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C ditor: Nicolás Acevedo A., Carolina Olmedo C., Camila Silva S., Luis
Thielemann H.
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172 - 220 | “La politica de las cosas concretas y utiles para el pueblo. La
toma de lo cotidiano” (Entrevista a diego carvajal, secretario general del
partido MAPU. Segunda edición, febrero 1990).
D45678 9:5;<87;
daniel.gonzalez.c@ug.uchile.cl
Felipe Ruiz
felipe.ruiz@ug.uchile.cl
Francisca Torres 2
francisca.torres@ug.uchile.cl
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No puedo ver,
Tanta mentira organizada.
Sin responder, con voz ronca,
Mi bronca…
(Pedro y Pablo, “La marcha de la bronca”)
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latinoamericano en general y chileno en particular, una ampliación del mercado
externo10, con la consecuente apertura del mercado chileno que – hasta antes de
la independencia – había estado protegido de diversos modos, hacia el mercado
universal. “El viejo mercado virreinal, sin perder vigencia, fue así rebasado en todas
sus fronteras por la aparición frenética del mercado mundial.”11 De esta manera se
inicia un acelerado incremento en las exportaciones de trigo, cobre y plata así
12 Para una mayor comprensión acerca de los ciclos de acumulación que caracterizan,
por una parte, al capital mercantil, y por otra, al capital industrial, revisar, de Carlos Marx
“Cómo se convierte el dinero en Capital”, en: El Capital: crítica de la economía política, I.
Fondo de Cultura Económica, México, 1999.
13 De las consecuencias sociales (y no sólo económicas) de estos mecanismos
hablaremos en las siguientes páginas; por el momento precisamos que, para una extensa
y detallada caracterización y análisis de los mecanismos de acumulación mencionados en
esta sección se encuentra en G. Salazar “Del patriciado mercantil criollo: mercados, usura
A y acumulación”, en: Mercaderes, Empresarios y Capitalistas (Chile, siglo XIX). Editorial
1
0
+ Sudamericana, Santiago, 2009.
- 14 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 50 – 51.
/
-.
-, 15 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 60.
+ 16 Para un análisis más detallado de las características del “pacto colonial” y su posterior
*) crisis, revisar: Halperin Donghi, Tulio, “Historia Contemporánea de América Latina”, (Madrid,
(
' Alianza Editorial, 1984) .
30
sefghijs”17, logrando en este proceso histórico, sino un dominio absoluto, al me-
nos una posición hegemónica relativa.
En los siguientes acápites se intentará dejar manifiesta esta relación articulada
entre las dimensiones económica, política y social, intentando encontrar –como
lo plantean Cardoso y Faletto, en su ya clásica obra para la sociología latinoame-
ricana “Dependencia y Desarrollo”- el punto de intersección donde se vincule lo
económico, lo político y lo social ya que “a través del proceso político, una clase o
grupo económico intenta establecer un sistema de relaciones sociales que le permitan
imponer al conjunto de la sociedad un modo de producción propio, o por lo menos
intenta establecer alianzas o subordinar al resto de los grupos o clases con el fin de
desarrollar una forma económica con sus intereses objetivos.”18
20 Gabriel Salazar, “En el nombre del poder popular constituyente” (Santiago de Chile,
LOM Ediciones, 2011), 42 – 43.
21 Se vuelve necesario destacar que la oposición conservadurismo/liberalismo puede
interpretarse como una extensión de la oposición entre los dos grupos y tradiciones políticas
existentes en el país. Sin embargo, los conflictos de índole ideológica frecuentemente
encubrían algo bastante más simple: una pugna entre distintos grupos aristocráticos por
detentar el poder político y económico. Para mayor referencia sobre los conflictos subyacentes
entre las aristocracias durante este período en América Latina, revisar: Carlos Ruiz,
“Independencia y Anarquía o la conflictiva formación del orden oligárquico en América Latina”
(Santiago de Chile, Universidad de Chile, 2003).
22 Existen disensos entre historiadores con respecto a este último punto, como lo
expresa Alfredo Jocelyn-Holt: “Desde 1823 […] se establece un condominio oligárquico-militar
en el que participan activamente las únicas dos fuerzas políticas de ese entonces. Este régimen
compartido, no obstante haberse tratado de institucionalizar en tres cuerpos legales diferentes
(Constitución de 1823, Leyes Federales y Constitución de 1828), tuvo caracteres marcadamente
A arbitrales de facto, en buena medida porque todos estos ordenamientos estaban inspirados en un
1 prejuicio anti-Ejecutivo. En otras palabras, los militares ejercieron periódicamente “dictaduras” de
0
+ hecho aun cuando dicho ejercicio nunca estuvo respaldado legalmente.” (Alfredo Jocelyn-Holt,
-
/ “El peso de la noche…”, 134). También Mario Góngora contribuye a la discusión, aseverando
-.
-, que “La nacionalidad chilena ha sido formada por un Estado que ha antecedido a ella” (Mario
+ Góngora, “Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX” (Santiago,
*) Editoriales La Ciudad, 1981), 11.
(
' 23 Gabriel Salazar, “En el nombre…”, 45.
32
bWXW la aristocracia el tratar de imponer su propio proyecto constitucional, los
grupos opositores al gobierno con Diego Portales a la cabeza lograron asestar un
golpe de Estado en 1829. La Constitución de 1833 se promulgó cuatro años
después del golpe de Estado, siendo redactada por representantes de la aristo-
cracia conservadora que apoyaban a Portales. Previo a esto, se buscó silenciar
y castigar duramente a aquellos individuos que pudiesen formar parte de la
oposición, fuesen aristócratas o no. Es en un ambiente de gobierno dominado
absolutamente –desde la extrainstitucionalidad- por el ministro y mercader Die-
go Portales, que esta Constitución sale a la luz, lo cual es reconocido de manera
prácticamente general por la historiografía chilena.24
El artículo 159, que señala que “ninguna persona o reunión de personas puede to-
mar el título o representación del pueblo, arrogarse sus derechos ni hacer peticiones a
su nombre. La infracción de este artículo es sedición”, tiene directa relación con la
completa delegación del poder a las autoridades establecidas por la Constitución
y con la reducción de la autonomía de las localidades. Es una de las rupturas
con la Constitución de 1828 que mantiene la Asamblea como forma legítima
de organización. Otra importante ruptura es la que dicta el artículo 162, el cual
restablece los mayorazgos abolidos en 1828: es el intento por mantener el orden
tradicional, la indivisibilidad del patrimonio familiar, la capacidad de continuar
con los mecanismos originarios de acumulación, la oportunidad de manejo elec-
toral y el control de los mercados externos, todo esto restringido únicamente a
las élites.
En cuanto a la reforma a la Constitución, la iniciativa debe provenir del Senado,
acentuando el carácter elitario de las decisiones gubernamentales, en primer
lugar por lo exclusivos que son (económica y socialmente) sus miembros, y por
la incapacidad de otros grupos o localidades de manifestarse (por vías constitu-
cionales) al respecto (artículos 4 y 159).
Finalmente, la Constitución de 1833, en sus disposiciones transitorias, busca re-
emplazar totalmente a los miembros del gobierno elegidos según el documento
de 1828, con el fin de imponer este orden, mucho más cerrado en favor de la
clase dirigente, con la menor cantidad de obstáculos posibles: es la eliminación
de los liberales del gobierno, por vías constitucionales.
2
1
0
41 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 416. +
-
42 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 154. /
-.
43 Para una mayor comprensión sobre los conceptos de plusvalía absoluta y relativa, -,
revisar, de Carlos Marx “Proceso de trabajo y proceso de valorización” y “Concepto de +
la plusvalía relativa” en: El Capital: crítica de la economía política, I. Fondo de Cultura *)
(
Económica, México, 1999; capítulos V y X, respectivamente. '
41
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nW constitución de 1925 otorgó a la esfera política del país una estabilidad sin
precedentes en el actuar democrático de la ciudadanía, al ser una constitución
liberal. Se llega a decir inclusive que existió estabilidad política en Chile de
manera ininterrumpida desde 1925 hasta 1973.44 Pero, ¿qué tan cierto es esto?
Primero que todo, vale la pena señalar que a partir del período posterior al go-
bierno del General Carlos Ibáñez del Campo – un gobierno militar muy poco
atractivo para toda fuerza política de la época45– se procedió a la refundación
de los partidos comunista y socialista, añadiéndose éstos a los previamente exis-
tentes. De esta forma, se logró conformar en Chile una clase política con una
clara distinción entre los distintos bloques: la izquierda, comunista y socialista;
la derecha, conservadora; y el centro, demócrata-cristiano.
Es posible considerar esta notable pluralidad de opciones políticas como evi-
dencia definitiva de un ambiente de apertura política46, pero esto no fue así en
efecto. A lo largo del período comprendido entre 1932 y 1967 se realizaron
numerosas represiones de manifestaciones populares, y se procedió a un cierre
acumulativo de la esfera política a través de la proclamación de las leyes 8.811 y
8.98747, las cuales terminaron por excluir al campesinado del sistema político,
en la primera, y expulsar al partido comunista de éste junto con establecer nor-
mativas para preservar la defensa del Estado, en el caso de la segunda48.
Fue la promulgación de la reforma constitucional agraria realizada por Eduardo
Frei Montalva en 1967 la cual, por primera vez en la historia de Chile, modificó
la manera en la cual se entendía política y jurídicamente la propiedad. De esta
forma se abría el acceso a la propiedad de las tierras al grueso popular chileno;
esto era, claramente, un desafío directo a la propiedad de las oligarquías terrate-
nientes chilenas. Este proceso se consolidó en 1970, tras el triunfo de Salvador
44 Juan Carlos Gómez, “La frontera de la democracia…”, 8.
45 Para una mayor exploración del gobierno de Ibáñez del Campo, así como también
del período presidencialista comprendido entre 1925 y 1970, se recomienda la lectura de Sofía
Correa, Consuelo Figueroa, Alfredo Jocelyn-Holt, Claudio Rolle, Manuel Vicuña, “Historia
del siglo XX chileno: Balance paradojal” (Santiago, Editorial Sudamericana, 2001) y de Juan
Carlos Gómez, “La frontera de la democracia. El derecho de propiedad en Chile. 1925 – 1973”,
A (Santiago, LOM Ediciones, 2004).
1
0
+ 46 Juan Carlos Gómez, “La frontera de la democracia…”, 159.
-
/ 47 La ley 8.811 tuvo como finalidad restringir la capacidad de organización sindical
-.
-, de los trabajadores en Chile; por otro lado, la ley 8.987, también conocida como la Ley de
+ Defensa Permanente de la Democracia, buscó la prohibición de la participación política del
*) Partido Comunista de Chile.
(
' 48 Juan Carlos Gómez, “La frontera de la democracia…”, 9.
42
©UUTS[T en las elecciones, donde se procedió a socializar definitivamente las
tierras y los medios de producción, así como a nacionalizar de los recursos mi-
nerales del norte. Es importante destacar que estos procesos se llevaron a cabo
a través de tomas, y que el surgimiento en paralelo de grupos paramilitares
oficialistas y de la oposición49 conllevó a una sensación de profundo malestar y
caos social.50
El 11 de septiembre de 1973 las fuerzas armadas realizaron un golpe de Estado,
y tras derrocar el gobierno de Allende se instauró una junta militar de gobier-
no provisoria encabezada por el General Augusto Pinochet, quien más tarde
asumiría el control absoluto del poder. Se declaró estado de sitio hasta 1980,
y durante todo este proceso el ejército procedió a perseguir sistemáticamente
a todo tipo de oposición o alternativa política a través de organismos creados
específicamente para estos propósitos, como la DINA.51 Se constata que para el
momento de la redacción de la constitución de 1980, la cual, según Villalobos,
“obedeció al deseo de impedir en el futuro situaciones conflictivas y ambiguas
como las ocurridas durante el gobierno de la Unidad Popular y asegurar a las
fuerzas armadas un papel tutelar sobre la vida política nacional”52, la gran mayo-
ría de los partidos opositores al régimen habían sido clausurados y las demandas
y manifestaciones populares estaban siendo reprimidas. Así mismo, la redacción
de esta carta estuvo a manos de “una comisión de juristas y políticos cercanos al
gobierno”.53
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protección de las ventajas de la clase dominante y sus implicancias para la masa
ciudadana
Q` en el gobierno de Salvador Allende (1970-1973) donde ocurre una radicali-
zación de la ampliación de la participación política y de los derechos sociales, los
cuales, anteriormente, mantenían excluida a una importante masa de carácter
marginal. Esta democratización es llevada al plano económico a través de la
estatización de recursos naturales (en la nacionalización del cobre en 1971), la
concreción de la Reforma Agraria, el intento de colectivizar la producción, entre
otros. La historia oficial presenta a la Unidad Popular como un proceso de dete-
rioro de las condiciones de vida nunca antes visto en la historia (oficial) del país.
