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El caso latinoamericano
Oscar Yujnovsky
Ediciones SIAP
3
Introducción 9
1
United Nations. Population Division, Department of Economic and Social Affairs.
Urban and rural population: individual countries 1950-1985 and regions and major areas
1950-2000, ESA/P/W.P.33, New York, 22 september 1970 (mimeografiado). Tabla A,
p. 6 y 7.
necesidades de movilidad y contactos de personas y el traslado de mercaderías, exigen
la dotación de servicios de transporte, circulación y comunicación en general.
La disposición de todas estas actividades en el espacio urbano, los tipos y formas de
interrelación entre las diferentes actividades, son
[011.tif pagina 11] aspectos del estudio del protejo de urbanización, como también los
factores que rigen la expansión de las zonas ocupadas por la ciudad, las determinantes
del tipo e intensidad de los usos del suelo, las formas de relaciones económico-
espaciales entre los distintos componentes de la economía urbana, los efectos
beneficiosos o perjudiciales de la ubicación contigua de actividades, las relaciones
sociales entre diversos grupos de población, el surgimiento y funcionamiento de
“barrios” y de áreas sociales y el acceso diferencial de las distintas clases sociales a los
beneficios de la vida urbana.
En este libro se consideran estos y otros aspectos que interesan al estudio de los
procesos de conformación de la estructura interna de las ciudades latinoamericanas, los
factores que inciden en dicha conformación y la forma en que interactúan para
producirla.
Sin duda, el enfoque sobre las ciudades latinoamericanas no debe perder de vista el
hecho de que se trata de un caso particular, cuyas conclusiones pueden insertarse en un
marco teórico más amplio, que se refiere a la ciudad en general.
Hasta hoy, numerosas investigaciones empíricas efectuadas en distintas áreas del
mundo, han permitido encontrar y describir un conjunto de regularidades en los
fenómenos de localización y de relación de las actividades urbanas. Al mismo tiempo,
se han enunciado teorías explicativas sobre los factores causales que rigen las
estructuras de las ciudades. El desarrollo de la teoría urbana fue fortalecido con la
aplicación, al contexto urbano, de los hallazgos ricos de la ciencia social en general (1-
24).*
A todo este desarrollo científico han contribuido distintas disciplinas y especialidades.
Geógrafos urbanos, ecólogos y sociólogos, historiadores, científicos regionales y
especialistas en economía urbana y espacial, antropólogos, psicólogos sociales,
planificadores, arquitectos y diseñadores urbanos, han efectuado importantes aportes.
En los últimos años se han realizado esfuerzos de síntesis, a fin de abandonar los
enfoques parcializados que resultaban del interés y metodología especiales de cada
disciplina, para intentar elaborar una teoría más general. Se han comparado ciudades
ubicadas en distintos contextos culturales y situaciones, para superar las
generalizaciones surgidas exclusivamente de estudios empíricos realizados en los países
[012.tif pagina 12] capitalistas desarrollados. Es cada vez mayor la elaboración de
modelos formalizados y la aplicación de métodos estadísticos que permiten una
cuantificación mayor de los fenómenos y la medición más precisa de los valores de las
variables involucradas.
A pesar de los progresos realizados en las ciencia sociales, se está lejos de haber
elaborado una teoría urbana que tenga aplicación en cualquier contexto socio-cultural,
que contemple la ciudad desde un enfoque interdisciplinario, como un verdadero
sistema interrelacionado, donde juegan variables de orden físico, social, político,
económico y cultural y que permitan explicar satisfactoriamente todos los procesos de
formación y cambio de las estructuras urbanas.
Es necesario aumentar el conocimiento que poseemos sobre las ciudades de América
*
Todos los números entre paréntesis corresponden a la bibliografía
Latina. La multiplicación de la investigación empírica en la escala local puede
permitirnos conocer los procesos que hoy ocurren en las ciudades latinoamericanas,
identificar los problemas y explicar sus causas. Al mismo tiempo, puede contribuir al
conocimiento del proceso de urbanización en general, en esta parte del continente.
Otro de los aspectos que debe solucionarse es el de la relación entre teoría y práctica. En
la actualidad, ambas actividades, poseen defectos que deben, sin duda, superarse, si es
que ambas deben servirse mutuamente.
Uno de los problemas que separan la investigación orientada al conocimiento teórico, de
la orientada a la acción, es la asepsia de la primera, que olvida juzgar las estructuras
urbanas en función de las reales necesidades de la población. Pero, para poder hacerlo,
es necesario abandonar criterios formalistas y tratar de desentrañar el verdadero
contenido de los procesos que tienen lugar en las ciudades, identificando las variables
definitorias y sus interrelaciones.
El desarrollo de la teoría urbana no debe tener solamente como objetivo la comprensión
científica de la naturaleza de los fenómenos que se producen en las ciudades, sino
también dotar a los planificadores de herramientas teóricas que les permitan maximizar
su actividad. En este caso, además de la elaboración de modelos descriptivos o
pronósticos de la estructura urbana, al planificador le interesa la formulación de
modelos normativos que incluyan la prescripción de los cursos de acción y condicionen
la toma de decisiones más racionalmente posibles, para conformar la ciudad de manera
de servir a los intereses y objetivos del bienestar colectivo.
[013.tif pagina 13]
Sin embargo, no solamente los científicos deben ser considerados responsables del
divorcio existente entre teoría y práctica. Tampoco los planificadores y urbanistas, en su
praxis diaria, acuden a la teoría para verificar la validez de sus acciones y aún cuestionar
la real posibilidad de llegar a las metas que se enuncian.
Al encararse planes de desarrollo urbano se formulan siempre metas generales a las que
se quiere arribar: el bienestar de la población, el desarrollo económico y social, la
realización plena del hombre. En este sentido, un análisis riguroso de tipo teórico, que
permita comprender cabalmente las fuerzas que operan en la formación de la ciudad,
constituye el único medio para evaluar si es posible alcanzar realmente las metas u
objetivos generales planteados.
El fracaso en llevar a la práctica las propuestas formuladas en tantos planes de
desarrollo urbano en América Latina, hace sospechar, justamente, que dichos planes no
contemplaron el contexto socio-político en el cual debían implementarse. Ya que
solamente los objetivos de un plan tienen sentido si se ubican en una determinada
realidad estructural, en la cual son permisivas las decisiones que se recomiendan. En
caso contrario, se trataría de proposiciones abstractas o deseos utópicos, lejanos a la
realidad.
Es por esto que interesa analizar las fuerzas que operan en la conformación de las
ciudades latinoamericanas. Y podríamos preguntarnos: ¿Es posible alcanzar metas tales
como las proclamadas en muchos planes de desarrollo urbano en la actual situación
estructural latinoamericana? ¿Se trata solamente de intensificarla la investigación y la
preparación de planificadores o de los distintos especialistas que intervienen en un
proceso de planeamiento urbano? ¿El problema consiste en mejorar el aparato
administrativo y en asegurar una mayor eficiencia en los mecanismos de ejecución? ¿0
en realidad son factores de tipo estructural y de orden institucional los que impiden
llevar a la práctica las recomendaciones y el contenido de los planes?
Trataremos, aunque sólo sea parcialmente, de encontrar contestación a éstas y otras
preguntas. Existen evidentes dificultades para intentar una presentación completa de un
modelo general para la ciudad latinoamericana que, por otra parte, no ha constituido en
absoluto la pretensión de este trabajo. Conspira contra ese objetivo el conocimiento
incompleto que se posee, ya que no se cuenta con un conjunto sistemático de evidencias
que correspondan a una
[014.tif pagina 14] verdadera tipología urbana. Por otra parte, las diferencias entre lo
países latinoamericanos y entre diversas regiones de un mismo país son sumamente
grandes, lo que introduce un factor que debe merecer un examen cuidadoso antes de
llegar a conclusiones que n-a suponerse de validez general.
Los capítulos del trabajo que siguen tienen el siguiente orden:
a) Presentación sintética de un marco teórico de formación de la estructura urbana y
descripción de las variables fundamentales. Se trata de utilizar un enfoque general que
compatibilice teorías parciales pertenecientes a diversas disciplinas.
b) Análisis específicos de las ciudades latinoamericanas a través, de las diferentes
etapas históricas del proceso de urbanización, haciendo referencia a distintos casos de
ciudades, para ejemplificar la aplicación del modelo teórico. A este respecto, deberá
tenerse en cuenta las limitaciones impuestas por la ausencia de información, que
impiden operacionalizar la teoría expuesta dentro del marco teórico adoptado.
c) Conclusiones finales. Implicancias de la situación actual de las ciudades
latinoamericanas con respecto a la práctica de planificación y a la posible solución de
los problemas urbanos.
[015.tif. pagina 15]
I Parte. Aspectos teóricos de la estructura Urbana
2
Debe aclararse que el diagrama de flujos se presenta sólo con fines ilustrativos y de
ninguna manera implica un modelo operacional. Para evitar confusiones, se han
suprimido encadenamientos y realimentaciones y no se ha utilizado el modo de
representaciones común en el análisis de sistemas.
[024.tif pagina 24] definido un conjunto de actividades que poseen una cierta cantidad
de espacio y posición relativa en el territorio. Para el período siguiente, se plantean
nuevos requerimientos en cuanto a cantidad (y calidad) de espacio, accesibilidad y
movilidad, por parte de las siguientes actividades componentes (ver gráfico):
a) La población: individuos y familias, con sus propias características y pautas
culturales. Requieren espacios para vivienda, escuelas, parques de juego,
etcétera. Además, preferencias de localización en distintos puntos de la ciudad o
de accesibilidad relativa a diferentes actividades ya localizadas en el estado
anterior o de localización potencial. Estrechamente relacionados a los anteriores
también están los requerimientos de movilidad y capacidad suficiente en los
sistemas de comunicaciones para trasladarse al trabajo, a la escuela, efectuar
compras, contactos con otras personas (amistades, reuniones), gestiones, de
acuerdo a sus pautas respectivas. En el período, puede variar el número de
habitantes y familias según el crecimiento vegetativo de la población, los
movimientos de emigración e inmigración, el desdoblamiento de núcleos
secundarios (hijos casados que convivían con sus padres). Pero también pueden
cambiar las pautas de preferencia en cuanto a espacio y servicios de vivienda,
ubicación relativa, movilidad (por ejemplo: deseos de vivienda de mayor
tamaño, uso del automóvil en lugar del servicio de transporte colectivo) al variar
el ingreso disponible y su distribución, las pautas culturales. Puede haber
cambios en la composición y características de los estratos socio-económicos, en
las relaciones sociales. Todo ello plantea requerimientos en cuanto a superficie
utilizada, calidad del espacio y distribución y movilidad de la población.
b) Las actividades productivas de bienes y servicios, con sus diversas
características. Debe destacarse que esta categoría abarca tanto actividades
privadas como del sector público, así come también unidades de producción de
servicios sociales, tanto come las actividades que se considerarían propiamente
económicas, si se utilizara un concepto restricto de lo económico. Las unidades
aquí categorizadas integran a su vez distintos subsistemas que dependen de la
organización económica (ejemplo: redes de casa
[025.tif pagina 25] matrices y sucursales) o de la organización social (ejemplo:
redes de asociaciones vecinales, clubes o sindicatos). Estos componentes de la
ciudad requieren espacio para el desarrollo de actividades industriales,
comerciales y servicios. También deben disponer de medios adecuados para el
transporte de cargas y comunicaciones. Los cambios para el período siguiente
estarán dados por las variaciones en el número y composición de este tipo de
actividades, sus consumos relativos de espacio, diferentes condiciones de
localización, cambios en las necesidades de transporte. Ejemplos: empresas que
desean expandirse; cambios en la ubicación de mercados de provisión de
materias primas o productos elaborados; alteración de las funciones de
producción por adopción de nueva tecnología: mayor intensidad de capital y
reducción de mano de obra, concentración o descentralización empresaria y
gestión de la empresa; necesidades de medios de transporte diferentes por
cambios en el tipo de bienes producidos o variaciones en los precios relativos de
los medios de transporte ofertados; cambios de escala de organización en la
prestación de servicios sociales.
Debe señalarse que estos dos conjuntos de actividades que se categorizan por separado,
la población y las unidades productivas, pueden coincidir físicamente en un mismo sitio
de la ciudad: por ejemplo, una familia que atiende un establecimiento comercial en su
propia vivienda, es a la vez empresa de producción de servicios y de consumo. El uso
del suelo es, en términos físicos, una vivienda; pero las actividades que se desarrollan en
ese ámbito pertenecen en realidad a dos categorías distintas.
En todo caso es importante volver a destacar la pertenencia del sistema urbano a
sistemas más amplios. Las variaciones en la cantidad y tipo de sus actividades dependen
de las características de localización de las mismas a escala nacional y regional, con los
consiguientes procesos de concentración o descentralización. Estas relaciones se hallan
graficadas mediante las flechas desde y hacia el “resto del mundo”. Hasta aquí se han
descripto los conjuntos de actividades urbanos con sus correspondientes requerimientos
o necesidades. Pasemos a los cuadros que comprenden las disponibilidades:
[026.tif pagina 26
a) Forma parte de la estructura física de partida el inventario de infraestructura
instalada: viviendas, fábricas, depósitos, terrenos abiertos, con sus correspondientes
redes de servicios públicos, tales como los de agua corriente, desagües o electricidad.
b) Redes de comunicación y transporte. Condicionan la accesibilidad entre los
diferentes sitios de la ciudad y de estos con el exterior a través de su capacidad y
características.3 En el caso del transporte deben considerarse tanto las posibilidades de
movilidad peatonal como las de utilizar distintos vehículos.
c) Las características naturales del territorio condicionan la capacidad de la estructura
física y su expansión. Incluyen factores tales como el relieve, calidad de los suelos para
fundación, cuencas fluviales, mares , clima, en la ciudad y su periferia y los
recursos naturales disponibles (aptitud agrícola de suelos, . recursos minerales,
escénicos, etcétera), que inciden en el costo de oportunidad entre usos diferentes del
suelo.
