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Andrés González Jr.

AVENTOORAS
Dedicado a:

Felipe Becerra
por los pequeños reinos

Agustín Hidalgo

Alonso Gordillo

y Yaxkin Melchy
por el camino que
a partir de ahora
se abre
como una flor
"Pero la pared izquierda era lo que transformaba la guarida de Penn en un reino. Allí, iluminada por dos
lámparas altas, resplandecía su obra maestra. La larga pared de cemento estaba blanqueada del piso al
cielo raso y encima, en brillantes y lustrosos colores perfilados en negro, había cientos de personajes de
caricatura de todos los tamaños, inclinados en ángulos abruptos, superponiéndose, habitando en los ojos
y narices de los demás, todos amontonados como si los hubieran volcado desde una caja enorme, pero
formando a la distancia un vasto diseño abstracto. Era una visión desaforada, un intrincado mapa del
febril y paciente cerebro de Penn. Había una enorme cabeza de Pluto con su hocico anaranjado y su
nariz negra y redona y sus ojos altos, con una oreja erguida y otra ladeada; al aproximarse se veía un
Bugs Bunny en miniatura en su nariz, con su zanahoria anaranjada y verde. El Pájaro Loco y el Súper
Ratón bailaban en un círculo con los sobrinos del pato Donald y Popeye con Wimpy, Dopey y Sneezy,
mientras Dumbo sobrevolaba con el tío Patilludo en su espalda y otro sobrino de Donald flotaba en el
extremo de un paraguas. Había cientos de ellos, mejor dicho miles, encimados en el centro de una
brillante pista de circo, rodando desde trapecios cuyas cuerdas subían a ninguna parte; montados en las
espaldas y sombreros de los demás, vaciando los bolsillos de otros; remando en bote, subiendo escaleras,
saltando de ventanas llameantes, algunos tan pequeños que sólo los reconocíamos cuando Penn nos
prestaba su lupa; y mezcladas con las verdaderas caricaturas estaban las creaciones de Penn, pequeños
Plutos con cabeza de Krazy Kat, un elefante cuya trompa erguida se convertía en el pescuezo de una
jirafa, un reloj sonriente que se había tragado un avestruz, una mosca aristocrática con bastón y
monóculo. Mientras mirábamos su obra maestra, resultado de dos años de trabajo (y todavía
inconclusa), Penn nos miraba en lánguido silencio, rompiendo su pose altanera sólo para señalar, con
voz monótona, alguna maravilla que habíamos pasado por alto, como una diminuta hilera de veinte
Donalds, uno de los cuales era diferente de todos los demás. Pero no pudo reprimir cierta emoción
cuando señaló una pequeña ballena que flotaba en la pupila de un enorme ojo; sentado encima del
chorro, claramente discernible a través de la lupa, estaba Penn con su camisa rayada y sus pantalones
marrones"

Steven Millhauser, Edwin Mullhouse: vida y muerte de un escritor americano (1943-1954)


"To what depths of untouched nature one must dive along with the bubbles, and the little babies that
resemble bubbles, in order to reach such an absolute freedom from all categories, from all conventions.
In order to become like children"

Sergei Eisenstein, Disney

"And here, as we can see, it's as if that very game of 'becoming something else' is now 'becoming the
impossible'"

Sergei Eisenstein, Disney


no fuga sino origen simultáneo de las sendas
arrojarse a caminar, correr, gatear, nadar, correr en cuatro patas, volar, planear
espiralando y estirando, encogiendo a modo de resorte, desbordando e irradiando
nuevos gerundios
nuevas formas de caminar-leer en el planeta
más vasto
que cualquier jaula
que cualquier fuga
encuentro de innumerables sendas
alianza de innumerables modos
UN HOSPITAL DE NIÑOS

meses
interminables estuvimos en un hospital
(un hospital simultáneamente en ruinas, en construcción, una maqueta de hospital, un
hospital en expansión incesante, incontenible, devorador, un hospital sin límites)
(aunque en los hospitales no existan ni el día ni la noche ni su resonancia: un hospital
donde sonaban día y noche los derechos del niño)
tal que desconocedores de nuestro estado y situación: como sitiados,
tal que atendidos por ciempiés con caras de niños que se retorcían y enroscaban por los pasillos

por las ventanas se veía un paisaje imprecisable


algo, tal vez, como una ciudad, pero más cerrado, más
cercado

presentíamos lejanías, feroces lejanías, seres descomunales

escuchábamos crujires de ríos y lagos

nuestros cuerpos rutinariamente auscultados

en todo momento escuchábamos por los altoparlantes


la voz de un adulto imitando a un niño
declarando, declamando
—aplastando las llamaradas, los llamamientos,
las protoplasmáticas apelaciones—
“el niño debe gozar de…”
“el niño debe jugar a…”
“el niño debe ser tal que un niño que debe ser tal”

por todas partes había espejos


—en el cielorraso, en el velador, en las paredes, en los pasillos, los cuerpos todos de los funcionarios
estaban compuestos de espejos—
los espejos indicaban que éramos presencia, sólo presencia,
idénticos a nosotros mismos

clausurados, sin posibilidades de construcción

a todas horas debíamos hacer tareas,


tests de inteligencia,
cuestionarios de consumidor,

decían que no podíamos quejarnos


“el hospital está lleno de máquinas de entretención
máquinas de disipación”
decían
“la ciencia-ficción es la forma última del escapismo”

nosotros, aún —siempre— feroces, sentíamos lejanías, seres descomunales


intemperie era el nombre que creamos para lo que se íbamos trazando & tramando

sujetaban nuestros cuerpos con útiles escolares


corchetes, colafría, scotch, stic fix,
sujetaban nuestras conciencias entre los
ectoplasmas del mercado
nos decían: “es lo nuevo”, “es lo último”, “es lo que quieren”

cambiaban nuestros cuerpos por sillas y bancos


sometían las cimas de nuestro soma a la educación sexual
nos inoculaban fantasías de un tiempo lineal y de un espacio homogéneo y replicable

nos revelaban que mente y cuerpo eran sujetos de crédito


“están en banca rota”, nos decían

a través de ventanas que por fuerza imaginábamos, veíamos los paisajes de la nieve o una hoja en blanco
plagándose de puntuaciones, de pueblos, de pululaciones, latidos y pulsaciones de los posibles, poemas
de los imposibles, parasoles, dimensiones paralelas, partos, divinos partos a ras de hierba

en el cretácico superior aparecieron las flores, las hierbas, los insectos polinizadores

corazón duro, corazón de hielo, te escuchamos como a un meteorito

este día, esta noche, en este ámbito de irradiación sentimos


el cielo creciendo con las cometas de Sumpango

en el cretácico superior las escamas de algunos dinosaurios devinieron plumas

por más que la fijeza, por más que la rutina, por más que el control
estamos contagiándonos de multitudes

