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Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente

Repositorio Institucional del ITESO rei.iteso.mx

Departamento de Psicología, Educación y Salud DPES - Artículos y ponencias sin arbitraje

2015-11

El sanador herido. Ayuda el que ha sanado

Zohn-Muldoon, Tania; Moreno-López, Salvador

Zohn-Muldoon, T. y Moreno-López, S. (2015). El sanador herido. Ayuda el que ha sanado. En


Mirada, Revista Jesuita de Espiritualidad y Desarrollo Humano, año 7, núm.26.

Enlace directo al documento: http://hdl.handle.net/11117/3964

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El sanador herido
AYUDA EL QUE HA SANADO

Reconocer nuestra historia personal, quié-


nes somos, necesidades y fortalezas es la
base para respetar las particularidades de
quienes ayudamos sin pretender que sean
como nosotros quisiéramos y sin usar la re-
lación de ayuda para satisfacer nuestras
necesidades más que para beneficio de los
consultantes.

N o es el no tener heridas lo que nos per-


mite ayudar a otros a sanar las suyas, sino el ha-
berlas sanado y cuidar continuamente del bien-
estar propio.
Hay profesiones en las que la relación inter-
personal juega un papel muy importante para
Artículo escrito por Tania Zohn Muldoon y lograr buenos resultados, más allá de los cono-
Salvador Moreno López cimientos especializados y las técnicas que
también son requeridas para obtener dichos
Tania Zohn Muldoon resultados. En esas profesiones, la influencia que
Licenciada en Psicología y Maestra en Terapia Familiar; trabaja en el
ITESO en la Maestría en Psicoterapia. Consulta privada en psicoterapia. ejercemos a través de la relación con las perso-
Correo electrónico: tzohn@iteso.mx
nas que atendemos es crucial. Tal es el caso, a
manera de ejemplo, de médicos, profesores, en-
Salvador Moreno López
Doctor en Psicología por la Universidad Iberoamericana. Coordinador de
fermeras, psicoterapeutas, directores espirituales,
la Maestría en Psicoterapia del ITESO. Instructor certificado en Focusing
(enfoque corporal), psicoterapeuta y consultor.
trabajadoras sociales, psicólogos, entre otros.
Correo electrónico: smoreno1@iteso.mx

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Año 7 número 26
© Claus Mikosch

Algunos estudiosos de estas situaciones ha- morirse, su trato con ellos será quizá brusco,
blan incluso de dos aspectos distinguibles en di- cortante, muy diferente.
chas relaciones de ayuda: a) el del problema o Ahora bien, estos dos aspectos mencionados
situación a resolver y b) el de las personas que también cuentan y están presentes para quienes
viven dicho problema o situación. (Madrid, 2005; desde su profesión están ahí para ayudar.Y, aun-
Pérez et al, 2002). que a veces quisiéramos centrarnos sólo en los
Distinguir estos dos aspectos nos ayuda de requerimientos metodológicos o técnicos para
entrada a reconocer que una misma situación resolver la situación, es inevitable que el proceso
generalmente es vivida de forma muy distinta de ayuda incluya también las características afec-
por diferentes personas. Así por ejemplo, encon- tivas, actitudinales, valorales, cognitivas y con-
tramos que la enfermedad de un miembro de ductuales de quien pretende ayudar. En otras
una familia tiene significados distintos para la palabras, la relación que un profesional establece
persona enferma, para su pareja, sus hijos, sus pa- con las personas a las que ayuda también tiene
dres o sus amistades.Y además, que cada uno re- un impacto significativo en los efectos que se
acciona e interactúa de acuerdo con los signifi- generan en la interacción.
cados que le da a toda la situación. Si el enfermo Es aquí donde encontramos útil invitar a un
se siente vulnerable pero en buenas manos, acep- reconocimiento y toma de conciencia respecto
tará más fácilmente las indicaciones de médicos de cómo nuestra historia de vida y característi-
y enfermeras; si por el contrario, siente descon- cas personales se hacen presentes en los modos
fianza o está muy asustado ante la posibilidad de como entablamos las relaciones de ayuda con