Como plantea Villalobos “escasearon los alimentos y los artículos de uso corriente, 2
1
0
+
49 Juan Carlos Gómez, “La frontera de la democracia…”, 329. -
/
50 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 401. -.
-,
51 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 405.
+
52 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 407. *)
(
53 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 406. '
43
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dieron resultado las medidas cada vez más estrictas de fijar precios bajos y apareció
el mercado negro. […] En las calles se veían “colas” para adquirir determinados pro-
ductos. […] Sus manejos suscitaron críticas y se temió que fuera un primer paso para
imponer el racionamiento y presionar políticamente a la gente”54. Otro énfasis que
realiza tiene que ver con el caos social originado en este período, destacando la
violación de la propiedad privada y la desprotección institucional de la empresa
y los ciudadanos.
Las reformas aplicadas son concebidas, desde la historia oficial, como una viola-
ción de la institucionalidad frente a la cual las Fuerzas Armadas se ven “obliga-
das” a intervenir. Luego de experimentar procesos de apertura política y econó-
mica para las capas medias y bajas, y de pasar por un proceso de radicalización
con orientación socialista en que los conflictos de intereses no podían hacerse
más evidentes, el golpe militar en 1973 viene a acallar todas las voces que logra-
ron tener algún espacio, las capas marginadas quedan estancadas, y se inician
una serie de transformaciones que pretenden eliminar todo rastro del “desor-
den” anterior55. A través del control de la prensa y los medios de comunicación,
la persecución sistemática de la oposición, para su aislamiento, tortura o elimi-
nación, y la imposición, en pocas palabras, de un régimen militar autoritario, se
buscó cortar definitivamente cualquier iniciativa de carácter marxista u opuesta
a las implementaciones de seguridad, económicas y políticas de dicho régimen
en favor de la clase dominante y en desmedro de la democratización alcanzada
previamente.
Esta “restitución” del orden favoreció principalmente a quienes fueron expro-
piados, durante el gobierno de Allende, pues se les devolvieron sus bienes y otros
fueron vendidos a precios incongruentes con su valor real, favoreciendo así la
privatización de empresas y no el beneficio del Estado o de la sociedad en su
conjunto. Los movimientos sindicales fueron reprimidos, se extirpó cualquier
conexión con la acción política, reduciendo el rol preponderante que habían ad-
quirido. Esto posibilitó la liberalización del trabajo, además de una meticulosa
reglamentación de la negociación laboral y otras condiciones. Salazar plantea un
proceso de peonización, el cual permitiría “reducir las clases medias y populares
a masas de individuos, que encandilados por la posibilidad de consumo crecien-
A
1 54 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 400.
0
+ 55 Una visión que resalta la primacía de los factores políticos en el colapso de la
-
/ institucionalidad de 1973, plantea que frente a la imposible “distinción entre las reglas y
-.
-, procedimientos democráticos, y las instituciones que en Chile encarnaban dichas reglas. […]
+ las Fuerzas Armadas surgieron como el único poder “neutral” con una legitimidad suficiente y
*) una capacidad real para mediar entre las fuerzas en pugna.”Arturo Valenzuela, “El quiebre de
(
' la democracia en Chile” (Santiago, FLACSO, 1978), 221.
44
]T (a crédito) se dejen ordeñar individualmente […] sin posibilidad de asociarse
para formar “clase”, constituir “movimiento” y jugar a la “revolución”.”56
La violencia es un aspecto fundamental57: la policía secreta era incapaz de lidiar
con la crisis del espacio público (expresado en una confrontación abierta entre
las masa populares y el régimen), y la represión que inicialmente se volcaba de
manera selectiva a militantes de izquierda, se hizo pública, haciendo a la masa
ciudadana que se manifestaba víctima también de la violación de derechos hu-
manos, esta violencia militar en reacción a la contra-violencia ciudadana desem-
bocaba en una magnificación de la violencia en sí. 58
°B CJMJ>LMN Política de 1980: Seguridad nacional, hermetismo políti-
co y continuidad en la jerarquía y centralización del poder
±TScTS[Z TS Y\TS]W TU YZS]T^]Z [T XTbXT`cdS bZU ]cYWm YZS]XZU [T UZ` VT[cZ` [T
comunicación, la suspensión del Estado de derecho, así como las transformacio-
nes económicas, sociales y políticas descritas anteriormente, en el Preámbulo de
la Constitución de 1980 se detecta una preocupación por instituir el documen-
to como producto de un proceso democrático y dentro de cierta institucionali-
dad, cuestión que se expresa en la cita “[Considerando] Que la voluntad soberana
nacional mayoritariamente manifestada en un acto libre, secreto e informado, se
pronunció aprobando la Carta Fundamental que le fuera propuesta”. Este es uno
de los primeros indicios del afán por establecer un documento constitucional
(y su correlato en lo político, económico y social) duradero, afán que se irá
desplegando a largo de esta Carta Fundamental a través de una meticulosa re-
glamentación de la composición de los distintos cuerpos estatales (Ejecutivo,
Legislativo y Judicial).
56 Gabriel Salazar, “La historia desde abajo y desde dentro” (Santiago, LOM Ediciones,
2003), 157.
57 Gabriel Salazar, “La historia desde abajo…”.
58 Con respecto al “disciplinamiento” a través de la violencia: La experiencia chilena
ha mostrado cuán fácil es para una institución militar profesional y “neutral” el convertirse en
un régimen militar represivo. Tan pronto como los militares concibieron a sus compatriotas como
enemigos en contra de los cuales se debía librar una guerra total, toda medida represiva se hizo
justificable. No es sorprendente que los militares hayan actuado con una fuerza de ocupación y
tratado a toda la nación como si fuera un regimiento. También es natural que una institución 2
que se funda en los principios de jerarquía, orden y disciplina considere a la democracia como un 1
0
obstáculo para ganar una guerra. De hecho, los líderes militares han culpado explícitamente a la +
-
democracia por haber permitido que fuerzas “extranjeras” corrompieran un segmento del pueblo /
-.
chileno. Para “sanear” la nación, ellos han tratado de extirpar todas aquellas políticas que en algún -,
modo pudieran identificarse con una democracia débil o con el marxismo.” Arturo Valenzuela, “El +
quiebre de la democracia en Chile” (Santiago, FLACSO, 1978), 288. *)
(
'
45
QS ]²XVcSZ` oTSTXWUT` UW dimensión dogmática presenta garantías y derechos
constitucionales fuertemente restringidos por la imperante necesidad de res-
guardar el orden público o la seguridad nacional. Los individuos son libres de
llevar a cabo determinadas acciones (formar parte de sindicatos, moverse a lo
largo del territorio, etcétera) con la posibilidad de que éstas se prohíban o decla-
ren inconstitucionales puesto que el mismo documento otorga facultades para
detener cualquier indicio de peligro para el orden constitucional propuesto.