La estructura interna, la distribución de las actividades en el territorio y los flujos de
comunicación existentes, tienen incidencia en la disponibilidad de insumos o factores de
localización: son los mercados de bienes finales o intermedios en las distintas
ubicaciones; ofrecen economías (o diseconomías) de aglomeración (por ejemplo, para
un establecimiento comercial, la existencia anterior de un centro comercial, o bien de
una avenida con elevados flujos de tránsito; para una familia, la localización previa de
un grupo social para el s cual tiene un marco de referencia positivo).
La tecnología, que sólo se ha explicitado en el gráfico en cuanto afecta las funciones de
producción de las actividades productoras de bienes y servicios, tiene influencia
múltiple: condiciona los requerimientos de las actividades, las pautas de la población y
las de las actividades económicas; incide en los costos de los insumos de espacio y
comunicación, como así también en las posibilidades de expansión y transformación de
la estructura.
[027.tif pagina27]
Se tienen entonces dos conjuntos: uno de requerimientos y otro de capacidad e insumos
disponibles. De alguna manera, éstos deben compatibilizarse o el sistema debe intentar
esta compatibilización. Para ello debe medirse la capacidad disponible en función de los
3
Se excluyen los medios de comunicación de masas, tales como la radio y la T.V., de
muy baja influencia sobre la estructura espacial local.
requerimientos. Comprobar si la ciudad puede satisfacerlos. Y decidir el camino a
seguir en caso de que no estén satisfechos.
Esta función de medición, comparación y decisión no se realiza al azar. Existe,
evidentemente, algún “mecanismo” que debe efectuar las operaciones y tomar las
decisiones correspondientes. Este “mecanismo” es la estructura político-institucional de
toma de decisiones, que es para nosotros la variable fundamental o estratégica de
conformación de la estructura urbana. Es la que regula y decide la asignación de los
recursos espaciales entre todas las actividades, tanto de cantidad y calidad, como de
ubicación relativa en el territorio. En él se expresa la estructura de poder de la sociedad
por los medios formales o informales que existen.
El sistema decisional se informa sobre las capacidades existentes en el momento de
partida y los requerimientos que se plantean para el período. Puede o no haber
compatibilidad entre éstos, de acuerdo con los objetivos del sistema: si hay
compatibilidad, pueden darse teóricamente los siguientes casos:
a) Existe correspondencia exacta entre requerimientos y capacidades. Debe reconocerse
que esta categoría quedaría vacía. Implicaría una situación de equilibrio sin cambio
significativo y aun nulo. Sin embargo, las aspiraciones de la población, por ejemplo,
conducirían al sistema a una nueva situación de necesidad y desequilibrio.
b) Hay sobrecapacidad de la estructura existente en relación a la variación en los
requerimientos. Se puede imaginar esta situación, por ejemplo, en el caso de una ciudad
que ha atravesado un período de auge que le permitió implantar una gran infraestructura
física, pero que atraviesa posteriormente una época de decrecimiento, de emigración de
población y actividades.
En estos casos, la estructura interna, permanecería inalterada a corto plazo, suponiendo
que en la segunda alternativa no se
[028.tif pagina28] producirían traslados de actividades al aprovecharse éstas de la
mayor capacidad de ciertas partes de la ciudad, en cuyo caso, con una misma estructura
física, habría cambiado la estructura socio-económica espacial. A largo plazo, la
aparición de obsolescencia de la infraestructura instalada indudablemente exigirá
cambios o transformaciones. En caso de no haber compatibilidad, siendo no satisfac-
torio el nivel alcanzado, pueden darse las siguientes variantes:
a) Ante el déficit de capacidad con que se enfrentan, las actividades cambian sus pautas
de requerimientos, reducen sus pretensiones relativas de espacio, sacrifican sus lugares
de ubicación preferenciales. Cambian sus objetivos.
b) Se decide la transformación y ampliación de la capacidad existente, tanto de espacio
como de las redes de canalización de flujos. El cambio puede darse por expansión en la
periferia, mediante la agregación de unidades físicas, o bien reconstruyendo un área
interna, renovando o convirtiendo unidades físicas existentes para otros tipos de uso.
Por otro lado, también pueden ampliarse o transformarse las redes de comunicación y
transporte. Todo ello depende del nivel general de la economía y de los sectores
implicados en el proceso de transformación: la industria de la construcción, los servicios
de transporte y comunicación; influyen la disponibilidad financiera, la dotación y
calificación de la mano de obra, la capacidad de innovación tecnológica o de adaptación
de nueva tecnología, la iniciativa y capacidad empresarial en dichos sectores. El proceso
puede seguir hasta agotar todos estos recursos.
En realidad, debe pensarse que los procesos mencionados son simultáneos. El sistema
probaría distintas alternativas de asignación de los recursos y en cada solución afectaría
los factores de localización, los requerimientos y provocaría cambios mediante
inversiones.
Al mismo tiempo, existen interrelaciones y repercusiones entre la distribución de las
actividades (usos del suelo) y los flujos de comunicaciones, que originan
realimentaciones y 'reasignación de los recursos. El cambio en la distribución de
actividades provoca cambios en la intensidad, dirección y composición de los flujos de
comunicaciones,
[029.tif pagina 29] dadas las distintas pautas de generación de comunicaciones de cada
actividad y necesidades de interacción con las demás. De acuerdo con la red existente
de transporte y comunicaciones, los flujos se orientarán por los caminos de la red que
impliquen menores costos (por ejemplo: distancia-tiempo, accidentes, costo monetario);
sin embargo, al sobrepasarse determinados umbrales de capacidad, aparecerán
congestiones y aumentos de costos, lo que obligará a la canalización de los flujos hacia
otros arcos y caminos de la red, hasta llegar al equilibrio. Por su parte, las condiciones
de comunicación resultantes de la asignación de los flujos a los diferentes arcos de la
red -por ejemplo: la relación distancia-tiempo entre cada punto depende de los niveles
de congestión- repercuten en la localización de actividades. Todas estas interrelaciones
no se han explicitado en el gráfico adjunto a fin de no complicarlo.
Los encadenamientos entre transporte y localización de actividades se advierten
claramente al estudiar los efectos que ha tenido el cambio de la tecnología del transporte
a través del tiempo. La reducción de los costos de “fricción de distancia” tiene efectos
descentralizantes: se extiende el territorio urbano y se reduce el gradiente de densidad
poblacional desde el centro a la periferia; pero, al mismo tiempo, las actividades
centrales adquieren mayor intensidad al poder extender sus áreas de influencia. Para
comprender el peso del factor transporte en la estructuración urbana basta comparar la
compacta ciudad histórica de la época de la tracción a sangre, con las extensas áreas
metropolitanas y megápolis de la actual época del automóvil y del jet.
Todas las operaciones de comparación entre requerimientos y capacidades, ajustes y
decisiones de inversión y transformación citados, tienen lugar hasta que se llega a una
nueva situación del sistema. Queda definido así un nuevo estado del sistema, que será el
de partida para el período siguiente. Deberá investigarse, entonces, de acuerdo a nuestra
definición, si la estructura interna en t + 1 ha cambiado si se la compara a la del tiempo
t; si existe una nueva estructura urbana, una nueva forma y organización interna de la
ciudad.4
El cambio dependerá del de las variables que se han citado, tales como la estructura
socio-económica, las pautas culturales, la tecnología, la capacidad de inversión,
etcétera. Pero se ha destacado como estratégico el rol de la variable decisional: entre t y
t + 1 pueden ocurrir cambios de orden socio-político que alteren sustancialmente el
mecanismo de elección y asignación de recursos, provocando transformaciones
significativas en la estructura espacial urbana.
4
Aparte de los factores socio-económicos citados que alteran en el tiempo la estructura
urbana, deben incluirse también los factores destructivos de origen humano, tales como
guerras e invasiones, o de índole natural, como los terremotos o inundaciones.
[031.tif pagina 31]
2. Sistemas de decisión
Las relaciones con el macrosistema también incluyen las de la ciudad con áreas
exteriores a aquéllas, donde funciona la sociedad global. Esta última está sujeta al
conjunto de relaciones de dependencia e interdependencia que tienen lugar en el sistema
mundial, al que no escapa, sin duda, el sistema urbano.
Deben distinguirse los regímenes socio-políticos que otorgan contenido a las decisiones,
de las distintas formas de toma de decisiones, que pueden variar aún entre países de un
mismo régimen social. A continuación, con fines analíticos, se hará referencia a
diferentes modelos formales de toma de decisiones por parte de la sociedad de cuya
utilización resultan procesos espontáneos o planeados. Más adelante volveremos a
referirnos a regímenes sociales reales.
La tradición
El sistema de mercado
5
W. Alonso explica el proceso de suburbanización en los Estados Unidos por la
existencia de alta valuación relativa de un terreno amplio con respecto a los costos de
movilidad. La tasa marginal de sustitución entre estos dos bienes, espacio y
accesibilidad, es tal que este último sería considerado un bien “inferior”, teniendo en
cuenta los actuales esquemas de preferencia de los estratos medios en ese país. Ello
pondría en peligro cualquier programa de renovación urbana que tuviese como objetivo
principal obtener la “vuelta” de los estratos con alta capacidad adquisitiva al centro de
las ciudades. (3)
preferible la segunda, aún a pesar de los mayores costos de ubicación. Esto, debido a
que la yuxtaposición de los establecimientos atrae proporcionalmente un mayor número,
de clientes, al desear estos cotejar precios y calidades antes de decidir sus compras. Son
“economías de aglomeración”, que dan origen a los centros, comerciales (14).
El establecimiento podría ubicarse en el centro de la ciudad, el punto de mayor
accesibilidad de clientes. Pero, entonces, para que le resulte beneficioso pagar los
mayores costos de localización, deberá ser un establecimiento importante, con elevados
niveles de venta, de modo de obtener allí la ganancia máxima.
El mismo proceso de selección de alternativas tiene lugar para cualquier otro tipo de
empresa urbana, y depende del tipo y características de los bienes y servicios ofrecidos.
Las industrias considerarán los costos de transferencia de materias primas y productos
elaborados, la facilidad de acceso de la mano de obra o la oferta de los sistemas de
combustible y energía. En el borde de la ciudad, la decisión de
Los modelos formales de decisión que introducen la acción del gobierno, incorporan la
valuación política-social en la asignación de recursos. La compatibilización entre
requerimientos y capacidades a que se hacía referencia más arriba, no se basa en
criterios puramente económicos de mercado.
Las formas varían desde un sistema de tipo mixto, en el cual el sector público coexiste
en distintos grados con el sector privado, hasta el sistema de total propiedad estatal. En
un sistema mixto, el sector público altera los resultados que derivarían del mecanismo
puro de mercado. Existen instrumentos de control del mercado de tierras y la
edificación, por ejemplo, como son los códigos de zonificación, de subdivisiones, de
construcción que limitan el derecho de propiedad individual. Las ordenanzas y
reglamentaciones imponen límites de densidad y de ocupación del lote; exigen el
cumplimiento de normas prefijadas de construcción, impiden que un terreno pueda ser
destinado a determinados usos o funciones.
Más allá de las funciones de control, el Gobierno interviene directamente en la
estructura urbana a través de las actividades del sector público en la producción de
bienes y servicios (servicios colectivos, entes autónomos estatales y organismos
nacionalizados). Interviene como propietario de tierras urbanas y como responsable
directo de la inversión pública y de prestación de servicios: caminos y rutas de acceso,
calles, redes de energía, agua corriente.
Aparte de los controles a la propiedad mediante el régimen legal de la tierra y la
actividad de inversión directa, el Gobierno puede inducir, dentro de ciertos límites, la
acción privada, mediante los mecanismos típicos de ejecución de la política económica.
Ejemplos de tales mecanismos son los regímenes tarifarios, fiscal, crediticio, de
subsidios, etcétera. La concesión de créditos específicos puede incentivar a las empresas
industriales a localizarse en un área designada a tal efecto. El impuesto al baldío puede
acelerar que tales terrenos sean destinados a uso más rápidamente.
La planificación es el modelo que contempla esta inserción del sector público en la toma
de decisiones. En realidad, debería hablarse de modelos de planificación, en plural, para
referirse a los distintos modos de decisión y acción aún sin tener en cuenta las
diferencias en el propio contenido de la planificación que depende del régimen
Los métodos de elección social descriptos son sólo categorías útiles para el análisis.
Pero aún cuando parecería que la sociedad real podría caracterizarse por una cierta
combinación de los mismos, sería un error enfatizar lo formal: la estructura decisional
real no es independiente de las otras estructuras sociales o económicas que conforman el
sistema social. Es así que el área de oportunidad de cada unidad decisional está limitada
por el sistema de valores y régimen jurídico-institucional del sistema, como por el rol
que ocupa en la estructura de clases, y poder de la sociedad.
Los resultados de la acción del mercado en la estructura urbana son diferentes cuando se
trata del mercado capitalista del siglo XIX, el capitalismo-monopolista contemporáneo
o cuando funciona en el sistema socialista. De la misma manera, la planificación tiene
un contenido diferente en un régimen capitalista mixto con intervención estatal, que en
un sistema de planificación socialista.
