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FACULTAD: DERECHO

2018
Autor: GONZALES IPAGUIRRE
RESUMEN
En los últimos años se ha acentuado el llamado de los países a llevar a cabo políticas orientadas en
pro del desarrollo sostenible. Sin embargo, el término “Desarrollo”, se asocia exclusivamente al
tradicional “Desarrollo Económico”, como aquel objetivo al que los países anhelan por sobre todas las
cosas, aun cuando, sus acciones imprudentes e insensatas, pasen por encima de activos tan
importantes como lo son los recursos naturales con que cuentan.
Son muchos los ejemplos que evidencian que los objetivos planteados por el desarrollo económico, la
sociedad y la protección al medio ambiente van hacia caminos opuestos. Lo ideal es encontrar un
equilibrio en donde se alejen las incompatibilidades entre estos y se orienten las afinidades en pro de
alcanzar una meta con todos los atributos para el mejoramiento de una sociedad. Sin embargo, autores
como Huisingh (2006), consideran que las prácticas insustentables de las sociedades actuales
evidencian que los procesos llevados a cabo frente al ambiente aún son escasos y que se está lejos
de alcanzar una sustentabilidad.
Es por esto que Álvarez (2009) plantea que para mantener cada uno de los mecanismos necesarios
para impulsar la “sustentabilidad”, las organizaciones, gobiernos, autoridades fiscales, reguladores de
mercados y otros agentes, necesitan contar con información útil y creíble. En tal sentido, no resulta
trivial hablar de este concepto que trata de relacionar la complejidad entre economía y medio ambiente,
economía y ecología y, de manera más estricta, desarrollo económico y medio ambiente.

INTRODUCCION
Muchos sistemas naturales que sirven de base para la economía, la vida y el bienestar humano en
todo el planeta sufren una rápida degradación, y su futuro depende de una acción rápida, radical y
creativa para conservar y utilizar sosteniblemente la variedad de vida en la Tierra. Esta es la principal
conclusión de la última evaluación del estado mundial de la diversidad biológica y de las repercusiones
de su continua pérdida para la humanidad. La tercera edición de la Perspectiva Mundial sobre la
Diversidad Biológica 3 (Global Biodiversity Outlook 3), elaborada por el Convenio sobre la Diversidad
Biológica, concluyó que, a pesar de los esfuerzos realizados desde 2002, el mundo no ha alcanzado
su objetivo de lograr una reducción significativa del ritmo de pérdida neta de diversidad biológica antes
de 2010.
Es más, según nos previene dicho documento, las principales presiones causantes de la pérdida de
biodiversidad no solo son constantes sino que, además, en algunos casos se están intensificando. El
informe nos recuerda que el funcionamiento de los ecosistemas de los que dependemos para obtener
alimentos y agua dulce, para disfrutar de buena salud y de espacios de esparcimiento y para estar
protegidos frente a catástrofes naturales está basado en la diversidad biológica.
Su pérdida también nos afecta cultural y espiritualmente, siendo todo ello esencial para nuestro
bienestar. Este documento de reflexión de referencia internacional señala que el reto de proteger y
mejorar la gestión de la diversidad biológica sigue estando vigente. En este sentido, se constata que
muchas economías siguen sin apreciar el enorme valor de la diversidad de animales, plantas y demás
formas de vida, ni su papel en el funcionamiento de los ecosistemas que garantizan un futuro sostenible
para la humanidad. En este sentido, la Comisión Europea, en su comunicación sobre la “Estrategia de
la UE sobre la biodiversidad hasta 2020: nuestro seguro de vida y capital natural”, vuelve a incidir en
que la biodiversidad, “nuestra biodiversidad”, constituye también un elemento fundamental de nuestro
patrimonio natural, y uno de los servicios ecosistémicos más importantes.
Así, la pérdida de la biodiversidad se convierte en la mayor preocupación medioambiental a escala
planetaria. Dentro de la Estrategia 2020 UE se apuesta por reforzar el conocimiento científico como
base para la correcta toma de decisiones, instando a los estados miembros a completar las carencias
de información y a actualizar los datos científicos para la elaboración de las políticas ambientales
adecuadas. Además, se debe incidir en el desarrollo social y económico de las comunidades locales,
garantizando el futuro de las generaciones venideras, y favoreciendo su participación en las políticas
de protección y mejora de la biodiversidad, para lo cual es fundamental potenciar programas de
divulgación, formación y sensibilización.
La biodiversidad contempla la riqueza biológica de todos los ecosistemas, especies y genes que nos
rodean, y representa un factor crucial del patrimonio natural cuyos servicios ecosistémicos garantizan
nuestro bienestar. Así, los diversos componentes ecosistémicos, sus interacciones y funciones
favorecen una óptima calidad de vida, tanto individual como colectiva, asegurando servicios básicos
de primera necesidad (agua potable, alimentos naturales,…).
Por tanto, los bienes y servicios de los ecosistemas son un pilar fundamental de las economías locales,
ya que tienen un alto potencial de generación de empleo y bienestar social. Consecuentemente, las
políticas de protección y gestión de la biodiversidad se deben enfocar desde una perspectiva de gestión
integrada, centrada en los procesos biofísicos determinantes de la integridad ecológica de los
ecosistemas, tanto dentro como fuera de los espacios protegidos, y en la puesta en valor de la
biodiversidad como elemento clave para el impulso de modelos de desarrollo sostenible. El Convenio
de Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica reconoce que la protección y mejora de la
biodiversidad responde a un interés común de toda la humanidad y tiene una importancia crítica para
satisfacer sus necesidades básicas.
Derivado de los compromisos adquiridos con dicho Convenio, la Unión Europea se marca como
objetivo principal para el año 20201 detener la pérdida de biodiversidad y la degradación de los
servicios de los ecosistémicos, así como restaurarlos en la medida de lo posible, incrementando al
mismo tiempo la contribución de la UE a la lucha contra la pérdida de biodiversidad mundial. Sus seis
objetivos prioritarios son:

