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Ensayos de un psicoanalista
Donald W. Winnicott
Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1993
INTRODUCCION
Donald Winnicott nació en Plymouth a finales del siglo XIX, en el seno de una
familia acomodada, y concurrió a la Escuela de Leys de Cambridge. Comenzó
sus estudios de medicina en la Universidad de Cambridge, y tras servir en la
marina durante la guerra, los completó en el Hospital St. Bartholomew. A edad
muy temprana obtuvo renombre como médico de niños y desempeñó cargos
honorarios en el Hospital Queen Elizabeth y en el Hospital de Niños de
Paddington Green; hacia la misma época su creciente interés y preocupación
por los problemas emocionales de sus pacientes lo llevó a unirse al grupo de
psicoanalistas que se estaba organizando en Londres bajo la influencia de
Sigmund Freud. Durante la Segunda Guerra Mundial se desempeñó como
asesor psiquiátrico del Proyecto de Albergues para niños evacuados que
funcionó en Oxtordshire. Después de la guerra tomó una participación cada vez
mayor en las actividades de la Sociedad Británica de Psicoanálisis, cuya
presidencia ejerció en dos oportunidades.
En el período de posguerra comenzó a difundir en una serie de libros y
artículos, tanto científicos como de divulgación, sus propias ideas sobre el
desarrollo emocional y la influencia ambiental temprana en la personalidad,
ideas que, sumadas a las de sus contemporáneos, llevaron a que se
identificara dentro del psicoanálisis una escuela de "relaciones objetales"
característicamente británica. Las cualidades más destacadas de Winnicott
fueron su extraordinaria empatía respecto de los niños, su comprensión de las
realidades psicosomáticas basada en la práctica de la pediatría, el don de
comunicar ideas complejas y originales en límpida prosa, y sus vastos y
profundos intereses culturales. Murió en 1971 dejando tras de sí una enorme
cantidad de escritos que aún están siendo asimilados y evaluados por sus
seguidores de todo el mundo.
PREFACIO
Cuando Donald Winnicott murió, en 1971, dejó tras de sí unos ochenta trabajos
inéditos. Muchos otros, que fueron publicados en libros y revistas, son hay
difíciles de conseguir. De ambos conjuntos precede la mayor parte de los
reunidos en este volumen, si bien, a medida que las distintas secciones iban
tomando forma, fuimos añadiendo, para completarlas, unos pocos artículos
tomados de libros del propio Winnicott (los detalles de la publicación original se
hallarán en la sección "Agradecimientos", que viene a continuación de este
prefacio).
Winnicott proyectaba realizar varias compilaciones de sus trabajos con el fin de
publicarlas; de haberlo hecho, probablemente no hubiera elegido y ordenado el
material como lo hicimos nosotros. Somos, pues, responsables por la
selección, y nos complace agradecer a Robert Tod por su ayuda en las etapas
iniciales de esa labor. Deliberadamente redujimos al mínimo la corrección de
los trabajos inéditos, pese a que creemos que probablemente Winnicott los
hubiera pulido antes de entregarlos a la imprenta.
El principio que nos guió en la selección de los trabajos fue la vastedad del
público al que podían incumbir o interesar. Casi todos comenzaron por ser
charlas o conferencias, ya que Winnicott aceptaba con agrado las invitaciones
a hablar ante públicos muy diversos. El resultado es un libro en el que las ideas
y temas se repiten a veces, pero que -así lo esperamos—pone de manifiesto
tanto la profunda convicción de su autor de que la estructura de la sociedad
refleja la naturaleza del individuo y la familia, como su agudo sentimiento de
responsabilidad respecto de la sociedad en que vivía. Esperamos también que,
como el lo hubiera deseado especialmente, su lectura resulte placentera.
Clare Winnicott
Ray Shepherd
Madeleine Davis
Londres, febrero de 1983
Salud y enfermedad
CONSIDERACIONES PRELIMINARES
Desde el punto de vista del desarrollo puede decirse que salud significa una
madurez acorde con la que corresponde a la edad del individuo. El desarrollo
prematuro del yo o la conciencia prematura de sí no es más saludable que la
conciencia tardía. La tendencia a la maduración forma parte de lo que se
hereda. De una manera compleja (que ha sido objeto de muchos estudios), el
desarrollo especialmente al comienzo, depende de una previsión ambiental
suficientemente buena. Un ambiente suficientemente bueno es, podría decirse,
el que favorece las diversas tendencias individuales heredadas de modo tal
que el desarrollo se produce conforme a esas tendencias. Tanto la herencia
como el ambiente son factores externos si se los considera desde el punto de
vista del desarrollo emocional del individuo, es decir, desde el punto de vista de
la psicomorfología. (Más de una vez me he preguntado si con este término
podría evitarse el empleo desmañado de la palabra psicología seguida de la
palabra dinámica).
Resulta útil postular que el ambiente suficientemente bueno comienza con un
alto grado de adaptación a las necesidades individuales del bebé. Por lo
general, la madre puede proveer esa adaptación a causa de que se encuentra
en un estado especial, que yo he denominado de preocupación maternal
primaria. A ese estado se lo conoce también por otros nombres, pero aquí
estoy utilizando mi propio término descriptivo. La adaptación disminuye en
consonancia con la creciente necesidad del bebé de experimentar reacciones a
la frustración. Una madre sana es capaz de diferir su función de fracasar en
adaptarse hasta que el bebé ha adquirido la capacidad de reaccionar con rabia
a sus fracasos en lugar de ser traumatizado por ellos. Un trauma representa la
ruptura de la continuidad de la línea de la existencia del individuo. Sólo en una
continuidad de existir puede el sentido del self, de la propia realidad, el sentido
de ser, llegar a establecerse como rasgo de la personalidad individual.
