You are on page 1of 48

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/324279326

Problemas de legitimación en la Constitución Política chilena. Una revisión


sociológico histórica de los procesos constituyentes de 1833 y 1980.

Article · May 2014

CITATION READS

1 4

3 authors, including:

Francisca Torres-Cortés Felipe Ruiz


University of Chile University of Chile
4 PUBLICATIONS   1 CITATION    16 PUBLICATIONS   4 CITATIONS   

SEE PROFILE SEE PROFILE

Some of the authors of this publication are also working on these related projects:

Revista Némesis View project

Fisonomía del Trabajo en Chile View project

All content following this page was uploaded by Francisca Torres-Cortés on 08 April 2018.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


O  



C ditor: Nicolás Acevedo A., Carolina Olmedo C., Camila Silva S., Luis
Thielemann H.

Revista Pretérito Imperfecto 2014 | ISSN 0719-2819 | www.preteritoimperfecto.cl


| Todo el contenido de esta revista está bajo una licencia Creative Commons [Atribu-
ción-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported].
R   ! "#$ %$&
#2 - Transiciones | Otoño 2014
4 - 7 | Presentación.

9 - 19 | Iván Salinas B. - “La Proletarización del Trabajo Académico en


las Ciencias”

DOSSIER: Historia a más de 40 años

23 - 66 | Daniel González, Felipe Ruiz, Francisca Torres - “Problemas


de legitimación en la Constitución Política chilena. Una revisión
sociológica-histórica de los procesos constituyentes de 1833 y 1980"

69 - 103 | Marcelo Robles Z. - “Historia conceptual: Cambios en la


experiencia y apropiación discursiva del concepto ‘poblador y población’
en el Santiago de 1930-1973"

105 - 139 | Renzo Henríquez Guaico - “Poder obrero en Maipú: El


paro de la confederacion de dueños de camiones y la respuesta de los
trabajadores de la comuna. Octubre rojo de 1972."

140 - 172 | Karina Narbona, Alexander Páez - “La acumulación flexible


en Chile: Aportes a una lectura socio-histórica de las transformaciones
recientes del trabajo".

Documentos

172 - 220 | “La politica de las cosas concretas y utiles para el pueblo. La
toma de lo cotidiano” (Entrevista a diego carvajal, secretario general del
partido MAPU. Segunda edición, febrero 1990).

223 - 227 | Patricio Bañados: “Café-café” (1980) y “Para que no de lo


mismo” (1989)
3

D45678 9:5;<87;
daniel.gonzalez.c@ug.uchile.cl
Felipe Ruiz
felipe.ruiz@ug.uchile.cl
Francisca Torres 2
francisca.torres@ug.uchile.cl
=>?

En la presente investigación se llevará a cabo un análisis comparativo de los


procesos constituyentes de 1833 y 1981, poniendo énfasis en la continuidad
de características sociales que presentan ambos períodos, especialmente aquellas
referidas a la legitimidad del orden instaurado. Para ello, mediante la investi-
gación histórica y el análisis sociológico, se llevará a cabo la caracterización del
marco histórico –económico, político y social– donde se configuró el orden
nacional establecido, tanto por el Estado Portaliano como por el Estado Neo-
liberal, incluyendo el análisis de uno de los principales productos políticos de
ambos períodos: las constituciones políticas de 1833 y 1981. Ambas cartas fun-
damentales, si bien establecen un orden normativo constitucional, no aseguran
por sí mismas una legitimidad racional total que permita asumir como signo de
legitimidad al marco constitucional impuesto. Examinar de manera comparada 2
1
ambos procesos puede contribuir a entender la historia reciente del país, posibi- 0
+
litando la puesta en cuestión de la última construcción nacional –económica, -
/
-.
-,
@ Agradecemos la generosa labor de corrección del borrador realizada por Camila +
Silva; sin su apoyo y motivación, la presente investigación no habría sido posible. *)
(
2 Estudiantes de Sociología de la Universidad de Chile. '
23
política y social– de corte neoliberal, originada desde el seno de la Dictadura
militar en Chile (1973-1989), siendo este uno de los principales objetivos de la
presente investigación.
PBEBFGB CEBH

Construcción de Estado en Chile, Legitimidad, Poder constituyente, Democra-


cia, Exclusión Social.

A
1
0
+
-
/
-.
-,
+
*)
(
'
24
IJGK>LLMN3

No puedo ver, 
Tanta mentira organizada. 
Sin responder, con voz ronca, 
Mi bronca…
(Pedro y Pablo, “La marcha de la bronca”)

QS TU VWXYZ [T \S YZS]T^]Z TS TU _\T `T aW b\T`]Z TS TU ]WbT]T [T UW [c`Y\`cdS


pública el tema de la legitimidad de la Constitución de 1980, convirtiendo el
tema de la asamblea constituyente en una –de quizá tantas- promesas que se
hacen en período de elecciones, se vuelve necesario revisar históricamente el
proceso de construcción de Estado en Chile, con especial énfasis en la construc-
ción del llamado Estado Portaliano, como también en la gestación del actual
orden institucional, engendrado durante el período dictatorial encabezado por
Augusto Pinochet Ugarte. ¿Por qué la revisión de estos procesos históricos?
En primer lugar, ambos períodos estuvieron marcados por la violencia hacia
la mayoría de la sociedad y su exclusión por parte de una clase hegemónica,
contribuyendo así a generar una división tajante entre lo público (Estado) y lo
privado (sociedad civil), en la cual ésta última fue expulsada del ámbito público,
y por tanto, de la construcción de un Estado que permitiera velar por los inte-
reses –económicos, políticos y sociales– de la mayoría de la sociedad chilena. En
segundo lugar, se entiende que examinar de manera comparada ambos procesos
socio-históricos (y no sólo políticos), puede contribuir a entender el pasado
reciente del país, permitiendo dilucidar el nudo problemático de la (¿aparente?)
legitimidad del orden económico, político y social posterior a ambos períodos.
Dilucidar esta tensión, hoy en día y desde la perspectiva de la legitimidad, per-
mite poner en cuestión la última construcción   nacional de corte neoliberal,
originada desde el seno de la Dictadura militar en Chile (1973-1989). Asimis-
3 Se vuelve necesario mencionar que este trabajo se encuentra estrechamente
relacionado con los temas y discusiones llevadas a cabo durante las clases del curso Historia 2
Social de Chile, impartido por el profesor Gabriel Salazar en el segundo año de la carrera de 1
0
sociología de la Universidad de Chile, en el primer semestre del año 2013, y se plantea como +
-
un intento de profundizar en algunas de las temáticas del mismo, haciendo hincapié en el /
-.
análisis sociológico-histórico de dos períodos relativamente distantes de la historia del país, -,
permitiendo además, establecer una postura desde una perspectiva global e integradora frente a +
los contenidos revisados en el curso, lo que constituiría – a juicio de los autores - un adecuado *)
(
cierre para el mismo. '
25
VZm parece pertinente el análisis sociológico-histórico comparativo enfocado en
estos dos períodos de la historia de Chile, ya que luego de etapas marcadas por
la violencia y la disputa de proyectos contrapuestos de construcción de Estado,
se configuró un ordenamiento nacional aparentemente democrático y legítimo,
pero plagado de vicios y mecanismos que impiden la superación de aquellas
originales situaciones de dominación.
En ese sentido, el análisis del período constituyente de 1833 proporcionará las
bases para plantear una poco reconocida continuidad en la historia del país, pues
es preciso comprender que en ambos procesos históricos se encontrarán, por un
lado, dinámicas de represión, violencia y asesinato, y por otro, la ascendencia
y/o consolidación de una clase hegemónica que, acaparando estos procesos de
construcción de Estado, excluirá y al mismo tiempo forzará al resto de la socie-
dad a orientarse hacia un modelo económico, político y social que responde a
sus propios intereses, originando aquella contradicción (o “falsa conciencia”)
indicada por Carlos Marx y Federico Engels, en la que el interés particular de
una clase se confunde con el interés común, determinando una concepción
ideológica de la sociedad4.
Si se considera un contexto amplio, es posible asistir en el pasado reciente a
diferentes manifestaciones colectivas que dan cuenta de un agotamiento de la
institucionalidad política para resolver (o acallar) las demandas sociales en torno
al ordenamiento económico, social y político nacional. Se propone que mani-
festaciones sociales como las del movimiento estudiantil del año 2006 y del año
2011, las movilizaciones por el tema ambiental en torno a las represas (Hidroay-
sén) y movimientos de índole más local como los de Aysén, Freirina o Tocopilla,
no pueden ser observadas de manera aislada, sino reconociendo en todas ellas el
sentido ya mencionado5. En fuerte relación con estos movimientos sociales que,
desde la calle y desde abajo han puesto en tensión la representatividad de la de-
4 “Y precisamente por esta contradicción del interés particular y del interés colectivo,
reviste el interés colectivo como Estado una estructuración independiente, separada de los
intereses reales particulares y colectivos, y al mismo tiempo como comunidad ilusoria, pero
siempre sobre la base real de los vínculos existentes en cada conglomerado (...) y sobre todo,
como expondremos más tarde, de las clases ya condicionadas por la división de trabajo, que
se aíslan en cada grupo humano semejante y de las cuales una domina a las demás.” Esta cita
A puede ayudar a esclarecer los conceptos empleados, que por lo demás no han sido acuñados
1 por nosotros; para quien quiera profundizar en el fenómeno de la “falsa conciencia” y en el
0
+ concepto de “ideología” revisar: Carlos Marx y Federico Engels, “La ideología en general
-
/ y la Ideología alemana en particular”, en: La ideología Alemana (La Habana, Ediciones
-.
-, Revolucionaria, 1966).
+ 5 Para un análisis más detallado de estos fenómenos sociales que han caracterizado
*) los últimos años de la vida nacional, revisar: Gabriel Salazar, “Movimientos Sociales en Chile.
(
' Trayectoria Histórica y Proyección Política” (Santiago de Chile, Uqbar Ediciones, 2012)
26
VZYXWYcW nacional, en un año de elecciones, la respuesta de la clase política no se
ha hecho esperar, ofreciendo respuestas orientadas hacia la reforma de aspectos
cruciales de la sociedad, como por ejemplo: una reforma tributaria (dimensión
económica), reformas en el ámbito de la educación (ámbito social) y reformas
tanto a la constitución como al sistema binominal (dimensión política).
Si a lo ya mencionado se añade que en el presente año se cumplieron 40 años
desde el Golpe de Estado de 1973, puede afirmarse que nos encontramos en
un contexto de revisión colectiva de la historia reciente del país. A 40 años del
Golpe militar, se pudo asistir a la realización de un ejercicio de memoria tanto
a nivel público –programas en los medios masivos de comunicación relativos al
tema– como privado –como la familia y otros ambientes cotidianos en los que
se desenvuelve cada persona–, que sin duda buscan orientarse hacia la solución
de aquellos nudos problemáticos que tensionan y dividen a la sociedad chilena.
En ese sentido, la revisión sociológica histórica cobra un sentido social, pues
al articularse con planos que trascienden la vida emocional (individual) de las
personas, y relacionarse con los aspectos económicos, políticos y sociales que
dieron forma al período histórico iniciado en la década de 1970 y prolongado
hasta la actualidad, se convierte en expresión de la necesidad de un ejercicio
colectivo que permita observar de manera crítica el modelo económico, político
y social construido durante el período de diecisiete años que duró la dictadura
de Augusto Pinochet y que, en gran medida, se ha proyectado hacia el presente.
Es por ello que, en el contexto histórico social del presente trabajo, el análisis
sociológico e histórico cobra relevancia y necesidad, siempre que se orienten
al servicio de esa revisión histórica, posibilitando la comprensión del período
en cuestión y contribuyendo, desde su conocimiento específico, a comprender
cómo se dio la articulación entre los diferentes grupos sociales, tanto en lo eco-
nómico, como en lo político y social.
Para llevar a cabo la reflexión propuesta, encarando el problema de investigación
ya presentado, es necesario definir una hipótesis de trabajo que oriente la siguien-
te argumentación6. Proponemos que, en los procesos históricos que se analizarán
es posible encontrar una continuidad en torno a elementos económicos, políticos y
6 Se entenderá, como lo hacen Goode y Hatt, que una hipótesis es “una proposición
que puede ser puesta a prueba, para determinar su validez”, que “puede parecer contraria al 2
sentido común” o estar de acuerdo con él, “como darse el caso de que sea correcta o incorrecta”. 1
0
La necesidad e importancia de la hipótesis en una investigación tiene que ver con que sin ella, +
-
“la información carece de foco, es una errabundeo al azar. Los resultados no pueden ni siquiera /
-.
afirmarse como un hecho con un significado claro”. La hipótesis se configura así, como “el eslabón -,
necesario entre la teoría y la investigación que lleva al descubrimiento de nuevas aportaciones al +
saber”. En: Wilson Goode y Paul Hatt, “Métodos de Investigación Social”. (México D.F., Trillas, *)
(
1967) 75–76. '
27
sefghijs relacionados con la hegemonía de una clase dominante que, acaparando el
Estado, ha impuesto su proyecto histórico al resto de la sociedad de manera violenta.
Con esta hipótesis planteada, el trabajo estará guiado por el objetivo general de
realizar un análisis comparativo de los procesos constituyentes de 1833 y 1981,
poniendo énfasis en la continuidad de características que presentan ambos pe-
ríodos, especialmente aquellas referidas a la legitimidad del orden instaurado,
siendo las dimensiones específicas de este objetivo la caracterización del marco
histórico –económico, político y social- donde se configuró el orden nacional
establecido, tanto por el Estado Portaliano (1829-1833), como por el Estado
Neoliberal (1973-1981). Para ello analizaremos uno de los principales produc-
tos políticos de ambos períodos, a saber: las constituciones políticas de 1833 y
1981.
En cuanto a la metodología de investigación, emplearemos el método histórico,
entendiendo éste como el estudio de los eventos, procesos e instituciones de la
sociedad con el fin de “explorar en lo posible la variedad de instancias que hayan
podido influir, condicionar o determinar el fenómeno que se trae entre manos”7.
Teniendo en cuenta que la sociología trabaja con un objeto de conocimiento,
la realidad social, que es esencialmente histórico, se vuelve necesario que los so-
ciólogos se interrogue, e interrogue “a la realidad social, acerca del cursus sufrido
por aquello que se estudia, sobre cómo ha llegado a ser como es, e incluso porqué ha
llegado a serlo.”8 Es por ello que se elaborará una reflexión en base a dos métodos
específicos, empleados de manera articulada. En primer lugar, la revisión crítica
de fuentes bibliográficas de análisis teórico, sociológico e histórico, con el objeti-
vo de identificar y poner en tensión las diferentes visiones que se han construido
en torno a los procesos socio-históricos del país, descritos en los objetivos de la
presente investigación, y entender el nexo existente entre ambos. En segundo
lugar, el análisis documental de las constituciones emanadas de ambos períodos,
entendiendo que ellas serían un reflejo de las características del mismo, por lo
que también allí se podrían encontrar claves que apunten hacia los objetivos de
investigación expuestos.
Para llevar a cabo el análisis comparativo de las constituciones respectivas a cada
uno de los períodos, se emplearán cinco dimensiones9, a saber:
7 Miguel Beltrán, “Cinco vías de acceso a la realidad social” en: REIS. Revista Española
A
1 de Investigaciones Sociológicas, Vol. 29 (1985). 7 - 41.
0
+ 8 Miguel Beltrán, “Cinco vías de acceso a la realidad social” En: El análisis de la realidad
-
/ social. Métodos y Técnicas de Investigación. Segunda Edición. Manuel García Ferrando; Jesús
-.
-, Ibáñez; Francisco Alvira (Madrid, Alianza Editorial, 1996)
+ 9 Las dimensiones de análisis presentadas fueron extraídas de la “Guía de Educación
*) Cívica” puesta a disposición del público, en la página web de la Biblioteca del Congreso
(
' Nacional, presentadas bajo la etiqueta de “El ciudadano y la ley” – dentro de la temática
28
kl Preámbulo: parte introductoria en que se entregan antecedentes y razo-
nes por las cuales el Poder Constituyente establece la Constitución.
2. Parte dogmática: en ella se establecen los valores y principios básicos,
los derechos y garantías constitucionales.
3. Parte orgánica: expresa la forma jurídica del Estado, la forma de Go-
bierno, Poderes del Estado, órganos estatales, las relaciones entre ellos y sus
respectivas competencias.
4. Procedimiento de reforma de la Constitución: aquí se indican los ór-
ganos, procedimientos y quórum requeridos para modificar la Constitución.
5. Disposiciones transitorias: son normas que tienen como finalidad fa-
cilitar el paso de un ordenamiento jurídico regido por determinadas normas
constitucionales a otro ordenamiento constitucional.

