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I
MEMORIA
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SOBRE LA TEORIA Y FABRICACION ,
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485o.
Ji -t í * ' •' - » i' a. •
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Si la construcción de las armas blancas ha alcanza
do entre nosotros un alto grado de perfección, la
fabricación del acero es uno de los ramos mas atra
sados de nuestra industria.
r' AUTORES
>; Clase de acero. Densidad. de la experiencia.
7,738 Hawksbée.
7,704 Id.
. fundido y batido en martinete . 7,919 Léwis.
Idem templado al rojo blanco. . . . 7,831 Id.
7,730 Stodart y Faraday.
Idem refundido y batido á mano. . 7,787 Id.
I __ »
1
Acero fundido blando.
áOO
t^t:
1 I MI • "• • • - ••• Acero fundido ordinario.
Fundicion blanca.
Fundicion truitée¿
20 '
1
Fundicion muy gris.
15
Densidad.
Aceró natural.
100,00 100,00
Acero de cementación.
i
Acero adamascado.
100,000-.. 100,000.
A B - C D
i
Protóxido de hierro . 0,850 0,734 0,468 0,726
Peróxido de hierro. . 0,347 0,255 0,528 0,264
§ílice. . . . .. . 0,011 0,004 0,010
(a) Las marcas que gozan mayor reputacion entre los aceros de Ale
mania son, según Flachat, las de bertrand, graber. goldinberg, y las sie
te estrellas; mas como sea tan fácil contrahacer tales señales, ninguna
marca es suficiente para" garantir la bondad" de un acero que no ha sido
experimentado.
— 47 —
ne en toneles: 4.° acero de Solingen: 5.° acero de Hungría, for
mado en barras de diferentes espesores, pero cuya mayor par
te son de una pulgada en cuadro ; cada cuatro ó seis barras
vienen reunidas formando un paquete atado con alambre y mar
cadas con una hoja de encina: 6.° acero de Francia, este se fa
brica en el Pirineo, en Rives y en el .antiguo pais de Foix y de
Nivernois. Este vltimo viene marcado ,con una N y todos ellos
en barras de 6 á ,8 pulgadas de largo y de una pulgada cuadra
da de espesor, formando fardos.
117. Si se reflexiona sobre las diferencias establecidas para
obtener hierro ó acero en las forjas catalanas se vé eviden
temente que esas modificaciones que la práctica ha enseñado
como necesarias para obtener el acero ya en el aparato , ya en
la manipulacion están basadas en los principios de las reacciones
químicas y en la diferente composicion de) mineral , el hierro y
el acero.
118. El método seguido en Alemania para obteuer el acero
de los minerales de hierro consiste en fundir estos en hornos
cuya altura varía entre 3 y 12 pies , destruir una de las caras
del horno para sacar la masa de fundicion coagulada que se
forma en el fondo del crisol, y despues por medio de una verda
dera licuacion separar el acero para forjarlo:.
No nos detendremos, sin embargo, en la explicacion de esta
manipulacion que no ha sido .considerada como ventajosa por
los autores modernos mas acreditados.
FABRICACION
(a) El oficial de artillería Mr. Chalut, demostró que todo vidrio que
no contenga plomo ni arsénico es útil para este objeto, y esta opinion
fue confirmada por las experiencias de Mr. Clouet.
— 63 —
borax, pero en lo general se pone el acero en el crisol sin adi
cion alguna; porque la experiencia ha hecho ver que la pequeña
porcion de óxido de hierro que siempre se forma en la superficie
de las barras de acero, se interesa con la materia del crisol y
forma un silicato que basta para recubrir la superficie del baño.
Ademas, á cada crisol se le cubre con una tapadera de arcilla
menos refractaria que la de aquel, á fin de que vitrificándose en
su superficie antes de que el acero se funda, se pegue á las pa
redes del crisol y lo .deje hermétricamente cerrado. Conviene ad
vertir que antes de cargar los crisoles se les hace sufrir el calor
rojo, así como tambien á las tapaderas y á unos platos ó tortas
de arcilla sobre las cuales descansan los crisoles. Una vez car
gados estos pasan á sufrir un calor de 150.° del pyrómetro de
Wedgwood dentro de un horno que puede ser de reverbero,
pero que por lo comun es un horno ordinario de viento tal como
el representado en las figuras 4, 5 y 6 de la lámina 1.a Sus
dimensiones suelen ser proximamente de un pie de lado y dos
de profundidad, y se le cierra por la parte superior con una
tapadera hecha de ladrillos sujetos por un cerco de hierro.
162. Por lo comun se construyen muchos de estos hornos
á lo largo de un muro en el que se apoya una gran chimenea
que los cubre á todos. Para mayor comodidad en el trabajo la
superficie superior de estos hornos está al nivel del suelo, y una
gran bóveda ó escavacion de 10 pies de altura, hecha debajo de
ellos, les sirve de cenicero comun.
163. El combustible que se emplea es el cooke pesado, pre
firiéndose siempre el que haya sido fabricado en hornos. No es
tá bien calculado el consumo, y solo se sabe que á las 5 horas,
ó á lo mas 6, de fuego ya está fundido el acero que llena como
la mitad del crisol, pudiendo si se quiere cerciorarse de que el
metal está liquido introduciendo un urgon ó tienta de hierro.
