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Universidad Pedagógica Nacional

Seminario de Filosofía Moderna


Juliana Pinzón Garrido
2018- I

Espacio y tiempo en el mundo onírico

En el presente escrito ofrezco un análisis de los elementos espacio temporales que


se pueden encontrar en el mundo onírico. Para ello tomaré como base un
sueño/pesadilla que tuve hace unos años, del cual conservo imágenes lúcidas y un
inquietante recuerdo. Así mismo, para hacer este análisis se toma como base la
comprensión del espacio y el tiempo ofrecida por Kant en la estética trascendental.
Allí, espacio y tiempo son concebidos como condiciones de toda posible experiencia.
El espacio permitirá representar los objetos y sus relaciones, mientras que el tiempo
dará cuenta de la manera en que las representaciones se organizan al interior de la
conciencia. Así, el primero es el criterio de organización de los fenómenos externos y
el segundo, el de los fenómenos al interior nuestro.

El punto de partida evidente para este escrito es, por supuesto, el sueño en cuestion.
De modo que la primera parte del texto cnsiste en la narracipon del sueño.
Posteriormente, como segunda parte, se analizará el espacio en el sueño y,
finalmente, en el tercer y último, se analizará el tiempo.

El sueño

Estaba en una casa que no conocía con otras dos amigas a quienes,
paradójicamente, no reconocía tampoco, huyendo de alguien o algo. No es claro qué.
Sólo sé que estoy corriendo con ellas, adentrándonos en aquella casa. En algún punto
decidimos escondernos en un cuarto pequeño, como un baño, donde nos
acurrucamos y esperamos. De repente, sin saber cómo o por qué, parece que logré
salir de aquel cuarto y escapar por una puerta trasera que pareciera dar a un patio.
Pero el patio o el lugar adónde salgo es más bien como un potrero enorme.

Corro pues, ahora sola, sobre tierra arada. En el horizonte no se ve luz, ni edificios,
ningún paisaje reconocible tampoco. Es una escena más bien rural, donde la
oscuridad está por todas partes, pues es de noche, y el horizonte consiste de tonos
de negro y sombras de árboles ondeantes que se abrazan y forman una cerca espesa.
Sigo corriendo, pero de repente veo en el cielo, más arriba de mi cabeza pero no tan
lejos como las estrellas, una maraña de rayos. Es como si dos truenos, de diferente
color, se hubiesen encontrado y estuvieran ahí solo chocando. No sé qué es, pero no
me asusto. Paso por debajo de aquella maraña eléctrica, que suena como a
electricidad pero está estátiaca levitando sobre mi altura. Sigo corriendo y queda
atrás.
Es como si hubiese entrado a otro mundo. De repente, estoy en una nueva locación,
ya no huyo. Es como una plaza cerca de una playa, hay gente, como si fuera un
domingo o una feria, es de noche. Veo entonces, como si pudiese atravesar con mi
mirada las cosas, a un ser horrible, como en posición fetal, al interior de uno de varios
vestieres que estan en la playa. Son como esos cubiculos individuales donde la gente
se cambiaba en otras épocas, aunque dada la posición del ser que estaba en su
interior, parecía más bien una incubadora. El bicho siente mi mirada, despierta de su
sueño y a su vez me dirige una mirada directa y penetrante a través de la tela del
vestidor. Sigue en posición fetal, solo volteó o verme, como si le hubiese importundao.

No sé cómo, pero sé que no es un ser malo, sin embargo, la visión de su deformidad


y de sus ojos negros de vaca clavados en mi me dejan pasmada. Todo esto ocurre
muy rápido, como en el tiempo en que las miradas comunican. No bien se han cruzado
las miradas cuando un trueno ruge y un relámpago emblanquece todo por un instante.
Veo luego una mano gigante en el cielo oscuro, es la nueva forma del trueno, empiezo
a huir otra vez. Pero la mano de trueno se estira y pronto me alcanza, me atrapa en
su puño. No me aplasta, siento que me arrojó, pero no sé adónde porque entonces
es cuando despierto.

