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LA HOSTILIDAD Y SU RELACIÓN CON LOS NIVELES DEL SÍNDROME DE BURNOUT

Y SU RELACIÓN CON LOS NIVELES DE AGRESIVIDAD EN CUSTODIOS


PENITENCIARIOS DE UN CENTRO DE REINSERCIÓN SOCIAL EN TIJUANA
Lic. Melvinn Omar Gutiérrez Martínez
Dr. Alejandro Domínguez Rodríguez
Resumen:

Abstract:

ÍNDICE
(pendiente)

INTRODUCCIÓN
Los Centros de Readaptación Social (CERESOS) ahora conocidos como Centros de

Reinserción Social, son espacios financiados por impuestos públicos donde los individuos
internos, así como los custodios, interactúan y mantienen vínculos que en algunas de las

ocasiones, reflejan las maneras de relacionarse con el ambiente, ya sea dentro o fuera de la

institución, y cuando éstas están contaminadas por el comportamiento incongruente

contemporáneo, se presenta la posibilidad de desarrollar tendencias conductuales hostiles, que no

permiten el libre desarrollo de la personalidad tanto de los internos como del personal encargado

de custodiar. Para distinguir la conducta hostil, conducta violenta agresiva, se analizarán las

distintas definiciones, tomando en cuenta sus similitudes y diferencias entre un concepto y otro.

La conducta hostil según Spielberg et al. (citado por Carrasco y González, 2006), necesita

un conjunto de formas de actuar insanas que permiten la evocación de conductas agresivas con la

meta de herir, lastimar o destruir algo o alguien. Buss y Durkee (1957) consideran que la

hostilidad se puede clasificar en distintas manifestaciones conductuales y comportamentales

como violencia, hostilidad indirecta, irritabilidad, negativismo, resentimiento, recelos, hostilidad

verbal y culpabilidad, cuyos niveles son cuantificables en su inventario de hostilidad. Sin

embargo, este instrumento posee inconsistencias, pues fue construído a priori y el análisis

factorial estuvo ausente (Buss y Perry, 1992).

Ello dio como resultado la creación de un nuevo instrumento de medición, que no sólo

mide la hostilidad, sino la agresividad y sus distintas maneras de manifestarse. Es importante que

se tome en cuenta la diferencia entre agresividad y hostilidad: mientras la primera refiere a un

impulso innato al ataque y destrucción del otro o de sí mismo, la segunda concierne en ocasionar

un daño intencional con fines de perjudicar.


Kalinsky (2007) exhibe las deficiencias del sistema penitenciario cuando de reinsertar a

los supuestos y auténticos infractores de la ley se trata1, donde la agresividad como factor

emocional es vulnerable a presentarse conductualmente. Un claro ejemplo de la presencia de esta

variable (Kalinsky, 2007), es la violencia la cual es utilizada para sustituir los protocolos que

permiten aplicación de sanciones disciplinarias especìficas, pues se posee una regulación

emocional precaria y un ambiente desadaptativo para lidiar con las actividades que requieren

altos niveles de tolerancia a la frustración.

Esta acción (Kalinsky, 2007) -que es imposible observar desde un punto de vista lineal

sino circular- surge de otros detonadores, pues son el efecto de distintas causas como las

demandas y problemas familiares, los fluctuantes estados de ánimo de los internos, así como el

estrés laboral generado incluso por aquellos que tienen una posición jerárquica superior al

custodio sumando que en ocasiones las capacidades de regulación emocional y utilización plena

de otras funciones cognitivas se deterioran parcialmente debido al exceso de horas trabajadas y

las respectivas actividades realizadas en su horario, que también es llamado síndrome de Burnout

(Valdez, 2009; Freudenberger, 1974), el cual impacta en la inestabilidad del custodio

penitenciario y por cuestiones de interacción circular, la inestabilidad de los internos.

Herbert Freudenberger introdujo en 1974 en su artículo el término Staff Burnout, donde

explica -además del cansancio físico y mental- que los individuos que presentan el síndrome, son

más propensos a evitar retener sus emociones, así como posibles estados de paranoia generada

por el pensar que todos lo denigrarán en su trabajo (Freudenberger, 1974).

