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La espera
Dossier: La espera
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Variaciones sobre la espera
Fernanda Trías
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Croquis: Una línea oscura
Jazmina Barrera
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Otra tonta película identitaria
Jonnathan Opazo
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Paciencia y aceleración, política y espera
Florencio Ceballos
81
Los nombres de los vivos son los mismos
que los nombres de los muertos
Luis Chaves
84
Cuatro columnas
Claudia Ulloa, Benjamín Labatut,
Ignacio Álvarez y Milagros Abalo
88
El spot: Lo podemos lograr
Cristina Varas Largo
90
¿Qué libro grueso has esperado para leer?
Julieta Marchant, Sara Bertrand, Juan Carlos
Cortés, Pablo Lacroix, Meribel González, Cristián
Rau, Juan Manuel Silva y Constanza Gutiérrez
Revista Dossier Nº36
Diciembre de 2017
Publicación cuatrimestral
Directora
Cecilia García-Huidobro McA.
Editora
Andrea Palet
Consejo editorial
Carlos Aldunate
Álvaro Bisama
Javier Cercas
Alejandra Costamagna
Leila Guerriero
Rafael Gumucio
Andrea Insunza
Cristián Leporati
Julio Ortega
Rodrigo Rojas
Alejandro Zambra
Asistente editorial
M. Lucía Miranda
Diseño
Rioseco & Gaggero
Fotografía
Página 4: Gerardo del Valle
Impreso en A Impresores
ISSN: 0718-3011
Inscripción en el registro de propiedad intelectual N° 152.546
Editorial
Hacer hora
Vacaciones. Un balneario a 114 kilómetros de Santiago. Mi familia y yo nos
instalamos a pasar un veraneo inolvidable, como manda decir el lugar común.
Estoy hablando de hace unos 25 años. Nada más aterrizar en Las Rocas de Santo
Domingo con un buen equipaje de paletas, baldes plásticos y factor solar, nos
enteramos de que allí no había teléfono. Así, tal como se oye. El lugar carecía de
ese servicio, punto.
¿Necesito aclarar que en esa época el celular, esa nueva extremidad de la especie
humana, estaba aún por irrumpir en nuestras vidas? La telefonía móvil, que en
la actualidad cuenta con casi 23 millones de abonados en Chile, lo que nos tiene
como campeones de Latinoamérica igual que el fútbol, este verdadero tsunami
conductual, no asomaba siquiera a nuestro horizonte mental. Ni la mejor novela
de ciencia ficción anticipó las maravillas de un aparatito con el cual la inme-
diatez para hablar con alguien en cualquier punto del planeta es casi un detalle
comparado con todas las demás funciones que permite: transferencia bancaria
tendida en la toalla en la playa, conducir patrullando todo lo que sucede en las
carreteras, incluidos los controles de velocidad, leer cualquier diario del mundo y
un enorme etcétera.
Sin esta comunicación en ese veraneo del que hablo, a poco andar se incorporó
el ritual de ir a hacer llamadas. Había que cruzar el puente sobre el río Maipo para
trasladarse al pueblo de Llolleo, que nunca he podido entender por qué vive de
espaldas al mar si está emplazado en la costa. Ahí entonces había que dirigirse a
un especie de bazar, frente a la plaza, donde vendían lápices, chocolitos y sustan-
cias, pelotas inflables, barbies taiwanesas, pistolas de agua y quizás cuántas cosas
más que atiborraban el espacio. Ahí también funcionaba el teléfono público.
–Buenas tardes, quería pedir un llamado a Santiago. ¿Cuánta demora hay?
–Una hora y media.
Se dejaba anotado el número y había que proceder a eso que el lenguaje co-
loquial con sus aciertos llama «hacer hora», como si te entregaran un pedazo de
tiempo para moldearlo.
Sin una costanera donde poder disfrutar la caída de la tarde, lo recomendable
era pasar la espera en algún escaño de la hermosa plaza de Llolleo, al menos así
me pareció entonces. El tiempo transcurría viendo a los otros, viendo lo otro.
La plaza desplegada como comedia humana en todo su esplendor, con infini-
tos detalles que observar. Los jóvenes que acudían para conseguir una mirada o,
mejor, una conquista amorosa, paseaban en círculo alrededor del señorial ombú
emplazado en el medio. Los veía rotar frente a mí con cierta regularidad, lo que
me permitía seguir sus avances amatorios.
Supongo que este recuerdo es una verdadera distopía a los ojos de hoy, sobre
todo a los de un milenial. Para ellos esas vueltas se han trasladado al loop que apa-
rece en la pantalla mientras se produce la conexión, vueltas que no toleramos mas
allá de una fracción de segundo.
Sin duda, la impresionante inmediatez de muchas de las interacciones de hoy
nos ha hecho más eficientes, pero también nos ha vuelto más ensimismados, iras-
cibles, intolerantes, defectos que la espera suele contribuir a dominar. Todo parece
indicar que en algún giro quedó extraviado el arte de hacer hora.
Jeff Jarvis:
«Nuestro objetivo no es tanto
la verdad como la paz»
Catalina Jaramillo
Su trabajo es reinventar el periodismo y está acos- relaciones con la audiencia. La esencia del pe-
tumbrado a que le pregunten ¿y ahora qué? Jeff riodismo, dice en su último libro, no es cubrir
Jarvis dirige el Tow-Knight Center for Entre- incendios, fútbol y ferias. «Hacer periodismo
preneurial Journalism en la Escuela de Posgrado es ayudar a la comunidad a satisfacer sus ne-
de Periodismo de la Universidad de la Ciudad cesidades y a cumplir sus metas.» Para hacerlo
de Nueva York (cuny), y desde aquí explora propone dejar de preocuparnos por el conteni-
nuevos modelos de negocios, en la maestría en do, para en cambio entregar un servicio.
periodismo empresarial; nuevas maneras de ser- Su pelo blanco, que resalta con las chaquetas
vir a la comunidad, en la maestría en periodismo de vestir oscuras que suele usar, es lo único que
social, y formas de entablar conversaciones entre delata sus 63 años. Es flaco, inquieto y rápido.
periodistas y audiencias, en la News Integrity El martes en que me recibe, Facebook, Twitter
Initiative. También ha publicado What Would y Google dan testimonio en el Congreso de Es-
Google Do? (HarperCollins, 2009), Public Parts: tados Unidos por el caso de la intervención rusa
How Sharing in the Digital Age Improves the Way en las últimas elecciones presidenciales. Du-
We Work and Live (Simon & Schuster, 2011) y rante el día, en Twitter, hizo pedazos una nota
Geeks Bearing Gifts: Imagining New Futures for del New York Times donde expertos de medios
News (cuny Journalism Press, 2014). dan consejos para arreglar Facebook. «¿Y quién
La industria sigue con atención su blog de dijo que Facebook estaba roto?», me pregunta
medios Buzzmachine.com y sus tuiteos, y com- excitado. Durante la entrevista mantenemos la
pañías de medios como The Guardian, Digital transmisión de la audiencia encendida. A ratos,
First Media y el New York Times lo tienen como me pide hacer una pausa para escuchar a los
asesor. Solo en el último mes, dos grandes aso- senadores interrogar a los representantes de las
ciaciones de medios lo invitaron para saber plataformas. Se tapa los ojos y alega. Es un gran
cómo hacer noticias en la era de Donald Trump día para hablar con él.
y las fake news. Tanto en el encuentro anual de
la Sociedad Interamericana de la Prensa en Salt –¿Puedes poner en contexto lo que está suce-
Lake City como el de la Asociación Mundial diendo y decirnos por qué es importante?
de Periódicos y Editores de Noticias en Buenos Voy a intentarlo. Obviamente, todos esta-
Aires, Jarvis dijo que la clave está en construir mos preocupados por la manipulación de
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nuestra elección, por lo tanto, es necesario to- que mapear esas manipulaciones para entender-
mar medidas para entender esa manipulación y las mejor. Google, como nosotros en los medios
contrarrestarla. Sin embargo, me preocupa que también hacemos, argumenta que es un espejo
la cura sea peor que la enfermedad, en el sentido de la sociedad; «entonces no nos culpen». Bue-
de sentar precedentes de regulación de Internet no, obviamente no es así. Y ni siquiera estoy
demasiado pronto y demasiado drásticamente. hablando de nuestra manera de editar ni de los
He escuchado poca defensa de la libertad de ex- algoritmos de Google o Facebook. Lo que pasa
presión y eso me preocupa. es que todos están haciendo todo lo posible por
manipular Google. Y Google está recién comen-
–¿Por qué? zando a reconocerlo y a hacerse responsable. En
Si terminamos regulando Internet, lo que mayo escribí que el vicepresidente de ingenierías
se acuerde para Estados Unidos también va de búsqueda en Google, Ben Gomes, dijo que
a ser usado en Irán, Rusia, China y en todas Google tendría responsabilidad por la autoridad
partes. Me preocupa que en el calor del mo- y calidad de sus fuentes en el ranking de búsque-
mento creemos precedentes que puedan afectar das. Eso es importante. Es Google reconociendo
nuestra libertad de informar. Y mi argumento que los han estado utilizando y que tienen que
central aquí es que estamos en los primerísimos intervenir para de alguna manera compensar esa
días de Internet. Hoy, mientras conversamos, manipulación.
se cumplen quinientos años desde que Mar-
tín Lutero escribió sus primeros 95 tuiteos, –Entonces no hay que arreglarlo, sino que hay
sus 95 tesis. Gutenberg inventó los tipos mó- que tomar precauciones.
viles por ahí por 1445. Si contamos desde la Que el New York Times diga que está roto y ne-
creación de la web comercial pública, estamos cesita arreglo es un problema porque presume
en el año 1479 en años de Gutenberg. ¡Mar- que Facebook está roto y eso es una gran false-
tín Lutero ni siquiera había nacido! Entonces dad. ¿Necesita ser mejor? Por supuesto. Hay un
puede que nuestro Lutero –la persona que tipo que se llama Michael Godwin, famoso por
realmente vea lo que Internet puede hacer– ni la ley de Godwin [que dice que mientras más
siquiera haya nacido. No fue sino hasta 1690 larga una discusión online, más probabilidades
que alguien pensó en crear un periódico. Se- de que alguien mencione a Hitler], y hemos
guimos viendo el futuro con ojos del pasado. estado hablando en los últimos días y estamos
Los libros, revistas y diarios en Internet siguen bastante de acuerdo en temer que lo que hay es
pareciéndose a sus versiones del pasado. No he- un pánico moral. El argumento de Godwin es:
mos reinventado realmente el periodismo, no no escucho a los usuarios decir que Facebook
hemos repensado nuestras instituciones según está roto. Escucho a los medios decirlo, a los po-
estas nuevas oportunidades, para bien y para líticos decirlo, pero no veo ninguna evidencia.
mal. Entonces sí, Facebook, Google y Twitter Cuando tenemos que convencer al público de
están en el estrado hoy, y senadores que no sa- que hay una amenaza, que ellos no ven, eso es
ben nada sobre Internet los están interrogando. pánico moral. Es como decir que los cómics van
Yo presiono a las plataformas porque debieran a arruinar a nuestra juventud.
estar haciendo mucho, mucho más para, núme-
ro uno, ser transparentes, número dos, mapear –En su reciente libro The Trouble with Reality,
la manipulación, y número tres, compensar esa donde analiza cómo los medios forjan nuestras
manipulación. Debieran estar creando nuevos percepciones sobre el mundo, Brooke Gladstone,
estándares para eso. Pero prefiero verlos sufrir de On the Media, también habla de pánico moral.
que ver al gobierno intervenir. Me preocupa la Sí [mueve papeles de su escritorio, encuentra el
idea de que pensemos que ya sabemos lo que libro y me lo muestra riendo]. Creo que estamos
es Internet. ante un pánico moral. Dejemos que el mercado
decida. Si el mercado dice que Facebook es lo
–¿Pero reconoces que hubo un problema? peor y no lo vamos a usar más, bueno. Lo otro
¿En lo de la propaganda soviética? Por supuesto. que pasa es que los medios no están asumien-
Fueron manipulados, los hicieron tontos, fueron do toda su responsabilidad de la situación en la
usados. Se los he dicho personalmente: tienen que estamos.
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individuos y como miembros de una comunidad, –¿Cómo lo harías desde una plataforma?
con relevancia, valor y empatía. Y para hacer eso, Uno de mis alumnos tuvo una idea que llamó
primero tenemos que escuchar. Gourmeet, como gourmet y encuentro. La pla-
taforma permite a la gente juntarse y cocinar
–¿Cómo sería un medio que en vez de dar con- para el resto. Y la gente se pregunta: ¿eso es pe-
tenido entrega un servicio? riodismo? Y yo pregunto: si abres una sección
No lo sé aún. Pero creo que eso puede asumir para hablar de comida, ¿qué es lo que la gente
varias formas y varios modelos de negocios. No quiere hacer? Cocinar y comer. Esto lo permite.
estoy diciendo que no vamos a continuar ha- Y el contenido es un subproducto. Las recetas
ciendo texto, fotografía, video, audio y lo que salen del proceso, las historias salen del proce-
acostumbramos a entender como contenido. so. Pero el proceso es un servicio que te ayuda
Una de mis lemas, y tengo varios, es «el conteni- a hacer lo que quieres en comunidad. ¿Es eso
do llena algo, el servicio logra algo». (…) Hemos periodismo? Sí.
construido nuestras estructuras legales, técnicas Waze es mi aplicación favorita en el mundo.
y de negocios alrededor del contenido. Pero el Nosotros debimos haberla comenzado. ¿Y qué
contenido es solo una herramienta. ¿Cómo le es Waze? Es una manera de que la comunidad
fallamos al electorado? El electorado tuvo una comparta información entre sí, un servicio.
conversación desinformada. Ahora, nosotros
podríamos alegar: «Porque no leyeron nuestro –La semana pasada, en la asamblea general de
contenido». Y ellos dirían: «Porque tú no me la Sociedad Interamericana de la Prensa en Salt
entiendes, no me representas». Lake City, dijiste que el verdadero problema
Entonces, ¿cómo se vería el periodismo de con el cual tenemos que lidiar es la confianza,
servicio? En los viejos tiempos el periodismo de más que las noticias falsas. Un problema que
servicio eran recetas y cosas por el estilo, ¿no? no se arregla solo corroborando datos.
Pero el periodismo social, de servicio, consiste en Sí, el fact checking es maravilloso. Todo perio-
entender tus necesidades y servir esas necesida- dista debiera hacerlo. Y lo hacemos; los hechos
des. Te doy un ejemplo. Aquí en cuny, Sandeep todavía son importantes. Pero no es suficien-
Junnarkar [director de periodismo interactivo] te. Tenemos un problema de comportamiento
y Jeremy Caplan [director de educación en el humano. Hay personas tratando de engañar al
Tow-Knight Center] crearon un proyecto so- resto, de pelear. Mi idea es que la gente descon-
bre el moho. Trabajaron tres años con el Daily fía de los hechos, de la existencia de esos hechos,
News y el departamento de vivienda de la ciu- y entonces no puede haber una conversación
dad. Mirando sus proyectos caí en la cuenta de civilizada ni confiar en las instituciones. Hasta
que hay un periodismo enfocado en lo externo la ciencia está siendo cuestionada. Los medios
y otro en lo interno. El periodismo enfocado en tienen que volver a confiar en sus audiencias.
lo externo es así: voy a contarle una historia al Tenemos que volver a crear una relación con las
mundo que va a cambiar políticas y va a benefi- comunidades, con nuestra audiencia. Tendemos
ciar a la sociedad. Esas fueron las notas que hizo a tratar al público como a un puñado de idio-
el Daily News y así todo Nueva York se enteró de tas y eso no nos va a llevar muy lejos. Entonces,
que hay un problema con el moho en la ciudad. desde mi punto de vista, la manipulación es el
(…) Pero ahora tenemos la oportunidad de ser- problema a corto plazo, pero la confianza, la
vir a la comunidad al mismo tiempo. Sundeep y credibilidad, es el problema a largo plazo. Y la
sus alumnos se quedaron con la comunidad, les confianza no es solo la confianza en los medios,
enseñaron a escribir quejas, los ayudaron a en- sino en todas las instituciones.
contrar soluciones. La meta era diferente, era un
servicio. No simplemente escribir sobre lo jodi- –¿Cómo vuelves a crear una relación y recons-
do que estás sino tratar de arreglarlo, encontrar truir esa confianza en el ambiente de noticias
soluciones. Hay un gran movimiento de perio- falsas y «hechos alternativos» de la era Trump?
dismo de soluciones en Estados Unidos en este Mira, si eres afroamericano y vives en Estados
momento, de entregarle a la gente ideas para Unidos, no es que necesariamente sientas que
resolver sus problemas. Otra forma de verlo es antes los medios masivos trasmitían la verdad.
como lo hacen las plataformas. Tenías la verdad de algunos. Te imponíamos
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Carlos Olivárez
Sobrevivir al Far West
Juan Carlos Ramírez Figueroa
Para Carlos Olivárez (La Unión, 1944-Santia- noche», «Y a ti, ¿también te gusta la televisión?»
go, 1999), la dictadura no fue el apagón cultural y «Lo que va entre paréntesis no vale».
del que aún se habla. Prefería asociarla a algo Los cuentos dejaban al lector con vértigo ante
más épico, cinematográfico, pop si se quiere: la urgencia con que parecían escritos; verbos
el Far West. Una zona fronteriza, con balas de como «runrunear» o «farawelear» junto a ono-
verdad silbando en el oído y donde había que matopeyas como zooommm funcionaban como
apretar los dientes, esperando salir vivos. Se lo cápsulas de un Chile adolescente, hormonal.
dijo a Virginia Vidal apenas unos meses antes Una generación que, como le dijo a Mariano
de morir: «Soy del sur. En ese tiempo pensé en Aguirre en 1970 para la revista Evidencia, en lo
antiguas enseñanzas, en esa costumbre de los que sería su primera entrevista, necesitaba impe-
mayores que suelen enseñar a los niños: la inte- riosamente «escuchar a los Beatles, leer a Parra,
ligencia no se muestra, porque es peligrosa para hacer el amor». Acá aparecen citados los Rolling
otros. En el sur se vivía desde la Conquista un Stones, Marianne Faithfull y The Beatles junto al
Far West de la violencia. Luego, el Far West se futbolista brasileño Garrincha y Paul Newman.
extendió a todo el país y si asomabas la cabeza Aparecen marcas como Mademsa, Cachantún,
te la cortaban. Fue el tiempo del disimulo. Hubo Faber, IBM y los ternos Scappini. La gente lee
que hacerse invisible en el paisaje, ser una parte la revista Paula y ya se consume ritalín. Tam-
más de la geografía». bién hay cameos de Gladys Marín («qué mujer
Para el golpe, Olivárez tenía veintinueve años, más buenamoza, por Dios, quién va a pensar que
escribía en las revistas de Quimantú y tenía un sea tan comunista») y hasta un saludo al escri-
solo libro editado: Concentración de bicicletas tor mexicano de «la onda», un movimiento de
(Cormorán, mayo de 1971). El delgado volumen su época al que se sentía emparentado antes del
de noventa y siete páginas, tres mil ejemplares, último cuento («Hola, José Agustín»).
con su particular dedicatoria («Este libro es Fiel a su programa de supervivencia, Olivárez
para mi mamá») y cubierta roja-blanca-azul, se dedicaría el resto de la década –y de su vida, más
componía de siete cuentos: «No estacionar toda bien– a leer, conversar, publicar antologías y or-
la cuadra», «Intendencias del esquema», «Tra- ganizar regados encuentros con escritores en el
velling», el homónimo, «Matinée, vermouth y insilio del bar La Unión Chica. También grabaría
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un documental sobre José Donoso junto a Car- La Unión: «Entonces voy a tener que ser de los
los Flores en 1977, y perseguiría a Jorge Teillier olivos que producen nueces».
hasta lograr editar un libro de conversaciones La chica, por supuesto, no se rió. Y es que a
para la posteridad en noviembre de 1993. En- Carlos no se le daban muy bien las relaciones
tre medio sacaría quinientos y tantos números con el sexo opuesto.1 Su rutina adolescente era,
del suplemento «Libros» de La Época, más de la como le contó a Aguirre, «dar 4.784 vueltas a la
mitad editados enteramente por él, debido a la plaza de La Unión, escuchar “Quiero tomar tu
falta de recursos; el curioso homenaje a La Unión mano” de los Beatles, ver en el cine Sissi empe-
Chica titulado con su dirección, Nueva York 11 ratriz rodeado de alemanes que se reían como
(Galisnot, 1987), junto a Ramón Díaz Eterovic y cerdos, gastar 100 pesos por cada hit de Paul
con piezas de Jorge Teillier, Rolando Cárdenas y Anka o Leo Dan que sonaba en un flamante
la aparición del mítico habitué del bar Eduardo wurlitzer del pueblo y enamorarse de las niñas
Chico Molina («se dice que publicó en vida dos más lindas sin conseguir siquiera una sonrisa».
poemas. No nos consta»). El año siguiente edita- Olivárez cuenta que entre varios destruyeron de
ría la antología Los veteranos del 70 (Melquíades, tanto leer el único ejemplar de Lolita que llegó a
1988) rescatando a 42 supervivientes de la dic- la vieja biblioteca pública de La Unión. O que se
tadura, mitad narradores y mitad poetas, entre metía en las peleas entre seguidores de Neruda y
ellos Poli Délano, Eugenia Echeverría, Cristián de Rokha. Él se quedaba en Las alturas de Machu
Huneeus, Iván Teillier, Mauricio Wacquez, Clau- Picchu, aunque luego reconocería que «no move-
dio Bertoni, Juan Cameron, Ronald Kay, Naím ría el dedo por ninguno de los dos» y que «entre
Nómez, Cecilia Vicuña y Óscar Hahn. ponerle y no ponerle, me quedo con Parra (…)
Solo volvería a publicar relatos originales Leíamos como locos. Y cuando empleo el plural
en noviembre de 1987 en Combustión interna no lo hago en forma retórica como lo hacen algu-
(Galisnot), que, casi como una declaración de nos eruditos pedantes, sino porque éramos varios
principios, abre con dos citas, una de Woody a los que se nos apretaba el alma por no encontrar
Allen («Los hombres buenos duermen bien, las respuestas necesarias para muchas preguntas
pero los otros lo pasan mejor cuando están des- imbéciles, y buscábamos en los libros».
piertos») y otra anónima («Si no hay solución La Unión es uno de esos pueblos sureños no
el problema no existe»). En la contracubierta turísticos donde el cielo ahumado por las chi-
aparece él con unos lentes de marco grueso, gi- meneas y la madera parecieran ser eternos. La
gantes, una máquina de escribir y un peinado a inmigración alemana se mezcla con lo mapuche
lo Beatle, junto a un texto de Mariano Aguirre: como en Puerto Octay o Cañete, y uno inevi-
«El ritmo desenfadado, lúdico, de los primeros tablemente piensa en qué clase de tensiones de
cuentos del Mono Olivárez se mantiene (…) todo tipo se darían a través de las décadas. Su
aunque también se escucha el tono melancólico plaza luce orgullosa, con su iglesia, vegetación y
de un blues». En estos textos, a pesar de ser más el ritmo lento de sus habitantes. Si así está aho-
sombríos y pesimistas desde sus títulos («Deam- ra, no es complicado imaginar que hace medio
bulante sospechoso», «Óxido de zinc» o «Ya te siglo las cosas eran mucho más tranquilas aún.
dije que no estoy»), aún se vislumbra a un autor ¿Cómo un chico tocado por la literatura, el rock
marcado por una era que él delimita entre 1962 y el cine no iba a querer salir huyendo de allí?
–«cuando en el Estadio el centro delantero de la «A diez años de la era de los Beatles» se titu-
selección nacional movió la pelota para el mun- la un texto de 1970 de Olivárez para la revista
dial de fútbol»– y el 11 de septiembre de 1973, Quinta Rueda. Se trata de un ensayo sobre su
«cuando ingresó el primer preso político».