El espacio

Si se considera que un sueño consiste en una experiencia que se tiene mientras se


duerme, que no esta necesariamente relacionada con el espacio y el tiempo en que
se está realmente, es consecuente decir que el sueño supone el traslado de la
conciencia a un espacio y una temporalidad diferentes a las reales. En efecto, no es
el cuerpo el que se mueve cuando soñamos sino nuestra mente. Se imaginan lugares,
situaciones e incluso personas de manera azarosa, con los que establecemos una
relación que se va desarrollando a lo largo del sueño, de una manera que no resulta
clara al despertar. Es un mundo que escapa a nuestra voluntad.

De modo que una de las primeras cosas que se puede decir sobre el espacio en los
sueños es que, lo dicho por Kant sobre el carácter aprioŕistico de este con respecto a
los objetos, aplica también para los sueños. En efecto, ya que los sueños disponen
unos objetos con los que se interactúa y un ambiente en el que aparecen estos objetos
como diferentes a nosotros, se puede afirmar que sin la representación de un espacio
no se da un sueño. Lo segundo, sería que el sueño supone la duplicación del espacio
pues se está en la cama durmiendo pero simultáneamente se esta en el lugar donde
los sueños nos sitúan. Lo tercero, que este espacio, pese a derivar de la misma noción
originaria de espacio, no se comporta del todo de la misma manera que el espacio
real. No obedece a física, a la lógica de los objetos.
En este caso, yo me acosté en mi cama para dormir y desperté en un universo
completamente nuevo, donde aparezco y desaparezco de la nada en lugares
diferentes: primero la casa, luego el campo, luego la playa. La cesura entre los
diferentes espacios no es clara, estos se aparecen como completamente diferentes e
independientes. Solo los hata la historia que transcurre. La experiencia con los objetos
del entorno es sobretodo visual al comienzo y poco a poco involucra otros sentidos.
Los objetos van apareciendo ante mis ojos pero no los puedo percibir con mis demás
sentidos, incluso, como ocurre con las personas, nunca veo sus rostros, no reconozco
sus cuerpos asi como tampoco las locaciones. Todo es nuevo y sin embargo no me
siento perdida. Las cosas estan, pero no esta el peso, no está la temperatura, no
estan los detalles que distinguen el mundo real de una simple proyección. Veo colores
y formas, pero no puedo sentir ningún objeto en contacto con el resto de mi cuerpo.
Es difícil de explicar.

La casa inicial se presenta laberíntica, pienso en esa forma mientras huyo con mis
amigas extrañas en su interior. Es como si me metiera en ella cada vez más. Es una
construcción que no tiene mucho sentido. Es estrecha, llena de pasillos y cuartos y
escaleras que se conectan sin mucha coherencia. Parece irse configurando bajo su
capricho. Aun así, yo la siento como una casa normal, no es sino hasta que despierto
que pienso en esos espacios, durante el sueño es todo natural. Luego, de repente,
aparezco en el campo, lo cual es raro puesto que casi no he tenido contacto con ese
tipo de entorno. Pero allí, donde ya no huyo, creo que el espacio tiene que ver con mi
estado anímico. Me embarga la sensación de lo sublime debido a la noche, al ancho
cielo y al trueno. Pero a su vez, siento poder, energía, tranquilidad. Allí sí sentí un
poco más con otros sentidos. Sentí, por ejemplo, mis botas afirmándose sobre la
tierra, un poco de viento suave sobre mi rostro y, por encima de todo, el sonido de
electricidad, de corto circuito, que producía la maraña de truenos.

En este espacio asi como en el de la playa todo correspondía con la percepción usual
de la naturaleza en cierto estado hasta que aparecen los truenos y el señor deforme.
En la playa, donde miro al extraño ser, hasta se siente como si hubiese despertado
ya, pero ocurren entonces las miradas y luego la mano de trueno. Son objetos
insólitos, pero que se presentan tan perceptibles, materiales y fuera de mi como el
resto de objetos que sí corresponden a la realidad.

Cabe agregar que, segun este análisis, es posible representar en los sueños, con
cierto detalle, espacios que nunca hemos experimentado. Esto conduce a pensar que
aquella exterioridad que Kant demarcaba como criterio principal de la percepción de
los objetos relaes aplica también para objetos no-reales. Es decir, no solo
representamos objetos reales como externos y ubicados en el espacio sino también
objetos irreales. En los sueños se esta en un espacio irreal con objetos irreales,
mientras se está en otros espacio real con objetos reales. En la cama y a la vez por
todo el universo. Sin embargo, para quien esta en el sueño, el espacio y los objetos
en él son reales, por eso mismo es que los sueños pueden llegar a espantarnos tanto.
Dejan sensaciones reales que perduran, a veces, más allá del sueño. Se instalan en
la imaginación e incluso obsesionan e impelen a la interpretación como en este caso.

