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Aun • Nº 2

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Primavera 2011

l\lotas •ooo
1. Intervención en las primeras Jornadas Buenos Aires, 2004, especialmente el
sobre Infancia - EPFCL- Foro de Sal- capítulo 6 titulado Auctoritas y
ta-Tucurnán. Potes tas.
2. En Argentina el libro fue publicado por 14. Revault D' Allonnes, Myriam. óp. cit.,
Editorial Paidós, Buenos Aires, en el p. 30.
aM 2008.'
15. Pul;llicado por Ed. Pre .. Textos, Va·
3. Para lo que sigue, véase Peusner, Pa- lencia, 2000.
blo, El niño y el Otro, Letra Viva, Bue-
nos Aires, 2008. 16. Revault D'Allonnes, Myriam. Op. cit.,
p. 252.
4. Publicado en Buenos Aires por Letra
Viva, 2008. 17. Torrado, Susana. Historia de la fa·
milia en la Argentina moderna ( 7870· " ... hay un principio, un comienzo, un fin. pregunta propiamente dicha) queda
5. Nueva Visión, Buenos Aires, 2005.
2000), Ed. de la Flor, Buenos Aires, 'Lugar' es porque se debe comenzar demasiado sujetada a criterios tera-
6. Ibídem. p. 35. 2003, p. 658. por el comienzo. péuticos, y entonces no sirve para
7. Ibídem.' Al princípio no está el origen, está el
18. Durkheim, tmile. "Textes 3-Fonctiones · adoptar referencias teóricas que
sociales et institutions', Ed. Minuit, Pa· lugar." 1
8. Ibídem. p. 38. J. Lacan permitan situarnos en las coordena-
rfs, 1975, pp. 35-39. [traduje el texto y das de la lógica y la dirección de la
9. Publicado por la Editorial Amorrortu, lo inclur a modo de Addenda a mi li·
Buenos Aires, 2008. cura anaiítica.
bro El sufrimiento de los niños " ... hay que definir este Otro como el
(1999), Letra Viva, Buenos Aires, 2ª La pregunta crucial es entonces)
10. /bid. p. 15. lugar de la palabra.
edición, 2008, p. 123 y ss.J. p. 56. No es desde dónde la palabra se esta otra: "¿Acaso nuestra teorfa -dice
11. Peusner, Pablo, El sufrimiento de los emite, sino dónde cobra su valor de Freud- no reclama para si el titulo
niños (1999), Letra Viva, Buenos Ai- 19. Lacan, Jacques. Note sur l'enfant
palabra, es decir, dónde ésta inaugura de producir un estado que nunca
res, 2ªedición corregida y aumen- (1969), en Autres tcrits, Seuil, Paris,
2001, p. 373 [Traducción personaO. Hay la dimensión de la verdad'. 2 preexistió de manera espontánea en
tada 2009. J. Lacan
versión espaliola en Intervenciones y el interior del yo, y cuya neo-crea-
12. Lacan, Jacques. "Les complexes Textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1988. ción constituye la diferencia esencial
familiaux dans la formation de l'individtl' entre el hombre analizado y el no
(1938), en Autres Ecrits, París, Seuil, 20. Para lo que sigue, véase Lacan, Jac-
analizado?". 5 Ahorrémonos los ro-
2001, p. 25 [traducción personal]. ques. El Seminario. Libro 1. Los es· Freud, en su texto "Análisis ter-
critos técnicos de Freud, Paidós, minable e interminable", 3 formula
deos, la respuesta de Freud es afir-
13. Véase Agamben, Giorgio. Estado de Buenos Aires, 1981, pp. 26-29 (to· mativa: la experiencia del análisis
e:<plfcitamente y sin rodeos la pregun-
excepción (2003), Adriana Hidalgo, das las itálicas son mlas). produce un estado nuevo eri el hom-
ta por el estatuto del ser del sujeto
luego de haber sido modificado por bre, algo inédito, su resultado es del
la experiencia analftica. Lo hace des- orden de la creación, y por lo tanto
pués de haber afirmado -con un involucra necesariamente la dimen-
poco de apuro y al pasar- que " ... el sión6 de un acto que sanciona un
análisis no consigue en el neurótico antes y un ·después. Freud lo ex-
presa en estos términos: "La recti-
más de lo que el sano lleva a cabo
sin ese auxilio". 4 Como podrá no-
tarse, aquella primera respuesta -
ficación con posterioridad ·del pro-
c eso represivo originario, la cual
•o
(anticipada, en rigor de verdad, a la pone término al hiperpoder del factor
o
,,.., Aun 93
cuantitativo, serla entonces la opera-
ción de la terapia analltica". 7
o sobre los indices de su enunciación,
y es desde am que alcanza y afecta a
por su parte, hace referen- \ la condición del ser del sujeto.
cia a otro orden de r1reqfüi(:;a~i~6''.i la f Por eso, cuando se trata del pase
"•.
de !a dirección de la cura a la noción
~ae ·tito . 'ª'; ~~-----~---~·--¡
\re1erente clínico más
apropia o para situar tanto el senti-
do de la verdad del deseo como la
una que incluya esa suerte de "pa-
ciente impaciencia" del padecimien-