El análisis del sistema decisional considera entonces la estructura de clases de la
sociedad, la distribución del poder político y el rol del Estado. , En la sociedad urbana
capitalista, importa analizar la distribución de la propiedad de la tierra y las limitaciones
al derecho de dominio; el acceso diferenciado a los recursos financieros; la
concentración en la estructura económica. Pocas empresas pueden controlar las
decisiones más importantes en la producción y compra de insumos, en particular, los
insumos de localización.
La estructura de la demanda se halla condicionada por la desigualdad en la distribución
del ingreso en una sociedad de clases y el diferente poder adquisitivo se refleja en el
sistema de estratificación y segregación ecológico-urbano, al cual nos referiremos en su
evolución histórica. Los esquemas de preferencia son inducidos fuertemente por medio
de la propaganda, a través de todos los medios de comunicación masivos. Los diarios y
revistas, la radio, la televisión, los avisos murales, señalan las pautas “correctas” que
deben ser adoptadas por la cultura urbana. De allí la difusión de valores que determinan
los cambios en los gustos y las modas, los tipos de objetos aceptables de consumo, los
modos de vida “santificados” por la sociedad. Estos valores se reflejan en las pautas de
preferencia del habitante urbano por determinados tipos de vivienda, su valuación
relativa entre los recursos de espacio y accesibilidad.
1) Civilización precolombina.
2) Exploración y conquista (1492-1530).
3) Ciudad colonial (1530-mediados del siglo XVIII).
4) Crecimiento colonial (mediados del siglo XVIII-1810).
5) Período republicano (1810-comienzo segunda mitad del siglo XIX).
6) Crecimiento sobre la base del modelo tradicional (segunda mitad del siglo XIX-1930,
aproximadamente).
7) Período desde 1930 hasta la actualidad. Sustitución de importaciones.
6
Para las primeras etapas se ha seguido la división efectuada por Jorge E. Hardoy. (34)
cuando se realizan los primeros intentos de penetración y conquista del continente. Las
fundaciones, tanto de españoles como de los portugueses, no resultan en
establecimientos permanentes y sólo se traducen en fuertes o factorías sumamente
precarios. Sin embargo, se ensayan en algunos casos, estructuras físicas con cierta
regularidad, que pasan a la experiencia de la etapa posterior.7
1. La ciudad colonial
Antecedentes generales
Desde la consolidación definitiva de cada fundación del siglo XVI y posteriores, hasta
mediados del siglo XVIII, tiene lugar la estructuración definitiva de la sociedad
colonial, la apropiación del territorio, la organización de la producción con mano de
obra indígena primera y esclava después, la comercialización monopólica por parte de
las coronas mercantilistas española y portuguesa. Es el período de funcionamiento del
régimen decisional colonial y de lento crecimiento de las economías locales y de las
respectivas ciudades.
La fundación de los centros estuvo determinada directamente por los intereses
económicos de las potencias coloniales. En el caso de los centros dependientes de
España, los factores de localización fueron la abundancia de recursos naturales y de
mano de obra indígena. Es así que las áreas que alcanzaron mayor urbanización fueron
principalmente aquéllas con gran densidad de población nativa con el suficiente nivel
cultural para que, mediante el régimen de la encomienda, pudiera ser organizada para la
explotación de minas y plantaciones. Las ciudades restantes nacieron como puntos de
concentración o embarque de la producción, de pueblos y reducciones establecidos por
las órdenes religiosas, o de fundaciones en áreas periféricas o de posible litigio, que eran
7
Se ha comprobado la existencia de un trazado regular en Santo Domingo, véase (58).
importantes en cuanto a la defensa y consolidación del Imperio. En el caso de las
colonias portuguesas, la empresa de la colonización fue menos organizada y, dada
12
“Habiéndose hecho el descubrimiento por mar o tierra, conforme a las leyes y órdenes
que de él tratan, y elegida la provincia y comarca que se hubiere poblar, y el sitio de los
lugares donde se han de hacer las nuevas poblaciones, y tomando asiento sobre ello, los
que fueren a su cumplimiento guarden la forma siguiente: en la costa de la mar sea el
sitio levantado, sano y fuerte, teniendo consideración al abrigo, fondo y defensa del
puerto y si fuera posible no tenga el mar al Mediodía ni Poniente; y en éstas y las demás
poblaciones la tierra adentro, elijan el sitio de los que estuvieren vacantes y por
disposición nuestra se pueda ocupar, sin perjuicio de los indios o naturales, o con su
libre consentimiento. Y cuando hagan la planta del lugar, repártanlo por sus plazas,
calles y solares a cordel y regla, comenzando desde la plaza mayor, y sacando desde ella
las calles a las puertas y caminos principales, y dejando tanto compás abierto, que
aunque la población vaya en gran crecimiento, se pueda proseguir y dilatar en la misma
forma. Procuren tener el agua cerca, y que se pueda conducir al pueblo y heredades,
derivándola, si fuere posible, para mejor aprovecharse de ella, y los materiales
necesarios para edificios, tierras de valor, cultura y pasto, con que se excusarán el
mucho trabajo y costas que se siguen de la distancia. No elijan sitios para poblar en
lugares muy altos, por la molestia de los vientos y dificultad del servicio y acarreto, ni
en lugares muy bajos, porque suelen ser enfermos. Fúndense en los medianamente
levantados, que gocen descubiertos los vientos del Norte y Mediodía: Y si hubieren de
tener sierras o cuestas, sean por la parte de Levante y Poniente: Y si no se pudieren
excusar de los lugares altos, funden en partes donde no estén sujetos a nieblas, haciendo
observación de lo que más convenga a la salud y accidentes que se pueden ofrecer. Y en
caso de edificar a la ribera de algún río, dispongan la población en forma que saliendo el
sol dé primero en el suelo que en el agua”. (63) Libro IV, tit. VII.
“Que el sitio, tamaño y disposición de la plaza sea como se ordena.” (63) Libro IV, tit.
VII, ley IX.
“La plaza mayor, donde se ha de comenzar la población, siendo de costa de mar, se
debe hacer al desembarcadero del puerto, y si fuese lugar mediterráneo, en medio de la
población. Su forma de cuadro prolongada que por lo menos tenga de largo una vez y
media de su ancho, porque será más a propósito para las fiestas de a caballo y otras: Su
grandeza proporcionada al número de vecinos, y teniendo consideración a que las
poblaciones puedan ir en aumento, no sea menos que de doscientos pies de ancho y
trescientos de largo, ni mayor de, ochocientos pies de largo y quinientos y treinta y dos
de ancho, y quedará de mediana y buena proporción, si fuere de seiscientos pies de
largo y cuatrocientos de ancho: De la plaza salgan cuatro calles principales, una por
medio de cada costado, y además de éstas, dos por cada esquina: Las cuatro esquinas
miren a los cuatro vientos principales, porque saliendo así las calles de la plaza no
estarán expuestas a los cuatro vientos, que será de mucho inconveniente : Todo en
contorno, y las cuatro calles principales, que de ella han de salir, tengan portales para
[057.tif paginas 57]
Las Ordenanzas Municipales aseguran la continuidad de las normas de estructuración
física: regulan el trazado y ancho de calles; obligan a mantenerse en los límites de la
línea municipal so pena de [058.tif pagina 58] demolición por cuenta de los
propietarios; restringen la facultad de construir a personas autorizadas (maestros de
obras inscriptos), obligan a los propietarios a cercar sus terrenos y construir dentro de
un tiempo prefijado; permiten el cobro de impuestos a propietarios frentistas para el
mejoramiento de calles. Pero también parte de un proceso centralizado la misma
estructura socio-económico-espacial, al asignarse las tierras a las distintas actividades
económicas y residenciales. Para las primeras, existen reglamentaciones para alejar a la
periferia las actividades insalubres, como mataderos y curtiembres; para proteger las
fuentes de agua disponiéndose el alejamiento de los lugares de lavado de ropa y
ubicación de actividades que podrían contaminarlas; para disponer la localización y
organización de los mercados (51,45).
Pero también es decisivo el poder central sobre la ubicación de los estratos sociales:
desde el principio mismo de la fundación urbana en la Colonia quedó determinada una
estructura ecológica segregada, conforme a la estratificación social imperante.
Diego Colón recibió en 1509 una notificación del rey en la que se estipulaba que no se
debía dotar del mismo modo “al labrador y gente común como a otras personas
principales”. Los solares debían repartirse “moderando las calidades de las personas y
dando a cada una conforme a lo que a vos pareciere que merece y puede tener y hubiere
menester” (45). Ya hemos visto, por otra parte, que en 1596 se dispuso que la tierra
debía entregarse “haciendo distinción entre escuderos y peones y los que fueren de
menor grado y merecimiento Es así que los conquistadores y vecinos prominentes
obtienen tierras de tamaño de solares (cuartos de cuadra) cerca de la plaza mayor,
mientras que el examen de las concesiones que involucran la donación o renta de
“medios solares”, “sobras” o “jirones” confirman la segregación dirigida de los pobres
hacia la periferia (45) .13 Por otra parte, en sus “revisiones” periódicas para vigilar el
cumplimiento de las disposiciones sobre tenencia, los Cabildos desposeían a mulatos o
negros que ocupaban tierras. Era también proverbial el trato preferencial a los hombres,
cuyas solicitudes de [059.tif pagina 59] concesión gratuita eran accedidas en forma
privilegiada, con respecto a jefes de familia del sexo femenino, a quienes se les exigía el
pago del cánon, (45) aunque ello es coherente con el lugar que ocupaba la mujer en la
sociedad colonial.
Tecnología
comodidad de los tratantes, que suelen concurrir: Y las ocho calles que saldrán por las
cuatro esquinas, salgan libres, sin encontrarse en los portales, de forma que hagan la
acera derecha con la plaza y la calle.” “En lugares fríos sean las calles anchas, y en las
calientes angostas; y si hubieren caballos convendrá que para defenderse en las
ocasiones sean anchas, y se dilaten en la forma susodicha, procurando que no lleguen a
dar en algún inconveniente, que sea causa de afear lo reedificado, y perjudique a su
defensa y comodidad.” (63) Ley X.
13
En el caso de un negro libre que había solicitado un solar al Cabildo de La Habana, la
resolución de éste fue: “No ha lugar donde pide el dicho solar que lo pida en otra parte
cerca de donde están los demás negros horros (libres).” (50)
En la Colonia se usaron simples sistemas constructivos importados de Europa, que
variaban según los materiales de que se disponía, aunque también se utilizaron técnicas
indígenas aprovechando el material vegetal en muros y techados. En muros se destaca el
uso del “baharaque”, el “tapial”, el “chorizo”, el adobe y ladrillo cerámicos. Para los
techos se usó el entramado de paja o palmas y más tarde entrepisos de madera y
cubiertas de tejas. A fines del siglo XVII la mayoría de los edificios de Caracas tenía
tejas (45) y en 1750 este material se hizo obligatorio en Buenos Aires (62).
También fueron introducidos en América los muros de sillería de piedra, que fueron
utilizados en las fortalezas, y la mampostería de piedra natural o canto rodado unidos
con cal y argamasa (técnica de “cal y canto”) que se prefería para bóvedas, arcos,
etcétera. Los edificios públicos principales y las casas de la clase alta presentaban a
veces balcones con ménsulas de mampostería, con barandales de hierro forjado o
balaustres de madera, ventanas protegidas por rejas de esos mismos materiales y
portales de piedra decorados.
La tecnología de la producción se limitó al empleo de molinos, trapiches y tornos
movidos por energía eólica, agua o tracción a sangre y hornos para materiales de
construcción y fraguas (59). Requirieron menor espacio las actividades artesanales de
trabajo de metales, repujado del cuero, pinturas, etcétera.
Los sistemas de abastecimiento de agua fueron, en principio, el río o de acequias, que
recibían el agua desde una desviación. La iluminación fue, en los siglos XVI y XVII, a
velas y lámparas de aceite, pero en lugares públicos estuvo restringida exclusivamente a
algunas calles céntricas.
Lo que interesa destacar es la tecnología del transporte- conquista produjo una
verdadera revolución al introducir el cabal la rueda y el yugo de bueyes. El transporte
mejoró considerablemente con el trazado de caminos mejorados, la ubicación de postas
y la [060.tif pagina 60] utilización de técnicas más avanzadas de acarreo, como el
trasplante directo del tren o recua de mulas. De todas maneras, el transporte carretero
era sumamente lento.14 El medio de transporte urbano de personas se redujo al caballo y
si se agrega que muy pocas calle y únicamente en el centro estuvieron en mejor estado
(algunas incluso empedradas), para permitir con comodidad el paso de carruajes, ello da
una idea de las dificultades de movilidad. Pero el tamaño de la ciudad, que no tuvo en
esta época un radio mayor desde el centro que 8 a 10 cuadras, permitía una fácil
comunicación a pie y en todas direcciones.
Estructura urbana
14
“Aun todavía, en 1802, el viaje Caracas-La Guaira, separadas por 25 kilómetros, era
recorrido por las acémilas en cinco horas, tiempo que podría reducirse a tres horas y
media, en buena mula de silla.” (45)
América Española fue el regular, derivado del de las ciudades agro-militares de la
meseta central española erigida para la consolidación de las tierras reconquistadas al
Islam (Ver. figs. 2, 12 y 18).15 En las colonias portuguesas se introdujeron formas
similares a las irregulares existentes en los centros agro-comerciales marítimos de
Portugal, con origen en factores económicos más que político-militares. Las ciudades
que experimentaron el dominio holandés, como Recife, ofrecen ejemplos de desarrollo
urbano costero en islas y canales (54).
