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Agrobiodiversidad y genero
La agrobiodiversidad es fundamental para la producción agrícola, la seguridad alimentaria y
nutricional y la protección del medio ambiente. Sin embargo, esta biodiversidad se está
perdiendo en ritmos y pasos alarmantes. Hoy en día, solo 12 especies de plantas y 5 especies
de animales representan 75% de toda la producción de alimentos en el mundo. Los
agricultores están reemplazando los cultivos y especies nativos por alternativas que no poseen
adaptabilidad al cambio climático y no representan una adecuada fuente para su seguridad
alimentaria y nutricional. Como consecuencia, los pequeños sistemas de producción de
cultivos agropecuarios se han quedado marginados, subutilizados y amenazados.
En este sentido, las mujeres juegan un rol crucial, a través su conocimiento de prácticas
ancestrales (locales, tradicionales e indígenas) y experiencias en la conservación y el uso
sostenibles de la agrobiodiversidad. Las agricultoras tienen un papel importante en la
selección, el mejoramiento y la adaptación de las variedades de plantas y especies de
animales. Según la FAO, las mujeres producen, seleccionan y almacenan hasta un 90% de las
semillas y el germoplasma que es utilizado como materia de siembra por los pequeños
agricultores1. Asimismo, las mujeres tienen un rol clave en la preservación y el uso de las
plantas nativas cuales a pesar de no tener un valor comercial ato, son sumamente importantes
para la dieta balanceada.
En Perú, la agricultura es esencial para la economía del país. El sector representa solo 7% del
PBI del país a pesar que emplea a más de 25% de la Población Económicamente Activa (PEA).
En las zonas rurales este porcentaje llega hasta un 40%. Gran parte de la población rural pobre
trabaja directamente en la agricultura. Según El Instituto Nacional de Estadística e Informática
(INEI), el 82% de los pobres extremos laboran en actividades agropecuarias y pesqueras. Seis
1
Ibid
de las diez regiones más pobres del Peru tienen la agricultura como actividad económica
principal, mientras que las siete regiones más ricas no la tienen2.
Según el Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI), más de 700 000 mujeres trabajan en
diferentes actividades al interno del sector. Paralelamente, al trabajo asalariado en el sector y
la producción agrícola para la subsistencia, la mujer realiza otras funciones sociales
complementarias y esenciales para el funcionamiento de la familia, como el trabajo doméstico
reproductivo (no remunerado en la mayoría de los casos), el cuidado a los niños, los ancianos y
los enfermos. Todas estas funciones mantienen la unidad familiar en el entorno rural pero
además contribuyen a la preservación del patrimonio cultural de las comunidades rurales y la
conservación de los recursos naturales de la zona3.
Asimismo, la mujer rural de las comunidades campesinas de las zonas alto andinas de Perú
desempeña un rol fundamental y decisivo con relación al Acceso y Distribución de Beneficios
(ABD) teniendo la posibilidad de transmitir conocimiento y velar por la seguridad alimentaria
de la propia familia, a partir de la selección de semillas, el uso sostenible de la diversidad de
plantas y animales en la administración de la economía familiar. La condición de productora y
proveedora de alimentos la vincula directamente al manejo de los recursos genéticos. Su larga
experiencia práctica junto a los conocimientos tradicionales en características culinarias,
agronómicas y valor nutricional de los alimentos ha contribuido a la capacidad de decisión en
materia de especies y ecosistemas locales garantizando la provisión alimentaria continua y
variada.