Il Período Constituyente de 1833:

Continuidad del orden colonial en un Estado políticamente hermético al


servicio de la oligarquía mercantil.
Consolidación de la hegemonía del capital mercantil y dependencia de la economía
nacional respecto al mercado mundial

n\ToZ [TU bXZYT`Z [T cS[TbTS[TSYcWm `T aWYT Tpc[TS]T TS oXWS bWX]T [TU ]TXXc]ZXcZ
latinoamericano en general y chileno en particular, una ampliación del mercado
externo10, con la consecuente apertura del mercado chileno que – hasta antes de
la independencia – había estado protegido de diversos modos, hacia el mercado
universal. “El viejo mercado virreinal, sin perder vigencia, fue así rebasado en todas
sus fronteras por la aparición frenética del mercado mundial.”11 De esta manera se
inicia un acelerado incremento en las exportaciones de trigo, cobre y plata así

ªqrtuvwvxywzt”- en el apartado “Partes de una Constitución Política”. Para mayores detalles, se


2
recomienda visitar: http://www.bcn.cl/ecivica/constitucion/ 1
0
10 Para una análisis sociológico más profundo y acabado sobre los procesos de +
-
vinculación al mercado mundial que experimentaron las recién independizadas naciones /
-.
latinoamericanas, durante el siglo XIX, revisar el ya clásico texto Dependencia y Desarrollo en -,
América Latina, de Fernando Cardoso y Enzo Faletto, 1977, Buenos Aires, Siglo XXi editores +
S.A. *)
(
11 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 59. '
29
YZVZ \SW VW`cpa importación de manufacturas de consumo inmediato.

Esto no hizo sino exacerbar una característica de la economía chilena, asociada


a la hegemonía del capital mercantil, que determinaba que el ciclo básico de la
acumulación reproductiva, propia del capitalismo industrial12, aquí no se daba.
Hacia el exterior, el mercado intercolonial había asegurado la circulación simple
(Mercancía-Dinero-Mercancía) propia de una economía mercantil pero, en el
territorio nacional, más que la libre compra y venta de factores y medios de
producción, predominaban prácticas pre capitalistas de acumulación13, lo que
implicaba la “no inversión de dinero mercantil en el desarrollo de los factores y me-
dios de producción.”14
Producto de este devenir, el mercado nacional nunca logró adquirir un dina-
mismo propio, ni una relativa autonomía respecto a los influjos del mercado
internacional. En este sentido, al considerar el modo de producción mercantil
hegemónico en el Chile de principios de siglo XIX, no llega a sorprender que la
explosiva apertura de mercados, reforzó de tal forma esta lógica económica, al
punto que “los intereses de la Patria, el Estado y la geopolítica del Ejército se identi-
ficaron con ese tipo de capital”15, y no con otros intereses económico productivos
que se veían opacados en el mercado interno.
Desde esta perspectiva puede comprenderse que , cuando Chile logra romper
el lazo (o pacto) colonial16, alcanzando la emancipación política respecto de la
corona de España y abriéndose los mercados al influjo internacional (especial-
mente de Inglaterra), la construcción económica, política y social que se gesta
en aquél proceso, “tiene como sostén social al grupo de productores nacionales, que
por el crecimiento de su base económica –crecimiento ya dado en la situación colo-
nial- estaban en condiciones de suscitar un nuevo acuerdo entre las distintas fuerzas

12 Para una mayor comprensión acerca de los ciclos de acumulación que caracterizan,
por una parte, al capital mercantil, y por otra, al capital industrial, revisar, de Carlos Marx
“Cómo se convierte el dinero en Capital”, en: El Capital: crítica de la economía política, I.
Fondo de Cultura Económica, México, 1999.
13 De las consecuencias sociales (y no sólo económicas) de estos mecanismos
hablaremos en las siguientes páginas; por el momento precisamos que, para una extensa
y detallada caracterización y análisis de los mecanismos de acumulación mencionados en
esta sección se encuentra en G. Salazar “Del patriciado mercantil criollo: mercados, usura
A y acumulación”, en: Mercaderes, Empresarios y Capitalistas (Chile, siglo XIX). Editorial
1
0
+ Sudamericana, Santiago, 2009.
- 14 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 50 – 51.
/
-.
-, 15 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 60.
+ 16 Para un análisis más detallado de las características del “pacto colonial” y su posterior
*) crisis, revisar: Halperin Donghi, Tulio, “Historia Contemporánea de América Latina”, (Madrid,
(
' Alianza Editorial, 1984) .
30
sefghijs”17, logrando en este proceso histórico, sino un dominio absoluto, al me-
nos una posición hegemónica relativa.
En los siguientes acápites se intentará dejar manifiesta esta relación articulada
entre las dimensiones económica, política y social, intentando encontrar –como
lo plantean Cardoso y Faletto, en su ya clásica obra para la sociología latinoame-
ricana “Dependencia y Desarrollo”- el punto de intersección donde se vincule lo
económico, lo político y lo social ya que “a través del proceso político, una clase o
grupo económico intenta establecer un sistema de relaciones sociales que le permitan
imponer al conjunto de la sociedad un modo de producción propio, o por lo menos
intenta establecer alianzas o subordinar al resto de los grupos o clases con el fin de
desarrollar una forma económica con sus intereses objetivos.”18

{|h}gfge~js ei€gfhs ‚ |e‚jfes ƒshhijs e„jses… hsh†‡ijhs fe~sg„fge~hijs ‚


golpe de Estado
ˆT WY\TX[Z W ‰WŠXcTU ‹WUWŒWXm TU acUT [T cScYcZ` [TU `coUZ ŽŽ T`]WŠW VWXYW[Z
por la existencia de dos grupos caracterizados por visiones y tradiciones políticas
muy diferentes: una nueva aristocracia colonial de tradición política centralista,
universalista y aristocrática, y una gran masa de población con una memoria
histórica enraizada en una tradición de organización política participativa, local
y popular. De este modo, una vez resueltas las guerras de independencia, los
actores sociales de la nueva república se enfrentaron al desafío de construir un
nuevo modelo de organización política. En este proceso emergieron distintos
proyectos de construcción de Estado, que respondieron a diversos idearios, in-
tereses y circunstancias políticas, lo cual se tradujo en un período de crisis de
los ordenamientos políticos y sociales  existentes durante el período colonial. A
partir de 1823, tras la “abdicación” de O’Higgins y el ingreso del general Ramón
Freire, se dieron varios intentos por redactar una Constitución nueva para el
país, los cuales se vieron frustrados muy a menudo; Sergio Villalobos indica que
esto se debió a que ninguna de las constituciones redactadas fueron adecuadas
para el país, y que por eso se decidió una y otra vez volver a redactarlas19; mien-
17 Fernando Cardoso y Enzo Faletto, “Dependencia y Desarrollo en América Latina”
(Buenos Aires, Siglo XXi editores S.A., 1977), 35.
2
18 Fernando Cardoso y Enzo Faletto, “Dependencia y Desarrollo…”, 20. 1
0
19 “Los estadistas y los ideólogos trataron de organizar el país creando leyes y +
-
constituciones basadas en ideas abstractas que no correspondían a la realidad del país. Se creía /
-.
que los principios tomados de la filosofía política europea y norteamericana e implantados -,
mediante un régimen constitucional, operarían cambios profundos en la nación. Esas ideas +
provenían de la Revolución Francesa y de la Independencia de los Estados Unidos.” Sergio *)
(
Villalobos, “Chile y su historia” (Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 2002), 199. '
31
]XW` Gabriel Salazar, por su parte, indica que los esfuerzos de Freire por llevar
a cabo procesos participativos en torno a los cuales se pudiese redactar la cons-
titución se vieron frustrados de manera consistente por parte de la aristocracia
Santiaguina20. En cualquier caso, el último producto de estas asambleas fue la
Constitución de 1828, la cual tuvo un corte marcadamente liberal.21
Por tanto, en el plano político puede observarse la existencia de dos grandes
grupos, y una subdivisión en uno de ellos: por un lado tenemos a la aristocra-
cia, -en palabras de Carlos Ruiz, la oligarquía; en palabras de Gabriel Salazar, el
patriciado santiaguino- detentores de los restos de poder político proveniente
la burocracia monárquica y del poder productivo-mercantil. Sin embargo, este
grupo se encontraba dividido, ya no por razones materiales, sino más bien por
razones ideológicas o morales, entre aquellos que apoyaban las premisas liberales
y aquellos más bien conservadores. Por el otro lado, encontramos a la gran ma-
yoría de la población, de tradición política liberal y de representación popular.22
No es de extrañarse que la Constitución de 1828 -tras un estratégico desplaza-
miento de lugar de redacción desde Santiago a Valparaíso23- fuese aceptada e im-
plementada, ya que contaba con el apoyo de más de dos tercios de la población.
Es relevante notar que ésta abolió una vez más los mayorazgos, lo cual era un
golpe directo a la aristocracia conservadora. Al verse prácticamente imposible

20 Gabriel Salazar, “En el nombre del poder popular constituyente” (Santiago de Chile,
LOM Ediciones, 2011), 42 – 43.
21 Se vuelve necesario destacar que la oposición conservadurismo/liberalismo puede
interpretarse como una extensión de la oposición entre los dos grupos y tradiciones políticas
existentes en el país. Sin embargo, los conflictos de índole ideológica frecuentemente
encubrían algo bastante más simple: una pugna entre distintos grupos aristocráticos por
detentar el poder político y económico. Para mayor referencia sobre los conflictos subyacentes
entre las aristocracias durante este período en América Latina, revisar: Carlos Ruiz,
“Independencia y Anarquía o la conflictiva formación del orden oligárquico en América Latina”
(Santiago de Chile, Universidad de Chile, 2003).
22 Existen disensos entre historiadores con respecto a este último punto, como lo
expresa Alfredo Jocelyn-Holt: “Desde 1823 […] se establece un condominio oligárquico-militar
en el que participan activamente las únicas dos fuerzas políticas de ese entonces. Este régimen
compartido, no obstante haberse tratado de institucionalizar en tres cuerpos legales diferentes
(Constitución de 1823, Leyes Federales y Constitución de 1828), tuvo caracteres marcadamente
A arbitrales de facto, en buena medida porque todos estos ordenamientos estaban inspirados en un
1 prejuicio anti-Ejecutivo. En otras palabras, los militares ejercieron periódicamente “dictaduras” de
0
+ hecho aun cuando dicho ejercicio nunca estuvo respaldado legalmente.” (Alfredo Jocelyn-Holt,
-
/ “El peso de la noche…”, 134). También Mario Góngora contribuye a la discusión, aseverando
-.
-, que “La nacionalidad chilena ha sido formada por un Estado que ha antecedido a ella” (Mario
+ Góngora, “Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX” (Santiago,
*) Editoriales La Ciudad, 1981), 11.
(
' 23 Gabriel Salazar, “En el nombre…”, 45.
32
bWXW la aristocracia el tratar de imponer su propio proyecto constitucional, los
grupos opositores al gobierno con Diego Portales a la cabeza lograron asestar un
golpe de Estado en 1829. La Constitución de 1833 se promulgó cuatro años
después del golpe de Estado, siendo redactada por representantes de la aristo-
cracia conservadora que apoyaban a Portales. Previo a esto, se buscó silenciar
y castigar duramente a aquellos individuos que pudiesen formar parte de la
oposición, fuesen aristócratas o no. Es en un ambiente de gobierno dominado
absolutamente –desde la extrainstitucionalidad- por el ministro y mercader Die-
go Portales, que esta Constitución sale a la luz, lo cual es reconocido de manera
prácticamente general por la historiografía chilena.24

h|hfj|g‘hfg’~ }j ih fihsj “j”j†’~gfh ‚ ihs fe~sjf„j~fghs sefghijs }j s„s †jfh~gs-