EL AMBIENTE FACILITADOR
ZONAS EROGENAS
EL INDIVIDUO Y LA SOCIEDAD
Nota:
La asociación psicosomática
Relaciones objetales
RECAPITULACION
Llegados a este punto en el desarrollo del tema, tenemos que asumir la carga
de examinar nuestros términos de referencia. Tenemos que decidir si hemos de
limitar nuestro examen del significado de la salud a las personas que son
saludables desde el comienzo, o ir más allá e incluir también a aquellas que,
portadoras de un germen de mala salud, han sido capaces de salir adelante, en
el sentido de alcanzar finalmente un estado de salud al que no les era posible
acceder fácil y naturalmente. Creo que debemos incluir esta última categoría.
Explicaré brevemente lo que quiero decir.
Considero útil dividir el universo de personas en dos clases. Están aquellas que
nunca fueron "abandonadas" cuando eran bebés y que, en este sentido, tienen
buenas probabilidades de disfrutar de la vida y del vivir. También están aquellas
que tuvieron una experiencia traumática del tipo que resulta del abandono
ambiental y que deben cargar durante toda su vida con el recuerdo (o el
material para el recuerdo) del estado en que se encontraban en los momentos
del desastre. Probablemente se enfrentarán con tensiones y ansiedad, y quizá
también con la enfermedad.
Reconocemos que existen otras que no mantienen la tendencia hacia el
desarrollo saludable y cuyas defensas están rígidamente organizadas; esa
rigidez garantiza por sí sola que no progresarán. No podemos ampliar el
significado de la palabra salud de modo que abarque también esa situación.
Hay, sin embargo, un grupo intermedio. En una exposición más completo de la
psicomorfología de la salud incluiríamos a aquellos que han tenido experiencias
de angustia impensable o arcaica y cuyas defensas los protegen más o menos
exitosamente contra el recuerdo de esa angustia, pero que no obstante
aprovechan cualquier oportunidad que se presente para enfermar y sufrir un
colapso a fin de aproximarse a aquello que era impensablemente terrorífico. No
es frecuente que el colapso produzca un efecto terapéutico, pero debemos
reconocer que hay en él un elemento positivo. A veces lleva a una especie de
cura, y entonces la palabra "saIud" vuelve a ser pertinente.
Parece haber una tendencia al desarrollo saludable que subsiste aun en estos
cases, y si las personas que he incluido en la segunda categoría se las
ingenian para dejarla obrar, aunque lo hagan tardíamente, todavía pueden
mejorar. Pueden, entonces, ser incluidas entre las personas sanas.
La huida a la cordura
Verdadero y falso
Omisiones
LA FINALIDAD DE LA VIDA
Mis últimas palabras serán para referirme a las tres vidas que viven las
personas sanas.
1. La vida en el mundo, en la que las relaciones interpersonales son la clave,
incluso en lo que se refiere a la utilización del ambiente no humano.
2. La vida de la realidad psíquica personal (o interior, según se la llama a
veces). Es aquí donde una persona es más rica que otra, más profunda y más
interesante cuando es creativo. Incluye los sueños (o aquello de lo que surge el
material de los sueños).
Ambas son conocidas por ustedes, y es sabido que tanto una como la otra
pueden utilizarse como defensa: el extravertido necesita encontrar fantasía en
la vida, y el introvertido puede volverse independiente, invulnerable, aislado y
socialmente inútil. Pero hay otra área de que la salud humana puede disfrutar,
que es difícil de clasificar para la teoría psicoanalítica:
3. El área de la experiencia cultural.
La experiencia cultural comienza como un juego y conduce al campo total de la
herencia humana, incluyendo las artes, los mitos de la historia, la lenta marcha
del pensamiento filosófico y los misterios de la matemática, del manejo de
grupos y de la religión.
¿Dónde se localiza esta tercera vida de la experiencia cultural? No en la
realidad psíquica personal o interna, ya que no es un sueño sino una parte de
la realidad compartida. Tampoco puede asimilársela a las relaciones externas,
porque está dominada por sueños. Además, es la más variable de las tres
vidas; en algunas personas ansiosas e inquietas casi no está representada,
mientras que para otras es el aspecto importante de la existencia humana, del
que no hay siquiera vestigios en los animales. Porque a esta área
corresponden no sólo el juego y el sentido del humor, sino también toda la
cultura acumulada a lo largo de los últimos cinco o diez mil años. En ella puede
actuar el buen intelecto. Es, sin excepción, un subproducto de la salud.
En mi intento de establecer dónde está localizada la experiencia cultural, he
llegado a esta conclusión provisional: comienza en el espacio potencial entre
un niño y su madre cuando la experiencia le ha enseñado al niño a confiar
profundamente en la madre, en que ella no dejará de estar a su lado cuando de
pronto la necesite.
En esto coincide con Fred Plaut, quien afirma que la confianza es la clave para
que se establezca esta área de experiencia saludable.
Cultura y separación
De este modo puede demostrarse que la salud tiene relación con el vivir, con la
riqueza interior y, aunque de manera diferente, con la capacidad de tener
experiencia cultural.
En otras palabras, en la salud no hay separación, porque en el área de
espacio-tiempo que existe entre el niño y la madre, el niño (y también el adulto)
vive creativamente, recurriendo a los materiales a su alcance, se trate de un
pedazo de madera o de un cuarteto de Beethoven.
Esto es un desarrollo del concepto de fenómenos transicionales.
Aunque podrían decirse muchas otras cosas sobre la salud, espero haber
transmitido la idea de que, para mí, el ser humano es único. La etología no es
suficiente. Los seres humanos tienen instintos y funciones animales, y a veces
se asemejan mucho a los animales. Quizá los leones sean más nobles, más
ágiles los monos, más airosas las gacelas, más sinuosas las serpientes, más
prolíficos los peces y más afortunados los pájaros, ya que pueden volar, pero
los seres humanos en sí mismos no son nada desdeñables, y cuando son lo
bastante sanos tienen experiencias culturales que superan las de cualquier
animal (excepto tal vez las de las ballenas y otras especies afines).
Son los seres humanos los que tienen la posibilidad de destruir el mundo. Si lo
hacen, tal vez muramos en la última explosión atómica sabiendo que todo fue a
causa, no de la salud, sino del miedo; que fue parte del fracaso de la gente
sana y de la sociedad sana en hacerse cargo de sus miembros enfermos.