 Intensificar los esfuerzos para proteger las especies y los hábitats.

 Mantener y restaurar los ecosistemas y sus servicios.

 Vincular los objetivos de biodiversidad a los ámbitos políticos de la UE más pertinentes: agricultura,
silvicultura y pesca.

 Luchar contra las especies exóticas invasoras.

 Intensificar la contribución de la UE para evitar la pérdida de biodiversidad en todo el mundo. El Plan


Estratégico del Patrimonio Natural y la Biodiversidad 2011-2017, aprobado por el Real Decreto
1274/2011, de 16 de septiembre, en aplicación de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio
Natural y de la Biodiversidad, y asumiendo el Convenio de Naciones Unidas sobre la Biodiversidad
Biológica, se plantea las siguientes metas:

 Disponer de los mejores conocimientos para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad y


los servicios de los ecosistemas.

 Proteger, conservar y restaurar la naturaleza en España y reducir sus principales amenazas. 


Fomentar la integración de la biodiversidad en las políticas sectoriales.  Conservar la biodiversidad
global y contribuir al alivio de la pobreza en el mundo.

 Promover la participación de la sociedad en la conservación de la biodiversidad y fomentar su


concienciación y compromiso.

 Mejorar la gobernanza ambiental para la conservación de la biodiversidad.

 Contribuir al crecimiento verde en España.

 Movilizar los recursos financieros de todas las fuentes para alcanzar los objetivos de conservación
de la biodiversidad. Atendiendo a objetivos estratégicos más cercanos, la Estrategia de Biodiversidad
de la CAPV 2009-2014 plantea:
Preservar y mejorar las áreas importantes para la biodiversidad.

 Conservar y restaurar la biodiversidad más allá de las áreas protegidas.

 Integrar la biodiversidad en otras políticas.

 Disponer del mejor conocimiento científico para la toma de decisiones.


El Territorio Histórico de Bizkaia cuenta con 113 especies de flora vascular, amenazada (Catálogo
Vasco de Especies Amenazadas), de las cuales 28 especies están catalogadas como en peligro de
extinción. En cuanto a la fauna vertebrada, son 122 las especies incluidas en alguna de las categorías
de protección del Catálogo, de las cuales destaca el visón europeo, en peligro de extinción en el País
Vasco y en Peligro Crítico a escala global. Sobre todas ellas acechan diversas amenazas, como
pueden ser el desconocimiento de la distribución real, la destrucción del hábitat por cambios de usos
o la presencia de especies alóctonas invasoras. Bizkaia tiene un 26,5% de la superficie catalogada
como hábitat de interés comunitario, un 8,2% como espacio natural y un 18% como espacio Red Natura
2000. Por lo tanto, hay mucho territorio con importantes valores naturales que se localizan fuera de
figuras de protección y de sus planes de gestión. A partir de esta situación, el Departamento de Medio
Ambiente de la Diputación Foral de Bizkaia elabora este documento para dar respuesta a los objetivos
internacionales, estatales y autonómicos, y a los compromisos adquiridos en el Programa Bizkaia 21.
Se establece así una estrategia que define líneas estratégicas dirigidas a conseguir unos objetivos
concretos, priorizando acciones de gestión que doten de una mejor eficacia y eficiencia en la toma de
decisiones para proteger, restaurar y poner en valor la biodiversidad del Territorio. En definitiva, se
busca no sólo evitar la pérdida neta de biodiversidad, sino favorecer y crear las condiciones para una
ganancia neta de la misma. La estrategia propone las acciones que se acometerán en los años
sucesivos, en concreto en los próximos cinco años (2015-2020).
.