El tiempo

De la misma manera en que el espacio es necesario para que se dé el escenario o


situación en que nos ponen los sueños, el tiempo también debe presuponerse. En
efecto, una experiencia es algo que transcurre, no se trata de una posición de uno y
de los objetos, sino de unos movimientos e interacciones que se tejen a partir de ellos.
Esto salta a la vista si se considera que otra cualidad primordial de los sueños es que
pueden ser narrados. Sin una representación del tiempo como base, como también
lo dice Kant, no se pueden situar los fenómenos unos con respecto a otros. Y ya que
se dice que un sueño implica diferentes objetos se debe decir que implica diferentes
fanómenos y experiencias que tienen una relación temporal determinada en función
de la cual son narrables. Es así como lo primero que salta a la vista sobre el tiempo
en los sueños es que estos suponen una ilación temporal.

Aplica también a la consideración del tiempo lo dicho anteriormente sobre la


duplicación del espacio, pues al soñar, en tanto que el espacio y los objetos son
diferentes de los reales, también se crea otro tiempo en el que los fenómenos que allí
ocurran con esos objetos cobren un sentido y un orden. Igualmente, la forma en que
estos fenómenos se relacionan entre sí temporalmente no resulta tan sencilla de
comentar, si bien no hay una sola forma de percibir el tiempo o de relacionar en él los
eventos, se suele tener la idea de que en los sueños también cambia la forma en que
percibimos el tiempo. El antes y el después, la causalidad, no siempre es clara, de
modo que la narración de un sueño suele estar llena de vacios, de cortes, de la misma
manera en que la re-presentación del espacio onírico también se torna borrosa y se
pierde por completo su rastro en el transcurso del día.

En este caso, se puede decir que mi sueño coincidión con la hora real. Todo lo que
soñé ocurría en la noche y en la noche era que yo soñaba este sueño. Aún así, la
forma en que los fenómenos eran experimentados fue variando. Mientras estaba
situada en la casa, huyendo, el tiempo transcurría rápido, angustiantemente como
cuando se corre. Adicionalmente el espacio encerrado y laberíntico agudizaba la
impresión de que debía correr, incrementaba el afán. Pero posteriormente, cuando
estuve en el campo, corriendo bajo la noche estrellada, solo con los extraños truenos
de testigo, el tiempo fué un poco más lento. También creo que el ambiente incidió,
pues la sensación del espacio abierto redujo considerablemente el afán y pude
disfrutar del viento e incluso observar con cierta calma la maraña de trueños en el
cielo.

Al llegar a la playa el tiempo lo percibí de modo similar a como lo percibí en el campo.


Un tiempo normal, interacción sin afán con las cosas. De hecho, aunque en estos dos
casos no había premura o afán, si puedo afirmar que en la playa estaba aun mas
calmada que en el campo. Debe ser porque ya no corría en absoluto. Sin embargo,
el desarrollo de las cosas tomó otra velocidad cuando el ser aquel y yo nos miramos.
Las miradas aceleraron todo, el trueno apareció y retornpo el deseo de huir y el afan.
La forma en que el sueño terminó fue muy abrupta. Cuando me desperté sentí que
había dormido mucho tiempo y así fue. Es una de los días en que mas tarde me he
despertado, casi a las 12 sin haber trasnochado. Esto me dejó saber que el sueño
había sido muy fuerte porque no se interrumpió, ni fue sucedido por otro, y sí me
retuvo en el más tiempo del que es normal. Me desperté agitada y de inmediato
vinieron las imágenes y sentí la necesidad de sacarlas de mi cabeza.Conté después
el sueño a alguien y así logré reelaborar su orden, hilar los hechos, pues había mucho
que no recordaba. Solo asi sentí que me ponía sobre el sueño, si bien este tuvo el
poder para no abandonarme durante el resto del día como es lo normal. Lo que en el
sueño parece poco tiempo a veces se torna mucho y puede incluso arrobarnos del
tiempo real, dejarnos desorientados y confundidos, como me ocurrió con este
sueño/pesadilla.

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