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Introducción
A través de esa oración María nos pide implorar la Presencia del Espíritu Santo en el
mundo, para que descienda sobre nosotros, como en Ella siempre estuvo.
Esta aparición, tan poco conocida, es una de las más importantes que María nos
ha regalado. Y no es sólo por las profecías que allí se escucharon, o por la oración
al Espíritu Santo que Ella nos enseñó, o por la hermosa imagen que nos regaló.
Su importancia radica en el pedido de proclamación del quinto y último dogma
Mariano, la joya que completa la Corona de María:
Amén
ROMA, miércoles, 13 febrero 2008 (ZENIT.org).- Cinco cardenales han enviado una
carta invitando a los purpurados de todo el mundo a unirse a ellos para pedir a
Benedicto XVI que declare un quinto dogma mariano que «proclamaría la plena verdad
cristiana sobre María».
Los firmantes de la carta son cinco de los seis cardenales promotores del simposio
internacional sobre la Redención mariana, celebrado en Fátima en 2005: Telesphore
Toppo, arzobispo de Ranchi (India); Luis Aponte Martínez, arzobispo emérito de San
Juan (Puerto Rico); Varkey Vithayathil, arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly
(India); Ricardo Vidal, arzobispo de Cebú (Filipinas); Ernesto Corripio y Ahumada,
arzobispo emérito de Ciudad de México.
El cardenal Edouard Gagnon, fallecido en agosto pasado, era el sexto cardenal promotor
de la conferencia de 2005. Fue presidente del Consejo Pontificio para la Familia de
1974 a 1990, cuando se retiró.
Subrayando las preocupaciones ecuménicas, la petición añade: «Es muy importante [...]
que las personas de otras tradiciones religiosas reciban la clarificación, al máximo nivel
de auténtica certeza doctrinal que podamos proporcionar, de que la Iglesia católica
distingue esencialmente entre el papel de Jesucristo, Redentor divino y humano del
mundo, y la única pero secundaria y dependiente participación humana de la Madre de
Cristo en la gran obra de la Redención».
El texto añade que el cambio sería «la máxima expresión de claridad doctrinal al
servicio de nuestros hermanos y nuestras hermanas cristianos y no cristianos que no
están en comunión con Roma».
«Si este esfuerzo resultara coronado por el éxito, una proclamación sería un evento
histórico para la Iglesia como quinto dogma mariano definido en su historia
bimilenaria», afirman.
«Proclamar solemnemente a María como madre espiritual de todos los pueblos quiere
decir reconocer plenamente y oficialmente sus títulos y por tanto activar, reavivar las
funciones espirituales, de intercesión, que ofrecen a la Iglesia para la nueva
evangelización y para la humanidad, en la delicada situación mundial que vive
actualmente», añade.
¿El momento?
¿El lugar?
Holanda fue invadida tempranamente por los alemanes en la guerra, y fue terreno de la
resistencia de un pueblo que no aceptaba al invasor. Inserta en una Europa que volvió a
enfrentar el tremendo castigo de una guerra que asoló su territorio, como ocurrió
también en la guerra de 1914. El pueblo estaba hundido en la desesperación y en la
angustia de haber visto morir a muchísimos de sus amigos y parientes, y en la necesidad
de sobrevivir aunque sea un día más. Europa fue siempre terreno fértil para las
apariciones Marianas, ya sea por haber sido el centro de mayor desarrollo de la
Cristiandad por siglos, como por haber sido un lugar donde la libertad de cultos
permitió que se conozcan los hechos de Dios. En Rusia o China se han producido varias
apariciones que quedaron acalladas por el comunismo ateo, que coarta la libertad de las
almas de elevarse y mirar a Dios.
Pero el hecho de que María escogiera Amsterdam está ligado a otro acontecimiento
sucedido allí seiscientos años antes. El 20 de marzo de 1953 la Santísima Virgen le dijo
a Ida: "He seleccionado Amsterdam como el lugar de Nuestra Señora de todos los
Pueblos. También es el lugar del Santísimo Sacramento...". Cuando la Virgen dice que
Amsterdam es el lugar del Santísimo Sacramento, Nuestra Señora se está refiriendo al
milagro eucarístico que ocurrió en esa ciudad en 1345, exactamente seis siglos antes de
estas apariciones:
Más tarde la reforma protestante tomó el Lugar Santo y nunca más se vio la Sagrada
Hostia del Milagro. La tradicional procesión fue prohibida, pero los católicos
continuaron reuniéndose cada año, haciendo el mismo recorrido de antes, en oración,
pero en silencio. Desde entonces este recorrido tomó el nombre de "paso silencioso".
