José Natanson sol prieto Andrés Serbin François Misser

Pierre Daum Akram Belkaïd Sylvie Laurent Serge Halimi

el dipló, una voz clara en medio del ruido Capital Intelectual S.A.

0000222161
Paraguay 1535 (1061)
abril 2018 Buenos Aires, Argentina
Publicación mensual
Año XIX, Nº 226

522005
Precio del ejemplar: $90
En Uruguay: 100 pesos

9 771514
www.eldiplo.org

Dossier

CUBA: ¿Sobrevivirá
la revolución?
Escribe Leonardo Padura

Kaloian/Instagram: @KaloianFotograma

Catarsis anti-política en Italia

El ascenso del neofascismo de la Liga Norte y del inclasificable Movimiento 5 Estrellas
Escribe:
refuerza la inestabilidad política. En un contexto de alto desempleo, sobre todo entre los
Luca Manucci
jóvenes, y crisis de los partidos tradicionales, Italia no logra salir de la incertidumbre.
2|
El “hito liberal”
del macrismo
por José Natanson
A
unque el movimiento de mujeres
viene desarrollando desde años
una intensa lucha por la legaliza-
ción del aborto, que incluye movi-
lizaciones cada vez más masivas
y un esfuerzo de instalación pública que a me-
nudo las obliga a discutir civilizadamente con
los interlocutores más retrógrados, la posibi-
lidad de que finalmente se convierta en ley es
consecuencia de una decisión política de Mau-
ricio Macri. No es cierto que el presidente, des-
bordado por la demanda, se haya visto forzado
a admitir un curso de acción inapelable, no es
cierto que no tuviera otra opción; perfectamen-
te podría haber optado por no innovar, dejar pa-
sar el momento y seguir como si nada, que es de
hecho lo que hicieron sus antecesores. Enton-
ces conviene ser claros: si el aborto nunca ha-
bía alcanzado estado legislativo fue porque los
presidentes de la democracia argentina –todos
ellos– se ocuparon de que no ocurriera, y si aho-
ra llega al Congreso es porque Macri así lo deci-
dió. Aunque cueste aceptarlo.
¿Es una cortina de humo, una jugada deses-
perada para tapar las dificultades de la econo-
mía, la persistencia de la pobreza, los escán-
dalos off shore? Supongamos que sí. Pero, ¿im-
porta? Alcanza con revisar los diarios del 2010
para comprobar que el mismo argumento se es-
grimió contra la decisión de impulsar la ley de
matrimonio igualitario por parte de un kirch-
nerismo herido por el voto no positivo y la de-
rrota en las legislativas del año anterior, y que
un planteo parecido se utilizó para desacreditar
la ley de divorcio empujada por un alfonsinis-
mo cercado por la hiperinflación, los alzamien-
tos carapintadas y los paros de Saúl Ubaldini.
En política como en la vida, importan menos los
motivos siempre indescifrables de las personas
que los resultados concretos de sus decisiones.
El resultado está abierto. Con el gobierno
prescindente, será clave el rol de los influen-
cers pro legalización al interior de los diferen-
tes bloques: los macristas Daniel Lipovetzky,
que preside la Comisión de Legislación Gene-
ral de Diputados y conducirá los primeros de-
bates, y el jefe del bloque del PRO en el Sena-
do, Humberto Schiavoni, así como de figuras
claves de la oposición que ya se manifestaron
a favor, entre ellos Agustín Rossi, Máximo Kir-
chner y Miguel Ángel Pichetto. Como escribió
Noelia Barral Grigera (1), muchos legisladores
vienen haciendo silenciosos procesos de tran-
sición, de posiciones cerradamente anti-abor-
tistas a un estado de duda o incluso de acepta-
ción, ya sea por los argumentos irrefutables en
materia de salud pública como por la presión
familiar de esposas e hijas (la única excepción
es la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich,
quien tras una vida de apoyar el aborto, y como
parte de una involución política más general,
ahora se opone).
La votación final dependerá también de la
habilidad política del grupo pro legalización,
de su astucia para manejar los tiempos y, decisi-
vamente, de la elaboración de una estrategia no
belicosa y tolerante con las sensibilidades reli-
giosas, tal como ocurrió durante el tratamiento
de la ley de divorcio: varios diputados y senado-
res que la apoyaron aclararon en su fundamen-
tación pública que seguían reivindicándose ca-
tólicos y reconociendo el rol fundamental de la
Iglesia en la sociedad argentina. Sin embargo, y
aunque por supuesto se opone, no está tan claro
que hoy, tres décadas después, la Iglesia esté en
condiciones de iniciar una guerra santa como la
que en su momento libró contra el alfonsinismo,
con el obispo Emilio Ogñenovich encabezando
una procesión que sacó a la Virgen de Luján de
la Basílica para transportarla a la Plaza de Mayo
(aunque ni siquiera en aquel momento la posi-
ción de la curia fue monolítica: las crónicas de
la época recuerdan que la caravana de Ogñeno-
vich se vio obligada a seguir un trayecto serpen-
teante para esquivar el paso por Morón, cuyo
obispo, Justo Laguna, se había manifestado en
contra de la marcha) (2).
Hitos
Si finalmente se convierte en ley, el aborto le-
gal, seguro y gratuito se inscribirá en la tradi-
ción de avances liberales iniciados con la recu-
peración de la democracia en 1983. Además del
divorcio, el gobierno alfonsinista consagró la
patria potestad compartida y la equiparación
de derechos de los hijos extramatrimoniales;
el kirchnerismo, además del matrimonio igua-
litario, impulsó la ley de vientre subrogante y
de muerte digna, en tanto el menemismo, mu-
cho más reaccionario, de todos modos elimi-
nó la obligación constitucional de que el presi-
dente profesara la fe católica. Se trató en todos
los casos de conquistas en el mismo sentido
secularizador y modernizante que sintonizan
Edición 226 | abril 2018
con los nuevos desarrollos teóricos sobre la re-
lación entre liberalismo y democracia (3).
Es interesante, porque dice mucho del esti-
lo de cada presidente y de su contexto históri-
co, revisar la forma en que se concretaron las
iniciativas. Mientras que el kirchnerismo pu-
so todo el peso del Estado y de su voluntad po-
lítica a favor de la ley de matrimonio igualita-
rio, a punto tal de que Cristina invitó a una gi-
ra por el exterior a un grupo de senadores que
habían anticipado su voto en contra para evitar
que participaran de la sesión, el alfonsinismo
comenzó con una energía que con el paso del
tiempo, y su creciente debilidad política, se fue
agotando; de hecho la aprobación del divorcio
fue posible en buena medida por el impulso de
un fallo que declaró inconstitucional el artícu-
lo de la ley de matrimonio civil que prohibía el
casamiento entre personas separadas, decidido
pocos meses antes por la Corte Suprema con el
apoyo de Enrique Petracchi, José Antonio Bac-
qué y… Carlos Fayt.
Macri optó en cambio por una estrategia más
discreta. Dejó trascender la novedad al térmi-
no de una reunión de gabinete y luego, cuando
ya había explotado, la incluyó en su discurso de
apertura de sesiones del Congreso, donde dijo
que su gobierno vería con “agrado” que las cá-
maras tomaran el tema. También teatralizó la
idea: dos semanas después, unos 200 dirigen-
tes del Consejo Nacional del PRO reunidos en
Parque Norte escucharon el debate entre dos
diputados oficialistas con posiciones encon-
tradas. Al mismo tiempo, Macri anunció que él
personalmente estaba “a favor de la vida”, pero
que si el Congreso aprobaba la ley no recurriría
al veto, redondeando la infrecuente escena de
un gobierno que impulsa el tratamiento de una
norma sobre la cual su plana mayor se manifies-
ta en contra.
Qué es esto
La decisión de llevar el aborto al Congreso rea-
bre el debate acerca de la caracterización ideo-
lógica del macrismo, donde conviven el reac-
cionarismo ultramontano de por ejemplo Es-
teban Bullrich, que se opone a la legalización
con el argumento de que si el embrión es mu-
jer vale el “Ni una menos”, con las impecables
declaraciones del ministro de Salud, Adolfo
Rubinstein. Conformado por un mix de tradi-
ciones, del liberalismo cosmopolita al conser-

vadurismo de inspiración católica y
el republicanismo de derecha, el ma-
crismo es una fuerza compleja, y como
tal debe ser analizada. Por otra parte,
y para hacer más complicadas las co-
sas, la jugada tiene mucho del estilo tí-
picamente nestorista de construcción
hegemónica: el anuncio sorpresivo de
una iniciativa transversal y dislocante,
que desordena a la oposición y la obliga a tomar
posición: el “¿qué votará Cristina?” que recorre
los círculos políticos.
Pero más allá de intenciones y especulacio-
nes lo central es que la ley puede convertirse en
el gran “hito liberal” del macrismo y en un acon-
tecimiento histórico, por sus efectos concretos
en términos de evitar las consecuencias letales
de miles de abortos mal practicados, porque im-
plica reconocer la autonomía de las mujeres y
la libertad para decidir sobre sus cuerpos y por
su aporte a la convivencia social. Como ocurrió
en su momento con el divorcio y el matrimonio
igualitario, la despenalización del aborto re-
fuerza la idea de “neutralidad moral” del Esta-
do republicano y la noción de que las decisiones
personales de los ciudadanos sólo conciernen
a ellos. Al legalizar –y regular– situaciones que
ya existían de hecho, se trate de una pareja de
separados, de la unión entre dos personas del
mismo sexo o de una mujer que elige abortar,
el Estado amplía los márgenes de lo aceptado y
contribuye a modelar una sociedad más inclusi-
va, tolerante y democrática. g
1 “El lobby en la mesa familiar”, en www.anfibia.com
2. Mariano D. Fabris, “El Episcopado Argentino
y la sanción del divorcio vincular”, Programa
Interuniversitario de Historia Política, UNMdP.
3. Uno de los aportes más destacados es el del politólogo italiano
Norberto Bobbio en Liberalismo y democracia (FCE, 1993). Para
Bobbio, la democracia constituye un régimen político basado en
la participación popular y el principio mayoritario pero requiere,
para que se comprueba en la práctica, alternativas políticas
reales (oposición competitiva), lo que a su vez exige una serie de
derechos típicamente liberales (reunión, expresión, asociación).
Por lo tanto es muy difícil que un Estado no liberal garantice la
democracia, del mismo modo que resulta improbable que un
Estado no democrático asegure las libertades individuales.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
|3
Staff
Di­rec­tor: José Natanson
Re­dac­ción
Pablo Stancanelli (editor)
Creusa Muñoz (editora)
Creencias
Luciana Garbarino
Laura Oszust
Carolina Sosa (pasante)
Se­cre­ta­ria
Pa­tri­cia Or­fi­la
se­cre­ta­ria@el­di­plo.org
Co­rrec­ción por Sol Prieto*
Alfredo Cortés
Diagramación
D
Cristina Melo
Co­la­bo­ra­do­res lo­ca­les e acuerdo a la Primera Encuesta
Carlos Alfieri de Creencias y Actitudes Religio-
Nazaret Castro sas (1), el 70 por ciento de las perso-
Julián Chappa nas que se consideran católicas en
Alfredo M. López Rita Argentina piensa que el aborto de-
Ezequiel Mario Martínez
bería ser legal. La cifra supera en algunos puntos
Leandro Morgenfeld
el porcentaje para el total de la población (64 por
Leonardo Padura
Sol Prieto
ciento). La encuesta se realizó en 2008 y es pro-
Josefina Sartora
bable que ambos porcentajes hayan aumentado en
Andrés Serbin estos diez años, junto a la creciente visibilidad del
Javier Sinay movimiento de mujeres y de la Campaña Nacional
Natalia Zuazo por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito.
El anuncio de Mauricio Macri de que dará li-
Ilustradores bertad para tratar el tema en el Congreso aceleró
Gustavo Cimadoro un debate en el que todos los actores que inter-
El Sike vienen, cualquiera sea su posición, comparten la
creencia de que uno de los principales obstáculos
Tra­duc­to­res para que la interrupción voluntaria del embarazo
Editorial Julia Bucci sea legal es el catolicismo, sobre todo a través del
Victoria Cozzo poder institucional de la Iglesia.
Georgina Fraser Pero al mismo tiempo varios hitos legislativos
Teresa Garufi
en los últimos años afirmaron la autonomía de las
Aldo Giacometti
personas sobre sus cuerpos, sus valores morales,
Florencia Giménez Zapiola
Víctor Goldstein
sus familias y sus decisiones personalísimas. La ley
Patricia Minarrieta
de matrimonio igualitario representa uno de los
Bárbara Poey Sowerby ejemplos más claros. A pesar de las amenazas de
Gustavo Recalde excomunión a los legisladores que reconocieran
María Julia Zaparart las uniones matrimoniales de personas del mismo
Carlos Alberto Zito sexo, las duras declaraciones del entonces carde-
nal Jorge Bergoglio y las movilizaciones católicas y
Diseño original evangélicas en varios puntos del país, la ley se san-
Javier Vera Ocampo cionó por amplia mayoría. Menos visible pero si-
milar fue el caso de la ley de muerte digna, a la cual
Publicidad se opusieron numerosos bioeticistas católicos, or-
Maia Sona ganizaciones de la Iglesia e inclusive la Conferen-
publicidad@eldiplo.org cia Episcopal Argentina (CEA), que criticó la posi-
contacto@eldiplo.org bilidad de los pacientes de rechazar la hidratación
y la alimentación a partir de directivas anticipadas,
ww­w.el­di­plo.org denominando “eutanasia pasiva” a esta práctica.
Fotocromos e impresión: Rotativos Patagonia S.A. Mom 2846/2852, Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. Le Monde diplomatique es una publicación de
La ley de fecundación asistida también fue resis-
Capital Intelectual S.A., Paraguay 1535 (C1061ABC) Ciudad Autónoma de tida por la jerarquía institucional de la Iglesia Ca-
tólica: en un documento previo, la CEA afirmó que
Buenos Aires, Argentina, para la República Argentina y la República Oriental
del Uruguay.
Redacción, administración, publicidad, suscripciones,
cartas del lector: Tel/Fax: (5411) 4872 1440 / 4872 1330
debía estar prohibida. Por último, la ley de identi-
E-mail: secretaria@eldiplo.org
En internet: www.eldiplo.org. Marca registrada®.
dad de género también recibió críticas de la CEA,
Registro de la propiedad intelectual Nº 348.966. Queda prohibida la que consideró que “el significado objetivo del dato
biológico” debía ser tomado como “elemento pri-
reproducción de todos los artículos, en cualquier formato o soporte, salvo
acuerdo previo con Capital Intelectual S.A. © Le Monde diplomatique y
Capital Intelectual S.A.
Distribución en Cap. Fed. y Gran Bs. As.:
mario”. Tiempo antes, en 2006, la sanción de la ley
Vaccaro Hermanos y representantes de Editoriales S.A. Entre Ríos 919, 1º
piso. Tel. 4305 3854, C.A.B.A., Argentina.
de educación sexual integral representó un avan-
Distribución en Interior y Exterior: D.I.S.A., ce, no exento de negociaciones, frente a la resisten-
cia eclesiástica.
Distribuidora Interplazas S.A. Pte. Luis Sáenz Peña 1836,
Tel. 4305 3160. CF. Argentina.
Aun considerando la importante movilización
La circulación de
antiabortista del 25 de marzo y las homilías en las
Le Monde diplomatique, distintas parroquias del país, en un hito que politi-
zó fuertemente el Domingo de Ramos, la historia
edición Cono Sur, del mes
de marzo de 2018 fue
de 25.700 ejemplares.
reciente de Argentina y los posicionamientos que
los propios católicos tienen respecto a esta cues-
Capital Intelectual S.A. tión parecen indicar que el principal obstáculo pa-
ra la despenalización de la interrupción voluntaria
del embarazo no reside en las creencias de los ca-
Le Monde diplomatique (París)
tólicos sino más bien en las creencias que los re-
presentantes políticos tienen sobre el poder de la
Fundador: Hubert Beuve-Méry
Presidente del Directorio y
Iglesia Católica. g
Director de la Redacción: Serge Halimi
Jefe de Redacción: Philippe Descamps
1. Fortunato Mallimaci (director), Atlas de las
1-3 rue Stephen-Pichon, 75013 París
creencias religiosas en Argentina, Biblos, 2013.
Tél.: (331) 53 94 96 21
Fax: (331) 53 94 96 26
Mail: secretariat@monde-diplomatique.fr *Doctora en Ciencias Sociales (CEIL-CONICET)
Internet: www.monde-diplomatique.fr © Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
 4| Edición 226 | abril 2018
Dossier
Nueva etapa
en Cuba

Desde la caída de la URSS, la economía cubana nunca terminó de recuperarse y la sociedad

se ha estratificado en diversos escalones. Quien suceda a Raúl Castro en la presidencia
deberá garantizar la continuidad de la forma de gobierno, una economía donde aún es
decisiva la presencia estatal y un imaginario social que no renuncia al igualitarismo.
A las puertas del recambio histórico

Entre la prisa y la lentitud

por Leonardo Padura*

E
La isla dentro de la isla, Isla de la Juventud, Cuba, 2012 (Loló Arias/ www.flickr.com/photos/luciaarias/)

n Mantilla, el barrio habanero don-
de nací y vivo, la existencia cotidia-
na de la gente marcha con la misma
lentitud y prisa de los últimos años.
La lentitud tiene que ver con una nor-
malidad pastosa, marcada por la re-
petición de los acontecimientos, pues por pasar, no
pasa nada, o casi nada, y muchas personas se dedican
a ver transcurrir los días que le agotan su tiempo de
residencia en la tierra. La prisa, aunque resulte para-
dójico, es hija de esa lentitud: hay que apurarse si lle-
gó picadillo de pollo a un establecimiento o si se es-
tán vendiendo huevos por la libre (fuera de la cartilla
de racionamiento), pues el picadillo, los huevos y casi
todos los demás artículos de consumo a precios ase-
quibles (y consumo es consumo: cosas que masticar y
tragar, consumir sin consumismo) se ofertan en can-
tidades que no satisfacen la demanda de una pobla-
ción que, en su mayor parte, se mueve con recursos
económicos limitados, muchas veces insuficientes.
Poco después de asumir su mandato como Presi-
dente del país, a raíz de la enfermedad que alejó del
poder a Fidel Castro, su hermano, el general Raúl Cas-
tro, comenzó a propiciar una serie de transformacio-
nes en las estructuras económicas del país. Casi para
comenzar reconoció que los salarios que paga el Es-
tado a los trabajadores son insuficientes para los cos-
tos actuales de la vida en Cuba. Y en la isla, el Estado
es el empleador de alrededor de un 90% de la fuerza
laboral. Además, el Presidente advirtió que mientras
los niveles de crecimiento económico nacional no au-
mentaran, resultaba imposible incrementar de mane-
ra significativa esos salarios. Por ello, en los últimos
diez años, el salario promedio del trabajador cubano
dependiente de la bolsa laboral estatal ha tenido muy
discretos fomentos, mientras que los precios de mu-
chos insumos han crecido, algunos de ellos exponen-
cialmente… Valga un ejemplo: una col que costaba cin-
co pesos hace un año, ahora se vende en diez, doce pe-
sos (la mitad de lo que gana un trabajador en un día).
Un sector de la población cubana, sin embargo, ha
aumentado sus recursos financieros gracias a esas
mismas medidas aplicadas por Raúl Castro. Unos
450 mil ciudadanos hoy son trabajadores indepen-
dientes o privados (llamados en la isla “cuentapro-
pistas”) y en sus diversas labores (las que han sido
autorizadas para ejercerse de forma privada) suelen
ganar tres, cuatro y hasta más veces la cantidad que
como promedio paga el Estado, que ahora ronda los
500 pesos cubanos, unos 20 dólares al cambio oficial
(un litro de aceite de girasol anda por los 2,50 dóla-
res). Estos cuentapropistas, como está legislado, de-
ben pagar impuestos al fisco según sus ganancias y
actividades, unas cuotas que pueden llegar a ser ele-
vadas e ingresan al presupuesto del país y, de paso,
controlan los enriquecimientos vertiginosos.
A partir de la liberalización de los viajes al extran-
jero, hay otros cubanos que, por disímiles vías y arre-
glos, se desplazan a diversos países (México, Pana-
má, ¡Rusia!) e importan la cantidad de artículos y ki-
logramos permitidos por las regulaciones aduaneras.
Ganan por ello una cantidad que fluctúa entre 100 y
200 dólares por viaje con pacas de artículos que van
a alimentar pequeños negocios privados o el merca-
do negro. En los aeropuertos cubanos, cuando llega
un vuelo de alguno de los destinos escogidos por la

asequibilidad de los precios de los productos más so-
licitados o por la posibilidad de viajar sin visados, re-
sulta evidente que la mayoría de los viajeros naciona-
les son “mulas” que cargan con importaciones reali-
zadas con estos fines. Y, aritméticamente, parece in-
cuestionable que si en uno de esos traslados la “mula”
gana aunque sea 100 dólares, estará devengando ca-
da vez cinco veces un salario promedio estatal. Cómo
consigue que aun pagando pasaje, hospedaje, alimen-
tación y retribución por el servicio, todavía esta acti-
vidad siga resultando rentable es para mí un miste-
rio… o una prueba de por qué los vecinos de mi barrio
andan con prisa... o con lentitud. Uno de esos vecinos,
por cierto, viaja cinco o seis veces al año como parte
de este negocio y vive todo el año de esa renta.
Hay otros cubanos más que, dentro o fuera de los
dos circuitos anteriores, también viven con recursos
mayores de los que paga el Estado o incluso meno-
res, pero sin grandes responsabilidades, inmersos en
la lentitud. Esos son los cubanos que se empeñan en
múltiples estrategias comerciales o laborales cono-
cidas como “el invento”. Puede que algunos de ellos
trabajen para el Estado, pero como ya se sabe que el
salario resulta insuficiente, pues dedican parte de su
día a esos movimientos, tan diversos que sería im-
posible contabilizarlos. En su labor oficial, además,
muchos de ellos ponen en práctica la máxima de “tú
haces como que me pagas y yo hago como que traba-
jo” y arañan lo que sea arañable.
Entre otras posibilidades de supervivencia se en-
cuentran, además, quienes se benefician con la re-
cepción de remesas llegadas del extranjero, espe-
cialmente de sus familiares radicados en Estados
Unidos. Estos son los que menos dolores de cabeza
sufren con la cotidianidad (los más amantes de la
lentitud), pues una mensualidad de, digamos, 200
dólares, casi los convierte en potentados.
Pero queda aun –entre otros– el desangrante sec-
tor de la población que trabaja para el Estado, pero no
lo hace atraído por el salario, sino por lo que ha dado
en llamarse “la búsqueda”; esa solución que se con-
creta en lo que el trabajador pueda sacar de su estable-
cimiento o labor (gasolina un chofer; harina un pana-
dero; pintura un obrero de la construcción, etc., etc.),
con lo que también triplica o cuadruplica la cantidad
que oficialmente devenga en el mes… y hace tamba-
learse la economía estatal. A esta extendida corrup-
ción de bajo nivel deben sumarse otros comporta-
mientos más rentables, ejecutados por funcionarios y
dirigentes, casos de los que últimamente se ha hecho
eco incluso la prensa oficial del país.
Por supuesto que ninguna de estas modalidades
laborales o estrategias de supervivencia son desco-
nocidas por las autoridades de la isla que, según el
caso, tratan de controlarlas, fiscalizarlas, reprimirlas
o evitarlas por diversas vías, con éxitos parciales, co-
mo se ha repetido en los discursos de los políticos.
Esas y otras fuentes de ingresos, más los beneficios
sociales preservados por el Estado, son los que, en
un país donde el salario oficial no es suficiente pa-
ra vivir, consiguen el milagro de que nadie muera de
hambre... aunque a veces le trinen las tripas.
Pero fuera de esas esferas quedan todavía muchas
personas que deben arreglárselas con sus salarios y
pensiones oficiales. Y en ese nutrido bolsón de la po-
blación es donde se advierten con más evidencia las
difíciles condiciones económicas en las que han teni-
do que vivir muchos cubanos durante las casi tres dé-
cadas transcurridas desde la desaparición de la Unión
Soviética y sus salvadores subsidios a la economía de
la isla. Fueron aquellos capitales los que en los años
1980 permitieron que los cubanos vivieran de su sala-
rio y hasta se permitieran “lujos” como comer de vez
en cuando en un restaurante –cuando los restauran-
tes y todos los demás negocios, servicios, labores eran
también estatales y estaban subvencionados–.
Tiempos de incertidumbre
Si en un momento (aquellos años 1980) los recursos
económicos de la población cubana eran muy simi-
lares y la diferencia fundamental estaba entre el sala-
rio de un profesional y el de un obrero no calificado,
justo en virtud de su aporte al colectivo, esa compac-
ta trama social y económica se ha quebrado. Hoy la
sociedad se ha estratificado en escalones muy diver-
sos y numerosos. De ahí que se hayan fomentado di-
ferentes niveles de vida en una población donde al-
gunos tienen medios incluso para consumos suntua-
rios, y la mayoría debe contar cada centavo para ver
cómo llega a fin de mes. Y aunque el Estado cubano
parece haber decretado una guerra a las desigualda-
des financieras, su existencia parece resultar inevita-
ble, pues ya forma parte de la estructura social de la
isla y sus condiciones económicas.
En vísperas del momento histórico que significa-
rá la salida de Raúl Castro de la dirección guberna-
mental y estatal del país –aunque conservará, hasta
donde se sabe, la dirección del Partido Comunista,
verdadero órgano rector de la vida económica, polí-
tica y social de una nación de partido único–, la situa-
ción económica de la nación y de sus gentes resulta
especialmente tensa y, además, incierta…
La primera gran incertidumbre está relacionada
con el anunciado y aún no concretado proceso de uni-
ficación monetaria. La existencia de dos monedas de
curso legal, el peso nacional (CUP) y el peso cubano
convertible (CUC), de alguna manera equivalente al
dólar, fue una solución que en un momento intentó
resolver (entre otros) el problema de la circulación
de divisas y la venta de bienes en moneda fuerte. Su
persistencia, en cambio, se ha convertido en un pesa-
do lastre del cual resulta muy difícil desprenderse a
la economía cubana sin provocar un verdadero tsuna-
mi que bañe a todo el sistema económico nacional y,
con él, a la población del país ya de por sí en situación
financiera muy tensa. La contabilidad, la productivi-
dad, los sistemas cambiarios cubanos están trauma-
tizados por la existencia de esas dos monedas. Y tam-
bién la sociedad, pues los que solo tienen acceso al pe-
so cubano (CUP) viven con muchísimas más prisas
que aquellos que por una u otra vía se relacionan con
el peso convertible (CUC), cuyo cambio se ha estable-
cido a 24 x 1 a favor del convertible…
Otras incertidumbres rondan hacia el posible es-
tancamiento del desarrollo de las actividades eco-
EL posible conductor de la cuba pos cASTRO
Miguel Díaz-Canel,
el sucesor de Raúl
I
ngeniero electrónico de 58 años, con una lar-
ga carrera en la burocracia estatal cubana, el
actual vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, po-
dría reemplazar a Raúl Castro al frente del go-
bierno cubano a partir del 19 de abril. Si finalmente
se produce, el recambio indicaría varias cosas: la
continuidad de las reformas económicas, la posi-
bilidad de que se habilite cierta apertura sin mo-
dificar los trazos gruesos del sistema político de
partido único y, de manera decisiva, el pase a retiro
definitivo de una generación y su reemplazo por un
grupo de dirigentes que, como Díaz-Canel, no co-
noció otra Cuba que la Cuba de la revolución.
Díaz-Canel comenzó su carrera profesional co-
mo ingeniero en las Fuerzas Armadas Revoluciona-
rias y profesor universitario en Villa Clara, su pro-
vincia natal, mientras dedicaba parte de su tiempo
a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) e iniciaba
un impecable cursus honorum en la estructura del
partido-Estado: miembro del Comité Nacional de
la UJC, integrante del Comité Central del Partido
Comunista de Cuba (PCC) y luego, en 1994, primer
secretario del Comité Provincial del Partido en Vi-
lla Clara, lo que equivale a máxima autoridad polí-
tica en la provincia, período durante el cual desa-
rrolló una administración prolija y eficiente, que le
|5
nómicas privadas y de cooperativas no agrícolas,
cuyas esferas de acción están en revisión desde ha-
ce meses, un tiempo en el que incluso se ha deteni-
do la entrega de nuevas licencias a aspirantes a inte-
grar esos sectores en los cuales se obtienen mayores
réditos monetarios.
Lo que parece estar claro es que, ante el cambio de
figuras de gobierno y de Estado, se pretende asegu-
rar los controles económicos que garanticen la con-
tinuidad política en las estructuras esenciales del
país: forma de gobierno, economía de mayoritaria
empresa estatal socialista y macroestructura social
que no renuncia del todo al igualitarismo.
Mientras, con unas condiciones de política inter-
nacional ya bastante tensas pero que podrían com-
plicarse más (persistencia de la Ley de embargo y
Trump actuante), con serios problemas de capaci-
dad productiva y de eficiencia económica en varios
sectores y muchas empresas, con la persistente co-
rrupción de bajo nivel pero de práctica generaliza-
da (“la búsqueda”), el éxodo interior o hacia el ex-
terior de jóvenes profesionales en busca de mejores
destinos económicos, la baja capacidad adquisitiva
de muchos cubanos, las dos monedas en litigio, la si-
tuación del país parece tensa y necesitada de solu-
ciones… que siempre vienen “de arriba”.
Por lo pronto, como la vida cotidiana lo exige, las
gentes de mi barrio, de otros barrios de La Habana,
del país, se dan prisa cuando llega a un estableci-
miento el huevo o el picadillo de pollo y bajan el rit-
mo cuando no hay nada que hacer, atravesando una
lentitud pegajosa, mientras a lo lejos (o a lo cerca) se
escucha el ritmo de un reguetón reproducido a todo
volumen que propone como solución hacer mucho
el amor, siempre, por todos los orificios, con todas
las estrategias… Aunque cantado con otras palabras,
francamente impublicables. g
*Escritor, periodista y crítico literario. Autor de El hombre que amaba a
los perros (2009), Herejes (2013). La transparencia del tiempo, su última
novela, tiene como trasfondo el aumento de la desigualdad en Cuba.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
permitió ascender a primer secretario del PCC en
Holguín y luego, a propuesta de Raúl Castro, con-
vertirse en miembro del Buró Político.
Tras reemplazar a Fidel, Raúl designó a Díaz-
Canel como ministro de Educación Superior, car-
go desde el cual inició una serie de reformas en el
sistema universitario. Tres años después, en mar-
zo de 2012, se incorporó como uno de los cinco
vicepresidentes del Consejo de Estado, en reem-
plazo del octogenario revolucionario José Ramón
Fernández. Ese mismo año dio sus primeros pasos
como representante de Cuba en la arena interna-
cional: encabezó la delegación del gobierno que,
por primera vez sin Fidel ni Raúl, asistió a la cum-
bre del ALBA celebrada en Caracas en diciembre
de 2012, fue el encargado de dar las condolencias
en nombre de Cuba por la muerte de Hugo Chávez
en marzo de 2013 y de representar a su país en la
entronización del papa Francisco.
El 24 de febrero de 2013 fue designado por Raúl
como primer vicepresidente y probable sucesor. Su
primera gira internacional, sólo tres meses después,
lo llevó a China, Laos y Vietnam, países que, con su
combinación de apertura económica controlada y
centralización política, aparecen como el modelo
para el futuro de la Cuba pos Castro. g
 6|
La política exterior es un aspecto central del proceso reformista que lentamente se
despliega en Cuba. Aunque la estrategia de diversificación pragmática de los últimos
años permitió romper el aislamiento, el endurecimiento de Estados Unidos y la crisis
de Venezuela generan incertidumbre.
Desafíos de la política exterior
En un mar de aliados,
socios y enemigos
por Andrés Serbin*
S
in sorpresas, el 11 de marzo se realiza-
ron las elecciones parlamentarias que
iniciaron una transición inédita en
Cuba. La Asamblea Nacional, elegida
a partir de los candidatos confirma-
dos por el Partido Comunista de Cuba
(PCC), designará en abril al reemplazante de Raúl
Castro al frente del Consejo de Estado y eventual-
mente del Consejo de Ministros. Sin embargo, Raúl
Castro, de 86 años, conservará la primera secretaría
del PCC y quizás la jefatura de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR) por otro período. El proceso
implica una transición generacional: todo indica que
el reemplazo recaerá en el vicepresidente Miguel
Díaz-Canel, que, con 57 años, no pertenece al grupo
de veteranos de la Revolución.
Dossier
Nueva etapa
en Cuba
Santa Clara, Cuba, enero 2017 (Kaloian/Instagram: @KaloianFotograma)
La transición se produce en una coyuntura com-
plicada, marcada por el retroceso de las relaciones
con Estados Unidos, las dificultades económicas y
la urgencia de implementar medidas de cambio, sin
que exista un consenso social y político sólido en tor-
no a ellas. “La actualización del modelo económico
y social, pese a no poner en duda el socialismo, es
un proceso más complejo de lo que pensamos en un
principio y por eso no hemos podido avanzar”, admi-
tió el propio Díaz-Canel (1).
Desde 2008, con el reemplazo de Fidel Castro
por Raúl, el gobierno viene desplegando una se-
rie de transformaciones orientadas a promover un
cambio estructural en Cuba. Se trata del tercer im-
pulso reformista de la etapa pos-soviética: el pri-
mero, iniciado en la década del noventa y en buena
Edición 226 | abril 2018
medida impulsado por la caída de la URSS, estu-
vo marcado por una combinación de crisis y cre-
cimiento; el segundo, que comenzó a principios
de este siglo, consiguió altas tasas de crecimiento,
con inversiones masivas en ciertos sectores, como
salud y educación, pero a la vez produjo una des-
capitalización de una parte del sector industrial
(en particular el azucarero), el quiebre de la dis-
ciplina monetaria, el acercamiento a Venezuela y
una reorientación de los nexos internacionales. La
etapa reformista actual se caracteriza por un cre-
cimiento bajo, la recomposición de las cuentas ex-
ternas y una diversificación pragmática de las re-
laciones internacionales. La admisión de que el
modelo preexistente era disfuncional, la voluntad
política para encarar el cambio y la aceptación de

la irreversibilidad de este cambio son elementos
relevantes de este período.
El objetivo de impulsar un cambio estructural fue
aprobado en 2011 por el VI Congreso del PCC bajo la
idea de “actualización del modelo económico y so-
cial”. Allí se produjo un desplazamiento del foco de
la atención oficial: de las presiones internacionales a
la amenaza producida por la acumulación de un con-
junto de problemas internos, tanto económicos como
sociales. Este desplazamiento implicó una nueva per-
cepción acerca de la articulación entre la necesidad de
impulsar cambios en la sociedad y la economía cuba-
nas y la reformulación de la política exterior, con én-
fasis en la diversificación de las relaciones internacio-
nales y la búsqueda de inversión extranjera.
¿En qué consistieron las reformas más recientes?
En el ámbito económico, señalemos la autorización
para el usufructo de tierra estatal baldía por parte de
cooperativas y de agricultores para incrementar la
producción agrícola y alimentaria, la reducción de
empleados estatales y la ampliación de las activida-
des económicas no estatales (“cuentapropismo”) pa-
ra absorber la fuerza laboral cesante, el recorte de los
servicios sociales con el fin de disminuir el gasto pú-
blico, y el proyecto de unificación monetaria (en Cu-
ba circulan dos monedas, el peso nacional –CUP– y
el peso convertible –CUC, atado al dólar–, lo que crea
serias distorsiones: los trabajadores reciben su salario
en CUP pero parte de sus gastos se realizan en CUC).
La “actualización” respondió a la necesidad de
dar respuesta a las presiones internas y externas y, al
mismo tiempo, preservar la estructura política. Sin
embargo, las fuertes regulaciones, obstáculos e im-
puestos (usualmente justificados para evitar la con-
centración de la riqueza) dificultaron los resultados:
entre otros problemas, sobresalen el sobredimen-
sionamiento del sector público, las restricciones que
obstaculizan las iniciativas no-estatales, las estruc-
turas institucionales y de incentivos distorsionadas
heredadas de fases previas, la renuencia al cambio de
la burocracia estatal, y la baja productividad y la des-
capitalización de las estructuras productivas y de la
industria. A ellos habría que agregar la dependencia
alimentaria y la creciente presión demográfica, ex-
plicable por la baja tasa de natalidad, la emigración
joven y el envejecimiento poblacional. En suma, una
serie de cuestiones que hacen que las iniciativas de
reforma se tornen más complejas.
Así, el impulso reformista siguió un curso atem-
perado que responde cabalmente a la consigna de
avanzar “sin prisa pero sin pausa” (aunque en la ac-
tualidad, con la transición en curso, parece prevale-
cer el modo pausa).
Nuevos y viejos socios
Luego de décadas de un activismo internacional que,
considerando las limitaciones de un pequeño país,
resultó notable, el gobierno cubano decidió, en el
marco de estas reformas, reorientar sus prioridades.
En un comienzo, apuntó a desarrollar relaciones con
Canadá y la Unión Europea (UE) como socios fun-
damentales, con el turismo y las remesas como so-
porte de la economía, en reemplazo de los sectores
dinámicos del pasado, como la industria azucarera.
Sin embargo, la llamada “posición común” de la UE,
adoptada en 1996 y desactivada recientemente, limi-
tó este primer acercamiento.
En la siguiente década, a partir de 2004, se inició
una nueva fase de política exterior en base a una nue-
va matriz de relacionamiento, basada en una serie de
acuerdos de gobierno a gobierno, con Venezuela y
China como socios principales. Se estrechó la rela-
ción con Caracas, tanto bilateral como en el marco
del acuerdo ALBA, a partir de un esquema de inter-
cambio: Venezuela ofrecía una asistencia petrolera
superior incluso a la que en su momento garantizó la
Unión Soviética, y el gobierno cubano proveía servi-
cios profesionales, en particular en materia de medi-
cina, deporte y seguridad.
En el contexto de lo que el analista cubano Car-
los Alzugaray define como “pragmatismo econó-
mico anti-hegemónico” (2), Cuba tendió a romper
gradualmente su aislamiento, desplegando un ex-
tenso abanico de relaciones internacionales: Cana-
dá, la UE y, de manera especial, Venezuela, China
y Rusia. Más allá de los riesgos que entraña la rela-
ción con Venezuela dada la crisis económica y po-
lítica del gobierno bolivariano, es evidente que esta
estrategia implicó que, luego de la lección apren-
dida con la implosión de la URSS, Cuba decidiera
garantizar su soberanía y al mismo tiempo diversi-
ficar sus vínculos internacionales con el propósito
de reforzar las reformas en curso.
La culminación política de este proceso se verifi-
có en la Cumbre de la Comunidad de Estados Lati-
noamericanos y Caribeños (CELAC) realizada en La
Habana en enero de 2014 y en la presión ejercida por
los países de la región para lograr la participación de
Cuba por primera vez en una Cumbre de las Améri-
cas, en este caso en la realizada en Panamá en 2015.
La decisiva participación cubana en las negociacio-
nes entre el gobierno colombiano y las FARC fue una
señal sobre el nuevo rol que La Habana podía desem-
peñar en América Latina. La incorporación al Banco
Centroamericano de Integración Económica (BCIE)
constituyó otro hito importante en este proceso.
En el plano económico, junto a la asistencia pe-
trolera venezolana, se destaca la inversión brasileña
en la ampliación del puerto de Mariel, con miras a
convertirlo en una zona industrial y en un centro de
conexión a partir de la ampliación del Canal de Pana-
má, y en la modernización de las centrales azucare-
ras. Al mismo tiempo, China se fue convirtiendo en
el segundo socio comercial de la isla y Rusia recupe-
ró protagonismo: en 2014 Moscú aceptó condonar el
90% de la deuda contraída por Cuba con la URSS e
incrementó las inversiones en la exploración petro-
lera en el Golfo de México.
En suma, el gobierno cubano logró romper el
aislamiento regional sin generar cambios en el sis-
tema político ni ceder a las presiones de Estados
Unidos orientadas a forzar un cambio de régimen.
Esto, a su vez, convenció a Barack Obama de que
la estrategia de Washington había fracasado y lo
alentó a iniciar las conversaciones bilaterales que
concluyeron en la normalización.
Estados Unidos
El 16 de junio de 2017, Donald Trump anunció, en
un discurso pronunciado en Miami ante una au-
diencia predominantemente cubano-america-
na, una nueva política hacia Cuba, que en los he-
chos implicaba una reversión de la apertura ini-
ciada por Obama. Sin cancelar todas las medidas,
Washington se endurecía: prohibió el comercio
con empresas cubanas pertenecientes a las Fuer-
zas Armadas Revolucionarias (que controlan el
60 % de la economía), restringió los viajes indi-
viduales y para fines educativos no académicos,
mantuvo el embargo comercial y financiero y re-
puso en el centro de la agenda la cuestión de los
derechos políticos y humanos.
Aunque gran parte de las medidas de Obama no
fueron inicialmente canceladas, y aunque, decisi-
vamente, Estados Unidos no volvió a incluir a Cu-
ba en la lista de países terroristas, la decisión pro-
dujo un shock en la isla y abrió nuevos interrogan-
tes sobre las reformas en curso. El retroceso en las
relaciones se profundizó a partir del anuncio de la
denominada “emergencia nacional” con respecto a
Cuba y del episodio de los supuestos “ataques sóni-
cos” al personal diplomático estadounidense asig-
nado a la Embajada en La Habana.
Pero el mayor impacto es económico, ya que el
deshielo iniciado por Obama auguraba un incre-
mento de las relaciones comerciales y financieras y,
en particular, un aumento significativo del turismo.
Se trata del sector que había registrado un mejor des-
empeño en los últimos cinco años, particularmente
favorecido con la normalización de los vínculos en-
tre ambos países. Sin embargo, desde septiembre de
2017 este crecimiento se ha desacelerado.
El menor dinamismo del turismo se suma a otros
problemas. El sector farmacéutico se ha visto afec-
tado por la merma de ventas a Venezuela y de Bra-
sil, las exportaciones de níquel y de azúcar sufren
|7
la caída de precios internacionales y la exportación
de petróleo, que en su mayor parte se dirigía a Vene-
zuela, también declinó. De hecho, de los cinco socios
comerciales más importantes, que representaron en
2015 el 63,6% del intercambio total –Venezuela, Chi-
na, España, Canadá y Brasil–, dos de ellos han expe-
rimentado una profunda recesión económica –Ve-
nezuela y Brasil– y uno una perceptible desacelera-
ción de su crecimiento –China–.
La dimensión financiera también se presenta de-
licada. Por un lado, se registra una crisis crónica en la
balanza de pagos, en tanto el país no genera divisas
suficientes para responder a sus compromisos inter-
nacionales de deuda, importaciones y proveedores.
Por otra parte, se destaca la necesidad imperiosa de
atraer montos significativos de inversión extranje-
ra directa. Y, aunque en 2017 se produjo una mejoría
sustantiva en términos de
volumen, contratos y re-
Las reformas cursos, la baja eficiencia
de la estructura producti-
responden a la va y las distorsiones y asi-
metrías generadas por la
necesidad de dar dualidad monetaria ha-
cen que se produzca una
respuesta a las marcada brecha entre los
presiones internas y contratos firmados y su
ejecución.
externas y, al mismo En este contexto de cre-
cientes dificultades eco-
tiempo, preservar la nómicas, el giro en la
estrategia de Estados
estructura política. Unidos agudiza las in-
certidumbres. En la in-
auguración del VII Con-
greso del PCC en abril de 2016, Raúl Castro recha-
zó las “fórmulas de privatización” como solución a
los problemas de la economía, y en agosto de 2017
suspendió la entrega de licencias a cuentapropis-
tas por tiempo indefinido, en una atmósfera de cre-
ciente presión contra las voces que cuestionaban la
lentitud de las reformas. Estos hechos, en un mar-
co de inquietud por la suerte de Venezuela, abren
interrogantes sobre el avance del “modelo de ac-
tualización económica y social”.
Tres desafíos
La dirigencia cubana enfrenta tres retos fundamen-
tales: gestionar la nueva relación con Washington de
modo de sostener los cambios económicos en mar-
cha sin afectar sustancialmente el modelo político;
profundizar las reformas bajo un nuevo modelo eco-
nómico, político y social aún difuso y contradictorio,
e impulsar una transición generacional que legitime
los logros de las etapas previas.
Se trata de los tres grandes desafíos para el futuro
de Cuba, de los cuales los dos primeros parecen los
más difíciles de concretar. El endurecimiento de la
política de Trump afecta las expectativas de inversio-
nes y el turismo. Y, junto a la crisis de Venezuela, po-
dría empujar a Cuba a un escenario de aislamiento en
una región en donde el espectro de aliados se ha redu-
cido y la percepción de la importancia simbólica de la
isla comienza a evaporarse. Esto nos lleva al segundo
desafío: el aislamiento puede reforzar las percepcio-
nes tradicionales de la elite político-militar y revitali-
zar un patrón de relacionamiento internacional me-
nos pragmático y más cercano al del pasado. Y esto, a
su vez, nos conduce al último reto: las expectativas –y
el malestar– de una generación que nació y creció bajo
la Revolución pero que no necesariamente comparte
las aspiraciones de la generación saliente. g
1. Televisa News, “Miguel Díaz-Canel promete
gobierno más inclusivo en Cuba”, 11-3-18.
2. Carlos Alzugaray (2015), “Cuba´s External Projection”,
en Jorge Domínguez y Ana Covarrubias (eds.), Routledge
Handbook of Latin America in the World, Nueva York y
Londres, Routledge, Taylor and Francis Group, p. 189.
*Antropólogo, presidente de la Coordinadora Regional
de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES).
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
8|
La estructura fiscal latinoamericana se caracteriza por su regresividad:
las élites están sujetas a una tasa proporcionalmente menor a la de los
sectores populares. La explicación hay que buscarla en la evasión fiscal
y el trabajo en negro, pero fundamentalmente en la extraordinaria
presión que ejercen los sectores que concentran el poder.
La desigualdad en América Latina
Recaudadores
muy discretos
por Bernard Duterme*
E
se 4 de mayo de 2017, en Ma-
nagua, una delegación de al-
to nivel del Fondo Monetario
Internacional (FMI) comu-
nicó al gobierno nicaragüen-
se sus recomendaciones para el próxi-
mo año: aumentar los ingresos fiscales
mediante la eliminación de exenciones
y exoneraciones así como gravar las ga-
nancias de las empresas establecidas en
las zonas francas (1).
¿Una institución financiera internacio-
nal encargada de señalar la hoja de ruta
neoliberal que acusa a un gobierno –¡con-
siderado socialista!– por su falta de audacia
en materia impositiva? La situación no es
tan peculiar. En el curso de la última déca-
da ha tenido lugar muchas veces en Améri-
ca Latina, donde el FMI, el Banco Mundial
y el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID), en el tema tributario, se han mostra-
do más redistributivos que la mayoría de
sus interlocutores gubernamentales, tanto
de derecha como de izquierda.
Sucesivos estudios e informes han de-
mostrado hasta la saciedad que América
Latina sigue siendo la región que registra
las más fuertes desigualdades internas en
la distribución de la riqueza. De los diez
países con mayor concentración del in-
greso en el 1% más rico de la población,
siete son latinoamericanos (2). Es imposi-
ble entender el porqué sin mencionar las
políticas fiscales del subcontinente que, si
bien no son la única explicación, arrojan
luz sobre esta desigualdad estructural.
Estructura impositiva regresiva
La economista y experta fiscal María Fer-
nanda Valdés analiza: “La desigualdad de
mercado, es decir la existente antes de que
el Estado desempeñe su rol redistributi-
vo por medio de las políticas fiscales, no es
mucho más alta que la de los países euro-
peos. Esto significa que la diferencia en la
desigualdad de ingresos entre ambas re-
giones resulta de sistemas tributarios disí-
miles, que logran reducir las disparidades
en Europa, pero no así en América Latina”
(3). Así, según la Comisión Económica de
las Naciones Unidas para América Latina
y el Caribe (CEPAL), el Coeficiente de Gi-
Gustavo Cimadoro (cima-cima-doro.tumblr.com)
ni (que mide la desigualdad en los ingresos)
baja sólo un 3% después de impuestos en el
continente latinoamericano, contra un 17%
en los países de la Organización de Coope-
ración y Desarrollo Económicos (OCDE).
Por lo tanto, en América Latina la tri-
butación no funciona como una herra-
mienta de redistribución, cohesión y jus-
ticia social. Naturalmente, las situaciones
se caracterizan por un alto grado de hete-
rogeneidad, con Brasil y Argentina exhi-
biendo una tasa impositiva 2,5 veces supe-
rior a la de República Dominicana y Gua-
temala, último del pelotón. Sin embargo,
los niveles de recaudación se establecen
en umbrales particularmente bajos. Las
estructuras fiscales regresivas halagan a
las élites, sujetas a una contribución que
en proporción es menor a la de los secto-
res populares. La fórmula es bien cono-
cida: pocas o ninguna deducción sobre
la riqueza o la propiedad –apenas 0,8%
del Producto Interno Bruto (PIB)– e im-
puestos sobre los bienes y servicios (que
afectan por igual a pobres y ricos) cinco o
seis veces más altos que los impuestos so-
Edición 226 | abril 2018
bre la renta a las personas físicas, en teo-
ría más progresivos. En 2015, el promedio
continental de los impuestos indirectos
recaudados ascendía al 10% del PIB; el de
los impuestos sobre el ingreso de las per-
sonas físicas apenas fue del 1,8% (4). En
comparación, en el mismo año este último
impuesto representaba el 8,4% del PIB en
los países de la OCDE y el 3,2% en África,
es decir casi el doble del índice de Améri-
ca Latina. Si bien supera el 3% en México,
Argentina y Uruguay, se mantiene por de-
bajo del 0,5% en Bolivia y Guatemala.
La situación era aun más injusta a prin-
cipios del siglo XXI, cuando el impuesto a
la renta de las personas físicas alcanzaba
un pico del 1% del PIB en la media conti-
nental. La tendencia va pues en aumen-
to, a pesar de que la fiscalidad total en sus
diversos componentes sigue siendo baja
(21% del PIB en 2015 contra 18% en 2005),
muy por detrás de la de los miembros de
la OCDE (alrededor del 35%). En cuanto
a los impuestos indirectos, el impuesto al
valor agregado (IVA) y los correspondien-
tes a la importación-exportación constitu-
yen la mayor parte –más de la mitad entre
2000 y 2015–. Los impuestos corporativos,
en particular los que gravan la extracción
y comercialización de los recursos natura-
les no renovables, registraron un fuerte au-
mento que llegó a superar a sus equivalen-
tes de la OCDE, antes de debilitarse des-
pués: aprovecharon plenamente el auge
de las materias primas y el brote extracti-
vo, para sufrir la caída de los precios en los
mercados internacionales a partir de 2014.
Como lo analizan varias institucio-
nes económicas y financieras interna-
cionales, “las bajas recaudaciones tri-
butarias sobre las rentas, las utilidades
y el capital en América Latina se expli-
can en parte por las generosas exencio-
nes y altas desgravaciones otorgadas,
así como por la evasión fiscal de los con-
tribuyentes más ricos” (5). Otro factor
explicativo es el peso, a menudo impor-
tante, del trabajo informal en la econo-
mía. Más allá de esas razones, la clave
del estancamiento de cualquier evolu-
ción significativa hacia sistemas fiscales
más eficientes y redistributivos se debe,
sin duda, a la persistencia de estructu-
ras sociales piramidales y, sobre todo, a
la extraordinaria influencia de las éli-
tes y su control sobre los lugares de po-
der, que les permiten dictar las grandes
orientaciones sociales y fiscales.
Reformas incompletas
¿Las recientes experiencias guberna-
mentales progresistas o pos-neolibera-
les (a veces aún en curso) han cambiado
las cosas? Sí y no. La Venezuela de Hugo
Chávez, el Ecuador de Rafael Correa, la
Bolivia de Evo Morales, por ejemplo, han
logrado aumentar significativamente las
recaudaciones fiscales. Éstas se han re-
distribuido a través de políticas sociales
que han logrado reducir la pobreza y la
desigualdad. Pero lo esencial de los nue-
vos gravámenes se centró en los benefi-
cios vinculados a la producción y expor-
tación de materias primas. “La renta de
los recursos naturales quitó la presión de
tener que gravar a la sociedad para poder
gastar”, explica Valdés (6). Aparte de esta
bonanza (en retroceso desde hace tres o
cuatro años) y de algunas medidas legisla-
tivas adicionales, no se ha producido nin-
guna revisión de las estructuras fiscales ni
ninguna reforma fundamental destinada
a aumentar de manera significativa la fis-
calidad y su progresividad.
El presidente Correa (en el poder de
2007 a 2017), a mediados de su último
mandato intentó una ley más ambiciosa
que las otras. Frente a una virulenta opo-
sición, tuvo que dar marcha atrás (7). “Sus

