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Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550
nomadas@ucentral.edu.co
Universidad Central
Colombia

Beverley, John
LA PERSISTENCIA DEL SUBALTERNO
Nómadas (Col), núm. 17, 2002, pp. 48-56
Universidad Central
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105117951005

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LA PERSISTENCIA
DEL SUBALTERNO*
John Beverley**

Este trabajo es el texto literal de una ponencia presenta- This paper is the text of a presentation at a panel
da en un panel sobre los estudios culturales latinoamericanos discussion of Latin American Cultural Studies at the 2001
en el congreso de LASA en 2001 en Washington DC. Re- LASA convention in Washington DC. It represents the
presenta la posición desarrollada en el trabajo colectivo del position developed in the collective work of the so-called Latin
llamado Grupo de Estudios Subalternos Latinoamericano, American Subaltern Studies group from 1992 to 2001, when
desde nuestra fundación en 1992 hasta la disolución del gru- the Group disbanded–an event the paper announces and
po en 2001, que sirve como pretexto introductorio para la that serves as its pretext. The other panelists were Walter
ponencia. Los otros participantes en el panel eran Walter Mignolo, representing postcolonial studies, Nestor Garcia
Mignolo, representando los estudios poscoloniales, Néstor Canclini and John Kraniauskas representing cultural studies,
García Canclini y John Kraniauskas, representando los es- and Nelly Richard representing cultural critique. The paper
tudios culturales, y Nelly Richard representando la llamada dialogues and debates with each of these positions in turn
crítica cultural. El trabajo dialoga y debate con cada una de from the point of view of the proposal of subaltern studies.
estas posiciones respectivamente desde el punto de vista espe- It concludes with a call for a critique of academic knowledge
cífico de los estudios subalternos. Concluye con un llamado a as such.
una crítica del saber académico en sí.

* Texto leído, a manera de ponencia, en el panel Canto del cisne de los estudios culturales, orga-
nizado por Abril Trigo, LASA, 2001, Washington DC. Se presentó en la mesa que abordó el
tema El fin de los estudios culturales; de allí su tono de conversación, polémico y circunstan-
cial. Puesto que no se trata propiamente de un ensayo con suficiente elaboración, avanza
sólo parcialmente en las diferencias entre los estudios subalternos, los estudios culturales,
poscoloniales y la crítica cultural; así, por ejemplo, algunos argumentos relacionados con el
alcance del subalternismo frente a los estudios poscoloniales apenas se esbozan. No obstan-
te introduce una discusión que resulta fundamental para el tema monográfico de la revista.
** Profesor y jefe del Departamento de Lenguas y Literaturas Hispánicas en la Universidad de
Pittsburgh (EEUU). Fue uno de los fundadores del grupo de Estudios Subalternos Latino-
americano, y, con Ileana Rodríguez, su coordinador por muchos años. Sus libros recientes
incluyen Against Literature (1992); La voz del otro: testimonio, subalternidad, y verdad narrati-
va (1993, 2da. edición 2002); The Postmodernism Debate in Latin American (1995); y
Subalternity and Representation (1999–una traducción al español está en preparación). Aca-
ba de editar una antología de escritos de intelectuales y artistas cubanos, From Cuba (Desde
Cuba), que está por salir como número especial de la Revista Frontera 2.

48 NÓMADAS
E ntre las famosas categorías
(negación, ambigüedad, territoriali-
del pueblo”. Espero que esté cum-
pliendo esa función hoy, porque
sión para confirmar lo que muchos
de ustedes ya saben: la disolución for-
dad, etc.) que asigna Ranajit Guha Michael me hace recordar que, al fin mal del grupo después de un largo es-
al poder de gestión de sujetos subal- y al cabo, a pesar de nuestras dife- fuerzo de más de dos años para
ternos en Elementary Aspects of rencias y debates hay algo que com- encontrar una manera de sobrevivir.
