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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N. 47, julio-diciembre, 2012, 601-614, ISSN: 1130-2097
doi: 10.3989/isegoria.2012.047.12

Conservadurismo británico contemporáneo:


John Gray y la teoría política del modus vivendi
British Contemporary Conservatism: John Gray
and the Political Theory of modus vivendi
Jorge del Palacio Martín
Universidad Rey Juan Carlos
jorge.delpalacio@urjc.es

resuMen. John N. Gray es uno de los teóricos abstract. John N. Gray is one of the most
políticos más relevantes del panorama inte­ important political theorists of the contempo­
lectual contemporáneo. Este trabajo ofrece rary intellectual scene. This paper gives an
una síntesis de su pensamiento, entendido overview of his thought, understood as po­
como teoría política del modus vivendi. Se litical theory of the modus vivendi. It states
sostiene aquí que el pensamiento político de as well that the political thought of John Gray
John Gray es un tipo de liberalismo con­ is a type of liberalism consistent with the
gruente con los principios de la tradición del principles of the tradition of British conserv­
conservadurismo británico. En concreto, el atism. Specifically, this article defends this
artículo defenderá esta vinculación atendien­ linkage focusing on the markedly anti-ration­
do al marcado carácter anti-racionalista y alist and skeptical features of his thought,
escéptico de su pensamiento, elementos que which are elements that set him apart from
lo alejan de cualquier concepción universalis­ any universalist conception of liberalism.
ta del liberalismo.
Palabras clave: Liberalismo, conservaduris­ Key words: Liberalism, conservatism, ration­
mo, racionalismo, escepticismo. alism, skepticism.

Introducción rismo británico. Una tradición de pensa­


miento que encuentra sus señas de
John N. Gray (1948), quien fuera profe­ identidad más robustas en las Reflexiones
sor de Teoría Política en Oxford y de sobre la Revolución en Francia de Ed­
Pensamiento Europeo en la London mund Burke, en los Ensayos de David
School of Economics and Political Hume y que, además, incorpora a su ge­
Science, cuenta entre los intelectuales nealogía a nombres tan ilustres como
más brillantes del panorama cultural bri­ Michael Oakeshott o Isaiah Berlin.
tánico. Autor de más de una docena de Sin embargo, el carácter marcada­
obras sobre teoría política, John Gray mente polémico y controvertido de John
forma parte de la hornada de pensadores Gray hace que su vinculación con la tra­
británicos que en las últimas tres décadas dición del conservadurismo británico pa­
han reivindicado y adaptado a los tiem­ rezca, cuando menos, paradójica. Ade­
pos modernos el legado del conservadu­ más de prolífico académico, Gray es uno

[Recibido: May. 12 / Aceptado: Oct. 12] 601


Jorge del Palacio Martín

de los intelectuales con mayor presencia global capitalism de John Gray que el
en la esfera pública debido a su condi­ economista Lord Robert Skidelsky escri­
ción de colaborador habitual de la BBC, bió para el prestigioso Times Literary
del periódico The Guardian, de la revis­ Supplement ilustra a la perfección los
ta New Statesman o del prestigioso sentimientos encontrados que Gray des­
think-tank de orientación socialdemócra­ pierta entre algunos de sus colegas de
ta Demos. Precisamente, el hecho de que profesión,
Gray se prodigue mayoritariamente en Los cambios intelectuales de Gray se
medios de sensibilidad progresista para han convertido en legendarios. Me dijeron
dar cauce a sus críticas al neoliberalismo, que era un socialista en los 70. En los 80 era
a las políticas de expansión de la demo­ un thatcherita. (En cierta ocasión, la Dama de
cracia en Oriente Medio o para mostrar Hierro me comentó: «¿Qué le ha ocurrido a
su simpatía por algunas de las reivindi­ John Gray? Antes era uno de los nuestros»).
caciones del «occupy movement» hace Luego adoptó el comunitarismo de moda. A
que su adscripción a la tradición del con­ juzgar por su último libro, él es lo que Marx
hubiese denominado un «reaccionario» —sin
servadurismo británico no parezca evi­ esperanza, pero con un vivo temor al desas­
dente a primera vista. tre. Actúa en cada papel con pasión y salero.
Lo cierto es que John Gray cultiva Sin embargo, dado todo lo que tenemos hoy,
con mimo la condición de intelectual he­ pero que mañana desaparecerá, es difícil sa­
terodoxo que disfruta dificultando su ber si tomarse sus argumentos en serio. 2
identificación en el eje izquierda/dere­ Otro buen ejemplo de la ambigüedad
cha. Esta inclinación a no explicitar su que para algunos académicos se cierne
adhesión a ninguna escuela de pensa­ sobre la figura de John Gray puede en­
miento, ni ideología, ni partido político contrarse en el libro The Reactionary
es un aspecto de la personalidad del John Mind, recientemente publicado por
Gray maduro. Tras mostrar entusiasmo Oxford University Press. El libro, escrito
en su juventud por la New Right de Mar­ por el politólogo norteamericano Corey
garet Thatcher, primero, y por el New Robin, presenta a John Gray como un
Labour de Tony Blair, después —pro­ «Machiavellian virtuoso of political
yectos que ahora critica con denuedo—, change», quien supuestamente abandonó
en la actualidad Gray se siente más có­ su original credo libertario para mudarse
modo en la posición de intelectual ico­ a la izquierda con el único objetivo de
noclasta que celebra la libertad de su conseguir un puesto en la LSE. 3
juicio. Una buena muestra de la indepen­ Sin embargo, si alguna definición
dencia de la que hace gala es la utiliza­ sienta como un guante a John Gray es la
ción de su tribuna en el republicano The célebre frase de Michael Oakeshott que
Guardian para reivindicar, sin ningún acompañó todos sus obituarios: «No per­
empacho, el principio monárquico como tenezco a ningún partido político» —dijo
el mejor vertebrador político para las so­ en cierta ocasión. «Voto —si he de vo­
ciedades plurales contemporáneas. 1 tar— al partido que probablemente hará
La personalidad provocadora de menos daño. En ese punto, soy un
Gray ha hecho que algunos académicos Tory». 4 Para Gray, como para el propio
vean en su biografía una trayectoria errá­ Oakeshott, uno de los mayores peligros
tica que dibuja el perfil de un pensador que se cierne sobre la vida política es la
caprichoso y oportunista cuyas ideas de­ política ideológica: id est, la política en­
bemos acoger con cierta cautela. La re­ tendida como un saber técnico que su­
seña del libro False Down. Delusions of bordina la toma de decisiones a la apli-
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cación incondicionada de unos principios En la obra de Gray la identificación