1 Las mujeres fueron una obsesión para Olivárez. Primero las ale-
manas del sur, inalcanzables para él. Después, las santiaguinas que
4.784 vueltas a la plaza paulatinamente dejó de idealizar hasta finalmente casarse con una mu-
Hasta los diecisiete años creyó que su apellido jer que, al final, según Lafourcade, «destruyó a patadas (era muy fuerte)
la casa que el poeta Olivárez había alzado con sus manos. Aunque la
era Olivares. Cuando le tocó el servicio militar mejora no era “de material”, de todos modos este hecho constituye una
fue a sacárselo y descubrió que en los registros hazaña como para el Guinness. No conozco en la historia de Chile
aparecía con zeta. Él, que siempre creyó que su algo semejante. Hubo problemas. Llegaron los carabineros.» Dolido
por el incidente, Olivárez le decía a su compinche que debía desconfiar
apellido venía de los olivos que producen acei- de las mujeres, «porque ahora andan con unas carteras muy pesadas, te
tunas, le dijo a la secretaria del Registro Civil de pueden romper la cabeza».
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pueblo natal donde usa a la banda como marco hastío, confiesa el origen de todo este texto: todo
temporal y admite en el primer párrafo sentir es ficción. Y hace un chiste con Neruda: «Todo
que «el cosquilleo que empieza a cobrar cuerpo esto puede y no puede ser real. Es lo que me
es el de hacer historia, pero ante la muralla china imagino. Lo que sé porque es un lugar común
de mi ignorancia no queda más que orillarla». más plagiado que puedo escribir los versos más
«Sé que antes de su actual ubicación fue un tristes esta noche».
pueblo transeúnte que se cambió tres veces de Lo interesante de este texto es que Olivárez
lugar. Agrias discusiones deben haber alimen- esboza allí una especie de autobiografía, donde
tado las reuniones porque quizá el hoyo no era asegura que en los años cincuenta, en su infancia,
lo suficientemente grande para protegerlo del «yo no pertenecía a la historia sino a la geogra-
viento. Que sufrió inundaciones, incendios. fía». No sabía jugar ajedrez, no aprendía a hablar
Que recibió emigrantes de Bavaria, Selva Ne- como correspondía («balbuceaba dos o tres fra-
gra o anda tú a saber de qué perdido barrio de ses») y caminaba por Serrano arriba hasta 21 de
Frankfurt. Emigrantes que se instalaron y em- Mayo, no para ir al colegio sino que a «dar pata-
pezaron a trasladar su patria y su kuchen, sus das en los recreos a una mala, hermosa pelota».
cervecerías y sus héroes. Sus molinos. Su arqui- «Mi mundo limitaba con la estación, con el
tectura rubia de ojos celestes y vestido azul. Su Hospital Regional, con la cancha de aviación,
idioma, por lo tanto el alma, compañero. Su le- con el Radimadi. Nuestra lucha era por conse-
vantarse temprano y obviar la siesta peninsular. guir las manzanas que don Otto (no es el del
Durante ese tiempo debió haber sido un pueblo chiste) cuidaba a más no poder. Los que tar-
con muchas ferreterías, barracas, boticas. Qui- zaneaban en el río eran: Cachupín, Koy Koy,
zá se construía mucho puente de madera que el Caliche, el Negro, el Gordo, Cabeza de Neumá-
Llollelhue (casi ni tiene eles, ¿eh?) se encargaba tico, Mala pata y el Pedro. (Por mi parte era el
de destruir en junio. Mucho clavo para armar Mono.) Lo que traía la maravilla ilustrada era el
galpones y meter el trigo. Mucho mañoseo po- Okey cada semana con su olor a tinta, el Llanero
lítico para reelegir al alcalde. Mucho pelearle a Solitario, la colección Bisonte. El centro casi no
la lluvia para que el barro no entrara a la cocina. lo conocía y las escapadas al Teatro Central eran
Mucho pionero, digamos.» tan esporádicas que ni me acuerdo. De lo que sí
La pluma de Olivárez, como se ve, es suave- me acuerdo es de Los Aguiluchos, serial infinita
mente juguetona, como cuando menciona las que el cura nos pasaba en la parroquia y a la que
eles del Llollelhue, el río que nace en el norte me iba a meter de puras patas.»
del lago Ranco y termina asentándose en su ciu- Revistas, amigos y exploraciones en una ciu-
dad. O cuando empieza a divagar con precisión dad tan chica que todos se conocían. Las cosas
sobre los inmigrantes alemanes con «su arqui- cambiaron al entrar la adolescencia, como él
tectura rubia y de ojos azules». El texto continúa mismo relata. «Tenía los ojos más grandes y me
en la misma línea. «Claro que sé que fue Bernar- despertaba temprano.» Y entre medio descubri-
do O’Higgins (atención aquí, que después este ría el sexo femenino, el cine y lo más gravitante
nombre cobra importancia) el que le dio el pase vocacionalmente hablando: la literatura. Aun-
y firmó el decreto que lo autorizaba a instalarse que en este texto, quizá teniendo en claro lo
como ciudad. Tranquilamente fue desplegando obvio del asunto, lo menciona muy a la pasada:
sus calles, me imagino. Se fundó un diario que «Meterse a la maleta al O’Higgins a ver unas
se encargaba de repetir en las tardes con letra películas sin ninguna clase de censura. Veíamos
de molde lo que ya casi todo el pueblo sabía. Se hasta las para 150 años. Así fue que lo de Bri-
pavimentaron las calles principales. Se abrieron gitte Bardot lo conocí primero que lo de la que
colegios, liceos. Los árboles –tilos en la plaza, están imaginando. La plaza se incorporó a mi
acacios en las calles– se empezaron a podar más mundo en largas charlas circulares a la salida
altos. El ferrocarril hacía sonar su silbato antes de clases. En la noche. En la mañana. Fuman-
de detenerse y, como en una bella historia del do Libertys. Achaplinándonos con los primeros
Oeste, los ánimos se calmaron y ya no había ne- rocks en las fiestas de fin de curso. Orilleros de
cesidad de batirse en retirada.» las mesas con las mandíbulas apretadas. Codos
Al final, sin embargo, apurado por los lími- rotos. Bolsillos planchados. Lecturas frenéticas
tes de la página que debía entregar y con cierto de Manuel Rojas, de Lillo, de Maupassant, de
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la uc. «A él le hicieron una broma muy terri- los recursos hollywoodenses y los juegos de pa-
ble en la universidad. Por alguna razón, durante labras, como se ve en sus cuentos, se haya vuelto
los ritos del mechoneo, algunos imbéciles le hi- publicista en los setenta.
cieron una broma, le marcaron la cara con una Dorfman dice que cuando lo conoció le llamó
especie de pintura o ácido muy difícil de borrar. la atención «que juntara el entusiasmo por todas
Por eso se tapaba la cara con un mechón. Fue las formas de cultura popular (norteamericana,
algo muy estúpido lo que le hicieron y de alguna latinoamericana, chilena) con un interés voraz
manera lo hizo más fuerte». por la literatura más “enaltecida” de Occidente, y
que en lo que escribía se agitara un intenso deseo
El príncipe de Arauco de liberación/experimentación junto a un vasto
Dicen que fue el periodista Hans Ehrmann conocimiento del lenguaje del pueblo chileno».
quien lo bautizó «El mono», y a su amigo Ma- «Me acuerdo de una tarde en que yo afinaba
riano Aguirre le puso «El mono sabio». Aunque, en mi casa de la calle Vaticano, junto a Cris-
dice Enrique Lafourcade, Olivárez «de mono no tián Huneeus, el texto que Enrique Lihn había
tenía nada». Antes le decían «El indio», cuando redactado para anunciar que el Taller de la uc
se instaló en Santiago. Es interesante que entre ahora se convertía en el Taller de Escritores
los setenta y noventa el escritor haya pasado a te- de la Unidad Popular, detallando las grandes
ner de sobrenombre «el príncipe de Arauco»; así tareas culturales de la revolución. Pasó por ahí
lo llamaban los parroquianos de La Unión Chi- Carlos, que quería asegurarse de que íbamos a
ca, entre ellos Teillier. Delata cierto ninguneo de mencionar a Proust y Joyce y Kafka como un
la vieja escena cultural santiaguina ante rasgos patrimonio al que debían tener acceso todos los
biográficos llamativamente no convencionales chilenos. No se fue de mi hogar hasta que le ase-
para ella –sureño, clase baja, piel morena–, y guramos que no faltaría esa alusión a sus héroes
también cierta resignificación de esos rasgos. literarios (aunque también se tomó una copita
«No estoy seguro de quién me introdujo a de vino con que lo agasajó Angélica).»
Carlos, pero creo que fue Gonzalo Millán que El golpe simplemente potenció su deseo de
un día apareció con él en la casa de Antonio esconderse más y dejar de pitutear como crea-
Skármeta, si mal no recuerdo», dice Ariel tivo en agencias de publicidad y de escribir para
Dorfman desde Estados Unidos. «En todo caso, las revistas de Quimantú, como Onda, Ahora y
miro hacia atrás y lo veo siempre cerca nuestro Quinta Rueda, donde era redactor jefe. Aunque
–de Antonio y de Mariano Aguirre y de Poli y él mismo le quitaba dramatismo a la situación.
tantos más–, en el tiempo anterior a la victoria En un ejercicio de humor negro que sería su
de Allende y luego durante los tres años de la marca registrada, le decía a Antonio Martínez:
Unidad Popular. Terminamos militando juntos «No me fui de Chile por flojera, había que hacer
en el Mapu. Y fue una figura fundamental, por muchos trámites y me casé… Tal vez fue la floje-
cierto, en la resistencia cultural durante la época ra, o bien por llevar la contra. No me fui cuando
de Pinochet y en los primeros intensos años de todos se fueron; me casé cuando todos se divor-
la transición, sobre todo en La Época.» ciaban, tuve hijos mientras estaba cesante».
«Era un cuentista extraordinario. Aunque ve- «No tenía mucho sentido escribir; no ha-
nía de la provincia, practicaba una literatura de bía lectores ni actividad editorial; se cerraron
empuje cosmopolita: estaba muy familiarizado las librerías. Pero como nunca se da el vacío,
con los narradores norteamericanos. Llegó a emergieron pseudoescritores. Los Premios Na-
vivir al pensionado del Instituto Pedagógico», cionales de todo ese período lo revelan. En el
recuerda Antonio Skármeta; «Había publicado nivel más cotidiano, el escritor perdió la pre-
un cuento que empezaba diciendo algo así como sencia ciudadana. Antes eran escuchados en
“Vestido como un rey con una chaqueta Scappi- las tertulias, en las tribunas más diversas; hasta
ni”, entonces el publicista de esa famosa marca nosotros, los del sesenta, teníamos cierto gla-
destacó la frase en un aviso comercial y Carlos se mour… En la brutalidad, el escritor no encaja;
quejó y pidió como “derechos de autor” una cha- repele las palabras fuertes, las órdenes, una at-
queta nueva. El publicista, con buen humor, se mósfera comparable a la electricidad, donde no
la consiguió». No es casual que Olivárez, fami- hay matices. Y la escritura es sólo matices. Se
liarizado con las frases cortas, las onomatopeyas, vivía en la desconfianza de uno hacia la sociedad
18
y de la sociedad hacia uno, entre recelos recípro- de moverse, la autonomía del sujeto. Es una
cos por la transparencia del mal.» fractura dentro de lo que la literatura chilena
Esa «transparencia del mal» Olivárez la vio de venía haciendo. Destacó la figura del marginal
cerca durante toda su vida. Porque detrás de toda urbano. Pero con una marginalidad distinta de
su ironía e inteligencia, que lo hizo abrazar mejor los clásicos de la literatura chilena, como la del
y antes que nadie la cultura pop y el humor más Cincuenta, que era burguesa. Acá el sujeto es
delirante, parecía esconderse una gran tristeza. autodidacta, un estudiante universitario cuyo
mayor capital es el conocimiento, pero desde
Acá mandan los libros un saber humanizado, no academicista y medio
«El que quiera tiene la más absoluta libertad místico.»
de opinión. Como no hay dinero para pagar las «La dictadura influiría claramente en su bio-
colaboraciones pido generosidad y obviamente grafía y trabajo literario –continúa Espinosa–.
calidad. Acá mandan los libros, no el director.» Se mantiene la melancolía, el tiempo que se
Eso decía Olivárez desde su despacho en La eterniza y la realidad que excede al sujeto con
Época, compuesto por apenas un computador, eventuales estados epifánicos Pero ahora el suje-
un escritorio y una silla. También un mueble to está atrapado, encapsulado en un orden que lo
lleno de libros recién llegados o en revisión. Y supera, desborda y se impone el decadentismo, la
la colección completa del suplemento «Libros», conciencia absoluta del fracaso. Es muy distinto
del que sacó 535 números, y 350 solo, sin ayu- de los sesenta, donde estaba todo por hacer. En
dantes ni colaboradores. los ochenta ese goce ha desaparecido y está todo
De suéter de colores claros, camisa y grue- atrapado por el desencanto y la represión. Esté-
sos anteojos, llegaba con un bolso tipo cartero. ticamente son textos tremendamente poderosos,
Lento y relajado. Bueno para hablar, siempre es- donde logra depurar aun más su estilo y en ese
taba comentando libros, citas, noticias, haciendo sentido la relación entre sujeto, biografía y obra
chistes. Después se tomaba un café –instantá- es de una manera absoluta.»
neo–, encendía un cigarrillo y se ponía a leer los Diego Muñoz Valenzuela lo recuerda a co-
diarios del día. Finalmente, encendía la pantalla mienzos de los ochenta tras el triunfo del Sí en el
y se ponía a escribir, acompañado de café con primer plebiscito, cuando ya estaban asumiendo
leche o chocolate. En tiempos sin Internet ni que se venía otra década de Pinochet, conver-
celulares el Olivárez periodista usaba a amigos sando en La Casa del Escritor. Un personaje de
como el poeta Francisco Véjar o Lorenzo Peira- «ojos oblicuos, pómulos salientes, ancha cabeza,
no para ubicar a sus fuentes. Armaba mapas con pelo retinto y sonrisa fácil», que estaba al día de
los lugares donde transitaban sus entrevistados. las andanzas de los nuevos escritores porque era
La crítica Patricia Espinosa, que trabajó con bien conocido por estar bien informado de todo.
él en La Época, cree firmemente que Olivárez «Tras una hora de conversaciones, decidimos
«es el más destacado narrador de cuentos de esa trasladarnos a un sitio más apropiado, y eso me
generación del setenta, la del entusiasmo», inte- trajo grandes expectativas. Nos sentamos en un
grada por Antonio Skármeta, Ariel Dorfman, bar, y ante mi sorpresa, él pidió Coca-Cola. No
Poli Délano, Fernando Jerez y Manuel Miranda. podía creerlo. El ídolo se venía al suelo. Yo pedí
En sus textos, dice, respiran «todos los mitos de algo más serio, y él no se inmutó. Después supe
la época: el hippismo, la revolución, el cambio, la que para el Mono el trago había quedado atrás
innovación», pero al mismo tiempo influencias para siempre, consumida ya la dosis para una
que abarcan desde el larismo de Teillier hasta vida completa. O para varias vidas. Continuó
el objetivismo francés de Robbe-Grillet, pasan- la conversación sin límite, aquella vez y muchas
do por Cortázar, el mexicano José Agustín y la veces más en el futuro. Era un escritor ocurren-
literatura beatnik. «Su literatura era muy expe- te, simpático, divertido, agudo, sabio, una delicia
rimental. Destacaba la melancolía, la extrañeza de persona.»
ante lo cotidiano, que lleva a sus protagonistas a
privilegiar la libertad, el despertar a lo erótico y Los novísimos
el deseo, las contradicciones existenciales. Todo Los novísimos. Esa era la generación a la que
eso está en Concentración de bicicletas: el deseo pertenecía Olivárez y que compartía con Poli
de vivir desde la precariedad material, el deseo Délano, Antonio Skármeta, Ariel Dorfman,
19
a unas pocas cuadras del núcleo del poder. Nos transformarlo en un libro. Con todo, el esfuerzo
juntábamos de día, de once de la mañana a cinco de Carlos valió las penas de Jorge. Hubo len-
de la tarde. Y se corrió el dato, allí fueron llegando tísimas y ricas memorias, brillantes zonas de
escritores de provincia, aun del extranjero, hasta encendido espíritu, recuperaciones. Teillier bus-
nos llegaban cartas. Algunos creyeron que éra- caba ser invisible. Olivárez, conocerlo y quererlo
mos disidentes de la SECh. Imposible no dejar mejor. El libro es un homenaje a Teillier y a Oli-
constancia de la gentileza de don Wenceslao Ál- várez. Y a la corte de amigos muertos que no
varez, su dueño. Se nos ocurrió hacer la antología llegaron al tercer milenio. A esos que ardieron
Nueva York 11, publicada en 1987, y para inte- aquí, y que habitan la sencillez con la que Carlos
grarla no se exigía más requisito que ser habitual Olivárez, el indio-andaluz, logró reunirlos. En
de más de diez años. Con Jorge Teillier hicimos una mesa con viejos vinos de revelación, a con-
el famoso poema del Chico Molina, homenaje al versar como en los tiempos antiguos, sobre los
siempre inédito poeta Eduardo Molina Ventura». tiempos modernos que, obviamente, son los de
La antología la publicó Galinost. «Medio en Chaplin o de Los Tres Chiflados.»
broma, bautizamos al grupo como “La vanguardia En esas conversaciones con Teillier, Olivárez se
de la retaguardia” y la verdad es que nos reunía- proyectaba a través de las preguntas y, aunque era
mos para conversar sobre literatura. Escogimos capaz de capturar al personaje, también dejaba
La Unión Chica porque era un lugar apacible, mucho de él en cada una de sus intervenciones.
estaba a la salida del metro y con el dueño mante- En un pasaje, le explica al poeta: «Yo encuentro
níamos una relación amistosa», recuerda Olivárez que tú tienes simpatías por un tipo de personas
en entrevista con Sonia Lira en 1989. con oficios o costumbres medio outsiders, que
En noviembre de 1993 llegaría a librerías son boxeadores, futbolistas, hípicos, cantantes de
Conversaciones con Jorge Teillier (Los Andes), tangos. No son personas de grandes éxitos. Re-
donde Olivárez se asume como canalizador de cuerdo que en una oportunidad diste una charla
todo lo que el poeta quiere decir y recordar sobre sobre el tango y el estrado estaba en un ring».
su proyecto literario, y sobre boxeo, cine, mujeres Un juego de espejos que por supuesto a Teillier,
y, empujado por el entrevistador, sobre Neruda, venido del mismo sur «ahumado», le encantó.
lo mapuche, el feminismo y hasta la relación de «Para llegar a ser agregado cultural, primero hay
Yoko Ono y John Lennon («lo mataron y aún que lavar las calles de las putas. Estar al margen,
hoy la sigue manteniendo»). Teillier se había es- cierto margen. Para llegar al éxito, primero hay
condido en su biblioteca por temor al libro que que ser marginal. Lo que hablo es de otra cosa.
Olivárez quería escribir sobre él. «Yo fui a ver a El tipo marginal por voluntad es alguien que
Jorge a su casa en Santiago –dice Lafourcade– y consagró la vida a lo que realmente amó. ¿Éxito
la empleada me dijo que estaba, pero que no le con las mujeres? Todo poder tiene éxito con las
dijera que ella me había dicho. Lo hallé al fondo, mujeres. Al poder llegan las mariposas noctur-
entre libros, como un refugiado. Me confesó con nas. Después todos quedan abandonados con
auténtico susto que huía de Olivárez, que quería sus viejos recortes color sepia. La del boxeador
21
–como la del escritor– es una carrera solitaria. Si habría triunfado en el flamenco del zapateo y las
no es solitaria dejas de ser escritor y empiezas a saetas de lamentaciones.»
ser empresa.»
Carlos, más melancólico, aprendió el estilo de Cierta indiferencia
Teillier, divagatorio, brumoso, esa suerte de poé- ¿Por qué la obra de Olivárez no ha tenido la difu-
tica de la ensoñación que se iniciaba con vasos sión que merecía? En su momento Concentración
de poderosos vinos tintos arrabaleros, de esos de bicicletas fue recibido con cierta indiferencia,
que dejaban su beso de tanino en los labios. Otra y décadas después sigue siendo sorprendente esa
muestra de sus intercambios: incapacidad de valorarlo. Quizá la respuesta esté
en el contexto politizado, tradicionalista o ne-
Teillier: El 80 por ciento de los chilenos son gador de la influencia pop en que surgió, y en el
débiles mentales. La alegría no les gusta. Son carácter esquivo y para algunos parco del autor.
envidiosos. Esta timidez configuraba su deseo de dejar una
Olivárez: Eso también se dice entre franceses. huella a la vez que pasar desapercibido.
Se dice que Sartre estaba envidioso de Camus y El humor lo ayudaba a enfrentar la interro-
por eso no aceptó el Premio Nobel... te digo, la gante acerca de la escasa repercusión de su obra,
envidia no es una exclusividad de los chilenos... especialmente cuando veía sus libros en los sal-
Teillier: Lo que pasa es que ahora se cultiva. dos de las librerías de viejo o regresaba del exilio
algún colega que, a pesar del espanto del destie-
El bar fue testigo de largas charlas de navega- rro, había continuado su proyecto literario. De
ción por la memoria, y a la vez, de adivinación hecho, hasta hace un tiempo era posible encon-
del porvenir. Eran poetas con tiempo libre. Ha- trar ejemplares impecables de Concentración de
bía silencios y desplazamientos. Olivárez se iba bicicletas en la inmensa librería de viejo Muñoz
poniendo triste. Teillier, más bien alegre. A ve- Tortosa ubicada en San Diego pasado avenida
ces llegaba a unírseles Martín Cerda, otro gran Matta. La edición que tiene esa cubierta pop de
charlista. Pero no hablaban sobre el Colo-Colo la silueta triplicada de las ruedas delanteras en
ni de política. A Cerda nadie podía desmontarlo colores azul y rojo, aunque de lejos parece como
de su caballo blanco afrancesado, estructuralista. si hubiese sido intervenida con lápices pasta.
Con todas las derivaciones filosóficas del caso, Afortunadamente en marzo de 2011 apareció
moviéndose con elegancia de Lukács a Barthes, una reedición a cargo de Simplemente Editores
de Ortega a Sartre. que incluía elogiosas reseñas y homenajes de au-
Sobre la amistad de Olivárez y Teillier, siem- tores como Díaz Eterovic, Muñoz Valenzuela y
pre el líder de los regados encuentros en La Virgina Vidal.
Unión Chica, Enrique Lafourcade tiene sus Se le menciona (con cariño) en algunos blogs.
propias teorías: «Siempre vi a Teillier como a A veces aparece citado para hablar de la literatu-
un velero, como una lancha con una sola vela ra de los setenta o la Nueva Narrativa Chilena,
navegante, yendo y viniendo entre los vientos. que él reporteó desde su trinchera de La Época.
Caminaba por el centro de Santiago como si es- Aunque no tenía problemas en ser entrevistado
tuviera cruzando el canal de Chacao. Lo traían, por revistas como Apsi o el diario La Nación, ha-
se lo llevaban. A Olivárez, con sus greñas lacias bía algo de antiestrella en sus actitudes que no
y su mirada fija y su silencio decidor, incitador, lo hacía demasiado atractivo para el Chile de la
lo encontraba raro, orgulloso, erudito, áspero. transición.
Se rumoreaba que andaba con un cuchillo. “De Según algunos, no fue el golpe el gran obs-
atrasito pica el indio”, me decía Teillier. Olivárez táculo de su viaje en bicicleta, sino el cierre del
aprendió a querer a Teillier. Y este, a Olivárez. diario La Época. Fernando Jerez dice en un perfil
“Lucho Gatica nos unió”, me decía Jorge. El in- publicado en el sitio de Simplemente que el fin
dio fue un hombre inteligente. Un poco lento de ese medio, «a cuyo suplemento literario con-
como todos los del Mapu, como los hombres sagró todas sus energías, le produjo un enorme
de la tierra. Bueno, para escribir yo no lo en- dolor. Desde entonces, su salud comienza a re-
contraba tan lento. Claro, agudo, directo. Podía sentirse». Dice que se dedicó a vender pescado
ser feroz al calificar. ¿Era mapuche? ¡Para nada! y mariscos en la Vega Central. Fallecería el 3 de
Un sevillano, tal vez. Un andaluz, un gitano que mayo de 1999 a los 55 años por complicaciones
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broncopulmonares y cardiacas. Dejó dos hijos y esquivo a su obra que a él mismo nunca le inte-
a una viuda, la académica Sonia Olivares, por la resó. En las profundidades de ese Chile salvaje
que dijo: «… cuando todos se separaban decidí y lejano, Carlos Olivárez prefirió que fueran los
casarme, quizá para llevar la contra.» otros los que hablaran.
