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Prólogo

Contrariamente a la idea generalmente aceptada, el francés


no viene del latín, como tampoco el italiano, el español, el
rumano ni ninguna otra lengua romance proviene del latín. He
aquí el resumen de la tesis que voy a demostrar.

En los primeros siglos de la historia de Roma, dos pueblos, y


por lo tanto dos lenguas, coexistían en el pequeño territorio del
Lacio. Un pueblo hablaba latín y el otro hablaba italiano. Estos
dos pueblos se fusionaron en uno solo. El italiano se convirtió
en la lengua hablada y el latín permaneció como lengua escrita.

De esta manera, desde el siglo II antes de Cristo, los


romanos eran bilingües: utilizaban el italiano como lengua
hablada y el latín como lengua escrita, y son estas dos
lenguas las que ellos aportaron a todas las regiones que
conquistaron. Luego de la conquista romana, en Italia, en
Francia, en España y en Rumania, los pueblos abandonaron sus
lenguas respectivas para adoptar el italiano como lengua
hablada y solamente utilizaron el latìn para escribir, tal como lo
hacían los romanos.

Es verosímil pensar que los romanos llamaran a su lengua


hablada el “romano”. Para evitar cualquier confusión con el uso
que hoy hacemos de este término, voy a llamar a la lengua
hablada por los romanos “italiano antiguo”. Utilizo a propósito
este término ya que los romanos no hablaban un latín
deformado, llamado en ocasiones “latín vulgar” o “bajo latín”,
sino que hablaban sencillamente otra lengua distinta, que no
tiene al latín como origen, y que ya era una forma de italiano.

El bilingüismo lengua hablada-lengua escrita no tiene nada


de excepcional. Poco antes del comienzo de la era cristiana, en
Jerusalén, el hebreo, lengua hablada por los judíos hasta esta
época, cede su lugar al arameo, pero guarda su estatus de lengua
religiosa y literaria. Los judíos de tiempos de Cristo eran
bilingües: hablaban arameo y escribían en hebreo.

Hoy en dia, en los paises árabes se habla el árabe dialectal y


se escribe unicamente en árabe clásico. En la Suiza germánica,
la lengua hablada es el suizo germánico y la lengua escrita es el
alto alemán. En Quebec, la lengua hablada es rica en palabras
provenientes de un vocabulario original, pero el francés
utilizado al escribir sigue siendo perfectamente académico. En
Africa, América y Asia, el bilingüismo lengua hablada-lengua
escrita es una realidad cotidiana. Los diferentes pueblos
continúan utilizando sus lenguas vernáculas y para escribir
utilizan la lengua oficial, generalmente la lengua de los antiguos
colonizadores: el español, el francés, el inglés…

La fuerte divergencia entre el latín y las lenguas romances


constituye objeto de debate desde hace mucho tiempo entre los
latínistas y los lingüistas. En 1940 el lingüista danés Louis
Hjelmslev concluía sus investigaciones con estas palabras: “La
lengua madre que hemos llegado a reconstruir no es el mismo
latín que nos ha sido transmitido por la literatura”. En 1953, el
lingüista francés Jean Perrot observa de igual manera que la
lengua madre que ha reconstruido a partir de las diferentes
lenguas romances “no corresponde al estado del latín que
conocemos”. Uno y otro descubren una lengua madre muy
diferente del latín pero no se atreven a alejarse del dogma y
afirmar que, en lugar de “otro latín”, se trata simple y
llanamente de “otra lengua”.

En 1985 el gran latínista Jozsef Herman lo reconocía en el


congreso internacional de lingüística y filología romanas,
delante de un auditorio de letrados venidos del mundo entero:
“Nosotros los romanistas, junto con los historiadores de la
lengua latína, somos casi los únicos en saber que, en lo que
concierne al proceso mismo de transformación del latín en
lengua romance, tenemos mas hipótesis y controversias que
certezas […]”.

A finales del siglo XX, mientras más avanzaban las


investigaciones, menos se ponían de acuerdo los investigadores
en lo que respecta a una explicación acerca de la transformación
2
del latín en las lenguas romances. Las dificultades provienen del
hecho de que los investigadores se encuentran prisioneros del
dogma según el cual las lenguas romances provendrían del latín
y se las ingenian para encontrar explicaciones a todas las
supuestas transformaciones del latín. Tratan, por tanto, de
explicar la desaparición de las declinaciones, del género neutro,
de los verbos deponentes, de los adjetivos verbales, y la
aparición de los artículos, del pasado perfecto, del
condicional… sin lograrlo.

Antoine Meillet, el célebre lingüista francés de comienzos


del siglo XX, no aporta sino demostraciones parciales y
conclusiones infundadas que ocultan mal sus fórmulas
perentorias: “Las innovaciones comunes resultan del hecho de
que un mecanismo delicado y complejo fue manejado por gente
nueva de todo tipo”1 ¿Cómo es posible que personas
provenientes de diferentes horizontes pudiesen provocar las
mismas innovaciones lingüísticas? Allí se encuentra un misterio
sorprendente. Para Antoine Meillet, la segunda gran explicación
reside en el hecho de que el pueblo preferiría la simplicidad: “El
deponente es el tipo de complicación inútil en la lengua”. El
pueblo, por tanto, se habría deshecho del deponente. Un poco
mas lejos afirma: “Al abandonar el neutro, el romano se
desembarazó de una categoría lingüística que no significaba ya
nada desde hacía mucho tiempo”.

En cuanto al pueblo griego, ellos han mantenido el neutro, lo


mismo que los alemanes y los rusos. Antoine Meillet tiene leyes
de geometría variable.

Una de dos cosas: o bien permanecemos en el lirismo de


Littré que exclamaba en la introduccion de su diccionario:
«Para gran sorpresa del erudito, las mutaciones se efectuaron
como si un concierto preparado de antemano las hubiese
determinado”2, o bien tratamos de realizar un análisis riguroso y
un poco mas científico.

1
Antoine Meillet, Esquisse d’une histoire de la langue latíne, 1928. Librairie
Klincksieck.
2
Emile Littré, Dictionnaire de la langue française, Librairie Hachette, 1870.
3
¿Cuáles son las principales objeciones que podemos hacer a
la teoría del origen latíno de las lenguas romances?

– ¿Cómo pudo producirse la desaparición de las mismas


formas gramaticales en todas las lenguas romances?

– ¿Cómo pudo producirse la aparición de las mismas


formas gramaticales en todas las lenguas romances?

– ¿Cómo explicar la desaparicion de las mismas


palabras latinas y la aparición des las mismas
palabras no latinas en todas las lenguas romances?

– ¿Cómo explicar la desaparición de los adjetivos, de los


adverbios, de los verbos latinos más corrientes en todas
las lenguas romanas?

– ¿Cómo explicar que tal transformación se haya hecho


en poco menos de cuatro siglos, desde la desaparición
del Imperio romano hacia el año 450 después de Cristo
hasta la aparición de la lengua romana mencionada en
el Concilio de Tours, en el año 813, cuando la
estabilidad de las lenguas parecer ser una ley general?
Antoine Meillet, sin embargo, pone en evidencia varias
veces esta característica de las lenguas en su libro
acerca de la historia de la lengua latína: “lengua de un
gran imperio, el latín mantuvo estabilidad por unos 800
años”1. Después de 8 siglos de estabilidad, la lengua
habría mutado de un golpe a una velocidad vertiginosa
al punto de convertirse en algo completamente
irreconocible.

Antoine Meillet sí siente que hay allí una curiosidad única


del latín, y se las ingenia para encontrar explicaciones a la
estabilidad de ciertas lenguas, como lo hace con el turco. “El
turco de hoy es el turco de hace mil años, la esquematización
rígida de la lengua la preservó de cambios”. ¿Existirá una ley
que explique la preservación de las lenguas por medio del
esquematismo? Antoine Meillet destaca igualmente que “la

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Op. cit.
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estructura del árabe de hoy es aún semejante a la de las
lenguas semíticas de hace tres mil años”. Y el que conoce el
griego antiguo y el griego moderno no puede sino sorprenderse
delante de la asombrosa continuidad del vocabulario y de la
gramática griegas a lo largo de dos mil quinientos años. En
efecto, las lenguas son predominantemente estables. Entonces
¿por qué una transformación del latín – ¡y qué transformación!
– en el transcurso de solamente cuatro siglos?

¿Por qué la lengua latína se inmoviliza, por qué las lenguas


romances se asemejan todas entre ellas y son tan distintas del
latín?

Haremos una revisión de todas estas preguntas y voy a


esforzarme en realizar una demostración accesible a los no
especialistas. Es necesario, sin embargo, mi estimado lector,
que usted esté consciente de dos grandes escollos:

En primer lugar, usted no puede escapar al peso del dogma,


y le vendrà a la mente sin cesar la misma pregunta: “Pero,
¿cómo es posible que todas las universidades, de todos los
países, enseñen el origen latino de las lenguas romanas? ¿Es
posible acaso que estén equivocados desde hace tanto tiempo y
de manera tan seguida? ¿Y por qué seria un aficionado el que
realice este descubrimiento, y no un erudito universitario?”.