que se consideran infalibles y que que­ de cierta tradición liberal con un proyec­
dan fuera de toda negociación. to de emancipación universal es el fruto
Precisamente, en este artículo voy a del esfuerzo intelectual por escrutar el
sostener que la clave de bóveda para en­ origen y desarrollo del pensamiento libe­
tender el pensamiento de John Gray, así ral como una teoría política de la moder­
como la característica que otorga cohe­ nidad. En concreto, su esfuerzo se ha
rencia a su obra, es su decidido rechazo centrado en identificar y acotar el mo­
de la política ideológica. Es la clave de mento en el que la historia del liberalis­
bóveda porque, en primer lugar, nos per­ mo se bifurca para asistir al nacimiento
mite ubicar su liberalismo en el corazón de una nueva concepción del liberalismo
mismo de la tradición escéptica y anti­ que ya no buscará, como en sus orígenes,
racionalista del conservadurismo anglo­ erigirse en instrumento para la coexisten­
sajón; y, en segundo lugar, porque expli­ cia pacífica y el acomodo de las diferen­
ca por qué Gray considera su posición cias en el seno de una comunidad políti­
conservadora coherente con una actitud ca. Al contrario, Gray señala que la
crítica frente a la evolución ideológica modernidad también alumbra el naci­
sufrida por el laborismo y el conservadu­ miento de otro tipo de liberalismo que
rismo. lleva en su código genético la idea de la
De hecho, John Gray pasa por ser realización de un régimen de aplicación
actualmente uno de los mayores críticos y validez universal. Una nueva versión
de la nueva derecha de inspiración that­ del liberalismo en la que, a decir de
cherista, pues en su obra señala la adop­ Gray, «la arrogancia intelectual raciona­
ción por parte de esta nueva derecha de lista se fusiona con una religión senti­
un utopismo de raigambre ilustrada que mental de la humanidad». 5
durante el siglo xx fue patrimonio exclu­ En este sentido, el fruto más granado
sivo de la izquierda. En concreto, su obra de la obra de John Gray como historiador
indica que desde la caída del muro de de las ideas es la descripción de dos con­
Berlín la derecha ha orillado el carácter ceptos diferentes de liberalismo. Se trata
local, prudente y consuetudinario que ha de dos concepciones diferentes de libe­
caracterizado históricamente a la política ralismo que habitualmente no se distin­
conservadora para echarse en brazos de guen, pero que tras la defensa comparti­
un proyecto utópico orientado a la crea­ da de unos mínimos comunes esconden
ción de un orden liberal universal. diferencias filosóficas de calado que han
Lo que Gray señala es que el culto llevado a dos formas diametralmente
que esta nueva derecha rinde a las polí­ opuestas de entender y practicar los prin­
ticas de expansión global de las institu­ cipios liberales: un liberalismo que busca
ciones liberales —léase, Estado de dere­ una fundamentación filosóficamente
cho, democracia representativa y libre fuerte como vía hacia un consenso racio­
mercado— radica en una mudanza radi­ nal de carácter universal, y otro que bus­
cal habida en el seno del conservaduris­ ca su legitimidad en las prácticas y con­
mo: las instituciones liberales ya no son venciones de la historia institucional de
entendidas como productos históricos de cada comunidad política. Dos conceptos
la cultura occidental, sino como encarna­ distintos de liberalismo que, en última
ciones de valores universales que se di­ instancia, predisponen a una concepción
cen últimos e inapelables. radical o conservadora de la política.
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Precisamente, el objetivo de este ar­ consagra la mayoría de sus publicaciones


tículo es describir la teoría política del más recientes. Sin embargo, en el capí­
modus vivendi que propone John Gray tulo de conclusiones se señalará la de­
como un concepto de liberalismo con­ pendencia existente entre la manera en la
gruente con los principios inspiradores que Gray entiende la tradición intelectual
del conservadurismo británico. Para ello del liberalismo y los juicios que emite
desarrollaré el siguiente argumento en sobre la política contemporánea.
tres partes.
En primer lugar ubicaré a John Gray La filosofía política fin de siecle
en el debate sobre la filosofía política
que surge en las últimas décadas del si­ Para entender mejor la posición anti­
glo xx como respuesta a la publicación universalista del pensamiento John Gray
de la obra A Theory of Justice de John no podemos pasar por alto lo que la pu­
Rawls. En concreto, en este apartado tra­ blicación de A Theory of Justice de John
taré de contextualizar el pensamiento de Rawls supuso para la filosofía política
Gray en la órbita de los filósofos que en contemporánea. Ciertamente, la publica­
el debate sobre la relación entre libera­ ción en 1971 de A Theory of Justice no
lismo y filosofía reivindican un concepto solamente supuso un éxito editorial con
de liberalismo más político y menos de­ pocos precedentes —superando las
pendiente de una legitimación estricta­ 300.000 copias en Estados Unidos—,
mente filosófica. sino que propició la revitalización de la
En segundo lugar, procederé a expli­ filosofía política en una época en la que
car el modo en el que John Gray hace el ascenso del positivismo lógico y el
congruente su programa liberal con la desencanto por la filosofía de las genera­
tradición escéptica del conservadurismo ciones de posguerra llevó a algunos au­
británico. En este sentido, pondré de ma­ tores la muerte de la filosofía política
nifiesto que en su defensa de un libera­ como disciplina. Como dijera el historia­
lismo anti-metafísico Gray encuentra el dor de las ideas Peter Laslett en 1956
mejor asiento para sus argumentos en la «for the moment, anyway, political phi­
veta escéptica de la tradición conserva­ losophy is dead». 6
dora. Empero, más allá de la popularidad
En último lugar, utilizaré el tercer de la obra de John Rawls y de su supues­
apartado para describir los dos conceptos to poder para resucitar una disciplina que
de liberalismo que John Gray propone. se decía muerta, lo que me interesa del
Señalaré, sobre todo, el esfuerzo de Gray fenómeno es su capacidad para condicio­
por señalar que la vinculación de cierto nar el debate de final del siglo xx sobre
liberalismo con el proyecto universalista la relación entre filosofía y liberalismo.
de la Ilustración convierte al mismo en Sobre todo porque la centralidad que A
un liberalismo que supedita su legitimi­ Theory of Justice consiguió en el pano­
dad a una metanarrativa filosófica que rama académico anglosajón convirtió su
queda, paradójicamente, fuera de toda defensa filosófica de las instituciones li­
negociación política. berales el punto de partida sine qua non
A modo de adelanto, creo necesario de cualquier reflexión sobre el particular
advertir al lector que en las páginas que que se preciase.
siguen trataré a John Gray como histo­ La filosofía política de John Rawls
riador de las ideas y no como comenta­ partía de la tradición analítica y supuso
rista de la política actual, materia a la que un nuevo impulso al proyecto universa-
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lista de la Ilustración. En este sentido, su fracasa el experimento, todos nuestros des­