RESUMEN
DEFINICION DE LA CREATIVIDAD
Cualquiera que sea la definición a que lleguemos, deberá incluir la idea de que
la vida sólo es digna de vivirse cuando la creatividad forma parte de la
experiencia vital del individuo.
Para ser creativo, una persona tiene que existir y sentir que existe, no en forma
de percatamiento consciente, sino como base de su obrar.
La creatividad es, pues, el hacer que surge del ser. Indica que aquel que es,
está viva. El impulso puede estar adormecido, pero cuando la palabra "hacer"
se torna apropiada, entonces ya hay creatividad.
Es posible demostrar que en algunos individuos, en ciertos momentos, las
actividades que indican que están vivos son simples reacciones a un estímulo.
Toda una vida puede ajustarse al modelo de reacciones ante estímulos.
Retírense los estímulos y el individuo no vivirá. Pero en un caso tan extremo, la
palabra "vida" está fuera de lugar.
Para que uno sea y sienta que es, es precise que la actividad motivada
predomine sobre la actividad reactiva.
Esto no depende de la voluntad ni del cambio reiterado del tipo de vida que se
lleva. Las pautas básicas se establecen durante el proceso de maduración
emocional, y los factores más influyentes son los que actúan al comienzo.
Debemos presumir que la mayoría de las personas se encuentran en un punto
más o menos equidistante de los extremos, y que es en esta zona intermedia
donde tenemos la oportunidad de influir en nuestras pautas; y es esa
oportunidad que creemos tener lo que hace que esta especie de análisis tenga
interés y no sea sólo un ejercicio académico. (También pensamos en lo que
podemos hacer como padres y educadores.)
La creatividad es, pues, la conservación durante toda la vida de algo que en
rigor pertenece a la experiencia infantil: la capacidad de crear el mundo. Para el
bebé no es difícil, ya que si la madre es capaz de adaptarse a sus
necesidades, el bebé no comprende al principio que el mundo ya estaba allí
antes de que él fuera concebido. El principio de realidad es el hecho de la
existencia del mundo independientemente de que el bebé lo cree o no.
El principio de realidad es lamentable, pero hacia la época en que se le pide al
niño pequeño que diga "gracias" ya han tenido lugar grandes progresos y el
niño ha adquirido mecanismos mentales genéticamente determinados que le
permiten hacer frente al insulto. Porque el principio de realidad es un insulto.
Describiré algunos de esos mecanismos mentales. En condiciones ambientales
suficientemente buenas, el niño individual (que se convirtió en usted y en mí)
encontró modos de asimilar el insulto. La sumisión, en un extremo, simplifica la
relación con otras personas que, por supuesto, tienen necesidades propias que
atender y una omnipotencia propia que preservar. En el otro extremo, el niño
conserve algo de omnipotencia a través del recurso de ser creativo y de
formarse su propia opinión sobre todas las cosas.
Veamos un ejemplo algo tosco: si una madre tuvo ocho hijos, hubo en realidad
ocho madres. Y no sólo porque su actitud hacia cada uno de sus hijos fue
diferente. Si se hubiera conducido de manera idéntica con todos ellos (y sé que
esto es absurdo, porque no estamos hablando de una máquina), cada hijo la
hubiese visto a través de sus propios ojos individuales.
Gracias a un proceso muy complejo de maduración genéticamente
determinado y a la interacción de la maduración individual con factores
externos que tienden a ser o bien facilitadores o bien desadaptativos e
inductores de reacciones, el niño que se convirtió en usted o en mí adquirió
cierta capacidad de ver todas las cosas de un modo nuevo, de ser creativo en
cada detalle del vivir.
Podría buscar la palabra "creatividad" en el Oxpord English Dictionary e
investigar lo que se ha escrito sobre el tema en filosofía y psicología, y a
continuación servir todo eso en una bandeja. Podría incluso aderezarlo de tal
modo que ustedes exclamaran: "¡Qué original!". Personalmente soy incapaz de
seguir ese plan. Necesito hablar del tema como si nadie antes se hubiera
ocupado de él, con lo que, por supuesto, mis palabras pueden parecer
ridículas. Pero creo que ustedes verán en ello la necesidad que tengo de
asegurarme de que mi tema no terminará por eclipsarme. Establecer las
concordancias entre todo lo que se ha dicho sobre la creatividad me mataría.
Es evidente que para sentirme creativo debo luchar sin pausa, y esto tiene la
desventaja de que para describir una simple palabra como "amor" tengo que
partir de cero. (Tal vez partir de cero sea lo adecuado.) Volveré sobre el tema al
hablar de la diferencia entre la vida creativa y el arte creativo.
Busco la palabra "crear" en un diccionario y encuentro: "traer a la existencia".
Una creación puede ser "un producto de la mente humana". No es seguro que
"creatividad" sea un término aceptable para un erudito. Para mí, vivir
creativamente significa no ser muerto o aniquilado todo el tiempo por la
sumisión o la reacción a lo que nos llega del mundo; significa ver todas las
cosas de un modo nuevo todo el tiempo. Me refiero a la apercepción, que es lo
contrario de la percepción.
ORIGENES DE LA CREATIVIDAD
Tal vez he dejado traslucir lo que pienso acerca del origen de la creatividad. Se
requiere una doble caracterización. La creatividad se relaciona con el estar
viva, de modo que, salvo en períodos de repose, el individuo se proyecta, y si
encuentra un objeto en su camino, puede relacionarse con él. Pero esto es sólo
el cincuenta por ciento. El otro cincuenta por ciento tiene que ver con la idea de
que proyectarse física o mentalmente sólo tiene sentido para alguien que está
allí para ser. Un bebé nacido casi sin cerebro puede tender la mano, hallar un
objeto y usarlo sin que eso constituya una experiencia de vida creativa. Por otra
parte, un bebé normal necesita aumentar su complejidad y convertirse en un
probado "existidor" para experimentar el acto de tender la mano y encontrar un
objeto como un acto creativo.
