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"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida,

que Dios ha prometido a los que aman"

Seguimos memorizando Santiago y yo deseo seguir compartiéndoles las notas del comentario de John MacArthur que
estoy leyendo.

La palabra en griego para bienaventurado, Makarios, es la misma palabra que Jesús usó para empezar cada una de las
bienaventuranzas en Mateo 5. Y esta palabra nos dice MacArthur, "lleva el significado, la idea de un gozo profundo e
interno, una satisfacción, un gozo que solamente el Señor mismo puede dar a aquellos a quienes, por Su causa y en Su
poder, han perseverado pacientemente y han conquistado las pruebas."

El varón que soporta la tentación es aquel que no deja de confiar en Dios jamás. El que persevera en medio de las
pruebas es un verdadero creyente. El que persevera en las pruebas pacientemente, confiando en Dios, ése recibirá la
corona de vida.

Esta corona, de la cual habla Santiago, no es una corona como aquella que usan los reyes. No, se refiere a la corona de
olivos que se daba a los atletas simbolizando un triunfo perseverante.

La perseverancia no resulta nunca en la salvación de una persona, una persona perseverante no se puede ganar el
cielo, ni la vida eterna. Lo que Santiago nos está enseñando es que, una persona salva, un verdadero creyente, tiene
como una cualidad inherente, natural, la perseverancia. La perseverancia en los santos es una evidencia de la vida que
Dios ha dado una persona.

Esto se me hace tremendo, porque lo he visto en mi vida. Crecí siendo "cristiana", toda mi juventud la crecí en una
iglesia, pero siempre estuve fluctuando. Siempre inconstante, nunca perseverante. En los últimos años, al estudiar la
Palabra con diligencia, me he dado cuenta que no importa cuanto levantaba las manos o cuanto me gustaba estar en
eventos de la iglesia, no era salva. La Biblia es clara, un cristiano persevera. Un cristiano verdadero, no cambia
dependiendo de con quien esté. Un verdadero creyente persevera pacientemente en medio de las adversidades.

Otros versos para estudiar acerca de las recompensas que Dios ha preparado para los que perseveran son: 2 Tim 4:8;
Ap 2:10; 1 Tim 6:12; 1Pedro 5:4; 1Cor 3:12-15 (por favor lean todo el contexto)

Algo más que MacArthur nos apunta en este verso tan importante es que "Santiago claramente asocia la
perseverancia tenaz con un amor genuino por Dios; la perseverancia es una de las evidencias más claras de los que
aman al Señor. De hecho, el que ama al Señor es lo que define a un creyente genuino. Juan continuamente relaciona el
amor a Dios con la fe genuina." (ver 1 Juan 4:8; 4:16; 5:3 -no olviden leer todo el contexto- ) Pablo inclusive dice que el
que no ama al Señor es maldito. (1Cor 16:22)

Vuelvo a citar a MacArthur:

"Un verdadero creyente no es aquel que en algún momento determinado hizo una profesión de fe en Cristo, sino que
un verdadero creyente es aquel que demuestra su fe por un amor a Dios que permanece y que no se ve afectado, ni
destruido, en las pruebas, problemas, aflicciones, sin importar que tan severas éstas sean o cuánto tiempo duren"