Dentro del marco físico del trazado en damero se distinguen las siguientes áreas
15
Se discute si fue España la que influyó con esta forma en el trazado de las “bastides”
de Francia en la época medieval o viceversa. (68)
ecológicas:
1) Zona central. En ella estaba la Plaza Mayor, sitio de uso múltiple de mercado y
además donde se desarrollaban las fiestas, procesiones, espectáculos y ajusticiamientos.
Las recovas permitían el alineamiento de tiendas y mercancías. También se destinaban a
actividades comerciales las habitaciones de edificios privados que lindaban con la plaza.
Alrededor de ésta se situaban los principales edificios públicos, administrativos y
religiosos. En posición principal estaba el edificio administrativo gubernamental, cuya
importancia dependía de su jerarquía y, sobre otro lado, el Cabildo. En ángulo recto a
éste, la Iglesia Mayor o Catedral y dependencias relacionadas a esta institución.
Centralmente se ubicaban también la Audiencia y la Moneda, la Universidad y colegios
y en el radio céntrico existía una alta densidad de iglesias, conventos y seminarios. En
las ciudadespuerto, la Plaza se ubicaba excéntrica, sobre el lado de la costa, y en sus
inmediaciones se localizaban las instalaciones portuarias y servicios relacionados, como
la Aduana.
En la zona central se ubicaban también las residencias del estrato alto, destacándose sus
viviendas por la decoración de sus portales y la calidad de los materiales; había también
edificios “de altos”. Las áreas residenciales se organizaban en feligresías o parroquias
con centro en la iglesia parroquial, alrededor de la cual giraban muchas de las
actividades del vecindario y que concentraba, además de las religiosas, las funciones de
educación elemental, servicios de bienestar, etcétera. La unidad barrial comprendía un
número entre 2 y 6 mil personas y las feligresías centrales eran las más organizadas y
ricas.
Aparte de la Catedral, que podía insumir dos solares, los palacios de gobierno o los
complejos religiosos y los destacamentos militares, los mercados de concentración y
abastecimiento eran los mayores demandantes de espacio urbano.
16
Era típico barrio de la clase baja el de Monserrat, donde habitaba predominantemente
gente de color. (62)
[064.tif pagina 64]
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, especialmente en el último cuarto de siglo,
se desarrolla un nuevo período de mayor crecimiento económico, al quedar poco a poco
minadas las bases de los Imperios de la Península Ibérica por la acción impetuosa del
capitalismo que se manifiesta tanto en el comercio y contrabando, como por la
influencia de las ideas políticas y culturales. El debilitamiento del Imperio Colonial se
ve reflejado en las reformas de Carlos III, la obtención del libre comercio para las
colonias españolas (1778) y la facilidad de intercambio para con todos los puertos de
España. Se produce un salto cuantitativo en el sector externo y los excedentes de la
exportación de materias primas (algodón, azúcar, cacao, cueros, tasajo) determinan la
concentración de mayor riqueza en las élites propietarias y una mayor capacidad de
inversión gubernamental. Esto es acompañado por el incremento de la población
latinoamericana, que de 10,2; 11,4 y 11,1 millones de habitantes en 1570, 1650 y 1750
respectivamente, pasa a 13,9 millones en 1800 (39).
Las características de localización favorecen a la Costa Atlántica y ésta desplaza a los
centros del Pacífico. El mejor control de la nueva situación creada obliga a la Corona
Española a efectuar una reorganización administrativa que se traduce en la creación de
nue- [066.tif pagina 66] vos Virreinatos, Capitanías Generales y sedes de Audiencia. En
el Brasil, la sustitución del ciclo del azúcar en el Noreste por el ciclo del oro, en el siglo
XVIII, determina el corrimiento de la colonización hacia el sur y cambios
correspondientes en el orden administrativo. Río de Janeiro es nombrada capital en
1763 en reemplazo de San Salvador de Bahía, acercándose el centro administrativo al
punto de gravitación de la población, de la actividad económica y al campo de conflicto
del Plata.
Con el crecimiento demográfico y la mayor complejidad de la estructura económica y
administrativa también se transforma la composición étnica de la población y aparece
una mayor diversificación de los estratos socio-ocupacionales. Los recuentos censales
indican una reducción notable en el número de indios y el aumento de los grupos
étnicos-sociales de los pardos, que más tarde participarían de lleno en las guerras de la
independencia.
En el caso del Brasil, el traslado de la Corte portuguesa a Río produce un gran impacto,
al ser atraídos los propietarios rurales a la vida urbana, además de los servicios que
genera el núcleo de la Corte y la administración. Río pasa así, de menos de 50.000
habitantes antes de 1808, a 135.000 en 1823, de los cuales nada menos que el 77,8 %
son negros y el 18,5 Yo, blancos portugueses o brasileños (49).
Mientras Lima, que ya tenía 37.000 habitantes al comenzar el siglo XVII, alcanza a
52.000 en 1791 (113), mucho mayor es el crecimiento de Buenos Aires, que de 24.805
que tenía en 1778, según el censo de Vértiz, pasa a 40.000 en 1801 y a 55.000 en 1810
(62). Por su parte, Caracas experimenta este crecimiento: 18.669 en 1772; 28.022 en
1783; 42.000 en 1802 y 50.000 en 1812 (45).
En este período el régimen decisional no cambia básicamente, aunque se observa una,
mejor organización del Gobierno a través del sistema de las Intendencias y una mayor
preocupación por utilizar superiores métodos administrativos. Virreyes y Gobernadores
dinámicos actúan resueltamente mediante reglamentaciones en la edificación, ubicación
de usos del suelo y el tránsito.17 Se levantan planos [067.tif pagina 67] y nivelaciones,
pero también se encara la acción directa mediante inversiones en infraestructura:
protección de la ciudad, como sucede en Buenos Aires, donde el Virrey Vértiz emplaza
líneas de fortines contra los ataques indígenas; mejoramiento de caminos y
comunicaciones (cuidado de rutas principales, puentes, infraestructura de puertos,
servicios de correo, empedrado e iluminación de calles); servicios de agua y desagües.
Se advierte también una preocupación por el embellecimiento de la ciudad, dotándosela
de fuentes, plazas, paseos, alamedas, recovas. Se construyen las primeras viviendas para
clases populares y se crean numerosos servicios de bienestar social (hospicios, casas de
expósitos, hospitales, colegios y escuelas superiores) y recreación (plazas de toros,
teatros).
Salvo excepciones, como el caso de Río de Janeiro, que sufre transformaciones (rellenos
de pantanos y cambios de orden urbanístico), no aparecen en este período alteraciones
fundamentales en las estructuras internas. Aumentan los componentes de la demanda en
los [068.tif pagina 68] centros favorecidos por la concentración de nuevas funciones
económicas, administrativas y de servicios. Se expande el casco antiguo y la ciudad se
densifica. Aumenta la subdivisión de tierras y se reparten “sobras” o áreas urbanas no
reclamadas hasta el momento, y comienza la subdivisión de lotes centrales. Pero la
expansión implica también una mayor especialización de actividades y un grado más
elevado de diferenciación espacial. Se delinean más claramente los distintos focos de
actividades, especialmente los centros, donde se multiplican los usos del suelo
comerciales, tiendas y oficinas. Y se clarifica también la estructura en términos de la
región inmediata, al haberse consolidado y mejorado la red básica de caminos de acceso
y comunicación regional e interregional. En el área inmediata de influencia se
17
Un ejemplo ilustrativo de las reglamentaciones de la época son las dictadas en 1820
en Caracas, que recopilan las disposiciones que habían regido parcialmente desde los
últimos años del siglo anterior. Dado el control realista de la capital en ese año,
corresponden enteramente a la época que se describe:
“Art. 1. - Se ordena y manda que desde la publicación de esta ordenanza nadie fabrique
ni reedifique casa sin que primero forme y levante plano y lo presente al M.I.A. para
que visto, examinado y aprobado por el arquitecto de obras públicas y particulares, si
está conforme a las reglas del arte y a ordenanza, se le conceda licencia...”
“Art. 3. -Se ordena y manda que las casas que en adelante se fabricaren y reedificaren
en esta ciudad tengan por lo menos diez varas de frente a la calle, el piso de las piezas
en todas ellas igual y superior a la corriente de la calle lo menos una tercia de vara...”
“Art. 4. -Se ordena y manda que las casas se dispongan y construyan con todas las
piezas necesarias para la comodidad de los que deben habitarlas y eso respecto a los
usos que se destinan...” Y habiendo capacidad en el terreno y facilidades en el diseño,
tengan precisamente sala, dormitorio, dos cuartos más cocina, patio, lugar común y
corral, dando a las piezas el mayor desahogo posible y correspondencia en puertas y
ventanas para facilitar la ventilación y purificación.”
En el artículo 4 se observa la preocupación por fijar standards de vivienda que aún hoy
son inalcanzables; pero al fijarse pautas tan elevadas se condenaba necesariamente a
vivir en la ilegalidad a la mayoría de la población. (45)
desarrollan nuevos puntos de atracción o focos de actividad: puertos, postas, fortines,
capillas, pueblos, que son puntos de paso o de ruptura del transporte, vinculados por la
red de comunicaciones, y algunos de éstos comienzan a nuclear actividades productivas
con localización especializada: por ejemplo, el Callao, en la zona de Lima, donde se
sitúan servicios conectados con las actividades portuarias; las barracas en ambas
márgenes del Riachuelo en Buenos Aires, vinculadas a las actividades portuarias y el
camino de la zona ganadera del sur (Ver figura l).
Continúa la segregación ecológica de los estratos sociales. Así, el censo realizado por
las autoridades realistas en Caracas en 1818, registra en el barrió periférico en Ñaraulí
(hacia donde se habían trasladado familias después del terremoto de 1812) la presencia
de capas populares: oficios (herrero, albañil, pintor, sastre, zapatero), pero también
labradores, arrieros, “hacendados pobres”, jornaleros y personas sin ocupación
específica. El 57 % de la población correspondía a los “pardos”, el 21 % a los negros y
sólo el 16,4 % a los blancos. Sólo 5 de las 85 familias poseían esclavos. Contrasta esto
con el padrón de un barrio central donde viven autoridades, miembros del clero,
funcionarios de jerarquía, hacendados y profesionales. En los núcleos familiares
aparecen personas con la denominación de “criados” y una mayor diversificación de
ocupaciones : empleados del Cabildo, la Audiencia y el Consulado, militares de alta
graduación, hacendados, comerciantes, tenderos, bodegueros, pulperos, tabaqueros,
tesoreros, plateros, relojeros, canónigos, abogados, colegiales (45). La segregación es
alentada aún por las reglamentaciones (ordenanzas de Caracas de 1820) que obligan a
financiar las obras [069.tif pagina 69] de mejoras en las calles mediante aportes de los
propietarios frentistas y a vender si no hay capacidad de pago.
Período republicano
(1810 - Segunda mitad del siglo XIX)
Antecedentes generales
Desde la segunda mitad del siglo XIX se abre un nuevo período de acelerada
urbanización y modificaciones en las estructuras ecológico-demográficas, tanto a nivel
regional como local. Los factores que precipitan este proceso son de origen externo e
interno.
En el orden externo, las exportaciones de materias primas latinoamericanas encuentran
la enorme expansión de los mercados europeos y norteamericano, debida al desarrollo
capitalista industrial de estas áreas del mundo. Por otra parte, también comienza la
exportación de capitales desde los países “céntricos”, que buscan invertir en actividades
de alta rentabilidad.
La plena entrada en la nueva situación mundial es facilitada, en el orden interno, por la
organización nacional y el fin de las luchas interiores. Los gobiernos de Latinoamérica,
tanto autoritarios como democrático-liberales, aceptan la teoría liberal del progreso
indefinido y el libre cambio. Las clases dirigentes con intereses agro-mineros coinciden
plenamente con las de la inversión foránea y ello consolida otra etapa de la
dependencia.
El capital extranjero va dirigido, fundamentalmente, hacia la explotación de recursos
naturales y a la infraestructura del transporte, comunicaciones, energía y servicios
públicos en general. Se introduce [072.tif pagina 72] toda una nueva tecnología que se
implanta en mercados vírgenes y que no encuentra competencia en los sectores
existentes. El ferrocarril, por ejemplo, provoca una verdadera revolución en los
transportes y destruye totalmente los sistemas de carretas y galeras.
Pero el proceso de crecimiento productivo y la inversión en infraestructura no se
distribuye equitativamente en el territorio nacional, sino solamente en aquellas regiones
cuyas materias primas más interesan al sistema coaligado de intereses internos y
externos. Es así como comienzan los desequilibrios regionales.
En esto juega un papel fundamental el trazado de las nuevas redes de comunicación que
se adecuan al sistema económico de crecimiento hacia afuera: la infraestructura se
instala de modo de conectar directamente las zonas de producción (minas, plantaciones
y haciendas) con ciudades-puerto de salida de las exportaciones, que concentran además
los servicios relacionados al funcionamiento de tales actividades. Los sistemas de
conexión conspiran así contra la integración regional y otorgan ventajas comparativas a
los puntos de trasbordo sobre la costa, o a las ciudades que condensan actividades
estrechamente relacionadas con el proceso productivo.