164. Llegado este caso se retira el crisol del fuego, se le
deja enfriar un momento para que la tapadera tome consistencia
por el contacto del aire, se la levanta, y quitando la capa de
escorias que cubre el baño, se agita este con el urgon para que
se revuelva prefectamente y se procede á verificar la colada va
ciando el metal en moldes prismáticos cuadrangulares que se
colocan verticalmente, y que cuando están llenos se tapan con
un peso de hierro que impide que el metal se salga si se produ
ce algun hervor.
165. Solidificadas las barras de acero pasan inmediatamen
te al martinete, donde se las estira y arregla á las medidas de
los descantillones que deben servir de modelos segun el uso ul
terior á que el acero se destina.
166. Mr. Clouet preparó un buen acero fundido calentando
en un crisol á fuego de forja 3 parles de hierro, 1 de carbonato
de cal y 1 de arcilla recocida.
En este procedimiento se descompone por un lado parte deí
ácido carbónico del carbonato de cal, y por otra algo de la síli
ce de la arcilla: el carbono y el silicio, uniéndose á una parte del
hierro, forman el acero que gana el fondo del crisol, y el oxige
no que ha quedado libre oxida al hierro restante, que en contac
to con la cal y la arcilla se vitrifica y cubre el baño. (Mr. Bous-
singault An.s deQuim. y Fis.a XVI. 10).
167. M.M. Clouet y Ghalut que emprendieron, primero juntos
y despues separadamente, una serie de investigaciones á fin de
obtener el acero por la fusion directa del hierro forjado, para
evitar la cementacion, lograron fabricar diferentes aceros que
aunque intratables algunos al principio, mejoraban de cualida
des despues de forjados. Los ingredientes empleados fueron va
rios, á saber: i.° una parte de hierro de Berry con 'ju de
su peso de carbori y un poco vidrio molido: 2.° una parte de
hierro con '/», de carbon: 3.° 1 de hierro con '/„ á '/» de car
bon y algo de vidrio: 4.° 1 de óxido de hierro y 1 '/, ó 2
en volumen de carbon en polvo: 5.° 1 de óxido de hierro y 4 de
fundicion gris, etc.
168. Por medios análogos obtuvo aceros Mr. de Muschet en
la Clvde cerca de Glasgow. Mr. Vandembroek fabricó diversas
éspécies de acero, tratando varias mezclas de fundicion blanca V
fundicion gris, ó bien esta sola, ó en union de hierro batido ó
ferraUa, creyendo este autor que los aceros tan renombrados eii
Europa, conocidos con los nombres de acero Marschall y acero
B. Huntzmann, se obtenían por tales medios.
169. Mr. Fischer de Schaffoúse en 1809, y los hermanos
Ponceíet en 1811, consiguieron hacer soldable el acero fundido
añadiéndole cuando estaba líquido una corta cantidad de hierro
dulce y nervioso. Algunos opinan que la adicion de una cortísima
dosis de estaño dulcificaría el acero. Por último Mr. Schmol-
der, director de la fábrica de Federico-Guillermo (Ems-superior j
presentó á la sociedad francesa de fomento de la industria unas
cizallas de acero fundido obtenido con;
11
— U —
Temperatura del Temperatiira del
CUERPOS. termómetro centígrado, pyrómetro de WedgWood.
6& '¡-i.'^H
Rojo-cereza. .
(a) Véase nuestra obra antes citada pagina 78 del tomo SL*
— 95 —
oxigeno en cada 100 partes; es decir, dos átomos de aluminio
para tres de oxígeno segun su fórmula A/* O3.
329. Hemos manifestado algunos de los recursos analíticos
de la ciencia para hallar los componentes que mas comunmen
te pueden entrar en la formacion de los aceros, pues el azufre
rara ó ninguna vez se halla en ellos: pero siendo estos ensayos
de los mas complicados y difíciles que pueden ocurrir á un
Oficial de Artillería, convendrá siempre emplear suma pruden
cia, escrupulosidad y esmero en estas manipulaciones; y tener
á la vista, para solventar las dudas que puedan ocurrir, alguno
de los estensos tratados modernos de química y metalurgia, tales
como los de Dumas, Thenard, Bercelius, etc.
230. Por nuestra parte jamas hemos hallado en los aceros
otra cosa que el hierro y el carbono en cantidad desde 6 á 10
milésimas y rara vez algunos indicios de silicio. Sin embargo,
Mr. Boussingault asegura que en algunos aceros la cantidad de
carbono llega desde 12'/, hasta 22'/, milésimas , añadiendo que
puede haber aceros compuestos únicamente de hierro y de silicio,
y cita el análisis de un acero preparado por Mr. Clouet, en el
que halló 99,20 de hierro y 0,80 de silicio.
Acerca de esta opinion, que nos parece inverosímil, dice Mr.
