Prácticas

funerarias y
arquitectura
en tiempo y
espacio

Antonio Benavides Castillo

y Ricardo Armijo Torres
eds.

Publicaciones de la
Universidad Autónoma de Campeche
Mtra. Adriana del Pilar Ortiz Lanz
Rectora de la Universidad Autónoma de Campeche

Lic. Gerardo Montero Pérez

Secretario General

Lic. Manuel Sarmiento Morales

Coordinador General de Asesores

Lic. Delio Ricardo Carrillo Pérez

Director General de Difusión Cultural

Dr. Benjamin Otto Ortega Morales

Director General de Estudios de Posgrado e Investigación

Dr. William Follan Higuins

Coordinador General del Centro de Estudios Históricos y Sociales

“Prácticas funerarias y arquitectura en tiempo y espacio”

es una publicación de la Universidad Autónoma de Campeche.

D.R. Universidad Autónoma de Campeche

Primera Edición 2014.

Editores:
Antonio Benavides Castillo
y Ricardo Armijo Torres

Coordinación General: Lic. Delio R. Carrillo Pérez

Portada: Figurilla silbato procedente de Comalcalco, Tabasco,

recuperada en un contexto funerario en 2011.
Foto de Luis Martínez, Proyecto Arqueológico Comalcalco.

Diseño Editorial: Signum / Lic. Ramón Arcila Heredia

Arte Digital: Hilver Antonio Lara Novelo

   

 
    

ISBN:
 ÍNDICE

Introducción

Prácticas funerarias en Tabasco: de las culturas

prehispánicas a los indígenas yokot´an del siglo XXI.
Miriam Judith Gallegos Gómora y Ricardo Armijo Torres

Arquitectura menor y sistemas constructivos de dos sitios

preclásicos de la costa de Villamar, Campeche.
Vicente Suárez Aguilar y Heber Ojeda Mas

Tres tumbas en la Acrópolis de Bonampak,

Chiapas, México.
Alejandro Tovalín Ahumada, José Adolfo Velázquez de León Collins y
Javier Montes de Paz

Análisis de los contextos funerarios del sitio prehispánico

de Opichén (V Etapa), Mérida, Yucatán.
Rafael Burgos, Oana Del Castillo, Yoly Palomo y Sara Dzul

Prácticas mortuorias en la región del Río Candelaria.

Una visión preliminar desde El Tigre, Campeche.
Ernesto Vargas Pacheco

Salvamentos arqueológicos en la región

de los Chenes, Campeche.
Sara Novelo Osorno y Antonio Benavides Castillo

El Castillo de Tulum: historia de un edificio.

