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La carrera política de Obama comenzó a fraguarse en 1990, cuando tomó contacto con
Judson Miller, uno de los asesores de Harold Washington, quien en 1983 se convirtió
en el primer alcalde negro de Chicago. Con el paso del tiempo, Miller llegaría a
convertirse en uno de los pilares de la campaña electoral de Obama.
En esta época el joven abogado consiguió algunos de los apoyos que acabarían siendo
decisivos en su futura nominación como candidato demócrata a la presidencia de
Estados Unidos, entre los que destacan tanto importantes empresarios como
numerosos miembros de la comunidad afroamericana cristiana de Chicago.
Su primer éxito político llegó en 1996. Gracias al padrinazgo del juez Abner Mikua y
de Emil Jones, líder demócrata afroamericano en el Senado de Illinois, Obama fue
elegido miembro de la cámara estatal por el Partido Demócrata, como representante
del distrito de Hyde Park, donde ya era conocido por sus firmes convicciones liberales.
Entre 2000 y 2004 Obama se dedicó a afianzar su electorado. En 2004 obtuvo nuevos
mentores en Washington, entre los que destacaban figuras señeras del Partido
Demócrata, como John Kerry y Ted Kennedy. Gracias al apoyo de éstos y al de su
electorado fue elegido representante nacional en la Convención Demócrata de Boston
de 2004.
Obama dio el primer gran paso hacia la presidencia de los Estados Unidos en febrero
de 2007, cuando presentó su candidatura a las elecciones primarias del Partido
Demócrata. La otra gran apuesta de esta formación era la senadora Hillary Clinton,
esposa del ex presidente Bill Clinton, que partía con ventaja en los sondeos. La
campaña, muy ajustada en todo momento, acabó decidiéndose a favor de Obama, que
se impuso con 1.953 delegados frente a los 1.770 de su rival.
El nombramiento oficial como candidato demócrata a la presidencia de los Estados
Unidos tuvo lugar el 3 de junio de 2008. El republicano John McCain, a quien Obama
consideró siempre como un simple heredero de George Bush, fue su rival en la carrera
presidencial. Durante la campaña, McCain trató de distanciarse de su predecesor, pero
su discurso resultó errático y poco convincente. El mensaje de renovación y esperanza
del candidato demócrata, en cambio, caló entre el electorado; Obama fue ampliando
progresivamente su ventaja frente a McCain en la encuestas, y se impuso finalmente
en las elecciones del 4 de noviembre con un 64'9 % de los votos.
Posturas políticas aparte, es indudable que Obama ha sido un líder efectivo que, para
bien o para mal, ha logrado consensos y acuerdos tanto al interior de Estados Unidos
como en la comunidad internacional.
Estabilizar una economía en crisis, evitar una guerra nuclear en Medio Oriente, cerrar
acuerdos para combatir los efectos del cambio climático e instalar cambiadores de
bebé en todos los baños para hombres del país son algunos de los logros indiscutibles
de Obama.
Obama no le teme a los riesgos. No solo en los temas difíciles, como la estrategia
militar, también en su imagen pública, el mandatario ha tomado riesgos sin
precedentes en su puesto de trabajo. Quizá el más memorable fue su sosa
interpretación de ‘Amazing Grace’, un gesto que muestra que no le importa ser objeto
de burlas, todo con tal de enviar el mensaje que el momento ameritaba.