propuestas para una ley sobre la herencia
y la especulación crearon un malentendi-
do tan profundo –analizaba en 2015 el fun-
dador del Centro Tricontinental, François
Houtart– que los sectores privilegiados, di-
rectamente afectados por esta doble refor-
ma, lograron provocar una reacción de re-
chazo en buena parte de las clases medias y
del pueblo, incluidos campesinos e indíge-
nas, cuando estas medidas prometían una
mejor distribución de la riqueza.” (8) Al
analizar los avances fiscales realizados en
el continente esta última década se cons-
tata su naturaleza al mismo tiempo dispar
e incompleta. Y no sólo los realizados bajo
gobiernos progresistas...
Si bien la CEPAL celebra las reformas
emprendidas en Uruguay en 2006 y en
Chile en 2014 (dos países entonces gober-
nados por la izquierda), también destaca
las de Colombia (2012) y México (2013) (9),
donde la derecha ha estado gobernando
durante lustros. A los ojos del organismo
de la ONU, estos cuatro países operaron las
únicas “reformas fiscales estructurales”
del período. La CEPAL califica de “pione-
ra” a la reforma uruguaya, que ha reorga-
nizado radicalmente el impuesto a la renta
y reducido los impuestos indirectos al con-
sumo. Con razón, porque hasta entonces el
nivel de desigualdad en el país –el Coefi-
ciente de Gini– empeoraba tras la deduc-
ción de impuestos. Tiene en común con la
que se llevó a cabo seis años más tarde en
Colombia una modificación de la estructu-
ra tributaria hacia una mayor equidad, sin
un aumento total de las recaudaciones. En
cambio, las reformas en México y Chile –la
segunda era más ambiciosa que la primera
en términos de progresividad– apuntaron
a incrementar los ingresos públicos para
reducir el déficit fiscal en la Ciudad de Mé-
xico y financiar nuevas medidas en el sec-
tor educativo en Santiago.
A pesar de las cualidades redistributi-
vas demasiado bajas de todas esas modi-
ficaciones, entre 2000 y 2015 el nivel im-
positivo global experimentó sus mayores
aumentos en Argentina, Ecuador y Haití
(más del 6% del PIB); y sus menores au-
mentos en Brasil, Uruguay, Panamá y Costa
Rica (menos del 1,5%) (10). Sólo Guatema-
la volvió a disminuir el suyo –ya de por sí
En América Latina
la tributación no
funciona como
una herramienta
de redistribución,
cohesión y
justicia social.
bajo– un 0,8%, al volver atrás con los com-
promisos contraídos hace más de veinte
años, cuando se firmaron los acuerdos de
paz de 1996, que pusieron fin a una guerra
causada en esencia por las abismales des-
igualdades que ya destrozaban al país.
El retroceso deflacionista de las expor-
taciones de hidrocarburos y materias pri-
mas minerales y agrícolas del continen-
te en los últimos tres o cuatro años afectó
profundamente a la renta tributaria. Sacó
a la luz las carencias de los sistemas impo-
sitivos y sumió a varios Estados en nuevas
crisis de financiación pública, que a su vez
fueron fuentes de nuevas reformas. ¿El re-
torno o mantenimiento de la derecha en el
poder en la mayoría de los países es pre-
sagio de su orientación más regresiva que
progresiva? Los gobiernos colombiano,
argentino y chileno, en particular, ya han
respondido. El primero abolió el impuesto
sobre el patrimonio vigente desde 2002 y
elevó el IVA a su máximo histórico. El se-
gundo, gobernado por la derecha desde la
elección de Mauricio Macri en 2015, ha re-
ducido los gravámenes sobre las empresas
y los activos para trasladarlos a otros secto-
res. El tercero, tras la elección en 2017 del
empresario Sebastián Piñera, prometió
revertir la reforma de 2014, implementa-
da por su predecesora Michelle Bachelet...
La lucha contra la evasión fiscal podría
constituir otra respuesta a presupuestos
estatales fundidos, pero no parece ser
una prioridad. Los multimillonarios lati-
noamericanos que desde 2002 han visto
crecer su riqueza personal seis veces más
rápido que las economías de la región fi-
guran entre los que, junto con las multi-
nacionales, más aprovechan esta gran
facilidad para evadir, fraudulentamente
o no, sus obligaciones contributivas (11).
Las estimaciones más conservadoras –en
especial las de la CEPAL– sitúan la pérdi-
da anual de los fondos públicos en el 6,3%
del PIB, es decir, unos 350.000 millones
de dólares: un tercio por impago del IVA,
dos tercios por impago del impuesto so-
bre el ingreso de las personas físicas y de
las empresas. Toda la dinámica se ve re-
forzada tanto por las economías informa-
les en un 50% (promedio continental),
como por la fuga de capitales a paraísos
(aun más) exentos de impuestos.
|9
Es cierto que las desigualdades redistri-
butivas ocultan las que dan lugar a la distri-
bución primaria de la riqueza, cuya escala
creciente hace cada vez más difícil su sim-
ple corrección mediante políticas fiscales.
Pero la experiencia de los gobiernos progre-
sistas latinoamericanos de la última década
suscita una pregunta: ¿es realmente posible
transformar la sociedad sin hacer más hin-
capié en la contribución de los más ricos? g
1. Néstor Avendaño, “El FMI y su propuesta
de política fiscal para Nicaragua”, 2-7-17,
htpp://nestoravendano.wordpress.com
2. “Panorama fiscal de América Latina y
el Caribe”, Comisión Económica de las
Naciones Unidas para América Latina y el
Caribe (CEPAL), Santiago de Chile, 2017.
3. María Fernanda Valdés, “¿Dónde estamos?
Desigualdad y reformas tributarias en América
Latina”, Nueva Sociedad, N° 272, Buenos
Aires, noviembre-diciembre 2017.
4. “Revenue statistics in Latin America and
the Caribbean”, OCDE, París, 2017.
5. Ibidem.
6. María Fernanda Valdés, “¿Dónde estamos?”, op. cit.
7. Véase Rafael Correa, “Desafíos de la izquierda
en América Latina”, Le Monde diplomatique,
edición Cono Sur, febrero de 2018.
8. François Houtart, “Vers l’épuisement du
modèle équatorien?”. 2-10-15, www.cetri.be
9. Alberto Arenas de Mesa, “Sostenibilidad
fiscal y reformas tributarias en América
Latina”, septiembre de 2016.
10. Ibidem.
11. Christian Aid, “The multiple faces
of inequality in Latin America and the
Caribbean”, Londres, marzo de 2017.
*Director del Centro Tricontinental (CETRI), Louvain-
la-Neuve. Coordinador de État des résistances dans le
Sud. Amérique latine, Cetri –Éditions Syllepse, 2017.
Traducción: Teresa Garufi
10 |
Debates
del
futuro
¿ E
Regulación o autorregulación? Esa
es la cuestión que se repite en los de-
bates tecno-políticos alrededor del
mundo, de los bitcoins a los drones,
de las plataformas de internet a los autos au-
tónomos. Detrás de esas posturas están los
matices que van desde la filosofía anarquis-
ta-libertaria hasta algunas voces que piden
poner reglas por parte de los países o las re-
giones. La reivindicación de la libertad, que
inspira a gran parte de los proyectos de tec-
nología e internet, se propone desde mante-
ner el anonimato extremo de los defensores
del blockchain (una base de datos distribuida
que se utiliza para criptomonedas y contra-
tos, entre otras cosas) hasta la postura de las
empresas que alegan que son sólo interme-
diarias de información. Desde la convicción
reguladora se dice que, dado que los usuarios
de la tecnología son también ciudadanos, sus
derechos tienen que respetarse en otros ám-
bitos mediados por las innovaciones.
En los últimos meses, dos noticias ejem-
plificaron este debate y sus posiciones.
En Argentina, un grupo de usuarios y empren-
dedores de la ONG Bitcoin local convocó a una
campaña contra la voluntad del G20 para regu-
lar las criptomonedas y la blockchain. “Creemos
que las sociedades que adopten esta tecnolo-
gía le darán poder a su progreso, a su competi-
tividad, a su inclusión social, transparencia y a
la igualdad de oportunidades para sus miem-
bros, la paz y la libertad”, decía el comunicado,
que pedía transacciones anónimas entre indi-
viduos sin intromisión de los Estados, sus ban-
cos centrales u otros organismos monetarios.
En la vereda opuesta, los países y los organis-
mos internacionales señalan que posturas de
este tipo incentivan las transacciones ilegales y
el financiamiento de actividades ilícitas, desde
la evasión al terrorismo.
En la Unión Europea, sus funcionarios e ins-
tituciones comienzan a tratar a los grandes de
la tecnología como monopolios e intentan im-
ponerles límites. En junio de 2017, la Comisión
Europea aplicó a Google la mayor multa anti-
trust que se haya impuesto en la historia de Eu-
ropa: 2,7 mil millones de dólares. La empresa
había favorecido en su buscador a su servicio
de compras Google Shopping por sobre otros
negocios competidores y le dio 90 días para
abandonar la práctica. “Google ha negado a
otras empresas la oportunidad de competir en
base a sus méritos y de innovar. Y ha negado a
los consumidores europeos los beneficios de la
elección genuina y la innovación”, explicó la co-
misaria de la Competencia de la UE, la social li-
beral danesa Margrethe Vestager. g
Natalia Zuazo
Muy utilizados por los organismos de seguridad en todo el mundo
–Argentina incluida–, los drones crecen como una tecnología aplicada
a la vigilancia y el monitoreo. Sin embargo, la legislación en América
Latina todavía no los alcanza y surgen interrogantes por responder
respecto de su intromisión en la vida privada de las personas.
Drones: ¿una amenaza a los derechos individuales?
El control
de los cielos
por Javier Sinay*
l verano pasado, el Ministe-
rio de Seguridad de la Pro-
vincia de Buenos Aires anun-
ció una novedad en el Opera-
tivo Sol, el tradicional plan
de prevención y seguridad de cada ve-
rano en las playas del Atlántico: el uso
de un dron de nueve kilos con una au-
tonomía de vuelo de 120 minutos y una
posibilidad de desplazamiento de has-
ta 150 kilómetros. Según los voceros del
Ministerio, el dron sobrevoló las playas
de Mar del Plata con una cámara que al-
macenaba imágenes en alta definición
y que transmitía en vivo a un centro de
control. Otros cinco drones más peque-
ños volaron por Pinamar, Villa Gesell
y otros puntos del Partido de la Costa.
Pero lo que fue presentado como una
gran innovación era, en realidad, un
nuevo capítulo en una discusión recién
inaugurada que merecerá cada vez más
atención y debate: ¿cuánto debemos de-
jar que los drones vean sobre nosotros?
“Los drones tienen cada vez más po-
pularidad y su uso es cada vez mayor,
pero no hay una política pública clara
que los regule, y por lo tanto necesita-
mos que esto se discuta”, dice Eduardo
Ferreyra, uno de los autores del infor-
me “Alto en el cielo: Exploración sobre
tecnologías de vigilancia en Argenti-
na” (1), que la Asociación por los Dere-
chos Civiles (ADC) de Argentina aca-
ba de publicar. “Hace falta un marco
normativo porque los que existen no
son suficientes”, agrega el otro autor,
Leandro Ucciferri.
Ferreyra y Ucciferri, abogados es-
pecializados en derechos humanos, li-
bertad de expresión y datos personales,
miembros del Área Digital de la ADC,
han trabajado sobre los drones y los glo-
bos de vigilancia que utilizan las fuer-
zas de seguridad en nuestro país y sobre
la constante amenaza que estos disposi-
tivos voladores equipados con cámaras
representan a las libertades y los dere-
chos individuales. “Identificamos una
tendencia regional creciente en el uso
de drones, sobre todo por la experien-
cia que tuvo Santiago de Chile con glo-
bos de vigilancia en dos de sus munici-
pios, que luego inspiró al Gobierno de
la Ciudad de Buenos Aires a lanzar su
propio globo”, dice Ucciferri.
Los drones son cada vez más acce-
sibles pero también causan cada vez
más incidentes caóticos. En noviembre
de 2017, un avión de Aerolíneas Argen-
tinas que estaba aterrizando en el Ae-
roparque colisionó con un dron. “Nos
pegó en la nariz. Si nos pegaba en un
motor, lo rompía”, dijo el comandan-
te de ese Boeing 737-800. Tres sema-
nas atrás, había pasado a cinco metros
de otro dron. “Uno de los problemas es
A fin de cuentas,
los drones podrían
actuar mejor como
una herramienta
de propaganda
que como una de
vigilancia.
que la situación de los drones no recibe
atención, sobre todo desde el punto de
vista público”, dice Ucciferri.
En Argentina, el uso de los drones
por parte de las fuerzas de seguridad
es relativamente nuevo y puede ras-
trearse atrás apenas a dos años. Ferre-
yra y Ucciferri plantearon un estado
de situación y un análisis (en colabo-
ración con Privacy International, una
ONG del Reino Unido que trabaja so-
bre temas de privacidad) que da cuen-
ta del modo en el que el Estado piensa
el uso de esa tecnología y del modo en
que todo esto impacta en los derechos
de las personas, y acotaron el campo
temático a la vigilancia para evitar los
desvíos. Investigaron las iniciativas
del Ministerio de Defensa de la Na-
ción, del Ministerio de Seguridad de
la Nación, de distintas fuerzas de se-
guridad y también de algunos munici-
pios, como el de Tigre y el del Partido
de la Costa. “Nuestra idea fue hacer un
pantallazo inicial de toda la situación
y analizar el impacto de la tecnología
o su potencial impacto en las perso-
nas”, dice Ucciferri. “Por ejemplo, un
impacto podría ser el reconocimiento
facial en las personas que participan
en actividades políticas. A la vez, hay
que tener en cuenta cómo se da la di-
rección histórica del concepto: la tec-
nología va del ámbito militar al civil, y
no al revés. Además, hay que saber leer
el fenómeno global: la empresa que ha-
ce más drones en el mundo está en Chi-
Edición 226 | abril 2018
na. Y también hay que tener en cuenta
las vulnerabilidades tecnológicas que
pueden sufrir los drones”.
El vuelo del dron
En el inglés antiguo, el término “dron”
se refería a la abeja macho (el zángano),
que cumple el rol de aparearse con la
reina de la colmena, pero que no traba-
ja ni recolecta polen. Por eso, alrededor
del siglo XVI la palabra “dron” también
comenzó a utilizarse para hablar de
personas perezosas. Mucho más tarde,
en 1935, el término adquirió su sentido
actual, cuando la Marina Real Británica
realizó una demostración con una aero-
nave pilotada a control remoto a la que
se llamó “dron” por el sonido del motor
del biplano, una larga “Z” que recor-
daba a la del zumbido grave de la abeja
macho. En los siguientes 25 años la pa-
labra “dron” se utilizó casi exclusiva-
mente para hablar de las aeronaves des-
tinadas a tiro al blanco y hacia fines de
la década de 1950 empezó a expandirse
para incluir todo tipo de vehículo aéreo
no tripulado: desde misiles crucero di-
rigidos hasta naves espaciales.
A partir del año 2001, el desarrollo
militar de los drones cobró un nuevo
significado. Estados Unidos, que había
sufrido el atentado a las Torres Geme-
las, puso en marcha su programa Preda-
tor, de vehículos aéreos no tripulados,
y la gente empezó a hablar de ellos co-
mo “drones”. Luego, cuando los puso a
volar en Medio Oriente, “dron” se con-
virtió también en un verbo: “to dron”.
En Afganistán, Pakistán, Irak, Yemen,
Libia, Irán y Siria hubo cientos –posi-
blemente miles– de civiles asesinados
en ataques con drones. Más tarde, los
drones dieron el salto a la popularidad
en el mercado de consumidores domés-
ticos. Fue en 2013. Según la revista The
Economist, el surgimiento de los drones
comerciales en el mundo civil se debe a
tres factores: en primer lugar, una com-
petencia feroz dentro del mercado de
consumo que resultó en equipos más ba-
ratos, más confiables y más capaces. En
segundo lugar, la proliferación de dro-
nes en Estados Unidos llevó a que la Ad-
ministración Federal de Aviación (FAA,
por su sigla en inglés) se viera obligada a
regular su uso, y debido a que otros paí-
ses alrededor del mundo siguieron el
liderazgo regulatorio de la FAA, el im-
pacto de la introducción de esta política
fue global. Finalmente, en tercer lugar,

la industria sufrió una sacudida gracias
al dominio de la empresa china DJI (Dà-
Jiang Innovations Science and Tech-
nology Co.), que hoy domina el 70% del
mercado global de drones.
Las leyes del cielo
Los drones y los globos de vigilancia
pueden ser equipados, entre otros dis-
positivos, con cámaras, lectores de pa-
tentes de autos, IMSI-catchers para
interceptar llamadas y rastreadores de
vulnerabilidades de redes wifi.
“En Argentina no hay una legislación
específica acerca del uso de drones para
vigilancia”, dice Ucciferri. “Hay una ley
de protección de datos personales, pe-
ro da un margen muy amplio cuando es
el Estado quien opera en cumplimiento
de sus funciones. Por ejemplo, en distin-
tas manifestaciones se ha visto trabajan-
do a una división especial de la policía,
que filma a los ciudadanos. Hay muchas
cuestiones que no han sido hechas pú-
blicas: ¿Cuánto tiempo y dónde se alma-
cenan esas informaciones recolectadas?
En cuanto a los drones, pasa lo mismo.
No hay ningún marco regulativo”.
El líder en temas de regulación so-
bre drones, desde hace algunos años, es
Estados Unidos. Según su ley, los due-
ños de los drones deben pasar un exa-
men escrito y cumplir con los controles
de seguridad a los que se someten los
pilotos de aviones tripulados. Además,
están prohibidos los vuelos nocturnos
de drones y también los que viajen so-
bre la gente. No se permite volar a me-
nos de 8 kilómetros de un aeropuerto y
tampoco a más de 122 metros de altura.
Y se recomienda a los operadores que
respeten la privacidad de las personas,
aunque la legislación no habla con pre-
cisiones sobre el asunto.
Pero no es el único modelo. “La
Unión Europea, que es la región del
mundo que tiene más avanzada la de-
fensa de los datos de las personas, emi-
Marcelo Pombo, Rectángulo de lluvia, 2001 (Gentileza Galería Ruth Benzacar)
tió una guía sobre la recolección de da-
tos personales por parte de los drones”,
dice Ferreyra. Garantizar la privacidad
y los derechos de los ciudadanos, y tam-
bién su seguridad, es una prioridad en
esta norma europea que, sin embargo,
tampoco entra en detalles. “Ese también
es un ejemplo de buenas prácticas.”
En Argentina hay alrededor de 50
drones volando y vigilando. El dato no
es preciso porque algunos organismos
–como el Ministerio de Seguridad de la
Ciudad de Buenos Aires– no respondie-
ron a las solicitudes de información de
la ADC, ni tampoco a ninguna otra. “Es
muy difícil recibir una respuesta ofi-
cial”, dice Ferreyra. Sólo los ministerios
nacionales de Seguridad y de Defensa
colaboraron con la investigación de la
ADC. “Dar con la información fue nues-
tro principal problema”, dice Ucciferri.
“Nos encontramos con una reticencia
por parte de estos distintos organismos
estatales. Una excepción fue el Minis-
terio de Defensa de la Nación, que tiene
una oficina específica de Transparen-
cia y que se puso a disposición nuestra.
De ese modo aprendimos que esa infor-
mación no estaba sistematizada en ese
ministerio y que eso pasaba también en
muchos otros ministerios. Incluso, los
propios funcionarios de Defensa tuvie-
ron que buscar la información. Esto nos
da un panorama acerca de cómo se tra-
baja internamente en estos temas: no se
consideran debates importantes puer-
tas adentro, en los ministerios.”
La prehistoria de los drones en nues-
tro país se remonta al año 1996, cuan-
do el Ejército inició un proceso de de-
sarrollo para fabricar su propio avión
no tripulado para reconocimiento y vi-
gilancia: el Lipán I, que en los años si-
guientes fue mejorado y se convirtió en
el Lipán II y en el Lipán IIB. Una déca-
da más tarde se presentó el Lipán III o
M3, que tiene una autonomía de cin-
co horas de vuelo y un rango operati-
vo de 40 kilómetros. En 2012, el Ejérci-
to anunció que estaba desarrollando el
modelo Lipán XM4.
La Armada presentó en 2011 el pro-
yecto Guardián, un dron enfocado en
tareas de búsqueda, reconocimiento,
detección e identificación de blancos, y
en ese mismo año la Fuerza Aérea ad-
quirió tres drones de entrenamiento
desarrollados por la empresa Nostro-
mo Defensa, de Córdoba. Dos años an-
tes, esta fuerza había presentado su pri-
mer modelo de dron, un proyecto que
se denominó PAE-22365, que fue finan-
ciado por el Ministerio de Ciencia, Tec-
nología e Innovación Productiva y que
recién levantó vuelo en 2015, cuando el
Ministerio de Defensa presentó oficial-
mente el proyecto Sistema Aéreo Robó-
tico Argentino (SARA) para el desarro-
llo de drones argentinos.
Ferreyra y Ucciferri lograron que el
Ministerio de Seguridad de la Nación
respondiera a una solicitud de acceso
a la información pública mediante la
cual, a lo largo de 16 preguntas, busca-
ban los detalles sobre el uso de tecnolo-
gías de vigilancia de cuatro Fuerzas de
Seguridad: la Gendarmería Nacional,
la Prefectura Naval, la Policía Federal
y la Policía de Seguridad Aeroportua-
ria. Voceros del Ministerio respondie-
ron que, de las cuatro fuerzas, sólo la
Policía de Seguridad Aeroportuaria no
tenía drones, mientras que las demás
adquirieron 34 a lo largo del año 2015,
siempre a la empresa china DJI. La
Gendarmería compró quince; la Pre-
fectura, siete; la Policía Federal, doce.
La mayoría de las piezas son del mo-
delo DJI Inspire 1, que tiene un precio
básico de 2.000 dólares. También hay
algunas del modelo DJI S1000, con un
valor de 1.500 dólares.
El Ministerio de Seguridad de la Na-
ción utilizó drones para hacer “reco-
nocimientos previos a las operaciones
policiales y de Fuerzas de Seguridad,
| 11
monitoreo y control del desarrollo de
operaciones en tiempo real, monitoreo
de eventos de interés para la seguridad
pública y/o emergencias, operaciones
de búsqueda de personas y otros obje-
tos”. Registrar imágenes en tiempo real
durante las operaciones que se llevan a
cabo en tierra podría cambiar incluso
las tácticas de las fuerzas de seguridad.
Una tendencia en aumento
Otra de las agencias públicas que utili-
zan drones vigiladores es el Cuerpo de
Investigaciones Judiciales, una suer-
te de policía civil que depende del Mi-
nisterio Público Fiscal de la Ciudad de
Buenos Aires. “Si es necesario para la
investigación ‘ver’ dentro de un edifi-
cio, una casa o un terreno, es necesaria
la orden del juez”, explican Ferreyra y
Ucciferri en su trabajo. “Por el contra-
rio, si tan solo se va a utilizar el dron pa-
ra obtener información en la vía pública
o algún espacio público, entienden que
sería similar a pedirle a un policía que
siga a una persona, para lo cual no se re-
quiere la orden del juez.”
En la Ciudad de Buenos Aires, la Poli-
cía hizo su incursión en el mundo de las
tecnologías aéreas en el año 2013, cuan-
do la Superintendencia de Comunica-
ciones de la Policía Metropolitana desa-
rrolló un dron propio: el Metrocóptero,
que sirvió a fines tácticos y de apoyo en
allanamientos, orden de multitudes e
inundaciones. A comienzos de julio de
2017, el Gobierno de la Ciudad presen-
tó el Sistema Aerostático de Vigilancia,
una nueva incorporación al Anillo Digi-
tal con el que se monitorean los puntos
de entrada y salida de la ciudad.
En verdad, la herramienta del Siste-
ma Aerostático de Vigilancia no es un
dron, sino un globo que se eleva hasta
a 300 metros de altura. Está equipado
con tres cámaras que logran una vista
en 360 grados y que pueden seguir ob-
jetivos a más de dos kilómetros de dis-
tancia. Tienen visión nocturna y trans-
misión de video en tiempo real: las imá-
genes son enviadas a una base terrestre
en la cual un equipo de operadores es-
pecializados puede encargarse de utili-
zarlas, por ejemplo, con fines de identi-
ficación o seguimiento de personas.
Para Ferreyra y Ucciferri, la tenden-
cia de los drones va en aumento. “Esto
se da por la capacidad de vigilancia que
tienen y porque su costo es cada vez más
bajo, y son cada vez más evolucionados
y baratos”, dice Ferreyra. “Así que sin
dudas el uso continuará expandiéndo-
se. Por otro lado, los gobiernos hacen
campañas de propaganda y buscan ge-
nerar una sensación de seguridad en la
gente gracias al uso de drones. Pero hay
que proteger a la sociedad de eventuales
violaciones al derecho a la privacidad.”
A fin de cuentas, los drones podrían
actuar mejor como una herramienta
de propaganda que como una de vigi-
lancia. “La tecnología funciona como
marketing”, dice Ferreyra. “Esto fue
evidente en el episodio con los globos
de vigilancia que el Gobierno de la Ciu-
dad de Buenos Aires anunció para cui-
dar el Riachuelo, pero que luego de su
demostración inicial aún no sabemos si
realmente están en funcionamiento y
tampoco hubo ningún anuncio sobre la
normativa que sustentaba esta tecnolo-
gía en el Boletín Oficial de la Ciudad de
Buenos Aires o de la Nación.” g
1. https://adcdigital.org.ar/portfolio/alto-en-el-cielo/
*Periodista.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
12 |
Gracias a un viejo acuerdo firmado entre Moscú y Grozni, el presidente
checheno Ramzan Kadyrov goza de amplios márgenes de acción en los
asuntos internos a cambio de lealtad hacia el Kremlin. Sin embargo, su
voluntad de erigirse en líder de los musulmanes de Rusia y sus reiterados
abusos de violencia ponen en tensión su relación con Vladimir Putin.
Un Estado totalitario en el seno del Estado ruso
Chechenia, una
sociedad silenciada
por Anne Le Huérou y Aude Merlin*
A
quel 11 de enero de 2015, dos
millones de personas marcha-
ron en Francia en homena-
je a los periodistas de Charlie
Hebdo asesinados por los her-
manos Kouachi cuatro días antes. Unos
sesenta jefes de Estado acudieron a París
para expresar su solidaridad. Una semana
más tarde, una voz venía a romper esta co-
munión internacional: un millón de mu-
sulmanes de todo el Cáucaso Norte parti-
ciparon en Grozni, capital de Chechenia,
de una manifestación contra la caricatu-
ra del Profeta publicada en la portada del
“número de los sobrevivientes” del 14 de
enero. “We love prophet Muhammad”
[“Amamos al profeta Mahoma”], podía
leerse en los numerosos globos rojos en
forma de corazón que flotaban por enci-
ma de los manifestantes. “Nunca permi-
tiremos que se ensucie el nombre de Ma-
Fuerzas especiales chechenas, Grozni, 25-4-13 (Maxim Shemetov/Reuters)
homa”, advirtió el jefe de la República de
Chechenia y organizador del evento. Dos
años después, Ramzan Kadyrov confirma-
ba su ambición, cada vez menos disimula-
da, de erigirse en líder de los musulmanes
de Rusia, aunque a Rusia no le gustara. Du-
rante una manifestación contra la repre-
sión de la minoría rohingya en Birmania,
afirmó: “Si Moscú apoya a los demonios
que hoy en día cometen esos crímenes, mi
posición será contraria a la de Moscú”.
Las extravagancias que se permite el lí-
der checheno frente al poder federal hacen
dudar de la estabilidad del pacto firmado
entre Moscú y Grozni a mediados de los
años 2000. En virtud de dicho acuerdo, las
nuevas autoridades chechenas gozan de
un amplio margen de acción en la gestión
de sus asuntos internos; pero a cambio, tie-
nen un deber de lealtad ineludible respecto
del Kremlin. Ello implica la explotación de
una población conocida por su larga resis-
tencia a integrar el Imperio Ruso a media-
dos del sigo XIX y por su voluntad de inde-
pendencia tras la caída de la URSS.
Historia de una radicalización
El régimen de excepción que somete al
pueblo checheno tiene sus raíces en dos
guerras contemporáneas que devasta-
ron la república. El presidente ruso Boris
Yeltsin había declarado la primera (1994-
1996) en nombre del “restablecimiento
del orden constitucional”, al temer que las
fuerzas centrífugas que habían derrotado
a la Unión Soviética dislocaran a su vez la
Federación de Rusia. Pese a los acuerdos
de paz y a la elección del independentista
laico y moderado Aslan Masjadov frente
al islamista radical Shamil Basayev, Vla-
dimir Putin lanzó la segunda guerra en
septiembre de 1999, en nombre de la “lu-
Edición 226 | abril 2018
cha antiterrorista”, tras los atentados atri-
buidos –sin pruebas– a chechenos. Am-
bos conflictos diezmaron a la población
(varios cientos de miles de muertos y casi
250.000 refugiados) y provocaron la des-
trucción, multiplicada por dos, de Grozni
y de una gran parte de la república.
Al rechazar la negociación con los in-
dependentistas moderados, Putin acele-
ró la radicalización de una parte de los re-
beldes. Se multiplicó la cantidad de aten-
tados, como así también, de manera más
reciente, el número de candidatos a enro-
larse en grupos yihadistas en Irak y en Si-
ria. La proclamación, en 2007, del Emirato
del Cáucaso, que prestó juramento de leal-
tad al Estado Islámico en 2015, ratificó el
fracaso del proyecto de Ichkeria –nombre
de la efímera República Independentista
Chechena (1991-1994, y luego 1996-1999),
llevada a cabo por la primera generación
de separatistas– , en beneficio de una
alianza con el yihadismo.
El año 2009 marcó oficialmente el fin
de la “operación antiterrorista”, pero no
el fin de la violencia. El conflicto armado
entre la guerrilla y las tropas federales se
transformó hace ya varios años en un en-
frentamiento intra-checheno. “Checheni-
zación”: así se denominó la estrategia de
Moscú, consistente en dejar el “trabajo su-
cio” de la represión a las autoridades loca-
les cooptadas especialmente. Algunos me-
ses después de la recuperación de Grozni,
en febrero de 2000, Moscú nombró al ex
muftí Akhmad Kadyrov como jefe de la ad-
ministración provisoria, para luego apoyar
su elección a Presidente de la República en
2003, tras un escrutinio presuntamente
fraudulento. Su hijo Ramzan estaba a cargo
de su custodia personal. Después del ase-
sinato del padre, Ramzan tomó las riendas
de la república convirtiéndose oficialmen-
te en su sucesor en 2007. A pesar de haber
contado con mejores condiciones para
conquistar la adhesión popular que las que
el Ejército federal hubiera podido tener
con una larga permanencia, la pax Kadyro-
vska no consiguió resolver el conflicto.
Conflicto que se gestó bajo un manto de si-
lencio impuesto por un poder preocupado
por hacer callar cualquier voz disidente. El
arresto, el último 9 de enero, de Oyub Ti-
tiev, el responsable en Chechenia de la or-
ganización rusa de defensa de los derechos
humanos Memorial, siguiendo el guión
bien preparado de un caso judicial armado
–el “hallazgo” de cannabis en su vehícu-
lo–, vino a sumarse a una larga lista de inti-
midaciones, hostigamientos e incluso ase-
sinatos. Cabe recordar el asesinato en 2009
de Natalia Estemirova, también integrante
de Memorial, después del de la periodista
Anna Politkovskaïa en 2006, que investiga-
ba acerca de los actos de tortura cometidos
en Chechenia. Memorial habla de un “Es-
tado totalitario en el seno del Estado ruso”.
Violencia y exaltación nacionalista
A pesar de ocupar un territorio similar a
tres departamentos de Francia, la situa-
ción chechena produjo efectos nocivos
que se extendieron a toda Rusia. En los
años 2000, algunos militares y policías re-
producían técnicas de redada o de asedio
utilizadas en Chechenia, pero esta vez pa-
ra combatir la delincuencia común (1). En
un contexto en el que los medios estigma-
tizan a los chechenos y, por extensión, a to-
dos los caucasianos del norte, el regreso de
veteranos con el “síndrome checheno” ha
amplificado una xenofobia ya latente en la
sociedad, que se intensificó por el aspecto
colonial del conflicto. Con el régimen que
impera actualmente, las cosas adoptaron
otra dimensión: Kadyrov puede mandar
secuaces por toda Rusia, e incluso al ex-
tranjero, y amenazar o eliminar disidentes,
como quedó demostrado con el asesinato

en febrero de 2015 a manos de ejecutantes
chechenos –únicos investigados por la jus-
ticia– del opositor a Putin, Boris Nemtsov.
En definitiva, la cuestión chechena contri-
buyó a las derivas autoritarias del régimen
ruso, mediante las leyes antiterroristas y
las leyes que promueven la lucha contra
el “extremismo”. La última, de 2016, bajó
la edad de responsabilidad penal a 14 años.
Entre 2007 y 2015 Moscú gastó en pro-
medio 60.000 millones de rublos por año
(aproximadamente 1.400 millones de eu-
ros) para mantener a Grozni bajo el ampa-
ro de Rusia (2). Tras los muros de los fla-
mantes edificios construidos con fondos
federales, y a pesar de las reiteradas afir-
maciones según las cuales la rebelión ar-
mada fue aplastada, la violencia del régi-
men sigue siendo cotidiana. Durante los
últimos meses de 2017, se incrementaron
las desapariciones en circunstancias poco
claras (3). Hoy resulta imposible encon-
trar el rastro de cientos de personas des-
aparecidas luego de que hombres arma-
dos, encapuchados, identificados general-
mente como pertenecientes a las fuerzas
del orden, irrumpieran en sus domicilios
buscando a un presunto simpatizante de
la rebelión. Prácticamente todo el mundo
puede ser investigado: un internauta que
critique en las redes sociales lo arbitrario
del poder, un blogger que evoque Ichkeria
en algún posteo…
El ex viceprimer ministro de Ichkeria
bajo Aslan Masjadov, Ruslan Kutaev, fue
condenado en 2014 a cuatro años de pri-
sión. Su error: haber organizado, pese a la
prohibición de hacer cualquier conmemo-
ración pública, una conferencia con moti-
vo de los setenta años de las deportaciones
ordenadas en 1944 por Joseph Stalin. En
una semana, toda la población chechena,
acusada falazmente de colaboración ma-
siva con los nazis, había sido entonces en-
viada al exilio a Asia Central; muchos de
ellos murieron en el camino.
Además de reprimir las voces discor-
dantes, el poder invade la vida privada
de sus administrados: obligación para las
mujeres de llevar un pañuelo en la cabe-
za para cubrirse el cabello en el trabajo
o en la universidad, reglamentación res-
pecto del largo de la barba para los hom-
bres, obligación para las parejas divor-
ciadas de volver a convivir, autorización
de uniones poligámicas. Ironía del desti-
no, los sospechosos de simpatizar con las
corrientes salafistas radicales reciben el
mismo trato que quienes son sospecha-
dos de homosexualidad.
Sin embargo, la coerción no alcanza pa-
ra explicar la longevidad de un régimen
que necesita, además, encontrar formas de
legitimación, para lo cual recurre a la adu-
lación de la fibra nacionalista de la pobla-
ción. El 16 de abril, día de la lengua cheche-
na, se celebra una fiesta nacional. En estos
últimos años se inauguraron museos don-
de se exaltan las virtudes del pueblo che-
cheno. El edificio del Museo Nacional de
Grozni, cuya arquitectura se inspira en las
fortificaciones de los pueblos de montaña,
alberga colecciones de instrumentos de
música y de trajes tradicionales; la narra-
ción muestra una lealtad total hacia Mos-
cú, en la que se borran todos los episodios
de enfrentamiento y conflicto.
Esta identidad chechena folklorizada
pretende ser compatible con un hiperpa-
triotismo ruso (4). El 4 de noviembre de
2017, en vísperas de la fiesta nacional de
“la unidad del pueblo”, que pasa práctica-
mente desapercibida en el resto de Rusia,
la capital chechena se llenó de pancartas
que decían: “Rusia une”; “4 de noviembre,
día de la unidad del pueblo”; “estamos uni-
dos”. “Por supuesto, tendremos que parti-
cipar en el desfile del 4 de noviembre”, nos
contaba el día previo al evento una profeso-
ra universitaria. “Nos convocan por la ma-
ñana. Nadie en su sano juicio podría consi-
derar no asistir a los festejos. Vamos a reci-
bir a nuestros estudiantes e iremos a mani-
festar, punto”. Un mar de retratos de Putin
y de los Kadyrov, padre e hijo, flotaba por
encima de la multitud que iba marchan-
do por la avenida Vladimir Putin, nombre
de quien diera la orden de bombardear
Grozni en 1999. La bandera chechena es-
tá siempre al lado de la bandera rusa, como
recordándoles a los transeúntes el contra-
to que el régimen de Kadyrov firmó con el
Durante los
últimos meses
de 2017 se
incrementaron las
desapariciones
en circunstancias
poco claras.
Kremlin. Llegar a un acuerdo con Moscú:
¿no es ésta la mejor manera de preservar la
paz?, parece sugerir esta puesta en escena.
¿Kadyrov no goza acaso de una autonomía
en la gestión interna mucho más amplia de
la que habían obtenido los independen-
tistas, que hoy día están desacreditados y
marginalizados?
Dichas proclamaciones de lealtad van
acompañadas de la instilación de una sutil
demostración de fuerza. En diciembre de
2014, Kadyrov hacía desfilar a los “solda-
dos de infantería de Putin”, una guardia ar-
mada hasta los dientes, dispuesta a garan-
tizar misiones de seguridad por cuenta del
Kremlin en todo el mundo, pero fuera del
control directo de Moscú. Luego de haber
sido probada en Osetia del Sur en el verano
boreal de 2008 durante la guerra con Geor-
gia, se activó la presencia militar chechena
en los frentes extranjeros en Donbass junto
a los separatistas ucranianos en 2014, y des-
pués en Siria, en diciembre de 2016, con el
envío de un batallón checheno de la policía
militar del Ministerio de Defensa ruso, que
regresó en febrero de 2018.
Un islam a medida
En un contexto donde la sociedad se vuel-
ca cada vez más a la religión, el islam es una
palanca que el jefe de la república acciona
de buena gana. Incluso a través de las seña-
les de tránsito. “En nombre de Alá, no exce-
da la velocidad permitida. Cuídese y cuide
a sus hermanos y hermanas. No exceda los
40 kilómetros por hora”, decía un cartel a
la salida de Grozni en octubre de 2017.
El islam de Chechenia, basado en una
tradición sufí que fue atacada por la re-
presión estalinista, y luego deportada y
marginalizada por el surgimiento de co-
rrientes islamistas rivales provenientes
del Golfo, desde fines de los años 2000 ha
sido objeto de una puesta en vereda de ín-
dole muy política (5). El islam oficial re-
toma los ritos sufís –como el zikr, un culto
a los santos en el cual Kadyrov suele po-
nerse en escena– agregándoles, en lo que
concierne a las buenas costumbres, un ri-
gorismo sin parangón en las otras regio-
nes musulmanas de Rusia. Aunque prohi-
bida por la legislación rusa, la poligamia
está permitida en el territorio checheno;
las mujeres tienen la obligación de llevar
un pañuelo en la cabeza en las adminis-
traciones públicas y otros lugares de tra-
bajo, lo cual viola el principio de laicidad
teóricamente inscrito en la Constitución
Federal. Este islam oficial llamado “tra-
dicional”, teñido de referencias naciona-
les chechenas, presenta muchas ventajas
para el poder. En particular, la ventaja de
oponerse al salafismo político-religio-
so de la guerrilla islamista del norte del
Cáucaso, representada por el Emirato del
Cáucaso, y la de defender un islam rigo-
rista, pero compatible con la visión de las
autoridades federales.
A partir de entonces, Kadyrov empe-
zó a pensar en grande. Tras haber instru-
mentalizado la religión con fines inter-
nos, no escondió demasiado su ambición
de ponerse a la cabeza del mundo mu-
sulmán de Rusia, no sin fricciones. En el
verano boreal de 2016, por ejemplo, un
congreso de grandes teólogos sunnitas
de Rusia y del mundo árabe, reunido en
Grozni a invitación suya, pronunció una
fatwa acusando al salafismo y al waha-
bismo de “extraviados” y “descarriados
de la verdad”, provocando molestia en
Arabia Saudita, donde el wahabismo es
la doctrina oficial. Tras un llamado al or-
den de Moscú, Kadyrov supo ser pacien-
te, no sólo para no entorpecer las nuevas
ambiciones diplomáticas de Rusia en el
mundo árabe –siendo él mismo uno de los
embajadores privilegiados–, sino también
para dar tranquilidad a los inversores de
la Península Arábiga. En un momento en
el que Moscú se muestra menos pródigo
Putin – Kadyrov
¿El fin de un idilio?
por Régis Genté*
D
urante ocho años, Ramzan
Kadyrov dirigió su Repúbli-
ca sin que Vladimir Putin,
el presidente ruso, le hicie-
ra jamás públicamente el más mínimo
reproche. Hasta el 4 de diciembre de
2014, cuando la incursión de un grupo
de insurgentes en plena Grozni culmi-
nó con la muerte de veinticuatro perso-
nas. Pocos días más tarde, el poder che-
cheno aplicó un método al que es aficio-
nado, el del castigo colectivo, y destruyó
las casas de las familias rebeldes. Pero,
inmediatamente, el jefe de Estado ru-
so recordó durante una conferencia de
prensa difundida en directo en la televi-
sión que “en Rusia, todo el mundo debe
respetar la ley en vigencia”.
Luego, Putin puso en duda la re-
conducción del mandato de Kadyrov
a comienzos de abril de 2015: un signo
de que no se trataba de una crispación
pasajera. El mandatario checheno, que
estaba en deuda con Putin, no aprecia-
ba demasiado que jugaran con sus ner-
vios e hizo entonces saber que contem-
plaba abandonar sus funciones. “Era un
engaño, una manera de recordar que no
hay ninguna solución de recambio pa-
ra el Kremlin y que la paz en Chechenia
se mantiene sólo gracias a él”, comenta
Alexeï Malachenko, especialista ruso
del islam y del Cáucaso del Norte. Final-
mente, Kadyrov se mantuvo, en efecto,
en su cargo a la cabeza de la República,
tras una gran puesta en escena en la que
Putin pretendía “rogarle” que acepte
el puesto, al mismo tiempo que le pe-
día que se esfuerce por cooperar con las
fuerzas federales –policía, Servicio Fe-
deral de Seguridad (FSB, ex KGB), etc.–.
Tanya Lokchina, directora del pro-
grama Human Rights Watch en Ru-
sia, explica: “Estas críticas, que se han
| 13
respecto de esta república, cuyo presu-
puesto depende en un 80% de la ayuda
federal, a su jefe le conviene cuidar la re-
lación con los dignatarios de los Emiratos
Árabes Unidos y de Arabia Saudita, que
desde hace tres años desfilan por Grozni,
y obtener contratos comerciales. A modo
de agradecimiento, el muy turbio Fondo
Kadyrov, que se alimenta de impuestos
obligatorios a los salarios, financió en sep-
tiembre de 2017 la restauración de la mez-
quita de los Omeyas en Alepo por un valor
de 14 millones de dólares. En recompen-
sa por su “generosidad”, el jefe del Estado
checheno fue condecorado por el secreta-
rio del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai
Patruchev, “por los servicios prestados a
la seguridad internacional”.
Control total
Detrás de una muy presumida estabilidad,
la exasperación de la población es real,
aunque rara vez se exprese –excepto me-
diante ataques armados­–. “Nadie dice lo
que piensa frente a un miembro de su fami-
lia”, nos dijo murmurando Anzor N. mien-
tras manejaba su auto, sin mirar atrás, una
noche oscura de octubre de 2017.
No existe ningún medio local indepen-
diente, a excepción de la revista trimes-
tral Doch (6), que tiene su redacción en d
vuelto recurrentes, son el signo de que
Kadyrov ya no logra cumplir con su par-
te del contrato [mantener a Chechenia
en el seno de la Federación Rusa, véase
“Chechenia, una sociedad silenciada”].
La incursión de diciembre de 2014 com-
probó que la resistencia armada sigue
existiendo. Y desde entonces, gente ca-
da vez más joven toma las armas contra
el régimen brutal de Kadyrov. En con-
secuencia, algo ante lo que el Kremlin
cerraba los ojos desde 2007 y su llegada
al poder, como los castigos colectivos o
los asesinatos en Chechenia o en el ex-
terior, se convierte ahora en objeto de
críticas desagradables”.
Al tomar distancia de manera sim-
bólica con el régimen de Kadyrov, Pu-
tin espera atenuar la irritación rei-
nante en algunos sectores del apara-
to de Estado. “Kadyrov tiene muchos
enemigos en Rusia. Los militares y los
agentes del FSB que combatieron al
movimiento separatista durante las
dos guerras de Chechenia no aceptan
que se le concedan tantas prerroga-
tivas, principalmente en el plano fi-
nanciero. Sobre todo porque Kadyrov
suele vanagloriarse de dirigir una Re-
pública que goza de una independen-
cia de hecho sin precedentes”, explica
Ekaterina Sokirianskaïa, especialista
del Cáucaso del Norte. Mientras espe-
ran que lleguen tiempos mejores, estos
suboficiales dejan filtrar información
comprometedora sobre el régimen de
Kadyrov –una fuente muy valiosa en
un momento en el que los defensores
de los derechos humanos se vieron
obligados a huir de la región–... g
*Periodista.
Traducción: María Julia Zaparart
14 |
Moscú y cuyos periodistas reciben intimi-
daciones constantemente. El descontento
y el enojo se manifiestan en Internet y en
las redes sociales que están, no obstante,
minuciosamente controladas. A semejan-
za de los contestatarios activos en YouTu-
be en Rusia, algunos, como Aïchat Inaeva,
publican cada vez más mensajes dirigi-
dos a Kadyrov. Sin embargo, después de
haber denunciado, en diciembre de 2015,
las prácticas de extorsión y de haber acu-
sado directamente al dirigente checheno
–“La gente se muere de hambre, y a usted
no le importa en lo más mínimo”–, esa jo-
ven asistente social se retractó en un vi-
deo transmitido luego por el canal nacio-
nal mientras su marido, señalado como al-
guien incapaz de “controlar a su esposa”,
era humillado públicamente –un castigo
cada vez más común, y particularmente
eficaz puesto que conduce a muchas fa-
milias a hacer acusaciones, a la deshonra
social o al exilio (véase “Los homosexua-
les, ‘terroristas sexuales’”).
La práctica religiosa no acorde a los
cánones del islam oficial también puede
contener una dimensión de protesta polí-
tica, en consonancia con la captación del
islam “tradicional” por parte del poder.
Zelimkhan P. (7), jurista y defensor de los
derechos humanos, forzado a irse de Che-
chenia en 2016 con su familia por razones
de seguridad, señala: “El 90% de la pobla-
ción estaba en contra de la fatwa de las au-
toridades religiosas oficiales… Si la gente
pudiera elegir, iría a otras mezquitas. Al-
gunos cruzan la frontera (8) para ir a In-
gusetia a escuchar a Khamzat Tchumakov
o a Isa Tsetchoev [predicadores inguse-
tios pertenecientes a mezquitas designa-
das como salafistas]”.
En cuanto a la rebelión armada, ha co-
nocido desde 2014 una mayor actividad,
que adopta la forma de ataques contra po-
licías (véase “¿El fin de un idilio?”). El más
reciente, en marzo de 2017, contra miem-
bros de la Guardia Nacional, estuvo segui-
do de una represión más intensa contra
toda persona sospechosa de apoyar la re-
belión, lo cual generó más hostilidad y re-
celo frente al régimen.
Mientras que el caso de Oyub Titiev
fue transferido al Comité de Investiga-
ción Federal y el incendio criminal del lo-
cal de Memorial en Ingusetia sigue tam-
bién sin esclarecerse, el eslogan que figu-
ra en toda la República en los numerosos
afiches que representan a Kadyrov, “¡Que
prospere la justicia!”, suena de manera ca-
da vez más irónica. g
1. Anne Le Huérou y Élisabeth Sieca-Kozlowski,
“Un syndrome tchétchène ?”, en Nathalie
Duclos (dirección), L’Adieu aux armes? Parcours
d’anciens combattants, Karthala, colección
“Recherches internationales”, París, 2010.
2. “Chechenia en 20 hechos” (en ruso),
RBK, 1-2-16, www.rbc.ru
3. La página Kavkaz-uzel.eu presenta la cronología
de las desapariciones que no han sido dilucidadas.
4. Marlène Laruelle, “Le Kadirovisme, un rigorisme
islamique au service du système Poutine ?”, Russie.
Nei.Visions, N° 99, Instituto Francés de Relaciones
Internacionales (IFRI), París, marzo de 2017.
5. Ibid.
6. Véase www.doshdu.ru
7. El nombre fue cambiado.
8. Chechenia e Ingusetia son dos repúblicas federadas
de la Federación de Rusia. Geográficamente vecinas,
durante la época soviética formaban conjuntamente
la República de Chechenia-Ingusetia.
*Respectivamente, socióloga, profesora en el Depar-
tamento de Estudios rusos y postsoviéticos de la
Universidad de París-Nanterre, y profesora de Cien-
cia Política en la Universidad Libre de Bruselas.
Traducción: Victoria Cozzo
Persecución de la comunidad LGBT en Chechenia
Los homosexuales,
“terroristas sexuales”
En un contexto de luchas por la igualdad de
género, la comunidad homosexual de Chechenia
es perseguida. Miles de personas son sometidas
a rituales de “liberación”, internaciones forzosas e,
incluso, obligadas al exilio o encarceladas.
por Arthur Clech*
C
ontrol de las fuerzas de se-
guridad, chantaje, asesi-
natos, encarcelamiento en
prisiones secretas y tortu-
ras: en Chechenia, los homosexua-
les corren riesgos aun mayores que
en el resto de Rusia, donde la ley
de 2013 contra la “propaganda so-
bre relaciones no tradicionales en-
tre menores” redujo aun más el ac-
ceso al espacio público de algunas
asociaciones de defensa de lesbia-
nas, gays, bisexuales y transexuales
(LGBT) que había en el país.
La situación chechena concen-
tra un conjunto de factores que ex-
plican el inaudito grado de violen-
cia que se ejerce contra los hombres
que practican la homosexualidad o
que están bajo sospecha de practi-
carla. Para escapar a una represión
que, antes de las purgas estatales, se
ejerce dentro de las mismas familias,
mujeres que rompen con el manda-
miento de casarse y buscan vivir su
homosexualidad son obligadas a
abandonar la república.
Persecución y exilio
La represión de homosexuales no
es nueva. El Código Penal de la Re-
pública Chechena de Ichkeria de
1996 reintrodujo la penalización de
la sodomía (moujelojstvo): toman-
do este término del derecho sovié-
tico, el artículo 148 se inspira en la
sharia estipulando castigos físicos
y, en caso de reincidencia, la pena
de muerte o la prisión perpetua. Pa-
ra debilitar la influencia de los isla-
mistas, los presidentes Kadyrov pa-
dre e hijo normalizaron como modo
de gobierno la lucha antiterrorista,
pregonando al mismo tiempo una
rigurosidad religiosa no menos hos-
til a la homosexualidad.
Mediante la reproducción de es-
trategias perfeccionadas en el marco
de la lucha contra los islamistas, las
autoridades critican a las familias y
apuntan así contra las solidaridades
de los clanes. Algunos detenidos,
acusados de ser gays, son obligados
a hacer confesiones públicas en “ce-
remonias de liberación” a las que los
hombres de su familia son también
convocados (1). El poder ha sabido
instrumentar hábilmente las prác-
ticas existentes de control social. Ya
en 2008 Ramzan Kadyrov justificó
los crímenes de honor, que recrude-
cen tanto en Chechenia como en el
resto del Cáucaso. Al exponer a los
homosexuales al oprobio, las autori-
dades buscan, no sin éxito, asociar a
los clanes familiares con su política
de represión, obligando a las vícti-
mas a alejarse de sus allegados, y a
veces incluso a buscar refugio en al-
gún país extranjero en el que no ten-
gan que temer a los miembros más
vehementes de la diáspora. Gracias
a la complicidad de miembros de su
entorno, y hasta de ciertos policías
El estado
de guerra
permanente obligó
a los hombres a
ajustarse a una
norma de virilidad
marcial.
benevolentes −algo que refiere Ele-
na Smirnova, una de las responsa-
bles de la asociación Urgencia Ho-
mofobia, que recibe a refugiados
chechenos−, más de un centenar de
personas habrían huido del país a
causa de su orientación sexual. La
cantidad exacta es difícil de estable-
cer, en la medida en que pueden pre-
ferir esconder los motivos de su par-
tida por motivos de seguridad.
El estado de guerra permanen-
te obligó a los hombres a ajustarse a
una norma de virilidad marcial, que
reforzó aun más los vínculos privi-
legiados que tradicionalmente man-
tienen los hombres en las socieda-
des del Cáucaso, donde la homose-
xualidad es inconcebible. Dos gue-
rras y la persistencia de una resis-
tencia clandestina en las montañas
han favorecido una proximidad en-
tre hombres en las unidades de com-
bate: vivida al modo romántico de la
amistad masculina, a veces puede
conducir a prácticas homosexuales
inconfesables. Resultado: se profun-
dizó el abismo entre las prácticas y
las representaciones de la sexuali-
dad que se hicieron más rígidas en
los años 1990.
Estigmatización estatal
Chechenia, como el resto de Rusia, es
heredera de una larga tradición so-
viética de negación de la homosexua-
Edición 226 | abril 2018
lidad. Después del paréntesis bolche-
vique, durante el cual fue despenali-
zada (1917-1933), en 1934 Josef Stalin
reintrodujo en el Código Penal un
artículo de represión de la sodomía
que establecía hasta cinco años en un
campo en caso de infracción. Aunque
todavía no se conocen todas las es-
tadísticas para el período 1934-1993,
hay para los años 1970 un promedio
de 1.254 condenados por año.
Los discursos de odio, como el
que sostenía en 1934 el pope de la
literatura soviética, Máximo Gorki
−“Exterminen a los homosexuales
y desaparecerá el fascismo”−, eran
más bien raros en la URSS. El poder
temía la publicidad, incluso nega-
tiva, de la homosexualidad, prefi-
riendo en cambio discretas campa-
ñas profilácticas: médicos y policías
podían trabajar en conjunto para
luchar contra las enfermedades de
transmisión sexual o ejercer la in-
ternación en un hospital psiquiá-
trico con motivos de orientación
sexual “desviada” (2). Hubo que es-
perar hasta 1999, es decir seis años
después de la despenalización, pa-
ra que la homosexualidad ya no sea
considerada una enfermedad por el
Ministerio de Salud ruso.
A gran distancia de una tradición
reivindicativa, muchos chechenos
acosados por las persecuciones re-
producen esta visión patologizante
del deseo homosexual, que se vive,
como durante el período soviético,
en la clandestinidad y el miedo a la
delación, incluso por parte de los
mismos partenaires.
Invitado a expresarse en distin-
tos medios rusos, el ministro de In-
formación afirmó que, “genética-
mente”, era “imposible” que hubiera
chechenos homosexuales, al contra-
rio de los europeos, culpables de in-
dulgencia hacia esos “degenerados”
(3). Alternativamente negado y des-
acreditado, el homosexual pasa por
traidor a la nación chechena, que se
“regenera” luego de dos guerras. Es-
ta homofobia explícita y virulenta es
reivindicada en programas políticos
que inspiran los nacionalistas tanto
chechenos como rusos, sobre un fon-
do de retórica antioccidental: Vitali
Milonov, el diputado de la iniciativa
de la primera ley antihomosexuales
en San Petersburgo, presentó a la re-
pública caucasiana como un modelo
a seguir en materia de lucha contra la
homosexualidad… asimilando a esta
última con el “fascismo”, en una ex-
plícita imitación de Gorki (4). g
1. Elena Milachina, “En Chechenia se
llevan a cabo trabajos profilácticos” (en
ruso), Novaia Gazeta, 24-4-2017.
2. Arthur Clech, “Between the labour camp
and the clinic: Tema or the shared forms
of late Soviet homosexual subjectivities”,
en Richard Mole (director): “Soviet and
Post-Soviet sexualities”, Slavic Review,
Urbana, Illinois, mayo de 2018; Dan Healey,
Russian Homophobia: From Stalin to Sochi,
Bloomsbury Academic, Nueva York, 2017.
3. Véanse las entrevistas a Dzambulat Umarov,
ministro de Información de Chechenia,
concedidas a Ecos de Moscú y RBK el 6-6-2017.
4. Entrevista a Vitali Milonov por Ksenia
Sobtchak en el canal privado Dozhd el 13-4-2017.
*Doctorando en Historia en la Escuela de Altos
Estudios en Ciencias Sociales (EHESS).
Traducción: Aldo Giacometti
 | 15

La mejor oportunidad
para suscribirse
Durante el mes de abril,
quienes se suscriban a Le Monde diplomatique, edición Cono Sur,
tanto a la edición impresa como a la online, recibirán por correo un
EXPLORADOR, a su propia elección:

DURANTE
E
EL MES D
ABRIL

Para una
mejor selección,
podés ver todos
los Exploradores en
nuestra web

SUSCRIBITE EN
www. e l d i p l o. o r g
Una vez efectuada la suscripción, envianos un mail
indicando nombre, número de documento, fecha de
compra y EXPLORADOR (Nº de serie y país elegido) a:
secretaria@eldiplo.org

Consultas: secretaria@eldiplo.org / Tel.: 4872-1351 (de lunes a viernes de 14 a 19 hs.)

P R O M O C I Ó N VÁ L I DA S Ó LO PA R A R E S I D E N T E S E N A R G E N T I N A
16 |
En la República Democrática del Congo, desde el 31 de diciembre de
2017 se vienen multiplicando las manifestaciones de militantes católicos.
Reclaman elecciones libres antes de fines de este año. ¿La respuesta
del poder?: varias decenas de muertos (es difícil determinar su número
exacto), detenciones arbitrarias y lugares de culto profanados.
La Iglesia Católica congolesa enfrenta al poder
Último recurso
para resistir
por François Misser*
A
unque su mandato terminó
oficialmente el 31 de diciem-
bre de 2016, Joseph Kabila si-
gue presidiendo la República
Democrática del Congo. Ya
ha aplazado las elecciones dos veces, a pe-
sar de los Acuerdos de San Silvestre cele-
brados entre el gobierno y la oposición en
2016, que establecían un calendario elec-
toral. El 4 de octubre de 2016, el jefe del
Estado justificó una primera postergación
alegando que diez millones de jóvenes vo-
tantes, denominados “nuevos mayores”,
no estaban registrados en los padrones. El
7 de julio de 2017, el presidente de la Comi-
sión Nacional Electoral “Independiente”
(CENI), Corneille Nangaa, un servidor de
Kabila, anunció un nuevo aplazamiento,
argumentando que no se reunían las con-
diciones de seguridad en varias provin-
cias, incluida Kasai. La oposición denun-
ció una manipulación, recordando que la
explosión de violencia en esa región res-
pondía a la muerte del líder popular Jean-
Prince Mpandi, asesinado por las fuerzas
del orden el 12 de agosto de 2016.
Por iniciativa del Comité Laico de
Coordinación (CLC), se prepara la movi-
lización para organizar las elecciones en la
capital, Kinshasa, pero también en las pro-
vincias, en particular en Kisangani. Ese 21
de enero de 2018, los manifestantes enar-
bolan pancartas donde podía leerse: “No-
sotros, fieles cristianos, pedimos la com-
pleta e integral aplicación de los Acuer-
dos de San Silvestre del 31 de diciembre
de 2016”, antes de ser dispersados por la
policía, que hirió a varios fieles de la pa-
rroquia del Espíritu Santo. Ese mismo día,
se canceló una manifestación prevista en
Lubumbashi, debido a la fuerte presencia
de militares armados, que las autoridades
justificaron por la necesidad de prevenir
un pretendido complot “terrorista”.
Después de la movilización de asocia-
ciones y ciudadanos organizada a través de
las redes sociales a lo largo de 2016 y 2017
(1), la de los católicos se convirtió en el últi-
mo recurso de los congoleños contra la obs-
tinación del Presidente por mantenerse en
el poder. La Iglesia Católica, que había ac-
tuado como mediadora entre la mayoría y la
oposición con el fin de conseguir los Acuer-
dos de San Silvestre, se sintió engañada por
la actitud de Kabila. Así, toma el relevo de
una oposición debilitada por las divisio-
nes, decapitada por la muerte, en febrero de
2017, de su líder Étienne Tshisekedi, y cu-
yas últimas protestas de “ciudad muerta”
habían terminado en estrepitosos fracasos.
El rol de la Iglesia Católica, cuyos fieles
representan por lo menos la mitad de la po-
Kinshasa, Congo, 21-01-18 (Kenny Katombe/Reuters)
blación del país, se explica por su capacidad
de encarnar, a través de sus parroquias, sus
obras, sus comunidades de base y su movi-
miento laico, una de las últimas institucio-
nes en las que la población confía. La adhe-
sión al poder de monseñor Pierre Marini
Bodho, ex presidente de la Iglesia de Cristo
en el Congo, protestante, también refuerza
esa posición: aceptó un escaño en el Senado
en el campo presidencial, antes de ser des-
autorizado por parte de su congregación.
Muchos protestantes, kimbanguistas (2)
o miembros de la nebulosa de las “Iglesias
de avivamiento” participan en las marchas
que organizan los católicos.
La Conferencia Episcopal Nacional del
Congo (Cenco) y su Comisión de Justicia
y Paz denuncian el saqueo de los recursos
naturales, los leoninos contratos mineros y
la contaminación. El obispo de Kilwa Ka-
senga, en Katanga, monseñor Fulgence
Muteba, denunció el tráfico de madera ro-
ja que involucraba a miembros de la familia
presidencial. Lucha bajo el signo de la en-
cíclica Laudato si’ (Alabado seas) (3), en la
que el papa Francisco afirma: “Dañar a la
Tierra equivale a pecar contra sí mismo”.
La logística instaurada por la Cenco en el
recuento de votos de 2011 había revelado
el masivo fraude que permitió la reelección
de Kabila, en el poder desde 2001. Testimo-
niaba una independencia no siempre tan
marcada en la historia del país.
Pasado colonialista
El catolicismo ingresó en el Congo en 1548,
con los jesuitas portugueses. Desde ese en-
tonces, la Iglesia constituyó uno de los pi-
Edición 226 | abril 2018
lares de la trinidad colonial, junto con la
administración belga y las compañías con
licencia –sociedades privadas que cobra-
ban impuestos y poseían concesiones mi-
neras–. Con la independencia, desempeñó
un rol más bien conservador, poco favora-
ble a Patrice Lumumba, que había cometi-
do el “pecado” de acudir a Moscú en oca-
sión de la secesión de Katanga. En 1985,
la decisión de Juan Pablo II de beatificar
a María-Clementina Anuarite Nengape-
ta, religiosa muerta en “martirio” en 1964
a manos de rebeldes lumumbistas simbas,
testimonia el clima de la Guerra Fría que
en esa época todavía reinaba en parte de la
jerarquía católica del Congo.
Luego, progresivamente, la Iglesia fue
oponiéndose a la ideología de la “auten-
ticidad”, inventada de la nada por el ma-
riscal Joseph-Désiré Mobutu, presidente
de 1965 a 1997. Este reivindicado retorno
a las raíces pre-coloniales condujo a que,
a comienzos de los años 1970, se elimina-
ran en el Registro Civil los nombres cris-
tianos. Así, la ruptura entre el Estado y los
católicos fue rápida. Sin embargo, la Igle-
sia de lo que se llamaba entonces el Zaire
no fue una dócil discípula de Roma: rei-
vindicó su identidad africana en el seno
de la Iglesia Universal, elaborando el ri-
tual local de la misa bailada, que Roma re-
conoció en 1986, y difundiendo su mensa-
je gracias a los vicarios laicos “bakambi”.
Transformación progresista
La fractura se profundizó a lo largo de la
dictadura de Mobutu. Aguijoneada por las
comunidades de base, sensibles a la Teo-
logía de la Liberación, la propia jerarquía
terminó por transmitir las aspiraciones a
más libertad y justicia social. Lo testimonia
Chemins de libération, el libro del arzobis-
po de Kananga, monseñor Martin Bakole,
publicado en 1978, muy crítico del régimen
de Mobutu, del rol de la Iglesia durante el
período colonial y del modelo económico
del país (4). Otra figura importante de esa
corriente es el abate José Mpundu, funda-
dor del grupo Amos, que predica la no vio-
lencia en respuesta a las violaciones de los
derechos humanos y a la denegación de
democracia. Pero esta evolución tiene ma-
tices: originario de la región ecuatorial y
católica (a diferencia de Kabila, que es pro-
testante), durante un tiempo Mobutu fue
apoyado por los prelados de su región (5).
En última instancia, fueron los obispos
católicos quienes asestaron el golpe fatal
a su régimen, mediante el memorándum
del 9 de marzo de 1990. Ese documento,
cuya publicación aparece como un crimen
de lesa majestad, proclama que “el partido
no es la Nación” y exige “que sean tomadas
todas las disposiciones legales para evitar
que una minoría o un grupo de ciudadanos
confisque el poder y lo imponga al pueblo
para su propio beneficio”. Un mes más tar-
de, Mobutu anunció el advenimiento del
multipartidismo. El cardenal de Kinshasa,
monseñor Laurent Monsengwo, presidía
la Conferencia Nacional Soberana (1990-
1992), que tenía que reunir a las fuerzas vi-
vas del país y organizar la democratización.
El intento de cierre autoritario de esa ins-
tancia provocó la marcha de los cristianos
del 16 de febrero de 1992, que finalizó en un
baño de sangre. Frente a la protesta, las au-
toridades se vieron obligadas a aceptar la
reapertura de la Conferencia. Cinco años
más tarde, la feroz represión que causó 17
(según las autoridades) o 49 (según Médi-
cos sin Fronteras) muertos entre los mili-
tantes católicos, contribuyó a crear un cli-
ma propicio al derrocamiento del régimen.
Ya en la época del mobutismo declinan-
te, la Iglesia Católica no sólo hacía escuchar
una voz crítica, denunciando a las “autori-
dades nocivas”, sino que era la única insti-
tución presente en todo el territorio nacio-

nal que asumía tareas abandonadas por el
Estado en el ámbito de la educación y la sa-
lud e incluso del ahorro, en un país donde el
sistema bancario estaba en quiebra.
En consonancia con ese rol temporal,
la Cenco puso fin a la crisis que provocó la
negativa de Kabila a dejar el poder al expi-
rar su mandato el 19 de diciembre de 2016,
obteniendo los Acuerdos de San Silvestre.
¿La represión de las manifestaciones cató-
licas anuncia el próximo fin de Kabila? La
indignación que suscitó la profanación de
lugares de culto y el arresto de monaguillos
ha despertado la solidaridad mundial de la
“multinacional” del Vaticano y sus satélites.
En el imaginario de los cristianos del Con-
go y de otros lugares, se le endosa al jefe del
Estado el papel de Herodes, verdugo de los
inocentes, y del Faraón, que impide al pue-
blo elegido llegar a la tierra prometida de la
democracia. Quizás caricaturizadas, esas
analogías –cuando millones de personas
las perciben como una realidad–, pasan a
ser activas y “hacen” la política.
Deber cívico y religioso
En la República Democrática del Con-
go se está desarrollando una cruzada.
Para los militantes, lograr que Kabila
se vaya ya no representa sólo un deber
cívico, sino también una exigencia reli-
giosa. En su discurso del 2 de enero, el
cardenal Monsengwo (hoy de 78 años)
impreca: “Es tiempo de que la verdad
prevalezca sobre la mentira sistemáti-
ca, que los mediocres se vayan y que en
nuestro país reinen la paz y la justicia”.
También fustiga a quienes “se burlan
de la libertad religiosa del pueblo, li-
bertad religiosa que es el fundamen-
to de todas las libertades”, así como la
Fundación
“barbarie” de los “pretendidos hom-
bres valientes en uniforme”.
En una carta a los obispos, fechada el
5 de enero, el nuncio apostólico argenti-
no Luis Mariano Montemayor, cercano al
Papa, subraya “la popularidad de la mar-
cha del 31 de diciembre” y pronostica: “Es
muy probable que en los próximos meses
se organicen otras iniciativas”. Invita a los
prelados a responder a las eventuales ad-
hesiones a nuevas marchas.
Al mismo tiempo, el Comité Laico de
Coordinación convoca “a la resistencia y
“Es tiempo de
que la verdad
prevalezca sobre la
mentira sistemática
[…] y que en
nuestro país reinen
la paz y la justicia”.
perseverancia”. El 8 de enero de 2018, la ar-
quidiócesis de Bakavu inició una cadena de
oraciones por la celebración de elecciones
libres y transparentes. Todos los jueves, a
las 21 horas, en todo el país los curas hacen
repicar las campanas para exigir el cumpli-
miento de los Acuerdos de San Silvestre.
La base de la protesta sigue ampliándose.
En la marcha del 31 de diciembre de 2017,
se unieron a los cristianos manifestantes
de otras religiones o confesiones. No tarda-
ron en comprometerse públicamente per-
Invertir
en
Educación
y Cultura
es nuestro compromiso
para lograr un
futuro mejor
Fundación
sonalidades de primera línea surgidas de
esos medios, como Simon Kimbangu Kian-
gani, nieto del profeta fundador de la Igle-
sia kimbanguista, quien llamó a sus corre-
ligionarios a desfilar portando ramas el 21
de enero de 2018. Y el jefe de la comunidad
musulmana, el jeque Ali Mwinyi M’Kuu,
pidió a las autoridades que respetasen sus
compromisos y la Constitución.
Un papel democratizador
Sin embargo, aunque en el continente el
catolicismo constituye la nave insignia, la
Iglesia congoleña no es la única en África
que ejerce un papel político. En Ruanda,
el peso espiritual y temporal de la Iglesia
Católica era considerable aún antes del
genocidio de los tutsis en 1994, que no im-
pidió debido a la colusión de la jerarquía
con el poder de los presidentes Grégoire
Kayibanda y Juvénal Habyarimana, pa-
ladines de la ideología supremacista hu-
tu. Lo demostró el hecho de que monse-
ñor Vincent Nsengiyumva, el arzobispo
de Kigali, hasta 1990 perteneció al comi-
té central del partido único, y también la
participación de algunos sacerdotes en
las masacres. En Burundi, la expulsión de
misioneros y la persecución a las comuni-
dades eclesiales de base Imana sahwan-
ya, que criticaban la discriminación que
el régimen dominante tutsi ejercía contra
la mayoría hutu, crearon un contexto que
en 1987 favoreció la aceptación del golpe
de Estado del comandante Pierre Buyoya.
En toda África, la Iglesia Católica ha
contribuido al surgimiento de conferen-
cias nacionales que acabaron con los par-
tidos únicos. La primera, presidida por
monseñor Isidore de Souza, tuvo lugar en
Benín en 1990. Luego, se han continua-
Fundación
| 17
do, no sólo en la República Democrática
del Congo sino también en Burundi, don-
de, en septiembre de 2017, la Conferencia
Episcopal pidió al gobierno que reanudara
el diálogo con la oposición en el exilio. En
Burkina Faso, en 2014 el cardenal Philip-
pe Ouédraogo optó por respetar la Cons-
titución al prohibir que Blaise Compao-
ré, en el poder desde hacía treinta años, se
presentase a un nuevo mandato. En Sene-
gal, el cardenal Théodore-Adrien Sarr se
ha comprometido a luchar por la paz en
Casamance, mientras que en Nigeria, en
2016, el cardenal Anthony Olubunmi Oko
se hizo eco del “hambre de pan y gober-
nanza” del pueblo. Cuarenta años antes,
el hermano dominico Albert Nolan, junto
con pastores protestantes, intervino en la
redacción del documento Kairos, podero-
so instrumento teológico en la lucha con-
tra el apartheid publicado en 1985. Como
lo hacen hoy los católicos congoleños, pro-
clamaba el rol profético del mensaje evan-
gélico contra los abusos del César. g
1. Véase Sabine Cessou, “Transition à haut risque
en République démocratique du Congo”, Le
Monde diplomatique, diciembre de 2016.
2. Iglesia fundada en 1921 por Simon Kimbangu,
que fuera encarcelado por el colonizador belga.
Miembro del Consejo Ecuménico de las Iglesias
protestantes hasta 2004, cuenta con varios millones
de adeptos en la República Democrática del Congo.
3. Véase Jean-Michel Dumay, “Le pape contre la ‘fumier
du diable’”, Le Monde diplomatique, septiembre de 2015.
4. Bakole wa Ilunga, Chemins de libération, Ediciones
de la arquidiócesis de Kananga, Zaire, 1978.
5. Ignace Ndongala Maduku, Religion et politique en
RD-Congo. Marches des chrétiens et paroles des évêques
catholiques sur les élections, Karthala, París, 2016.
*Periodista.
Traducción: Teresa Garufi
18 |
Las elecciones presidenciales celebradas a fines de marzo se
desarrollaron en un contexto de censura y persecución por parte
del régimen de Abdel Fatah Al Sisi. Las esperanzas nacidas de la
revolución de enero de 2011 se han evaporado y toda oposición es
tenazmente hostigada y silenciada por el poder militar.
Un poder más represivo que nunca
¿Qué queda de la
revolución en Egipto?
por Pierre Daum*, enviado especial
P
laza Tahrir, una noche de di-
ciembre. En la explanada del
edificio Mogamma, inmensa
edificación administrativa de
los años 1950 construida por
la URSS en un estilo soviético abrumador,
un grupo de jóvenes se entrena en skate y
se lanza desafíos, bajo la mirada de dos po-
licías bonachones. Parejas de todas las eda-
des, sentadas en los muros de piedra dis-
puestos aquí y allá, disfrutan del espectá-
culo. Todos parecen indiferentes al ruido
ensordecedor de los autos y al polvo, esos
dos flagelos de El Cairo que ninguna revo-
lución intentó vencer nunca. ¡Qué lejos pa-
rece el tiempo en el que centenares de miles
de egipcios, apretujados hombro con hom-
bro en esta inmensa plaza, derribaban a un
régimen exánime al grito de “¡Fuera Muba-
rak!” o “‘Aïch, Horia, ‘Adala Edjtéma’ïa!” –
“¡Pan, libertad, justicia social!”.
Dos años y medio después de esa “revo-
lución de enero”, como la llaman hoy los
egipcios –sin siquiera mencionar el día de
su inicio (el 25) ni el año (2011)–, en esta
plaza Tahrir convertida en el lugar inelu-
dible de la expresión popular, una canti-
dad tan grande, si no mayor, de egipcios
exigía la partida del presidente democrá-
ticamente elegido en junio de 2012, Moha-
med Morsi, miembro de la organización
de los Hermanos Musulmanes. Tras un
golpe de Estado ansiado por una parte de
la población, el Ejército retomaba el po-
der el 3 de julio de 2013 (1). La resistencia
pro Morsi intentó organizarse; fue repri-
mida con un baño de sangre algunas sema-
nas más tarde: un millar de muertos el 14
de agosto de 2013 en la plaza Rabaa en El
Cairo. Le siguieron miles de arrestos. Un
año después, en junio de 2014, el mariscal
Abdel Fatah Al Sisi resultaba plebiscitado
para la Presidencia de la República con el
97% de los votos. Y desde entonces, ¿qué
pasa? ¿Cómo se vive en El Cairo?
Clima político nocivo
A primera vista, no peor que antes. Los ca-
fés populares, adonde se va a fumar shisha
durante horas mirando fútbol o conver-
sando de todo un poco con la gente queri-
da, no se vacían. Aquellos que prefieren to-
mar una cerveza, chicas y chicos mezcla-
dos, se encuentran en bares escondidos en
las terrazas de los edificios circundantes.
Se puede ir al cine, asistir a conciertos o ad-
mirar la obra de artistas contemporáneos,
por ejemplo, en la galería Townhouse, des-
pampanante lugar de exposiciones insta-
lado en una ex fábrica de papel, a algunas
cuadras de la plaza Tahrir. La plaza en sí,
Oficial de las Fuerzas Especiales de Egipto, El Cairo, 29-1-18 (Mohamed El-Shahed/AFP)
dotada de un magnífico estacionamiento
subterráneo y con una inmensa bandera
egipcia en la superficie, parece hacer todo
por olvidar que en otro momento el pueblo
reclamó allí la cabeza de dos presidentes
(2). Las avenidas que la rodean respiran el
orden y la pulcritud, y el Ministerio del In-
terior, objeto de todos los odios revolucio-
narios, se mudó prudentemente a un leja-
no barrio de la periferia. Fuera de algunos
agentes de tránsito vestidos de azul, con
su libreta de contravenciones en la mano,
la presencia policial parece inexistente. Y,
sin embargo, el año pasado, Amnesty In-
ternational denunciaba un clima político
nocivo en un informe. “Abogados, perio-
distas, opositores políticos, militantes, de-
fensores de los derechos humanos, ningu-
na voz crítica escapa a la represión masi-
va de las autoridades egipcias que siguen
deteniendo, persiguiendo o encarcelando
a personas por el simple ejercicio pacífico
de su derecho a la libertad de expresión”,
denunciaba la organización de defensa de
los derechos humanos (3).
Miran F., joven mujer a la que encontra-
mos con sus amigos en las proximidades
de la plaza Tahrir, no comparte esta opi-
nión. “¿Si tengo la sensación de vivir en una
dictadura? ¡No, realmente no!” Nacida ha-
ce treinta años en una familia pequeñobur-
guesa de El Cairo –padre ingeniero, madre
ama de casa–, “evidentemente” participó
de la revolución de 2011 y luego de las ma-
nifestaciones populares de 2013. “¡Mi ma-
dre es una incondicional de Sisi! Lo ado-
ra. Mi padre es más crítico, le parece que
no sabe hacer funcionar la economía, que
desde que está él la vida se volvió demasia-
do cara. Yo estoy entre los dos. No lo ado-
ro, pero pienso que heredó una situación
económica catastrófica y que hace lo que
Edición 226 | abril 2018
puede”. Y la represión, todas esas personas
presas, ¿eso no la impacta? “Sí, un poco. Pe-
ro, entre esas personas, también hay terro-
ristas. Además, Sisi debe saber lo que hace.
Cuando todo esté mejor, las liberará”. En
todo caso, la joven F. y sus amigos no tie-
nen miedo de hablar de política en esos
cafés abiertos a la calle, en los que, a pesar
del ruido permanente de los autos, el des-
conocido sentado en la mesa vecina puede
escuchar todo. “Ni siquiera en Facebook
me incomoda criticar al gobierno y hasta
al presidente. Y nunca fui molestada”. Su
amigo Ahmed T. interviene: “De todos mo-
dos, la verdadera cuestión no es la libertad,
es el dinero. Y actualmente, ¡todo el mun-
do sufre la crisis económica!” (véase “Una
vida que se volvió demasiado cara”).
Aparte de las reflexiones dispersas que
recogimos al azar, en las que las opiniones
resultan tan divididas como en la familia
de la joven F., es difícil saber lo que pien-
san los egipcios de este régimen que no di-
simula en desalentar toda veleidad de pro-
testa. “Gente que no entiende nada de lo
que significa el Estado quiere intervenir y
hacer declaraciones. Es inaceptable”, pro-
testaba Al Sisi en enero, al dirigir un toque
de atención a las personalidades y los parti-
dos de oposición que llamaban a boicotear
las elecciones presidenciales que tuvieron
lugar a fines de marzo. Estos últimos cali-
ficaban esa votación de “comedia absurda”
debido al arresto, el abandono más o menos
forzado o las trabas a numerosos rivales del
presidente. “Garantizamos la estabilidad y
la seguridad, de lo contrario sería un colap-
so. Yo no amenazo a nadie. Lo que ocurrió
hace siete años en Egipto no se repetirá”,
continuaba Al Sisi.
Censura y paranoia
El clima político también se caracteriza por
una fuerte reaparición de los militares en
todos los lugares de poder, y en particular
en la economía. La politóloga Tewfik Acli-
mandos, docente de la Universidad de El
Cairo, recuerda: “El Ejército gozó duran-
te mucho tiempo de una imagen positiva.
Con o sin razón, se lo consideraba menos
corrupto que la policía, más eficaz que las
administraciones civiles, y eso pasa por ser
una emanación del pueblo. En Egipto, todo
el mundo tiene un allegado o un conocido
en el Ejército”. Respecto de saber lo que la
gente piensa del presidente, la investiga-
dora universitaria continúa: “De todos mo-
dos está prohibido llevar a cabo verdaderos
sondeos de opinión al respecto. Tenemos
que contentarnos con indicios de optimis-
mo. A partir de ahí, parece más o menos
cierto que el entusiasmo que llevó al poder
al presidente Sisi en 2013-2014 cayó fuer-
temente, especialmente después del ata-
que del avión ruso, en 2015 (4). Pero todavía
cuenta con una base sólida”.
Para mantener una tasa suficiente de
opiniones favorables, el régimen dispone
de una herramienta muy poderosa: el con-
trol de los medios de comunicación y, so-
bre todo, del más consumido, la televisión
(5). Bajo la presidencia de Hosni Mubarak
y, luego, en los años que siguieron a la revo-
lución, aparecieron los canales privados,
los que proponían talk-shows muy popu-
lares, con verdaderos debates. Todo eso
desapareció. Actualmente, todos los ca-
nales están en manos del régimen y de sus
amigos. Lo mismo pasa con la prensa es-
crita, tal vez con la excepción de Al-Masri
Al-Youm, un periódico con una tirada de
120.000 ejemplares –para una población
que se dispone a superar la barrera de los
100 millones–. Doaa Eladl, una de las cari-
caturistas estrella del diario, comenta: “Es
verdad que somos independientes. Pero
existen líneas rojas, mal definidas además,
lo que complica más aun mi trabajo. Cual-
quier tema puede poner en cólera al régi-