María José Con Uribe y Mónica López Portillo Guzmán

Bibliografía
El Castillo de Tulum: Historia de un edificio

EL CASTILLO DE TULUM:
HISTORIA DE UN EDIFICIO
EDIÆCIO
A NUESTRO QUERIDO AMIGO
ALEJANDRO MARTÍNEZ MURIEL

MARÍA JOSÉ CON URIBE Y

MÓNICA LÓPEZ PORTILLO GUZMÁN
CENTRO INAH QUINTANA ROO

114

Situadas sobre un gran risco
natural en la costa oriental de
la península de Yucatán, una
cincuentena de construcciones
llevaron originalmente como
nombre Tzamá, cuyo significado es “mañana” o
“amanecer”, ya que el nombre de Tulum con el
que se le conoce en nuestros días, se le daría en
Prácticas funerarias y arquitectura en tiempo y espacio
el siglo XIX. Las protege una muralla por los tres
lados de tierra y se comunica con el mar a través
de una pequeña playa donde se abre el risco
(Figura 1).
Este sitio surge y se desarrolla entre los
siglos XII y XVI y durante el Postclásico tardío
forma parte de un asentamiento mayor con el
Figura 1. Vista del
Castillo sobre la orilla
del risco y la pequeña
playa, único acceso
desde el mar.
115
 El Castillo de Tulum: Historia de un edificio
Figura 2. Una de las sitio de Tancah distante 5 km al norte, el cual
primeras imágenes
conocida del Castillo remonta sus inicios al Preclásico Tardío. Se
realizadas por
puede suponer que estos dos sitios conocidos
Frederick Catherwood y
SXEOLFDGDVHQ como Zamá-Xamanzamá formaron una unidad
política más amplia (Lothrop, 1924; Martos,
2007). Por otra parte, es muy probable que
Tulum haya sido uno de los puertos comerciales
de importancia en la costa oriental de Yucatán
durante el Postclásico Tardío, momento en el que
un intenso comercio marítimo de cabotaje unía
el Golfo de México con el de Honduras.
Figura 3. Perspectiva
principal del sitio, situado en una posición
privilegiada y bautizado por John L. Stephens
(1963) como “El Castillo” porque eso le pareció
al verlo desde el barco. La construcción se alza
majestuosa dándole la espalda al mar, pero
dominando por completo el entorno y a la vez
sirviendo de atalaya o punto de referencia para
navegantes (Figura 2). Este edificio que es el
más alto del sitio con 12 m se sitúa en el extremo
oriente del eje central del conjunto donde
forma parte de un segundo recinto más recluido
rodeado por un pequeño muro, que parece
haber constituido el núcleo y centro religioso
de la ciudad. Los edificios que conforman este
exclusivo espacio no son de grandes proporciones
(Figura 3).
El Castillo tuvo tres etapas constructivas
importantes: la más antigua, la que ahora
se considera la subestructura, consta de una
plataforma de dos cuerpos escalonados con
escalinata hacia el oeste que conducía a una
construcción tipo palacio con dos recintos o
galerías muy amplios. El primero de ellos, el
poniente, es un amplio recinto con dos hileras
paralelas de ocho columnas de capitel cuadrado,
que formaban los nueve accesos a este palacio,
GH6./RWKURS y ayudaban a sostener el techo plano que lo
que ilustra el espacio
De todas las de construcciones que
sagrado central de componen el asentamiento, una de ellas tuvo cubría. Una banqueta baja corre adosada a los
Tulum regido por el
Castillo. una relevancia especial. Nos referimos al edificio muros y en los muros norte y sur hay una ventila
cada uno. El recinto posterior tiene paredes de
mampostería, tres accesos y el mismo número de
ventilas hacia el este. La techumbre de este palacio
en sus extremos norte y sur no ha pervivido, pero
algunos fragmentos nos muestran el sistema
constructivo del techo plano a base de morillos
y la composición del recubrimiento (Figura 4).

En la segunda etapa constructiva,

agregan un núcleo sólido de mampostería que
cubre la parte central del edificio y se añade un
contrafuerte en la parte posterior. Sin embargo,
dejan un pasillo de media bóveda que respeta el
centro del muro del recinto posterior permitiendo
el uso y la comunicación entre los extremos norte

116
 Prácticas funerarias y arquitectura en tiempo y espacio

y sur de la subestructura, que para este momento

ya se habían convertido en recintos separados.
Al desplomarse el techo de los extremos de la
subestructura, se pierde casi por completo la
decoración de pintura y estuco modelado de las
paredes, pero gracias al pasillo que dejaron, una
buena parte de la pintura mural que decoraba el
muro central del adoratorio interno se conserva.
)LJXUD(QHVWDSODQWD
De la decoración que sobrevive en el muro se muestran las tres
etapas constructivas y,
del pasillo de la subestructura, se preservaron cómo lo que fueron dos
cuatro capas1 de aplanados superpuestos, las dos crujías, se convirtieron
en cuatro -c, d, e, f-
últimas con motivos polícromos antropomorfos, (Adaptado de Lothrop,
)HUQiQGH]
fitomorfos y zoomorfos, están pintados bajo una E
banda celeste (Figura 6). Los expertos coinciden
en señalar que se hace alusión a temas agrícolas
y celestes (Lothrop, op. cit., Fernández, 1945b, Finalmente, la última etapa constructiva
Miller, op. cit.), sin embargo discrepan en cuanto a de este edificio estaría representada por los dos
las fecha de ejecución, aunque de manera general santuarios laterales al norte y sur, al pie de la
podemos decir que pertenecen al postclásico escalinata (Figuras 4 y 5).4
(Miller, op. cit.; Lombardo, 1987).
Figura 5. El Castillo,
con el templo superior
y el texcatl –piedra de
Las reformas de la segunda etapa, también VDFUL¿FLRVDOIUHQWH