mos originarios de acumulación
QS \SW `To\S[W ZUW VcoXW]ZXcW [TU `coUZ Ž•m YZVb\T`]W bXcSYcbWUVTS]T bZX
vascos y catalanes, se encuentran las principales bases fundantes del sector social
que detentó el poder económico, social y político a inicios del siglo XIX: la «
aristocracia castellano-vasca», concebida también como la oligarquía-mercan-
til. Su ascenso, como clase dominante, no estuvo marcado ni por un carácter
innovador ni por la reinversión de capital dinero; sino más bien descansó sobre
mecanismos de acumulación originarios25, sin establecer una marcada diferencia
con lo desarrollado desde el siglo XVI.
Las caracterizaciones ligadas a la historia oficial, en este aspecto, relevan a la ha-
cienda como principal núcleo del ascenso económico y político de la oligarquía
mercantil: “su riqueza provenía de la posesión de grandes latifundios, que le daban
todo el carácter de un grupo terrateniente […]. Las fortunas de la agricultura se in-
crementaron con la exportación de trigo y otros productos al Perú, California y Aus-
tralia”26. Sin embargo, este grupo que inicialmente empleó la hacienda como su
principal unidad productiva, ligándose estrechamente al comercio exterior, tuvo
como límite la incapacidad de controlar todo el transporte y almacenamiento
de sus mercancías, lo que no le permitió maximizar su cuota de ganancia y llevó
su atención hacia los flujos económicos internos: la habilitación mercantil (rea-
lizada principalmente a costa de los mineros), la extracción monetaria (intereses
2
1
0
24 Por ejemplo: Simon Collier, “The Historiography of the “Portalian” Period (1830- +
1891) in Chile” en: Historical Review, Vol. 57, Nº 4. (1977) 664 – 665. -
/
-.
25 Para acceder a una definición y caracterización de la acumulación originaria de -,
Carlos Marx, dirigirse a “La llamada acumulación originaria”, en: El Capital: crítica de la +
economía política, (México D.F., I. Fondo de Cultura Económica, 1999). *)
(
26 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 196. '
33
WŠ\`cpos a quien necesitara crédito), el uso de monedas locales o entrega de “se-
ñas” al antojo del comerciante en perjuicio del comprador y del sistema mone-
tario, la apropiación de recursos fiscales y finalmente, la gestión política (favores
políticos, “coimas”, etc.)27. Convirtiéndose estos elementos en los mecanismos
de acumulación originaria que posibilitaron a la aristocracia castellano-vasca
incrementar su cuota de ganancia y acumulación a un nivel que la hacienda no
permitía28.
En cuanto al despliegue de su poder político y dominación sobre otros grupos
sociales, Villalobos destaca que la posesión de la tierra les permitió ejercer poder
sobre los campesinos de las haciendas, “de tal manera que el patrón era una espe-
cie de autoridad que se imponía por sí misma, sin medidas violentas”29. Aunque,
teniendo en cuenta las relaciones productivas establecidas por la aristocracia, los
mecanismos de acumulación mencionados significaban la perpetuación de una
relación de dependencia y abuso por parte del patrón. De esta manera, más que
enfocarse en el desarrollo de los procesos productivos, este grupo hegemónico
se centró en el control del comercio exterior y la gestión política necesaria para
mantenerlo30.
La riqueza era acumulada como patrimonio familiar a través del mayorazgo, lo
que impedía su división en el tiempo, y por lo tanto, posibilitaba sólo su incre-
mento. El prestigio de la familia patricia recaía en el volumen de su acumulación
dineraria y en su posicionamiento en la escala social y aparato administrativo,
el cual era alcanzado principalmente gracias a la compra de títulos de nobleza
y la fusión de riquezas, prestigios y honor, a través de alianzas matrimoniales.
27 Gabriel Salazar, “Del patriciado mercantil criollo: mercados, usura y acumulación
(1700-1860”. En Mercaderes, Empresarios y Capitalistas (Chile, siglo XIX), Gabriel Salazar
(Santiago, Editorial Sudamericana, 2009).
28 Una extensa y detallada caracterización y análisis de los mecanismos de acumulación
mencionados en esta sección se encuentra en: Gabriel Salazar, “Del patriciado mercantil criollo:
mercados, usura y acumulación”, en: Mercaderes, Empresarios y Capitalistas (Chile, siglo XIX),
Gabriel Salazar (Santiago, Editorial Sudamericana, 2009).
29 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 197.
30 Otra perspectiva, con menor énfasis en lo económico, la presenta Alfredo Jocelyn-
Holt: “La elite dirigente, dije anteriormente, desde el siglo XVIII en adelante aceptó al estado
como concesión, pero ello sin perjuicio de que dicha aceptación fue a la vez escéptica, de la misma
A manera que lo sería durante todo el siglo XIX por lo demás. La elite chilena aceptó al estado
1 mientras no alterara el orden social y político establecido. De ahí su fuerte rechazo a cualquier
0
+ tipo de autogeneración de dicho estado. De ahí también su repudio a Balmaceda en 1891 y, más
-
/ recientemente, su rechazo a los gobiernos planificadores de los años sesenta y setenta del siglo
-.
-, XX apelando a la intervención y apoyo de las fuerzas militares, entidades contempladas en la
+ institucionalidad pero en el fondo corporaciones propias de la sociedad civil.” En: Alfredo Jocelyn-
*) Holt, “El peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica”, (Santiago, Editorial Planeta/Ariel,
(
' 1997), 138.
34
Q`]T sentimiento aristocrático, no contribuyó a integrar a la masa plebeya, sino
que ésta fue concebida como un enemigo interno. Y, por otra parte, esta clase
dirigente administraba pensando en otros países y extrañándose de su propio
territorio, dando lugar a una conjunción de intereses en que lo económico-po-
lítico se aloja en Chile, pues los mecanismos de acumulación permiten incre-
mentar las riquezas grandiosamente (la dimensión oligárquica-mercantil) y lo
social-cultural (la dimensión aristocrática), se aloja fuera, en Europa.

–—EMM K EB LJMJ>LMN ˜E™JMLB K kš››œ Primer quiebre hacia una his-


toria de exclusión social y hermetismo político
QS \SYcdS [T UW` [cVTS`cZST` [T WSžUc`c` ŸW bXZb\T`]W` `T `TUTYYcZSWXZS T^]XWY-
tos relevantes de este documento, en función de los objetivos de la investigación
y de la caracterización previa del período histórico. Los extractos seleccionados
corresponden a expresiones que marcan un quiebre con el orden constitucional
definido anteriormente, y especialmente con la Constitución de 1828; reflejan-
do rasgos esenciales de la clase dirigente conservadora de la época en cuanto a la
búsqueda de perpetuar su influencia política y el crecimiento de su patrimonio,
sus valores y costumbres ligadas estrechamente a lo religioso y, finalmente, son
expresión de su concepción de poder que da lugar a un Estado centralizado,
jerárquico y autoritario.
Después del triunfo político y militar de los conservadores en 1830, en 1831 se
aprobó una ley que convocó a una Gran Convención para reformar la Constitu-
ción de 1828. Esta instancia, como muestra el Preámbulo, lejos de realizar una
reforma, buscó la redacción de una nueva Constitución: “[...] que quedando sin
efecto todas las disposiciones allí contenidas [en la Constitución de 1828], sólo la si-
guiente es laCONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA DE CHILE.”.
Sin embargo, a pesar del rechazo al documento precedente, éste logra ser una
fuente para la Constitución de 1833.
Dentro de la dimensión dogmática, se conserva el Art. 5º sobre la religión, que
refleja la predominancia de los valores y la moral promovidos por la élite en
general, y que efectivamente dentro de ésta no existe una oposición radical en
todos los ámbitos ya sean éstos ideológicos, morales o económicos. Por su parte, 2
1
en la definición de la nacionalidad chilena, se destacan las condiciones para los 0
+
extranjeros que deseen avecindarse en el país: es una exigencia la posesión de -
/
-.
alguna propiedad o capital y el ejercer una profesión, sin embargo, el tiempo de -,
residencia requerido va disminuyendo según qué tan ligados se encuentren fa- +
*)
miliarmente a la sociedad chilena. En la caracterización histórica del período se (
'
35
aW destacado la importancia del matrimonio como mecanismo de formación de
alianzas político-económicas y fusión de patrimonios; según esta Constitución
un extranjero que se encuentre casado con una mujer chilena (sin prescindir de
la exigencia de una propiedad, capital o profesión), es quien puede nacionali-
zarse en con el tiempo más corto de residencia: reduciéndose el mismo de diez
a tres años.
En cuanto al derecho a sufragio, la Constitución establece exigencias de pro-
piedad o capital invertido, con una magnitud definida por ley, o el ejercicio de
una profesión, o goce de alguna renta, que guarden proporción con la magnitud
definida para la primera exigencia. El círculo de ciudadanos finalmente es re-
ducido a quienes cumplieran con la magnitud preestablecida, con indiferencia
de las condiciones más democráticas establecidas en 1828 que no requerían una
determinada magnitud de capital, renta, o propiedad, entre otros. Se mantiene
entonces el sufragio censitario, que además de restringirse a quienes supieran
leer (y la edad según si se estuviese casado o no) establece condiciones económi-
cas más excluyentes que en 1828, expresando así un claro vínculo con la hege-
monía del capital mercantil. El artículo 9º supone el problema de que una vez
obtenido el derecho a sufragio, éste no es absoluto o permanente, se encuentra
sometido a calificación, lo que significa un cambio constante en la población de
electores: ya fuera por cambios en su condición de ciudadanos o por la apertura
de oportunidades para el manejo electoral. Posibilitando el riesgo de practicar
la entrega de boleto de calificación arbitrariamente, según intereses políticos
particulares.
Entre las garantías constitucionales se encuentra “la igualdad ante la lei. En Chile
no hai clase privilegiada”, lo que resalta de sobremanera el cierre social que pos-
teriormente se establece en la Constitución para otros grupos sociales, que no
están en condición de ser ciudadanos y menos aún para ser parte del Congreso
o participar políticamente, como se hará evidente más adelante. Seguidamente,
el artículo 3º sobre la igual repartición de impuestos y contribuciones, se estrella
con las prácticas habituales de la clase dirigente: la gestión política y la privatiza-
ción del cobro de impuestos que permitieron la apropiación de fondos estatales,
claramente no constituyen actos transparentes en concordancia con lo estable-
cido constitucionalmente. Más aún, la exclusión que propicia el documento de
A 1833, evita el encuentro entre distintos grupos que pudieran acusar las malas
1
0 prácticas o simplemente contribuir a actuar como dictase la Constitución.
+
-
/
-. Dentro de la dimensión orgánica, se define una forma de gobierno popular
-, representativa, y se plantea que la soberanía reside en la Nación, la cual delega su
+
*) ejercicio a las autoridades definidas constitucionalmente: una vez más se detecta
(
'
36
TU carácter inocuo que se intenta dar al documento, en cuanto a la inclusión
sólo de la élite y los más cercanos a ella en materia de decisiones políticas y go-
bierno en general. Así, aara poder ingresar al Congreso, ambas cámaras cuentan
con condiciones económicas adicionales a las necesarias para ser ciudadano: los
Diputados debían reportar rentas de quinientos pesos, y los Senadores, sumas
de dos mil pesos. En este caso, también se especifica que los Diputados pueden
ser reelegidos indefinidamente (“renovándose” totalmente la Cámara cada tres
años) y que el Senado se renovaría por tercios, permaneciendo cada Senador
nueve años en su cargo, lo que contribuye a mantener el status quo dentro del
poder legislativo. Se mantiene reducida la posibilidad de incluir otras facciones
de la élite, sobre todo si eran opositoras a los conservadores, facilitando la reu-
nión de un grupo con determinados intereses comunes. Los artículos 25 y 26
(sobre la elección de Senadores), sólo contribuyen a la exclusividad del Congreso
y la primacía de un solo grupo. Es más, los artículos 13 a 17 contribuyen a hacer
que los senadores y diputados sean prácticamente inmunes a la persecución legal
por haber cometido algún tipo de delito, a menos que hayan sido encontrados
in fraganti cometiendo dicho delito, a diferencia de la constitución de 1828,
que establece que pueden ser perseguidos siempre y cuando no se encuentren
ejerciendo su labor como miembros del congreso.
En tanto la Constitución permite al Congreso aprobar o reprobar anualmente
la cuenta de la inversión de los fondos destinados para los gastos de la adminis-
tración pública y fijar el peso, ley, valor, tipo y denominación de las monedas y
arreglar el sistema de pesos y medidas, el control económico conferido a ambas
Cámaras se suma al que ya poseen sus integrantes, como miembros de la clase
dirigente -que practican los mecanismos de acumulación originarios explicita-
dos anteriormente- lo que sin duda puede oponer resistencia a los intentos de
modernización y racionalización del sistema monetario, por los efectos negati-
vos que podrían significar para el incremento de su riqueza. De hecho, como
señala Salazar “el conjunto de estos mecanismos operó como un poder fáctico,
no constitucional, que […] frenó la modernización estructural de Chile […]”31
El capítulo IX, sobre el gobierno y la administración interior da cuenta de una
concepción del poder jerárquica y altamente centralizada en la figura del Presi-
dente (pues es él quien selecciona a Intendentes y Gobernadores), quien podía
ser reelecto inmediatamente tras finalizar su mandato. Así, queda reducida la
autonomía de los gobiernos locales y las municipalidades, ya que cualquier ini- 2
1
ciativa debía ser revisada por subdelegados o el Gobernador correspondiente (y 0
+
-
/
-.
31 Gabriel Salazar, “Del patriciado mercantil criollo: mercados, usura y acumulación -,
(1700-1860)”. En Mercaderes, Empresarios y Capitalistas (Chile, siglo XIX), editado por +
Gabriel Salazar. (Santiago, Sudamericana, 2009), 590. *)
(
'
37
[T`[T Wa  W`YTS[cTS[Z TS UW Š\Xocracia centralista).

El artículo 159, que señala que “ninguna persona o reunión de personas puede to-
mar el título o representación del pueblo, arrogarse sus derechos ni hacer peticiones a
su nombre. La infracción de este artículo es sedición”, tiene directa relación con la
completa delegación del poder a las autoridades establecidas por la Constitución
y con la reducción de la autonomía de las localidades. Es una de las rupturas
con la Constitución de 1828 que mantiene la Asamblea como forma legítima
de organización. Otra importante ruptura es la que dicta el artículo 162, el cual
restablece los mayorazgos abolidos en 1828: es el intento por mantener el orden
tradicional, la indivisibilidad del patrimonio familiar, la capacidad de continuar
con los mecanismos originarios de acumulación, la oportunidad de manejo elec-
toral y el control de los mercados externos, todo esto restringido únicamente a
las élites.
En cuanto a la reforma a la Constitución, la iniciativa debe provenir del Senado,
acentuando el carácter elitario de las decisiones gubernamentales, en primer
lugar por lo exclusivos que son (económica y socialmente) sus miembros, y por
la incapacidad de otros grupos o localidades de manifestarse (por vías constitu-
cionales) al respecto (artículos 4 y 159).
Finalmente, la Constitución de 1833, en sus disposiciones transitorias, busca re-
emplazar totalmente a los miembros del gobierno elegidos según el documento
de 1828, con el fin de imponer este orden, mucho más cerrado en favor de la
clase dirigente, con la menor cantidad de obstáculos posibles: es la eliminación
de los liberales del gobierno, por vías constitucionales.