Thenard que habiéndose propuesto Mr. Boussingault por objeto
primordial de sus análisis averiguar la cantidad de silicio, y he
cho uso del ácido sulfúrico débil, el hidrógeno desprendido en
la operacion pudo muy bien carburarse, formando un aceite y ha
ciendo desaparecer el carbono del resultado, examinado despues
por aquel sábio químico.
231. Ya en otro lugar dijimos que la opinion de Gazcran, y de
los que con él creyeron al manganeso un elemento constitutivo y
esencial de los aceros, ha sido combatida victoriosamente por los
químicos modernos; y que los análisis de Vauquelin han demos
trado que el acero bien fabricado jamas contiene manganeso,
aunque provenga de minerales manganesíferos: pero como por
una parte aún cuerna partidarios la antigua doctrina, y por
— 96 —
otra el mismo Berzelius dice que para ser un aeero de primera
calidad es necesario que contenga algo de manganeso y de fós
foro, hemos indicado los medios de reconocer la presencia de
ambos cuerpos, para que cada cual pueda cerciorarse por sí mis
mo de si existen ó nó tales componentes.
232. Mr. P. Berthier tratando de la composicion de los
aceros presenta la siguiente tabla analítica:
ACERO HAUSMANN.
Acero de ce. Woott. Aceto fnn* Natnril. Tratado por
mentacion. . dido. el yodo.
(2) (3) (4) "(5)
Carbono. . . 0,0187. . 0,0150. . 0,0165. . 0,0133. . 0,1830
Silicio. . . . 0,0010. . 0,0060. . 0,0010. . 0,0005. . » »
(1) Este acero de cementacion era inglés y del que se emplea para
preparar el acero fundido.
(2) Wootz de la India, que recibe la impresion del martillo y se deja
limar, no obstante ser quebradizo y presentar en su fractura la teslura
laminosa, semejante á la de la galena de láminas medianas: en esta espe
cie de acero encontró Faraday 0,004 de alúmina.
(3) Acero fundido, obtenido en el laboratorio de la escuela de minas
de París, por el tratamiento directo de las batiduras de hierro y el car
bon, en la porcion de 0,2-2 á 0,23. El producto imitaba al Wootz pero
no se dejaba forjar, acaso porque los botones obtenidos eran muy po
rosos.
(4) Acero fundido inglés, estirado en barras de 4 á 5 milímetros de
lado, conocido con el nombre de acero Hausmann. .
(5) El mismo, puesto en infusion en agua con yodo.
transforman prontamente, sin perder su figura, y con un espeso»1
masó menos considerable, en un carburo que contiene 0,183 de
carbono; es decir, un átomo de hierro para uno de carbono. Es
te compuesto es de un gris oscuro, un poco metaloide y mancha
do de gris negro como la plombagina. Comprimiéndolo entre los
dedos se reduce fácilmente á polvo, y Un exceso de yodo lo con
vierte en carbono puro. Conviene tener presente en este caso,
que el yodo del comercio suele estar adulterado por la adiccion
de sulfuro de antimonio, carbon, plombagina, peróxido de man
ganeso, etc. Disolviendo el yodo en alcohol, donde no se disuel
ven estos asociados, se descubre el fraude. Una vez asegurados
de la abioluta pureza del yodo, no hay duda que su propiedad
de disolver al hierro proporciona un medio sencillísimo de anali
zar los aceros, aconsejado por Mr. Berrhier y practicado coii
buen éxito por otros. A este fin se disuelve el acero en una mez
cla de agua y yodo en exceso, se deja aposar el líquido, y sepa
rándolo por decantacion queda un residuo que no es otra cosa
que el carbono y el silicio que contenia el acero; suponiendo que
no constase sino de estos dos simples y el hierro, pues si se
sospechase que tuviese otros convendría determinarlos por los
medios explicados. El residuo obtenido, despues de lavado y se
co para saber su peso, puede analizarse, ó bien separando el sili
cio por medio de la potasa que lo disuelve, ó calcinándolo al aire
libre para quemar el carbón.
234. Creemos haber dado á este asunto la extension nece
saria, y prescindiendo de los innumerables usos que en las artes
y en la industria tiene el precioso compuesto de que nos hemos
ocupado, pasamos á tratar de una sola de sus aplicaciones, que
es la mas importante para nosotros; á saber; la fabricacion de
armas blancas; ramo interesante de la industria militar, y en el
que, como en otros muchos, han alcanzado gran reputacion los
españoles, y la sostienen con gloria, á pesar de los rápidos ade
lantos que continua y sucesivamente hacen en todas las manu
facturas los extrangeros.
DE LAS ARMAS BLANCAS.
Reseña histórica»
Armas arrojadizas.
Í5
Armas de asta.
Armas de puño.
(a) No ignoramos que para cohonestar este despojo, Murat hizo que
las autoridades de Madrid le presentasen como un obsequio la espada de
Francisco I, pero hay donaciones cuya espontaneidad es demasiado pro-<
blemática para ser creida.
