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¿Por qué hacemos las cosas?

El ser humano tiene diversas motivaciones para hacer las cosas. Y todas
pueden ser legítimas en algún minuto. Por más exóticas que parezcan.

Para sentirnos más importantes


Esto tiene que ver con una sensación interna, con una necesidad de
trascendencia que suele sacar lo mejor de nosotros. No es malo querer
sentirse importante. De hecho, siempre llega un momento en que descubrimos
que somos importantes para el funcionamiento del universo, no importa cuál
sea nuestro rol, porque todos los aportes son importantes, y ese momento trae
calma. A veces elegimos mal la tarea, pero en la ocasión siguiente eso puede
mejorar. Para obtener reconocimiento El reconocimiento tiene que ver con
sentir que para el resto somos importantes. Esto no es malo, porque vivimos en
comunidades. Las comunidades son redes de relaciones que debemos tratar
de preservar. Para mantener el respeto de los demás, contamos cosas,
hacemos cosas. Es una forma de asegurar valor para el grupo.

Para buscar un lugar de pertenencia


Todos debemos pertenecer. Familia, grupo social, gremio, ciudad, proyecto,
etc. Esta necesidad gregaria de estar con otros porque inconscientemente
reconocemos el valor de la red de apoyo es tan fuerte, que a veces pertenecer
a un mal grupo es mejor que quedar solo. Sin duda, para evitar la exclusión a
veces elegimos mal el grupo al que pertenecer o la estrategia para
mantenernos dentro, pero podemos aprender.

Para sentirnos dueños de un trozo de la verdad


La búsqueda de la verdad es inherente al espíritu humano. Todos la valoramos,
todos la queremos. Y qué glorioso el momento en que creemos descubrir su
perfil. Es fácil presumir de medias verdades atractivas. Y difícil acercarse a
verdades más profundas ¿quién puede culpar a alguien que se aferra a esa
ventana que lo acerca una verdad, por pequeña que sea?

Por dinero
Suena feo ¿no es verdad? Sin embargo trabajamos cotidianamente por dinero,
porque lo necesitamos para pagar la educación de los hijos, pagar el lugar
donde vivimos, alimentarnos. Si no hacemos nada a cambio de dinero, a
menos que tengamos la rara condición de heredero, corremos el riesgo de
salirnos de la sociedad. Acá se trata sólo de no hacer por dinero aquello que es
inadecuado.

Porque creemos que es la decisión correcta


Esto que parece la mejor razón puede llevarnos a fanatismos terriblemente
peligrosos. Hay que cuidarse de llegar a hacer todo porque es lo correcto. Si
llegamos a ello, seguro hacemos muchas cosas incorrectas!
Porque queremos reparar una situación que parecía injusta
A veces dejamos que nuestros dolores comanden nuestras decisiones. Demás
está decir lo peligroso que puede ser…

Lo que me parece más importante de todos estos pensamientos, es que


ninguna de estas razones es un insulto en sí misma ni nos hace buenos en
forma automática. Un comentario reciente, de una persona que se sintió
insultada por un comentario que trataba de explicar su conducta, me hizo
reflexionar al respecto. La comunicación es una difícil cosa. Pero es bueno que
llevemos dentro la convicción de que cuando atribuimos o descartamos alguna
de estas razones en relación con algún proceder, no está, necesariamente, la
intención de dañar. Por lo que no debe ser considerado una ofensa. Y por otro
lado, si alguien trata de explicar una conducta nuestra con alguno de estos
argumentos, sentémonos a pensar un momento. Tal vez tiene razón. Y no es
malo, necesariamente. Y si de salud hablamos, reflexionemos sobre la
posibilidad de permitirnos algunas de esas razones (por más que lo hayan
dicho feo) y dejemos ir lo que no nos permite crecer ni ser felices.

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