Al parecer el único artículo en prensa nacional
que se publicó para su muerte fue en la Revis- Juan Carlos Ramírez Figueroa es periodista, director de
LuchaLibro y autor de Crash! Boom! Bang. Una teoría sobre la
ta de Libros de El Mercurio. Lo firmaba María
muerte del rock (Eutopía, 2017).
Teresa Cárdenas y lo presentaba como «un di-
vulgador de la literatura a través de las páginas
del periodismo». Apareció el 15 de mayo, a once
días de su muerte. En menos de una carilla la
periodista lo describía como «bastante huraño
a primera vista» y decía que eso dificultaba un
acercamiento a él. «Con su actitud distante, a
veces burlona o impertinente, llegaba incluso a
ahuyentar a quienes recién lo conocían.» En el
siguiente párrafo el texto reivindica esa actitud:
dice que el panorama era distinto para los que
lograban traspasar ese primer obstáculo. «Surgía
entonces el hombre tímido, el periodista com-
prometido, el escritor muchas veces ignorado.
Un ser vulnerable, y, por lo mismo, querible.»
Otro «homenaje» apareció el 6 de junio de ese
año en El Mercurio, firmado por Enrique La-
fourcade con el título «Charlando soy feliz. La
vida es breve. Memorias de Carlos Olivárez y
reconocimiento de su espléndido libro Conver-
saciones con Jorge Teillier». Para Lafourcade, con
su muerte disminuía «el exclusivo club de los
grandes conversadores de Chile», y recuerda una
cosa que le dice Teillier en medio de la conver-
sación: «A los chilenos no les gusta la alegría».
«La última vez que lo vi fue unos días antes
de su muerte. Estaba yo de visita en Chile y me
contaron que se encontraba muy enfermo. Mi
amiga Elizabeth Lira se ofreció para llevarme al
Jota Jota Aguirre. Carlos no me soltó la mano
durante una hora y conversamos de todo lo que
hablan los amigos, los amores, los perdones, los
olvidos, las esperanzas y, claro, su amor entraña-
ble por su familia», dice Ariel Dorfman.
Con la muerte de Olivárez se perdió un per-
sonaje clave para entender la cultura nacional
en el exilio interior en tiempos de dictadura,
la vida y cultura de aquellos que se quedaron
en el Far West y debieron aprender a quedarse
callados o a no lucir mucho. Aunque conside-
rando su trabajo en medios, antologías, debates
o simplemente el modo como logró profundizar
en amistades con otros como él, su velado luci-
miento no fue poco. Se le recuerda con cariño y
los ojos nublados, aun con ese reconocimiento
Punto Seguido
Nudos ciegos
Juan Cárdenas
Soy escritor. Básicamente escribo novelas, que el texto mismo le hace al objeto, sino a sa-
1
cuentos y ensayos, pero en vista de que lle- biendas de que los procesos de legitimación
vo muchos años inmiscuyéndome en los asuntos cultural exigen que una serie de firmas reconoci-
de los artistas, tratando de comprender qué ha- das avale las piezas.
cen y qué hicieron los artistas en otros tiempos,
mi trabajo ha quedado completamente involu- En relación con los objetos artísticos, el
5
crado en un quehacer anfibio que ya ni siquiera texto suele tener una existencia subsidia-
me interesa definir. Literatura que quiere ser ria, parasitaria o a lo sumo instrumental. Y estos
arte. Arte que quiere ser literatura. Me da igual. adjetivos se extienden al sujeto que firma los
textos, a quien los artistas tratan con una extraña
Sucede que a menudo recibo encargos de mezcla de reverencia irónica y recelo, como ha-
2
parte de galerías o instituciones para es- ría un feligrés medio agnóstico con el cura del
cribir sobre sus muestras, y más de una vez he pueblo.
podido constatar la curiosa relación de tensiones
y mutuas desconfianzas que se generan entre el Por supuesto, existen muchos artistas que
6
bando de los agentes del arte y el bando de los escriben y que, por lo tanto, entienden
que escriben. muy bien hasta qué punto la relación entre es-
critura y arte es una especie de danza de atracción
Algunos artistas ven los textos como un y repulsión, donde las fuerzas contrarias produ-
3
mal necesario, algo que en cierto modo cen movimientos inesperados de sentido y de
ayuda a contextualizar su trabajo pero que en percepción. En suma, hay artistas que entienden
teoría no debería estar allí, pues, según ellos, la que escribir es otro arte más.
obra tendría que defenderse sola, sin otra me-
diación que aquella que sucede entre el De hecho, hoy en día, a la luz de debates
7
espectador y la pieza. La presencia del texto en más recientes, existe un cierto consenso
esos casos se acepta a regañadientes. acerca de la necesidad de la mediación crítica en
el arte –incluso se considera a la crítica como una
También sé de muchos artistas y otros «institución»–, y sin embargo, la escritura sigue
4
agentes del mundo del arte que sí reciben pareciendo sospechosa de desvirtuar, distorsionar
con total agrado el texto, pero no tanto por lo o hasta ideologizar la experiencia estética.
24
Por supuesto, Hegel se hacía eco de las Porque lo cierto es que damos demasiado
12 17
ideas de Kant, para quien el arte, movido por sentado lo que hace y cómo funciona
por sus propias fuerzas centrífugas, se estaba por dentro la escritura. Y esto, por supuesto, no
volviendo cada vez más autónomo y sus objetos les sucede solamente a los artistas sino a muchos
tendían a adquirir cierto carácter inefable, mar- escritores, convencidos de que la escritura es un
cado por las aspiraciones de alcanzar un «arte vehículo de comunicación y sentido para contar
25
excepcionalidad cultural de los pueblos andinos, Hyland está convencida de que estos quipus
26
pueblos que, según él, eran capaces de «escribir funcionan como textos tridimensionales,
en el aire». Su teoría ha resultado muy útil para así que sus lectores, a fin de extraer el sentido,
quienes están interesados en mostrar a los indí- debían poder identificar al tacto las distintas fi-
genas como una especie de Otro Absoluto, ajeno bras, los colores, la dirección de las hebras y los
a toda epistemología occidental. nudos con los fonemas. De ser cierto, esto signi-
ficaría no solo que los pueblos andinos conocían
Ver Atahualping Challenge la escritura sino algo todavía más emocionante, y
24
en YouTube. es que en su complejo sistema había que hacer
intervenir varios sentidos de una manera muy
Por desgracia para los decoloniales y los activa: el tacto, la vista, quién sabe si hasta el ol-
25
teóricos de la oralidad radical, un artículo fato. Imaginemos la educación estética que
publicado hace pocos meses en la revista Current debían de tener los lectores de estos quipus, su
Anthropology cuenta que Sabine Hyland, una an- agudeza visual, táctil. Tampoco se sabe si estos
tropóloga de la Universidad de St. Andrews, quipus son una innovación concreta del siglo
encontró en 2015 dos quipus logosilábicos que xviii que los incas desarrollaron en contacto con
habían sido conservados por una comunidad in- la escritura alfabética europea, pero tanto la es-
dígena en la remota región montañosa de San tructura, exactamente igual a la de los quipus
Juan de Collata, en Perú. Pese a que ya no sabían antiguos, como la insistencia de las crónicas de
cómo leerlos, los miembros de la comunidad Indias sobre la existencia de quipus narrativos,
sostenían que estos quipus eran cartas secretas parecen descartar esa posibilidad.
enviadas entre los líderes de una revuelta contra
el Virreinato que tuvo lugar en el siglo xviii. A la luz de estos descubrimientos, y pa-
27
Hyland descubrió que, en efecto, los quipus de sando ya al terreno de la pura especulación,
Collata están anudados de acuerdo a un sistema el diálogo de Cajamarca adquiere nuevos signi-
donde cada signo corresponde a una sílaba en ficados. De comprobarse la hipótesis de Hyland,
lengua quechua. Se identificaron 95 símbolos el gesto de Atahualpa de arrojar la Biblia ya no
(una cifra similar a la de otros sistemas logo- es esa mortífera repulsión entre la oralidad y la
silábicos existentes en el mundo) anudados en escritura de la que hablaba Cornejo Polar, sino el
14 colores, con seis tipos de fibras hechas con choque de dos sistemas de escritura basados en
el pelo de animales como vicuñas, alpacas, gua- dos paradigmas perceptuales muy distintos que
nacos, llamas, venados y vizcachas, además de podríamos caracterizar del siguiente modo: a)
fibras metálicas. un paradigma netamente visual, el nuestro, aquel
También detectó, al final de cada quipu, unas que ha producido este texto que estamos leyen-
series de tres fibras de distintos colores y senti- do, y b) un paradigma multisensorial que implica
do de las hebras, cuyos fonemas corresponden tocar lo que se ve y quizás hasta olerlo, como
a los linajes (ayllu) de quienes escribieron las dicen algunas crónicas que hizo Atahualpa con
cartas. la Biblia antes de lanzarla por los aires.
27
Por otro lado, ese enfrentamiento hipoté- Ahora bien, lo que ambos paradigmas
28 33
tico nos permite apreciar el carácter comparten es cierto carácter metonímico
absolutamente visual de nuestra escritura. Nues- que quizás sea intrínseco a la propia idea de la
tros signos no se huelen, no se palpan: solo se escritura, independientemente del sistema.
miran. Un lector de quipus quizás era capaz de
leer a oscuras, como los ciegos. Nosotros no po- Por carácter metonímico me refiero a una
34
demos hacer algo así porque pertenecemos a cierta inestabilidad del signo, al deseo
una civilización del Ojo y de la Luz. manifiesto que demuestra el signo de resonar en
las vecindades de su rango inmediato de in-
Y sin embargo, ¿no es cierto que al leer, o fluencia semántica. Y me refiero también al
29
mejor, al alcanzar el máximo grado de hecho de que la escritura está apuntando cons-
concentración en la lectura, nos sumergimos en tantemente a su exterior, a lo que no es escritura;
el texto con todo el cuerpo y entonces casi cree- la escritura siente atracción por los bordes, la
mos escuchar, oler y tocar lo que leemos? escritura se desborda, como queriendo dejar de
ser escritura, como queriendo volverse tinta, pa-
Nuestro sistema de escritura le da priori- pel, imagen, voz, sonido, olor, presencia. En
30
dad al ojo y subordina los demás sentidos, definitiva, sea cual sea el sentido o sentidos de
pero solo para recuperarlos más adelante, en la percepción, uno lee con toda la historia de su
peculiar sinestesia de la lectura. propio cuerpo encima.
hacemos al leer. Vamos removiendo capas, una no se agota en ningún significado. La imagen es
detrás de otra, hasta que comprobamos que la una experiencia en el tiempo y por tanto hace
imagen alude a otras imágenes y, casi de inme- interferencia en la señal de otras imágenes de
diato, como si quisiera dejar de ser imagen, la todas las épocas y lugares.
imagen se desborda hacia los márgenes de la
percepción y de la memoria. La imagen también La imagen se traslapa con sus imágenes
44
quiere volverse sonido, quiere volverse olor y, en primas y da inicio a un viaje que, irreme-
últimas, quiere volverse palabra. diablemente, como ocurre con las ondas
producidas por dos piedras distintas en lugares
Según cuenta Georges Didi-Huberman apartados de un estanque, acaba confundiéndose
38
en Pueblos expuestos, pueblos figurantes, fue por unos segundos con el viaje simultáneo que
Walter Benjamin quien «introdujo con maestría las palabras han emprendido en dirección a ella.
la cuestión de la legibilidad de las imágenes, so-
metiéndolas a un desciframiento concebido no
para dar a las palabras la última palabra sobre El colombiano Juan Cárdenas es escritor y traductor. Sus
últimos libros son Ornamento (Periférica, 2015) y El diablo de
ellas sino, al contrario, para poner unas y otras en
las provincias (2017).
una relación de perturbación recíproca, de cues-
tionamiento por medio de un vaivén siempre
reactivado».
La B como epicentro de la Ñ
El boom y su impacto
en el mundo editorial
Consuelo Sáizar
«¿Qué fue el boom? Yo no lo sé. Yo creo que A principios de 2015, presenté a la Univer-
nadie lo sabe con certeza», afirmó Mario Vargas sidad de Cambridge un proyecto doctoral para
Llosa el 26 de noviembre de 2016, durante la realizar un estudio comparativo entre las indus-
conferencia magistral que dictó en la Feria In- trias del libro de España y México. Durante la
ternacional del Libro de Guadalajara (fil). investigación, he encontrado el papel axial que
Años antes –en 2012–, al acompañarlo a re- desempeñó en esa historia un grupo de escri-
cibir el Primer Premio Internacional Carlos tores, los pertenecientes al boom; una agente
Fuentes en la ciudad de México, le escuché literaria, Carmen Balcells; un editor, Carlos Ba-
decir que «el boom no duró más de diez o doce rral, y una ciudad, Barcelona. Además, algunos
años, aunque su estela se haya prolongado has- de sus efectos: la transformación del oficio lite-
ta nuestros días». «¿Qué ha quedado de todo rario (como lo señala el propio Vargas Llosa), la
aquello?», se preguntó, para luego esbozar una aparición del escritor profesional y de las nuevas
respuesta: «Algunos libros que todavía desafían reglas de contratación de libros (definición de
la usura del tiempo y siguen conquistando lec- plazos y porcentaje de pagos de regalías y la di-
tores, desde luego. Y también, acaso, una manera visión de mercados, por ejemplo), y un impulso
nueva de asumir el oficio literario que han he- sin precedentes de las traducciones de sus textos
cho suyas las nuevas generaciones de escritores a otros idiomas. Haré para Dossier un esbozo
latinoamericanos». sin bibliografía ni demás rigores académicos del
El boom ha sido estudiado desde diferentes segundo capítulo, titulado «El Boom Latinoa-
perspectivas: la literaria, la periodística, la his- mericano y el surgimiento del agente literario
tórica, la biográfica y la autobiográfica. Desde en la industria del libro de España: Hacia una
su irrupción ha sido, también, objeto de elogios, sociología de la edición en español».
críticas, intentos de definiciones, de filias y de El capítulo analiza la gestación de la hege-
fobias. Pero hay un aspecto que, en mi opinión, monía en la industria de la edición de libros en
ha sido insuficientemente abordado: el papel español en los años sesenta y setenta del siglo
que desempeñó en establecer nuevas reglas en la xx, estudiando las razones por las que la indus-
industria editorial en español. Y en este campo, tria española se convirtió en protagonista del
como intentaré demostrarlo, su influencia fue fenómeno. Para construir esta explicación, utili-
inmensa. zo la teoría de la hegemonía de Laclau y Mouffe,
30
examino condiciones y factores que hicieron del rubro de literatura corresponde a novelas,
posible el boom, así como los actores clave que justificando así la centralidad de los autores del
participaron en él y las articulaciones que esto boom para la industria del libro en castellano,
propició en la industria del libro y las actividades puesto que ellos, justamente, principalmente
de los escritores. Para ello, analizo bibliografía publicaban novelas.
especializada y la contrasto con las decenas de Por otro lado, es preciso admitir que el boom
entrevistas realizadas expresamente para esta latinoamericano presenta dificultades para ser
investigación, de las cuales destaco la de Mario definido, aunque ello no impide que socioló-
Vargas Llosa, uno de los grandes protagonistas. gicamente sea relevante estudiarlo. Según el
También me apoyo en la consulta crítica de co- periodista Xavi Ayén, uno de los grandes es-
rrespondencias y archivos pertinentes. tudiosos del tema y autor de Aquellos años del
boom, habría sido «lo más importante que le
Algunas definiciones sucedió a la literatura en español del siglo xx».
Llamo industria del libro a las tareas que tie- Ángel Esteban y Ana Gallego, en su libro De
nen como objetivo contratar autores, preparar Gabo a Mario, el boom latinoamericano a través
manuscritos, diseñarlos, convertirlos en libros e de sus premios Nobel, no dudan en afirmar que
imprimirlos en formato de papel, electrónico y/o «los años sesenta y setenta del xx han sido el
audiovisual, para luego distribuirlos y promo- verdadero siglo de oro de la literatura hecha
verlos ante el público lector y en algunos casos en América Latina, la más floreciente de todo
traducirlos a otros idiomas. Dado que incluso el planeta». En otras palabras, estos estudiosos
este campo es bastante extenso, para el análi- ubican la trascendencia del fenómeno incluso
sis de la centralidad de la industria española en más allá de los países de habla española. En sen-
tiempos del boom me enfoco específicamente en tido semejante, en 1964, el novelista mexicano
el seguimiento de la contratación, producción y Carlos Fuentes escribió una carta a otro de los
distribución de las novelas de los autores inte- miembros del boom, el peruano Mario Vargas
grantes de dicho fenómeno, y en cómo la gestión Llosa, afirmando que estaba lleno de optimis-
que de sus obras hizo este grupo modificó las re- mo porque creía que no había «otra comunidad
glas del juego de la industria editorial en español. cultural que produjera» novelas del valor de las
La justificación para concentrar el análisis que habían publicado los autores latinoameri-
en ese segmento de la industria reside en que canos. El uruguayo Mario Benedetti, escritor
representa la parte más significativa de la pro- contemporáneo del boom, pero ajeno a su ges-
ducción editorial. Si se toman en cuenta las tación y desarrollo, también se preciaba en 1967
estadísticas españolas, por ejemplo, entre 1961 de las obras literarias latinoamericanas de años
y 1965 –años de arranque del fenómeno del recientes, en contraste con las de otras latitudes,
boom– podemos ver que ninguna otra categoría y afirmaba que por eso el suplemento literario
editorial aportó tanto a dicha producción. De un de The Times había publicado que la de Hispa-
total de 11,950 libros y folletos publicados por noamérica era la contribución más significativa
la industria editorial española en 1961, 4,296 a la literatura mundial en ese tiempo.
fueron «literatura», y en un lejano segundo lugar La serie de hechos que constituyeron el boom
se encontraba el rubro «derecho, administración ha sido motivo de múltiples estudios desde dife-
pública, previsión, asistencia social, seguros», rentes perspectivas, aunque han prevalecido las
con apenas 2,345 títulos. La proporción siguió miradas literarias y periodísticas. En mi estudio
conservándose a través de los años, pues en me aboco a notar la faceta social y editorial de lo
1962, de 12,243 títulos publicados, 4,360 fueron ocurrido: los antecedentes históricos y sociales
literatura. En 1963 se publicaron 13,981 títulos, que auspiciaron su surgimiento; su impacto en el
con 5,052 en la categoría de literatura. Si bien posterior desarrollo de la industria editorial; sus
hubo algunos cambios, las proporciones siguen efectos en la contratación y en la publicación, e
constantes en los siguientes años, pues, en 1964, incluso en la mercadotecnia editorial. El boom
4,206 de 15,540 títulos corresponden al rubro fue trascendiendo espacios, uno tras otro. En
literatura, mientras que, en 1965, 5,366 títulos cierto punto, como dice el editor Jesús Anaya,
de 17,342 fueron, también, literatura. Asimis- fue «un fenómeno español que se extendió a los
mo, se puede afirmar que la mayor proporción países de lengua española». El también editor
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Joaquín Diez-Canedo enfatiza que muchas de más complejo cuando se hace notar que el boom
las novelas del boom fueron traducidas muy no fue solo una campaña de promoción comer-
pronto a otros idiomas, lo que dio visibilidad cial de autores latinoamericanos –a pesar de que
y duración a la comercialización de los libros, en la construcción de la hegemonía también
tanto en otros mercados lingüísticos como en el incidieron las campañas publicitarias que estos
de habla española. Así el canon literario inter- autores mencionan–, sino que el fenómeno tuvo
nacional se amplió, y al mundo europeo y el de también un indudable impacto literario en el
habla inglesa se les sumó otra región cultural del mundo del libro y en el campo cultural de habla
planeta. española.
La dimensión social del fenómeno es notoria Llama la atención el reiterado rechazo de
también en lo que Ayén resalta, al referir que algunos novelistas que fueron incluidos como
involucró a una enorme cantidad de lectores: «si miembros del boom por críticos literarios y
hubiera sido un fenómeno de críticos o de una periodistas para aceptar el fenómeno y el ha-
minoría de lectores cultivados no estaríamos ha- ber participado en él. El novelista cubano Alejo
blando de esto. Yo creo que no lo llamaríamos Carpentier (1904-1980) escribió, por ejemplo:
así porque no estaría justificado que se llamara «Yo nunca he creído en la existencia del boom
boom». Ante hechos como estos, las interpreta- (…). El boom es lo pasajero». En pleno auge
ciones del boom abarcan, comprensiblemente, del término, el escritor colombiano Gabriel
una gama que va de su caracterización como un García Márquez manda una carta a su colega
mero acontecimiento comercial hasta las lectu- Vargas Llosa, fechada el 12 de noviembre de
ras de los sucesos que lo ven como parte de un 1967, asegurando: «La desacralización del boom
más amplio proceso cultural y social. me parece saludable». Por su parte, a través de
los años, Vargas Llosa ha expresado diferentes
Orígenes posiciones al respecto. En 1972, por ejemplo, lo
Fue en la revista argentina Primera Plana don- calificó como un «accidente histórico»; en 2016
de se usó por primera vez el apelativo de boom dijo: «¿Qué fue el boom? Yo no lo sé. Yo creo que
latinoamericano para referirse a un conjunto de nadie lo sabe con certeza», pero en 2012 había
autores que empezaban a despuntar internacio- afirmado que el fenómeno «no duró más de 10
nalmente. La mención se hacía en un texto del o 12 años, aunque su estela se haya prolongado
crítico Luis Harss en el que este aclaraba, dentro hasta nuestros días».
de un paréntesis, que se refería al auge edito- De manera semejante, otro participante del
rial y de lectores que estaban teniendo algunas fenómeno, el novelista chileno José Donoso,
novelas latinoamericanas. La expresión aludía e escribió en los años setenta que era difícil defi-
imitaba una muy usada en ese momento, la del nirlo «con siquiera un rigor módico». Asimismo,
boom económico italiano. Si bien no lo caracte- si bien no ha dejado de haber controversia en-
rizó de esa manera, el crítico cultural uruguayo tre críticos, lectores y aun los mismos autores a
Ángel Rama escribió que el término no solo era propósito de quiénes y qué obras formaron parte
la onomatopeya de una explosión en inglés, sino de él, hay cierto consenso en que los personajes
que era también un concepto que provenía de centrales, los protagonistas del boom latinoa-
la mercadotecnia estadounidense para designar mericano, fueron el argentino Julio Cortázar, el
un alza súbita y significativa de ventas de algún mexicano Carlos Fuentes, el colombiano Gabriel
producto. García Márquez y el peruano Mario Vargas Llo-
En efecto, en la promoción del boom se usaron sa. Donoso, por ejemplo, escribe sobre los cuatro
técnicas de publicidad y mercadeo. Así, aun- subrayando que todos ellos alcanzaron, en varios
que el historiador mexicano Javier Garcíadiego sentidos, una categoría tanto literaria como co-
valora la calidad literaria de los involucrados, mercial que otros escritores jamás tendrían.
también afirma: «Quien ha hecho realmente el Se ha discutido, también, si algunos de los
mercado latinoamericano de literatura es la in- autores del boom desplegaron estrategias de
dustria española (…) La aportación española en creación de capital cultural para incrementar su
el boom fue la comercial, el mercadeo», con lo prestigio literario, alcanzar reconocimiento in-
que le adjudica dimensiones económicas y co- ternacional y consolidar su capital económico.
merciales. Sin embargo, el panorama se vuelve Se ha afirmado, por otro lado, que los novelistas
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del boom requerían no parecer autores que fue- anterior: «Boom es una palabra inventada que
sen meros productos de la publicidad, sino que designa el fenómeno de renovación lingüística,
para alcanzar consideración universal les conve- temática y formal de la novela», dice en el libro
nía ser vistos como especiales –no meramente de Xavi Ayén.