SANTIAGO 1:12-18
Un amigo mío, que estaba bastante gordito, decidió que ya era tiempo de bajar de peso. Se tomó SU NUEVA DIETA
TAN EN SERIO,que cambió su ruta a la oficina, para no tener que pasar en carro por su pastelería favorita.
Sin embargo, una mañana llegó al trabajo con un delicioso queque inglés. Y para remate, había comprado alfajores de
manjar-blanco para el almuerzo. “Esto es un regalo de Dios” les dijo a sus compañeros de trabajo. “De pura casualidad
pasé esta mañana por la pastelería, y ahí en la vitrina habían estos queques y alfajores riquísimos.
Sentí que esto no era una simple casualidad, así que oré, “Señor, si tú quieres que coma este delicioso queque, dame
un estacionamiento justo delante de la pastelería. “ Y ¿qué creen? les dijo. “Después de dar ocho vueltas a la
manzana, ¡ahí estaba el estacionamiento!”
EMPECEMOS EN ORACION
Padre, gracias que Jesús es la luz del mundo. Que no tenemos que vivir en tinieblas. Gracias que Tú nos muestras el
camino a la santidad a través de tu Palabra. Señor, queremos caminar en virtud. Queremos ser ejemplos vivos de que
Tú cambias vidas.
Padre, líbranos de toda tentación. Queremos representarte bien. Queremos reflejar tu luz, y caminar dignas del gran
llamado que nos has hecho. Abre nuestros corazones y mentes para escuchar Tu Palabra y aplicarla a nuestras vidas.
En el nombre de Jesús Amén.
La semana pasada vimos que una prueba puede ser un sin número de cosas: la pérdida de un trabajo, un divorcio,
problemas con nuestros hijos, apuros económicos, una enfermedad, la muerte de un familiar, o problemas con
nuestras relaciones.
Aprendimos que aunque la prueba NO ES UNA EXPERIENCIA FELIZ EN SI, es la manera que Dios usa para producir algo
de gran valor. Las pruebas tienen un propósito… la de madurarnos y hacernos mujeres completas.
Hoy día estudiaremos que estas pruebas se pueden convertir en tentaciones de Satanás para perjudicarnos. Estas
tentaciones solo las podremos superar por medio del poder de una relación íntima con Dios.
EL TITULO DE ESTE MENSAJE ES “TENTACION” Y ESTA DIVIDIDO EN TRES EXPOSICIONES: (I) Dicha al Pasar la Prueba;
(II) Muerte al Sucumbir a la Tentación; (III) Vida al Nacer de Nuevo.
ASI QUE COMENCEMENOS CON LA PRIMERA PROPOSICION…
I. Dicha al Pasar la Prueba (Santiago 1:12)
12 Dichoso el que hace frente a la tentación; porque, pasada la prueba, se hace acreedor a la corona de vida, la cual
Dios ha prometido dar a quienes lo aman.
La palabra “dichoso” puede ser traducida como “Uy, qué feliz.” Yo no me siento tan dichosa cuando estoy siendo
tentada. A decir verdad, cuando la tentación me toca a la puerta, pienso que he hecho algo terriblemente malo, Pero
la tentación, en sí, no es pecado. “Es la manera como respondemos a la tentación,” lo que nos puede hacer pecar.
El Salmo 119:1-3 dice, “Dichosos los de conducta perfecta, los que siguen las enseñanzas del Señor. Dichosos los que
cumplen sus testimonios y lo buscan de todo corazón. Ellos no cometen ninguna maldad porque van por los caminos
del Señor.”
A pesar de que sabemos que Dios usa las pruebas para nuestro bien, es siempre bueno orar para que la prueba no se
convierta en una tentación incontenible. Eso puede pasar, si somos espiritualmente débiles, O SI NO ESTAMOS
PREPARADAS, para lidiar con la situación.
Dios nunca te va a probar más allá de lo que puedes soportar. Pero resistir a la tentación, requiere disciplina
espiritual y ayuda divina. Dios probó a José permitiendo que fuera vendido por sus hermanos, como esclavo, que
fuera acusado falsamente por una mujer adúltera, y que fuera puesto en la prisión injustamente por un esposo celoso.
Pero José sabía que la mano de Dios estaba en su vida. Es por eso que pudo decirle a sus hermanos, años después en
Génesis 50:20 “Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien, para hacer lo que hoy vemos, que
es darle vida a mucha gente.”
Después de años de sufrimiento, José estaba preparado para la prueba, ¡y la pasó de maravilla! Jesús mismo fue
guiado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Dios quería ponerlo a prueba para probar Su virtud,
PERO SATANAS, quería tentarlo para destruir Su virtud. ¡Jesús también pasó la prueba victoriosamente!
Cuando tú pasas por pruebas, no dejes que se vuelvan en tentaciones. Reconoce el propósito de Dios, y busca Su
poder. Aprende del ejemplo de aquellos que han pasado las mismas pruebas con éxito. Ten la seguridad que Dios está
en control, y está usando cada prueba, para moldear tu carácter y enseñarte a depender de Él… cada día más.
12 Porque, pasada la prueba, “se hace acreedor a la corona de vida”, la cual Dios ha prometido dar a quienes lo aman.
Para la cristiana, la muerte, dice la Biblia, es la coronación. La idea aquí es la de un príncipe real, o una princesa real,
que después de luchas y conquistas en tierras lejanas, regresa a su país natal, y a la corte, para ser coronada y honrada
por sus acciones.
La Biblia dice que somos peregrinas y extranjeras en una tierra lejana. Este mundo no es nuestro hogar. Nuestra
ciudadanía está en el cielo. Y algún día, todas nuestras batallas en esta tierra terminarán, y entraremos a nuestro
hogar celestial.
Para aquellas, que han sido fieles, Cristo les dará la corona de vida. Pablo dice en 2 Timoteo 4:8, “Me está reservada la
corona de justicia, que en aquel día, me dará el Señor, el Juez Justo; y no solo a mí, sino también a todos los que aman
Su venida.”
Cuando D.L. Moody, el gran evangelista americano, se estaba muriendo, miró hacia el cielo, y dijo, “La tierra se está
desvaneciendo, el cielo se está abriendo, este es el día de mi coronación.” ¡Nunca te lo olvides! Si eres cristiana, ¡eres
hija del Rey! ¡Y TU SERAS CORONADA!
YA VIMOS LA DICHA AL PASAR LA PRUEBA… AHORA VEAMOS…
II. Muerte al Sucumbir a la Tentación (Santiago 1:13-15)