Vuelvo así a la máxima: el ser precede al hacer. Tiene que haber un desarrollo
del ser detrás del hacer. En tal caso el niño, a su debido tiempo, dominará
incluso sus instintos sin perder el sentido del self. El origen de la creatividad,
por lo tanto, es la tendencia genéticamente determinada del individuo a estar
viva, permanecer viva y relacionarse con los objetos que se interponen en su
camino cuando llega para él el momento de esforzarse por conseguir cosas,
incluso por alcanzar la luna.
CONSERVACION DE LA CREATIVIDAD
Sin duda sería bueno para mí atenerme en esta ocasión a mi especialidad, que
es la psiquiatría infantil y la teoría del desarrollo emocional del niño,
perteneciente esta última al psicoanálisis, y así, en última instancia, a Freud.
En mi propio trabajo sé algunas cosas, tengo idoneidad y he acumulado
experiencia. En el ámbito de la matemática y la enseñanza soy un novato. El
más inexperto de los alumnos a quienes ustedes enseñan sabe más que yo.
Por supuesto que no hubiera aceptado la invitación de ustedes y del señor
Tahta de no ser porque en la primera carta que él me envió parecía estar
enterado de que me dedico a una especialidad distinta y de que sólo podía
esperar de mí que hiciera algunos comentarios sobre la ecología del jardín
particular que me ocupo en cultivar.
Incluso me atemoriza el título "Sum, yo soy" porque podría sugerir que soy
erudito en lenguas clásicas o experto en etimología. Hace unos mesas,
acuciado por la necesidad de encontrar un título, pensé: "Bien, voy a hablar
sobre la etapa del yo soy en el desarrollo individual, y sería legítimo
relacionarla con la palabra latina sum". "¿Advierten el juego de palabras?"*
(Cito a Claverley, pero esto tampoco me convierte en erudito.)
El autor relaciona la palabra latina sum (soy) con la inglesa sum (suma;
problema de aritmética). (T)
Por supuesto, se trata de una versión refinada de la etapa del yo soy, en la que
el yo soy es prerrogativa del rey.
Uno se pregunta cómo puede haber habido sumas antes del monoteísmo. Lo
que quiero decir es que la palabra 'unidad' sólo tiene significado en la medida
en que el ser humano es una unidad. En otro contexto analizaría el empleo del
pronombre de primera persona “yo" que, según creo, es en general (en sus
formas mi o yo) el primero que aparece en el habla del niño. La cuestión no es
sin embargo clara, porque la comprensión del lenguaje suele anticiparse
bastante al habla, y en la época que precede a la verbalización se desarrollan
procesos mentales muy complejos.
No les será difícil comprender adónde quiero llegar: a la idea de que la
aritmética comienza con el concepto de unidad, el cual, en todo niño en
desarrollo, deriva, y tiene que derivar, del self unitario, un estado que
representa un logro de maduración y que en verdad no siempre se alcanza.
Debo ahora cambiar de tema para ocuparme de una enorme complicación.
¿Qué debe hacerse con el proceso intelectual escindido? La matemática
superior puede funcionar con independencia de que el individuo haya
alcanzado o no el estado de unidad. El mismo problema se advierte también en
otros campos. Piénsese, por ejemplo, en un juez de testamentarías que muere
sin haber hecho (¿sin estar capacitado para hacer?) su testamento, o en un
filósofo que no sabe en qué fecha o en qué día de la semana viva, o en un
médico famoso, como el difunto director del Trinity College de Cambridge, a
quien se solía ver caminar con un pie en la acera y el otro en el arroyo (y ésa
era la razón de que existiera el arroyo Hobson entre la acera y la calzada de la
calle Trumpington: al menos era lo que yo creía inocentemente cuando
concurría a la Escuela Leys de Cambridge).
Veamos esto en relación con el desarrollo individual. (Dicho sea de peso, me
he referido extensamente al tema, y me resulta difícil resumirlo, excepto a
modo de caricatura.) Pensemos en un bebé que está comenzando a sentir
hambre y se prepare para alga. Si el alimento llega, todo está bien. Pero si se
retrasa más de x minutos, cuando finalmente llega ya no tiene sentido para el
bebé. Surge aquí la pregunta: ¿cuán súbitamente se presenta el momento a
partir del cual el alimento carece de sentido?
Pensemos ahora en dos bebés: uno tiene dotes que con el tiempo le permitirán
alcanzar un CI elevado en un test, mientras que el otro tiene dotes inferiores al
promedio. El bebé bien dotado pronto llega a saber, guiándose por sonidos
distantes, que alguien está preparando su comida. Sin verbalizar, se dice a sí
mismo: "Esos ruidos me permiten predecir que seré alimentado; por lo tanto
esperemos y probablemente todo andará bien". El bebé escasamente dotado
depende en mayor medida de la capacidad de adaptación de su madre, y para
él el símbolo x equivale a una cifra más precisa.
¿Advierten ustedes, a partir de este ejemplo, cómo ayuda el intelecto a tolerar
la frustración? De aquí se deduce que una madre puede aprovechar las
funciones intelectuales de su bebé para liberarse de la carga que significa la
condición dependiente de éste. Se trata de algo normal, pero si asignamos al
bebé una dotación intelectual muy por encima del promedio, él y su madre
pueden confabularse para explotar ese intelecto, que queda entonces
escindido de la existencia y la vida psicosomáticas.
Añadamos a esto un elemento de dificultad en el ámbito psicosomático y el
bebé comenzará a desarrollar un falso self en función de una vida en la mente
escindida, mientras que el self verdadero será psicosomático y oculto, y tal vez
se pierda. De este modo mientras la matemática superior recibe un gran
impulso, el niño no sabe qué hacer con una moneda.