Todavía hoy fervientes católicos de todas partes de Holanda se reúnen cada año para
participar en este "paso silencioso".
No es de extrañar entonces que María quiera ligar la Presencia Eucarística de Su
Hijo manifestada en Amsterdam varios siglos atrás, con su nuevo rol de
Corredentora. El Redentor y la Corredentora juntos, el Hijo y la Madre juntos,
indisolublemente.
¿La vidente?
La vidente Ida Peerdeman fue testigo ocular de las apariciones de la Santísima Virgen
en Amsterdam, desde 1945 a 1959. Ida era una humilde oficinista que vivía con sus
hermanas en Amsterdam. Católica practicante, vivía una vida normal hasta que María la
eligió para ser un instrumento de una parte importante de su obra en estos tiempos.
Nació en el año 1906 y murió el 17 de junio de 1996, a los noventa años de edad. Su
fallecimiento ocurrió como se lo había anticipado María: sería luego de que ella pueda
ver la aprobación de la iglesia a la aparición de la que fue testigo y vidente. Diez días
antes, Ida había dado permiso para que los mensajes que ella recibió de la Santísima
Virgen fueran publicados. Su misa de funeral fue celebrada por el Obispo Bomers (el
mismo que otorgó la aprobación inicial) quien empezó su homilía en esa ocasión
declarando que “estamos hoy aquí reunidos como personas que amamos, admiramos
y estimamos a Ida Peerdeman”.
Dios siempre elige a los más pequeños y humildes para Su obra. Es imposible
entender desde la lógica humana el motivo de sus elecciones. Quizás el mensaje sea
justamente ese: los hombres simplemente no debemos tratar de entender el por qué
del modo de obrar de Dios. Lo concreto es que el tiempo confirma el resultado de
Su obrar, como ocurrió con Ida, que se manifestó como una férrea y obediente
alumna de su maestra, la Virgen María.
La primera aparición
Hablaban de la guerra, del hambre y frío que pasaban, de las cosas que habían vivido en
esos días. De repente algo atrajo la atención de Ida y la impulsó a ir a la habitación
contigua. Allí vio una gran luz, una luz muy especial. Ida dudaba sobre el origen de
aquella luz, cuando vio que la misma se le acercaba desde un rincón de aquella
habitación. En ese momento la habitación desapareció frente a sus ojos, todo lo que
estaba a su alrededor desapareció. Se encontró en medio de un mar de luz y de un
profundo vacío, del que surgió una silueta, una figura viviente que tenía la forma de una
mujer. Ida simplemente no lo puede explicar de mejor forma. Llevaba un vestido blanco
con un cinturón, y estaba de pie con los brazos abiertos y las palmas de las manos hacia
adelante, hacia Ida. Ida sintió en ese momento que tenía que ser la Santísima Virgen, no
podía ser otra persona. Entonces la figura comenzó a hablarle: le dijo “repite lo que te
diga”.
Ida repetía palabra por palabra lo que escuchaba, María hablaba muy lentamente.
Primeramente María le anticipó la liberación de Holanda de los alemanes, que ocurriría
en mayo de 1945. Luego le muestra el Rosario y le dice: “a esto se lo debemos,
Perseverad rezándolo”. Luego le pide oración, que se difunda la necesidad de la
oración, especialmente los soldados que aún luchan en la guerra. También le profetiza
que ellos pronto volverán a sus casas. Entonces su juntaron a su alrededor sus hermanas
y el Padre Frehe, que escuchaban lo que ella repetía. El sacerdote pidió a una de las
hermanas de Ida que escriba todo lo que escucha, mientras le dijo: Pregúntale quien es.
La figura sonrió y dijo: “Me llamarán la Señora, la Madre”. Para la angustia de Ida,
tanto el Padre Frehe como las hermanas se rieron de ello, porque nunca habían
escuchado que a la Virgen se la llame de ese modo. Ida se enojó, pero luego pensó que
si ellos vieran lo que ella veía no se reirían de ese modo, con lo que los disculpó de
inmediato.
