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“Amar es dar lo que no se tiene, a quien no es”- Apotegma

añejado por Jacques Lacan que a veces no se entiende. Si bien lo


hemos dicho muchas veces en esta Blog (siempre que hablamos de
Narcisismo, por ejemplo) merece ser abordado una vez más, ya
que de esto se trata todo el secreto donde radica “la solución,
doctor?” de todo conflicto entre dos sujetos que hablan.

Suena categórico y hasta paradigmático: es que lo es. Si creemos


que la letra con sangre no entra (a diferencia de muchos -incluso
políticos del Primer Mundo del Capitalismo- que piensan que al
fuego hay que responderle con fuego) y si creemos que –aunque
suene romanticón o naif- el amor es la única cura posible para la
neurosis (que no tiene cura); entonces es claro que suene un
apotegma riguroso.

El adagio de esa singular frase se debe descomponer así:

1) Amar es dar. Es decir: entregar, ceder. ¿Qué cosa?


2) Lo que no se tiene. Es decir: la falta. Es decir: lo que Lacan
bautizó como el objeto-a: un objeto que no existe porque,
justamente, es la falta misma. ¿Qué quiere decir entregar el
objeto, cederlo? Quiere decir que el Goce Incestuoso (el Paraíso
Perdido por definición) debe dejar de anhelarse, de soñarse,
porque justamente no existe: eso es lo que Lacan definió como lo
Imposible. Es imposible volver a él: se perdió para siempre. Ese
objeto-a Lacan lo define en el Seminario-11 como la libido: es
decir, el deseo. Que nada tiene que ver con la energía, sino con
la metonimia de la Falta-en-Ser. Es decir: de estar sujetados al
Lenguaje. Ceder el objeto quiere decir aceptar que El Soberano
Bien (como Lacan lo define en el Seminario-7: el Das Ding, la
Madre) está perdido. No se puede ejecutar el incesto, por más que
alguien se acueste literalmente con su Madre. El goce es no-todo.
No hay todo ni nada. Hay agujero. Hay falta. Ese agujero, esa
falta, se llama en términos clínicos: Castración.
3) Lo que no se tiene es la Castración. Entonces: ¿cómo dar
algo que no se tiene? Ahí la cuestión. Lacan hubiese sido muy
idiota si enunciase algo tan obvio: dar lo que se tiene. Eso es
capitalismo. Y el neurótico cae muy a menudo en dar bienes;
justamente porque con eso reniega de su Castración (y de la del
Otro). Dar la Castración quiere decir, siguiendo al Shylock
del Mercader de Venecia de nuestro siempre poético
Shakespeare: dar la libra de carne.
4) Amar es dar la libra de carne. ¿Pero cómo dar algo que si lo
cedo, muero? Ya que esa libra de carne implica –siguiendo a
Shylock- dar el corazón. Ahhh! La metáfora amorosa: el corazón!
Justamente. Amar es dar el corazón. Más allá que –
narcisisticamente- es amarse a sí mismo; y por eso el sujeto
pondrá en juego su dinámica castratoria (es decir: por él); Dar el
Corazón quiere decir: Matarse en lo Simbólico. Es decir: ceder la
imagen –o, a la criolla: el orgullo- y matar un poquitito el EGO; o,
a la criolla: cortársela. Uyyy! Pero otra vez el FALO. Exacto:
Porque Lacan fue un lógico, más allá de un poeta.
5) Amar es dar la Falta, la Castración. Es decir: cortársela. Es
decir: colocarse como objeto, y no como Falo. Únicas dos
instancias conocidas por Freud que Lacan conceptualizó con estos
términos: Lado “Mujer” u “Hombre”; lado “Objeto Castrado” u
“Objeto Fálico”. Como sabemos la histérica está del lado
Hombre: es el FALO. De allí que el enamorado siempre está del
lado Mujer. No se está del lado Mujer por ser femenino sino por
estar sujeto a la Castración y ceder el objeto de goce.
6) A quien no es: He aquí la metáfora amorosa: Doy mi
castración a quien no es el Falo. Acepto que el otro está Castrado
(caído, enfermo, agonizando, lo que sea) y mato dos pájaros de
un tiro: Amo a quien no es por lo que no tiene (he ahí mi prójimo)
y castrándome me aseguro una defensa a mi neurosis.
Descubrimiento de Lacan leyendo inversamente a Freud: la
neurosis aparece cuando hacemos pito-catalán a la Castración.
Ejemplos elocuentes son las reacciones fóbicas: la falla en la
Metáfora Paterna ocasiona la Metáfora Fóbica. O cualquier otro
síntoma neurótico.