CUERPO
Al abordar la cuestión de la protección del medio ambiente desde un punto de vista económico
podríamos destacar básicamente dos corrientes: el de los economistas ortodoxos sobre la valoración
del medio ambiente y el del desarrollo sostenible. - Los defensores del primer enfoque ( economía
ambiental) entienden que se debe proteger el medio ambiente en la medida en que el valor que éste
tiene para nosotros exceda al coste de su preservación. En definitiva, la forma racional de tomar
decisiones económicas con respecto al medio ambiente es comparar los costes y beneficios de
acciones alternativas apoyándose en los deseos e intereses objetivamente mensurables de personas
vivas y accesibles que nos revelan sus preferencias medioambientales.
Básicamente pueden hacerse dos objeciones a este enfoque: 1) el problema de su medición,
especialmente en lo referente a las estimaciones sobre los beneficios derivados de una medida de
protección ecológica, y 2) su carácter antropocéntrico y atemporal que mide el valor del medio ambiente
únicamente en función de lo que éste brinda a los seres humanos de la generación presente. - Por su
parte, la perspectiva del desarrollo sostenible (economía ecológica) pretende superar esta última
limitación lo que implicaría que el medio ambiente debería protegerse en grado tal que las “capacidades
medioambientales”1 se mantengan a lo largo del tiempo, como mínimo a niveles suficientes para evitar
la catástrofe futura (“versión mínima de sostenibilidad), y como máximo a niveles que les den a las
futuras generaciones la oportunidad de disfrutar una medida igual de “consumo medioambiental”2
(versión máxima de sostenibilidad).
El concepto de desarrollo sostenible conlleva tres consideraciones: - Integra las consideraciones
medioambientales en la toma de decisiones de la política económica - Incorpora un elemento de
equidad intergeneracional o solidaridad diacrónica que implica no solo la creación de riqueza y la
conservación de los recursos, sino su justa distribución entre las generaciones presentes y futuras
garantizando que las capacidades de la naturaleza perduren en el tiempo. - Supone mejorar
cualitativamente la base económica mediante una relación de materia-energía que esté dentro de la
capacidad regeneradora y asimilativa del ecosistema.
Eso supone entender, como veremos más adelante, que el concepto de “desarrollo” no significa
simplemente crecimiento. “Crecer” significa aumentar de tamaño con adición o asimilación de material,
“desarrollar” significa expandir potencialidades, llegar gradualmente a un estado más completo, lo cual
supone tener un medio ambiente más protegido. Antes de atender a la operatividad de este enfoque
es necesario precisar varias objeciones al concepto de desarrollo sostenible entendido como el
mantenimiento de las capacidades medioambientales: La primera de ellas es que la protección de los
intereses de las generaciones futuras puede variar en función del espacio geográfico en cuestión
especialmente grave en los países menos desarrollados donde la supervivencia inmediata de la
presente generación puede estar efectivamente en conflicto con la de las futuras.
Otras clase de objeción es que no sabemos si las generaciones futuras apreciarán positivamente tener
el mismo nivel de “riqueza medioambiental” que nosotros a costa de haber rebajado la producción de
riqueza total por haber evitado una mayor degradación del medio ambiente. Finalmente, se enfrenta a
la limitación del crecimiento demográfico. Si la población crece constantemente, lo que querrán las
futuras generaciones será un nivel creciente de capacidad medioambiental y no uno similar al nuestro.
Por lo tanto, el grado de cumplimiento de la sostenibilidad acabará dependiendo no sólo de la medición
de la capacidad ambiental sino también de las proyecciones de crecimiento poblacional.
El enfoque del desarrollo sostenible pretende garantizar las capacidades de reproducción de la biosfera
atendiendo a los siguientes criterios operativos: - Principio de la recolección sostenible: las tasas de
recolección de los recursos renovables (suelo, especies silvestres, bosques, ecosistemas marinos,etc)
deben ser iguales a las tasas de regeneración de estos recursos. - Principio del vaciado sostenible: es
cuasi-sostenible la explotación de recursos naturales no renovables cuando su tasa de vaciado sea
igual a la tasa de creación de sustitutos renovables.
Asimismo la cuasi-sostenibilidad de los recursos no renovables no solo dependerá de la cantidad de
recursos sustitutivos sino también de la cantidad demandada de aquellos y de las posibilidades de
reutilización o reciclado. - Principio de emisión sostenible: las tasas de emisión de residuos o tasas de
descargas deben ser iguales a las capacidades naturales de asimilación o tasas de absorción de los
ecosistemas a los que se emiten esos residuos (lo cual implica emisión cero de residuos acumulativos
o no biodegradables) - Principio de irreversibilidad cero: reducir a cero las intervenciones acumulativas
y los daños reversibles
Principio de selección sostenible de tecnologías: han de favorecerse las tecnologías que aumenten la
productividad de los recursos (el volumen de valor extraído por unidad de recurso) frente a las
tecnologías que incrementen la cantidad extraída de recursos (eficiencia frente a crecimiento).
La operatividad de estos criterios se basan en la posibilidad de hacer efectiva su medición asegurando
que la actividad económica no excede estos límites a través de su plasmación en objetivos de políticas
públicas. No obstante, en la práctica estos criterios se enfrentan básicamente a dos limitaciones: 1- No
pueden obviarse las interacciones y retroalimentaciones que tienen lugar tanto en el comportamiento
impredecible de la naturaleza y en sus funciones como en las sociedades humanas.
Así, el agotamiento de los recursos puede reducir las capacidades de absorción de residuos, o la
contaminación del aire o del agua puede ser causada por varias descargas diferentes de residuos que
actúan combinadamente. Asimismo, no es posible predecir el ritmo y la naturaleza de los progresos
técnicos futuros o la capacidad de absorción de desechos de los ecosistemas. 2- El problema de la
escala de referencia para aplicar los criterios de sostenibilidad.
Así, dependiendo de que determinados efectos negativos sobre el medio ambiente tengan un impacto
global (ej: emisiones de CFCs, dióxido de carbono, etc) o más local la aplicación de estos criterios será
diferente. Por tanto, la sostenibilidad por sí sola es insuficiente como principio para la toma de
decisiones: siempre queda el interrogante en materia de distribución sobre qué áreas deben escogerse
para regenerar recursos o desarrollar sustitutivos afrontando la existencia de límites y fronteras
administrativas. No obstante, estas limitaciones no invalidan el carácter operativo de los anteriores
principios.
A pesar de no disponer de información perfecta sobre estos aspectos, el enfoque de la sostenibilidad
es factible siempre y cuando se establezcan unos “estándares mínimos de seguridad” que no
descuiden los previsibles efectos negativos sobre el medio ambiente aplicando lo que se denomina
como principio de precaución