¡~ e|}j~ eig”¢|£„gfe fe~sh~j… hsj”„|h}e ei€gfh†j~j j~ ih e~sg„fg’~ }j


1833
¤TYaW ŸWm UW YWXWY]TXcŒWYcdS ac`]dXcYW [TU bTX Z[Z Ÿ TU WSžUc`c` [T UW ZS`]c]\YcdS
política que resulta del mismo, puede concluirse que la construcción de Estado
en este período, más que representar una ruptura radical con el orden tradicio-
nal, significó una porfiada continuidad del orden -económico, político y social-
A heredado de la época colonial; “es más, en la medida en que los poseedores del poder
1
0 estatal provenían enteramente de esta misma elite, es razonable hablar de un orden
+
- político oligárquico que se mantiene constante.”32 Lo que para este análisis cobra
/
-. más relevancia es el nacimiento de un Estado ampliamente mitificado por la
-,
+ historiografía oficial, pues el Estado nunca fue la manifestación de la voluntad
*)
(
' 32 Alfredo Jocelyn-Holt, “El peso de la noche…”, 28.
38
`ZŠTXWSW del pueblo de Chile, sino un instrumento al servicio de la élite eco-
nómica y social de la época, y por lo tanto, un Estado que podría denominarse
“hermético” frente al influjo de otras fuerzas sociales que no se correspondieran
con los valores e intereses de la élite económica, política y social chilena. Para
desmitificar entonces esta época de construcción de Estado, es necesario, como
se ha hecho, incluir en el análisis los intereses y valores que -en una perspectiva
histórica- han orientado los procesos históricos de nuestro país, para que este
deje de presentarse “como resultado de factores «naturales» –esto es, indepen-
dientes de las alternativas históricas- y se” perfile entonces, “como un proceso
que en las tensiones entre grupos con intereses y orientaciones divergentes en-
cuentra el filtro por el que han de pasar los influjos meramente económicos”33
Si bien luego de las declaraciones de Independencia se abrieron períodos algo
caóticos en el aspecto institucional en casi todos los países de América Latina,
estos deben entenderse como una fase de luchas y tensiones entre los grupos
hegemónicos locales, donde se establecieron las alianzas sociales necesarias para
afianzar el control del sector productivo, delimitar los mercados nacionales y
los límites territoriales donde se consolidaría la hegemonía de la élite social ya
caracterizada; el carácter de la construcción nacional que resulta de este proceso
se comprende cuando concebimos a los “grupos de exportadores –plantadores,
mineros, comerciantes y banqueros- ejerciendo un papel vital entre la economía cen-
tral y los ‘tradicionales’ sectores agropecuarios. Ese sistema quedaría puesto de ma-
nifiesto a través de las funciones del aparato estatal, donde se hace evidente el pacto
entre los grupos dominantes de cuño modernizador y los grupos dominantes de cariz
tradicional, con lo que se evidencia la ambigüedad de las instituciones políticas
nacionales.”34 Las que siempre reflejarán una doble orientación: “la de los grupos
‘modernizadores’ a que da origen el propio sistema económico exportador y la de los
intereses oligárquicos regionales; estos últimos suelen oponerse a que el paternalismo
dominante se transforme en un burocratismo más eficaz.” 35
Es importante recalcar que a través de todo el siglo XIX se construyó, de manera
constante, una identidad de clase que diferenciaba simbólicamente -de manera
radical- a la élite del resto de la sociedad. Una identidad en la cual destacaba la
adquisición de patrones y costumbres culturales importadas a través de viajes a
Europa, reflejadas en el consumo, la moda, la arquitectura etc. Además “utili-
zando al Estado y con ocasión de guerras y crisis, la misma elite creó las primeras 2
1
versiones discursivas de la identidad nacional que fueron capaces de integrar amplios 0
+
-
/
-.
-,
33 Fernando Cardoso y Enzo Faletto, “Dependencia y Desarrollo…”, 18 – 19.
+
34 Fernando Cardoso y Enzo Faletto, “Dependencia y Desarrollo…”, 45 – 46. *)
(
35 Fernando Cardoso y Enzo Faletto, “Dependencia y Desarrollo…”, 45 – 46. '
39
sjfe|es de la sociedad en un sentido de «comunidad imaginada»”36, imponiendo
una amplia serie de mitos fundacionales37, que a través de la perspectiva de análi-
sis aquí propuesta, se pretenden develar.

IIl Período constituyente de 1980: Sobre la destrucción de la democracia


plena en defensa de los privilegios de la clase política y la oligarquía mer-
cantil
Reapertura hacia el mercado exterior, privatizaciones e inflación: la sofisticación de
los mecanismos de apropiación de plusvalía absoluta.
‹To¥S TU ac`]ZXcW[ZX ‹TXocZ •cUUWUZŠZ` el sistema económico chileno, previo a
1973, “era la culminación de una política populista en que la intervención del Esta-
do había llegado a límites exagerados. Una nueva tendencia, diametralmente opues-
ta, se inició a partir del golpe de Estado”38, encabezado por Augusto Pinochet: el
neoliberalismo. Un rol crucial jugaron los Chicago boys, economistas chilenos
formados en la escuela de economía de la Universidad de Chicago, quienes
moldearon la política económica de la dictadura cívico militar.
Una de las primeras características que destacan de este sistema económico es
la clara tendencia privatizadora: la mayoría de las industrias y monopolios es-
tatales construidos durante el período “desarrollista” fueron a parar a manos
de privados, casi siempre a precios ridículos39, construyendo así “nuevos ‘grupos
económicos’, (…) sin memoria, sin historia productiva y sin identidad constructiva,
pero con eximio oportunismo especulativo-mercantil.40
Si bien el Estado “conservó la propiedad de los antiguos grandes yacimientos, admi-
36 Jorge Larraín, “Identidad Chilena” (Santiago, LOM Ediciones, 2001), 89.
37 Para mayor detalle sobre la construcción social de la identidad nacional, revisar
Benedict Anderson, “Comunidades imaginadas: Reflexiones sobre el origen y la difusión del
nacionalismo” (México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1993); Eric Hobsbawm, “La
invención de la tradición” (Madrid, Crítica, 2002) y Julio Pinto Vallejos y Verónica Valdivia
Ortíz de Zárate, “¿Chilenos todos? La construcción social de la nación (1810-1840)”
(Santiago, LOM Ediciones, 2009. Por su parte, para el análisis de los “mitos fundacionales”
ver
A
1 38 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 414.
0
+ 39 Es importante destacar que en esta privatización, grandes empresas estatales pasaron
-
/ a manos de particulares a precios irrisorios, acentuando aún más el carácter de acumulación
-.
-, de fondos para inversión privada, del proceso, dejando en claro el carácter mercantil/empresario
+ que adopta el Estado Chileno, en este período; esto expuesto en: Sergio Villalobos, “Chile y su
*) historia”, 415 – 416.
(
' 40 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 153.
40
~gs|ados por CODELCO; (…) entregó a capitales extranjeros varios de los nuevos”
41
con el fin de aumentar las exportaciones. A su vez, se promovieron las “ex-
portaciones no tradicionales” (salmón, harina de pescado, celulosa, frutas, vino
etc.) incrementando notablemente la cantidad de circulante disponible para in-
versión financiera, pero sin modificar el carácter primario exportador de la eco-
nomía chilena pues se continuó exportando productos de bajo valor agregado.
Por otro lado, la privatización del sistema de pensiones (AFP, Isapres) fue el otro
pilar la configuración de un gran capital financiero – en este caso, expropiado a
los trabajadores - para la inversión privada. Los procesos ya destacados permi-
tieron atraer la inversión de capitales extranjeros y recibir un fuerte influjo de
activos frescos, posibilitando así, la inversión especulativa, tanto en el ámbito
nacional como internacional.
Con el mismo énfasis, se propició que, en la cara interna de la economía, no
hubiera gran masa de circulante, restringiendo el gasto público y el volumen de
dinero concretado en salarios, para no estimular las expectativas de los trabaja-
dores, la organización gremial, la inflación y el movimiento de clase. “Congelan-
do el nivel de salario, se evitaba esto, y a la vez, se aumentaba la plusvalía absoluta
y la ganancia neta del empresario”.42 Asimismo se incentivó al máximo la utiliza-
ción de créditos de consumo, con el fin de mantener acallada la frustración por
los bajos salarios.
Puede concluirse que el modelo de acumulación neoliberal puso el énfasis eco-
nómico en el sector primario exportador y en la especulación comercial-finan-
ciera, centrándose en la producción de plusvalía absoluta y no relativa43, con el
fin de acumular el máximo circulante posible para convertirlo en “poder finan-
ciero” con potencial de inversión. Esto determinó que el tema de la producción,
o importación, de medios de producción no fuera considerado en este modelo,
reproduciendo (una vez más) la principal debilidad histórica de la economía na-
cional: la disociación de los dos ciclos de la acumulación capitalista. Es preciso
señalar que esta “debilidad”, se erige como piedra angular de la dominación de
una clase en específico sobre todo el resto de la sociedad.

2
1
0
41 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 416. +
-
42 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 154. /
-.
43 Para una mayor comprensión sobre los conceptos de plusvalía absoluta y relativa, -,
revisar, de Carlos Marx “Proceso de trabajo y proceso de valorización” y “Concepto de +
la plusvalía relativa” en: El Capital: crítica de la economía política, I. Fondo de Cultura *)
(
Económica, México, 1999; capítulos V y X, respectivamente. '
41
¦|}j~ ‚ }j†ef|hfgh§ ¨g}h ‚ †„j|j }j ih hj|„|h ei€gfh