como continuadores de una literatura regional Así pues, las diferencias a las que aluden los
homogénea– y que requerían mostrarse como estudiosos permiten notar que este fenómeno no
originales e innovadores y por ello fuente de una fue solamente un movimiento o un estilo litera-
renovación literaria en el idioma. rio. Si se piensa en términos sociales y editoriales,
se pueden notar dimensiones que van más allá
Entre la propuesta literaria y el logro de lo literario. En cuestión generacional, por
comercial ejemplo, el criterio tampoco parece ser uno de
Ángel Esteban y Ana Gallego mencionan la sus rasgos definitorios. De entre los cuatro pro-
publicación de obras como El siglo de las luces tagonistas, solo dos coincidían en edad. En 1962,
(1962) de Carpentier, La muerte de Artemio Cruz el año específico que varios señalan como el del
(1962) de Fuentes, Rayuela (1963) de Cortázar arranque del boom, el más joven de los persona-
y La ciudad y los perros (1963) de Vargas Llosa jes centrales, Vargas Llosa, tenía 26 años; García
como evidencia de la ola de calidad literaria que Márquez y Fuentes, 34; mientras que el mayor,
ocurrió a principios de los años sesenta; se trata, Cortázar, casi duplicaba la edad del peruano pues
en todos los casos, de novelas que se han con- tenía 48 años. El boom latinoamericano, entonces,
vertido en piezas fundamentales del canon de la tampoco fue una generación de escritores.
literatura en castellano. Este estudio se nutre de los planteamientos ya
Y aunque en los medios de comunicación se expuestos para entenderlo como un amplio fe-
dijo, con frecuencia, que el boom se identificaba nómeno social, cultural y editorial, en tanto que
con el estilo denominado realismo mágico, lo aumentó la atención hacia los productos cultu-
cierto es que las obras de los novelistas latinoa- rales de una región y potenció hechos como el
mericanos expresaban múltiples estéticas. En número de lectores, ediciones y traducciones de
la apreciación del académico y crítico literario libros de autores latinoamericanos. Esto sucedió
peruano José Miguel Oviedo, había diferencias como parte de la articulación de una nueva he-
importantes entre las novelas de los escritores gemonía, de la que los hechos mencionados eran
latinoamericanos, pero compartían un elemen- elementos constitutivos. Una parte de la especi-
to común: su carácter experimental en términos ficidad editorial del fenómeno radica en que el
formales que, sin embargo, tomaba distintas surgimiento de este mercado de lectura se dio a
direcciones. través de empresas editoriales de un perfil muy
Por otro lado, el editor mexicano Tomás Gra- específico: de carácter eminentemente cultural y,
nados coincide en rechazar que el boom fuera en realidad, de pequeña dimensión. Esto apunta
una mera operación comercial, al afirmar que a una de las características del boom: su naturale-
«no es un fenómeno inventado, hay elemen- za hegemónica no es exclusivamente económica,
tos literarios de novedad radicales en el boom»; sino que abarca diferentes facetas de creación de
Diez-Canedo también lo ve hoy de esa forma, significados sociales.
afirmando que «mediáticamente no pudo haber
sido construido». Oviedo no descarta el fenó- Los protagonistas
meno como un acontecimiento comercial, sino He seleccionado como objeto de mi estudio a
que afirma que hubo una «notable conjunción cuatro de los protagonistas del boom: Julio Flo-
de grandes novelas surgidas a mediados de los rencio Cortázar, Carlos Fuentes Macías, Gabriel
años sesenta», además de que el boom y sus ac- José de la Concordia García Márquez y Jorge
tores llevaron a que se volteara a ver a autores Mario Pedro Vargas Llosa. Cada uno de ellos
publicados en las décadas precedentes, que solo me permitirá efectuar diferentes análisis de
habían recibido atención local y de estamentos gestión editorial a lo largo de mi investigación
culturales e intelectuales muy específicos. Es de doctoral, pues cada uno de ellos presentan ca-
considerar la apreciación de la agente literaria racterísticas singulares.
española Carmen Balcells, figura central de la El segundo cuadro de actores a analizar se
proyección del «grupo», que iba en el sentido compone del epicentro geográfico donde se
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desarrolló gran parte del fenómeno, Barcelona; la que inicia un nuevo ciclo, aunque habría que
de la agente literaria que estableció diferentes esperar a Cien años de soledad para hablar de una
grados de relación editorial con ellos, Carmen nueva galaxia de ventas». En efecto, de Cien años
Balcells, y el impacto que su gestión tuvo en el de soledad llegó a venderse más de un millón de
ámbito de la edición de libros; del editor que al ejemplares en español entre 1967 –fecha de su
publicarlos inició su dimensión internacional, primera edición en Argentina– y 1976, lo que
Carlos Barral, y del propio término que dotó llevó a un crítico a decir que la novela del co-
al ámbito editorial de nuevos elementos en los lombiano «fue el auténtico salto, la construcción
contratos autor-editor desde la década de los se- de una marca llamada boom».
senta, cuando estalló el boom. El análisis de Esteban y Gallegos coincide en
Hubo condiciones sociales e históricas que hi- que el verdadero auge de ventas sucedió hasta
cieron posible el surgimiento del fenómeno, por 1968 con Cien años de soledad, que superó por
ello analizaré los factores contextuales que influ- mucho lo previo. Personalmente, me inclino por
yeron en que los hechos ocurrieran de la manera afirmar que Cien años de soledad consolidó lo que
en que lo hicieron. Vargas Llosa había iniciado con la publicación
La revolución cubana se menciona reite- de La ciudad y los perros, aunque el propio Vargas
radamente como uno de los antecedentes Llosa ha afirmado que «sería más justo decir que
significativos del surgimiento y de la trascen- ese papel pionero, anunciador del boom, debe
dencia editorial del boom (Ángel Rama, Vargas concederse a la primera novela de Carlos Fuen-
Llosa, Garcíadiego, entre otros). También tes, que apareció en el año 1958, es decir, cuatro
fue contemporáneo de una serie de hechos años antes que la mía». Se refiere a La región más
que entonces, y hoy, se suelen identificar con transparente, publicada en México por el Fondo
importantes cambios sociales: los movimientos de Cultura Económica, en 1958.
antirracistas en Estados Unidos; el Concilio En 1967, el guatemalteco Miguel Ángel
Vaticano II, que ponía al día a la Iglesia Católica; Asturias gana el Premio Nobel de Literatura;
los conflictos como el Mayo del 68, la Primavera Vargas Llosa recibe en Venezuela el premio Ró-
de Praga, la guerra de Vietnam. mulo Gallegos, por La casa verde; en Barcelona,
Las fechas de inicio y conclusión del boom el premio Biblioteca Breve de la editorial Seix
son objeto de debate. Hay, sin embargo, hechos Barral le es otorgado al mexicano Carlos Fuen-
definitorios que parecen estar fuera de duda: la tes por Cambio de piel; en Argentina se publica
misma revolución cubana y el hecho de que en Cien años de soledad; en España, aparece la edi-
1962 el joven peruano Vargas Llosa se convierte ción ampliada de Tres tristes tigres, del cubano
en el primer latinoamericano en ganar, en Espa- Guillermo Cabrera Infante. En tanto todo eso
ña, el premio Biblioteca Breve, convocado por la ocurría, en el mismo año de 1967, la agente edi-
editorial dirigida por Víctor Seix y Carlos Barral. torial Carmen Balcells empezaba a negociar sus
Por lo acertado de sus cinco ediciones anterio- contratos con nuevas cláusulas, porcentajes de
res el premio se había erigido ya en un punto de regalías y plazos, que permitirían a los autores
referencia de la vida literaria del idioma español, que representaba convertirse en escritores pro-
pero hasta entonces había sido otorgado solo fesionales, una figura inédita hasta ese momento
a escritores de nacionalidad española. En este en la patria de la ñ.
contexto, el reconocimiento a la novela de Vargas
Llosa es, para muchos estudiosos, el certificado Consuelo Sáizar es mexicana y ha sido directora general de las
editoriales Jus, Hoja y Fondo de Cultura Económica, además de
de nacimiento del boom. La novela se convirtió
presidenta de Conaculta y del Cerlalc.
en uno de los libros más vendidos tanto en Es-
paña como en América Latina, y catapultó la
atención hacia la literatura latinoamericana; este
premio se puede señalar, pues, como el punto de
quiebre en que lo latinoamericano comienza a
volverse atractivo para la industria del libro en
castellano y muy especialmente, para España.
Por ello Ayén afirma que La ciudad y los pe-
rros «abre la puerta al fenómeno. Sin duda, es
Punto Seguido
Yin
Cristian Geisse
Yo entré a un lugar al que no sé dar nombre Pero no. Por una serie de circunstancias algo
Gabriela Mistral, mayo de 1944 difíciles de explicar, quizás nunca lo dejemos en
paz. En una de esas, porque jamás lleguemos a
Angustiado, tolerando muy mal el horror y la saber quién fue en realidad.
tristeza, le digo a mi mejor amigo: «Nacho, ayú- *
dame a sacar a Yin Yin del infierno». Él me mira A gente prominente como Gabriela Mistral se
a los ojos y me dice: «Primero hay que saber si le suele retratar en historias inevitablemente
existe algo así como el infierno». deformadas, que varían, se hacen movedizas y
Tenemos que entender que Gabriela Mistral cambian de acuerdo a los contextos y sobre todo
sí creía en un lugar como ese. a los observadores, a lo que están buscando, a lo
* que quieren ver u oír.
Yo no sé si esté bien decir esto, pero quizás haya En su caso, hubo un momento en que todo
que haber criado a un niño para comprender la parecía un cuento de hadas. Una humilde campe-
magnitud del horror que se siente cuando muere sina, víctima de horribles ofensas e insuperables
a temprana edad. No importa si fue hijo de uno o obstáculos, se convierte en reina. Siempre circu-
no. Más honda y perdurable es la herida cuando ló también esa otra versión, folletinesca, de una
se ha suicidado. Peor cuando uno llega a sentir sufrida protagonista entre humillada y enalteci-
que se tiene responsabilidad en el hecho. Creo da que triunfa ante la adversidad. A mí, a partir
que nadie puede sanar del todo de algo así. Esto de la noche del viernes 13 de agosto de 1943,
es importante: es casi imposible dimensionar el cuando Yin Yin –su hijo– toma arsénico, no me
agujero oscuro en que se vive después de una ex- cuesta nada pensar en su vida como una novela
periencia como esa. Por favor intenten ponerse negra. El centro gravitacional de esta novela es
en sus zapatos: esa precisamente fue la puerta de un misterio sórdido, un hecho de sangre y locu-
entrada de Gabriela Mistral a su infierno privado. ra, marcado por un mundo abyecto, corrupto y
* cruel. En esa novela yo soy el detective, cínico
Hoy Yin Yin tendría noventa y dos años. Si y descreído, y tanto Gabriela como su sobrino
hubiese sido un ser menos visible, y hubiese son víctimas de un horrible crimen, que en una
muerto un par de décadas atrás, posiblemente de esas ambos cometieron. También es una no-
estaría en proceso de difuminarse en la niebla vela fantástica, donde el desconcierto, la duda,
para siempre. la fisura en la realidad se impone: ¿qué diablos
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pasó en realidad? ¿Qué es lo que debo terminar Godoy, y es una especie de gólem textual que
creyendo? ¿Es esta una historia de fantasmas? todavía anda por ahí. Sin embargo, a diferen-
¿La mujer estaba loca? ¿O el mundo tiene en- cia suya, yo le ordeno que sea feliz. Ya presentía
granajes secretos y la respuesta se encuentra en entonces –hoy lo sé con total certeza– que mi
un lugar al que no podemos acceder? conocimiento del drama de Yin era demasiado
Como sea, es una trama casi absurda que nos superficial. Y siempre había tenido la esperanza
lleva a los límites y nos hace dudar de las fron- de hacer un estudio más serio y profundo. La
teras de lo real. Yo incluso he llegado a leerla oportunidad de escribir este artículo hizo mi
como una larga narración de horror cósmico. Y esperanza realidad. Pero, como dice un filósofo
por supuesto es también una tragedia. Se vive chileno: toda esperanza tiene su infierno.
así, sobre todo mediante la novela epistolar que *
nos quedó en las cartas entre Gabriela Mistral Antes de adentrarme en un estudio más acabado
y Palma Guillén, durante los años y días pre- y riguroso de los hechos, tenía una hipótesis que
vios a la muerte del muchacho. Avanzamos por hoy me parece ya algo lejana. Yo quería que la
ellas sabiendo cuál es su final, sin embargo, no trama de su novela fuese más o menos así: en
podemos dejar de sobrecogernos, de desear que 1924, estando en Italia o en Francia, Gabriela
todo acabe de otra manera; a la larga no pode- Mistral, deseosa de ser madre, una madre bioló-
mos sino terminar con el corazón partido frente gica, carnal y no metafórica, se hizo embarazar
a lo inexorable que se despliega ante nosotros: por un trabajador de alguna de las fincas donde
se ha destruido un alma mejor que la nuestra, vivía. En el máximo secreto, y acompañada por
dejándola mutilada, hecha mil pedazos. Para mí, gente leal y discreta que la amaba mucho, dio a
finalmente, la historia de Gabriela Mistral y su luz al niño de sus entrañas. Luego inventó toda
hijo Yin Yin es todo esto, pero quizás más: po- esa trama incierta e imprecisa que le permitía
siblemente sea –al igual que los extraordinarios explicar de dónde había salido: un medio her-
textos que son documentos y monumentos acá– mano se lo había entregado en Barcelona y ella
un género limítrofe, híbrido, que desdibuja los lo aceptó con tal de que jamás nunca lo volviese
límites de la ficción y la realidad, que uno final- a reclamar. Luego el padre simplemente desa-
mente duda qué es: ¿novela o vida real? parecería para siempre y nadie sabría nada más
En 1985, Luis Vargas Saavedra, especialista en de él. Realizar algo así no era imposible para al-
la poeta chilena, ya tenía una intuición parecida, guien con su imaginación y su capacidad. Y de
cuando señalaba: «A estas alturas Yin Yin se ha esa forma habría podido compartir un hijo con
vuelto un ente legendario, una criatura toda de su amor de entonces, Palma Guillén. Tanto ese
ficción: se ha hecho los poemas que gm le hicie- secreto sagrado como el mismo hecho del suici-
ra». Yo, a pesar de todo lo dicho, pienso que es dio explicarían el dolor gigante que la partió en
fundamental para entender y dimensionar co- mil pedazos y que en suma la enloqueció. Me
rrectamente lo sucedido recordar que Yin Yin gustaba esa trama turbia y quizás algo morbo-
fue alguien de carne y hueso, y que caminó entre sa, porque abría perspectivas sobre ella, porque
nosotros antes de arruinarlo todo para siempre. le daba cierta pátina de humanidad y la hacía
* exponencialmente un personaje más complejo e
Yin Yin entró con fuerza en mi vida cuando interesante de lo que ya me parecía. A estas al-
supe que había tomado veneno justo el 13 de turas una versión así se me hace algo ramplona.
agosto de 1943 (murió el 14 de agosto, después Posiblemente la realidad de los hechos sea inclu-
de una horrible agonía, pero lo había tomado el so más humana, más compleja e interesante aun.
13). El día y el mes coinciden con mi propio *
nacimiento. Y en un gesto que hoy me parece Todo en el caso es turbio e inexacto, lleno de im-
banal y ligero, lo conecté conmigo mismo. Me precisiones. Hablo tanto de las circunstancias de
comencé a considerar un hijo suicida de la poeta, su nacimiento y adopción como de su suicidio.
y escribí un libro llamado así mismo: Los hijos Considerando que todas las personas que po-
suicidas de Gabriela Mistral. Es una antología drían haber ayudado a dilucidarlo han muerto,
apócrifa de poetas del Valle de Elqui que se el asunto se vuelve más complicado.
suicidan literariamente. Hay uno que se llama Empiezo refiriéndome a los enrarecidos acon-
exactamente como se llamaba Yin: Juan Miguel tecimientos relacionados con la llegada de Yin a
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Yin de Pedro Pablo Zegers, ese certificado dice ni una hipócrita. Toda su obra es una prueba de
claramente que el niño habría nacido el uno de moralidad cristiana y, como maestra y diplomá-
abril de 1925. Lamentablemente el certificado tica, cumplió con la ética profesional».
es de 1928, tres años después de su nacimiento. A estas alturas, y después de haber entendido
Y lo que constata el documento es que Yin fue la magnitud del impacto que el suicidio de Yin
inscrito ese mismo año, no el de su nacimien- provocó en la vida de Gabriela, sencillamente
to. Además dice que la madre tiene por nombre me empieza a dar lo mismo si fue su hijo bio-
Marta Muñoz Mendoza. Y el niño es llamado lógico o no.
«Juan Miguel y Pablo Godoy Muñoz». Lo que *
vuelve a complicar todo, pues el muchacho apa- Esto es sólo una muestra. Más enrarecidos aún
rece en distintos certificados como Juan Miguel son los hechos relacionados con aquello que se
Godoy Mendoza y no Juan Miguel Godoy Mu- consumó en Petrópolis entre el viernes 13 de
ñoz. De esta manera, el nombre y la identidad agosto y el sábado 14 de 1943. De hecho, creo
de la madre son también parte de este acertijo. que sólo sabemos con certeza que Yin Yin res-
¿Y el padre? ¿Quién fue realmente? ¿Qué pasó piraba y que dejó de respirar.
con él? Marta Elena Samatán, en Los días y los Las hipótesis que se esbozan son muchas.
años de Gabriela Mistral, dice que ella apareció Vargas Saavedra, la fuente más autorizada, las
por Fontainebleu sin saber que Gabriela en rea- recopila todas en un trabajo notable y las plantea
lidad era Lucila Godoy, que cuando en su papel largamente en El otro suicida de Gabriela Mistral.
de cónsul vio sus papeles entendió que era su Acá va una síntesis un poco torpe.
medio hermano. Se dice que por un tiempo el Posiblemente la explicación más compleja sea
hombre fue cercano a Gabriela Mistral, que así la de la misma Mistral. Desesperada tratando
conoció a la futura madre de Yin, una joven pro- de entender lo que sucedió, esboza diferentes
fesora admiradora de Gabriela. Ella misma dice versiones. Habla de bandas de muchachos que
que desaconsejó el matrimonio entre ambos, hostigaban a Yin Yin por razones raciales, polí-
porque en el fondo había comprendido que él ticas y de clase. Culpa al temperamento Godoy.
era un tiro al aire. Pero en 1932 un certificado También al hecho de que hubiese nacido con
donde se le entrega la tutoría del niño a Palma fórceps y que en una reacomodación del sistema
Guillén, firmado por el cónsul chileno de Ná- nervioso propia de este tipo de casos habría co-
poles, testifica: «Hoy, veintiocho de Setiembre lapsado sicológicamente. Culpa a la imposición
de mil novecientos treinta y dos, se presenta el que ella le hizo de su vida errante. Hace notar su
ciudadano chileno don Carlos Miguel Godoy desarraigo por no haber «embonado» nunca con
Vallejo, ingeniero de Minas a quien conozco y lo latinoamericano. Vale la pena mencionar que
doy fe, con los testigos que firman…». efectivamente Juan Miguel tenía acento francés
A mí todo esto me provoca muchas sospechas. y esa parece haber sido su primera lengua; de he-
¿No es posible que la influencia diplomática de cho, la literatura que intentó desarrollar la hizo
Gabriela haya facilitado la extensión de un do- en ese idioma. Gabriela Mistral explica también
cumento así? ¿Fue entonces en 1932 cuando que tanto su idolatría por el muchacho como el
vieron a Carlos Godoy por última vez? ¿Estu- karma de sus vidas pasadas la habrían hecho me-
vo efectivamente ahí? ¿Por qué nadie más dice recedora de un castigo tan atroz. Postula también
haberlo conocido? ¿Por qué Palma Guillén en un complot en su contra por parte de facciones
sus cartas publicadas no cuenta que estuvo con fascistas. Finalmente termina sus días asegu-
él? ¿Por qué se produjo la confusión de nombres rando que no se había suicidado, que lo habrían
en los certificados si el padre estaba presente? obligado a hacerlo, quizás mediante una droga
¿Qué pasó finalmente con él? Por esto difiero tropical que minó su voluntad y lo enloqueció.
humildemente de Vargas Saavedra y de Zegers Palma Guillén, por su parte, asegura que Yin
cuando asumen que todos estos documentos son se suicidó «por no matar a uno de sus compañe-
una prueba indesmentible de que no era su hijo ros de escuela», también por evitar un chantaje
biológico. Sin embargo, quiero coincidir con o tortura, para que no delatase a uno de ellos.
el categórico cierre que Vargas Saavedra le da Juan Uribe Echeverría, que estuvo en Petrópolis
al caso en un artículo del año 2007: «Gabriela poco después de la muerte de Yin, escuchó que
Mistral no era una mentirosa, ni una marrullera Juan Miguel sólo quería simular un suicidio para
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El secreto
de las plantas
María José Navia
43
En una de las películas menos queridas del di- que a menudo. Un ejemplo es el pasto. Ese olor
rector M. Night Shyamalan, The Happening, delicioso a pasto recién cortado es en realidad
todo gira alrededor de las plantas. De pron- una señal de alerta que emite ese organismo
to, cientos de personas, en distintas partes del para avisar a otras plantas cercanas que hay un
mundo, comienzan a suicidarse producto de depredador cerca. Si existe ese malentendido tan
unas esporas malignas. O eso es lo que creen. En grave, ¿cómo podemos leer las plantas? ¿Cuánto
realidad, lo único que llegan a saber los prota- más es lo que no conocemos?
gonistas es que el desastre tiene que ver con las Algo parecido a lo que hace Diski pero con
plantas. Y el viento. plantas es el reciente libro de los filósofos Luce
Al final de la novela Casa de campo, de José Irigaray y Michael Marder Through Vegetal Being
Donoso, hay una escena que siempre me pareció (2016). Allí, ambos relatan sus vidas en cone-
aterradora. Todos los miembros de una familia xión con el mundo vegetal. Así, por ejemplo, la
–a los que hemos acompañado en sus infortu- sensación de inadecuación de Irigaray dentro de
nios por muchísimas páginas– deben rendirse su familia, o el fatal golpe de ser brutalmente
frente a la naturaleza. Todos acostados en el rechazada por la academia luego de una de sus
suelo, la cara pegada al piso, deben respirar a in- publicaciones, se pone en perspectiva al pasar
tervalos marcados por el tañido de un triángulo tiempo junto a las plantas. Irigaray recuerda que
(«con los ojos cerrados, con los labios juntos, vi- Buda le pedía ayuda a los árboles, que las plan-
viendo apenas...») mientras la casa es invadida tas y sus formas de reproducirse pueden servir
por pequeñas pelusas, o vilanos. para repensar temas de género y que nuestra ne-
Lo que hace estas historias terribles es la con- cesidad de aire y de respirar nos vuelven seres
firmación de que no sabemos nada. Que, frente permanentemente conectados y dependientes
al mundo vegetal, estamos a merced de las hojas. de lo vegetal.