filosofía no buscaba desarrollar el con­ cendientes aprenderán algo importante. Pero
cepto de justicia al estilo clásico, es de­ no aprenderán una verdad filosófica, ni tam­
cir, como virtud. Al contrario, su progra­ poco una verdad religiosa. Tendrán simple­
ma buscaba satisfacer los requisitos de mente alguna sugerencia acerca de los aspec­
claridad y distinción ilustrados estable­ tos que deberán tener en cuenta cuando den
ciendo unos principios de validez univer­ vida al siguiente experimento. Aunque no
sobreviviera nada de la época de las revolu­
sal que debían ser aceptados por todo ser
ciones democráticas, acaso nuestros descen­
racional como fundamento del liberalis­ dientes recuerden, al menos, que las institu­
mo en detrimento de las convenciones ciones sociales pueden ser consideradas
tradicionales. experimentos de cooperación en vez de inten­
La filosofía política contemporánea tos de encarnar un orden universal ahistórico.
de los últimos cuarenta años ha estado Resulta difícil creer que sea éste un recuerdo
dominada, en buena medida, por la dis­ que no vale la pena conservar. 8
cusión sobre la obra de John Rawls. Pre­
cisamente, la obra de John Gray se ins­ La desconfianza ante la metafísica
cribe en este contexto de discusión sobre de Richard Rorty encuentra su fons et
la filosofía política de Rawls. En concre­ origo en la tradición del pragmatismo
to, Gray formará parte, junto a Richard norteamericano. Consecuentemente con
Rorty, de los filósofos que tratarán de esta posición post-filosófica, para Rorty
abogar por una forma de liberalismo que la cuestión de la legitimidad de las insti­
no apele a argumentos que se dicen últi­ tuciones políticas encuentra su mejor
mos o universales para su legitimación. solución sustituyendo la fundamentación
Y esta postura será la que, en última ins­ filosófica del liberalismo por una justifi­
tancia, acueste su pensamiento hacia una cación contextual, contingente, etnocén­
forma conservadora de entender el libe­ trica y, en última instancia, histórica. 9
ralismo. 7 De igual modo, John Gray rechaza
¿Cuál es la alternativa que ofrecen de plano la posibilidad de entender el
estos filósofos? Tanto John Gray como liberalismo como una filosofía política
Richard Rorty afirman nuestra imposibi­ omnicomprensiva y apuesta, abiertamen­
lidad de disponer de un punto arquimé­
te, por que un liberalismo que busque su
dico neutral y universal para la legitima­
ción del liberalismo. De ahí que sostengan legitimación a través de su propia histo­
que no puede haber mejor defensa posi­ ria práctica e institucional. Tal y como
ble para un modelo liberal de Estado que dejara escrito en su libro Post-liberalism,
el cúmulo de prácticas y experiencias Considerado como una posición en filo­
que se recogen en la historia institucional sofía política (…) el liberalismo es un pro­
de cada comunidad política. yecto fallido. Nada se puede hacer (…) para
La esencia que anima el pensamien­ rescatarlo: como perspectiva filosófica está
to anti-universalista se refleja a la perfec­ muerto. ¿Qué es lo que pervive del liberalis­
ción en el artículo «La prioridad de la mo? El aspecto del liberalismo que continúa
democracia sobre la filosofía» de Ri­ vivo para nosotros (…) es la concepción y la
chard Rorty, cuyo título es ya toda una realidad histórica de la sociedad civil que nos
declaración de intenciones. En dicho ar­ ha sido legada. Esta concepción y conjuntos
tículo Rorty afirma lo siguiente, de prácticas da cuerpo (o ejemplifica), de ma­
nera históricamente contextualizada, a los
Jefferson y Dewey describieron a los Es­ cuatro rasgos constitutivos del liberalismo
tados Unidos como un «experimento». Si doctrinal. 10