- 112 —
taban solamente de una hoja ó cuchilla larga con sü mango ó
empuñadura i separadas ambas partes poruña barreta ó guarni
cion en forma de cruz rectilínea. Posteriormente se dió á esta
armadura la forma de una concha para cubrir y defender la
mano, y de ahí las multiplicadas y diversas guarniciones adop
tadas despues, ya como objetos de lujo, ya para mayor defen-
sea ó mas fácil manejo.
267. Las espadas inventadas por los Españoles fueron adop
tadas por los Romanos, cuyas victorias sobre los Galos fueron
debidas en gran parte, segun Polibio, á la ventaja que estas
armas les proporcionaron.
268. Las espadas españolas y romanas eran cortas, fuertes,
puntiagudas y bien afiladas por ambos lados; así herían de pun
ta y corte, y derribaban brazos y dividían cabezas, segun refie
re Tito Livio, pues asegura que este arma terrible produjo el
mayor espanto en las falanges macedónicas, que acostumbradas
á combatir con los Griegos y los lllirienses no habian visto otras
heridas que las causadas por las picas y (lechas; y cuando ob
servaron el horrible espectáculo de las entrañas palpitantes, los
brazos y las cabezas separadas del tronco por los tajos de las
espadas españolas, reconocieron asombrados con qué hombres y
contra cuáles armas habian de pelear (Liv. XXXI. C. 34.).
269. Los autores no están acordes acerca de la longitud de
las espadas romanas; Patricio les asigna 22 pulgadas; Fo-
lard 18 y Mayceroy 28; pero si se han de considerar como exac
tos los relieves de la columna de Trajano, donde las había de
muchos tamaños, se convendrá que la longitud absoluta mas ge^
neral era de 20 á 2i pulgadas.
270. Las espadas se guardaban dentro de una vaina ó cu^
bierta de metal ó de cuero. Los Romanos llevaban sus espadas
suspendidas de un cinturon ó bandolera que pasaba del hombro
izquierdo al costado derecho, quedando el pomo á la altura de
la parte inferior del pecho. Pero la mayor longitud de las espa
das y el uso de las dagas ó púnales las hizo pasar al costado
— 113 —
izquierdo. Ás i las llevaron los Romanos en la época de los Em
peradores, yendo armados ademas de una daga de 8 á9 pulgadas
de longitud, puesta al lado derecho. El gladiumó espada larga
se llamaba spatha, segun Vegecio, y la daga semisputha.
271. Muchas de las espadas romanas halladas en antiguos
Sepulcros están hechas de cinco partes de cobre y una de hierro
fundido, pero desde que este metal y el acero fueron mas conoci
dos y abundantes, se los empleó, con preferencia al cobre, para
fabricar toda clase de armas blancas, como sucede en la actua
lidad.
272. Larga y prolija sería la enumeracion de las diferentes
éspecies de espadas antiguas y modernas que se han usado, y su
descripcion agena de nuestro propósito; así que solo daremos
una SUcinta idea de las mas notables de la antigüedad, para ma-1
infestar despues las que en la actualidad se construyen en nues*
tra fábrica con destino á los diferentes institutos del ejército.
273. Las espadas de nuestros antiguos caballeros de los si
glos XV, XVI y XVII solían tener la hoja muy larga y estrecha,
y en la empuñadura una gran cazoleta ó concha, llamada recazo,
que cubria toda la mano; y ademas dos largos gavilanes que ser
vían para desviar del cuerpo la punta de la espada del contra
rio. La hoja era plana, ó bien angulosa ó acanalada. Esto no
obstante, tambien se usaban muy generalmente anchas y con
filos para podef herir de punta y corte, conservándose algunas
de tan extraordinario tamaño que parece increíble que las ma
nejase con destreza el brazo mas robusto.
274. Los Franceses llamaron flambergas á sus espadas fuer
tes, pesadas, de hoja larga, ancha, gruesa en el centro, puntia
guda y de dos Corles afilados, pues todo esto se necesitaba pa
ra herir á los guerreros que combatían completamente ar
mados.
El distintivo del Condestable de Francia era una inmensa
espada, en cuya hoja estaban grabadas varias íloi.. s de lis.
275. La cimitarra, llamada antiguamente gladius hutniscus,
16
— 114 —
solo la usan en la actualidad los Arabes y los Turcos, y era una
espada larga y ancha, especialmente hacia la punta, donde tenia
alguna curvatura y corte por ambos lados. Se llamaban sables
antiguamente, como ahora, las espadas de hoja ancha, recta ó
curva, mas propias para herir de corte que de punta. Una varie
dad de los sables fué el alfange, ó sable de Damasco, que diferia
de la cimitarra en que terminaba por un ángulo entre el dorso y
el filo.
276. El puñal es un cuchillo ó espada muy pequeña armada
de punta y corte.
277. La daga era un verdadero puñal, aunque por lo gene
ral mas propio para herir de punta que de corte: manejábase
con la mano izquierda teniendo en la derecha la espada; y servia,
ya para quitar ó parar las estocadas del contrario, ya para he
rir de cerca. Cuando un caballero era vencido y derribado en
tierra, el vencedor lanzándose sobre él, introducía la punta de
su daga por entre las barras de la visera obligándole á rendirse;
por cuya causa fué llamada tambien esta arma misericordia.
