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MI CARA
En mi cara redondita
tengo ojos y nariz,
y también una boquita
para hablar y para reír.
DE OLA EN OLA
De ola en ola,
de rama en rama,
el viento silba
cada mañana.
De sol a sol,
de luna a luna,
la madre mece,
mece la cuna.
Esté en la playa
o esté en el puerto,
la barca mía
la lleva el viento
LA VACA LLORONA
EL AVE
El ave
para cantar
piensa en el mar.
Está enamorada la luna
de la canción encantada
del ave sobre mi cuna...
cuida mis sueños un hada.
Mi ave
es melodía
de cada día.
LA POETA
LA LUNA ALTA
BALLENA ELENA
La ballena Elena
es gorda y es buena
nada por los mares
como una sirena
LA PRIMAVERA
La mariposa se posa,
se posa en la flor.
¡Alegrate mariposa
la primavera llegó!
LA SEMILLA
Una semilla
se puso a decir
que no crecería
para ser feliz.
Pensando, pensando
el tiempo pasó:
quería ser roble
pero no creció.
Mientras sus hermanos
con solo soñar
un día fundaron
un alegre maizal.
El caracol
¡Chiqui-chiqui, chiqui-chá!
Te quiero mucho
Mi gato es hermoso,
De un color maravilloso.
lo pasan de maravilla.
se le cae la nariz
El Pato
Pato, patito
cua, cua, cua
abre el piquito
cua, cua, cua
Paloma Bumbuna
Paloma bumbuna
llévame a tu cuna
dame de comer
semillas de tuna
Un Pajarito
Un pajarito
me dijo al oído
pío, pío, pío
tengo mucho frío
Los meses
Las ovejitas
tú no tienes nada
en una cabaña.
Una me da leche,
otra me da lana,
otra me mantiene
toda la semana.
Cinco deditos
Pinocho
A la vuelta de la esquina
Me encontré con Don Pinocho
Y me dijo que contara hasta ocho
Pin una, pin dos, pin tres, pin cuatro
Pin cinco, pin seis, pin siete y pin ocho
De tín marín
De-tín marín de-dó pin-güé
Cúcara mácara títere fue
Yo no fui, fue Teté
Pégale, pégale que ella fue.
Un gatito amoroso
de puro goloso
enfermo amaneció
y casi se murió.
Su mamá le dijo:
"eres un goloso,
gatito amoroso,
te daré un remedio
El gatito goloso
no fue mentiroso
y a su mamá
la verdad le contó.
Me comí 10 lauchitas,
pero chiquititas.
imas
Adivinanzas
1. Tengo agujas pero no sé coser, tengo números pero no sé leer, las horas te doy,
¿Sabes quién soy? Respuesta: El reloj.
2. Blanca por dentro, verde por fuera. Si no sabes, espera. ¿Qué es? Respuesta: La
pera.
3. Antes huevecito, después capullito y más tarde volaré como un pajarito. ¿Sabes
quién soy? Respuesta: La mariposa.
4. Soy bonito por delante y algo feo por detrás, me transformo a cada instante ya que
imito a los demás. ¿Sabes quién soy? Respuesta: El espejo.
5. Oro parece, plata no es. Abran las cortinas y verán lo que es. Respuesta: El plátano.
6. Sal al campo por las noches si me quieres conocer, soy señor de grandes ojos, cara
seria y gran saber. ¿Quién soy? Respuesta: El búho.
7. Cabeza de hierro, cuerpo de madera, si te piso un dedo, ¡menudo grito pegas! ¿Qué
es? Respuesta: El martillo.
8. Canto en la orilla, vivo en el agua, no soy pescado y tampoco cigarra. Respuesta: La
rana.
9. Me llegan las cartas y no sé leer y, aunque me las trago, no mancho el papel. ¿Qué
es? Respuesta: El buzón.
10. En tus manos limpio, en tus ventanas sucio. Si sucio, me ponen limpio, y si limpio,
me ponen sucio. ¿Qué es? Respuesta: El pañuelo.
11. ¿Qué cosa es? ¿Qué cosa es? Que corre mucho y no tiene pies. Respuesta: El viento.
12. Te la digo, te la digo, te la vuelvo a repetir, te la digo veinte veces y no me la sabes
decir. ¿Qué es? Respuesta: La tela.
