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MAPAS GEOLÓGICOS
El geólogo estructural debe conocer y manejar adecuadamente una serie de materiales y
técnicas básicas que están relacionadas principalmente con el trabajo de campo y con la
realización y utilización de los documentos básicos de la geología: los mapas geológicos.
Son mapas en los que se representan los rasgos geológicos más importantes de una
región determinada (Fig. 2.1). Constituyen un método esencial de trabajo y de comunicación
para el geólogo. Para construirlos se utiliza como base un mapa topográfico, el cual constituye
además un elemento indispensable para la interpretación del mapa geológico.
La escala de estos mapas es variable. Una escala muy grande, frecuentemente usada en
minería y obras públicas, puede permitir analizar con gran detalle la geometría de estructuras
individuales, pero se pierde con ello la perspectiva regional de la interpretación cartográfica.
Inversamente, una escala muy pequeña permite sintetizar la geología de un área grande y
observar sus rasgos generales, pero se pierde con ello las características de detalle de la
geometría de las estructuras. En el Estado Español, el mapa geológico oficial, elaborado por el
Instituto Geológico y Minero, se realiza a la escala 1:50 000, que es una buena escala para la
interpretación geológica regional. Además, se están realizando mapas geológicos de carácter
sintético a la escala 1:200 000. En un mapa geológico general de un área determinada, se
representan los siguientes elementos (Fig. 2.1):
1.- Las unidades de roca (litoestratigráficas) presentes; cada unidad se representa en el mapa
mediante un color o trama. La línea que separa dos colores o tramas representa, por
consiguiente, el trazado en superficie de un contacto litoestratigráfico.
2.- La situación y trazado de las principales estructuras del área.
3.- La situación y posición de los principales elementos y datos estructurales de carácter
puntual; generalmente se trata de datos relativos a la orientación e inclinación de
elementos planos o lineales.
4.- La extensión de aureolas de metamorfismo de contacto.
5.- La situación de cualquier otro dato geológico que se juzgue de interés (canteras, minas,
yacimientos fosilíferos, etc.).
2.2
Figura 2.1. Mapa geológico de un área situada el N de la provincia de León. En él se muestran, además de
diversos rasgos planimétricos (ríos, carreteras y poblaciones), las distintas unidades litoestratigráficas (con
distintos colores), las principales fallas que afectan a las rocas (cabalgamientos y otros tipos de fallas), la
dirección de inclinación (o buzamiento) de las capas (indicada por un signo con forma de “T”) y el ángulo de
inclinación (o buzamiento) de las capas (indicado por un número junto al signo citado). Mapa basado en la
síntesis cartográfica de Alonso y otros (1989) (en García-López y Sanz-López 2002).
2.3
6.- En la leyenda, se incluye una columna estratigráfica que muestra el orden estratigráfico, la
nomenclatura de las unidades litoestratigráficas, su cronoestratigrafía y, a menudo, su
espesor y los rasgos litológicos más notables. Asimismo, se incluye frecuentemente uno o
más cortes geológicos, que muestran la geometría de las estructuras a lo largo de un corte
topográfico.
7.- Los mapas geológicos suelen ir acompañados de una memoria explicativa en la que se
ofrece una interpretación de los mismos. Esta suele estar apoyada además en otros datos y
observaciones de campo no representables cartográficamente.
En la cartografía geológica, hay que distinguir, por un lado, la elaboración de los mapas
geológicos y, por otro, su interpretación. Ambos procesos representan el quehacer cotidiano
de muchos geólogos y se solapan en gran parte durante la elaboración, la cual requiere una
buena dosis de interpretación, si bien ésta puede hacerse también mucho más tarde de la
realización del mapa.