278. Entre los puñales el mas temible era el llamado esti
lete, cuya hoja aguda, delgada y triangular solia tener calados,
y estar impregnada de algun veneno. Sus heridas eran incura
bles, y su uso privativo y peculiar de los malhechores y ase
sinos.
279. Estoques eran las espadas destinadas á herir solo de
punta; Sus hojas largas, estrechas y sin cortes, eran comunmen
te cuadrangulares ó redondas, y sus heridas mortales. Los ha
bía tambien triangulares de caras cóncavas, y solian usarlos los
caballeros y los príncipes.
280. Finalmente, en las colecciones de armas antiguas se
conservan espadas de enorme tamaño que se llamaban espado
nes, y que solo podian manejarse con ambas manos, á cuyo fin la
empuñadura tenia la longitud necesaria, y en su pomo plano ha
bía un pivote que permitía apoyarla en las virolas de la coraza.
281. La espada del Gran Capitan que existe en la Armería
— 115 —
Real, no es la que el héroe castellano usaba en los combates; la
riqueza y esmero de sus delicados adornos y relieves demues
tran que esta arma era de ostentacion y de lujo, mas bien que de
batalla. Sobre la cruz de esta espada jura, la grandeza y los dig
natarios del estado fidelidad al Principe de Asturias,, heredero
del trono Español. La última vez que ha servido para este objeto
fué en 1833, en que se juró como Princesa heredera, á S. M.
la Reina Doña Isabel II. El privilegio' de tener la espada de
Gonzalo de Córdova en esta ceremonia, es hereditario, en la ilus
tre casa de los Duques de Frias..
282. La espada de Francisco I era de hoja ancha de dos
cortes; su empuñadura muy sencilla y en forma de cruz, estaba
adornada con esta inscripcion; In brachio suo fecit potentiam; y
sin embargo fae rendida en Pavía á Garcia de Paredes, y pren-
sentada en triunfo á Carlos V por Antonio Caraciolo, sobrino del
Marques de Pescara.
283. Las espadas de Isabel la Católica eran cortas, lige
ras y adecuadas á la delicada mano que las habia de esgrimir.
La empuñadura de una de ellas es arabesca. Dos espadas
conservamos tambien del Santo Rey D. Fernando, conquistador
de Sevilla. Ambas á dos. son sencillas, anchas, largas, de un es
tilo severo y sin adornos, semejantes á las de los héroes de las
cruzadas; los gavilanes de ambas son largos y forman una cru¿
cuasi rectilinea, pues en la una estan, ligeramente inclinados há-
cia abajo, y en la otra encorvados en sentido opuesto por sus
extremos, formando dos anillos.en un plano perpendicular al; eje
de la empuñadura. ■
284. La de Francisco Pizarro, cuya hojai es de las de cua
tro caras, aplastada y de corte por ambos lados, tiene una her
mosa empuñadura enriquecida con el primer oro que su, dueño
envió de América. Esta, espada, regalada por los descendientes
de Pizarro al general inglés Downes, estaba destinada aún á dar
un nuevo testimonio del valor de las tropas españolas..
Con efecto, en nuestra campaña contra Napoleon, los cuer
— 116 —
pos españoles é ingleses al mando del General Downes, cejaban
arrollados en un encuentro por la superioridad del número de jos
franceses. En tan apurado trance, el General arrojó en medio de
las tropas francesas la espada del conquistador del Perú, diciendo:
Españoles, esa es la espada de Pizarro; ¿la dejareis enpoder
de los extrangeros'! Nuestros soldados acudieron al llamamiento,
y la memoria del héroe del nuevo mundo evocada en aquel mo-r
mento sublime, les dió aliento para recobrar el arma memo-r
rabie.
No hallamos palabras suficientes para elogiar la nobleza y
generosidad del General Downes, que al dejar la península re
galó á la Armería Real, donde hoy existe, esta espada que tan
tas glorias recuerda á nuestro pais.
285. Existe asimismo en nuestra Armería una espada recta,
pero cuya empuñadura y adornos revela su origen oriental á
pesar de una cruz y dos escudos que decoran las dos caras de
su hoja, pues estos pudieron ser grabados posteriormente á su
fabricacion. Los arabescos de oro formados de relieve sobre cam
po dorado en la hoja y en la empuñadura, y las estrellas es-;
maltadas de rojo, blanco y verde que decoran el pomo y la
guardia, forman de esta arma un objeto artístico bellísimo y
de muy buen efecto; pero su mérito principal consiste en haber
pertenecido al vencedor de Lepante
286. Se atribuye con bastante fundamento al restaurador de
la monarquía española, D. Pelayo, la propiedad de una espada
verdaderamente goda que existe en la Armería. Su longitud total
es de 3 pies, 1 pulgada y 7 líneas, su hoja es ancha y fuerte, y
su modesta empuñadura de hierro revela la pobreza y austeridad
de costumbres del héroe de nuestras libertades patrias.