Específicamente, el resguardo de la seguridad pasa a ser fundamental, pues se
concibe la etapa previa como un caos en todos los sentidos: “Es deber del Esta-
do resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la familia,
propender al fortalecimiento de ésta, promover la integración armónica de todos los
sectores de la Nación y asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad
de oportunidades en la vida nacional.” (Art. 1, inciso 5°). La responsabilidad de
cautelar la seguridad nacional tiene como contraparte mantener, aunque suene
paradójico, bajo control la autonomía de los grupos intermedios mencionados
en el inciso tercero del artículo 1º, a los cuales, constitucionalmente, se “les ga-
rantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines específicos”.
Con respecto a la declaración de que Chile es un país democrático (artículo 4°)
debe tenerse en cuenta que después de la promulgación de la Constitución, la
persecución sistemática de la oposición fue más allá de quienes eran militantes
de izquierda o quienes contribuyeron en el gobierno de Allende: la represión se
volcó al espacio público al enfrentarse el obsesivo resguardo de la seguridad con
las manifestaciones que denunciaban al régimen militar. Esto no hace más que
demostrar que los conceptos más generales son los más vacíos.
Existe un énfasis en reglamentar y limitar los mecanismos de participación polí-
tica: el ejercicio de la soberanía “se realiza por el pueblo a través del plebiscito y de
elecciones periódicas y, también, por las autoridades que esta Constitución establece.
Ningún sector del pueblo ni individuo alguno puede atribuirse su ejercicio.” (Art.
5, inciso 1°) Esto reduce la posibilidad de realizar interpretaciones alternativas
de la Constitución que puedan dar cabida a mecanismos propios de etapas an-
teriores (no hay espacio para la deliberación en comunidad, por ejemplo). En
“La soberanía reside esencialmente en la Nación. Su ejercicio se realiza por el pueblo
A
[…].” ³©Xt. 5, inciso 1°) hay contradicción con los hechos, respecto a que la
1 prohibición de que un solo individuo se atribuya el ejercicio del poder no se
0
+
- está cumpliendo, considerando que, precisamente, el contexto de producción
/
-. de este documento es de carácter autoritario.
-,
+ En el Art. 8° queda expuesto el sesgo ideológico-político fundamental que ca-
*)
( racterizó al ejercicio del gobierno por parte de la Junta Militar y luego Augusto
'
46
´cSZYaT]µ ¶Todo acto de persona o grupo destinado a propagar doctrinas que atenten
contra la familia, propugnen la violencia o una concepción de la sociedad, del Estado
o del orden jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha de clases, es ilícito
y contrario al ordenamiento institucional de la República [...].” (Art. 8, inciso 1°).
Incluso hay una extrapolación de lo ocurrido en la etapa precedente al utilizar
el término “totalitario”, evocando de manera negativa todo orden precedente al
que se intenta establecer. En el mismo artículo se desestima cualquier estatus de
institucionalidad que pudo haber tenido la etapa anterior, incluso se busca extir-
par de lo institucional cualquier oportunidad de difusión de ideas de oposición,
controlando instituciones de educación, medios de comunicación, entre otros.
En el Art. 9°, que califica al terrorismo como contrario a los derechos humanos,
podría interpretarse incluso en contra del propio gobierno de 1980, de esta
manera, existe una fuerte contradicción si se considera el terrorismo de Estado
en plena práctica durante este período: secuestros, tortura, desapariciones, entre
otros crímenes que claramente constituyeron violaciones a los derechos huma-
nos.
Al analizar el Art. 18 (inciso 1°) “[la Constitución] garantizará siempre la ple-
na igualdad entre los independientes y los miembros de partidos políticos tanto en
la presentación de candidaturas como en su participación en los señalados procesos
[eleccionarios].” en función del Art. 8°, en que definitivamente se desechan
propuestas afines con “la lucha de clases”, por lo tanto no existiría tal garantía
de igualdad. Nuevamente se recurre a la protección absoluta del orden, la parti-
cipación política queda subsumida a la cautela de la seguridad.
El Art. 19, que será desarrollado en lo que queda de la dimensión dogmática,
es fundamental puesto que reúne las garantías constitucionales (inciso 1°) y a la
vez abre la posibilidad de limitarlas, en pocas palabras presenta garantías con-
dicionadas.
Con respecto al derecho a defensa jurídica: “La igual protección de la ley en el
ejercicio de sus derechos. [...]” (Art. 19, núm. 3) encuentra el problema de que las
Fuerzas Armadas cuentan con estatutos propios reconocidos por la Constitu-
ción. Si se considera el contexto de producción de este documento parte impor-
tante de quienes se involucraron en la persecución y violencia de Estado puede 2
1
ser juzgada según estatutos propios, lo que permite tergiversar el participar en 0
+
terrorismo de Estado dándole el sentido de “resguardo de la Nación, del orden”, -
/
-.
“cumplimiento de órdenes”, etcétera. -,
+
Lo establecido en cuanto a libertad de enseñanza, que “[...] no tiene otras limi- *)
(
'
47
hfge~js que las impuestas por la moral, las buenas costumbres, el orden público
y la seguridad nacional. [...]” (Art. 19, núm. 11) manifiesta la obligación de
mantenerse dentro de los límites del sesgo ideológico descrito anteriormente,
lo que hace cuestionable el uso de “libertad de enseñanza”. Por otra parte, posee
un cariz principalmente económico que se encuentra ligado a desestatizar, en
este caso a través de la municipalización y el fomento de la iniciativa privada.
También se prohíbe cualquier tipo de difusión política en el ámbito educativo,
ya que Universidades, principalmente, alojaron agitación y propaganda política
en la etapa precedente y como se ha dicho anteriormente, se busca resguardar al
orden de cualquier amenaza.
En contradicción con el contexto de producción, se otorga “La libertad de emitir
opinión y la de informar, sin censura previa […]” (Art. 19, núm. 12), sin embar-
go, se censura otros medios de comunicación (cine y otras actividades artísti-
cas), filtrando trazas de ideología marxista o crítica al régimen principalmente.