incluyeron la ampliación de la escalinata original

para llegar a lo alto, donde en la parte posterior
de la terraza alzaron un templo abovedado de
doble crujía, que mira hacia el poniente. Frente
al templo sobre la terraza superior colocaron
un texcatl (Figura 7). El pórtico lo forman dos
columnas2 con arquitrabes de piedra que en su
última etapa fueron reformadas adosándoles
cabezas de serpientes en la base y crótalos de
cascabel en el remate. Hoy ni crótalos ni cabezas
se conservan. Dentro de la primera crujía hay
colocadas lateralmente banquetas mientras
que en la segunda, la banqueta ocupa el muro Es sencillo imaginar cómo los navegantes
del fondo y los laterales3 (Figuras 4 y 5). La mayas pudieron haber utilizado al Castillo como
fachada del templo tiene doble moldura simple una especie de faro, y como punto de referencia
con tres nichos, el central con restos de un en la costa para enfilarse evitando encallar en
dios descendente incompleto lo mismo que el la oscuridad, o cuando la mar embravecía y era
personaje de pie del nicho norte, mientras que imposible ver la barrera arrecifal (Figura 1). Su
el nicho sur perdió por completo su decoración. posición se asocia a los llamados “quebrados” que
Las esquinas sur y norte llevan dos mascarones son los pasos naturales del arrecife y al parecer,
zoomorfos con tocados de plumas. las ventilas posteriores del edificio iluminadas,
1
Algunos diseños reportados por Miguel Ángel Fernández (1945b), han 3
El acceso de dintel remetido que comunica a las crujías estuvo decorado con
desaparecido. dos capas azules, enmarcado con líneas negras y al centro una figura rectangular
blanca, y en el muro posterior de la primera crujía una flor delineada en negro
2
Las columnas conservan dos capas de estuco, una de ellas bícroma con parecida a las representadas en las estructuras 5 y 16.
diseños en negro sobre azul. Miller considera esta pintura de menor calidad
en la manufactura y mucho más tardía, aventurándose a proponer incluso 4
El dintel remetido del santuario sur conserva restos de color azul.
que pudiese extenderse a tiempos coloniales (op. cit.: 60). Al respecto, otros
investigadores como Fettweis (1981) y Lombardo (1987), disienten y la
colocan en el Postclásico Tardío.
117
 El Castillo de Tulum: Historia de un edificio
)LJXUD6HUSLHQWH
representada en el muro
de la subestructura del
Castillo.
pudieran haber guiado de noche a través de ellos
(Romero, 1998). La Relación de Tzama parece
apoyar lo anterior:”Tengo dicho antes de ahora que
el dicho pueblo de Zama (Tzama) está en la costa de
mar y es mar brava y costa brava… y los navegantes
que vienen de Honduras de mar en fuera ven los cerros
que están [en] el dicho puerto de Zama y le llaman la
mesa de Zama” (Garza de la, op. cit.: 148).
La primera posible mención por escrito
que tenemos de Tulum, corresponde al año
1518 cuando Juan de Grijalva y su armada
cruzaron desde Cozumel y “descubrieron” lo que
pensaban era la isla de Yucatán. El capellán de
dicha armada Juan Díaz, acota en su diario lo
siguiente:
“...corrimos el día y la noche
por esta costa y al día siguiente,
cerca de ponerse el sol, vimos
118
muy lejos un pueblo o aldea tan
grande, que la ciudad de Sevilla
no podría parecer mayor ni mejor;
y se veía en él una torre muy
grande. Había en la costa muchos
indios con banderas que alzaba
y bajaban, haciéndonos señal de
que nos acercásemos” (Díaz de
Solís, 1858-1866, en Goñi,
op.cit.:24).
Tendrían que pasar sesenta años para
encontrar una nueva referencia, ahora en la
Relación de Tzama, del año 1579 donde Juan
Darreygosa tutor del encomendero escribe:
”…. El dicho pueblo está a una
altura de 18 grados y medio en
la costa nordeste-suroeste, y bate
la mar en el albarrada y edificios
del dicho pueblo y hechos en
tiempo antiguo y son unos cerros
muy altos que los indios hicieron a
mano que se llaman cus en lengua
de mayas, y entre ellos hay uno
que es mayor que todos los otros
y hecho a manera de fortaleza con
sus esquinas de piedra muy bien
labradas, y los naturales que son
vivos no saben dar ninguna razón
de quién los hizo ni para qué se
hicieron” (Garza de la, 1983:
(2):147-148 ).
En este párrafo encontramos una
referencia explícita a Tulum, y probablemente
al mismísimo Castillo, ya que se trata de la
construcción mayor y más visible desde el mar.
Para 1549 Tzamá tenía solo 88
tributarios, que equivaldrían a 400 habitantes,
y treinta años después Darreygosa reporta sólo
50 (Garza de la, op. cit.: 27). En el Catálogo de
Iglesias de 1582 aún aparece Tzamá, pero para
1668 la población que quedaba de Polé y Tzamá,
que solo sumaba 25 tributarios, fue trasladada
 Prácticas funerarias y arquitectura en tiempo y espacio