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quienes trabajamos. Heridas no sanadas y nece- o bien lo hacen a costa de un gran desgaste, can-
sidades no resueltas, por ejemplo, pueden ser es- sancio, enojo y frustración nuestra?
torbos para ayudar a otros, en tanto cabe la po- Consideremos la posibilidad de identificar
sibilidad de “utilizarlos” para resolver eso nuestro interacciones donde fundamentalmente pode-
que nos falta sanar y resolver. Al mismo tiempo, mos estar al servicio de la otra persona, delimi-
reconocemos que experiencias de situaciones tando muy bien los modos como nos es posible
difíciles superadas, pueden ser un recurso im- y queremos ayudarle, más allá de lo que ella de-
portante en nuestra labor de ayudar a otros a mande. Y también la posibilidad de reconocer
que resuelvan y salgan adelante de sus propias interacciones en las que nos sentimos sobre exi-
situaciones dolorosas y problemáticas. gidos, con una carga muy pesada, con responsa-
bilidades que no nos tocan pero que sin em-
bargo parece que tenemos que asumir. Al igual
que pueden haber interacciones en las que fun-
Invitar a reconocer cómo nuestra damentalmente buscamos satisfacer necesida-
des personales, independientemente de lo que
historia de vida y características el otro necesita. A veces, quienes trabajamos en
una profesión de ayuda podemos estar buscando
personales se hacen presentes en los el reconocimiento, la admiración, el agradeci-
miento, de los consultantes, más que su bienes-
modos como entablamos las tar.
La cuestión es que en la práctica de las rela-
relaciones de ayuda con quienes ciones de ayuda, nuestra propia personalidad,
historia de vida y modos de relación que hemos
trabajamos aprendido, se hacen presentes y se manifiestan
como elementos que pueden ser recursos u obs-
táculos en el ejercicio de la labor profesional.
Hay, por ejemplo, quienes aprendimos a ser
Quienes trabajamos en una profesión de responsables de los demás, a sentir que parte de
ayuda reconocemos que nuestro trabajo no es nuestra responsabilidad en la vida es hacer que
igual con todas las personas; con algunas es más otros vayan por el camino del bien. Desde ahí,
sencillo y con otras más complicado, con algu- creemos que tenemos que señalarles lo que les
nas nos sentimos a gusto y con otras nos senti- conviene, advertirles, pedirles que nos hagan
mos incómodos o tensos. Sin duda alguna un caso por su propio bien. De alguna forma, no
factor que hace la diferencia tiene que ver con los consideramos lo suficientemente capaces de
las características de los demás; sin embargo, otra tomar sus decisiones y de asumir la responsabi-
parte depende de cómo nuestras propias expe- lidad de las mismas. Queremos evitarles que se
riencias e historia de vida se ponen en juego al equivoquen y pensamos que es mejor decidir
entrar en interacción con las diversas personas. por ellos.
Podemos entonces preguntarnos: ¿Por qué Hay quienes aprendimos a buscar agradar a
con algunas personas interactuamos de manera todos como prioridad en la vida.Y entonces nos
tal que logramos ser partícipes y generadores de cuesta trabajo decir que no o mantener límites
cambio y crecimiento, sin mayores esfuerzos, firmes cuando sentimos que la otra persona puede
mientras que con otras entablamos relaciones disgustarse. Ocurre que nos sentimos intimida-
que o no derivan en una ayuda para la persona, dos cuando otras personas se enojan con noso-

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tros o nos dicen que no les gusta lo que hace-
mos. En estos casos, en lugar de preguntarnos
por lo que ayudará mejor a la otra persona a re-
solver su situación, a aprender, a hacerse cargo
de su vida, etc., actuamos para evitar que se
enoje y así mantener la imagen de que somos
una buena persona.
Si por el contrario aprendimos que ayudar a
otro es promover que él o ella sepan cuidar de sí
mismos, desarrollar sus capacidades, plantearse
alternativas, tomar decisiones, realizar acciones
pertinentes para lo que buscan lograr o resolver,
reconocer los recursos con los que cuentan y
aprovecharlos, entonces nuestros modos de in-
teracción irán encaminados a promover esas ca-
racterísticas, aun si en un determinado mo-
mento eso implica una frustración y malestar
para esas personas. En esta perspectiva, nuestra
consigna puede ser no hagas por otros lo que
ellos pueden hacer por sí mismos.
Lo que es claro es que los aprendizajes de los
modos de relación e interacción, la visión de la
vida, del mundo y de los demás, están presentes
en las distintas relaciones de ayuda. Algunos de
ellos pueden ser adecuados para comprender
mejor a los demás y ayudarlos de una manera
más integral. Otros, en cambio, pueden dificul-
tar la ayuda y/o generar resultados parciales,
como en algún caso en el que la persona pudo
restablecerse de una enfermedad, al mismo tiem-
po que mantuvo formas de vivir que pronto la
volvieron a enfermar. En este sentido, podemos
© Guayside