13 Cuando alguien sea tentado, no diga que ha sido tentado por Dios, porque Dios no tienta a nadie, ni tampoco el
mal puede tentar a Dios. 14 Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos
deseos.
15 El fruto de estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado, una vez cometido, es la
muerte.
Tenemos que tener una visión correcta de Dios, “para poder perseverar”, durante los momentos de prueba.
Específicamente, debemos entender el punto de vista de Dios acerca de nuestras tentaciones. Pruebas y tentaciones
siempre se nos presentarán como posibilidades o elecciones.
Dios quiere que tomemos buenas decisiones, NO MALAS. Las aflicciones pueden producir madurez espiritual, y
beneficios eternos,si las soportamos por fe. Pero también podemos fallar… Podemos sucumbir a la tentación.
Y cuando fallamos, muchas veces, tratamos de usar toda clase de excusas y razones por nuestras acciones. La más
peligrosa de todas es de decir, “DIOS ME ESTA TENTANDO.” Es esencial para nosotras recordar que Dios prueba a la
gente para bien. ¡EL NO TIENTA A NADIE PARA MAL!
Aun durante la tentación, podemos ver la soberanía de Dios, al permitir que Satanás nos tiente para refinar nuestra fe,
y ayudarnos a crecer en nuestra dependencia en Cristo. En vez de perseverar, puede que cedamos, o que nos
rindamos… frente a la prueba.
Hasta podemos racionalizar que Dios TIENE LA CULPA por mandarnos una experiencia tan difícil, y así echarle la culpa
a Dios por nuestro fracaso. Desde el principio, esa ha sido la respuesta humana… la de dar excusas, de echarle la culpa
a otros, por nuestro pecado.
La cristiana debe de aceptar responsabilidad por sus errores, confesar sus pecados, y pedirle perdón a Dios. Como
Dios nunca tienta a hacer el mal, Él no puede ser el autor de la tentación. Dios no le desea mal a nadie. ¡EL NO CAUSA
EL MAL! ¡EL NUNCA TIENTA!
En este momento, te podrías preguntar: “Si Dios realmente me ama, ¿por qué no me protege de la tentación?” Un
Dios,que no permite que tengamos tentaciones, sería un Dios, que no nos deja crecer. Para que una prueba sea una
buena herramienta para el crecimiento, tiene que haber la posibilidad de fallar. ¡Si no, no es una prueba!
Dios realmente prueba Su amor, protegiéndonos DURANTE la tentación, en vez, de protegernos DE la tentación.
1 Corintios 10:13 dice “A ustedes no les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero Dios es fiel y NO
PERMITIRA que ustedes sean sometidos a una prueba más allá de lo que puedan resistir, sino que junto con la
prueba, les dará la salida, para que puedan sobrellevarla.”
Cuando Abraham llegó a Canaán, vio que había escasez… que había hambre, y que no podría alimentar a su ganado.
¿Pero confió Abraham en Dios? ¡NO! Cuando decidió irse a Egipto, Abraham convirtió la prueba en tentación. Y Dios
tuvo que disciplinarlo para hacerlo regresar al lugar de obediencia y bendición.
También el pueblo de Israel cambió las pruebas por tentaciones, mientras que peregrinaba por el desierto.
No bien salieron de Egipto, les faltó agua y tuvieron que caminar tres días para encontrarla. Y cuando la encontraron,
el agua estaba tan amarga, que empezaron a murmurar contra Dios. Ellos canjearon la prueba por la tentación, ¡Y
FALLARON MISERABLEMENTE!
También, una tentación es una oportunidad de hacer “algo bueno” de forma mala, es decir, algo fuera de la voluntad
de Dios. Por ejemplo, comer es normal; pero la glotonería, es un pecado. Dormir es normal, pero la flojera, es un
pecado.
¿Es malo querer pasar un examen? ¡No! Pero si uno “se copia” el examen, para poder pasarlo, eso es pecado.
Yo me acuerdo de mis épocas… en el colegio. Yo era muy buena alumna. Muy estudiosa. ¡Me sacaba excelentes notas!
Nunca en la vida se me hubiera ocurrido mirar el examen de otra chica, y menos, de copiarme sus respuestas. A pesar
de que era muy buena en la mayoría de los cursos, historia universal no era “precisamente” mi materia favorita.
Un día, una de mis compañeras, me hizo una propuesta. Ella debe de haber sabido que yo “pataleaba” con historia
universal. Me dijo: “Hagamos un trato.” Ya se acercan los exámenes de medio año. ¿Por qué no estudias TU todos los
cursos que tenemos, y yo solo me concentro en estudiar historia universal?
Tú te puedes copiar todas mis respuestas del examen de historia universal; y yo me copiaré tus respuestas de los otros
cursos. ¡Uy! ¡Que tentación! No tendría que estudiar historia universal, e igual me sacaría buena nota… Así que
sucumbí a la tentación de sacarme buena nota, sin haber estudiado, y acepté la oferta de mi amiga.
Ella se copió todos mis exámenes, y cuando me tocó mi turno, me puse tan nerviosa, que hasta la profesora vino a ver
lo qué pasaba. Como comprenderán, entre mis nervios, y la profesora chequeándome, no me pude copiar nada.
Lo peor de todo fue que no solo me saqué mala nota, si no que la madre superiora anunció las notas “de toda la clase”
por los alto parlantes del colegio, y todo el mundo se enteró de mi mala nota. Era el comentario del día. ¡No lo podían
creer! ¡Y yo estaba tan avergonzada!
Así que, esa fue una tentación de mi adolescencia… Sin embargo, ¡las consecuencias, el sentido de culpa, y la
vergüenza fueron reales! ¿Y tú? ¿Qué te está tentando en estos momentos? Tal vez sea ese chico tan guapo en tu
trabajo, en quién andas pensando más de lo que debieras… ¡y eres casada!
O a lo mejor, tuviste una discusión bastante fuerte con tu esposo, o con tus hijos, y estás tentada a mantenerte firme
en tus palabras, a pesar de que sabes que estás haciendo mal.
¿Y qué hay del chisme…? Entras a una sala llena de gente, y te encuentras con algunas amigas, que están
chismeando, de otra. ¿Sucumbes a la tentación de enterarte de todos los detalles? O hasta de poner tu granito de
arena… ¿o te sales del grupo para no pecar contra otra persona?