La elaboración de un mapa geológico requiere el reconocimiento, toma de datos y
situación de los elementos implicados en el mapa y citados anteriormente. Ello requiere una
importante preparación teórico-práctica del geólogo que realiza la cartografía; por ello, no se
insistirá ahora en este aspecto, que se irá comprendiendo a medida que se conozca la
geometría de los distintos tipos de estructuras y su reflejo en cartografía. La toma de datos
para la realización de un mapa geológico está limitada a las posibilidades que ofrecen los
afloramientos, por lo cual dicha realización implica importantes interpolaciones e
interpretaciones. Esto hace que, tanto la elaboración como la interpretación de un mapa, sea
un proceso dinámico que puede avanzar constantemente a medida que progresa el
conocimiento geológico regional, el conocimiento teórico-práctico de las estructuras y a
medida que cambian los afloramientos y el acceso a ellos como consecuencia de la acción del
hombre, principalmente por la realización de obras públicas. Por tanto, la elaboración e
interpretación de un mapa geológico son procesos siempre perfeccionables. En consecuencia,
en el análisis de un mapa geológico, es conveniente tener en cuenta quién lo realizó, cuándo,
cómo y con qué finalidad, y cuál es el contexto regional del área cartografiada.
La elaboración de un mapa geológico implica situar los afloramientos o las localidades
donde se realizan observaciones y medidas. Si el mapa topográfico usado para la cartografía
geológica es suficientemente preciso, dichas localidades pueden situarse directamente sobre
él; si no lo es, las localidades deben situarse directamente sobre fotografías aéreas, y pasar
luego estos datos al mapa en el gabinete. Para una situación precisa puede utilizarse también
un GPS (Sistema de Posicionamiento Global) (véase la sección de equipo y técnicas de
campo, en este mismo capítulo).
La interpretación de un mapa geológico permite conocer la geometría de las estructuras
y la historia geológica de la región representada, que implica su evolución estratigráfica,
petrológica y estructural. De ahí la importancia de estos mapas como método de trabajo y
como documentos de comunicación entre geólogos. Para realizar la interpretación se
complementan métodos de análisis visual con diversas técnicas de análisis geométrico. Más
adelante, conforme vayamos avanzando en la exposición de los principales aspectos de la
2.4
geología, tendremos más elementos de juicio para interpretar los mapas geológicos y
podremos ir progresando en esta metodología básica.
Figura 2.4. Brújula Silva. 1, aguja imantada. 2, limbo para la medida del acimut. 3, nivel de burbuja. 4, marca
para la lectura del acimut cuando la tapa (8) de la brújula forma un ángulo obtuso con el cuerpo de la brújula. 5,
marca para la lectura del acimut cuando la tapa (8) de la brújula forma un ángulo agudo con el cuerpo de la
brújula. 6, limbo del clinómetro. 7, aguja del clinómetro. 8, tapa. 9, espejo.
2.7
Figura 2.6. Posiciones de la brújula Freiberg para medir la dirección de buzamiento y el buzamiento de un
estrato. A, cuando la superficie a medir está en posición normal; B, cuando la superficie está en posición
invertida. En ambos casos, el segmento largo h dibujado en rojo marca la dirección de las horizontales del plano
(o rumbo del plano), mientras que el segmento corto rojo p marca la dirección de máxima pendiente (o dirección
de buzamiento), que es la dirección que mide la brújula en el caso de esta figura. De acuerdo con lo mostrado en
la Fig. 2.9, la dirección de buzamiento en A viene dada por el valor en grados del punto del limbo de la brújula
indicado por la punta negra de la aguja imantada, mientras que en B, la lectura se realiza en el punto que señala
la punta roja de la aguja (la dirección de buzamiento es en este caso la opuesta a la del caso A).
Figura 2.8. Convención para la especificar la orientación de una dirección en una brújula acimutal (A) y en una
brújula de cuadrantes (B).
2.10
Cuando se trata de conocer la posición de un rasgo rectilíneo de las rocas, debe medirse
su acimut (de 0 a 360º si la brújula es sexagesimal o mediante o de 0 a 90º si la brújula es de
cuadrantes, con indicación en este caso de puntos cardinales) y su ángulo de inclinación (o
inmersión –“plunge”). El símbolo a usar en la cartografía en este caso es una flecha, que se
coloca en el mapa con su orientación, y un número situado junto a ella, que indica el valor en
grados del ángulo de inclinación del elemento lineal (Fig. 2.7F). La posición correcta de la
brújula para hacer medidas de orientación de una lineación se muestra en la Fig. 2.9.
Con algunas brújulas puede ser difícil medir directamente el azimut y la inmersión de
una lineación. En tal caso, existe una alternativa para obtener estas medidas utilizando el
cabeceo (“pitch” o “rake”) de la líneación. Se denomina “cabeceo” de una lineación al menor
ángulo que forma una lineación con la horizontal del plano en que está contenida (Fig. 2.10).