decir que esa persona no aprendió a cuidar de sí


misma, a hacerse cargo de su salud. Prefería de-
jarla en manos del médico, y éste a su vez, refor-
zaba dicha creencia con su modo de realizar la 1. La afectividad la referimos a los modos como
consulta. Para eso había estudiado, pensaba sin el profesional que ayuda vive, reconoce y ex-
pensar, para que otros pusieran en sus manos su presa sus sentimientos, y a cómo se siente y re-
salud. acciona ante los sentimientos de sus consultan-
De entre los múltiples aspectos que podemos tes. Incluimos también aquí la satisfacción o
identificar en las relaciones de ayuda aquí resal- insatisfacción que tiene respecto a sentirse que-
tamos cuatro. Ellos son: la afectividad, la autori- rido, valorado, formando parte de un grupo de
dad y el poder, la autonomía y la comunica- personas significativas para él. Cuando un profe-
ción. sional de la ayuda no tiene satisfechas sus nece-

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© Coorporativa de Fundaciones
sidades afectivas en el ámbito personal de su sentimos en esas situaciones. Puede ocurrir in-
vida, aumentan las probabilidades de que bus- cluso que ya no los escuchemos realmente por-
que satisfacerlas en el ámbito profesional, con las que nos quedamos atrapados en los recuerdos
personas con las que pretende ayudar. de nuestras propias experiencias. Así, en estos
Con frecuencia, las personas que buscan ayuda casos, nuestras vivencias se convierten en estor-
viven sentimientos intensos de temor, ansiedad, bos para entender a los demás en sus situaciones
coraje, frustración, inseguridad, desvalimiento y y vivencias particulares. En cambio, cuando he-
similares. Los expresan de formas muy distintas. mos ya superado esas experiencias difíciles, ha-
La pregunta es ¿cómo se siente el profesional de ber pasado por el miedo, la incertidumbre, la an-
la ayuda al captar estos sentimientos experimen- gustia, etc., se convierte en un elemento de
tados por el consultante y cómo reacciona ante fortaleza y un recurso para atender mejor a per-
ellos? En ocasiones, escuchar los relatos de otros sonas que atraviesan por situaciones difíciles y
nos remite a situaciones personales que hemos dolorosas.
vivido. Recordamos cuando nos hemos sentido Conviene también tener presente que, den-
abandonados, vulnerables, enojados, asustados, tro de las relaciones de ayuda, hay situaciones y
etc., y entonces podemos pensar que los demás actividades especialmente generadoras de mu-
se sienten de la misma forma como nosotros nos cha tensión y ansiedad. Pensemos en los servi-

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cios de urgencia de un hospital, por ejemplo; o de mí? ¿Cómo establezco relaciones con aque-
el trabajo con personas víctimas de violencia fa- llos que considero pueden amenazar mi posi-
miliar o social. Estar un tiempo prolongado en ción?
estas actividades, sin el descanso y los cuidados En mi actividad profesional, ¿siento que ten-
necesarios para el bienestar personal, puede lle- go que estar siempre “por encima” de quienes
var al profesional a desarrollar un distanciamien- ayudo? ¿Considero que es importante compar-
to de sus propios sentimientos, un cansancio tir con otros profesionales algunas preocupacio-
crónico, alteraciones del dormir, etc. Es decir, le nes sobre mi labor al atender a una determinada
puede generar problemas de salud, psicosociales persona, o siento que esto me dejaría demasiado
y de relación con otros. vulnerable o perdería imagen ante ellos?
No siempre tenemos claro cuáles son esos
2. En lo que se refiere al aspecto de la autori- aprendizajes y modelos de relación con los que
dad y del poder es probable también que en interactuamos. Han estado ya tanto tiempo con
las formas en que se desarrolla una relación de nosotros, forman parte de nuestro diario vivir,
ayuda repitamos lo que hemos vivido y apren- que nos parecen lo más normal del mundo y
dido. Si creemos y sentimos desde nuestras ex- por supuesto estamos convencidos que esa es
periencias, sobre todo las de los primeros años una buena forma de interactuar con los demás
de nuestra vida, que la autoridad siempre tiene para ayudarlos. En todo caso, es el modo que
la razón, que no está obligada a dar explicacio- nos resulta familiar, ya sabemos qué tan compe-
nes, que está ahí para ser obedecida, es probable tentes somos interactuando de esa forma, para
que como profesionales, nos sintamos incómo- qué buscar otras modalidades que tal vez no nos
dos cuando un consultante pide información y den buenos resultados.
expresa su necesidad de saber más sobre el pro- Como seres humanos, nos construimos en la
blema que tiene y su solución. -“Usted hágame historia personal y familiar, en los contextos so-
caso y no se preocupe. ¿Para qué quiere saber cioculturales en los que hemos vivido. Ahí va-
más? ¡Se lo estoy diciendo yo que soy su mé- mos descubriendo y dando un sentido a nuestra
dico!” escuchamos decir en una consulta a al- vida. Desde ahí también construimos una visión
guien que tal vez tenía algunas creencias como del mundo y de los demás. Aprendemos a poner
las mencionadas. nuestra atención en ciertos aspectos de la expe-
Estos aprendizajes relacionados con la auto- riencia y dejamos de ver otros.Así mismo, apren-
ridad y el poder tienen que ver con las distintas demos distintos significados para formas diversas
posiciones jerárquicas que asumimos en la inte- de relacionarnos e interactuar con los demás.
racción, derivadas de la convivencia con nues- Aprendemos también consignas o criterios para
tros padres, hermanos y otras personas signi- abordar y resolver diferentes situaciones.
ficativas en nuestra historia. Para reconocerlos
y clarificarlos podemos preguntarnos: ¿Cómo 3. Todo esto nos lleva al tercer aspecto que men-
fue, ha sido y sigue siendo mi relación con mis cionamos, el de la autonomía. ¿Qué tan capa-
padres y otras figuras de autoridad? ¿Qué ca- ces nos sentimos para tomar nuestras propias de-
racteriza mi relación con hermanos, primos y cisiones y resolver los asuntos que tienen que
personas que están en un nivel de igualdad con- ver con nuestro vivir? ¿Qué tan capaces consi-
migo? ¿Cómo me siento en las interacciones en deramos a los demás? Así, cuando se trata de re-
las que estoy en una posición de igualdad? ¿Qué laciones de ayuda, cómo nos sentimos y lo que
tan competitivo soy? ¿Cómo es mi relación con sentimos hacia los demás matiza, de alguna for-
personas que están o han estado “por debajo” ma, nuestras interacciones, y los tratamos ya sea