CONCLUSIONES
Conceptualmente el crecimiento económico está representado por incrementos en la Renta Nacional
o en el Producto Nacional Bruto, en cambio el desarrollo económico sostenible implica algo más amplio.
El desarrollo económico sostenible podría definirse como un proceso de crecimiento económico
autosostenido de la renta per cápita que incorpora cambios estructurales como la distribución de la
renta y la riqueza, la diversificación de la estructura productiva y de los hábitos de consumo y la
protección del medio ambiente.
Se trata así de un concepto que recoge la sostenibilidad del crecimiento económico haciéndolo
compatible con la protección del medio ambiente y cuya noción de bienestar económico reconoce
componentes no monetarios. En otras palabras, se trataría de hacer sostenible el desarrollo de la
humanidad satisfaciendo sus necesidades, actuales y futuras, y mejorando la calidad de vida dentro
de los límites del medio ambiente. Conceptos como el crecimiento cero y el “estado estacionario”3
recuperados de los clásicos a principios de los años setenta se alzaron con fuerza para culpar al
crecimiento económico como el origen de la degradación ambiental.
La incertidumbre del resultado final ha motivado una nueva defensa del crecimiento económico,
ecológicamente compatible y basado en transformaciones productivas que limiten la expansión del
subsistema económico sin socavar la integridad del medio ambiente sobre el que se sustenta.
En este contexto, el desarrollo sostenible aboga porque los flujos físicos de producción y consumo se
minimizen en función de una población y un nivel de vida deseables mediante una reducción de la
opulencia y el despilfarro en los países desarrollados y una transformación de las estructuras
económicas que favorezcan un crecimiento económico “compensado “ y mejoras tecnológicas que
reduzcan la brecha Norte – Sur. Bien es cierto que la eliminación de la pobreza de las tres cuartas
partes de la población mundial, en primer lugar, y la elevación del nivel de vida de esta población
requeriría un esfuerzo de crecimiento económico material muy superior a las posibilidades
ecológicamente admisibles (Jiménez Herrero, 1997)

BIBLIOGRAFÍA

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