Se busca restringir la acción de los partidos políticos: “Una ley orgánica constitu-
cional regulará las demás materias que les conciernan y las sanciones que se aplicarán
[…]. Las asociaciones, movimientos, organizaciones o grupos de personas que persi-
gan o realicen actividades propias de los partidos políticos sin ajustarse a las normas
anteriores son ilícitos y serán sancionados de acuerdo a la referida ley orgánica cons-
titucional” (art. 19, núm. 15°). Además, la Constitución les impone una política
de transparencia económica, la cual se liga directamente a los aportes extranjeros
con fines políticos que podrían facilitar el ascenso de un determinado partido.
Constituyendo así otra medida preventiva, considerando el período anterior.
La libertad del trabajo (Art. 19, núm. 16°) se relaciona con una vuelta a un tipo
peonal de explotación, pues en relación al contexto, la desestatización de empre-
sas y el abandono de procesos que permitieran reinvertir en procesos producti-
vos que beneficiaran al país, provocan que la acumulación se base en plusvalía
absoluta, al igual que en el período anteriormente analizado. Por otra parte, se
busca regular, dentro del sistema laboral, cualquier aspecto que implique una
negociación afín con determinados ideales políticos: “[…] La ley señalará los
casos en que la negociación colectiva deba someterse a arbitraje obligatorio, el que
corresponderá a tribunales especiales de expertos cuya organización y atribuciones
A
se establecerán en ella.” (Art. 19, núm. 16°). La intención es que a partir de la
1 legalidad mediar en los conflictos, sin dejar espacio a la manifestación política.
0
+
- Lo mismo se destaca para la formación de sindicatos y gremios, mencionados en
/
-. los incisos finales del artículo.
-,
+ Al analizar la dimensión orgánica es posible detectar un cierre de carácter po-
*)
( lítico expresado principalmente en la facultad del Presidente de designar cargos
'
48
TS todos los componentes del aparato estatal (Art. 32, núm. 6° sobre los inte-
grantes del Senado, 9° sobre los ministros de Estado, subsecretarios, intenden-
tes, gobernadores y a los alcaldes de su designación, 10° sobre los embajadores
y ministros diplomáticos, 12° sobre otros funcionarios, 14° sobre la Corte Su-
prema y 18° sobre las Fuerzas Armadas y de Orden Público). En el fondo, el
Ejecutivo tiene facultades para seleccionar a personas de confianza y de destituir
a quienes no lo sean. Esta confianza se expresaría en términos políticos, es decir,
el Presidente puede despejar el gobierno de miembros de la oposición.
En cuanto a la carrera funcionaria, la cual es reglamentada por una ley orgáni-
ca constitucional (Art. 38), que garantiza los principios de carácter técnico y
profesional, puede verse la expresión del intento de fundar el aparato estatal en
la legalidad. Este carácter entra en conflicto con las múltiples atribuciones del
Presidente, que si bien está limitado por la Constitución, ésta misma le permite
suspender el estado de derecho y actuar a su arbitrio (Art. 40 y Art. 41). En el
hecho de que la Constitución asegura la igualdad de oportunidades para acceder
a la carrera funcionaria, no debe perderse de vista el sesgo ideológico impuesto
al comienzo del documento.
Constitucionalmente se faculta al Presidente con derechos de carácter autorita-
rio cuando el “peligro” ha dejado de ser inminente y la guerra interna o conmo-
ción interior son efectivas (Art. 40 y Art. 41). En estado de sitio todo queda al
libre arbitrio del Presidente, la justicia pierde la facultad de calificar sus acciones:
“[…] los tribunales de justicia no podrán, en caso alguno, entrar a calificar los fun-
damentos de hecho de las medidas que haya adoptado la autoridad en el ejercicio
de sus facultades.” (Art. 41, núm. 3°). Esta situación puede volverse extremada-
mente grave, sobre todo porque puede implicar que quede impune la violación
a los derechos humanos, por ejemplo, tal como ocurrió al instalarse el régimen
militar. La Constitución asegura que la oposición, quienes fomenten u originen
una situación de desorden, que hayan sido exiliados, no puedan regresar al país,
disminuyendo el peligro, que es considerado siempre como inminente: “[…]
las medidas de expulsión del territorio de la República y de prohibición de ingreso
al país, que se autorizan en los números precedentes, mantendrán su vigencia pese a
la cesación del estado de excepción que les dio origen en tanto la autoridad que las
decretó no las deje expresamente sin efecto.” (Art. 41, núm. 7).
2
La composición del Senado (establecida en el Art. 45) también entra en con- 1
0
+
flicto con el carácter democrático que se intenta asumir desde el Preámbulo. -
/
El Senado no sólo es elegido por sufragio parlamentario, sino que debe alojar -.
miembros designados por el Presidente, restando el carácter democrático que -,
+
supone la elección de los miembros de esta Cámara por votación de los ciuda- *)
(
'
49
[WSZ`· Además posibilita la influencia desde el Ejecutivo y de otras esferas como
las Fuerzas Armadas, alguna universidad, o ex miembro de la Corte Suprema no
presupuesta en términos democráticos, pues no ha existido proceso de eleccio-
nes para la composición de la cámara específica, a pesar de que la Constitución
de aprobó en un plebiscito supuestamente democrático. Es imposible para el
Poder Legislativo si quiera proponer fiscalizar al Gobierno, así se entiende que
el Senado se encuentra subordinado puesto que su composición no es en su ma-
yoría designada por el Presidente, por lo tanto puede alojar el peligro inminente
de intentar perjudicar, difamar e incluso destituir al gobierno.
En el caso del Poder Judicial también existe el problema de subordinación, pues
una vez reclamada su participación éste no puede excusarse por ningún motivo
(Art. 73). A través de este Poder puede ordenarse a la fuerza pública ejercer
cualquier medio de acción necesario, e independiente del carácter del comando,
éste debe ser obedecido, pues la Constitución no reconoce fundamento u opor-
tunidad para el desacato. En cuanto a su composición el presidente puede, si así
lo necesita, deshacerse de la oposición en la Corte Suprema, quedando entonces,
facultado para interferir en la composición de la Corte Suprema. Los miembros
del Poder Judicial son impunes frente a la ley (Art. 78), cuestión problemática
sobre todo en el contexto en que se promulga la Constitución, puesto que final-
mente los Poderes terminan coordinados para hacer la voluntad del Presidente
(con todos los intereses que éste porta).
Por otra parte, en el Art. 79 se asegura la omnipotencia de los tribunales milita-
res por encima de los tribunales civiles; esto es, el Ejército gana inmunidad fren-
te a la ley durante tiempo de guerra (recordar que Chile se encontraba en estado
de sitio). A partir del artículo siguiente (Art. 80) se entiende que la Corte Supre-
ma, compuesta por intervención presidencial, puede derogar todo precepto que
desafíe lo planteado en la constitución, haciéndola una vez más impenetrable.
El cierre del acceso y la intervención del Ejecutivo por medio de la designación
de miembros es una de las principales características orgánicas que presenta la
constitución. Incluso pueden removerse del cargo a los miembros procedentes
de la Corte Suprema sin apelar directamente a su desempeño en el tribunal
mismo: “[...] la Corte Suprema por requerimiento del Presidente de la República, a
A
solicitud de parte interesada, o de oficio, podrá declarar que los jueces no han tenido
1 buen comportamiento y, previo informe del inculpado y de la Corte de Apelaciones
0
+
- respectiva, en su caso, acordar su remoción por la mayoría del total de sus componen-
/
-. tes” (Art. 77, inciso 3°).
-,
+ Con respecto al Tribunal Constitucional se detecta una problemática similar:
*)
( la designación de miembros de órganos susceptibles de ser intervenidos por el
'
50
´XT`c[TS]T T cSYU\`Z \S VcTVXZ [T`coSW[Z [cXTY]WVTS]T bZX TU ¸TT [T Q`]W[Z
(Art. 81). Todo esto, evidentemente, para preservar y proteger la Constitución
de la oposición; declarar como inconstitucionales, limitar, perseguir y expulsar
a aquellos individuos y elementos que beneficien a la oposición (incluyendo,
de ser necesario, al mismo presidente). No se puede culpabilizar ni condenar
a los miembros del Tribunal (Art. 83), y todo decreto y proyecto de ley que el
Tribunal rechace es derogado, sólo en virtud de la decisión de éste; la Corte Su-
prema no puede apelar a esta decisión, es decir, la máxima autoridad en térmi-
nos jurídicos y legislativos termina por ser el Tribunal Constitucional. En pocas
palabras, es un órgano cuasi-omnipotente con un fuerte sesgo anti-oposición.
Con respecto a la Justicia Electoral, desde la Constitución se busca eliminar
cualquier influencia política del Tribunal Calificador de Elecciones, o más bien,
dado que los miembros son seleccionados por los mismos organismos que pue-
den ser controlados por el Ejecutivo, se termina por excluir a la oposición. El
gobierno interviene, además, en las elecciones gremiales: regula y supervisa las
elecciones dentro de los ámbitos de la organización productiva y laboral (Art.
85), entrando nuevamente en conflicto la “autonomía adecuada” que se garanti-
za al comienzo de la Constitución. El término “adecuada” tiene que ver mucho
más con lo que parezca pertinente al orden que intenta establecerse, que con lo
que necesitan efectivamente los grupos intermedios para desenvolverse.
61 Para un desarrollo más profundo sobre este concepto, revisar a: Jürgen Habermas,
“Problemas de legitimación en el capitalismo tardío” (Madrid, Amorrortu Editores, 1999). 2
1
0
62 Simon Collier, “The historiography…” +
-
63 Gabriel Salazar, “La historia desde abajo…”. /
-.
64 Jorge Larraín, “Identidad Chilena”. Sobre la construcción de una “memoria -,
emblemática” respecto a la historia reciente ver Peter Winn. “El pasado está presente. Historia +
y memoria en el Chile contemporáneo”, en Anne Pérotin-Dumon (dir.). Historizar el pasado *)
(
vivo en América Latina http://www.historizarelpasadovivo.cl/downloads/winn.pdf. '
55
[W entre el siglo XIX y finales del siglo XX, puede agregarse una quinta caracte-
rística que refleja una porfiada continuidad en la historia de Chile. Ninguno de
los grupos sociales que se hicieron cargo del liderazgo económico nacional (que
reflejaba su hegemonía social y, como consecuencia, su supremacía política),
a pesar de haber contribuido de un modo u otro a desarrollar el capitalismo
y modernizar el país, lograron “concluir y culminar la transición al capitalismo
industrial, ni resolver las contradicciones profundas de sus ciclos de acumulación”,65
que históricamente se han mantenido disociados; la economía chilena –o más
bien los grupos sociales que la han orientado históricamente- nunca ha logrado
construir una base industrial sólida en la cual se invierta y reproduzca aquel
capital obtenido por la lógica de intercambio y acumulación mercantilista. En
esencia, todos estos grupos fueron, “en un aspecto fundamental y estratégico, libre-
cambistas”.66
No se puede dejar de señalar que hubiera sido imposible establecer el vínculo
entre los diversos ámbitos de análisis propuestos sin considerar un procedimien-
to metodológico que permitiera el análisis de las cualidades específicas de la
realidad sociohistórica chilena, a saber, las relaciones entre los distintos grupos
sociales que, en torno al conflicto social básico que gira en torno a la propiedad,
“adoptan una estructura que se organiza y funciona en términos de una doble cone-
xión: según las presiones y vinculaciones externas y según el condicionamiento de los
factores internos que inciden sobre la estratificación social”67.
Ahora bien, más allá de la interpretación construida en el presente trabajo ¿cuál
es la finalidad de este ejercicio reflexivo? Cualquier ámbito del conocimiento
humano, en general, y de las ciencias sociales en particular, debe estar al servicio
del presente, en el sentido de que mediante las herramientas analíticas cultivadas
en cada disciplina, sea posible orientar la comprensión de los procesos humanos
e históricos, dándoles un sentido que permita dilucidar su continuidad en el
presente, y de alguna forma, posibilitar la construcción consciente, y con me-
moria histórica, del futuro.
Desde un principio, se consideró pertinente el análisis comparado de los proce-
sos constituyentes de 1830 y de 1980; en un primer momento por el potencial
analítico y explicativo que brinda la comparación sociológica-histórica, y en
A
un segundo momento, porque se entendió que –por las continuidades que se
1 evidencian en ella– sería la mejor matriz heurística para comprender la historia
0
+
- reciente del país. Y no sólo comprenderla, sino también explicarla y cuestionar-
/
-.
-,
65 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 151.
+
*) 66 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 151.
(
' 67 Fernando Cardoso y Enzo Faletto, “Dependencia y Desarrollo…”, 37.
56
UWm dilucidando el nodo problemático de la legitimidad del orden económico,
político y social posterior a ambos períodos; posibilitándose entonces la puesta
en cuestión de la última construcción nacional –económica, política y social–
de corte neoliberal, originada desde el seno de la Dictadura militar en Chile
(1973-1989).
¿Cómo hacer frente, entonces, al problema de la legitimidad del actual orden
económico, social y político? Es preciso apuntar que en toda sociedad que en-
cuentra su prolongación en el tiempo en la apropiación privilegiada de la riqueza
producida socialmente en su seno, ha surgido la necesidad de resolver de manera
legítima la desigual distribución de la riqueza económica, con su consecuente
orden social y político. La historia reciente de las sociedades democráticas da
cuenta de ello. Como es planteado por Habermas, este problema se soluciona
mediante lo que él define como coacción estructural, es decir, “por medio del hecho
de que las oportunidades legítimas de las necesidades se encuentran fijadas en un
sistema de normas respetado”68; comprendiendo que la legitimidad de este sistema
de normas, no sólo se posibilita por la creencia en su legitimidad por parte de los
gobernados, sino también en el temor que despiertan sanciones que significan
una amenaza directa sobre los individuos y organizaciones, lo que conlleva una
pasividad social, considerando la impotencia que implica esta situación, y por
ende, la inexistencia de alternativas al orden instituido.
Planteado esto, cobra sentido que tanto en el período constituyente de 1830,
como en el de 1980, la imposición de un orden constitucional -que legitima
desde la legalidad el orden económico, político y social en Chile- haya sido
acompañado por la violencia de Estado como forma arbitraria de excluir a todos
aquellos grupos sociales que aspiraban a participar de manera más igualitaria
en la distribución de la riqueza económica, con la consecuente participación
que debieran haber tenido en estos procesos políticos. Sin embargo, basta que
cambien las condiciones históricas de coacción, para que las fuerzas sociales
subordinadas, y por lo general, torturadas, ejecutadas y/o desaparecidas, dejen
de creer e incluso desafíen a la norma instituida, posibilitando que la coacción
latente contenida en el sistema de instituciones se libere, ya sea en forma de una
coacción manifiesta y explícita ejercida desde el Estado –como en el caso de las
jornadas de protesta nacional que caracterizaron la década de 1980– o como una
lucha por el ensanchamiento del campo de participación, que puede identificarse 2
1
en los diferentes movimientos sociales ya mencionados, que han tomado cuerpo 0
+
en los últimos diez años en el país. -
/
-.
Es por esto que es posible poner en cuestión el tema de la legitimidad de los -,
+
*)
(
68 Jürgen Habermas, “Problemas de legitimación…”, 162 – 163. '
57
bXZYT`Z` YZS`]c]\TS]T` WSWUcW[Z`· QU bXcSYcbWU bXZ[\Y]Z bZU ]cYZ _\T TVWSd ³W
sangre y fuego) de ambos, si bien establece un orden normativo constitucional,
no asegura por sí solo –ni fuera de su contexto histórico de producción– una
legitimidad total, que permita asumir como signo de legitimidad al marco consti-
tucional establecido. Como es planteado por Habermas: “en un régimen fascista,
por ejemplo, el hecho de que el gobierno se ajuste, en sus actos, a la formalidad ju-
rídica puede cumplir una función de encubrimiento ideológico; ello significa que la
sola forma técnico-jurídica, la legalidad pura, no puede asegurar el acatamiento, en
el largo plazo, si el sistema de poder no puede legitimarse con independencia de su
ejercicio ajustado a las formas correctas.”69
En este sentido, se tendría que considerar que, para que se dé una legitimidad
racional total, no basta con el solo establecimiento de un marco normativo que
posibilite un estado de derecho; es necesario que en este proceso se alcance un
consenso a través de un diálogo discursivo efectivo entre todos los actores so-
ciales, que permita la participación práctica de todos estos grupos, de manera
tal que, en la norma instituida, se vea reflejado el interés común. Es decir que,
en ese consenso colectivo, posibilitado a través del intercambio discursivo de
argumentos, se vean reflejados todos los intereses particulares que participa-
ron en la deliberación. Así, puede calificarse al ordenamiento nacional -tanto
aquel derivado del proceso constituyente de 1830, como el derivado del proceso
constituyente de 1980– como un orden coactivo y no racional, ya que ambos
períodos, como hemos dicho, han estado marcados por la imposición violenta
de una carta constitucional. Es factible entonces afirmar que el diálogo social
para la construcción de una sociedad, que de manera efectiva dé cabida a los
intereses de todos los actores sociales, se ha visto violenta y sistemáticamente
cancelado, por la intervención militar y la persecución política, en ambas cir-
cunstancias. En este sentido, no es superficial señalar a manera de precisión que,
“deslinde jurisdiccional no es un principio de ordenamiento del mismo rango que la
democracia.” 70
Para finalizar esta reflexión, planteamos que a la luz de la revisión histórica y
sociológica del devenir constitucional de nuestro país es posible dejar abiertas a
la discusión una serie de preguntas:
A
¿Cómo sería Chile de haber mediado un efectivo proceso de diálogo en su
1 constitución histórica?; ¿es posible una reconciliación entre actores sociales que
0
+
- históricamente se han visto envueltos en relaciones sociales violentas y coerciti-
/
-. vas?; A cuarenta años del Golpe militar, ¿cuál es el país que todos –real, racional
-,
+
*) 69 Jürgen Habermas, “Problemas de legitimación…”, 169.
(
' 70 Jürgen Habermas, “Problemas de legitimación…”, 187.
58
UcXTVTS]TÀ queremos?, ¿podrá llegarse a un acuerdo, como sociedad, para
construir una realidad social que logre incluir y representar a todos los actores
involucrados en ella, sin que para ello tenga que establecerse un orden violen-
to donde prime la opresión, la violencia y la muerte?; ¿cómo puede orientarse
hoy en día un proceso histórico que permita esta posibilidad? o, en palabras de
Habermas, “¿cómo habrían interpretado colectivamente sus necesidades, con
fuerza de obligación, los miembros de un sistema de sociedad, en cierto grado
de desarrollo de las fuerzas productivas, y qué normas habrían aceptado como
justificadas, si, con un conocimiento suficiente de las condiciones marginales
y de los imperativos funcionales de su sociedad, hubieran podido y querido
participar en una formación discursiva de la voluntad acerca del modo de
organizar el intercambio social?71”
Sin duda en este trabajo no se encuentran las respuestas necesarias; sin embar-
go, el ejercicio reflexivo propuesto, posibilita plantear estas interrogantes, que
definitivamente permiten observar críticamente la sociedad chilena actual y, por
tanto, realizar una introspección como sujetos históricamente constituidos, pero
esencialmente libres para recoger estas experiencias históricas y proyectar en la
vida cotidiana, individual y colectiva, en la forma que libremente cada uno es-
coja, hacia el futuro.
