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Desde que es recién nacido hasta aproximadamente los 14 años, los niños van
recibiendo vacunas como la de la hepatitis A, tuberculosis meníngea, varicela, el
sarampión, la difteria, la del polio, la de la gripe y la vacuna contra el Virus del
Papiloma Humano. Todas ellas con la intención de prevenir no solo la enfermedad
sino el contagio entre los niños.
Es bastante claro que las vacunas infantiles son convenientes tanto para su salud,
como para la salud de los demás niños. Teniendo en cuenta que el riesgo de
contagio es alto sobre todo en temporada escolar, las vacunas actúan a modo de
prevención de lo que podría llegar a ser una epidemia.
Generalmente, los síntomas que se presentan son dolor, fiebre, hinchazón, un leve
enrojecimiento donde fue el pinchazo e irritabilidad. Estos efectos secundarios no
deben durar más de dos días; si es así, consulta lo más pronto posible con tu pediatra.
Científicos han podido comprobar que los bebés que son alimentados exclusivamente
con leche materna tienen menos fiebre después de la vacunación que los que reciben
lactancia mixta o artificial. Esto no solo se debe a las características nutricionales de
la leche materna, sino también al efecto protector, la tranquilidad y el bienestar que
les aporta la lactancia materna.
Los lactantes muy pequeños no deben recibir ningún medicamento, pero, para el caso
de los lactantes mayores o niños, consulte al médico para saber qué medicamento y
qué dosis son los indicados.
Tampoco podemos obviar que las vacunas pueden provocar algunas reacciones y
que pueden tener efectos secundarios. Conviene observar al niño por si siente algún
malestar después de la vacuna. Estas son las reacciones más frecuentes que pueden
provocar las vacunas infantiles:
Una de las dudas de algunos padres es si una vez el bebé ya ha sido vacunado está
protegido de todas las enfermedades por las que ha sido vacunado. Las vacunas no
son infalibles y aun cuando un bebé está vacunado de todas las dosis de una
vacuna cabe la posibilidad de que contraiga esa enfermedad igualmente. Esto
depende de su sistema inmune, de la cantidad de dosis de una vacuna que lleva (a
los dos meses se le ponen 7 vacunas, pero las 7 deben volver a repetirse más
adelante para que el bebé obtenga más defensas hacia esos mismos 7 virus) y
depende también de la cobertura vacunal, es decir, el porcentaje de población que
esta vacunada. Cuanto más elevada es, mejor. Si una vacuna tiene una cobertura
vacunal del 90% o más el riesgo que corren tanto los vacunados como los no
vacunados es muy bajo.