nW constitución de 1925 otorgó a la esfera política del país una estabilidad sin
precedentes en el actuar democrático de la ciudadanía, al ser una constitución
liberal. Se llega a decir inclusive que existió estabilidad política en Chile de
manera ininterrumpida desde 1925 hasta 1973.44 Pero, ¿qué tan cierto es esto?
Primero que todo, vale la pena señalar que a partir del período posterior al go-
bierno del General Carlos Ibáñez del Campo – un gobierno militar muy poco
atractivo para toda fuerza política de la época45– se procedió a la refundación
de los partidos comunista y socialista, añadiéndose éstos a los previamente exis-
tentes. De esta forma, se logró conformar en Chile una clase política con una
clara distinción entre los distintos bloques: la izquierda, comunista y socialista;
la derecha, conservadora; y el centro, demócrata-cristiano.
Es posible considerar esta notable pluralidad de opciones políticas como evi-
dencia definitiva de un ambiente de apertura política46, pero esto no fue así en
efecto. A lo largo del período comprendido entre 1932 y 1967 se realizaron
numerosas represiones de manifestaciones populares, y se procedió a un cierre
acumulativo de la esfera política a través de la proclamación de las leyes 8.811 y
8.98747, las cuales terminaron por excluir al campesinado del sistema político,
en la primera, y expulsar al partido comunista de éste junto con establecer nor-
mativas para preservar la defensa del Estado, en el caso de la segunda48.
Fue la promulgación de la reforma constitucional agraria realizada por Eduardo
Frei Montalva en 1967 la cual, por primera vez en la historia de Chile, modificó
la manera en la cual se entendía política y jurídicamente la propiedad. De esta
forma se abría el acceso a la propiedad de las tierras al grueso popular chileno;
esto era, claramente, un desafío directo a la propiedad de las oligarquías terrate-
nientes chilenas. Este proceso se consolidó en 1970, tras el triunfo de Salvador
44 Juan Carlos Gómez, “La frontera de la democracia…”, 8.
45 Para una mayor exploración del gobierno de Ibáñez del Campo, así como también
del período presidencialista comprendido entre 1925 y 1970, se recomienda la lectura de Sofía
Correa, Consuelo Figueroa, Alfredo Jocelyn-Holt, Claudio Rolle, Manuel Vicuña, “Historia
del siglo XX chileno: Balance paradojal” (Santiago, Editorial Sudamericana, 2001) y de Juan
Carlos Gómez, “La frontera de la democracia. El derecho de propiedad en Chile. 1925 – 1973”,
A (Santiago, LOM Ediciones, 2004).
1
0
+ 46 Juan Carlos Gómez, “La frontera de la democracia…”, 159.
-
/ 47 La ley 8.811 tuvo como finalidad restringir la capacidad de organización sindical
-.
-, de los trabajadores en Chile; por otro lado, la ley 8.987, también conocida como la Ley de
+ Defensa Permanente de la Democracia, buscó la prohibición de la participación política del
*) Partido Comunista de Chile.
(
' 48 Juan Carlos Gómez, “La frontera de la democracia…”, 9.
42
©UUTS[T en las elecciones, donde se procedió a socializar definitivamente las
tierras y los medios de producción, así como a nacionalizar de los recursos mi-
nerales del norte. Es importante destacar que estos procesos se llevaron a cabo
a través de tomas, y que el surgimiento en paralelo de grupos paramilitares
oficialistas y de la oposición49 conllevó a una sensación de profundo malestar y
caos social.50
El 11 de septiembre de 1973 las fuerzas armadas realizaron un golpe de Estado,
y tras derrocar el gobierno de Allende se instauró una junta militar de gobier-
no provisoria encabezada por el General Augusto Pinochet, quien más tarde
asumiría el control absoluto del poder. Se declaró estado de sitio hasta 1980,
y durante todo este proceso el ejército procedió a perseguir sistemáticamente
a todo tipo de oposición o alternativa política a través de organismos creados
específicamente para estos propósitos, como la DINA.51 Se constata que para el
momento de la redacción de la constitución de 1980, la cual, según Villalobos,
“obedeció al deseo de impedir en el futuro situaciones conflictivas y ambiguas
como las ocurridas durante el gobierno de la Unidad Popular y asegurar a las
fuerzas armadas un papel tutelar sobre la vida política nacional”52, la gran mayo-
ría de los partidos opositores al régimen habían sido clausurados y las demandas
y manifestaciones populares estaban siendo reprimidas. Así mismo, la redacción
de esta carta estuvo a manos de “una comisión de juristas y políticos cercanos al
gobierno”.53
«j ih h†ighfg’~ ‚ }j†ef|hg‘hfg’~ }j }j|jf“es… h ih ¬geij~h |j|jsg’~ jshhi§ ih
protección de las ventajas de la clase dominante y sus implicancias para la masa
ciudadana
Q` en el gobierno de Salvador Allende (1970-1973) donde ocurre una radicali-
zación de la ampliación de la participación política y de los derechos sociales, los
cuales, anteriormente, mantenían excluida a una importante masa de carácter
marginal. Esta democratización es llevada al plano económico a través de la
estatización de recursos naturales (en la nacionalización del cobre en 1971), la
concreción de la Reforma Agraria, el intento de colectivizar la producción, entre
otros. La historia oficial presenta a la Unidad Popular como un proceso de dete-
rioro de las condiciones de vida nunca antes visto en la historia (oficial) del país.
Como plantea Villalobos “escasearon los alimentos y los artículos de uso corriente, 2
1
0
+
49 Juan Carlos Gómez, “La frontera de la democracia…”, 329. -
/
50 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 401. -.
-,
51 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 405.
+
52 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 407. *)
(
53 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 406. '
43
|e¬efh~}e sg„hfge~js }jsfe~efg}hs j~ ji h€s… £„j h~”„sgh|e~ h ihs ­h†gighs® ¯e
dieron resultado las medidas cada vez más estrictas de fijar precios bajos y apareció
el mercado negro. […] En las calles se veían “colas” para adquirir determinados pro-
ductos. […] Sus manejos suscitaron críticas y se temió que fuera un primer paso para
imponer el racionamiento y presionar políticamente a la gente”54. Otro énfasis que
realiza tiene que ver con el caos social originado en este período, destacando la
violación de la propiedad privada y la desprotección institucional de la empresa
y los ciudadanos.
Las reformas aplicadas son concebidas, desde la historia oficial, como una viola-
ción de la institucionalidad frente a la cual las Fuerzas Armadas se ven “obliga-
das” a intervenir. Luego de experimentar procesos de apertura política y econó-
mica para las capas medias y bajas, y de pasar por un proceso de radicalización
con orientación socialista en que los conflictos de intereses no podían hacerse
más evidentes, el golpe militar en 1973 viene a acallar todas las voces que logra-
ron tener algún espacio, las capas marginadas quedan estancadas, y se inician
una serie de transformaciones que pretenden eliminar todo rastro del “desor-
den” anterior55. A través del control de la prensa y los medios de comunicación,
la persecución sistemática de la oposición, para su aislamiento, tortura o elimi-
nación, y la imposición, en pocas palabras, de un régimen militar autoritario, se
buscó cortar definitivamente cualquier iniciativa de carácter marxista u opuesta
a las implementaciones de seguridad, económicas y políticas de dicho régimen
en favor de la clase dominante y en desmedro de la democratización alcanzada
previamente.
Esta “restitución” del orden favoreció principalmente a quienes fueron expro-
piados, durante el gobierno de Allende, pues se les devolvieron sus bienes y otros
fueron vendidos a precios incongruentes con su valor real, favoreciendo así la
privatización de empresas y no el beneficio del Estado o de la sociedad en su
conjunto. Los movimientos sindicales fueron reprimidos, se extirpó cualquier
conexión con la acción política, reduciendo el rol preponderante que habían ad-
quirido. Esto posibilitó la liberalización del trabajo, además de una meticulosa
reglamentación de la negociación laboral y otras condiciones. Salazar plantea un
proceso de peonización, el cual permitiría “reducir las clases medias y populares
a masas de individuos, que encandilados por la posibilidad de consumo crecien-
A
1 54 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 400.
0
+ 55 Una visión que resalta la primacía de los factores políticos en el colapso de la
-
/ institucionalidad de 1973, plantea que frente a la imposible “distinción entre las reglas y
-.
-, procedimientos democráticos, y las instituciones que en Chile encarnaban dichas reglas. […]
+ las Fuerzas Armadas surgieron como el único poder “neutral” con una legitimidad suficiente y
*) una capacidad real para mediar entre las fuerzas en pugna.”Arturo Valenzuela, “El quiebre de
(
' la democracia en Chile” (Santiago, FLACSO, 1978), 221.
44
]T (a crédito) se dejen ordeñar individualmente […] sin posibilidad de asociarse
para formar “clase”, constituir “movimiento” y jugar a la “revolución”.”56
La violencia es un aspecto fundamental57: la policía secreta era incapaz de lidiar
con la crisis del espacio público (expresado en una confrontación abierta entre
las masa populares y el régimen), y la represión que inicialmente se volcaba de
manera selectiva a militantes de izquierda, se hizo pública, haciendo a la masa
ciudadana que se manifestaba víctima también de la violación de derechos hu-
manos, esta violencia militar en reacción a la contra-violencia ciudadana desem-
bocaba en una magnificación de la violencia en sí. 58
°B CJMJ>LMN Política de 1980: Seguridad nacional, hermetismo políti-
co y continuidad en la jerarquía y centralización del poder
±TScTS[Z TS Y\TS]W TU YZS]T^]Z [T XTbXT`cdS bZU ]cYWm YZS]XZU [T UZ` VT[cZ` [T
comunicación, la suspensión del Estado de derecho, así como las transformacio-
nes económicas, sociales y políticas descritas anteriormente, en el Preámbulo de
la Constitución de 1980 se detecta una preocupación por instituir el documen-
to como producto de un proceso democrático y dentro de cierta institucionali-
dad, cuestión que se expresa en la cita “[Considerando] Que la voluntad soberana
nacional mayoritariamente manifestada en un acto libre, secreto e informado, se
pronunció aprobando la Carta Fundamental que le fuera propuesta”. Este es uno
de los primeros indicios del afán por establecer un documento constitucional
(y su correlato en lo político, económico y social) duradero, afán que se irá
desplegando a largo de esta Carta Fundamental a través de una meticulosa re-
glamentación de la composición de los distintos cuerpos estatales (Ejecutivo,
Legislativo y Judicial).