María pasó entonces frente a Ida, dejando una Cruz frente a ella. Cuando Ida se agachó
para recogerla, notó que era muy pesada. La Virgen, después de decirle a Ida todo lo que
quería que repitiera, se retiró lentamente mientras la luz se apagaba. La habitación
recuperó su normalidad.
Esta primera aparición marcó la forma en que María se presentó a Ida desde 1945
hasta 1959, en cincuenta y seis oportunidades. Siempre en la forma de visiones y
revelaciones, de las que surgieron profecías y pedidos, enseñanzas y consuelo.
María en su máxima expresión maternal, engarzando las apariciones previas (la
Medalla, Lourdes, La Salette, Fátima, entre otras) con las que vinieron con
posterioridad (Akita, Rwanda, Betania, Garabandal, San Nicolás y Medjugorje,
fundamentalmente). Amsterdam contiene un mensaje central que madurará con el
tiempo: la Corredentora entre nosotros.
La mayor parte de las apariciones ocurrieron en la casa de Ida, aunque algunas se dieron
estando Ida en Alemania, mientras otras pocas ocurrieron en público. Al principio no
hubo una fecha especial para los mensajes, pero al final de los años cincuenta María
empezó a aparecer el 31 de mayo de cada año. La última aparición tuvo lugar el 31 de
mayo de 1959. Sin embargo, a partir de 1958 la vidente empezó a tener vivencias
Eucarísticas: visiones e imágenes llenas de valor simbólico que se daban durante la
celebración de la Santa Misa en la capilla de la calle Diepenbrock en Amsterdam, que
es donde se encuentra ubicado el cuadro original de la Señora.
Los primeros mensajes, desde 1945 hasta 1950, contienen muchas amonestaciones,
advertencias y profecías, pero también mucho consuelo y promesas. Al principio no se
entendían sus palabras e imágenes. María advertía sobre tremendas pruebas y peligros
que amenazan a la Iglesia: falta el amor, la verdad y la justicia. Ella exhorta a la
Iglesia a una mayor apertura y generosidad, quizás anticipando el Espíritu fresco y
renovador que originó el Concilio Vaticano II, a pesar de que allí también se originaron
algunos errores difundidos luego dentro de la Iglesia. En diversas imágenes María nos
muestra un mundo desgarrado, infectado de corrupción y calamidades. María invita
permanentemente en las visiones a volver a la Cruz, de lo contrario no habrá paz. Hace
un llamado a la unificación de todos los cristianos, pues una tremenda lucha espiritual
amenaza con estallar en Europa y expandirse al mundo entero.
Ella profetizó en visiones la guerra de los Balcanes, llevó a Ida a presenciar la
catástrofe de Chernobyl, entre muchos otros anuncios. Sería imposible reproducir
en este trabajo la totalidad de las visiones y mensajes recibidos por Ida. Por ello
nos concentraremos en lo esencial de la visita de María a Amsterdam.
Dice Ida, relatando una de sus visiones: Vi el Vaticano y a toda la Iglesia Católica a su
alrededor. Luego vi una paloma negra volar sobre nuestra Iglesia. La Señora me señala
esta paloma diciendo: “Es el espíritu viejo, que deberá desaparecer”. La paloma de
repente se vuelve blanca, y María le dice: “Esta es una nueva paloma blanca. Manda
sus rayos en todas las direcciones, pues el mundo se tambalea. Unos cuantos años más,
y el mundo desaparecería,. Pero El vendrá y pondrá orden en el mundo, sin embargo…
ellos tienen que escuchar”.
Luego María lleva a Ida frente a una gran Cruz: “tómala, El la ha llevado antes que
tú”. No quiero llevarla, y siento como que represento a todas las personas del mundo
que se niegan a llevar la Cruz. María me toma de la mano y me dice: “ven”. Ahora veo
una figura radiante, luminosa, con una vestidura larga, que nos precede. Es la figura de
un Hombre, pero totalmente transfigurado, Espiritual. El Hombre carga una Cruz
pesada, la arrastra por el suelo. No puedo ver Su Rostro, es todo un rayo de Luz.
Camina por todo el mundo con la Cruz, pero nadie lo sigue. “Está sólo”, dice María.