Peasant Insurgency in Colonial India, partimos. Paradójicamente, esa disolución co-
se podría añadir la de la persistencia. incide con la generalización de la
El subalterno persiste. Persiste aún Lo que tengo que decir está problemática de lo subalterno en el
más allá de la muerte. signado por el luto, no sólo por la discurso académico, (rara es la po-
muerte de Michael, sino porque en nencia o ensayo en estos días que no
Hace unas semanas murió des- vez de tomar directamente el tema invoque el concepto en algún mo-
pués de una larga lucha contra el cán- asignado por los organizadores de este mento), y con una oleada de nuevos
cer uno de mis colegas más íntimos, panel, “El canto del cisne de los es- libros por miembros o compañeros de
el distinguido historiador de las lu- tudios culturales”, voy a hablar de ruta del grupo, incluyendo dos colec-
chas sociales en Colombia, Michael algo para mí más concreto, que es la ciones editadas por Ileana Rodríguez,
Jiménez. La noche antes de su entie- muerte de un proyecto que nació en que son la representación más am-
rro tuve el siguiente sueño: estaba, estrecha relación con estudios cultu- plia hasta hoy de nuestro trabajo
como solía estar frecuentemente con rales: el Grupo de Estudios Subalter- colectivo, el “Latin American Subal-
Michael, en un comité doctoral. Me nos Latinoamericanos. Fue en el tern Studies Reader” y “Convergen-
dirijo a mis colegas, diciendo algo así congreso de LASA en Atlanta en cia de tiempos”.1
como “lo que esta disertación de- 1994 que el Grupo se presentó pú-
muestra es que la teoría de la depen- blicamente por primera vez; quizás Una muerte nos enfrenta con la
dencia ya no tiene relevancia, que sea justo entonces emplear esta oca- tarea de reafirmar, si podemos, por qué
hemos superado esa teo- seguimos viviendo y hacien-
ría”. Michael me mira y do lo que hacemos. Me gus-
responde que no está de taría emplear el tiempo que
acuerdo. “Bueno, Mi- me queda, entonces, para
chael”, contesto, “quizás marcar la relación entre lo
exagero, quizás todavía que yo entendía como la in-
tiene sentido parcialmen- tervención de estudios sub-
te”. “Sí, parcialmente”, alternos y los proyectos
dice Michael. afines –pero también distin-
tos– representados por los
Me consoló este sue- otros participantes en esta
ño porque indicaba que mesa: es decir, estudios cul-
Michael seguía vivo den- turales (Néstor García
tro de mi cabeza como un Canclini), la crítica cultu-
interlocutor dispuesto a ral (Nelly Richard), y ese
corregir mi tendencia al campo que nace estrecha-
sectarismo. Michael era mente relacionado con es-
una especie de católico tudios subalternos pero que
marxista o marxista cató- está en proceso de diferen-
lico, dependiendo del ciarse como un nuevo pro-
punto de vista de uno, y yecto en curso: estudios
su genio político era su poscoloniales (Walter Mig-
capacidad de crear comu- nolo). La posición del quin-
nidad, de contener y to miembro del panel, John
reconciliar a la vez “con- Kraniauskas, si la entiendo
tradicciones en el seno bien, en cierto sentido cru-

NÓMADAS 49
za todas estas posicio- culturales, y viceversa.