nuestros pies son alas y vibran


nuestros manos son aletas y vibran
nuestros cuerpos son la espuma

nuestros cuerpos son modos de recorrer los prismas, lo desatado, el monzón

en las paredes aparecían cada vez con


mayor frecuencia
graffittis de los iguanodontes
de Waterhouse Hawkins
sus miradas cada vez más abundantes

nuestras pieles se llenaron de escamas


nos paseábamos
como el brontosaurus o el diplodocus o el apatosaurus
las escamas pasaron a ser plumón, pluma,
de la pluma, de su velocidad viviente,
crecieron las flores a chorros,
de relámpago cactáceo rompieron esporas, miríadas
y atravesaron profusas las paredes del hospital,
sus copias, sus espejos, sus lenguas de límites y referencias, sus lenguas de necesidad
como algo incalculable las esporas cruzaron,
júbilo arrasando el cristal
circunnavegaciones
cumpleaños de las orillas
dinosaurios emplumados que saltan de una era a otra
por los helechos a las cactáceas,
en una noche de multiplicación lunar

vimos el hospital
desde donde el hospital no era
lo vimos y era una construcción fuera de cualquier mundo
en el colapso o deuda infinita de los mundos
en una eterna, recursiva referencia
crédito y cáncer de las representaciones

caminamos
jauriamos
deambulando

nos encontramos con las ruinas del cosmódromo de Baikonur

las atravesamos

íbamos al Asia Central

íbamos a las estepas

no fugitivos

nómadas

sentíamos abríamos sendas incalculables

en el cretácico superior, con las plumas, las hierbas y las flores


nació el canto

sintiendo sus semillas innumerables


nos pusimos de camino

creando estepas para un Asia Acentral


Somos Ikkyu
arrojamos nuestros rosarios por los aires
escojemos un camino cualquiera
el camino que se nos dona
para entrar y salir
por la nube de mis vidas
De camino deshicimos nuestras bocas
buscamos allí un cero
un plan en blanco
queriendo preparar
sin saber cómo
una tierrita para la llegada del canto
para la multiplicación y derramamiento
de las semillas
queriendo preparar también
un río
en el que fluirnos
deshacernos
sembrarnos
en el corazón de las semillas
LAS LETRAS

Dibujamos las letras como si fueran animales endémicos


de un lugar aún no descubierto en la Tierra
un continente como Oceanía
todo islas y corrientes
pero en el cielo
entre nubes y animales voladores no perceptibles

dibujamos las letras


no las escribimos
porque nuestra relación con ellas
no se traza en el plano del desciframiento
sino en una relación de mutuas itinerancias

las letras que dibujamos son animadas


gozan en el tiempo
están en él como templos de gelatina
frágiles y fluctuantes
consistentes en miríadas de filamentos hialinos
carbunclos
organelos tartamudeantes
nada exagera ni ornamenta en las letras que germinamos
hay gestos que sin ser afilados son precisos
abren paso a ímpetus impensados
gestos como portales
desmelenamiento de las tintas
himalayamientos
tundramientos
junglescencias
estepancias
fiordaciones
archipielagosidades

los pequeños seres


que pululan entre las letras
exhiben órganos sensoriales
de los que no sabemos nada aún

las nubes entre las letras


dicen la imposibilidad de codificar la creación en literatura
escribir es siempre un no saber del todo aún
—un no saber nunca—
las letras,
el cómo de las letras
—no qué son las letras,
sino sus vidas,
cómo viven,
qué hacían antes de vivir dentro de los alfabetos,
sus trayectorias en diversas superficies,
a distintas velocidades,
sus modos de habla según las estaciones,
el ritmo con que crecen
y se diversifican
faunitas entre sus pieles
la humedad de sus membranas
sus maneras de reírse
sus caminatas nocturnas
a qué velocidad fluyen sus sangres
en qué colores cambian
—sobre todo nos interesa
conocer los medios de transporte de las letras
sus formas tradicionales de confeccionar vehículos
sus modos de nomadear

¿se acuerdan qué pensaban que podían ser las letras


cuando aún no los habían ejercitado
en el poder de descifrarlas?

— un grito relampagueando
a través de la boca de un mudo,
el sonido que hace un cuervo sin voz—

dibujándolas queremos bailar


otra vez
y siempre por primera vez
esos instantes
en que hierven los barbarismos
y florecen miríadas de estrategias de extranjería,
dibujándolas queremos nebularlas
jugar y junglar entre sus halos
retomar la ternura de sus serpenteos
el júbilo de sus cascabeleos
verlas otra vez lanzarse como canoas o pétalos a la transmigración
a la aventura

cuando las letras no eran aún letras


se dispusieron como puentes
para que cruzaran a través de ellas
el buda Dipankara y sus discípulos
Un niño leyendo su primer libro sin ilustraciones
como mirando hacia la nieve
no hacia la nada, no hacia una ausencia
no hacia un blanco que suspende, que
anula
sino hacia
una velocidad
vibrancia o intemperie
donde ya no hay
ni letras ni huellas
sino atolones abriéndose
al saber de los océanos
Pensar en la infancia, desde la infancia, siempre pedirá un plural y no un posesivo que remita a
un sujeto aislado; una disposición multiplicante, policéntrica, no la propiedad privada.
No se trata de quién era ni qué hacía a los cinco, siete o diez años. Más bien tendría que ver con
algo que pasa aún entre nosotros, con la nitidez de un río, centelleando una configuración, una red, una
flor en la que mi vida o tu vida son un pétalo que es también hebra del fluir.
Imposible precisar ese nosotros ─que pasa, que corre, que constantemente se desliza: nimbo de
la infancia, nubes resonándose amplia hospitalidad.
Los entrecruzamientos de las huellas de los tuaregs en el Sahara, de las estelas de las
embarcaciones de los kaweshkar en el archipiélago de la Patagonia...
Las huellas y vapores que nacen entre la boca y el aire —lo que canta sólo su deambulando.
Meditamos en la infancia como una duna ardiendo sobre la que brillan los encuentros del pie y
la pezuña.
En la espuma, en la espuma de las páginas en blanco.
Algo así como un dragón —o la lluvia. Y la Novia que crece entremedio.
En las praderas, en los bosques (de los que son un sueño las páginas en blanco, el espacio: otra
forma de fotosíntesis) —niños con plumas de pájaros, con cuernos de kudú.
Niños como terminales de conectividad, nodos donde lo humano se evapora.
Niños son los días del corazón vasto, inconmensurable, en los que los vientos planetarios
remecen la hierba, abren flores, remecen el follaje de los abetos, de los peumos, niña es la miel de las
abejas y los escarabajos, maples, ulmos y palmas, médanos de miel, corazón panal, multiplicación &
libación en los bordes de la horda, niños los alientos que se electrifican, niños los asteroides, niños los
estromatolitos, niñas son las sexualidades cósmicas, niños los ecotonos, la cruza de velocidades, niñas las
músicas de crospolinización, niños los templos atravesados por nébulas de polen y esporas, niñas las
tormentas que dibujan en la atmósfera del planeta un poema que poco a poco tornamos a escuchar.
Los niños son una panspermia dirigida de este mundo a este mundo 1.

1
“Living on the earth, with a cosmic sense, but living on the earth”, Kenneth White, Elements of Geopoetics.
Nos ponemos en juego de una hospitalidad cósmica que construye sus mapas a través de poemas,
ecósferas.
El mundo de la infancia será aniquilado por la intemperie de la niñez, esa planicie esplendente
que los nórdicos llamaron Idavöllr.
LAS CARICATURAS

Everything is in a state of flux with us


WALT DISNEY

La pantalla por donde corren


se desplazan
las
caricaturas
es la tela iluminada
el kelir
del Wayang Kulit
el teatro de sombras de Indonesia
por donde se deslizan
durante las infinitas horas
de la noche chamánica
reyes, magos,
rakshasas
y dioses
—la tela
asimismo
es las parpadeantes parietales
de una caverna
del paleolítico superior
del neolítico
cruzada por manadas palimpsésticas
de venados,
bisontes,
caballos,
leones
y mamuts

cuando todavía
no se había impuesto
económicamente
el uso del celuloide
los animadores dibujaban
en un mismo plano
las caricaturas y los paisajes (aún no "fondos")
una misma
continuidad de cambio
ritmada

con la introducción del celuloide


se dividen las dimensiones
los planos
de las caricaturas
y los fondos
se instaura un corte insalvable
(en las cavernas "prehistóricas"
los animales trazados
cobran para sus movimientos
los relieves de las paredes)

un medio
protoplásmico
(un plano de inmanencia)
—en los mundos de las caricaturas
todo es viviente
animado (animación <-> animismo)
pasa
de una forma a otra y luego a otra
en un fluir constante
las caricaturas no son
las resultantes de un proceso de individuación
sino una procesualidad incesante,
indefinidamente individuándose
como quien tantea con el discurso
achoclonando gerundios
como proponiéndose una búsqueda sin búsqueda
una torrentosa retahíla de resultados que varían
cuerpos casi cuerpos corpúsculos
murmullos
blandas ánimulas
borbores protoplásmicos
fluir de formas fluir de florescencias
trances proteicos
olas de caricaturas
infinitas formas animalescentes del fuego caricatural
nubes
ciclones
brisas y borrascas caricaturantes
un plano
una opalescente gelatina
siempre casi y siempre menos
menos que cuerpos menos que almas
procesuales, virtuales
siempre estirándose o apachurrándose
multiplicándose a cada golpe
a cada corte
nunca consistiendo esqueleto
solamente ritmos
transformarse en una cosa y luego en otra
existir sólo en tanto velocidades
sólo intensamente espumeando
ni humanas, ni objetos ni animales
lo que de pronto cobra o encabrita vida
un agitamiento anomal
manadas que mueven un nombre propio
que sólo es un grupo de globos
que se inflan en letras
de un cumpleaños sin cumpleañero

aquí y allá
simultáneamente surgen
van y vienen del tintero
aquí y allá aparecen moviéndose
en la persistencia de la imagen
insistiendo anarquías
en la forma
en la perspectiva
en los
intercambios
en los cuerpos
en los movimientos
se estiran y se apachurran y rebotan
rebotan
y es un carnaval rebotar

aquí y allá
por doquier
surgen simultáneamente
anónimas
sin psicología
sin interioridad
cintilantes superficies
sin lecho ni bastidores
sin historia
consistentes tan sólo
en movimientos
en ciclos
¡bucles! de movimientos
caricaturas cualesquiera
que no son nadie
que son unas nadas
que se mueven
que mutan
que irradian
que contagian
que sin centro celebran y extasían
sin fijar rostro ni cuerpo
modos múltiplemente expresivos
de la gelatina
red
y protoplasma

más que existir


las caricaturas improvisan
ese es
su ritmo ontológico
como los niños lumpen
del teatro proletario de San Petersburgo
las caricaturas ritman por la risa
que brota y borbotea
en sus bocas, en sus guatas
lánzanse siguiendo
turbiones, avalanchas
improvisan fugas cósmicas
antes del advenimiento
de la sincronización imagen-sonido
un pianista o un organista
improvisaba melodías
que se entretejían a los cortos animados

la tierra de las caricaturas


en Alice in Cartoonland
de Walt Disney
es un incesante carnaval de animales una rueda
las caricaturas no conocen de animales giratorios
otro tiempo
que el del carnaval
donde los juegos y los ritos
se imbrican en oleajes
de carnes irradiantes
nebulares
de poros abiertos
al libre tránsito
de las energías
de apertura y enlace
mareas de encabalgamientos
y transformaciones
caricaturas pasando
una a través de otra
las caricaturas no conocen otro tiempo
que el de devenir animales
salvajes que celebran

en el deslizarse
através de los latires del lisor
las caricaturas son manadas
de dioses
de búfalos
de antílopes
chamánicas manadas
recorriendo
la blanca beringia de la pantalla
Felix el gato es un chamán
al transformar
un signo de interrogación
en patines
para deslizarse por el hielo
y de la prehistoria sembrarse
dando giros y piruetas
en el plano sin historia
pleno de acontecimientos
Más allá de las colinas de nieve está el colegio de los amigos imaginarios
una
Aurora
Boreal
“La infancia es siempre una forma de ponerse fuera de alcance, de subvertir la lógica adulta mediante la
rapidez de sus desplazamientos”

Hocquenghem & Schérer, Co-ire: álbum sistemático de la infancia


Manchas
manchas
las caricaturas saltan por doquier
agarran sus colas
y hacen de ellas lazos que agitan en el aire
sus ojos se salen de sus caras
y se suben hasta la coronilla a bailar
manchas, las caricaturas
zapatean
corren convirtiendo sus patas en remolinos
se precipitan por laderas nevadas
se hacen bolas de nieve y avalancha
dibujan ventanas en el aire y las abren
y se precipitan hacia caminos desconocidos
entre los millones de mundos en el mundo
LA NIEVE

Niños caminando en la nieve


con raquetas en los pies
gorritos rojos y negros en la cabeza
y largas bufandas
donde otros niños han ido tejiendo
olas y olas
de cantos de cuando los niños eran transparentes
de cuando eran esferas resplandecientes que nevaban
de cuando eran niñas o nubes de pájaros
y escribían diarios de vida en los cielos

soy una caja llena de perritos a punto de nacer


el paso de los cachorros en la hierba
sobre todo soy los tropezones

niños caminando en la nieve


patinando
resbalándose
deslizándose en el lisor
es divino en la nieve deslizarse
algo que no cabe
en ninguna historia
ni historia de historias
deslizarse en la nieve
divino & repleto de animales
a punto de florecer
salivando ya
una lengua primaveral
entre colmillos de hierba
y dientes de león

perritos deslizándose en la nieve


sin poder pararse
o niños haciendo sus primeras caligrafías
en una hoja en blanco
temblando metódicamente
los bordes de las letras

niños borrando billetes mientras caminan en la nieve


sobando con la singularidad de las yemas
de sus dedos
borroneando o borrasqueando en los dígitos
las firmas del presidente y vicepresidente del banco central privatizado
la efigie del soldado o prócer o artista nacional
el paisaje emblematizado
borrando, borrando
las dimensiones suplementarias
que derrochan los billetes
el vértigo de demonios de
valor y propiedad
y libre curso
borrando
meditando cada chispa de contacto
cada entre
entre la carne, la piel, sus surcos, y las cifras

algo, un lenguaje, un cumpleaños, da vueltas, derrapa en nuestros corazones

visiones de cascadas en una tormenta de nieve


de cascadas, de bahías,
de aguas que se abren,
de aperturas que no cesan,
y un hilo o un aliento
que enlaza gozoso los copos
tejiendo en un corazón que no existe
que vibra, que ondula,
resplandeciendo sin forma ni límites
en la nieve
pespuntando intemperies
2.

Los niños que caminan en la nieve presencian las migraciones de los animales: los caribús, los lobos, los
petreles, los págalos, los lemmings, los osos polares, los bueyes almizcleros, los zorros y los pingüinos.
Ven, creen ver, fabrican un ver manadas de mamuts a lo lejos. Mamuts enormes, de varias decenas de
metros de alto, avanzando entre la niebla de las lejanías. Las lejanías que se multiplican por todas partes
en la nieve. No indiferenciada, la nieve es ondulante, musical, vibrante de atolones energéticos. Por su
superficie escarcea un alba sin principio ni final, un alba en la que alguien está escribiendo
simultáneamente en todas las flores del tiempo.
Los niños que arrastran su trineo de cristal por la nieve, los niños que van dejando huellas cada vez más
de pezuña en la nieve, cada vez más ritmos de trote, de bosque desplazándose, esparciéndose, un
centelleo cuadrúpedo e hirsuto, lanudo, un jadeo de crines escarchadas. Iridiscentes velocidades, los
niños que devienen animal y trineo en las lomas nevadas, que se lanzan como chorros a rodar y a rodar
hasta volverse bolas de nieve explotan blanco sobre blanco, blanco floreciendo en el blanco, blanco
gritando, blanco a carcajadas blancas, conejos salpicando las lenguas, sus hexágonos, sus huracanes de
copos y papilas.
3.

El gerundio es el tiempo de los dioses, o la nieve es el tiempo de los dioses. Templos nevados donde
resuenan voces de niños de diversas épocas o pétalos. Templos donde los niños crean juegos. Templos
abandonados en islas donde ya no hay humanos y prosperan los venados. Islas, y venados haciendo
reverencias al sol que brota del mar y sus libros de espuma. Islas, y venados haciendo reverencias a la
luna llena que dispara nubes de esporas de luz. Pastizales bioluminiscentes, y una luna con cornamenta
transparente, enorme, de varios miles de kilómetros, un sueño de ópalos maduros abriéndose solos,
repletos de azúcar.
Soy un niño que creía en dios pero se lo comió una casa de mil y un raíces. Hace poco, en la entrada de
un temazcal o un iglú, vi un ojo de dios, y pensé por primera vez en mucho tiempo en el amor de dios,
en un panal del que no cesa de brotar la miel.
4.

lisor & quienes nos deslizamos

monos de nieve derretidos o vitrales naciendo


del fondo sin fondo de la nieve

en los libros brotados en el camino blanco dice:


la nieve nace de borbores protoplásmicos,
entre caricaturas moleculares,
por aventuras,
palpitando una microespuma
donde fluyen flores de tiempo

nuestras botas plásticas, nuestras patitas heladas,


todo eso y más
es musgo, murmullo,
centifolio crujir la nieve
o arrugar la página y arrojarla para que desaparezca en el aire como una ventana

lisor & quienes nos deslizamos


con neumáticos y bolsas de plástico
en la extensión vibratoria de la nieve,
en la extensión anárquica de la nieve,

nuestras pieles de guanaco


nuestras pieles de cuatrocientos tucu-tucus
de cuatrocientos vientos
de cuatrocientos polos

nevazón de un innominal
borrasca

copos ardiendo en el corazón peregrinal

peregrimaginar o itinerar el imaginario —que es un skate, una tabla de windsurf, un tiburón


transparente, los cantos de una foca de Wedell— crea pasos, se abre por los caminos, los caminos saltan
a través de su corazón multiplicacional como los peces voladores atraviesan en pelog el aire de indonesia

los millones de oídos en el oído saltan por doquier cuando la nieve anega
libres para trazar en las direcciones cuales quieran sus nuevas vidas, sus ritmos, sus velas,
el sol azul que han visto nacer en sus sueños durante miles de años, ese sol azul que ha devenido verde,
oleajes, aromas que caminan en los bosques de las montañas, entre la niebla, los helechos y la luz que
brota
de las huellas de los venados
5.

Al principio del Final Fantasy VI


unos robots que pueden instrumentalizar la magia
marchan a través de la nieve
para capturar a un dios o un gran conglomerado de energía de otra dimensión

Hacia el final de La Mano Izquierda de la Oscuridad


de Ursula K. LeGuin
un hombre de otro mundo y un ser nativo de género estacional
recorren una enorme extensión de nieve
entre dos masas continentales
enamorándose a medida que mastican paso a paso su camino

Lezama Lima dijo


que los conejos polares
están marcados por un lunar
para no desaparecer totalmente
en el sentido dictado por la nieve

"el lunar del conejo


es su vida en la nieve,
si no lo homogéneo lo destruiría,
como el nacimiento de una fuente de agua en el fondo marino
o la gota de agua rodando dentro del cristal de cuarzo"
6.

cuerpos que se pierden en la nieve

pingüinos que se pierden en la nieve

locura blanca, caminar en círculos blancos,

fronteras en la nieve

fronteras invisibles,

imperceptibles

imperceptibles máquinas de fronteras en la blancura del capital

la blanquísima locura al interior del interior del interior de los bancos

pero hay otras nieves


las nieves que oponemos

al pasarnos deslizando
en bolsas de basura, en neumáticos,

nieves que oponemos a la blancura higienética

alba lucidez contra la palabra-informática

nieves contra el fuego bursátil

nieves

amplios campos de nieves

y cuerpos amplios caminando

jugando

amando
7.

|ZOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!!!!!!!!!

¡¡¡¡PAFFFF!!!!!

TAM TAM TAM

DAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

TOOOOOOOOING!!!!

TOING-TOING! TOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOING!

ZAM!!! ZUM!!!!! ZIIIIIIIIIM!!!!


PAC! PLAF! PAF! SPLASH!

sismos o saltos o sutras voladores


lanzamos, sacudimos, manchamos
irradiamos, pelajeamos, jaraneamos las gemas del acá
sismamos, niñamos, rebotamos
TOING
TOOOOING
TOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOIIIIIING
estiramos nuestros brazos, nuestras piernas, FUUUUUUUUUUUM
burbujeamos, borborigmos hervimos las superficies y los interiores
NOS MORIMOS DE LA RISA
de lado a lado & sin lados
polígonos preformales
cuadrúpedos
lanzándose en carrera
ya no a 24 cuadros por segundo
ya no sobre el celuloide
estamos corriendo por la nieve
en un ritmo infinito

las estrellas ya no son duras


ya no son puntos
ahora son ríos que cruzan el cielo
Si no hay límite del texto, si no hay caja de la página, si la página se extiende ilimitada,
si la nieve se mueve en todas direcciones, si es borrasca ese hilo que atraviesa y traspasa,
si es cetácea la blanca preforma, si salen bracitos de los icebergs y asoman ojos y bocas
en constante ronda y carcajeo, si los hielos crujen como goma, si la goma es transparente, hialina,
si lianas de hielo, si la página es no un continente sino islas de hielo interconectadas,
si letras de hielo en mares de pájaros blancos, si el azul cósmico, si los icebergs son briznas de hierbas de
hielo,
si la espuma o la escarcha devienen halos, si los halos devienen himnos, alientos que pasan por los
pétalos,
si los narvales navegan paralelamente a las canoas y con sus cuernos van inscribiendo como con un
estilo fluidas letras, letras de cortes infinitos en las aguas, poemas en las páginas de las olas que resuenan
en todos los océanos a la vez,
si las canoas haidas y yámanas atraviesan mapas virtuales, resplandores, la savia de los hielos,
si hay bolas de nieve volando en todas direcciones, si los pasos no dejan huellas de tanto el blancor,
si los pasos de un niño dejan huellas de pezuñas en la nieve,
si el jadeo jala hacia un andar cuadrúpedo, un arcoiris humano sobre la nieve,
si el humear de las bocas es las nubes, si el pensamiento es el aire y los vientos,
si el cosmos es vacío y lleno, si es nieve, una página desplegándose ilimitada,
si es un copo sin contornos cuyo centro florece en todas partes,
si monos de nieve se transforman en yukidarumas,
si los yukidarumas existen para siempre sin pupilas,
si Bodhidharma sin párpados medita en la nieve, en la vacuidad, en el shunyata,
si una flor de tiempo, si un cristal de tiempo, si un hilo sin color, sin adentro y sin afuera,
cruza karuna todos los seres vivientes, si un corazón múltiple eclosiona en el cruce en blanco de los
caminos,
sin inversiones, sin negatividad, un corazón que aflora en eso que nos atraviesa, copo u ola, canoa o
narval,
templo nómada que respira a través y piensa a través y siente la primavera revolucionando las semillas,
los interregnos, los ecotonos, las almas de los entre medios
no queremos tener nombres
queremos hacer otras cosas que las que se pueden hacer con nombres
por ejemplo, queremos hacer un libro que no se acabe
y sea una ternura que nos borre
lengüita oleando las nuestras todas salivas
compartir deseo ya no secreto
del secretar lanzarse a chorrear de lleno
compartir no algo
y ni siquiera compartir
pulsarse
vibrarse
lanzarse travesías
entrelazrse
resonarse por amor a las potencias revolucionarias de las hierbas
por medio de un libro salvaje llamarse
a un murmullo de conjunción disyuntiva
el simurgh
tartamudear divino
& divinas labias leporinas
que jaguarantes ritman
en las pieles entre pieles entre pieles
petalescentes
lenguas entre lenguas entre lengüitas
glissando glosolalias
un organelo embrionario
siempre cambiante
cuyo desarrollo nunca termina
protuberancia ajena a todo progreso
ajolote
casi lingual, casi ocular,
casi un tercer oído
para entrar en la microespuma
de la música de las esporas
PINOCHO O LA MÁQUINA DE NIÑOS

Son los niños los que inventan los juguetes. No se inventan juguetes para los niños. Mientras que los
hombres se transformaron en inventores de herramientas, los niños devienen cada vez creadores de
juguetes, porque a diferencia de las herramientas, los juguetes no están referidos a un propósito ulterior
que puedan cumplir de una vez por todas, sino que acontecen cada vez singulares —toda partida, todo
movimiento de juego es “único”. Todos los niños inventan varios juegos en los que devienen juguetes: es
a partir de ese éxtasis que pueden crear juguetes, aliados de (su) devenir.

Para los adultos, los juguetes siempre serán solamente copias. Referidos automáticamente a un orden
trascendental, los supeditan al Modelo o primero de la serie, que funge de núcleo del sistema de valores
del mundo adulto. Por eso, la historia de Pinocho, tal y como nos es contada por los adultos, dice que
Pinocho es un artificio, un niño de madera, que desea convertirse en un niño de verdad. Los niños
sabemos que en Pinocho operan alianzas mucho más finas que las relaciones de verdad o realidad.
Sabemos, para partir, que Pinocho produce niños deslizantes, niños que esquivan los regímenes de
captura. Sabemos, también, que ese corte automático que se opera sobre Pinocho y lo relega al artificio
de la marioneta creada para entretención de los hombres, no puede cortar esa vasta conciencia de
madera que aflora en Pinocho: recuerda la fotosíntesis como una vida “anterior” aconteciendo
simultáneamente a su vida “presente”, imagina en la diversas configuraciones de sus células la velocidad
de extensión de las hierbas, sus sueños aparecen como una divina anomalía de la savia o como la
aglomeración de los sonidos de los movimientos de la savia en los árboles de un bosque, un zumbar casi
un rugido de silencios.

Todos esquivamos el recuerdo del final de la película donde Pinocho aparece ya como un niño real: lo
esquivamos porque se nos dice que es Pinocho y vemos y sabemos claramente que no lo es, que no
puede ser él. ¿Por qué? Porque sabemos que Pinocho es un niño cualquiera, y ese niño “real” que ahí nos
presentan, en ese final que precipitan, es un niño “genérico”: precisamente la clase de niño que sólo
puede producir la conjunción de la escuela, la familia, el Estado, etc. Pinocho, que era salvaje, un hervor
de posibilidades, es pasado por los filtros trascendentales del Hada Azul, y en un último instante de
pesadilla nos demuestran que nos quieren devorar en una imagen anodina de nosotros mismos: pero
nosotros somos en relación a la existencia un casi, y ninguna captura puede terminar de una vez y para
siempre con las intemperies que consistimos.

Si algo nos demuestra ese final atropellado de Pinocho del que hablamos, es el pavor a que las aventuras
de éste sean interminables, a que Pinocho se deslice una y otra vez de su supuesto propósito de
transformarse en un niño de verdad —incluso a que se deslice fuera de la misma película. Por eso,
decíamos, el ritmo vertiginoso y ya histéricamente pesadillezco con que la trama desemboca en la
transformación de Pinocho, refleja la dificultad de exterminar lo que llamaremos las máquinas de
creación de niños. Allí donde el Estado y sus instituciones, la familia, el mercado, producen puerilidades
codificadas, las máquinas de creación de niños crean a partir de lo incalculable, de los posibles, los
virtuales, de una infancia sin ulterioridad sino inmanente a sus infinitos mundos. Es esa inmanencia a la
creación de mundos la que siempre se ha buscado domesticar: los niños excedemos la política que se
restringe a la polis y los humanos, nos aventuramos por las políticas de las estepas, de las praderas, de los
archipiélagos, deambulamos por los ecotonos donde los humanos umbralan como un animal más.

Bataille se equivoca al tratar de comprender a los niños bajo conceptos como soberanía o transgresión.
Esos conceptos existirían sólo en relación a un orden adulto dado que, en definitiva, presta oídos sordos
a lo proteico y nómada que juega en los niños, eso en lo que se juegan los niños. Las expresiones de
libertad niñas no constituyen nunca una soberanía: son demasiado anárquicas como para constituirse. Se
inflan, se vuelven vastas, ondulan, llueven, irradian, corren, jadean, perfuman, eclosionan, soplan,
centellean. No se trata, como quería Bataille, de los niños contra los padres, ni siquiera se trata de los
niños contra el Estado o contra el mercado, porque, en definitiva, no se trata de los niños determinados
en relaciones binarias. Con Pinocho nos deslizamos velozmente de esos horizontes en aras de un aquí
que las instituciones disimulan y saturan sistemáticamente: el mundo. Habría que escribir alguna vez
una segunda parte de Pinocho, que en realidad sería la primera: sería en verdad un libro de aventuras en
el que Pinocho recorrería el mundo, un mundo sin confines, lleno, a su vez, de mundos.

Los niños estamos en una relación de juego con el mundo —en una alianza de juego.
Así como los poemas transcurren en la página en blanco, las aventuras de los juguetes y de los niños que
devienen juguetes transcurren en tiempos en blanco. Poemas y aventuras se conectan en la cuarta
dimensión. Con sus patas múltiples, iridiscentes, corren a través de los sueños del tiempo.

Para los niños que devienen juguetes, los juguetes son olas que alcanza su expansión, su euforia:
personajes, como él mismo, de un devenir, de toda una dimensión en devenir. Como los bodhisattvas de
mil mundos se congregaban en una Sri Lanka voladora, espumeante, compuesta de joyas, así los niños y
los juguetes se congregan en la creación de espaciotiempos. La revolución de las semillas es la revolución
de los niños: el nacimiento de un desde los nuevos mundos.

Pinocho navega entre innumerables islas: la isla de los juguetes, la isla de los jaguares, la isla de los
nautilos, la isla de los lotos, la isla de las libélulas, la isla de Idavöllr, la isla de los maniraptores, la isla de
los capibaras, la isla de los cavas, la isla de los grifos, la isla de los soles, la isla de las ballenas, la isla de
las abejas, la isla de los estorninos. Lejos de la escuela, de Gepetto y el Hada Azul, Pinocho ha devenido
kaweshkar, maorí. Su cuerpo tatuado de yubartas y delfines, navega una canoa o un cristal donde afloran
patrones haidas y escitas.
gatean,
reman,
nadan,
corren,
saltan,
se cuelgan de ramas,
rebotan,
aletean,
se estiran,
ondulan,
bullen,
se zambullen,
bullanguean,
se despliegan,
florecen todas a la vez,
estrelladas,
multicolores,
burbujas de jabón luminosas sobrevolando la antártica,
se tiran piqueros,
clavados,
vuelan volantines,
cometas de Sumpango,
suben escaleras invisibles,
se tropiezan,
se enredan,
enmarañan,
tocan sus pulmones como si fueran metalófonos,
se rascan,
entrechocan sus zapatos,
revisan relojes que extraen de la nada,
sus pieles están llenas de bolsillos invisibles,
bracean,
galopan,
planean,
saltan de copa en copa,
se dan al raque,
hurgan entre la basura,
hacen hermosas tiendas en las estepas
y allí cocinan sus alimentos
y cantan
y se toman de las manos
y se mueven felices
contagiándose las risas
mientras el humo del fogón asciende
como la vía láctea
Entonces escuchamos openings de anime
y ya no tuvimos miedo
porque nos transformamos en parte
de un vasto y divino cristal de amor
y las palabras salían como caricaturas
de nuestros vértices
en un flujo interminable
soñamos con una enciclopedia hecha por niños
que no era una enciclopedia sino textos pariendo un mapa
todo trenzas y olas, olanes, flechas líquidas, sendas de la atmósfera,
soñamos que en ese mapa vivían animales experimentales,
animales improvisacionales,
los vimos componiendo sus cuerpos siguiendo ritmos imperceptibles,
ritmos de pulmones selva,
cuerpos como estepas deslizándose la una en la otra
haciendo espuma las direcciones,
animales nebulares, animales undosos,
animales multifacetados,
animales palindrómicos hechos por niños con la boca llena de estrellas,
las caras de los niños que escriben estos textos
son cenotes de baba y mocos infinitamente brillantes,
niños de cerebros rayados,
escribiendo en cortezas, en páginas de puro aliento,
en colmenas de cristal que emergen en los claros de los sueños,
niños deslizando sus pieles en las páginas
y las páginas deslizándose en las estepas
niños deslizándose en peces voladores
y peces voladores deslizándose en estorninos
y estorninos deslizándose en ratas
y ratas deslizándose en renos
y renos deslizándose en yubartas
y yubartas deslizándose en ánsares índicos
y ánsares índicos deslizándose en los vientos
y los vientos deslizándose entre esferas niñas
mundos niños
globos o burbujas
de una fiesta que se desliza entre nosotros
Quizá nuestros proyectos, nuestras aventuras, no sean otra cosa que deambular o vagabundear por esas
zonas álgidas, intensas, anómalas, que ocurren entre las hablas: esos litorales que germinan, esos
manglares que brotan: que dicen como una Antártica de nuevo tropical: o nautilos volando entre las
nubes. Quizás nuestras aventuras sean una búsqueda a pata pelada de esos ríos de hablas que viajan por
la atmósfera: esos caminos de lenguaje por los que corren todos: salirse, un día de primavera, de la
lamentable escuela de la humanidad y con los compañeros emprender una carrera por los ríos de las
hablas ancestrales y futuras: las piedras que desnudan sus sonidos como vastos lagos de tiempo: las
zarzamoras, ahí, brotando una mermelada salvaje, una mermelada de la que nacerá un cielo. Nuestras
aventuras, por las que se cuelan una y otra vez las caricaturas, como acentos, como golpes glotales, son
esas miríadas de preguntas que se internan en la corriente de la vida: ¿cómo cantar?: ¿cómo cantar un
campo?: ¿cuál es la fragancia de un campo que se despliega?: ¿cómo suenan las intemperies?: ¿cuál es el
himno de la clorofila?.
AVENTOORAS

Niños cósmicos, ácratas


niños improvisacionales
eso hablamos en nosotros
ningún niño real, ningún niño biográfico,
nada de niños escolares, niños familiares,
sino niños nómadas

atravesarse de peces voladores,


cometas, bisontes,
estorninos, esporas,
pétalos de cerezo u hojas de ficus religiosa
atravesarse de ideogramas virtuales
glifos autótrofos
atravesarse de laboratorios o nebulosas las lenguas

no ser sujeto de experiencias


sino crear entre intemperiencias

nube peregrinal
colibrí que vibra en varias selvas simultáneamente
nenúfar evaporándose en la lluvia
o loto sin contornos al amanecer
caminos que corren en los pechos de los niños:
colisionadores de ánimulas
las estrellas de los niños son las estrellas fugaces
que rayan su viaje intenso en el cielo
entre las constelaciones codificadas:
cuando otras constelaciones,
preformales,
preconstelaciones, dinámicas
estelares,
se mueven en las mareas de los corazones,
cuando la espuma florece,
cuando nuevas estrellas salen de las yurtas de la luz
cuando sus hocicos brillan y espumean
y sus crines silban un silbido de cristal
cuando las estrellas se lanzan al galope
al trote de las saigas
los niños hacemos fluir nuestras huellas
borramos las referencias
soltamos amarras
singlamos al azar

no hay mapa
sino experimentos de imaginario en los recorridos
en los desplazamientos
experimentos de imaginario
en conjunto con la intemperie:
intemperiencias
praderas
estepas

Nuestras bocas se alargan


eclosionan en hocicos
nuestra carrera erguida se transforma en galope cuadrúpedo
y hay algo también natatorio, también volador en nuestra velocidad.
Un nosotros es un juego
el maíz de oro
un movimiento plural
los voladores de Papantla
los volantines de Sumpango
los enjambres, las manadas
cascadas y ríos
archipiélagos y manglares
un nosotros es sotobosque
es dosel nebular
un nosotros son las estrellas
cuando hacen ríos
en el cielo nocturno
y resuena la voluntad de vagar

como colmenas de cristales


flujos, ríos, torrentes de vidas viajando
a través de océanos y cielos sin forma
un dragón desnudo lloviendo horizontalmente
sabiduría e inocencia
nieves o playas que caminan niños multicolores
la estridulación es el ritmo de los avenires
nubes o plancton peregrinando
las caricaturas estirándose
nuestros espíritus o espiritrompas estirándose
a través de las estepas verdes
de las estepas doradas
cosurgimiento de las intemperiencias
cuerpos que devienen músicas para crospolinizar
auras que vuelan y soplan y pasan entre los cuerpos beldiciendo
gaya ciencia de las irradiaciones
¡júbilo!
las dunas en nuestros corazones cantan
oran su arena
se corren a playas incandescentes
vibrátiles litorales licuándose en aventuras
desmelenamientos y polipodias
lanzarse a los caminos, praderas y campos
dormir entre el ritmo inmenso de los ríos-estrellas
ser esos niños minúsculos
esos animálculos moviéndose
entre los pastizales agitados por los vientos que han atravesado los desiertos
hacer oasis, soplar palmeras
hacerse el entre costa y oleaje con el cielo
mover continentes verdes
o verdear archipiélagos
músicas del bosque desenrollando sus frotamientos
los silbidos de la luz
a través del corazón
la luz caminando cuadrúpeda

un niño-avestruz
se convierte en compañero de camino
apareciendo como un rizo errante en el poema
como un perro y un sol
haces de luz pulsando un nuevo bosque

las caravanas nutren loca la nube


volamos entre letras por donde se asoman
incalculables corazones

templos de los dientes de león

helechos o ríos o estrellas donde chapotean los niños dioses, los pirigüines
sus nubes voladoras
oratorias
las islas flotantes
canoas donde van los pequeños dioses
a las fiestas de los poblamientos

ningún poblamiento
fue un al fin poblar
sino
fuera de principios y finales
arreciando entre los medios
un crear tribus incesantes, fluidas
un viaje
un pasar por
abriendo poros por doquier
un viaje leyendo un enjambre de flechas singlando su covibrar

lanzámonos

nunca empezamos
no había, para partir, una casa de la que fugarse
era un oleaje continuo
un licuar litorales
un verterse en sendas evaporatorias
entregarse a la adireccionalidad de las olas
monzones, huracanes, corazones sin dónde
dragones viajando de una lluvia a otra
ampliando un corazón sin singular
una invitación donde reverberan todos sin secretos

lanzámonos

interréinicos
nebulares
ondulatorios
transduciendo
burbujeando los labios elementales
las costas temporales
nosotros zarpámonos
nadámonos intensamente
chorreándonos
escarceando oceanolalias
niños-fluviales
mero en el hervidero
donde las polipercepciones afloran
en la fusión de río y risa y relámpago
en un infinito nacer de olas
en un mandala que nunca concluye su forma
que nunca cesa de viajar su forma, su vacío,
reverberante y líquido
como una marea de hospitalidad
allí, en cualquier lugar
una posada medusal
eternamente fluida
constantemente licuando
el punto de encuentro de los caminos
en una melena marina
que bulle las lejanías
en una concha
en una cóclea
de corrientes oceánicas

lanzámonos calatos
culebreando a lo vasto
lanzámonos anonimizándonos
haciéndonos briznas de hierba
o filamentos de oleaje
hebras de aire
flexibles y sin punto
de médulas chorreantes
fluctuantes y florescentes
tetradimensionales
crispándonos en cristales
donde como olas coreamos corazones de puro coruscar
Si Oswald
the lucky rabbit
me llamara
yo iría
a su encuentro
en una llanura iluminada
entre dos árboles
o una lluvia de animales
de otro mundo en este
si Oswald
luchito rabbit
me llamara
yo iría
con la carne toda baile
a trenzármele
hasta que de los dos no quedara
sino un canto
y luego
el tremolar de un nuevo silencio
Te transformaste en un castillo inflable
pero no eras un castillo
sino un Bugs Bunny inmenso
y entramos en una de tus bocas
y al fondo había un jardín
que se llamaba Edén
y era una piscina de pelotas plásticas de colores
abriéndose como semillas
antes de que Mickey Mouse fuera Mickey Mouse
era una pradera
un atolón naciendo
las arenas a las que llegan
nuevos seres de las estrellas
Los ojos de Dumbo florecen
abandonan la tristeza que les dibujaron
se vuelven puro asombro
colina
nube
río en la atmósfera
ozono en flor
cada caricatura medita
y con los siglos va tornándose hermosa
y la hierba comienza a crecer sobre su piel
y su piel se vuelve una pradera
donde viajan caricaturas
que de la posición erguida
pasan a un arrebato cuadrúpedo
y cantan de la pura felicidad
de lo que se vuelve vasto
y vacuo
LA PEREGRINACIÓN DE LAS CARICATURAS

primero escuchamos su flauta

y se serenaron nuestros cuerpos


y se extinguió nuestra locura
y se despejó nuestro corazón

lloramos al sentir
nuestros músculos dañados
por la dureza
del frenesí

por primera vez


en mucho tiempo
sentimos nuestros músculos
y eran como
husos de hebras de luz
o dulces y almidonados
tubérculos de color
atravesados
por un más íntimo aliento

y sentimos
también
el tiempo
el sol de los días
y el sol de los años
y las lunas de los meses
sentimos
las praderas
y las llanuras del tiempo
los ríos del tiempo
las islas
del tiempo
entrelazadas
por vientos
ríos de polen
y semillas
y aves migratorias

lo sentimos
burbujear
entre los vivientes
y desde los vivientes
lo sentimos
llover para todos
los que brotamos del caudal
y asomamos desde allí un ser
lo sentimos llover
inspirarnos un germinar

nosotras
las caricaturas
—cantamos—
también estamos vivas
también nadamos
en el tiempo
como a través
de una flor
cuyo rastro
sólo puede seguir
el corazón del corazón

primero escuchamos
su flauta
esa brisa de primavera

luego escuchamos
como chajchas
y un paso
de ritmo viajero
a veces
caminar-meditación
y otras
trote de amor

chajchas
chasquido
de semillas
de nubes
de arco iris
de plantas y flores
de canciones

así te vimos aparecer


Kokopeli
asomando
tus antenas
así llegaste
Kokopeli
sonando tu flauta
tu hato
de semillas, arcoiris y guaguas
a la espalda

así llegaste
a nuestra aldea
entonces loca
entonces ciega
entonces estancada
en tráfago y frenesí

así llegaste
viento de primavera
lluvia de innúmerable brotar
fuente y don de nacer
2

vengan conmigo
—nos dijo—

no les he traído
semillas
para que las planten en su aldea:
transfórmense en semillas
y vengan conmigo

no les he traído
niños ni canciones:
háganse niños
vuélvanse canciones
y vengan conmigo

—así nos dijo


y con su voz brotaban
los arco iris
del cielo y de la tierra
poniendo al mundo al unísono

no supimos cómo
o siempre estuvimos esperando
esa llamada

no supimos cómo
fue acaso inmediato
brisa o chapoteo
en el curso del corazón

y así saltamos
y nos metimos
en el saco que llevaba a su espalda
nube o joroba
donde nos tornamos
guagua
semilla
silencio que va a parir canción
3

Caminando cruzó Kokopeli


el Océano Pacífico
caminando como a través
de los desiertos y las
grandes llanuras
y a medida que avanzaba
que se adentraba en Asia
fue plantándonos

Bimbo fue sembrado


en Kōyasan
centro de una flor
de ocho pétalos
allí florecerá
en el samadhi de Kūkai
como un cedro
que crece la respiración de Maitreya

Oswald fue sembrado


en las sabias montañas de Fukui
donde se alza
Eihei-ji,
en el zazen de Dōgen
como el caminar de las montañas
como el agua de las vías de los Budas
allí florecerá
tal cual
las montañas son las montañas
y las aguas son las aguas

Flip fue sembrado


junto al lago Biwa
allí florecerá
al graznar un cuervo
en la libertad de Ikkyū
como una nube loca
que se extiende
por los mil millones de mundos

Betty Boop fue sembrada


en el monte Jogye
allí florecerá
en Jinul
en un zorro recién nacido
que ruge igual que el león

Bugs Bunny fue sembrado


en la Montaña Helada
allí florecerá
entre las cumbres
entre las blancas nubes
en Han Shan
alto
salvaje
e ilimitado
en la vía
de la no-mente

Gasparín fue sembrado


en el Monte Ta Yu
allí florecerá
sin polvo acumulado
ni espejo ni árbol
en Hui Neng

Dumbo fue sembrado


en Dunhuang
entre las cuevas de los mil Budas
y la Montaña de Arenas Cantoras
allí florecerá
en el caminar de Xuanzang
cargando
vacuidad
bajo su parasol

Micky Mouse fue sembrado


en la Cordillera de Pamir
o Congling
allí florecerá
en el baile
de Bodhidharma
con una sola sandalia
y sin párpados
Clarabelle fue sembrada
en una isla en medio del Ganges
allí florecerá
en Ananda
sin derramar
una sola gota
de su
rostro original

Felix fue sembrado


en el Monte Kukkutapada
allí florecerá
en la flor blanca
en la sonrisa
de Mahākāshyapa

ya sembrados
regados por toda Asia
Kokopeli nos dijo:

—ustedes, como
la niña dragón,
han dado
sin pestañear
su perla
¡florezcan!
sean en el abrirse
de las flores innumerables
dedicándose
como Kannon
Guanyi
Avalokiteshvara
a ayudar a todos los seres
así
honren con sus raíces a las montañas
honren con su libertad a los ríos
honren con su compasión
al dragón que llueve sobre todos por igual
honren con su corazón abierto
los 48 votos
del Buda Amitābha
¡florezcan!

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