to neurótico de quien consulta al clí-
nico antes de convertirse en un ana-
que podemos situar en el comienzo de salida del análisis, a la rectifica1- paradójica satisfacción pulsional de lizante. Digamos, para simplificar, la
f mismo del análisis, en la e.:mma de ción del discurso le sigue -lisa y lla- la neurosis), obtendríamos la•";~~··:
=-=-
ción cin11io.nta----~-,_.~,,..,,....-..-..-~..
posición del pa(de)ciente, entre el
entrada más que la de salida. ¿O se namente, seg1.ín Lacan- la "destitu· neurótico y el analizante.
trata de la misma puerta, de un mis- ción" del sujeto, lo cual produce Finalmente, la pregunta podrla ser
mo lugar por el que hay que pasar al como resultado al analizado y en 1~1 1 . Antes de la rectificación subje- la siguiente: ¿Cuál es la.situación, el
menos en dos 'oportunidades? mejor de los casos al analista. tiva que abre el análisis: -incluso.:,-en ercüals"eencüeñ~-­
podrfa ser nuestra pregunta añadida seo del analista 1 entonces, un deseo BÜ(f!;fJ..eíóa_del sujeto resp~ecto t~~~art~ia"C7se:
a la de Freud, la que nos permite pen- de saber que ha venido a ocupar (:ll del slntoma y de lo que en él ·síón analftica? ¿Cómo delimitaTfalfis-
sar en una correlación entre el acto lugar del horror neurótico frente al hay de satisfacción gozosa. ~~cia 9.Ue~hace"lugar a la pue_i:,t:~_~e
final y el acto inaugural de un análisis. saber, es el genuino e inédito pro- Esto da un estado del sujeto entrada al discurso analítico? Para
Al mismo tiempo, debemos pre- l dueto de la operación analltica. que también puede calificarse
como el estado de un yo-fuer-
responder:vamosa tOmar"las tres
prirneras e/sesiones del tratamien-
cisar qué entendemos por aquella Ahora bien, cuando se trata dHI
operación genuina que Freud califi- pase de entrada al análisis, ¿cuál es te (aunque al mismo tiempo es to del analizado que conocemos
ca como una "rectificación" y que el nombre del novedoso estado dBI un yo-débil), en muchos casos como "El Hombre de las Ratas", uti-
lacan aplica también a las coorde- sujeto que consideramos como efec- inhibido e incluso deprimido. lizando como huella de aquel tra-
nadas de la entrada en el análisis. No to de aquella primera rectificación de .. 2. Luego de la primera rectifica- yecto ~ s~nifican1~s fundamen-
.,?e trata de una rectificación del VO: la palabra? Respuesta: el estado ana- cTóñ sÜbjetiva, una vez abierta tales:~.
~·-
( operación que no ubicarla al análÍSiS lizante del .ser del sujeto. Dicho de la puerta del análisis: ~.&lirEí!&.:~f
·· más que en el cortiLmto de las tera- otro modo -y llevando el planteo al ¡f(lJtp/iC:?~f!.{9'fJ.del sujeto respecto C/Sesión t1º O (El neurótico)
péuticas psi. Tampoco se trata de la extremo-, uno deja~º-- dé su síntoma, una vez que el
rectificación del sujeto ni de ninguna
~- ..... , .. acto analltico reveló hasta qué Para comenzar, tomemos como
otra categorla que creamos poder si· punto el neurótico permanecra primera e/sesión aquella que se si-
tuar en su lugar (su ser de deseo, su ramente pasa, esa genuina institución demasiado implicado en ello. túa alrededor del encuentro del futu-
ser pulsional, etc.), sencillamente por- del analizante (esa instancia del sm "" 3. ~uego de la rectificación fina.1. ro Hombre de las Ratas con el texto
.lQ que no podríamos acceder a ese nivel renovado del sujeto) hace latir el co- aquella que da lugar a la dest1- de Freud, más precisamente con La .!!)
.!Q de manera directa y sin rodeos.1ª.., razón de lo que habrá sido el acto tución subjetiva: La identifica- psicopatologfa de fa vida cotidiana. ~
'(I)
~ t::
i:::: • meta genuina de la oeeración analfti- analftico una vez llevada la condición ción con aquello que del sínto- La denominamos "e/sesión nº O", por (\l
~ ma resta a la operación analíti- efileCiiüde QfQQJJ.Cir.s.aen"Jii.tiam¡iQ__ a(..)
ca, su objeto, es sin dudas la relación analizante hasta la salida final)Dicho
.!¿ 'V;
.entre la verdad del deseo y el facto"r de otro modo: En el comienzo est~ ca, con lo que el sfntoma tiene anter10r _áT-~i]cu~n!!Q_plQJ2.@DJ.~
:s. pulsional, pero aquello a rectificar es er acto del analista.1.J:i.~o dicho lug•ir , de in~urable, identificación coJ dic_fio-;nt_r~AR.ªc!e..nte y el analis~.§..
Cl..
t::
~ -estrictamente hablando- otra cosa. ~causal sólo se verifica indirectamen- rrelat1va de ese novedoso es- f\J · tie!:!!Eo gue el análisis establee~~
(lJ
V)