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Si la desconfianza de Rorty ante la grama de ideas para consumo del partido


metafísica encuentra su apoyo intelectual tory. El artículo resulta interesante por­
en la tradición del pragmatismo nor­ que recurriendo a una mezcla bien cui­
teamericano, lo característico del libera­ dada de ejemplos prácticos y teóricos
lismo que propone John Gray es que Gray sintetiza los principios básicos del
encuentra su mejor acomodo teórico en liberalismo conservador británico. A sa­
la tradición del conservadurismo anglo­ ber, una concepción subsidiaria del Esta­
sajón. En concreto, y como veremos a do y de la economía de libre mercado,
continuación, en el espíritu escéptico —y una teoría de la naturaleza humana y su
por ende, anti-racionalista— del pensa­ encaje en la sociedad, una defensa del
miento de autores como, Hume, Oakes­ valor cohesivo de la tradición —así
hott o Berlin. como de las instituciones que la repre­
En definitiva, sólo con este horizon­ sentan—, junto a una vindicación del
te de rechazo de la fundamentación filo­ gradualismo frente a los cambios radica­
sófica de las instituciones liberales puede les.
entenderse por qué John Gray tildó la Pero el texto tiene un valor añadido
célebre A Theory of Justice (1971) de en términos filosóficos. Más allá de los
John Rawls de «liberalismo anti-políti­ principios básicos y generales del con­
co». Precisamente, por considerarlo un servadurismo británico que esboza, el
ejercicio especulativo sin asideros en el texto señala la profunda deuda que el
mundo real y por considerar que el ejer­ concepto de política que John Gray es­
cicio de la política liberal no encuentra grime en sus obras tiene con la tradición
su plenitud como búsqueda de unos fun­ escéptica del conservadurismo anglo­
damentos filosóficos que se dicen autó­ sajón y, en concreto, con su último he­
nomos y autoevidentes. Al contrario, raldo: Michael Oakeshott.
encuentra su mejor versión en la obser­ En este sentido, resulta interesante
vación de la práctica y la convención ver cómo el mismo John Gray vincula
como instrumentos para la coexistencia escepticismo y política en el artículo «A
pacífica: a saber, en la concreción de conservative disposition» arriba citado,
pactos políticos que son por naturaleza La extendida creencia de que la filosofía
locales, variables y (re)negociables en política conservadora no existe ni puede exis­
función del contexto y de su utilidad con tir revela un prejuicio del racionalismo que
el objeto de satisfacer los requisitos mí­ los conservadores no están obligados a com­
nimos que debe cumplir un Estado de partir. Encarna esa primitiva visión según la
derecho y democrático. 11 cual toda filosofía política digna de serlo debe
ser expuesta en un sistema de preceptos que
sea de aplicación universal, fundado sobre
John Gray y la tradición escéptica del principios inmutables y capaces de resolver
conservadurismo británico cualquier dilema político significativo. Pero
sea lo que sea, lo cierto es que una filosofía
En 1991 el think-tank conservador Cen­ política conservadora no puede ser así. Un
ter for Policy Studies publicó un artícu­ elemento central de la actitud conservadora
lo de John Gray titulado «A conservative radica en la negación escéptica de que una
filosofía política de semejante índole pueda
disposition». En dicho artículo —que ser otra cosa que una falsa ilusión. De ese
después fue publicado en la colección de escepticismo no cabe deducir, sin embargo,
ensayos Beyond the New Right: Markets, que el conservadurismo político no pueda
Government and the Common Environ­ formularse de forma coherente mediante una
ment (1993)— Gray desarrollaba un pro­ expresión inteligible y aceptable para la ma-

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yoría de quienes se definen a sí mismos como un conocimiento que se dice objetivo y