nes. Quiero referirme Recuerdo el momento
sobre todo, porque esa exacto en que esto ocu-
era la razón de ser de es- rrió: fue en nuestra se-
tos proyectos, a lo que gunda reunión en Ohio
Stuart Hall ha llamado State University en
en una frase harto co- 1994, en el medio oes-
nocida “el ‘aspecto po- te norteamericano,
lítico’ de los estudios después de una presen-
culturales”. tación por George Yú-
dice, a quien habíamos
Según el concepto invitado a dialogar con
de Hall, lo que nuclea el Grupo. Fuimos a al-
estos proyectos no es morzar y después del al-
exactamente una clara muerzo era evidente por
delimitación episte- ambas partes, es decir
mológica o de campo por la de Yúdice, y la del
disciplinario, sino prin- “Tren de pasajeros”. Juguete para niños. Londres, 1927 Grupo, que estábamos
cipalmente una volun- no sólo en proyectos
tad o quizás un voluntarismo político. la hibridez más que en la subal- diferentes sino en cierto sentido
Cuando formamos el Grupo en 1992, ternidad. Nosotros, por contraste, competitivos.4
concebimos a nuestro proyecto como queríamos señalar que una dinámica
suplemento de uno más amplio para de subalternidad -de negación sub- En esa época, estudios culturales
crear el campo de estudios culturales alterna, binaria- subyacía aun en los aparecía como un proyecto estraté-
latinoamericanos.2 procesos de hibridización o transcul- gico de recomposición de las ciencias
turación. Nuestro enfoque tenía una humanas; esa era por lo menos la vi-
Lo que compartíamos con estu- dimensión histórica importante, pero sión del campo que Yúdice presentó
dios culturales era la noción de un en una dirección genealógica. No a la reunión de Ohio State. Estudios
desplazamiento de autoridad cultu- veíamos lo subalterno como algo culturales produciría una versión
ral de la esfera de la alta cultura esencialmente relacionado con la nueva del famoso intelectual especí-
(“high culture”) -representada para colonia, lo tradicional o lo pre-mo- fico de Foucault, capaz de mediar en
nosotros por el canon de las literatu- derno, es decir, como un problema su trabajo entre la institución acadé-
ras nacionales- hacia un sujeto po- exclusivamente historiográfico o mica, el Estado, las ONG, las corpo-
pular heterogéneo y multifacético. antropológico (de campesinos, pue- raciones multinacionales, las
Nuestro impulso fue identificar ese blos indígenas, cimarrones, etc.), sino fundaciones, los productores cultura-
sujeto con lo que entendíamos por el también como un concepto para de- les, la sociedad civil nacional e in-
concepto de lo subalterno. Pero signar el nuevo sujeto que emergía ternacional, y los nuevos sujetos
García Canclini y otros involucrados en los intersticios de la globalización, sociales producidos por la deste-
en la articulación del paradigma de algo parecido a lo que Michael Hardt rritorialización económica y cultural.
estudios culturales veían a la dicoto- y Antonio Negri entienden por la Pero esta meta -necesaria y loable
mía subalterno/hegemónico como “multitud” en su libro, Imperio.3 Co- dentro de una lógica de asegurar nue-
anacrónica, debido a su dependencia menzamos a darnos cuenta de que vas formas de gobernabilidad- tam-
en la dicotomía modernidad/tradi- para pensar el presente quizás estu- bién nos pareció hasta cierto punto
ción, sobrepasada por la urbanización dios subalternos era una alternativa una tergiversación de la inspiración
y los efectos culturales de la globali- más que un suplemento a estudios original de estudios culturales, por-
zación económica y comunicacional culturales, y con una lógica identi- que desplazaba el poder de gestión
en América Latina. Para García taria parecida a la lógica binaria que “agency” del sujeto popular-hetero-
Canclini, como se sabe, la dinámica forma la dicotomía subalterno/domi- géneo representado por estudios cul-
de las culturas populares consiste en nante, nos polarizamos con estudios turales a estudios culturales como tal,

50 NÓMADAS
es decir de nuevo al es- (o, en su aseveración
tamento intelectual. más radical, que es la
Para usar una conocida precondición de la mo-
metáfora de Gayatri dernidad) es, indudable-
Spivak, lo que comen- mente, una de las formas
zó como “portrait” -re- principales de lo que en-
presentación en el tendemos por subal-
sentido de “hablar de” ternidad. Sin embargo,
se convirtió en “pro- es una de las formas, no
xy”-representación en la única. Esto es en parte
el sentido de “hablar porque la problemática
por” y lo que apareció de lo subalterno no se li-
como algo que inte- mita exclusivamente a lo
rrumpe o excede la ló- poscolonial (ni tampoco
gica del capital y del puede ser articulado
estado moderno -la El “tren bala”, durante una huelga. Japón, 1974 siempre por la idea de
proliferación de hete- colonialismo interno).
