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POEMAS CORTOS

MI CARA
En mi cara redondita
tengo ojos y nariz,
y también una boquita
para hablar y para reír.

Con mis ojos veo todo,


con la nariz hago achís,
con mi boca como como
palomitas de maíz

DE OLA EN OLA

De ola en ola,
de rama en rama,
el viento silba
cada mañana.

De sol a sol,
de luna a luna,
la madre mece,
mece la cuna.

Esté en la playa
o esté en el puerto,
la barca mía
la lleva el viento

LA VACA LLORONA

La vaca está triste,


muge lastimera,
ni duerme, ni bebe
ni pasta en la hierba.

La vaca está triste,


porque a su chotito
se lo han llevado
los carniceros
al mercado.
Está tan delgada,
la vaca de Elena,
que en vez de dar leche,
da pena.

EL AVE

El ave
para cantar
piensa en el mar.
Está enamorada la luna
de la canción encantada
del ave sobre mi cuna...
cuida mis sueños un hada.

Mi ave
es melodía
de cada día.

LA POETA

La poeta se casó con el poeto


Y en vez de tener un niño
Tuvieron un soneto.

LA LUNA ALTA

Quién subiera tan alto


como la luna
para ver las estrellas
una por una.
Y elegir entre todas
la más bonita
para alumbrar el cuarto
de la abuelita

BALLENA ELENA
La ballena Elena
es gorda y es buena
nada por los mares
como una sirena
LA PRIMAVERA

La mariposa se posa,
se posa en la flor.
¡Alegrate mariposa
la primavera llegó!
LA SEMILLA

Una semilla
se puso a decir
que no crecería
para ser feliz.
Pensando, pensando
el tiempo pasó:
quería ser roble
pero no creció.
Mientras sus hermanos
con solo soñar
un día fundaron
un alegre maizal.

El caracol

Ay, caracol, caracol


ya no tomes sol
Ay caracol, caracol
escóndete en la col,
porque viene el caracolero
a robarte el caminto,
que mijas con luz de enero
Manolito El caracol

Manolito el caracol, sale solo si hace sol,


pues no le gusta ni un pelo
que llueva del cielo.

¡Chiqui-chiqui, chiqui-chá!

Cuando me cortan el pelo


las tijeras de mamá
van diciendo en su aleteo:
¡Chiqui-chiqui, chiqui-chá!

Vuelan ellas, vienen, van


Pero siempre cuchichean
¡Chiqui-chiqui, chiqui-chá!

Cuando me cortan el pelo


las tijeras de mamá
Hablan más de lo que cortan
¡Chiqui-chiqui, chiqui-chá!

Te quiero mucho

Mi gato es hermoso,
De un color maravilloso.

De él yo estoy muy orgulloso,


porque es bueno y cariñoso.

Y además es muy gracioso,


Este gato tan curioso.

Gato guapo y muy armonioso,


¡Te quiero mucho, precioso

Y sólo una mamá


Millones de estrellas en el cielo,

Millones de pájaros en los árboles,

Millones de flores en el jardín,

Miles de abejas en las flores,

Millones de granos de arena en la playa,

Millones de peces en el mar,

Y sólo, sólo una mamá.

Las ardillas y las nubes

Entre las piedras curiosas

van saltando las ardillas,

junto a la orilla del mar

lo pasan de maravilla.

Las nubes desde muy alto,

las miran con mucha envidia,

quisieran poder bajar

y unirse al juego algún día.


RIMAS

Mi Mamá me lleva al colegio

donde aprendo con mis amiguitos

las clases, música y los arpegios,

Ya en casa comemos todos juntitos

y en la noche, irnos a la camita abrigaditos

Nuestro amigo Caruzo

es un payaso, y cuando está feliz

se le cae la nariz

Treinta días trae septiembre

con abril junio y noviembre.

De veintiocho sólo hay uno.

