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GRAL SAN MARTIN

El General José de San Martín fue, no cabe duda, un hombre excepcional.


Supo encarnar los valores más sublimes y evidenciarlos en cada una de sus actitudes públicas, muchas de las
cuales siguen siendo motivo de asombro para quienes se dedican a bucear en la historia de nuestro país.
Sentimos su nombre en el pulso de la nacionalidad, en las calles, en el cielo bicolor de nuestra Bandera, en
cada una de las páginas de nuestra historia.
El General Don José de San Martín murió lejos de la Patria que él tanto amaba y por la que luchó para lograr
su independencia.
Símbolo de esa Independencia es la Bandera azul y blanca, fiel compañía y testigo silenciosa del valor del
General y sus soldados.
Recibamos con un fuerte aplauso a las Banderas de Ceremonias que nos acompañan.

Los homenajes de hoy se multiplican a lo largo y ancho del territorio nacional y mantienen la oferta de
aquella visión de bronce a la que nos acostumbró la escuela del pasado. Pero el testimonio de la humanidad
del prócer parece aflorar; las virtudes que lo ennoblecieron se destacan aún más y los defectos se disimulan
por aquello de la "humanización" que hacemos de su figura.
Durante el cruce de los Andes, y con ánimos de alentar el espíritu de su tropa, el General ordenó que en
medio de aquellos silencios infinitos, se entonara el Himno Nacional.
Imitemos a aquellos heroicos soldados entonando con fervor las estrofas de nuestra canción patria.

Las Malvinas fueron, son y serán argentinas siempre, a continuación entonamos la Marcha a las Malvinas.

San Martín fue un ejemplo de trabajo tenaz, de férrea vocación por el pleno ejercicio del derecho de los
pueblos y su vocación libertadora se mantienen como el verdadero faro indicador del camino de la
Argentina. Hacia allí debemos ir todos. Ojalá sepamos hacerlo como él, en silencio, sin grandes estertores,
pero con la convicción de quien se siente seguro de hacer las cosas que se deben en el momento en que se
debe. A continuación se colocará una ofrenda floral en nombre del Pueblo de Cafayate en el busto que
recuerda su figura.

Las virtudes de San Martín tendrían que ser la aspiración de todos los argentinos. San Martín fue todo
esfuerzo para suplir las más elementales carencias; fue generosidad a la hora de ofrendar su vida personal a
la causa de la libertad de la Patria; fue modestia porque huyó siempre de la pompa del poder; fue
honestidad demostrada en cada uno de sus actos públicos; fue altruismo en todas sus donaciones;
fue libertad siempre y fue unidad para reclamar que los argentinos sean capaces de vivir en paz.
Encarnó todas estas virtudes y muchas más. Pero renunció a los honores que por ello le eran merecidos.

Para venerar el genio gigante que aseguró la Libertad de América, entonaremos el Himno al Libertador Gral.
San Martín cuyo Autor de la letra fue Segundo M. Argarañáz, el Compositor de la música Arturo Luzzatti y
se cantó por primera vez en Campo de Mayo en 1906.

Sepamos recordar y difundir que no es el prócer de bronce, sino que fue un hombre de nuestra historia, que
por sus virtudes, por sus condiciones como político y militar, no sólo debe ser evocado, sino también debe
ser adoptado como modelo para que tengamos una América como él y Simón Bolívar lo soñaron: libre,
soberana, unida y fuerte.
Nada más...

1850 – 2016 : 166 aniversario

Breve reseña de la vida de San Martin


El General José de San Martín es considerado por la historiografía argentina como el héroe máximo de los
argentinos. Se lo menciona como el “Padre de La Patria”. La literatura lo llamó "El Santo de la Espada"; el
“Libertador de América”.

José de San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, provincia de Corrientes, en lo que era el
Virreinato del Río de la Plata. Vivió en España donde sirvió como oficial en el ejército español.
Simpatizando con los esfuerzos de las colonias americanas de España por ganar su libertad, volvió al Río de
la Plata en 1812 y comenzó a organizar las milicias conocidas como granaderos a caballo, para ayudar en la
lucha por la Independencia.

En 1817 incentivó a las fuerzas revolucionarias a cruzar la Cordillera de los Andes a la altura de la provincia
de Mendoza; derrotó a los españoles en Chacabuco y ocupó la ciudad de Santiago de Chile. En 1818, luego
de la decisiva victoria en Maipú, se estableció un gobierno nacional en Chile, cuya presidencia le fue
ofrecida a San Martín; cargo que declinó en favor de uno de sus lugartenientes, el chileno, Bernardo O
´Higgins.

En 1820, San Martín organizó una expedición para liberar a Perú del dominio español. Derrotó al ejército
realista en Pisco, en diciembre de 1820, y ocupó Lima, donde, un 28 de julio se proclamó la independencia
del Perú y fue declarado protector de dicho país. El año siguiente se vio forzado por la resistencia española a
requerir ayuda militar del general y libertador de Venezuela Simón Bolívar. Las diferencias políticas entre
ambos hicieron que, en septiembre de 1822, San Martín resignara el mando del ejército en Simón Bolívar.
En 1824 abandonó el Río de la Plata con destino a Europa; residió en Boulogne-Sur-Mer (Francia) hasta su
muerte el 17 de agosto de 1850.

