cantidad de textos sino
también para crearlos.
Este artículo te familiarizará con algunos de esos principios básicos de organización textual
para que tus análisis se vuelvan más serios, profundos y pertinentes.

¿Qué es un texto?
Antes de continuar, conviene preguntarse qué es un texto. Dos posibles respuestas a esta
pregunta determinan las categorías de análisis que vamos a estudiar aquí:
Un texto es un artefacto:
Todo texto —como un asiento, una mesa o una máquina— es un artefacto. Es decir, se trata
de algo creado por seres humanos para seres humanos y, por lo tanto, cumple funciones
específicas dentro de la sociedad.
Por consiguiente, cuando analizas un texto, debes tener siempre en cuenta que dicho texto
proviene de una o varias "mentes organizadoras" que han decidido expresar ciertas ideas
de cierta manera.
Todos los textos —lingüísticos, visuales, audiovisuales, musicales, etc.— son concebidos,
financiados, realizados y distribuidos por personas que tienen intereses económicos e
ideológicos. Por eso, no es exagerado afirmar que no existen textos "inocentes".

Un texto es un sistema
Si un texto es un artefacto, entonces, es también un sistema. Un sistema es un tipo particular
de conjunto donde todos los elementos que lo componen trabajan solidariamente para
cumplir un propósito. En el caso de los textos lingüísticos, los componentes del sistema
textual son las palabras. Gracias a ellas, a su sonido, forma, significado, ubicación y
relaciones recíprocas, se construyen los significados que el texto busca transmitir.
A diferencia de un conjunto cualquiera —como por ejemplo un amontonamiento de libros
sobre un escritorio— un sistema tiene un propósito definido y por esa razón, las partes que
lo componen tienen funciones específicas y ocupan posiciones bien definidas unas respecto
a las otras. Desde esta perspectiva, un texto lingüístico es una suerte de máquina que sirve
para producir significados.
Así, tu trabajo cuando analizas un texto consiste en observarlo con cuidado como si fueras
un relojero que examina minuciosamente el mecanismo de un reloj antes de arreglarlo. El
análisis te permite entender cuáles son los elementos constitutivos del texto, dónde están
ubicados y cuáles son sus funciones.

Principios básicos de organización textual


Estudiar los textos como sistemas tiene consecuencias importantes. La que más nos interesa
aquí es la posibilidad de aislar 5 principios básicos que determinan la organización de la
mayoría de los textos que existen. Por ser tan comunes, estos principios funcionan como
categorías de análisis que te resultarán muy útiles para estudiar una gran cantidad de
textos.

Valor funcional
Cualquier elemento presente en un texto tiene una o varias funciones específicas que aquí
llamaremos valor funcional. Recuerda que los textos son artefactos y lo que aparece en ellos
no está ahí por casualidad.
Por ejemplo, en una novela no llueve porque sí sino porque el escritor decidió que, por
alguna razón, era importante que lloviera. Por eso, después de identificar los elementos que
más te llamen la atención en un texto debes preguntarte cuáles son sus funciones dentro de
la totalidad del sistema textual.
Hay dos preguntas que son muy útiles para determinar los valores funcionales de los
componentes de un texto:
¿Por qué aparece este elemento en el texto?
Esta pregunta sirve para determinar qué justifica la presencia de cualquier elemento en el
texto. Piensa que así como se escogió un elemento en particular —una palabra, un
personaje, un evento narrativo, una metáfora, etc.— podría haberse escogido cualquier otro.
Pregúntate entonces qué puede haber motivado la selección del elemento que te interesa
examinar.
¿Para qué fue puesto ahí?
La segunda pregunta te permitirá entender con qué propósito se escogió el elemento del
texto que a ti te llama la atención y por qué aparece donde aparece y no en otra parte.
¿El elemento que te interesa anuncia otros que aparecen más tarde en el texto? ¿Sirve, junto
con otros elementos, para desarrollar ideas concretas dentro del sistema textual?

Similitud y repetición
En todo texto siempre hay elementos que se repiten de manera idéntica o que se parecen
mucho entre sí. A estos elementos recurrentes se les conoce como motivos. Un buen analista
de textos siempre está a la caza de motivos ya que estos son fundamentales para el buen
funcionamiento de los textos.