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como personas capaces y con vida propia o co- conocimientos y experiencia a la forma de ver
mo si no tuvieran recursos para decidir por sí de las personas y genere las posibilidades de
mismos y dar rumbo propio a su vida. desarrollo de estas, ella a su vez se beneficia
también de esta relación con cambios que le
conducen al desarrollo de su propio potencial”
(Pérez y otros, 2002).
En las interacciones que En una postura un tanto diferente, muchos
profesores con frecuencia fomentan más bien la
establecemos como profesionales dependencia y la pasividad de los educandos,
cuestión una tanto paradójica si pensamos que
tomamos posiciones y actitudes con una de las finalidades de la educación es apren-
der a vivir como sujetos autónomos en interac-
toda la carga de nuestra historia ción con los demás. Los tratan como incapaces
de pensar por sí mismos. Ciertamente, los profe-
sores se encuentran muchas veces atrapados en
la tensión de reconocer y valorar las particulari-
En el campo de las relaciones enfermera-pa- dades de cada uno de los alumnos, al mismo
ciente, por ejemplo, encontramos que cuando tiempo que han de pedirles desempeños iguales
hay un reconocimiento del valor y capacidades en los exámenes.
de los enfermos, la relación de ayuda se asume y
realiza “como un proceso interactivo donde el 4. El cuarto aspecto incluido en estas reflexio-
paciente co-participa o co-interviene y por tan- nes sobre las relaciones de ayuda es la comuni-
to todo tipo de ayuda se ha de hacer CON el cación. Si nos dedicamos a trabajar en el tema
cliente, CON el paciente y CON la persona. de la ayuda, es fundamental que tengamos claro
Esta nueva perspectiva se constituye en valor o cómo es nuestra manera de comunicarnos, la
principio guía para interpretar nuestros valores forma en que construimos y trasmitimos los
en confrontación con los de los pacientes y de- mensajes, el modo en que retroalimentamos y
terminar desde ellos el tipo, la cantidad y el las formas como escuchamos a los demás.
modo de ayuda que estamos autorizados a pres- Generamos efectos muy distintos en una re-
tar desde nuestros propios principios morales y lación de ayuda si nos comunicamos de manera
desde los del paciente, teniendo en cuenta los directa y clara, a diferencia de si lo hacemos in-
recursos de que disponemos tanto la enfermera, directamente, con rodeos o con mensajes con-
como persona que apoya al paciente física, emo- fusos. ¿Nos sentimos con la suficiente confian-
cional, social y espiritualmente, como los del za para expresarnos con claridad, tomando en
paciente, de los que forman parte sus deseos, cuenta el contexto y las características culturales
creencias, expectativas, esperanzas, fuerza, etc. de las personas con las que interactuamos? ¿O
Ambos son una fuente continua de retroalimen- preferimos dar a entender las cosas para que no
tación donde cada paso se ha de dar con el con- se oiga muy fuerte y evitar que la otra persona
sentimiento y la aceptación de ambos. La finali- se enoje?
dad de la relación de ayuda desde este paradigma La escucha es también una acción de vital
es la de acompañar o participar con el paciente importancia en la comunicación. La buena es-
en encontrar la mejor respuesta a sus necesida- cucha supone que reconozco que el otro tiene
des de salud en el marco de sus valores y creen- una vida particular desde la cual se expresa. Y
cias.Y aunque la enfermera se anticipe por sus ello requiere atención, interés y apertura para