“El va sólo por el mundo, que empeorará aún más, hasta que en un momento
determinado algo terrible suceda”.
De repente la Cruz está de nuevo levantada en medio de la tierra. “Ahora todos tendrán
que verla, quieran o no”, dice nuestra Madre. Ida ve a continuación una serie de
imágenes extrañas. Cruces gamadas bajo la Cruz caen. Luego estrellas, todas caen.
Hoces y martillos, todo cae bajo la Cruz. Luego ve de repente a la Señora con el
Rosario, que dice: “¡Continuad rezando, todo el mundo!”. Señalando el Crucifijo,
agrega: “Todo el mundo tendrá que regresar a El, desde el más grande al más pequeño,
el más pobre como el más rico. Pero costará trabajo”. Luego Ida ve a María poniendo
un pié sobre el globo terráqueo, y le dice: “Pongo el pié sobre la tierra. Los ayudaré y
los conduciré hasta la meta, pero tendrán que luchar”.
Este mensaje, recibido por Ida el 7 de octubre de 1945, contiene profecías centrales para
el mundo. María profetiza allí no sólo hechos históricos que ocurrirán en el futuro (para
dar credibilidad a sus mensajes, profetiza la guerra de Bosnia o la catástrofe de
Chernobyl) pero también anuncia una gran crisis dentro de la Iglesia y del mundo
mismo. Anuncia eventos que María también nos anticipa desde Medjugorje o
Garabandal, como el aviso o el gran milagro que ocurrirá para dar una última
oportunidad de conversión a aquellos que tienen el alma alejada de Dios, en situación de
muerte espiritual, aunque sus cuerpos aún vivan. También se anuncia como la Pastora
que nos llevará de regreso a la Cruz de Su Hijo, como anticipó San Luis Grignon de
Montfort o tantos otros Santos devotos de María.
Meditando este mensaje vemos con alegría el consuelo de la Madre que nos
anticipa y confirma la inminente venida de Jesús en nuestro auxilio, a pesar de la
tremenda oscuridad que crece en el mundo.
María nos anuncia el inminente regreso de Su Hijo
Ida ve a la Señora de pié, con el Niño Jesús en sus brazos. Jesús tiene una aureola
alrededor de Su Cabeza, e irradia Luz en todas las direcciones. María baja y aparece de
pie sobre el globo terráqueo, que gira debajo de Ella. María mira a Ida y le dice: “Ven,
sígueme”. Van juntas y caminan sobre el globo terrestre. Mientras María mira a Ida,
señala al Niño Jesús y le dice: “A El deseo traerlo de nuevo al mundo”. Pero mientras
dice esto menea negativamente la cabeza una y otra vez. Veo que el Niño se transforma
en una Cruz. De repente la Cruz cae al suelo y se rompe en pedazos. Ida mira al mundo
y ve que se ha envuelto totalmente en oscuridad. María dice: “Lo traeré de nuevo al
mundo”, y señala la Cruz rota. Luego la Virgen aparece sentada en un sillón con el Niño
en su regazo, que irradia Luz en todas las direcciones. Ella dice: “Primero regresad a
El, sólo entonces reinará la verdadera Paz”. María mira muy seriamente a Ida: “La
Religión sufrirá una dura lucha, tratarán de destruirla. Pero lo harán con tanta astucia
que casi nadie se dará cuenta de ello. Sin embargo yo los prevengo….Christus
Regnum…¡Roma, ponte en guardia!”.
María nos advierte, nos prepara en la necesidad de estar alertas a esta sutil pero
destructiva acción del maligno que se avecina. Pero también nos da la mayor
felicidad que podemos tener, al anunciarnos que este tremendo dolor de parto que
sufriremos como Iglesia, como miembros del Cuerpo Místico de Jesús, precede a
Su Regreso en Gloria.
Ida ve a la Señora que le dice: “Vendrán catástrofes de norte a sur, de sur a oeste, y de
oeste a este”. La vidente ve una cúpula redonda, que parece ser la ciudad de Jerusalén,
y escucha: “En Jerusalén y en sus alrededores tendrán lugar graves batallas. Es como
si el mundo se fuera a romper en dos partes. Habrá mucho dolor y miseria”. Ida siente
mucho dolor en una mano y ve a América y Europa uno junto al otro. Ve escrito:
“Guerra económica, boicot, crisis monetaria, catástrofes”. Luego ve de repente un gran
reloj solar, y oye a María decir: “El reloj solar ha retrocedido”.