Otro elemento de diferenciación regional es el traslado de los excedentes obtenidos en
la producción agro-minera hacia las ciudades de residencia de los propietarios,
especialmente la capital y su empleo en actividades comerciales y financieras. Estas
pocas ciudades favorecidas, que ya eran las más importantes en la época colonial, a las
que se suman algunas otras (el caso de San Pablo, por ejemplo), comienzan a presentar
concentraciones de población y poder adquisitivo de significación tal que constituyen ya
mercados de consumo importantes, no sólo para la inversión foránea en servicios
públicos, que no hace más que aumentar las ventajas de dichas ciudades sobre el resto
de la red urbana, sino también para las importaciones de productos manufacturados
provenientes de los países industriales. Su penetración a bajos precios termina por
destruir las débiles economías productivas regionales existentes.
La acumulación de capital, mejores servicios e infraestructura instalada en la ciudad
principal y el debilitamiento de la producción artesanal del interior, son entonces dos
factores que también deben agregarse a las causas del desequilibrio regional. Se
consolida así el fenómeno de primacía urbana que se acentuará más tarde y que es
característico de una mayoría de países latinoamericanos. En otros [073.tif pagina 73]
casos (por ejemplo: Brasil o Ecuador), se agrega a la ciudad capital una segunda ciudad
y aún en el caso de Colombia una tercera, en la participación de los beneficios, lo que
impide que rija el esquema de primacía única y el dominio exclusivo de la capital sobre
el resto de la red urbana.
En este período también se da otro fenómeno importante: el aporte masivo de población
extranjera por la inmigración que se dirige fundamentalmente al Río de la Plata y sur
del Brasil y, en menor medida, a otras áreas (por ejemplo: Chile), con efectos
formidables de cambio en sus estructuras demográfico-sociales. En contraste, otros
países permanecen prácticamente estancos a los movimientos migratorios externos (por
ejemplo: los casos de Paraguay, Nicaragua, Bolivia o Venezuela). En los países
involucrados por el aluvión demográfico, fracasan las tentativas clarividentes de
conducir el proceso en forma organizada hacia la colonización rural, ante la rigidez de
la estructura de la propiedad territorial y las formas especulativas de expansión de las
áreas cultivables y corrimientos de la “frontera”. Salvo las excepciones de colonias que
resultan exitosas, propiciadas por el gobierno o particulares, la mayoría de los migrantes
sólo puede incorporarse a la pirámide ocupacional como mano de obra rural o
desempeñarse en las actividades urbanas. Es así como gran parte de la inmigración
potencial se pierde al retornar muchos extranjeros a sus países de origen y el impacto de
la inmigración se hace sentir fundamentalmente en las áreas urbanas (especialmente en
los puertos de entrada, como Montevideo o Buenos Aires).
La expansión del área ocupada y las redes ferroviarias originan nuevos esquemas de
urbanización con las estaciones y centros agrícolas de servicio. También en este período
tiene lugar la penetración en regiones periféricas, como la Patagonia y el área
Amazónica y la fundación de nuevos centros (por ejemplo: Iquitos). En la segunda
década siglo XX los puertos del Pacífico (excepto los de Chile) son afectados
favorablemente por la apertura del Canal de Panamá a (1913), que reduce notablemente
los costos del transporte ultramarino.
El sector externo es, pues, el elemento determinante del crecimiento en este período.
Implica también una estructura económica más compleja y la aparición de nuevas
actividades con requerimientos diferentes de localización. Por un lado, las actividades
del sector exportador, tales como depósitos y barracas de acopio e industrias de
procesamiento de materias primas (frigoríficos, lavaderos de lanas, [074.tif pagina 74]
ingenios azucareros o molinos de café o cacao), según fueren los sectores líderes de la
economía y servicios ligados a éstos, como los de transporte, comercialización, finanzas
y seguros. Pero también el crecimiento urbano origina industrias orientadas al mercado
interno (fábricas de materiales de construcción, textiles, alimentos bebidas) y la
aparición de servicios (hoteles, diarios, restaurantes, teatros, clubes sociales, clubes
deportivos). El sector público obtiene recursos para construir nuevos edificios para
sedes del poder ejecutivo, legislaturas, tribunales y municipalidades.
La población latinoamericana crece rápidamente, y pasa de 33 millones de habitantes en
1850 a 63 en 1900 (39), pero también se acentúa la urbanización y algunas ciudades,
especialmente las que reciben el impacto de la inmigración extranjera, experimentan un
crecimiento poblacional verdaderamente vertiginoso: San Pablo, que contaba solamente
con 31.385 habitantes en 1872, incrementa su población a 64.934 en 1890; a 239.820 en
1900 y a 579.033 en 1920 (70). Buenos Aires pasa de 187.346 habitantes en 1869 a
663.854 en 1895; 821.293 en 1900, para llegar a 1.576.597 habitantes en 1914, la mitad
de los cuales son extranjeros (62).
Régimen decisional
Teniendo en cuenta estos antecedentes veamos cómo opera la toma de decisiones. El
crecimiento económico es acompañado por la expansión de nuevas capas sociales
urbanas. La burguesía y los núcleos iniciales del proletariado comienzan a disputar el
predominio del poder a la clase terrateniente. Sin embargo, no hay cambios estructurales
en lo que se refiere al régimen de la tierra, que se rige, básicamente, por el sistema de
mercado.
Lo que sí tiene lugar es un cambio en las pautas de vida de las clases pudientes, que
adoptan ideas y costumbres de países extranjeros. Estas penetran principalmente por la
capital o la ciudad-puerto, que está más en contacto intelectual con el exterior; desde allí
se difunden lentamente a las capitales regionales. El cambio cultural se refleja en
nuevos conceptos de diseño que introducen arquitectos europeos o formados en Europa.
Y si son símbolos los barrios exclusivos de mansiones con mansarda, o centros
turísticos a [075.tif pagina 75] la manera francesa (Mar del Plata), también en el caso de
la acción gubernamental los signos culturales surgen inconfundiblemente en los
edificios públicos y, a escala urbana, en el parque formal y en los boulevares y
diagonales que, desde la acción de Haussman en París, se difundieron al resto del
mundo. Así también se traslada a América Latina esta visión del urbanismo de City
Beautiful y de las grandes obras públicas. Y, posteriormente, los suburbios de “ciudad
jardín” que en las grandes ciudades copian únicamente la forma del movimiento inglés
homónimo de fines de siglo, creándose barrios “dormitorio” de “chalets”.
La expansión de las áreas urbanizadas encuentran su respuesta en la oferta: son 1os
rematadores y loteadores de tierras los que configuran realmente el desarrollo urbano
sobre la base del lote individual y la cuadrícula. Esto, ante la falta de verdadero control
gubernamental. Es que la complejización de la estructura urbana y el número de
actividades hacen menos eficientes las reglamentaciones públicas que sus antecesoras
de la ciudad colonial. El Estado controla tierras fiscales sólo excepcionalmente y estos
casos permiten el establecimiento de parques, hospitales, edificios universitarios y otras
actividades públicas, extensivas consumidoras de espacio.18
Todavía debe agregarse otro factor más para completar la situación del período: la
posición netamente privilegiada de los intereses relacionados con la inversión en
servicios públicos e infraestructura; para influir la dirección del desarrollo urbano. Así
como se produce el impacto de la inversión extranjera en el ámbito nacional y regional,
así también su acción se refleja igualmente en la diferenciación espacial interna urbana.
Las líneas de transporte terrestre (tranvías, ferrocarriles) alteran el costo de los insumos
de localización y valorizan linealmente el espacio económico. Las compañías operan
también en tierras y obtienen altos beneficios con las subas de los valores en las áreas
por las que atraviesan. Su capacidad financiera les confiere una posición de regateo y
presión política formidable en la toma de [076.tif pagina 76] decisiones del poder
gubernamental y sus intereses son ardorosamente defendidos por factores internos de
poder estrechamente coligados.
Tecnología
18
En el caso de Buenos Aires, la expropiación de las posesiones de Juan Manuel de
Rosas puso en manos gubernamentales grandes extensiones de tierra; allí se ubicó uno
de los pocos espacios verdes amplios con que cuenta el área metropolitana (Parque 3 de
Febrero, 495 has.); pero otros sectores pasaron a la propiedad privada, como el Barrio
de Belgrano. (57)
estructuración urbana. Si bien la implantación de sistemas más perfeccionados de agua
potable y desagües, en teoría, debe funcionar como restricción a la expansión física,
induciendo mayores densidades por el costo de estos insumos, ello no ocurrió así,
debido a que éstos y otros sistemas quedaron limitados solamente al servicio de áreas de
estratos altos y medios, únicos capaces de constituir mercados de demanda, aún a pesar
de la existencia de elevados subsidios estatales y facilidades financieras. En cambio sí
comenzaron a operar en sentido contrario como poderosos factores descentralizantes los
nuevos sistemas de generación y transmisión de energía (red eléctrica) y de transporte.
El ferrocarril representó el impacto más considerable al aumentar la accesibilidad a la
periferia, además de lo que significaron las terminales y actividades accesorias del
sistema (estaciones de pasajeros y cargas, playas de maniobra, depósitos) como grandes
consumidores de espacio. Pero también cambiaron las condiciones de movilidad las
líneas de tranvías eléctricos y, posteriormente, el transporte público automotor. Estos
medios predominaban todavía sobre el automóvil privado, que comenzaba su lenta
introducción como vehículo de pasajeros para los estratos de mayores ingresos. En la
construcción, la utilización del hormigón y el acero y nuevas técnicas permitieron la
erección de edificios en altura en áreas centrales, como asimismo salvar obstáculos
naturales con rellenamientos, puentes y viaductos.
Estructura urbana
Las pautas físicas de ciudades existentes o de nuevos centros son las del damero regular,
con calles más anchas que en la época colonial, interrumpido ahora por avenidas más
amplias o boulevares paralelos y o diagonales al tablero básico. En relación con éstos
frente a espacios abiertos que aseguran la perspectiva, se emplazan monumentales
edificios públicos, tales como el teatro o el palacio legislativo. Los centros son los que
experimentan mayor transformación al comenzar la renovación de las estructuras
coloniales, reemplazarse por edificios en altura y densificarse, mientras que en planta
baja se alinean los usos comerciales de tiendas y negocios. Otro elemento integrante del
esquema es la estación de ferrocarril, que desde el punto de vista de la estructura socio-
económica espacial representa un fuerte polo o centro de atracción, lo mismo que el
mercado. El área urbanizada se extiende a baja densidad sin espacios verdes, salvo el
parque formal que se incorpora mediante la utilización de espacios abiertos periféricos y
donde se hace notar particularmente la influencia cultural francesa en el diseño.
Ejemplos claros de la nueva concepción cultural son dos ciudades planeadas en el
período, destinadas ambas a servir de sede gubernamental. En Argentina, la ciudad de
La Plata, nueva capital de la [078.tif pagina 78] Provincia de Buenos Aires (1883) (118)
con dos diagonales superpuestas a un damero cuadrado perfecto, y Belo Horizonte
(1895) que, aunque frustrado el objetivo original que la hubiera convertido en la nueva
capital del Brasil, cumple hoy la función de cabeza administrativa del Estado de Minas
Gerais y fue planeada siguiendo esquemas de similar inspiración francesa. (Ver fig. 20.)
En las ciudades principales, el fenómeno de acumulación de ingresos por parte de los
propietarios rurales y mineros o empresarios vinculados a la exportación de bienes
remunerativos, determina la formación de áreas características del estrato alto en la
estructura urbana. Se abandona la casa baja de patios y se incorporan nuevas formas de
diseño de la vivienda y el medio ambiente físico de acuerdo con los nuevos estilos de
vida y de consumo y cuyo origen depende del marco de referencia cultural de estos
estratos dirigentes.
En Buenos Aires, la epidemia de fiebre amarilla (1871) apresuró el proceso de éxodo
del antiguo Barrio Sur y la formación del Barrio Norte, expresión de la clase
terrateniente ganadera bonaerense. El mismo proceso de movimiento sucede en
Santiago de Chile a partir de las ganancias del guano y el salitre hacia la zona sudoeste
del casco urbano.
Además, la reducción de la “fricción de distancia (servicios de transporte de tranvías y
ferrocarriles) permite el desarrollo de núcleos suburbanos y la ruptura del proceso de e
ansión contigua. Una parte de los estratos altos decide transformar en residencia perma-
nente ciertas áreas periféricas donde se situaban sus quintas de veraneo o de especiales
características ambientales favorables (buen clima, vistas, espacio). Ejemplos son los
barrios de Belgrano y Flores en Buenos Aires (figs. 5 y 6); Miraflores y San Isidro en
Lima (61) (Fig. 14) o Copacabana en Río de Janeiro.19 Por otra parte, también debe
destacarse el hecho que estos loteos “exclusivos” son acompañados por el apoyo del
gobierno y fuertes inversiones en infraestructura de servicios y equipamiento.