Una paciente que contribuyó a enseñarme todo esto aprendió con facilidad "EI
flautista de Hamelín" a los cinco o seis años, pero se sentía cada vez más
insegura de sí misma y finalmente se sometió a un tratamiento para perder su
capacidad intelectual escindida (de la que sus padres estaban orgullosos) y
descubrir su self verdadero. A los seis o siete años dictó a su niñera, para que
fuera incluida en la revista de la familia, la historia de una niña (evidentemente
ella misma) a quien le iba muy bien en la escuela pero que gradualmente fue
convirtiéndose en una deficiente mental. Tenía ya más de cincuenta años
cuando logró liberarse gracias al análisis.
Comprenderán ustedes que para mí el intelecto es algo excelente, pero en mi
trabajo veo cómo puede ser explotado, y en un informe descriptivo de la
personalidad tengo que tomar en cuenta los asombrosos logros del intelecto
escindido sin perder de vista la existencia psicosomática del individuo.
En otros tiempos—hace cien años—la gente hablaba de la mente y el cuerpo.
Para eludir la dominación del intelecto escindido tuvieron que postular la
existencia del alma. Hoy es posible comenzar por la psique del psiquesoma y, a
partir de esta base para la estructura de la personalidad, avanzar hacia el
concepto de intelecto escindido, que en los casos extremos y en una persona
muy bien dotada en lo que se refiere a materia gris, puede funcionar
brillantemente sin relacionarse mucho con el ser humano. Pero es el ser
humano quien, gracias a la acumulación de experiencias debidamente
asimiladas, puede alcanzar la sabiduría. El intelecto sólo sabe hablar de la
sabiduría. Viene al caso esta cita: "¿Cómo se hará sabio el que no sabe hablar
más que de novillos?" (Eclesiástico 38:25).
Por lo tanto, desde el punto de vista que adopto en esta exposición, en el
intelecto escindido no hay límite para sumas y restas o divisiones y
multiplicaciones, excepto el que puede establecer la computadora, que aquí
resulta ser el cerebro humano, el cual sin duda se parece mucho a las
computadoras que ustedes inventan y usan como parte de su especialidad.
Pero hay un límite para las sumas con las que un individuo puede sentirse
identificado, límite que corresponde a la etapa del desarrollo de la personalidad
que ese individuo ha alcanzado y puede mantener.
(Hemos abordado un tema muy vasto. El problema es que no sé dónde debo
detenerme. ¡Hay tanto para decir!)
Veamos ahora la división.
Para el intelecto escindido, la división no presenta dificultades. En realidad no
hay dificultades en esta área, salvo en lo que se refiere a computadoras y
programación. Esto no es vida, es algo escindido de la vida. Pero, ¿cómo llega
el individuo a la división? Basándose en el estado de unidad (logro fundamental
para la salud en el desarrollo emocional de todo ser humano), la personalidad
unitaria está en condiciones de identificarse con unidades más grandes, como
por ejemplo la familia, el hogar o la casa. Entonces la personalidad unitaria
pasa a ser parte de un concepto más amplio de totalidad. Y muy pronto será
parte de una vida social que se amplía constantemente, y de cuestiones
políticas, y (en el caso de unas pocas personas aquí y allá) de algo que puede
llamarse cosmopolitismo.
La base de esa divisibilidad es el self unitario, tal vez transferido (por temor a
un ataque) a Dios. De modo que volvemos al monoteísmo y a la asignación de
un significado a términos como "uno", "solo" y "únicamente". ¡Cuán pronto el
uno se divide en tres, la trinidad! Tres, el número más simple posible para una
familia.
Cuando ustedes enseñan aritmética, deben enseñar a los niños conforme se
presentan. Sin duda reconocerán tres tipos:
1. Los que comienzan fácilmente por uno.
2. Los que, al no haber alcanzado el estado de unidad, no comprenden el
significado de la palabra uno.
3. Los que manipulan conceptos y son refrenados por consideraciones triviales
sobre Libras, chelines y peniques.
Sin duda ustedes desearán iniciar a estos últimos en el uso de la regla de
cálculo y en el cálculo diferencial. ¿Por qué no pedirles que conjeturen en lugar
de emplear su computadora personal para calcular? No comprendo la razón de
que en aritmética se dé tanta importancia a la respuesta exacta. ¿Y el placer de
conjeturar?, ¿o de entretenerse con métodos ingeniosos? Supongo que
ustedes ya han tomado en consideración todas estas cosas en su teoría sobre
los métodos de enseñanza.
Lo que a mi juicio no deben esperar es que un niño que no ha alcanzado el
estado de unidad pueda disfrutar con pedazos y partes. Para él son aterradores
y representan el caos. ¿Qué hacer, entonces? En esos casos hay que dejar de
lado la aritmética y tratar de proporcionar el ambiente estable que quizás
(aunque de manera tardía y fatigosa) posibilita que en ese niño inmaduro se
produzca algún grado de integración personal. Tal vez el niño esté encariñado
con un ratón. Bien, ésta es buena aritmética, aunque un poco maloliente. A
través del ratón, el niño quizá llegue a la totalidad que no puede lograrse en el
self. También puede ocurrir que el ratón muera, lo cual es muy importante. Sólo
una totalidad puede morir. Dicho de otro modo, la totalidad de la integración
personal trae consigo la posibilidad y, por cierto, la certeza de la muerte; y con
la aceptación de la muerte puede sobrevenir un gran alivio, alivio del temor a
alternativas tales como la desintegración o los fantasmas, que implican la
persistencia de fenómenos espirituales cuando ya ha muerto la mitad somática
de la sociedad psicosomática. La actitud de los niños sanos ante la muerte es
mejor que la de los adultos.
Quizá sea útil hacer referencia a otro aspecto del desarrollo: la interacción de
los procesos personales con la provisión ambiental, que a veces se denomina
equilibrio entre naturaleza y crianza. Al reflexionar sobre este problema, la
mayoría de las personas tienden a tomar partido, pero no es necesario
inclinarse por la primera ni por la segunda.
