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Una zona superior que rodea en todos sus flancos a esta zona pivote es lo que Mackinder
llamó Isla Mundial, que comprende a Eurasia y África, dos grandes masas estrechamente
vinculadas que poseen áreas marginales que sirven de disuasivo a la ofensiva. Las grandes
distancias y compleja orografía desanima cualquier intento de conquista.
El principio geopolítico de Mackinder ha sido llevado a una formula silogística con tres
premisas que condicionan los pasos axiomáticos de la construcción de un imperio
mundial: i) quien gobierne Europa Central dominará el Heartland; ii) quien gobierne el
Heartland dominará la Isla Mundial; iii) quien gobierne la Isla Mundial dominará el
mundo.
Entre finales del siglo XIX y principios del XX estadistas de grandes potencias e
intelectuales de distintas áreas hablaban comúnmente de los espacios vacíos, dispuestos
por las condiciones históricas para la conquista y la ocupación. Debe quedar claro que
estos espacios no estaban demográficamente vacíos sino políticamente yermos, en gran
parte del planeta el nivel de organización política no alcanzaba los niveles de complejidad
y racionalización propios de la cultura occidental, en consecuencia, los Estados más
poderosos imponían su ocupación efectiva, muchas veces de forma física. Hoy, cuando
la descolonización y la consolidación de Estados relativamente débiles son hechos
consumados, y a pesar de que existen sociedades políticamente fallidas o socialmente
inviables, no es posible hablar de la ocupación de espacios vacíos. Las políticas de
conquista y presencia física formal son casos aislados, y una expansión con ánimo de
dominio sobre Europa Oriental no es, en estos momentos, militarmente posible ni
políticamente conveniente sin correr con un costo demasiado alto que perturbaría todo el
orden mundial. Es así como los procesos de integración constituyen el instrumento por el
cual se hace viable la expansión de una comunidad política hacia aquellos espacios que,
por su localización y cualidades espaciales, tienen una gravitación histórica y geopolítica
apreciable.
Pero lo que nos interesa destacar de esta renovada UE es su tendencia geopolítica. Una
vez consolidada geográficamente en la Europa Occidental (en 1986 con el ingreso de
España y Portugal), la UE a tendido a crecer hacia los bordes del Heartland de Mackinder.
Esas zonas periféricas del corazón terrestre, que se hallan incluidas en los márgenes de
seguridad del núcleo de la Isla Mundial, han venido siendo ocupadas por una creciente
comunidad política y económica. Desde la península escandinava hasta el Mediterráneo
oriental, UE ha seguido un paso progresivo hacia las estepas eurasiáticas, y hacia el año
2007 pretende tener playas en el Mar Negro (a través del ingreso de Bulgaria y Rumania),
con lo cual se rodearía por todo el flanco occidental al resto de Europa Oriental.
El avance de la UE puede resultar consecuente con la teoría del poder superior que
presume el control de Heartland, pero no es una acción que carezca de fallas. Para que
los europeos puedan acceder a las ventajas estratégicas que supondría el dominio del eje
continental (un mercado propio más amplio, un parque industrial continental, una
población amplia y educada, estabilidad política expandida, acceso a zonas geopolíticas
de gran importancia energética, alimentaría y de importantes rutas marítimas –quizá de
las más trascendentales del mundo-) deben contar con el elemento disuasivo de la
posesión de unas fuerzas armadas propias, tarea pendiente del tratado de Maastricht de
1992. La OTAN, la alianza militar más poderosa del mundo en toda la historia de la
humanidad, es una cuña que impide la unificación de Europa como poder efectivo
independiente con libertad de acción en asuntos estratégicos vitales para su necesidad de
constituirse en potencia mundial en todos los sentidos que ello implica. El poder militar
y la influencia económica y diplomática de los EE.UU., la gran superpotencia “insular”
no-eurasiática, impide la constitución de una UE que pueda configurarse en una pieza de
equilibrio mundial.
https://www.analitica.com/opinion/opinion-internacional/la-geopolitica-de-la-union-
europea/