men. Intento no autocensurarme, pero sé
que lo hago”. Es impensable, por ejemplo,
dibujar al presidente. En cambio, en no-
viembre de 2017, Doaa Eladl pudo publicar
un dibujo que mostraba a jóvenes egipcios
en prisión, en el momento en que el presi-
dente Al Sisi inauguraba el Foro Mundial
de la Juventud en Sharm El-Sheikh. La ca-
ricaturista continúa: “Tengo un problema
más profundo. En cuanto un tema es de-
masiado sensible, ningún diario, ni siquie-
ra el nuestro, va a hablar de eso”.
Esta censura le permitió al poder pro-
pagar en muchas mentes la obsesión del
espionaje extranjero. El escritor Khaled
Al-Khamissi, autor de un célebre libro de
relatos, Taxi (2007) y de la novela El arca
de Noé (2009) (6), explica: “En los estu-
dios de televisión, en los periódicos, siem-
pre hay un acólito del régimen para ex-
plicarnos que Estados Unidos y sus alia-
dos europeos apoyaron a la sociedad civil
egipcia para derrocar a Mubarak. O que
hay un complot estadounidense-sionista
que apunta a entregarles una parte del Si-
naí a los palestinos. Pero que, afortunada-
mente, el presidente Sisi logró desbaratar
esos complots y salvar a Egipto”. Y funcio-
na. Basta con sacar fotografías a través de
la ventanilla de un colectivo para que, tras
algunos instantes, un pasajero ordene de-
jar de hacerlo “de inmediato”. ¿Por qué?
“¡Es cuestión de seguridad nacional!”.
El destino de los disidentes
En ese contexto, los espacios de disidencia
se encuentran reducidos al extremo. Las
organizaciones egipcias de defensa de los
derechos humanos hablan de “60.000 pre-
sos políticos”, al tiempo que aclaran que es
imposible obtener cifras confiables. Son
numerosas las personas detenidas y luego
liberadas bajo fianza. La mayoría de ellas
están vinculadas a los Hermanos Musul-
manes o son simplemente sospechadas de
simpatías por Morsi. Se le suman los mili-
tantes surgidos del bando revolucionario.
Por su parte, la Coordinadora Egipcia de
Derechos y Libertades (ECRF) contabili-
za cuarenta desapariciones forzadas por
mes. Los Hermanos Musulmanes, que du-
rante décadas representaron la única fuer-
za opositora, fueron literalmente borrados
del paisaje político por la represión que su-
frieron y, a la vez, por el efecto de profun-
dos conflictos internos. Varios miles de
ellos encontraron refugio en Turquía. “Y
los que se quedaron en Egipto, si no están
presos, viven una vida de fantasmas. Cam-
biaron sus hábitos para vestirse, su forma
de hablar y la usra, esa reunión semanal a
la que los miembros debían asistir, fue sus-
pendida. También son numerosos los que,
en completo desacuerdo con sus dirigen-
tes, tomaron sus distancias respecto de la
organización”, declara la investigadora
Fatiha Amal Abbassi, autora de una tesis
en curso sobre la Hermandad. Algunos de
ellos seguramente se unieron a organiza-
ciones terroristas, pero sin que sea posible
ninguna investigación sobre este fenóme-
no que, por consiguiente, es manipulado
descaradamente por las autoridades, para
las cuales todo opositor es un “terrorista”.
En cuanto a los militantes de 2011, aque-
llos que fueron el motor de la revolución
–“un grupo de algunos miles de personas
al comienzo, en torno de las cuales se fue-
ron sumando varias decenas de miles de
simpatizantes que, sin embargo, nunca se
constituyeron en organización ni en par-
tido”, según el politólogo franco-egipcio
Youssef El Chazli–, la mayoría abandonó
toda actividad política. Algunos están en la
cárcel, otros eligieron instalarse en el ex-
tranjero; muchos atravesaron un período
de depresión (7). “Es muy doloroso haber
participado de algo tan grande como la re-
volución, haber soñado tanto con cambiar-
le la cara a este país y volver a encontrarse
testigo de la propia derrota”, suspira Man-
soura Ez-Eldin, periodista literaria del se-
manario Akhbar Al-Adab y autora de una
novela sutil sobre la necesidad de la escri-
tura, El monte Esmeralda (2014) (8). Insta-
lada en el Chesa, “café suizo” (puede leerse
en la fachada) de la calle Adly, no lejos de la
plaza Tahrir y de su diario, la mujer retoma:
“Yo sobreviví leyendo, escribiendo y con-
centrándome en las pequeñas cosas de mi
vida. Con mi marido y mis hijos nos muda-
mos a New Cairo, un suburbio muy alejado
de aquí. Allá, tengo la impresión de vivir en
otro espacio, lejos de Tahrir”.
Un puñado de antiguos revolucionarios
prolonga su compromiso en organizacio-
nes no gubernamentales (ONG) de defen-
sa de los derechos humanos. Es el caso de
Malek Adly, responsable de la red de abo-
gados Egyptian Center for Economic and
Social Rights (ECESR), quien pasó cuatro
meses en prisión en 2016: “Somos hostiga-
dos por la policía, la mayor parte de noso-
tros tiene prohibido salir del territorio, te-
nemos causas en suspenso por haber reci-
bido fondos extranjeros o por ‘atentado a
la seguridad del Estado’, nos arriesgamos a
decenas de años de prisión, ¡pero seguimos!
¡Seguiremos hasta la muerte si hace falta!”.
Esta prohibición de recibir financiamien-
tos externos, que las autoridades justifican
por la necesidad de luchar contra la “mano
extranjera”, constituye una verdadera má-
quina de destrucción de las organizaciones
militantes. También afecta a numerosos es-
pacios culturales. Como el Ministerio de
Atlas de
economía crítica
Datos, teorías y argumentos
para deconstruir el neoliberalismo
Ilustrado con mapas,
gráficos, infografías y un
amplio despliegue de
imágenes. Elaborado por
economistas, historiadores,
antropólogos y sociólogos
de reconocimiento
internacional.
www.eldiplo.org
| 19
Cultura no entrega ninguna subvención,
desde hace años esas estructuras se habían
acostumbrado a funcionar gracias a las ayu-
das occidentales. Ahora tienen que encon-
trar otros modelos económicos o cerrar sus
puertas. En mayo de 2017, se promulgó una
nueva ley de ONG que amenaza con hacer
desaparecer las últimas que todavía quedan
en actividad: además de la prohibición de
recibir fondos extranjeros, a partir de aho-
ra cada una debe presentar una solicitud de
renovación de su registro ante una comi-
sión formada, entre otros, por militares.
Esraa Abdel Fatah, conocida en la épo-
ca de la revolución como “The Facebook
Girl”, da testimonio del mismo desencan-
to: “Yo viví los dieciocho días de 2011 [del 25
de enero al 11 de febrero, día de la salida de
Mubarak] como una utopía magnífica. Pe-
ro fuimos unos idiotas. Idiotas por creer en
las promesas de democracia de Morsi y des-
pués en las de Sisi. Y hoy la situación es to-
davía peor que con Mubarak. A veces creo
que no hay ninguna esperanza, que Sisi se
va a quedar eternamente. Pero si dejara de
militar, tendría la sensación de traicionar a
todos los que murieron o están presos”.
Vigilar a la población
Pese a su aparente omnipotencia –medios
de comunicación bajo control y una opo-
sición aniquilada–, el régimen encarnado
por Al Sisi parece experimentar un miedo
profundo al pueblo. “Como empujado por
la angustia obsesiva de un ‘nuevo Tahrir’, el
régimen hace todo para contener eventua-
les impulsos de la sociedad”, analiza Kari-
ma H., una analista política francesa insta-
lada desde hace mucho tiempo en El Cairo,
que pide el anonimato “porque en los tiem-
pos que corren, es mejor ser prudente”.
Toda manifestación, toda concentración d
UNA OBRA
IMPRESCINDIBLE PARA
ENTENDER LA
IDEOLOGÍA DOMINANTE
DEL PODER GLOBAL Y
DESNUDAR SUS
FALACIAS.
EN VENTA
A MEDIADOS DE ABRIL EN
KIOSCOS Y LIBRERÍAS
20 |
d un poco importante está rigurosamente
prohibida. Con el pretexto del “peligro te-
rrorista”, se erigieron muros curvos de ce-
mento de cuatro metros de altura alrede-
dor de cada Ministerio, así como del Banco
Central, con soldados armados que prote-
gen las entradas. Cada viernes, día sagrado
en el que habitualmente se desarrollan las
grandes manifestaciones, policías con cas-
cos y botas se ubican delante de las siete ar-
terias que llevan a la plaza Tahrir, mientras
que carros antidisturbios toman posición
en los alrededores, dispuestos a intervenir.
En estos dos últimos años, solamente dos
manifestaciones pudieron llevarse a cabo
en otras partes de la ciudad: una contra la
transferencia a Arabia Saudita de dos pe-
queñas islas deshabitadas ubicadas en el
Mar Rojo, Tirán y Sanafir, en abril de 2016
(9), y la otra contra la decisión de Donald
Trump de reconocer a Jerusalén como la
capital de Israel, a principios de diciembre
de 2017. Una decisión criticada por la tota-
lidad de los egipcios, siempre muy sensi-
bles a la cuestión palestina. Solo que, al fi-
nal de la concentración, algunos corearon:
“¡Pan! ¡Libertad! ¡Abajo el régimen!”. Los
que provocaron disturbios fueron llevados
de inmediato a la cárcel. A principios de fe-
brero, diecisiete personas fueron condena-
das a prisión perpetua por haberse mani-
festado en 2014 contra la candidatura de Al
Sisi a la elección presidencial.
En los lugares públicos, ciertamente es
posible discutir política con amigos, como
vimos que hace la joven F. Por las necesi-
dades de esta investigación, numerosas en-
trevistas fueron realizadas sin ningún pro-
blema. Pero existe un límite que no se debe
pasar: abordar a desconocidos e inducirlos
a criticar el régimen. Nos encontramos con
Mahmud S. cerca de su casa, en Ain Shams,
uno de esos barrios destrozados por la mi-
seria como existen tantos en ese El Cairo
tentacular de 20 millones de habitantes,
ubicado a más de una hora de taxi de la pla-
za Tahrir. “No puedo evitar hablar, provo-
car discusiones en los cafés de mi barrio.
La situación es tan desagradable. Todo el
mundo se muere de hambre, no hay nada
de libertad. Pero, hace tres días, unos ami-
gos me dijeron que policías de civil habían
venido a hacer averiguaciones sobre mí.
Tengo un amigo al que le pasó, ahora está
preso. Es una advertencia, voy a dejar de
hablar con cualquiera”, explica este trein-
tañero sin trabajo, que participó de las ma-
nifestaciones de 2011.
Mantener a la población bajo libertad vi-
gilada a fuerza de advertencias de ese tipo:
esa es la táctica para contener toda veleidad
de rebelión. Aunque las discusiones siguen
siendo libres, varios de nuestros interlocu-
tores nos pidieron: “Esa frase no la escriba,
¡si no corro el riesgo de ir a la cárcel!”. En el
entorno universitario, en enero de 2016, la
muerte en oscuras circunstancias del inves-
tigador italiano Giulio Regeni, tras haber si-
do secuestrado en plena calle, fue la que en-
cendió las alarmas. Según la agencia Reu-
ters, el joven habría sido detenido por poli-
cías de civil y transferido a una comisaría de
la capital antes de desaparecer y luego ser
encontrado muerto, con el cuerpo tortura-
do y mutilado (10). Por su parte, las autori-
dades egipcias avanzaron varias pistas, en
particular la de un secuestro extorsivo que
habría terminado mal o la de un crimen se-
xual, que no fueron muy convincentes (11).
“Aunque se trate del exceso de un asesinato
por encargo, todos nos volvimos muy pru-
dentes”, confía un investigador francés,
obligado a realizar “clandestinamente” sus
encuestas entre la población.
Huellas de la revolución
A pesar de su profundo desaliento frente
a una situación de opresión que conside-
ran unánimemente “peor que con Muba-
rak”, todos los veteranos de la “revolución
de enero” admiten no obstante que aquella
“dejó huellas positivas indelebles” en la so-
ciedad. Para Ghada Abdel Aal, de 38 años,
autora de un libro célebre, en 2008, La ron-
da de los pretendientes (12), “la revolución
permitió quebrar numerosos tabúes en el
debate público y en las conversaciones en
las redes sociales. Hoy, se puede hablar de
relaciones sexuales antes del matrimonio,
de homosexualidad, de agresiones sexua-
les y también poner en tela de juicio algu-
nos principios religiosos, e incluso la pro-
pia creencia en Dios. El gobierno, que si-
gue siendo muy conservador sobre estas
cuestiones, continúa castigando. Pero, en
el seno de la sociedad, el debate existe”.
Hace tres años, ella misma se permitió pa-
sar a la acción con un acto que hizo público
en su página de Facebook ante sus 180.000
seguidores: se quitó el velo que se obliga-
ba a usar desde la infancia “por simples ra-
zones de código social”. Según el doctor
Georges Seif, que fue médico voluntario
en la plaza Tahrir en 2011, “la gente se sien-
te menos sometida a la mirada de los otros.
Hasta el bawab, especie de portero-espía
que hace reinar el terror en cada edificio,
perdió algo de su poder”. Antes de 2011,
agrega Sarah Mohamed, militante de la
primera hora, “cuando la gente veía a una
mujer fumar en un café, automáticamente
la consideraban una mujerzuela. Ahora, ya
no es más así”. En la actualidad, en la calle
o en una oficina administrativa, personas
víctimas de la arbitrariedad de un funcio-
nario o incluso de un policía se animan a
decir ‘no’ y a exigir que se respeten sus de-
rechos. “¡Antes eso era impensable!”
Más allá de la política y de las discu-
siones acerca del bloqueo informativo de
la elección presidencial, el fervor de los
egipcios se manifestará pronto sobre un
tema mucho más movilizador: después
de veintiocho años de ausencia de la com-
petencia, Egipto se clasificó para el Mun-
dial de Fútbol que tendrá lugar en junio
próximo en Rusia. Si bien el régimen sabe
que eso desviará la atención de la pobla-
ción durante algunas semanas, no ignora
que una clasificación a la segunda vuelta
o, a la inversa, una derrota humillante se-
rían suficientes para que la plaza Tahrir
se llene nuevamente. Con todo lo que eso
implica de posibles desbordes y de pro-
testa de carácter político. g
1. Véase Alain Gresh, “A la sombra de los militares”, Le
Monde diplomatique, edición Cono sur, agosto de 2013.
2. Tras varios procesos judiciales, finalmente Mubarak fue
dejado en libertad en marzo de 2017. En cuanto a Morsi,
que durante un tiempo fue amenazado con la pena capital,
purga una condena a cuarenta y cinco años de prisión.
3. “Égypte: les voix critiques réduites au silence”,
Amnesty International, París, 21-10-17.
4. El 31 de octubre de 2015, la explosión de un avión ruso
en el Sinaí, poco después de haber despegado de la ciudad
balnearia de Sharm El-Sheikh, causó 224 víctimas. El
atentado, el primero de una larga serie, fue reivindicado
por un grupo islamista que adhiere al Estado Islámico.
5. Véase Aziz El Massassi, “La presse égyptienne mise au
pas”, Le Monde diplomatique, París, noviembre de 2015.
6. Ambos publicados en francés por Actes Sud,
Arles, respectivamente en 2009 y 2012.
7. Véase la película de Pauline Beugnies Seguir
vivos (2017, 110 minutos), documental que traza
el retrato de cuatro ex manifestantes de la plaza
Tahrir, cada uno con un recorrido muy diferente.
8. Publicado en francés por Actes Sud, 2017.
9. “Le pouvoir égyptien dans l’imbroglio de l’affaire des
îles Tiran et Sanafir”, OrientXXI.info, 25-1-17 (traducción
de un artículo en árabe de Mada Masr, El Cairo, 17-1-17).
10. “Exclusive: Egyptian police detained Italian
student before his murder”, Reuters, 21-4-16.
11. Hélène Sallon y Philippe Ridet, “L’Italie
doute de la version égyptienne de la mort de
l’étudiant Giulio Regeni”, Le Monde, 26-3-16.
12. Publicado en francés por éditions
de l’Aube, Avignon, 2013.
*Periodista.
Traducción: Bárbara Poey Sowerby
REFORMAS REGRESIVAS
Una vida que se volvió
demasiado cara
S
e trate de un vendedor callejero
en un barrio informal de El Cai-
ro, un empleado administrati-
vo o un escritor célebre instala-
do en un bonito departamento de Wust
El-Balad (nombre árabe del centro de
la ciudad, alrededor de la plaza Tahrir),
en respuesta a la pregunta: “¿Qué cam-
bió desde 2011?”, todos nuestros inter-
locutores exclaman de inmediato: “¡La
vida se volvió tan cara, es horrible!”. Es-
te encarecimiento comenzó a hacerse
sentir en 2014, justo después de la elec-
ción presidencial, cuando el gobierno
del mariscal Abdel Fatah Al Sisi se em-
barcó en “reformas estructurales” im-
puestas por el Fondo Monetario Inter-
nacional (FMI) a cambio de una ayuda
anual de entre 12.000 y 15.000 millones
de dólares. “Se trata de pasar progresiva-
mente de un sistema de subsidios gene-
ralizados de los productos de consumo
básico a una ayuda financiera orientada
a las personas con ingresos muy bajos”,
explica Marie Vannetzel, investigadora
del Centro Nacional para la Investiga-
ción Científica francés (CNRS), que se
encuentra actualmente en El Cairo en
el marco de un estudio sobre este tema.
En el antiguo sistema, productos
esenciales como el pan, el azúcar, el
aceite, las habas, etc., así como el com-
bustible, el gas y la electricidad, estaban
fuertemente subsidiados. Antes de la
reforma, por ejemplo, el pancito redon-
do y hueco, elemento fundamental de
la alimentación egipcia, costaba 5 pias-
tras (0,22 céntimos de euro) en una pa-
nadería subsidiada, contra 36 piastras
en el mercado libre. Todo el mundo te-
nía derecho a adquirirlo y en cantidad
ilimitada. Bastaba con aceptar hacer fi-
las a veces interminables delante de las
panaderías. Para los demás productos
alimenticios, era necesario un carnet en
el que el vendedor anotaba lo que cada
uno compraba, dentro de los límites de
un cupo mensual. Esos carnets, teórica-
mente entregados según criterios socia-
les, en realidad los detentaba el 85% de
la población. Actualmente, la cantidad
de panes está limitada a veinte por fami-
lia y por día. Esos veinte panes cuestan
una libra (4,5 céntimos de euro en fe-
brero de 2018). Pero raramente son sufi-
cientes para familias que a menudo son
más numerosas. Sobre todo cuando, en
estos tiempos de pobreza creciente, el
pan se convierte en el alimento-refugio.
Entonces, hay que comprarlo a un pre-
cio alto, es decir, 20 libras (0,9 euro) los
veinte panes. Para los demás alimentos
básicos, el carnet fue reemplazado por
una tarjeta magnética en la que el Es-
tado deposita una asignación mensual:
200 libras (9,13 euros) para una fami-
lia de cuatro personas. Si bien la can-
tidad de poseedores de la tarjeta se co-
rresponde aproximadamente con la del
viejo carnet, los productos subsidiados
aumentaron mucho. Entre 2014 y 2017,
“el kilo de azúcar pasó de 4,5 a 10 libras
[0,50 euro], el litro de aceite de 6,5 a 14 li-
bras [0,70 euro], etc.”, detalla Marie Van-
netzel, en un país en el que un médico de
hospital gana 1.300 libras por mes (65
euros), un director de la administración
pública 4.500 libras (225 euros), y en el
que un obrero es considerado “bien pa-
Edición 226 | abril 2018
gado” cuando gana 1.200 libras (60 eu-
ros). Para las personas más carenciadas
–que alcanzan los 9 millones, según los
criterios vigentes–, se concede una asig-
nación mensual suplementaria de cerca
de 700 libras (35 euros) por familia.
Respecto de la energía, el gobierno
disminuyó bruscamente sus subsidios
que beneficiaban a todos los egipcios.
En tres años, los precios del combusti-
ble y del gas se multiplicaron por tres, el
de la electricidad por cuatro o cinco. Por
ende, no sorprende que, según el Banco
Mundial, el índice de la población por
debajo de la línea de pobreza a nivel na-
cional haya pasado del 25% en 2010 a
casi el 28% en 2015 –es probable que ac-
tualmente ya haya superado la barrera
del 30%–. Especialmente porque, con la
caída brutal de la libra en noviembre de
2016, la totalidad de los precios aumen-
tó, mientras que los salarios evoluciona-
ron muy poco.
Imposibilidad de protestar
Este sufrimiento económico que expe-
rimentan los egipcios, sin distinción de
clases sociales, provocó, sobre todo en
el interior, algunos movimientos socia-
les rápidamente reprimidos. Muchos
siguen convencidos de que, “al llegar
al poder, Sisi encontró las cajas del Es-
tado en una situación espantosa” y que
“hace lo que puede”. El Ejército, ya
presente en numerosos sectores (turis-
mo, construcción, industria) y que in-
vierte en forma masiva desde la caída
de Hosni Mubarak en todos los secto-
res de la economía con el pretexto de
que “sin [él] no funciona nada”, parece
querer desempeñar un rol de amorti-
guador, al mismo tiempo que cuida su
imagen de institución cercana al pue-
blo. “Se pueden ver camiones del Ejér-
cito llegar una mañana a un barrio po-
bre, cargados de carne que distribuyen
a un precio muy inferior al del merca-
do”, cuenta Marie Vannetzel. En esos
mismos barrios, madres de familia que
tienen que conformarse con alimentar
a sus diez hijos y nietos cada día “sola-
mente con pan y papas” aseguran con
la voz quebrada: “Si esto sigue así, to-
da la gente de acá va a salir a la calle. El
Ejército podrá dispararnos, ¡qué nos
importa!”. Como lo explica la politólo-
ga Karima H., el presidente Al Sisi “pa-
rece decidido a llevar a cabo esas refor-
mas que sus antecesores Sadat y Muba-
rak habían iniciado antes de dar mar-
cha atrás ante la cólera del pueblo”. ¿A
riesgo de afrontar grandes manifesta-
ciones, comparables a las de 1977, bajo
Anuar El Sadat? La investigadora uni-
versitaria no lo cree: “Revueltas espo-
rádicas, tal vez, pero no más que eso”.
En marzo de 2017, los egipcios habían
protestado contra el aumento de los
precios del pan, pero el movimiento no
había desbordado a la esfera política.
Entre medios de comunicación obe-
dientes, una oposición destruida y un
contexto regional utilizado como repe-
lente –guerras civiles en Libia, en Siria
y en Irak–, el régimen parece controlar
firmemente al pueblo. g
P.D.
 Acto organizado por el presidente Erdogan, Estambul, 7-8-16 (Umit Bektas/Reuters)
Dossier

Todo el poder
a Erdogan
Luego de una reforma electoral escandalosa, el presi-
dente turco Recep Tayyip Erdogan intenta su reelec-
ción endureciendo sus políticas y en medio de una pul-
seada con organismos internacionales, como la OTAN.
Mientras tanto, el gobierno prolonga una purga social
con la creación de listas negras y la persecución y
exclusión de miles de opositores.

El giro ultranacionalista de Recep Tayyip Erdogan por Akram Belkaïd 22

Miedo y persecución a opositores en Turquía  por Pierre Puchot  24
22 | Edición 226 | abril 2018

Dossier
Todo el poder
a Erdogan

Presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, Diyarbakir, Turquía, 17-03-18 (Kayhan Ozer/Anadolu Agency/AFP)

El 13 de marzo pasado la Gran Asamblea Nacional aprobó 26 enmiendas al

Código Electoral turco, cambios que, según la oposición, constituyen una
amenaza a la “seguridad de las urnas”. En este escenario, el presidente Erdogan
intentará su reelección, tejiendo alianzas dentro y fuera de su país.
El futuro de Turquía ante la próxima elección presidencial

El giro ultranacionalista
de Erdogan
por Akram Belkaïd*

E
l 13 de marzo pasado la Gran
Asamblea Nacional de Turquía
adoptó una revisión del Código
Electoral. La sesión parlamenta-
ria nocturna fue alborotada por
una reyerta entre diputados ul-
tranacionalistas aliados al Partido de la Justicia
y el Desarrollo (AKP, mayoritario) del presidente
Recep Tayyip Erdogan y los representantes del
Partido Republicano del Pueblo (CHP), una de
las principales formaciones de la oposición. En
un contexto político socavado por la represión
desatada luego de la tentativa de golpe de Estado
del 15 de julio de 2016 (véase “La gran purga”), la
validación de ese texto de veintiséis artículos tes-
timonia la voluntad del Presidente de incremen-
tar su poder y de no dejar nada al azar para estar
seguro de ganar los próximos comicios.
El 3 de noviembre serán las elecciones legisla-
tiva y presidencial, las primeras desde la reforma
constitucional de abril de 2017, que condujo al fin
del régimen parlamentario. Erdogan fue aleccio-
nado por su relativo fracaso en ese referéndum
constitucional: el “Sí” a favor de un pasaje a un
régimen presidencial había prevalecido apenas
por el 51,3% de los votos, lejos del plebiscito es-
perado y con una elección marcada de las gran-
des ciudades por el “No”. Por lo tanto, pretende
ser reelecto por un resultado mucho más impor-
tante, para él una manera de disponer de la legiti-
midad y el prestigio necesarios para celebrar con
gran pompa, en 2023, el Centenario de la funda-
ción de la República de Turquía. Esta ambición
pasa a la vez por un control mayor del proceso
electoral y por el refuerzo de la alianza inédita
entre su partido islamista conservador, el AKP, y
una formación ultranacionalista de extrema de-
recha, el Partido de Acción Nacionalista (MHP).
Este último, antikurdo y antieuropeo, ya había
sostenido la reforma constitucional de 2017.
El texto adoptado por el Parlamento permite
la validación, en el recuento de votos, de las bole-
tas electorales que no lleven el sello oficial, hasta
ahora obligatorio para evitar los fraudes. En abril
de 2017, cerca de un millón y medio de boletas
de este tipo ya habían sido contabilizadas por el
Consejo Superior Electoral, para gran perjuicio
de la oposición. Esta última, por otra parte, no de-
ja de recordar que esa cifra corresponde a la dife-
rencia de votos entre partidarios y adversarios de
la presidencialización del régimen político. Para
el CHP y sus ocho aliados de la oposición, esa dis-
posición constituye “una puerta abierta al fraude
y una grave amenaza para la celebración de elec-
ciones libres y regulares” (1).
Alianzas y tensiones
Con el objeto de compensar la erosión de una
parte de su electorado, Erdogan también debe
encontrar nuevos apoyos. Si bien la base tradi-

cional del AKP le sigue siendo fiel, los miembros
y simpatizantes de Hizmet (“Servicio”), el movi-
miento de Fethullah Gülen, le retiraron su con-
fianza a causa de la represión que padecen, pero
también de los múltiples escándalos que impli-
can al presidente y a su entorno. Por lo demás,
hay defecciones entre electores kurdos conser-
vadores que votaban a favor del AKP.
Para Erdogan, el reservorio de votos se en-
cuentra entre los ultranacionalistas. El 22 de fe-
brero de 2018, en el Palacio Presidencial de Anka-
ra, sellaba un pacto con Devlet Bahçeli, diputado
y presidente del MHP. Después de varias semanas
de negociaciones, los dos partidos se comprome-
tían a hacer una campaña en común en 2019 en el
seno de una alianza electoral, ya que ese tipo de
agrupación preelectoral ya no está prohibida por
la ley. Pródigo en cumplidos y en agradecimien-
tos, Erdogan recordaba la “posición patriota” del
MHP durante el golpe de julio de 2016 y alababa
el principio fundamental del pacto, a saber, que
“cuando el país está en juego, el resto no son más
que detalles”. Por su parte, Bahçeli se comprome-
tía a que el MHP apoye la candidatura del presi-
dente en su reelección. Esta solicitud quizá haga
olvidar que durante años este universitario, anta-
ño cercano a los grupos de extrema derecha Ho-
gares Idealistas (Lobos Grises), fue un adversario
encarnizado del AKP, multiplicando en su contra
las fuertes críticas y en ocasiones los insultos.
La reforma del Código Electoral que da paso
a una coalición AKP-MHP ofrece una perspec-
tiva de supervivencia al MHP, porque un partido
miembro de una alianza podrá enviar diputados
al Parlamento aunque su resultado propio sea
inferior al umbral del 10% necesario para obte-
ner bancas. Ahora bien, según la mayoría de las
encuestas, la formación ultranacionalista no es-
tá muy segura de superar ese límite en 2019. Su
alianza con el AKP, en consecuencia, le permitirá
sesionar cualquiera sea su resultado. Motivo pa-
ra enfurecer a la oposición: “Esa reforma electo-
ral instala el fascismo en nuestro país”, considera
Meral Daniş Beştaş, diputada del Partido Demo-
crático de los Pueblos (HDP), una formación pro-
gresista, prokurda, cuya dirigencia fue diezmada
por los arrestos y la represión. Su presidente, Se-
lahattin Demirtaş, adversario declarado de Erdo-
gan, está encarcelado desde noviembre de 2016
por supuestos lazos con el PKK y por ese motivo
corre el riesgo de una condena de ciento cuaren-
ta y dos años de prisión (2). En enero último hizo
saber que no se postularía para ningún mandato
electoral en 2019.
La oposición también teme que la celeridad
con la que fue modificada la ley electoral oculte
una voluntad de organizar elecciones anticipa-
das. Además, para eso se necesitaría que el Parla-
mento suspenda el estado de emergencia, prorro-
gado cada trimestre (la última vez fue en enero)
desde el verano de 2016. Los diputados del HDP y
del CHP suponen que el presidente quiere apro-
vechar el imperativo de unidad nacional nacido a
la vez del golpe de Estado fallido y de la interven-
ción del Ejército contra las tropas árabes y kurdas
de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG),
la rama armada del Partido de la Unión Democrá-
tica (PYD), una formación siria considerada cer-
cana al PKK, en el norte de Siria. A mediados de
marzo, el dirigente turco desmintió que quisiera
anticipar las elecciones presidencial y legislativa,
pero no convenció ni a la oposición ni tampoco a
la prensa favorable al AKP. “Si tiene una oportuni-
dad de actuar, el presidente convocará a eleccio-
nes anticipadas –asegura un periodista del perió-
dico Milliyet–. Lo que más le preocupa es la pers-
pectiva de un vuelco masivo de su base electoral”.
¿ Erdogan está guiado por simples cálculos
electorales o existe una convergencia entre sus
convicciones y las del MHP? Históricamente,
el movimiento ultranacionalista contuvo lar-
go tiempo en su seno un componente religioso.
A fines de los años setenta su fundador, Alpars-
lan Türkeş, afirmaba que el nacionalismo repre-
sentaba “la política de su partido”, mientras que
el islam “constituía su alma”. Lo cual no impidió
una escisión interna en los años noventa, cuando
varios militantes criticaron las tendencias laicas
del partido. Algunos se habían unido a diversas
formaciones islámicas nacionalistas, entre ellas
el Partido de la Gran Unidad (BBP), que tiene po-
co que ver con el AKP. Un hombre de negocios de
Estambul y ex diputado del AKP, que pidió con-
servar el anonimato por miedo a represalias, es
categórico: “El discurso antieuropeo del MHP no
está alejado de las ideas del presidente. Y los dos
partidos coinciden hoy en la necesidad de poner
en vereda a los kurdos. Erdogan siempre tuvo in-
clinaciones nacionalistas, aunque no rechace la
idea de una umma [‘comunidad de creyentes’]
que supere las fronteras. En la actualidad, todo
su discurso está destinado a convencer a los na-
cionalistas de que lo apoyen. Por otra parte, el
MHP no hizo ninguna concesión en materia de
ideas políticas para firmar el pacto electoral. Lo
que ocurrió es la inversa”.
Las recientes iniciativas del jefe del AKP me-
recen ser analizadas desde el punto de vista de
su acercamiento con el MHP. Desencadenada
el 20 de enero pasado, la intervención militar
en el norte de Siria, bautizada “Operación Rama
de Olivo”, le permite no cederle a nadie el terre-
no de la escalada nacionalista. El primer objeti-
vo son los “terroristas” de las YPG, pero también
sus “aliados mercenarios llegados de Occidente”,
una referencia a varios cientos de voluntarios que
combaten junto a las tropas kurdas que enfren-
taron y vencieron al Estado Islámico (EI) con el
apoyo de la aviación de la coalición internacio-
nal. El 10 de marzo, Erdogan llegó incluso a cri-
ticar severamente a la Organización del Tratado
del Atlántico Norte (OTAN), de la que su país es
miembro desde 1952. “¡Eh, OTAN! Con todo lo
que ocurre en Siria, ¿cuándo se nos van a unir?
–lanzó durante un discurso ante sus partidarios
reunidos en Bolu, al este de Estambul–. Apelaron
a nosotros en Somalía, en Afganistán y en los Bal-
canes, y respondimos ‘Presente’. ¿Dónde están
cuando somos permanentemente hostigados por
grupos terroristas en nuestras fronteras?”
Ya en 2010, Erdogan había reclamado la ayuda
de la OTAN contra las bases del PKK en el norte
de Irak. Estos pedidos, y él lo sabe muy bien, nun-
ca serán oídos, máxime cuando varios miembros
de la organización, en particular Estados Unidos y
Francia, apoyan a las Fuerzas Democráticas Sirias
(FDS) –dominadas por las YPG– mediante una co-
bertura aérea, material de punta y tropas especia-
les. Pero estos contendientes presentan el interés
de explotar la fibra nacionalista turca. En un país
donde una novela conspirativa que pone en esce-
na una guerra con Estados Unidos sigue siendo un
best-seller (3), la explotación del sentimiento an-
tiestadounidense permite ampliar la búsqueda de
adeptos. “La OTAN y Estados Unidos están detrás
de las organizaciones que amenazan a Turquía, su
soberanía y su integridad territorial –se indigna el
editorialista Kurtulus Tayiz en el periódico pro-
gubernamental Akşam (13 de marzo de 2018)–.
Es tiempo de cuestionar nuestras relaciones con
Washington y la OTAN”. Una modificación de las
relaciones con la Alianza Atlántica marcaría una
ruptura capital, ya que el ejército turco constituyó
la “primera línea de defensa” frente a la Unión So-
viética durante la Guerra Fría. Un papel clave que
los dirigentes turcos recuerdan una y otra vez a los
dirigentes europeos y estadounidenses; el presi-
dente insiste a menudo en la “ingratitud” de Occi-
dente. Y cuando la prensa estadounidense anun-
cia que Washington, preocupado por las tensiones
con Turquía, reduce progresivamente el uso de
sus bombarderos estratégicos estacionados en la
base de Incirlik (4) (una información desmentida
por el Pentágono), el ministro de Relaciones Ex-
teriores, Mevlüt Çavuşoğlu, se apura en recordar
que esa instalación “es ante todo una propiedad de
Turquía y no de la OTAN” (5).
Simulando olvidar que la organización para-
militar de los Lobos Grises, de la que estuvo muy
cerca en los años setenta y ochenta, tenía una re-
lación estrecha con la Central Intelligence Agen-
cy (CIA) y las redes clandestinas anticomunistas
“stay-behind” establecidas por la OTAN, el MHP
sostiene el discurso del gobierno contra Europa
y Estados Unidos. También aplaude la promesa
regularmente reiterada del presidente de exami-
nar el restablecimiento de la pena de muerte. Sus
representantes, en cambio, son más circunspec-
| 23
tos acerca de un posible acercamiento con Mos-
cú y Teherán. Para Bahçeli, Irán “es el país que se
aprovecha de las dificultades de Turquía en la re-
gión”, y la perspectiva de un “tratado de no agre-
sión” con Rusia, formulada por el periódico pro-
gubernamental Sabah (11 de marzo de 2018), “no
le gusta mucho”. En ambos casos, el MHP sigue
siendo fiel a una visión turcocéntrica de las rela-
ciones internacionales. Una realidad que Erdo-
gan debe tener en cuenta.
Futuro incierto
Sin embargo, su estrategia es arriesgada. En pri-
mer lugar porque una parte de la órbita de in-
fluencia islamista ve con malos ojos su giro na-
c i o n a l i s t a . Te m e l
Karamollaoğlu, presi-
La oposición dente del Partido de la
Felicidad (Saadet Par-
también teme que tisi, SP), una formación
islamista que vive a la
la celeridad con la sombra del AKP desde
2002, apoya la inter-
que fue modificada vención en el norte de
la ley electoral Siria, pero intenta mo-
vilizar el apoyo de los
oculte una voluntad musulmanes conserva-
dores que no están muy
de organizar contentos con el MHP,
considerado extremis-
elecciones ta y antirreligioso. Por
otra parte, nada garan-
anticipadas. tiza que ese partido
constituya realmente el
reservorio de votos su-
plementarios que busca
Erdogan. Gran parte de sus militantes se unieron
al Buen Partido (İyi Parti), fundado en octubre
de 2017 por Meral Akşener, antigua personalidad
del MHP que criticó la alianza con el AKP. Defi-
niéndose como “nacionalista y laica”, quien fue
ministra del Interior (2008-2009) y ministra de
Defensa (1996) no oculta sus ambiciones presi-
denciales. Su discurso muy crítico respecto del
gobierno también le granjea el apoyo de una par-
te de los electores entre los más derechistas del
CHP, así como de ex simpatizantes del AKP tran-
quilizados por las “convicciones religiosas” que
ella no deja de reivindicar en sus discursos. En
febrero pasado, una encuesta del Instituto Gezici
provocaba mucho revuelo al predecir su victoria
frente a Erdogan en una eventual segunda vuelta
de la próxima elección presidencial (6).
De ser reelecto, nadie conoce las intenciones
del presidente turco, fuera de su obsesión por ha-
cer del país una de las diez primeras potencias
económicas mundiales. Un objetivo que, a su jui-
cio, “hará olvidar al ‘hombre enfermo’ y proba-
rá el impulso de Turquía”, una referencia a la si-
tuación degradada del Imperio Otomano a partir
de mediados del siglo XIX. Símbolo de esta am-
bición, los grandes trabajos emprendidos por el
gobierno: el nuevo aeropuerto de Estambul, que
será inaugurado el próximo otoño, tendrá una ca-
pacidad anual de 150 millones de pasajeros, un
récord mundial. Si permanece en el poder, el reis
(“jefe”), como lo llaman sus fieles, ¿volverá a un
programa más tradicionalista, con una islamiza-
ción de las instituciones de la República, como lo
sospechan el HDP, el CHP o el Buen Partido? Sus
aliados de hoy serán entonces sus adversarios, y
por lo tanto estarán en la mira. ¿No fue el dirigen-
te turco más abierto al diálogo con los kurdos, an-
tes de volverse violentamente contra ellos? g
1. Hürriyet, Estambul, 14-3-18.
2. Véase Selahattin Demirtaş, “La democracia turca frente al
‘sultán’”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, julio de 2016.
3. Orkun Uçar y Burak Turna, Metal Firtina
(“tormenta de metal”), Éditions Orient, 2005.
4. Gordon Lubold, Felicia Schwartz y Nancy A. Youssef,
“US pares back use of Turkish base amid strains with
Ankara”, The Wall Street Journal, Nueva York, 11-3-18.
5. Hürriyet, 12-3-18.
6. Ahvalnews.com, 25-2-18.
*Periodista.
Traducción: Víctor Goldstein
24 | Edición 226 | abril 2018

Dossier
Todo el poder
a Erdogan

Una mujer arrestada por la policía turca anti disturbios, Kadiköy, Estambul, Turquía, 21-01-18 (Ozan Kose/AFP)

Veinte meses después del intento de golpe de Estado conducido por una fracción
del Ejército, 115.000 personas fueron excluidas de la sociedad turca. Algunas
murieron en la cárcel; otras sobreviven con el recuerdo de las torturas. La
escisión en el tejido social es enorme y hoy las víctimas son como parias.