Esta visión del 26 de diciembre de 1947 parece preanunciar la crisis entre el mundo
Musulmán y occidente que vemos en nuestros tiempos, con el mundo capitalista unido
en guerra contra pueblos de oriente medio después del atentado del 11 de setiembre de
2001, y Jerusalén herida. Las catástrofes naturales parecen unirse a catástrofes
económicas y bélicas producidas por el mismo hombre.
Ida ve a la Señora que le dice: “Se tratará del derecho. Dentro de poco sucederán cosas
muy serias, que serán precedidas por el caos, la confusión y la desesperación. Sobre
San Pedro se adensarán nubes espesas, que sólo se disiparán con muchas luchas y
esfuerzos. De lo contrario vendrá la ruina. Todos los cristianos deberán unir sus
fuerzas, lo que costará mucho dolor y sufrimiento. Uníos todos, pues la lucha empieza.
Las puertas se abren. En Jerusalén, los pueblos orientales se tapan la cara con las
manos. Se lamentarán por su ciudad”. Luego la vidente ve escritas las siguientes
palabras: “Rectitud, Amor y Justicia”. María dice: “Mientras esas palabras no entren
en la cabeza de los hombres y no las vivan de corazón, no habrá perspectivas de paz.
Pueblos cristianos, los paganos os lo van a enseñar”.
Una vez más María nos advierte de cambios en las reglas, que generarán tragedias
espirituales y materiales. La inmoralidad y ambición desmedida que invade al
mundo son advertidas por María como desencadenantes del dolor. También, como
ocurrió con el pueblo Judío con la venida del Salvador, nos encontramos que el
pueblo elegido (los cristianos, en esta oportunidad) deberán aprender de los
gentiles o paganos.
Ida ve a la Señora sentada, vestida de luto, con un velo blanco que le cubre la cabeza.
Sus facciones son las de una mujer muy anciana, está encorvada y dice: “Estamos acá,
en la oscuridad, es la corrupción de la humanidad”. A continuación entra con Ella en
una profunda oscuridad. Siguen caminando, todo está muy oscuro. Entran en una cueva
donde aparece un poco de paja y un Niño es colocado en ella. Muchas personas lo
rodean, mientras María dice: “Gente humilde, los más pequeños de mis hijos. No
encuentran lugar para ellos, grandes multitudes. Los más pequeños de mis hijos”.
Luego dice: “Todo será fingido en Rusia, allí habrá un cambio total”. Luego Ida ve girar
a la tierra, y María le dice: “La naturaleza también cambia”. Luego escucha: “Cristo
ya no existe. Realismo, un espíritu de realismo”. Ida ve ese espíritu en la misma forma.
Luego vuelven a ingresar a la misma cueva, y ve aparecer a todos los frutos y riquezas
de la tierra: “Y ahora vamos a distribuirlos. Este es el espíritu que no han
comprendido”.
Este mensaje del 7 de mayo de 1949 nos muestra el dolor de María, que sólo es
compartido por sus hijos más pequeños. Ellos son los que están con Jesús, en su
humilde cueva como lo hicieron los pastores en Belén. En estos tiempos el espíritu de
los humildes pastorcitos debe ser imitado por aquellos que quieran ser consuelo e
instrumentos para el traspasado Corazón de la Virgen. Rusia, difusor del comunismo
como herramienta del mal contra la verdad de Cristo, es puesto en escena por María una
vez más: allí se anunciaron los grandes cambios que han venido ocurriendo, y otros que
ocurrirán. También nuestra Madre nos habla de los verdaderos frutos de la Creación,
que son bien distintos de los frutos que el hombre moderno ha creado (el dinero, el
placer, la vanidad y avaricia, el poder y la soberbia), como ídolos que reemplazan la
alabanza y adoración del Dios único y verdadero
El Segundo Pentecostés: el Espíritu Santo entre nosotros
Dice María: “Existe en el mundo una tendencia fuerte hacia el bien, y es precisamente
ésa la razón por la que el otro espíritu está trabajando. Ese espíritu está ocupado en
influenciar al mundo y corromperlo. Los hombres no son en sí malos, sino sólo débiles.
