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Tema 4. Géneros literarios narrativos y narratividad. 4.1. Contar una historia: narración y
narración literaria. 4.2. Historia y discurso: acciones y personajes; visión, voz, modo y
temporalidad. 4.3. Panorama histórico de los géneros literarios narrativos: formas afines a la
épica, épica y romance. 4.4. Panorama histórico de los géneros literarios narrativos. El
cuento: novela corta, cuento folkórico y cuento literario. 4.5. Panorama histórico de los
géneros literarios narrativos: la novela y sus géneros. 4.6. Literatura narrativa tradicional y
expresión musical.
Paranarrador...........................>Paranarratario
La diferencia entre fuera del texto y dentro del texto está marcada por el recuadro. La diferencia de la comunicación cotidiana y la
fabulación está marcada por las letras en cursiva y en redondilla.
El autor real es el que tiene una biografía y un modo de pensar en buena medida
independiente de la narración que escribe y firma. Igualmente, cualquier lector real de
una narración hay que concebirlo básicamente como alguien que tiene una vida
independientemente del que lee. Pero tanto uno como otro se representan en el texto
narrativo, y por eso hay que consideralos también atendiendo sólo a los rasgos que de
ellos se nos dan en el texto. Estos son autor y lector implícitos o “en el texto”.
El narrador, ya en el plano de la fabulación o ficción, es la voz de la que se dota
el autor para contar la historia. El narratario es aquél a quien en su mismo plano de
realidad, se dirige el narrador.
En un plano inferior, un personaje puede tomar la voz narrativa y como
paranarrador dirigirse a un paranarratario en ese mismo plano de realidad.
Remitente------------------àSujeto--------------------àDestinatario
Ayudante-----à ß--------Oponente
Objeto
4.3.1. La épica.
La denominación “épica” puede incluir todos los géneros literarios narrativos,
pero aquí la entenderemos como un gran género históricamente dado. Con el género
épica tendremos en cuenta: a) las formas afines a la épica; b) los poemas épicos,
incluidas las epopeyas, las cuales no son sino poemas épicos destacados por su alto
valor. Tanto las formas afines como la épica propiamente dicha, son composiciones por
lo general en verso y también por lo general destinadas a la declamación o al canto. Por
eso se dice que el poeta épico canta, algunas composiciones se llaman cantares (cantar
de gesta, por ejemplo) y a las partes del poema épico se les llama cantos. Si
consideramos la oralidad –o la vocalidad- se pueden explicar ciertos rasgos estilísticos,
sintácticos e incluso temáticos. Zunthor entiende por vocalidad el uso en una situación
concreta y precisa de una voz personal. En este sentido, dice Mortier, el texto de la
epopeya está próximo al del teatro, por lo que respecta a la relación con su destinatario.
Pero también próximo al libreto de ópera, si se piensa que Demodokos y Phemios en los
cantos VIII y XXII de la Odisea, recitan acompañados de cítara.
a) Formas afines a la épica.
André Jolles (siglo XX) escribió un ensayo muy peculiar sobre la problemática
de los géneros literarios partiendo de lo que él llama formas simples. Algunas de las
formas simples estarían en la base de lo que, como elaboración docta, es la épica. Éstas
son el mito, la leyenda, etc. Sin atenernos necesariamente a la enumeración y
observaciones del citado especialista, tendremos en cuenta las siguientes formas afines:
HIMNO. Aunque el himno es una composición lírica –ya se trató en el tema 3-, tiene un
componente narrativo importante, y por esta razón algunas composiciones hímnicas
como los llamados Himnos homéricos que narran hechos relevantes de la vida de
algunos dioses, pueden considerarse preludios épicos. Además, participan del canto, lo
mismo que la épica.
GESTA. Es el relato de hazaña. Como relato de tradición oral, la gesta surge, según
Jolles, con la disposición mental elitista ligada a la familia y las relaciones de sangre. La
poesía épica, en algunos casos denominada canción de gesta, es igualmente propia de un
tipo de sociedad donde dominan los valores aristocráticos y genealógicos.
b) Poemas épicos.