¿Y qué hay de la tentación de pasarte la luz roja, cuando vez que no viene ningún carro? ¿O la tentación “A NO
DECIRLE AL MOZO”, que te ha cobrado de menos en la cuenta?
¿Te tienta tanto tu celular… que no puedes dejar de mandar textos, o de contestar “esa llamada importante” que
estabas esperando… sabiendo perfectamente que te está robando de tu tiempo de devoción con el Señor?
¿Te está tentando la televisión? ¡Tal vez estés viendo programas que no debieras de estar viendo! Y, ¿qué hay del
trago? ¿Estás siendo tentada a olvidarte de tus problemas y tus preocupaciones tomándote solo unos cuantos
traguitos?
Piensa acerca de las tentaciones que tienes a diario. ¿Qué cambios necesitas hacer, para poder honrar a Dios en tus
decisiones?
DIOS PERMITIRA LA PRUEBA, pero Satanás vendrá con una tentación. La prueba puede ser económica, pero la
tentación puede ser el trago o la droga para escapar la presión del problema. No es Dios quien pone el trago o la
droga en tu camino. No es Dios quien te tienta con la pornografía. ¡NO! Dios simplemente permite que la prueba
venga a tu vida.
PERO ES SATANAS quién trae la tentación. Por eso, si te encuentras media-borracha en un bar o una discoteca, el tipo
que te ofrezca la droga gratis… es la tentación que tú misma, te has buscado, al ponerte en esa situación.
14 Al contrario, cada uno es tentado cuando SE DEJA LLEVAR, Y SEDUCIR, por sus propios malos deseos. 15 El fruto de
estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado, una vez cometido, es la muerte.
La clave para entender una tragedia, es entender su fuente. La muerte y el dolor, y todas las tragedias, vinieron a este
mundo por el pecado.
Cuando Adán y Eva pecaron en el jardín del Edén, no solo hicieron algo que Dios les había dicho que no hicieran, sino
que fue un acto de rebelión descarada – en pensamiento, en palabra, y en acción – contra el Dios que los había creado
y había suplido todas sus necesidades.
Al creerle a Satanás, en vez de creerle a Dios, estaban llamando a Dios, un mentiroso. Sucumbieron a la tentación
porque quisieron ser “iguales a Dios.”
Cada cementerio, cada hospital, cada prisión, cada corte de justicia es testigo del terrible legado de esa rebelión… No
entiendo completamente por qué Dios permite que el mal suceda. Pero el mal sucede porque somos gente pecadora,
que vive en un mundo de maldad. Nunca subestimes los efectos devastadores del pecado.
Y ¿cuál fue la tragedia más grande del pecado? ¡FUE LA CRUZ! Si no hubiera habido pecado, Jesús no hubiera tenido
que morir. Pero Cristo triunfó sobre la tragedia – y nosotros también podemos triunfar, gracias a Él.
En este pasaje… Santiago recalca que las tentaciones vienen de adentro… de nuestros propios malos deseos. Que
nosotras somos responsables de nuestro pecado. El deseo puede ser alimentado, o matado de hambre. Si el deseo ES
EN SI MALO, debemos negar ese deseo, por nosotras mismas, con la ayuda y gracia de Dios.
Si alentamos ese deseo, se convertirá muy pronto, en acción. La culpa de nuestro pecado es toda nuestra. El pecado
destruye. El pecado trae muerte. No puedes jugar con el pecado. No puedes tomarlo a la ligera.
¿Está Santiago librando a Satanás de culpa, al poner la responsabilidad de nuestra tentación en nuestros propios
deseos? ¡NO! ¡Para nada! Podemos ser guiadas por nuestros deseos, pero el diablo está detrás del impulso, cuando
estamos yendo en mala dirección.
La tentación viene de los malos deseos dentro de nosotras, ¡NO DE DIOS! Nosotras mismas podemos construir, y hasta
morder el anzuelo, de nuestra propia trampa.
Un autor anónimo escribió: Siembra un pensamiento, y cosecharás un acto. Siembra un acto, y cosecharás un hábito.
Siembra un hábito, y cosecharás un carácter. Siembra un carácter, y cosecharás un destino.”
Como una bola de nieve bajando por el cerro, el pecado se hace más destructivo, cuanto más lo dejamos salirse con la
suya. El mejor momento de parar una tentación es ANTES que se haga TAN GRANDE, o que se MUEVA tan
rápidamente, que no la puedes controlar.
Cuando David se fijó en la esposa de su vecino, EL JAMAS HUBIERA COMETIDO ADULTERIO, si hubiera podido ver “las
consecuencias trágicas” de su pecado: la muerte de un bebé (de su hijo con Betsabé), el asesinato de un buen soldado
– de Urías – el esposo de Betsabé, y la violación de su hija Tamar.
El pecado siempre trae muerte. ¡Siempre! El pecado mata relaciones. Destruye la felicidad. Arruina la salud. La
desobediencia engendra muerte… ¡NO VIDA! Si solo creyéramos lo que la Palabra de Dios dice, en cuanto a esta
tragedia final, nos ayudaría a no ceder a la tentación.
POR ESO TE PREGUNTO… ¿Estás leyendo tu Biblia? ¿Estás atesorando la Palabra de Dios en tu corazón? ¿O lees las
escrituras superficialmente, y de vez en cuando? ¿Dejas que la Palabra de Dios limpie tu corazón y tu mente?
Leer, memorizar, y meditar en la Palabra de Dios es el regalo más grande y perfecto del cielo. Te ayudará a
mantenerte firme en los momentos de tentación.
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ASI QUE YA VIMOS LA “Dicha al Pasar la Prueba,” “La Muerte al Sucumbir a la Tentación,” y ahora vayamos a nuestra
tercera, y última proposición:
III. Vida al Nacer de Nuevo. (Santiago 1:16-18)
16 Queridos hermanos míos, no se equivoquen. 17 Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del
Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación.
Todo lo bueno, que hay en nosotras, viene de Dios. Dios solo da buenos regalos. ¿Tienes buena salud, y un techo
sobre tu cabeza? ¡Ese es un regalo de Dios! ¿Tienes que comer, una iglesia sólida, amigas fieles, y una fuente de
ingreso? ¡Un Dios generoso es quien te los otorga!
Jesús presentó este tema en el Sermón del Monte, cuando dijo en Mateo 7:9-11, “¿Quién de ustedes, si su hijo le pide