56 Gabriel Salazar, “La historia desde abajo y desde dentro” (Santiago, LOM Ediciones,
2003), 157.
57 Gabriel Salazar, “La historia desde abajo…”.
58 Con respecto al “disciplinamiento” a través de la violencia: La experiencia chilena
ha mostrado cuán fácil es para una institución militar profesional y “neutral” el convertirse en
un régimen militar represivo. Tan pronto como los militares concibieron a sus compatriotas como
enemigos en contra de los cuales se debía librar una guerra total, toda medida represiva se hizo
justificable. No es sorprendente que los militares hayan actuado con una fuerza de ocupación y
tratado a toda la nación como si fuera un regimiento. También es natural que una institución 2
que se funda en los principios de jerarquía, orden y disciplina considere a la democracia como un 1
0
obstáculo para ganar una guerra. De hecho, los líderes militares han culpado explícitamente a la +
-
democracia por haber permitido que fuerzas “extranjeras” corrompieran un segmento del pueblo /
-.
chileno. Para “sanear” la nación, ellos han tratado de extirpar todas aquellas políticas que en algún -,
modo pudieran identificarse con una democracia débil o con el marxismo.” Arturo Valenzuela, “El +
quiebre de la democracia en Chile” (Santiago, FLACSO, 1978), 288. *)
(
'
45
QS ]²XVcSZ` oTSTXWUT` UW dimensión dogmática presenta garantías y derechos
constitucionales fuertemente restringidos por la imperante necesidad de res-
guardar el orden público o la seguridad nacional. Los individuos son libres de
llevar a cabo determinadas acciones (formar parte de sindicatos, moverse a lo
largo del territorio, etcétera) con la posibilidad de que éstas se prohíban o decla-
ren inconstitucionales puesto que el mismo documento otorga facultades para
detener cualquier indicio de peligro para el orden constitucional propuesto.
Específicamente, el resguardo de la seguridad pasa a ser fundamental, pues se
concibe la etapa previa como un caos en todos los sentidos: “Es deber del Esta-
do resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la familia,
propender al fortalecimiento de ésta, promover la integración armónica de todos los
sectores de la Nación y asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad
de oportunidades en la vida nacional.” (Art. 1, inciso 5°). La responsabilidad de
cautelar la seguridad nacional tiene como contraparte mantener, aunque suene
paradójico, bajo control la autonomía de los grupos intermedios mencionados
en el inciso tercero del artículo 1º, a los cuales, constitucionalmente, se “les ga-
rantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines específicos”.
Con respecto a la declaración de que Chile es un país democrático (artículo 4°)
debe tenerse en cuenta que después de la promulgación de la Constitución, la
persecución sistemática de la oposición fue más allá de quienes eran militantes
de izquierda o quienes contribuyeron en el gobierno de Allende: la represión se
volcó al espacio público al enfrentarse el obsesivo resguardo de la seguridad con
las manifestaciones que denunciaban al régimen militar. Esto no hace más que
demostrar que los conceptos más generales son los más vacíos.
Existe un énfasis en reglamentar y limitar los mecanismos de participación polí-
tica: el ejercicio de la soberanía “se realiza por el pueblo a través del plebiscito y de
elecciones periódicas y, también, por las autoridades que esta Constitución establece.
Ningún sector del pueblo ni individuo alguno puede atribuirse su ejercicio.” (Art.
5, inciso 1°) Esto reduce la posibilidad de realizar interpretaciones alternativas
de la Constitución que puedan dar cabida a mecanismos propios de etapas an-
teriores (no hay espacio para la deliberación en comunidad, por ejemplo). En
“La soberanía reside esencialmente en la Nación. Su ejercicio se realiza por el pueblo
A
[…].” ³©Xt. 5, inciso 1°) hay contradicción con los hechos, respecto a que la
1 prohibición de que un solo individuo se atribuya el ejercicio del poder no se
0
+
- está cumpliendo, considerando que, precisamente, el contexto de producción
/
-. de este documento es de carácter autoritario.
-,
+ En el Art. 8° queda expuesto el sesgo ideológico-político fundamental que ca-
*)
( racterizó al ejercicio del gobierno por parte de la Junta Militar y luego Augusto
'
46
´cSZYaT]µ ¶Todo acto de persona o grupo destinado a propagar doctrinas que atenten
contra la familia, propugnen la violencia o una concepción de la sociedad, del Estado
o del orden jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha de clases, es ilícito
y contrario al ordenamiento institucional de la República [...].” (Art. 8, inciso 1°).
Incluso hay una extrapolación de lo ocurrido en la etapa precedente al utilizar
el término “totalitario”, evocando de manera negativa todo orden precedente al
que se intenta establecer. En el mismo artículo se desestima cualquier estatus de
institucionalidad que pudo haber tenido la etapa anterior, incluso se busca extir-
par de lo institucional cualquier oportunidad de difusión de ideas de oposición,
controlando instituciones de educación, medios de comunicación, entre otros.
En el Art. 9°, que califica al terrorismo como contrario a los derechos humanos,
podría interpretarse incluso en contra del propio gobierno de 1980, de esta
manera, existe una fuerte contradicción si se considera el terrorismo de Estado
en plena práctica durante este período: secuestros, tortura, desapariciones, entre
otros crímenes que claramente constituyeron violaciones a los derechos huma-
nos.
Al analizar el Art. 18 (inciso 1°) “[la Constitución] garantizará siempre la ple-
na igualdad entre los independientes y los miembros de partidos políticos tanto en
la presentación de candidaturas como en su participación en los señalados procesos
[eleccionarios].” en función del Art. 8°, en que definitivamente se desechan
propuestas afines con “la lucha de clases”, por lo tanto no existiría tal garantía
de igualdad. Nuevamente se recurre a la protección absoluta del orden, la parti-
cipación política queda subsumida a la cautela de la seguridad.
El Art. 19, que será desarrollado en lo que queda de la dimensión dogmática,
es fundamental puesto que reúne las garantías constitucionales (inciso 1°) y a la
vez abre la posibilidad de limitarlas, en pocas palabras presenta garantías con-
dicionadas.
Con respecto al derecho a defensa jurídica: “La igual protección de la ley en el
ejercicio de sus derechos. [...]” (Art. 19, núm. 3) encuentra el problema de que las
Fuerzas Armadas cuentan con estatutos propios reconocidos por la Constitu-
ción. Si se considera el contexto de producción de este documento parte impor-
tante de quienes se involucraron en la persecución y violencia de Estado puede 2
1
ser juzgada según estatutos propios, lo que permite tergiversar el participar en 0
+
terrorismo de Estado dándole el sentido de “resguardo de la Nación, del orden”, -
/
-.
“cumplimiento de órdenes”, etcétera. -,
+
Lo establecido en cuanto a libertad de enseñanza, que “[...] no tiene otras limi- *)
(
'
47
hfge~js que las impuestas por la moral, las buenas costumbres, el orden público
y la seguridad nacional. [...]” (Art. 19, núm. 11) manifiesta la obligación de
mantenerse dentro de los límites del sesgo ideológico descrito anteriormente,
lo que hace cuestionable el uso de “libertad de enseñanza”. Por otra parte, posee
un cariz principalmente económico que se encuentra ligado a desestatizar, en
este caso a través de la municipalización y el fomento de la iniciativa privada.
También se prohíbe cualquier tipo de difusión política en el ámbito educativo,
ya que Universidades, principalmente, alojaron agitación y propaganda política
en la etapa precedente y como se ha dicho anteriormente, se busca resguardar al
orden de cualquier amenaza.
En contradicción con el contexto de producción, se otorga “La libertad de emitir
opinión y la de informar, sin censura previa […]” (Art. 19, núm. 12), sin embar-
go, se censura otros medios de comunicación (cine y otras actividades artísti-
cas), filtrando trazas de ideología marxista o crítica al régimen principalmente.
Se busca restringir la acción de los partidos políticos: “Una ley orgánica constitu-
cional regulará las demás materias que les conciernan y las sanciones que se aplicarán
[…]. Las asociaciones, movimientos, organizaciones o grupos de personas que persi-
gan o realicen actividades propias de los partidos políticos sin ajustarse a las normas
anteriores son ilícitos y serán sancionados de acuerdo a la referida ley orgánica cons-
titucional” (art. 19, núm. 15°). Además, la Constitución les impone una política
de transparencia económica, la cual se liga directamente a los aportes extranjeros
con fines políticos que podrían facilitar el ascenso de un determinado partido.
Constituyendo así otra medida preventiva, considerando el período anterior.
La libertad del trabajo (Art. 19, núm. 16°) se relaciona con una vuelta a un tipo
peonal de explotación, pues en relación al contexto, la desestatización de empre-
sas y el abandono de procesos que permitieran reinvertir en procesos producti-
vos que beneficiaran al país, provocan que la acumulación se base en plusvalía
absoluta, al igual que en el período anteriormente analizado. Por otra parte, se
busca regular, dentro del sistema laboral, cualquier aspecto que implique una
negociación afín con determinados ideales políticos: “[…] La ley señalará los
casos en que la negociación colectiva deba someterse a arbitraje obligatorio, el que
corresponderá a tribunales especiales de expertos cuya organización y atribuciones
A
se establecerán en ella.” (Art. 19, núm. 16°). La intención es que a partir de la
1 legalidad mediar en los conflictos, sin dejar espacio a la manifestación política.
0
+
- Lo mismo se destaca para la formación de sindicatos y gremios, mencionados en
/
-. los incisos finales del artículo.
-,
+ Al analizar la dimensión orgánica es posible detectar un cierre de carácter po-
*)
( lítico expresado principalmente en la facultad del Presidente de designar cargos
'
48
TS todos los componentes del aparato estatal (Art. 32, núm. 6° sobre los inte-
grantes del Senado, 9° sobre los ministros de Estado, subsecretarios, intenden-
tes, gobernadores y a los alcaldes de su designación, 10° sobre los embajadores
y ministros diplomáticos, 12° sobre otros funcionarios, 14° sobre la Corte Su-
prema y 18° sobre las Fuerzas Armadas y de Orden Público). En el fondo, el
Ejecutivo tiene facultades para seleccionar a personas de confianza y de destituir
a quienes no lo sean. Esta confianza se expresaría en términos políticos, es decir,
el Presidente puede despejar el gobierno de miembros de la oposición.
En cuanto a la carrera funcionaria, la cual es reglamentada por una ley orgáni-
ca constitucional (Art. 38), que garantiza los principios de carácter técnico y
profesional, puede verse la expresión del intento de fundar el aparato estatal en
la legalidad. Este carácter entra en conflicto con las múltiples atribuciones del
Presidente, que si bien está limitado por la Constitución, ésta misma le permite
suspender el estado de derecho y actuar a su arbitrio (Art. 40 y Art. 41). En el
hecho de que la Constitución asegura la igualdad de oportunidades para acceder
a la carrera funcionaria, no debe perderse de vista el sesgo ideológico impuesto
al comienzo del documento.
Constitucionalmente se faculta al Presidente con derechos de carácter autorita-
rio cuando el “peligro” ha dejado de ser inminente y la guerra interna o conmo-
ción interior son efectivas (Art. 40 y Art. 41). En estado de sitio todo queda al
libre arbitrio del Presidente, la justicia pierde la facultad de calificar sus acciones:
“[…] los tribunales de justicia no podrán, en caso alguno, entrar a calificar los fun-
damentos de hecho de las medidas que haya adoptado la autoridad en el ejercicio
de sus facultades.” (Art. 41, núm. 3°). Esta situación puede volverse extremada-
mente grave, sobre todo porque puede implicar que quede impune la violación
a los derechos humanos, por ejemplo, tal como ocurrió al instalarse el régimen
militar. La Constitución asegura que la oposición, quienes fomenten u originen
una situación de desorden, que hayan sido exiliados, no puedan regresar al país,
disminuyendo el peligro, que es considerado siempre como inminente: “[…]
las medidas de expulsión del territorio de la República y de prohibición de ingreso
al país, que se autorizan en los números precedentes, mantendrán su vigencia pese a
la cesación del estado de excepción que les dio origen en tanto la autoridad que las
decretó no las deje expresamente sin efecto.” (Art. 41, núm. 7).
2
La composición del Senado (establecida en el Art. 45) también entra en con- 1
0
+
flicto con el carácter democrático que se intenta asumir desde el Preámbulo. -
/
El Senado no sólo es elegido por sufragio parlamentario, sino que debe alojar -.
miembros designados por el Presidente, restando el carácter democrático que -,
+
supone la elección de los miembros de esta Cámara por votación de los ciuda- *)
(
'
49
[WSZ`· Además posibilita la influencia desde el Ejecutivo y de otras esferas como
las Fuerzas Armadas, alguna universidad, o ex miembro de la Corte Suprema no
presupuesta en términos democráticos, pues no ha existido proceso de eleccio-
nes para la composición de la cámara específica, a pesar de que la Constitución
de aprobó en un plebiscito supuestamente democrático. Es imposible para el
Poder Legislativo si quiera proponer fiscalizar al Gobierno, así se entiende que
el Senado se encuentra subordinado puesto que su composición no es en su ma-
yoría designada por el Presidente, por lo tanto puede alojar el peligro inminente
de intentar perjudicar, difamar e incluso destituir al gobierno.
En el caso del Poder Judicial también existe el problema de subordinación, pues
una vez reclamada su participación éste no puede excusarse por ningún motivo
(Art. 73). A través de este Poder puede ordenarse a la fuerza pública ejercer
cualquier medio de acción necesario, e independiente del carácter del comando,
éste debe ser obedecido, pues la Constitución no reconoce fundamento u opor-
tunidad para el desacato. En cuanto a su composición el presidente puede, si así
lo necesita, deshacerse de la oposición en la Corte Suprema, quedando entonces,
facultado para interferir en la composición de la Corte Suprema. Los miembros
del Poder Judicial son impunes frente a la ley (Art. 78), cuestión problemática
sobre todo en el contexto en que se promulga la Constitución, puesto que final-
mente los Poderes terminan coordinados para hacer la voluntad del Presidente
(con todos los intereses que éste porta).
Por otra parte, en el Art. 79 se asegura la omnipotencia de los tribunales milita-
res por encima de los tribunales civiles; esto es, el Ejército gana inmunidad fren-
te a la ley durante tiempo de guerra (recordar que Chile se encontraba en estado
de sitio). A partir del artículo siguiente (Art. 80) se entiende que la Corte Supre-
ma, compuesta por intervención presidencial, puede derogar todo precepto que
desafíe lo planteado en la constitución, haciéndola una vez más impenetrable.
El cierre del acceso y la intervención del Ejecutivo por medio de la designación
de miembros es una de las principales características orgánicas que presenta la
constitución. Incluso pueden removerse del cargo a los miembros procedentes
de la Corte Suprema sin apelar directamente a su desempeño en el tribunal
mismo: “[...] la Corte Suprema por requerimiento del Presidente de la República, a
A
solicitud de parte interesada, o de oficio, podrá declarar que los jueces no han tenido
1 buen comportamiento y, previo informe del inculpado y de la Corte de Apelaciones
0
+
- respectiva, en su caso, acordar su remoción por la mayoría del total de sus componen-
/
-. tes” (Art. 77, inciso 3°).
-,
+ Con respecto al Tribunal Constitucional se detecta una problemática similar:
*)
( la designación de miembros de órganos susceptibles de ser intervenidos por el
'
50
´XT`c[TS]T T cSYU\`Z \S VcTVŠXZ [T`coSW[Z [cXTY]WVTS]T bZX TU ¸TT [T Q`]W[Z
(Art. 81). Todo esto, evidentemente, para preservar y proteger la Constitución
de la oposición; declarar como inconstitucionales, limitar, perseguir y expulsar
a aquellos individuos y elementos que beneficien a la oposición (incluyendo,
de ser necesario, al mismo presidente). No se puede culpabilizar ni condenar
a los miembros del Tribunal (Art. 83), y todo decreto y proyecto de ley que el
Tribunal rechace es derogado, sólo en virtud de la decisión de éste; la Corte Su-
prema no puede apelar a esta decisión, es decir, la máxima autoridad en térmi-
nos jurídicos y legislativos termina por ser el Tribunal Constitucional. En pocas
palabras, es un órgano cuasi-omnipotente con un fuerte sesgo anti-oposición.
Con respecto a la Justicia Electoral, desde la Constitución se busca eliminar
cualquier influencia política del Tribunal Calificador de Elecciones, o más bien,
dado que los miembros son seleccionados por los mismos organismos que pue-
den ser controlados por el Ejecutivo, se termina por excluir a la oposición. El
gobierno interviene, además, en las elecciones gremiales: regula y supervisa las
elecciones dentro de los ámbitos de la organización productiva y laboral (Art.
85), entrando nuevamente en conflicto la “autonomía adecuada” que se garanti-
za al comienzo de la Constitución. El término “adecuada” tiene que ver mucho
más con lo que parezca pertinente al orden que intenta establecerse, que con lo
que necesitan efectivamente los grupos intermedios para desenvolverse.

La Contraloría General de la República, encargada de la fiscalización del in-


greso y la inversión del Fisco, tiene como principal autoridad al Contralor, el
cual es designado por el Presidente (Art 87). El Contralor puede denunciar la
ilegalidad de un decreto o resolución, pero finalmente esta denuncia puede ser
ignorada por el Ejecutivo. Sin embargo, y como protección de cualquier peligro
inminente (aunque provenga del Presidente de la República) puede enviar las
propuestas que puedan ser contrarias a la Constitución a revisar por el Tribunal
Constitucional (Art. 88).
Las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad (Capítulo X) son militarizadas,
jerárquica y absolutamente supeditada a las órdenes que emanan del Ejecutivo:
son “esencialmente obedientes y no deliberantes”. Se monopoliza el uso de la
violencia, regulando el acceso a las armas (Art. 92), con intención de evitar el 2
1
0
surgimiento de agrupaciones paramilitares, previniendo así acciones contrarias +
-
al régimen. Esto posee un carácter fuertemente contradictorio con el momento /
-.
político en que se genera esta Constitución, pues se declara justamente lo que -,
ésta no cumple. +
*)
(
'
51
nZ` artículos 93 y 94 refuerzan el carácter jerárquico, aunque en manos del
Ejecutivo, en su composición y funcionamiento: “Los Comandantes en Jefe del
Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea, y el General Director de Carabineros
serán designados por el Presidente de la República […]” (Art. 93, inciso 1°).
La formación del Consejo de Seguridad Nacional (Capítulo XI) es otra de las
máximas expresiones del cierre político y de la preocupación por mantener, a
toda costa, el orden nacional. Se encuentra autorizado para recabar información
de los funcionarios administrativos en función de la seguridad interior y exte-
rior. Teniendo en cuenta la idea de peligro inminente, es posible, de acuerdo a la
Constitución, sacrificar la transparencia para tener seguridad.
Con respecto al Gobierno y Administración del Estado (Capítulo XIII) es prác-
ticamente el mismo sistema de designación de cargos por el Presidente de la
República, según el Art. 100 (inciso 1°) “El gobierno y la administración superior
de cada región residen en un intendente que será de la exclusiva confianza del Presi-
dente de la República […] de quien es su agente natural e inmediato en el territorio
de su jurisdicción”. Sólo los alcaldes son escogidos por un consejo regional de
desarrollo (a propuesta de un consejo comunal), pero aun así existen comunas
que deben, por ley, tener un alcalde designado por el Ejecutivo (Art. 108). Se
deja un ínfimo espacio a la autonomía y se refuerza una jerarquía que asciende
hasta el propio Presidente.

En el Proceso de Reforma de la Constitución, según el Art. 116, son nece-


sarias tres quintas partes del Congreso en su totalidad (ambas Cámaras), un
quórum bastante alto que significa un importante obstáculo que se suma a la
totalidad de miembros designados por el Presidente que, lógicamente poseen
intereses en común con éste. Considerando que en el análisis orgánico ya se ha-
cen evidentes importantes dificultades para presentar una reforma, puesto que
cualquier diferencia (principalmente ligada al sesgo ideológico-político estable-
cido) con la Constitución deriva en rechazo legal y constitucional, reformar esta
Constitución en sus aspectos más importantes (como es la orgánica) se vuelve
una tarea casi irrealizable por la escasez de resquicios legales, en cuanto a refor-
ma, que posee su redacción.
A
1
0 En las disposiciones transitorias se reafirma la restricción a cualquier acción
+
- política: “estará prohibido ejecutar o promover toda actividad, acción o gestión de
/
-.
-, índole político-partidista, ya sea por personas naturales o jurídicas, organizaciones,
+
*)
entidades o agrupaciones de personas.” (Décima disposición). Desde la legalidad
( que supone el documento Constitucional, se autoriza la continuidad de la Junta
'
52
¹cUc]WXm WaZXW UUWVW[W º\S]W [T ‰ZŠcTXSZ aW`]W TU bUTŠc`Yc]Zm S\TpT W»Z` [T`b\²`
(disposiciones Decimotercera y Decimocuarta). En pocas palabras continúa la
dictadura, sólo que esta vez con un fundamento legal que permitirá perpetuar
el cierre político que ésta promueve y perpetuar la Constitución misma con su
reglamentación de dudoso carácter democrático.

¡~ e|}j~ ­„j|j… †gigh| ‚ fj~|higsh hsj”„|h}e j~ ih e~sg„fg’~ }j ¼½¾¿

©U analizar la situación nacional en el período previo a la redacción de la cons-


titución de 1980 junto con el análisis de la Carta Magna misma, pueden ob-
servarse una vez más una serie de características que ya se han vislumbrado en
el proceso constitucional de 1833: un período de democratización económica,
política y social puso en riesgo el rol hegemónico de la clase política y la per-
manencia de la propiedad privada en manos de los grupos oligárquicos. Poco
después, este proceso de democratización fue truncado por una intervención
militar la cual volvió a establecer un clima de exclusión y cierre político.
Tras el análisis de la Constitución, es posible apreciar una serie de características
que ésta posee en términos generales. En primer lugar, el marcado interés exis-
tente por preservar el orden y la seguridad nacional. Las medidas tomadas por
el gobierno de la Unidad Popular conllevaron una sensación de caos y malestar
profundo en lo social, situación que fue “resuelta” por las Fuerzas Armadas59.
Este interés ejercido por la junta militar, y concretado jurídicamente en la cons-
titución se materializa en la plétora de mecanismos que posee el poder ejecutivo
para hacer valer mandatos que limiten las libertades con el pretexto de proteger
el orden y la seguridad de la nación. Vale además mencionar que las Fuerzas
Armadas también están a plena disposición del ejecutivo.
En segundo lugar, resalta la sistemática exclusión política tanto de los partidos
opositores al régimen como al grueso de la población chilena. Con el propósito
de mantener el orden interno del país existen una gran cantidad de mecanismos
legales y constitucionales que permiten al ejecutivo el controlar la composición
de los poderes legislativo y judicial y el acceso al sistema político solamente a
aquellos individuos que el ejecutivo considere apropiados. El documento asegu-
ra, entonces, que el poder político se quede de manera permanente en las manos 2
1
de la clase política. 0
+
-
/
En tercer lugar, la total omnipotencia que se le otorga al poder ejecutivo, la cual -.
-,
es la característica políticamente más relevante que se desprende del análisis. +
*)
(
59 Sergio Villalobos, “Chile y su historia”, 403. '
53
±Z[Z` UZ` VTYWSc`VZ` _\T `T [T]TXVcSWS TS TU [ZY\VTS]Z Wb\S]WS W UcVc]WX TU
acceso democrático a la política y a preservar el orden y la seguridad, entregán-
dole un control absoluto al poder ejecutivo - si no al mismo presidente - sobre
todos los aspectos de la vida política y legislativa del país; cabe destacar que
este poder puede ser revocado si el presidente toma medidas que se sospechen
inconstitucionales: esto conlleva a que el presidente pueda ser removido de su
cargo si no se adscribe a los intereses de la clase política, logrando de la misma
manera un cierre del sistema político, junto con la preservación de la constitu-
ción y del orden que establece.

