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BANCARIZACIÓN E IMPUESTO A LAS TRANSACCIONES

FINANCIERAS (ITF)
NAPOLEÓN CACHI GALLARDO

Bajo el título de “medidas de lucha contra la evasión y la informalidad”, el 05 de diciembre del


año 2003 se publicó el Decreto Legislativo N° 939, mediante el cual el gobierno “impone” la
obligatoriedad de realizar operaciones comerciales mediante las empresas del sistema financiero
y, por otro lado grava dichas operaciones con un impuesto.
En efecto, el D. Leg. N° 939 regula dos aspectos; la bancarización y el impuesto a las
transacciones financieras; ambas figuras inconstitucionales desde nuestro punto de vista, tal y
como lo analizamos a continuación:

BANCARIZACIÓN

Por la bancarización, el gobierno obliga a todas las personas naturales y jurídicas a realizar
todas las transacciones económicas usando las instituciones del sistema financiero (bancos,
cajas municipales, cooperativas, etc.), de manera que necesariamente debemos utilizar los
medios de pago descritos en el artículo 5 del D. Leg N° 939 (giros, transferencias de fondos,
tarjetas de débito y crédito, cheques no negociables o intransferibles).

Si bien, en un inicio el D. Leg. N° 939 establecía que la bancarización se aplicaba a todas las
operaciones cuyos montos estaban comprendidos entre la cuarta parte de la UIT y las dos UIT
(entre S/. 800 y S/. 6,400), fue el D. S. N° 190-2003-EF del 24 de diciembre del 2,003
(Reglamento del D.Leg. N° 939), el que estableció de manera definitiva que la bancarización
será exigible para aquellas transacciones iguales o superiores a los cinco mil nuevos soles (S/.
5,000) o los mil quinientos dólares americanos ($ 1 ,500).

Sin duda, una tarea importante de todo Gobierno democrático es regular y orientar las políticas
económicas y fiscales del Estado; sin embargo dicha facultad deberá observar necesariamente
un procedimiento coherente con los principios democráticos constitucionales y, he aquí el
problema.

La Constitución Política del Perú (cuestionable; pero vigente) proclama que la iniciativa privada
es libre, asimismo, consagra la libertad contractual y la libertad de contratación; lo que implica
que las personas naturales y jurídicas cuentan con el derecho constitucional que les permite
realizar todo tipo de actos jurídicos o no, cuyos únicos límites se circunscriben a NO lesionar
los intereses públicos ni las “buenas costumbres”; en consecuencia la bancarización no sólo
resulta incoherente, sino inconstitucional, en tanto se opone directamente a los principios
económicos regulados por la Ley Fundamental del Estado.

IMPUESTO A LAS TRANSACCIONES FINACIERAS (ITF)

Tal y como se establece en el artículo 9 del D. Leg. N° 939, el ITF es el tributo


temporal (hasta diciembre del 2,006) que grava con una alícuota del 0.15% todas las
transacciones u operaciones en nuevos soles o dólares americanos que se realicen por
intermedio de las entidades del sistema financiero, de manera que para la aplicación del presente
impuesto no existe un monto mínimo como sí lo hay en la bancarización.

En consecuencia cualquier transacción u operación inferior o superior a los cinco mil


nuevos soles (S/. 5,000) o mil quinientos dólares americanos ($ 1,500) realizada por una
persona natural o jurídica por intermedio de las entidades del sistema financiero
(intermediación financiera) están gravadas con el impuesto.
En cuanto a la oportunidad de pago, la Ley no establece cuándo debe ser pagado el impuesto (al
momento de la transacción o al mes). Tampoco existe información clara respecto a
exoneraciones que se describen en el apéndice único de la Ley; se desconoce también qué
sucederá con los cobros o retenciones indebidas o por error del impuesto; cómo se hará el cobro
de sumas “ridículas”, como por ejemplo el 0.15% de S/. 100 nuevos soles o sumas inferiores,
etc.

Lo que sí queda claro es que las grandes empresas que gozan de beneficios de estabilidad
tributaria en mérito a los contratos ley suscritos con el Estado Peruano serán las más
beneficiadas, en tanto sus grandes movimientos de dinero estarán inafectas al impuesto con el
sólo hecho de presentar una declaración jurada indicando que gozan de estabilidad tributaria
(véase la cuarta disposición final del D.S. N° 190-2003-EF).

Oliver Wendel Holmes manifestó que “los impuestos son el precio que pagamos por
una sociedad civilizada” y qué duda cabe, el poder Fiscal del Estado es determinante para el
éxito y desarrollo de la economía nacional; pero siempre y cuando los tributos (impuestos,
contribuciones y tasas), sean creados racionalmente y respetando los principios constitucionales
que regulan la política tributaria, tales como el principio de equidad, el principio de reserva de la
ley, principio de no confiscatoriedad, etc.

Tal como dice el destacado profesional Walter Gutiérrez Camacho “el derecho del Estado de
sustraer dinero del patrimonio de los particulares se justifica no sólo en su capacidad de pago,
sino en el destino que el Estado da a estos recursos”; en esta consideración el impuesto que
venimos analizando debe responder, por un lado a la necesidad de imposición perfectamente
determinable que grave cierta capacidad contributiva, que sea creado de acuerdo al
procedimiento legal (respetando el principio de reserva de la ley y de equidad) con reglas claras
e información adecuada y, por otro lado que el destino de lo recaudado sea eficiente y responda
a las necesidades del pueblo.

En este orden el ITF es un impuesto anti técnico e inconstitucional porque no grava ninguna
capacidad contributiva, es acumulativo e implica múltiples imposiciones frente a un mismo
hecho generador.

Muestra del apresuramiento con el que ha sido tratado el tema de la bancarización e ITF es el
hecho que en menos de dos meses el D. Leg. N° 939 ha sido modificado mediante el D. Leg. N°
946, sobre la vigencia del ITF que lo prorrogó hasta el 1 de marzo del 2004 y; el D. Leg N° 947
que entre otras cosas establece que las cuentas abiertas hasta el día anterior de la fecha de
entrada en vigencia del ITF en las que se depositen remuneraciones o pensiones se considerarán
automáticamente exoneradas, esto es, no habrá necesidad de presentar la declaración jurada a la
que hace referencia el D.S. N° 190-2003-EF.

Ocurre, sin embargo que estas modificaciones aún son desconocidas por muchos, incluso las
empresas del sistema financiero que a la fecha están cobrando el impuesto de las cuentas donde
se depositan remuneraciones que han sido abiertas antes de la entrada en vigencia del ITF.

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