Como en la película de horror de Shyamalan, algo A Marder, las plantas comienzan a intere-
terrible ocurre y luego se detiene. No sabemos por sarle por sus raíces, por esa condición de estar
qué. Como no sabemos qué sucederá con la fami- quietas, mientras que él, en su vida, solo veía
lia Ventura luego de esa inquietante escena final. desarraigo. Lo dice en pocas palabras: «Yo me
iba, las plantas se quedaban». Marder narra sus
Leer en verde múltiples trayectos entre Rusia, Israel, Canadá,
Hay un libro de Jennifer Diski que se llama Lo Estados Unidos, Portugal y el País Vasco, donde
que no sé de los animales. En él repasa su vida en hoy reside, poniendo la bandera de su hogar, no
relación con el contacto que tuvo con los anima- en distintas habitaciones o casas, sino que en los
les: desde los peluches o primeras mascotas de parques y árboles que veía desde sus ventanas, o
su infancia, pasando por las visitas al zoológico, en las semillas que llevaba de un lado a otro.
las películas (de Disney o no), hasta los animales Y la verdad es que Michael Marder se ha con-
que conoció por sus reportajes, en laboratorios vertido en el filósofo principal de este regreso a
científicos o en un viaje de exploración con las plantas. Dos libros lo hicieron merecedor de
elefantes. También indaga en los principales este puesto: Plant Thinking: A Philosophy of Vege-
teóricos que han abordado el tema, como De- tal Life y The Philosopher’s Plant: An Intellectual
rrida, quien se pregunta, en uno de sus textos, si Herbarium. Luego siguió la colaboración con
es que debe sentir vergüenza cuando su gato lo Irigaray, la creación de una revista académica de
ve salir desnudo de la ducha; en otras palabras, si estudios críticos sobre plantas y una columna
los animales son capaces de devolver la mirada. estable en la Los Angeles Review of Books. Mar-
Si bien Diski logra una genial especie de der señala una instancia como el comienzo de
biozoografía en la que, a la vez que se resalta todo: la publicación, el 28 de abril del 2012, de
la importancia de estos seres en la vida de las una columna de opinión en el New York Times
personas (Donna Haraway, teórica clave de los («If peas can talk, should we eat them?») en la
Animal Studies, las denominó en su momen- que se preguntaba si era correcto comer arvejas,
to companion species), al final lo que se enfatiza si sabíamos que podían hablar. Se basó en re-
también es ese radical desconocimiento, incluso cientes descubrimientos que confirmaban que
de las mascotas que nos han acompañado toda los vegetales, y en especial las arvejas, se comu-
la vida. Algo que en el mundo vegetal se ve más nican a través de líquidos y nutrientes enviados
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Mercedes Estramil
Sepulcros blanqueados
Gabriela Alemán
La vez que supe de la existencia de Mercedes se sabe si tiene frenos o en cualquier momento
Estramil fue sobre una mesa descolorida en las va a derrapar o atropellar a chinos, vienamitas o
afueras de una pequeña librería en la Ciudad a cualquier noción de lo aceptado.
Vieja de Montevideo. Era verano en el cono sur Regresé con la cabeza zumbando con referen-
y carnaval y, no solo eso, era martes de carnaval. cias pop de los últimos veinticinco años y mucha
El martes cuando se desborda lo dionisíaco y decepción amorosa, humor negro, muerte y lite-
prevalece el «como si no existiera mañana» como ratura. Agradecí que no hubiera carnaval y que
consigna. No había ido a Uruguay buscándo- me quedaran cinco días en la ciudad, y antes de
lo, pero ya que estaba: rastreé murgas, desfiles, irme compré todo lo que encontré de Estramil;
algún desmadre callejero. Solo encontré calles que, por suerte, está bien reeditada. Ahora, cada
vacías, negocios cerrados, mal café y esa mesa vez que algún conocido viaja a Montevideo, la
que mezclaba novedades y saldos en una calle sin gugleo y si ha publicado algo nuevo lo encar-
transeúntes bajo un cielo deslavado. Me gustó el go. Por suerte, después de parar casi diez años
diseño del libro: una avioneta celeste rellena de después de su primer libro, Rojo (1996), hay Es-
zapatos fucsias sobre una tapa de líneas cruza- tramiles con gran regularidad. En el 2015, los
das, y por eso lo levanté. Leí el primer párrafo escritores Rodrigo Hasbún y Rodrigo Fuentes,
y lo compré. La librería quedaba cerca del Río que hacían Traviesa, me encargaron curar una
de la Plata y bajé buscando una banca donde antología sobre el azar para su colección de li-
sentarme a leer. La brisa me disuadió; de clima bros electrónicos, contacté a Mercedes y escribió
veraniego, nada. Me crucé con algún perro, mu- el cuento «Washed Tombs», que se convirtió en
cho polvo, aceras rotas y más casas clausuradas o novela dos años después.
con carteles que ponían números celulares y «se Amir Hamed, en Orientales, Uruguay a través
arrienda» en la fachada mientras subía de regreso de su poesía, dice que Montevideo es «un pabe-
en busca de una cafetería. En la que estaba abier- llón onírico, siempre en fuga, un paisaje exótico»,
ta, me volvieron a servir mal café pero cuando y cuenta de qué manera ha sido retratado por
salí, seis horas después, casi había terminado las Onetti (metrópoli), Marosa di Giorgio (agres-
103 páginas de Hispania Help. A ver, no había te), Lautréamont, Supervielle, Echavarren o
carnaval pero la prosa de Mercedes Estramil es Berenguer (la búsqueda de «la atávica barahún-
como subirse a un tren de alta velocidad que va da del océano»); para el personaje de Estramil
a 230 kilómetros por hora en Uruguay, o sea, no en Hispania Help, que se quiere largar, cruzar el
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Atlántico y nunca volver, es: «El país chiquito, hasta autores enteros, por aquello de que menos
entre la Argentina y Brasil. “Montevideu.” El es más y por cierto temor a convertirme en una
invento inglés. Ahhh. Porque hay que ver las consumista literaria. ¿Hay algo más perverso
ideas locas que circulan sobre nosotros. Está ese que esos seres bípedos que lo han leído todo, lo
japonés beatlemaníaco, Murakami, que se ima- recuerdan todo, lo relacionan todo? Casas atesta-
ginaba lagartos y escorpiones. Tendría que hacer das de bibliotecas y ojos arrugados de presbicia:
como Amis, darse una vueltita en el verano. Y eso es convertir la literatura en algo deleznable.
el Uruguay de Maratón de muerte que dieron Bueno, es que, bien mirado, la literatura (y ya
por televisión la otra noche donde lo único que lo dijo Vila-Matas, que no para de hablar) es
parece uruguayo es Dustin Hoffman. Y Seagal, una enfermedad. ¿Qué escritor conocen ustedes
que nos trata de república bananera, qué mierda que exude salud y combine en sí mismo un fí-
el cine. Después la gente queda pensando que sico exterior envidiable y los órganos internos
somos eso y viene esperanzada». en condición de ser donados? En lo personal,
Los libros de Mercedes Estramil se alimentan la verdad es que permanecer hasta altas horas
de otros autores, de personajes literarios; y claro, de la madrugada rumiando un verbo no me ha
tienen tramas, situaciones extremas, resoluciones traído precisamente energía y belleza. Ahora, si
estrambóticas pero, sobre todo, mucha, mucha hablamos de cefaleas, cólicos, colchoncitos ab-
literatura. Escribe en Iris Play, que según Mer- dominales, alopecia, insuficiencia respiratoria y
cedes fue un ajuste de cuentas con sus lecturas: callos, ahí vamos bien rumbeados. No es fácil,
«Pregunten a Balzac, a Thomas Mann, a Paul no. No estoy desanimando a nadie, vayan nomás
Auster, o en el otro extremo a Rulfo, a Nick Cave a talleres literarios, paguen la cuota, hagan ejer-
o a Salinger, si alguna vez les quitó el sueño una cicios. Lean biografías de bestselleristas. Lean
cuestión de renglones. Para nada. Lo que mata los suplementos culturales. Golpeen la puerta de
es la neurosis, esa máquina de generar biografías una editorial con el sudor del miedo sostenien-
imaginarias con nuestra propia vida. Lo que es do su "ópera prima" sietemesina. Y después me
a mí, la página en blanco no me provoca mayor cuentan. Literatura: lo más parecido al infierno.»
desasosiego que una canilla goteando en la ma- Iris Play nació como columna mensual para
drugada o un ómnibus que no llega. Eso de estar una revista, Bla. «Trabajar a presión con fecha
media hora dudando entre un adjetivo y otro, de cierre y a la vez con total libertad de conte-
o andar buscando sinónimos en el diccionario nido tiene eso, que te exprime pero rinde», dice.
online de la rae, o wikipediando sobre la caza Y sobre Washed Tombs, que trata de una o varias
del atún salvaje para escribir un cuento sobre rupturas, también tiene una mirada de escritora
una pescadería, no es para mí. De acuerdo, me por sobre todo: «Lo bueno de esto es que cuando
dirán que también Melville leyó lo suyo sobre empezás algo –una relación, un emprendimiento
la marinería antes de pergueñar su Moby Dick, laboral, lo que sea– siempre querés que funcione,
pero ¿acaso no eran esas informaciones lo más pero si no funcionara y quedaras viva ya sabés
soporífero de su sencilla historia sobre un capi- que lo vas a terminar escribiendo, no importa
tán desquiciado y un cachalote inteligente? Si si lo disfrazás de viaje a las estrellas o de ópera
me preguntan, me da calor confesar que a veces trágica». Acá un extracto de Washed Tombs:
hago como la Rosa Montero de la Madre Patria «En verdad, no es que el matrimonio como
y me salteo párrafos, páginas, capítulos, libros y efectivización pública de nuestra historia me
importara o que el papeleo fuera a cambiar la algunos creemos, por un instante, que es poesía.
separación de bienes, qué creían, tumba horren- Me cambié a la Facultad de Humanidades y ahí
da de mi amor. No era por mí ni por él sino por empecé. Lo primero que me publicaron fue en
el resto del mundo: esas vecinas que me mira- un libro colectivo de ganadores de un concurso
ban colgar los calzones en la cuerda tensada, las poético de la Federación de Estudiantes Univer-
primas y cuñadas y amigas que me revoleaban sitarios del Uruguay. Insistí por ahí un tiempo
sus anillos flojos, y la ancestralidad que clamaba más hasta que escribí una primera novela, Rojo,
por un orden en el legajo siempre desordenado y ya no dejé la narrativa. Tuvo la suerte de ganar
de las pasiones. Estar casada era como poner- un premio y Banda Oriental la editó. Trataba
le el cascabel al gato. Una cumplimentación de sobre cinco individuos jugando una vulgar par-
la estadística que ampliaba el diccionario de los tida de canasta. Yo solía jugar canasta con unos
posesivos: mi marido sonaba más real que mi amigos y me daba cuenta de que el juego sacaba
novio, mi pareja, mi compañero. Pero con cual- lo peor de nosotros, era un teatro en miniatura
quiera de ellos mi desgracia era la misma. Un de celos, envidias, soberbias. En la novela termi-
permanente ir detrás. Sí, sí. Mis vecinas o mis naban a los tiros, estaba narrada desde una voz
amigas o mi familia podían verme en las ocasio- masculina, y disfruté y sufrí escribiéndola. Fue
nes especiales toda merengada y rutilante, pero ese goce masoquista lo que me hizo seguir.
Qingming me tenía de tapete y si me salía un
ápice de la cuadrícula comenzaba a caerme las –¿Volviste a escribir poesía después del concur-
sanciones como cuadraditos de Tetris... Cómo so ganado?
odiaba a las amantes en esos años. Me las fi- Sí, después de eso me envalentoné y me parecía
guraba perfectas, olvidando que yo misma había fácil, jaja. Con suerte de principiante escribí Ángel
empezado siendo una, y es que no hay como sólido, inspirado en un recital de Michael Jack-
sentarse en otro asiento para ver distinto pa- son que fui a ver a Buenos Aires, y sacó premio
norama desde el ómnibus… Qingming era la también. Aluciné un ratito más y escribí Alfabeto
personificación de un ajuste fiscal. Si estaba por negro. Pero eran los últimos chisporroteos de algo
adquirir unas sandalias o un chocolate francés que se acababa por dentro y yo lo sabía, y paré ahí.
imaginaba su mueca de disgusto y las monedas Hay fuegos que vuelven, pero ese no sé.
volvían al monedero. Pedirle un celular nuevo Pasaron casi diez años hasta la siguiente no-
hubiera sido dar con mis huesos en la cárcel de vela, Hispania Help, que se me ocurrió a partir
la castidad por varias semanas. Que ya estaba de una frase que quería poner y era «la Coca-
ahí a menudo; el matrimonio había reducido el cola no hace sonreír a un pitbull». Era la época
apéndice a su expresión urinaria. Otro bien que en que J.K. Rowling arrasaba y yo quería huir
me fue limitado eran las caricias, tan prome- a España y vivía leyendo y trabajando de em-
tedoras al comienzo. Viajar imposible: "Negra, pleada de comercio y empezaba a sentir que el
trabajo todo el santo día y todavía querés que te recreo se terminaba. Luego Irreversible nació de
saque a pasear". La vida conyugal, ya lo dije, el una ruptura amorosa y trata de eso pero con un
planeta de las disminuciones.» eje distorsionado.
La conocí, por fin, en Buenos Aires el 2016
y ahora nos sentamos frente a nuestras panta- –Hay un lugar común que habla de la rareza de
llas –ella en Montevideo, yo en Quito− para la literatura uruguaya... Lautréamont, Marosa,
armar este diálogo mientras yo sacaba libros de Gustavo Escanlar. ¿Qué de cierto tiene?
la biblioteca y releía mi colección: Hispania Help Lo que tiene el lugar común es que parece cómo-
(2009), Irreversible (2010), Caja negra (2014), do y bonito, como un sillón Chesterfield. Bonito
Iris Play (2016) y Washed Tombs (2017). es. La rareza en sí no es o no tendría por qué ser
considerada un valor en sí misma. El problema es
–¿Cuándo comenzaste a escribir? ¿Dónde? que somos muy afectos a las clasificaciones y los
¿Cómo? encasillamientos: facilitan el hacer una nota, por
Las aulas de la Facultad de Ciencias Económi- ejemplo. Los tres «raros» que mencionás, además,
cas, donde pensaba recibirme de contadora, eran son muy diferentes; tres épocas, tres estilos, tres
un lugar ideal para escribir versos. Versos…, egos. Si ser revolucionario hoy es llegar en hora,
bueno, la interrupción del espacio en blanco que ser raro hoy quizá sea escribir bien.
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–¿Qué tan presentes están Onetti y Levrero en que decía Onetti, que si Beethoven hubiera na-
la literatura que se hace ahora? ¿Algún otro cido en alguna parte de Uruguay hubiera sido
autor o autora sigue presente? director de la banda del pueblo. Tus libros son
Los mitos primero dan aire y después asfixian. muy tuyos pero tienen una bruma melancólica
En algún momento se empezó a decir que la li- «uruguaya» encima. ¿Geografía o búsqueda?
teratura uruguaya se repartía entre onettianos y Obvio. Quisiera ver que J.K. Rowling fuera
levrerianos y esa aseveración comodísima tomó uruguaya. Suponiendo el milagro de que los
estatus de verdad. Fueron/son autores impor- escribiera, me pregunto cuántos Harry Potter
tantes (mi corazón está con Onetti), pero el vendía… Creo que el contexto nos determina
mundo es infinitamente mayor y cualquier autor siempre, no digo que lo haga negativa o posi-
emergente debería crear con prescindencia total tivamente de un modo prefijado. Pero lo hace, y
de esas influencias. En el terreno de la poesía, si encima desde adentro se ayuda a la medianía
por ejemplo, la impronta de Idea Vilariño sigue estamos fritos. Uruguay es pequeño en dimen-
marcando gente, pero los poetas son un mundo sión geográfica, y al día de hoy sigue siendo un
aparte y nadie se preocupa demasiado en crear país en vías de desarrollo, con gente que vive en
cuadriláteros de lucha para sus performances. el siglo xxi, otra que aún vive en el xx, y en ese
contexto y en particular para sus escritores las
–¿Qué pasa con la literatura oriental a princi- oportunidades de destaque en el escenario mun-
pios del siglo XXI? dial son mínimas. No es que no las tenga, pero
Como siempre, hay escritores y hay gente que son pocas. Una prima mía dice que nos faltan
escribe. No es lo mismo, pero es una época de quinientos años de labradío, lo menos. Creo que
confusiones. En verdad hay mucha gente escri- tiene razón.
biendo, lo cual en sí mismo no es bueno ni malo
pero es como una moda: cuenta tu vida, haz ca- –¿Se puede vivir de la literatura en Uruguay?
tarsis, el lenguaje es de todos, tú puedes, etc. El No digo de los libros sino de periodismo cultu-
cernidor va a dejar pasar muy poco, me parece. ral, traducciones, edición, corrección...
¡Se puede morir de la literatura en Uruguay,
–Cuando hablas de la muerte de la literatura pero vivir ni en pedo! No sé, boutade aparte creo
uruguaya en una entrevista sobre Washed que las actividades para-creativas como las que
Tombs, ¿a qué te refieres? mencionás, cuando no son vocacionales, son solo
A que le falta soplo vital, empuje pélvico, y no me parches. Vas haciéndote un sueldito del perio-
refiero a literatura pornográfica. Falta una gran dismo cultural, de los talleres de escritura, de
novela que deslumbre al principio y no decaiga corregir algún trabajo, de editar, de hacer la gran
meses después, o que vaya creciendo lentamente ghost writer, etc., pero en el fondo estás pendien-
por debajo y un día se descuelgue como impres- te de la aguja del reloj y sabés que ese tiempo no
cindible, como algo que nos nombre. Pero, ojo, solo no se traduce en dinero suficiente sino que
esa entrevista era a propósito de Washed Tombs, se lo quitás a lo más personal y genuino que te-
que es un librito mortuorio y cínico: cualquier nés, que es el libro que está en tu cabeza, siempre.
cosa dicha a ese respecto contiene la falacia de
lo emocional. –¿En qué trabajas?
Hasta el pasado 31 de octubre trabajé en una
–¿Cómo entra tu literatura en el ecosistema licorería. Hay una epidemia de comercios que
literario actual? cierran puertas en Uruguay porque el socio es-
Entra por una esquina del pantano. Trata de no tatal ya no sabe de dónde extraer divisas. Fueron
joder a ninguna otra especie y seguir circulando; 32 años vendiendo whisky y otros paraísos arti-
y supongo que algo debe aportar, aunque más no ficiales. También trabajo como reseñista cultural
sea una muy relativa autoficción políticamente en el diario uruguayo El País desde 1993, coor-
incorrecta. dino talleres de lectura y escritura, leo en una
residencial de ancianos, etc.
–En la primera página de Hispania Help dice
«De verdad hay que tener suerte en la vida, –Me da la sensación de que los talleres de es-
y nacer en Londres». Me hizo acuerdo de eso critura están muy vivos en Uruguay, ¿cómo te
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Variaciones sobre
la espera
Fernanda Trías
En el pretil de la ventana, los tallos finos, de un es la manera más fácil de que la siesta se extien-
verde traslúcido, buscan la luz como serpientes da hasta el infinito. Tal vez el infinito sea esto,
encantadas. En la punta tienen una semilla, un una hora de siesta con todos los germinadores
ojo abultado que mira hacia la calle. Pero a mí, o y juguetes dentro del cuarto donde duermen los
a la niña que soy entonces, no me interesa tanto grandes. Entonces el infinito sería una peniten-
ese alarde de vida como la muerte, seca y muda, cia, pienso, al contrario de lo que dice la gente,
que habita dentro del placar. Son las dos de la que es bueno vivir más. ¿Y será realmente el sol
tarde y tengo prohibido acercarme al placar has- el que hace crecer los brotes del germinador o
ta después de la siesta. ¿Qué magia pudo haber será la espera, esos minutos y horas que yo voy
operado en estas horas de espera? «Así vas a depositando sobre los porotos con mi mirada?
arruinar el experimento», dice mi abuela, por- ¿Cómo saber que todo lo que crece no es sino
que yo quiero comparar a cada rato los avances el fruto de la espera de alguien más? «Esa im-
del germinador que está en la ventana con esa paciencia te va a traer muchos problemas en
otra cama de algodón para los porotos húmedos la vida», dice la abuela. El séptimo día, cuando
y sin luz. Los del placar están llenos de poten- Dios descansó, ¿estaría esperando que todo su
cial irrealizado y, como todo lo que se pudre, es trabajo se pusiera en movimiento?
mucho peor eso que no haber tenido nunca la *
capacidad de ser otra cosa. Como una piedra, «Entonces, cuando éramos jóvenes, gran parte
digamos. Los brotes lacios en la ventana son la de la vida era quietud, o eso parece ahora; una
demostración de todo lo que los porotos del pla- permanente quietud; una vigilancia. Esperá-
car llevan dentro. Yo me los imagino apretujados bamos en nuestro mundo, aun no formado,
al interior de ese vientre color café. «La paciencia escrutando el futuro igual que el muchacho y
se practica», dice la abuela, y durante la siesta la yo nos habíamos escrutado el uno al otro, como
espera se vuelve aún más tortuosa. Ella duerme soldados en el frente, a la espera de lo que va a
con los postigos cerrados, boca arriba, regando ocurrir.» El mar, John Banville.
su cuerpo enorme sobre las sábanas. No hay ma- *
nera de entrar al cuarto sin despertarla, por más Cuando pienso en mi infancia, no recuerdo nin-
que mire desde el umbral hacia el placar cerrado. guna sensación ansiosa del futuro. No recuerdo,
La mirada, el deseo, nunca ha sido una manera siquiera, pensar en el futuro como algo desea-
de acelerar las cosas. Al contrario. Mirar el reloj ble. ¿Entendía el concepto de futuro? ¿Por qué,
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apartamento en Nagoya y lo encontré regando consistía en esperar hasta oír los ruidos en la sala,
las plantas bajo un sol inusitadamente fuerte los pasos de papá y mamá acomodando los rega-
para esa época del año: Spring is coming!, gritó, los junto a los zapatos y tirando al jardín el pasto
porque él no había esperado la primavera y por y el agua de los camellos. Eso podía ocurrir en
eso las nubes negras a lo lejos no lo desilusiona- cualquier momento, tal vez cerca de medianoche,
ban tampoco. La desilusión es la consecuencia tal vez más tarde, antes de que ellos apagaran las
aburguesada de la espera. El que espera imagina luces y se metieran a su cuarto.
un estado de las cosas, un estado imposible por Hay una muerte en el cambio y un duelo en
el simple hecho de haber sido imaginado. Una esa espera. Aquella noche la muerte veló con no-
imaginación imperfecta, terrenal. Primavera sotros el fin de una época. Mi hermano menor
sí, pero no de este modo, no con lluvia, no con estaba a punto de descubrir el engaño, de sufrir
tanto calor, no con viento, no con alergias. La la pérdida de una parte de su imaginario. Era el
primavera que esperamos es algo así como una ritual del fin de la primera infancia, y durante
abstracción, «primavera en estado puro», como las horas que tardó esa espera la muerte estuvo
si se vendiera dentro de un frasquito de esencia agazapada entre nosotros (la muerte no espera-
en la farmacia. La de Yuki, en cambio, tenía toda ba, pues no hay espera para lo que existe fuera
la fuerza de lo que se acepta tal cual es y por lo del tiempo), lista a saltar sobre mi hermano en
tanto invita a que lo descubran. En esa no ex- cuanto abriéramos la puerta y descubriéramos a
pectativa hay una renuncia. Una renuncia a las nuestros padres en plena artimaña.
cosas como uno desearía que fueran. *
El enamorado vive en la incertidumbre, por- El que espera mata el tiempo; será por eso la
que no hay nada más inestable y volátil que el inquietud. Será por eso que, mientras espero,
sentimiento. Por eso la espera de lo que no se busco hacer algo que sea un fin en sí mismo, o
puede controlar es distinta de la espera de lo in- al menos que lo parezca. Lo que quiero es llenar
evitable. La primera genera angustia, la segunda el presente, fingir que no uso el tiempo como un
solo puede generar ansiedad. puente o una escalera para llegar al otro lado,
Otro verano, en Piriápolis, mi prima y yo de- ¿de qué? A otro lado, simplemente. Hay algo
cidimos demostrarle a mi hermano menor que utilitario y por lo tanto triste en leer en el trans-
los Reyes Magos eran los padres. Para eso había porte, en usar los libros para abreviar un trayecto
que fingir el ritual de todos los veranos. Poner los en lugar de atravesarlo. En Nueva York, donde
zapatos en la entrada con pasto y agua para los todo es posible excepto el tiempo, ya nadie ca-
camellos, irnos a dormir temprano. Solo que esta mina sin hacer otra cosa a la vez: se come un
vez no nos forzamos a conciliar el sueño, esperan- sándwich mientras se avanza con paso rápido
do que la mañana llegara lo antes posible (el viejo hacia la boca del subte, se habla por teléfono o
truco de dormir como si eso permitiera acelerar se escucha música. A más de uno lo vi pasar ca-
el tiempo), sino que permanecimos despiertos y minando con un libro abierto frente a la cara.
en silencio. Esa quietud que normalmente sería Cada tanto despegaba los ojos de la página para
tortuosa ahora nos hinchaba el pecho, nos lle- lanzar una mirada breve y amaestrada hacia la
naba de una euforia controlada, adulta. El plan calle. Sin obstáculos a la vista: un párrafo más
muy confuso, pero lo que quería decir es esto: el nazcan mucho antes que sus parientes mamífe-
embarazo es una historia de doppelgängers. ros, que al nacer ya pueden caminar y casi valerse
por sí mismos. Lo digo porque me parece una
Pensé: todo lo que escriba en estos tarea titánica, sobrenatural, incomprensible y mi-
SIET E
meses, todo lo que haga, pero princi- lagrosa. No entiendo cómo sucede tan rápido.
palmente todo lo que escriba, lo escribimos los Tampoco me engaño. Sé que no soy yo la que
dos juntos. Tan juntos como se puede estar: uno lo está creando, son mi sangre y mis pulmones,
en el centro de la otra. la locura de los genes. Se siente como si alguien
más estuviera usándome para fabricar otro ser
Busco lecturas para el embarazo humano, pero no soy yo, mis manos están fuera
OC HO
como si fueran guías de viaje. Libros de mi vientre y no tengo idea, aunque leo que
de consejos, de psicoanálisis, novelas o ensayos ya tiene pulmones y ojos y pelo, no sabría jamás
de embarazadas. Me costó trabajo encontrar li- explicar cómo se está haciendo. Todo suena tan
teratura. Una amiga me contó de Mary Shelley, improbable, como una alucinación o una histo-
que estaba embarazada mientras escribía ria fantástica.