2
1
0
+
-
/
-.
-,
+
*)
(
71 Jürgen Habermas, “Problemas de legitimación…”, 189. '
59
Áo: Cuadro comparativo de la Constitución de 1833 y la Constitución
de 198072
A
1
0
+
-
/
-.
-,
+ 72 Para el siguiente cuadro comparativo no se ha considerado necesario hacer referencia
*) explícita a los textos constitucionales; para mayores detalles se sugiere revisar los documentos
(
' completos.
60
- A pesar de que se garantiza la igual- - ØÙ ÚÙÛÜÙ ÝÜ ÞÙÞßà áàâãäåæà Ù åÚÙàâçßåæà
dad ante la ley y la inexistencia de una explícito: no se admiten doctrinas, concep-
clase privilegiada, las exigencias para ciones de la sociedad, etc., de carácter totali-
ser ciudadano, que permiten ejercer el tario o fundado en la lucha de clases.
derecho a sufragio, presentarse a car- - Presenta garantías y derechos constitu-
gos públicos y de representación po- cionales fuertemente restringidos por la
pular, se encuentran ligadas de manera imperante necesidad de resguardar el orden
explícita la propiedad y lo pecuniario público y la seguridad nacional, este último
expresando la hegemonía de los gru- objetivo se vuelve fundamental. Es más, el
pos sociales asociados al capital mer- mismo documento otorga facultades para
cantil, generando así un cierre político detener cualquier indicio de peligro para
que posibilita el ascenso de una oligar- el orden constitucional propuesto. Si bien
quía mercantil. otorga autonomía a grupos intermedios (a
través de los cuales se estructura y organiza
la sociedad) tiene como contraparte mante-
ner, aunque suene paradójico, bajo control
su autonomía.
2
1
0
+
-
/
-.
-,
+
*)
(
'
61
Continúa el énfasis en las condiciones El Presidente queda facultado para designar
económicas excluyentes. Se definen cargos en todos los componentes del aparato
exigencias adicionales para los miem- estatal, pudiendo seleccionar a personas de
bros del Congreso y se posibilita la confianza y destituir a la posible oposición.
perpetuación de integrantes contribu- Estos derechos, de carácter autoritario, se
yendo a la mantención del status quo suman la facultad de suspender el estado
dentro del Poder Legislativo a través de derecho y actuar a su arbitrio (estado de
de mecanismos de renovación poco sitio)
eficientes. A esto se añade el control Esta facultad puede ejercerla en el Senado:
que poseen sobre las políticas econó- no tiene facultad para solicitar una fiscali-
micas y monetarias posibilitando la zación al Gobierno; el Poder Judicial: una
oposición a intentos de modernización vez reclamada su participación, éste debe
que pudiesen perjudicar lo obtenido a pronunciarse, dando oportunidad para or-
través de mecanismos originarios. denar a la fuerza pública el ejercer cualquier
Por otra parte, evidencia la jerarquía medida que se juzgue necesaria, indepen-
que se busca instalar, centralizada en diente del carácter que ésta tenga; el Tribu-
la figura del Presidente. Así, queda nal Constitucional y Tribunal Calificador
también reducida la autonomía de los de elecciones: poseen miembros designados
gobiernos locales y deslegitimada la desde otros órganos institucionales suscep-
organización vía Asamblea. tibles de ser intervenidos por el Presidente;
El restablecimiento los mayorazgos Otros niveles del Gobierno y Administra-
permite perpetuar el orden tradicional ción de Estado: se deja un ínfimo espacio
mediante la indivisibilidad del patri- para la autonomía (incluso algunos alcaldes
monio familiar. son designados), reforzándose una jerarquía
que haciende hasta el Presidente; El cierre
del acceso y la intervención del Ejecutivo
por medio de la designación de miembros
es la principal medida para excluir de ma-
nera absoluta cualquier indicio de oposición
que pueda constituir un peligro inminente
para el orden establecido; Se busca regla-
mentar y posibilitar la carrera funcionaria,
la cual queda condicionada por las atribu-
ciones del Presidente y el sesgo ideológico
existente; Se asegura la omnipotencia de los
tribunales militares por sobre los tribunales
civiles, dando inmunidad al ejército duran-
te el período de guerra (o estado de sitio);
Las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad
son militarizada, jerárquica y absolutamente
supeditadas a las órdenes que emanan del
×ÍÖ ejecutivo: son “esencialmente obedientes y
éÕ no deliberantes”; Se encuentra la formación
ÓÎ del Consejo Seguridad Nacional el cual que-
è da facultado para sacrificar la transparencia
ÐÏ
ÎÍ (recabando información de funcionarios) en
Ì pos de la seguridad.
A
1
0
+
-
/
-.
-,
+
*)
(
'
62
La iniciativa debe provenir del Senado, Son necesarias tres quintas partes del Con-
acentuando aún más el carácter elita- greso en su totalidad (ambas Cámaras), un
rio de las decisiones gubernamentales, quórum bastante alto que significa un im-
por lo exclusivos que son sus miem- portante obstáculo que se suma a la totali-
bros, y por la incapacidad de otros dad de miembros designados por el Presi-
grupos sociales de manifestarse por dente (que poseen intereses en común con
Í vías constitucionales (se ha delegado éste).
ÔÎ todo el poder a las autoridades defini- Cualquier diferencia (principalmente liga-
Òí das en la Constitución). da al sesgo ideológico-político establecido)
Ð con la Constitución deriva en rechazo legal
ì
Ðë y constitucional, reformar esta Constitución
Òê en sus aspectos más importantes (como es la
Ð× orgánica) se vuelve una tarea casi irrealizable
ÒÎ por la escasez de resquicios legales, en cuan-
Ì to a reforma, que posee su redacción.
Se busca remplazar totalmente a los Se autoriza la continuidad de la Junta Mi-
Disposiciones
miembros del gobierno elegidos según litar, ahora llamada Junta de Gobierno. En
la Constitución de 1828, concretando pocas palabras, continúa la dictadura, sólo
el fin de imponer un orden mucho que esta vez con un fundamento legal que
Transitorias
2
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-,
+
*)
(
'
63
îMFEMïGBðB
A
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*)
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'
66