287. Entre los guerreros españoles de los tiempos de la an
dante caballería figura en primera línea Bernardo del Carpio,
hijo de la Infanta Doña Jimena, casada secretamente con Don
Sancho Diaz, Conde de Saldaña. A este héroe de nuestros roman
ces populares, cuya existencia ha sido contestada por algunos
escritores franceses, se debió la célebre victoria del duelo de
Roncesvalles donde murió Rolando, sobrino de Cario Magno, á
manos de Bernardo del Carpio,. Su espada, marcada con su pro-r
pio nombre, tiene 3 pies y 5 pulgadas de longitud, su forma es
sencilla y elegante, el pomo y los gavilanes son calados, y la
vaina es de cuero dorado por Jos bordes, y rojo por el centro
en toda su estension.
288. La espada tenida por del Cid Campeador se distingue
por su sencillez y elegancia. Es de acero bruñido sin dorados ni
adornos supérfluos; la hoja es lisa de 20 lineas de ancho, y la
longitud total de la espada llega á 3 pies, 2 pulgadas y 8 lineas.
La forma particular de la empuñadura, bastante complicada, con
trasta notablemente con la simplicidad de las espadas de su épo-r
ca, cuya guarnicion consistía por lo comun en una simple cruz
rectilínea .
289. Es notabilísima por su estilo verdaderamente regio, la
espada del Emperador Carlos,V. La magnificencia de sus ador-r
nos la hace competir con otra, llamada del mascaron,, que se su
pone labrada por Benvenuto QellinL
29Q. Finalmente, el sable de Sixto V, la espada de Rolan
do, la del Elector de Sajonia prisionero en Pavía, las 13 espadas
regaladas por varios Sumos Pontífices á los Monarcas españoles
en galardon, ó como presagio de sus victorias contra los infieles,
las de Felipe II, la de Don Jaime el Conquistador, las armas de
Hacen, Bey de Oran, conocido por el sobrenombre de Bigotillos,
cogidas en la conquista por el marques de- Montemar bajo el rei-i
nado de Felipe V; el alfange de Boabdil, último rey moro de Gra-r
nada, el de ffali General turco, muerto en Lepanto y otras muchas
armas de todo género que existen en la Armería y han sobren
vivido á la desbastacion producida por las últimas guerras ex-i
trangeras, y á la rapacidad de los enemigos, son otros tantos,
monumentos de nuestras glorias , dignos de ser consultados
por cuantos tengan apego á las ciencias militares, y quieran,
examinar paso á paso los. adelantos del, arte.
— 118-
291. Tal vez se nos echará en cara el haber sido demasiado
prolijos en la enumeracion de las espadas mas célebres que po
seemos, pero escribiendo para los jóvenes que comienzan la
honrosa carrera de las armas, hemos querido despertar con tales
ejemplos esa ambicion de gloria que ha sido siempre el carácter
distintivo de la milicia de esta nacion heroica, á quien Florus
llamó Seminarium belli et Ánníbalis eruditricem.
292. Reservándonos el describir las armas blancas que en
la actualidad están en uso en nuestro ejército para cuando tra
temos de su fabricacion, doude nos detendremos á explicar sus
figuras, dimensiones, etc. queremos antes consignar aquí que las
espadas españolas han sido en todo tiempo las mejores del mun
do por su esquisito temple y buen hierro, sin que nacion alguna
compitiera en la antigüedad con los españoles en esta manufac
tura. Diodoro de Cicilia dice: "que las espadas de dos cortes de
»los Celtíberos ó Españoles, tenían un temple admirable, cualidad
»que provenia del modo singular con que las trabajaban, enter
rando las hojas de hierro hasta que la humedad de la tierra hu-
»biera corroído las partes mas débiles de este metal; del cual no
«quedando entonces mas que las partes mas firmes y nerviosas
»del hierro, fabrican todos los instrumentos de guerra, y sus
«excelentes espadas que hendían cuanto encontraban ; escudo;
«casco, ni ningun hueso del cuerpo humano no podían resistir á
«su corte.»
293. Los Cartagineses y los Romanos admiraron la excelencia
de nuestras armas, y en la actualidad en que mil circunstancias
desgraciadas han producido tan lamentable atraso en la indus
tria fabril de nuestra patria, respecto á la de otras naciones de
Europa, podemos asegurar sin embargo que la elaboracion de las
espadas continúa ejecutándose en nuestra fábrica de Toledo con
mayor perfeccion que en parte alguna. La experiencia lo está
demostrando cada dia, pudiendo ademas citarse un hecho que no
deja duda alguna acerca del aprecio que de nuestras armas blan
cas hacen los extrangeros.
'
— 119 —
294. La fábrica de mas nombradla es acaso en la actualidad
la establecida en Solingen á siete leguas de Colonia en la Pru-
sia rhiniana, y á pesar del crédito que gozan sus productos, los
oficiales de Artillería que viajaron por Europa en 1845, al vi
sitar este establecimiento hallaron que se construían en él gran
número de hojas de espada y de sable para remitir á América,
en las cuales se grababa la siguiente marca: Fábrica de To
ledo (a).
