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Origen del Lago de Atitlán

Cuenta la leyenda que hace muchos años, los Cakchiqueles, quienes habitaban lo que ahora se conoce como el
lago de Atitlán, dieron muerte a zaetaos, que se entiende como flechas a Tolgum. Luego de darle muerte a este
personaje, se dirigieron a lanzar desde un cerro los pedazos de Tolgum a una laguna. Al terminar de lanzar los
pedazos, los Cakchiqueles decidieron bajar a la laguna pero al acercarse sintieron un gran miedo ya que el agua
se empezó a agitar. Esta tribu decidió hacer sus casas en este lugar, y un día de ellos uno de los guerreros
llamado Gagavitz decidió arrojarse al agua convirtiéndose en la serpiente emplumada. Una vez el guerrero tocó
el agua, se formó un remolino que agitó el lago. Finalmente los miembros de las tribus que observaban lo
sucedido decidieron realizar la partición del lago, otorgándole a unas tribus la mitad del lago y a las otras los
frutos y animales y a las otras tribus la otra mitad del lago y las cañas. Es así como se creó el lago y las divisiones
del mismo.
Otra de las leyendas nace desde antes que el existiera el lago de Atitlán, por ese terreno pasaban 3 ríos que se
unía en el centro de los volcanes. Cada mañana una bella mujer con cabellera larga y negra se iba a bañar a la
unión de los ríos. Esta hermosa mujer era llamada Citlatzin y era hija de uno de los caciques o jefes de la región.
Cada mañana, al bañarse, esta dama cantaba con una voz casi angelical, lo que generó que las aguas se
enamoraran de ella, por su belleza y su hermosa voz. A pesar de lo imposible del amor entre los ríos y la
doncella, estos se enamoraron de ella, a sabiendas que ella estaba comprometida con un hijo de un cacique.
Resulta que un día, luego de uno de sus baños, la dama caminó para recoger flores que le entregaría a su mamá.
En busca de estas flores, la dama se topó con un humilde carpintero, pero entre ambos hubo una conexión
inmediata. La belleza de ella lo deslumbró a él y ella se enamoró perdidamente de los ojos de él. Esta unión no
era aceptada ya que los caciques no podían mezclarse con el pueblo. Al joven, llamado Tzilmiztli, y la dama,
no les importó esta prohibición y se enamoraron perdidamente el uno del otro. Quedaron de juntarse en el
mismo lugar a la misma hora. Con el paso del tiempo y luego de largas horas de hablar y compartir muchas
horas, Tzilmiztli y Citlatzin se dieron un beso, el cual inició un apasionado romance entre ellos.
El romance entre la pareja no pasó desapercibido para los rios que notaron el cambios en su amada. Entre los
cambios más importantes que notaron fueron que la dama ya no cantaba ni jugaba cuando se bañaba, sino que
lo hacía de forma apresurada y se iba corriendo. Con el pasar del tiempo, no solo la actitud de la dama cambio
sino también su cuerpo. Al no saber con certeza lo que pasaba con su amada, los ríos le pidieron al viento que
les averiguaba que pasaba con Citlatzin. El viento les contó la situación, indicándoles de los encuentros entre
la pareja, lo que generó que los ríos se volvieran celos y enfadados. Los ríos, presas de esos enojos, decidieron
terminar con la relación, por lo que con ayuda del viento, trajeron a la Tzilmiztli y Citlatzin a la orilla de los
ríos. Una vez en la orilla, el viento empujó a Tzilmiztli a los ríos y juntos hicieorn que el joven empezara a
ahogarse. Al ver la situación, la hermosa dama se percató que no podría vivir sin su amor, por lo que entró a
los ríos y tomando de la mano a Tzilmiztli y se hundieron juntos hasta el fondo del río. Los ríos, enfadados al
ver que la hermosa Citlatzin se hundiera con Tzilmiztli, se enfadaron y crearon un choque de aguas, lo que creó
el Lago de Atitlán.

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