Miedo y persecución a opositores de Recep Tayyip Erdogan

La gran purga
por Pierre Puchot*, enviado especial

E
s un pequeño conjunto de mono-
blocs de un barrio retirado de Es-
tambul que alberga a la clase me-
dia turca, como los hay por cientos
en toda la ciudad. Seis torres de
hormigón de veinte pisos. Todo el
mundo se conoce. Todo el mundo está al corrien-
te de la desgracia que golpeó a una de las familias
de la torre C. La de Ravza K., quien por miedo a las
represalias da su testimonio bajo un nombre falso.
“Estamos en medio de una guerra psicológica que
el gobierno libra contra nosotros –dice suspiran-
do esta mujer de 42 años, madre de dos adolescen-
tes–. Cada vez que golpean a la puerta, tememos
que vengan a arrestarnos. Nuestra vida puede de-
tenerse de un momento a otro, en un control rute-
ro o a través de una llamada telefónica.”
Tal es el clima resultante de la ofensiva que lle-
va adelante el presidente Recep Tayyip Erdogan
contra su antiguo aliado, el multimillonario y pre-
dicador musulmán Fethullah Gülen, fundador del
movimiento Hizmet (1). Tras haber ayudado a Er-
dogan a acceder al poder a principios de los años
2000, Gülen, que ahora reside en Estados Unidos,
se convirtió en el “traidor” que habría iniciado y
conducido en secreto los procesos judiciales contra
su clan, a fines de diciembre de 2013. Ahora, el Pre-
sidente lo acusa de haber orquestado el golpe de Es-
tado fallido del 15 de julio de 2016, aunque no pre-
sentó ninguna prueba tangible hasta el momento.
La caza de brujas que Erdogan lleva adelante
contra los adeptos a Gülen causa decenas de mi-
les de víctimas colaterales. Detenciones masivas,
acoso judicial, exclusión del sector público, del
Ejército y los servicios de seguridad, reflejan una
purga sin precedentes dentro de la sociedad. El
estado de emergencia vigente desde el golpe de
Estado fallido se reforzó aun más el 24 de diciem-
bre de 2017 mediante dos decretos. Ni siquiera
las olas de represión posteriores a los sucesivos
golpes de Estado militar entre 1960 y 1980 alcan-
zaron tal magnitud. Y los simpatizantes gülenis-
tas no son los únicos en la mira. En febrero pa-
sado, la condena a cadena perpetua del escritor
y reportero Ahmet Altan, por “tentativa de de-
rrocamiento de la Gran Asamblea Nacional tur-
ca”, “tentativa de derrocamiento del gobierno” y
“tentativa de derrocamiento del orden constitu-
cional”, causó considerable conmoción tanto en
Turquía como en el extranjero.
Construir un enemigo
El 18 de julio de 2016, Ravza K., de viaje con su
marido hacia Konia, su ciudad natal, se entera de
que todos los dersanes (salones de clase) gülenis-
tas se cerrarán, y entre ellos, el salón donde estu-
dia su segundo hijo. Su esposo vuelve a Estambul
a anotar al adolescente en otro establecimiento.
En su camino de regreso, su empleador lo llama
para anunciarle su despido. Si bien es cierto que
el profesor de Historia K. trabajó anteriormente
en una escuela gülenista, desde hace cuatro años
trabaja en un instituto público. Horas después,

la señora K. es notificada de la finalización de su
contrato como docente de Teología en otra escue-
la, también pública. Esa misma noche, la policía
irrumpe en el domicilio de la pareja. Agentes en-
capuchados invaden el departamento. Esposan al
señor K. y lo arrojan al suelo. Llueven los golpes;
le piden que dé nombres de miembros del “gru-
po terrorista” que lideraron el golpe de Estado. Al
fin, los policías se lo llevan. Votantes del Partido
de la Justicia y el Desarrollo (AKP) –el partido
del Presidente–, la señora K. y su marido siempre
“alabaron los méritos de la nación y la República
turcas” a sus alumnos, según dice ella. Que se los
trate de “terroristas” la angustia. Su caso ejempli-
fica la estrategia del poder: pone bajo amenaza a
todo el mundo, incluso a los partidarios pasados y
actuales del AKP.
Durante cinco días, la señora K. trata de loca-
lizar la comisaría donde está detenido su marido.
Él es diabético, y ella teme que los policías no le
apliquen las inyecciones de insulina que necesita.
Finalmente, se entera de que está detenido en la
comisaría central de Vatan. Pero no volverá a ver-
lo con vida. Oficialmente murió de un paro car-
díaco. Pero el expediente médico (que da cuenta,
entre otras cosas, de una costilla fisurada) y varios
testimonios de compañeros de detención men-
cionan sesiones de tortura prolongadas. Desde
entonces, para vivir con sus dos hijos, la señora
K., de duelo y privada de trabajo, sólo cuenta con
la solidaridad de los pocos vecinos que no des-
vían la mirada cuando se la cruzan, y con peque-
ños trabajos de costura que le proporcionan 700
libras turcas (150 euros) al mes. Tras un año de
esfuerzos desesperados, la demanda judicial que
presentó para conocer la verdad fue atendida por
la Justicia. A mediados de 2017 se inició una in-
vestigación, cuyos frutos ella sigue esperando.
Por tres días, Taner N. –nombre falso también–
no coincidió con el marido de la señora K. en Va-
tan, lugar de su suplicio. “Cehennem” y “terör”
(“infierno” y “terror”): esas dos palabras vienen
una y otra vez a la boca de este profesor de 31 años,
que se pega a las paredes y se vuelve sin cesar, pa-
ra verificar que nadie lo escucha. Ex docente en
una escuela gülenista, fue denunciado por un ex
alumno, detenido a su vez al ser visto por el vigi-
lante de su edificio en el momento en que arro-
jaba un libro de Gülen en un tacho de basura. En
prisión preventiva, el joven dio el nombre de un
docente, amigo del señor N., con quien reciente-
mente había intercambiado un sms. Bajo los gol-
pes de los policías, ese amigo dio a su vez los datos
personales del señor N….
Al llegar a Vatan, cinco policías se ensañan con
él durante varias horas, apaleándolo para hacerle
confesar su participación en un “grupo terrorista
gülenista”. “Soy un simple profesor, no tuve nada
que ver con el golpe de Estado”, dice el interroga-
do suspirando, con lágrimas en los ojos, mientras
cuenta las torturas sufridas. Tras ocho días de de-
tención, lo llevan a los tribunales. “No me escucha-
ron –se lamenta–. Para ellos, no era más que una
formalidad.” A continuación, lo trasladan a la cár-
cel, donde lo encierran con treinta personas en una
celda pensada para siete, de donde sale finalmente
el 28 de diciembre de 2016. En espera de su juicio
definitivo, vive en casa de sus padres. Destruido, di-
ce estar “seguro” que lo condenarán a quince años
de prisión. ¿Por qué no se va al exterior, como tan-
tos otros en los últimos dos años? “He perdido to-
do, y mi familia ya sufrió tanto. Soy musulmán, sigo
creyendo que el bien triunfará sobre el mal.”
Como la señora K. o el señor N., hoy en día mi-
les de turcos tienen su vida en suspenso. Desde
agosto de 2016, el diario oficial publica listas de
nombres. Cada mes, de dos a tres mil personas son
blanco de sospechas de conspiración con las or-
ganizaciones terroristas. Los medios cercanos al
poder las difunden. Ciento quince mil ciudadanos
fueron así despojados de todos sus derechos: no
pueden votar, perdieron sus derechos jubilatorios
y sus pasaportes. El miedo cundió en todos los
sectores de la sociedad. Varias decenas de perso-
nas contactadas no quisieron respondernos, por
miedo a ir o volver a ir a la cárcel, con el pretexto
más vago. “Las personas que figuran en las listas
se convirtieron en parias”, explica Ekin F., joven
psicólogo desocupado desde su inclusión en la lis-
ta negra. Igual que los demás, ya no tiene empleo
ni pasaporte, no tiene derecho al seguro de des-
empleo ni a la seguridad social. Sus amigos ya no
van a verlo. Sobrevive como puede. “Lo más duro
es el aislamiento. Yo sigo trabajando un poco pa-
ra consultorios privados. Pero la soledad, los ami-
gos que se alejan por miedo a resultar ‘contamina-
dos’… Felizmente, estamos organizándonos, junto
con otros que reciben el mismo tratamiento.” Una
vez por semana, se reúnen para hablar y utilizan
las redes sociales para tratar de difundir su causa.
Siempre con el temor a un inminente arresto.
Con el paso de los meses, se entablaron solida-
ridades inéditas, más allá de las etiquetas políti-
cas. “Algunos islamistas vienen a vernos para que
los ayudemos –cuenta Mustafá Görkem Dogam,
del sindicato de izquierda Eitim-Sen, que repre-
senta a los docentes de primaria y secundaria–.
Nosotros estamos habituados a la represión. Pero
para ellos, es algo nuevo. Los ayudamos como po-
demos.” Las manifestaciones del sindicato atraen,
sin embargo, cada vez a menos gente. A mediados
de diciembre de 2017, en la manifestación sema-
nal de la plaza Altiyol, cerca del puerto de Ka-
dikoy, en la costa asiática del Bósforo en Estam-
bul, tan solo nueve personas se reunieron para re-
clamar la restitución de sus derechos.
A los 58 años, Cihangir Islam decidió enfrentar
solo su destino. Cuando lo echaron de la Univer-
sidad de Kars, donde enseñaba ortopedia, se vio
obligado a abrir su propio consultorio. Ya ningún
hospital da empleo a este médico, fundador de la
organización no gubernamental (ONG) Mazlum-
der, que defendía a las víctimas de la represión,
en particular a las mujeres con velo islámico, en
plena década del 90. En el ocaso de su carrera, él
también está en una lista, seguramente por haber
firmado hace dos años una petición a favor de va-
rios universitarios inculpados por la justicia.
La estrategia del terror
Frente a la arbitrariedad, algunas personalida-
des intentan reaccionar. El diputado del Partido
Republicano del Pueblo (CHP, centroizquierda)
de origen kurdo, Mustafá Sezgin Tanrikulu, lu-
cha desde los años 80 a través de varias ONG por
el respeto del derecho. Algunos compañeros su-
yos fueron asesinados. En los videos que envía los
viernes por Twitter a sus 510.000 seguidores, tra-
ta de informar sobre lo que considera una situa-
ción “sin precedentes”. Él mismo es perseguido,
en virtud del artículo 301 de la Ley de Excepción,
que castiga con seis meses a dos años de cárcel a
quien critique “a la democracia turca, el gobier-
no y sus instituciones”. Cada semana, se reúne
con un grupo de abogados para defender la causa
de detenidos como el periodista Ahmet Sik. Pero
el Parlamento no es más que una sala de repro-
ducción de las voluntades del Palacio Presiden-
cial. “Ya no hay ninguna actividad parlamentaria
digna de ese nombre”, nos confiesa Aylan Bilgen,
| 25
diputado del Partido Democrático de los Pueblos
(HDP, kurdo de izquierda). En el último año y me-
dio, él mismo pasó varias temporadas en la cárcel,
mientras dos dirigentes de su formación, Selahat-
tin Demirtas y Figen Yüksekdag, presos desde el
otoño de 2016, podrían recibir duras penas de en-
carcelamiento, ya que la Justicia los acusa de apo-
yar al Partido de los Trabajadores del Kurdistán
(PKK) (2). “El poder arrasa con todo lo que se le
opone –constata Bilgen–. Esto debe terminar, o
pronto tendremos una guerra civil.”
Para múltiples observadores, esta estrategia
del terror remite a otros episodios de la historia
de Turquía. “En reiteradas oportunidades, el po-
der tuvo que fabricarse un enemigo –cuenta un
periodista exiliado en
Francia–. Estuvieron los
Cada mes, de dos a alevís, los armenios, los
tres mil personas kurdos… Hoy es la Fra-
ternidad Gülen. Esto
son blanco de se debe, sin duda, a que
Turquía no es una na-
sospechas de ción homogénea, sino un
conglomerado de pue-
conspiración con blos que hay que reunir
por la fuerza, contra un
las organizaciones enemigo común.”
Esa idea es atractiva
terroristas. desde el punto de vista
intelectual, pero subes-
tima el carácter excep-
cional del período ac-
tual, según el profesor de la Universidad Galata-
saray, Ahmet Kuyash. “No se trata simplemente
de un partido político, que luego de haber llegado
al poder despide a los burócratas preexistentes,
como ocurrió de 1908 a 1913, luego con Mustafá
Kemal en 1923 y 1950, cuando los demócratas to-
maron el poder, y también después del golpe de
Estado militar de 1960. Gülen y el AKP tomaron el
poder juntos. Y actualmente el gobierno hace su
purga. Eso es algo completamente nuevo. En 1908
y 1913, obligaban a la gente a jubilarse, pero no la
despojaban de todo como hacen hoy con los acu-
sados de gülenismo.”
“La alianza con Gülen fue provechosa para el
AKP –explica por su parte Selim Koru, asesor de
un centro de reflexión de centroderecha, vincu-
lado a la Cámara de Comercio de Ankara–. Ellos
utilizaron a Gülen, y ahora, se deshacen de él.”
Sin embargo, Kuyash piensa que este “momento
extraordinario” se acerca a su fin, cuando todos
los “purgados” se vuelvan contra el Estado para
reclamar su rehabilitación. “El AKP ya perdió a
las grandes ciudades: Estambul y Ankara votaron
‘No’ en el referéndum del 16 de abril de 2017.” El
sindicalista de Eitim-Sen reconoce que las purgas
aminoran, pero estima que “el AKP todavía tiene
un gran margen de maniobra, y puede caer una
nueva lista en cualquier momento”. Por su parte,
el terror hunde cada día un poco más sus raíces
en el inconsciente turco, porque nadie sabe hasta
dónde está dispuesto a llegar el gobierno, que fue
capaz de doblegar al sistema judicial y a los últi-
mos contrapoderes. g
1. Véase Ali Kazancigil, “Le mouvement Gülen, une énigme
turque”, Le Monde diplomatique, París, marzo de 2014.
2. Sophie Ranucci, “Turquie: un congrès du HDP marqué
par la répression”, L’Humanité, Saint-Denis, 13-2-18.
*Periodista.
Traducción: Patricia Minarrieta
26 | Edición 226 | abril 2018

El liderazgo de Jeremy Corbyn fortaleció al Partido Laborista. avance histórico en las elecciones le-
gislativas anticipadas de junio de 2017:
Mientras que en otros países de Europa los partidos surgidos de la tres millones y medio de votos y treinta
escaños adicionales. Este resultado es
socialdemocracia se debilitan, las afiliaciones al laborismo se multiplican tanto más notable cuanto que, en otros
lugares de Europa, los antiguos partidos
y el vínculo con los sindicatos se fortalece. El entusiasmo que generaba surgidos de la socialdemocracia están
en crisis. Entre 2007 y 2016, en Fran-
el neoliberalismo de Tony Blair parece haber quedado muy atrás. cia el Partido Socialista perdió 140.000
adherentes. En el mismo período, en

En el corazón del partido europeo más importante Alemania el Partido Socialdemócrata

(SPD) perdió 70.000 miembros. El la-
borismo llegaría a los 570.000, es decir
300.000 más que en 2015. Por otra parte,

El renacimiento del
ninguna nueva fuerza que participara,
como en Francia o España, en una pro-
funda recomposición del paisaje políti-
co, cuestiona su hegemonía. Y, al propo-
ner renacionalizar los ferrocarriles o la

laborismo británico
gratuidad del acceso a la universidad, el
Partido Laborista rompe con el neolibe-
ralismo que los miembros de la Inter-
nacional Socialista siguen defendiendo
en otras partes del mundo. Más allá de
un sistema de escrutinio que favorece el
por Allan Popelard y Paul Vannier*, enviados especiales bipartidismo (2), ¿cómo se explica esta
triple excepción británica?

Julio Le Parc, Modulación 896, 1987 (Gentileza Galería Van Eyck)
El magnetismo de Corbyn
“No sólo hay que cambiar el gobierno. Es
todo un modelo el que está en crisis”. En
la periferia del Gran Londres, el edito-
rialista Owen Jones, figura de la izquier-
da británica, arengó a ciento cincuenta
militantes. Se habían reunido en un sa-
lón de la comuna de Uxbridge decorado
con los colores del laborismo. En el in-
terior, se distribuía un breve folleto con
la posición del laborismo respecto de las
medidas fiscales, el empleo, la salud, la
vivienda y el Brexit, se hacía un balan-
ce de los problemas locales y se adoc-
trinaba mediante la representación de
sainetes que reproducían situaciones tí-
picas, como el encuentro con un elector
del partido de extrema derecha UKIP
(Partido por la Independencia del Reino
Unido). Por último se organizaron unos
treinta equipos militantes para una tar-
de de puerta a puerta. El lugar no fue ele-
gido al azar: Boris Johnson, ex alcalde de
la capital y actual ministro de Relacio-
nes Exteriores, era el diputado del dis-
trito. La posición que había conquistado
en 2015 tambaleaba. De la misma mane-
ra el laborismo identificó en el país unos
sesenta territorios que podrían volcarse
hacia la izquierda. “¿Queremos desha-
cernos de Johnson? –exclamó Jones–.
¡Adelante! ¡Echémoslo!”.
Seguimos a un equipo de puerta a
puerta entre Cowley Road y Fernda-
le Crescent. “Never trust the Tories”
(“Nunca confíes en los conservado-
res”), se lee en una ventana. Cinco hom-
bres y una mujer caminan por ese ba-
rrio residencial de clase media, situa-
do en el corredor aéreo del aeropuerto

“
Si quieres ver cómo mueren los po-
bres, acércate a la Torre Grenfell”.
En su discurso de clausura del
Congreso Laborista de septiem-
bre de 2017, el líder del Partido La-
borista (Labour) Jeremy Corbyn citó es-
te verso del poeta y novelista nigeriano
Ben Okri que recuerda el incendio que el
14 de junio de 2017 se cobró la vida de se-
tenta y nueve ocupantes de un edificio de
viviendas sociales en Londres. Al norte
del barrio de Kensington, uno de los más
elegantes de la capital británica, la torre
se elevaba en un enclave popular. Sus ha-
bitantes, relegados entre la autopista y
el ferrocarril, habían sido abandonados
por una política violentamente desigual.
En el Reino Unido, la parte de los ingre-
sos captada por el 1% más rico se ha du-
plicado en estos últimos treinta años, pa-
sando de alrededor del 4% a más del 8,5%
del Producto Interno Bruto (PIB). En
Brighton, Corbyn se centró en el signifi-
cado del drama: “Grenfell representa un
sistema fracasado, roto, y el Partido La-
borista debe reemplazarlo, y así lo hará”.
En manos de los conservadores desde
la década de 1970, de manera inesperada
el distrito de Kensington fue ganado por
los laboristas en junio de 2017. Por el Par-
tido Laborista de Corbyn, estamos tenta-
dos a aclarar, tal es la transformación de
la línea política del principal partido de
izquierda británico. “Muchas personas
lo habían abandonado en los tiempos de
[Anthony] Blair (1). Yo me quedé, apre-
tándome la nariz –cuenta Emma Dent
Coad, la nueva diputada–. Pero regre-
saron y se adhirieron muchos jóvenes.
Otros apoyaron la campaña sin unirse al
partido.” Bien arraigada localmente, la
funcionaria electa aprovechó una fuerte
dinámica militante –en dos años la afilia-
ción local pasó de trescientos a mil– y el
“desgarramiento” de los conservadores a
causa del Brexit. En un distrito muy fa-
vorable a mantener al Reino Unido en la
Unión Europea, Dent Coad recogió ad-
hesiones mucho más allá del electorado
laborista tradicional: “Gente de la dere-
cha votó por mí, gente que se había aleja-
do del Partido Laborista, gente que nun-
ca votaba, gente que ya no confiaba en los
políticos. Muchos me dijeron que era la
primera vez que viajaban para votar”.
Al igual que Kensington, muchos dis-
tritos han cambiado desde que en 2015
se designó a Corbyn a la cabeza del par-
tido. Aunque siguen siendo minoría en
Westminster, los laboristas lograron un
de Heathrow. Entre ellos figura sólo un
miembro de la sección laborista local.
“Me incorporé a principios de los años
80 –explica este profesor de música ju-
bilado–. Cuando Blair fue elegido, de-
volví mi credencial. Estaba muy descon-
tento con las medidas educativas que to-
maba su gobierno. Y después volví con
Corbyn.” A su lado marcha Seamus Mc-
Cauley, 41 años, que trabaja en el ámbi-
to de la comunicación. No habría votado
al partido de Blair por nada en el mun-
do. Pero en 2015 se unió al de Corbyn.
Ese mismo año, Keith Webb, de unos
cincuenta años, decidió alistarse. An-
tes no le interesaba la política. En cam-
bio David Carr militaba desde hacía lar-
go tiempo en el Partido Comunista. “Me
identifico con Corbyn porque viene del
sindicalismo”. También aprecia “que
sea feminista y ecologista, que defienda

al pueblo palestino y que se haya opues-
to a la guerra en Irak”. Por último, están
Amir N., que había adherido hacía dos
meses, y Deborah Olszewski, que apoya
a Corbyn aunque pertenece a otra for-
mación, el Women’s Equality Party (Par-
tido por la Igualdad de las Mujeres).
La diversidad (incluso social) de este
pequeño grupo atestigua la dinámica po-
pular del laborismo. Junto a los ex mili-
tantes, más bien mayores, que regresaron
al Partido Laborista después de haberlo
abandonado (31% de los adherentes con
posterioridad a 2015 (3)), son muchos los
jóvenes que se afiliaron: por sí sola, la or-
ganización Young Labour (Juventud La-
borista), contaría con más miembros que
el Partido Conservador de todos los gru-
pos de edad. Universitarios y gente de la
clase media, los nuevos activistas a me-
nudo están menos sindicalizados, pero
ven en Corbyn al hombre indicado.
Tras la renuncia de Edward Miliband
en mayo de 2015, la elección de Corbyn
había dado lugar, sin embargo, a los peo-
res augurios, ya que sus opositores nun-
ca dejaban de recordar la debacle elec-
toral de 1983, cuando la izquierda co-
mandaba el partido. En ese momento,
sus detractores rebautizaron su progra-
ma como “la nota de suicidio más lar-
ga de la historia”. Elegido al frente del
partido con el 59,5% de los votos (4), el
diputado de Islington North (Londres),
volcando a su favor el principio de las
primarias abiertas, logró cristalizar en
torno a su persona y sus ideas una am-
plia aspiración popular. Opuestos a la
austeridad y a la guerra (5), sus partida-
rios, que irrumpieron con fuerza en el
movimiento laborista, permitieron con-
R O B E
CABALLERO
6 a 9hs
tener la revuelta de las elites laboristas
convertidas al neoliberalismo. En 2016,
una nueva votación lo confirmó a la ca-
beza del partido con el 61,8% de los su-
fragios. Desde entonces, la dinámica no
ha disminuido. Como signo de los tiem-
pos, el folleto distribuido entre los ha-
bitantes de Uxbridge se titula “Laboris-
mo, listo para gobernar”.
Momentum, una vía alternativa
Seleccionado por los laboristas, el distri-
to de Johnson también se encuentra en
el centro de la campaña “¡Desbanqué-
moslos!” (“Unseat”), organizada al mis-
mo tiempo por Momentum. Fundado
en 2015 por afines a Corbyn, este movi-
miento fue creado para “fortalecer la po-
sición” del líder laborista, explica Yannis
Gourtsoyannis, miembro del grupo de
Coordinación Nacional, la dirección de
la organización. “Tan pronto como fue
elegido”, sufrió el ataque del “Partido
Parlamentario”: los diputados en ejerci-
cio, a menudo cercanos al blairismo.
Con sus 36.000 militantes, Momen-
tum está cobrando auge. Cada semana se
le unen varios cientos de personas. Dis-
tinto de las otras formaciones de la iz-
quierda por su peso y su activismo, mo-
viliza independientemente de las consig-
nas del partido, gracias a sus propias he-
rramientas: una plataforma digital y una
aplicación en línea. “Estamos en perma-
nente campaña”, explica Gourtsoyannis.
Este joven médico del hospital público
considera que una nueva elección legis-
lativa “podría ser convocada en cualquier
momento”, y se mantiene listo. En efecto,
el gobierno de Theresa May se ve debili-
tado por los escándalos de corrupción y
R T O D
amdelplata.com
las negociaciones sobre el Brexit que no
logran satisfacer ni al ala –cercana a una
parte del empresariado– favorable a una
salida que sólo llevaría ese nombre, ni al
ala –cercana a otra parte del empresaria-
do– propensa a una franca ruptura, con-
cebida como un primer paso para trans-
formar al país en un nuevo Singapur.
Con sus 170 grupos locales, ahora Mo-
mentum se dedica a estructurarse. Se or-
ganizan master class consagradas a las
redes sociales, a veces impartidas por
ejecutivos del equipo de Bernie Sanders,
En el Reino Unido,
la parte de los
ingresos captada
por el 1% más rico
se ha duplicado
en estos últimos
treinta años. tos, incluido su fundador, Jon Lansman,
ex candidato en las primarias demócra-
tas estadounidenses. Sus miembros es-
tán capacitados para organizar reunio-
nes públicas o acciones puerta a puerta.
Las conferencias nacionales de Momen-
tum, lejos de los usos y costumbres de un
congreso, privilegian los talleres que fa-
cilitan el intercambio de prácticas mili-
tantes. “No somos un think tank. No ela-
boramos informes. Lo que hacemos es
asegurarnos de que la política laborista
refleje las aspiraciones de sus miembros
A N
TOGNETTI
9 a 12hs
| 27
y no las de los tecnócratas”. Sin buscar
dotarse de un cuerpo de doctrina dife-
rente, el movimiento intenta influir en
las propuestas del partido en materia de
salud pública, industria de la defensa o
política migratoria. “El programa del la-
borismo es el más izquierdista de hace
cuarenta años. Pero sigue siendo dema-
siado tímido sobre estos temas”, afirman.
Mientras que el 37% de los electo-
res laboristas –en especial los de secto-
res populares– votaron a favor del Bre-
xit, en 2016 el grupo activista encabezó
una intensa campaña para mantener al
Reino Unido en la Unión Europea. Por
esa razón la organización puede pare-
cer desfasada con respecto a una parte
de la base electoral laborista. Pero su ac-
ción también ha contribuido a una for-
ma de reequilibrio entre el electorado
joven, calificado y urbano, al que la cam-
paña europea de Corbyn, ahorrativa,
pudo desconcertar. Así, Momentum se
va estableciendo poco a poco como uno
de los componentes centrales del labo-
rismo. En enero, tres de sus candida-
fueron elegidos en el seno del Ejecutivo
laborista. Plenamente integrados, sus
miembros están ahora obligados a unir-
se al partido. Si bien los opositores de
Momentum continúan con los procesos
de infiltración, cada vez les resulta más
difícil describirlo como un grupúsculo
de jóvenes desaliñados....
“Nuestro objetivo es transformar
el laborismo –confía Gourtsoyannis–.
Queremos restablecer el vínculo en-
tre el partido parlamentario y el gran
número de adherentes.” El sector más
anticuado de los diputados se había d
I E L
28 |
d opuesto a la candidatura de Corbyn,
y el representante del ala izquierda ape-
nas había logrado presentarse, reunien-
do treinta y seis patrocinios parlamen-
tarios de los treinta y cinco necesarios.
El apoyo del 15% del grupo parlamenta-
rio es, de hecho, un requisito previo pa-
ra cualquier candidatura a la dirección
laborista. Para limitar el alcance de este
“veto”, Momentum defiende la reduc-
ción de este umbral al 10%.
Lo que se trata de restaurar, continúa
Gourtsoyannis, son “los vínculos con los
movimientos ciudadanos que se movili-
zan contra la austeridad (6), la guerra o
el desguace del hospital público”. Mien-
tras que muchos partidos, encerrados en
sí mismos, se han convertido en máqui-
nas electorales socavadas por la buro-
cratización y el oportunismo, Momen-
tum quiere explorar una vía alternativa.
El peso de los sindicatos
Sheffield, en Yorkshire. Desde la década
de 1920 la ciudad ha sido un bastión la-
borista. Las usinas de la Lower Don Va-
lley hacen que siga constituyendo una
importante zona siderúrgica británica.
Fue aquí que en 1866 se fundó la orga-
nización que prefiguró el Trade Union
Congress (TUC). Hoy esta confedera-
ción reagrupa a 5.500.000 trabajadores.
Casi todos sus cuarenta y nueve sindica-
tos miembros están “afiliados” al Partido
Laborista y, por lo tanto, participan en su
financiación y en sus decisiones. La his-
toria del movimiento obrero británico,
original en Europa, condujo a una estre-
cha asociación del partido con los sin-
dicatos. Y los sindicatos presidieron la
creación del Partido Laborista en 1900.
Martin Mayer, dirigente del TUC en
Sheffield, hasta el verano boreal de 2017
formó parte del Comité Ejecutivo nacio-
nal del laborismo, su órgano político de
dirección. “Los últimos dos años han si-
do muy difíciles –declara–. Corbyn fue
atacado una y otra vez.” Los sindicalistas
constituyeron un bloque contra los 172
parlamentarios que intentaron un golpe
de fuerza en junio de 2016, votando una
moción de censura.
Marginados durante el período del
Nuevo Laborismo, cuando Blair (1994-
2007) y luego Gordon Brown (2007-2010)
dirigían el partido, los sindicatos recupe-
raron su posición central. Parecen termi-
nados los días en que algunas organiza-
ciones se desafiliaron del partido (como
la Fire Brigades Union, el sindicato de los
bomberos, en 2004) en desacuerdo con la
política neolaborista. Así como aquellos
en que un dirigente laborista podía hacer
suyo lo esencial de la legislación antisin-
dical de Margaret Thatcher y reducir el
peso de las organizaciones de trabajado-
res en la Conferencia Nacional anual, el
Parlamento del partido (7). “Antes de que
llegara Corbyn –cuenta Mayer–, muchos
sindicatos se preguntaban si debían de-
safiliarse. Los asalariados interpelaban a
sus dirigentes: ‘¿Por qué se quedan en el
laborismo cuando allí no obtienen nada?’
Pero en realidad no teníamos opción. Las
otras formaciones de izquierda, el Partido
Comunista, por ejemplo, eran tan débiles
que no tenían ninguna oportunidad de ga-
nar una elección. Así que nos quedamos”.
Aunque no forman un bloque homo-
géneo, los batallones sindicales partici-
pan activamente al lado de Corbyn. En
la sede londinense de Unite, el princi-
pal sindicato británico que cuenta con
1.400.000 miembros, Andrew Murray,
jefe de gabinete del secretario general,
explica que su organización “ahora tiene
una relación particularmente fuerte con
Jeremy Corbyn”. Y subraya: “Una rela-
ción política. Esperamos que su victoria
traiga consigo un cambio radical para
combatir las desigualdades sociales, una
transferencia de poder que beneficie al
trabajo y a los asalariados, una extensión
de la esfera pública en relación con la
privada, una política exterior que rompa
con el impensado atlantista, un cambio a
favor de la paz en Medio Oriente”.
Por el momento, la cuestión europea
–que pone en aprietos sobre todo a los
conservadores– no parece haber frus-
trado la reconfiguración en curso. En fe-
Parecen terminados
los días en
que algunas
organizaciones
se desafiliaron
del partido en
desacuerdo con la
política neolaborista.
brero de 2018, Corbyn pronunció un dis-
curso en el que sugería que los laboristas
militarían por mantener al Reino Unido
en la Unión Aduanera Europea, entusias-
mando no sólo a las franjas europeístas y
blairistas de su formación, sino también
a la principal organización patronal (la
Confederación de la Industria Británi-
ca, CBI) y al Financial Times. Al mismo
tiempo, las condiciones de protección o
exenciones a las que supeditaba ese man-
tenimiento en el mercado único –como
la autorización de ayudas estatales a de-
terminadas industrias– resultaban lo su-
ficientemente rígidas como para garan-
tizarle el apoyo de los laboristas más es-
cépticos con respecto a Europa.
En 1975 los sindicatos británicos,
durante mucho tiempo hostiles a Bru-
selas, presionaron a favor de la organi-
zación de un primer referéndum para
abandonar la Europa política. La victo-
ria de Thatcher en 1979 cambió la situa-
ción. Para algunos, Europa se convirtió
en ese “precioso escudo contra los ex-
cesos del neoliberalismo” (8). En 2016,
la campaña a favor del Brexit, liderada
por los conservadores, reavivó los de-
bates en las organizaciones sindicales.
En Sheffield, “diputados y sindicalistas
de ambos bandos intervinieron en reu-
niones públicas –indica Mayer–, pero
el consejo sindical no tomó ninguna de-
terminación debido a los desacuerdos
sustanciales que persistían”. En el país,
trece de los veintisiete sindicatos más
grandes finalmente –y muy tarde– se
declararon a favor de mantener al Reino
Unido en la UE, once no adoptaron pos-
tura alguna y tres lucharon por la salida
sobre la base de una campaña alterna-
tiva, denominada “Lexit”, contracción
de “left” (izquierda) y “exit” (salida) (9).
Los sindicatos, que todavía aportan
la mitad de la financiación del Partido
Laborista y tienen un tercio de los esca-
ños en su Ejecutivo, comprometen a sus
miembros a participar en la vida del par-
tido. También intervienen en las campa-
ñas internas, enviando masivos correos
electrónicos y mensajes de texto. Es lo
que sucede en Escocia, donde el secre-
tario general de Unite, Len McCluskey,
expresó su apoyo a Richard Leonard, el
candidato más cercano a Corbyn que se
postula a la presidencia del Partido La-
borista Escocés. Es un puesto estratégi-
co allí donde el laborismo, para poder
aspirar al poder, tiene que recuperar el
terreno perdido frente al Partido Nacio-
nal Escocés (SNP).
Al restaurar el vínculo orgánico entre
su organización y el movimiento sindi-
cal, Corbyn ha fortalecido el campo pro-
gresista. “El punto crucial es que ahora
tenemos un partido democrático –se fe-
licita Murray–. Momentum y Unite son
como los dos pilares de la nueva direc-
ción de Jeremy Corbyn.” Sin embargo, el
edificio podría resultar más frágil de lo
que parece. A principios de marzo, para
sorpresa de todos, Lansman, fundador
de Momentum, se postuló para el puesto
de secretario general del Laborismo con-
tra Jennie Formby, surgida de las filas de
Unite y apoyada por Corbyn.
Si bien Lansman terminó por retirar-
se, este episodio preludia sin dudas fu-
turas diferencias estratégicas e incluso
políticas. Mientras que esta función es-
taba tradicionalmente reservada a un
representante del movimiento sindical,
Lansman no vaciló en presentarse como
un recurso. Al proponer que el secreta-
rio general fuera nombrado por todos
los militantes del partido y no sólo por
sus dirigentes, deseaba “reforzar los de-
rechos de los adherentes” y “sustituir el
viejo modelo jerárquico por una demo-
cracia moderna, abierta y transparente,
pluralista y participativa”.
La agonía de los neolaboristas
Durham, en el noreste de Inglaterra.
Con doscientos pozos y doscientos mil
trabajadores, este condado ha sido du-
rante mucho tiempo la cuenca mine-
ra más grande del planeta. Si la política
de tierra arrasada de Thatcher, al ace-
lerar la desindustrialización, pretendió
acabar con los trabajadores del carbón,
estos siguen manteniendo parte de sus
actividades. La Gala de los Mineros, un
acontecimiento anual que se celebra en
junio, ritma la vida de la izquierda britá-
nica desde 1871. “La última reunió a dos-
cientas mil personas”, se exalta Andrew
Cummings, presidente de la Asociación
de Mineros. Símbolo del movimien-
to obrero, el evento atrae a militantes y
simpatizantes de todo el país. “Jeremy
Corbyn es un asistente habitual. Lo co-
nocemos bien aquí. Cuando decidió pre-
sentarse, no dudamos ni un segundo en
apoyarlo. Es un hombre de principios. Es
uno de nosotros”. Para los antiguos mi-
neros, la victoria de Corbyn suena como
la hora de la revancha en esta región que
durante mucho tiempo fue uno de los
bastiones del Nuevo Laborismo.
“Tony Blair era un Tory [conserva-
dor] disfrazado de laborista. Cuando era
Primer Ministro, nunca se dignó venir
a una de nuestras galas”. Sin embargo,
Blair era diputado de Sedgefield, a pocos
kilómetros de allí, y su mano derecha,
Peter Mandelson, el de Hartlepool, en
la misma región. Pero a los “moderniza-
dores” les importaba poco el legado del
movimiento obrero. Después de cuatro
derrotas consecutivas (1979, 1983, 1987,
1992), habían decidido conquistar los
baluartes conservadores cambiando la
base electoral del laborismo, fundando
un proyecto de sociedad sin clases, una
política sin adversarios, sublimada en la
figura del Essex Man (10). Por otra parte,
Corbyn no dudó en recuperar la histo-
ria de la clase obrera rompiendo con es-
ta reorientación ideológica y sociológi-
ca que, en busca de un “centro extremo”,
había alentado la conversión del laboris-
mo en neoliberalismo.
Antes dominantes, hoy los neola-
boristas están a la defensiva. Un firme
oponente al nuevo liderazgo, Phil Wil-
son, quien ocupa el escaño de Blair en
Edición 226 | abril 2018
Westminster, demostró ser impoten-
te para contrarrestar el efecto Corbyn
en su propio distrito. En 2016, sus con-
signas no bastaron para convencer a la
mayoría de los militantes para que vo-
taran a Owen Smith, el candidato de la
derecha. “Es porque hay mucha gente
que se ha unido al partido –explica Pe-
ter Brookes–. En 2015, éramos 400. Hoy
somos el doble.” Brookes, que fue elegi-
do en el condado de Durham, represen-
ta a la comuna de Trimdon, la misma
donde Blair había fijado su residencia.
Forma parte de la “banda de los cinco”
que, según la leyenda, le abrió el camino
a “Tony” en su primera victoria en 1983.
Este asesor reconoce de buen grado que
“algo está sucediendo” y admite que los
ciudadanos, en especial los más jóve-
nes, ven en Corbyn “un hombre sencillo
y constante, un hombre que hace polí-
tica de manera diferente y puede cam-
biar sus vidas para mejor”. En su época,
recuerda Brookes, Blair había logrado
generar el mismo entusiasmo: “En el
espacio de dos años, el número de acti-
vistas en las secciones locales había pa-
sado de doscientos a dos mil”.
Ahora en la minoría, los neolaboristas
aspirarían a “mantener [sus] distritos y
llevar a [sus] candidatos a encabezar el
partido”. Pero ya no tienen las redes pa-
ra hacerlo. Su principal grupo, Progress,
sufre desde que su fiel donante, David
Sainsbury, una de las primeras fortu-
nas del Reino Unido, retiró su apoyo en
2017. Además, funcionaba como un think
tank, no como un movimiento arraigado
en el partido y la sociedad. “Deberíamos
organizarnos mejor”, admite Brookes.
Después de haber deseado la salida de
los “moderados” para fundar con ellos
un nuevo partido, espera encontrar un
“antídoto a Momentum”.
Al frente del mayor partido de Euro-
pa, Corbyn ha transformado el rostro del
laborismo. Es un partido de masas que
traza un rumbo original. Sin marcar la
misma ruptura con los cuadros políti-
cos preexistentes, como Podemos en Es-
paña o La France insoumise en Francia,
es tiempo de una recomposición vigori-
zante. “For the many, not the few” (“Para
muchos, y no para unos pocos”), Corbyn
parece decidido a no ceder. g
1. Primer Ministro de 1997 a 2007, Blair fue el artesano
de un giro a la derecha del laborismo (“New Labour”).
2. El sistema uninominal mayoritario vigente en
las legislativas condujo a la elección del candidato
que llegara primero el día del escrutinio.
3. Tim Bale, Monica Poletti y Paul Webb,
“Explaining the pro-Corbyn surge in
Labour’s membership”, British Politics and
Policy, 16-11-16, http://blogslse.ac.uk
4. Cinco años antes, la representante
del ala izquierda, Diane Abbott, apenas
había reunido el 7,2% de los votos.
5. Véase Alex Nunns, “Jeremy Corbyn, l’homme à
abattre”, Le Monde diplomatique, octubre de 2015.
6. Por ejemplo, es el caso del movimiento People’s
Assembly Against Austerity, lanzado en 2013
por líderes sindicales, activistas y periodistas.
Organizado en 80 grupos a través del país, reunía
250.000 manifestantes el 20 de junio de 2015
y entre 50.000 y 100.000 en abril de 2016.
7. Su porción de votos se redujo del 90% al 50%.
8. Houcine Msaddek, “Des anti-marketeers
aux Bresiteers: la rhétorique eurosceptique
des syndicats britanniques d’un référendum
à l’autre”, Revue française de civilisation
britanique, Vol. XXII, N° 2, París, 2017.
9. Stefano Fella, “Should I stay or shoud I go?”,
Labour Research, Londres, junio de 2016.
10. “El hombre de Essex”, del nombre de un
condado del sudeste de Inglaterra, designa al elector
promedio. Cortejado por los Tories en los años
1990, se convirtió en objeto de todas las atenciones
con la llegada de Blair a la cabeza del partido.
*Periodistas.
Traducción: Teresa Garufi
 | 29

Actúa más rápido bloqueando

la reacción alérgica*

Toma Diaria horas de Acción Efectiva

*Porque contiene Cetirizina, que actúa más rápido bloqueando los receptores que producen la reacción alérgica. www.alernix.com.ar / 0800-22-ALERGIA (25374)
Lea atentamente
*Porque contiene Cetirizina,el
queprospecto. Antebloqueando
actúa más rápido cualquier duda consulte
los receptores a sulamédico
que producen y/o farmacéutico.
reacción alérgica.
Lea atentamente el prospecto. Ante cualquier duda consulte a su médico y/o farmacéutico. www.alernix.com.ar / 0800-22-ALERGIA (25374)
30 |
Las elecciones legislativas de marzo en Italia sumergieron al país en la
incertidumbre. Dos partidos autoproclamados “antisistema” obtuvieron
los mejores resultados pero ninguno alcanza la mayoría para gobernar.
Convertido en muy poco tiempo en el partido más importante del país, el
Movimiento 5 Estrellas presenta rasgos que lo vuelven inédito en Europa.
Oportunismo ideológico del Movimiento 5 Estrellas
Ni derecha, ni
izquierda… ni centro
por Luca Manucci*
2013
2018 Provincia de Bolzano
tasa de desempleo:3%
Milán
Turín Venecia
Bolonia
Génova
Florencia
Roma
Nápoles
Ca gliari
Fuentes: Istat, 2018; “Voto 2013 Palermo
Analisi Ipsos”, Ipsos, 2013;
“Elezioni politiche 2018, analisi
post-voto”, Ipsos-TWIG, 6 de marzo
de 2018; “Analisi dei flussi di voto alle
elezioni politiche 2018”, SWG, 5 de
marzo de 2018.
E
l resultado del Movimiento
5 Estrellas (Movimento Cin-
que Stelle, M5S) en las últimas
elecciones legislativas en Ita-
lia provocó una avalancha de
reacciones incrédulas. Es sin embargo un
efecto predecible de una prolongada crisis
política y económica. Dirigido a la clase po-
lítica, a los periodistas y a las instituciones
europeas, el gesto de “fuck-you” que dicho
partido adoptó como símbolo, sirvió como
válvula de escape al enojo de millones de
electores. Los italianos parecen apreciar
su dimensión catártica.
En un estudio publicado en 2016, los
economistas Guglielmo Barone y Sauro
Mocetti mostraban que las actuales fami-
lias más ricas de Florencia tienen el mismo
apellido o pertenecen a los mismos linajes
que aquellas cuyas inmensas fortunas da-
ban ya de qué hablar en el siglo XV (1). La
inamovilidad de los detentores del poder
económico explica quizás, en parte, por qué
once millones de italianos optaron por el
Origen y movilidad de los electores del Movimiento 5 Estrellas
Estimación de los flujos de votantes en las elecciones legislativas, en porcentaje
Centro Centro
Izquierda izquierda (católico) Derecha Otros1
2008 4 26 3 31 36
Izquierda
Centro izquierda
Centro
Derecha
Otros1
2013 8,7 millones de votos
10 3 10 76 2
1 emblema sonoro del movimiento.
58 2 2 10 2 4 24
2018 Derecha 10,7 millones de votos
Centro izquierda
1. Otros partidos, abstención y nuevos electores (18-22 años).
Izquierda
Otros 1 2. Las estimaciones provienen de dos sondeos poselectorales (SWG e Ipsos).
Bari Coalición ganadora por circunscripción
(escrutinio uninominal para la Cámara de Diputados)
Centro izquierda (Partido Demócrata y aliados)
Derecha (Liga, Forza Italia y aliados)
Movimiento 5 Estrellas Otros
Provincia
de Cretona, Tasa de desempleo
en el cuarto trimestre de 2017, por provincia
tasa de desempleo:
Catania 28,9% superior a 16%
100 km superior al promedio nacional (11,2%)
Dario Ingiusto
M5S. Los grandes partidos que gobiernan quete de votos) a cambio del derecho de ac-
Italia desde hace veinte años son responsa- ceso a los mercados públicos y a las conce-
bles de un crecimiento débil, de un alto ni- siones estatales y, por último, los políticos,
vel de desempleo (sobre todo entre los jóve- que valen menos que las prostitutas”. Lui-
nes) y de una deuda pública descontrolada gi Di Maio, de 31 años, candidato del M5S
(2). Combinado con la serie de escándalos al puesto de primer ministro, aplaudió los
de corrupción en relación con la omnipre- resultados del 4 de marzo último y prome-
sencia de la mafia, ese balance calamitoso tió la llegada de una “Tercera República de
destruyó por completo la confianza de la ciudadanos”, sobre las ruinas de la actual
población hacia sus dirigentes. El M5S es Segunda República. A su vez, ésta había na-
pues percibido por muchos como una esca- cido de las cenizas dejadas por los escánda-
patoria, una promesa de venganza contra los de corrupción que acompasaron la his-
un aparato político asimilado a una “casta” toria política de Italia hasta que, en 1994, los
que sólo se preocupa por sus privilegios. principales partidos políticos surgidos en
la posguerra se hundieran con la llegada al
Motivos del rápido ascenso poder de Silvio Berlusconi. Cuando el M5S
Guiseppe (“Beppe”) Grillo, el fundador del se presentó por primera vez a elecciones
movimiento, en 2014 había advertido en su nacionales, en 2013, prometía abrir el Parla-
blog que el M5S pensaba combatir tres ca- mento “como una lata de conserva” para di-
tegorías de adversarios: “Los periodistas vulgar secretos, artimañas y acuerdos. Ac-
que se cubren mutuamente para proteger tualmente, Di Maio afirma que su bando es-
a la ‘casta’ (y sus propios ingresos), los in- tá dispuesto a gobernar y que los otros par-
dustriales del régimen, siempre dispuestos tidos deberán negociar con él. Fundado en
a devolverle el favor (o a garantizarle un pa- 2005, el cyber movimiento de Beppe Grillo
Edición 226 | abril 2018
creció a una velocidad fenomenal. Hoy en
día es el partido más importante del país.
Dicho fenómeno se explica ante todo
por el sistema de herramientas informáti-
cas que elaboró el partido para facilitar la
participación de sus simpatizantes e ins-
taurar una democracia directa, con la po-
sibilidad de elegir a candidatos y represen-
tantes, determinar los posicionamientos
del partido sobre tal o cual tema o celebrar
referéndums. El M5S promueve una con-
cepción de la democracia basada en el prin-
cipio de deliberación online, la cual conferi-
ría a sus decisiones una mayor legitimidad.
Su utopía digital –organizar la consulta de
los ciudadanos por medio de foros en In-
ternet– ya produjo un cambio en la vida
política. Todos los italianos pueden actual-
mente expresar su opinión o estado de áni-
mo con un simple clic sin la mediación, con-
siderada forzosamente como detestable, de
un partido, de un sindicato o de un diario.
Otro elemento a considerar: el M5S es,
al menos por ahora, el único partido de
Italia que puede valerse de estar (casi) lim-
pio de antecedentes penales. Los asuntos
político-financieros son tan comunes en
el país que uno sucede al otro sin produ-
cir más efecto que el de arruinar aun más
la credibilidad de los partidos. El atracti-
vo del M5S deriva en parte de este postu-
lado elemental: un ciudadano sin expe-
riencia política será siempre más honesto
que cualquier “profesional” del régimen
anterior. No hay mitin del “5 Estrellas” en
el que, en el momento oportuno, los mili-
tantes no se pongan a entonar su cántico
favorito, “¡Onestà, onestà!” (“¡honestidad,
honestidad!”), que se ha convertido en el
 
