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AVENTOORAS
Dedicado a:
Felipe Becerra
por los pequeños reinos
Agustín Hidalgo
Alonso Gordillo
y Yaxkin Melchy
por el camino que
a partir de ahora
se abre
como una flor
"Pero la pared izquierda era lo que transformaba la guarida de Penn en un reino. Allí, iluminada por dos
lámparas altas, resplandecía su obra maestra. La larga pared de cemento estaba blanqueada del piso al
cielo raso y encima, en brillantes y lustrosos colores perfilados en negro, había cientos de personajes de
caricatura de todos los tamaños, inclinados en ángulos abruptos, superponiéndose, habitando en los ojos
y narices de los demás, todos amontonados como si los hubieran volcado desde una caja enorme, pero
formando a la distancia un vasto diseño abstracto. Era una visión desaforada, un intrincado mapa del
febril y paciente cerebro de Penn. Había una enorme cabeza de Pluto con su hocico anaranjado y su
nariz negra y redona y sus ojos altos, con una oreja erguida y otra ladeada; al aproximarse se veía un
Bugs Bunny en miniatura en su nariz, con su zanahoria anaranjada y verde. El Pájaro Loco y el Súper
Ratón bailaban en un círculo con los sobrinos del pato Donald y Popeye con Wimpy, Dopey y Sneezy,
mientras Dumbo sobrevolaba con el tío Patilludo en su espalda y otro sobrino de Donald flotaba en el
extremo de un paraguas. Había cientos de ellos, mejor dicho miles, encimados en el centro de una
brillante pista de circo, rodando desde trapecios cuyas cuerdas subían a ninguna parte; montados en las
espaldas y sombreros de los demás, vaciando los bolsillos de otros; remando en bote, subiendo escaleras,
saltando de ventanas llameantes, algunos tan pequeños que sólo los reconocíamos cuando Penn nos
prestaba su lupa; y mezcladas con las verdaderas caricaturas estaban las creaciones de Penn, pequeños
Plutos con cabeza de Krazy Kat, un elefante cuya trompa erguida se convertía en el pescuezo de una
jirafa, un reloj sonriente que se había tragado un avestruz, una mosca aristocrática con bastón y
monóculo. Mientras mirábamos su obra maestra, resultado de dos años de trabajo (y todavía
inconclusa), Penn nos miraba en lánguido silencio, rompiendo su pose altanera sólo para señalar, con
voz monótona, alguna maravilla que habíamos pasado por alto, como una diminuta hilera de veinte
Donalds, uno de los cuales era diferente de todos los demás. Pero no pudo reprimir cierta emoción
cuando señaló una pequeña ballena que flotaba en la pupila de un enorme ojo; sentado encima del
chorro, claramente discernible a través de la lupa, estaba Penn con su camisa rayada y sus pantalones
marrones"
"And here, as we can see, it's as if that very game of 'becoming something else' is now 'becoming the
impossible'"
meses
interminables estuvimos en un hospital
(un hospital simultáneamente en ruinas, en construcción, una maqueta de hospital, un
hospital en expansión incesante, incontenible, devorador, un hospital sin límites)
(aunque en los hospitales no existan ni el día ni la noche ni su resonancia: un hospital
donde sonaban día y noche los derechos del niño)
tal que desconocedores de nuestro estado y situación: como sitiados,
tal que atendidos por ciempiés con caras de niños que se retorcían y enroscaban por los pasillos
a través de ventanas que por fuerza imaginábamos, veíamos los paisajes de la nieve o una hoja en blanco
plagándose de puntuaciones, de pueblos, de pululaciones, latidos y pulsaciones de los posibles, poemas
de los imposibles, parasoles, dimensiones paralelas, partos, divinos partos a ras de hierba
en el cretácico superior aparecieron las flores, las hierbas, los insectos polinizadores
por más que la fijeza, por más que la rutina, por más que el control
estamos contagiándonos de multitudes
vimos el hospital
desde donde el hospital no era
lo vimos y era una construcción fuera de cualquier mundo
en el colapso o deuda infinita de los mundos
en una eterna, recursiva referencia
crédito y cáncer de las representaciones
caminamos
jauriamos
deambulando
las atravesamos
no fugitivos
nómadas
— un grito relampagueando
a través de la boca de un mudo,
el sonido que hace un cuervo sin voz—
1
“Living on the earth, with a cosmic sense, but living on the earth”, Kenneth White, Elements of Geopoetics.