pan, le da una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? 11 Pues si ustedes, que son malos, saben dar
cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre, que está en los cielos, dará buenas cosas a los que le pidan!”
Todo lo bueno en nuestras vidas, ¡VIENE DE DIOS! Dios es bueno… absolutamente bueno. Lejos de ser la Fuente de la
tentación, Dios es la Fuente de todo lo bueno.
Cualquiera que sean tus tentaciones, no importa cuán persistentes sean, el Padre está listo para darte buenos
dones para fortalecer tu corazón con Su poder y victoria personal. ¡Se por experiencia propia, que enfocarte en la
Palabra de Dios, funciona!
San Agustín fue un famoso obispo del siglo cuatro. Fue uno de los grandes líderes de la iglesia primitiva. A través de
los siglos, sus escritos han tenido gran impacto en el pensamiento religioso. Su mamá, Santa Mónica, era una cristiana
muy devota. En cambio, su papá era pagano.
A los treinta-y-dos años, después de una vida de inmoralidad sexual, Agustín se arrepintió, y le dedicó su vida al
evangelio. Poco después de haberse convertido, Agustín estaba caminando por una de las calles de Milán,
Italia, cuando se encontró con una prostituta, con quien había tenido relaciones sexuales en el pasado.
Ella lo llamó, pero él no le contestó. El siguió caminado. “Agustín,” lo volvió a llamar. “¡Soy yo!” Sin detener el paso, y
por la gracia de Dios, él exclamó, “Si, pero YO ya no soy YO.” A pesar de haberse entregado a Cristo no hacía mucho,
Agustín comprendió que Dios lo bendeciría, si él resistía a la tentación.
Su respuesta, “Yo ya no soy Yo,” probó que él tenía el poder sobrenatural disponible para combatir las fuerzas del
pecado y la maldad, que habían dominado su vida pasada. ¡Ahora Agustín era otro hombre! ¡Era un hombre
cambiado! Al resistir, Agustín pudo huir de los malos deseos de su juventud, y buscar en vez, la justicia, la fe, el amor y
la paz.
¡Así que anímate! Dios te dará el poder para enfrentarte a las tentaciones. Él nos promete bendecirnos a través de
ellas, disponiendo todas las cosas para el bien de LOS, que lo aman.
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Me encanta la idea de que algún día… llegará un mundo donde no habrá tentación. ¡Un jardín sin serpiente! ¡Una
ciudad sin pecado!
El día de la cosecha llegará, y el trigo será recogido para el granero del Señor. ¡Será tan dulce y glorioso! Nuestros
corazones cansados descansarán en las promesas de Dios, mientras gozamos de paz.
PERO EL TIEMPO NO HA LLEGADO TODAVIA. Aquí están nuestras vidas tentadas… PERO AQUI, en medio de nosotras,
está de pie nuestro Salvador.
Si somos seres humanos, nos enfrentaremos a la tentación, como Jesús se enfrentó, en el poder de Dios, que es
nuestro Padre Celestial. Cada tentación que nos ataca, atacó a Jesús, y fue conquistada. Estamos luchando contra un
enemigo derrotado. Estamos luchando, por una victoria, que ya se ganó.
¡Esa puede ser NUESTRA FUERZA Y SEGURIDAD! Cuando nuestra lucha se vuelva “tan difícil,” recordemos el día
maravilloso y bendito en que Jesús fue guiado al desierto, por el Espíritu, para ser tentado por el diablo. Porque en
aquel día, ¡la batalla fue ganada!
17 Todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación. La
naturaleza delDADOR DE TODO LO BUENO, no cambia. ¡Él es el Padre de las luces!
Al principio, Dios dijo en Génesis 1:3 ¡Que haya la luz! ¡Y hubo luz! Luego, le ordenó al sol, a la luna, y a las estrellas
que arrojaran su luz sobre la tierra. Y EL HOMBRE CAIDO, en su locura, se olvidó de AQUEL, DE DONDE VIENE LA LUZ,
del El Padre de Luces, y substituyó al sol, la luna, y las estrellas, como los objetos de su adoración.
Los egipcios creían que el faraón era hijo de Ra, el dios sol. Los babilónicos inventaron la astrología, y la adoración de
las estrellas. Y hasta hoy en día, hay mucha gente que adora a la creación, en vez, de adorar al Creador. Adoramos el
dinero, la fama, el poder, la popularidad, y nos hemos olvidado del que realmente vale, ¡DIOS!
En cambio, me encanta lo que David dice en el Salmo 19:1”Los cielos proclaman la gloria de Dios; el firmamento revela
la obra de Sus manos.” Y Jesús dijo en Juan 8:12: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida.”
El Salmo 84:11-12 dice, “Tú, Dios y Señor, eres sol y escudo; Tú, Señor, otorgas bondad y gloria a los que siguen el
camino recto, y no les niegas ningún bien. Señor de los ejércitos, ¡cuán dichoso es el que en ti confía!”
¡Y DIOS NO CAMBIA! En un mundo en que todo cambia, desde las estaciones hasta la última moda, es reconfortante
saber que nuestro Dios es constante. En Malaquías 3:6 Dios dice “Yo soy el Señor, y no cambio.” Dios es el Único en el
universo, que puede decir eso. ¡Y Él lo dijo! ¡No hay cambio posible en Dios!
¡DIOS NUNCA DIFIERE DE SI MISMO! Si tú puedes captar esto, te puede servir de ANCLA en medio de la tormenta… de
refugio en el peligro. No hay posibilidad de cambio en Dios. ¡No hay nada más claro que eso! SABER ESTO, ¡es como
encontrar una beta de oro, o un cofre lleno de alhajas!
¡Por eso puedes confiar en Dios! Él es fiel. Puedes depender de Él. Él es leal y estable. Es difícil depender de alguien
que es errático, o que cambia lealtades. Es difícil encontrar estabilidad en una relación con alguien, que anda siempre
cambiando. ¡PERO DIOS NO CAMBIA!
18 El, por Su propia voluntad, nos hizo nacer por medio de la palabra de verdad, para que seamos los primeros frutos
de su creación. Cuando Nicodemo visitó a Jesús, Jesús le dijo en Juan 3:3 “De cierto, de cierto te digo, que el que no
nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”
Nicodemo, uno de los grandes ejemplos de devoción religiosa en Israel, se sorprendió al escuchar que su status
preeminente y su lista impresionante de aptitudes y cualidades, no lo calificaban para ganarse un lugar en el Reino de