Los núcleos descentralizados de clase alta originan “ejes” preferenciales de residencia y
la mayor valorización de las tierras comparadas con las de otros sentidos axiales. Nace
así la estructura [079.tif pagina 79] ecológica sectorizada, ya que los ejes de
predominio eluden, en general, los sentidos hacia donde se ubican ya nucleamientos de
actividad industrial o comercial, que presentaban bajas condiciones de medio ambiente.
a) Ocupación por sucesión de áreas céntricas antiguas abandonadas por el estrato alto,
siguiendo el proceso de “filtración hacia abajo” del mercado. Existe ya en las grandes
aglomeraciones el problema de oferta de vivienda suficiente para las capas populares,
ante el intenso ritmo de crecimiento de la población urbana, la incapacidad de la
19
Acompañan a los usos netamente residenciales del estrato alto, los usos relacionados
a su esfera de actividades, como el campo de golf, el hipódromo, el Country Club o los
establecimientos de “baños” (Lima).
estructura productiva y la ausencia de políticas específicamente diseñadas para enfrentar
este problema.20
Antecedentes generales
El período de crecimiento basado en el sector externo termina con las grandes crisis
sufridas por el capitalismo, las dos guerras mundiales y, especialmente, con la gran
depresión de la tercera década. La desaparición de los mercados para las exportaciones
latinoamericanas y las consiguientes caídas de precios, como así también la falta de
bienes importados que pudiesen competir en el mercado interno durante los períodos de
crisis, prepararon el terreno para el proceso de sustitución de importaciones de bienes
industriales que tiene lugar en la Argentina, Brasil, México, Uruguay y Chile primero y
posteriormente en Perú, Colombia y Venezuela. En realidad, en México operaron
también otros factores al producirse cambios en el régimen socio-económico con la
revolución agraria. Por otra parte, en Venezuela la explotación petrolífera, que se inicia
en la segunda década, determina un fuerte período de crecimiento sobre la base del
20
En 1909, el 10 % de la población de Caracas, 7.533 habitantes, vivía en “casas de
vecindad” o “ciudadelas”, con un promedio de 18 habitantes por vivienda (45). La ola
inmigratoria extranjera en Buenos Aires incide en el abrupto crecimiento de la
población hacinada en “inquilinatos” o “conventillos”: en 1880 había 51.915 personas
habitando 1.770 conventillos con un promedio de 29 habitantes por casa y 2,1 por
cuarto. Las cifras, 12 años más tarde, indicaban 120.847 personas (20 % de la
población), 2.192 conventillos; 55,1 personas por casa y 3,8 por cuarto. (62)
sector externo. Pero a partir de 1940 entra también decididamente en el período de
sustitución de importaciones.
La industria altera sensiblemente la composición de las actividades urbanas en los
centros donde se implanta. En la primera fase, el grueso de la industrialización se basa
en la sustitución de bienes de consumo final. La fuerte orientación al mercado
condiciona la aglomeración en las grandes ciudades, fundamentalmente las capitales,
[082.tif pagina 82] proveedoras de insumos y economías externas, lo que aumenta la
concentración urbana y el esquema de alta primacía de una o dos áreas metropolitanas
sobre el resto de los centros y el país en general. Pero también se introducen
modificaciones en la red urbano-regional, al crearse centros especializados, como los
siderúrgicos, aun cuando la industria de base todavía representa una fase más reciente
del proceso de industrialización en algunos países.
A pesar de la presencia del capital nacional, que en algunos casos es factor clave del
desenvolvimiento del sector manufacturero en una primera etapa, como en Brasil o
Argentina, la fase posterior es la industrial de capital foráneo en sectores dinámicos,
altamente intensivos de capital, con utilización de tecnología avanzada. El sector de
propiedad extranjera contrasta con el tradicional, de origen artesanal, que utiliza
insumos intensivos de mano de obra y de escaso tamaño y que comprende, en general,
los sectores vegetativos. Este contraste se da también regionalmente, dada la existencia
de focos de concentración de la inversión extranjera, a manera de “enclaves”.
A la variable industrial debe añadirse otra, de orden tecnológico, que comienza a
impactar en forma considerable: el transporte automotor, favorecido además por la
extensión de la infraestructura de redes de carreteras pavimentadas. El período se
caracteriza por la aceleración del proceso de urbanización, la agudización de los
desequilibrios regionales y la concentración de la población.21
Si se exceptúa la inmigración extranjera, que en algunos casos cumple un rol menor (en
Venezuela, por ejemplo), el motor básico del proceso de urbanización es la migración
interna. La aglomeración de actividades industriales y de servicios en las grandes
ciudades y las mejores posibilidades de vida que ofrecen estos centros seleccionados,
[083.tif pagina 83] actúan cada vez más como factores de atracción de la población
rural y la de los centros menores de la escala. Pero en Latinoamérica son fundamentales
los factores “expulsores” de la población rural: las bajas condiciones de vida, la
dificultad de acceso a la tierra por la rígida estructura de propiedad agraria, la
mecanización de las tareas productivas y la reducción consiguiente de la demanda de
mano de obra en el campo; la elevada tasa de natalidad rural.
El déficit en la capacidad de absorción de mano de obra con respecto al intenso flujo
inmigratorio en las grandes ciudades determina que una gran parte de la población
migrante se vea marginada del proceso productivo. El sector más afectado es el
21
Existen actualmente 13 áreas metropolitanas en Latinoamérica que han sobrepasado
el millón de habitantes. México comprende 8.567.000 y Buenos Aires 8.350.000 en
1970; San Pablo y Río de Janeiro superan los cinco millones; Santiago de Chile llega a
casi 3 millones en 1970; Lima-Callao tenía 2.599.000 habitantes en 1967 (113); Caracas
2.167.653 en 1970 y La Habana 1.737.000 en 1969 (población estimada). Con una
población entre un millón y dos millones figuran Bogotá, Montevideo, Recife, Porto
Alegre y Belo Horizonte. (107) Debe hacerse notar que no existe una definición común
de área metropolitana que permita hacer comparables las cifras de población.
proveniente de zonas rurales de origen más humilde cuyo nivel de educación y
calificación, lo hace menos competitivo en el mercado de trabajo. La situación objetiva
de marginalidad social se ve reflejada ecológicamente en la estructura urbana en las
áreas de viviendas de “emergencia”, que crecen en la periferia de las grandes ciudades
de Latinoamérica. En ellas se incorporan a la ciudad las características propias de la cul-
tura rural.22 Sin embargo, es incorrecta la identidad entre grupos marginales y la
residencia en “villas”. La marginalidad, el desempleo y subempleo estructurales, afectan
a amplias capas de la población, que residen en áreas de desarrollo urbano “normal”.
Régimen decisional
22
Estas áreas hoy comprenden una proporción considerable de la población urbana y, en
algunos casos, el porcentaje va en aumento. Las “barriadas” de Lima crecieron después
del terremoto de 1940. En 1949 había 25.000 habitantes en esas condiciones, pero ya
llegaban a 120.000 (10 % de la población) en 1955. En 1961 reunían el 20 % y en 1967
el 25 % de una población metropolitana de 2,6 millones de habitantes (113). En 1953,
los rancheríos de Caracas albergaban una población de 310.972 habitantes, un 38,5 %
de la población. Entre 1954 y 1958 se construyeron 85 superblocks para albergar
160.000 personas, pero se estima actualmente que todavía los rancheríos comprenden el
30 % de la población metropolitana (1.704.204 habitantes en 1966) (39). En Río de
Janeiro, la población de las “favelas” había pasado de 203.000 en 1950 (8,5 % de la
población) a 600.000 en 1964 (16'%) (97). En Buenos Aires se estima que los habitantes
de las “villas miseria” comprenderían hoy unos 700.000 habitantes (8 % del total).
directa o indirectamente el escalón local, sin que exista coordinación entre los mismos o
entre éstos y el nivel municipal. En las áreas metropolitanas no se ha resuelto un sistema
administrativo para coordinar eficientemente las diferentes jurisdicciones comunales. A
estas dificultades se agrega la inestabilidad política y socio-económica de
Latinoamérica, que conspira contra la continuidad de la acción técnica y administrativa.
La actividad planificadora debe, lógicamente, desenvolverse dentro del marco del
sistema socio-político vigente. Tanto el régimen institucional, especialmente en lo que
concierne al escaso control de la tierra, como la estructura de poder, en el proceso
mismo de toma de decisiones, limitan la ejecución de planes a las metas y objetivos
[085.tif pagina 85] de la sociedad, organizada conforme con el modelo de gestión
capitalista dependiente, con diversas variantes en cuanto al grado de intervención
estatal. Si bien existen interferencias, como, por ejemplo, en los casos de leyes de
control de alquileres o de inversiones directas en vivienda para estratos medios y
populares, en esencia, el operador de la estructuración espacial urbana sigue siendo
básicamente el mercado. El sector privado mantiene 1a iniciativa del desarrollo urbano
a través de la propiedad de la tierra y la inversión y su derecho de dominio no es
afectado mayormente en la práctica por las reformas constitucionales que establecen
que la propiedad debe cumplir una función social. La proporción de tierras fiscales en
áreas urbanas es mínima y los mecanismos de orden regulador del uso o impositivos son
impotentes para frenar la especulación (107). El problema se agrava en los países que
sufren el fenómeno de inflación, que alienta la inversión en el mercado inmobiliario sin
correspondencia con la demanda, lo que da por resultado un exceso de loteos y baja
densidad.
El cuadro general debe ser reajustado conforme a la situación particular de cada país y
ciudad específica. El caso de Cuba es radicalmente diferente porque allí cambió el
modelo de gestión y la revolución introdujo la reforma urbana mediante la ley
constitucional del 14 de octubre de 1960 que completa el conjunto de normas dictadas a
partir de 1959. La Legislación introdujo cambios estructurales con respecto a la
propiedad de la tierra y los inmuebles urbanos, eliminando la especulación, asegurando
la viabilidad del proceso de planificación y el mejoramiento de las condiciones de vida
y oportunidades de los estratos medios e inferiores de la sociedad.23
23
Tras la delimitación jurídica del área urbana, se fijan los procedimientos de
zonificación y uso del suelo: “Queda igualmente a cargo del Ministerio de Obras
Públicas la determinación de zonas dentro de las áreas urbanas, fijando las condiciones,
especificaciones y destino de las construcciones, a fin de obtener en función social el
mejor uso del suelo”... (art. 2, Ley 691/1959 modificada por el art.7 Ley 892/60 “Todo
proyecto de urbanización o construcción de un Reparto (loteo) deberá ser sometido
exclusivamente al Ministerio de Obras Públicas, sin cuya aprobación no podrá otorgarse
la licencia municipal ni iniciarse las obras...” “A fin de que queden ajustados a las
orientaciones sobre planificación todos los proyectos de nueva edificación deberán ser
aprobados por el M. de O. Públicas...” (art. 4, Ley 691/1959 y modificación art. 1 Ley
892/60).
Se concede el derecho a todo ciudadano a la propiedad de una vivienda urbana decorosa
y otra decorosa en el campo o lugar de veraneo y se facilita la conversión en
propietarios a sus ocupantes mediante generoso financiamiento. En la etapa futura
inmediata “el Estado ... acometerá la construcción masiva de viviendas que serán
cedidas en usufructo permanente mediante pagos mensuales que no podrán exceder del
Chile y Venezuela son dos países que están originando regulaciones [086.tif pagina 86]
coherentes del uso del suelo, aunque todavía los resultados obtenidos son de baja
significación. Ambos han encarado la construcción de vivienda pública en gran escala y
la acción estatal se manifiesta [087.tif pagina 87] visiblemente en la estructura urbana.24
Colombia posee una legislación apta para la recuperación de la plusvalía, lo que
favorece la disponibilidad financiera del gobierno para enfrentar nuevas obras (107).
En el período debe destacarse la construcción de ciudades nuevas, cuyo proceso tiene
características diferentes. Nos referiremos a ello más adelante, al describir las
estructuras de ciudades planeadas.
Tecnología
Estructura urbana
26
En Lima, en 1957, un 40-50 % a de los habitantes vivía en “Callejones”, pasillos
angostos de 50-60 metros de largo y 2-3 de ancho que separaban dos hileras de
viviendas en edificios de un piso, de uno o dos cuartos por familia y sin espacio abierto
atrás (algunos tienen dos pisos). (103)
las condiciones de vida que soportaban anteriormente en sus lugares de origen. Dichos
estudios también han demostrado que, a pesar de la desconfianza y aún animosidad con
que los juzgan en forma prejuiciosa los otros estratos sociales, las “villas” son
verdaderos laboratorios donde los migrantes rurales realizan su ajuste a las pautas
urbanas (97, 94, 81, 70).27 Cuando existen ciertas condiciones de estabilidad y opor-
tunidad de mayores ingresos, éstos transforman cualitativamente su hábitat.28
Los resultados de la investigación han demostrado la necesidad de enfoques teóricos
menos restrictivos que los del “continuum rural-urbano”. En Latinoamérica, la
transferencia a la ciudad de instituciones, valores y comportamientos propios del área
rural, permiten a los migrantes mantener un alto grado de organización. Las relaciones
de parentesco y la familia extensa, el sistema de compadrazgo y las asociaciones
voluntarias o vecinales, han sido citadas como factores que tienden a mantener y
afianzar la, integración interna (92). En [093.tif pagina 93] cambio, en circunstancias
diferentes, grupos migrantes han demostrado altos niveles de desorganización con el
cambio ecológico y mayor movilidad y participación social. Los mecanismos de ajuste
y el mantenimiento de una alta integración no implican en absoluto que sea verdadera la
integración social de estos grupos. Lo que está hoy en discusión es cuál será el destino
de las áreas que mantienen hoy esas condiciones y si ésta en realidad es sólo una fase de
transición hacia la transformación pacífica o violenta de las estructuras de la sociedad
urbana y nacional que permitiría el logro de una real integración social.