El bebé humano hereda tendencias al crecimiento y el desarrollo, incluidos los
aspectos cualitativos de este último. Puede decirse que al año empleará tres
palabras, a los dieciséis meses comenzará a caminar y a los dos años hablará.
Se trata de nodos evolutivos (Greenacre), y es muy conveniente que el niño
alcance cada etapa evolutiva en el momento natural, dentro del lapso que
corresponde a cada nodo.
Esto es fácil de decir, pero omite un hecho importante, que es la dependencia.
La dependencia de la provisión ambiental es al principio casi absoluto; muy
pronto se convierte en relativo, y hay una tendencia general a la
independencia. La palabra clave en lo que se refiere al ambiente (y que
corresponde a la palabra "dependencia") es "confiabilidad": confiabilidad
humana, no mecánica.
El estudio de la adaptación de la madre a las necesidades del bebé es
fascinante y muestra que ella tiene al comienzo una gran capacidad de saber lo
que el bebé necesita gracias a que puede identificarse con él. Gradualmente se
des-adapta, podríamos decir, y lucha por liberarse de esta gravosa
preocupación por su bebé y por las necesidades de su bebé. Sin esta provisión
ambiental humana, al bebé le sería imposible concretar los progresos
evolutivos que ha heredado como tendencias. Todo esto que decimos de los
bebés puede aplicarse, con las modificaciones pertinentes, a la edad escolar.
De este campo de estudio tan complejo precede una cuestión que tiene que ver
con algo básico: el concepto de unidad.
Para el bebé hay primero una unidad que incluye a la madre. Si todo marcha
bien, llegará a percibir a la madre y a todos los demás objetos y a considerarlos
como no-yo, y habrá entonces yo y no-yo. (Yo puedo incorporar y contener
elementos no-yo, etc.) Esta etapa de los comienzos del yo soy sólo puede
concretarse en el autoafianzamiento del bebé en la medida en que la conducta
de la figura materna sea lo suficientemente buena (respecto de la adaptación y
la des-adaptación). En este sentido la madre es al principio un engaño que el
bebé tiene que ser capaz de rechazar, y debe ser reemplazada por la incómoda
unidad yo soy, que implica la pérdida de la unidad original fusionada, que es
segura. El yo del bebé es fuerte si el apoyo del yo de la madre lo ha hecho
fuerte; de lo contrario es débil.
¿Cómo afectan los trastornos en esta área el aprendizaje y la enseñanza de la
aritmética? Sin duda pueden afectar la relación entre el alumno y el maestro.
Todos los maestros deben ser capaces de reconocer las situaciones en las que
lo que les incumbe no es la enseñanza de su asignatura sino la psicoterapia, es
decir el completamiento de tareas incompletas que representan una falla de los
padres u otros familiares. La tarea a la que me refiero es la de apoyar al yo
cuando éste lo necesita. Lo contrario es reírse de los fracasos de un niño,
especialmente cuando son consecuencia del temor a progresar y triunfar.
Como bien sabemos, la relación entre el alumno y el maestro es siempre de
vital importancia. Es lo primero que mencionan los psiquiatras cuando hablan
de los problemas de la enseñanza. La falta de confiabilidad del maestro lleva a
la desintegración a casi todos los niños. Cuando un niño dice que la aritmética
(o la historia o la gramática) es difícil, lo primero que pensamos es que quizás
el maestro no sea adecuado. El sarcasmo de un maestro ha limitado el
aprendizaje de muchos niños. Sin embargo, no me apresuro a culpar al
maestro. A menudo el niño es inseguro o hipersensible y se vuelve suspicaz
por muy cuidadoso que sea el maestro. Cada caso debe ser examinado
cuidadosamente, porque nunca dos niños son iguales, aunque tengan ambos
dificultad para la matemática.
Desearía ahora ocuparme de la teoría de la enseñanza en relación con la
teoría del desarrollo individual, pero no me es posible. Diré, sin embargo, que
debe ser fascinante comprobar cómo, al enseñar matemática, uno puede
captar el impulso creativo, quizás el gesto lúdico, de un niño y a continuación
servirse de ese impulso y de la disposición del niño para proporcionarle todo lo
que puede obtener de la enseñanza, hasta que se agote momentáneamente su
disposición creativa. A veces esta tarea puede cumplirse mejor en la
enseñanza individual, sobre todo cuando es necesario reparar algo porque el
niño ha tenido experiencias desdichadas, incluso la experiencia de una mala
enseñanza, que es una forma de adoctrinamiento.
La creatividad es inherente al juego, y quizá se la encuentre sólo allí. El juego
de un niño puede consistir en mover ligeramente la cabeza de modo tal que, a
causa de la interacción de la cortina con una línea que hay en la pared del otro
lado de la ventana, por momentos ve una solo línea y por momentos ve dos.
Esto puede mantener ocupado a un niño (o a un adulto) durante horas.
¿Podrían decirme si un bebé al que se alimenta alternativamente con ambos
pechos tiene la noción de dos o se trata al comienzo de la repetición de uno?
Tal vez sean capaces de captar esas actividades lúdicas, pero no puedo
decirles cómo. Supongo que conocen las respuestas a estos problemas. En
cuanto a mí, creo que debo volver a mi especialidad, que es simplemente el
tratamiento psiquiátrico de niños y la elaboración de una teoría mejor, más
exacta y más útil del desarrollo emocional del individuo humano.
Finalmente me pregunto: ¿por qué la matemática es el mejor ejemplo de una
materia que sólo se puede enseñar sin saltear etapas? Si se omite alguna, el
resto no tiene sentido. La varicela, según creo, es responsable de muchos
fracasos en matemática (en el período lectivo de primavera), y si uno tiene
tiempo enseña al niño la parte que no podo aprender mientras permanecía en
su casa o en cuarentena.
Todo esto les parecerá a ustedes un embrollo. Pero a mí me satisface el simple
hecho de tomar parte en un ejercicio de fertilización cruzada. ¿Quién sabe qué
clase de híbrido puede resultar de ese mestizaje?