La medida de este ángulo se hace tomando como lado la parte de la lineación representada por
la semirrecta situada debajo de la horizontal del plano considerada. Como puede observarse
en la Fig. 2.10, existen dos lineaciones posibles (l y l’) sobre un plano con el mismo valor
del cabeceo. Por consiguiente, cuando estamos midiendo el cabeceo de una lineación
necesitamos discriminar entre estas dos posibilidades, estableciendo un criterio que permita
conocer cual de esas dos es la lineación que estamos midiendo. Esta discriminación se logra
indicando cual es el punto cardinal más próximo al que apunta la semirrecta de la horizontal
del plano desde la que se comienza a medir el cabeceo (OA en el caso de la lineación l de la
Fig. 2.10). Como puede verse en dicha figura, OA apunta aproximadamente hacia el sur, por
lo que diremos que la lineación l tiene un cabeceo de º medidos desde el sur. Para
determinar el azimut y la inmersión de una lineación mediante el uso del cabeceo se requieren
las siguientes operaciones:
1. Medir la dirección de buzamiento y el buzamiento del plano en el que se encuentra
contenida la lineación.
2. Medir el cabeceo de la lineación mediante un transportador de ángulos, tal como se muestra
en la Fig. 2.10, e indicar el punto cardinal desde el cual se realizado la medida.
3. Determinar el azimut y la inmersión de la lineación mediante una sencilla operación de
proyección estereográfica; esta operación se describirá más adelante.
Las medidas de la posición de un plano y de una línea que acabamos de describir son las
básicas. No obstante, pueden realizarse otros tipos de medidas que en la mayoría de los casos
se basan en las ya citadas. Así, por ejemplo, en casos en los que existen dificultades para
medir la posición de un plano, puede usarse a veces como alternativa la medida de la posición
de dos líneas no paralelas contenidas en el plano; en tal caso, las dos medidas obtenidas deben
ser posteriormente manipuladas, utilizando sistemas de proyección, que más adelante
explicaremos, para deducir la posición del plano.
En numerosas ocasiones, interesa recoger en el campo muestras orientadas de roca para
luego poderlas manipular en el laboratorio reproduciendo la posición que tenían en el terreno.
Para ello, la muestra debe de tener una faceta plana cuya orientación se pueda medir. Se mide
entonces en el campo dicha orientación, marcando con un rotulador indeleble la horizontal del
plano y la línea de máxima pendiente indicando su sentido de inclinación; para evitar
ambigüedades en la posición de la muestra, se marca sobre uno de los extremos del segmento
2.11
horizontal del plano una letra indicativa del punto cardinal que se sitúe más próximo de dicho
extremo.
Figura 2.9. Dos posiciones posibles de una brújula para medir la orientación de un elemento lineal (o lineación)
de interés estructural. En A, un borde lateral de la tapa se hace coincidir con la dirección de la lineación a medir
y el cuerpo de la brújula se sitúa en posición horizontal; de este modo se podrá determinar, con una brújula
Freiberg, el azimut y la inmersión de la línea en una sola operación. En algunos casos, puede ser difícil realizar
la medida del modo descrito en A, en cuyo caso la medida puede llevarse a cabo haciendo coincidir dos esquinas
de la brújula con dos puntos P y Q de la lineación, tal como se muestra en la parte B, colocando el cuerpo de la
brújula en posición horizontal. En esta posición sólo se puede medir el acimut de la lineación; para medir la
inmersión es necesario poner el cuerpo de la brújula vertical y con un borde pegado a la lineación, para que
pueda oscilar el péndulo del clinómetro. En ambos casos, la medida del azimut de la lineación debe hacerse con
la parte negra de la aguja de la brújula, ya que el ángulo diedro que forman la tapa y el cuerpo de la brújula está
comprendido entre 0 y 90º, y la lectura de la inmersión en el clinómetro lateral se haría dentro del cuadrante N
mostrado en la Fig. 2.8. Para realizar las medidas suele ser conveniente marcan la dirección de la lineación con
un rotulador.