a Boloná y Chemax, posiblemente a causa de

las incursiones de piratas en la región (Con y
Jordán, 1992). Posterior a esa fecha es probable
que Tulum haya resurgido gracias al comercio y
contrabando con Belice, ya que aparece en un
mapa de 1766 como un puerto o torre vigía,
aunque en un mapa posterior de 1801 ya no
aparece (Roys, 1957:148).

La primera referencia moderna sobre

Tulum se debe a don Juan José Gálvez, quien
en 1840 lo menciona en una carta dirigida a
Juan Pío Pérez (Roys, op.cit.:148). Sin embargo,
la publicación del relato de los viajes de J. L.
Stephens ilustrados por Frederick Catherwood,
fue lo que realmente atrajo el interés de otros
exploradores por Tulum a esta región inhóspita y
desconocida, que tanto impactó a Stephens por
lo salvaje y solitario del lugar y porque tenía la
vegetación más impresionante que había visto.

Sobre el Castillo, Stephens describe

En 1847, pocos años después de la visita Figura 7. Fachada
emotivamente la magnificencia y solemnidad de del Castillo, con los
la cubierta vegetal que lo envolvía como un manto de Stephens, la península se vio envuelta en la elementos decorativos
en el friso y las
viviente, y rememora el primer sonido del hacha Guerra de Castas, estando las ruinas de Tulum esquinas.

al romper la quietud que había prevalecido por
tan largo tiempo. Así pues estos primeros viajeros
hacen del Castillo sus aposentos, tradición que
se extendería de explorador en explorador en
las siguientes décadas, cada uno evocando al
anterior.
Durante su corta estancia, exploran y
describen algunos edificios, particularmente
el Castillo, elaboran un primer plano de
Tulum y encuentran dos fragmentos de una
estela. La expedición toca a su fin a los tres
días, ahuyentados por los mosquitos que los
atormentaban día y noche y Stephens lo pone
en las siguientes palabras: “No ha habido aún un
filósofo, que pueda aguantar pacientemente un dolor
de muelas, y yo me aventuro a decir que el filósofo
encontraría que los mosquitos de Tuloom son peores que
un dolor de muelas”5 (Stephens, 1963:.273).
5
Traducción de las autoras.
muy cerca del corazón del territorio rebelde.
Varios años tuvieron que pasar antes de que
otros exploradores se aventuraran a llegar a estas
regiones, asoladas por los cruzoob.
Años después surge el culto de las cruces
parlantes que tenían como capital a Noh Cah Santa
Cruz Balam Nah (Carrillo Puerto). También
surgen otros centros menores o independientes
que tienen una jerarquía religiosa, su oráculo, y
un mando militar. Uno de ellos muy cerca de la
costa en el área de Tulum y cercano a las ruinas.
En 1863 al morir en manos de sus enemigos,
los caudillos de la iglesia maya de Santa Cruz,
el oráculo y sus servidores se establecen en la
Villa Grande de Santa Cruz Tulum. Se vuelve
entonces el oráculo de mayor importancia para
los rebeldes, en esta ocasión un hombre y una
mujer capitanearon el culto en la costa. Para
reconocer el carácter religioso y sagrado de las
ruinas, una cruz fue colocada en el santuario

119
 El Castillo de Tulum: Historia de un edificio
del Castillo y alimentaron la memoria del lugar
como umbral especial hacia el mundo externo,
hacia el pasado y el futuro (Sullivan, 2002).
El comercio con Honduras Británicas
por la extracción del palo de tinte, propició
que la región comenzara a abrirse ya que
ocasionalmente mandaban mercancías por mar
al norte de Tulum.
En 1887 Juan Peón Contreras personaje
impar y antiguo director del Museo Regional
de Yucatán, decide redimir a los mayas rebeldes
de Tulum, y va a predicar llevando regalos a los
jefes militares, religiosos, a la tropa, ofrendas a la
Santa Cruz de Tulum e incluso a la que estaba
en el Castillo. En un segundo viaje se casa con
la viuda de un jefe rebelde con lo que obtiene
el título de Gobernador del Castillo de Tulum y del
puerto de Tancah (Sullivan op.cit.).
Volviendo a los exploradores, en 1895
William Holmes llega en barco en una expedición
de científicos americanos, que no desembarcan
por miedo a la hostilidad de los rebeldes, pero
realiza varios bosquejos del Castillo desde el mar.
Ese mismo año un arqueólogo aficionado,
el doctor Fábregas de origen beliceño, desembarca
en Tulum junto con tres personas más. Iba con el
fin de sacar tesoros del Castillo. Al poco tiempo
de su arribo a la playa, los mayas rebeldes
aparecieron, lo condujeron al edificio y ahí le
dieron muerte. La misma suerte corrieron los
otros acompañantes que esperaron en la playa,
salvo un niño de nombre Juan Bautista Vega, al
que tomaron preso y quien al pasar de los años se
convertiría en Secretario de la Santísima Trinidad
Tres Personas, intérprete de las escrituras,
escribano y traductor de los cruzoob en la última
fase de la Guerra de Castas. El asesinato de
Fábregas, daría paso años después a numerosas
leyendas respecto a que el esqueleto encontrado
al pie del Castillo por Miguel Ángel Fernández
correspondía al del pobre doctor Fábregas.
120
En 1911 otro arqueólogo se atrevió a
desafiar la hostilidad de los mayas rebeldes, y fue
George Howe acompañado por William Parmelee,
que como los previos investigadores llegaron
por mar. Howe busca y finalmente encuentra la
estela mencionada por Stephens, lo que atraería
a otros investigadores y en especial a Sylvanus
G. Morley, que llegaría dos años después. Entre
otras cosas hace una buena descripción del
Castillo y encuentra el pasaje bajo la escalinata
que no vio Stephens. La oscuridad del pasillo y
el hecho de que sus cerillos estuviesen mojados
le impidieron percatarse de la pintura en los
muros (Howe, 1911:549). Es claro que para este
momento el Castillo no muestra señales de haber
sido utilizado.
La primera expedición a Tulum en 1913,
duró cinco horas y estuvo a cargo de Sylvanus
G. Morley, que aunque aún no trabajaba para
la Institución Carnegie, estaba a la búsqueda
de nuevos monumentos jeroglíficos y fechas.
Buscaba la estela descubierta por Stephens y
fotografiada por Howe, que no encontraron en
esta ocasión. Jesse Nussbaum, su acompañante,
menciona cómo tuvieron que abrirse camino a
punta de machete por lo espeso de la selva, pero
se percataron que cerca del Castillo un sector se
encontraba limpio de vegetación por las visitas
constantes de los mayas al templo. Esto nos
indica que en el transcurso de estos dos años, el
edificio fue vuelto a usar como santuario por los
mayas rebeldes aunque no se mencionan cruces
al interior.
En 1916 Morley regresó acompañado
por Samuel K. Lothrop y Thomas W. Gann, la
expedición duró 4 días en los cuales finalmente
encontraron la estela. Morley quiso pasar la
noche en el Castillo por el solo hecho que
Stephens lo había hecho 75 años antes, aunque
Gann pensaba que Morley en realidad prefería
arrostrar los peligros que significaban los mayas
rebeldes antes que dormir en el barco que lo
mareaba. Dos años después, contra los deseos de
 Prácticas funerarias y arquitectura en tiempo y espacio