Frankenstein. Era evidente, y sin embargo todas
las veces que leí la novela no lo había visto: Nunca fui buena para comer. Hay
NUE V E
Frankenstein es una historia sobre la creación de demasiada comida que no me gusta
vida, acerca de un hombre que más que jugar a y odio la sensación de estar muy llena. Ahora
dios juega a ser mujer. tengo toda el hambre del mundo, el hambre que
La madre de Mary Shelley, la feminista Mary nunca tuve. Jamás me había sentido tan distinta
Wollstonecraft, murió cuando la estaba dando de mí misma. Tanto de lo que asociaba con mi
a luz. Mary Shelley tuvo cuatro hijos y tres de descripción, con mi narrativa personal, está
ellos murieron, también Clara, la niña que es- cambiando. «Tu cuerpo no va a volver a ser el
peraba mientras escribía la novela. Es razonable mismo», dice la ginecóloga.
que la maternidad fuera para ella, al menos en
parte, un relato de terror. Pienso en el pasaje en Natalia Ginzburg dice acerca del
DIEZ
Frankenstein en el que cobra vida el monstruo bebé en el útero que es «una forma
y trata de matar a su creador, ese fragmento te- sin voz ni ojos», «el proyecto remoto y pálido de
rrorífico que es como una pesadilla de posparto. una persona», «una individualidad concreta y
Al doctor Frankenstein le tomó dos años fa- real posibilidad viviente». Y sobre la decisión de
bricar a su monstruo con retazos de cadáveres y dar vida a alguien o no: «Si nos ponemos a pen-
fragmentos de animales. Dos años suena más ra- sar en lo que puede deparar el destino, nos
zonable: nueve meses para crear un ser humano preguntamos si no sería sensato y justo no dar
entero me parece ahora poquísimo. Los embara- nunca la vida y elegir siempre la nada». Otra: «…
zos deberían durar tres o cinco años y ser menos amar la vida y creer en ella significa también
radicales, más paulatinos. Y no lo digo por esa amar su dolor; significa amar la época en la que
condición evolutiva que hace que los humanos hemos nacido y sus abismos de terror; y significa
amar, del destino su oscuridad y su tremendo ca- con esa forma escondida; y la relación entre la
rácter imprevisible». madre y esa forma viviente, ignota y escondida,
es verdaderamente la relación más cerrada, más
Nos dijeron que es niño. Por unos encadenada y más negra que existe en el mundo,
ONC E
meses, voy a ser al mismo tiempo una es la menos libre de todas las relaciones».
mujer y un niño.
Ayer nos decían en el curso de pre-
Q UI NCE
Ayer escuché un ruido en la madru- parto que las hembras de los
D OC E
gada y desperté con miedo. Mi mamíferos suelen entrar en trabajo de parto en
abuela vivió sus últimos años en la casa junto a la noche, porque hay menos depredadores.
la nuestra, y todas las noches la cuidaba una en- En mi panza se ha ido dibujando lentamente
fermera. A veces, mientras la enfermera dormía, una línea oscura. Dicen que es para que el bebé,
mi abuela se paraba sola y se caía, y la enfermera que ve en alto contraste, suba por el estómago y
llegaba a gritar a nuestra casa para pedir ayuda. sepa encontrar los pezones. Mi cuerpo se va lle-
A partir de entonces, incluso mucho tiempo nando de señales para alguien más, señales que
después de que muriera, los ruidos fuertes de tienen que explicarme porque yo misma no sé
noche me despertaban con la misma angustia y descifrarlas.
la sensación de que mi abuela se había caído. De pronto entiendo que tantos hombres,
Ayer ya no pensé en mi abuela, tuve un miedo durante siglos, temieran a las mujeres, que las
sin nombre y me imaginé todas las noches que consideraran brujas. Más allá de toda expli-
me esperan de despertar con ese miedo. cación biológica (y mucho más cuando no la
había), todos estos instintos animales, estos sig-
La espera del embarazo es como la nos de los genes, se parecen mucho a la magia.
TRECE
de una cita a ciegas. Esperas a al-
guien a quien no conoces, a quien has imaginado, Encontré un artículo que discute
D I E CI SÉ I S
quizá visto en fotografías, pero que en vivo será dos teorías. La primera es que
totalmente distinto. Ahora, cuando me miro en una mujer embarazada es un contenedor que
el espejo, trato de imaginar cómo me vería si resguarda dentro de sí a un ser independiente.
fuera un hombre. Pienso que Silvestre se va a La segunda es que el bebé es parte del cuerpo de
parecer a A y eso es fácil: conozco fotos de cuan- la mujer embarazada, como si fuera un órgano
do era niño y lo puedo ver, de pelo negro y con más. Pienso que las dos teorías son correctas. Es
los ojos rasgados cuando sonríe. Pero quiero sa- las dos cosas al mismo tiempo, y se va transfor-
ber también qué va a heredar de mí, qué de mí mando. Al principio es una célula de tu propio
puede volverse (o ya es) masculino, y cómo. cuerpo. Eres tú. Lo que pasa al comienzo del
embarazo te pasa sólo a ti. Poco a poco, esa parte
Otra vez Ginzburg: «Es mudo el de ti se va volviendo un ser distinto, y tú eres
CATORC E
acuerdo subterráneo que existe cada vez más un recipiente.
63
Hablo con mi amigo Claudio Maldonado. no comunicar. Una apología ridícula, también,
Claudio, le digo, lee esta cita de César Aira. Y de la inmediatez. Claudio, por supuesto, tarda
transcribo: «La fama de sabios de los ancianos aproximadamente diez minutos en responder-
es una herencia ancestral de épocas antiguas o me. Claudio, que nació en 1977 –según leo en
pueblos primitivos en los que el promedio de Internet: dentro de nuestro ritual de amistad la
vida era mucho menor, y llegaban a viejos un fecha de nacimiento es un paso que, como verán,
uno por ciento de la población. En una aldea pasamos por alto–, no es millenial. Yo, que nací
había uno o dos viejos, y era su escasez la que les en 1990, soy, según estas categorías, un millenial.
daba su calidad de seres especiales. Además, un Mientras espero que me responda me dedico a
“viejo” entonces, todo arrugado, empequeñecido, releer la cita de Aira que transcribí. Abro una
momificado, con un aspecto levemente sobre- pestaña en el navegador y me voy a Twitter. En
natural, tenía entre cincuenta y sesenta años, es la opción de Buscar tipeo «millenial» y me dis-
decir que biológicamente conservaba un buen traigo leyendo las opiniones que los usuarios
nivel de lucidez, no más que la normal, pero que tienen de mi generación. El 20 de octubre al-
sumada a su prolongada experiencia (que tripli- guien escribió: «Hora y media en un avión con
caba al del promedio de la tribu) justificaba en un bebé muy llorón delante y una pareja de mi-
cierta medida su prestigio». Estoy escribiendo llenials alemanes detrás. Adivinad a quién he
algo sobre la espera, la lentitud y la velocidad, le querido matar». Fuerte. Leo otro: «Yo sé que
digo. Un encargo. Estoy confundido, le digo. No andan trasquilando el nervio, pero ¿quién me
me sale el tema. puede decir quienes son estos 5 personajes? (No
Antes de que Claudio me responda, el chat aplica para Millenials)». Otro: «Que a los mille-
de Facebook envía una respuesta involunta- nials no les gusta la chela y la industria cervecera
ria anticipada: Visto: 1:02. Por alguna razón presenta la caída en venta más grande de su his-
que se me escapa, los genios detrás de las pla- toria… Neta? Q aguacates». Menuda mentira,
taformas que utilizamos para comunicarnos ¿no? Otro: «Por qué descargan Tinder para bus-
decidieron introducir, al ya complejo fenómeno car con quién coger, si es tan fácil preguntarle
de la comunicación humana, esta notificación a alguien de frente, o es que son millenials?».
que certifica el emisor del mensaje que el re- Interesante.
ceptor ¿leyó? ¿miró desinteresadamente?, lo que Te voy a presentar a un amigo que puede ser-
le enviamos. Una forma, pienso, de llevar al ex- virte para estos efectos, me responde Claudio,
tremo aquel axioma que dice que es imposible y me deja citado para el domingo a las siete de
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la mañana en la estación de trenes de Talca. El vemos campesinos cargando canastos con tor-
plan es tomar el Ramal que va hacia Consti- tillas, huevos y hortalizas. Vemos también a dos
tución para conocer a un poeta ermitaño que mujeres delgadísimas, de aspecto extranjero, con
después del terremoto armó una cabaña en el morrales, ropas holgadas, pelo largo con tren-
lugar donde antiguamente se encontraba la zas que alternan pelo y macramé de color. Una
casa del poeta González Bastías. Un acto de de ellas porta una cámara fotográfica réflex.
resistencia poética contra la vida en las capita- Hippies buscando edenes perdidos, pienso. Re-
les, contra la tiranía de la velocidad, según dijo colectando postales. Vuelvo a una cita de Aira:
en una entrevista para un diario local hace un «El auge de la crónica como género literario, en
tiempo. Mi cabeza articula una imagen más o estos últimos años, coincide con la emergencia
menos precisa de lo que me voy a encontrar: de esa figura que pulula en las ong y otros sub-
un pequeño fogón, artículos de cocina llenos de productos de la globalización: el Entrometido.
hollín, un rostro vetusto pero enriquecido por El que va a meterse donde no lo llaman, solo
una vida tranquila en la ribera del río Maule. porque no tiene nada que hacer en su territorio
Un pack de nostalgia por los tiempos que ya propio, y porque nunca le faltan buenas excusas
se fueron o que nos dicen que se fueron, como para entrometerse. Es un avatar de la descolo-
si el tiempo fuese un celuloide que avanza y se nización, tan destructivo como el colonizador
quema y no regresa. clásico. El mismo vampirismo. La misma igno-
Ah, el tiempo. rancia, aunque presuma profesionalmente de lo
* contrario. Peor; en realidad, porque no se limita
Diez para las siete de la mañana. Nos encontra- a lo geográfico: lleva el mecanismo del entro-
mos con Claudio en la boletería de la estación. metimiento hasta el interior de su propia vida
Hace algo de frío y aparecen los primeros bro- doméstica, hasta el interior de sí mismo. Y todo
chazos de luz matutina. El ramal consta de dos de puro desocupado». Siento que Aira me habla
carros con un total de ochenta asientos. Durante tanto a mí como a estos turistas: entrometidos,
los últimos espolonazos de la fiebre identitaria y viajeros impertinentes.
vindicatoria, este ferrocarril se ha transformado Pero no hay nada que hacer: la máquina prin-
en una especie de persistencia que parece redi- cipal del ramal comienza a moverse en dirección
mirnos del paso demoledor de la modernidad, sur. Tras la ventana todo es un hermoso plano
esa quimera que produce fantasmas melancóli- secuencia donde los extramuros de Talca van
cos y poetas láricos como callampas que crecen quedando atrás. Aparecen sauces, explanadas
después de la lluvia. Pagamos nuestro pasaje aradas cubiertas por finas capas de niebla. Un
hasta la estación González Bastías y nos entre- panorama que me recuerda las caminatas de Van
gan un pequeño boletito de cartón. Subimos en Gogh buscando colores y tonos en pantanos y
el primer carro, donde además del maquinista bosques oscuros, húmedos. Bucólico a morir.
Algunas de las estaciones lucen un abandono es lo incompleto, una tarea que no se termina
bellísimo. Este viaje podría ser, si a alguien le nunca», dice con voz queda, mientras toma un
interesara, un paseo por un paisaje cuya vida se pincel y marca la sombra de un pequeño cúmulo
esfumó hace tiempo y no importa. Anoto los que pasa.
nombres que veo: Rauquén, Corinto, El Morro, Junto al caballete veo un cuaderno. Lo tomo.
Curtiduría, Los Llocos, Tricahue. En mi repro- En la primera página leo «Apuntes para una
ductor de mp3 pongo un disco de John Fahey y destrucción del concepto de Vanguardia en Arte
Cul de Sac y todo tiene una coherencia obvia. Es y Literatura». Transcribo unos fragmentos:
el soundtrack perfecto. Psicodelia rural, usando
el término acuñado por Flying Saucer Attack 1.
para describir su música. El peligro, la energía y la temeridad son las
* cuerdas por las que camina el paseante de
Hay que dejar que las verduras se cuezan en su la ciudad contemporánea. Contra eso, la
propio caldo a fuego lento. Eso fue lo primero quietud, la parsimonia y el silencio.
que me dijo el poeta ermitaño cuando llegamos a 2.
su cabaña, pasadas las once de la mañana. Por se- El insomnio febril, el cachetazo y el
creto profesional, lo llamaremos A.L. El lugar es puñetazo: pan de cada día. La vida en la
pequeño y está construido con materiales de me- ciudad es como Ouróboros: una serpiente
diaguas que algunos locales recibieron después que traga su propia cola, que sobrevive de la
del terremoto. Hay algunas repisas hechas con destrucción continua de sus habitantes.
restos de vigas de roble de casas caídas que re- 3.
colectó durante largas caminatas por los cerros: Lo realmente vanguardista fue el
algunos libros, fotografías, un cenicero de con- deslumbramiento del porvenir. Ese porvenir
cha. Fuera del espacio que usa para la cocina, un es una fuente seca. Nuestros ojos ya vieron
fogón y una olla tiznada. Dentro de la olla, pa- el paso del ferrocarril, el paso del aeroplano,
pas cortadas en tiras, cebolla, zanahorias, dientes la velocidad del Internet. Ahora hay que
de ajo. La técnica, dice, es poner a cocer todo a mirar con esos ojos la lentitud, la soledad,
fuego lento, lentísimo, para que cada ingrediente reeducarse.
vaya soltando lentamente su sabor. Agrega hue-
sos de cerdo que le entrega la dueña del único El resto de las hojas están en blanco. Su idea, me
negocio del lugar. cuenta, es tomar los manifiestos de las vanguar-
«Aplico la morosidad en cada acto de mi vida. dias del siglo xx para invertir su sentido. Su idea
Esa es mi consigna», me dice cuando le comento es que la escritura del manifiesto tome cincuen-
el motivo de mi visita. Pasamos a una pieza cuya ta años. «Es un desafío, ¿ves? Mi compromiso
ventana da hacia el río y los cerros. Un caballete con la Nueva Vanguardia implica una militan-
sostiene un lienzo con algunos trazos de acrílico. cia acérrima que me obliga a vivir acá, lejos de
Dice que su idea es pintar un cuadro que capte todo. Ser un instrumento de la lentitud. Puede
todos los colores del paisaje en las distintas es- que abandone este cuadro, este manifiesto: no
taciones, incluso arriesgándose a que el cuadro importa, la Lentitud, la Morosidad, hace que las
quede incompleto. «Solo es posible aspirar a la cosas hallen su cauce justo».
totalidad a través de la lentitud, de los pequeños Estoy ante una especie de Lao Tsé maulino.
pasos: ahí se descubre, entonces, que la totalidad Todo esto ya lo he leído o escuchado antes.
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Claudio destapa un botellón de vino y nos Después de un par de copas, A.L. comienza
sirve en unas pequeñas tazas de greda que el a salir de su lentitud zen, hace algunos chistes,
hombre de la lentitud elaboró con arcilla de las habla del aburrimiento como el castigo que to-
orillas del río. Nos situamos frente al fogón y dos merecemos por haber extremado los medios
conversamos sobre trivialidades. Claudio habla para hacer del mundo un lugar entretenido. «Yo
de su trabajo en una universidad privada que soy el Cristo de la Sociedad del Espectáculo y
funciona como un colegio para cuicos a gran este es mi calvario, ¡Marinetti, aleja de mí este
escala. A.L. nos cuenta que después de dar cáliz!» Miro a Claudio con cierto dejo de ver-
una entrevista a un diario local han apareci- güenza ajena y él ríe, abraza a A.L. y dice: «¡Un
do sapos y fisgones que van a buscar en él la salud lento por nuestro Cristo de la Sociedad
figura romántica del hombre que deja la vida del Espectáculo!». Brindamos. Luego, A.L.
en las grandes ciudades para vivir en el campo. coge unos platos de greda. Sirve un poco de su
«Eso sería el fracaso completo de mi proyecto. estofado, una caldo suculento que sabe exquisi-
Pero también probaría una de mis hipótesis: la tamente bien.
sorpresa que producen los ermitaños, los que Un punto para la lentitud.
abandonan la vida en la ciudad, es esa parte in- Saco una libreta y anoto la frase con la que
completa que habita en el corazón de todos: su A.L. me recibió: «Hay que dejar que las verduras
amor por esta forma de habitar el mundo, ¿te se cuezan en su propio caldo a fuego lento».«¿Y
das cuenta? ¿por qué otra cosa despertaría in- tú? –me dice el ermitaño–. ¿Qué piensas de todo
terés un tipo que vive en una mediagua en una esto?» En sus ojos veo un candor que espera un
estación del ramal?.» aventón, un abrazo, un salud, lo que sea. Le
Porque tu forma de vida es pornografía pura. digo que valoro su gesto, pero me parece abso-
Eso pienso, pero no se lo digo. lutamente anacrónico. Le digo que la lentitud,
Pasa que A.L. fue profesor universitario. Nació la espera y la velocidad no me parecen valores
en provincia, pero estudió Letras en Santiago. Se absolutos y que si vivimos en tiempos marca-
empapó, digamos, de cierta jerga académica que dos por la rapidez y la impaciencia; si vivimos
nutre su discurso. Luego de un quiebre amoro- en los tiempos de la sopa para uno, de las pastas
so que lo llevó a abusar del alcohol y la cocaína en cinco minutos, del streaming y los servicios
pateada con clonazepam hizo uso de su carta de de mensajería instantánea, de los teléfonos in-
resiliencia y escapó antes de que el caso se volvie- teligentes para personas idiotas, el fracaso es
se clínico. Un amigo antropólogo, que trabajaba de su generación y no de la mía. Que valoro su
para una entidad estatal que buscaba patrimonia- resistencia poética contra la modernidad con el
lizar el ramal, le sirvió de nexo con esta pequeña prefijo que se le antoje, pero que lo único que
y silenciosa comunidad. veo en personas como él es una ansiedad igual
Esto, por supuesto, me lo contó Claudio antes de desmedida por los signos de un mundo que
de que llegáramos a este territorio de resistencia alguna vez fue suyo y se está yendo por la cañe-
poética contra la velocidad del capitalismo. ría, como la sangre de Janet Leigh en Psicosis.
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Paciencia y aceleración,
política y espera
Florencio Ceballos
Vivo en Canadá, soy parte activa de un sistema Una espera con trasfondo de dictadura que,
minuciosamente diseñado para rehuir la espera al menos para mi entorno, consistía en aguardar
a toda costa. Vivo en la antítesis de la espera, que un giro en los hechos finalmente mar-
consumido por un régimen de la impaciencia, cara el destino de Pinochet y por ende el de
del apuro, de la evasión, de todo lo que haga todos. Los tambores de El Diario de Cooperati-
desaparecer el fantasma de tener que aguardar va está llamando se escuchaban siempre con esa
quieto que algo suceda. Aguardar la entrega de expectativa.
los resultados de un examen médico, un bus re- Nada evoca mejor esa espera sin embargo que
trasado, los veinticinco segundos que le toma los primeros pasos para el cultivo de una cultura
prenderse a mi computador, los seis que demora musical entre los adolescentes en un Chile con-
el cajero automático en devolverme la tarjeta, denado por los militares al ostracismo cultural.
todo eso me resulta tortuoso. Lo vivo como El proceso implicaba planificación previa, dedi-
un robo de tiempo, que enfrento con el mismo cación y los escasos recursos disponibles para un
sentido de injusto despojo que ciertas personas adolescente. Se necesitaba disponer de un casete
suelen experimentar ante la recaudación de sus (idealmente tdk) y una radiocasetera, revisar
impuestos. por adelantado en El Mercurio la programación
El movimiento slow, surgido en los 80 y que radial (que en mi caso era la de Radio Concier-
por estos días ha encontrado un nuevo auge den- to) y, a la hora y día programados, en silencio
tro del creciente nicho New Age, invita a comer, solemne, iniciar la grabación, cruzando los de-
educar, amar, trabajar y envejecer lentamente, dos para que el locutor (por lo general Julián
como respuesta parsimoniosa a la vida de alto García Reyes) no interrumpiera el tema con un
rendimiento que impone ser moderno y exitoso. innecesario mensaje en voz de frecuencia mo-
Me parece tanto un esfuerzo bien intencionado dulada. La operación implicaba el gesto digno
como una pesadilla personal, un ejercicio para el de escuchar completa y atentamente aquello de
que me encuentro absolutamente incapacitado. que uno se estaba apropiando, mientras se escri-
Soy un apurete. bía cada letra de la carátula de forma pausada y
No siempre fui así. Como todos los niños y certera con un scripto negro punta fina, y si eras
adolescentes, me crié en la espera. Quizá ese es talentoso, imitando la tipógrafía de la banda en
el estado natural de la niñez y la adolescencia: cuestión. Led Zeppelin, Iron Maiden y Police
esperar devenir adulto. me salían particularmente bien.
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Ahora, mientras escribo, en el café hípster en Esperan los 250.000 somalís del campo de
que me encuentro suena música que me «intere- refugiados de Dabaab, atrapados sin camino
sa». En mi teléfono uso Shazam para reconocer hacia adelante ni hacia atrás en la aridez del su-
la melodía que sale de los parlantes y por Spotify reste keniata, mientras Al Shabbab los infiltra y
lo busco y descargo en quince segundos, carátula extorsiona.
incluida. El placer es inmediato, la necesidad se Para ellos la espera es dolor y miseria, una tra-
satisface aun antes de ser deseada. No hay espera. gedia real.
A los apuretes como yo eso nos parece estupendo. Para aquellos en cambio que viven en una
sociedad contemporánea de ingresos medios o
La espera trágica altos la espera se vive como un castigo personal.