Precisamente, no creo que un ministro del templo pudiese, al


mismo tiempo, cuestionar el dogma y la tradición. Vean cómo
se autocensuran los lingüistas Jean Perrot y Louis Hjelmslev. Se
detienen a mitad de la travesia. No sea timorato. Atrévase a ir
hasta el extremo de la logica, cualesquiera que sean sus
convicciones anteriores.

El segundo escollo viene de lo que un analisis superficial


puede hacer creer: que el latín y las lenguas romances tienen
muchos puntos comunes. ¿No querría decir eso que las
segundas se engendraron a partir del primero? El alemán y el
inglés, lenguas germánicas ambas, son bastante próximas y, sin
embargo, el inglés no tiene por lengua madre al alemán; lo
mismo ocurre con el ruso y el polaco, por ejemplo.

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Los numerosos puntos comunes al latín y a las lenguas
romances provienen de su origen común, el indoeuropeo. A esto
se agregan los efectos de una coexistencia de casi 20 siglos
entre las lenguas romances habladas y el latín como lengua
escrita, al punto de que numerosas palabras romances han sido
tomadas del latín.

Finalmente, la creencia ciega en un origen latíno de las


lenguas romances ha conducido a los etimologistas franceses a
inventar un origen latíno a casi toda palabra. Todos los
procedimientos, desde los más ingeniosos hasta los más
deshonestos, se ponen al servicio de demostrar una pretendida
filiación, sin ninguna regla científica. Demostraré que el origen
indoeuropeo aparece con frecuencia con mucha mayor
evidencia, y que es posible imaginar etimologías más
racionales. Con seguridad, ustedes deben haber oído miles de
veces que la palabra TRABAJO viene del latín “tripalium”
(instrumento de tortura), que la palabra ESCLAVO viene de
“slavus” (eslavo), o que la palabra FORESTAL viene de
“forestis” (exterior). Estas etimologías son infundadas, pero
ellas reafirman la idea de un origen latíno de las lenguas
romances cuando no es otra cosa que el resultado de nuestras
divagaciones erróneas.

Aquí imagino igualmente su perplejidad. ¿Cómo —me dirá


usted— es que toda nuestra etimología es falsa y cuáles son sus
títulos para permitirse un cuestionamiento semejante? Ya lo he
dicho: no soy hombre del templo. Simplemente, desde hace
años he estudiado lingüística y numerosas lenguas, y he
descubierto que existía otro camino posible.

Permítame citar a Buda: “No crean en algo simplemente de


oidas. No den fe a las tradiciones únicamente porque han sido
honradas después de numerosas generaciones. No crean en
algo simplemente a partir del testimonio de un sabio de la
Antigüedad. No crean en algo porque las probabilidades
jueguen a su favor o porque la costumbre nos empuje a tomarlo
como cierto. No crean en nada basándose únicamente en la
única autoridad de sus maestros o sacerdotes”.

6
Es este precepto el que Copérnico aplicó para considerar otra
visión del mundo.

Deshágase de sus ideas preconcebidas, no se ponga en


manos de los especialistas, juzgue por usted mismo.

Presento a continuación los dos esquemas de filiación


de las lenguas romanas. El esquema “antiguo”, el que se
enseña en todas las universidades, y el esquema nuevo, el
que voy a demostrar en este libro.

En el esquema antiguo, la lengua primitiva, se


considera que el indoeuropeo dio origen al latín. Desde la
época romana, el latín evolucionó hacia un bajo latín, el
cual dio nacimiento a las lenguas romances.

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En el nuevo esquema, que voy a demostrar en este
libro, el indoeuropeo habría dado origen al latín, por una
parte, y al italiano antiguo por otra, mucho tiempo antes
de la época romana; luego, el italiano antiguo habría dado
a luz las diferentes lenguas romances, mientras que el
latín no tuvo descendencia.

8
El esquema antiguo

Indo-europeo

Latín
Época
clásico
Romana

Bajo latín

Lenguas romances
(italiano, francés, español, portugués, catalán, rumano…)

9
El nuevo esquema

Indo-europeo 20 000 A.C.

Italiano antiguo Latín Época


Romana

Lenguas Romances
(italiano, francés, español, portugués, catalán, rumano…)

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