13. Si soy joven, joven quedo. Si soy viejo, viejo quedo. Tengo boca y no te hablo.
Tengo ojos y no te veo. ¿Quién soy? Respuesta: El retrato.
14. Soy ave y soy llana, pero no tengo pico ni alas. ¿Sabes quién soy? Respuesta: La
avellana.
15. Blanco es, la gallina lo pone, con aceite de fríe y con pan se come. ¿Qué cosa es?
Respuesta: El huevo.
Uva
Si la dejamos se pasa;
si la vendemos se pesa;
si se hace vino se pisa;
si la dejamos se posa.
Palmera
Subibaja
Marinero
Perdió su silla,
Perdió su sillón
Grillo grillo
Grillo, grillo
quien se lo encuentre,
para su bolsillo.
yo me llamo chocolate,
a gallina Francolina
La gallina Francolina
A la vuelta de mi casa
A la vuelta de mi casa,
hasta ocho.
En la casa de Renato
En la casa de Renato
en la casa de Francisco:
inco pollitos
Cinco pollitos
tiene mi tía,
uno le salta,
otro le pía
y otro le canta
la sinfonía
Yo comí y le convidé
n un plato de ensalada
En un plato de ensalada
Y jugando a la baraja
El gato con botas al ver esto le dice con entusiasmo al hijo ...
Caperucita Roja
27 de febrero del 2018 Otros cuentos No hay comentarios
Érase una vez en un lejano pueblo una pequeña niña que tenía una
abuelita muy bonita y dulce, esta niña quería y amaba mucho a su
abuela y su madre, esta niña era muy colaboradora y le gustaba mucho
ayudar en todos los quehaceres de la casa, nunca fallaba en ayudar a su
madre y su abuela.
Como la niña era tan buena con su madre y abuela, ellas decidieron
hacerle un gran regalo, su abuelita le tejió una linda caperuza roja
debido a que la niña estaba de cumpleaños.
EL MUÑECO DE NIEVE
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clica aquí para escucharlo
Desde entonces, el Desactivador de pis va pasando de casa en casa para ayudar a los niños
con enuresis.
FIN
Volver al INDICE de cuentos para niños con enuresis.
Cuentan que hace mucho, muchísimo tiempo, una gota de agua se cansó de estar en el
mismo lugar, y quiso navegar por los aires como los pájaros, para conocer el mundo y
visitar otras tierras.
Tanto fue el deseo de la gotica de agua, que un día le pidió al Sol que le ayudara: “Astro
rey, ayúdame a elevarme hasta el cielo para conocer mejor el mundo”. Y así lo hizo el Sol.
Calentó la gotica con sus rayos, hasta que poco a poco, se fue convirtiendo en un vapor de
agua. Cuando se quedó como un gas, la gotica de agua se elevó al cielo lentamente.
Desde arriba, pudo ver el lugar donde vivía, incluso más allá, puedo ver otros rincones del
mundo, otros mares y otras montañas. Anduvo un tiempo la gotica de agua allá en lo alto.
Visitó lugares desconocidos, hizo amistades con los pájaros y de vez en cuando algún
viento la ponía a danzar por todo el cielo azul.
Sin embargo, a los pocos días, la gotica comenzó a sentirse sola. A pesar de contar con la
compañía de los pájaros, y la belleza de la tierra vista desde lo alto, nuestra amiga quiso
que otras goticas de agua le acompañaran en su aventura, así que decidió bajar a buscarlas y
compartir con ellas todo lo que había vivido.
“Viento, ayúdame a bajar del cielo para ir a buscar a mis amigas” Y el viento así lo hizo.
Sopló y sopló un aire frío que congeló la gotica hasta volverse más pesada que el aire, tan
pesada, que pronto comenzó a descender desde las alturas.
Al aterrizar en la tierra, lo hizo sobre un campo de trigo, donde había muchas goticas que
recién despertaban hechas rocío mañanero. “Queridas amigas, acompáñenme hasta el cielo”
gritó la gotica y todas estuvieron de acuerdo. Entonces, el Sol las elevó hasta lo alto donde
se convirtieron en una hermosa nube, pero al pasar el tiempo, las goticas quisieron bajar
nuevamente a contarles a otras goticas sobre lo que habían visto.