§ Freud lo denomina "represión", es te¡)Oreihecho de coñSürtaflae~~ tado que es el de un ser de de- retroactivam~é!!liL.illlJgu;;L~~,:
(')
t;
~ decir, defensa. Nosotros, para abre- -tQncia de la pal~liza!lte- seo fuerte y singular. ... ~]óññ~s el tiemp? d~ .la neuro- {. '~
,(Q
\'IJ

~
-i
viar, digamos que se trata de un
mecanismo significante, de una ca-
Respecto de lo que Freud deno-
minaba "el factor cuantitativo" debíé·
dena significante incluso. La rectifi-l ramos indicar lo que en el sujeto de-
Ahora bien, si nos restringimos a
los movimientos de apertura, tal vez
sis, con sintomatologia t1p1camente \
obsesiva, que habla llegado hasta la
conformación de un delirio cuyo su-
r é;
-.1

•o cación recae entonces sobre la pa-


labra de quien nos demanda, sobre
los términos concretos de su discurso
seante hay de relación con su siar
pulsional. En este sentido, si aplica-
mos estos momentos difereñciaiiiS ·
podamos encontrar .una nueva tr~-
partición (y es lo que in~entarem?s s1-
tuar a partir de la casuística freud1ana),
jeto de la enunciación podríamos lo-
calizar a partir de la siguiente f~rmu-
la: "no devolveré la no deuda . Aun 1 O
O
o
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Marcelo Mazzuca 1
1 Primavera 2011 El lugar de la palabra en la e/sesión analltica

asi, el sujeto perrnanecia en la po- (imperativa, hasta entonces) con la denominarla "la constelación familiar al campo de la orientación vocacio-
sición de intentar realizar el imposi- ¡;:-
instancia de la letra (la del texto freu- ; .~!.Jlfil!rótiéu'.'.....ui:u!!;l~inismo nal del sujeto. Hofrat, según leemos
ble acto de devolverle a quien nun- diana). El sujeto, hasta alll neurótico, consciente gue _precede a-íáSltüa- en el historial, era un título que se les
ca le prestó. se reconoce en aquellos "raros enla· ~}Q~-~!J~If![~ª~~~Q:.!~im: otorgaba -entre otros- a prominen-
El punto a destacar, es que asi ces de palabras" 9 que encuentra en P..Q.~!1.Y.QJtJ.i:;!rnJQ_ru:!.~JJabrá_~ll!i tes médicos, abogados y profesores
podernos entender la respuesta del · la letra de Freud. Consideremos en:} relación transferencia!. universitarios.
sujeto frent~ a la invocación del Otro: tonces esa situación como una pri- · ···s·etraia(i;íi_~-Sig;;ificantes cri- Tenemos entonces los significan-
"tü debes' devolver las 3,80 coronas". mera e/sesión, la nº O, si es que por n:Jicrat~ hofra¡, cuya influencia es an- tes de la alternativa propuesta y has-
Ambas voces, la del sujeto y la del eso entendemos una primera "ce· terior al comienzo del tratamiento ta cierto punto impuesta por el lla-
Otro (en rigor de verdad, una sola y sión" de goce cuyo efecto es causa,r propiamente dicho. Provienen ambos mado al ser que proviene del Otro
la misma), se realizan en ese juramen- el deseo, ceder parte del goce del de la infancia del sujeto, y en cierta paterno. Pero la nota de color la apor-
to no tan claramente "auto-impues- padecimiento en virtud de un deseo manera los encontramos en la más ta Freud en un comentario a pie de
to" como "imperativamente impues- de saber (en este caso, de conoci- importante de las construcciones que página. "La alternativa era incomple-1
to". Y _t.§.il(ja en la l~g!~~~o miento o de reconocimiento). Freud realiza durante el análisis. La ta -dice Freud-. El padre no pensó
aparece la idea de pedir un certifica- Digámoslo de esta otra manera: escena de la paliza recuperada en el en el desenlace más frecuente de un
Boaeenlermedad a un médico para puede suponerse alll una primera "ce· recuerdo permite al ya por entonces apasionamiento tan prematuro: la
~~f.~L~lb1EÚ9 ~ÍÍlle,-escieclr: sión sin sesión", pero con un elemen- sujeto analizante formular uno de los neurosis" .13 En rigor de verdad, ése
"devolveré la (no) deuda". De all! lo to común a ambas, la voz. En este textos fundamentales de aquella in- es el resultado (por lo menos hasta
ñeCe5aíié)de1 ·Sirrtüma;tuerteñíeñt; caso la voz del texto, y es en ese lu- vocación del Otro que hace al deter- el momento en que el neurótico se
Slt.UadO en el terreno de las exigen- gar donde situamos potencialmente minismo del ser del sujeto. "Tú serás) convierte en analizante), y lo confir-
cias superyoicas del "d?ber", y de la al analista. Serla aquel que, con su un gran hombre o un gran criminal" 12 ma la primera demanda silenciosa del
búsqueda de una solución: hacerse silencio, "se convierte en la encarna- sentencia el padre en ei momento en paciente que quiere hacerse recono- '
~-2.!J.2..~_12.Q.Lfil_Qtro, no s~om()__ ción de la voz como objeto" .10 El que la paliza se interrumpe. En este cer como un enfermo neurótico a tra-
un deudor sino además como un en- "analista conversor" incluso, 11 quien sentido, el valor de la construcción vés del pedido del certificado. Sólo
~ü~e5ciecir,_c;g_fil(Ll¿!Lt!i~~~ _ haciéndose agente de aquella voz i .frnudiana reside, no tanto en la su- que esta tercera alternativa no requie-