rogeneidades culturales más allá de yectos que se tocaban a veces y otras Aparece también claramente dentro de
los límites de la “ciudad letrada” y la se separaban. las sociedades (España, Francia, Por-
cultura pedagógica hegemónica- de tugal, Inglaterra, Rusia, Estados Uni-
nuevo se vuelve un problema de la No quiero hacer una división dos, etc.) que son formadoras de la
razón del Estado y de la colaboración innecesariamente tajante entre estu- colonialidad del poder. Precisar la na-
de la institución académica con esa dios subalternos y estudios poscolo- turaleza de la colonialidad del poder
razón. niales. Comparto un proyecto como epísteme que todavía rige nues-
editorial con una destacada represen- tras concepciones de sujeto, territoria-
Algo similar, me parece, ocurre tante de la crítica poscolonial en el lidad, cultura, saber, ciencia, etc., es
con estudios poscoloniales. Si uno latinoamericanismo, Sara Castro- una tarea de terapia epistemológica y
juzga por los congresos, los debates, Klaren. Pero de la misma forma en política necesaria, imprescindible so-
los libros y antologías, quién está que Mignolo quiso indicar su inte- bre todo para una nueva elaboración
consiguiendo becas de las fundacio- gración diferencial al Grupo, quizás de la izquierda (imprescindible porque
nes, etc., parece evidente que el pro- podría intentar una aclaración des- nace en parte de los errores de la iz-
yecto de estudios poscoloniales está de el otro lado: es decir, ¿cuáles son quierda). Pero, como en el caso para-
en plena ascendencia. Ahora bien, los puntos de posible discrepancia lelo de la deconstrucción, no hay una
como se sabe, el campo poscolonial entre el proyecto subalternista y es- política específica que corresponda a
nace en una estrecha vinculación tudios poscoloniales? No es sólo, estudios poscoloniales; más bien, como
con estudios subalternos: no es fácil como se podría pensar a primera vis- estudios culturales, puede prestarse a
decir dónde comienza uno y dónde ta, una cuestión de marxismo y no- varias, no siempre conmensurables, for-
termina el otro. Pero la coinciden- marxismo, porque hay marxistas y mas de articulación política (o “anti-
cia de los campos no es exacta. no-marxistas por ambos lados de la política”).5
Walter Mignolo también estuvo en división. Pero quizás sí tiene algo que
esa reunión de Ohio State. A dife- ver con la cuestión de voluntad polí- Para decir esto de otra manera,
rencia de George Yúdice decidió afi- tica, para recordar el concepto de sabemos que para y desde la crítica
liarse al Grupo, pero con una Hall. poscolonial es fácil teorizar el zapa-
estipulación clara que ha insistido tismo, especialmente por su fuerte
en repetir después: aunque su pro- Lo que los poscolonialistas entien- base indígena y su rechazo de un mo-
yecto coincidía con el proyecto del den por la colonialidad del poder como delo desarrollista y transculturador de
grupo, y hasta cierto punto depen- un principio epistémico de organiza- la Nación (es más, a veces uno tiene
día de él, ese proyecto no era el suyo. ción de poblaciones y territorialidades la sensación de que el zapatismo fun-
Para él se trataba más bien de pro- que todavía persiste en la modernidad ciona como el correlativo objetivo -

NÓMADAS 51
para usar el concepto autoridad hermenéutica
de T.S. Eliot- del dis- del intelectual tradicio-
curso poscolonial lati- nal en todas sus formas,
noamericanista); pero incluyendo el intelec-
no es tan fácil celebrar tual secularizado de la
o teorizar un movi- cultura humanística y
miento como las FARC científica de la moder-
en Colombia, por ejem- nidad burguesa (pero no
plo. Por contraste, me sólo esa forma).6
parece que la perspec-
tiva del subalternismo En la articulación de
-siempre anclada en la la crítica cultural -tanto
cuestión de la desigual- en una forma decons-
dad, no importa su na- tructivista como en la
turaleza o punto de forma neo-frankfur-
origen- tiene a la vez un tiana de Sarlo o deleu-
alcance más amplio que ziana de Richard- se
estudios poscoloniales y “Esquiroles” durante una huelga general ferroviaria. Inglaterra, 1926 trata más bien de una
corrige su tendencia a defensa del rol del in-
limitarse a una cuestión de guerra de sería la de Beatriz Sarlo en Argenti- telectual tradicional, porque sólo des-
paradigmas disciplinarios (y también na, Luis Britto García en Venezuela, de la perspectiva universalizadora de
su tendencia a veces a “esencializar” o, mutatis mutandis, Roberto Schwarz ese intelectual, de los “valores” (es-
el sujeto indígena en una especie de en Brasil; es decir, la movilización de téticos, epistemológicos, éticos, etc.)