En las medidas con brújula, debe siempre tenerse en cuenta que ésta nos indica el norte
magnético y no el geográfico utilizado en los mapas, por lo cual el ángulo que forman ambos
nortes, o declinación, cuyo valor suele venir indicado en los mapas, debe ser tenido en cuenta
para corregir los valores medidos en el campo. En muchas brújulas, como, por ejemplo, en la
2.12
Freiberg, la corrección puede realizarse ajustando adecuadamente la brújula, de tal modo que
ésta ya nos mida directamente acimuts con relación el norte geográfico. Si la brújula no ha
sido ajustada, debe realizarse la corrección antes de pasar los datos al mapa o antes de
cualquier manipulación de ellos. La corrección se realiza descontando la declinación a la
medida, si el norte magnético se sitúa al W del geográfico (declinación W), o sumando la
declinación si el norte magnético se sitúa al E del geográfico (declinación E). Debe tenerse en
cuenta que la declinación varía de una región a otra y, aunque lentamente, también varía con
el tiempo; todo ello suele venir especificado en los mapas. En todo caso, debe siempre quedar
claro si la corrección ha sido o no realizada, anotándolo en la libreta de campo o en cualquier
otro documento en el que aparezcan datos de medidas de orientación.
Aunque pueda parecer obvio, es importante tener en cuenta que se pueden cometer
grandes errores en las medidas con brújula si se colocan cerca de ésta objetos de hierro. Este
mismo problema aparece cuando las medidas se realizan sobre rocas ferruginosas; en este
caso, las medidas deben hacerse sobre una carpeta colocada paralelamente al plano en el que
se quieren realizar las medidas, la cual debe situarse algo alejada del afloramiento. Para evitar
errores en las medidas con brújula, independientemente de cual sea su causa, es muy
conveniente que el geólogo se encuentre constantemente orientado en el campo, de forma que
cuando realice una medida, pueda detectar mentalmente y de forma sistemática cualquier
anomalía importante.
La libreta de campo.- Es un elemento muy importante para cualquier geólogo, pero sus
características y su forma de utilizarla son una cuestión bastante personal. No obstante,
existen una serie de requisitos generales que debe de cumplir dicha libreta o su utilización y
que describiremos a continuación.
Debe ser una libreta resistente, con tapas duras y debe estar protegida lo mejor posible
de las condiciones adversas bajo las que a veces trabaja el geólogo.
Dentro de una libreta de campo se encierra el resultado de muchas horas de trabajo. Por
ello, es necesario tomar las precauciones debidas para evitar que un extravío de la libreta
represente una pérdida del trabajo contenido en ella. En todo caso, debe estar claro en la
libreta el nombre y dirección de su propietario y la importancia de los datos contenidos en
ella. El formato de la libreta puede ser variable, pero es útil que las páginas estén
cuadriculadas; esto facilita proporcionar los dibujos y esquemas que en ella han de realizarse.
Como alternativa a la libreta de campo pueden utilizarse fichas o estadillos sueltos de
cartulina cuadriculada o papel de dibujo fuerte. Tienen la ventaja de que se pueden ordenar
por zonas y que, si solo se llevan encima las fichas que se van a usar diariamente, el perjuicio
que ocasiona su pérdida es menor que en el caso de una libreta. A veces se utilizan formatos o
fichas donde se indican todos los datos que han de tomarse en general o en relación con algún
rasgo geológico concreto. Ello puede resultar útil, puesto que favorece el que no se olvide la
realización de determinadas medidas u observaciones. Debe tenerse, no obstante, sumo
cuidado, en que dichos formatos no representen esquemas mentales cerrados que conduzcan a
una toma sistemática y monótona de datos y observaciones, de tal modo que la libreta sea un
cúmulo de datos con muy pocas ideas detrás de ellos. La libreta debe estar por tanto siempre
2.13
abierta a que surjan nuevas hipótesis sobre el terreno, las cuales puedan a su vez conducir a la
adquisición de nuevos datos y observaciones.
Resulta generalmente muy útil incorporar a la libreta una copia del mapa o fotografía
aérea en la que se incluya el recorrido a efectuar durante la jornada de trabajo. Ello evita el
utilizar en el campo numerosos documentos distintos, lo cual siempre es engorroso, y facilita
el tener en la libreta todos los datos, incluyendo la localización de las estaciones o
afloramientos.