f Pero lo más interesante -y es lo


que queremos destacar- es lo que
parece haber torcido el rumbo de
produce con su intervención una puesta interdicción del goce mastur-
conversión del objeto de su condi-!1 batorio, si~o en los significantes de
ción de goce hacia la función de cau- su renuncia, elementos que funcio-
re de un tercer elemento significante
para producirse. Es más bien el resul-
tado de la permanencia en la vacila-
satisfacción inicial de aquella deman- sa del deseo. Sólo que en este casoj min c~mo vehlculo para la realización ción entre uno y otro término, el con-
da de reconocimiento ("tú eres un en- se tratarla de una voz en off -si es dHI SUJeto en la medida en que inten- flicto mismo como signo de la divi-
fermo", o incluso "tú eres mi neuróti· que vale la expresión- y de un texto tan nombrar su ser moral e intelec- sión y de la no realización subjetiva:.J
co")._Q~~.eill~ haberle_ muerto, de un sujeto en espera que tual. El primero, criminal, comanda las En definitiva, la que queda velada
_f-ª.íQQ...P-QLentonces..et:1-lasmaUQS...!fil._ habrá que conseguir hacer vivir en el e>(igencias narcisistas que podemos es la enunciación más pura de aque-
· ~bro_!rtL<:Lfluió h~JTILfüLe.l.e.c_cjón! análisis. Será necesario poner esa voz atribuirle al Súper Yo, y se lo encuen- lla voz que late más i;tllá de los térmi-
f:e.tQ..~i.g.Qn.u._sa.podla_oLhablar. en acto, en presencia de los dos pad tra fácilmente en el discurso del su- nos del enunciado. Algo asl como:
d~_.9.9.\:!?~J.tQ ". 0 Proponemos ticipantes de la sesión analitica, para' jeto formando parte del texto de su "a partir de ahora serás" o "en el fu·
localizar allí un primer silencio opera- poder hacer de ella el pivote de la. slntoma principal. El segundo, hofrat, turo habrás sido", o simplemente
tivo que hace suponer un comienzo operación del análisis. , comanda las exigencias narcisistas "será". El padre desaparece de la
(también un lugar) para el acto del Por otro lado, hay una segunda, qu~ poden:os atrib~irle al Ideal del Yo escena de la paliza y es una voz la
analista. Pero aun antes, ubicamos cuestión a destacarcreesteliempt(la 111stanc1a psíquica "deprimente", que golpea a partir de alll. La oportu-
.ajfferío..:_~-~era conslllta, y tien~ sngún Freud), en la m~dida en que
o
una elección guiada por el azar de
un encuentro, que como hemos su-
gerido reúne la instancia de la voz
~~er_90~..~os d<?_s si~antes anJ r~su~ta apto para tra?uctr aquella ex:
tenormente mencionados. Podrlamos¡ piesión más general el gran hombre
nidad del análisis depende entonces
de la maniobra que realice el analista
para poder retomar ese lugar, el de

e
o e
1 Aun 97
la a instancias de la voz y 1 la actitud de lucha contra las mismas rJesea. Freud lo dice asf: "Siempre le
de la letra. "El analista simboliza el más el resultado evidente de "perder hizo un efecto benéfico estar alejado
superyó que es el símbolo de los Tomemos ahora la que podemos el tiempo", es información suficiente de ella" .18 Digámoslo de la siguiente
sfmbolos" -dice Lacan-, "El super- considerar la única entrevista prelimi- para suponer una neurosis de estruc- manera: lo que lleva al discurso a su
~

' yó es simplemente una palabra que nar que Freud dedica a examinar la tura obsesiva. punto de encrucijada, el del encuen-
no dice nada". 14 demanda de aquel "joven de forma- Sin embargo, lo que resultará de- tro del deseo del sujeto con el deseo
~ Agreguemos un último detalle a ción universitaria" 15 que lo consulta. cisivo en términos estrictamente ana- del Otro, son las coordenadas de una
las puntualizaciones sobre esta c/ Se trata ya del primer enc;uentro real, líticos no es tanto la palabra informati·· relación sexual sin acto sexual, una
sesión nº O. Freud, el Otro de la trans- cuerpo a cuerpo, entre el neurótico va, que habrá que rectificar. No son t& suerte de tratamiento "catártico" del
ferencia que inicialmente su devenido en paciente y el analista, los enunciados de su discurso lo que goce sexual que invadía sus pensa-
nombre y su texto, también queda razón por la cual la denominamos e/ cuenta, sino lo que tras ellos queda mientas, es decir, del goce fálico. En
atrapado en los significantes de la sesión nº 1. evocado y resonando en la medida cierto sentido, una "sesión sin cesión",
. "constelación familiar". En primer lu- El primer punto a destacar • 1a precisa en que dicho discurso se con- la inversión de la fórmula anterior.
gar, porque el suj~to le supone far- relación que el consultante mantiern~ figura "hacia" pero fundamentalm~n- Ahora bien, el punto crucial lo
mar parte de la familia de un crimi- con su propia palabra, la posición quH te ''~e" e) lugar de su interlocutor. 17 encontramos en este momento del
nal, más precisamente de un asesi- adopta respecto de sus propios di· Pero para llegar a ese punto, ElS diálogo. Cuando la palabra informa-
no serial. Es un dato que encentra- chos en el diálogo con el analista. Así necesario ubicar el devenir de la pa- tiva ya no puede realizarse en el lu-
mas en los "Apuntes originales" del lo expresa Lacan: "Primero cree qwi labra informativa del paciente en esa gar del Otro, la curva del discurso
caso, y que el analizante confiesa a .entrevista inicial. Se trata de la infor- orienta las cosas hacia la relación
l su analista durante el transcurso del
es necesario que él mismo haga do
médico, que él informe al analista". 16 mación acerca del tratamiento que transferencia!, actualizando posício-
tratamiento. Creyó que Leopold Es lo que ocurre en el comienzo de el propio neurótico le dio a su pade- nes amorosas y gozosas en la rela-
Freud, el asesino del ferrocarril (de esta primera entrevista. El neurótico, cimiento antes de convertirse en pa- ción con el partenaire analista. Dicho
igual nombre que el hermano de Sig- ciente, o como hemos dicho, en "mé- de otro mqdo: allí donde el acto
devenido en paciente, usa la palabra
mund Freud) pertenecfa a la familia de dico-paciente". Vemos asl aparecer sexual encuentra su agujero en el dis-
como vehículo de transmisión de una
quien se convertiría más tarde en su on su palabra un primer discurso so- curso, se presenta primeramente
información acerca de su padeci·
analista. En segundo lugar, porque bre la sexualidad, tema a partir del como respuesta el "exceso" (de in-
miento. En su discurso, oficia él mis··