Nos ponemos en juego de una hospitalidad cósmica que construye sus mapas a través de poemas,
ecósferas.
El mundo de la infancia será aniquilado por la intemperie de la niñez, esa planicie esplendente
que los nórdicos llamaron Idavöllr.
LAS CARICATURAS
cuando todavía
no se había impuesto
económicamente
el uso del celuloide
los animadores dibujaban
en un mismo plano
las caricaturas y los paisajes (aún no "fondos")
una misma
continuidad de cambio
ritmada
un medio
protoplásmico
(un plano de inmanencia)
—en los mundos de las caricaturas
todo es viviente
animado (animación <-> animismo)
pasa
de una forma a otra y luego a otra
en un fluir constante
las caricaturas no son
las resultantes de un proceso de individuación
sino una procesualidad incesante,
indefinidamente individuándose
como quien tantea con el discurso
achoclonando gerundios
como proponiéndose una búsqueda sin búsqueda
una torrentosa retahíla de resultados que varían
cuerpos casi cuerpos corpúsculos
murmullos
blandas ánimulas
borbores protoplásmicos
fluir de formas fluir de florescencias
trances proteicos
olas de caricaturas
infinitas formas animalescentes del fuego caricatural
nubes
ciclones
brisas y borrascas caricaturantes
un plano
una opalescente gelatina
siempre casi y siempre menos
menos que cuerpos menos que almas
procesuales, virtuales
siempre estirándose o apachurrándose
multiplicándose a cada golpe
a cada corte
nunca consistiendo esqueleto
solamente ritmos
transformarse en una cosa y luego en otra
existir sólo en tanto velocidades
sólo intensamente espumeando
ni humanas, ni objetos ni animales
lo que de pronto cobra o encabrita vida
un agitamiento anomal
manadas que mueven un nombre propio
que sólo es un grupo de globos
que se inflan en letras
de un cumpleaños sin cumpleañero
aquí y allá
simultáneamente surgen
van y vienen del tintero
aquí y allá aparecen moviéndose
en la persistencia de la imagen
insistiendo anarquías
en la forma
en la perspectiva
en los
intercambios
en los cuerpos
en los movimientos
se estiran y se apachurran y rebotan
rebotan
y es un carnaval rebotar
aquí y allá
por doquier
surgen simultáneamente
anónimas
sin psicología
sin interioridad
cintilantes superficies
sin lecho ni bastidores
sin historia
consistentes tan sólo
en movimientos
en ciclos
¡bucles! de movimientos
caricaturas cualesquiera
que no son nadie
que son unas nadas
que se mueven
que mutan
que irradian
que contagian
que sin centro celebran y extasían
sin fijar rostro ni cuerpo
modos múltiplemente expresivos
de la gelatina
red
y protoplasma
en el deslizarse
através de los latires del lisor
las caricaturas son manadas
de dioses
de búfalos
de antílopes
chamánicas manadas
recorriendo
la blanca beringia de la pantalla
Felix el gato es un chamán
al transformar
un signo de interrogación
en patines
para deslizarse por el hielo
y de la prehistoria sembrarse
dando giros y piruetas
en el plano sin historia
pleno de acontecimientos
Más allá de las colinas de nieve está el colegio de los amigos imaginarios
una
Aurora
Boreal
“La infancia es siempre una forma de ponerse fuera de alcance, de subvertir la lógica adulta mediante la
rapidez de sus desplazamientos”
Los niños que caminan en la nieve presencian las migraciones de los animales: los caribús, los lobos, los
petreles, los págalos, los lemmings, los osos polares, los bueyes almizcleros, los zorros y los pingüinos.