Este hecho incontestable demuestra por sí solo de un modo
evidente la nombradla que gozan aún nuestras espadas, por lo
que al tratar de su fabricacion describiremos, con preferencia á
otro alguno, el método que se sigue en el establecimiento de To
ledo del que vamos á ocuparnos á continuacion.
blancas.
(a) La intensidad del color azulado del pavon depende del grado de
calor que se dá al acero. A los 290.° del centígrado, es el color azul pá
lido, á 300 el ordinario, a 319 azul obscuro y á 332 verde de agu«-
s'endo en todo cnso preferible el invertir más tiempo á aumen
tar inconsideradamente la fuerza de accion de la pila, pues la
economía de tiempo en este caso siempre suele ser á costa del
buen éxito de la operacion.
379. Los líquidos que se emplean para poner en accion la pi
la son; para el tubo poroso que contiene el zinc, ácido sulfúrico
disuelto en diez veces su peso de agua, y para el vaso de cobre
una disolucion, saturada en caliente, de sulfato del mismo metal.
380. Puesta en accion la pila se hacen marchar sus conduc
tores á una artesa que puede ser de madera embetunada por la
parte interior, y que está llena tambien de sulfato de cobre en
disolucion concentrada y un poco acida. En este líquido se in
merge la hoja poniéndola en contacto con el conductor del po-
lozinc, y al estremo del otro conductor, se pone una planchuela
de cobre puro. De este modo no tarda en cubrirse de una capa
de cobre toda la parte descubierta de la hoja, y antes de que di
cha capa sea gruesa se la saca y se la lava perfectamente pa
ra colocarla en la misma disposicion dentro de un recipiente
igual al anteriormente descrito, pero que contiene un líquido
formado de una parte de cianuro de oro, diez de cianuro de
potasio, y ciento de agua destilada. Allí se pone nuevamente la
hoja en comunicacion con el polo zinc, y al estremo del conduc
tor del polo cobre se suelda una planchita de oro, que suele ser
una moneda de este metal, aunque debería preferirse una lámi
na de oro puro. Por este medio se consigue que el oro se fije
sobre el acero, sirviendo de intermedio el cobre adherido ya en
la operacion anterior, pues aunque puede fijarse el oro directa-,
mente sobre el acero la union de estos dos metales es mas difí
cil y menos permanente.
381. Teniendo la precaucion de guardar la disolucion de
oro sobrante al abrigo del contacto del aire, puede servir para
otras operaciones.
382. Para quitar el tamiz á la hoja despues de dorada,
basta frotarla con aceite de trementina que lo disuelve. ,
— 150 -
383. Sustituyendo al cianuro de oro y potasio el de plata
y potasio se obtiene del mismo modo el plateado galvánico. El
liquido de inmersion en este caso está formado de 100 partes
de agua destilada, 10 de cianuro de potasio y 1 de carbo
nato de plata, obtenido por la doble descomposicion del azoato
de este metal y del carbonato de potasa ó sosa.
384. El cianuro de potasio del comercio es mr cianhidrato
ferruginoso de potasio. Para obtenerlo puro se lo pulveriza, se
lo calcina hasta el rojo cereza en un crisol de hierro bien ta
pado, se lo deja enfriar al abrigo del aire, y cuando la masa se
presenta densa y esponjosa, se la tritura y se la disuelve en al
cohol débil é hirviendo. El enfriamiento hará precipitar el cia
nuro de potasio puro, el cual se emplea para preparar el cianu
ro de oro, á cuyo fin se disuelve el metal purificado en agua
regia, se evapora la disolucion lentamente hasta la sequedad y
se le mezcla un poco del cianuro de potasio obtenido.
385. El dorado por amalgamacion es preferido en Solingen
por ser mas permanente aunque mas caro. Este procedimiento
es demasiado conocido para que nos detengamos á hacer su
explicacion.
386. Siguiendo los consejos de una prudente y necesaria
economia se aprovechan en Toledo para diversos usos todas
las armas que se inutilizan en las prueba»; ya haciendo de ellas
armas mas cortas, tales como los sables de cazadores, ya para
machetes, hierros de lanzas ó herrsfmientas de diferentes especies.
Para armas cortas se usan las hojas que se han roto, ó manifesta
do defectos en sus estremidades y que pueden por lo tanto ser re
ducidas en sus dimensiones; para machetes é instrumentos se
aprovechan aquellas que no pueden tener aplicacion directa á un
arma menor, y entonces se emplean reuniendo el número necesa
rio de hojas inútiles, soldándolas entre sí por medio de caldas
sucesivas, cuya masipulacion se llama formar un bollo, y pro
cediendo en seguida al tirado, batido, temple, etc. hasta la con
clusion del objeto que se pretende construir.
151 —
387. Tal vez la falta de práctica hace que nuestros espade-"
ros de Toledo hallen gran dificultad para construir las armas
blancas cou el acero fundido, pues acostumbrados al tratamien
to del acero de cementacion no tienen el lino necesario para tra
bajar con aquel, sucediendo que en las caldas la combinacion
del hierro con la materia carbonosa se altera de tal modo, que se
convierte el acero en una masa heterogénea llamada escoria é in
útil para todos los usos. Sin embargo, confiesan los mismos forja
dores haber conseguido á veces fabricar con el acero fundido ar
mas de excelente calidad, y esta circunstancia ofrece la esperan
za de que para esta aplicacion tenga dicho acero el mismo por
venir de supremacía que se le reconoce en otras manufacturas.