l podemos suponer que Freud también cual se produce el primer "rulo" del formación, en este caso), y a conti-
mo de médico para su interlocutor
queda representado por aquel trtulo discurso, un primer punto de inflexión nuación el acto del analista. Veamos
analista. Asf nos enteramos -en esté
que se le conferla a prominentes mé- de la palabra discursiva. El único tra- cómo sucede en este caso. .!:'.)
·!!! \caso- del contenido de sus "repre-
·!!t d1cos y profesores universitarios tamiento que resultó más o menos El paciente pasa a informar s~re ~
~ sentaciones obsesivas" (temores, '(\)
e::(IJ como él. Freud, el padre del psicoa- eficaz, fue el hecho de mantener una la historia de su vida sexual (primer t::
impulsos y prohibiciones), del tiem· \\¡
o nálisis: un verdadero Hofrat. relación sexual regular durante un coito, prácticas masturbatorias, rela- Cl
.!:¿ ~ p~ que llevan habitando sus pensa .. -~
(/) Por lo tanto, son esos dos signifi- tiempo con una mujer que le era lo ción con prostitutas, etc.) s._on un gra- fJ)
Q.. mientas y de los años que ha perdi· Q..
cantes y sus variaciones los que suficientemente indiferente como do de detalle que sorprende a Freud, t:::
¡¡¡ do en el combate contra esas ideas.
para no tener que involucrar su nom- quien interroga el discursp en vez de
Q)

(/)
marcan el camino y la dirección de la De paso subrayemos que esta infor.. (()
(J
.9 1 cura del paciente, en la medida en bre propio, es decir, su deseo. Esto quedar hipnotizado por·eJ objeto g~e "~
mación le permite (a Freud tanto <..J
~
<.J ' que representan al sujeto del análi- queda más claro si sumamos un dato ·su paciente-neurótico estaba obse- ~
como al paciente-médico) tipificar su l1:J
(IJ
sis. Ubiquemos sus vicisitudes en las que Freud sólo consigna en los quiándole. Su acto difiere del senti-
(/) padecimiento y establecer un diag .. fJ)
o
o dos c/ sesiones siguientes. "Apuntes Originales", y que comple- do común y eermite ahuecar el sitio ._¡
.....¡ nóstico preliminar de neurosis obse ..
menta la información referida al tra- al gue irá a earar el analista. ~-

•o
siva. La localización del padecimien ..
tamiento que el paciente encentra- mente pregunta -pero al hacerlo tam-
to en el cuerpo de los pensamien ..
ba en la relación sexual. Se trata de
tos, el contenido y las caracterfsticas
la relación con la mujer que admira y
bién objeta- por las razones gue lleva-
ron al paciente a poner tanto én@.sis
o
o de las representaciones impuestas,
o
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El lugar de la palabra en la e/sesión analltica

en la información sobre su sexuali- pasado en la historia de su deseo por preliminar. O, mejor dicho, elige no ~na cura r!:2.~~cto -~~nte- )
d~~''lo
¡~
qu;-esrediJn-
dancia para la información, es preci-
samente lo que, en la palabra, hace
situaciones semejantes. Sólo que
Freud ya tenla lo suficientemente
analizada su neurosis obsesiva como
hacerlo aún. Podría haberlo hecho,
por qué no, examinar el texto de la
psicopatologia cotidiana para recor-
rior estado neurótico.
Ahora bien, la libertad de elegir la
palabra de inicio -como no podía ser
1
oficio de resonancia. Pues la función para hacerse soporte del acto anal!- tar el detalle de la letra de la cual el de otro modo- está igualmente suje-
del lenguaje no es informar, sino evo- tico. Se observa entonces, que tan- paciente quedó colgado, dando asf ta a los determinismos significantes