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comprenderlo. Implica reconocer que sus pala- tener claro nuestro universo de supuestos y va-
bras, además de los significados socialmente com- lores personales, entender el por qué sin darnos
partidos, tienen connotaciones personales que cuenta en una consulta, en una clase o en una
no pre-suponemos sino que identificamos y ve- entrevista, nos sentimos identificados con una
rificamos. Sin embargo, lo que la otra persona persona que nos cae muy bien, mientras que
expresa y cómo lo expresa suscitan en quien con otra sentimos desagrado y molestia, es una
ayuda diversos sentimientos y reacciones. A ve- condición necesaria no sólo para ayudar mejor
ces lo que escuchamos nos lleva a conectar con a otros sino también para cuidar de nuestro pro-
problemas personales no resueltos que nos difi- pio bienestar. Esto implica atrevernos a reco-
cultan realmente comprender a la otra persona, nocer las experiencias personales que nos difi-
o nos hace tomar como personal una expresión cultan llevar adelante nuestro quehacer como
que en realidad no va dirigida a nosotros sino a profesionales al servicio de los consultantes, para
figuras importantes de la vida del consultante, a no buscar satisfacer con ellos necesidades perso-
quienes “representamos” en algún momento del nales que hemos de satisfacer en otros ámbitos
proceso de ayuda. de nuestra vida.
En las interacciones que establecemos como
profesionales tomamos posiciones y actitudes
con toda la carga de nuestra historia. Nos con- Preguntas para reflexionar
vertimos en manifestación de ciertos códigos 1. ¿Qué necesidades e inquietudes personales
familiares y socioculturales y de determinados busco satisfacer a través de las interacciones
valores; y actuamos como defensores de ciertos con las personas a las que ayudo?
patrones y reglas de comportamiento, de cier- 2. ¿Qué situaciones me molestan o enfadan
tos ideales y creencias que son el reflejo de en las relaciones con las personas a las que
nuestros aprendizajes en los primeros años de ayudo?
vida (Ceberio y Linares, 2005). 3. ¿Qué situaciones me llenan de energía?

La cuestión, insistimos, es ¿qué reconocemos de


todo esto? ¿Cómo estos distintos aspectos favo- Lecturas recomendadas
recen u obstaculizan nuestro desempeño profe- Ceberio, M. R. y Linares, J.L. (2005). Ser y hacer en
sional? ¿Qué tanto nuestras formas de interac- terapia sistémica. La construcción del estilo terapéuti-
tuar con los que ayudamos generan un cambio co. Barcelona: Paidós.
positivo, en las direcciones valoradas, o tal vez, Madrid, J. (2005). Los procesos de la relación de ayuda.
sin darnos cuenta estamos construyendo rela- Bilbao: Desclée De Brouwer, (2ª. Edic.).
ciones en donde no se logran los propósitos plan- Pérez, A., González, A., Tirado, A., Pérez, M.T., Jara,
teados, donde el resultado es la desesperanza, la F.J., Cuadri, M.J., Cuadrado, A. Valores y relación
frustración, la dependencia? de ayuda en enfermería. Supuestos previos para su
Para ayudar a otros con base en lo que nece- enseñanza. Salud y Cuidados [En línea]. Nº 2
sitan y quieren necesitamos sanar nuestras pro- (2002). [Consulta: 8 de agosto del 2008].
pias heridas y resolver nuestras problemáticas <http://www.saludycuidados.net/numero2/va-
afectivas. Al menos, reconocerlas y ponerlas en- lores.htm> ISSN 1578-9128.
tre paréntesis en nuestras interacciones con otros
en el plano profesional. Creemos que generar la
posibilidad de conocer y comprender nuestras
maneras de interactuar con los que ayudamos,

Mirada 11

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