Gann que prefería la playa, volverían a utilizar

el Castillo como habitación. En esa ocasión no
fueron los mosquitos la molestia, como sucedió
con Stephens, sino las hormigas.

La última expedición de la Carnegie a

Tulum fue en 1922, duró varias semanas y estuvo
conformada por Morley, Gann, Lothrop y Oliver
Ricketson. Lo primero que hallaron fue que el área
del Castillo había sido despejada recientemente y
en la cámara interior les aguardaba una sorpresa: Figura 8. Ceremonia
llevada a cabo en el
interior del templo del
“Lo habían barrido y sobre un &DVWLOORODUH]DGRUD
banco, puesto una pequeña cruz era una mujer (Tomado
de Gann, 1927).
de madera de 16 o 18 pulgadas
de altura, pintada de azul con En la visita que Gregory Mason y
algunas figuras. Era una cruz Herbert Spinden efectuaron en 1926 a Tulum,
pequeña, vestida con hipil6 solo mencionan haber encontrado en el Castillo
bordado con punto de cruz a la que cenizas de copal pero ninguna cruz (Mason,
los mayas reverenciaban, ya que 1927). Al regreso de Gann a Tulum en ese mismo
frente a ella encontraron gotas de año, los indígenas fueron a realizar la ceremonia
cera blanca, amarilla y rosada” que le habían ofrecido hacer años atrás para que
(Morley, 1922 en Goñi, op. la viera. Pasaron al cuarto interior del Castillo,
cit.:119). donde todos fueron sahumados con pom9,
prepararon atados de ramas de jabín10, tazones de
Esta fue la primera ocasión en que Morley
pozol con miel y velas, que colocaron alrededor
y su equipo tuvieron contacto con los rebeldes
de la cruz. Todos se arrodillaron y comenzó el
mayas, puesto que sólo el Príncipe William de
rezo (Figuras 8 y 9). Gann se sorprendió al ver
Suecia en 1920 había gozado de ese privilegio.
que la rezadora era una mujer, que era la única
Los insurrectos aparecieron en varias que sabía los rezos. La ceremonia comenzó con
ocasiones con la intención de vigilarlos y saber
lo que estaban haciendo, además de rezar en el Figura 9. Indios de
Castillo. Una semana después regresan junto Tulum escuchando
un fonógrafo frente
con Paulino Caamal7 y una guarnición entera de al templo del Castillo
después de la ceremonia
Chumpón8, para indagar sobre las intenciones (Tomado de Gann,
de los arqueólogos, pues pensaban que estaban 1927).

talando árboles para construir allí un pueblo

para los mexicanos. La reunión terminó
satisfactoriamente cuando Morley les explicó
que estaban haciendo estudios de las ruinas y les
mostró unas fotos. Al día siguiente 20 soldados
armados de Chumpón regresaron para orar en el
Castillo.