Dios.
Y Jesús le vuelve a repetir en Juan 3:7 “Es necesario que ustedes nazcan de nuevo.” Esta simple declaración
confronta la idea errónea, que Nicodemo y toda la gente religiosa, tenía. La salvación requiere un segundo nacimiento
“del cielo” porque no podemos salvarnos a nosotras mismas.
La perfección moral es el estándar, y nosotras nos hemos quedado cortas de ese estándar. Por eso, Romanos 3:23 dice
que “todas estamos destituidas de la gloria de Dios.” No somos lo suficientemente buenas para merecernos un lugar
en el cielo. Pero Jesucristo ha pagado completamente la pena del pecado, para que podamos merecer un lugar en el
cielo.
Efesios 2:8-9 dice “La gracia de Dios lo ha salvado por medio de la fe. Esta no nació de ustedes, sino que es un don de
Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie.” La salvación no puede ser ganada. Se tiene que
recibir como regalo gratis.
El cristianismo no es una religión. ¡Es el opuesto a la religión! La religión habla de los esfuerzos del hombre o mujer,
para alcanzar a Dios. La religión, tiene al hombre finito en la tierra, tratando de tocar al Dios infinito en el cielo. ¡Eso es
imposible! Nunca podrás comenzar con un ser finito, ¡Y ALCANZAR LA INFINITUD!
El cristianismo es el DIOS INFINITO bajando a la tierra para tocar al hombre. Juan 3:16 dice, “Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, sino que tenga
vida eterna.”
La religión nos dice que el hombre puede alcanzar a Dios, a través de sus obras. En cambio, el cristianismo nos dice
que el hombrenunca alcanzará a Dios, a través de sus obras. Tus obras no te pueden llevar a una relación con Dios.
Una relación con Dios viene solamente cuando recibes Su amor, y confías en Su salvación, por medio de Jesucristo.
Hace diez-y-seis años yo le entregué mi vida a Cristo. Un doctor amigo nuestro, nos había invitado, varias veces, a mi
esposo y a mí, para que fuéramos con él a una iglesia cristiana.
Siempre teníamos alguna excusa para no ir... todos los domingos pasaba algo. O nos despertábamos tarde... o
teníamos otro compromiso... o simplemente no nos provocaba ir.
Finalmente, el doctor nos recordó que tenía que regresarse a Nueva York (él solo estaba en Albuquerque en misión
médica), así que decidimos que ya era tiempo de cumplirle al doctor.
También nos dijo, que probablemente, ERA EL DIABLO, el que no quería que fuésemos... y nosotros estábamos
dándole gusto, al no ir. Así que decidimos que íbamos de todas maneras. ¡No íbamos a sucumbir a la tentación!
Ese domingo, cuando me estaba arreglando para ir a la iglesia, me puse uno de mis conjuntos favoritos. Cuándo me
miré en el espejo, casi me muero. ¡Se me veía horrible! Había estado a dieta, pero solo había adelgazado 4 kilos.
Pero el conjunto me quedaba tan grande, que uno pensaría que me había adelgazado 15 kilos. En cualquier otro
momento, adelgazarme 15 kilos me hubiera encantado, pero no ese día.
Pensé “¡Ay, no, todo me cuelga! Mi vanidad me decía: “¡Anda y cámbiate! ¡No puedes salir a la calle así!” Pero por
otro lado, me acordé de lo que nuestro amigo había dicho... que parecía que el diablo no quería que fuésemos a la
iglesia.
Si yo me cambiaba, le daríamos gusto… porque no llegaríamos a tiempo. Así que decidí ir así no más. Yo
pensé, “Menos mal que nadie me conoce en esa iglesia.”
Al final de la enseñanza, el pastor preguntó, que si alguien quería aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador, que
levantara la mano. Yo levanté mi mano... Pero cuando nos pidió que nos acercáramos al púlpito, casi me muero.
“¡No, se me ve pésima!” Pero el Espíritu Santo estaba moviendo mi corazón para que fuera... Así que me levanté... y
aunque no me sentía muy atractiva, caminé hacia púlpito.
Una de las cosas, que más tocó mi corazón, fue cuando el pastor dijo que si quería llegar al Padre, tenía que ir por
intermedio de Su Hijo. Y yo quería eso desesperadamente. Jesús dice en Juan 14:6, “Yo soy el camino, y la verdad y la
vida, y nadie llega al Padre si no es por mí.”
Yo quería regresar al Dios de mi infancia. Conforme fui creciendo, o más bien envejeciendo, me había ido alejando de
El. Nunca antes había leído la Biblia, así que realmente, no conocía a Dios. No tenía una relación personal con El.
Yo me eduqué en colegio de monjas... y viví una vida de religiosidades, de cosas externas... pero nunca antes le había
pedido a Cristo, que entrara en mi corazón. Así que ese día, el 8 de Marzo de 1998, acepté a Jesús en mi corazón,
como mi Señor y Redentor. Como Jesús, le dijo a Nicodemo, “¡volví a nacer!
Mientras caminaba hacia el púlpito, estaba bien consciente de mi apariencia física. Y Dios estaba bien consciente de
mi apariencia espiritual. El realmente podía ver a la mujer poco atractiva que yo era... una mujer muerta en pecado y
Dios me estaba dando la oportunidad de nacer de nuevo.
NO DEJES QUE SATANAS TE TIENTE A PENSAR QUE NO NECESITAS LA SALVACION DE JESUCRISTO. ¿Qué si este es tu
último momento? ¿Tu último día? ¿Estás segura que si te mueres hoy, te irás al cielo? La Biblia dice que puedes estar
segura. ¡Que hoy es tu día de salvación!
¿Te sientes sola en estos momentos? ¿Vacía? Solo Jesús puede satisfacer los anhelos más profundos de tu corazón.
¿Quieres volver a nacer y tener vida eterna? ¿Quieres aceptar a Jesús como tu Señor y Salvador?
O a lo mejor lo aceptaste en el pasado, pero sabes que no has estado caminando con El, hoy es tu oportunidad de
regresar a Jesús. Si quieres hacerlo, repite esta oración después de mí. Dila de corazón.
Señor Jesús, Sé que soy pecadora. Perdóname. Yo creo que moriste por mis pecados y resucitaste de entre los
muertos. Ya no quiero pecar más. Ahora te invito a que entres en mi corazón y vida. Quiero seguirte, como mi Señor y
Salvador para el resto de mi vida. En el nombre de Jesús, Amen.

Sermón: Santiago 1:12-18 Asignando Responsabilidades


Texto: Santiago 1:12-18 “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá
la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de
Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado,
siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende
de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la
palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.”

Hay un dicho popular que dice: que la culpa es huérfana. Con esto se quiere decir que a nadie le gusta que se le eche la
culpa por algo que esa persona hizo. La tendencia del ser humano es echarles la culpa a otras personas o a las circunstancias
de la vida del por qué alguien hizo lo que hizo, si esto salió mal. Si salió todo bien la razón de esto es mis habilidades. Si algo
salió mal la culpa la tienen otros o las circunstancias que propiciaron que eso malo ocurriera.
¿De dónde viene eso? La Biblia nos enseña que esta práctica viene desde Adán y Eva. Eva le echó la culpa a la
serpiente, Génesis 3:13 “La serpiente me engañó, y comí.” Y Adán le echó la culpa a Eva y a Dios mismo cuando dijo
en Génesis 3:12 “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” Y aun luego de miles de años los seres
humanos, cual pecadores, siguen haciendo lo mismo. Nadie quiere asumir responsabilidades. O muchos no quieren hacerlo.
De esto mismo trata Santiago en el pasaje que tenemos presente. Santiago trata acerca de asumir nuestras
responsabilidades delante de Dios en medio de las pruebas y las tentaciones. El desea corregir un error común que estaba
presente entre los hermanos a quienes le dedica la carta. Y él les dice que en medio de las pruebas y las tentaciones tenemos
que asumir nuestra responsabilidad y asignarla a la persona correcta. Y para poder hacer esto es necesario aceptar y
reconocer tres cosas. Para poder asignar responsabilidades es necesario reconocer tres cosas. ¿Cuáles tres cosas debemos
reconocer?
I. Reconocer tu deber
V. 12 “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de
vida, que Dios ha prometido a los que le aman”. Nuestro deber en medio de las pruebas es poner nuestra mirada en el
galardón que Dios nos tiene preparado. Fíjate que eso es lo primero que Santiago menciona. Él dice tenemos que reconocer
que nosotros, el pueblo de Dios que sufre en este mundo, somos los benditos de Dios. Es bienaventurado el varón o la
persona cristiana que soporta la prueba. Yo sé que aparente ser todo lo contrario. Que cuando sufrimos creemos que no
gozamos del favor de Dios. Pensamos que Dios no se duele de nuestro dolor y lágrimas. Santiago nos dice que es todo lo
contrario. El cristiano que soporta la tentación o más bien la prueba, ya que la palabra en el griego es [periasmós] significa
tentación o prueba, el contexto determinará cuál de las dos es la mejor traducción. El versículo mismo da a entender que la
mejor es traducirlo como prueba.
Santiago entonces nos dice que en medio de la prueba, cualquiera que esta sea es nuestro deber poner nuestra mirada en
el galardón. Somos los benditos, estamos bajo su favor y gozamos de su bendición. ¿Por qué somos benditos? Porque Dios
nos ha dado la promesa de la vida eterna. Una vez nuestra vida finalice aquí recibiremos la corona de la vida o otra
traducción: la corona que es la vida misma, es decir, la gloria eterna.
Santiago entonces nos da una razón adicional para perseverar en medio de las pruebas. En los versículos 2-4 nos dijo que
debemos tener sumo gozo cuando nos hallemos en diversas pruebas. ¿Por qué? Por el fruto que esta produce: paciencia,
porque por medio de ella maduramos en la fe cristiana. Y por medio de ellas somos transformados a la imagen de Cristo.
Pero ahora nos da otra razón: la razón del galardón que Dios ha prometido a quiénes, a los que le aman. En otras palabras,
cuando nosotros perseveramos hasta el fin nosotros demostramos que le amamos. La evidencia de amar a Dios es que
perseveramos hasta el fin. Y los que perseveran hasta el fin serán glorificados.
Fíjate que esta promesa no es para todos los que sufren. Esta promesa es para todos los que permanecen fieles a Dios
hasta el fin. “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona
de vida”. Algo importante que aclarar. No es meramente resistir la prueba. Hay algunos que resisten porque no les queda
más remedio. Están en medio de la prueba y no pueden zafarse de la prueba y tiene que hacer como se dice en Puerto Rico,
tiene que chupársela porque no le queda más remedio. Esa no es la idea. La palabra para resistido la prueba en el griego es
[dókimos] que significa haber aprobado la prueba. En otras palabras, la bienaventuranza no es para que el soporta la prueba
y mientras lo hace maldice a Dios o niega a Dios sino para aquel que es fiel a Dios en medio de la prueba. ¿Cuál prueba? La
prueba de la vida. Toda nuestra vida está llena de pruebas. Y son coronados con gloria no los que corren la carrera sino los
que llegan a la meta. Los que se rajan en el camino no son coronados.
Así que Santiago nos dice: reconoce tu deber. ¿Cuál? Pon tu mirada en el galardón. Tú eres bendito de Dios y recibirás al
final de los días la corona de la vida la cual Dios prometió a los que le aman. ¿Qué debo hacer entonces? No pongas tu
mirada en las cosas de la tierra: en lo que no tienes, en los problemas que tienes, en los sufrimientos y las pruebas que estás
padeciendo, reconoce que te espera una corona de vida al final del camino. Por tu mirada en esa corona que te espera y
persevera, sigue luchando. Esa lucha no es en vano. Sé fiel. Mira la gloria que te espera. Dios nos está preparando para la
gloria celestial.
Eso mismo dijo Pablo en Romanos 8:18 “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” En otras palabras, cuando comparamos la gloria
venidera, es decir, la, paz, la alegría, la santidad y perfección del estado eterno, con las aflicciones de ahora, tenemos que
decir: no hay comparación. La gloria venidera sobrepasa por mucho las aflicciones del tiempo presente.
Pon tu mirada en la corona que te espera y entonces persevera. Ese es tu deber.
II. Reconoce tu pecado
V. 13-15 “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el
mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la
muerte.” Algunas de las pruebas que vienen a nuestra vida vienen en la forma de tentaciones. Somos responsables de luchar
contra las tentaciones y así perseverar hasta el fin. Pero a veces pasa que caemos en la tentación. Y la tendencia del ser
humano es a echarle la culpa a los demás y a no reconocer nuestra responsabilidad cuando caemos en pecado. Algunos le
echan la culpa a los demás, otros le echan la culpa a Satanás y aun otros le echan la culpa a Dios. Dirían: si todas las cosas
están bajo el control de Dios, entonces es Dios quien me puso en esta tentación y por tanto si yo peco es culpa de Dios.
Santiago nos dice: jamás pienses eso. “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios”. ¿Por qué?
Por dos razones: (1) por causa de la naturaleza de Dios “porque Dios no puede ser tentado por el mal”. Dios es santo en
todo su ser y por tanto no hay nada en Dios que lo tiente al pecado. No hay un deseo pecaminoso. No hay debilidad en Dios
para que le tiemblen las rodillas ante la tentación. (2) por causa de los propósitos de Dios “ni él tienta a nadie”. Ese no es su
propósito. Dios no busca que le desobedezcamos. Pero, ¿acaso Dios no nos prueba? Es cierto, Dios prueba a su pueblo. Lo
vemos en Génesis 22:1 “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham”.¿Con qué propósito? Génesis
22:12 “ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”. Probar si su amor por Dios es más
grande que su amor por tu hijo, su único hijo, el hijo de la promesa. Dios probó su obediencia.
De igual manera Dios hace con nosotros. Cuando estamos en diversas pruebas Dios está probando nuestra obediencia a Él,
nuestra fidelidad, nuestra confianza en Dios. De que seguiremos en obediencia a Dios no importa lo grande que sea la
prueba. Y que podamos decir como dijo el salmista en el Salmo 27:3 “Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi
corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado.” ¿Por qué? Salmo 27:1 “Jehová es mi luz y mi salvación;
¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”
Así que cuando caigamos en la tentación reconozcamos que somos responsables por nuestro pecado. Reconozcamos que
hay concupiscencia en nuestros corazones, que hay deseos pecaminosos todavía dentro de nosotros que es lo que nos lleva a
suceder a la tentación. Y que nuestro deber es resistir la tentación con la sabiduría que da Dios. Aceptemos que somos
débiles y que por tanto que no debemos jugar con la tentación porque ella es fuerte, nos arrastra, nos seduce y nos lleva al
pecado y con el pecado la muerte.
III. Reconoce a tu Dios
V. 16-18 “Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de
las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad,
para que seamos primicias de sus criaturas”. Santiago dice: hermanos míos no se equivoquen, Dios siempre nos da cosas
buenas. Todo lo bueno proviene de Dios. En medio de las pruebas no te olvides Dios es bueno. Él no nos tienta, es imposible
que así sea. ¿Por qué? Porque Dios es el Padre de las luces, no hay tinieblas en El. El siempre da buenas cosas a sus hijos. Él
es por nosotros y nunca contra nosotros. ¿Cómo lo sabemos? Por el hecho de quién es El. Él es el Dios inmutable. No hay
mudanza en Dios. Él no es hoy una cosa y mañana es otra. Es imposible que Dios sea bueno hoy y mañana sea malo. Eso es
imposible. Ni hay la posibilidad de que El varíe. De que hoy desee tu bien y mañana desee tu mal. Jamás eso podrá ocurrir.
¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos por lo que Dios ha hecho con nosotros. Él nos ha dado bien: de su voluntad, libre y
voluntariamente y por amor, nos hizo nacer por la palabra de verdad, es decir, por medio de la predicación del evangelio.
Fue Dios quien nos convirtió. Ese es su propósito. El desea salvarnos. El desea llevarnos a la gloria. Y al así hacerlos Él quiso
que fuéramos las primicias de sus criaturas, los primeros frutos de la cosecha. Somos el comienzo de toda la renovación que
Dios va a traer en el mundo para su pueblo.
En otras palabras, hermanos, Dios está de nuestro lado. Todo lo que Dios hace es para nuestro bien. Las pruebas son para
nuestro bien, recibámoslas no como enemigos sino como amigos nuestros. ¿Cómo podemos hacerlo? Al poner nuestra
mirada en el galardón, al reconocer que si caemos en la tentación somos responsables por ello y reconozcamos que nuestro
Dios siempre nos da cosas buenas y la prueba de esto lo fue su amor en Cristo Jesús. Porque por Cristo es que recibimos la
vida eterna. Por Cristo recibimos la misericordia de Dios. Por Cristo es que se nos predica el evangelio. Por Cristo es que
recibimos todo lo bueno de Dios. Y sin Cristo no somos nada. Amén.