Y los demás treinta y uno

Caballito blanco llévame de aquí,

llévame a la tierra donde yo nací.

Caballito blanco dime la verdad.

Yo te la diré si vienes aquí


El Sapo
Sapo, sapito, sapón
ya se asomó el chaparrón
canta, canta tu canción
sapo, sapito, sapón

El Pato
Pato, patito
cua, cua, cua
abre el piquito
cua, cua, cua

Paloma Bumbuna
Paloma bumbuna
llévame a tu cuna
dame de comer
semillas de tuna

Un Pajarito
Un pajarito
me dijo al oído
pío, pío, pío
tengo mucho frío

Los meses

Treinta días trae septiembre

con abril, junio y noviembre.

De veintiocho sólo hay uno.


Y los demás treinta y uno.

Las ovejitas

Tengo, tengo, tengo,

tú no tienes nada

tengo tres ovejas

en una cabaña.

Una me da leche,

otra me da lana,

otra me mantiene

toda la semana.

Cinco deditos

Uno es el dedito que apunta al sol.

Dos son los cuernos del caracol.

Tres son las patas del banco fuerte.

Cuatro son los árboles rodeando la fuente.

Cinco ratones muy asustados,

O cinco soldados muy bien formados.

Pinocho
A la vuelta de la esquina
Me encontré con Don Pinocho
Y me dijo que contara hasta ocho
Pin una, pin dos, pin tres, pin cuatro
Pin cinco, pin seis, pin siete y pin ocho

De tín marín
De-tín marín de-dó pin-güé
Cúcara mácara títere fue
Yo no fui, fue Teté
Pégale, pégale que ella fue.

Un gatito amoroso

de puro goloso

enfermo amaneció

y casi se murió.

Su mamá le dijo:

"eres un goloso,

gatito amoroso,

te daré un remedio

para que salgas del medio".

El gatito goloso

no fue mentiroso

y a su mamá

la verdad le contó.

Me comí 10 lauchitas,

pero chiquititas.
imas

*Por una mirada, un mundo,


por una sonrisa, un cielo,
por un beso… ¡yo no sé
que te diera por un beso

Adivinanzas

1. Tengo agujas pero no sé coser, tengo números pero no sé leer, las horas te doy,
¿Sabes quién soy? Respuesta: El reloj.
2. Blanca por dentro, verde por fuera. Si no sabes, espera. ¿Qué es? Respuesta: La
pera.
3. Antes huevecito, después capullito y más tarde volaré como un pajarito. ¿Sabes
quién soy? Respuesta: La mariposa.
4. Soy bonito por delante y algo feo por detrás, me transformo a cada instante ya que
imito a los demás. ¿Sabes quién soy? Respuesta: El espejo.
5. Oro parece, plata no es. Abran las cortinas y verán lo que es. Respuesta: El plátano.
6. Sal al campo por las noches si me quieres conocer, soy señor de grandes ojos, cara
seria y gran saber. ¿Quién soy? Respuesta: El búho.
7. Cabeza de hierro, cuerpo de madera, si te piso un dedo, ¡menudo grito pegas! ¿Qué
es? Respuesta: El martillo.
8. Canto en la orilla, vivo en el agua, no soy pescado y tampoco cigarra. Respuesta: La
rana.
9. Me llegan las cartas y no sé leer y, aunque me las trago, no mancho el papel. ¿Qué
es? Respuesta: El buzón.
10. En tus manos limpio, en tus ventanas sucio. Si sucio, me ponen limpio, y si limpio,
me ponen sucio. ¿Qué es? Respuesta: El pañuelo.
11. ¿Qué cosa es? ¿Qué cosa es? Que corre mucho y no tiene pies. Respuesta: El viento.
12. Te la digo, te la digo, te la vuelvo a repetir, te la digo veinte veces y no me la sabes
decir. ¿Qué es? Respuesta: La tela.
13. Si soy joven, joven quedo. Si soy viejo, viejo quedo. Tengo boca y no te hablo.
Tengo ojos y no te veo. ¿Quién soy? Respuesta: El retrato.
14. Soy ave y soy llana, pero no tengo pico ni alas. ¿Sabes quién soy? Respuesta: La
avellana.
15. Blanco es, la gallina lo pone, con aceite de fríe y con pan se come. ¿Qué cosa es?
Respuesta: El huevo.