PSICOLOGIA DE LA DEPRESION
Este caso pertenece al tipo más simple. Cuando una persona tiene un sueño,
lo recuerda y lo relata en forma adecuada, está demostrando su capacidad de
hacer frente a las tensiones internas que se manifestaron en el sueño. El sueño
de esa muchacha, que ella no sólo relató sino también dibujó, da cuenta de su
fortaleza yoica y, a través de su contenido, proporciona una muestra de la
dinámica de su realidad psíquica interna.
Con referencia a este caso podríamos decir que el odio reprimido y el deseo de
muerte en la posición heterosexual determinaron la inhibición de los impulsos
instintuales. Pero al expresarnos de ese modo omitiríamos lo más
característico, es decir la depresión, la renuncia a vivir de la muchacha. De
cobrar ella vida, su madre hubiera resultado dañada. Vemos aquí un
sentimiento de culpa que se anticipa a los hechos.
NATURALEZA DE LA CRISIS
IMPUREZAS DE LA DEPRESION
RESUMEN
La depresión corresponde a la psicopatología. Aunque puede ser grave e
invalidante y durar toda la vida, con frecuencia es un estado de ánimo pasajero
que afecta a personas relativamente saludables. En el extremo de la
normalidad la depresión, que es un fenómeno muy común, casi universal, se
relaciona con el duelo, con la capacidad de experimentar culpa y con el
proceso de maduración. En todos los casos implica fortaleza yoica, por lo que
tiende a disiparse, y la persona deprimida tiende a recuperarse en lo que
concierne a la salud mental.
7. AGRESION, CULPA Y REPARACION
Caso I
Sólo deseo extraer de este caso la siguiente observación: cuando salió a la luz
este material nuevo, relacionado con el amor primitivo y la destrucción del
objeto ya se había hecho alguna referencia al trabajo constructivo. Cuando le
hice al paciente la interpretación de que necesitaba de mí y quería destruirme
"comiéndome", pude recordarle lo que él había dicho acerca de la construcción.
Le recordé que así como él había visto a su paciente desempeñando su
trabajo, advirtiendo entonces que sus movimientos espasmódicos tenían
sentido dentro de su oficio, yo podría haberlo visto a él trabajando en su jardín
y utilizando artefactos mecánicos para embellecerlo. Podía abrir brechas en las
paredes y talar árboles, disfrutando enormemente con ello, pero esta misma
actividad, aislada de su meta constructiva, habría sido un episodio maníaco
carente de sentido. Esta es una característica constante de nuestro trabajo y
constituye el tema de mi disertación de hoy.
Tal vez sea cierto que los seres humanos no pueden tolerar la meta destructiva
presente en su forma más temprana de amar. Sin embargo, el individuo que
trata de llegar hasta ella puede tolerar la idea de su existencia si comprueba
que ya tiene a mano una meta constructiva, que otra persona puede recordarle.
Al decir esto, pienso en el tratamiento de una paciente mía. En una etapa inicial
de su terapia cometí un error que estuvo a punto de arruinarlo todo: interpreté
el sadismo oral, o sea el acto de devorar cruelmente el objeto, como
perteneciente a una forma primitiva del amor. Poseía muchas evidencias de
ello y mi interpretación fue en verdad acertada... pero la di demasiado pronto:
tendría que haberla formulado diez años después. Aprendí la lección. En el
largo tratamiento siguiente la paciente se reorganizó y se convirtió en una
persona real e integrada, capaz de aceptar la verdad con respecto a sus
impulsos primitivos. Al cabo de diez o doce años de análisis diario, estuvo
preparada para recibir esa interpretación.
* Traducimos literalmente esta preglinta para que se note su nexo con la
referencia al acto de "comer". Es un dicho popular inglés cuyo equivalente en
español podría ser “no se puede oír misa y andar en la procesión". [T.]
Caso II
Caso III
Caso IV
Aniquilación creación
Destrucción re-creación
Odio amor fortalecido
Crueldad ternura
Ensuciar limpiar
Dañar reparar
etcétera.
DEBATE
En el debate que siguió, uno de los presentes formuló esta pregunta: ¿cómo
saber a quién escoger, de un grupo de muchachos, para este tratamiento
especial? Mi respuesta, que debía ser breve, fue que uno elegiría
probablemente a un muchacho que poco antes se hubiera puesto
especialmente difícil. Este problema clínico especial, o bien acarrea la
aplicación de un castigo, con el consiguiente endurecimiento, o bien se
interpreta como una comunicación indicativa de una nueva esperanza. La
cuestión es, ¿esperanza de qué?, ¿de hacer qué? Es una pregunta difícil de
contestar. El niño, sin saberlo, espera encontrar a alguien que lo escuche
mientras retrocede hasta el momento de la deprivación o hasta la fase en que
la deprivación se afirmó como una realidad ineludible. Lo que nosotros
esperamos es que pueda volver a experimentar, en relación con la persona que
está actuando como psicoterapeuta, el intenso sufrimiento que siguió
inmediatamente a la reacción provocada por la deprivación. Tan pronto como el
niño ha utilizado el apoyo que puede brindarle el terapeuta para revivir el
intenso sufrimiento de ese momento o período fatídico, surge el recuerdo de la
época anterior a la deprivación. De este modo, el niño recupera la capacidad
de descubrir objetos o la seguridad ambiental que perdió. Recupera una
relación creativa con la realidad externa o con el período en que la
espontaneidad, incluso cuando contenía impulsos agresivos, no implicaba
riesgo. Esta vez logra la recuperación sin robar ni agredir; es algo que le ocurre
automáticamente al experimentar lo que antes le resultaba intolerable: el
sufrimiento provocado por la deprivación. Con la palabra sufrimiento quiero
expresar confusión aguda, desintegración de la personalidad, caída
interminable, pérdida de contacto con el cuerpo, desorientación total y otros
estados semejantes. Una vez que hemos llevado al niño a esta zona
y él ha sido capaz de recordarla y de recordar lo que sucedió antes, no nos
resulta difícil comprender por qué los niños antisociales deben pasar toda su
vida buscando este tipo de ayuda. No pueden vivir en armonía consigo mismos
hasta que alguien haya retrocedido en el tiempo con ellos y les haya permitido
volver a vivir el resultado inmediato de la deprivación y, en consecuencia,
recordar.