Existe ya para esta categoría, un suficiente número de estudios ecológicos que permiten
algunas generalizaciones (71, 74, 75, 76, 77, 88, 98, 101). En principio, deberían
tratarse separadamente las ciudades que funcionan fundamentalmente sobre la base del
empleo terciario con ubicación céntrica (comercio, servicios, gobierno), de las
industriales que, en general, suman al centro comercial otros focos de empleo y
actividad en las áreas periféricas. Las primeras se organizan según la estructura ya
clásica con densidad decreciente y anillos de localización residencial, según las curvas
de isocosto de transporte en relación al centro. (Ver figs. 21 y 22.) Las segundas
presentan alteraciones a este esquema por la presencia de otros focos de atracción.
Las investigaciones han confirmado como ley general la presencia del estrato alto
ocupando el centro de la ciudad, rodeado por capas medias y, finalmente, el estrato de
menores ingresos habitando el cinturón periférico de baja densidad. Se conserva así la
pauta de la época colonial de valuación de la accesibilidad y ubicación en el lugar de
prestigio, ya sea que el estrato alto ocupe todavía las grandes casonas antiguas o, por
27
“Debemos distinguir entre integración y ajuste. El último se refiere a la capacidad del
individuo de ejercitar su rol sin tensiones psicológicas excesivas o insoportables o sin
desorganización personal. El principal énfasis es en el individuo qua individuo, esto es,
en el ajuste personal. El concepto de integración se refiere a la naturaleza de la
participación de los individuos y grupos sociales en las diferentes instituciones y
estructuras parciales de la sociedad.” (81)
28
Turner ha estudiado intensamente estos procesos de cambio en Lima, desde la
invasión y construcción de viviendas precarias y cercos hasta la paulatina obtención de
servicios (policía, agua corriente, transporte, etc.) y mejoramiento de la vivienda
reemplazándose las paredes de material vegetal por muros de mampostería. (99)
renovación y construcción, departamentos en altura. Sin embargo, los estudios de
Whiteford en Popayán y Querétaro, como otros, verifican la presencia incipiente de
áreas residenciales de estratos altos en la periferia, a baja densidad, con viviendas
unifamiliares aisladas con jardín, ubicadas en correspondencia con zonas altas y rutas
principales de acceso. Se trata del mismo fenómeno observado en escala metropolitana,
sólo que limitado en este caso por el tamaño del mercado. La tendencia centrípeta o
centrífuga de las capas altas y medias dependen del tamaño de la ciudad, la mayor
[094.tif pagina 94] o menor penetración de pautas suburbanas de vida y la propiedad del
automóvil en relación con las preferencias de renovación central.29
Las villas de emergencia no están de ninguna manera restringidas a las grandes
ciudades. También se observa su presencia en ciudades pequeñas o medias sujetas a un
fuerte proceso de crecimiento, especialmente las que registran el impacto de radicación
industrial como, por ejemplo, San Nicolás (Argentina) y Chimbote (Perú), ambos
centros nacionales de la industria siderúrgica.
3. Ciudades planeadas.
Por último, nos referiremos a los centros nacidos en el período cuyas estructuras físicas
surgieron de procesos planeados de toma de decisiones. Nos servirán de ejemplos
característicos la nueva capital del Brasil y la nueva ciudad de Santo Tomé de Guyana
en Venezuela.
Ambas ciudades resultaron ampliamente exitosas al cumplir el Objetivo original de
constituirse en nuevos polos de atracción poblacional y descentralización regional. El
proceso se asemeja al de la colonización, en el que una ciudad planeada es erigida por el
poder central como base para la conquista del territorio y corrimiento de la frontera.
Inexistente en 1955, Brasilia tenía ya, en 1961, 75.400 habitantes, pero también en los
alrededores vivían 20.200 personas y, en la cercana favela de cidade livre, otras 15.200.
Por su parte, Santo Tomé de Guayana pasa de 4000 habitantes en 1950 a 50.067 en
1962 y 70.000 en 1964, estimándose que para 1980 tendrá 650.000 (117).
La estructura física planeada de Brasilia por el ganador del concurso de 1956, Lucio
Costa, se adapta todavía más al símil de la colonización: “nació del gesto primario de
quién señala un lugar o toma posesión de él : el dibujo de dos ejes cruzándose en ángulo
recto, o sea, la señal de la cruz”; el de este-oeste, eje monumental, sobre el cual se
encuentran los edificios culturales y ministeriales y que culmina en la Plaza de los Tres
Poderes y el norte-sur, ligeramente curvado, a lo largo del cual se extienden las áreas de
vivienda [095.tif pagina 95] sobre la base del módulo de las supermanzanas. La
intersección es el “corazón” de la ciudad en cuatro niveles, donde se encuentran los
intercambios de circulación y estacionamiento, tiendas, restaurantes y terminal de
ómnibus y, a uno y otro lado, sectores de comercio, esparcimiento y hoteles. Brasilia ha
sido concebida a escala del automóvil, con un diseño que aprovecha las largas
perspectivas y enfatiza lo monumental, para expresar claramente el símbolo político-
administrativo de la capital. Su estructura cerrada y unitaria, donde todas sus partes
29
Una ciudad Argentina como Rafaela (37.240 habitantes estimados en 1964), con alto
índice de tenencia de automotores (12,3 automotores/habitante), no posee barrios
suburbanos. (109). En cambio, ya en Tucumán (294.070 habitantes en 1960) hay un
desarrollo lineal suburbano (barrios de Marcos Paz y Yerba Buena) de acuerdo con la
“teoría de los sectores”.
componentes exigen una construcción simultánea, se adaptó más que otras propuestas a
la necesidad de la coyuntura i política de una rápida puesta en marcha, mediante la
acción directa del gobierno (la construcción duró solamente tres años) (117).
La estructura planeada de Santo Tomé de Guayana es distinta (Ver fig. 23), por cuanto
se trata de un sistema lineal organizado sobre una carretera principal para integrar dos
núcleos existentes San Félix, antiguo pueblo sobre el lado oriental y Puerto Ordaz, zona
residencial originalmente planeada por la Orinoco Mining Company para sus
empleados, conjuntamente con las áreas de la industria pesada en el extremo oeste. La
estructura es flexible, se adapta al desarrollo en etapas y enfatiza distintos focos visuales
y de actividad a lo largo del sistema (104, 114).
Comparada con Brasilia, Ciudad Guayana es el resultado de un planeamiento más
integral, ya que es uno entre otros elementos para, el desarrollo de la región: el
aprovechamiento de recursos naturales e hidroeléctricos, la inversión en infraestructura
y la radicación de complejos industriales. En cambio, Brasilia debió sufrir la ausencia
de planeamiento regional desde el comienzo y el desarrollo espontáneo de núcleos
periféricos que crecen más rápidamente que la misma ciudad planeada.
Aún a pesar de éstas y otras dificultades inherentes a la implementación de planes ante
condiciones tan dinámicas como las que se presentan en los casos expuestos, es
innegable que constituyen importantes ejemplos en Latinoamérica en cuanto a la
posibilidad de logro de ciudades funcionalmente superiores, mediante la técnica de pla-
neamiento urbano. Esto ha sido posible por un factor fundamental: la disposición de la
tierra por el poder público a través de Novacap, en Brasilia, y la Corporación de
Desarrollo de Guayana en Venezuela, condición indispensable para efectuar el trazado y
asignar la localización a las distintas actividades urbanas.
A pesar de ello, en ambos casos los planificadores han debido observar un dato de
partida: la estructura social y de ingresos de la población, lo que ha producido,
necesariamente, diferentes condiciones de localización para los estratos altos y bajos.
Las viviendas deben adaptarse a las condiciones del mercado. El sistema físico planeado
no puede alterar la estructura socio-económica básica vigente.
Conclusiones y perspectivas
En los capítulos anteriores se ha descripto la estructuración interna urbana en América
Latina. El marco teórico utilizado enfatiza la necesidad de que se contemple la
formación del sistema urbano como un proceso de cambio, y se estudie la acción de las
diferentes variables a través del tiempo y el pasaje del sistema de una etapa significativa
de su evolución histórica a la otra.
La ciudad es un conglomerado de actividades cuya localización en ese punto focal
territorial se resuelve en el macrosistema al que pertenece, sin duda, el centro
considerado. El complejo de actividades existentes, con sus diversas características y
nuevas actividades que se incorporan al conglomerado urbano, plantean en el tiempo
requerimientos de espacio, localización y comunicación, que dependen de pautas
culturales, la tecnología y la capacidad adquisitiva. Estos deben compatibilizarse entre
sí y con la dotación existente de la oferta de insumos en el foco territorial y su
posibilidad de incremento en el tiempo.
La asignación de los recursos de localización, la forma en que- e miden y distribuyen las
capacidades existentes y sus incrementos entre las diferentes actividades urbanas, no se
realiza al azar. Dependen de un sistema decisional que también forma parte del macro-
sistema y no es otra cosa que el conjunto de “reglas del juego”, tanto sea
institucionalizadas como informales, que rigen el funcionamiento de la organización
socio-económica. Esta es la que consideramos [100.tif pagina 100] variable clave o
“estratégica” en la determinación estructural y la que hace variar el contenido de cada
estructura. Se trata de identificar a quiénes deciden, para quiénes se decide y cuáles son
los efectos de esas decisiones en cuanto a la distribución de beneficios y costos.
Es así que cada régimen social presenta tipos básicos de estructuras urbanas, cuyo
contenido puede diferenciarse claramente de las de otros regímenes o sociedades. Si la
ciudad barroca es expresión típica del poder autocrático de la monarquía, la ciudad
medieval representa el poder económico de la clase mercantil y las corporaciones, con
sus específicas características culturales. Así también, las áreas metropolitanas
contemporáneas de Latinoamérica son estructuradas nacidas de la concentración de
funciones, la dependencia nacional y del interior, que se organizan internamente en
función de un sistema mixto con predominio de la propiedad privada de la tierra y el
mecanismo capitalista.
La estructura física de la ciudad colonial responde a pautas de vida urbana heredadas de
las metrópolis respectivas, adaptadas a las condiciones del Nuevo Mundo. En
Hispanoamérica queda elaborado un esquema planificado, regular y abierto, apto para
servir a la expansión, dentro de los límites de tamaño poblacional de la época y de
acuerdo a la tecnología, de la carreta y el caballo. La ecología residencial responde a la
estructura de clases y al sistema de mercado, una vez finalizada la etapa de asignación
centralizada de solares urbanos.
La estructura colonial continúa sin cambios mayores hasta la segunda mitad del siglo
XIX. El cambio estructural en las nacientes áreas metropolitanas depende de la
concentración de población y actividades, las modificaciones en la tecnología del
transporte, la introducción de pautas culturales nuevas y el afianzamiento del me-
canismo capitalista de subdivisión y venta en el mercado de tierras. La estructura de ejes
de crecimiento y la expansión discontinua del área ocupada surgen de una valoración
lineal del territorio y el cambio en la accesibilidad relativa. La distinta distribución resi-
dencial responde a la posición competitiva de cada clase social y sus respectivas pautas
culturales.
En la última etapa, la industria se incorpora a la estructura económica y el incremento
sustancial del fenómeno de migración interna acentúa el tamaño de la aglomeración y
altera los perfiles ecológico- [101.tif pagina 101] demográficos internos en las áreas
metropolitanas. Si la ciudad del crecimiento hacia afuera ocupó la periferia de la ciudad
colonial y constituyó incipientes conurbaciones, ahora impera la ciudad regional, cuyos
ejes funcionales engloban nuevas localidades a mayores distancias. La diferenciación
ecológica se hace en función de esos ejes, contrastando la ciudad “urbanizada”, del
automóvil, de acuerdo a standards europeos o norteamericanos, con la ciudad
“marginal”, sin servicios o equipamiento, la ciudad subdesarrollada de las clases
dependientes.
Los estudios ecológicos en los Estados Unidos de Norteamérica han reconocido que los
modelos teóricos tales como el de “zonas concéntricas” de Burgess (4), de los
“Sectores”, de Hoyt (13) o de “núcleos múltiples”, de Harris y Ullman (23) son, en
realidad, distintos casos particulares de una teoría general, dependiendo de la distinta
ponderación de los supuestos de dicha teoría (21). Dichos modelos se aplican al caso
norteamericano: sociedad industrial con predominio de economía de mercado.
Se ha visto que la realidad latinoamericana presenta características específicas que
deben ser consideradas en un modelo propio de ese contexto. Deben tenerse en cuenta
las particularidades de una sociedad dependiente, el tipo de estratificación y movilidad
social imperantes, el bajo poder adquisitivo de estratos medios y bajos, pautas de vida
céntrica y departamentos en cierta capa de estratos altos, menor difusión del automóvil
y otras variables que inciden en la estructuración de la ciudad latinoamericana.
En realidad, el número y complejidad de dichas variables y su diferente ponderación en
cada situación dada hacen difícil extraer conclusiones generales para todas las ciudades.
Por lo tanto, debe establecerse una cierta tipología de ciudades. La pertenencia de una
ciudad determinada a un tipo dado, permitiría basar más fácilmente hipótesis acerca de
las variables que la han conformado.
La construcción de una tipología de ciudades actuales latinoamericanas según su
estructura interna, facilitaría obtener conclusiones generales, el análisis comparativo y la
comprensión del proceso de urbanización a la escala local.
[103.tif pagina 102]
Los conjuntos de variables que deberían considerarse para confeccionar dicha tipología
serían los siguientes:
1) Sistema decisional o de asignación de recursos; orden socio-institucional vigente:
economía de mercado, mixta o planificación en sus distintas variantes. Quién y cómo
controla la demanda y la oferta de insumos de espacio y localización. Dependencia del
sistema decisional extranjero.