El ascenso del M5S puede también vin-
cularse con la promesa de instaurar un sa-
lario mínimo universal. Si bien éste sería
relativamente modesto, tanto por su mon-
to (780 euros) como por la duración de su
atribución, las performances electorales
del movimiento están estrechamente rela-
cionadas con la cantidad de desocupados.
En el sur del país, donde la tasa de desocu-
pación entre los jóvenes es la más alta de la
Unión Europea, obtuvo más del 40% de los
votos. A nivel nacional, salió primero entre
los desocupados, obreros, empleados, amas
de casa y estudiantes. Además, presentó un
programa social generoso –más dinero pa-
ra las escuelas y hospitales, aumento de las
jubilaciones, etc.–, junto con la promesa de
bajar las retenciones fiscales. Pero esto no
le alcanzó para distinguirse de sus rivales:
en las elecciones de marzo, todos los princi-
pales partidos proponían aumentar el gasto
público y reducir los impuestos…
Un discurso elástico
El enfoque post-ideológico del partido tam-
bién puede haber jugado a su favor. En la
medida en que no carga con una línea prees-
tablecida ni con un sistema de creencias, el
M5S goza de una flexibilidad programáti-
ca infinita y puede dirigirse a donde lo lleve
el viento. Esto le permite reunir bajo su ala a
electores con puntos de vista diametralmen-
te opuestos. La estrategia de comunicación
del partido refuerza esta tendencia. Mientras
el ruidoso Beppe Grillo y su acólito Alessan-
dro Di Battista seducen a los electores más
radicales, el serio y conciliador Luigi Di Maio
les da tranquilidad a los más moderados. El
politólogo Ilvo Diamanti compara al M5S
con un autobús que, en la primera parada ha-
ría subir a pasajeros de izquierda para luego,
en la estación siguiente, hacer subir a bordo a
pasajeros de derecha o de extrema derecha,
convirtiéndose así en un vehículo de recolec-
ción de protesta antipolítica (3).
“El M5S no es de derecha ni de izquier-
da: está del lado de los ciudadanos –afirma-
ba Giuseppe Grillo en 2013 en su blog–. Fir-
memente populista. Si una ley es buena, la
 | 31

votamos; si es mala, no la votamos”. En esta
visión del mundo, se condena de la misma
manera al fascismo que al comunismo, co-
mo así también a los partidos tradicionales,
considerados como reliquias. Muchos ita-
lianos comparten este punto de vista, ra-
zón por la cual ahora en el país el término
mismo de “ideología” es percibido como
una mala palabra. La idea de que hay que
probar otra cosa, “superando las diferen-
cias”, gana cada vez más terreno.
El M5S evita generalmente tomar posi-
ciones claras sobre temas sensibles como
los derechos de los homosexuales o la in-
migración. En una investigación que rea-
lizamos junto a Michi Amsler, intentamos
medir la elasticidad del discurso del M5S
a partir de los posteos publicados duran-
te diez años en el blog de Grillo, que fun-
ciona como canal de comunicación oficial
(4). Su producción pletórica –un texto por
día – aborda una variedad impresionante
de temas. Allí se ve más un metadiscurso
sobre una cierta concepción de la demo-
cracia directa que una toma de posición
respecto de los temas evocados. La ma-
yoría de las veces, se repite una visión del
mundo maniqueísta que opone un pueblo
puro a elites corruptas.
Incluso las “cinco estrellas”, que su-
puestamente simbolizan las prioridades
del movimiento –servicio público del agua,
transportes públicos, desarrollo sosteni-
ble, acceso a Internet gratuito para todos y
protección del medio ambiente– fueron de
a poco perdiendo su significado. Ubicadas
en el centro del discurso en 2005 y 2006,
volvieron a usarse en 2011 y 2012 para lue-
go desaparecer nuevamente.
Pero es sobre todo a través de la cues-
tión europea que el M5S muestra su ca-
pacidad de adaptación. Luego de haber
sido considerado como un asunto de po-
ca importancia en 2005 y en 2013, sur-
gió como un tema central en vísperas de
las elecciones europeas de 2014, cuan-
do el partido se lanzó a la batalla recla-
mando que Italia saliera de la zona euro
–una reivindicación olvidada a la maña-
na siguiente de las elecciones–. El propio
Beppe Grillo lo explicó en ese momento:
al no tener “ni doctrina ni soporte ideo-
lógico”, el M5S tiene un posicionamien-
to “muy claro y adaptable: podemos tan-
La inamovilidad de
los detentores del
poder económico
explica quizás, en
parte, por qué once
millones de italianos
optaron por el M5S.
to conservar el euro como romper con él,
según los intereses de la nación”.
Si bien los cambios de rumbo constan-
tes, justificados por las consultas online,
pueden ser electoralmente rentables a
corto plazo, parecen poco sostenibles en
el tiempo. Si al M5S se le confiara la direc-
ción de un gobierno, debería adoptar una
posición sobre temas que dividen la opi-
nión, a riesgo de provocar el descontento
de una parte de su electorado. Por otro la-
do, el principio que consiste en seleccionar
a los candidatos en función de su honesti-
dad más que por sus competencias no pre-
senta sólo ventajas. Alessia D’Alessandro, la
“economista” que Di Maio decidió sumar
a su equipo de expertos, podría tener que
explicar algún día que, en realidad, no tiene
ningún título o diploma en Economía, sino
un vago interés por la materia (“En mi vi-
da privada, leo The Economist”, comentó).
La seguidilla de traspiés y de escándalos en
los que se vio envuelta Virginia Raggi des-
de que fue electa alcaldesa de Roma en ju-
nio de 2016, confirma asimismo que unos
cuantos clics en Internet no alcanzan para
elegir a los mejores candidatos ni para ga-
rantizar una perfecta transparencia.
Los electores del M5S tienen muchas
razones para sentirse traicionados o des-
encantados ante la situación de su país.
Este resentimiento no es, por cierto, una
especificidad italiana. Los partidos “post-
ideológicos” son cada vez más influyentes
en otros países de Europa. En todas par-
tes, los partidos socialdemócratas decli-
nan, mientras que los conservadores ven
cómo una parte de su base deriva hacia la
extrema derecha. En esta fase histórica,
abjurar de cualquier ideología puede apa-
recer como la fórmula mágica para obte-
ner un amplio consenso electoral.
Se vuelve cada vez más difícil clasificar
a los partidos políticos según la lógica de-
recha-izquierda. Una agrupación puede
mostrarse de derecha en el terreno iden-
titario o cultural, haciendo campaña con-
tra la inmigración o el casamiento homo-
sexual, mientras promueve medidas pro-
gresistas en el ámbito económico y social.
Por ahora, el Movimiento 5 Estrellas sigue
siendo un caso inédito en Europa. Ningún
otro partido tiene en su quintaesencia un
nivel tan alto de post-ideología. En España,
Podemos también nació de un movimien-
to participativo contra la desigualdad y la
corrupción (los “indignados”) y compar-
te con el M5S el entusiasmo por la demo-
cracia directa. Sin embargo, se ubica cla-
ramente a la izquierda. En el lado opues-
to, el Frente Nacional de Marine Le Pen en
Francia o el Partido por la Independencia
del Reino Unido (UKIP) de Nigel Farage
repiten que no son ni de derecha ni de iz-
quierda, mientras que sus discursos nacio-
nalistas invitan a clasificarlos, sin ninguna
duda, en la extrema derecha.
A fin de cuentas, el M5S debería más
bien ser comparado con los Partidos Pira-
tas que prosperaron durante algún tiempo
en Suecia, Alemania, República Checa o
Islandia. Ellos también elogiaban la demo-
cracia directa, la transparencia, la libertad
de informar y la lucha contra la corrupción,
antes de derrumbarse, en algunos casos,
por falta de una dirección fuerte y cohe-
rente, y de una base social suficientemente
amplia y popular. Puesto que Italia ha sido
siempre un laboratorio para el resto de Eu-
ropa (fascismo en los años 1920, inestabili-
dad política en los años 1960, gobierno de
expertos en los años 1990…), otros debe-
rían inspirarse, para bien o para mal, en la
estrategia del M5S. g
1. Guglielmo Barone y Sauro Mocetti,
“Intergenerational mobility in the very long run:
Florence, 1427-2011”, Working Papers, N° 1060,
Banco de Italia, Roma, abril de 2016.
2. Véase Andrea Fumagalli, “El gran bluff de
Matteo Renzi”, Le Monde diplomatique, edición
Cono Sur, Buenos Aires, julio de 2016.
3. Ilvo Diamanti, “M5s, né destra né sinistra:
il partito ‘pigliatutti’ che punta ai delusi della
politica”, La Repubblica, Roma, 10-4-17.
4. Luca Manucci y Michi Amsler, “Where the wind
blows: Five Star Movement’s populism, direct democracy
and ideological flexibility”, Italian Political Science
Review, Vol. 48, N° 1, Cambridge, marzo de 2018.
*Investigador en Ciencia Política en la Universidad de Zurich.
Traducción: Victoria Cozzo

¡YA SALIÓ!

Revista de Libros

JACQUES RANCIÈRE
DEMOCRACIA E IGUALDAD EN UN
MUNDO QUE CAMBIA
Es una publicación de cultura, literatura y política
EVA ILLOUZ
que ofrece una selección de los mejores textos de ISRAEL Y LA "BANALIDAD DEL MAL"
The New York Review of Books junto con
artículos de prestigiosos escritores y académicos TIMOTHY GARTON ASH
EL NUEVO FASCISMO ALEMÁN
argentinos y latinoamericanos
GABRIELA CABEZÓN CÁMARA
ALBERTO MIGRÉ, EL REY DE LA
TELENOVELA

IVAN JABLONKA
CREACIÓN Y CIENCIAS SOCIALES

#16 SUPLEMENTO UNSAM

NARRAR EL CAMBIO CLIMÁTICO

Suscripciones
en w w w. rd e l i b ros .c o m

EN VENTA
EN KIOSCOS
32 | Edición 226 | abril 2018

Los ciudadanos de Europa Central y Oriental, alentados por los medios después por el Partido Comunista Or-
todoxo, cerca del 59% de los checos vo-
de comunicación, perciben a su región agobiada por la corrupción. Sin taron por formaciones que pretenden
oponerse al statu quo.
embargo, según diversos estudios, las coimas y el tráfico de influencias Si le creemos al último Eurobaróme-
tro (3), la victoria de una campaña que
serían similares al resto del continente. La focalización sobre esos demonizaba a las élites no tiene nada de
sorprendente: el 84% de los checos pien-
países responde a evidentes intencionalidades políticas. sa que la corrupción está ampliamente
expandida en su país (contra el 67% de

Un discurso que favorece el ascenso de la derecha europea

los franceses, el 51% de los alemanes o el
22% de los daneses). Pero esta encues-
ta releva también cuestiones capitales
acerca de la manera en que los habitan-

Mitos y verdades
tes de la región perciben la corrupción.
Aunque muchos checos la consideran un
problema grave, son muchos menos los
que la experimentan: sólo el 19% de entre
ellos estima que los afecta personalmen-

de la corrupción
te en su vida diaria, y no más del 13% se
enfrentó en el transcurso de los últimos
doce meses con un pedido de obsequio
o de favor a cambio de un servicio. A tí-
tulo comparativo, un porcentaje similar
de sus vecinos austríacos (18%) tiene la
por Benjamin Cunningham* impresión de que la corrupción afecta
su vida diaria, y el 15% estima haber si-
do testigo directo durante el año pasado.
En cambio, sólo el 50% de los austríacos
piensa que está muy expandida en su
país. Incluso cuando un austríaco parece
correr los mismos riesgos de enfrentarse
a la corrupción que sus vecinos checos,
es menos propenso a ver en esta cuestión
un problema nacional.
A escala de la Unión Europea, esta
encuesta que compara experiencia y
sentimiento contradice el viejo prejui-
cio según el cual una Europa Central
y Oriental inmaduras estarían rezaga-
das con respecto a una Europa Occi-
dental íntegra. El 17% de los suecos (y
el 32% de los griegos) dicen conocer a
alguien que aceptó una coima, pero tan
sólo el 13% de los rumanos. Sin embar-
go, el 80% de los rumanos piensa que la
corrupción es un problema grave en su
país, contra el 37% de los suecos entre-
vistados. Sólo el 14% de los polacos co-
noce a alguien que recibió una coima,
es decir un poco menos que los belgas
(15%), los luxemburgueses (18%) o los
franceses (16%). En suma, los europeos
del ex bloque comunista piensan que
sus gobiernos no hacen lo suficiente pa-
ra combatir la corrupción. La perciben
como una parte integrante del mundo
de los negocios y como la manera de ob-
tener ciertos servicios públicos, incluso
cuando personalmente no se enfrentan
a la misma más que los demás europeos.

Una percepción distorsionada

Salvador Dalí, Le Voyage fantastique, 1965 (Gentileza Christie’s)
Cuantificar la corrupción, una prácti-
ca que es secreta por definición, no es
un asunto sencillo. Las representacio-
nes raramente se corresponden con la
experiencia. “El análisis está repleto

E
n las elecciones legislativas
checas de octubre de 2017, el
partido del millonario An-
drej Babiš, magnate de la
industria agroalimentaria y
de la prensa, derribó a la clase políti-
ca tradicional obteniendo el 30% de los
votos, mientras que ningún otro parti-
do superó el 12%. Cuando en 2011 creó
la Acción de los Ciudadanos Descon-
tentos (ANO, acrónimo que significa
“sí” en checo), Babiš decía que sólo un
próspero empresario, que no venía de
la política, podía reemplazar a una eli-
te corrupta. Seguro de su capacidad, de
su eficacia y de su fortuna, él encarna-
ba la solución. Era “lo suficientemente
rico como para no tener necesidad de
robar”, según una argumentación per-
feccionada por el ex alcalde de Nueva
York Michael Bloomberg (1). “Yo no
soy un estafador”, nos afirmaba duran-
te una entrevista antes de las eleccio-
nes (2). “¿Los otros sí?”, le pregunta-
mos nosotros. “Sí.”
Aunque menos abiertamente dema-
gogo o xenófobo que otras figuras polí-
ticas de la región, el nuevo Primer Mi-
nistro checo −que dirige un frágil go-
bierno minoritario– es de la misma ca-
laña. La Oficina Europea de Lucha con-
tra el Fraude (OLAF) encontró múlti-
ples irregularidades en el uso de los 2
millones de euros de fondos europeos
que consiguió para la construcción de
un complejo hotelero al sur de Praga.
Algunas semanas antes de las eleccio-
nes, el Parlamento le retiró su inmuni-
dad para que fuera juzgado −voto que
se renovó en enero de 2018–. Pero los
electores desconfiaban tanto de los
otros candidatos que le concedieron a
Babiš el beneficio de la duda. A fin de
cuentas, estos alegatos provenían de la
“élite corrupta”, e incluso en el caso de
que fueran comprobados, sacar el di-
nero de Bruselas no es visto verdadera-
mente como un delito: “No es nuestro
dinero, así que lo podemos robar”, re-
sume Balázs Jarábik, investigador en la
Fundación Carnagie. Finalmente, gra-
cias a la fuerza de persuasión de Babiš,
a la incompetencia de sus opositores
y al descontento popular, un millón y
medio de electores hicieron caso omi-
so de las acusaciones de fraude. Si a su
éxito le sumamos el del Partido Pirata,
en tercera posición con el 10,8% de los
votos, seguido por el partido neofas-
cista Libertad y Democracia Directa,
de información dudosa cuya veracidad
no podemos determinar”, concede Dan
Hough, experto en metodología de la
corrupción en la Universidad de Sussex.
Esta confusión alimenta el conspiracio-
nismo al darles a los ciudadanos la im-
presión de que se les esconden cosas. En
este sentido, la “percepción de corrup-
ción” bien podría ser un factor de ines-
tabilidad en Europa Central y Oriental,
y generar consecuencias desastrosas en
los sistemas políticos de la región.
Un estudio que analiza las eleccio-
nes entre 1980 y 2016 no establece “nin-
gún lazo sistemático” entre el éxito de
los demagogos autoritarios y la inmi-
gración, ni ninguna prueba suficiente
en “factores de explicación económi-
cos del populismo”. En cambio, con-
cluye que la percepción de la corrup-
ción constituiría el principal elemento

anunciador de su llegada al poder (4).
Corrientes en otros tiempos margina-
les, como las que se expresan a través de
Babiš y de Viktor Orbán en Hungría, el
partido polaco Derecho y Justicia (PiS)
o la joven coalición de los Patriotas Uni-
dos en Bulgaria, supieron explotar esta
sensación de una corrupción endémica.
Muchos casos recientes llevan a pen-
sar que la integridad se encuentra más
en Suecia que en Rumania. Sin embar-
go, a través del Eurobarómentro los
suecos dan con mayor frecuencia testi-
monio de una corrupción a pequeña es-
cala, lo que coincide generalmente con
un nivel más alto de corrupción en ge-
neral: en los lugares donde los policías
reciben coimas, los altos funcionarios
no se quedan atrás. Este desplazamien-
to basado en impresiones colectivas no
sirve como prueba, y la medida de es-
ta percepción es discutible (5), pero in-
tensifica la duda. Demuestra también
que la apreciación que uno se imagina
acerca de la importancia de la corrup-
ción no proviene tanto de la experien-
cia personal, sino que se infunde por
medio de los discursos públicos, entre
los que se cuentan los de los medios o
los de las organizaciones no guberna-
mentales (ONG): “Si alguien cree que
hay un tigre escondido en la pieza, no se
va a quedar adentro, poco importa si el
tigre es real o no”, explica Hough.
La aprensión a la corrupción, sobre
todo cuando se inscribe en la memoria
colectiva, puede superar a la realidad.
En Polonia, el PiS, nacionalista y con-
servador, obtuvo la mayoría parlamen-
taria en 2015, principalmente gracias
al caso del “Waitergate”. Mozos de res-
taurantes caros de Varsovia grabaron a
políticos del partido oficialista, la Pla-
taforma Cívica (PO), mientras saborea-
ban cenas de varios cientos de euros. En
medio de observaciones por lo general
muy vulgares, se escucha en estas gra-
baciones especialmente a un ministro
que le pide al director del Banco Cen-
tral que estimule la economía de ma-
nera tal que favorezca a su partido du-
rante las elecciones. “Estas conversa-
ciones escandalizaron a la mayoría de
los polacos”, explica Łukasz Lipiński,
miembro de Polityka Insight, un círculo
de reflexión de Varsovia. Mientras que
los medios destilaban estas grabacio-
nes día tras día, el PiS convenció a los
electores de que “toda la élite política y
económica [era] corrupta y [se chupa-
ba] al país hasta dejarlo exangüe”. La
estratagema funcionó porque recorda-
ba las chocantes privatizaciones de los
años 1990, cuando las acciones que es-
taban en manos del Estado pasaron su-
brepticiamente a manos de entidades
privadas. La idea de que algunas élites
preocupadas sólo por su propio inte-
rés decidían secretamente el futuro del
país parecía creíble porque ya había pa-
sado en 1991. Este pretendido retraso
cultural, que genera enojo a posteriori,
es un ejemplo de las distorsiones provo-
cadas por el pasado en la visión del pre-
sente. “A la gente le lleva tiempo perci-
bir los cambios”, observa Hough.
En Eslovaquia, el 48% de los ciudada-
nos encuestados está persuadido de que
la situación se agrava, mientras que el
34% piensa lo contrario. Como en todos
lados, este fenómeno juega a favor de la
derecha nacionalista: el 8% de los elec-
tores y el 22% de los que votaban por
primera vez eligieron un partido nega-
cionista de extrema derecha, el Partido
Popular “Nuestra Eslovaquia” (ĽSNS),
en las elecciones legislativas de 2016
(6). Estos electores mencionaban a la
corrupción entre sus motivaciones, y es-
to a pesar de un incremento en la trans-
parencia de las finanzas públicas.
En 2011, el Parlamento eslovaco votó
una ley que obliga al gobierno y a las mu-
nicipalidades a tener disponibles en In-
ternet los contratos públicos. Un estudio
de 2017 llevado a cabo por la ONG Trans-
parency International Slovakia mues-
tra un aumento del 25% de los informes
sobre los mercados públicos en los tres
años que siguieron (7). Así, aunque las
instituciones ganan en transparencia y
los ciudadanos están cada vez más aten-
Los europeos del ex
bloque comunista
piensan que sus
gobiernos no
hacen lo suficiente
para combatir la
corrupción.
tos (el 8% de la población consulta un
contrato online cada año), la opinión do-
minante se convence de lo contrario. El
terreno de la corrupción se contrae, pero
el aumento de la vigilancia mantiene el
escepticismo. Gabriel Šípoš, director de
la filial eslovaca de Transparency Inter-
national, observa que los medios, dicho
metafóricamente, son de “gatillo fácil”:
informan sobre sospechas más de lo que
llevan a cabo verdaderas investigacio-
nes. El espectacular cuestionamiento de
figuras prominentes a partir de filtracio-
nes requiere además mucha menos pe-
ricia periodística y molesta menos a los
electores que cuestionar el sistema eco-
nómico y social que validaron en las elec-
ciones. El pensador búlgaro Iván Kras-
tev habla al respecto del “argumento del
entrometido”: “La corrupción fagocitó
la imaginación de los medios y la sobre-
producción de reportes sobre el tema
influenció a la opinión pública, dando la
impresión de que era omnipresente en la
vida pública”.
Los motivos para alimentar el mito
Esta cobertura mediática alimenta el
discurso político a nivel nacional, pe-
ro también se inscribe en una retórica
más general sobre la corrupción de los
países del ex bloque comunista. Las in-
tervenciones extranjeras, por lo gene-
ral bien intencionadas, acentúan esta
tendencia. El Departamento de Estado
estadounidense, por ejemplo, les asignó
100.000 dólares de ayuda a las ONG an-
ticorrupción checas entre 2015 y 2017,
mientras que Austria no recibía ningu-
na… Aunque sean modestas, estas sub-
venciones marcan la identidad de Eu-
ropa Central y Oriental. Este dinero
beneficia a las ONG locales y a una pe-
queña industria anticorrupción que se
entiende con los medios para ocupar la
esfera pública. En Ucrania, país que ya
concentra los esfuerzos internaciona-
les, este fenómeno alcanza proporcio-
nes sorprendentes. De acuerdo con una
encuesta reciente, el 69% de los ucra-
nianos percibe la corrupción como la
mayor catástrofe de su país, pero sólo el
29% considera que forma parte de los
cinco temas más importantes de su vi-
da personal (8). Según Jarábik, esta in-
coherencia se explica por la “campaña
permanente llevada a cabo por las ONG
y la Unión Europea”.
Aunque la Unión −no sin razón- con-
sidere la corrupción como un proble-
ma en Europa Central y Oriental, na-
da justifica que cierre los ojos ante el
resto del continente. Es sin embargo
lo que sugiere el destino del informe
anticorrupción de la Comisión Euro-
pea. Luego de una primera edición en
2014, para febrero de 2017 se esperaba
una actualización. La segunda edición
fue redactada, pero nunca se publicó.
Al momento de enterrar ese informe,
el vicepresidente de la Comisión, Frans
Timmermans, presentó la corrupción
como un “asunto crucial en varios Es-
tados miembros”. Adivinen cuáles…
“Por supuesto, el primer informe tenía
el mérito de aportar un análisis de con-
junto y crear una base para futuros tra-
bajos”, continuó. Y agregó: “Eso no sig-
nifica que la mejor manera de proceder
sea llevar a cabo una serie continua de
informes similares” (9). Uno se puede
preguntar acerca de la lógica de una es-
trategia semejante, en particular por-
que el informe ya estaba terminado. Un
funcionario con una buena posición en
Bruselas nos confió que el documento
había sido enterrado bajo la presión de
varios países de Europa Occidental, en-
tre los cuales estaba Francia, entonces
en plena campaña electoral, porque en
el mismo daban una mala imagen y te-
mían la emergencia de agitaciones po-
líticas en sus respectivos países. En una
palabra, todo eso fortalece la ilusión de
una Europa dividida entre países co-
rruptos al Sur y al Este y países irrepro-
chables al Norte y al Oeste.
La perpetuación del mito de una Eu-
ropa Central y Oriental desmedidamen-
te corruptas implica además una inter-
pretación muy limitada de esta noción.
En esos países, la aversión que suscita
se confunde con la impresión de que las
empresas de Europa Occidental tratan
desde hace mucho tiempo a esta región
como una cantera de mano de obra ba-
rata y consumidores poco exigentes. Un
importante estudio confirma por otro la-
do este predominio de “empresas extran-
jeras”, cuyos propietarios vienen “prin-
cipalmente de Alemania” (10). Ahora
bien, estas multinacionales tienen fama
de no preocuparse por las poblaciones
locales y de absorber las riquezas de la
región. Más allá de que sus prácticas no
apunten a malversar fondos públicos en
beneficio de intereses directamente per-
sonales, tienen un fuerte impacto sobre
la percepción de la corrupción en el Cen-
tro y Este de Europa.
Los ciudadanos no hacen ninguna
distinción entre lo que proviene de lo
legal, de la “optimización” fiscal, por
ejemplo, y lo que proviene de lo ilegal.
En realidad, buena parte de lo que los
europeos del Centro y del Este clasifi-
can en la categoría “corrupción” son
prácticas del sector privado occiden-
tal. En República Checa, Babiš dirige el
tentacular conglomerado Agrofert que,
en 2014, era la tercera empresa del país
por su volumen de negocios y le trans-
fería al Estado el 21,8% de sus ganan-
cias, es decir 63 millones de euros en
impuestos a las empresas (11). En cam-
bio, la filial checa de la cadena minoris-
ta alemana Lidl, décima empresa del
país por su volumen de negocios, no pa-
ga ningún impuesto a las empresas en
la República Checa. Lidl se beneficia de
una cláusula de la “asociación comer-
cial general” −un tipo de arreglo nor-
malmente reservado a las pequeñas es-
tructuras (arquitectos, abogados)– que
le permite elegir a la entidad que pagará
el impuesto a las ganancias. Y el 99% de
los dividendos van al socio alemán.
| 33
Babiš está sospechado de haber ob-
tenido subvenciones europeas de ma-
nera fraudulenta, lo que llevó a inyec-
tar 2 millones de euros en el país −un
acto proveniente de la corrupción–. Si
se le aplica a Lidl la misma tasa de im-
puesto a las empresas que se le aplica
a Agrofert, se estima en 22 millones de
euros lo que no estaría percibiendo la
República Checa −una maniobra legal
que no es considerada como corrup-
ción–. Se puede adivinar sin problemas
cuál de los dos es visto como el más co-
rrupto entre los electores checos. Así,
no sólo los actores extranjeros contri-
buyen a exagerar el discurso acerca
de la corrupción en la región sino que,
además, son en gran medida responsa-
bles de las actividades percibidas como
tales. En Alemania, Austria o Suecia es
distinto, porque las ganancias de las
empresas del país en la mayoría de los
casos son repatriadas.
Así, en el Centro y en el Este de Eu-
ropa, la corrupción se vuelve una expli-
cación automática para cualquier fenó-
meno difícil de comprender. “Por más
que esté convencido de la importancia
de luchar contra este problema, pien-
so que los electores de Europa Central,
cuando juzgan a los políticos, tienden a
sobrestimar los escándalos de corrup-
ción y a subestimar la incompetencia”,
comenta Šípoš, de Transparency In-
ternational. Exacerbando la animosi-
dad hacia la política de la “doble moral”
de Europa Occidental, esta percepción
arrastra a los electores hacia demago-
gos autoritarios y hacia la extrema de-
recha. Cada vez más decisiones políti-
cas radicales se basan en mentiras. Con
la promesa de reformar instituciones
que no están tan mal como se quiere
hacer creer, llegan al poder agitadores.
Los falsos pretextos acentúan las tur-
bulencias políticas, con el riesgo de ha-
cer crecer los fraudes. g
1. Véase Renaud Lambert, “Une élection
selon Michael Bloomberg”, Le Monde
diplomatique, París, junio de 2017.
2. “Babiš: I am not a crook, read the story
of Chirac or Berlusconi”, The Slovak
Spectator, Bratislava, 19-10-17.
3. “Special Eurobarometer 470 –
Corruption Report”, Comisión Europea,
Bruselas, octubre de 2017.
4. Dalibor Rohac, Sahana Kumar y Andreas
Johansson Heino, “The wisdom of demagogues:
Institutions, corruption and support
for authoritarian populists”, Economic
Affairs, Vol. 37, N° 3, Londres, 18-10-17.
5. Véase Bernard Cassen, “Limites
de la transparence”, Le Monde
diplomatique, París, julio de 2001.
6. “5 takeaways from Slovakia’s election”,
Politico, Bruselas, 6-3-16.
7. Gabriel Šípoš, Samuel Spáč y Martin Kollárik,
“Not in force until published online: What
the radical transparency regime of public
contracts achieved in Slovakia”, Transparency
International Slovakia, Bratislava, 2015.
8. “Public opinion survey of residents of Ukraine,
November 15-December 14, 2017”, Center for
Insights in Survey Research, Washington, DC.
9. Carta de Frans Timmermans, 25-
1-2017, http://transparency.eu
10. Filip Novokmet, Thomas Piketty y
Gabriel Zucman, “From soviets to oligarchs:
Inequality and property in Russia, 1905-
2016”, NBER Working Paper Series, National
Bureau of Economic Research, Cambridge,
Massachusetts, agosto de 2017.
11. “Runaway taxes: Who pays tax in Central
and Eastern Europe?”, Za Zemiata, Glopolis,
Demnet, Lapas, IGO y Ekvilib Institute,
Praga, 2017, https://glopolis.org
*Periodista, Praga.
Traducción: Aldo Giacometti
 34 | Edición 226 | abril 2018

Japón aún no se recupera de la seguidilla de catástrofes que reste de Sendai. Quedó destruida en
casi un 70% y cedió su lugar a nuevos
golpearon al país en 2011. Aunque en ese momento el embate de la terraplenes de forma piramidal. En es-
ta zona rellenada con basura, entre los
ola causó la mayor parte de las víctimas y de los daños materiales, montículos de tierra levantados por
las excavadoras, se destacan pequeñas
las consecuencias de la falla de seguridad de la planta de Fukushima construcciones de madera. Hay una
en el plano humano y económico serán profundas y duraderas. oficina de correos, una peluquería, un
negocio de sushi y una pastelería que
adorna su vidriera con tortas bella-
mente decoradas. Una música almiba-
Las víctimas del noreste de Japón rada rodea la veintena de comercios.
Un trabajador de las excavaciones me

Fukushima, tsunami
observa. Ese trabajo es lo único que le
queda a este ex pescador: “Estamos re-
construyendo, pero en definitiva no sa-
bemos para quién. Muchos no quieren
volver al lugar donde perdieron todo lo

y después…
que tenían. En siete años, los más jóve-
nes hicieron una nueva vida, casi todos
lejos de aquí. Yo tengo suerte, todavía
Abashiri
Abashiri

Asahikawa
Asahikawa tengo a mi familia, que vive en la casa
de mi hermanoKitami a unos cien kilómetros.
Kitami
Y además, tengo este trabajo. ¿Volver a
Otaru
Otaru pescar? No hay mucha gente que quiera
por Philippe Pataud Célérier*, enviado especial comer nuestros peces, incluso cuando
su contenido radiactivo está por deba-
Sapporo
Sapporo
jo de lo queKushir
Obihiro
Obihiro establecen
o o
Kushir las normas.” Ke-

E
sennuma, Rikuzentakata, Ofunato, Ka-
l pizarrón que se alza fren- maishi: en todas estas pequeñas ciuda-
te a los pupitres escolares Catástrofe Catástroferápida, rápida, des costeras, la preocupación carcome
sigue colmado de signos: a la población.
ideogramas, números, cro- desolación desolaciónduradera duradera Una estatua de Kannon, la diosa de
quis. Nada parece haberse Gran centro
Gran urbano
centro urbano la compasión, domina las alturas de Ka-
movido desde ese 11 de marzo de 2011, a Carretera
Carretera principal
principal maishi. Desde la cima de sus 48 metros,
las 14:46 hs. Un par de borradores rese- la vista es espectacular. Las máquinas
MarMar
cos se desintegran en el apoyatizas. La Instalaciones Instalaciones nucleares
nucleares
trabajan para reconstruir tres diques
Central
Central de Japón
de Japón
imagen es de una cruel ironía, ya que Aomori
Aomori que se inauguraron poco tiempo antes
Centro
Centrode procesamiento
de procesamiento de desechos
de desechos
afuera de lo que solía ser la escuela pri- Hirosaki
Hirosaki
AOMORI
AOMORI Hachinohe
Hachinohe del tsunami: los muros de diferente ex-
maria de Arahama todo desapareció Sismo Sismoy tsunami
y tsunami deldel
11 de11 marzo
de marzo de 2011
de 2011 tensión (990, 670 y 330 metros), ancla-
con el agua. Desde la terraza de la es- Epicentro
Epicentro deldel
sismosismo dos a más de 63 metros de profundidad,
cuela, puede verse lo que queda del ba- CostaCosta
gravemente
gravemente alcanzada
alcanzada porpor
el tsunami
el tsunami
AKITAKIT
A A
quedaron totalmente sumergidos. Peor
rrio de Wakabayashi: un paisaje areno- (inundaciones)
(inundaciones)
Morioka
Morioka aun, generaron un fenómeno de retro-
so, escenario de la danza incesante de Municipios
Municipios conconmásmás de 10de muertos
10 muertos AkitaAkita ceso del agua que multiplicó la violen-
excavadoras y camiones volquete. Re- Accidente Accidente nuclear
nuclear
IW AT
IWEAT E cia de las olas. “¿Qué otra cosa podría-
sulta difícil imaginar que alrededor de Zona Zona
contaminada
contaminada porporla radioactividad
la radioactividad T OT H OOH KO UK U Ka maishi
Ka maishi mos hacer?”, se pregunta un capataz.
la escuela había unas ochocientas casas másmás de 30.000
de 30.000 Bq/m Bq/m
2 2 Ofunato
Ofunato
Y agrega: “Si queremos que la gente
donde vivían dos mil doscientas perso- másmás de 3.000.000
de 3.000.000 Bq/m Bq/m
2 2
Sa kata
Sa kata
Rikuzentak
Rikuzentak
ata ata vuelva, tenemos que darles tranquili-
nas. El océano se encuentra a setecien- Tsuruoka
Tsuruoka
MIYAGI
MIYAGI
Kesennuma
Kesennuma dad. Por el momento, hay más obreros
tos metros. Se ve un dique en construc- Fuentes: Fuentes:
(nord-est
Rémi
(nord-est
Rémi
Scoccimarro,
du Japon)
Scoccimarro,
du Japon)
aprèsaprès
“La “La
reconstruction
reconstruction
les catastrophes
les catastrophes
du Tohoku
du 11
du Tohoku
dumars
11 mars
2011”,
2011”, YAMAGATA Ishinomaki
YAMAGATA Ishinomaki
Minamisanriku
Minamisanriku
que habitantes. Pero, ¿por cuánto tiem-
ción y una vía rápida, de seis metros de Géoconfluences, Géoconfluences, octubre
octubre
de 2017;
de 2017;
prefectura
prefectura
de Fukushima,
de Fukushima,
Yamagata
Yamagata
po? El compromiso estatal comienza a
2018.
2018.
altura, que comienza a entrar hacia el Sendai
Sendai mermar”. Entre 2011 y 2015, el gobierno
interior. Entre ambas obras no hay na- Consecuencias Consecuencias sanitarias
sanitarias ata ata
NiigNiig invirtió 25,5 billones de yenes (239.700
da que atraiga la atención, salvo un pe- siete sieteaños años después
después S oma
S oma
Fukushima
Fukushima
millones de dólares), pero sólo se desti-
queño cementerio con estelas revuel- Fukushima Date
Fukushima Date
NIIGNIIG
ATAATA nó una cuarta parte de ese monto para
tas como palitos de Mikado. Iitate
Iitate Koriyama
Koriyama F F el período 2016-2020 (2).
Estamos en la región de Tohoku, en Kawamata
Kawamata
Minamis omaoma
Minamis FUKUSHIMA
FUKUSHIMA F F “Sabe, aquí no estamos en la región
la costa oriental del noreste de Hons- Nihonmatsu
Nihonmatsu Iwaki
Iwaki de Kanto (Tokio) ni en la de Kansai
hu, la isla central del archipiélago nipón. Ta kaoka
Ta kaoka Toyama
Toyama TO CHIGI
TO CHIGI (Kioto), que son las que concentran
Nagano
Nagano
Con un millón de habitantes, la ciudad Ka nazawa
Ka nazawa
Katsurao
Katsurao
Namie
Namie GUNMA
GUNMA
Utsunomiya
Utsunomiya la población y los capitales”, expli-
Hitachi
Hitachi
de Sendai es la capital de la prefectura Zona Zona de mayor
de mayor evacuación
evacuación Futaba
Futaba Ta kasaki
Ta kasaki T T ca Kowata, un oriundo de este Tohoku
de Miyagi, que limita con Fukushima al (2011)
(2011)
FukuiFukui
Tamura
Tamura
Matsumoto
Matsumoto MitoMito (“noreste”), donde viven diez millones
Okuma
Okuma
sur y el Océano Pacífico al este. El tsuna- ZonaZona desclasificada,
desclasificada, regreso
regreso de de IBARAKI
IBARAKI de almas. Como describe Tawada Yoko
los habitantes
los habitantes autorizado
autorizado SAITSAIT
AMA AMA
mi del 11 Matsue
deMatsue
marzo de 2011 fue
Tottori provoca-
Tottori o eno vías
en vías de autorización Kawauchi
de autorización Kawauchi
Tomioka
Tomioka
Tokyo
Tokio
Tokyo
Tokio en su libro Journal des jours tremblants
do por un terremoto de una violencia in- Maizuru (menos
(menos
Maizuru de mSv/an)
de 20 20 mSv/an)
Kōfu
NarahaKōfu
Naraha TO KI
TOOKI O Océano
Océano (3), “después del terremoto de Kobe, en
GifuGifu
audita, que se registró en altamar a 120 ZonaZona en curso
en curso
de desclasificación
de desclasificación a fines
a fines de 2017
de 2017
Pacífico
Pacífico 1995, el suministro inmediato de ali-
kilómetros de Sendai (1). “Las olas, de Kyōto (entre
Kyōto
(entre
20 y2050y mSv/an)
50 mSv/an) Toyota Toyota Hirono
Hirono mentos se resolvió cuando los grandes
Nagoya
Nagoya CHIBA
CHIBA
veinte metros de altura, embistieron Himeji
Himeji
la Prohibida
Prohibida la residencia
la residencia Iwaki
Iwaki Shizuoka
Shizuoka supermercados sacaron los productos
To Ta
To Ta Ōtsu Ōtsu 0 0 100100
km km
costa a una velocidad
Hiroshima
Hiroshima
Okayama de entre seiscien-
Okayama
Kōbe
KōbeN AN AOsaOsa
ka
a largo
a largo
ka
plazoplazo Okazaki
Okazaki
0 Toyohashi
0 Toyohashi20 km 20 km de sus estanterías a la calle y los pusie-
Fukuyama
Fukuyama Nara Ts uTs u
Yamaguchi
Yamaguchi
tos y novecientos kilómetros
Kurashiki por
Kurashiki hora. H H
Nara ron a disposición de la población. Aho-
i
seki ¡Sólo resistió esta escuela, construida en Sa kai Sa kai Hamamatsu
Hamamatsu ra bien, en los pueblos pesqueros del
1873! Kure Kure
Allí se refugiaron Ta kamatsu
Ta kamatsu
trescientas vein-Wa Wakayama
kayama noreste, no hay grandes supermercados
te personas, estudiantes, empleados, ve- Cécile Marin y, además, los damnificados no viven
Tokushima
Tokushima
cinos, hasta que llegaron a rescatarlos
Matsuyama
Matsuyama agrupados en un mismo lugar”. ¿Por
e
ume en helicóptero”, relata el voluntario que qué en 2011 no lanzaron los alimentos
ŌitaŌita
nos llevó a visitar el lugar.
Kōchi “Al principio,
Kōchi vera de 2017. Desde entonces, recibimos el impacto de las catástrofes puede medirse desde helicópteros? Porque “la ley so-
la municipalidad quería demolerla, pero unas mil personas por día. Vienen de to- en base a las titánicas obras que jalonan esos bre la seguridad del territorio no lo per-
moto
mamoto después les pareció mejor conservarla. das partes de Japón”, agrega. quinientos kilómetros de una costa que, a mitía; ningún político tuvo el coraje de
Nuestra prefectura fue la más afectada, En la actualidad, el barrio está catalogado veces, se encuentra devastada hasta treinta hacerse cargo de una medida deroga-
murieron doce mil personas. La mayo- como zona de riesgo, y está prohibido cons- kilómetros hacia el interior. Miles de má- toria por la situación de emergencia”,
ría de las víctimas de Sendai (novecien- truir. Los sobrevivientes buscaron refugio quinas municipales trabajan para despejar, continúa la escritora.
tas treinta) vivían en el barrio de Waka- tierra adentro, en viviendas temporales. El aplanar y reconstruir. A medida que el micro La región más extensa de Honshu es
Miyazaki
Miyazaki
bayashi.” Bajamos a los pisos inferiores. cataclismo se desarrolló en tres tiempos: avanza a lo largo del Pacífico, la cantidad de la tierra nativa de los ainu, un pueblo
Las fotografías de las aulas con automó- primero el terremoto, luego el tsunami y fi- obras resulta abrumadora. autóctono que también habitaba en la
viles incrustados, atrapados en una co- nalmente el accidente nuclear. De las cua- isla de Hokkaido antes de la conquista
raza de tierra, inmundicias y chatarra, trocientas cincuenta mil personas despla- Reconstrucción japonesa del siglo XIX. Durante mucho
nos dejan azorados. “Todo se mantuvo zadas, ciento sesenta mil debieron huir de la Minamisanriku era una pequeña ciu- tiempo, esta región se constituyó co-
como estaba. Sólo reforzamos las estruc- radioactividad tras la explosión en la planta dad costera de diecisiete mil habitan- mo el fin del mundo, un territorio que
turas para abrirla al público en la prima- de Fukushima-Daiichi (ver mapa). En 2018, tes, ubicada setenta kilómetros al no- los japoneses mantenían con desprecio

