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La Geopolítica de la Unión Europea

MAYO 20, 2004 VÍCTOR MIJARES

Hace ya un siglo, ante la Royal Geographical Society de Londres, un profesor de


Geografía de la Universidad de Londres, Sir Halford J. Mackinder, pronunció una
conferencia que generaría una corriente de pensamiento geopolítico que durante los
últimos cien años se ha mantenido, conscientemente, dentro de los cálculos políticos e
intereses de distintas potencias.

En “El Pivote Geográfico de la Historia” Mackinder establece la superioridad del poder


terrestre sobre el marítimo, por considerarlo más estable y natural a las posibilidades de
control y habitabilidad del hombre como ser político. Además, dispone que, a partir de la
observación geográfica y la investigación histórica, la región clave para el control
mundial es Europa Central, en donde comienza el núcleo de la única zona que conforma
una masa terrestre fértil, llana y despojada de cualquier curso de agua que desemboque
en algún océano cálido por el cual pueda remontarse dicha región. Incluso hoy, cuando la
tecnología aeroespacial ha roto con la mayoría de los principios geoestratégicos
generalmente aceptados en la primera parte del siglo XX, la dificultades logísticas de
acceder por vía aérea en términos ofensivos sobre esta región (dominada por Europa
Oriental) son insuperables dentro de un plan de ocupación que debe incluir,
indudablemente, fuerzas terrestres aerotransportadas. La plataforma natural para la
conquista de este Heartland o corazón terrestre es Europa Central.

Una zona superior que rodea en todos sus flancos a esta zona pivote es lo que Mackinder
llamó Isla Mundial, que comprende a Eurasia y África, dos grandes masas estrechamente
vinculadas que poseen áreas marginales que sirven de disuasivo a la ofensiva. Las grandes
distancias y compleja orografía desanima cualquier intento de conquista.

El principio geopolítico de Mackinder ha sido llevado a una formula silogística con tres
premisas que condicionan los pasos axiomáticos de la construcción de un imperio
mundial: i) quien gobierne Europa Central dominará el Heartland; ii) quien gobierne el
Heartland dominará la Isla Mundial; iii) quien gobierne la Isla Mundial dominará el
mundo.

Entre finales del siglo XIX y principios del XX estadistas de grandes potencias e
intelectuales de distintas áreas hablaban comúnmente de los espacios vacíos, dispuestos
por las condiciones históricas para la conquista y la ocupación. Debe quedar claro que
estos espacios no estaban demográficamente vacíos sino políticamente yermos, en gran
parte del planeta el nivel de organización política no alcanzaba los niveles de complejidad
y racionalización propios de la cultura occidental, en consecuencia, los Estados más
poderosos imponían su ocupación efectiva, muchas veces de forma física. Hoy, cuando
la descolonización y la consolidación de Estados relativamente débiles son hechos
consumados, y a pesar de que existen sociedades políticamente fallidas o socialmente
inviables, no es posible hablar de la ocupación de espacios vacíos. Las políticas de
conquista y presencia física formal son casos aislados, y una expansión con ánimo de
dominio sobre Europa Oriental no es, en estos momentos, militarmente posible ni
políticamente conveniente sin correr con un costo demasiado alto que perturbaría todo el
orden mundial. Es así como los procesos de integración constituyen el instrumento por el
cual se hace viable la expansión de una comunidad política hacia aquellos espacios que,
por su localización y cualidades espaciales, tienen una gravitación histórica y geopolítica
apreciable.

El pasado 1 de mayo el esquema de integración más exitoso desde la fundación de los


Estados Unidos América, a partir de un grupo de colonias británicas emancipadas, la
Unión Europea, incrementó su número sustancialmente, pasando de 15 a 25 miembros,
su crecimiento más importante en términos absolutos. La nueva expansión crea una
comunidad política y económica de más de 455 millones de habitantes con unos altos
niveles en cuanto a poder adquisitivo, desarrollo social, tecnológico y riqueza cultural.

Pero lo que nos interesa destacar de esta renovada UE es su tendencia geopolítica. Una
vez consolidada geográficamente en la Europa Occidental (en 1986 con el ingreso de
España y Portugal), la UE a tendido a crecer hacia los bordes del Heartland de Mackinder.
Esas zonas periféricas del corazón terrestre, que se hallan incluidas en los márgenes de
seguridad del núcleo de la Isla Mundial, han venido siendo ocupadas por una creciente
comunidad política y económica. Desde la península escandinava hasta el Mediterráneo
oriental, UE ha seguido un paso progresivo hacia las estepas eurasiáticas, y hacia el año
2007 pretende tener playas en el Mar Negro (a través del ingreso de Bulgaria y Rumania),
con lo cual se rodearía por todo el flanco occidental al resto de Europa Oriental.

El avance de la UE puede resultar consecuente con la teoría del poder superior que
presume el control de Heartland, pero no es una acción que carezca de fallas. Para que
los europeos puedan acceder a las ventajas estratégicas que supondría el dominio del eje
continental (un mercado propio más amplio, un parque industrial continental, una
población amplia y educada, estabilidad política expandida, acceso a zonas geopolíticas
de gran importancia energética, alimentaría y de importantes rutas marítimas –quizá de
las más trascendentales del mundo-) deben contar con el elemento disuasivo de la
posesión de unas fuerzas armadas propias, tarea pendiente del tratado de Maastricht de
1992. La OTAN, la alianza militar más poderosa del mundo en toda la historia de la
humanidad, es una cuña que impide la unificación de Europa como poder efectivo
independiente con libertad de acción en asuntos estratégicos vitales para su necesidad de
constituirse en potencia mundial en todos los sentidos que ello implica. El poder militar
y la influencia económica y diplomática de los EE.UU., la gran superpotencia “insular”
no-eurasiática, impide la constitución de una UE que pueda configurarse en una pieza de
equilibrio mundial.

El crecimiento de la OTAN tampoco es casual, su expansión siempre lleva uno o más


pasos delante de la expansión europea, y siempre apuntando al Heartland, hoy
desocupado de la dominación soviética, pero en la lista de intereses fundamentales rusos,
al considerarlo, al igual que al Asia Central, su espacio vital en tanto zona de seguridad
ante la cristiandad occidental y el Asia mahometana.

La tarea que le queda a la UE para constituirse como potencia es darle cumplimiento a


sus propias cláusulas militares y constituirse en la potencia influyente en la Isla Mundial.
Está claro que los EE.UU. no deberá permitir que ello ocurra, y por eso debe incidir en el
diferimiento indefinido de la Constitución europea a través de sus piezas más seguras
dentro de la UE: Gran Bretaña, Italia y Portugal (si bien Polonia ha demostrado ser un
aliado confiable, su reciente incorporación le limita participar de manera completa en la
discusiones próximas). De concretarse una verdadera Unión Europea independiente y
militarmente autónoma, es posible que se estrechen las relaciones entre los EE.UU. y la
Federación Rusa para contrarrestar los efectos de una Eurasia bordeada por Europa de un
lado y China del otro, con una zona central islámica e inestable. La geopolítica de la UE
se combina, circunstancialmente, con los intereses chinos, coincidiendo en la necesidad
de controlar la Isla Mundial, minimizando la libertad de acción rusa y tratando de
expulsar, o al menos disminuir, al poder militar y a la influencia económica
estadounidense de Eurasia.

https://www.analitica.com/opinion/opinion-internacional/la-geopolitica-de-la-union-
europea/

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