Dado que la investigación científica es un trabajo en equipo, es más que conveniente
que una libreta de campo pueda ser utilizada por los distintos componentes de un equipo
científico. Ello significa que la libreta de campo debe ser inteligible, y tener perfectamente
situadas en el mapa o fotografía aérea las estaciones o localidades utilizadas en la libreta.
Otros instrumentos.- El geólogo debe utilizar otras herramientas, algunas de ellas
indispensables, además de las ya descritas y que analizaremos brevemente a continuación.
Una primera herramienta indispensable es el martillo de geólogo. Su elección es, en
parte, una cuestión de gustos, aunque depende también del tipo de trabajo a realizar. Debe
tenerse muy en cuenta que no es conveniente golpear un martillo con otro martillo, puesto que
pueden saltar esquirlas peligrosas, aunque actualmente existan martillos en el mercado
construidos con materiales en los que no ocurre este problema. En cualquier caso, para sacar
muestras es muy conveniente utilizar un cincel.
La lupa de mano es una herramienta indispensable. La gama de aumentos utilizada
oscila habitualmente entre 8 y 16. Las lupas de mayores aumentos permiten observaciones
con mayor detalle, pero tienen un campo visual menor y a menudo la luz natural no es
suficiente para permitir la observación. Por ello, las lupas con los dos aumentos extremos
citados en cierto modo se complementan, existiendo en el mercado lupas dobles que permiten
la observación con ambos aumentos.
Un aparato más que conveniente es la cámara fotográfica, que debe permitir tomar
instantáneas desde distancias muy pequeñas. Las fotografías deben hacerse siempre con un
objeto que sirva de escala y que permita hacernos una idea del tamaño del motivo
fotografiado. Las fotografías no deben substituir a los esquemas realizados en el campo, sino
que ambos aspectos se complementan entre sí. Las fotografías reflejan fielmente la realidad y
por ello son a veces indispensables para la descripción de rocas y estructuras. En ocasiones,
puede ser útil sacar fotografías que permitan la visión estereoscópica, para lo cual se requiere
un solapamiento del área representada en la fotografía del orden del 60%.
Un moderno instrumento que puede ser muy útil es el GPS (Sistema de Posicionamiento
Global), que permite localizar con mucha precisión la posición de un punto determinado del
terreno en el que se encuentre el geólogo. Se trata de un aparato receptor cuya posición exacta
se determina mediante la medida de la distancia entre el receptor y al menos cuatro satélites.
Otras herramientas necesarias o muy útiles en geología son: prismáticos, rotulador indeleble,
transportador de ángulos, pequeña cinta métrica, etc.
2.14
PROYECCIÓN ESTEREOGRÁFICA
Es una proyección sumamente útil para resolver problemas geométricos
tridimensionales en los que se encuentran implicados ángulos. Es también muy útil para
mostrar la distribución de orientaciones en el espacio de una muestra de elementos
estructurales planos o lineales. No sirve, sin embargo, a diferencia del sistema acotado de
geometría descriptiva, para resolver problemas en los que están implicadas distancias.
Para visualizar el fundamento geométrico de esta proyección, consideremos una esfera,
con círculo ecuatorial horizontal H (Fig. 2.11B) y sea el plano el elemento estructural que se
desea proyectar (Fig. 2.11A), el cual se coloca con su orientación por el centro O de la esfera.
Este plano corta a la esfera según una circunferencia E que constituye su proyección esférica
(Fig. 2.11B). Para obtener, a partir de ésta, la proyección estereográfica, consideremos
únicamente el hemisferio inferior de la esfera (Fig. 2.11C) y utilicemos como punto de vista el
polo P del hemisferio superior; unamos ahora con P los puntos de la semicircunferencia
resultante de la proyección esférica; las líneas de unión se intersecan con el círculo ecuatorial
en puntos que definen un arco de circunferencia, cuyos extremos son puntos diametralmente
opuestos del ecuador de la esfera; dicho arco es la proyección estereográfica del plano . Por
consiguiente, en esta proyección, el círculo ecuatorial es el plano de proyección y, en la
práctica, este círculo se sitúa sobre el plano del dibujo, tal como se muestra en la Fig. 2.11D.
Análogamente, la proyección de una recta r (Fig. 2.11A) viene dada por un punto r' (Fig.