Los poemas épicos o epopeyas, de remota presencia en muy diversas culturas,
son poemas narrativos extensos que llegan a los 400.000 octosílabos en el caso del
Mahâbârata. Aunque tampoco obedece límites a la amplitud temporal de la historia
tratada, y puede intercalar múltiples episodios secundarios, sin embargo lo normal es
que la historia pricipal transcurra en un lapso de tiempo acotado, una semana apenas en
el caso de la Iliada. En cuanto relato, ha de seguir un orden cronológico, pero poemas
como la Eneida comienzan in media res y presentan retrospecciones y anticipaciones.
El tipo de acción propio de la épica es el combate físico, la guerra, aunque
también se puede dar el conflicto espiritual –El Paraíso perdido, por ejemplo- y otros
tipos de experiencias como en La divina comedia.
Los protagonistas son verdaderos héroes, los cuales son descritos con
características y valores excepcionales. No admiten la descalificación y tratan de
mantener a toda costa el honor y renombre de su estirpe. Dichos héroes no actúan de
modo personal o egoísta, sino que su acción tiene un sentido para su época y para su
pueblo. El mundo en que se desenvuelven suele estar presentado bajo un esquema en el
que frente a los malos destacan los buenos, si bien tales héroes pueden destacar su
bondad entregando su vida en la lid, como el protagonista de la Chanson de Roland.
En la acción épica puede incidir lo fabuloso y maravilloso. Está relacionado con
el carácter excepcional de los acontecimientos presentados, y con un orden subyacente
que, frente al desorden del enfrentamiento, queda a salvo por el desenlace heroico. Este
carácter maravilloso, que se concreta en la intervención de los dioses, fue discutido en el
siglo XVII dado que supondría la antropomorfización de Dios y una visión del mundo
más pagana que cristiana. Dicha intervención divina, que debe ser directa, se vino a
suplir desde entonces en ocasiones con la incidencia de leyes científicas.
Otro rasgo del poema épico es que el narrador presenta los hechos del pasado
mostrándose omnisciente toda vez que los personajes no hablan de sus instrospecciones,
pues son más dados a la acción que a la reflexión. Pero este narrador no pretende traer
los hechos del pasado a la actualidad de los destinatarios, ni pretende avalar lo que
cuenta con testimonios, ni repercutir sobre la marcha de la narración. El pasado épico es
un pasado concluido y sin continuidad en el presente –esto es paradójico, porque toda
narración ejemplar está destinada a influir sobre los destinatarios-.
Lo anterior no quiere decir que el poeta no exalte al héroe y los hechos, pero esto
se hace de una manera que se quiere que sea objetiva. Así se explica que según los
lingüistas el poema épico utilice la tercera persona de verbos en tiempo pasado.
Otra forma del romance en el siglo XVI es el romance pastoril. Este tipo de
relato se caracteriza por ser ficciones idealizadoras sobre pastores que en un medio
natural generalmente se expresan sus cuitas amorosas. Tal género se pone en boga con
el Renacimiento, y sirve como manifestación disfrazada de las nuevas mentalidades.
Formalmente contempla poesía, prosa y drama. Su antecedente es, entre otros, las
Bucólicas de Virgilio, pero el modelo más cercano es la Arcadia, del italiano Sannazaro,
imitado en Europa, y que en español es seguido por Los siete libros de Diana, de Jorge
de Montemayor.
En este apartado se trabaja en clase sobre un ejemplo seleccionado que sirve para
explicar cómo el texto narrativo también se puede dar a través de manifestaciones orales
cantadas, como es el caso de los romances, que solían ser cantados por ciegos. Este
ejemplo seleccionado es un cantar de romería, compuesto en la Edad Media, en el siglo
XIII, pero que ha pervivido hasta la actualidad. Se puede puede oir en Youtube cantado
por el folklorista Faustino Santalices, acompañado por la zanfona. Se titula Romance de
Don Gaiferos de Mormaltán, cuya letra es la siguiente: