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Mito

Introducción a
la Filosofía

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Mito
 Introducción
Nos referiremos a la idea de mito porque, cronológicamente, fue lo
primero que existió antes de la Filosofía. Luego convivieron y, finalmente,
la Filosofía se devoró al mito, aunque este siempre estuvo presente en
aquella. Además, si tenemos en cuenta que la Filosofía nace en Grecia y
buena parte del primer módulo se refiere a los orígenes de la Filosofía, nos
parece adecuado un acercamiento a la noción de mito, porque funcionó
como un modo de explicar la realidad antes de que surgiera la disciplina
que abordaremos.

 ¿Qué es un mito?

Se entiende por mito a un relato de contenido fantástico que se cree que


ha sucedido en algún pasado arcaico e indemostrable. En general, se
refiere a hechos heroicos de relevancia y se considera una explicación para
fundamentar y originar el comienzo de una historia, sea de una comunidad
en particular o del género humano en general. El contenido del mito es
variado, ya que pueden ser fenómenos naturales en los que la alegoría
juega un papel fundamental, como ocurre con los mitos solares. Otras
veces se trata de personificar cosas o eventos. Los mitos fueron tan
importantes dentro de la lógica de algunos pueblos que se puede creer en
ellos fidedignamente, casi literalmente, considerarlos relatos alegóricos o
desecharlos como falsos.

El mito tiene, por lo general, dos aspectos interrelacionados, sobre todo,


cuando es tomado de modo alegórico o simbólico. Estos son: el aspecto
ficticio y el real. Lo ficticio tiene que ver con que, en realidad, nunca ha
ocurrido aquello que el mito describe textualmente. Pensemos, por
ejemplo, en los mitos de los romances de los dioses, de cuyas relaciones
nacían semihombres/semidioses, es decir, mitad hombres y mitad dioses.
Por otra parte, el contenido real del mito hace referencia a que el relato,
de alguna manera, refleja algo de la realidad que se intenta explicar. Así, el
mito se comporta como un relato de lo que podría haber ocurrido si el
contenido mítico coincidiera con el real. En este sentido, José Echeverría
sugiere que el mito, para ser tal, debe describir de forma sucesiva y
anecdótica aquello que está más allá del tiempo y lo permanente, o sea,
aquello que ocurre de modo continuo y que vale, por eso, para todos los
tiempos. El mito fija, entonces, lo fundamental de una situación cósmico-
cosmológica o una situación real. Sin embargo, como el género literario del
mito es el relato, se debe advertir al oyente o el lector que el momento en
el que ocurren los acontecimientos descriptos es un tiempo falso y, por lo

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tanto, debe indagar y buscar más allá de lo relatado para encontrar aquello
permanente y arquetípico (Ferrater Mora, 1994).

 Algo de historia

Ya los filósofos presocráticos captaban la ambivalencia del mito. Debido al


establecimiento de la razón, el logos griego, estos rechazaron el mito
porque era contrario al logos. Por otro lado, la profundización del logos
como herramienta fundamental de la Filosofía se realizó sobre la base del
mito. Esta distinción entre ambas esferas no fue automática ni sencilla, al
contrario, permanecieron un tiempo juntas. Platón, por ejemplo, fue buen
ejemplo de la utilización del mito con la razón. Para él, el mito mostraba
verdades que escapaban al alcance de la razón, pero que también eran
verdades. Por este motivo, el mito no puede ser excluido por la Filosofía, al
menos por la platónica. De lo contrario, ciertas reflexiones filosóficas,
como el origen del mundo, el alma o la actividad de Dios, así como su
teoría de las ideas, quedarían sin su fundamento. Por eso, según Platón, el
mito es más que una mera opinión probable, es fuente de la Filosofía.

Los discípulos de Platón, los neoplatónicos, se ocuparon de los mitos y la


fundamentación filosófica de su carácter divino. Salustio, por ejemplo,
opinaba que los mitos describían la vida de los dioses y sus intervenciones
en el mundo. Para él, existía una tipología de mitos que los clasificaba en:
teológicos, físicos, materiales, psíquicos o mixtos. Así, los teológicos,
utilizados por los filósofos, eran fundamentalmente mitos que abordaban
la naturaleza de los dioses, pero no para constituir una religión, sino para
un abordaje filosófico. Los poetas también utilizaron mitos teológicos para
explicar la intervención de los dioses en el mundo y asumieron mitos
psíquicos para describir cómo funcionaba el alma. Los mitos materiales
eran para personas simples y sin instrucción y servían para que
comprendieran la naturaleza de los dioses y el origen del mundo. En los
que instruían o practicaban ritos de iniciación, era frecuente la utilización
de mitos mixtos.

El alcance explicativo de los mitos no pasó inadvertido. De hecho, en la


Antigüedad y la Edad Media, se prestó atención a los mitos precisamente
por su carácter explicativo. A partir del Renacimiento, para seguir la
tendencia general de la época, los mitos cobraron importancia, aunque se
instaló una polémica, ya tratada en la Antigüedad, que tenía que ver con la
realidad o el grado de verdad que encerraba el mito. En este sentido,
muchos pensadores modernos le restaron importancia al mito, porque la
historia verdadera no tenía nada que ver con el mito. La tarea del
intelectual moderno, entonces, fue purificar la historia del contenido
mítico. Voltaire sería un buen ejemplo de este deseo. Sin embargo, con el
deseo de estudiar la historia pura y sin contaminación, los historiadores

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descubrieron que los mitos pueden no ser verdaderos en cuanto al
contenido, pero sí pueden serlo en otra dirección, es decir, en el sentido de
que relatan algo que pasó. Así, fueron considerados hechos históricos, ya
que su verdad es una verdad histórica más allá de los elementos
mencionados anteriormente: fantasía en el relato o contenido
indemostrable. Por eso, el mito entra, en buena medida, en el ámbito de la
creencia.

Vico y Schelling fueron dos filósofos que abordaron con seriedad la


cuestión del mito. Para Vico, el mito constituye una verdad histórica, es un
tipo de pensamiento que tiene características propias y describe formas
primigenias de vida humana que son básicas. Este autor también identificó
el pensamiento mítico con el poético. Para Schelling, al igual que para Vico,
el mito es una forma de pensamiento que muestra la revelación del
absoluto en la historia y se convierte en revelación divina.

En un período más reciente, el mito es considerado un elemento que


ilustra el modo en el que se entendió la humanidad en algún momento y
describe formas de comunidad humana. No se estudia el mito como objeto
de análisis empírico o descriptivo ni como una forma de revelación divina
como lo hiciera Schelling. En todo caso, según Cassirer, es un modo de la
conciencia, o sea, la conciencia mítica. Esta podría ser analizada no de
forma empírica o metafísica, sino epistemológicamente en un sentido
amplio. Este enfoque de los mitos permite mostrar la estructura de la
conciencia, es decir, se trata de dilucidar cuál es la función del mito en la
conciencia y su rol en la cultura. Para Cassirer, en el surgimiento de los
mitos existe un principio que hace que estos sean considerados algo más
que una mera fantasía. El origen de los mitos responde a una suerte de
necesidad que podría ser denominada como necesidad de conciencia
cultural. De esta manera, están en la base de la cultura y actúan como
supuestos. El mito estaría en el fundamento de la cultura y, por lo tanto, es
susceptible de ser analizado como un momento importante de la
conciencia de la humanidad, más allá de que hoy tenga poca importancia
para el funcionamiento de la sociedad actual.

En los últimos años, Rudolf Bultmann ha considerado que el mito no es un


modo de hablar, más o menos analógicamente, sobre lo divino. Bultmann
llama mito a un tipo de discurso sobre lo divino que usa los conceptos que
no le corresponden. Así, es mítico hablar de lo divino en términos
científicos y también lo es hablar de este en términos históricos. Por eso,
Bultmann propuso y desarrollo el programa de lo que llamó
desmitologización. Más allá de este programa, autores como Cassirer, ya
citado anteriormente, sostienen que la formación de mitos obedece a una
especie de necesidad inherente a la cultura, de modo que los mitos son
supuestos culturales.

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En el último párrafo, consideramos importante que adviertas la
ambivalencia del mito. Por un lado, Bultmann propone una
desmitologización. Por otro, Cassirer considera al mito como un supuesto
cultural. Si hiciéramos un análisis pormenorizado de los contextos
biográficos en los que se ha movido y se mueve, podríamos dar cuenta del
pensamiento mítico que nos rodea. Ejemplos de esto se encuentran en la
religión que es considerada, no pocas veces, como mitológica en un
sentido negativo. Pero existe un pensamiento mítico positivo cuando se
intenta explicar una realidad de la que la historia no puede dar cuenta, por
ejemplo, el origen del universo. También hay mitos urbanos, folclóricos,
etcétera., que no pocas veces chocan con la rigurosidad del pensamiento
filosófico. Sin embargo, creemos que puede existir una suerte de
convivencia entre ambas perspectivas, la mítica y la filosófica, que nutra de
sentido una realidad que muchas veces nos desborda y puede resultar
inexplicable.

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Referencias
Ferrater Mora, J. (1994). Diccionario de Filosofía. Barcelona: Ariel.

Zapardiel Arteaga, J. (2008). Mito y sentido en Mircea Eliade. Una crítica


fenomenológica. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, 2, 116-126.

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