en la fría periferia del centro imperial
(ayer Kioto, hoy Tokio). Esta Michi-
noku, “tierra más allá de los caminos”,
antiguo nombre de Tohoku, estaba tan
alejada de los lugares de poder que sólo
podía estar habitada por bárbaros, pa-
rias o asociales, como los yamabushi,
esos ermitaños que yerran en las frías
montañas de Yamagata.
A partir de la década de los sesenta,
el Estado tuvo la idea de construir va-
rias centrales nucleares en el Tohoku
para llevar luz a sus pobladores (en el
sentido literal pero también figurado),
si bien los principales usuarios son los
habitantes de la capital. Para Tokio y
sus alrededores (cuarenta millones de
habitantes), el Tohoku era una fortu-
na tan grande como la desventura que
afectaba a esa vasta región (67.000 kiló-
metros cuadrados) poco desarrollada.
La búsqueda de un empleo que no fuera
en la pesca, la agricultura y el turismo
incipiente, empujaba a los jóvenes gra-
duados al éxodo.
Las seis prefecturas del Tohoku se
disputaron ese maná nuclear, que in-
cluye el complejo de Rokkasho, empla-
zado en el extremo norte. Éste cuenta
con una planta de enriquecimiento, un
sitio de almacenamiento y una planta
de retratamiento, que se diseñó con la
participación del grupo francés Areva,
en base al modelo del sitio de La Hague.
El pasado mes de enero, treinta años
después del anuncio de su construcción
y con más de veinte mil millones de dó-
lares invertidos, la apertura de la plan-
ta de retratamiento se postergó por vi-
gésima tercera vez... Ésta podría entrar
en actividad en 2021, y el centro de pro-
ducción del muy controvertido MOX
(una mezcla de óxido de plutonio y óxi-
do de uranio, que recicla parte del com-
bustible ya utilizado), al año siguiente.
Sin escrúpulos
A falta de una red hidrográfica impor-
tante a nivel nacional, la prefectura de
Fukushima, que cuenta con una cos-
ta marítima favorable para el enfria-
miento de los reactores, se postuló co-
mo candidata, con el apoyo de la ciudad
del mismo nombre. Ubicada 220 kiló-
metros al noroeste de Tokio, se trataba
de una distancia adecuada para el su-
ministro de energía. Así, entre 1967 y
1979, se construyeron progresivamente
seis reactores nucleares. Todas las mi-
radas estaban puestas en la planta de
Fukushima-Daiichi. La sombra que el
escritor Tanizaki Junichiro había cele-
brado dejó de existir (4). Las múltiples
e importantes ayudas estatales propor-
cionadas por el hada de la electricidad
(los subsidios, un sistema fiscal ventajo-
so) irrigaron la red económica regional.
Los concejales recibieron enormes pre-
supuestos de funcionamiento (de siete
a diez años de autonomía para la ciudad
de Fukushima), garantía de una popula-
ridad capaz de transformarse en benefi-
cios electorales. Las iniciales de la em-
presa de energía nuclear, la Compañía
de Electricidad de Tokio (TEPCO, por
su sigla en inglés), se ufanaban desde el
frontón de la estación de Fukushima.
La sombra seguía allí, pero no había
que buscarla en ese claroscuro que, se-
gún Tanizaki, daba a cada cosa su esen-
cia íntima, su propia luz interior, sino
en los arreglos entre el Estado, las auto-
ridades locales (prefectura, municipa-
lidades) y una empresa de energía nu-
clear inescrupulosa. Además de ocultar
casi doscientos incidentes entre 1984
y 2002 y falsificar informes de inspec-
ción (5), TEPCO ignoró un informe de
2009 que advertía acerca del riesgo de
un tsunami con una altura de ola ma-
yor a la prevista (seis metros). Una ho-
ra después del terremoto de 2011, una
ola de entre catorce y quince metros al-
canzó la costa. Se cortó toda fuente de
alimentación eléctrica y los sistemas de
refrigeración de emergencia quedaron
bajo el agua. Fue entonces cuando tres
reactores (de seis) entraron en fusión y
exhalaron sus hálitos mortales.
Siete años después, la magnitud de
TEPCO ignoró un
informe de 2009
que advertía acerca
del riesgo de un
tsunami con una
altura de ola mayor
a la prevista.
la tarea resulta abrumadora y el costo
de la catástrofe parece alcanzar cifras
astronómicas, ya sea para desmantelar
la planta o para descontaminar el sue-
lo y el agua. ¿Cómo encontrar mano de
obra dispuesta a realizar esas tareas?
TEPCO multiplica los niveles de terce-
rización, lo que trae como consecuen-
cia competencias y criterios de con-
tratación cada vez más laxos a medida
que quienes reciben las órdenes se dis-
tancian de la empresa de energía prin-
cipal (6). Los subcontratistas –a veces
fagocitados por los yakuzas (7)– pare-
cen adaptarse a los intereses de todos:
los del empleado dispuesto a poner su
vida en riesgo al superar el umbral de
exposición crítica en un área contami-
nada para ganar algunos yenes extra,
así como los de la empresa de energía
que busca incesantemente una mano de
obra cada vez más escasa ante los múl-
tiples peligros de estos trabajos inédi-
tos y fuera de la norma.
Desde 2011, ya son más de sesen-
ta mil las personas que intervinieron
en la planta. Seis mil trabajan cada
día para desmantelar los tres reacto-
res que se fundieron. La principal difi-
cultad sigue siendo localizar y contro-
lar el corium, una mezcla fuertemente
radioactiva, producto de la fusión de
combustibles nucleares con los mate-
riales metálicos que incorpora a su pa-
so. Algunas imágenes proporcionadas
por TEPCO en enero de 2018 muestran
que el corium ya perforó el tanque del
reactor número dos y que ahora co-
mienza a afectar la solera (la base de
hormigón) de la planta, la última pro-
tección antes de que este magma co-
rrosivo contamine las napas freáticas
que descargan en el Océano Pacífico.
A la contaminación, resiliencia
Los informes oficiales japoneses e in-
ternacionales minimizan las conse-
cuencias sanitarias de la catástrofe, en
particular, al atribuir el aumento de ca-
sos de cáncer a la detección sistemática
puesta en marcha. Cécile Asanuma-Bri-
ce, investigadora en sociología urbana
del Centro Nacional de Investigaciones
Científicas de Francia (CNRS, por su
sigla en francés) que recorre la región
desde 2011, pone en duda este discur-
so tranquilizador: “Todas las autorida-
des reconocen la muerte de dieciocho
trabajadores por dosis letales, pero se
puede suponer que esta estimación es-
tá muy infravalorada”. La encuesta epi-
demiológica que se realizó en 380.000
niños en la prefectura de Fukushima
ya detectó 197 casos de cáncer de tiroi-
des. Para esta investigadora, “las opera-
ciones de limpieza y las visitas al lugar
responden a un objetivo cardinal: llevar
tranquilidad a los habitantes para que
vuelvan a vivir a su pueblo de origen.
Aunque para ello sea necesario aumen-
tar el umbral de radioactividad autori-
zado, como lo hizo el gobierno en abril
de 2011”. La tasa aceptable para la po-
blación pasó de 1 milisievert (mSv) a
20 mSv, el valor máximo recomendado
normalmente para los trabajadores del
sector nuclear. Mientras tanto, la tasa
máxima para los empleados de la planta
aumentó a 100 en un primer momento y
luego a 250 mSv, en función de la situa-
ción de emergencia.
¿Se podrá seguir renovando esta ma-
no de obra explotable a voluntad, sa-
biendo que el desmantelamiento lleva-
rá cuarenta años más? Aunque la inves-
tigación en robótica avanza a toda ve-
locidad, en la actualidad las tareas titá-
nicas siguen siendo las más rudimenta-
rias. Todos los días se derraman y con-
taminan trescientas toneladas de agua
para enfriar los núcleos fundidos de los
reactores. Más de un millón de metros
cúbicos de agua están almacenados en
unos seiscientos tanques. Varios miles
de toneladas ya fueron lanzadas al Pací-
fico. El resto tendría el mismo destino,
advierte discretamente TEPCO…
Por otra parte, fuera de la planta
se están descontaminando seiscien-
tos kilómetros cuadrados. Se trata de
terrenos que pertenecían a una mul-
titud de propietarios y que el gobier-
no fue adquiriendo progresivamen-
te, anexando mes tras mes, kilómetro
cuadrado tras kilómetro cuadrado,
municipios abandonados cerca de la
planta. Hoy, esos terrenos se destinan
al almacenamiento de millones de me-
tros cúbicos radiactivos. Por lo gene-
ral, la tierra que se retira de la super-
ficie se acumula a pocos kilómetros
de distancia y los resultados de es-
te procedimiento son inciertos. Ade-
más, existe el riesgo de dispersar la ra-
dioactividad y contaminar a los traba-
jadores. Cincuenta millones de tone-
ladas de residuos contaminados ya es-
tán almacenados en grandes bolsas de
tela negra plastificada, cuya vida pro-
medio es de tres a cuatro años, cuando
no se rasgan. Las que no superan los
8.000 becquereles por kilo se usan en
el asfalto para pavimentar caminos.
Para convencer a los refugiados que
aún se muestran reacios a la idea de re-
gresar (alrededor de un tercio de los
160.000 evacuados), el 31 de marzo de
2017 el Estado eliminó la ayuda incon-
dicional para la reubicación, que les
permitía vivir fuera de las áreas irradia-
das. Como resultado, casi 27.000 hom-
bres, mujeres y niños no tienen más re-
medio que volver.
Otras estrategias son más solapa-
das, como por ejemplo el llamado a la
resiliencia de las víctimas. El progra-
ma Ethos Fukushima les enseña a los
habitantes cómo vivir en un ambien-
te contaminado: se distribuyeron ma-
nuales escolares ad hoc y se lanzaron
campañas televisivas para promover
productos frescos provenientes del
área contaminada y elogiar la efec-
tividad de la descontaminación, que
aún no está probada (8). De creer en
los promotores de esta campaña, el
medioambiente contaminado sería
menos perjudicial para la población
que la “radiofobia” o el estrés causado
por un desarraigo doloroso (9). Un ha-
| 35
bitante de la ciudad de Litate se indig-
na: “Nos dijeron que no hay problema,
que alcanza con no ir a los ‘hot spots’.
No se puede ir a la montaña ni acercar-
se a los ríos, no se puede ir a la derecha
ni a la izquierda… ¿Cómo vamos a vi-
vir acá?” (10). El Fukushima Minpo se
hizo eco de estas pésimas condiciones
de vida en su edición del 3 de marzo de
2018, donde recordó que, desde la tra-
gedia, 2.211 personas se suicidaron o
se dejaron morir por falta de atención
médica o medicamentos.
Si bien el 22 de septiembre de 2017
TEPCO fue juzgada responsable por el
accidente nuclear en Fukushima, el Es-
tado, por su parte, está libre de culpa y
va a poder difundir contraverdades “pa-
ra que la población desconozca el daño
real causado por la energía nuclear”,
afirma Cecile Anasuma-Brice. La pro-
ducción de la ignorancia es central en
los métodos de persuasión que buscan
sembrar duda y confusión acerca de los
niveles de radioactividad tolerados por
el organismo humano. El Estado y los lo-
bbystas de la energía nuclear están ex-
tendiendo su influencia, ya que, según
repite con insistencia el primer minis-
tro Shinzo Abe, el país no puede pres-
cindir de este tipo de energía, que antes
del accidente representaba el 30% de la
electricidad producida en Japón.
Hoy, cinco reactores están nueva-
mente en actividad y diecinueve esta-
rían a la espera de una autorización. La
banalización de la radioactividad avan-
za a pasos agigantados. El Comité Eje-
cutivo del Comité Olímpico Interna-
cional para los Juegos de Verano 2020
en Tokio aprobó, en marzo de 2017, la
propuesta de organizar partidos en el
Estadio de Béisbol Azuma de Fukushi-
ma (ubicado a 90 kilómetros al noroes-
te de la planta), que será renovado para
la ocasión. “Quizás reserven las tarifas
preferenciales para los oriundos de To-
hoku”, ironiza Takeda, uno de los des-
plazados de Fukushima, antes de cam-
biar de opinión: “Hay que ver: nos con-
vertimos en los parias de Japón. Incluso
algunas personas todavía piensan que
somos contagiosos...”. g
1. Véase Ishida Hidetaka, “L’espoir d’un
nouveau souffle” y Gavan McCormak,
“Le Japon nucléaire ou l’hubris puni”, Le
Monde diplomatique, abril de 2011, y Harry
Harootunian, “Estado a la deriva”, Le Monde
diplomatique, edición Cono Sur, abril de 2011.
2. Reiji Yoshida, “Tsunami-hit Rikuzentakata
rebuilding on raised ground, hoping to
thrive anew”, Japan Times, Tokio, 7-3-17.
3. Tawada Yoko, Journal des jours
tremblants. Après Fukushima, Verdier, col.
“Der Doppelgänger”, París, 2012.
4. Tanizaki Junichiro, El elogio de
la sombra, Satori, 2016.
5. “Tepco must probe 199 plant check
coverups”, Japan Times, 2-2-07.
6. Véase Tatsuta Kazuto, Au cœur de Fukushima.
Journal d’un travailleur de la centrale nucléaire
1 F (tres tomos), Kana, Bruselas, 2016.
7. Philippe Pons, “Les yakuza font
peau neuve”, Le Monde, 3-4-17.
8. Véase Louise Lis, “À Fukushima, la population
est dans une situation inextricable”, Journal du
CNRS, París, 11-3-16, https://lejournal.cnrs.fr.
9. Yves Baron, Jacques Foos, Jean-Paul Martin
y Bernard Rozé, “L’accident de Fukushima,
six ans après”, Groupe argumentaire sur les
énergies nucléaires et alternatives (GAENA),
octubre de 2017, www.energethique.com.
10. Cécile Asanuma-Brice, “Les migrants
du nucléaire”, Géoconfluences, 18-10-17,
http://geoconfluences.ens-lyon.fr.
*Periodista.
Traducción: Georgina Fraser
36 |
En la actualidad el pastor Martin Luther King es considerado digno
del panteón de los Padres Fundadores de Estados Unidos. Pero ello
se debe sobre todo a que el sentido histórico de su combate ha sido
pervertido. Su pensamiento crítico queda hábilmente enterrado bajo
la profusión de homenajes oficiales y aprovechamientos comerciales.
A 50 años del asesinato de Martin Luther King
El heraldo desconocido
de la lucha de clases
por Sylvie Laurent*
D
e manera inopinada, hace
algunas semanas, los hoga-
res estadounidenses oye-
ron resonar la voz de Mar-
tin Luther King y descu-
brieron un discurso poco conocido: “El
instinto del tambor mayor” (1), pronun-
ciado exactamente cincuenta años an-
tes. Ese encuentro improvisado entre el
líder revolucionario y el telespectador
tomó la forma de un aviso para los ca-
miones RAM, difundido durante la pau-
sa del Super Bowl, un espacio codiciado
por los anunciantes y casi tan comenta-
do como el resultado del partido. Esta
publicidad que elogiaba la fuerza viril
de un camión todo terreno y exaltaba la
bandera y el ejército, así como el heroís-
mo cotidiano de las familias anónimas,
al son del sermón de King, hizo estre-
mecer a algunos. Y, lo que es más grave,
dejó indiferente a la mayoría.
Que el máximo espectáculo televi-
sado del consumo masivo adquiera los
derechos de difusión de los discursos
del pastor ilustra de por sí la ausencia
de límites a la mercantilización, inclui-
da la de las revueltas, rebeliones y sa-
crificios en la lucha por la justicia. Pero
la ironía de esta usurpación se centra
en las palabras de King, quien, en ese
mismo discurso, algunos párrafos más
adelante, lanzaba un virulento ataque
contra el materialismo de su país. Ri-
Sike (www.elsike.com)
diculizaba a sus conciudadanos sedu-
cidos por publicistas cuyo parloteo los
incitaba a comprar signos de distin-
ción, “tal o cual automóvil”, para con-
vertirse en hombres. “Desfilan en Ca-
dillac” para ser alguien, exclamaba. Se-
gún él, esta industria de la codicia ma-
taba a Estados Unidos a fuego lento.
Más que nunca, en este mes de con-
memoración del cincuentenario de su
muerte, Martin Luther King es conside-
rado digno de entrar al panteón. Recor-
dar que fue el presidente conservador
Ronald Reagan el que, en 1983, estable-
ció un día feriado en homenaje al revo-
lucionario socialista permite compren-
der la superchería que desde entonces
Edición 226 | abril 2018
se generalizó, la estrategia de asepsia
y captación que se desarrolló. Los usos
políticos de la memoria fueron temi-
bles: para alimentar el relato de una na-
ción reconciliada, había que olvidar al
disidente. Y crear un patriota, un Padre
Fundador, el estadounidense excepcio-
nal que sólo un país excepcional había
podido engendrar. Ahí tienen un negro
que soñaba con la igualdad racial y que
la veía advenir a fuerza de confianza en
sus compatriotas, que le hacía un favor
al país al concretar las potencialidades
democráticas únicas del que era porta-
dor. En el pedestal de la estatua inaugu-
rada por Barack Obama en Washington
en 2011 no figuran la palabra “racismo”
ni las palabras “raza” o “segregación”.
En el paseo de los grandes hombres
de la capital, el visitante recuerda más
bien el “sueño” mencionado en ocasión
de la gran marcha de 1963 y rememora
su realización.
La “Campaña de los pobres”
A partir de Roland Barthes sabemos que
la función de la mitología es prevenir-
nos de la historia. King está en las es-
tampillas, en los frontispicios de escue-
las y colegios, en la Explanada Nacional
de Washington, en los libros ilustrados
para niños, en los relatos edificantes
vendidos en el exterior, en el Despacho
Oval, en una publicidad para camiones.
De esta manera, su pensamiento crí-
tico queda hábilmente enterrado bajo
la profusión de homenajes oficiales y
aprovechamientos comerciales.
Reescribir el sentido de su comba-
te, y el de los miles de anónimos que
sostuvieron la revolución negra en los
años 1950 y 1960, consistió ante todo
en reducirla a un pedido de igualdad
formal: el derecho de voto en los Esta-
dos del Sur que lo obstaculizaban por
medio de ardides y del terror, y el fin
de la discriminación legal. Así, el puli-
do y las elisiones de la palabra de King
se ajustan a la estafa que se ofreció a
los negros en 1965: el fin de las discri-
minaciones legales constituía la igual-
dad. King quedó consternado por ese
truco de magia. En 1967, en su último
libro, escribía: “El problema es que no
entendemos lo mismo cuando habla-
mos de igualdad; blancos y negros tie-
nen una definición diferente de ésta;
los negros parten del principio de que
‘igualdad’ debe entenderse en el sen-
tido literal y pensaban que los blancos
la aceptaban y cumplirían su palabra
cuando la prometían… Pero la mayoría
de los blancos, incluidos los de buena
voluntad, sólo entienden por ‘igual-
dad’ un vago sinónimo de ‘mejoría’. La
América blanca no está psicológica-
mente preparada para reducir las des-
igualdades; busca preservarse y, en el
fondo, no cambiar nada” (2).
Los derechos civiles nunca fueron
el horizonte de los negros estadouni-
denses, como tampoco el de King. El
pastor pretendía que la igualdad fuera
también social, que las riquezas fueran
redistribuidas, que los negros dejaran
de ser ciudadanos de segundo rango,
condenados al desempleo, al gueto, al
hostigamiento policial, a salarios in-
dignos, a escuelas decadentes y –no
esquivaba estas palabras– a la explota-
ción y el imperialismo. Su ética de la
emancipación nunca se limitó, pues,
a la cuestión de la igualdad racial. Si
bien los negros eran los desheredados
absolutos, los oprimidos por excelen-
cia y la vanguardia de la revolución en
marcha, había que liberar a todos los
vulnerables: blancos pobres, mujeres
con asignaciones, indios espoliados,
 | 37

chicanos humillados. La capacidad de
éstos para participar de la deliberación
democrática, para obtener poder, per-
mitiría estimar el valor del país.
Así pues, su último combate fue una
“campaña de los pobres” que, en la pri-
mavera de 1968, vio converger a mise-
rables de todas las regiones y de todos
los colores de piel hacia la capital para
intentar arrebatar una revolución cons-
titucional: la adopción de una Carta de
Derechos Económicos para los “desfa-
vorecidos”, la inclusión en la ley del sa-
lario mínimo garantizado, la participa-
ción de comités de pobres en el proceso
legislativo, una redistribución masiva
de las riquezas y un plan sin preceden-
tes de creación de empleos públicos y de
viviendas sociales. En febrero de 1968,
King ironizaba sobre los que hablan de
“asistencialismo” cuando son los negros
pobres los que se benefician de la ayu-
da pública y de “subvenciones” cuando
ésta está destinada a blancos privilegia-
dos. En síntesis, “tenemos un sistema
socialista para los ricos y un capitalismo
salvaje para los pobres” (3).
Con una dialéctica sutil, proponía
superar la oposición entre una lectura
estrictamente “clasista” de la opresión
(el postulado de que desaparecería ba-
jo todas sus formas con la caída del ca-
pitalismo) y un enfoque “identitario”,
en el que los grupos discriminados
tendrían cada uno su lucha propia, ya
que explotación y discriminación no
dependerían de la misma lógica. Para
los que formaron parte de la “Campa-
ña de los pobres”, la sobrerrepresen-
tación de los negros y los latinos en
las redes de la explotación no genera-
ba dudas, pero ponía de manifiesto un
sistema de dominación que causaba
muchas otras víctimas.
En esta campaña de la primavera de
1968, el rol primordial de las mujeres, a
menudo negras, de la asociación de de-
fensa del derecho a la ayuda social su-
gería la imbricación de las opresiones,
ya fueran de clase, de género o de raza.
Dado que éstas están entremezcladas,
más que jerarquizadas, para King con-
vocaban a la solidaridad; él hablaba de
“fraternidad”. Al The New York Times
que lo interrogó sobre esta cruzada de
los pobres, le confió sin rodeos que se
había comprometido en una forma de
“lucha de clases”. Fue asesinado un
mes antes de su lanzamiento.
“Revolución de los valores”
Ciertamente, en la memoria nacional,
se acepta que King fue en algunas oca-
siones vehemente, en particular acer-
ca de Vietnam; pero –se nos explica– se
había “radicalizado” al final de su vida,
consumido por la amargura y la sole-
dad. El pastor unánimemente alabado
en 1963, en ocasión de su discurso “I
have a dream” (“Tengo un sueño”), se
habría alienado a la opinión pública al
renunciar a su reformismo tranquilo y
ceder a la cólera. También en este caso
la falsificación es absoluta: en primer
lugar, King nunca fue apoyado por la
Los usos políticos
de la memoria
fueron temibles:
para alimentar
el relato de una
nación reconciliada,
había que olvidar al
disidente.
opinión pública de su país, ni siquiera
cuando ganó el Premio Nobel de la Paz
en 1964. La marcha de Washington, un
año antes, actualmente venerada como
el símbolo de la reconciliación nacio-
nal, en realidad sólo fue apoyada por
un tercio de los estadounidenses. Hasta
los neoyorquinos, encarnación del pro-
gresismo, pensaban en su mayoría que
King era “extremista” y juzgaban “ex-
cesivas” las demandas de derechos ci-
viles (4). Por otra parte, no había espe-
rado el crepúsculo de su vida para ex-
presar sus impertinentes convicciones.
Con apenas 23 años, tras haber leído
atentamente a Karl Marx y Mohandas
Karamchand Gandhi, admirado al pas-
tor pacifista y socialista Norman Tho-
mas y descubierto el cristianismo social
de Reinhold Niebuhr, Martin Luther
King ya expresaba su rechazo hacia un
sistema económico que concentra las ri-
quezas en las manos de unos pocos. En
1953 le escribía a su esposa Coretta: “El
capitalismo llegó al límite de su utilidad
histórica”, al tiempo que se proclamaba
“socialista” en el alma, pese a sus discre-
pancias con Marx.
Pesimista que nunca renunció a la
esperanza, trazaba un retrato trágico
de su país. “Cuando las máquinas, las
computadoras y el afán de lucro son
más importantes que las personas, el
triplete fatal del materialismo, el mili-
tarismo y el racismo es invencible” (5).
Convocaba a una restructuración pro-
funda de la sociedad, a una “revolu-
ción de los valores” en la que los blan-
cos tendrían que admitir que la igual-
dad real tiene un costo. “Ya es tiempo
de que los grupos privilegiados cedan
un poco de sus millones; no costó nada
dejar de segregar al Sur o darnos el de-
recho de voto; ahora, es diferente. […]
Cuando empezamos a preguntarnos
por qué hay cuarenta millones de po-
bres en este país, llegamos a otras pre-
guntas sobre el reparto de la riqueza:
¿quién posee el petróleo?, ¿quién po-
see el mineral de hierro?”, declaraba
en agosto de 1967 (6).
King recordaba que la economía
política de la dominación no sólo se
traducía en la negación del derecho de
voto o la segregación. Era la organiza-
ción premeditada de un sometimien-
to económico: la concentración de los
pobres en los guetos y los barrios, el
desempleo y los salarios indignos, la
culturalización de la pobreza y la bue-
na conciencia paternalista de los re-
formistas. Entre estos últimos figura-
ban en un lugar destacado los demó-
cratas y los progresistas de las ciuda-
des, defensores de la igualdad racial
hasta que los negros pidieran instalar-
se en sus periferias coquetas.
Las estrategias de puesta en memo-
ria de King eludieron sus críticas a la
democracia estadounidense y su de-
nuncia de un régimen de desigualdad
enraizado en la propia estructura del
país. Al igual que el líder de la Nación
del Islam Malcolm X, King afirmaba
que el racismo era una tara congéni-
ta de la América blanca y que la iden-
tidad estadounidense llevaba en sí las
pestes entrelazadas del capitalismo, el
imperialismo y el racismo. Pero, para
él, la resistencia a la igualdad se man-
tendría invencible, a menos que los
desheredados y los disidentes rein-
ventaran el sentido de la democracia
a través de la desobediencia civil y la
convergencia revolucionaria.
La “política del amor” a la que lla-
maba era ciertamente pacífica en esen-
cia, pero buscaba la confrontación. La
acción directa no violenta tenía que
alterar el orden público y, por ende,
el orden de las cosas para que por fin
los más vulnerables tuvieran voz en el
asunto y, así, se volvieran sujetos polí-
ticos. La violencia sufrida y no devuelta
no era una negación de la cólera o una
postura crística, sino una ascesis sub-
versiva: el sufrimiento se transformaba
en motor de la acción y generaba el ma-
lestar no solamente del verdugo, sino
también del testigo de la golpiza.
Después de 1965, su estrategia no
violenta fue más criticada que nunca
por los rebeldes negros, pero King se
mantuvo inflexible. Sin embargo, al
rechazar la orden de condenar las de-
cenas de revueltas urbanas que incen-
diaron los guetos entre 1964 y 1968,
afirmaba que “la violencia es el grito
de aquellos que no son escuchados”
y que, para ponerle fin, sólo se podía
prescribir la lucha contra el desem-
pleo, las discriminaciones y la bruta-
lidad policial. El informe de expertos
independientes reunidos por la Ca-
sa Blanca en la Comisión Kerner, en
1967, confirmaba su diagnóstico. Pe-
ro el informe fue acallado por el pre-
sidente Lyndon Johnson, atascado en
Vietnam. Su sucesor republicano, Ri-
chard Nixon, fue elegido siete meses
después de la muerte de King. En ese
entonces, el país reclamaba la vuelta
al orden y la puesta en vereda de los
agitadores, traidores e ingratos que se
“pretenden” oprimidos. Comenzaba la
segunda muerte de King: Nixon pro-
puso el desarrollo de un “capitalismo
negro” en lugar de la igualdad.
Durante mucho tiempo, Estados
Unidos se imaginó que era una nación
sin clases, un país con una movilidad
social incomparable. Apenas está sa-
liendo de esa ilusión. También sigue
convencido de que el racismo es un
vestigio del pasado y que el período
de los derechos civiles terminó con las
desigualdades entre blancos y negros.
Martin Luther King rechazaba una y
otra de esas fábulas. g
1. Martin Luther King, “The drum major
instinct”, discurso pronunciado el 4-2-68.
2. Martin Luther King, Where Do We Go from Here:
Chaos or Community, Beacon Press, Boston, 1967.
3. Martin Luther King, “To Minister to the Valley”,
discurso pronunciado en Miami, 23-2-68.
4. Encuesta realizada y publicada por
The New York Times, 21-9-64.
5. Martin Luther King, “Beyond Vietnam:
a time to break silence”, discurso
pronunciado en Nueva York, 4-4-67.
6. Martin Luther King, “Where do we go from
here?”, discurso pronunciado en Atlanta, 16-8-67.
*Investigadora asociada en Harvard y Stanford, pro-
fesora del Instituto de Ciencias Políticas (Sciences Po)
de París. Autora de Martin Luther King. Une biographie,
Seuil, París, 2015.
Traducción: Bárbara Poey Sowerby

NUEVA
COLECCIÓN NOVEDAD

NOVEDADES
ABRIL

LA CIENCIA
EN EL AULA MANUAL DE METO- POR UNA LA BELLEZA ¿POR QUÉ?
Lo que nos dice la ciencia DOLOGÍA DE LAS REPOLITIZACIÓN TIENE SU CIENCIA La rápida agonía de la
sobre cómo enseñarla CIENCIAS SOCIALES DEL MUNDO Mitos y verdades Argentina kirchnerista
Gabriel Gallon Alberto Marradi Las vidas descartables sobre los cosméticos, y la brutal eficacia
Elsa Rosenvarsser Feher Nélida Archenti como desafío el cuidado de la piel de una nueva derecha
Melina Furman Juan Ignacio Piovani del siglo XXI y el cabello José Natanson
Diego Golombek Florencia Servera
Didier Fassin
 38 | Edición 226 | abril 2018
Libros
del mes

Política Integración

Roberto Matta, Frutto Bomba, 1960 (Gentileza Christie’s)

Cambiar el mundo desde Políticas migratorias en
arriba Argentina, 1976-2010
Raúl Zibechi, Decio Machado Lucila Nejamkis
Editorial Autonomía; Buenos Aires, julio de Prometeo; Buenos Aires, diciembre de 2016.

Geopolítica 2017. 176 páginas, 280 pesos. 310 páginas, 400 pesos.

“¿Hay que aceptar como una ley de la
razón que lo real exija en toda circunstan-
cia una sumisión en vez de una invención?”
Esta cita de Alan Badiou sirve para enca-
bezar este ensayo, que busca reflexionar
acerca del “realismo político de la potencia”
y de la posibilidad de hacer política más
allá de las estrecheces de un realismo polí-
En 2010, Cristina Kirchner reglamentaba
la Ley de Migraciones promulgada por su
predecesor Néstor Kirchner. Argentina se
instalaba como país de referencia en este
tema, con un diseño normativo –actual-
mente amenazado–, respetuoso como el de
ninguna otra nación del derecho a migrar,
considerado derecho humano inalienable.

Genealogía de
tico que confunde lo real con lo dado. Así
sucedió, creen los autores, con los gobier-
nos progresistas en América Latina, que
estabilizaron procesos de insurgencia en la
Este libro realiza una genealogía del
tema de la cuestión migratoria desde 1976.
A la instauración del modelo de acumu-
lación financiera, desindustrializador y

la inestabilidad
región y terminaron reprimiendo la protes- violatorio de los derechos humanos, le
ta social, especialmente las resistencias al corresponde una política migratoria acor-
violento modelo extractivista. de. En razón de ello, en 1981 se sanciona
Los altos precios de los commodities, la Ley Videla que regirá hasta 2003 la polí-
recuerdan Zibechi y Machado, crearon la tica migratoria argentina, restrictiva, per-
ilusión de que podía mejorarse la situación secutoria y xenófoba. Con el retorno de la
En noviembre de 2017, pocos días antes de los pobres sin tocar privilegios; pero el democracia y el fortalecimiento de las ins-
El desorden mundial de la aparición de la edición en español de cambio del ciclo económico evidenció los tituciones republicanas, la norma permane-
Estados Unidos y su proyección de la que sería su última gran obra, fallecía límites de estos gobiernos, del kirchneris- ce inconmovible. Sin perjuicio de la breve
dominio total el historiador brasileño y especialista en mo al lulismo, pasando por Rafael Correa, “primavera” radical, el fracaso económico
política internacional más reconocido y Hugo Chávez o Evo Morales. Ninguno de decanta en la deriva conservadora porque,
Luiz Alberto Moniz Bandeira prestigioso en la actualidad. El desorden ellos priorizó políticas encaminadas a la en definitiva, el modelo económico y social
Le Monde diplomatique - Capital mundial corona la larga trayectoria del despatriarcalización y la desmercantiliza- “neoliberal” pervive, aunque encubierto por
intelectual; Buenos Aires, enero de 2018.
multipremiado académico, dedicada a ción de la sociedad, sino que se conforma- las formas del Estado de Derecho.
384 páginas, 390 pesos.
entender, entre sus principales preocu- ron con el “combate a la pobreza”. A partir de 2003, la política económica,
paciones, los avatares del imperio esta- El pensamiento político latinoameri- social y de derechos humanos del gobierno
dounidense y la profunda inestabilidad cano es más vibrante que nunca, con- kirchnerista y la orientación latinoamerica-
que promueve a nivel global, en la actualidad, para intentar sostener ese dominio. cluyen los autores; pero no hay que nista de su política exterior, compatibilizan
En este último libro, al igual que en La formación del imperio americano; Argentina, Brasil buscarlo en las universidades, sino en con los reclamos de inclusión de vastos
y Estados Unidos, de la Triple Alianza al Mercosur; De Martí a Fidel. La revolución cubana y ese pensamiento colectivo que emerge sectores populares, y dentro de éstos las
América Latina, y tantos otros traducidos y editados en Argentina, Moniz Bandeira exhibe en las mingas, en las fiestas y cocinas “minorías”, como los colectivos migrantes.
una exquisita pluma, gracias a la cual su erudición es accesible a un público amplio: hace comunitarias, en los mercados popu- Lucila Nejamkis expone las vicisitudes de
lares y durante los levantamientos de este largo proceso histórico, tan importante
entendibles procesos bien complejos. El uso riguroso de documentos –abreva en un incan-
indígenas, negros y campesinos. como relegado de la atención colectiva.
sable trabajo en archivos–, su meticulosidad y su análisis crítico lo alejaron de la moda de
la pretendida neutralidad y asepsia a la hora de analizar los procesos históricos.
Nazaret Castro Alfredo M. López Rita
A lo largo de veinte capítulos, desmenuza la dinámica de la confrontación entre
Estados Unidos y la Rusia de Putin –y en particular se focaliza en la avanzada de la
OTAN en Ucrania– y en el caos y desestabilización impulsados por Washington en
Medio Oriente, fundamentalmente en Siria, en procura del conflicto perpetuo.
Con la perspectiva histórica de largo plazo que caracteriza sus anteriores investigacio-
nes, Moniz Bandeira actualiza la genealogía del intervencionismo estadounidense, que es
Sociedad Escrito en 2015 al calor de las revueltas calleje-
ras contra la brutalidad policial hacia los negros,
también su denuncia, y muestra cómo Obama, que para algunos era esperanza y cambio, este libro de la teórica y activista Keeanga-
se transformó rápidamente en decepción y continuidad del gobierno permanente de Esta- Yamahtta Taylor se propone enmarcar las
dos Unidos: “Desde la disolución de la Unión Soviética, todos los presidentes estadouni- nuevas luchas de la comunidad afroamericana
denses habían impulsado guerras convencionales y no convencionales en los Balcanes estadounidense en las experiencias pasadas
y en Medio Oriente, fomentando la subversión bajo el pretexto constante de hacer del de los derechos civiles y el Black Power –y la
mundo un lugar ‘seguro para la democracia’. ¿Para qué democracia? En cada lugar donde brutal represión que le siguió–, pero sobre todo
sentar los cimientos para que el “destello de
Estados Unidos había intervenido con su ‘propósito específico de proporcionar demo-
libertad” inaugurado por el éxito de Black Lives
cracia’ hubo bombardeo, destrucción, terror, masacres, caos y catástrofe humanitaria.
Matter (“Las vidas de los negros importan”)
[…] Estos hechos demostraron que Estados Unidos y las grandes potencias capitalistas
pueda derivar en la construcción de un nuevo
jamás ingresaron a una guerra en defensa de la democracia y la libertad ni para proteger
movimiento organizado.
civiles ni derechos humanos, sino tan sólo a fin de defender sus necesidades e intereses
De #BlackLivesMatter a la Taylor pretende desarmar dos mitos que
económicos y geopolíticos: sus intereses imperiales. Las palabras no pueden transformar liberación negra dificultan la lucha por la liberación negra
la realidad de los hechos”. Nunca tan actuales estas reflexiones, sobre todo frente al inje- del racismo institucional (represión, encar-
rencismo, unilateralismo y militarismo que esboza el gobierno de Donald Trump. celamiento masivo, segregación espacial y
Sin lugar a dudas, el gran valor de esta obra radica en su aporte a la comprensión histórica Keeanga-Yamahtta Taylor económica...): el del advenimiento de una
y geoestratégica de los conflictos (bélicos) actuales y al debate profundo sobre la declinación Tinta Limón; Buenos Aires, sociedad posracial con la elección de Barack
hegemónica de Estados Unidos y la transición hacia un mundo que todavía no conocemos. noviembre de 2017. Obama a la presidencia (durante su gobierno
Justamente, en el capítulo final, da cuenta de las rivalidades con las potencias emergentes y 384 páginas, 390 pesos. se dieron los índices más altos de violencia
se pregunta si estamos ante el principio del fin de la hegemonía estadounidense. policial racial); y el de una identidad negra
homogénea y unívoca. Un debate que se
Leandro Morgenfeld profundiza tras la elección de Donald Trump.