conservadores, y digna asimismo de ser con­ verdadero porque tiene a gala presentar­
siderada por personas razonables que no lo se libre de prejuicios y gravámenes tra­
son. dicionales. De este modo, el desarrollo
Al señalar el escepticismo como uno natural de un conocimiento técnico ais­
de los elementos centrales de la política lado del conocimiento práctico sólo po­
tory, John Gray se ubica en la particular día dar paso a la política ideológica: léa­
tradición conservadora cuyo concepto de se, la política entendida como una
política se construye sobre una distinción actividad organizada con arreglo a la
radical entre dos tipos de conocimiento: coherencia lógica y filosófica.
el saber técnico y el práctico. Esta parti­ En este sentido, uno de los pasajes
ción del conocimiento, que aplica a todos más logrados de la obra de Michael
los saberes, deviene fundamental para Oakeshott —y en la que el histórico pro­
entender la crítica al racionalismo —y, fesor de la London School of Economics
por ende, a la política ideológica— de la logra expresar, no sin ironía, el carácter
que participa Gray. peyorativo que la política ideológica tie­
Michael Oakeshott, como legítimo ne en el imaginario conservador— es el
continuador de la tradición conservadora que sigue,
y escéptica cuyos grandes representantes La política racionalista es la política de­
en la historia de la filosofía política han rivada de un tipo de necesidad no matizada
sido Montaigne, Pascal y Hume, sirve de por ningún conocimiento concreto de los in­
guía a John Gray para denunciar el pro­ tereses permanentes de una sociedad y de su
yecto racionalista moderno que partien­ dirección, sino interpretada por «la razón» y
do de la obra de Francis Bacon y René satisfecha de acuerdo con la técnica general
Descartes ha tratado de dotar a todos los de una ideología: tal es la política del libro.
saberes de una certidumbre total a través Y esto es también característico de casi toda
de unas reglas definidas con arreglo a la la política contemporánea: no tener un libro
es no tener lo necesario, y no observar meti­
razón. 12 En definitiva, a través de un co­ culosamente lo que está escrito en el libro
nocimiento técnico plasmando en un mé­ equivale a ser un político poco honorable. 14
todo científico. Precisamente, una de las
tragedias de la política contemporánea, Lo dicho hasta el momento resulta
nos dirá Gray, ha sido el intento de re­ valioso porque ilustra la particular rela­
construir el razonamiento práctico pro­ ción que los conservadores británicos
pio de la política con arreglo a los requi­ tienen con el concepto de ideología, pues
sitos de la coherencia teórica. 13 el pensamiento inspirado por los Hume,
Para la tradición filosófica que inspi­ Burke, Berlin u Oakeshott solamente
ra al conservadurismo escéptico británi­ puede ser considerado como ideología en
co, una de las herencias más perniciosas un sentido lato. La razón estriba en que
de la modernidad se plasma en el encum­ a la hora de proporcionar un fundamento
bramiento del conocimiento técnico para la acción los conservadores británi­
como guía para la acción política. Este cos desconfían de la política entendida
conocimiento técnico se dice, frente al como una actividad guiada por las ideas
práctico, susceptible de ser formulado en y principios, si estos no están filtrados y
proposiciones que expresan reglas, pro­ matizados por la experiencia. Atendien­
cedimientos o principios de valor univer­ do a la diferencia entre conocimiento
sal. Se dice, además, conocimiento asép­ teórico y práctico antes aludida, mientras
tico y neutral. A mayor abundamiento, es que para el racionalista la verdadera po-
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lítica es aquella que puede ser iluminada divertido en esparcimientos corrientes, han
a priori desde la razón, para el conserva­ llevado sus pensamientos muy poco más allá
dor la única actividad política merecedo­ de los objetos diariamente presentes a sus
ra de aprecio es aquella que integra a sentidos. Desde luego, yo no pretendo con­
vertir en filósofos a tales personas, ni espero
posteriori los beneficios de la experien­ que me ayuden en estas investigaciones o que
cia. De aquí nace la pulsión natural del escuchen estos descubrimientos. Estas perso­
conservadurismo británico: la pulsión nas harán muy bien en continuando en su
por conservar lo existente valioso, así sea situación actual. Y, en vez de refinarlas hasta
imperfecto. convertirlas en filósofos, me gustaría poder
Por tanto, hágase notar que mientras insuflar a nuestros fundadores de sistemas un
las corrientes de pensamiento político poco de esta grosera mixtura terrestre, ingre­
que participan de la raison d’etre racio­ diente que por lo general les es muy necesa­
nalista muestran una inclinación natural rio, y que podría servir para templar esas
ígneas partículas de que están compuestos. 15
a llevar la herencia social, política, legal
e institucional de una sociedad ante el Ironía mediante, lo que John Gray
tribunal de la razón, el conservadurismo quiere recordar con fragmentos como el
británico realiza la operación contraria, de Hume es el carácter limitado de la
siendo la razón la que debe comparecer razón —y, por tanto, de la teoría— como
ante el tribunal de lo tradicional y con­ instrumento para la ordenación de las
suetudinario que vertebra y da sentido de sociedades. En concreto, lo que nos quie­
continuidad a una comunidad política. re recordar es que la política no tiene que
En última instancia, la razón por la ver con el diseño de sociedades perfectas
que John Gray ensalza una actitud escép­ sub specie aeternitatis, sino con la tarea
tica como elemento indispensable de más humilde, y limitada, basada en aten­
todo buen gobierno es porque comparte der a los arreglos generales de una co­
con toda la tradición conservadora la munidad que se reconoce, precisamente,
idea de que la política, en tanto que pro­ en la manera en la que atiende dichos
ducto humano, es un producto imperfec­ arreglos —que son, por naturaleza, loca­
to per se. Por tanto, la actitud prudencial les, contingentes e históricos.
que un conservador debe imprimir a sus Precisamente, esta vinculación entre
actos en la vida política debe tener como la política y escepticismo hace que la
norte alejarse de la peligrosa ilusión se­ idea del liberalismo que Gray sostiene se
gún la cual todos los problemas políticos acueste más al conservadurismo que a
pueden ser conjurados y rectificados si cualquier otra variante, pues se trata de
damos con la teoría social perfecta y la un liberalismo orientado a poner en valor
aplicamos consistentemente. la idea en virtud de la cual lo importante
Una de las citas preferidas de John para el sostenimiento de una comunidad
Gray, y que mejor ilustra lo que hasta política no son tanto los consensos racio­
ahora he referido, es un fragmento del nales últimos, sino las tradiciones insti­
Tratado de la naturaleza humana de tucionales y ritos simbólicos comparti­
Hume. Un fragmento en el que la mordaz dos que dotan de orden, estabilidad y
ironía del filósofo escocés invita a los continuidad en el tiempo a las socieda­
filósofos y reformadores sociales a rela­ des. 16
jar su celo metafísico, Hete ahí, por ejemplo, el fundamen­
…particularmente en Inglaterra, hay muchos to para su defensa de la institución mo­
honrados caballeros que, habiéndose dedica­ nárquica frente a otros principios de
do siempre a sus quehaceres domésticos o vertebración política más modernos y
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sofisticados filosóficamente, pero que chael Oakeshott, sostenía una tesis clara
históricamente se han mostrado menos y distinta que resume a la perfección lo
sostenibles y más proclives a generar hasta ahora expuesto,
conflictos políticos. Como dijera el pro­
En el liberalismo coexisten dos filoso­
pio John Gray en un famoso y controver­ fías. En la primera la tolerancia se justifica
tido artículo llamado «The Monarchy is como un medio de alcanzar la verdad. Según
the key to our liberty»: «La constitución esta concepción, la tolerancia es un instru­
monárquica que tenemos en la actualidad mento de consenso racional y la diversidad
—una mezcla de vestigios de la antigüe­ de modos de vida se soporta gracias a la con­
dad y culebrones postmodernos— podrá vicción de que está destinada a desaparecer.
ser absurda, pero permite que una socie­ En la segunda filosofía, la tolerancia se valo­
dad plural pueda continuar unida sin de­ ra como una condición de paz y los modos
de vida divergentes se aprecian como marcas
masiada fricción». 17 de la diversidad de la buena vida. La primera
Es este, precisamente, el punto en el concepción respalda un ideal de convergencia
que el carácter post-liberal y escéptico última de valores, la segunda, un ideal de
del pensamiento de John Gray se hacen modus vivendi. El futuro del liberalismo está
congruentemente conservadores. Pues al en dar la espalda al ideal del consenso racio­
tiempo que considera que el liberalismo nal y asumir el del modus vivendi. 18
no encuentra su mejor versión como una Para John Gray, los pensadores que
filosofía política, sino como una historia mejor ejemplifican la tradición liberal
de prácticas institucionales orientadas a como prescripción de un régimen univer­
preservar la libertad individual en socie­ sal son John Rawls, F. A. Hayek, Ronald
dades modernas, Gray está reivindicando Dworkin y Robert Nozick. Autores que
una forma de política —la política del encuentra su mejor inspiración en John
modus vivendi— que se apoya antes en Locke y en Immanuel Kant. Por el con­
la historia y en el saber acumulado por trario, los mejores exponentes de una
la experiencia que en cualquier forma de concepción del liberalismo como un pro­
metarrelato para legitimarse. yecto de coexistencia que renuncia de
cualquier consenso racional último en
Dos conceptos de liberalismo: la teoría aras de un compromiso de paz son Isaiah
política del modus vivendi Berlin y Michael Oakeshott, cuya inspi­
ración se remonta a la tradición escéptica
Isaiah Berlin hizo su propia lectura de la de Thomas Hobbes y David Hume. 19
historia del concepto de libertad en su Llegado el punto, la pregunta que
célebre conferencia «Dos conceptos de urge hacer a Gray es la siguiente: ¿qué
libertad», ofrecida en 1958 tras asumir la tiene en común la filosofía política de
cátedra Chichele de Teoría Social y Po­ Locke, Kant, Rawls, Hayek, Dworkin y
lítica de la Universidad de Oxford un año Nozick? Más allá de escolásticas quere­
antes. John Gray, quien nunca ha escon­ llas sobre si un autor se aviene con una
dido su admiración por el anti-racionalis­ tradición de izquierda o de derecha, lo
mo del pensamiento de Berlin, emuló a que John Gray propone es una redescrip­
su mentor oxoniense ofreciendo su pro­ ción del liberalismo en base a un criterio
pia lectura de la historia del liberalismo fundacional. Para Gray la tradición libe­
en su obra Two faces of liberalism, pu­ ral se divide entre aquellos que buscan
blicada en el año 2000. un fundamento metafísico para las insti­
Two faces of liberalism, obra dedica­ tuciones liberales y aquellos que recha­
da precisamente al propio Berlin y a Mi­ zando cualquier aventura metafísica fían
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la legitimación del liberalismo a la expe­ Para John Gray el origen de estas