1
Incluso el utilizar el sustantivo pena, ya refiere que el infractor de la ley debe sufrir para ser consciente de sus
actos hostiles a la sociedad y por lo tanto pueda reinsertarse condicionado a partir del remordimiento y no de
atribuir valor al otro a sí mismo, que es lo que sugiere el programa de reinserción social.
La presencia de dicho síndrome en personal penitenciario fue demostrado en una

investigación realizada en 2009 en Jalisco (Valdez, 2009), donde se tomó un total de 1392

individuos que laboran como personal penitenciario de manera no aleatoria pertenecientes a 13

centros penitenciarios, y cuyos resultados arrojaron que un 42% del personal penitenciario

presentaba sintomatología necesaria para ser clasificado como ¨quemado¨, porcentaje que

disminuyó con la aplicación de un tratamiento basado en terapia breve: los resultados después

del tratamiento, indican una reducción de niveles de Burnout estimada de 19%, mientras que su

prevalencia de 4.1%, se redujo hasta 3.3%. Investigaciones previas (Solís y Morán, 2015; Durán,

200; Romero, 2016) señalan la relación de tipo positiva, negativa y nula entre síndrome y la

manifestación de la agresividad.

El personal penitenciario son servidores públicos dependientes de cada Órgano o

dependencia titular de Prevención, Readaptación o Reinserción Social de alguna Entidad

Federativa o del Distrito Federal, cuyas actividades son en función a la atención de la población

interna en los centros penitenciarios, y de aplicar programas de reinserción, evaluación inicial de

sentenciados y vigilancia y mantenimiento a través del personal de custodia penitenciaria

(SEGOB, s.f); que junto con otras instituciones, reflejan el resultado de la aplicación de la

biopolítica, entendiéndose a ésta como la disciplina que se encarga de escudriñar y estudiar la

relación entre el Estado-poder, y la vida. En este caso, el fenómeno de la reinserción social

dentro de una institución gubernamental, que alude a la salud física-mental y estabilidad del

Estado (Ávila y Ávila, 2010).

Es importante considerar el estado de sanidad mental del custodio penitenciario,

definiendo la salud mental según la OMS (citado por De Escurdia y Richard, s.f), como el
bienestar resultado del adecuado funcionamiento en los aspectos cognoscitivos, afectivos y los

correspondientes a la conducta. 2

La CNDH (2016) emitió un pronunciamiento que concierne al perfil del personal

penitenciario en la República Mexicana, en lo que respecta al rol que juega en el servicio social,

cuya importancia impacta en el aprendizaje de la mayoría de la población interna con respecto a

mejorar las relaciones sociales y aumentar el sentido de pertenencia y sobre todo, de identidad;

ello requiere del seguimiento de conductas donde se reflejen los límites establecidos en el

reglamento interno de la institución, donde se refleja la divergencia entre las funciones de un

custodio penitenciario y un elemento policial:

¨…Debe comprenderse a la función penitenciaria como un servicio público diferenciado del policial que

debe incorporar a personas formadas profesionalmente con vocación para prestar ese servicio, que conozcan sobre el

mismo¨ (p.14).

Pues la labor penitenciaria implica, además de sólo el recluir personas que corrompieron

la ley, crear técnicas que aumenten el impulso individual de cada interno (o al menos lo que sean

posibles) para la motivación al cambio, y encaminarlos a considerarse capaces y seguros para

afrontar los problemas de la vida cotidiana (CNDH, 2016), así bien lo demuestra el artículo 61°

del Capítulo VI del Reglamento De Los Centros de Readaptación Social del Estado de Baja

California (2006), donde indica que:

¨El Modelo Estratégico del Tratamiento de Readaptación Social tiene por objetivo lograr que las personas

privadas de su libertad modifiquen sus conductas e inclinaciones antisociales a través de un proceso de

2
Esto es un factor significativo para el proceso de reinserción a la sociedad del interno, pues como figuras de
autoridad, son los modelos conductuales para los internos y su manera de responder ante las demandas del exterior,
por lo que es menester se identifiquen las necesidades psicológicas de los individuos que laboran custodiando y
vigilando a los reos, sobre todo en cuestiones de la regulación de la agresividad. Se sugiere realizar futuras
investigaciones concernientes a la importancia del custodio en el aprendizaje para lograr reinsertarse a la sociedad.
concientización del daño causado a la víctima, a la familia y a la sociedad y facilitarles la adquisición de

actitudes, hábitos, técnicas y conocimientos que les sean útiles en su vida libre¨ (s.p).