Hablar de la espera es hablar de un tiempo parti- En una economía global que se acelera al ritmo
cular que no es el de la aceleración, ese que busca de las tecnologías disponibles, la velocidad se
estrechar, sino el de la duración, aquel que lidia equipara al progreso, convirtiendo la espera en
con la subjetiva –pero no por eso menos real– un marcador de precariedad. La espera es ame-
sensación de lentitud. Esperar es tener esperanza, naza pobreza, abandono, fragilidad. Requiere ser
es no desesperar. El mundo está repleto de gente eliminada, mitigada o en su defecto, ignorada.
esperando: que se acabe de una vez un presente
bárbaro, que pase lo malo, que las cosas mejoren. Paciencia china
Esperan con sus vidas a cuesta los refugiados Durante la histórica visita de Richard Nixon a
sirios mientras huyen de la guerra civil. Su ca- China en febrero de 1972, un periodista pre-
minar no es fluido, lineal ni homogéneo. Por guntó al eterno premier Zhou Enlai su opinión
el contrario, está tironeado por interrupciones sobre el impacto que a su parecer había tenido la
y esperas: estadías en campos de refugiados, Revolución Francesa. La respuesta sería recor-
en playas africanas aguardando por un pirata dada y citada desde entonces: «Es muy pronto
usurero que los cruce o los hunda en el Medi- para saber». A los ojos del mundo, Zhou había
terráneo. Es un caminar repleto de rodeos para resumido de manera sagaz la mirada de largo
evitar a la policía, a vigilantes, para rodear los plazo que hacía de China una inevitable poten-
rollos de púa con que países como Hungría los cia en ascenso. Además, con sutil displicencia,
reciben para dificultar su tránsito. Un peregri- sepultaba la pretendida paternidad histórica
naje incierto por algún improvisado centro de y política de Occidente y las democracias li-
acogida berlinés o una esquina cualquiera del berales. La Edad Moderna y las revoluciones
barrio Barbés en París. norteamericana, francesa e industrial, que la
También esperan estos días cientos de miles posibilitaron, quedaban reducidas a un evento
de rohingyas que huyen con lo puesto de Myan- probablemente menor en la historia larga, un
mar a Bangladesh, agolpándose a la orilla del mero accidente de una historia medida no en
río Naf. Atrapados entre un país que los quie- generaciones sino en milenios, algo que una
re eliminar y otro que no los quiere o no puede de las civilizaciones más antiguas de la huma-
recibir, esperan que en algún momento alguien nidad mantenía por el momento en estado de
haga algo para detener la limpieza étnica que observación. No era un mensaje irrelevante tra-
está arrasando sus poblados. tándose de la potencia que estaba a punto de
cargar la balanza a favor de Estados Unidos tras Exactamente cincuenta años antes de la apa-
veinticinco años de guerra fría. rición del tcp/ip, la familia de protocolos de
Casi cuarenta años después, Charles W. internet que haría posible la proliferación de
Freeman Jr., un diplomático estadounidense que redes interconectadas, Brecht preconfiguraba la
ofició de traductor de Nixon durante aquella se- promesa de una nueva tecnología de las co-
mana, ofrecería una versión menos dramática y municaciones devenida herramienta para la
completamente atendible: Zhou Enlai no habría coordinación social, el realce del espacio público
comprendido correctamente la pregunta, hecha y el activismo cívico, como un medio para «em-
en inglés por el periodista, y su respuesta en rea- parejar la cancha» en la desigual distribución del
lidad hacía referencia a los hechos del mayo de poder y la palabra.
1968 en Francia. De todos modos, la interpreta- La idea de las tecnologías de la información y
ción original resultaba deliciosamente perspicaz, la comunicación (tic en la jerga especializada)
mucho mejor que la diplomática, plausible y como herramientas de emancipación política es
aburrida explicación de Freeman. tan vieja como las propias tecnologías y fue más
En cualquiera de los dos casos, sin embargo, o menos siempre la misma, se tratase de la im-
1789 o 1968, la respuesta del premier chino prenta, la radio, la televisión, los casetes, el vhs
resultaría extraña hoy. Nadie que actualmente o la telefonía celular: incorporar a los dejados de
administre poder real a escala global pareciera lado, desafiar a los poderosos, liberar la informa-
estar pensando muy aplicadamente en la «his- ción, acelerar los cambios.
toria larga», esa emparentada con los Anales de Lo de los casetes suena rancio, lo sé. Sin em-
Bloch y Braudel. Ciertamente nadie en lo que bargo fueron humildes casetes con discursos del
con comodidad llamamos Occidente. Pensar la ayatolá Jomeini lo que los revolucionarios ira-
historia larga pareciera solo preocupar a los gru- níes del 79 repartieron por cada rincón de Irán,
pos obsesionados con lo que alguna vez fueron, convocando una alianza de masas islámicas,
los milenaristas radicales islámicos, viudos de grupos de izquierda y estudiantes secularizados,
imperios disueltos, nostálgicos de la vida antes para derrocar al sha.
de la inmigración, puristas de la raza. En gene- Pero, si bien el hermanamiento de tecnolo-
ral, no mi tipo de persona. gía y activismo político es una idea vieja y de
Y aunque a este lado del mundo viven en y manifestaciones variadas, nunca como en los
para la «historia corta» (viven de hecho en el últimos quince años fue tan omnipresente y
espacio táctico acotado del evento político más tangible. El pésimamente envejecido concepto
reciente), sus lecturas tampoco están marcadas de la «web 2.0», una internet de usuarios (inter)
por la prudencia de Zhou. Son más bien tanteos activos, generadores de contenido, coordinados
entusiastas, apresurados y miopes de lo que va en comunidades, liberados –finalmente– del
apareciendo en el camino. Rara vez prevalece yugo de la información centralizada, una en que
un circunspecto y distante «es muy pronto para cada cual podría encontrar y usar su propia voz,
saber». Nadie ejerce la paciencia china. Nadie se apropió de manera súbita de los discursos e
espera. imaginarios públicos.
Teóricos de la web social proclamaron con
You entusiasmo desde principios de los noventa la
En su ensayo «La radio como aparato de comu- emergencia de una política instantánea cimen-
nicación» (1932), el dramaturgo Bertolt Brecht tada en redes y bytes. En su influyente libro Here
las emprende contra la todavía joven industria Comes Everybody (2008), Clay Shirky sostenía
radial alemana, el Rundfunk. La radio, dice, que la internet posibilitaba el rápido desarrollo
debe pasar de ser un sistema de distribución de de movimientos en red, desagregados y escin-
contenidos en busca de público a uno que haga didos de la necesidad de construir capacidades
conversar a los radioescuchas, crear espacio para organizacionales formales. Las nuevas tecnolo-
los asuntos de naturaleza pública. «El más bello gías podían hacer desaparecer las barreras de la
sistema público de comunicaciones imaginable materialidad convocando en torno a un hashtag
–diría-, un sistema gigante de canales (…) capaz o un lema la energía callejera que antes tomaba
de hacer también hablar al escucha, no aislándo- meses o años amasar. Protestar sin detener-
lo sino conectándolo.» se en la tediosa logística del «mundo real» era
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la promesa que, hasta hace poco, parecía estar tecnologías permitirían al régimen identificar,
cumpliéndose inexorablemente. ubicar, detener y reprimir a los opositores.
En 2006, la revista Time elige como personaje Y luego, el 2011. Ese año, Time volvería a sor-
del año a «You», usted, tú, el usuario que desin- prender con su Persona del Año: el manifestante
teresadamente dota de contenidos a la nueva o protester. Se tomaron las portadas, muros y time-
web, sube videos en YouTube, postea noticias en lines del mundo los Indignados de Plaza del Sol,
Facebook, aporta artículos a Wikipedia. En una la Geração à Rasca portuguesa contra los planes
encuesta a los lectores de la revista previa a la de austeridad, el movimiento contra la codicia
elección de «You», el candidato ganador de ese empresarial en Reikavik, contra la corrupción en
año era Hugo Chávez, con 30% de las preferen- Nueva Dehli…, los de la marcha de los paraguas
cias. Sin embargo, la idea del ciudadano altruista en la Alameda en Santiago de Chile.
resultaba más seductora (y posiblemente menos Las potencias y la opinión pública occiden-
controvertida). tales abrazaron con entusiasmo las así llamadas
Una historia de la web social y política es primaveras árabes, el plato fuerte de ese año. Una
inevitablemente y en primer lugar una historia «revolución de las personas», de «los jóvenes», de
gringa. La tecnología, los recursos, los héroes y «las redes sociales y la coordinación en la web»,
villanos provienen abrumadoramente de Esta- se autocongratularon muchos, partiendo por
dos Unidos. los gigantes de la tecnología, mientras veían
Es allí que, un año después de «You», un nue- todos veíamos emocionados 24/7 las imágenes
vo hito comenzaría a tomar forma cuando un de Tahrir. Y aunque en 1970 Gil Scott-Heron
desconocido senador de Illinois, joven, negro, cantó convincentemente que la revolución no
con onda y tecnológicamente competente, al- sería televisada, cuatro décadas más tarde asis-
canzara de manera impensada la Presidencia. La tiríamos a la revolución en multiplataforma. Si
campaña de Obama el 2007-2008 hizo patente, la Operación Tormenta del Desierto en 1990
a ojos de los analistas, que una nueva política fue la primera guerra transmitida en vivo por
había nacido, una basada en la esperanza, una televisión (para el regocijo de Baudrillard), las
en que era posible saltarse las antigüedades atá- primaveras árabes fueron la primera revolución
vicas de la «carrera política tradicional», achicar seguida en directo por redes sociales y medios
los espacios y movilizar estratégicamente un digitales.
ejército de voluntarios contra la maquinaria que No nos «llegaban noticias» de Plaza Tahrir,
Hillary construyó y esperó años para poner en ese concepto de la época de las encomiendas que
marcha. El outsider carismático –por trayectoria suponía que las noticias viajaban y uno las espe-
más que por doctrina, pues finalmente Obama raba: estábamos en Tahrir. Los eventos sucedían
era más tercera vía que los mismísimos tercera ahí, en tiempo real, en la pantalla del celular. Y
vía– se ubica en la cúspide. Los cambios rápidos, no, como en la primera guerra del Golfo, a través
juveniles y enérgicos ganaban la batalla simbóli- de los ojos de un camarógrafo de cnn con casco
ca a la desgastada tesis de la gradualidad. arriba de un tanque entrando en Kuwait, sino en
los de un manifestante indefenso y heroico de la
La revolución instantánea plaza. Cuando Mubarak finalmente lo entendió
Y a partir de ahí, todo parece acelerarse: la re- y bajó el switch, cortando Internet, ya era de-
volución se pone de moda. El 2009, treinta años masiado tarde: sus días estaban contados. Para
después de que los revolucionarios repartieran los estándares de Baudrillard, desconfiado de la
sus casetes en Irán, la radical teocracia conser- industria del espectáculo y el simulacro, la revo-
vadora en que esta devino es amenazada por lución árabe sí había tenido lugar.
miles de jóvenes urbanos. El levantamiento, co- La espera de veinticuatro años de Ben Ali en
nocido como el Movimiento Verde, y en medios Túnez, de treinta años en el caso de Mubarak en
occidentales como el Despertar Iraní, haría uso Egipto, de cuarenta años de la dinastía al As-
intensivo de redes sociales para coordinarse con sad en Siria, cuarenta y dos de Gadaffi en Libia,
aparente espontaneidad y sin un liderazgo ni parecía llegar a un final inminente en manos de
organización claras. Tras su fracaso,1 las mismas esos manifestantes «organizados sin organiza-
1 No se pudo impedir la alteración de los resultados de las elecciones ción» que acababa de provocar un cambio súbito
para dar el triunfo a Ahmadineyad frente al secular Mosavi. e inesperado.
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En política, por otra parte, el accidente al que En particular la inteligencia artificial basada
Virilio hacía referencia ya ocurrió. Para ser preci- en aprendizaje automático (machine learning),
sos, el 8 de noviembre de 2016. Ese día la política, aquel en que el software se «mejora» a sí mismo
acelerada por las tecnologías y el espectáculo, se y por ende se hace más opaco y menos com-
descarriló en el país militar, económica, cultural prensible para un ser humano que ya no es su
y simbólicamente más poderoso del planeta. En programador. Pueden, por ejemplo, aprender a
el trascurso de una campaña rayana en lo irreal, identificar personas bipolares en fase maníaca y
la Internet, esa herramienta de coordinación y bombardearlos con publicidad de casinos, pues
emancipación social, se transformó en el motor es sabido que es muy fácil empujar a esas per-
tras una de las catástrofes políticas más absolu- sonas a gastar y apostar en exceso. Y, puesto que
tas y absurdas de la historia contemporánea. el modelo de negocios, la racionalidad que los
guía, es maximizar la posibilidad de un clic que
La bomba lo acerque a su «cliente», lo harán si no hay nada
Hoy comenzamos a enterarnos de que detrás del que se los impida.
triunfo de Donald Trump las nuevas tecnologías Del 2000 a la fecha, la cantidad de internautas
tuvieron un papel preponderante para canalizar en el mundo pasó, en cifras aproximadas, de 350
estratégicamente el descontento y el extremis- a 3.800 millones, es decir de un 6% a un 51%
mo presentes en proporciones más importantes de la población mundial. En Estados Unidos,
de lo que se creía de la sociedad estadounidense. un 85% de los adultos tiene acceso a internet,
Por cierto, sería de una ceguera imperdonable con 215 millones de usuarios de Facebook. El
creer que fueron las tecnologías las que crearon dato es relevante pues un número creciente de
al votante trumpista o configuraron las deman- personas ha hecho de esa red social su domicilio
das ancladas en raza, clase y religión que lo casi exclusivo: ahí se informan, ahí consumen su
definían. Estaban ahí, subyacentes y más vivas tiempo, ahí se comunican, ahí se coordinan, ahí
de lo que la hegemonía progre suponía. Pero también media su interacción política.
esas tecnologías contribuyeron de manera deci- Son redes virtuales devenidas omnipresentes,
siva a empoderar a ese votante, a dotarlo de una en que los individuos se refuerzan entre idén-
identidad centrada en la postergación que hasta ticos, nutriendo colectivamente su desagrado
entonces había sido monopolio de la izquierda. ante el discurso de la «corrección política», por
No se trata sin embargo únicamente de las ejemplo.
tecnologías emancipadoras del 2011, que sí Algoritmos que identifican para cada nicho de
permitieron a Trump generar identidad, convo- usuario más de lo que quiere ver: gatitos cada
catoria y sentido de pertenencia. Se trata, detrás vez más tiernos, porno con una subparafilia aun
de ellas, de otras mucho más complejas y menos más específicamente sórdida, argumentos an-
comprendidas, derivadas de una combinación tivacunas más delirantes, videos cada vez más
perversa entre la masificación de internet y par- racistas, contenidos que refuerzan versiones
ticularmente de las redes sociales, inteligencia cada vez más radicales e intolerantes de sus pro-
artificial aplicada a datos y un modelo de nego- pias creencias, teorías del complot cada vez más
cios inescrupuloso. sofisticadas. Nunca se es lo suficientemente hard-
Como parte de su programa de estudio de core para YouTube, bromea Tufekci.
los efectos societales y políticos de las tecnolo- Por su parte, las idealizadas comunidades vir-
gías, la tecnosocióloga turca Zeynep Tufekci ha tuales de la señora Web 2.0, los everybody de
orientado su atención hacia los desafíos éticos Shirky, los cientos de millones de usuarios de
asociados a los algoritmos computacionales, en internet que se suman entre 2000 y 2016, no
particular aquellos asociados a la minería y el venían dotados de fábrica con el software de
procesamiento de datos extraídos de la interac- la ética emancipadora y el progresismo de lo
ción cotidiana de las personas con su ecosistema público añorado por Brecht. Tampoco estaban
en redes y plataformas de uso público. Los de ánimo. Miran Facebook con la esperanza de
algoritmos, nos recuerda Tufekci, tienen «agen- reconocerse entre los propios y enterarse en no-
cia», capacidad de actuar en el mundo con un ticias filtradas –o abiertamente falsas– de que
nivel de autonomía que crece a medida que se están en lo cierto al desconfiar del inmigrante,
vuelven más complejos y menos transparentes. del político, del de otra religión, del que dice
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hablar en nombre de la ciencia, la ley o la moral. electores. Un protagonista de esa operación se-
Quieren happy news. ría Cambridge Analytica, empresa de minería y
Y detrás, un mundo invisible que opera a toda análisis de datos y de microtargetting conductual
máquina estos días, fortaleciéndose a medida para campañas políticas, uno de cuyos dueños
que la capacidad de cómputo se multiplica a ve- es Robert Mercer, financista histórico de causas
locidades superiores a las predichas por Moore. ultraconservadoras. Hoy la compañía está bajo
La minería y análisis de datos trabajan de mane- investigación por el involucramiento ruso en las
ra infatigable, sin que nos enteremos demasiado, elecciones estadounidenses. Su rol también fue
en base a un intangible poderoso: nuestros datos. central en el triunfo del Brexit en 2016.
Y a través de ellos, también de nuestras prefe- Trump usó Twitter para hablar al mundo, a
rencias: culinarias, sexuales, musicales, políticas, sus contrincantes, al establishment, a los medios,
financieras, nuestros miedos, nuestras debilida- y lo hizo a un ritmo y una velocidad imposibles
des, nuestro deseo, aunque en la vitrina parezca de procesar dentro de los parámetros que resul-
que ofrecen servicios gratuitos para usuarios. Se taban aceptables para la política. La naturaleza
desarrollan sistemas de negocios basados en la de Twitter contribuye como ninguna otra al
capacidad de perfilar personas para anticipar aceleramiento de los ciclos de la política; es una
su próximo deseo, influir en él, amarrarlo a un fabulosa fuente de entropía. Soy un usuario re-
producto, un voto, una ideología o un grupo gular de la herramienta, parte activa de ese ritmo
de referencia. Nunca se es lo suficientemente enfermizo que se informa, disemina, comenta y
hardcore para el algoritmo pues su objetivo es emite juicios con una velocidad absurda. Las
capturar un clic a cualquier precio, ciertamente sentencias están escritas antes incluso de que los
que también al precio de radicalizar las creencias hechos se confirmen. Una vez que se confirman
de sus usuarios. Eso, de hecho, es lo que resulta y se clarifican ya es demasiado tarde, hace rato
más efectivo. que se pasó a lo siguiente. Trump lo comprendió
Salpimiente todo lo anterior, para que el es- y lo utilizó en su favor, alimentando a la bestia
pectáculo sea completo, con el apoyo de los con su golosina favorita: escándalos, exabruptos,
rusos (incluso ahora, cuando lo escribo, aunque mentiras, crueldades. Nos encantó.
real, parece ridículo). Como enrostró hace poco En paralelo, para convocar y empoderar a los
el senador y excomediante Al Franken al prin- suyos, para reforzar los lazos y reencontrarse
cipal abogado de Facebook, «¿Cómo es que su en lo privado, Trump se valió de Facebook, la
compañía, que se jacta de ser capaz de conectar plataforma del pueblo. Y también lo hizo bien.
millones de puntos de datos para personalizar En su elección, en el accidente, convergió si-
la experiencia de sus usuarios, fue incapaz de multáneamente la aniquilación de varias esperas.
conectar dos puntos de datos: avisos electorales La aceleración del candidato meteórico por ex-
pagados en rublos?». La respuesta, que el abo- celencia, el que entendió que el desprecio y la
gado de Facebook no pudo permitirse dar entre destrucción de todos los códigos consuetudina-
sus balbuceos incómodos, es simple: ¿por qué rios de la espera propios de la política serían su
querrían los algoritmos de Facebook hacer algo fortaleza. La espera asociada al deseo, aniquilada
tan poco funcional a los intereses inmediatos de por algoritmos de anticipación para los que el
la compañía? tiempo es una variable irrelevante. Y la espera del
Un agente central en la manera como la futuro, desarticulada y remplazada por una ucro-
campaña de Trump usó de manera eficaz inteli- nía sospechosa e improbable, la vuelta a los años
gencia artificial para identificar y hablarle a sus tan blancos y conservadores de la America Great.
El título lo tomé del corazón de un poema de un pasaje esquivo. En cambio, los recuerdo por
Terrance Hayes. El texto es uno de la serie «So- uno o un par de versos, o por la idea o sensación
neto americano para mi asesino pasado y futuro» general que habilitaron o que habilitan con cada
(American Sonnet for My Past and Future Assas- relectura. También pasa con la narrativa, obvio.
sin). No terminamos de empezar y ya van dos Se sabe al toque, al avanzar sobre esas palabras
imprecisiones: 1) no se trata de una serie titula- por primera vez. Sobre la marcha, llegando al fi-
da así sino que todos los poemas se llaman igual, nal de la frase, con el pensamiento que va debajo
todos llevan el mismo título; 2) mi traducción es de la lectura, esa voz atenta pero bajita que no
poco fiel, el original dice The names alive are like interrumpe la voz protagonista del texto, uno se
the names / In graves. dice «esto no se me borra jamás».
Ensayé varias versiones, usé «tumbas», usé Entre muchos otros, me pasa con varias líneas
«lápidas», invertí el orden, retrocedí, probé la de un poema fragmentado que leí por primera
opción literal pero luego me fui quedando con vez una noche hacia finales de 1996. En una ha-
esta, tal vez menos libre que caprichosa: ir direc- bitación de una casa en Zapote, San José, con mi
to a lo que quiere decir el verso y no detenerme amiga N, una luz amarilla de pocos watts sobre
en cómo lo dice. el libro y parte de las manos y antebrazos, bajo
Terrance Hayes nació en Columbia, en el es- las sábanas pero sentados sobre el colchón, las
tado de Carolina del Sur, en 1971 y hoy vive en espaldas contra la pared. Por la ventana abierta
Pittsburgh. Es profesor en la universidad estatal entraban, desde el patio, conversaciones ahoga-
de esa ciudad, ha recibido varios de los premios das de los vecinos y la frecuencia alta y rítmica
literarios más importantes de su país por su del frotar de patas de los grillos. Ella leyó para
poesía (National Book Award, Guggenheim, los dos aquella dicción rara, aquella música
MacArthur). Está casado con la poeta Yona nueva a la que, veinte años después de haberla
Harvey.Son datos apenas. También son nombres. descubierto, vuelvo cada tanto:
No retengo de memoria ningún poema com-
pleto (salvo uno del que luego les contaré). —y te acordá del viejo / que creía ser san jorge
Admiro mucho a la gente que te dice (prefiero / y yevaba al matungo / a tomar agua / a la
el sotto voce que la declamación) un poema suyo zanja / se sentaba siempre / sobre el caño ése
o ajeno de un tirón, sin leer, sin detenerse para / que estaba roto / y miraba a la gente / y veía
recuperar una palabra o tantear en el aire por dragone corría / a los pibes les quería / sacar lo
82
1
La espera lugares exóticos. Al abordar el
bus turístico tuve la esperanza
«esperar» y quizás es por falta
de palabras que pasamos la vida
imperceptible de que podían surgir algunos creyendo estar esperando algo,
Claudia Ulloa esbozos de historias a partir de
ese encuentro con la naturaleza.
pero en realidad no sabemos
bien qué estamos haciendo.