riencia política. En este sentido, nada concepciones del liberalismo que se pre­
nuevo sobre los dicho hasta el momento. sentan como una receta de aplicación
Sin embargo, y dando un paso más universal encuentra su razón de ser en la
allá, Gray explica que aquello que otorga filosofía de la historia positivista de cier­
un marcado aire de familia a la posición tos representantes de la Ilustración.
liberal de Locke, Kant, Rawls, Hayek, Como decíamos, al margen de identifica­
Dworkin y Nozick es su lealtad al legado ciones en el eje izquierda-derecha, Gray
filosófico de la Ilustración, lo que explica sostiene que aquellos que identifican el
la inclinación natural de estos autores a liberalismo como una filosofía que pres­
disolver lo político en lo racional. Hay cribe un régimen ideal comulgan con una
por tanto, señalará Gray, una íntima vin­ idea de la historia en virtud de la cual
culación entre el universalismo liberal de todas las sociedades modernas están so­
estos autores y la idea Ilustrada en virtud metidas a un proceso de progreso racio­
de la cual la ley no puede ser una res­ nal y terminarán convergiendo y orde­
puesta a un contexto de negociación con­ nándose en torno a unos mismos valores
creto, sino el resultado del uso correcto que se dicen racionales, universales y
de la razón práctica: es decir, el uso de autoevidentes. 21
la razón sin consideración de ningún Isaiah Berlin señaló la misma idea
contenido empírico. cuando al criticar a algunos de los philo­
Dado que el programa el programa sophes franceses, a aquellos que pensa­
de la Ilustración supone que la razón ban que la sociedad ideal llegaría de
puede proporcionar al filósofo un punto forma inexorable, sostuvo que este pen­
arquimédico universalmente válido des­ samiento dependía de, «la concepción de
de el cual determinar qué puede conside­ un mundo perfecto en el que todos los
rarse un argumento político válido, esta grandes valores a la luz de los cuales el
cultura política ha dejado el camino ex­ hombre ha vivido durante tanto tiempo
pedito para el surgimiento de teorías li­ podrían realizarse juntos, al menos en
berales que, al buscar como fin un con­ principio». 22
senso racional último, se sienten cómodos La crítica que John Gray realiza a
esgrimiendo un lenguaje sobre derechos, esta concepción del liberalismo como un
principios y órdenes que se dicen natu­ metarrelato filosófico al que la política
rales, universales y autoevidentes. En debe subordinarse es doble.
opinión de Gray, la satisfacción del ideal En primer lugar, Gray señala que la
ilustrado que inspira al liberalismo que manera de entender la política como un
propone la tradición que va de Locke a proceso subordinado a la concreción del
Rawls lleva a una visión del mismo que contenido de unos principios últimos —
integra en su auto-concepción un ele­ que quedan fuera de toda negociación
mento utópico. De este modo, la subor­ por considerarse racionales y autoevi­
dinación de lo político a un criterio de dentes, sea cual sea, después, su conten­
racionalidad que funciona haciendo abs­ dido—, supone el vano empeño de que­
tracción de las particularidades y contin­ rer diseñar las sociedades con arreglo a
gencias se expone a la acusación de ha­ un marco teórico y apriorístico. Supone,
ber generado un liberalismo anti-político. además, aquello que Oakeshott calificó
Un lenguaje que, como también dijera como «la política de la fe» que prepara
Oakeshott, se acerca más a la teología el camino para un ideologismo que bus­
que a la política. 20 ca reconstruir la política dotándola de las
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Conservadurismo británico contemporáneo