Ensayo
Kaspar Hauser
Paul Johann Anselm von Feuerbach
Interzona; Buenos Aires, septiembre de 2017.
192 páginas, 345 pesos.
Desde tiempos remotos se registran leyen-
das sobre la súbita aparición en un medio
civilizado de “niños salvajes”, desarrollados
como animales y a veces criados literal-
mente por bestias. Pero mitologías aparte,
existieron casos verificados y estudiados.
El de Kaspar Hauser, un adolescente de 16
años encontrado en 1828 en la ciudad de
Nüremberg, no fue el primero, pero sí el
que engendró el mayor caudal de textos,
estudios, novelas y películas, a la vez que un
apasionado debate filosófico sobre la natu-
raleza humana. Entre los primeros libros
que se ocuparon del asunto se cuenta este,
de 1832, del gran jurista Von Feuerbach, un
hombre de la Ilustración empapado de una
concepción humanista y desprejuiciada. Su
ensayo está acompañado en esta edición
de valiosos testimonios de la época, como
algunos apuntes del profesor Georg Daumer,
quien fue el primero que acogió con afectuo-
sa atención a Kaspar, lo educó, le enseñó a
leer y a escribir y despertó en él una insa-
ciable sed de conocimientos. Cuando apa-
reció, el muchacho casi no sabía hablar ni
caminar; sus reacciones remedaban a las de
un niño de cuatro años. Se supo que había
estado encerrado en una pequeña celda
subterránea hasta ese momento, pero nunca
se aclaró quién fue su carcelero ni quién y
por qué había ordenado ese trágico destino.
Cinco años después de su aparición, Hauser
fue asesinado por un desconocido en un
parque; se clausuró así su breve existencia
pública, pero no el misterio que lo rodeaba,
que se fue acrecentando hasta nuestros días.
Carlos Alfieri
Política internacional
Corea
Dos caras extremas de una misma
nación
Daniel Wizenberg, Julián Varsavsky
Continente; Buenos Aires, noviembre de
2017. 192 páginas, 329 pesos.
Lo que a primera lectura parece un libro
más sobre las bondades del capitalismo
surcoreano en contraposición con su
hermano malo del Norte, asume
riesgos más complejos: alejar-
se de los estereotipos para el
análisis de este país bifronte,
dividido desde los albores de la
Guerra Fría. Dos cronistas argen-
tinos viajan a la península corea-
na –uno al norte, el otro al sur– sin
cruzarse ni trazar un plan de trabajo
Literatura
Correspondencia teórica
Cartas sobre problemas literarios
Gustave Flaubert
Mardulce; Buenos Aires, octubre de 2017.
160 páginas, 280 pesos.
El epistolario de Gustave Flaubert consti-
tuye una obra maestra ya que da cuenta
–como quizás ningún otro escritor moder-
no– del proceso mismo de escritura de los
textos, de las dificultades conceptuales que
encierra el género novela, sus puntos de
vista acerca del arte de escribir, la tensión
entre escritura y pensamiento, la recepción
de la crítica e incluso del lugar del escritor
en la sociedad y el mercado.
Esta recopilación se halla en el cruce
entre literatura y crítica de un modo que
por momentos se vuelve indiscernible,
reflejando además una sorprendente vigen-
cia. Las ideas aquí expuestas entreabren las
puertas para los debates cruciales que pro-
vocará la literatura más radical de nuestro
tiempo, pero asimismo para el desarrollo
de la teoría y la crítica literaria contempo-
ráneas. Resulta imposible concebir la van-
guardia teórica del siglo XX sin Flaubert.
El volumen incluye un total de 42 cartas
–fechadas entre 1846 y 1874– y comienza
con una escrita a sus veinticinco años, en la
que ya aparecen los tópicos que años más
tarde obsesionarían al autor: la desconfian-
za en el éxito, el escepticismo frente al arte
y un pensamiento reflexivo sobre el funcio-
namiento del campo literario y su lugar en él.
En una misiva de 1857 –año en que
se publica Madame Bovary–, condensa la
esencia de su estilo: “Es uno de mis princi-
pios, no hay que escribirse. El artista debe
ser con su obra como Dios en la creación,
invisible y todopoderoso; que se lo sienta
en todas partes, pero que no se lo vea”.
Julián Chappa
conjunto. Daniel Wizenberg arriba a la
tierra gobernada desde hace más de siete
décadas por la dinastía Kim para aprehen-
der las particularidades de este hermético
sistema político. A partir de un abordaje sin
prejuicios, relata su experiencia y vivencias
en Pyongyang –siempre acompañado por
una “guía de turismo” y un traductor ofi-
cial– contrastando sus percepciones con
el relato oficial que recibe de sus acom-
pañantes. La omnipresencia simbólica de
los Kim y la sacralización de la figura del
Líder, una sociedad disciplinaria
donde las jerarquías sociales se
construyen en función del nivel
de apoyo al régimen. Julián
Varsavsky, por su lado, visi-
ta Corea del Sur –modelo
históricamente mitificado
por el capitalismo occi-
dental bajo el eslogan
del “milagro surcorea-
no”– para adentrarse en
Cultura
Iconografías malditas,
imágenes desencantadas
Eduardo Grüner
EUFyL; Buenos Aires, julio de 2017.
184 páginas, 290 pesos.
A partir de la Nachleben de Aby Warburg –o
supervivencia en las imágenes de aquello
que queda oculto tras la Belleza, sea esto el
horror, o lo ominoso– Eduardo Grüner inda-
ga, se pregunta, ensaya opiniones sobre las
otras caras de la imagen, sobre lo no evi-
dente, sobre el retorno de lo reprimido en
ellas, o de lo siniestro. Como el conflicto
entre Belleza y Horror en El nacimiento de
Venus de Botticelli. O la cantidad de imá-
genes silenciosas que representan sonidos
extremos, gritos. O lo que trasciende la ima-
gen del Che muerto. Entre otras.
Es peculiar su escritura: el discurso
–poblado de comillas, subrayados en cur-
siva, paréntesis, guiones– serpentea entre
diversos temas, apela a distintos tipos de
imágenes –pictóricas, literarias, cinema-
tográficas–, va abriéndose en ramas y se
eleva hacia variados objetivos con una
ductilidad y fluidez que llega a sorpren-
dernos muy lejos del punto de partida.
Como cuando desde Freud y Leonardo
confronta pintura y escultura, y frente a
ellas el cine, para concluir que constituye
el arte materialista-sagrado por excelen-
cia. El texto juega con las palabras para
referirse también a su lado oculto: “reli-
gión del arte” ante “arte religioso”, o “sig-
nos corporizados” y “cuerpos significados”,
o “lo obsceno como lo fuera de escena”.
Y nombra a sus referentes y puntos de
apoyo a quienes atraviesa con su mirada
–Warburg, pero también Didi-Huberman,
Benjamin, Godard, Eisenstein, Adorno,
Pasolini– como viejos amigos.
Josefina Sartora
las consecuencias sociales de este sistema
económico que, a diferencia del Norte, ha
sofisticado sus técnicas de disciplinamiento
mediante un capitalismo hiper-tecnificado,
de “alto rendimiento”. Varsavsky parte de
un concepto del filósofo coreano Byung-
Chul Han para enmarcar teóricamente lo
que ve: una sociedad del cansancio y la
auto-explotación. Ciudadanos deprimidos,
exigidos al extremo por el filtro excluyente
que les impone el sistema educativo desde
muy pequeños, cuya máxima aspiración es
trabajar en alguno de los conglomerados
económicos que detentan el poder real en
el país. Una sociedad que se proyecta exito-
sa, pero que deja en el camino un índice de
suicidio por las nubes (especialmente entre
los jóvenes) y un pueblo exhausto que
encuentra su única vía de escape en la rea-
lidad digital que, paradójicamente, profun-
diza el aislamiento y el quiebre del vínculo.
Ezequiel Mario Martínez
| 39
Fichero
Evita
Marysa Navarro
Edhasa; Buenos Aires,
marzo de 2018.
384 páginas, 425 pesos.
Nueva edición corregida de esta biografía
ya clásica de Eva Perón, considerada por
muchos como la mejor, en la que la histo-
riadora española Marysa Navarro busca en
base a un profundo trabajo de investigación
despojar a la figura de Evita del “mito extre-
mo” construido por adoradores y detrac-
tores por igual, para recuperar la verdad
histórica y reponer a este personaje central
de la Argentina del siglo XX “en su tiempo y
en su dimensión política, social y personal”.
Calais
Emmanuel Carrère
Anagrama; Barcelona, octubre
de 2017.
88 páginas, 275 pesos.
En enero de 2016, el gran novelista francés
Emmanuel Carrère viajó a Calais, una “ciu-
dad desheredada y dividida”, para escribir
este reportaje. En ese entonces, en el puerto
más grande de Francia, unos 70.000 habi-
tantes convivían con unos 8.000 migrantes
desesperados que sobrevivían en la Jungla,
el campamento más grande de Europa
–luego desmantelado–, a la espera de una
improbable oportunidad para cruzar a
Inglaterra. Carrère retrata la vida cotidiana
de la ciudad y sus habitantes en ese marco.
La expulsión de lo distinto
Byung-Chul Han
Herder; Barcelona,
febrero de 2017.
128 páginas, 240 pesos.
En este trabajo, el agudo crítico surcoreano
analiza las nuevas formas de alienación
a las que induce el neoliberalismo, con la
aprobación pasiva de los nuevos grupos
sociales, residentes sobre todo en las gran-
des ciudades, a partir de mecanismos con
los que se busca huir de estados de angus-
tia y depresión: instrumentos fundamen-
tales en los que descansa lo que el autor
denomina la sociedad del rendimiento.
Cuentos crueles
Émile Zola et al.
Factotum; Buenos Aires,
septiembre de 2017.
112 páginas, 195 pesos.
Esta pequeña antología constituye una
exploración ficcional en la ilimitada capa-
cidad de los seres humanos para ejercer
la crueldad, como se sabe, sin parangón
en el reino animal. Se alternan en el libro
autores tan consagrados como Zola o Julio
Ramón Ribeyro con otros menos conocidos
en nuestro medio, como Pere Calders o Sal-
vador Espriu. El último cuento, del cubano
Enrique del Risco, es tan breve como feroz.
 40 |
Permiso
para matar
por Serge Halimi*
L
a policía considera que la investiga-
ción llevará “muchos meses”, pero
la Primera Ministra británica The-
resa May ya identificó al culpable:
la orden de matar a Serguei Skripal
habría venido del Kremlin. Para el
ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña
Boris Johnson, “el peligroso comportamiento del
presidente Vladimir Putin” constituye, en efecto, el
“hilo conductor” que une el intento de envenena-
miento del ex coronel de los servicios de inteligen-
cia rusos refugiado en Londres con todos los críme-
nes anteriores del Kremlin: “la anexión de Crimea”,
“los ciberataques en Ucrania”, “el hackeo al Bundes-
tag”, “la injerencia en varias elecciones europeas”,
“la indulgencia respecto de las atrocidades perpe-
tradas por Assad en Siria” (1). Resumiendo: Putin es
capaz de hacerlo, por ende es culpable.
Prácticas destestables
Entre el picahielos y el té con polonio, entre León
Trotsky (asesinado en México) y Alexandre Litvi-
nenko (envenenado en Londres), los servicios de
seguridad rusos eliminaron ciertamente a muchos
opositores que vivían en el extranjero. Otros gobier-
nos recurrieron a prácticas también detestables, sin
que ello generara un escándalo diplomático similar.
La “larga historia de asesinatos encargados por el
Estado” que hoy ofende a Johnson mancha algunas
de las capitales occidentales (París, Berlín, Washing-
ton) las que, reemplazando a May, arremetieron in-
mediatamente contra Rusia.
Israel, en cambio, tuvo el buen tino de abstener-
se, sin duda porque figura en la primera fila de los
países que “proceden a este tipo de operaciones que
califican de ‘eliminaciones extraterritoriales’” (2).
En efecto, la lista de palestinos, incluyendo a repre-
sentantes oficiales, asesinados por sus servicios se-
Edición 226 | abril 2018
Editorial
Sumario
Staff 3
Editorial: El “hito liberal” del macrismo 2
por José Natanson
Creencias 3
por Sol Prieto
Dossier
Nueva etapa en Cuba
Entre la prisa y la lentitud 4
por Leonardo Padura
En un mar de aliados, socios y enemigos 6
por Andrés Serbin
América Latina:
cretos en el extranjero haría quedar a los rusos co- Recaudadores muy discretos 8
mo meros aficionados: al menos media docena so- por Bernard Duterme
lamente en París, sin que se apliquen sanciones par-
ticulares. París, donde desapareció también el opo- Debates del futuro:
sitor marroquí Medhi Ben Barka, y donde fueron Drones, el control de los cielos 10
asesinadas la sudafricana Dulcie September, repre- por Javier Sinay
sentante del Congreso Nacional Africano (ANC),
y, más recientemente, tres militantes kurdas. En Chechenia: una sociedad silenciada 12
cuanto a Washington, un ex ministro chileno de por Anne Le Huérou y Aude Merlin
Salvador Allende, Orlando Letellier, fue asesinado
allí por agentes de Augusto Pinochet. Ronald Rea- Chechenia: ¿el fin de un idilio? 13
gan no dejó sin embargo de celebrar su dictadura, por Régis Genté
y Margaret Thatcher no se privó de compartir en
Londres con el general golpista un té (sin polonio) Chechenia: homosexuales,
ni de regalarle un juego de platos Armada de plata. “terroristas sexuales” 14
“Eliminaciones extraterritoriales” definiría ade- por Arthur Clech
más bastante bien la práctica estadounidense que
consiste en matar en el extranjero, a través de dro- La Iglesia Católica congolesa enfrenta
nes, a supuestos terroristas. Barack Obama autori- al poder 16
zó oficialmente más de 2.300 asesinatos de este tipo por François Misser
durante su presidencia. François Hollande, por su
parte, confesó haber ordenado varias ejecuciones ¿Qué queda de la revolución en Egipto? 18
extrajudiciales de “enemigos del Estado” –aproxi- por Pierre Daum
madamente una por mes durante su mandato–. Sin
embargo, ninguno de sus amigos políticos consulta-
dos al respecto durante las primarias socialistas de Dossier
enero de 2017 se lo ha reprochado (3). Todo el poder a Erdogan
“Sí, a veces es necesario”, explicó incluso François
de Rugy, quien asumió como presidente de la Asam- El giro ultranacionalista de Erdogan 22
blea Nacional de Francia. g por Akram Belkaïd
1. Debate publicado por Le Parisien, 16-3-18. La gran purga 24
2. Retomando una expresión del investigador Mathieu por Pierre Puchot
Boulègue, citado por L’Opinion, París, 13-3-18.
3. Debate televisivo, TF1, 12-1-17.
El renacimiento del laborismo 26
*Director de Le Monde diplomatique.
por Allan Popelard y Paul Vannier
Traducción: Gustavo Recalde
Italia: Movimiento 5 Estrellas 30
por Luca Manucci
Mitos y verdades de la corrupción
europea 32
por Benjamin Cunningham
Fukushima, tsunami y después… 34
por Philippe Pataud Célérier
A 50 años del asesinato de
Martin Luther King 36
por Sylvie Laurent
Libros del mes 38
Editorial: Permiso para matar 40
por Serge Halimi
Suplemento #59:
La educación en debate
Universidad Pedagógica Nacional

La educación
en debate #59
Nuevas formas de
privatizar las aulas
por Leandro Bottinelli*
C
omo todo término que partici-
pa de la comunicación, la pala-
bra privatización admite más
de un significado. Para la his-
toria reciente (o no tanto) de
nuestro país, connota la transferencia de
empresas públicas desde la órbita estatal
a la privada lucrativa. La ENTel (Empre-
sa Nacional de Telecomunicaciones) de-
venida en las compañías Telefónica y Te-
lecom, o YPF (Yacimientos Petrolíferos
Fiscales), empresa estatal transferida a la
española Repsol, son algunos de esos ca-
sos emblemáticos ocurridos en la primera
mitad de la década del noventa que repre-
sentan en nuestro imaginario qué es un
proceso de privatización (en particular,
para aquellos que tenemos más de cua-
renta años de edad).
En educación, el término privatización
tiene una variedad de significados posi-
bles. Privatizar la enseñanza puede ser,
por supuesto, traspasar la propiedad y/o
la gestión de una escuela estatal hacia un
particular (con o sin fines de lucro), aun-
que no es este el modo en que se desarro-
llaron históricamente las escuelas priva-
das en Argentina. La creación de iniciati-
vas particulares o privadas de enseñanza
es de antigua data en nuestro país y se vin-
cula a la gravitación de la Iglesia Católica
y a la creación de colegios asociados con
distintas colectividades. El impulso dado
a la creación de escuelas públicas por las
provincias y el Estado nacional desde las
últimas décadas del siglo XIX no detuvo
el proceso de creación de escuelas priva-
das pero comenzó a modificar de modo
sustancial la participación de ambos sec-
tores en la provisión de servicios educati-
vos: entre 1900 y 1950 la participación de
escuelas privadas de nivel primario des-
cendió 20 puntos, desde 27% a 7%. A par-
tir de mediados de siglo XX, esta tenden-
cia comenzó a revertirse, ganando parti-
cipación relativa las escuelas y la matrícu-
la privada: en la actualidad, el 17% de las
escuelas primarias son privadas y a ellas
asiste el 27% de los alumnos. Un aspecto
clave para explicar la expansión histórica
de la educación privada desde el lado de
la oferta no fue tanto el reconocimiento
oficial (estatal) de sus planes de estudio o
de los títulos como la posibilidad de con-
tar con subvenciones regulares (la nor-
mativa vigente los denomina aportes) pa-
ra que las instituciones pudieran sufragar
los costos salariales del servicio educati-
vo, evitando volcar completamente ese
esfuerzo en las familias de sus alumnos. El
último dato disponible indica que el 70%
de las escuelas privadas cuenta con sub-
venciones: la mitad de ellas recibe aportes
para sufragar la totalidad de los sueldos de
sus docentes, mientras que el resto perci-
be aportes parciales para este mismo fin.
La existencia de escuelas privadas
con reconocimiento oficial y la asigna-
ción de subvenciones públicas para su
desarrollo son, probablemente, los dos
componentes centrales de lo que podría-
mos denominar la discusión tradicional
sobre el carácter público-privado de la
educación en Argentina. Frente a estos
componentes, es necesario postular el
desarrollo más reciente de otros novedo-
sos que van en el sentido de la privatiza-
ción de la educación y que resulta impor-
tante identificar, describir y visibilizar
para que pasen a formar parte del debate
sobre el carácter público-privado de la
educación en Argentina.
Management escolar
Como parte de la revolución neoconser-
vadora referenciada en las figuras de Ro-
nald Reagan y Margaret Thatcher, algu-
nos países impulsaron en la década del
ochenta un proceso de reforma del Es-
tado guiado por criterios de austeridad
económica y ajuste fiscal. En el sector
público, se impulsó un plan de reformas
de su estructura y procesos basado en la
introducción de lógicas de la administra-
ción empresarial (enfoque de la Nueva
Gestión Pública, NGP). El sistema edu-
cativo, una de las estructuras más volu-
minosas de la administración pública,
también estuvo y está atravesado por
propuestas de reformas que apuestan a
introducir herramientas y criterios de la
NGP. El abanico de propuestas sostenido
en este enfoque es variable y su traduc-
ción a casos nacionales nunca es unívoca.
Sin embargo, estas propuestas suelen in-
cluir iniciativas de ampliación de la auto-
nomía escolar; la rendición de cuentas de
las escuelas (accountability); la gestión
basada en resultados estandarizados y
cuantificables; la competencia entre es-
cuelas para atraer alumnos, y la remune-
ración variable de los docentes de acuer-
do al desempeño de sus alumnos.
Como se señaló, el enfoque de la Nue-
va Gestión Pública impulsado en el sector
educativo no es una propuesta monolíti-
ca y sus aplicaciones concretas no impli-
can necesariamente una mercantiliza-
ción o privatización de la educación. Por
ejemplo, bajo la etiqueta de la autonomía
escolar, pueden promoverse iniciativas
que habiliten a las escuelas para definir
un proyecto educativo propio vinculado
con las particularidades de la comunidad
en la que trabaja, una iniciativa que pue-
de ir dirigida a reconocer las diferencias
en la enseñanza y a garantizar el derecho a
la educación. Por el contrario, bajo la mis-
ma consigna de la autonomía, puede pre-
tenderse que los directores de las escuelas
se conviertan en gerentes con capacidad
para contratar y despedir docentes o pa-
ra recaudar fondos, lo que bien podría ser
concebido como un movimiento hacia la
privatización de la educación (1).
Suplemento
abril
2018
Medir para la competencia
La gestión por resultados es otro de los
tópicos clave de la NGP. En el sector edu-
cativo, la principal traducción de esos re-
sultados son los desempeños de los estu-
diantes medidos a partir de pruebas es-
tandarizadas externas a la escuela en dos
o tres materias. Desde la década de los
ochenta, se fueron extendiendo evalua-
ciones estandarizadas oficiales de alum-
nos que son diseñadas y administradas
por los gobiernos o por agencias interna-
cionales de modo externo a las escuelas.
Argentina comenzó a realizar este tipo de
pruebas en 1993 y sigue haciéndolo hasta
el presente aunque con frecuencia y mo-
dalidades variables.
Un modo particular de desarrollo
de este tipo de evaluaciones consiste en
transformarlas en un sistema público de
rendición de cuentas de cada escuela, ba-
jo el supuesto de que la difusión de los
puntajes que obtiene cada institución en
las evaluaciones operará como una pre-
sión hacia la mejora. Se asume que esa
presión exógena es la palanca clave de
la mejora de la educación, introducien-
do una lógica de competencia similar a la
que existe entre las empresas en un mer-
cado, aspecto que fundamenta también la
necesidad de ampliar la autonomía de las
escuelas para que tomen decisiones, no
sólo sobre su proyecto pedagógico insti-
tucional, sino también sobre otros, como
la contratación de personal o componen-
tes de las remuneraciones.
El afán por medir y comparar las es-
cuelas entre sí deriva en el fervor por la
elaboración, difusión y consumo de ran-
kings educativos, sea de países, universi-
dades o escuelas, como barómetro para
saber cuál es la situación de la educación.
También pueden ofrecerse premios en
dinero a las escuelas que mejoren sus re-
sultados entre mediciones (bajo la excu-
sa de financiar proyectos) o bonos salaria-
les a los maestros de los mejores alumnos,
como estímulos externos para la mejora.
Para que esta lógica mercantil pueda fun-
cionar, es necesario que las evaluaciones
de las escuelas tengan un carácter censal,
es decir, que participen todas las escuelas
del país, ya que los tradicionales opera-
tivos por muestreo de escuelas (más efi-
cientes y prácticos para producir conoci-
miento sobre la educación) no permiten
asignar un puntaje a todos y cada uno de
los establecimientos (2). También es im-
portante que la evaluación sea muy fre-
cuente (anual en lo posible) para ofrecer
señales regulares sobre la calidad de cada
escuela a los consumidores de educación;
del mismo modo que los precios, la in- d
 II | La educación en debate #59 Nuevas formas de privatizar las aulas
d formación técnica de un producto o la
publicidad lo hacen en los mercados. Es-
te modelo de evaluación estandarizada de
alumnos, de carácter censal y anual, en el
que se insta a las autoridades escolares a
difundir y promocionar los puntajes que
sus alumnos obtienen en las pruebas, es el
que se viene desarrollando en Argentina
desde el año 2016 a través de la evaluación
Aprender (3). Más allá de ello, las evalua-
ciones estandarizadas son un insumo im-
portante, entre otros fines, para la produc-
ción de conocimiento sobre la situación y
la evolución de la educación en un país o
en una provincia. Desafortunadamente,
crece la tendencia a utilizarlas como un
sistema de información para consumido-
res, mercantilizando así la educación, en
lugar de desarrollarlas para promover una
discusión pública informada sobre la edu-
cación y generar conocimiento útil para la
formulación e implementación de políti-
cas educativas.
Empresarios por la escuela
El sector productivo estuvo siempre liga-
do al ámbito educativo, tanto en la educa-
ción técnico-profesional como en diver-
sos espacios de las políticas educativas.
Los modos de esa relación han sido va-
riables según las características del con-
texto histórico y el ciclo político, pero la
vocación del sector empresarial ha si-
do la de buscar que los planes de estudio
–en particular de los últimos años del ni-
vel medio, del nivel superior, de la edu-
cación de adultos y técnico-profesional–
ofrezcan conocimientos y habilidades
acordes con lo que perciben como nece-
sidades propias de sus recursos humanos.
La creación del CONET (Consejo Nacio-
nal de Educación Técnica) a fines de los
cincuenta (antecesor del actual INET,
Instituto Nacional de Educación Técni-
ca) o el desarrollo de los CENS (Centros
Educativos de Nivel Secundario) desde la
década del setenta son dos posibles ejem-
plos del modo en que el sistema educati-
vo tramita las demandas de sectores de
la producción para desarrollar una ofer-
ta formativa sintonizada con la necesidad
de cualificaciones laborales.
A esta demanda tradicional de sectores
del empresariado, se ha sumado una pro-
puesta de nuevo tipo en los últimos años
que ya no es presentada como demanda
de uno de sus actores sino como aspira-
ción de toda la sociedad. Así, bajo deno-
minaciones con vocación universal tales
como “los argentinos”, “todos los ciuda-
danos” o “por la educación”, estos proyec-
tos emanados desde sectores concentra-
dos del empresariado apuestan a incidir
en las políticas educativas para enfocar la
escuela hacia el desarrollo de competen-
cias para el mercado global. Buscan legiti-
mar sus iniciativas publicitándolas como
plurales, aun cuando sean el producto de
algunas empresas concentradas y trasna-
cionalizadas. Sus discursos públicos to-
man distancia de los clásicos enunciados
abiertamente mercantiles, característi-
cos de la década del noventa, para apelar
a una batería de términos que eviten omi-
nosas connotaciones comerciales. En este
sentido, los discursos utilizan el término
aprendizajes en lugar de competencias pa-
ra el mercado global; calidad de la educa-
ción, en vez de mediciones estandarizadas
de desempeño; sociedad civil como forma
genérica para nombrar a las grandes em-
presas y sus fundaciones; redes, para men-
tar la influencia de las corporaciones de
negocios en las políticas educativas; o in-
novación, concepto utilizado en lugar de
reforma gerencial de la educación. A nivel
regional, parte de estas iniciativas se nu-
clean en la Reduca (Red Latinoamerica-
na por la Educación), una suerte de Con-
senso de Washington educativo del siglo
XXI, cuyo representante en Argentina es
la Fundación Educar 2050, una de las po-
cas instituciones de esa red regional que
no asume en su denominación el uso del
término empresarios. Otra iniciativa vin-
culada a esta red, y que ya cuenta con al-
gunos años operando en la CABA y en
Jujuy, es Enseñá por Argentina, una filial
local de la ONG norteamericana Teach
for America que implementa un progra-
ma en el que un codocente participa en
la enseñanza en las aulas junto al docen-
te del grado, luego de recibir una breve
capacitación de apenas un par de meses.
Este proyecto apuesta a transformar una
profesión con regulaciones y tradiciones
pedagógicas muy fuertes, para convertir-
la en una ocupación flexible, desregulada
e impregnada del espíritu del hombre de
éxito en los negocios.
La investigadora en políticas educati-
vas Erika Moreira Martins ha estudiado
en profundidad en su tesis de maestría
del año 2013 el proyecto hegemónico que
el gran empresariado brasileño impulsa
para la educación en su país bajo el ró-
tulo “Todos por la educación”, poniendo
en evidencia los deslizamientos privati-
zadores de esa iniciativa. La especialista
señala que el proyecto oculta los límites
entre lo público y lo privado en la educa-
ción, para desdibujar la distinción entre
derechos sociales y derechos individua-
les. En Argentina, contamos también
con algunas contribuciones que explo-
ran la injerencia reciente de los intere-
ses del empresariado más concentrado
en la educación, señalando la creciente
influencia de las grandes consultoras en-
cargadas de los operativos de evaluación,
la tercerización de actividades clave del
gobierno de la educación como la difu-
sión de las estadísticas educativas o los
cambios en los contenidos de enseñanza
sobre contaminación ambiental, impul-
sados por las empresas mineras (4) y (5).
¿Bien común o bien de mercado?
Un último componente que cabe mencio-
nar entre las tendencias novedosas de pri-
vatización es la transformación del sector
educativo en una arena para el desarrollo
de ganancias empresariales a partir de la
cuantiosa masa de recursos públicos con-
formada por ese 4% a 6% del Producto
Interno Bruto que los países invierten en
educación. Más allá del tradicional nego-
cio editorial con los manuales escolares
o de la venta de bienes necesarios para el
funcionamiento de las escuelas (mobilia-
rio, útiles escolares, alimentos para co-
medores), existe hoy una proliferación
de servicios privados de gran escala cuya
lógica termina por predominar sobre la
educativa, avanzando en un proceso que
se denomina mercantilización de la edu-
Janet Grant, Desplegadas, 1963
cación y que tiene una especificidad ma-
yor que el término privatización. Grandes
consultoras internacionales como Pear-
son Educación S.A. o el Grupo Positivo de
Brasil ofrecen a los Estados (nacionales o
subnacionales) servicios que van desde el
diseño de los contenidos de enseñanza, el
reclutamiento y la formación de docen-
tes o la realización de evaluaciones es-
tandarizadas, ofreciendo a los gobiernos
una cadena de servicios que termina por
conformar algo así como un sistema edu-
cativo llave en mano. Esta masiva terceri-
zación (outsourcing) de la educación suele
ser justificada por sus defensores alegan-
do que la regulación la sigue teniendo el
Estado y que los privados sólo ejecutan la
producción de ciertos servicios. Sin em-
bargo, la injerencia de estos particulares
comienza a cobrar una dimensión tal en
algunos países o provincias que pone en
duda incluso el carácter público del go-
bierno de la enseñanza. g
1. Antoni Verger y Romuald Normand (2015),
Nueva Gestión Pública y educación: elementos
teóricos y conceptuales para el estudio de
un modelo de reforma educativa global,
Campinas, Educação & Sociedade, 2015.
2. Campaña Latinoamericana por el Derecho a la
Educación, “Enseñar para la prueba no es lo mismo
que educar”, entrevista realizada al investigador
brasileño Luiz Carlos de Freitas, 2016. Disponible
en http://v2.campanaderechoeducacion.org/
noticias/580-entrevista-ensenar-para-la-
prueba-no-es-lo-mismo-que-educar.html
3. Campaña Argentina por el Derecho a la
Educación, El derecho a la educación en Argentina.
¿Hacia dónde van las políticas educativas
actuales?, Buenos Aires, CADE, 2017.
4. Miguel Duhalde y Myriam Feldfeber
(coords.), Tendencias privatizadoras de y
en la educación argentina, Buenos Aires,
Confederación de Trabajadores de la Educación
de la República Argentina (CTERA), 2016.
5. Martín Becerra, “Entre la ‘agencia de evaluación’ y la
‘gerencia de recursos humanos’. El perfil del Ministerio
de Educación y Deportes de la Nación durante la
gestión de Esteban Bullrich (2015-2017)”, en Informe
de Investigación Nº 4, Buenos Aires, Observatorio de
las Elites, Universidad Nacional de San Martín, 2017.
*Observatorio Educativo de la UNIPE.

Alberto Croce, secretario de CADE
Más tecnologías,
menos docentes
por Diego Herrera*
L
a Campaña Argentina por
el Derecho a la Educación
(CADE) es una coalición na-
cional, creada en 2006, que
articula los esfuerzos de distintas or-
ganizaciones sociales en defensa de
los derechos educativos y la promo-
ción de la Justicia Social Educativa.
En el ámbito internacional es miem-
bro de la Campaña Latinoamericana
por el Derecho a la Educación (CLA-
DE) y de la Campaña Mundial por la
Educación (CME). Alberto Croce,
educador y secretario de la CADE,
reflexiona sobre las nuevas formas de
privatización y de mercantilización
de la educación.
Croce comparte con varios sin-
dicatos y organizaciones sociales la
preocupación por las nuevas formas
de privatización y de mercantiliza-
ción de la educación que avanzan en
muchos países del mundo. “Surgen
cosas novedosas que hacen que este-
mos alertas —observa–. Por ejemplo,
a nivel internacional hay una movida
muy fuerte para promover escuelas
de bajo costo, sobre todo en los países
pobres o muy pobres. La cooperación
internacional no les da dinero a estas
instituciones, sino proyectos educati-
vos armados desde el Norte por em-
presas privadas, como Pearson. Estos
proyectos se pueden dar ‘gratuita-
mente’ o a cargo de deuda externa.”
De acuerdo con el educador, este ti-
po de escuelas pone a las nuevas tec-
nologías en un lugar preponderante
y relega a los docentes a un lugar se-
cundario. “A nosotros todavía no nos
llegan estos modelos, pero pueden
llegar cosas parecidas en cualquier
momento”, advierte.
Según el secretario de la CADE, en
Argentina se ha fortalecido un dis-
curso ligado a nuevas lógicas educati-
vas que enfatiza que se viven nuevos
tiempos y responsabiliza a los estu-
diantes por sus propios aprendizajes.
“Indirectamente, se desvaloriza el lu-
gar de la enseñanza que pueden tener
los docentes”, analiza Croce. De esta
manera, bastaría con el apoyo de algu-
nos recursos tecnológicos para que el
estudiante pueda aprender: “Esa tec-
nología y esos recursos pueden venir
dados por internet. Entonces, se vuel-
ven muy caros los docentes. Se gene-
ra todo un discurso que al final termi-
na en un sistema privatizado”. Como
en casi todos los países del mundo el
presupuesto educativo sigue siendo
de los más elevados del sector público,
las empresas encuentran allí un nego-
cio muy rentable.
En el caso específico de Argentina,
Croce sostiene que muchas escuelas
privadas fundadas por familias ar-
gentinas están siendo compradas por
grandes empresas: “Los fundadores
se van muriendo y vienen empresas
extranjeras que dicen traer nueva tec-
nología e inspiraciones de pedagogías
americanas o europeas. De esta ma-
nera, se termina armando una escue-
la privada que ya no tiene la misma
orientación de la primera”. De acuer-
do con el educador, se trata de una
tendencia muy riesgosa: “Se instala
un discurso negativo sobre la escuela
pública y también sobre otras escuelas
privadas; se dice que son viejas, que
ahí no se aprende nada”.
Además, las evaluaciones externas y
estandarizadas constituirían, de acuer-
do con Croce, otro mecanismo de pri-
vatización actual y pujante. “Se genera
una marca de evaluación internacio-
nal y esa marca es vendida a las escue-
las que quieren mostrar que están me-
jor que las otras. Después, las empresas
también venden la capacitación y los
cuadernillos para preparar docentes
y estudiantes que participan de esas
pruebas”, dice. Y agrega: “Los combos
vienen completos y las escuelas priva-
das los compran porque se supone que
haber conseguido una de estas certifi-
caciones les da prestigio y la posibilidad
de cobrar cuotas más altas”.
Como secretario de la CADE, Croce
participa del Consejo Federal de Edu-
cación (CFE). “En ese espacio –reve-
la–, me toca representar a las organi-
zaciones sociales que están cercanas
a nuestras posturas. Hay otras perso-
nas que están por otras organizaciones
que tienen otras miradas.” Así, una pri-
mera vía de influencia de asociaciones
privadas en las políticas educativas es-
taría vehiculizada a través de la parti-
cipación en el mismo CFE.
La CADE también lleva adelan-
te iniciativas en espacios menos for-
males de la educación. Defiende, por
ejemplo, el sostenimiento de los ba-
chilleratos populares y está compro-
metida con la fundación de escuelas
de gestión social. Otra de sus preocu-
paciones consiste en la mejora del fi-
nanciamiento educativo: “Junto con
organizaciones que no necesaria-
mente tienen la misma mirada, coin-
cidimos en la necesidad de que haya
una nueva ley de financiamiento edu-
cativo”, sostiene Croce. “Una nueva
normativa o un mecanismo similar es
fundamental –argumenta–, porque
es necesario un acuerdo nacional so-
bre cómo se destinan los recursos pa-
ra educación y cómo se protegen, so-
bre todo en estos tiempos en los que
va a empezar a haber tantas presio-
nes con el pago de intereses de deuda
externa. La ley anterior preservaba
los recursos para educación, pero eso
tiene que volver a ponerse en discu-
sión porque se corre el riesgo de que
bajo mil pretextos se terminen bajan-
do los presupuestos educativos y, en
consecuencia, se deteriore la calidad
de la educación.” g
*Licenciado en Ciencias de la Comunicación e
integrante del equipo editorial de UNIPE.
Laura Marrone,
legisladora
La penetración
mercantil en el
Estado
“
Así como al frente del Ministerio
de Energía hay un CEO de la Shell,
en el área de Educación vemos
CEO de empresas educativas. El
ministro de Educación de la Provincia
de Buenos Aires, Gabriel Sánchez Zin-
ny, fundó EduNexo, empresa de soft-
ware educativo, y Kuepa, plataforma
digital para la educación de adultos. Es-
teban Bullrich, ministro de Educación
de la Nación hasta fines de 2017, es pre-
sidente de la empresa offshore Formar
Foundation”, denuncia Laura Marro-
ne, integrante de la bancada por el FIT
de la Legislatura porteña y docente du-
rante más de 30 años.
Siempre se asoció la privatización de
la educación con el modelo de subsi-
dios del Estado a las escuelas de ges-
tión privada. ¿En qué situación está
Argentina con respecto a esto?
El crecimiento de la educación privada
en Argentina, en las últimas décadas, es
pronunciado. En la Ciudad de Buenos
Aires, la matrícula privada es el 51% del
total; en la Provincia, que constituye
casi el 37% del sistema educativo na-
cional, representaba el 45,5% en 2015.
Ciudad y Provincia estarían llegando
a un tope, pero en otras provincias la
educación privada está en plena ex-
pansión y esto se observa en la matrícu-
la de los primeros años de la primaria.
¿Existen nuevas formas de mercan-
tilización de la educación?
La privatización exógena es más cono-
cida: el sistema educativo ha generado
un sistema paralelo que hoy represen-
ta el 30% del sistema educativo nacio-
nal. Otra forma de privatización más
reciente es la endógena, es decir, la pe-
netración de lo privado en las escuelas
estatales. Las empresas que la ejercen
y los Estados que la promueven tienen
como objetivo, primero, el beneficio
comercial de quienes venden servicios
educativos. Existen empresas de ase-
soramiento docente a familias, de ca-
pacitación a docentes, de evaluación a
gobiernos, y las que brindan personal
temporario a las escuelas.
¿Con personal temporario se refiere
a empleados de seguridad, manteni-
miento y comedores escolares?
Los servicios no profesionales, con al-
gunas excepciones, fueron privatiza-
dos en la década del 90. Ahora vienen
por los servicios de los profesionales
docentes. En ese sentido, el PRO en la
Ciudad fue vanguardia.
¿Qué casos de privatización endó-
gena ha detectado?
En la Capital, hay más de 70 Centros de
Primera Infancia (CPI), que son lugares
donde no se configura un espacio edu-
cativo sino de contención social. Los
CPI se entregan a ONG o asociaciones
civiles que reciben un subsidio del Es-
tado de acuerdo con la matrícula. Estas
ONG, que son muchas, firman conve-
nios con el Estado y llevan a la precari-
La educación en debate | III
zación laboral de los trabajadores y a la
precarización educativa de los niños. En
la Ciudad, para el 2018, el presupuesto de
educación se redujo en un 8,1%. Al mismo
tiempo, crece el presupuesto de Desarro-
llo Social, que es el que toma a su cargo los
convenios con ONG y fundaciones.
¿Hay auspicios de grandes empresas
detrás de estas ONG?
En los CPI no tanto. Eso sucede más en
las fundaciones. Está el caso de Enseñá
por Argentina, que está generando, a tra-
vés de las escuelas de jornada extendida,
una especie de agencia de empleo. Se in-
tenta desarrollar una extensión de la jor-
nada escolar con docentes que no están
dentro del estatuto, o incluso que no son
docentes, y que son preseleccionados
por estas fundaciones.
¿En la Ciudad se empieza a extender
la jornada escolar en las primarias es-
tatales y para cubrir esas nuevas ho-
ras Enseñá por Argentina selecciona
docentes?
Empieza a cubrirlo con personal que ha
sido filtrado previamente por esta agen-
cia. Otro ejemplo es BisBlick, una funda-
ción que entrega becas a los estudiantes y
está mencionada en la página del Ministe-
rio de Educación de la Nación. En Capital,
además, tenemos la presencia creciente
de universidades privadas para la capaci-
tación docente en el espacio público-es-
tatal. Es el caso de la Universidad de San
Andrés. Hay otras fundaciones ligadas
con el Estado: la Fundación de Estudian-
tes Internacionales Eidos, contratada pa-
ra dar cursos de fortalecimiento de talen-
tos; Educación 137, a cargo del diseño del
Plan Maestro y el Plan Minerva de refor-
ma universitaria; Educar 2050, impulsa-
da por el Banco Mundial, Santander, Te-
lefónica, Ledesma, Despegar.com, y Muy
Bien 10, a través de la cual la Provincia de
Buenos Aires terceriza la capacitación
docente. No está transparentado cuál es
el vínculo y compromiso que el Estado
nacional tiene con estas fundaciones ni
cuánto dinero reciben.
¿Qué lugar ocupan las evaluaciones
externas en estos nuevos procesos de
privatización?
El caso PISA es el más notable: la empre-
sa multinacional Pearson tiene la franqui-
cia a nivel internacional en casi 60 países.
Los Estados pagan por las pruebas PISA y
Pearson gana millones de dólares.
¿Cómo inciden las grandes empre-
sas en el delineamiento de diseños de
políticas educativas?
Además de hacer sus negocios y de con-
seguir exenciones impositivas, buscan el
control ideológico. Hay una privatización
del conocimiento: quieren controlar la
cabeza y el pizarrón del docente. Desde la
caída de la dictadura, hay una camada de
docentes que ha tomado su tiza para ha-
cer entrar al aula de forma crítica la reali-
dad política y social. La privatización del
conocimiento significa que el docente ya
no sea el que elige su bibliografía y recorta
su enfoque, sino que se transforma en un
facilitador que aplica plataformas digita-
les previamente diseñadas por empresas
extranjeras. En la página del Ministerio
de Educación de la Nación empiezan a
aparecer plataformas digitales para su
uso no obligatorio en el aula. Todo hace
pensar que a medida que el proceso de
control del aula a través de la evaluación
externa se profundice, esto empezará a
ser obligatorio. g
D.H.
 IV | La educación en debate #59 Nuevas formas de privatizar las aulas
Miguel Duhalde, gremialista
Vía libre para el gerenciamiento
S
ecretario de Cultura de la Asocia-
ción del Magisterio de Santa Fe
(AMSAFE) y secretario de Edu-
cación de CTERA, Miguel Duhal-
de coordinó el libro Tendencias privatiza-
doras “de” y “en” la educación que el mayor
gremio nacional docente publicó en di-
ciembre de 2016. El sindicalista –que tam-
bién es docente del Instituto Superior de
Profesorado N° 3 “E. Lafferriere” de Villa
Constitución y de la Universidad Autóno-
ma de Entre Ríos– afirma: “Las empresas
están teniendo vía libre para avanzar en la
imposición del gerenciamiento y el víncu-
lo con el sector privado”.
¿Existen nuevas formas de privatiza-
ción de la educación?
Sí, y desde CTERA las estamos estudian-
do. Ahora nos focalizamos en la tenden-
cia endógena de la privatización, que se
manifiesta a través de convenios que el
Estado firma con ONG, fundaciones y
empresas privadas. Siempre existieron,
pero a partir de la llegada al poder de la
alianza Cambiemos encuentran campo
fértil para avanzar. Estos acuerdos se dan
a nivel general y parecen ser la política
que despliega el Gobierno, junto con la
evaluación externa.
¿Qué casos específicos han detectado?
Hay convenios que se firman a nivel na-
cional, pero para la concreción de cada
uno de los programas se necesita de las
provincias. Hay avances importantes en
Provincia de Buenos Aires, Capital Fede-
ral, Jujuy, Mendoza y Corrientes. Tam-
bién en provincias donde el oficialismo
no gobierna pero tiene alianzas muy
fuertes, como los casos de Córdoba y Sal-
ta. Los programas que se impulsan están
incluidos en el marco de una idea de ge-
renciamiento del espacio público.
¿Cuáles son las entidades con las que el
Estado firma esos convenios?
Una de las principales es Enseñá por Ar-
gentina. Tiene alrededor de 40 socios
corporativos y a la vez hace alianzas
con universidades privadas, como la de
San Andrés, del Salvador y la Católica.
Es uno de los casos más renombrados y
tiene como objetivo la formación de jó-
venes profesionales que después parti-
cipan como codocentes en los procesos
educativos. Es una figura que no es do-
cente y cobra mucho menos.
¿Qué otras entidades firmaron conve-
nios con el Estado?
Otro caso es el de la Fundación Varkey,
una ONG que también funciona a nivel
mundial y da un premio global de un
millón de dólares para un “docente ex-
cepcional”. Acá en Argentina se recrea
con el premio de un millón de pesos pa-
ra proyectos e iniciativas innovadores.
Educar 2050 busca incidir directamen-
te en las políticas públicas y lo dice en su
propia página. Su misión es formar en
liderazgo a los directivos de las escue-
las y también tiene el apoyo de grandes
empresas. Otra organización que este
Gobierno ha habilitado para que tenga
injerencia en la decisión de las políticas
públicas es Cimientos. Es larga la lista.
¿Cómo afecta ese modelo gerencial a
la representación gremial de los do-
centes?
Nosotros cuestionamos la importación
de modelos de la gestión y administra-
ción del sector empresarial a las escue-
las. El Gobierno considera a los actores
educativos como sujetos con intereses
individuales, preocupados por el lide-
razgo y la innovación por la innova-
ción misma. Se hacen fuertes las ideas
de emprendedurismo, meritocracia y
la rendición de cuentas. Todo ese mo-
delo habilita un sistema educativo que
puede ser medido y evaluado de acuer-
do con criterios de productividad. Ba-
jo esta concepción, la escuela parece
una empresa que produce y que va a ser
medida por los resultados. Así, se inha-
bilitan otras formas de organización y
conducción, que son las que promove-
mos desde el sindicato. Nuestra idea
tiene más que ver con un espíritu cola-
borativo y solidario, con la comunidad,
con la defensa de los derechos sociales
por encima de los derechos individua-
les. La imposición del modelo que pro-
mueve el Gobierno afectaría la idea de
trabajador e intentaría reemplazarla
por la idea de emprendedor. g
D.H.
Marcelo Miniati, director de la fundación cimientos
“Vos lo podés lograr”
L
a fundación Cimientos nace en
1998 con el propósito explíci-
to de remediar el abandono es-
colar en el nivel secundario y, a
diferencia de otras ONG como Educar
2050 y Enseñá por Argentina, cuenta
con un referente dispuesto a responder
preguntas. “Darles la posibilidad de que
terminen la escuela secundaria a chicos
de entornos vulnerables se ve como una
forma de que salgan de la pobreza”, dice
Marcelo Miniati, licenciado en Econo-
mía con un máster en Negocios y direc-
tor ejecutivo de la organización.
La labor de la fundación comenzó en
Buenos Aires y se expandió a casi todo el
país. Hoy, la entidad presidida por Mi-
guel Blaquier tiene presencia en 70 es-
cuelas y asiste a unos 3.000 estudiantes.
Futuros Egresados, su programa más
importante, consiste en el otorgamien-
to de becas y el acompañamiento a estu-
diantes. “Contamos con profesionales
que trabajan directamente con los chi-
cos. Este acompañamiento se hace siem-
pre en la escuela y a contraturno. Que-
remos que toda nuestra tarea apoye a la
educación pública, y por eso se hace en el
marco de las escuelas.” Este acompaña-
miento no es académico, sino que tiene
como objetivo el “desarrollo de habilida-
des socioemocionales”. Explica Miniati:
“Muchas veces no hay nadie que les diga
a los alumnos ‘vos lo podés lograr’. Ahí es
donde Cimientos se acerca y trabaja con
el chico”. La fundación también logró
acuerdos con entidades de Colombia y
Uruguay para que se aplique su metodo-
logía en escuelas de esos países.
El 95% de las instituciones con las
que trabaja Cimientos son de gestión
estatal. “Cuando un socio dice que va
a participar del programa de becas do-
nando fondos, generalmente quiere
hacerlo en alguna escuela cercana a su
planta, su fábrica o su empresa”, expli-
ca Miniati. Luego deben gestionarse
los permisos para ingresar a las escue-
las en cada jurisdicción. Según el direc-
tor ejecutivo, la intervención “siempre
se hace de acuerdo con los lineamien-
tos del Ministerio”.
Cimientos cuenta con el apoyo
económico de empresas importan-
tes, muchas de ellas multinacionales:
HSBC, Coca-Cola, Galicia, Axion, Al-
ba, Techint, Ledesma, Santillana, en-
tre tantas otras. De acuerdo con Mi-
niati, las motivaciones de las corpo-
raciones para colaborar con la funda-
ción estarían ligadas al acuerdo con la
misión planteada: “Intentamos resol-
ver el problema de la pobreza a través
de la educación; para nosotros, el de-
sarrollo va a venir a través de la educa-
ción. Precisamente, buscamos acom-
pañar al chico para que termine su se-
cundario, tenga su título, consiga su
primer empleo formal o siga una ca-
rrera de educación superior. Las em-
presas lo ven como una inversión en el
futuro del país, una inversión de largo
plazo, y por eso nos acompañan”.
En 2017, Cimientos también reci-
bió 5.014.052 pesos del Estado nacio-
nal para asesorar funcionarios provin-
ciales en el desarrollo del Programa de
Acompañamiento a las Trayectorias
Escolares. “Consistía –relata Minia-
ti– en coordinar entre el Ministerio
de Educación de la Nación y los mi-
nisterios provinciales el desarrollo de
programas de tutoría para el nivel se-
cundario. Se trabajó todo el año en seis
provincias: Jujuy, Salta, Tucumán, Ca-
tamarca, Santiago del Estero y Buenos
Aires.” Para Miniati, no existe el riesgo
de que los privados orienten la educa-
ción pública hacia intereses particu-
lares: “Entiendo y creo que el Estado
es el responsable de la educación. Ci-
mientos trabaja en conjunto con la es-
cuela pública. Creemos que hoy más
que nunca tienen que estar todos los
actores trabajando en el mismo sen-
tido: familia, escuela, gobierno y tam-
bién las empresas. Es muy bueno que
una empresa se acerque a la escuela,
pueda contarles a los chicos qué posi-
bilidades hay de distintos empleos, que
pueda hacer un taller de armado de un
currículum y aportar conocimiento”.
Y concluye: “No creo que haya una pe-
lea entre lo público y lo privado. Lograr
que estos chicos tengan un futuro me-
jor es una tarea de todos”. g
D.H.
Staff
UNIPE: Universidad
Pedagógica Nacional
Rector
Adrián Cannellotto
Vicerrector
Carlos G.A. Rodríguez
Editorial Universitaria
Directora editorial
María Teresa D’ Meza
Editor de La educación en debate
Diego Rosemberg
Redactor
Diego Herrera