Uva

Si la dejamos se pasa;
si la vendemos se pesa;
si se hace vino se pisa;
si la dejamos se posa.

Palmera

Alta como un pino,


verde como un lino,
con las hojas anchas
y el fruto amarillo.

Subibaja

Cuando yo subo, tú bajas;


si tú subes, bajo yo;
a la misma altura nunca
podemos estar los dos.
Cro-cro cantaba la rana

Cro-cro cantaba la rana,


cro-cro debajo del agua,
cro-cro pasó un caballero,
cro-cro con capa y sombrero,
cro-cro pasó una criada
cro-cro vendiendo ensalada

Marinero

Marinero que se fue a la mar y mar y mar,

Para ver que podía ver y ver y ver y

Lo único que pudo ver y ver y ver,

Fue el fondo de la mar y mar y mar.


El que se fue a Sevilla perdió su silla

El que se fue a Sevilla

Perdió su silla,

El que se fue a León

Perdió su sillón

El que se fue a la Villa perdió su silla (variación del


anterior)

El que fue a la Villa perdió su silla.

El que regresó se la quitó.

Grillo grillo

Grillo, grillo

quien se lo encuentre,

para su bolsillo.

Si este libro se perdiese

Si este libro se perdiese,


como suele suceder,

yo me llamo chocolate,

primo hermano del café.

Retahílas para contar:

a gallina Francolina

La gallina Francolina

puso un huevo en la cocina.

puso uno, puso dos,

puso tres, puso cuatro,

puso cinco, puso seis,

puso siete, puso ocho,

puso un pan de bizcocho.

A la vuelta de mi casa

A la vuelta de mi casa,

Me encontré con Pinocho,


Y me dijo que contara

hasta ocho.

Pin, uno, pin, dos,

pin, tres, pin, cuatro,

pin, cinco, pin, seis,

pin, siete, pin, ocho…

En la casa de Renato

En la casa de Renato

todos cuentan hasta cuatro:

uno, dos, tres y cuatro.

Todos cuentan hasta cinco

en la casa de Francisco:

uno, dos, tres, cuatro y cinco.

inco pollitos

Cinco pollitos
tiene mi tía,

uno le salta,

otro le pía

y otro le canta

la sinfonía

l que come y no convida

El que come y no convida

tiene un sapo en la barriga.

Yo comí y le convidé

y el sapito lo tiene usted.

n un plato de ensalada

En un plato de ensalada

Comen todos a la vez

Y jugando a la baraja

Tin Marín de dos pingüé


Cúcara mácara títere fue

Alza la pata caballo blanco

Y mira a ver quién fue

Manzana, manzana, manzana podrida,

Uno, dos, tres y salida.

El gato con botas


20 de febrero del 2018 Otros cuentos No hay comentarios

Érase una vez en la capital de Madrid, España un molinero que era


pobre, un día fallece y deja de herencia a sus hijos solo un gato y un
flacucho asno, en medio de la repartición de la herencia el molino se fue
dejado al hijo mayor, el asno para el segundo y para el menor de todos
los gatos. El menor de los hijos se sintió muy lamentado por lo que le
había tocado, el mismo se decía “ahora ¿Qué hare? Solo me dieron un
gato”.

El gato con botas al ver esto le dice con entusiasmo al hijo ...

Caperucita Roja
27 de febrero del 2018 Otros cuentos No hay comentarios
Érase una vez en un lejano pueblo una pequeña niña que tenía una
abuelita muy bonita y dulce, esta niña quería y amaba mucho a su
abuela y su madre, esta niña era muy colaboradora y le gustaba mucho
ayudar en todos los quehaceres de la casa, nunca fallaba en ayudar a su
madre y su abuela.