Cada 17 de agosto, a las 15 horas, momento de su paso a la inmortalidad, se recuerda al prócer, en el "Día
del Libertador”. Fue, sin dudas, un revolucionario argentino y sudamericano, uno de los principales líderes
del movimiento de Independencia en Sud América.
Se han escrito ríos de tinta sobre José de San Martín. Entre todas esas obras es interesante la mirada de
Bartolomé Mitre en Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana, donde aclara y sintetiza:
"Se ha dicho que San Martín no fue un hombre sino una misión. Sin exagerar su severa figura histórica, ni
dar a su genio concreto un carácter místico, puede decirse con la verdad de los hechos comprobados, que
pocas veces la intervención de un hombre en los destinos humanos fue más decisiva que la suya, así en la
dirección de los acontecimientos, como en el desarrollo lógico de sus consecuencias.
Dar expansión a la revolución de su Patria que entrañaba los destinos de la América, salvándola y
americanizándola, y ser a la vez el brazo y la cabeza de la hegemonía argentina en el período de su
emancipación, combinar estratégica y tácticamente en el más vasto teatro de operaciones del orbe, el
movimiento alternativo simultáneo y las evoluciones combinadas de ejércitos o naciones, marcando cada
evolución con un triunfo matemático y la creación de una nueva república, obtener resultados fecundos con
la menor suma de elementos posibles y sin ningún desperdicio de fuerza, y por último legar a su posteridad
el ejemplo de redimir pueblos sin fatigarlos con su ambición o su orgullo, tal fue la múltiple tarea que llevó a
cabo en el espacio de un decenio y la lección que dio este genio positivo, cuya magnitud circunscripta puede
medirse con el compás del geómetra dentro de los límites de la moral humana.
De aquí, la unidad de su vida y lo compacto de su acción en el tiempo y en el espacio en que se desarrolla la
una y se ejercita la otra. Toda su juventud es un duro aprendizaje de combate. Su primera creación es una
escuela de táctica y disciplina. Su carrera pública es la ejecución lenta, gradual y metódica de un gran plan
de campaña, que tarda diez años en desenvolverse desde las márgenes del Plata hasta el pie del Chimborazo.
Su ostracismo y su apoteosis son la consagración de esta grandeza austera, sin recompensa en la vida, que
desciende con serenidad, se eclipsa silenciosamente en el olvido, y renace en la inmortalidad, no como un
mito, sino como la encarnación de una idea que obra y vive dilatándose en los tiempos."

Discurso
Estimados cafayateños y amigos de esta querida Patria nuestra. Hoy hace 166 que recordamos la muerte del
General José de San Martín, el Padre de la Patria, y este acontecimiento nos exige, más que evocar su figura,
su pensamiento y su acción, el compromiso de inspirarnos en su ejemplo para actuar a la altura de los
desafíos que impone esta Argentina de hoy.
Todo lo que digamos en memoria del Libertador puede sonar a palabras huecas, si los argentinos no somos
realmente capaces de asumir los desafíos de este tiempo histórico inspirados en los valores que él nos legara:
su llamado a la integración y a la unidad nacional, y también su ejemplo de valor a la hora de superar los
más grandes obstáculos para alcanzar ese ideal.
San Martín sintetizó en la idea y la acción la causa emancipadora frente al viejo colonialismo. Y encarnó con
coraje y decisión una gesta que exigía esfuerzos, y renunciamientos en aras de lo nuevo. Lo que está en
juego en esta Argentina de nuestros días también es un proyecto de país, tras varias décadas en que se
desdibujan todos los valores que debían servir para guiar nuestro destino como Nación.
Hoy vislumbramos una nueva oportunidad, porque la inmensa mayoría de los argentinos sabe cuánto nos
costó aquel camino que ya no debemos transitar, el que sólo dejó pobreza, desempleo y exclusión social para
muchos y ganancias para pocos. Pero debemos saber que emprender un nuevo camino también impone
ciertas cuotas de heroísmo. Nuestra batalla hoy no es contra un enemigo exterior. Nuestros enemigos están
aquí conviviendo con nosotros. La exclusión, la inequidad, la desesperanza, la violencia, la intolerancia, la
injusticia no se derrotan con ejércitos, pero sí con convicción y con valores. Reconstruir el país en base a
valores, a los valores profundos y esenciales que son indispensables para levantar una Nación.
Un país no se inventa de nuevo todos los días, es una obra de coraje y esfuerzo sostenido. Necesita de
políticas y de hombres de estado. Aunque debemos admitir que no siempre esas políticas y esos hombres han
estado en el momento necesario.
Pero hoy la demanda de la sociedad es tan fuerte y la oportunidad tan inmejorable que sería un verdadero
crimen que no entendiéramos cuál es nuestra responsabilidad en estas circunstancias. Nuestra tarea es aquí y
ahora pensando en el conjunto, en el país total y pensando en el futuro que se acerca aceleradamente.
Creemos que podemos contribuir desde aquí, desde esta región del país, a la reconstrucción de una
Argentina nueva. Mejorando el funcionamiento de nuestras instituciones, fortaleciendo la participación
democrática de los ciudadanos, promoviendo un desarrollo económico que genere empleo de calidad,
promoviendo mecanismos de integración social.
Esfuerzo, creatividad, innovación, confianza en nuestras fortalezas, pensamiento estratégico y audacia para
afrontar los desafíos de las transformaciones necesarias, son las herramientas para empezar a avanzar. Ahora
es el tiempo de trabajar con todos por una Nación con dignidad y grandeza como la que soñó San Martín.

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