--
car" . 19 Esta intervención de Freud
permi~~'re~,tific~r" &_disc;;JJ~I
to en la rectificación inicial como en
la interpretación principal, algo que-
ocasión a las primeras resonancias
de "la voz del sufdente". 2º Pero re-
por los cuales esa palabra se engan-
cha en el discurso del Otro. Es así
.eacient~y dírigir.1~. hacia !a pu~1]._fle da evocado (exceso de información sulta que el análisis no habra comen- que a segundos de comenzar se
entrada en el análisis. Es decir, lo in- en el primer caso, carencia de reac- zaclo, y Freud parece darle importan- hace presente el significante criminal.
vita con su acto a dejar de ser pa- ción afectiva en el segundo), aquella cia a esos momentos decisivos de Esto ocurre por haber decidido el
ciente para convertirse en analizan- distancia entre los enunciados y la corte y discontinuidad. Es recién lle- paciente hablar sobre ~.!2!]'.~1.Y.n-
te. Es esa intervención (no calculada enunciación da lugar al acto anallti· gado ese punto que Freud, en la en- ~!Q!1 gu~ ocuga ague! amigo a_g~n
ni premeditada pero no por eso ca- co. La intervención inicial de Freud trevista siguiente y luego de acordar "respeta e~traordJ!!.~~
rente de una causa) la que revela la ahueca ese lugar por el cual .el silen- cLmstiones relativas al tiempo y pago guien acude cada vez gue la .12alabra
verdad del sujeto de la enunciación cio de una voz se irá haciendo escu- de las sesiones, enuncia la regla fun- del slntoma lo tacha de criminal. Ve-
. -~
en su maniobra neurótica para ubi- mos aparecer entonces una pnme-
carse en el lugar del Otro. Este pa-
ciente, que impresionaba como "una
f char en la letra del síntoma.
Digamos, por último, que la recti·
ficación subjetiva que pone a punto
damental que sostendrá el trabajo de
quien se habrá convertido en anali-
zante. Veamos cómo ese trabajo se
ra polaridad que nombra y divide el
ser moral de obsesivo. El síntoma
mente clara y perspicaz" -dice Freud-, la demanda analltica de la cual surgi- produce en la primera sesión anallti- (el imperativo del Súper Yo) lo ta-
habra leído el texto freudiano de La rá el trabajo analizante ("¿por qué ca propiamente dicha (e/sesión nº 2 cha de criminal, mientras que la
psicopatologla de la vida cotidiana, y abunda el sexo en el discurso sobre en nuestro conteo), reproduciendo el irnagen que obtiene del semejante
conociendo el núcleo (la explicación su padecimiento? ¿por quién me camino que va desde el significante en el que se refleja (espejo del Ideal
causal, incluso) de sus doctrinas, in- toma usted?"), desarticula la deman- criminal al significante rat. del Yo) lo reconoce como un hom-
tenta hacerse reconocer por el pa- da neurótica de amor en el momen- bre moralmente intachable.
dre del psicoanálisis como el paciente to mismo en que la revela ("usted es Pero lo más interesante de esta
C/Sesión nº 2 (El analizante)
ideal. Es decir, intenta hacerse amar el padre del psicoanálisis y yo seré sesión inaugural, es la lógica (la to-
por el Otro mediante la maniobra de su paciente preferido"). En otros tér- Como apuntábamos, Freud pología, incluso) que moviliza el dis-
-~Q darle lo que supuestamente quiere, minos: una demanda cuyo movimien- enuncia la regla de la. asociación li- curso asociativo. Esa afectación del .!!:!
:\Q satisfaciendo lo que él establece to parte del padecimiento crimina/del bre para dar comienzo a la sesión, ser del narcisismo del sujeto será ·!a
'C\1
e: como su demanda. ~
evocada tres veces. Dicho de otro
~
(() síntoma, atraviesa el agujero del sexo agregando una consideración sobre
o Podemos agregar que la percep- y termina en reconocimiento del la "condición" bajo la cual se ejerce- modo, el hilo del discurso se dobla,
·~ ción de Freud acerca de la relación se inclina y se tuerce sobre si mismo
.!,,1
º~
l: dialéctica es tan justa como la que
hofrat. Como hemos dicho, el exce-
so de información sobre la relación
rá la regla en este caso particular. 21 •
Esa condición (a la cual se suman las en dos oportunidad,es encontrando
:s.
Q)
(1) demuestra en la interpretación sexual evoca la demanda yoica de del tiempo y el dinero) es dejar a car- siempre el mismo punto de falla, pro- ~
V)
o prínceps del tratamiento (calificada
.¡...~¡

() reconocimiento, al mismo tiempo en go del paciente elegir y decidir duciendo tres versiones polares de Slt)
,a2 por Lacan como "inexacta pero ver- que convoca las resonancias del tex- cómo y con qué material iniciará su un habitual recurso obsesivo al nar- ~
(\]
('O
()) dadera"), aquélla que revela la con- to (el de Freud) en el cual el sujeto se discurso cada vez que haya un co- cisismo afectado por la castración. V)
o frontación que en el inconsciente el o
-..1 reconoce en su deseo. Ali!, exacta- mienzo. Lo cual no es poca cosa La primera versión -como hemos ...¡
sujeto mantiene entre su deseo y la n:iente en ese eunto, comenzarifel para alguien que, se demostrará, dicho- ata ne al ser moral y se enun-