Motivos
Piensa por ejemplo en las canciones populares. Por lo general, estas tienen la siguiente
estructura: BCADEAFGA, donde A corresponde al coro, que es un motivo. Del mismo modo,
las novelas, cuentos, películas y poemas tienen motivos que sirven para desarrollar temas
específicos dentro del sistema textual.
Una vez hayas identificado uno o dos motivos que te interesen, tienes que preguntarte a qué
tema o temas remiten dichos motivos.

Temas y motivos
No olvides que los motivos suelen ser cosas tangibles que aparecen dentro del texto: un
evento narrativo, una palabra, un personaje, una imagen, etc.
Los temas, en cambio, son un poco más abstractos y requieren que el lector haga
inferencias. "El amor", "la muerte", "el odio" son ejemplos de temas que aparecen a menudo
en los textos literarios. Los motivos son la materialización de los temas en el sistema
textual.

Paralelismos
Un texto que tuviera únicamente un motivo (AAAAAAAA...) sería aburrido y predecible. Por
eso, aunque en los textos siempre hay cosas que se repiten, pocas veces se repiten de
manera idéntica. Conviene entonces buscar también paralelismos entre los componentes
del sistema textual que estés estudiando.
Muy a menudo, los elementos presentes en un texto se hacen eco unos a otros para
construir temas complejos en la mente del lector: este tipo de relaciones de similitud son las
que reciben el nombre de paralelismos.
Diferencia y variación
En todo texto siempre hay elementos que se diferencian claramente o que se oponen unos a
otros. Cuando analices un texto, además de buscar motivos, es importante que observes con
cuidado qué tipo de relaciones de oposición se crean entre varios motivos diferentes.
Para el análisis, identificar contrastes es tan importante como identificar paralelismos. En
los textos abundan todo tipo de oposiciones y contrastes. Pueden ser radicales, como en el
caso de las oposiciones antitéticas: día/noche, bien/mal, masculino/femenino,
luz/oscuridad, etc. También se dan a menudo los contrastes leves que reciben el nombre de
variaciones.
En la práctica, el principio de diferencia y variación funciona como la otra cara de la moneda
del principio de similitud y repetición. Se trata de las dos fuerzas fundamentales que
generan la tensión necesaria para construir y permitir que se tengan en pie la mayoría de
los textos que existen.

Progresión y desarrollo
Para abrirse paso desde el comienzo hasta el final todo texto necesita tener unas leyes de
progresión y desarrollo. Tú tarea como analista consiste en descubrir cuáles son las leyes
que determinan el funcionamiento del texto que has decidido estudiar.
Por lo general, las leyes de progresión y desarrollo corresponden a la organización lógica de
los elementos que componen el texto. Lo más común, sobre todo en los textos narrativos, es
la ordenación del material en cadenas lógicas de causa-efecto. A veces prima la organización
cronológica de los eventos narrativos. Sin embargo, los elementos de un texto pueden
organizarse siguiendo otros principios: analogías, paralelismos, asociaciones libres de ideas,
etc.
Un truco infalible para determinar cuáles son los principios de progresión y desarrollo
consiste en comparar explícitamente el comienzo y el final de un texto. Esta comparación
pone al descubierto los cambios que tienen lugar en el texto y facilitan la identificación de
las estructuras que permiten expresar dicho cambio dentro del sistema textual.

Unidad / falta de unidad


Cuanta más cohesión y coherencia interna tenga un texto, mayor será su grado de unidad.
Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) la "unidad" es la "cualidad de la
obra literaria o artística en que solo hay un asunto o pensamiento principal, generador y
lazo de unión de todo lo que en ella ocurre, se dice o representa". Así, cuando un texto tiene
unidad todos los elementos que lo componen están muy bien "amarrados" entre sí para
expresar una o unas pocas ideas centrales. Por eso, los textos con un alto grado de unidad
no suelen tener "cabos sueltos".
Sin embargo, no todos los textos se caracterizan por tener un alto grado de unidad. También
existen textos que buscan que la falta de unidad sea su principio de organización
dominante. Las novelas o películas "experimentales" constituyen un ejemplo de este tipo de
textos. Con todo, la mayoría de los textos suele basarse en el principio de unidad ya que la
falta de unidad supone grandes dificultades de comprensión para los lectores que no han
tenido un entrenamiento especial para enfrentarse a este tipo de textos.

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