Hablando de Padre: ¿cuál es el conflicto neurótico? Las relaciones


se dan dentro del lazo del lenguaje, aunque el sujeto crea que
pueda prescindir de él. Sobre todo dentro de la palabra-plena: es
decir, la que está agujerada no la del mero imaginario. (Palabra
Vacía: de yo a yo; desaparece el Sujeto barrado, el de la angustia;
el del deseo. Hablo de boludeces. Palabra Plena: en esas
boludeces aparece la Falla, la Hiancia, con la cual trabajamos los
analistas. Digo más de lo que sé, sin saber. Es la palabra dominada
por lo Inconsciente, fuera de nuestro control yoico.)

Entonces: dentro del marco del Lenguaje; el sujeto suele


relacionarse en de dos modos: objeto-castrado o fálico. El
problema es que en los vínculos (sobre todo en las relaciones
amorosas) los sujetos no pueden ceder su posición de Falo. Es
decir: de niño-que-busca-reencontrarse-con-el-Paraíso-
Perdido. El sujeto, en dicha pose (utilizo el término adrede
porque se trata siempre de la Imagen que él cree ser para el Otro),
siempre tratará de sostener(se) ya que la Castración implica una
pequeña-muerte. Por eso cuando el neurótico entienda –y logre
hacerlo efectivo- que siempre se castrará (aunque crea que no,
siempre algo pierde) y que toda castración es “perder para
ganar”; ahí habrá hecho un Gran Paso para la Humanidad.

El único tema, claro, que esto se amalgama con otras cuestiones:


el tempo, la estructura del sujeto, sus síndrome sintomático, etc.
Por ejemplo: la Castración no puede llegar cuando a uno se le
antoja. Tiene que ser en el momento que el vínculo lo demande.
Es decir: no puedo dejar llorar al infans indefinidamente. Si llego
a mi casa y mi pareja está con un ataque de asma o simplemente
llorando angustiada; no puede decir: “Bueno, ahora jodete, llora
hasta mañana y después te calmo.”- Tengo que Castrarme en ese
momento. El tempo no es una variable estúpida: porque cuando
los tiempos no se ejecutan en su debida lógica comienza la
competencia neurótica por el Falo. Y a eso se le suma el
resentimiento típico del neurótico.

El tempo de la Castración es tan riguroso como sacar del mar a un


ahogado: porque es así como se siente el neurótico llorón
demandante; porque es así como debe procederse al Rescate. Y
porque hay que entender que ese Rescate es mutuo. (Favor
remitirse al Posteo sobre la Abuela René en esta misma
blog: http://psicocorreo.blogspot.com.ar/2013/08/estadio-del-espejo-modelo-optico.html) El síntoma del
sujeto tampoco es una variable aleatoria. Porque si el sujeto es
un(a) histérica/o sedienta de Falo y de armar escenas; resulta
obvio que la escena puede continuar ad infinitum. O si, por
ejemplo, es –como toda histérica- un sujeto afanoso por buscar un
Padre (un Amo) para luego desafiarlo y destituirlo.

Si a esto le sumamos la conflictiva con el Deseo (y la Pulsión), se


ve que nada fácil es de llevar a la práctica esa simple sentencia
Lacaniana. Porque el Deseo siempre será puesto al margen (ya que
angustia) y porque la Pulsión empuja hacia un goce imposible,
aunque anhelado.

Amar: nada fácil. Por algo los poetas han invertido su vida en
decirlo con un Lenguaje que va más allá de todo… Del todo que no
existe, porque hay no-todo. No-todo es posible. No-todo es Falo.
El sujeto, de todos modos, se castrará: de un Padre no puede
prescindirse. Se hace síntoma.

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