o
voluntad del padre. Según Lacan,
esta percepción tan lúcida se debe
al hecho de que el propio Freud ha
trabajo de análisis EroQiamente dic!:!g.
Sólo que Freud no elige interrogar el
detalle del texto en esa entrevista
habla enfermado por no poder ele-
gir y para no decidir, prueba de que
~~~del ~eto e:
cia: "hombre intachable versus crimi-
nal''. El punto a destacar es que el
primer rulo del discurso se produce

o
o o
/\11n 1nn Aun 101
como efecto de una del agreguemos nosotros: es nuevamen· atormentadora" que se instaló a parJ es demasiado torpe, seguro que no·¿
· amigo apreciado. Casi podríamos te la evocación de la relación sexual tir de la vivencia que inauguró la prác- acertarla". 23 Lo que conviene desta- (
decir, de una interpretación, en la (el descubrimiento del deseo sexual tica de espiar el cuerpo desnudo de car en este caso no es tanto el pacto
medida en que su palabra alude y de un hombre por una mujer, en este una mujer. Se trataba en ese caso de silencio sino la pérdida del senti-
sugiere pero no se explica: " ... pro- caso) el que rompió la imagen de su de la Sra. Peter, a la cual -punto im- · do de la palabra del Otro que de to-
bablemente esas consideraciones narcisismo adolescente y ahora pro- portante- el niño le pidió permiso dos modos es claramente sexual, in-
sobre sí mismo provengan de su ado- duce un punto de inflexión en su dis- antes de pasar, y la cual lo concedió cluso fálico. El niño no comprendió
lescente juventud". Es as! que el dis- curso analízante. A partir de allí su bajo la condición impuesta del silen- el significado de esa palabra, pero si
curso pasa del tiempo presente al de palabra se dirige al tiempo de fa in- cio, de que "no dijera nada". En sín- su significación sexual (aquél que
su adolescencia, al referirse al estu- fancia y al lugar ocupado por el vi- tesis, una primera polaridad que hace afectaba al falo cuyas erecciones ya
diante (unos cuatro o cinco años venciar del sexo. Y la prueba de que consistir al ser sexuado como ser lo torturaban y de las que se quejaba
mayor que él) que luego ofició de pre- se trata de un verdadero punto de pulsíonal: al mismo tiempo en que a la madre) y su sentido de menospre-
ceptor hogareño. inflexión de la palabra analizante, de queda dividido por la atracción del cio. Por decirlo de algún modo: "me-
El breve relato acerca de aquella un nuevo rulo del discurso, es la in- cuerpo y la sanción de la palabra de nos precio" que el hermano menoren
relación revela la función que dicho terrupción que se produce al quedar una. mujer que atrae su(i'ñii'aéla) se la moneda del intercambio sexual, la
estudiante cumplía en la conforma- evocada aquella primera "gran con- convierte él mismo en esa mirada moneda del falo. La polaridádCieíSer
ción narcisista de joven adolescen- moción", tanto como el modo repen- atormentada por el exceso de goce sexaado se enuncia entonces en tér··
te. En este caso atañe a su ser inte- tino (destacado por Freud de diver· que la habita. minos fálicos: ya no es un ser criminal
lectual más que al ser moral, en la sas maneras en el texto) en que el d[s. Apuntemos que e§.. ese mismo ni un ser idiota sino un ser esencial-
medida en que la imagen devuelta era curso se reestablece con la asocia· objeto mirada elfrue caerá en un se- mente torpe e inútil a la hora de saber
i'a del genio, es decir, la de un seme- ción que va del deseo sexual del otro gundo tie6'.ico7 ruto de la vivel'.lcia hacer con su órgano y con el deseo
jante unos cuantos años menor que Lhacia su propio deseo sexual infantil. que Freud califica como pasiva y femenino que lo estimula.
sorprendla por sus capacidades in- Llegada esta instancia el relato cuyo efecto-afecto es el displacer. De Y com9 nota de color, agregue-
telectuales. El viraje se produce en se extiende y se profundiza en deta- la misma manera en que en el primer mos que esta segunda gobernanta,
el paso del estudiante al preceptor lle. Pero lo que nos interesa destacar caso es la complicidad silente del que a diferencia de la otra no inter-
hogareño. Fue a partir de alll que el es el modo en que hace su presen· Otro la que da efectividad fantasmá- ponla ningún tipo de reparo a la hora
paciente comenzó a sentir que se lo da una tercera polaridad del sujeto tica al acontecimiento traumático, es de recibir al pequeño hombre en su
trataba como un idiota, hasta des- que esta vez atañe de manera direc- en este segundo caso la sanción del cama, poco inteligente y habitada por
cubrir que el estudiante-preceptor ta a su ser sexuado . . Otro la que produce el efecto-afecto una gran necesidad sexual, se hacía .~
•!:('.?
.!!! era además un hombre. Es decir, al ( Conocemos de sobre aquellas del llanto. Se trata de una conversa- llamar "señora Hofrat" en razón de ~
;¡¡;¡ . ción que mantienen las dos. gober- un casamiento al parecer consuma-
'(()
t:
reparar en el interés que el estudian- ~~os vivencias de carácter traumáti-
~
(()

te-preceptor-hombre tenla por su nantas de la casa acerca de las po- do más por apuro y necesidad que a
co que Freud reconocla como trpi· .~
.~ tencialidades sexuales de los dos ni- por deseo. Dice Freud al respecto: V)
hermana y advertir que él era sólo . cas de la neurosis obsesiva. En pri-
~ un medio para arribar a la meta de t'los a los que deben cuidar y hasta "Las palabras introductorias del pa-
Q.
t:
mer lugar, una vivencia activa y pla- (\)
fü su deseo sexual. S™a; en segundo lugar, una viven- cierto punto criar. Dicho de otra ma- ciente( ... ) dejan resonar( ... ) el con- V)

~
~
Dicho de otra manera: a los ojos
del otro deja de ser ese pichón de
ct~ pasiva X displacenter~. Ahora
bien, lo importante de cada una de
nera: lo prematuro de esa vivencia lo
encontramos en el propio discurso
flicto y la oposición de intereses en-
tre hombre y mujer (... ) En los clrcu-
2tj
J.!!
(\¡
~ del Otro al tomar al niño como hom- los de clase media de Viena, lo co-
hofrat para convertirse en un gran esas vivencias relatadas es lo si- <J)