neo-costumbrismo). los valores estéticos, científicos y que elabora y representa, que se pue-
hermenéuticos creados por la gran de formular una perspectiva crítica
Queda entonces la idea de la lla- cultura burguesa en contra de la vul- sobre la lógica del mercado y de la
mada crítica cultural representada garización de esa misma cultura por ilusión de la ideología dominante.
aquí por Nelly Richard y hasta cier- el capitalismo en su fase tardía, Tengo la impresión de que la crítica
to punto por John Kraniauskas. La posmoderna. cultural ve su principal competidor
postura de la crítica cultural se acer- como la crítica poscolonial más que
ca a lo que queríamos hacer en estu- Ahora bien, estamos acostumbra- estudios culturales ahora (sería una
dios subalternos precisamente por su dos a oír el concepto de crítica cultural manera de entender las direcciones
combatividad política explícita. como la alternativa “políticamente distintas que han tomado los proyec-
Hago referencia al persistente y ri- correcta” a estudios culturales, y de tos de Mignolo y Alberto Moreiras
guroso desenmascaramiento hecho hecho es desde la crítica cultural que en Duke, por ejemplo). Pero si mira-
por Nelly Richard de mitos cultura- algunas de las más duras interrogacio- mos bien, quizás la crítica posco-
les en las condiciones tanto de la dic- nes del proyecto de estudios cultura- lonial, a pesar de su posición de
tadura militar, como ahora de la les han surgido (de una manera similar desencanto con el modelo de la ilus-
democracia restringida en Chile. se habla de una supuesta “intercul- tración, comparte en alguna medida
Asociado con la crítica cultural (aun- turalidad” latinoamericana, distinta con la crítica cultural esta reterrito-
que a veces también critique de esa de una “multiculturalidad”, sospe- rialización de la figura del intelectual,
misma crítica) es la movilización de chosa entre otras cosas, por ser un porque presupone que la actividad
la deconstrucción para repensar el concepto de procedencia norteame- crítica del intelectual -y sobre todo
latinoamericanismo que hacen Al- ricana). Pero hay algo más profundo el intelectual académico- es necesa-
berto Moreiras y otros pensadores en la distinción de crítica cultural y ria para revelar las complicidades y
afines. La otra variante de la crítica estudios culturales, creo. Para repetir, complicaciones de la colonialidad del
cultural, siguiendo más o menos el lo que estudios subalternos compar- poder. Es decir, como en el caso de
modelo de Adorno y la “crítica ne- tió en principio con estudios cultura- estudios culturales, lo que comienza
gativa” de la Escuela de Frankfurt, les era el desplazamiento de la como una crítica de la hegemonía y

52 NÓMADAS
la autoridad de la cultura dominante sotros en un fin de semana en 1992. para reorientar programas y perspec-
se convierte en la institucionali- Soñábamos con ser un Rockefeller tivas disciplinarias. En general, están
zación del proyecto, en una especie Humanities Center para estudios bien vistos por la administración.
de ideologema del intelectual -pare- subalternos en/sobre América La- Como algunos de ustedes saben, por
cido a lo que Althusser entendía por tina. El hecho fue, simplemente, ejemplo, estudios poscoloniales está
“la filosofía espontánea de los cien- que la Rockefeller nos rechazó. sirviendo como el paradigma teórico
tíficos”- que reproduce paradójica- Ellos sabrán las razones por las que para una rearticulación ambiciosa del
mente algunos de los elementos de lo hicieron. programa de humanidades en la sede
la relación entre saber y colonialidad. de la Universidad Andina en Quito.
