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COMO ES EL VÍNCULO DE LOS DIOSES Y

HUMANOS

La relación de los hombres con los dioses es contractual, aquellos realizan una
serie de prácticas a cambio de obtener favores concretos de estos, aunque
esos favores no siempre se obtengan. Por ejemplo, los hombres realizan
plegarias, sin una formalización muy estricta como en las oraciones cristianas;
ofrecen sacrificios de animales, a los que se arroja agua en la cara para que
muevan la cabeza, gesto que se interpreta como que los bueyes o los terneros
quieren que se les sacrifique (“ficción de la inocencia”), sacrificios en los que
los hombres comen la carne y a los dioses se les ofrece la grasa que sube con
el humo; libaciones, líquidos que se derramaban en tierra; ofrendas de lo más
valioso que se posee (Hécuba ofrece su mejor manto a Atenea para que esta
no castigue a los troyanos). También se ponen en contacto a través de la
adivinación, para desentrañar las intenciones de los dioses o para encontrar el
camino perdido (por ejemplo, Calcante guiando a las naves aqueas hasta Ilio o
preguntando al adivino el porqué de la peste que azota a los mismos aqueos).
A veces son los mismos dioses quienes toman la iniciativa. Mediante
fenómenos naturales, como truenos o gotas sanguinolentas que hay que
interpretar (por ejemplo, en el momento de la concentración de las tropas
aqueas, Zeus envía un presagio, una serpiente que se come nueve gorriones,
que Calcante interpreta como que habrá nueve años de lucha y que al décimo
los griegos vencerán) o mediante ensueños, que a veces resultan engañosos.
Otras veces los dioses se presentan directamente, pero sin ser vistos (Atenea
se transforma en Deífobo para engañar a Héctor) o como una epifanía, más
raro (Atenea retiene el brazo de Aquiles cuando este quiere embestir con su
espada a Agamenón), o mediante encuentro sexual (la Ilíada sólo refiere las
secretas visitas de Hermes a Polimele, en las que se engendró a Eudoro).
Jenófanes no parecía estar muy de acuerdo con ella: “A los dioses atribuyeron
Homero y Hesíodo todo aquello que entre los hombres es motivo de vergüenza
y reproche: robar, adulterar y engañarse unos a otros”, aunque pocos
entonces compartían la visión monoteísta de Jenófanes.

Intervención gráfica: es sobre una fantasía de los griegos y troyanos


con la intervención de los dioses del olimpo.
El juicio de parís
En la antigüedad mítica se celebraron unas importantes bodas a la que estaban
invitados dioses y mortales. Los contrayentes eran Peleo y Tetis, un mortal y una
diosa, lo que explica la afluencia de invitados. Tetis, una nereida, hija de Nereo,
antiguo y anciano dios del mar, era, por tanto, una divinidad marina e inmortal
y Peleo, discípulo del centauro Quirón, era el afortunado mortal que tenía el privilegio
de casarse con una diosa.
Pero no todos habían sido invitados a la fiesta: la diosa Éride (Discordia) quiso hacer
notar su ausencia y se presentó en la fiesta con una manzana de oro que tenía
grabada la siguiente frase: "Para la más bella". Lanzó la manzana sobre la mesa donde
se sentaban los dioses y se fue.
Tres de las diosas presentes en el banquete, Hera-Juno, Atenea-Minerva y Afrodita
Venus , se creyeron merecedoras del título y se lanzaron a por la manzana. La enojosa
situación que se produjo entonces no tenía fácil solución y ni el mismo Zeus-
Júpiter quiso intervenir en una decisión tan comprometida.
Encargó a su fiel hijo Hermes-Mercurio que condujese a las tres diosas al monte Ida,
en la llanura de Troya, y se las presentase a Paris, bello joven, hijo del rey Príamo de
Troya, que pastoreaba los rebaños reales en aquel lugar. Él debía ser el encargado de
dirimir el pleito, según voluntad de Zeus, y así se lo explicó el dios
mensajero Hermes al asustado joven.
Durante el juicio cada diosa hizo valer sus méritos al título pero además le prometieron
a Paris beneficiosos dones si éste fallaba a su favor. Hera se comprometió a hacerle
soberano de toda el Asia. Atenea le ofreció la prudencia y la victoria en todos los
combates y Afrodita le brindó el amor de la mortal más hermosa de Grecia, Helena de
Esparta.
Paris dio la manzana a Afrodita, granjeándose así la fiel protección de la diosa para él y
los suyos para siempre, y la enemistad de las otras dos diosas lo que quedará reflejado
en la Guerra de Troya.

Explicación: El Juicio de Paris tiene su origen en la boda de Tetis y Peleo, donde


Eris, diosa de la discordia, reto a la diosa más bella presente a recoger una manzana
de oro que había lanzado entre los presentes. Juno, Minerva y Venus, comenzaron una
disputa y Júpiter decidió darle la manzana a Mercurio y que éste se la diera a Paris,
que actuaría como juez. El Juicio lo narra el poeta romano Ovidio en su
obra Heroidas (XVI, 65-88), donde Paris finalmente escogió a Venus como la
vencedora. A cambio, la diosa le dio la mano de Helena de Troya, desencadenando la
Guerra de Troya.

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