Ven, creen ver, fabrican un ver manadas de mamuts a lo lejos. Mamuts enormes, de varias decenas de
metros de alto, avanzando entre la niebla de las lejanías. Las lejanías que se multiplican por todas partes
en la nieve. No indiferenciada, la nieve es ondulante, musical, vibrante de atolones energéticos. Por su
superficie escarcea un alba sin principio ni final, un alba en la que alguien está escribiendo
simultáneamente en todas las flores del tiempo.
Los niños que arrastran su trineo de cristal por la nieve, los niños que van dejando huellas cada vez más
de pezuña en la nieve, cada vez más ritmos de trote, de bosque desplazándose, esparciéndose, un
centelleo cuadrúpedo e hirsuto, lanudo, un jadeo de crines escarchadas. Iridiscentes velocidades, los
niños que devienen animal y trineo en las lomas nevadas, que se lanzan como chorros a rodar y a rodar
hasta volverse bolas de nieve explotan blanco sobre blanco, blanco floreciendo en el blanco, blanco
gritando, blanco a carcajadas blancas, conejos salpicando las lenguas, sus hexágonos, sus huracanes de
copos y papilas.
3.
El gerundio es el tiempo de los dioses, o la nieve es el tiempo de los dioses. Templos nevados donde
resuenan voces de niños de diversas épocas o pétalos. Templos donde los niños crean juegos. Templos
abandonados en islas donde ya no hay humanos y prosperan los venados. Islas, y venados haciendo
reverencias al sol que brota del mar y sus libros de espuma. Islas, y venados haciendo reverencias a la
luna llena que dispara nubes de esporas de luz. Pastizales bioluminiscentes, y una luna con cornamenta
transparente, enorme, de varios miles de kilómetros, un sueño de ópalos maduros abriéndose solos,
repletos de azúcar.
Soy un niño que creía en dios pero se lo comió una casa de mil y un raíces. Hace poco, en la entrada de
un temazcal o un iglú, vi un ojo de dios, y pensé por primera vez en mucho tiempo en el amor de dios,
en un panal del que no cesa de brotar la miel.
4.
nevazón de un innominal
borrasca
los millones de oídos en el oído saltan por doquier cuando la nieve anega
libres para trazar en las direcciones cuales quieran sus nuevas vidas, sus ritmos, sus velas,
el sol azul que han visto nacer en sus sueños durante miles de años, ese sol azul que ha devenido verde,
oleajes, aromas que caminan en los bosques de las montañas, entre la niebla, los helechos y la luz que
brota
de las huellas de los venados
5.
fronteras en la nieve
fronteras invisibles,
imperceptibles
al pasarnos deslizando
en bolsas de basura, en neumáticos,
nieves
jugando
amando
7.
|ZOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!!!!!!!!!
¡¡¡¡PAFFFF!!!!!
DAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
TOOOOOOOOING!!!!
TOING-TOING! TOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOING!
Son los niños los que inventan los juguetes. No se inventan juguetes para los niños. Mientras que los
hombres se transformaron en inventores de herramientas, los niños devienen cada vez creadores de
juguetes, porque a diferencia de las herramientas, los juguetes no están referidos a un propósito ulterior
que puedan cumplir de una vez por todas, sino que acontecen cada vez singulares —toda partida, todo
movimiento de juego es “único”. Todos los niños inventan varios juegos en los que devienen juguetes: es
a partir de ese éxtasis que pueden crear juguetes, aliados de (su) devenir.
Para los adultos, los juguetes siempre serán solamente copias. Referidos automáticamente a un orden
trascendental, los supeditan al Modelo o primero de la serie, que funge de núcleo del sistema de valores
del mundo adulto. Por eso, la historia de Pinocho, tal y como nos es contada por los adultos, dice que
Pinocho es un artificio, un niño de madera, que desea convertirse en un niño de verdad. Los niños
sabemos que en Pinocho operan alianzas mucho más finas que las relaciones de verdad o realidad.