Pero fue este rechazo precisamen- Aunque indudablemente ha tenido
Por contraste, sin dejar de ser un te el que dio al grupo la identidad y una serie de “efectos” sobre el cam-
proyecto académico, lo que estudios el impulso que necesitaba. Creo que po académico, estudios subalternos
subalternos comparte con la varian- estudios culturales y estudios posco- nunca tuvo o no pudo desarrollar esta
te de la crítica cultural desarrollada loniales han tenido y están teniendo posibilidad instrumental. En ese sen-
sobre todo por Nelly Richard es un éxito como proyectos institucionales, tido, nunca fue realmente un proyec-
escepticismo radical en relación con como modelos de programas, insti- to de institucionalización, sino más
la autoridad de la universidad y el sa- tutos, antologías, centros de investi- bien algo como una ética de trabajo
ber académico. George Yúdice solía gación. Sirven para hacer carrera, y de solidaridad, que en última ins-
llamarnos “el grupo subal- tancia no podía superar la
terno de estudios subalter- forma organizativa de un
nos”, aludiendo a nuestra colectivo pequeño que se
evidente deuda con el gru- reunía informalmente de
po asiático más famoso, vez en cuando, lo que en
con su serie editorial, su los sesenta se llamaba aquí
antología introducida por un “affinity group”. De-
Said, sus múltiples libros, pendía éticamente y polí-
y sus puestos en universi- ticamente de una especie
dades prestigiosas. Pero de sospecha sistemática de
nuestros colegas bengalíes la relación entre el trabajo
e hindúes también habrán intelectual académico y las
experimentado lo que nos condiciones de desigual-
pasó: Estudios subalternos dad que todavía imperan
prosperaba paradójicamen- en nuestras sociedades.7
te cuando funcionaba al
margen de la universidad, Lo que me gustaría que
“off campus”. sobreviviera del Grupo es
esta ética de sospecha sis-
No es que hubiéramos temática. Todos nosotros
resistido como mártires de estamos de una forma u
la fe la tentación de becas, otra conscientes de enfren-
el Ivy League, etcétera. No, tar una paradoja en lo que
ese manifiesto fundacional hacemos. Lo que compar-
que ha atraído tanta aten- ten estudios subalternos,
ción crítica tuvo su origen culturales y poscoloniales
como texto en una pro- y, aunque de una forma
puesta de beca para la diferencial, la crítica cul-
Fundación Rockefeller rá- tural, es un deseo de desje-
pidamente confeccionada rarquización cultural. Este
entre tres o cuatro de no- Huelga de trenes. Japón, 1975 deseo nace evidentemen-

NÓMADAS 53
te -o está vinculado con- un proyec- sotros este trabajo de desjerarqui- actores sociales que permite la socie-
to de izquierda anterior para instalar zación cultural. dad de mercado, un juego de diferen-
políticamente nuevas formas de he- cias no sujeto en principio a una
gemonía popular. Pero si aceptamos Pero la respuesta a este hecho, dialéctica de amo y esclavo, porque
el principio de desjerarquización creo, no puede ser, como sugiere cada uno procura maximizar su ven-
como meta, nos deja hoy en una si- Sarlo, refugiarse en una reterrito- taja y minimizar su desventaja, sin
tuación en que lo que hacemos pue- rialización de la figura del intelectual obligar al otro que ceda sus intereses
de ser cómplice precisamente de lo crítico, del campo estético y el canon, y sin atender necesariamente a la au-
que pretendemos resistir: la fuerza y de las disciplinas tradicionales con- toridad hermeneútica de intelectua-
innovadora del mercado y de la ideo- tra la fuerza de la globalización. Esto les o estamentos culturales de
logía neoliberal. Es García Canclini sería una posición demasiado defen- izquierda o de derecha. Creo que este
quien ha pensado esta paradoja más siva. Además, la crisis de la izquierda hecho explica en parte por qué el
lúcidamente sin encontrar, en mi que coincide con la nueva hege- neoliberalismo a pesar de sus orígenes
opinión, una salida en su propia monía neoliberal o conduce a ella, en una violencia contra-revoluciona-
articulación estratégica de estudios no resultó en mi opinión, de la esca- ria, ha llegado a ser una ideología
culturales más allá de la consigna - sez de intelectuales o de la universi- hegemónica y no sólo dominante: es
válida pero limitada- de que “el dad (aunque no niego los problemas decir, una ideología en que personas
consumo también sirve para pen- de la educación), sino precisamente de clases o grupos subalternos pue-
sar”. Creo que la tarea que nos en- de lo opuesto: su presencia excesiva den ver también cierta posibilidad
frenta tiene que comenzar con el en la formulación de modelos de para sí mismos. Por contraste, en al-
reconocimiento de que la globali- gobernabilidad y desarrollo. Lo que gunas de sus variantes más conoci-
zación y la casi-universalización del la teoría neoliberal celebra es la po- das -pienso por ejemplo en el modelo
mercado ha hecho mejor que no- sibilidad de una hetereogeneidad de voluntarista del “hombre nuevo” de

El tren, un transporte eficaz. 1940

54 NÓMADAS
la Revolución cubana- la izquierda la tercera vía sea una alternativa es- proposing represents one aspect, albeit
a crucial one, of the larger emergent field
ha presentado un ideal normativo, table en el contexto de las contra- of Latin American Cultural Studies.”