2.11D). De la anterior construcción, se deducen algunas propiedades importantes de la
proyección estereográfica:
1.- La proyección estereográfica de un plano es, en general, un arco circular. Existen, no
obstante, dos posiciones particulares del plano que merecen ser destacadas: a) cuando se
trata de un plano horizontal, su proyección estereográfica coincide con la circunferencia
ecuatorial, la cual recibe el nombre de «primitiva» y b) cuando se trata de un plano
vertical, su proyección es un diámetro de dicha circunferencia.
2.- La proyección estereográfica de una recta es, en general, un punto. Análogamente al caso
del plano, existen dos posiciones particulares de la recta que deben destacarse: a) cuando
se trata de una recta horizontal, su proyección viene dada por dos puntos diametralmente
opuestos de la primitiva, y b) cuando se trata de una recta vertical, su proyección es el
centro de la primitiva.
Puede demostrarse también que la proyección estereográfica conserva los ángulos. Así,
el ángulo diedro que forman entre sí dos planos que se cortan tiene el mismo valor que el que
forman entre sí dos tangentes a sus proyecciones estereográficas trazadas por el punto de
intersección de éstas (Fig. 2.12).
En la proyección estereográfica que hemos definido anteriormente, se ha utilizado el
hemisferio inferior de la esfera (Fig. 2.11B), que es lo más común en geología estructural. Sin
embargo, en otras disciplinas, se suele utilizar el hemisferio superior; por ello, debe
especificarse el hemisferio que se utiliza en las proyecciones, sobre todo en el caso en que
pueda existir alguna ambigüedad.
2.15
Figura 2.11. Fundamento geométrico de la proyección estereográfica. A, plano () y recta (r) a proyectar; el
plano presenta un rumbo N S y un buzamiento hacia el E; la recta r está contenida en el plano . B,
proyección esférica de y r. C, visión en perspectiva del fundamento gráfico de la proyección estereográfica de
y r. D, círculo ecuatorial de proyección H en el que se muestra la proyección estereográfica de y r; la
proyección del plano es el arco C y su buzamiento viene representado por '; la proyección de la recta r es el
punto r', que está contenido en el arco C.
Falsilla de Wulff
Las anteriores indicaciones bastan para llevar a cabo la proyección estereográfica de
cualquier plano. Sin embargo, el método es laborioso y poco práctico. Para facilitar la
proyección, se construyen unas falsillas, entre las cuales, la más sencilla de construir es la
falsilla de Wulff (Figs. 2.13 y 2.14), que contiene las siguientes líneas:
1.- Las proyecciones de planos de rumbo N - S con buzamientos de 0 a 90º y trazados a
intervalos de 2º de buzamiento. La proyección esférica de estos planos nos da un conjunto
de círculos mayores (meridianos). Las proyecciones de planos con buzamientos múltiplos
de 10º aparecen delineadas con líneas más gruesas.
2.- Las proyecciones de planos perpendiculares a la dirección N - S, cuya intersección con la
esfera de proyección da círculos menores (paralelos) dibujados para latitudes desde 0 a 90º
(medidos a partir de un círculo ecuatorial perpendicular a la dirección N - S) a intervalos
de 2º. Estos planos no pasan por el centro de la esfera de proyección, pero se proyectan de
la misma forma descrita anteriormente, dando como resultado arcos de circunferencia. Las
proyecciones de paralelos con latitudes múltiplos de 10º se dibujan con línea más gruesa
que las demás. Los paralelos (o sus proyecciones) dividen a los meridianos (o a sus
proyecciones) en arcos de 2º, lo cual permite medir ángulos con mucha precisión a lo largo
de estos y efectuar fácilmente los giros pertinentes para proyectar planos con rumbo
distinto del N - S.
2.17
5.- Para dejar el papel transparente preparado para una nueva proyección, volver a rotar de
nuevo este papel hasta hacer que coincida su marca del acimut N con el N de la falsilla
(Fig. 2.17C).
1.- Girar el papel transparente hasta que el punto que representa la proyección de la recta se
sitúe sobre la dirección E - W.
2.- Marcar el punto de la circunferencia exterior de la falsilla que corresponde al extremo del
radio de dirección E - W que contiene al punto que representa la proyección de la recta.