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Actualmente, en 2016, el número total de delitos en Tijuana fue de 40,337, mientras que,

en 2017, hubo un aumento de 1440 delitos (Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Baja

California, 2017). A pesar de existir variables ajenas a las correspondientes a la institución

penitenciaria como el rechazo de los miembros de la sociedad al recién liberado, trastornos de

personalidad y relaciones interpersonales que permiten la reincidencia, un punto importante para

fortalecer las deficiencias psicológicas que llevaron a la persona a cometer un delito -o bien,

tratándose de un reclusorio, con internos sin condena-, y tomando en cuenta que uno de los

puntos rojos que fueron señalados por la CNDH (2016), fue la deficiencia en los procesos de

aplicación de sanciones disciplinarias, es el no centrar la atención necesaria a los conflictos

dentro de las instituciones que se encargan de mantener la estabilidad de la sociedad reinsertando

individuos a la misma.

JUSTIFICACIÓN

El impacto que brindará a la sociedad se manifestará a partir de la realización programas de

capacitación y el proceso psicoterapéutico necesario para un mejor desempeño y ética en su

labor, así como reducir paulatinamente los niveles de conductas catalogadas como agresivas y

los síntomas presentados por el síndrome de desgaste emocional o Burnout. Además, facilitará la
realización de futuras investigaciones que conciernen a la salud mental de los custodios

penitenciarios de Tijuana.

OBJETIVO GENERAL

● Conocer la relación entre los niveles de agresividad y el síndrome de desgaste emocional

o Burnout

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

● Conocer el nivel general de agresividad presente en los custodios penitenciarios por nivel

de peligrosidad

● Conocer el nivel general de Burnout presente en los custodios penitenciarios por nivel de

peligrosidad

● Conocer la relación entre los niveles de agresividad y Burnout

PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN

● ¿Cuál es el nivel general de agresividad presente en los custodios penitenciarios?

● ¿Cuál es el nivel general de agresividad presente en los custodios penitenciarios por nivel

socioeconómico?

● ¿Cuál es el el nivel general de agresividad presente en los custodios penitenciarios por

nivel educativo?

● ¿Cuál es el porcentaje de custodios penitenciarios que consumen drogas legales e ilegales

y su frecuencia de consumo?

● ¿Cuál es el nivel de agresividad presente en los custodios penitenciarios por sexo?

● ¿Cuáles son los niveles socioeconómicos de los custodios penitenciarios?

● ¿Cuál es el porcentaje de hombres y mujeres que son custodios penitenciarios?


HIPÓTESIS

Hipótesis de investigación: a mayor nivel de Burnout laboral, mayor nivel de agresividad.

MÉTODO

DISEÑO DE INVESTIGACIÓN

Para esta investigación, se recurrirá al método deductivo, empleando el diseño de investigación

descriptivo-correlacional, bajo el análisis y recolección de datos cuantitativo. Para la recolección

de datos, se utilizará la versión española del Inventario de Buss y Perry para medir la

agresividad (2002), mientras que para medir los niveles de Burnout, se utilizará el Inventario de

Maslach para medir el síndrome de Burnout (Maslach y Jackson, 1986), aplicado a una muestra

seleccionada de forma no aleatoria de custodios penitenciarios del Centro de Reinserción Social

de Tijuana, cuyos resultados posteriormente, serán analizados bajo las medidas de tendencia

central, utilizando el programa informático estadístico SPSS.