disciplinario, teleológico de como de- dicciones del sistema mundial por Latin American Subaltern Studies
bía ser el sujeto democrático-popu- venir. Group, “Founding Statement,” en J.
lar latinoamericano. Si la meta de esa Beverley, J. Oviedo, y M. Aronna, eds.
The Postmodernism Debate in Latin
insistencia era producir una moder- Para ese propósito de reconquis- America (Durham: Duke University
nidad propiamente socialista -una tar el espacio de la desjerarquización Press, 1995), 141.
modernidad superior, más avanzada me parece más útil la postura de sos- 3 Michael Hardt and Antonio Negri,
que la modernidad burguesa- enton- pecha representada por estudios sub- Empire (Cambridge: Harvard University
ces tendríamos que reconocer que el alternos que la postura de estudios Press, 2000).
proyecto de la izquierda congela o poscoloniales y culturales y de la crí- 4 Por su lado, Yúdice ha explicitado re-
cientemente su sentido del diferendo
sustituye en cierto sentido el socia- tica cultural. Esto es porque en la ar- entre estudios culturales y estudios sub-
lismo propiamente dicho por una ticulación de una intencionalidad alternos en su presentación de la traduc-
dinámica de modernización naciona- política y cultural que nace propia- ción del libro de García Canclini Con-
lista (como en el caso de Cuba o mente de lo subalterno, la meta con- sumidores y ciudadanos: George Yúdice,
“Introduction,” in Néstor García Can-
Nicaragua después de 1985), o sim- siste siempre en que los últimos serán clini, Consumers and Citizens (Min-
plemente pierde ante el capitalismo, los primeros y los primeros los últi- neapolis: University of Minnesota Press,
que se revela como un sistema más mos, como dice el Evangelio. Estoy 2000).