Los pasos restantes (3, 4 y 5 descritos para el caso del plano) siguen siendo válidos
cambiando solamente la palabra «plano» por la palabra «recta».
La proyección de un plano, tal como se ha descrito previamente, es un arco. Esto
significa que, cuando hay que trabajar con la proyección de muchos planos, el dibujo puede
quedar totalmente enmarañado, lo que dificulta mucho su manejo e interpretación. Para salvar
esta dificultad, existe una posibilidad de representar un plano en proyección estereográfica
mediante un punto. Esto se logra proyectando, en vez del plano, una recta perpendicular a
éste. Su punto de proyección se llama polo o proyección polar del plano. Para proyectar esta
recta, debe tenerse en cuenta que se inclina en el sentido opuesto que el plano, siendo su
ángulo de inclinación el complementario del buzamiento del plano. Así, por ejemplo, si el
polo de un plano se inclina 30º hacia el NW, el plano se inclinará 60º hacia el SE. Este hecho
debe tenerse en cuenta tanto a la hora de proyectar como a la hora de interpretar una
proyección polar. Si nos dan la dirección de buzamiento y el buzamiento del plano (/), los
pasos a seguir para realizar la proyección polar son los siguientes (Fig. 2.18):
1.- Marcar sobre el papel transparente el punto de dirección de buzamiento (punto A Fig.
2.18A).
2.- Girar el papel transparente hasta que el punto A coincida con uno de los extremos del
diámetro de dirección E - W de la falsilla (Fig. 2.18B).
3.- En el diámetro E - W que contiene el punto A, se mide el ángulo desde el centro de la
falsilla hacia el extremo opuesto de aquel en el que se sitúa A. El punto P, marcado al final
de la distancia angular , es el polo del plano (Fig. 2.18B).
4.- Para dejar el papel transparente preparado para una nueva proyección, se rota de nuevo
este papel hasta hacer que coincida su marca del acimut N con el N de la falsilla (Fig.
2.18C).
Para conocer, a partir del polo P de un plano, su dirección de buzamiento y buzamiento
(/), se procede de la manera inversa a la que acabamos de describir, es decir:
1.- Girar el papel transparente hasta que el polo del plano se sitúe sobre el diámetro de
dirección E - W (paso de la Fig. 2.18C a la 2.18B).
2.- Marcar el punto A de la circunferencia exterior de la falsilla que corresponde al extremo
del radio de dirección E - W en el que no se encuentra el polo del plano (Fig. 2.18B).
3.- Medir la distancia en grados que existe entre el polo del plano y el centro de la falsilla. El
valor obtenido es el buzamiento del plano (Fig. 2.18B).
4.- Girar el papel transparente hasta hacer coincidir su marca de la dirección N con el N de la
falsilla (paso de la Fig. 2.18B a la 2.18A).
2.23
Para proyectar rectas o polos de planos, es muy útil la llamada falsilla equiárea polar o
falsilla de Billings (Fig. 2.19), que permite efectuar la proyección sin necesidad de rotar el
papel transparente que cubre la falsilla, por lo cual la proyección es muy rápida; basta situar el
acimut de la recta o plano a proyectar en la primitiva de la falsilla, y medir luego, a lo largo
del radio correspondiente de la falsilla, el buzamiento en la forma descrita anteriormente,
según se trate de la proyección de un recta o de la proyección polar de un plano. El resultado
final de la proyección es idéntico al que se obtiene con la falsilla de Schmidt.
BUZAMIENTO APARENTE
El buzamiento de un estrato es el ángulo de inclinación de su línea de máxima
pendiente. Cualquier otra línea contenida en el plano del estrato tendrá un ángulo de
inclinación menor que el buzamiento. Cuando hacemos un corte vertical en una zona en la
que existe un contacto inclinado, el buzamiento que éste aparentará tener será la inclinación
de su línea de intersección con el plano del corte. Si este plano contiene la dirección de
máxima pendiente (Figs. 2.20 y 2.21), el buzamiento que se observa es el real, pero si no la
contiene, se observa una inclinación menor que se denomina buzamiento aparente del
contacto en la dirección del corte. En el caso extremo en el que el plano del corte tenga el
rumbo de las horizontales del contacto estratigráfico, el buzamiento aparente será nulo (Fig.