La Iglesia deberá esforzarse en formar el espíritu. Precisamente ahora tiene una gran
oportunidad, porque la oportunidad está buscando. La lucha ya no será contra las
naciones, sino contra el espíritu” (mensaje del 14 de febrero de 1950).
Dice nuevamente la Señora, mientras señala hacia arriba donde Ida ve una paloma
blanca: “Mira, ese es el Espíritu nuevo que tiene que venir”. Luego ve salir unos rayos
de la paloma. Los rayos van hacia abajo, dos hacia la mitad, dos a la derecha y dos a la
izquierda. La Señora dice: “Más tarde entenderás el significado. Cristiandad, no sabes
que grave peligro te amenaza. Hay un espíritu que quiere infiltrarse, pero -la Señora
hace un signo de bendición con la mano- la victoria es nuestra”.
“La Señora de todos los Pueblos desea que la lleven a todos, quienquiera o lo que
quiera que sean. Por eso recibió este título de su Señor y Maestro” (31 de diciembre
de 1951).
María se presenta con este título como Madre de toda la humanidad, como la
Pastora de todos nosotros. Esta concesión de Dios hacia tan graciosa Criatura
debe llenarnos de amor y orgullo, por ser hijos de la propia Madre de Dios.
El 11 de febrero de 1951 María nos entrega una oración referida a estos tiempos tan
especiales, donde el Espíritu Santo nos busca con fuerza renovada. Ella pide que se
difunda esta oración en todo el mundo, que se la rece con el corazón.
Relata Ida: De pronto me encontré de pie ante una Cruz grande. Mientras la
contemplo, siento dolores muy intensos. Fue como si todos los músculos de mis
brazos se contrajeran, obligándome a cerrar los puños. Sentí como si la cabeza se me
desgarrara en pedazos y fuera a explotar, y tuve la sensación de la fiebre. Por todo eso
me puse a llorar. No pude soportarlo más y le pregunté a la Señora si podría ser
liberada de eso. Duró un poco más y luego todo terminó. Entonces la Señora me dijo:
“Todos debemos regresar a la Cruz, sólo entonces reinará la paz y la tranquilidad”.
Mientras estoy todavía de pie con la Señora delante de la Cruz, Ella dice: “Repite lo
que te digo”. Ello me llamó la atención, pues yo estaba repitiendo todo lo que oía.
Pero de pronto vi que la Señora se volvía aún mas hermosa de lo que ya era. La Luz
que siempre la rodeaba se tornó más clara y tan brillante, que ya casi no podía mirarla.
Entonces Ella levantó sus manos, que tenía casi siempre hacia abajo, y las juntó. Su
rostro se transformó en algo tan celestial, tan sublime que simplemente no se puede
describir con palabras. Su figura se volvió aún más hermosa y resplandeciente, yo la
contemplaba embelesada y pensé: ¿Qué va a venir ahora?. Entonces la Señora me
dice: “Reza ante la Cruz”:
Señor Jesucristo,
Hijo del Padre,
manda ahora Tu Espíritu sobre la tierra.
Amén
María agrega: “Hija, esta oración es tan sencilla y tan corta, que cada persona la
puede decir en su propio idioma, ante su propia Cruz. Las personas que no tengan un
Crucifijo, pueden rezarla a solas”.
En varias ocasiones nuestra Madre hizo referencia a esta oración, como ocurrió en la
aparición del 2 de julio de 1951: “Todos los pueblos deberán honrar al Señor y
Maestro en Su Creación. Todos los pueblos deberán pedir que venga el verdadero
Espíritu, el Espíritu Santo. Por eso les he enseñado esta breve y poderosa oración. El
mundo entero se está corrompiendo. Por eso, las personas de buena voluntad deberán
pedir cada día que venga el Espíritu de la Verdad. Yo soy la Señora de todos los
Pueblos. Este tiempo es Nuestro tiempo. “Que un día era María” quiere decir que
muchas personas han conocido a María como María. Sin embargo ahora, en esta era
nueva que va a empezar, quiero ser “la Señora de todos los Pueblos”. Esto todos
pueden comprenderlo”.