~ idiota, y todo eso por no haber podi- guiente. Para la primera, el exceso, bre. La sanción se produce cuando1 mún es llamar a una gobernanta por a
-J
...J
do considerar lo que de "hombre" una de estas gobernantas-mujeres su nombre de pila y que sea este el que

•o
nombre del goce pulsional que em-

•o f habla en aquella mirada.


Dice el paciente: "Ésta fue la pri-
mera gran conmoción de mi vida", 22
puja el deseo sexual naciente hasta
el padecimiento. Para el caso de este)
paciente, la "curios(dad ardiente y
compara la performance de los her-
manitos: "Con el pequeño es claro
que uno lo podría hacer, pero Paul
se recuerde". 24 Dicho de otra manera: el
agujero de la relación sexual queda
también expresado con nombres y
o o
Aun 102 Aun 103
Marcelo Mazzuca 1
Aun • Nº 2
El lugar de la palabra en la e/sesión analftica
1 Primavera 2011

letras que habrán de participar del el análisis deberá tratar: si el "urgen-


síntoma que como parte del ser del
sujeto responde a la imposibilidad de
formular o escribir la relación entre
hombre y mujer. Es allí donde encon-
tramos el último tramo de esta pri-
l
tísimo" deseo de ver mujeres eles- ·
nudas ocupaba su pensamiento,
algo malo habría ele suceder.
Nos encontramos, una vez más,
con el recorrido ele una sesión que
1. Lacan, J. (1967), "Lugar, origen y fin
de mi enseñanza". En Mi enseñanza,
Editorial Paidós, 2007, Buenos Aires.
15. Freud, S. (1909), "A propósito de un
caso de neurosis obsesiva (El Hom-
bre de las Ratas)", Amorrortu, 1993,
mera sesión de análisis. ) va del criminal hasta el rat (erraten). Buenos Aires, p. 12 7.
Todo con;fluye y finalmente con- ' Nótese que hasta aquí Freud no ha 2. lbfdem.
16. Lacan, J. (1953). "Lo simbólico, lo
cluye en la representación en la cual ¡
tenido necesidad de intervenir o, me- 3. Freud, S. (1937), "Análisis terminable imaginario y lo real". En De los nom-
se anudan -ya en la temprana infan- ~ jor dicho, su intervención consistió e interminable", capitulo IV, Amorror- bres del padre, Editorial Paidós, Bue-
cia- el goce propiamente fálico (más simplemente en enunciar y sostener tu, Buenos Aires, 1993. nos Aires, 2007, p. 33.
hétero que auto, según Lacan) y el con su acto la regla fundamental, el
4. lbfdem, p. 228. 17. lbfdem.
deseo ardiente. De allí la idea enfer- despliegue de la asociación libre. El
miza de que los padres podría adivi- manejo ele la transferencia, la inter- 5. /bJdem, pp. 229-230. 18. Freud, S. (1909), "A propósito de un
nar (erraten) sus pensamientos, lo pretación y la construcción vendrán caso de neurosis obsesiva (El Hom-
cual el niño obsesivo intentaba expli- después. Aquí sólo interviene efecti- 6. La "dicho-mansión", dirla Lacan. Es bre de las Ratas)", Amorrortu, 1993,
car suponiendo que él los habrfa de- vamente sobre el final, preguntando decir, el sitio o la mansión del dicho, Buenos Aires, p.199.
de los dichos o de lo dicho.
clarado o proferido de algún modo por el contenido y el texto de los te-
19. Lacan, J. (1953), "Función y campo
sin haber llegado esos pensamien- mores. La declaración que obtiene de 7. lbldem. de la palabra y el lenguaje en psicoa-
tos a sus oídos. Dicho en términos su analizante ("Si yo tengo el deseo nálisis". En Escritos 1, Siglo XXI Edi-
del lenguaje que estamos manejan- de ver desnuda a una mujer, mi pa- 8. Freud, S. (1909), "A propósito de un tores, Buenos Aires, 19BB, p. 288.
do: un temor a que ei Otro erratee dre tiene que morir") cierra la sesión caso de neurosis obsesiva (El Hom-
(adivine) sus pensamientos, una idea en bucle al evocar nuevamente en el bre de las Ratas)", Amorrortu, 1993, 20. Lacan, J. (1973), "Televisión". En
Buenos Aires, p. 138. Psicoanálisis: radiofonfa y televisión,
delirante que consiste en suponer \ horizonte el significante criminal.
que su voz. se deja escuchar por el El acto analftico ha dado lugar al Editorial Anagrama, Buenos Aires,
9. Ibídem, p. 128. 1977, p. 88.
Otro aun cuando no haya sido siquie- trabajo analizante, y de ali! surge nada
ra sonorizada, lo cual abre la inquie- más y nada menos que un texto: "Si 10. Dólar, M. (2006), Una voz y nada
21. Distinguimos asl la regla general
más, Editorial Bordes Manantial, Bue-
tud y la cuestión acerca de la pro- yo tengo el deseo de ver .desnuda a (como factor causal y garantla del
nos Aires, 2007, p. 148. trabajo) de la o las condiciones par-
piedad y del propietario de esa voz una mujer, mi padre tiene que mo-
inconsciente, ¿pertenece al sujeto o rir". Los nexos lógicos se han roto y 11. Tal como propuso denominarlo Ca- ticulares bajo las cuales se ejerce
al Otro? Freud lo plantea con los tér- la voz se ha partido. El sujeto sólo rolina Zaffore en nuestras Jornadas en cada caso.
minos de su doctrina: '"Declaro mis asume como propia la voz que enun- ele los Foros del Campo Lacaniano
22. Freud, S. (1909), "A propósito de un
pensamientos sin oírlos' suena cia el movimiento esbozado pero de· ele América Latina Sur, 2011.
caso de neurosis obsesiva (El Hom·
como una proyección hacia afuera tenido del deseo sexual, enviando la bre de las Ratas)", Atnorrortu, 1993,
12. Freud, S. (1909), "A propósito de un
de nuestro propio supuesto, a sa- voz de la muerte al Otro. La conse- c:aso de neurosis obsesiva (El Hom- Buenos Aires, p. 128.
ber, que él tiene unos pensamien- cuencia es la del gozoso padecimien- bre de las Ratas)", Amorrortu, 1993,
tos sin saber nada de ellos: como to del síntoma que habrá que ceder. 23. /bfdem, p. 129.
Buenos Aires, p. 161 .
una percepción endopsiquica de lo La e/sesión analítica, ofreciendo el 24. lbfdem, p., 128, nota número 3.
reprimido". 25 Y a esta idea enfermi- lugar de la palabra, le brindará la 13. fbfdem.
25. lbfdem, p. 131.

o
za se anudaba un gran temor, cuyo
\._;eicto dará la punta del síntoma que
oportunidad ele reunir aquellas voces
a instancias de la letra.
14. Lacan, J. (1953), "Lo simbólico, lo
imaginario y lo real", En De tos nom-
bres del padre, Editorial Paidós, Bue·
•o
o
nos Aires, 2007, p. 50.
o
/\11n 1 flA Aun 105

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