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Ferrer
No existe ningún medio correcto que permita definir lo que es útil a los hombres. Todo esfuerzo
particular debe ser reducible, para que sea válido, a las necesidades fundamentales de la
producción y la conservación. El placer queda reducido a una concesión, sería subsidiario. La
parte más importante de la vida se considera constituida por la condición de la actividad social
productiva. En la práctica, la humanidad se comporta de tal forma que satisface necesidades que
son una barbaridad atroz.
El gasto existe como función social. En las sociedades la preocupación por la conservación se
impone sobre el gasto improductivo. El poder está ejercido por las clases que gastan. La
economía clásica no tenía motivos para suponer que el intercambio hubiera podido tener como
origen la necesidad de destrucción y pérdida. La forma arcaica del intercambio ha sido
identificada por Mauss con el nombre de potlach, tomado de los indios del noroeste americano.
Está constituido por un don considerable de riquezas que se ofrecen con el objeto de humillar,
desafiar y obligar a un rival, quien responde con un don más importante. El don es la destrucción
espectacular de riquezas. Propiedad positiva de la pérdida, de la cual emanan la nobleza y el
honor. El rico adquiere el poder de perder.
El intercambio, en su origen, fue inmediatamente subordinado a un fin humano. En la economía
mercantil, los procesos de intercambio tienen un sentido adquisitivo. Sólo cuando la estabilidad
queda asegurada puede llegar a someterse al régimen de gasto improductivo. El gasto sigue
siendo destinado a adquirir rango, pero no tiene por objeto hacérselo perder a otro. El
cristianismo individualizó la propiedad. Todo lo que era generoso, orgiástico y desmesurado ha
desaparecido. Los actos de rivalidad se desarrollan en la oscuridad. Comportamiento pudoroso
de la burguesía. Ahora la exhibición de riquezas se hace en privado. Los burgueses envilecen el
gasto ostentatorio. La burguesía no consiente gastar más que para si, en el interior de ella misma,
disimulando sus gastos a los ojos de otras clases. Tremenda hipocresía.
El culto se une estrechamente a la desesperanza terrestre. El sentido del cristianismo viene dado
por el desenvolvimiento de las consecuencias delirantes del gasto de clases.
La vida humana no comienza más que con la quiebra de los sistemas que se le asignan en las
concepciones racionales. Los hombres se encuentran constantemente comprometidos en
procesos de gasto, procesos cuyo principio es la pérdida. La gloria resume o simboliza el objeto
del gasto libre. Es posible asignar a la utilidad un valor relativo. Los hombres aseguran su
subsistencia o evitan el sufrimiento para acceder a la función insubordinada del gasto libre.