Sabemos, para partir, que Pinocho produce niños deslizantes, niños que esquivan los regímenes de
captura. Sabemos, también, que ese corte automático que se opera sobre Pinocho y lo relega al artificio
de la marioneta creada para entretención de los hombres, no puede cortar esa vasta conciencia de
madera que aflora en Pinocho: recuerda la fotosíntesis como una vida “anterior” aconteciendo
simultáneamente a su vida “presente”, imagina en la diversas configuraciones de sus células la velocidad
de extensión de las hierbas, sus sueños aparecen como una divina anomalía de la savia o como la
aglomeración de los sonidos de los movimientos de la savia en los árboles de un bosque, un zumbar casi
un rugido de silencios.
Todos esquivamos el recuerdo del final de la película donde Pinocho aparece ya como un niño real: lo
esquivamos porque se nos dice que es Pinocho y vemos y sabemos claramente que no lo es, que no
puede ser él. ¿Por qué? Porque sabemos que Pinocho es un niño cualquiera, y ese niño “real” que ahí nos
presentan, en ese final que precipitan, es un niño “genérico”: precisamente la clase de niño que sólo
puede producir la conjunción de la escuela, la familia, el Estado, etc. Pinocho, que era salvaje, un hervor
de posibilidades, es pasado por los filtros trascendentales del Hada Azul, y en un último instante de
pesadilla nos demuestran que nos quieren devorar en una imagen anodina de nosotros mismos: pero
nosotros somos en relación a la existencia un casi, y ninguna captura puede terminar de una vez y para
siempre con las intemperies que consistimos.
Si algo nos demuestra ese final atropellado de Pinocho del que hablamos, es el pavor a que las aventuras
de éste sean interminables, a que Pinocho se deslice una y otra vez de su supuesto propósito de
transformarse en un niño de verdad —incluso a que se deslice fuera de la misma película. Por eso,
decíamos, el ritmo vertiginoso y ya histéricamente pesadillezco con que la trama desemboca en la
transformación de Pinocho, refleja la dificultad de exterminar lo que llamaremos las máquinas de
creación de niños. Allí donde el Estado y sus instituciones, la familia, el mercado, producen puerilidades
codificadas, las máquinas de creación de niños crean a partir de lo incalculable, de los posibles, los
virtuales, de una infancia sin ulterioridad sino inmanente a sus infinitos mundos. Es esa inmanencia a la
creación de mundos la que siempre se ha buscado domesticar: los niños excedemos la política que se
restringe a la polis y los humanos, nos aventuramos por las políticas de las estepas, de las praderas, de los
archipiélagos, deambulamos por los ecotonos donde los humanos umbralan como un animal más.
Bataille se equivoca al tratar de comprender a los niños bajo conceptos como soberanía o transgresión.
Esos conceptos existirían sólo en relación a un orden adulto dado que, en definitiva, presta oídos sordos
a lo proteico y nómada que juega en los niños, eso en lo que se juegan los niños. Las expresiones de
libertad niñas no constituyen nunca una soberanía: son demasiado anárquicas como para constituirse. Se
inflan, se vuelven vastas, ondulan, llueven, irradian, corren, jadean, perfuman, eclosionan, soplan,
centellean. No se trata, como quería Bataille, de los niños contra los padres, ni siquiera se trata de los
niños contra el Estado o contra el mercado, porque, en definitiva, no se trata de los niños determinados
en relaciones binarias. Con Pinocho nos deslizamos velozmente de esos horizontes en aras de un aquí
que las instituciones disimulan y saturan sistemáticamente: el mundo. Habría que escribir alguna vez
una segunda parte de Pinocho, que en realidad sería la primera: sería en verdad un libro de aventuras en
el que Pinocho recorrería el mundo, un mundo sin confines, lleno, a su vez, de mundos.
Los niños estamos en una relación de juego con el mundo —en una alianza de juego.