6
Huipil. 9
Resina aromática extraída del arbusto Bursera protium.
7
Jefe indio de Tulum. 10
Jabín o habim (Piscidia piscipula).
8
Chum Pom, Chumpón, Chun Pom. “Pueblo santo” del que entonces dependía
Tulum.

121
 El Castillo de Tulum: Historia de un edificio
Figura 10. Las tres
cruces pintadas en el
acceso al santuario del
Castillo (Tomado de
López Portillo, 2010).
oraciones católicas en español y continuó con
rezos y cantos en maya (Goñi op. cit.:151).
En 2009 López Portillo halló en las
jambas del acceso al santuario interior, (Figura
10) tres cruces rojas pintadas11. Aunque es difícil
determinar el momento exacto en que éstas
fueron plasmadas, caben dos posibilidades, una
que se hicieran en el siglo XIX cuando el templo
fue santuario de los mayas rebeldes y la Santa
Cruz se encontraba en el poblado de Tulum. La
otra es que se pintaran en los inicios del siglo
del siglo XX, cuando aún se seguía utilizando el
templo superior del Castillo como santuario.
Para mediados de los años 30 el gobierno
federal quedó a cargo de la custodia de las ruinas
y era resguardado por el ejército que impedía la
entrada a las cámaras del Castillo. Sin embargo,
en 1935 Villa Rojas reporta que mayas de Tusik
y Xcakal acudían a adorar una pequeña cruz y a
encender velas (Villa Rojas, 1935: 51). También
en el mismo año, el teniente Zuulub visitó a
Morley en Chichén Itzá para pedirle intercediera
ante el gobierno para que alejara a los mexicanos
de sus puestos en las ruinas de Tulum, a dónde
él y otros mayas iban a veces en peregrinación.
La Expedición Científica Mexicana del
Sureste llegó en 1937, participaron numerosos
especialistas y arqueólogos como Miguel Ángel
Fernández, César Lizardi Ramos y Alberto
Escalona Ramos. El primero de ellos, apoyado
11
La cruz en la jamba norte tiene 67 cm de altura y 14 cm de anchura, otra en
la arista de 25 cm de altura y 15 cm de ancho. En la jamba sur la cruz mide: 61
cm de altura y 14 cm de anchura (López Portillo, 2010).
122
por el gobernador del territorio, el general Rafael
Melgar, realizó excavaciones y la reconstrucción
de Tulum. Uno de los primeros edificios
intervenidos, por supuesto, fue el Castillo.
Fernández y su equipo se instalaron en este
edificio, como previamente lo habían hecho
todos los exploradores. En la cámara interior
encontraron una crucecita de madera. El Castillo
se utilizó nuevamente como habitación y las
hormigas fueron de nueva cuenta una molestia,
lo mismo que le pasó a Morley en 1918, con
la añadidura, en esta ocasión, de un techo que
goteaba (Lizardi Ramos, 2004: 53-54).
Del Castillo, Fernández consolidó muros
y columnas, rehízo el techo en su totalidad,
reconstruyó la banqueta que rodea al edificio y
consolidó pinturas, estucos y ornamentos. Vació
la subestructura de escombro y consolidó muros
y pisos (Fernández, 1941, 1945a, 1945b). A un
lado del Castillo, encontró un esqueleto frente a
la estructura 9, el cual consolidó con cemento,
lo barnizó y cubrió con un cajón provisional.
Este hallazgo alentó los rumores locales de que
se trataba del arqueólogo aficionado, el doctor
Fábregas asesinado por los mayas rebeldes en
1895.
Michel Peissel, viajero que recorre la costa
de Quintana Roo en los años cincuenta del siglo
pasado, relata que mientras nadaba advirtió una
pequeña gruta al pie del acantilado, excavada en
la pared de la roca junto al barranco que baja
del Castillo. Era una especie de capillita que
albergaba cruces de madera (Peissel, 1966:129).
Por entonces, en la fiesta anual a las Cruces que
realizaban los mayas de Chan Santa Cruz, traían
a Tulum las tres cruces auténticas de Chan Santa
Cruz que guardaban en el poblado de Chunpom.
Durante los ocho días que duraba la fiesta iban a
las ruinas, donde hacían una corta ceremonia en
honor de las cruces colocadas en el acantilado, al
pie del Castillo (Peissel, op. cit.: 137).
Así vemos cómo este edificio fue utilizado
por un período de tiempo más prolongado, que