VARIABLES

VARIABLE DEPENDIENTE

Los niveles de hostilidad serán medidos con el Inventario de Agresividad de Buss y Perry

adaptado a la población española por José Manuel Andreu Rodríguez, Mª Elena Peña Fernández

y José Luis Graña Gómez (Andreu, Peña, y Graña, 2002). Este instrumento está

operacionalizado en 29 ítems (de los cuales el número 15 y 24 son inversos) de respuesta en

escala likert, clasificadas en las siguientes escalas (Buss y Perry, 1992; Andreu et. al, 2002):
● Agresión Física: que consisten en 9 ítems. Éstos conforman el grupo de agresión

instrumental, así como la subescala de agresión verbal (López del Pino, Sánchez, et. al.,

2009). El nivel de confiabilidad de esta subescala fue de 0.86 en la adaptación española

del inventario (Andreu et. al., 2002).

● Agresión Verbal: conforma de 5 ítems, posee una confiabilidad de 0.68 (Andreu, et. al.

2002).

● Ira: López del Pino et. al (2009), concluyen que esta subescala conforma el grupo de la

agresividad emocional-afectiva. Conforma de 7 ítems y posee un nivel de confiabilidad

de 0.77 (Andreu et. al., 2002).

● Hostilidad: conforma de 8 ítems. Están dentro del grupo de agresividad cognitiva (López

del Pino, Sánchez, et. al., 2009) y posee un nivel de confiabilidad de 0.72 (Andreu, et. al.,

2002).

El nivel total de confiabilidad fue de 0.88 (Andreu, et. al., 2002).

Los niveles de validez de constructo oscilan entre 0.36 a 0.83; las categorías que más correlación

tuvieron fueron las de agresividad verbal y hostilidad (Andreu et. al., 2002).

Las respuestas se registran en escala likert, asignando los siguientes valores (Andreu et.

al., 2002):

● 1: completamente falso.

● 2: bastante falso para mí.

● 3: ni verdadero ni falso.

● 4: bastante verdadero para mí.


● 5: completamente verdadero para mí.

Los puntos de corte de los baremos, estarán clasificados de la siguiente manera: Muy bajo, bajo,

medio, alto y muy alto, con sus respectivos puntajes y percentiles, de acuerdo con los resultados

obtenidos por Pamela Segura (Segura, 2016).

VARIABLE INDEPENDIENTE

Las variables que se medirán edad, sexo, nivel socioeconómico y educativo, años laborados en

el puesto en este u otro CERESO, el consumo de drogas o bien el antecedente de consumo, paga

inadecuada, estado civil y número de hijos. Estas variables se han utilizado en investigaciones

donde la muestra se centra en custodios penitenciarios (Blevins, 2004; Crouch y Alpert, 1982;

Jurik, 1985; Kifer, Hemmens, y Stohr, 2003; Toch y Klofas, 1982 citados por Gordon, 2007;

McCarthy, 2012, pues permite una mayor cobertura de factores que pueden estar asociados.

La variable que corresponde al síndrome de Burnout, será operacionalizada con el

inventario de Burnout elaborado en 1986 por Maslach y Jackson, adaptado a la población

mexicana (Maslach y Jackson, 1986; Uribe, 2007). El instrumento original (Maslach y Jackson,

1986), consta de 22 reactivos agrupados en las subescalas de cansancio emocional (con un

coeficiente de Cronbach de 0.90) , despersonalización (coeficiente de 0.79) y realización

personal (con un coeficiente de 0.71). La versión mexicana consta de 30 reactivos. Posee un

formato de respuesta de 6 puntos que se clasifican de la siguiente manera (Maslach y Jackson,

1986):

● 0 = Nunca.

● 1 = Pocas veces al año o menos.

● 2 = Una vez al mes o menos.


● 3 = Unas pocas veces al mes.

● 4 = Una vez a la semana.

● 5 = Unas pocas veces a la semana.

● 6 = Todos los días.

La validez de constructo del inventario para población mexicana, arroja un nivel de

correlación entre las escalas con un total de α= 0.8910 (Uribe, 2007).

PARTICIPANTES

PROCEDIMIENTO

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