Así como los poemas transcurren en la página en blanco, las aventuras de los juguetes y de los niños que
devienen juguetes transcurren en tiempos en blanco. Poemas y aventuras se conectan en la cuarta
dimensión. Con sus patas múltiples, iridiscentes, corren a través de los sueños del tiempo.
Para los niños que devienen juguetes, los juguetes son olas que alcanza su expansión, su euforia:
personajes, como él mismo, de un devenir, de toda una dimensión en devenir. Como los bodhisattvas de
mil mundos se congregaban en una Sri Lanka voladora, espumeante, compuesta de joyas, así los niños y
los juguetes se congregan en la creación de espaciotiempos. La revolución de las semillas es la revolución
de los niños: el nacimiento de un desde los nuevos mundos.
Pinocho navega entre innumerables islas: la isla de los juguetes, la isla de los jaguares, la isla de los
nautilos, la isla de los lotos, la isla de las libélulas, la isla de Idavöllr, la isla de los maniraptores, la isla de
los capibaras, la isla de los cavas, la isla de los grifos, la isla de los soles, la isla de las ballenas, la isla de
las abejas, la isla de los estorninos. Lejos de la escuela, de Gepetto y el Hada Azul, Pinocho ha devenido
kaweshkar, maorí. Su cuerpo tatuado de yubartas y delfines, navega una canoa o un cristal donde afloran
patrones haidas y escitas.
gatean,
reman,
nadan,
corren,
saltan,
se cuelgan de ramas,
rebotan,
aletean,
se estiran,
ondulan,
bullen,
se zambullen,
bullanguean,
se despliegan,
florecen todas a la vez,
estrelladas,
multicolores,
burbujas de jabón luminosas sobrevolando la antártica,
se tiran piqueros,
clavados,
vuelan volantines,
cometas de Sumpango,
suben escaleras invisibles,
se tropiezan,
se enredan,
enmarañan,
tocan sus pulmones como si fueran metalófonos,
se rascan,
entrechocan sus zapatos,
revisan relojes que extraen de la nada,
sus pieles están llenas de bolsillos invisibles,
bracean,
galopan,
planean,
saltan de copa en copa,
se dan al raque,
hurgan entre la basura,
hacen hermosas tiendas en las estepas
y allí cocinan sus alimentos
y cantan
y se toman de las manos
y se mueven felices
contagiándose las risas
mientras el humo del fogón asciende
como la vía láctea
Entonces escuchamos openings de anime
y ya no tuvimos miedo
porque nos transformamos en parte
de un vasto y divino cristal de amor
y las palabras salían como caricaturas
de nuestros vértices
en un flujo interminable
soñamos con una enciclopedia hecha por niños
que no era una enciclopedia sino textos pariendo un mapa
todo trenzas y olas, olanes, flechas líquidas, sendas de la atmósfera,
soñamos que en ese mapa vivían animales experimentales,
animales improvisacionales,
los vimos componiendo sus cuerpos siguiendo ritmos imperceptibles,
ritmos de pulmones selva,
cuerpos como estepas deslizándose la una en la otra
haciendo espuma las direcciones,
animales nebulares, animales undosos,
animales multifacetados,
animales palindrómicos hechos por niños con la boca llena de estrellas,
las caras de los niños que escriben estos textos
son cenotes de baba y mocos infinitamente brillantes,
niños de cerebros rayados,
escribiendo en cortezas, en páginas de puro aliento,
en colmenas de cristal que emergen en los claros de los sueños,
niños deslizando sus pieles en las páginas
y las páginas deslizándose en las estepas
niños deslizándose en peces voladores
y peces voladores deslizándose en estorninos
y estorninos deslizándose en ratas
y ratas deslizándose en renos
y renos deslizándose en yubartas
y yubartas deslizándose en ánsares índicos
y ánsares índicos deslizándose en los vientos
y los vientos deslizándose entre esferas niñas
mundos niños
globos o burbujas
de una fiesta que se desliza entre nosotros
Quizá nuestros proyectos, nuestras aventuras, no sean otra cosa que deambular o vagabundear por esas
zonas álgidas, intensas, anómalas, que ocurren entre las hablas: esos litorales que germinan, esos
manglares que brotan: que dicen como una Antártica de nuevo tropical: o nautilos volando entre las
nubes. Quizás nuestras aventuras sean una búsqueda a pata pelada de esos ríos de hablas que viajan por
la atmósfera: esos caminos de lenguaje por los que corren todos: salirse, un día de primavera, de la
lamentable escuela de la humanidad y con los compañeros emprender una carrera por los ríos de las
hablas ancestrales y futuras: las piedras que desnudan sus sonidos como vastos lagos de tiempo: las
zarzamoras, ahí, brotando una mermelada salvaje, una mermelada de la que nacerá un cielo. Nuestras
aventuras, por las que se cuelan una y otra vez las caricaturas, como acentos, como golpes glotales, son
esas miríadas de preguntas que se internan en la corriente de la vida: ¿cómo cantar?: ¿cómo cantar un
campo?: ¿cuál es la fragancia de un campo que se despliega?: ¿cómo suenan las intemperies?: ¿cuál es el
himno de la clorofila?.