CATEGORIA I
(psiconeurosis)
CATEGORIA II
(falla en la asistencia y cuidados tempranos)
CATEGORIA III
(deprivación)
La frase
Que el agua y la sangre
Sean del pecado la doble cura
contiene ya algo más que una alusión al paso del cuidado al remedio, es decir,
a la transición a la que me estoy refiriendo aquí y ahora.
En el uso que se da al término en la práctica médica es posible advertir una
brecha entre las dos acepciones. El sentido de remedio, de erradicación de la
enfermedad y de su causa, tiende a prevalecer hay sobre el de cuidado. Los
médicos libran una constante batalla para lograr que el término siga
significando ambas cosas. El médico general cuida, podría decirse, pero debe
conocer remedies. El especialista, en cambio, se encuentra atrapado en
problemas de diagnóstico y erradicación de la enfermedad, y lo que debe
esforzarse por recordar es que también el cuidado forma parte de la práctica
médica. En la primera de estas posiciones extremos el médico es un trabajador
social y prácticamente pesca en los estanques que constituyen pesquerías
adecuadas para el sacerdote. En el otro extremo, el médico es un técnico, tanto
cuando diagnostica como cuando trata.
El campo es tan vasto que la especialización es inevitable. Sin embargo, en
nuestra calidad de sujetos pensantes no estamos eximidos de intentar un
enfoque holístico.
¿Qué es lo que necesita la gente de nosotros, médicos y enfermeras?, ¿qué es
lo que necesitamos de nuestros colegas cuando somos nosotros los
inmaduros, los enfermos, los ancianos? Estas condiciones—la falta de
madurez, la enfermedad, la vejez—provocan dependencia. Lo que se necesita,
por lo tanto, es confiabilidad. Como médicos, y también como enfermeras y
trabajadores sociales, estamos obligados a ser humanamente (no
mecánicamente) confiables, a llevar incorporada la confiabilidad en nuestra
actitud general. (Por el momento debo presumir que somos capaces de
reconocer la dependencia y de adaptarnos a lo que encontramos.)
Nadie discute el valor de los remedios eficaces. (Por ejemplo, la penicilina
salvó la vida de mi esposa y evitó que yo me convirtiera en un inválido.) La
ciencia aplicada en la práctica médica y quirúrgica debe darse por supuesta. Es
improbable que subestimemos el remedio específico. A partir de la aceptación
de este principio, sin embargo, el observador y el sujeto reflexivo pueden
avanzar hacia otras consideraciones.
El encuentro de la confiabilidad y la dependencia es el tema de esta charla.
Como pronto se verá, el tema presenta infinitas complejidades; por
consiguiente tendremos que fijar límites artificiales para definir áreas de
análisis.
Inmediatamente advertirán ustedes que este modo de hablar establece una
diferencia entre el médico que ejerce su profesión pura y simplemente y el que
lo hace en nombre de la sociedad.
Si bien es cierto que critico a la profesión médica, debo aclarar que me he
sentido orgulloso de formar parte de ella desde que me gradué, hace ya
cincuenta años, y que nunca guise ser otra cosa. Lo cual no me impide ver
defectos notorios en nuestras actitudes y reivindicaciones sociales, y puedo
asegurarles que veo también, y perfectamente, la viga en mi propio ojo.
Tal vez cuando somos pacientes advertimos con facilidad las faltas de nuestros
colegas, pero junta a esto corresponde señalar que cuando después de haber
estado enfermos recobramos la salud sabemos mejor que nadie lo que
debemos a médicos y enfermeras.
Por supuesto, no me estoy refiriendo a los errores. Personalmente he cometido
errores que me entristece recordar. Una vez, cuando aún no se había
descubierto la insulina, ahogué a un paciente diabético en un estúpido e
ignorante intento de seguir instrucciones de mis superiores. El hecho de que
esa persona hubiese muerto de todas maneras no me sirve de consuelo. E hice
cosas aún peores. Feliz del médico joven que no demuestra su ignorancia
antes de haberse labrado una posición entre los colegas que lo ayudarán a
enmendar sus errores. Pero éste es un tema que ha sido ya muy traído y
llevado. Aceptamos la falibilidad como parte de la naturaleza humana.
Desearía examinar el modo como ustedes y yo practicamos la medicina, la
cirugía y la enfermería cuando lo hacemos bien, no cuando acumulamos
material para el remordimiento.
¿Cómo haré para elegir? Me veo precisado a recurrir a la experiencia de tipo
especializado que he tenido, es decir, a la experiencia en el ejercicio del
psicoanálisis y de la psiquiatría de niños. Considero que la psiquiatría tiene la
posibilidad de brindar una realimentación may importante a la práctica médica.
El psicoanálisis no consiste tan sólo en interpretar el inconsciente reprimido;
consiste más bien en proporcionar un marco profesional a la confianza, en el
cual esa interpretación pueda llevarse a cabo.
Como médico comencé atendiendo a niños—y a sus padres—, y gradualmente
me convertí en psicoanalista. El psicoanálisis (como la psicología analítica)
está vinculado a una teoría y a la formación intensiva de un pequeño número
de individuos seleccionados y vocacionalmente motivados. El objetivo de la
formación es proporcionar una psicoterapia que cola en la motivación
inconsciente y que en lo esencial utiliza la llamada "transferencia". Etcétera.
A continuación enunciaré algunos principios que surgen de la clase de trabajo
que mis colegas y yo realizamos. He elegido seis categorías descriptivas:
1. Jerarquías.
2. ¿Quién es el enfermo? Dependencia.
3. Efecto en nosotros de la posición de cuidar-curar
4. Otros efectos.
5. Gratitud/propiciación.
6. Sostén. Facilitación. Maduración del individuo.