388. Se sabe ya en el dia, y esto no deja de ser un paso
adelante en el arte, que si se usa del acero fundido para la fa
bricacion de las armas blancas, no puede sufrir el material cal
das que pasen de darle el color rojo de eereza, y aún estas par
ciales y de corta duracion; debiendo por consiguiente usarse de
almas muy delgadas, á fin de hacer posible la union de es
tas y las tejas de un modo conveniente. Mas no obstante la luz
que arrojan de sí estos principios, hijos de los resultados de la
experiencia, los mejores y mas diestros operarios solo tienen
confianza en el buen éxito de su obra al trabajar, una hoja de
acero fundido, cuando no se les obliga á construirla con alma.
En su consecuencia, prefieren fabricar de acero solo, la hoja de
una espada por ejemplo, y unirle á uno de sus estremos la can
tidad de hierro suficiente para formar la espiga; ó bien hacer to
da la hoja de acero procurando no templar la espiga y sí reco
cerla despues de amolada la hoja, á fin de arreglarla con la lima
de modo que se ajuste bien con la guarnicion al montarla y que
pueda remacharse con el martillo. Para conseguir esto lo mejor
posible sin que la hoja pierda nada de temple por calórico trans
mitido en el recocido de la espiga, se envuelve el primer tercio
durante esta operacion en un trapo mojado, y permanece asi
mientras la espiga adquiere el calor necesario para que tome el
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•olor rojo cereza, y mientras pasa lentamente de este estado á la
temperatura ordinaria; teniendo cuidado que durante el enfria
miento no esté espuesta á corrientes de aire frio , pues tomaría
de nuevo el temple.
389. Por último: se ofrecen casos deque una hoja cons
truida con alma, aparezca al fin convertida en acero toda ella,
y entonces se dice que el acero de las tejas se ha comido al al->-
ma: concibiéndose efectivamente el resultado de una cementa
cion, la que será tanto mas posible y completa cuanto mayor sea
la cantidad del carbon contenido en el alma y el acero em
pleados.
390. Antiguamente la fábrica de armas blancas de Toledo
se surtía por contrata de vainas de hierro; pero en el dia se
construyen «n sus talleres tanto estas como las de cuero; asi co
mo tambien las guarniciones de hierro forjado ó de acero, y las
fundidas de laton, que antes se compraban hechas, trayendo de
Vizcaya las primeras, y de Barcelona las segundas.
391. Ninguna particularidad hay que referir sobre los pro
cederes de construccion de las vainas de cuero, y si solo la jus
ta mencion de la exactitud y buena forma á que es llevada esta
manufactura; mas con respecto á las de hierro manifestamos á
continuacion todos los trámites por los cuales pasan hasta de
jarlas concluidas, en términos que contribuyen á realzar el
crédito del establecimiento por la precision y mérito del trabajo.
Para la construccion de las vainas de hierro se toma la can
tidad suficiente (a) de chapa del número 20 de dicho metal, y por
medio de la línea y de un martillo de boca redonda y plana se
. •
ÍNDICE
, Páginas.
o s Jlerlholet Berthollet
:s Si Piepoeto R'.'S|iiXtO
sr. (3 halla halle
3a iv 40.00 1,000
.'2 6 hermétricamente henncticamenlf
5ti 9 patada pansada
57 3 hermétricamente herméticamente
<*!> 18 rrcamnr l eanimir
f.S 9 hermétricamente lierméticamente
80 53 lashojas l''s lmjíis
90 30 el clorare- de hierro rl hierro d"l rlornra
l. 20 y SI sobre-oxidarse oxidarse é hidratarse
!!t 34 alúmina ahn' inií.
'Vi 43 Bi rcelinf T'.erzelins
415 44 pren- prr-
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JVota. 1.a diy lad dr opiniones de. los antores respecto á la composicion .'•'"' > \c? del
acide carbónico , a cuy'o cnerpo asignan nnos la fórmnla G'Os v otros la C(7, come *t' ir.i*mu
f¡i disrrrdanch rr*pec¡ ' a) pon atómico del carbono, nos hizo inenrrir ni nna con' r'i 'ni n,
ai explicar ta teorí.i 'a con; posicion í!p, las pólvoras t'e gnerra y de mina, cn rl to*n'j 4- 3
i!e imcst-ro tr.uado sebre la teoría y fabricación de la pólvora en general, piezas iie artillería ,
por consigniente, pura noíformar ¡a explicacion ciñcnVnnos á ii primera de dicha* fónnl
advertimos ; qne en 1j pág. 409 del mencionado tomo \. ° lmca 16. donde *'ice nneve *te ear, ,,n,
debe decir enatro r medio de carbón¡ en la línea 20 donde dice 63,3; 20,0 debe decir
49 98 . .,¡ y en la línea 21 donde dice 46,7 debe decir 17,08-
1
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