Como la niña era tan buena con su madre y abuela, ellas decidieron
hacerle un gran regalo, su abuelita le tejió una linda caperuza roja
debido a que la niña estaba de cumpleaños.

EL MUÑECO DE NIEVE
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Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad,


salieron de casa y empezaron a corretear por la blanca y
mullida alfombra recién formada.

La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus


manitas hábiles, se entrego a la tarea de moldearla.
Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado
tener se dijo.

Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón


y un botón rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada
con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable
compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le
hablaba, le mimaba...

Pero pronto los días empezaron a ser mas largos y los


rayos de sol mas calidos... El muñeco se fundió sin dejar
mas rastro de su existencia que un charquito con dos
carbones y un botón rojo. La niña lloro con desconsuelo.

Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su


invierno, le dijo dulcemente: Seca tus lagrimas, bonita, por
que acabas de recibir una gran lección: ahora ya sabes que
no debe ponerse el corazón en cosas perecederas

El ataque de los huevos duros

Supermandona y Supercanijo eran hijos del famoso Superhéroe Supermelocomotodo.


A Supermandona y Supercanijo les encantaba el desayuno de los sábados:
¡Un exquisito Superhuevo frito!
Pero un sábado pasó algo horrible...
Su padre no les preparó el Superhuevo frito de siempre, sino un Superhuevo duro.
-¡Superhuevo duro noooo! -se quejó Supermandona-. ¡Es superasqueroso!
-¡Puaj! ¡Esto no hay quien se lo coma! -añadió Supercanijo con cara de asco.
-Me voy a leer un rato -dijo su padre, supermelocomotodo-. Cuando vuelva, espero
que os hayáis comido los Superhuevos duros, ¿estamos?
Los dos superniños se quedaron mirando los huvos duros que había en sus platos.
-¡Sois Superrepugnantes! -les dijo Supermandona.
De repente, uno de los Superhuevos duros le contestó:
-Si yo tuviese boca, ¡me comería todas las cosas de vuestro mundo!

-Ah, ¿sí? ¡A ver si te atreves!


-axclamó Supercanijo.
Como los dos Superniños tenían Superpoderes, hicieron:
¡Superzasssssssssssssss!
Y a los Superhuevos duros les salieron bocas tremendas con Superdientes
y todo.-¡Yo me como este plato! -dijo uno, encantado.
-¡Y yo este vaso! -dijo el otro-. Está un poco duro, ¡pero nos gusta comes
de todo!, no como a vosotros, que odiáis los huevos duros...
-añadió con mucho rintintín.
Los dos Superhuevos duros habían crecido un poquito....
-¡Este florero está riquísimo! -dijo uno de los Superhuvos duros.
-¡Pues esta botella está aún mejor! -dijo el otro.
Los dos Superhuevos duros no paraban de comer y seguían creciendo.....
¡Ya eran del tamañano de un perro!

-Esta mesa tampoco está mal...


-¡Prueba esta silla!
-¡La nevera estaba de primera!
Los dos Superhuevos duros crecían y crecían....
¡Ya eran más grandes que los Superniños!
Los dos Superhuevos duros salieron al jardín, y mientras uno se comía un
árbol, el otro dijo: -¡Seguro que la carne de Superniño está más blandita
que todo lo que nos hemos zampado!
-¡Es verdad! -dijo el Superhuevo duro más gordo, que ya era del tamaño
de una casa-. ¡Yo me pido al pequeño, que parece más tierno!
Los dos Superhuevos duros abrieron sus bocazas....
¡Y los dos Superniños, desesperados, por fin empezaron a comérselos!
-¿Por qué no nos los comimos cuando eran pequeños? -gimio Supercanijo estre
superbocado y superbocado.
Y Supermandona replicó:
-¡Tú como y calla!

