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I.

Agrobiodiversidad y genero
La agrobiodiversidad es fundamental para la producción agrícola, la seguridad alimentaria y
nutricional y la protección del medio ambiente. Sin embargo, esta biodiversidad se está
perdiendo en ritmos y pasos alarmantes. Hoy en día, solo 12 especies de plantas y 5 especies
de animales representan 75% de toda la producción de alimentos en el mundo. Los
agricultores están reemplazando los cultivos y especies nativos por alternativas que no poseen
adaptabilidad al cambio climático y no representan una adecuada fuente para su seguridad
alimentaria y nutricional. Como consecuencia, los pequeños sistemas de producción de
cultivos agropecuarios se han quedado marginados, subutilizados y amenazados.

En las comunidades rurales, mujeres y hombres, juegan roles importantes en el manejo y la


conservación de la agrobiodiversidad. Sin embargo, estos roles tienen enfoques diferentes
según la división del trabajo, las necesidades y las responsabilidades de las mujeres y los
hombres. Las relaciones de género que se crean a partir de esta división afectan la seguridad
del hogar, el bienestar familiar, la planificación a todos los niveles, la gestión de recursos
genéticos vegetales y animales, recursos naturales y a producción de alimentos. En la mayoría
de los casos, la mujer campesina desarrolla labores que incluyen el recojo de la leña, la
preparación de alimentos, la participación en las labores de producción desde la siembra hasta
la cosecha, la clasificación de las semillas, el almacenamiento y guardado de las especies
alimenticias, la comercialización a nivel de los mercados locales, la transformación de algunos
productos y la recolección de hierbas útiles en la alimentación.

En este sentido, las mujeres juegan un rol crucial, a través su conocimiento de prácticas
ancestrales (locales, tradicionales e indígenas) y experiencias en la conservación y el uso
sostenibles de la agrobiodiversidad. Las agricultoras tienen un papel importante en la
selección, el mejoramiento y la adaptación de las variedades de plantas y especies de
animales. Según la FAO, las mujeres producen, seleccionan y almacenan hasta un 90% de las
semillas y el germoplasma que es utilizado como materia de siembra por los pequeños
agricultores1. Asimismo, las mujeres tienen un rol clave en la preservación y el uso de las
plantas nativas cuales a pesar de no tener un valor comercial ato, son sumamente importantes
para la dieta balanceada.

Las mujeres tienen un papel importante en la recolección y la preparación de las plantas


silvestres y plantas nativas cuales representan fuentes para la seguridad alimentaria y
nutricional en las zonas rurales de Perú. Sin embargo, los nuevos patrones culturales de una
dieta simplificada de alimentos también han llegado a los Andes. Como consecuencia, los
cultivos como la papa nativa, la kañiwa, el tarwi han sido reemplazados por otros cultivos con
mayor rendimiento y/o valor comercial (normalmente, estos tipos de decisiones están
tomadas, en general únicamente por los hombres en las comunidades y en las casas).

En Perú, la agricultura es esencial para la economía del país. El sector representa solo 7% del
PBI del país a pesar que emplea a más de 25% de la Población Económicamente Activa (PEA).
En las zonas rurales este porcentaje llega hasta un 40%. Gran parte de la población rural pobre
trabaja directamente en la agricultura. Según El Instituto Nacional de Estadística e Informática
(INEI), el 82% de los pobres extremos laboran en actividades agropecuarias y pesqueras. Seis

1
Ibid
de las diez regiones más pobres del Peru tienen la agricultura como actividad económica
principal, mientras que las siete regiones más ricas no la tienen2.

Según el Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI), más de 700 000 mujeres trabajan en
diferentes actividades al interno del sector. Paralelamente, al trabajo asalariado en el sector y
la producción agrícola para la subsistencia, la mujer realiza otras funciones sociales
complementarias y esenciales para el funcionamiento de la familia, como el trabajo doméstico
reproductivo (no remunerado en la mayoría de los casos), el cuidado a los niños, los ancianos y
los enfermos. Todas estas funciones mantienen la unidad familiar en el entorno rural pero
además contribuyen a la preservación del patrimonio cultural de las comunidades rurales y la
conservación de los recursos naturales de la zona3.

Asimismo, la mujer rural de las comunidades campesinas de las zonas alto andinas de Perú
desempeña un rol fundamental y decisivo con relación al Acceso y Distribución de Beneficios
(ABD) teniendo la posibilidad de transmitir conocimiento y velar por la seguridad alimentaria
de la propia familia, a partir de la selección de semillas, el uso sostenible de la diversidad de
plantas y animales en la administración de la economía familiar. La condición de productora y
proveedora de alimentos la vincula directamente al manejo de los recursos genéticos. Su larga
experiencia práctica junto a los conocimientos tradicionales en características culinarias,
agronómicas y valor nutricional de los alimentos ha contribuido a la capacidad de decisión en
materia de especies y ecosistemas locales garantizando la provisión alimentaria continua y
variada.

Lamentablemente, el aumento de la participación de la mujer en agricultura así como el


aumento de sus funciones en la casa y en el campo, no ha cerrado las brechas existentes en
género. Según el reporte de FAO “Diagnostico de género en el sector agricultura”, las mujeres
agricultoras, principalmente en las zonas rurales del país tienen a menudo menos ingresos y
educación formal, reciben menos servicios financieros y asistencia técnica y tienen menos
acceso y control a los recursos naturales4.

2 Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), https://www.inei.gob.pe/


3
www.minagri.gob.pe
4
FAO (2016), Diagnostico de género en el sector agricultura

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