certidumbres que en tiempos pasados que se han ido desarrollando en el seno


proporcionaba la religión. En realidad, de cada Estado moderno para la defensa
nos dirá Gray, la idea de que estamos de las libertades individuales básicas. A
destinados a vivir en una civilización decir de Gray,
universal no es tanto una realidad evi­
Los derechos humanos no son verdades
dente que tenga apoyo en la historia,
inmutables, absolutas, morales, autónomas
como un rasgo de las sociedades occi­ cuyos contenidos resultan evidentes. Son
dentales moldeadas por el monoteísmo y convenciones cuyos contenidos cambian a
su traducción dieciochesca a los dogmas medida que cambian las circunstancias y los
positivistas de la Ilustración. 23 intereses humanos. Deberían entenderse no
En segundo lugar, la política liberal como la Constitución de un régimen univer­
entendida como un ejercicio filosófico de sal, liberal u otro, sino más bien como unos
aprehensión racional de unos principios estándares mínimos de legitimidad política
que deben aplicarse a todos los regímenes. 24
que se dicen ajenos a la negociación po­
lítica niega al liberalismo su propia his­ Partiendo de las reflexiones sobre la
toria institucional como la memoria de legitimidad de los regímenes políticos de
convenciones locales, variables y rene­ David Hume en su ensayo «Of the Ori­
gociables. Para John Gray la idea del ginal Contract», Gray sostiene que la fi­
liberalismo como portador de una esen­ losofía política y su capacidad de análisis
cia dada a cuya plenitud vamos acercán­ debe ser sensible al contexto. Según
donos de manera progresiva y acumula­ Hume, la legitimidad de los regímenes
tiva es un error que escamotea la políticos es en buena medida una cues­
verdadera naturaleza de una práctica tión de accidente histórico. De aquí que
política que tiene una historia heterogé­ una monarquía, un imperio o una repú­
nea, discontinua y que ha respondido, blica hayan sido igual de legítimas en
principalmente, a unas necesidades polí­ función del contexto y de la época. La
ticas definidas. enseñanza que de aquí extrae la teoría
Por ello, Gray defiende que una política del modus vivendi, dirá Gray, es
comprensión correcta del liberalismo que la falta de historicidad a la hora de
debe incorporar necesariamente una idea entender nuestra propia tradición política
clara de su historicidad, de la circunstan­ occidental nos inhabilita para aprender
cia política y cultural que coadyuvó su del pasado, pues nos hace prescindir de
nacimiento y de sus antecedentes en el las lecciones contenidas en todo aquello
contexto del individualismo europeo. En que ya ha sido sacrificado ante el altar
otras palabras, Gray señala la necesidad del progreso racional y científico.
de tener presente que el liberalismo con­ En cambio, desde un paradigma es­
temporáneo es el fruto más granado de céptico basado en una antropología hu­
la búsqueda de un modus vivendi que milde que niega al ser humano la posibi­
nace en la Europa del siglo xvi y sus lidad de comprender y controlar todo
reflexiones sobre la tolerancia en un con­ cambio social, la experiencia acumulada
texto de guerras religiosas. De aquí que por las instituciones sí importa, pues
frente a la cultura liberal que habla de ejerce de capital de conocimiento
derechos y principios como entes autó­ acumulado por la historia. A la vez, la
nomos y autosubsistentes, Gray defiende comprensión misma de la incapacidad
la necesidad de tener presente que el in­ humana para diseñar racionalmente el
dividuo liberal y su paquete de derechos progreso social y político es un recorda­
y deberes es el resultado de las prácticas torio que nos invita a tener presente la
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contingencia de la política y, por ende, cual la democracia liberal no se com­


nuestra historia como conjunto de las prende como una narrativa filosófica de
lecciones que nos han llevado a disfrutar aplicación universal que pueda exportar­
de una cultura liberal que podría, perfec­ se a gusto del consumidor, sino como el
tamente, no haber sido. resultado contingente de la búsqueda de
Hágase notar que Gray diferencia en un modus vivendi en el seno de la cultu­
su obra entre dos concepciones diferen­ ra occidental.
tes de progreso. Para la Ilustración esco­ De cualquier modo, la teoría política
cesa y sus seguidores el progreso era un del modus vivendi no está exenta de di­
resultado impredecible que podía darse, ficultades. Algunas de ellas se derivan de
o no, como fruto de los intercambios li­ la tensión entre la justificación funcional
bres entre los hombres. En cambio, para de los derechos humanos y su, a la vez,
la Ilustración continental el progreso era legitimación en términos universales.
el resultado de la realización en el mun­ Pero a juicio de algunos académicos, la
do de un plan racional que llevaría a las propuesta de Gray falla, sobre todo, a la
sociedades a un telos último conocido y hora de ofrecer un lazo de ciudadanía
deseable. 25 Ambos conceptos de progre­ más sustantivo que supere su apelación
so expresan a la perfección la la diferen­ «neo-hobbesiana»: 26 a saber, el orden
cia entre el liberalismo como teoría po­ político como una convención cuyo ob­
lítica del modus vivendi y el liberalismo jetivo prioritario no es encarnar ningún
como ideología en un sentido fuerte. orden filosófico, sino asegurar la paz. 27
Sin embargo, a pesar de algunas di­
Conclusión ficultades imputables al pensamiento de
John Gray, la teoría política del modus
En este trabajo he tratado de mostrar que vivendi no deja de constituir una de las
la teoría política del modus vivendi que propuestas más relevantes que desde el
propone John Gray se basa en un con­ conservadurismo británico contemporá­
cepto de liberalismo congruente con los neo trata de reivindicar un liberalismo
principios del conservadurismo británi­ más intensamente político frente a un
co. Sobre todo en un marcado anti-racio­ liberalismo más filosófico —y, por ende,
nalismo y escepticismo que trabajan ideológico— al que Gray acusa de ha­
como frenos frente a cualquier tentación berse dejado seducir por las promesas
universalista. universalistas del racionalismo ilustrado.
Para aquellos lectores de John Gray En última instancia, el escepticismo
más familiarizados con su última etapa ante la fundamentación filosófica del li­
como crítico de las políticas de expan­ beralismo que John Gray sostiene tiene
sión de la democracia, el terrorismo o las que ver con la particular utilidad que un
Relaciones Internacionales, el trabajo de conservador otorga a la filosofía ante la
historiador de las ideas arriba aludido política. Como señala el propio Gray en
deviene fundamental, pues existe una los párrafos finales de Two faces of libe­
vinculación íntima entre ambas. Cierta­ ralism,
mente, la segunda no se entendería sin la
La tarea de la filosofía política no es la
primera. Sobre todo porque la crítica a la de dar un fundamento a la práctica. Nunca ha
exportación de la democracia de los go­ tenido uno en el pasado y de alguna manera
biernos de Bush y Blair, por ejemplo, no la especie humana ha ido avanzando a tropie­
se entendería sin atender a su posición zos. El objetivo de la filosofía política es vol­
conservadora y escéptica en virtud de la ver a la práctica con menos ilusiones. Para