rebasó la época prehispánica, ya que “revivió”
nuevamente a mediados del siglo XIX cuando
el Castillo empezó a ser usado como habitación
por los viajeros, exploradores y estudiosos de esa
época y es convertido en santuario- iglesia por los
actores de un conflicto social determinante para
la región, los mayas rebeldes de la Santa Cruz.
No sabemos con exactitud el momento
en que después del abandono de siglos vuelve a
dársele un carácter sagrado al Castillo ni si su uso
como santuario fue continuo, pero sí podemos
decir que al establecerse en 1863 el oráculo
de mayor importancia para los rebeldes en el
poblado de Tulum, cerca de las ruinas, reconocen
los rebeldes su sacralidad al colocar una cruz al
interior del edificio. En 1887 José Peón Contreras
le ofrendó regalos a la cruz, y es cuando sabemos
de nuevo de su existencia dentro del Castillo.
Para 1911 Howe no menciona actividad
religiosa alguna. Son Nussbaum y Morley, en
1913, quienes mencionan las visitas de los
mayas al templo y que lo mantenían limpio de
vegetación. En las expediciones efectuadas por
Morley en 1916 y 1918 tampoco se cita el uso
como santuario y no es hasta su última visita,
en 1922, cuando encuentra una cruz vestida con
hipil y restos de cera de colores. En 1926 Mason
y Spinden solo encuentran cenizas de copal, pero
sin una cruz. En ese año los indígenas llevaron
Prácticas funerarias y arquitectura en tiempo y espacio
a cabo una ceremonia religiosa para Gann ante
una cruz en el santuario del Castillo (Figura
8). En 1935, aunque las ruinas de Tulum ya
habían quedado a cargo del INAH, apoyado por
el ejército que impedía la entrada al santuario
del Castillo, no fue obstáculo para que los mayas
de Tusik y Xcakal acudieran en peregrinación a
encender velas, como nos relata Villa Rojas. En
el mismo año, el teniente Zuulub que visita a
Morley en Chichén Itzá le pide que interceda
ante el gobierno para alejar a los mexicanos de
sus puestos en las ruinas de Tulum, a dónde él
y otros mayas iban a veces en peregrinación. La
última noticia que tenemos de una pequeña cruz
de madera en el Castillo es la proporcionada
por la Expedición Científica Mexicana del
Sureste en 1937. Las peregrinaciones hacia
Tulum, seguirían en los años 50, pero en esta
ocasión hacia una pequeña capilla en la roca del
acantilado del Castillo, a honrar unas cruces de
madera colocadas en su interior.
Hoy en día, lo que en otros momentos fue
un importante santuario y lugar de peregrinación,
se ha convertido en un icono turístico y comercial.
Las modernas “peregrinaciones” de miles de
personas al día ya no son de carácter religioso, no
celebran ni reconocen un pasado sagrado, sino
solamente la hermosa ubicación de esta ciudad
junto al mar y donde todos se quieren tomar una
foto.
Figura 11. El Castillo
de Tulum visto desde la
muralla oeste.
123
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