AVENTOORAS
nube peregrinal
colibrí que vibra en varias selvas simultáneamente
nenúfar evaporándose en la lluvia
o loto sin contornos al amanecer
caminos que corren en los pechos de los niños:
colisionadores de ánimulas
las estrellas de los niños son las estrellas fugaces
que rayan su viaje intenso en el cielo
entre las constelaciones codificadas:
cuando otras constelaciones,
preformales,
preconstelaciones, dinámicas
estelares,
se mueven en las mareas de los corazones,
cuando la espuma florece,
cuando nuevas estrellas salen de las yurtas de la luz
cuando sus hocicos brillan y espumean
y sus crines silban un silbido de cristal
cuando las estrellas se lanzan al galope
al trote de las saigas
los niños hacemos fluir nuestras huellas
borramos las referencias
soltamos amarras
singlamos al azar
no hay mapa
sino experimentos de imaginario en los recorridos
en los desplazamientos
experimentos de imaginario
en conjunto con la intemperie:
intemperiencias
praderas
estepas
un niño-avestruz
se convierte en compañero de camino
apareciendo como un rizo errante en el poema
como un perro y un sol
haces de luz pulsando un nuevo bosque
helechos o ríos o estrellas donde chapotean los niños dioses, los pirigüines
sus nubes voladoras
oratorias
las islas flotantes
canoas donde van los pequeños dioses
a las fiestas de los poblamientos
ningún poblamiento
fue un al fin poblar
sino
fuera de principios y finales
arreciando entre los medios
un crear tribus incesantes, fluidas
un viaje
un pasar por
abriendo poros por doquier
un viaje leyendo un enjambre de flechas singlando su covibrar
lanzámonos
nunca empezamos
no había, para partir, una casa de la que fugarse
era un oleaje continuo
un licuar litorales
un verterse en sendas evaporatorias
entregarse a la adireccionalidad de las olas
monzones, huracanes, corazones sin dónde
dragones viajando de una lluvia a otra
ampliando un corazón sin singular
una invitación donde reverberan todos sin secretos
lanzámonos
interréinicos
nebulares
ondulatorios
transduciendo
burbujeando los labios elementales
las costas temporales
nosotros zarpámonos
nadámonos intensamente
chorreándonos
escarceando oceanolalias
niños-fluviales
mero en el hervidero
donde las polipercepciones afloran
en la fusión de río y risa y relámpago
en un infinito nacer de olas
en un mandala que nunca concluye su forma
que nunca cesa de viajar su forma, su vacío,
reverberante y líquido
como una marea de hospitalidad
allí, en cualquier lugar
una posada medusal
eternamente fluida
constantemente licuando
el punto de encuentro de los caminos
en una melena marina
que bulle las lejanías
en una concha
en una cóclea
de corrientes oceánicas
lanzámonos calatos
culebreando a lo vasto
lanzámonos anonimizándonos
haciéndonos briznas de hierba
o filamentos de oleaje
hebras de aire
flexibles y sin punto
de médulas chorreantes
fluctuantes y florescentes
tetradimensionales
crispándonos en cristales
donde como olas coreamos corazones de puro coruscar
Si Oswald
the lucky rabbit
me llamara
yo iría
a su encuentro
en una llanura iluminada
entre dos árboles
o una lluvia de animales
de otro mundo en este