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Conservadurismo británico contemporáneo

nosotros esto significa abandonar la ilusión Hume, D., Tratado de la naturaleza hu­
de que las teorías de la justicia y de los dere­ mana, Madrid, Editora Nacional,
chos puedan librarnos de las ironías y las 1991.
tragedias de la política. 28 Kelly, P., «Political Theory in Retreat?
Contemporary political theory and the
historical order», en O’Sullivan, N.
BIBLIOGRAFÍA (ed.), Political Theory in Transition,
London, Routledge, 2000; págs. 227­
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na, Anthropos Editorial, 1998; págs. bal capitalism?» en Times Literary
143-176. Supplement, (27/03/1998).

NOTAS

1
Véase, por ejemplo, el artículo «The Monarchy 4
The New York Times 22/12/1990, The Guardian
is the Key of our Liberty» en http //www.guardian. 22/12/ 1990, The Daily Telegraph 21/12/1990.
co.uk/commentisfree/2007/jul/29/comment.politics1. 5
Gray, J., Liberalismo, Madrid, Alianza Editorial,
2
Skidelsky, R , «What’s wrong with global capita­ 1994, p. 141.
lism?» en Times Literary Supplement, (27/03/1998). 6
Laslett, P. Rucimann, W. G. (eds.), Philosophy, Poli­
3
Robin, C., The Reactionary Mind Conservatism tics and Society, New York, Barnes&Noble, 1956, p. vii.
from Edmund Burke to Sarah Palin, Oxford Universi­ 7
Hernández, J. M. «El liberalismo ante el fin de
ty Press, 2011, p. 111-120. siglo» en Quesada, F. La filosofía política en perspec-

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doi: 10.3989/isegoria.2012.047.12
Jorge del Palacio Martín

tiva, Barcelona, Anthropos Editorial, 1998. Págs. 143­ 18


Gray, J., Las dos caras del liberalismo, p. 123.
176; Kelly, P. «Political Theory in Retreat? Contem­ 19
Ibidem. pp. 12 y 24.
porary political theory and the historical order», en 20
Oakeshott, M. «Locke: The theological vision»
O’Sullivan, N. (ed.), Political Theory in Transition, en Morality and Politics in Modern Europe. The Har­
London, Routledge, 2000, pp. 227-241. vard Lectures, Avon, Bath Press, 1993.
8
Rorty, R. «La prioridad de la democracia sobre 21
Para la crítica de Gray al universalismo ilustrado
la filosofía» en Objetividad, relativismo y verdad, Bar­ deben consultarse «What is Dead and What is Living
celona, Paidós, 1996, p. 266. in Liberalism» en Post-liberalism, págs. 283-328;
9
Rivero, A., «Richard Rorty y la política del nue­ «From Post-liberalism to Pluralism» en Enlightnment’s
vo pragmatismo» en Vallespín, F. (ed.), Historia de la Wake, págs. 131-143; «Where Pluralists and Liberals
teoría política Vol. 6, Madrid, Alianza Editorial, 2004, Part Company» en International Journal of Philoso­
p. 336. phical Studies Vol. 6, n. 1, 1998, pp. 17-36.
10
Gray, J. Post-liberalism, London, Routledge, 22
Berlin, I. «En pos del ideal» en Dos conceptos
1993, pp. 287-288. de libertad y otros escritos, Madrid, Alianza Editorial,
11
«Rawl’s Anti-Political Liberalism» en Gray, J , 2005. Pág. 152 (Edición de Ángel Rivero Rodríguez).
Endgames Questions in Late Modern Political 23
«Preface» en Enlightenment’s Wake, London,
Thought, Cambridge, Polity Press, 1997, p. 51-54; Routledge, 1995.
«Against New Liberalism» en Enlightnment’s Wake, 24
Gray, J., Las dos caras del liberalismo, p. 124.
London, Routledge, 1995, pp. 1-16. 25
Gray, J. Liberalismo, pp. 140-141.
12
Oakeshott, M., «El racionalismo en la política» 26
En algunos textos el propio Gray califica su po­
en El racionalismo en la política y otros ensayos, Mé­ sición como «neo-hobbesiana» en clara alusión a la
xico, FCE, 2000, pp. 21-53. raíz hobbesiana del conservadurismo de Oakeshott en
13
Gray, J., Las dos caras del liberalismo, Barcelo­ el que él, a su vez, se inspira.
na, Paidós, 2001, p. 63. 27
Para un resumen de las principales críticas con­
14
Oakeshott, M. Óp. Cit, p. 40. tra la teoría del modus vivendi de John Gray puede
15
Hume, D., Tratado de la naturaleza humana, leerse con provecho: O’Sullivan, N., «La asociación
Madrid, Editora Nacional, 1991, vol.1, p. 425. civil y la búsqueda de un liberalismo político» en Cua­
16
Gray, J., Las dos caras del liberalismo, p. 13. dernos de pensamiento político, n. 34, abril/junio
17
Gray, J. «The Monarchy is the key of our liber­ 2012, pp. 35-40.
ty» en The Guardian 29/07/2007. 28
Gray, J. Las dos caras del liberalismo, p. 158.

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