Cuento sobre la enuresis infantil

Después de investigar durante semanas, el astronauta descubrió un invento que ayudaba a


los niños de Planeta Seco a luchar contra el pis: el Desactivador de pis.
El astronauta, emocionado por el descubrimiento, preguntó si se lo podría llevar a la Tierra.
- Te puedes llevar una copia, pero no el original porque el Desactivador original sólo
funciona en el Planeta Seco.
Te haremos una copia para que lo puedas llevar al planeta Tierra y usarla en los niños
terrícolas, le dijeron los habitantes de Planeta Seco.
El astronauta se puso muy contento, y unos días después se marchó en su cohete llevando el
invento a la Tierra

Desde entonces, el Desactivador de pis va pasando de casa en casa para ayudar a los niños
con enuresis.
FIN
Volver al INDICE de cuentos para niños con enuresis.

COMO SE HIZO LA LLUVIA

Cuentan que hace mucho, muchísimo tiempo, una gota de agua se cansó de estar en el
mismo lugar, y quiso navegar por los aires como los pájaros, para conocer el mundo y
visitar otras tierras.

Tanto fue el deseo de la gotica de agua, que un día le pidió al Sol que le ayudara: “Astro
rey, ayúdame a elevarme hasta el cielo para conocer mejor el mundo”. Y así lo hizo el Sol.
Calentó la gotica con sus rayos, hasta que poco a poco, se fue convirtiendo en un vapor de
agua. Cuando se quedó como un gas, la gotica de agua se elevó al cielo lentamente.

Desde arriba, pudo ver el lugar donde vivía, incluso más allá, puedo ver otros rincones del
mundo, otros mares y otras montañas. Anduvo un tiempo la gotica de agua allá en lo alto.
Visitó lugares desconocidos, hizo amistades con los pájaros y de vez en cuando algún
viento la ponía a danzar por todo el cielo azul.

Sin embargo, a los pocos días, la gotica comenzó a sentirse sola. A pesar de contar con la
compañía de los pájaros, y la belleza de la tierra vista desde lo alto, nuestra amiga quiso
que otras goticas de agua le acompañaran en su aventura, así que decidió bajar a buscarlas y
compartir con ellas todo lo que había vivido.

“Viento, ayúdame a bajar del cielo para ir a buscar a mis amigas” Y el viento así lo hizo.
Sopló y sopló un aire frío que congeló la gotica hasta volverse más pesada que el aire, tan
pesada, que pronto comenzó a descender desde las alturas.

Al aterrizar en la tierra, lo hizo sobre un campo de trigo, donde había muchas goticas que
recién despertaban hechas rocío mañanero. “Queridas amigas, acompáñenme hasta el cielo”
gritó la gotica y todas estuvieron de acuerdo. Entonces, el Sol las elevó hasta lo alto donde
se convirtieron en una hermosa nube, pero al pasar el tiempo, las goticas quisieron bajar
nuevamente a contarles a otras goticas sobre lo que habían visto.

Y desde entonces, siempre que llueve, significa que cada gota de agua ha venido a buscar a
su amiga para jugar y bailar en el cielo

El niño que manipulaba el clima


Cristian era un niño que vivía en las nubes, literalmente. El era el encargado de observar desde
arriba el comportamiento de la gente, esto con el fin de alterar el clima a su favor. Siempre que
veía una persona jugando con agua, Cristian lloraba y lloraba para que abajo, en la tierra, se
formara una cortina de lluvia lo suficientemente sutil como para que se pudiera jugar a gusto con
ella. Cuando veía que la gente abajo era triste, el encontraba la forma de ponerse feliz enseguida y
esto provocaba un día soleado, con pocas nubes y un cielo adornado con arcoíris.