si Oswald
luchito rabbit
me llamara
yo iría
con la carne toda baile
a trenzármele
hasta que de los dos no quedara
sino un canto
y luego
el tremolar de un nuevo silencio
Te transformaste en un castillo inflable
pero no eras un castillo
sino un Bugs Bunny inmenso
y entramos en una de tus bocas
y al fondo había un jardín
que se llamaba Edén
y era una piscina de pelotas plásticas de colores
abriéndose como semillas
antes de que Mickey Mouse fuera Mickey Mouse
era una pradera
un atolón naciendo
las arenas a las que llegan
nuevos seres de las estrellas
Los ojos de Dumbo florecen
abandonan la tristeza que les dibujaron
se vuelven puro asombro
colina
nube
río en la atmósfera
ozono en flor
cada caricatura medita
y con los siglos va tornándose hermosa
y la hierba comienza a crecer sobre su piel
y su piel se vuelve una pradera
donde viajan caricaturas
que de la posición erguida
pasan a un arrebato cuadrúpedo
y cantan de la pura felicidad
de lo que se vuelve vasto
y vacuo
LA PEREGRINACIÓN DE LAS CARICATURAS
lloramos al sentir
nuestros músculos dañados
por la dureza
del frenesí
y sentimos
también
el tiempo
el sol de los días
y el sol de los años
y las lunas de los meses
sentimos
las praderas
y las llanuras del tiempo
los ríos del tiempo
las islas
del tiempo
entrelazadas
por vientos
ríos de polen
y semillas
y aves migratorias
lo sentimos
burbujear
entre los vivientes
y desde los vivientes
lo sentimos
llover para todos
los que brotamos del caudal
y asomamos desde allí un ser
lo sentimos llover
inspirarnos un germinar
nosotras
las caricaturas
—cantamos—
también estamos vivas
también nadamos
en el tiempo
como a través
de una flor
cuyo rastro
sólo puede seguir
el corazón del corazón
primero escuchamos
su flauta
esa brisa de primavera
luego escuchamos
como chajchas
y un paso
de ritmo viajero
a veces
caminar-meditación
y otras
trote de amor
chajchas
chasquido
de semillas
de nubes
de arco iris
de plantas y flores
de canciones
así llegaste
a nuestra aldea
entonces loca
entonces ciega
entonces estancada
en tráfago y frenesí
así llegaste
viento de primavera
lluvia de innúmerable brotar
fuente y don de nacer
2
vengan conmigo
—nos dijo—
no les he traído
semillas
para que las planten en su aldea:
transfórmense en semillas
y vengan conmigo
no les he traído
niños ni canciones:
háganse niños
vuélvanse canciones
y vengan conmigo
no supimos cómo
o siempre estuvimos esperando
esa llamada
no supimos cómo
fue acaso inmediato
brisa o chapoteo
en el curso del corazón
y así saltamos
y nos metimos
en el saco que llevaba a su espalda
nube o joroba
donde nos tornamos
guagua
semilla
silencio que va a parir canción
3
ya sembrados
regados por toda Asia
Kokopeli nos dijo:
—ustedes, como
la niña dragón,
han dado
sin pestañear
su perla
¡florezcan!
sean en el abrirse
de las flores innumerables
dedicándose
como Kannon
Guanyi
Avalokiteshvara
a ayudar a todos los seres
así
honren con sus raíces a las montañas
honren con su libertad a los ríos
honren con su compasión
al dragón que llueve sobre todos por igual
honren con su corazón abierto
los 48 votos
del Buda Amitābha
¡florezcan!