CLE>M ˜BGB >B LJGucción histórica del futuro

nW lectura de textos constitucionales de 1833 y 1980, junto con el análisis de los


contextos socio históricos de sus respectivas elaboraciones, permite observar un
gran número de similitudes entre ambos procesos: tanto en 1833 como en 1980
las constituciones fueron redactadas después de un golpe de Estado; tanto en
1833 como en 1980 el golpe de Estado fue en respuesta a un proceso de demo-
cratización de la actividad política; tanto en 1833 como en 1980 la constitución
terminó por asegurar los beneficios de las oligarquías en desmedro de todos los
demás grupos sociales y convirtió la esfera política en un sistema exclusivo para
este mismo grupo.
¿Qué implicancias sociales e históricas tienen para la sociedad chilena, esta
continuidad de rasgos? Gabriel Salazar indica que a lo largo de la historia de
Chile jamás ha existido un proceso constituyente popular y democrático60. En
concordancia con esta idea, y a partir del análisis desarrollado en este escrito, es
posible observar una serie de características comunes o continuidades históricas
en el Chile republicano, sintetizadas a continuación:
En primer lugar, una intervención de carácter dictatorial por parte de las Fuerzas
Armadas que permitieron la construcción de un orden estatal por parte de las
autoridades políticas ya existentes. Esto se ve en 1833, tras el golpe de Estado
de Portales, donde la constitución es construida por los políticos “pelucones”
conservadores; y en 1980, tras el golpe de Estado de Pinochet, donde la cons-
A titución se redacta tras siete años de estado de sitio por parte de un comité de
1
0 miembros de la clase política derechista, seleccionado por Pinochet mismo.
+
-
/
-. En segundo lugar, la represión y persecución sistemática de todos aquellos indi-
-,
+
*) 60 Gabriel Salazar, “Construcción de Estado en Chile: la historia reversa de la legitimidad”
(
' en: Proposiciones Nº 24 (1993), 92 – 110.
54
pc[\Z` que representasen un proyecto político alternativo al propuesto por las
autoridades políticas, todo esto de manera reiteradamente violenta y sanguina-
ria. En 1833, cuatro años después del golpe de Estado de Portales, se procedió a
la persecución sistemática de los “pipiolos” liberales y la represión de numerosos
levantamientos armados en contra del régimen; en 1980, tras el golpe de Estado
de Pinochet la dictadura, a través de organizaciones cívico-militares, racionaliza-
das y “secretas”, torturó, ejecutó e hizo desaparecer, de manera sistemática, a los
miembros de los partidos socialista y comunista y a todos aquellos individuos
que fueran considerados simpatizantes de dichas ideas, consideradas parte del
“enemigo interno”.
En tercer lugar, el modelo de Estado construido en cada uno de estos procesos
tendió invariablemente a un Estado esencialmente político, liberal y centralista,
preocupado de discutir la relación entre el poder Ejecutivo y el Legislativo; un
Estado construido por la clase política y para la clase política. Esto se ve en 1833,
donde la Constitución apunta de manera clara al cierre político y a la protec-
ción de la clase política hegemónica, estableciendo, en consecuencia, derechos y
protecciones para las oligarquías terratenientes. En 1980 es posible observar un
modelo similar, en el que el Estado se enfocó en la creación de mecanismos que
le atribuyesen poderes omnímodos al Ejecutivo.
En cuarto lugar, tras el proceso de redacción de cada Constitución se llevó a
cabo un proceso de legitimación tardía61 del orden introducido por la nueva
carta magna que exigió el olvido de las luchas pasadas. En otras palabras, la
imposición de un orden constitucional –y como hemos propuesto, económico,
social y político- supuso llevar a cabo un olvido de la historia reciente en pos de
la unidad nacional. Esto se ve en 1833, encarnado en la construcción de la idea
nacional de la estabilidad excepcional del orden portaliano, destacando el orden
interno y el éxito militar de la nación62; y en 1980, con la legitimación del golpe
de Estado aludiendo al caos generado por el gobierno de la Unidad Popular y
al proyecto futuro de desarrollo del país,63 junto con la construcción de una
memoria histórica protagonizada por el Ejército como entidad civilizadora64.
Hecha esta revisión de la historia contemporánea de Chile, comprendi-

61 Para un desarrollo más profundo sobre este concepto, revisar a: Jürgen Habermas,
“Problemas de legitimación en el capitalismo tardío” (Madrid, Amorrortu Editores, 1999). 2
1
0
62 Simon Collier, “The historiography…” +
-
63 Gabriel Salazar, “La historia desde abajo…”. /
-.
64 Jorge Larraín, “Identidad Chilena”. Sobre la construcción de una “memoria -,
emblemática” respecto a la historia reciente ver Peter Winn. “El pasado está presente. Historia +
y memoria en el Chile contemporáneo”, en Anne Pérotin-Dumon (dir.). Historizar el pasado *)
(
vivo en América Latina http://www.historizarelpasadovivo.cl/downloads/winn.pdf. '
55
[W entre el siglo XIX y finales del siglo XX, puede agregarse una quinta caracte-
rística que refleja una porfiada continuidad en la historia de Chile. Ninguno de
los grupos sociales que se hicieron cargo del liderazgo económico nacional (que
reflejaba su hegemonía social y, como consecuencia, su supremacía política),
a pesar de haber contribuido de un modo u otro a desarrollar el capitalismo
y modernizar el país, lograron “concluir y culminar la transición al capitalismo
industrial, ni resolver las contradicciones profundas de sus ciclos de acumulación”,65
que históricamente se han mantenido disociados; la economía chilena –o más
bien los grupos sociales que la han orientado históricamente- nunca ha logrado
construir una base industrial sólida en la cual se invierta y reproduzca aquel
capital obtenido por la lógica de intercambio y acumulación mercantilista. En
esencia, todos estos grupos fueron, “en un aspecto fundamental y estratégico, libre-
cambistas”.66
No se puede dejar de señalar que hubiera sido imposible establecer el vínculo
entre los diversos ámbitos de análisis propuestos sin considerar un procedimien-
to metodológico que permitiera el análisis de las cualidades específicas de la
realidad sociohistórica chilena, a saber, las relaciones entre los distintos grupos
sociales que, en torno al conflicto social básico que gira en torno a la propiedad,
“adoptan una estructura que se organiza y funciona en términos de una doble cone-
xión: según las presiones y vinculaciones externas y según el condicionamiento de los
factores internos que inciden sobre la estratificación social”67.
Ahora bien, más allá de la interpretación construida en el presente trabajo ¿cuál
es la finalidad de este ejercicio reflexivo? Cualquier ámbito del conocimiento
humano, en general, y de las ciencias sociales en particular, debe estar al servicio
del presente, en el sentido de que mediante las herramientas analíticas cultivadas
en cada disciplina, sea posible orientar la comprensión de los procesos humanos
e históricos, dándoles un sentido que permita dilucidar su continuidad en el
presente, y de alguna forma, posibilitar la construcción consciente, y con me-
moria histórica, del futuro.
Desde un principio, se consideró pertinente el análisis comparado de los proce-
sos constituyentes de 1830 y de 1980; en un primer momento por el potencial
analítico y explicativo que brinda la comparación sociológica-histórica, y en
A
un segundo momento, porque se entendió que –por las continuidades que se
1 evidencian en ella– sería la mejor matriz heurística para comprender la historia
0
+
- reciente del país. Y no sólo comprenderla, sino también explicarla y cuestionar-
/
-.
-,
65 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 151.
+
*) 66 Gabriel Salazar, “Historia de la acumulación…”, 151.
(
' 67 Fernando Cardoso y Enzo Faletto, “Dependencia y Desarrollo…”, 37.
56
UWm dilucidando el nodo problemático de la legitimidad del orden económico,
político y social posterior a ambos períodos; posibilitándose entonces la puesta
en cuestión de la última construcción  nacional –económica, política y social–
de corte neoliberal, originada desde el seno de la Dictadura militar en Chile
(1973-1989).
¿Cómo hacer frente, entonces, al problema de la legitimidad del actual orden
económico, social y político? Es preciso apuntar que en toda sociedad que en-
cuentra su prolongación en el tiempo en la apropiación privilegiada de la riqueza
producida socialmente en su seno, ha surgido la necesidad de resolver de manera
legítima la desigual distribución de la riqueza económica, con su consecuente
orden social y político. La historia reciente de las sociedades democráticas da
cuenta de ello. Como es planteado por Habermas, este problema se soluciona
mediante lo que él define como coacción estructural, es decir, “por medio del hecho
de que las oportunidades legítimas de las necesidades se encuentran fijadas en un
sistema de normas respetado”68; comprendiendo que la legitimidad de este sistema
de normas, no sólo se posibilita por la creencia en su legitimidad por parte de los
gobernados, sino también en el temor que despiertan sanciones que significan
una amenaza directa sobre los individuos y organizaciones, lo que conlleva una
pasividad social, considerando la impotencia que implica esta situación, y por
ende, la inexistencia de alternativas al orden instituido.
Planteado esto, cobra sentido que tanto en el período constituyente de 1830,
como en el de 1980, la imposición de un orden constitucional -que legitima
desde la legalidad el orden económico, político y social en Chile- haya sido
acompañado por la violencia de Estado como forma arbitraria de excluir a todos
aquellos grupos sociales que aspiraban a participar de manera más igualitaria
en la distribución de la riqueza económica, con la consecuente participación
que debieran haber tenido en estos procesos políticos. Sin embargo, basta que
cambien las condiciones históricas de coacción, para que las fuerzas sociales
subordinadas, y por lo general, torturadas, ejecutadas y/o desaparecidas, dejen
de creer e incluso desafíen a la norma instituida, posibilitando que la coacción
latente contenida en el sistema de instituciones se libere, ya sea en forma de una
coacción manifiesta y explícita ejercida desde el Estado –como en el caso de las
jornadas de protesta nacional que caracterizaron la década de 1980– o como una
lucha por el ensanchamiento del campo de participación, que puede identificarse 2
1
en los diferentes movimientos sociales ya mencionados, que han tomado cuerpo 0
+
en los últimos diez años en el país. -
/
-.
Es por esto que es posible poner en cuestión el tema de la legitimidad de los -,
+
*)
(
68 Jürgen Habermas, “Problemas de legitimación…”, 162 – 163. '
57
bXZYT`Z` YZS`]c]\ŸTS]T` WSWUcŒW[Z`· QU bXcSYcbWU bXZ[\Y]Z bZU ]cYZ _\T TVWSd ³W
sangre y fuego) de ambos, si bien establece un orden normativo constitucional,
no asegura por sí solo –ni fuera de su contexto histórico de producción– una
legitimidad total, que permita asumir como signo de legitimidad al marco consti-
tucional establecido. Como es planteado por Habermas: “en un régimen fascista,
por ejemplo, el hecho de que el gobierno se ajuste, en sus actos, a la formalidad ju-
rídica puede cumplir una función de encubrimiento ideológico; ello significa que la
sola forma técnico-jurídica, la legalidad pura, no puede asegurar el acatamiento, en
el largo plazo, si el sistema de poder no puede legitimarse con independencia de su
ejercicio ajustado a las formas correctas.”69
En este sentido, se tendría que considerar que, para que se dé una legitimidad
racional total, no basta con el solo establecimiento de un marco normativo que
posibilite un estado de derecho; es necesario que en este proceso se alcance un
consenso a través de un diálogo discursivo efectivo entre todos los actores so-
ciales, que permita la participación práctica de todos estos grupos, de manera
tal que, en la norma instituida, se vea reflejado el interés común. Es decir que,
en ese consenso colectivo, posibilitado a través del intercambio discursivo de
argumentos, se vean reflejados todos los intereses particulares que participa-
ron en la deliberación. Así, puede calificarse al ordenamiento nacional -tanto
aquel derivado del proceso constituyente de 1830, como el derivado del proceso
constituyente de 1980– como un orden coactivo y no racional, ya que ambos
períodos, como hemos dicho, han estado marcados por la imposición violenta
de una carta constitucional. Es factible entonces afirmar que el diálogo social
para la construcción de una sociedad, que de manera efectiva dé cabida a los
intereses de todos los actores sociales, se ha visto violenta y sistemáticamente
cancelado, por la intervención militar y la persecución política, en ambas cir-
cunstancias. En este sentido, no es superficial señalar a manera de precisión que,
“deslinde jurisdiccional no es un principio de ordenamiento del mismo rango que la
democracia.” 70
Para finalizar esta reflexión, planteamos que a la luz de la revisión histórica y
sociológica del devenir constitucional de nuestro país es posible dejar abiertas a
la discusión una serie de preguntas:

A
¿Cómo sería Chile de haber mediado un efectivo proceso de diálogo en su
1 constitución histórica?; ¿es posible una reconciliación entre actores sociales que
0
+
- históricamente se han visto envueltos en relaciones sociales violentas y coerciti-
/
-. vas?; A cuarenta años del Golpe militar, ¿cuál es el país que todos –real, racional
-,
+
*) 69 Jürgen Habermas, “Problemas de legitimación…”, 169.
(
' 70 Jürgen Habermas, “Problemas de legitimación…”, 187.
58
Ÿ UcŠXTVTS]TÀ queremos?, ¿podrá llegarse a un acuerdo, como sociedad, para
construir una realidad social que logre incluir y representar a todos los actores
involucrados en ella, sin que para ello tenga que establecerse un orden violen-
to donde prime la opresión, la violencia y la muerte?; ¿cómo puede orientarse
hoy en día un proceso histórico que permita esta posibilidad? o, en palabras de
Habermas, “¿cómo habrían interpretado colectivamente sus necesidades, con
fuerza de obligación, los miembros de un sistema de sociedad, en cierto grado
de desarrollo de las fuerzas productivas, y qué normas habrían aceptado como
justificadas, si, con un conocimiento suficiente de las condiciones marginales
y de los imperativos funcionales de su sociedad, hubieran podido y querido
participar en una formación discursiva de la voluntad acerca del modo de
organizar el intercambio social?71”
Sin duda en este trabajo no se encuentran las respuestas necesarias; sin embar-
go, el ejercicio reflexivo propuesto, posibilita plantear estas interrogantes, que
definitivamente permiten observar críticamente la sociedad chilena actual y, por
tanto, realizar una introspección como sujetos históricamente constituidos, pero
esencialmente libres para recoger estas experiencias históricas y proyectar en la
vida cotidiana, individual y colectiva, en la forma que libremente cada uno es-
coja, hacia el futuro.

