Professional Documents
Culture Documents
a| 141
142|a
a| 143
Un punto común de ambos textos es la adopción de lo que Gómez Casas
denomina una «aproximación cuando menos real, llevada a cabo desde la interioridad
del tema»4. Frente a aquellos investigadores que fingen abordar su objeto de estudio
de una forma objetiva, ocultando tras una metodología supuestamente científica
su toma de partido previa, inevitable en tanto que son sujetos políticos inscritos en
la historia, Gómez Casas defiende que una condición necesaria del conocimiento
histórico reside en la comprensión de la lógica interna por la cual se rige el
funcionamiento del agente o proceso estudiado. Pese a estar plenamente admitido
por la mayor parte de las tendencias historiográficas actuales, ese planteamiento
parece inoperante cuando se habla del movimiento libertario español, lo que da
lugar a errores de bulto, cuando no a una manipulación abierta de su trayectoria y
contenido. La peculiaridad del anarquismo con respecto a las formas autoritarias
de entender y encarar lo social hace que no sea posible estudiar los fenómenos
de orientación ácrata aplicando categorías que quizá resulten válidas para otras
expresiones políticas. ¿Qué historia de la FAI cabe si no se aprecia la diferencia
entre un grupo de afinidad y un grupo de presión, o entre la trabazón CNT-FAI y la
subordinación del sindicato al partido propia del marxismo?
Volviendo a la obra de Christie, ésta nos propone una historia de la específica
desde la conferencia fundacional del 27 de julio de 1927 hasta la disolución del
Consejo de Aragón, en agosto de 1937, que certificó la muerte de la revolución
social iniciada el 19 de julio de 1936. La elección de ese marco cronológico se
relaciona con la manera que tiene el autor de enfocar la evolución de la organización.
La FAI surgió durante los últimos años de la dictadura de Miguel Primo de
Rivera, agrupando en su seno a los militantes confederales descontentos con el
rumbo que los comités estaban imprimiendo a su organización. Era una reacción,
favorecida en buena parte por el regreso del exilio de los activistas anarquistas más
jóvenes, frente a la amenaza reformista que se cernía sobre el anarcosindicalismo, sin
que en ningún momento pueda sostenerse que actuara como una CNT paralela. El
autor insiste en la idea de que «la FAI, todavía débil a nivel numérico y organizativo», era
un sus comienzos «un instrumento mediante el cual anarquistas, anarcosindicalistas
y militantes de la clase obrera -la inmensa mayoría de los cuales no estaban afiliados
a grupos de la FAI- podrían canalizar su oposición a la postura colaboracionista de
clase adoptada por los dirigentes y reafirmar el contenido anarquista de la CNT»5.
144|a
A partir de 1932, una vez contrarrestada la maniobra de los treintistas, dicha
organización se fue convirtiendo «en una estructura de intereses creados que frenó
la actividad revolucionaria espontánea de las bases y reprimió a la nueva generación
de activistas revolucionarios de las Juventudes Libertarias y del grupo “Amigos de
Durruti”»6. Ese proceso culminó con la orden de retirada de las barricadas que la
FAI dirigió a los anarquistas y poumistas durante los sucesos de mayo de 1937. Por
entonces, la federación de grupos anarquistas ya había dado paso a una fórmula
organizativa más propia de un partido político que de una específica y se había
alineado con la estrategia colaboracionista de la CNT, al integrarse en el Gobierno
de Francisco Largo Caballero.
Christie explica esa ruptura atendiendo a la conformación de bases y cúpulas
en las organizaciones libertarias como resultado de una situación de guerra, modelo
explicativo que algunos han negado basándose en que «a la CNT no se le puede
establecer con bases y cúpulas, porque tales cuestiones no existían en el seno de la
organización»7, razonamiento absolutamente tautológico que nos sirve para introducir
una reflexión complementaria a la de Gómez Casas: si no es posible conocer
adecuadamente el anarquismo español sin comprender su lógica interna, tampoco
es posible hacerlo prestando atención únicamente a su autorrepresentación, por el
simple hecho de que el discurso y la práctica no siempre se avienen en armonía.
Que el movimiento libertario se oponga al ejecutivismo y se dote de mecanismos
para prevenirlo no invalida el hecho de que a lo largo de su historia hayan aparecido
y sigan apareciendo en su seno dirigentes de la peor calaña.
Durante las jornadas libertarias celebradas por el Núcleo Confederal de
Motril en conmemoración del 75º aniversario de la revolución social, José Luis García
Rúa señaló en un debate la urgencia de analizar las causas de la degeneración
ideológica sufrida por el movimiento libertario durante los primeros meses de la
guerra de España. Además de una lectura desmitificada de la FAI, en la cual la
específica fue, ante todo, el símbolo de las aspiraciones de una parte importante
de la militancia confederal, tenemos ante nosotros una obra imprescindible para
quienes compartimos la inquietud expresada por el compañero.
6 Ibidem, p. 12.
7 FERNÁNDEZ, Elías: «La otra historiografía justificativa. Ángel Viñas: El escudo de la
República. El oro de España, la apuesta soviética y los hechos de mayo de 1937 (Crítica,
Barcelona 2007). 734 páginas», en Germinal. Revista de Estudios Libertarios, nº 4, 2007, p. 123.
a| 145