Solo había una cosa que a Cristian no lo inspiraba favorecer: el amor. Cada vez que veía a una
pareja enamorada, en seguida se dedicaba a manipular el clima en su contra, de tal manera que
siempre le estropeaba el día a cada pareja que veía; su hermana menor desaprobaba su conducta,
pero no podía hacer nada porque el que estaba a cargo del clima era Cristian

El hecho era obvio: Cristian no creía en el amor, hasta que un día la vio: columpiándose en el
parque la niña más bonita que había visto en toda su vida, con su cabello rizado hasta la espalda,
con ojos dulces que reflejaban alegría y una sonrisa que contagiaba hasta al más desdichado del
mundo. Cristian se quedo boquiabierto y cuando la niña comenzó a caminar hacia su casa, el la
siguió, saltando entre las nubes sin cuidado, pasándose de una a otra con rapidez para no perderla
de vista, su alegría se reflejaba en el cielo azul y soleado. Poco a poco las nubes fueron despejando
el cielo y Cristian intentó saltar a una que estaba desapareciendo, lo que provocó que cayera a la
tierra inconsciente.

Cuando despertó, vio ante el los ojos más bonitos que había visto: era la pequeña de la que se
había enamorado ella curó sus heridas y le ofreció comida, su familia era muy bondadosa, por lo
que le permitió quedarse en su casa al saber que Cristian no recordaba quien era. Una noche tuvo
un sueño muy raro: Una alegre niña le decía que era su hermana, y que ella era la que estaría a
cargo de manipular el clima. Cristian creció y se casó con Dania, la niña de la que se había
enamorado vivieron felices por siempre, disfrutando del buen clima que, sin saber, su hermana le
ofrecía.
Muñeco de madera
No había nada que Eliseo deseara con más intensidad que ese muñeco de madera de brazos livianos; parecía
tener la habilidad de volar, porque al sus brazos rozaban el aire con una elegancia que el niño sentía que en
cualquier momento podría encontrarlo flotando en el aire como un barrilete. Cada tarde pasaba por la
juguetería, lo miraba desde la vidriera y observaba su precio. Nunca había visto tanto dinero junto. Sabía que
jamás podría tenerlo. Sin embargo, apoyaba la nariz contra el vidrio, miraba sus ojos y esos brazos y volaba
por un ratito.

Una tarde, el dueño de la juguetería se le acercó y le preguntó por qué siempre se quedaba ahí, inmóvil. El
chico sintió tanta vergüenza que se fue corriendo. Durante unas semanas, aunque sentía profundos deseos de
hacerlo, no apareció por esa calle.

Cuando finalmente ya no pudo más con sus deseos de ver al muñeco, fue a la vidriera cauteloso, intentando
que nadie lo viera. El muñeco de madera no estaba. Se quedó un rato, observando cada esquina del
escaparate, anhelando encontrárselo en una esquina sin poder calmar esa tristeza. Durante toda la semana fue
hasta la juguetería. La ida desde su casa era amarilla, iluminada por la esperanza de encontrarse con su
amiguito; pero la vuelta era de un gris oscuro intenso, ya no volaba su imaginación, solamente sentía tristeza
y desánimo.

Pasó el tiempo y lentamente Eliseo fue olvidándose de esa extraña fascinación. Muchos años más tarde,
pasaba por casualidad por la juguetería, a cuyo escaparate ya no iban sus ojos, y al rodear la esquina descubrió
que apoyado en el vidrio había un niño que observaba intensamente un muñeco de madera idéntico al que
amara en su infancia. Entró, saludó al juguetero y compró el juguete. Al salir, el niño había desaparecido. Lo
buscó durante días, deseando darle ese juguete, hasta que finalmente desistió.

Una tarde, al volver del trabajo, sus ojos se toparon con los puntos negros del muñeco de madera; lo miraba
profundamente y lograba llegar a un sitio de su ser al que ni siquiera él se atrevía a mirar: un sitio donde volar
era posible y a donde sólo esas manos de madera podían llevarlo.

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