2) Tamaño poblacional: debe establecerse una categorización sobre la base del número
de habitantes, dadas las diferencias que introduce esta variable en la complejidad de los
problemas urbanos y la accesibilidad general interna.
3) Características demográficas: composición por edades y sexo, familia, etcétera.
Condiciona los requerimientos de espacio de la población.
4) Composición de la estructura económica: se refiere al número y tipo de funciones que
cumple la ciudad; grado de especialización en el sector industrial, minero, servicios
agropecuarios, gobierno, turismo, etcétera, o bien centros multifuncionales.
5) Nivel económico: monto global del producto bruto urbano, cuantía de las inversiones,
etcétera.
6) Estratificación social y distribución del ingreso: distribución de los estratos sociales
variando entre una alta polarización hasta la homogeneidad.
7) Pautas culturales: gustos y preferencias de la población en cuanto a localización, tipo
de vivienda, diseño, movilidad, etcétera. Pautas de diseño adoptadas por el gobierno o
responsables de decisiones, que condicionan la oferta.
8) Tecnología: formas y sistemas utilizados en la producción de bienes y servicios.
(Especialmente interesan los relativos al transporte, comunicaciones y redes de servicio
público en general.)
[102.tif pagina 103]
9) Características geográficas naturales: factores morfológicos, suelos, clima, etcétera.
10) Posición relativa en el macrosistema: relaciones con otros centros y el macrosistema
en general. Ciudades de frontera; aisladas; cercanas a áreas metropolitanas, etcétera. Es
evidente que se diferenciará en su estructura una ciudad que genera elevados flujos
interregionales en todas direcciones, de otra que mantiene intercambios casi exclusivos
con un solo centro.
Se ha visto que estos casos, y el de ciudades no planeadas que cuenten con abundante
oferta de tierras fiscales, son, por ahora, sólo excepciones en el panorama
latinoamericano. Y que, por otra parte, tampoco son regla la inserción de maquinarias
administrativas de planeamiento urbano en el tronco del aparato estatal y la existencia
de cuerpos de legislación coherentes, que sustenten su acción en forma continua y
eficiente.
El régimen adoptado para la estructuración de las ciudades en - Latinoamérica se refleja
en sus problemas, que son más evidentes en las grandes áreas metropolitanas crecientes.
La tierra no es utilizada eficazmente como recurso. Las altísimas densidades en el
centro se deben a la competencia por lugares accesibles, mientras que la mayor parte de
la ciudad presenta densidades sumamente bajas e innumerables lotes baldíos, dada la
multiplicación de loteos y la inversión en el mercado inmobiliario urbano para
especulación. La expansión de la ciudad se realiza sobre tierras rurales de alta pro-
ductividad, por lo que el propio conglomerado urbano relega cada vez más hacia afuera
el cinturón agrícola, encareciendo sus abastecimientos. La ausencia de control de la
oferta de tierras determina también: ocupación de áreas inundables o peligrosas,
radicación contigua de usos del suelo incompatibles, falta de áreas verdes, destrucción
del paisaje y del patrimonio histórico-cultural. Los sistemas de transporte no se
planifican para aprovechar el valor de tráfico de cada medio, sino que se desarrollan
incrementablemente a impulsos de la demanda por el automóvil privado, con el
consiguiente abandono del transporte público masivo.
Las características citadas de distribución de usos del suelo y problemas resultantes
conspiran contra el crecimiento económico. La ciudad pierde los beneficios que
surgirían de una disposición concertada e inteligente de las distintas actividades, el
aprovechamiento máximo de las economías externas de aglomeración y los encadena-
mientos intersectoriales y espaciales, como sucede, por ejemplo, en el caso de la
radicación industrial. Si continúa la aglomeración de actividades económicas en el foco
urbano, es porque la ciudad sigue otorgando ventajas aún a pesar de estas dificultades;
pero la consecuencia es la pérdida de mayores beneficios, altos gastos de urbanización y
elevados costos sociales.
Aparte de los problemas funcionales, que hacen a la eficiencia de la ciudad como
sistema técnico-económico, están los efectos sobre la [107.tif pagina 106] vida misma
de la población y las consecuencias sociales. La estructura de clases de la sociedad
determina la localización segregada y los cinturones de marginalidad se expanden con
los continuados movimientos de migración interna. La ciudad se divide en dos: una
parte “urbanizada”, con buen nivel de infraestructura y dotada de servicios públicos y
equipamiento, es el lugar de residencia de los estratos altos dominantes de la sociedad.
La otra, el sector fundamentalmente obrero, donde la urbanización se produce en gran
proporción por medio de ocupaciones de hecho, sin estabilidad en la tierra; no tiene los
servicios indispensables, tales como agua corriente o desagües. La ecología urbana
muestra la incapacidad de la estructura socio-económica para integrar las capas
marginales, la situación diferenciada -de las clases sociales, las características generales
del subdesarrollo, los problemas de la sociedad global y los desequilibrios que existen
en la macroestructura.
¿Cuáles son las perspectivas de las ciudades latinoamericanas frente a estas
conclusiones? Nos oponemos a aquéllos que hacen de la urbanización un concepto
equivalente a los de desarrollo y modernización y dan por sentado que en forma natural
ha de producirse la integración social de las capas dependientes de la población y de los
grandes contingentes humanos que se incorporan anualmente a la vida urbana. Basta
hipotetizar una simple prognosis: la continua adopción de nueva tecnología, tal como la
energía nuclear, la automación y las nuevas formas del automóvil, como así también el
desarrollo de sistemas individuales de equipamiento de la vivienda, favorecería sólo a
los estratos altos. En las grandes ciudades aumentaría la separación entre lugares de
residencia y de trabajo, la baja densidad, la descentralización y expansión física de la
aglomeración, la “megapolización”. Se acentuaría la concentración de actividades
dependientes del exterior, de elevada intensidad de capital, incapaces de ofrecer el
número de empleos necesarios para absorber la alta migración interna. Esta, a su vez,
continuaría concentrándose debido a la ausencia de soluciones en la esfera rural y la
falta de una política de urbanización más equilibrada entre las distintas regiones de cada
país. Los ejes “modernos” de residencia se diferenciarían de una inmensa periferia
urbana subdesarrollada, de desocupación y de miseria.
Por suerte, la tendencia actual política en los países latinoamericanos, permite negar
aquella visión pesimista. Tal situación sólo [106.tif pagina 107] implicaría mayor
inestabilidad política y continuo cuestionamiento de la estructura vigente.
En las actuales circunstancias de urbanización creciente, se están realizando formidables
esfuerzos en pro de nuevas concepciones, y es cada vez más generalizada la convicción
de que el laissez faire no puede ser la respuesta a los problemas que hoy aquejan a las
ciudades de Latinoamérica. Es cada vez más reconocida la importancia que tienen la
formulación de planes de desarrollo urbano, la aplicación de técnicas de investigación y
evaluación científica para la toma de decisiones, la incorporación de equipos de técnicos
y especialistas de diferentes disciplinas al seno de la maquinaria gubernamental, la
reforma del aparato administrativo local y la urgente necesidad de aprobar legislación,
para conformar una base práctica realista que permita 1a implementación de planes y
programas de desarrollo urbano y metropolitano.
Estas reformas deben ser, sin duda, bienvenidas. Sin embargo, desde ya debe afirmarse
que sus efectos serán sumamente magros si no se producen transformaciones profundas
en el orden socia vigente y el sistema de asignación de recursos. El contenido de la
planificación es el conjunto de consecuencias de las decisiones para la mayoría de la
población. Si el régimen decisional no representa los intereses de esta mayoría y carece
de la fuerza legal y real para ejecutar los programas de acuerdo con estos intereses, la
planificación será sólo un conjunto de metas formales o de deseos utópicos e
inalcanzables. La ciudad se unirá estructurándose de acuerdo con las reales fuerzas
socioeconómicas que la conforman, según las verdaderas “leyes del juego”. Porque cada
estructura urbana es reflejó del régimen que la genera.
Las transformaciones no pueden tampoco reducirse a las del ámbito de la ciudad, ya que
ello negaría su inserción en un marco más amplio, como son el sistema nacional, el
latinoamericano y, más en general, en el de los países dependientes en el sistema
mundial.
La superación de los problemas urbanos, y la reforma urbana sólo tiene viabilidad real
en el contexto más amplio de las soluciones a los problemas del macrosistema: la
independencia nacional y el desarrollo económico y social; la solución del problema
agrario y la distribución regional de los recursos y los beneficios del desarrollo; la
eliminación de los factores de expulsión de las migraciones internas y las causas de la
marginalidad social; el control y la participación [108.tif pagina 108] política de las
mayorías. Dentro de este contexto, la estructura urbana, como parte integrante de la
sociedad global, debe adaptarse para cumplir en la forma más adecuada y eficaz posible
el rol que debe desempeñar cada ciudad, aprovechando el conocimiento científico y
técnico contemporáneos.
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Ilustraciones
Fig. 2 Buenos Aires. Plano de Ozores (Taullard. Los planos más antiguos de Buenos
1580-1880. Buenos Aires, ed. Peuser, 1940)
En realidad, el trazado de Buenos Aires se creó recién en 1608 al efectuarse la mensura,
durante el gobierno de Hernandarias, adoptándose el rumbo Norte-Sur, siguiendo las
calles de la ciudad, para el ejido. En cambio, en el caso de las chacras que caen al Río
de La Plata, se siguió el rumbo NE-SO.
Fig. 3 Buenos Aires. Plano de Sourdeaux. 1850 (Taullard. Los planos más antiguos de
Buenos Aires. 1580-1880. Buenos Aires, ed. Peuser, 1940)
Se advierte el escaso crecimiento durante la época republicana y el naciente pueblo de
San José de Flores. La Boca está prácticamente despoblada todavía y del otro lado del
Riachuelo aparecen algunas localizaciones. Los caminos troncales se convertirán más
adelante en las avenidas principales de la ciudad contemporánea.
Fig. 8 Buenos Aires. Valor de la tierra en la Capital Federal (Organización del Plan
Regulador de la Ciudad de Buenos Aires. Plano Director. Etapa 1959-1960)
Los precios de la tierra varían según gradientes a partir del punto focal de la
aglomeración, de máxima accesibilidad, y a lo largo de los ejes principales de
movilidad. Sin embargo, el gradiente es más abrupto hacia el Sur, en consonancia con la
zona céntrica más antigua sin renovación y las áreas más industriales y de estratos
obreros.
Fig. 10 San Pablo. Evolución histórica del área ocupada (Dibujado en base al plano de
la Prefectura Municipal de San Pablo. Comisión de Investigación Urbana. “Pesquisa da
estrutura urbana de Sao Paulo”)
La ciudad fue fundada en 1554 para servir a la preparación de misioneros jesuitas y base
de colonización del interior. El relieve es accidentado, con valles donde se introducen
sectores montañosos: el valle principal es el del río Tieté en dirección E-0 en cuya
confluencia con el Tamanduatí se ubicó el núcleo urbano. En 1881, San Pablo tenía
apenas 38.000 habitantes, con una densidad de 150 hab/ha. y se extendía de Norte a Sur
al Oeste del Tamanduatí con un pequeño núcleo al otro lado del río en relación a la
estación del Ferrocarril Central del Brasil en el distrito de Brasil. El proceso de
inmigración masiva en la etapa del crecimiento hacia afuera y la expansión del café
determinó el aumento del área ocupada siguiendo la dirección de los valles y las vías de
penetración que son radio-concéntricas. En 1905 la población alcanza 240.000
habitantes (120 hab/ ha.); en 1930, 900.000 habitantes (65 hab/ha.); en 1959 la pobla-
ción es de poco más de 4 millones (80 % en el municipio de Sao Paulo) considerando el
área ocupada continua que incluye los municipios de Guarulhos, San Cayetano, San
Andrés (industrial) y San Bernardo (densidad en área construida es de 92 hab/ha.). El
área metropolitana es mayor y no está representada en el plano. La ciudad creció en
forma concéntrica y radial siguiendo las quebradas y áreas planas. Hacia el Sur está la
conexión con el puerto de Santos y el Océano y próximo a este acceso está la zona de
industria pesada. Hacia el Este, el ferrocarril que va a Río de Janeiro atraviesa zonas
industriales y luego comunica con núcleos suburbanos de intenso viaje al trabajo hacia
San Pablo.
Fig. 11 San Pablo. Distribución de Estratos Sociales, 1959 (Dibujado en base al plano
de la Prefectura Municipal de San Paulo. Departamento de Urbanismo. Plano en escala
1:50.000, 1959)
eje. Otros elementos alteran la estructura física: se instalan nuevos servicios de agua,
enlosado y alumbrado de calles, erección de monumentos, demolición de la muralla que
es reemplazada por avenidas periféricas, parques y jardines. En 1878 aparecen los
tranvías urbanos a tracción a sangre y entre 1904 y 1908 se extienden líneas de tranvías
eléctricos comunicando y asegurando la expansión de los núcleos suburbanos.
Paralelamente se abren nuevas avenidas a lo largo de los ejes y actúan compañías
urbanizadoras. La estructuración física se realiza en función de los ejes principales de
movilidad.
De acuerdo a los resultados de una encuesta por muestreo los estratos altos se sitúan
centralmente dentro del casco antiguo de la ciudad y sobre la barranca. Los estratos
populares están en la periferia; los más bajos (migrantes rurales recientes) en rancheríos
ubicados en cañadas y zonas bajas del relieve.