María nos explica la venida del Espíritu Santo con renovada fuerza, al que todos
no solo debemos esperar y llamar sino también permitir actuar en nosotros. Y
nos aclara por qué Ella en estos tiempos tendrá, en el plan de Dios, una misión
mucho mas activa que en los tiempos previos, con remarcada Presencia. Sus
repetidas y duraderas recientes apariciones, nos indican a las claras que Ella es la
Capitana del Ejército Celestial en estos últimos tiempos.
La Virgen puso mucho énfasis en la imagen que se debía difundir en relación con la
nueva Advocación de Nuestra Señora de todos los Pueblos. Dejemos que sea Ida y la
propia María quienes nos relaten como la vemos en Amsterdam, en varios mensajes
recibidos en el año 1951:
María describe su imagen de este modo: “Estoy de pie sobre el globo terráqueo y
apoyo firmemente mis pies sobre él. También ves con toda claridad mis manos, mi
cara, mis cabellos y mi velo. Lo demás está como en la niebla. Ahora te voy a
explicar por qué vengo de esta forma. Te he mostrado mi cabeza, mis manos y mis
pies como las de un ser humano. Te aclaro: como los del Hijo del Hombre. Ahora te
aclararé por qué me aparezco así, de esta forma. Estoy de pie ante la Cruz como la
Señora, con cabeza, manos y pies como de un humano, más el cuerpo como el
espíritu, porque el Hijo ha venido por la Voluntad del Padre. Pero ahora el Espíritu
debe venir sobre el mundo, y por eso yo quiero que se rece. Estoy de pie sobre el
globo terráqueo, porque esto concierne al mundo entero”.
Dice Ida: la Señora ahora señala la faja con que Ella ha rodeado su cintura, tengo que
mirarla atentamente. “Escucha con mucha atención lo que significa”, dice la Señora.
“Es como la faja que cubrió al Hijo. Además estoy de pie como la Señora delante de
la Cruz del Hijo”. “El rebaño de ovejas que aparece en la imagen representa a los
pueblos del mundo entero, que no hallarán descanso hasta que no se recuesten y
contemplen pacíficamente la Cruz, el centro del mundo. Ahora mira mis manos y
describe lo que ves".
Ahora veo como si en el centro de la palma de las manos hubiera habido una herida.
De la herida de cada mano brotan tres rayos de Luz que descienden sobre las ovejas.
La Señora sonríe y dice: “Estos son tres rayos, los rayos de la Gracia, de la
Redención, y de la Paz. Por Gracia de mi Señor y Maestro y por amor a la
humanidad, el Padre envió al mundo a Su único Hijo como Redentor. Ahora ambos
desean enviar al Santo, al Verdadero Espíritu, que solamente puede ser la Paz. Por lo
tanto: Gracia, Redención y Paz. El Padre y el Hijo quieren enviar en este tiempo a
María, la Señora de todos los Pueblos, como Corredentora, Mediadora y Abogada”
(31 de mayo de 1951).
En Akita, Japón, la Virgen María se manifestó sobre una imagen de madera que
representa a La Señora de Todos los Pueblos. La imagen lloró 101 veces.
(ver Akita)
Ella es (1) Madre de Dios y (2) Siempre Virgen. Ella fue (3) Inmaculadamente
Concebida y (4) Asunta al Cielo, habiendo sido el último dogma proclamado el de la
Asunción: en 1950 el Papa Pío XII nos dio esta enorme alegría a quienes amamos a
María.
“Yo estoy de pie aquí y deseo ser la Señora de todos los Pueblos, no sólo de un
determinado pueblo, sino de todos. Ahora te voy a explicar de nuevo algo, pero
escucha con atención. Trata de comprender el significado del contenido de este
mensaje. Yo estoy de pie ante la Cruz, con la cabeza, las manos y los pies como los de
un ser humano. Mi cuerpo, en cambio, es como salido del Espíritu. ¿Por qué estoy
así?. Mi cuerpo fue llevado al Cielo, como el de mi Hijo. Ahora me encuentro
ofreciendo ante la Cruz, porque yo he sufrido con mi Hijo espiritualmente y también,
de un modo especial, corporalmente. Este será un dogma muy combatido”.