2.21). En consecuencia, el buzamiento que hay que reflejar en un corte realizado en una
dirección diferente de la de la línea de máxima pendiente del contacto a representar, es el
buzamiento aparente.
A partir de la Fig. 2.20, se deduce fácilmente que el buzamiento aparente ' viene dado
por
tg ' = tg cos
expresión que se ha representado gráficamente en la Fig. 2.22 para diversos valores de .
Dado que el problema de encontrar el buzamiento aparente de un estrato o contacto, una
vez conocido el buzamiento real, es un problema en el que sólo se encuentran implicados
ángulos, resulta muy fácil de resolver mediante proyección estereográfica. Para ello (Fig.
2.23): 1) se realiza un diagrama de la superficie del estrato; 2) se marca, sobre el papel
transparente que cubre la falsilla de Schmidt, un punto C1 en la circunferencia exterior de
ésta, que corresponda al acimut de la dirección en la que se quiera determinar el buzamiento
aparente (Fig. 2.23A); 3) girando el papel transparente, se lleva el citado punto a situarse
sobre un extremo del diámetro de dirección E - W y, en esta posición, se mide la distancia
A1C1 en grados entre el punto que representa la dirección C1 y el punto A1 de intersección de
la proyección del plano con la citada dirección E - W; este número de grados (13º de la Fig.
2.23B) nos da el valor del buzamiento aparente buscado.
2.25
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
Figura 2.22. Gráfica para determinar el buzamiento aparente ' en función del buzamiento real para diversos
valores ( sobre las curvas) de la diferencia de acimuts entre la dirección de buzamiento y la dirección a lo largo
de la cual se desea conocer el buzamiento aparente.
2.26
N 19 o
N
18 o
o
18
C1
o
13
A1 C1
A B
Figura 2.23. Método para determinar el buzamiento aparente de una capa para una dirección dada C1,
conociendo el buzamiento real.
Figura 2.24. Método para determinar el buzamiento real de una capa a partir de los buzamientos aparentes en
dos direcciones dadas (r1 y r2).
2.27
DIAGRAMAS EN ROSA
Cuando se trata de mostrar gráficamente la orientación de elementos estructurales
planos (por ejemplo, fracturas) aproximadamente verticales, basta con mostrar la distribución
de los rumbos de los planos medidos. Dado que en este caso se trata de mostrar la distribución
de frecuencias de una sola variable (rumbo de la estructura), no es necesario utilizar una
proyección estereográfica, en la cual están implicadas dos variables (dirección de buzamiento
y buzamiento), sino que basta con usar una especie de histograma circular que recibe el
nombre de diagrama en rosa. Para construir éste, los datos del rumbo de las estructuras se
separan en clases con intervalos de 5 o 10º. La frecuencia obtenida para cada clase, expresada
en número de datos o en porcentaje, se representa mediante sectores circulares estrechos
utilizando una plantilla como la que se muestra en la Fig. 2.25. El radio de cada sector debe
ser proporcional a la frecuencia. Dado que el rumbo representa una dirección sin un sentido
determinado, los dos sentidos posibles de un rumbo son equivalentes; es decir, las direcciones
Xº y Xº +180º representan el rumbo del mismo plano. Como consecuencia, para realizar un
diagrama en rosa basta considerar los datos de rumbo de cada clase en el intervalo de una
semicircunferencia de orientaciones (por ejemplo, de 0 a 180º); con los datos así obtenidos se
construye el diagrama, cuyos sectores circulares se dibujan simétricamente en el sentido
opuesto, de forma que el diagrama en rosa final tenga simetría central. Un ejemplo de este
tipo de diagrama se muestra en la Fig. 2.26; como puede observarse, una vez elaborado el
diagrama, se suele borrar la plantilla en la que se ha realizado. La ventaja que presentan estos
diagramas es que ofrecen una visualización de las orientaciones muy fácil de interpretar. Un
problema de estos diagramas es que, al ensancharse las barras radiales al aumenta la
frecuencia de los datos, dan una imagen exagerada de las clases con direcciones dominantes,
mientras que las clases con frecuencia baja apenas quedan reflejadas en el diagrama.
2.28
Figura 2.25. Plantilla para construir un diagrama en rosa. En él pueden considerarse intervalos de clase de 5 o de
10º.