capaz de producir la modernidad. plenamente consciente de que esta 5 Comencé a darme cuenta de este pro-
Pero hay otro problema relacionado aseveración, además de ser demagó- blema cuando observé la incomodidad
de ciertos colegas radicados en Venezue-
con éste: si para conseguir la hege- gica, deja una pregunta sin resolver: la, identificados con el poscolonialismo
monía lo que es actualmente subal- ¿Es que nuestra tarea como intelec- con Chávez. No quiero hacer una de-
terno tiene que transformarse en algo tuales consiste entonces simplemen- fensa de Chávez -las contradicciones y
limitaciones de su proyecto son eviden-
parecido a lo que actualmente es he- te en anunciar y celebrar nuestra tes-, y uno de los objetivos de los estu-
gemónico -es decir, la moderna cul- auto-anulación colectiva? Más bien dios subalternos tanto como de la críti-
tura burguesa- entonces la clase creo que debe y puede dar lugar a otra ca poscolonial es precisamente crear las
bases de un nuevo pensamiento latino-
dominante sigue ganando en cierto posibilidad, que sería algo como una americano capaz a la vez de revelar al-
sentido aun en el caso de su derrota crítica de la razón académica, pero gunas de esas contradicciones y limita-
política. Esta paradoja define para mí una crítica hecha desde la academia ciones y alentar un proyecto de demo-
la llamada crisis de comunismo en y desde nuestra responsabilidad pro- cratización radical. Pero la incomodidad
de mis amigos me pareció sintomática,
el siglo XX. La tarea de la izquierda fesional y pedagógica en ella. Por en el sentido de que sería difícil hablar
-si todavía tiene sentido hablar en naturaleza, esta posibilidad tendría del problema de la subalternidad en un
términos de izquierda y derecha (y que realizarse como aquello que en país como Venezuela sin hablar de
Chávez y lo que representa política y
creo que sí tiene sentido)- enton- un lenguaje quizás no totalmente culturalmente, es decir, sin entender la
ces sería reconquistar el espacio de nostálgico se solía llamar una críti- compleja historia de, a la vez, el entrela-
desjeraquización cedido al merca- ca/auto-crítica. zamiento (en el símbolo de Bolívar, por
ejemplo) y el profundo enfrentamiento
do y al neoliberalismo. El proble- antagónico entre el pensamiento de la
ma de articulación ideológica que elite criolla en todas sus variantes (ilus-
esto presupone es cómo fundir la trado, conservador, liberal, desarrollista,
desjerarquización, la apertura hacia Citas social-demócrata, etc.) y el pensamien-
to plebeyo-popular, comenzando con el
la diferencia y nuevas formas de li- famoso y controversial caso de Boves,
bertad y auto-desarrollo, con un sen- 1 Ileana Rodríguez, ed. The latin Ame- el caudillo popular anti-criollo y anti-
rican Subaltern Studies Reader (Dur- independentista en el siglo XIX.
timiento de la necesidad de desplazar ham: Duke University Press, 2001); y
al capitalismo y su institucionalidad. 6 Haciendo una diferenciación con la
Convergencia de tiempos: Estudios sub-
alternos/contextos latinoamericanos idea del intelectual poscolonial en
Si juzgamos que esto no es posible o Edward Said y Roberto Fernández
(Amsterdam: Rodpi, 2001).
deseable, entonces la única alterna- Retamar, expresamos en la declaración
tiva que nos queda es de hecho dis- 2 Así lo expresamos en nuestro manifies- fundacional del Grupo:: “Where Said
to fundacional: “[T]he project of and Retamar envision in their mani-
tintas formas de la llamada tercera developing a Latin American Subaltern festos a new type of intellectual as the
vía; sin embargo, no es evidente que Studies Group such as the one we are protagonist of decolonization, the,

NÓMADAS 55
admittedly paradoxical, intent of Bin Laden y su grupo como un pro- 7 En su discurso de apertura para una con-
Subaltern Studies is precisely to yecto, a la vez, de hegemonía elabora- ferencia del Grupo que celebramos en
displace the centrality of intellectuals da desde una posición de autoridad in- Duke, Cathy Davidson, la decana de
and intellectual ‘culture’ in social telectual y religiosa, y de articulación Humanidades, declaró que los estudios
history.” “Founding Statement,” 145, de una forma de capitalismo propia- subalternos iban a servir como el mode-
n. 6. Said y Retamar, claro está, se re- mente “islámica”, un proyecto pareci- lo de las humanidades en Duke. La idea
fieren a un nuevo tipo de intelectual do en este sentido a la ideología neo- es alentadora, pero creo que se trata de
secular, modernizador, pero el mismo confuciana de los “tigres” asiáticos un malentendido, ya que algo que podría
principio de crítica de la función del (Esta nota es posterior, claro está, a la servir como “modelo de las humanida-
intelectual tradicional permitiría dis- presentación de este texto en la con- des en Duke” por definición no podía ser
tinguir también entre la perspectiva ferencia de LASA, y responde a los subalterno. Al respecto ver mi trabajo
subalternista y el proyecto del funda- eventos del 11 de septiembre que ocu- “The Dilemma of Subaltern Studies at
mentalismo islámico representado por rrieron sólo días después). Duke,” Nepantla 1, 1 (2000), 33-44.
Edward Hopper

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