Ida manifiesta temor de transmitir este mensaje, por lo cual María le dice:
“Hija, comunica esto y di que con este dogma se concluyen los dogmas Marianos. Ya
lo he dicho: la Teología debe hacer paso a los asuntos de mi Hijo. Con esto quiero
decir: teólogos, el Hijo va buscando lo pequeño y lo sencillo para Su obra. ¿Creéis
vosotros en lo pequeño y lo sencillo, que vosotros enseñáis a los demás?. ¡Creed con
sencillez!. No podemos esperar mucho más tiempo. Este tiempo es nuestro tiempo” (1
de abril de 1951).
Muchas veces volvió María a hablarle a Ida sobre la importancia de este nuevo
dogma, y su contenido, como el 2 de julio de 1951:
Recordando que la propia Madre de Dios entrega este mensaje a Ida (y a todos
nosotros) poco tiempo después de proclamado el cuarto dogma (la Asunción), María
coloca en prioridad la importancia de proclamar el quinto dogma como finalización de
la misión de la Iglesia respecto de los dogmas Marianos, verdadera Corona de la
Reina del Cielo. Ella dijo el 15 de agosto de 1951:
“Hoy vengo como la Señora de todos los Pueblos. Yo aplasté la serpiente con mi pie.
Estoy unida al Hijo, como siempre lo he estado. En la historia de la Iglesia, este
dogma (el dogma de la Asunción de la Virgen María al Cielo) ha precedido al nuevo
dogma. Como Corredentora, Mediadora y Abogada estoy ahora en este tiempo,
nuestro tiempo. El dogma de la Asunción tuvo que precederlo. Vendrá seguidamente
el nuevo dogma, el más grande. En este tiempo, el Sacrifico está y estará en el centro
del mundo”.
María misma completa la profecía dando a Ida los detalles de la futura proclamación
que todos esperamos con esperanza y fe: el 31 de mayo de 1954 la Señora muestra
como un día 31 de mayo, en el futuro, se realizará la proclamación de este dogma. En
una visión Ida tuvo el privilegio de asistir por adelantando a la proclamación del
nuevo dogma:
Y ahora Ida se encuentra de repente de pie con la Señora sobre la cúpula de una gran
iglesia. Mientras entran, escucha que la Señora le dice: “Te traigo conmigo aquí
dentro. Cuenta lo que te hago ver y oír”. Ida dice: nos encontramos en una iglesia
muy grande, en San Pedro. Veo muchos cardenales y obispos reunidos. En ese
momento entra el Papa. Es un Papa que yo no conozco. Lo llevan en una especie de
silla, pero luego va de pie. La gente lo aclama jubilosamente, el coro empieza a cantar.
Ahora el Santo Padre anuncia algo en un idioma que yo no entiendo, teniendo
levantados dos dedos. De repente la Señora está nuevamente de pie sobre la tierra,
sonríe y dice:
“Así que te he dejado ver, hija mía, lo que es la Voluntad del Señor Jesucristo. Ese
día será el día de la Coronación de Su Madre, la Señora de todos los Pueblos, que un
día era María”.
De este modo María nos pone una meta a todos los que la amamos. Millones de
firmas de cardenales, obispos y fieles se han reunido pidiendo al Santo Padre la
proclamación del quinto dogma. Muchos libros se han escrito sobre el tema, y se
discute la oportunidad y conveniencia de la proclamación.
“Mujeres de este mundo, ¿sabéis vosotras qué significa ser mujer?. Significa
sacrificarse. Despréndanse de su egoísmo y vanidad y preocúpense de llevar a todos
los niños a lo más importante, a la Cruz. Sacrificáos también vosotras” (31 de mayo
de 1951). “¿Conocéis todavía vuestra tarea?. Escuchad bien: como es la mujer, así es
también el hombre. Vosotras, mujeres, tenéis que dar ejemplo. Volved a vuestra
femineidad” (10 de diciembre de 1950).
“Y ahora me dirijo a los hombres de este mundo. Yo les digo: de vosotros, los
hombres, tiene que venir la fuerza y la voluntad de llevar al mundo hacia el único
Príncipe de este mundo, el Señor Jesucristo” (31 de mayo de 1951). “Tengo que
haceros una pregunta, hombres: ¿dónde están los soldados de Cristo?. Eso es todo lo
que tengo que deciros” (10 de diciembre de 1950).
La Corredentora
Unámonos a las millones de voces que piden que Nuestra Madre Celestial sea
proclamada