Y desde entonces, siempre que llueve, significa que cada gota de agua ha venido a buscar a
su amiga para jugar y bailar en el cielo
Solo había una cosa que a Cristian no lo inspiraba favorecer: el amor. Cada vez que veía a una
pareja enamorada, en seguida se dedicaba a manipular el clima en su contra, de tal manera que
siempre le estropeaba el día a cada pareja que veía; su hermana menor desaprobaba su conducta,
pero no podía hacer nada porque el que estaba a cargo del clima era Cristian
El hecho era obvio: Cristian no creía en el amor, hasta que un día la vio: columpiándose en el
parque la niña más bonita que había visto en toda su vida, con su cabello rizado hasta la espalda,
con ojos dulces que reflejaban alegría y una sonrisa que contagiaba hasta al más desdichado del
mundo. Cristian se quedo boquiabierto y cuando la niña comenzó a caminar hacia su casa, el la
siguió, saltando entre las nubes sin cuidado, pasándose de una a otra con rapidez para no perderla
de vista, su alegría se reflejaba en el cielo azul y soleado. Poco a poco las nubes fueron despejando
el cielo y Cristian intentó saltar a una que estaba desapareciendo, lo que provocó que cayera a la
tierra inconsciente.
Cuando despertó, vio ante el los ojos más bonitos que había visto: era la pequeña de la que se
había enamorado ella curó sus heridas y le ofreció comida, su familia era muy bondadosa, por lo
que le permitió quedarse en su casa al saber que Cristian no recordaba quien era. Una noche tuvo
un sueño muy raro: Una alegre niña le decía que era su hermana, y que ella era la que estaría a
cargo de manipular el clima. Cristian creció y se casó con Dania, la niña de la que se había
enamorado vivieron felices por siempre, disfrutando del buen clima que, sin saber, su hermana le
ofrecía.
Muñeco de madera
No había nada que Eliseo deseara con más intensidad que ese muñeco de madera de brazos livianos; parecía
tener la habilidad de volar, porque al sus brazos rozaban el aire con una elegancia que el niño sentía que en
cualquier momento podría encontrarlo flotando en el aire como un barrilete. Cada tarde pasaba por la
juguetería, lo miraba desde la vidriera y observaba su precio. Nunca había visto tanto dinero junto. Sabía que
jamás podría tenerlo. Sin embargo, apoyaba la nariz contra el vidrio, miraba sus ojos y esos brazos y volaba
por un ratito.
Una tarde, el dueño de la juguetería se le acercó y le preguntó por qué siempre se quedaba ahí, inmóvil. El
chico sintió tanta vergüenza que se fue corriendo. Durante unas semanas, aunque sentía profundos deseos de
hacerlo, no apareció por esa calle.
Cuando finalmente ya no pudo más con sus deseos de ver al muñeco, fue a la vidriera cauteloso, intentando
que nadie lo viera. El muñeco de madera no estaba. Se quedó un rato, observando cada esquina del
escaparate, anhelando encontrárselo en una esquina sin poder calmar esa tristeza. Durante toda la semana fue
hasta la juguetería. La ida desde su casa era amarilla, iluminada por la esperanza de encontrarse con su
amiguito; pero la vuelta era de un gris oscuro intenso, ya no volaba su imaginación, solamente sentía tristeza
y desánimo.
Pasó el tiempo y lentamente Eliseo fue olvidándose de esa extraña fascinación. Muchos años más tarde,
pasaba por casualidad por la juguetería, a cuyo escaparate ya no iban sus ojos, y al rodear la esquina descubrió
que apoyado en el vidrio había un niño que observaba intensamente un muñeco de madera idéntico al que
amara en su infancia. Entró, saludó al juguetero y compró el juguete. Al salir, el niño había desaparecido. Lo
buscó durante días, deseando darle ese juguete, hasta que finalmente desistió.
Una tarde, al volver del trabajo, sus ojos se toparon con los puntos negros del muñeco de madera; lo miraba
profundamente y lograba llegar a un sitio de su ser al que ni siquiera él se atrevía a mirar: un sitio donde volar
era posible y a donde sólo esas manos de madera podían llevarlo.