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EDUCACION LIBERADORA

El campo educativo estaba minado y hasta en eso tenía injerencia el imperialismo


extranjero.

La Constitución prohibía el voto de los analfabetos. El pueblo no tenía derecho del


sufragio y si los campesinos, las comunidades nativas, aprendían a leer y escribir,
tendrían que ser incorporados a los padrones electorales y, quien sabe, si
sumarían un caudal de fuerzas para respaldar a cualquier candidato izquierdista
que les presentase un programa innovador.

Controlando las llaves maestras de la educación y los medios de comunicación,


convenían que el pueblo fuese mantenido en la ignorancia, no fuera a ser que
despertara y se diera cuenta de que tenía un trato discriminatorio y estaba
explotado. Se le hablaría siempre de las virtudes de la democracia, de los peligros
del comunismo, para envolver en esta acusación a todo aquello que oliese a
reforma; se le enseñarían hábitos y comportamientos para despertar gradualmente
su sed de consumo a medida que la producción nacional o la extranjera
aumentasen su caudal de flujo sobre la población. Se predicaría las virtudes
cristianas de la paciencia y la resignación para que los peruanos aceptaran que en
este mundo no todos son iguales, puesto que algunos nacieron para dirigir y otros
para ser dirigidos, algunos para pensar y la mayoría para leer y aceptar esos
pensamientos como producto santificado de la cultura occidental y cristiana.

En consecuencia, con un criterio así, el caos tenía que venir. Ahí estaban el bajo
rendimiento en relación con la alta inversión del presupuesto nacional en
educación; un sistema poco flexible dislocado de la realidad peruana; una
marginación económica del maestro y una limitación de sus posibilidades de
progreso; y en último término, una burocracia y un magisterio politizados por el
control de las dirigencias conectadas al aparato político tradicional, defensor del
orden establecido.

La revolución tendría que buscar la liberación del hombre y la creación de una


nueva sociedad. De lo contrario moriría y se estancaría. Y para ello necesitaba
cambiar desde la raíz el sistema educativo a fin de que todos los peruanos
tuviesen igual posibilidad de educarse, ser más y progresar, bajo el amparo de un
orden social justo, fraterno y solidario.
Cambiar la mentalidad de las generaciones en edad adulta era tarea imposible. La
nueva sociedad no sería fruto de los peruanos del presente sino de los niños, de
los hombres del mañana. Habría que planear una reforma educativa con estos
criterios básicos.

1.- Transformar la estructura de la educación creando un sistema


fundamentalmente humanista que tenga en cuenta las siguientes características:

a) Exaltar la dignidad del hombre y reconocer el derecho a la educación de todas


las personas, sin discriminación alguna.

b) Orientar la educación hacia el trabajo considerado como medio de lograr la


plena realización del hombre.

c) Lograr la participación de todos los sectores de la comunidad nacional en la


tarea educativa.

d) Seguir un criterio flexible, adecuado a las necesidades de la población de las


diversas regiones y zonas del país.

e) Alcanzar la gratuidad progresiva de la enseñanza hasta llegar a una educación


gratuita, sostenida totalmente por el estado.

f) Integra la Universidad en un sistema autónomo.

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