2
1
0
+
-
/
-.
-,
+
*)
(
71 Jürgen Habermas, “Problemas de legitimación…”, 189. '
59
–Áo: Cuadro comparativo de la Constitución de 1833 y la Constitución
de 198072

ÂÃÄÅÆÇÆÈÉÇÊÄ Ëolítica de 1833 Constitución Política de 1980


Marca un quiebre con el orden cons- - Preocupación por instituir el documento
titucional definido en la Constitución como producto de un proceso democrático
de 1828; refleja rasgos esenciales de y dentro de cierta institucionalidad, mos-
la clase dirigente conservadora de la trando un afán por establecer un documen-
época: la búsqueda de perpetuar su in- to constitucional y su correlato en lo políti-
fluencia política, el crecimiento de su co, económico y social.
patrimonio, sus valores y costumbres
Preámbulo

ligadas estrechamente a lo religioso.


Expresa, además, su concepción de
poder la cual refiere a un Estado cen-
tralizado, jerárquico y autoritario.

A
1
0
+
-
/
-.
-,
+ 72 Para el siguiente cuadro comparativo no se ha considerado necesario hacer referencia
*) explícita a los textos constitucionales; para mayores detalles se sugiere revisar los documentos
(
' completos.
60
- A pesar de que se garantiza la igual- - ØÙ ÚÙÛÜÙ ÝÜ ÞÙÞßà áàâãäåæà Ù åÚÙàâçßåæà
dad ante la ley y la inexistencia de una explícito: no se admiten doctrinas, concep-
clase privilegiada, las exigencias para ciones de la sociedad, etc., de carácter totali-
ser ciudadano, que permiten ejercer el tario o fundado en la lucha de clases.
derecho a sufragio, presentarse a car- - Presenta garantías y derechos constitu-
gos públicos y de representación po- cionales fuertemente restringidos por la
pular, se encuentran ligadas de manera imperante necesidad de resguardar el orden
explícita la propiedad y lo pecuniario público y la seguridad nacional, este último
expresando la hegemonía de los gru- objetivo se vuelve fundamental. Es más, el
pos sociales asociados al capital mer- mismo documento otorga facultades para
cantil, generando así un cierre político detener cualquier indicio de peligro para
que posibilita el ascenso de una oligar- el orden constitucional propuesto. Si bien
quía mercantil. otorga autonomía a grupos intermedios (a
través de los cuales se estructura y organiza
la sociedad) tiene como contraparte mante-
ner, aunque suene paradójico, bajo control
su autonomía.

- Obligación de mantenerse  dentro de los


límites del sesgo ideológico: educación, me-
dios de comunicación, sistema laboral, entre
otros.

- Énfasis en reglamentar y limitar los meca-


nismos de participación política y de acción
de partidos políticos, reduciendo la posibili-
dad de realizar interpretaciones alternativas,
que pudieran llevar a prácticas de la época
anterior.
- Las Fuerzas Armadas cuentan con estatutos
propios reconocidos por la Constitución, lo
cual es problemático, al considerar el con-
texto en que se produce este documento
(persecución y eliminación de oposición).
Í× - Declara que Chile es una república demo-
ÖÏ
Õ crática, lo que no hace más que demostrar
ÔÓ que los conceptos más generales son los más
Ò vacíos, ya que reúne las garantías constitu-
Ñ cionales y a la vez abre la posibilidad de limi-
ÐÏ
ÎÍ tarlas, en pocas palabras presenta garantías
Ì condicionadas.

2
1
0
+
-
/
-.
-,
+
*)
(
'
61
Continúa el énfasis en las condiciones El Presidente queda facultado para designar
económicas excluyentes. Se definen cargos en todos los componentes del aparato
exigencias adicionales para los miem- estatal, pudiendo seleccionar a personas de
bros del Congreso y se posibilita la confianza y destituir a la posible oposición.
perpetuación de integrantes contribu- Estos derechos, de carácter autoritario, se
yendo a la mantención del status quo suman la facultad de suspender el estado
dentro del Poder Legislativo a través de derecho y actuar a su arbitrio (estado de
de mecanismos de renovación poco sitio)
eficientes. A esto se añade el control Esta facultad puede ejercerla en el Senado:
que poseen sobre las políticas econó- no tiene facultad para solicitar una fiscali-
micas y monetarias posibilitando la zación al Gobierno; el Poder Judicial: una
oposición a intentos de modernización vez reclamada su participación, éste debe
que pudiesen perjudicar lo obtenido a pronunciarse, dando oportunidad para or-
través de mecanismos originarios. denar a la fuerza pública el ejercer cualquier
Por otra parte, evidencia la jerarquía medida que se juzgue necesaria, indepen-
que se busca instalar, centralizada en diente del carácter que ésta tenga; el Tribu-
la figura del Presidente. Así, queda nal Constitucional y Tribunal Calificador
también reducida la autonomía de los de elecciones: poseen miembros designados
gobiernos locales y deslegitimada la desde otros órganos institucionales suscep-
organización vía Asamblea. tibles de ser intervenidos por el Presidente;
El restablecimiento los mayorazgos Otros niveles del Gobierno y Administra-
permite perpetuar el orden tradicional ción de Estado: se deja un ínfimo espacio
mediante la indivisibilidad del patri- para la autonomía (incluso algunos alcaldes
monio familiar. son designados), reforzándose una jerarquía
que haciende hasta el Presidente; El cierre
del acceso y la intervención del Ejecutivo
por medio de la designación de miembros
es la principal medida para excluir de ma-
nera absoluta cualquier indicio de oposición
que pueda constituir un peligro inminente
para el orden establecido; Se busca regla-
mentar y posibilitar la carrera funcionaria,
la cual queda condicionada por las atribu-
ciones del Presidente y el sesgo ideológico
existente; Se asegura la omnipotencia de los
tribunales militares por sobre los tribunales
civiles, dando inmunidad al ejército duran-
te el período de guerra (o estado de sitio);
Las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad
son militarizada, jerárquica y absolutamente
supeditadas a las órdenes que emanan del
×ÍÖ ejecutivo: son “esencialmente obedientes y
éÕ no deliberantes”; Se encuentra la formación
ÓÎ del Consejo Seguridad Nacional el cual que-
è da facultado para sacrificar la transparencia
ÐÏ
ÎÍ (recabando información de funcionarios) en
Ì pos de la seguridad.

A
1
0
+
-
/
-.
-,
+
*)
(
'
62
La iniciativa debe provenir del Senado, Son necesarias tres quintas partes del Con-
acentuando aún más el carácter elita- greso en su totalidad (ambas Cámaras), un
rio de las decisiones gubernamentales, quórum bastante alto que significa un im-
por lo exclusivos que son sus miem- portante obstáculo que se suma a la totali-
bros, y por la incapacidad de otros dad de miembros designados por el Presi-
grupos sociales de manifestarse por dente (que poseen intereses en común con
Í vías constitucionales (se ha delegado éste).
ÔÎ todo el poder a las autoridades defini- Cualquier diferencia (principalmente liga-
Òí das en la Constitución). da al sesgo ideológico-político establecido)
Ð con la Constitución deriva en rechazo legal
ì
Ðë y constitucional, reformar esta Constitución
Òê en sus aspectos más importantes (como es la
Ð× orgánica) se vuelve una tarea casi irrealizable
ÒÎ por la escasez de resquicios legales, en cuan-
Ì to a reforma, que posee su redacción.
Se busca remplazar totalmente a los Se autoriza la continuidad de la Junta Mi-
Disposiciones

miembros del gobierno elegidos según litar, ahora llamada Junta de Gobierno. En
la Constitución de 1828, concretando pocas palabras, continúa la dictadura, sólo
el fin de imponer un orden mucho que esta vez con un fundamento legal que
Transitorias

más cerrado políticamente a favor de permitirá perpetuar el cierre político que


la clase oligárquica mercantil: es la eli- ésta promueve y perpetuar la Constitución.
minación de los liberales del gobierno
por vías constitucionales.

2
1
0
+
-
/
-.
-,
+
*)
(
'
63
îMFEMïGBð™B

x Beltrán, Miguel. “Cinco vías de acceso a la realidad social”. Reis: Revista


Española de Investigaciones Sociológicas, Vol. 29, 1985, 7 - 41.
x Beltrán, Miguel. “Cinco vías de acceso a la realidad social”. En: El análi-
sis de la realidad social. Métodos y Técnicas de Investigación. Segunda Edición,
editado por Manuel García Ferrando, Jesús Ibáñez y Francisco Alvira. Madrid:
Alianza Editorial, 1996.
x Cardoso, Fernando y Faletto, Enzo. Dependencia y desarrollo en Amé-
rica Latina. Buenos Aires: Siglo XXI editores S.A., 1977.
x Collier, Simon. “The Historiography of the “Portalian” Period (1830-
1891) in Chile”. Historical Review, Vol. 57, Nº 4, 1977.
x Correa, Sofía; Figueroa, Consuelo; Jocelyn-Holt, Alfredo; Rolle, Clau-
dio; Vicuña, Manuel. Historia del siglo XX chileno: Balance paradojal. Santia-
go: Editorial Sudamericana, 2001.
x Engels, Federico y Marx, Carlos. La ideología Alemana. La Habana:
Ediciones Revolucionaria, 1966.
x Faletto, Enzo y Kirkwood, Julieta. Política y comportamientos sociales
en América Latina (Documento de trabajo). Santiago: FLACSO, 1976.
x Gómez, Juan Carlos. La frontera de la democracia. El derecho de pro-
piedad en Chile. 1925 - 1973. Santiago: LOM Ediciones, 2004.
x Góngora, Mario. Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile
en los siglos XIX y XX. Santiago: Editoriales La Ciudad, 1981.
x Goode, Wilson y Hatt, Paul. Métodos de Investigación Social. México
D.F.: Trillas, 1967.
x Halperín Donghi, Tulio. Historia Contemporánea de América Latina.
A
1
0 Madrid: Alianza Editorial, 1984.
+
-
/
-. x Habermas, Jürgen. Problemas de legitimación en el capitalismo tardío.
-, Madrid: Amorrortu Editores, 1999.
+
*)
( x Jocelyn-Holt, Alfredo. El peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza his-
'
64
]dXcYW· ‹antiago: Planeta/Ariel, 1997.

x Larraín, Jorge. Identidad Chilena. Santiago: LOM Ediciones, 2001.


x Ruiz Encina, Carlos. Independencia y anarquía o la conflictiva forma-
ción del orden oligárquico en América Latina. Santiago: Universidad de Chile,
2003.
x Salazar, Gabriel. “Construcción de Estado en Chile: la historia reversa
de la legitimidad”. Proposiciones, Nº 24, 1993. 92-110.
x Salazar, Gabriel. Historia de la acumulación capitalista en Chile (Apun-
tes de clase). Santiago: LOM Ediciones, 2003.
x Salazar, Gabriel. La historia desde abajo y desde dentro. Santiago: LOM
Ediciones, 2003.
x Salazar, Gabriel. Construcción de Estado en Chile: democracia de los
pueblos, militarismo ciudadano, golpismo oligárquico, 1800-1837. Santiago:
Editorial Sudamericana, 2006.  
x Salazar, Gabriel. “Del patriciado mercantil criollo: mercados, usura y
acumulación (1700-1860)”. En Mercaderes, Empresarios y Capitalistas (Chile,
siglo XIX), editado por Gabriel Salazar. Santiago: Sudamericana, 2009.
x Salazar, Gabriel. Patriciado Mercantil y Liberación Femenina (1810-
1930). Santiago: Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), 2010.
x Salazar, Gabriel. En el Nombre del Poder Popular Constituyente. San-
tiago: LOM Ediciones, 2011.
x Villalobos, Sergio. Chile y su Historia. Santiago: Editorial Universitaria,
2002.
x Valenzuela, Arturo. El quiebre de la democracia en Chile. Santiago:
FLACSO, 1978.
x Winn, Peter. “El pasado está presente. Historia y memoria en el Chile
2
contemporáneo”, en Anne Pérotin-Dumon (dir.). Historizar el pasado vivo en 1
0
América Latina. Recuperado de: http://www.historizarelpasadovivo.cl/down- +
-
loads/winn.pdf. /
-.
-,
+
*)
(
'
65
=L>G îMFEMïG—ñL

ò Guía de Educación Cívica, apartado referido a las Constituciones y sus


partes: http://www.bcn.cl/ecivica/constitucion/
x Constitución Política de la República de Chile de 1828, recuperada de
www.camara.cl/camara/media/docs/constitucion/c_1828.pdf el 1 de agosto de
2013.
x Constitución Política de la República de Chile de 1833, recuperada de
www.leychile.cl/N?i=137535&f=1833-05-25&p= el 1 de agosto de 2013.
x Chile. Textos comparados de la Constitución Política de la República de
Chile : sometido a Plebiscito por la H. Junta de Gobierno por D.L. no. 3.464
de fecha 11 de agosto de 1980: y de la Constitución Política de la República de
Chile de 1925: con las modificaciones introducidas a su texto el 11 de septiem-
bre de 1973. (Santiago, Instituto de Estudios Generales, 1980).

A
1
0
+
-
/
-.
-,
+
*)
(
'
66

View publication stats

You might also like