Recuerdo en especial la ex- Creemos estar esperando
Hace algunos cursión al géiser de Strokkur. cosas fundamentales y no nos
meses viajé a El guía nos había dicho que percatamos de las esperas míni-
Islandia con la las erupciones se daban cada mas. Ignoramos que esas cosas
intención de veinte minutos. Las hordas de que esperamos y que creemos
escribir. Estuve turistas abandonaban los buses fundamentales, lleguen o no,
alojada en y se apresuraban al géiser y yo con el paso del tiempo se van a
Gunnarshús, una residencia también. Corríamos a esperar convertir en asuntos cotidianos
para escritores en Reikiavik. Es- la erupción con cronómetros y y hasta insignificantes; se van a
taba convencida de que cámaras en mano, con un dedo confundir entre esas otras espe-
alejarme de mis rutinas me per- listo para apretar el disparador. ras minúsculas e imperceptibles.
mitiría terminar algunos Al fin el géiser hizo erup- Por eso no nos enteramos de
escritos y en el mejor de los ca- ción. Una mujer reclamó «¡Ma que, justamente, son esas espe-
sos, empezar alguno nuevo. Ya questo è piccolino davvero!» y ras mínimas las que nos van a
instalada en el estudio, seleccio- perdió el interés. Ella y muchos entregar los asuntos verdade-
né algunas lecturas y alisté mis otros se desilusionaron y se ramente fundamentales. Si no
cuadernos pero, tras varios días marcharon del lugar. Los de- somos conscientes de la espera,
encerrada y sin lograr escribir, más nos quedamos a esperar la naturalmente, cualquier cosa
pensé que salir me sentaría bien. siguiente erupción. Fue en esa que suceda entonces será algo
Cada día que pasaba me iba espera que noté que un hombre inesperado. Lo inesperado es
involucrando en otras tareas, y sin cámara mantenía la mirada casi siempre trascendental: des-
sin embargo estaba convencida en el cielo. ¿Qué era lo que de el granizo en una primavera
de que mi única actividad, sin llamaba su atención si no era el que nunca olvidaremos hasta el
importar el lugar o la situación, géiser que todos mirábamos? terror al descubrir una tumora-
era esperar las palabras. Lo que ¿Qué esperaba? Cuando el ción en la ducha.
en realidad sucedió fue que, sin Strokkur volvió a arrojar agua, Me pregunto ahora: ¿cuándo
darme cuenta, me puse a esperar el hombre siguió quieto y con esperamos genuinamente? No
otras cosas: autobuses, turnos en la mirada fija en el cielo. Nunca por ser un cliché dejará de ser
el supermercado, mesas disponi- sabré lo que ese hombre espe- cierto que lo único que espera-
bles en restaurantes; terminaba raba. Quizás se contentó con la mos es la muerte. Entonces: vivir
una espera e iniciaba otra. sola existencia del géiser o con es una espera, o una manera de
El tiempo es oro, dicen. Yo las gotas de agua tibia sobre su distraerse de la espera. Creo que
perdía el tiempo en Reikiavik, cara. Quizás no esperaba nada. la espera auténtica tendría que
o eso creía. Si ya estaba per- Ahora que vuelvo a Islandia a ser inmóvil, una espera que nos
diendo oro, podía bien perder través de estas palabras, pienso vuelva inertes. Los que creen en
un poco de dinero. Digo «per- que las palabras no llegaron la vida eterna podrían decir que
der» porque reservé un par de durante mi estancia en Gunnar- la muerte es la espera genuina y
excursiones guiadas, a pesar de shús porque yo era consciente que de ella solo puede resultar
que esto nunca me ha gustado. de que las esperaba con anhelo. lo único trascendental, la eterni-
Tenía la intención de acercarme «I said to my soul, be still, dad; pero ya sabemos que antes
a la naturaleza de la manera and wait without hope / For de que se nos abran las puertas
más rápida. Sí, me había em- hope would be hope for the del cielo o del infierno tendre-
bargado la impaciencia al punto wrong thing», decía Eliot en sus mos que pasar por el purgatorio.
de cambiar mi habitual manera versos, y tenía razón. Y es que el Inevitablemente, habrá que se-
de viajar. Sin embargo, no era poeta pensaba en inglés, así que guir esperando.
consciente de esa impaciencia y tenía tres palabras en su lengua
confundía ese sentimiento con para «esperar»: wait, expect y Claudia Ulloa Donoso es peruana y vive
en Noruega.
el entusiasmo por conocer esos hope. Nosotros solo tenemos
2
No me esperen llevada hasta el paroxismo, el
Eskatón es la culminación de
ser humano en haber visto al
Pescador en vida. Es una mujer
Benjamín Labatut la Gran Obra, el ser del mun- que ha resistido la persecución
do, el self, el Atman, un polo de los romanos, una anciana que
imantado que ejerce una in- ha convertido todo su cuerpo
La espera es el fluencia en dirección contraria en fe, que ha entregado su alma
tiempo amarra- a la de la ley de la causalidad. esperando que Jesucristo se
do por ambos No es fruto del pasado, sino manifieste en ella como lo hizo
lados, como si algo que nos llama desde el antes en la virgen. Sus pechos
fuera el envol- futuro y hacia lo cual nos diri- se han secado con la vejez, sus
torio de un gimos inexorablemente, como rodillas tienen callos de tanto
dulce. Anuda la existencia en si fuéramos atraídos por una rezar, su aliento se ha vuelto
sus extremos y nos deja atados joya de rareza perfecta, el pre- amargo esperando la segun-
a nuestro deseo, igual que el mio final para nuestras esperas da venida. Soporta apenas el
perro que se echa frente a la más cotidianas, el balón de invierno. Cuando brotan los
puerta tras la que ha desapare- gas que no llega en el día más cerezos, sus hijos rodean su
cido su amo. frío de la semana, los números lecho de muerte. Sólo ella sabe
Mi hija no puede esperar. que no avanzan en la farmacia, que algo ha comenzado a ger-
Está anclada en el presente. El los tres colores del demonio minar dentro suyo. Su estómago
regalo que le hemos prometido del semáforo o el tiempo di- se hincha cuando la primavera
si es que se porta bien (y que latado y eterno que separa dos reverdece. Cuando caen los
nunca jamás ganará) está de- orgasmos. primeros frutos, parece una
masiado removido del instante «Espérenme», dijo Cristo a doncella encinta. Las noticias
que habita como para que sirva sus discípulos, con la misma del milagro se esparcen por los
de estímulo o consuelo. Nos crueldad del amante que se caseríos. Hombres y mujeres
han dicho que no le adelante- despide con esa maldición. viajan para presenciar el naci-
mos las cosas, pero es ella quien Cristo muere y renace cada miento. Reyes, santos y sabios
vive obsesionada por el tiempo. año, al igual que la primavera peregrinan hasta su lado. Pero la
Nos bombardea con preguntas que representa y encarna, pero mujer muere con el feto aden-
cuyas respuestas no logra com- para los primeros cristianos, tro. Cristo comienza a pudrirse
prender y que la dejan hecha para quienes el Hijo del Hom- en sus entrañas. Abren un agu-
una furia. ¿Cuánto falta para bre no era un símbolo sino la jero en su estómago. Lo sacan a
la Navidad? ¿Cuánto falta para forma concreta y deslumbrante tirones, de los pies, llenos de an-
mi cumpleaños? Una semana, de la deidad, su regreso no era siedad. El bebé no tiene rasgos
un mes, un año, son esperas de- una metáfora de la vida que humanos. En su manito aprieta
masiado grandes para esa niña. brota de la muerte sin cesar, un brote reseco.
Porque no hay «mañana» para sino una realidad próxima, algo
Julieta. Ella, siempre poética, le que ocurriría durante sus vidas, Benjamín Labatut es periodista y escritor.
Ha publicado La Antártica empieza aquí
dice «después de esta noche». quizás mañana mismo. Esa
(Alfaguara, 2012) y Después de la luz
Los adultos, en cambio, espera estaba llena de esperan- (Hueders, 2017).
vivimos tironeados por algo za y les daba a los cristianos
que siempre está más allá de del primer siglo una fuerza
nuestro alcance. Los gnósticos invencible. De alguna manera,
reconocieron en esa pulsión esa espera anulaba el tiempo
humana uno de los esquemas en que vivían, dejándolos pro-
rectores del mundo. Colocaron yectados en un futuro lleno de
un objeto al final del tiempo gloria. Vivían ya en el Paraíso,
–el Eskatón–, la condensación sentados en la mesa del Juicio
perfecta de todo lo real, la Final, ebrios de santidad y
perfección última hacia la cual locura.
tienden todas las formas por su Pero no puedo evitar imagi-
propia naturaleza. Teleología nar al último de ellos, el último
3
Al aguaite de El y larga novela que a la altura
del tomo ii estaba demasiado
a leer, y estábamos hablando
de la friolera de mil quinientas
señor de los anillos encaminada como para que la páginas. ¿Y si era malo?
Ignacio Álvarez entendiera. Me dio un poco
de rabia, pero terminé por
Once meses estuve al aguaite
de El señor de los anillos, pen-
resignarme y lo conservé así, diente de que llegara a Chile, a
El papá de To- inservible como un calcetín Santiago, al Apumanque, a mis
más Leighton huacho. manos. Durante ese tiempo los
se enfermó de Verano de 1987. Me demoré pacos allanaron mi casa, aun-
cáncer cuando como cuatro meses en llegar que vivíamos en Las Condes,
era muy joven y hasta el tomo iii. Lo encontré porque estaban como locos
antes de morir casi por casualidad en un rin- buscando a los responsables del
le dejó a su hijo, de dos o tres cón de la librería que no estaba atentado a Pinochet. Durante
años entonces, un libro en in- al cuidado del señor Tan. Se- esos meses la cni perpetró la
glés que era el mejor que se gún mi madre, que no quiso horrorosa Operación Albania,
hubiera escrito en la historia de pagarlo, era carísimo, un robo. pero yo alucinaba con la bús-
la humanidad, según le trans- Según yo, valía todo lo que queda de esos tomos. Cuando
mitió su mamá. Con Tomás pidieran por él. Lo visité varias por fin pude leerlos mi amistad
nos hicimos amigos unos años semanas mientras ahorraba con Tomás Leighton ya no
después, cuando estábamos en mis almuerzos para juntar la era tan cercana y, ahora que lo
sexto o séptimo básico, y un día plata. Aunque no hacía juego pienso, ni siquiera sé si el libro
me enseñó su tesoro. Por su- con el libro que ya tenía era, de llenó sus expectativas. Siempre
puesto, no podíamos saber de un modo inexplicable, un libro le mantuve, entonces y hasta el
qué se trataba. Ni hablábamos hermoso. Y si el tomo ii me día de hoy, una última lealtad.
ni leíamos en inglés. había formado en el manejo de Cuando alguien me pregunta
Durante todo el año 1985 la frustración, el tomo iii me cómo es El señor de los anillos
jodí a mis padres y luego a mostró los turbios placeres del no tengo ninguna duda: es,
todos los libreros de Santiago bibliófilo. Lo quise simplemen- lejos, el mejor libro que se
preguntando por el bendito te porque lo pude tener, porque ha escrito en la historia de la
libro. Supieron de mi ansiedad lo había conseguido. Ni siquie- humanidad.
en la librería Manantial, en la ra hice el amago de leerlo, pero
Feria Chilena de Huérfanos lo olí y lo hojeé con devoción Ignacio Álvarez es profesor de Literatura
en la Universidad de Chile.
y del Drugstore, en la Zamo- fetichista.
rano y Caperán, y sobre todo 14-8-1987. El día de mi
en la José Miguel Carrera del cumpleaños número catorce
Apumanque. Una vez a la mis padres me sorprendieron
semana el inolvidable señor con el tomo i, que consiguieron
Tan, paciente hijo de chinos con un amigo que había viaja-
que trabajó por décadas allí, do a Buenos Aires. Es que en
me decía que no, que no había Argentina, se sabe, están todos
llegado, que nunca llegaría ese los libros que en el mundo
Señor de no sé qué. han sido. Fue una de las pocas
Octubre de 1986. Eso escri- sorpresas verdaderas que me
bí en el primer volumen que dieron. No solíamos ser objeto
conseguí de El señor de los de ese tipo de detalles, así es
anillos. Solo estaba el tomo ii, que supongo que debo haber
pero qué más daba, era por fin transmitido como un loro con
El señor de los anillos. Traté de el famoso Tolkien, y mis padres
leerlo, por supuesto, pero no deben haberse conmovido (o
entendí ni jota. En realidad agotado). Eso por el lado bue-
no era una trilogía, como me no. El lado malo era que no
gustaba repetir, sino una sola me quedaba más que ponerme
4
La primera espera años, iba al colegio en la jorna-
da de la tarde. Estaba parada
cansa, porque en ese trance
nunca bajamos la guardia. El
Milagros Abalo en el portón de salida donde tiempo no debe haber sido mu-
recogían a los niños –cada vez cho, pero lo suficiente para que
quedaban menos–, hasta que ya el atardecer bajara lentamente
En cierto no quedó ninguno. Todavía da- su telón de colores azules. No
modo, todo es ban vueltas algunas profesoras recuerdo sonido más que el de
espera. Emba- que pronto también se irían. El las tripas de los propios pen-
razos, tacos, silencio iba ganando terreno. samientos. Miraba los zapatos,
elecciones, es- No me moví del portón hasta los volvía a mirar. El espacio
perar la micro, que la inspectora cordialmente mental se me iba llenando de
la sala de espera en la clínica o me invitó a moverme y me acotaciones teatrales: Silencio
en el dentista con ese típico llevó al segundo lugar donde en cursivas, Pausa entre parén-
olor, la espera que desespera al debía esperar, al espacio de las tesis, Gestos entre paréntesis
insomne que quiere quedarse largas esperas. Por un camino y cursivas. Por suerte no era
dormido, al desvelado que de cemento llegamos al hall invierno. Por suerte. Aunque
quiere retornar al sueño. La de entrada de la casa que era en ese tipo de espera siempre
escritura es espera, la cocina a entonces ese colegio de barrio. es invierno, siempre es de no-
fuego lento lo es también, Ni- Nunca me había tocado esperar che, todo es para siempre. La
cole canta «Esperando nada», ahí, como nunca había tenido directora, una austríaca de fija
mi hija cada vez que le pido la visión de un colegio vacío. melena ceniza, salió y me dijo
algo me dice con la mano en El patio, los juegos, las salas que entrara. Nunca había esta-
alto «espera». Los vivos espe- en la espera del día siguiente. do en su oficina. Era un lugar
ran. La muerte no espera. Pero Todo fuera de lugar. La espera oscuro, viejo, lleno de polvo
hay categorías de espera, unas es estar fuera de lugar, fuera del y de archivadores, lejos de la
de corto alcance, ligeras, de las lugar en el que solemos estar pulcra oficina que había ima-
que saldremos más o menos anímica y materialmente. Es- ginado. Una especie de cueva
pronto. No alteran la rutina, tamos en el lugar de la espera, donde lo único que brillaba
incluso son parte de ella. No en ese nudo. La inspectora me era la tela del sillón donde me
gatillan la ansiedad. De tan dejó sentada ahí, en una ban- senté. La imagen de la espera
anodinas podemos querer ma- ca de madera. Entró a buscar es sentada. Tomó el teléfono y
tar el tiempo de esa espera, sus cosas para irse, y se fue, llamó a mi casa. Contestó mi
eliminando imágenes del celu- pasando antes su mano por mi mamá, su voz sonaba al otro
lar, por ejemplo. Porque es un cabeza con total naturalidad. lado en un dominó de frases
tiempo inútil, aunque en ver- Me quedé estática, siempre que pude imaginar desespera-
dad ningún tiempo es inútil. sentada con la mochila en los das: que venía llegando, que se
Pero hay otras esperas, más in- hombros. Como Vladimir y había descoordinado, que iría
tensas y definitivas, como actos Estragón en el centro de un corriendo.
de resistencia, esperas en que la escenario mirando al fondo en Que por favor la esperara un
vida queda suspendida de tal silencio. Esperando. Atada a poquito.
manera que después todo pare- ese momento de espera. Resis-
ce cambiar un poco, o mucho, tiendo esa espera. Ahí seguía, Milagros Abalo es poeta y editora. Ha
publicado Esto es (Hueders, 2017).
porque la espera ha pasado a ahí estaba otra vez para los ojos
ser la vida, lo más vivo de ella, y de cualquiera que pasara. Pero
el resto es algo que corre mudo ya nadie pasaba, nadie quedaba
por el lado. Nos llenamos de en el colegio salvo la directora.
inseguridad en ese tipo de es- Yo seguía aferrada a la ilusión
pera porque no sabemos lo que de que apareciera mi mamá o
viene. No sabemos si todo será mi papá por ese largo pasillo
un seguir esperando. de cemento, para ir corriendo
Recuerdo una primera gran y dejar caer mi cuerpo de lana
espera. Debo haber tenido siete en sus brazos por fin. La espera
El spot
Lo podemos
lograr
Cristina Varas
Largo
fondo rojo, la imagen de Lenin y a veces de otros mismos, y completamente sanos, llenos de ener-
próceres. Siempre algún eslogan: «Adelante ha- gía de tanto comer yogur Soprole. La cancioncita
cia la victoria del comunismo», «La victoria del era muy pegajosa, y su letra muy pero muy posi-
comunismo es inevitable», «Hacia la victoria del tiva, transmitía optimismo (lo podemos lograr) e
trabajo socialista», «Gloria a la gran revolución incentivaba a esforzarse para superar las pruebas
socialista de octubre» y muchos otros. de la vida, «con la ayuda de esas pequeñas gran-
Llegué a vivir en la Villa Olímpica, con una des cosas que nos llevan a triunfar».
hermana que se había venido un par de años an- Y aunque ya entonces encontraba muy rara la
tes, y no teníamos tele, así que solo la veíamos frase «todos los días, la vida es algo nueva» (cla-
cuando estábamos en otra casa. De manera que ro, era para hacer la rima con «pruebas», pero
me demoré algún tiempo en descubrir la desa- pudo haber una mejor opción), la cancioncita,
gradable, insólita novedad de que las películas esas imágenes, en realidad el spot entero, me
–y las teleseries, y hasta los noticiarios– eran emocionaban de verdad, por más que intentara
interrumpidas cada cierta cantidad de minutos aplicar feroz autocensura, «¡cómo te va a gustar,
para dar publicidad: se sucedían los anuncios de Cristina, si es solo para que la gente compre!».
jugos, planchas y neumáticos, con imágenes co- Pero me gustaba. Me identificaba con esos ni-
loridas y escenas muy iluminadas y por supuesto ños perseverando hasta conseguir lo que querían,
muchas sonrisas. estaba de acuerdo con inculcarles a los niños la
Se iba a las pailas el suspenso, la concentra- constancia, el valor del esfuerzo, de no darse por
ción, el gusto de estar viendo algo que hacía vencidos a la primera dificultad; dar lo mejor
olvidar por completo la realidad (y la realidad en de sí siempre… Se parecía tanto a lo que nos
esos tiempos, dictadura mediante, no era de lo enseñaban en los pioneros, a lo que nos decían
más amable que digamos), algo medio diverti- que había que hacer para ser un buen pionero:
do o medio extraño o medio romántico (en esto esforzarse, no rendirse, perseverar, estudiar mu-
último las teleseries la llevaban), pero incluso cho; en pocas palabras, ser (intentar al menos)
cuando era algo aburridísimo esos cortes me da- personas ejemplares, intachables.
ban mucha rabia, impaciencia, frustración. ¿Por Y sí, puedo decir –sin ninguna base científica,
qué tenían que existir? estadística mi demográfica– que había proporcio-
No tengo muy claro cómo, gradualmente, me nalmente más «buenas personas» entre el común
fui acostumbrando y reaccionando a los comercia- de la gente que en este país ¿mío? Al menos nadie
les con cada vez más calma o indiferencia, me fui tenía que sacarle los ojos al vecino para subsistir.
aprendiendo sin proponérmelo las cancioncitas Habrá sido por adoctrinamiento, adiestramiento
y hasta –sí, lo confieso– me fui encariñando con si se quiere, pero después de tantos años se les
algunos personajes o con algunas de las minihis- metió bien adentro a los ya inexistentes soviéticos
torias que se mostraban. Fui cayendo en las redes la solidaridad, la capacidad para compartir, des-
de la persuasión, en pocas palabras. Subyugada prenderse, invitar, regalar, ayudar; en suma, para
por los tentáculos de la publicidad capitalista. convivir de la mejor forma posible con quienes
Me gustaba (en secreto, por supuesto) el anun- les tocara convivir. Y eso era real, se sentía.
cio de yogur Soprole, que mostraba a veces a un ¿Habrá sido porque de verdad creían que el tal
niño y a veces a una niña tratando de dominar un comunismo llegaría? La sociedad ideal, sin pro-
deporte: patines, bicicleta, fútbol… La historia blemas ni carencias de ningún tipo, construida
era siempre la misma. Los niños practicaban su por todos. Un poderoso «nosotros» cumpliendo
deporte y les costaba, tenían tropiezos, tamba- esa tremenda tarea. Un poderoso Estado dicien-
leos, caídas, lo típico. Luego quedaban levemente do «lo podemos lograr», haciéndote parte de esa
amurrados y eran apoyados por sus padres: con gesta, proclamando –decretando, se dice ahora–
un gesto, por un papá con cara de bonachón, y un futuro que sí o sí llegaría como recompensa
con un yogur Soprole por una mamá perfecta de por todos los esfuerzos realizados.
sonrisa perfecta (y en ese orden). Tal vez por eso caló tanto en mí el anuncio del
Yogur comido, problema resuelto. En las yogur Soprole.
escenas finales los niños aparecían conver-
tidos en eximios exponentes del deporte Cristina Varas Largo es traductora del ruso y magíster en
edición de la UDP.
respectivo, muy felices, muy seguros de sí
¿Qué libro grueso
has esperado para leer?
paso algunos guiños: «No uses una expresión entre el murmullo, el silencio o la heredad oculta
como “tenues tierras de paz”», o «nada que en este caso avasalla y prevalece. Es un li-
de ornamentos. O solamente buenos». bro necesario, actual, con un lirismo encriptado,
Delicia de gordo es este libro. cismático, como la vida del autor. Abordar estos
Ezra Pound, Ensayos literarios, Barcelona, poemas es evocar la importancia que Alcalde
Laia, 1989, 419 páginas merece al momento de pensar lo que enten-
demos por tradición, y los brazos
perdidos del canon nacional.
Juan Carlos Cortés Alfonso Alcalde, El arado de cinco dedos y
Editor en Abducción Editorial otros textos, Santiago, Das Kapital, 2015, 637
La vida instrucciones de uso es una de mis novelas páginas
favoritas de uno de mis autores favoritos. Pèrec,
que pertenecía a Oulipo, un grupo de escrito-
res que aplicaba las matemáticas a la escritura, Meribel González
realmente llega a su punto álgido con esta obra. Periodista y editora
Pèrec imagina un edificio en París, detiene el Hace algunos años recibí una novela que me
tiempo, le quita el muro de fachada al edificio costó aceptar. En la portada aparecía una ima-
y describe lo que sucede en cada habitación gen de León Trotsky junto a sus perros. Sabía
sin pasar dos veces por la misma. Su propósito: muy poco de aquel mítico personaje debido a
capturar un instante. Entonces, si bien tenemos un infantilismo adolescente que me hizo recha-
que enfrentarnos a descripciones sistemáticas zarlo por su responsabilidad en la masacre de los
de bodegas y armarios (que finalmente tienen anarquistas de Kronstadt. El libro permaneció
un gran sentido), pasamos por grandes histo- olvidado en el pueblo donde vive mi madre y fue
rias; desde el germen de una nueva religión que hace muy poco que volví a recordarlo mientras
conquistará el mundo, aventuras por varios con- escuchábamos las noticias que conmemoraban
tinentes, hasta el ejemplo más bello los cien años de la Revolución Rusa. Mi mamá
que he leído sobre el arte de perder me relató emocionada el viaje que hizo gracias al
el tiempo. libro desde aquel lugar perdido donde los trenes
Georges Pèrec, La vida instrucciones de uso, ya no se detienen hasta el asesinato del hombre
Barcelona, Anagrama, 1988, 640 páginas que advirtió del trágico destino de la urss en las
manos de Stalin. Con una prosa inagotable, ale-
jada de la condescendencia histórica, el escritor
Pablo Lacroix cubano Leonardo Padura invita a recorrer los
Editor en Ajiaco Ediciones principales conflictos que marcaron el siglo xx
Durante los últimos años las editoriales in- en esta novela que no se detiene en las culpas
dependientes han reactivado en su catálogo para finalmente desnudar la profunda
el rescate de autores nacionales ausentes u ol- fragilidad humana.
vidados. Un caso emblemático es El arado de Leonardo Padura, El hombre que amaba a
cinco dedos y otros textos, recopilación a cargo del los perros, Barcelona, Tusquets, 2011, 768
demonio Cristian Geisse, que nos propone un páginas
recorrido exquisito por la fuerza de Alfonso Al-
calde, uno de los poetas de mayor profundidad y
destreza del siglo xx chileno. Con un uso cuida- Cristián Rau
do y reiterativo del lenguaje, casi como un trance Periodista y editor de Medio Rural
ominoso y catalizador, su poesía camina entre el En este titánico proyecto, de 1.200 páginas,
humor y la muerte, la picardía y la tragedia, la Germán Marín, con su ya reconocible estilo de
pasión y la soledad, «cantos» que nos remiten parrafadas interminables y que adquiere fuerza
a esa literatura íntima, llena de personajes ne- a medida que avanza, intenta contar a partir
fastos, fantasmales y disruptivos que proliferan de su autobiografía y del relato de su familia
entre los escritores que dominan el oficio. Leer la Historia –la grande, con mayúscula– chile-
a Alcalde es adentrarse en la nomenclatura de na del siglo pasado. Sin ningún tipo de pudor,
un pueblo, como un hábitat popular que subsiste describiendo con detalles los más escabrosos
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