Soportando las pruebas alcanzaremos la corona de la Vida


La lectura de la carta de Santiago nos viene acompañando en esta semana. Hoy meditaremos sobre dos ideas en las que la
Palabra nos da luces para la vida cotidiana.

Dice la lectura, tomada de Santiago 1, 12-18:


«12 ¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los
que le aman. 13 Ninguno, cuando sea probado, diga: «Es Dios quien me prueba»; porque Dios ni es probado por el mal ni
prueba a nadie. 14 Sino que cada uno es probado por su propia concupiscencia que le arrastra y le seduce. 15 Después la
concupiscencia, cuando ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, una vez consumado, engendra la muerte. 16 No os
engañéis, hermanos míos queridos: 17 toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las
luces, en quien no hay cambio ni sombra de rotación. 18 Nos engendró por su propia voluntad, con Palabra de verdad, para
que fuésemos como las primicias de sus criaturas».
Vivir las pruebas

En los versículos anteriores dice Santiago que somos dichosos cuando nos vemos asediados por toda clase de pruebas, pues
al poner a prueba nuestra fe aprenderemos a tener paciencia, y si somos perseverantes con esta paciencia obtendremos el
premio, al que también San Pablo se refiere con la carrera bien corrida que obtiene la corona incorrupta.

En nuestra cita nos alienta a que habiendo soportado la prueba, después de haberla superado, recibiremos la corona de la
vida que el Señor nos ha prometido a los que lo aman. Sabemos que la Vida Cristiana bien asumida, tiene momentos de
dificultades, de pruebas, que las tenemos que enfrentar, con muchas de ellas no sabemos cómo, y a veces nos viene
desánimos, pues Santiago menciona algo clave, la palabra soportar. Esta palabra significa: "Sostener o llevar sobre sí una
carga o peso", es sinónimo de sufrir, aguantar.

Entendiendo este término nos ubicamos mejor, pues hay muchas situaciones en las que no hay otra cosa más que hacer que
cargar, y caminar cargando el peso que nos ha sido dado, esto lleva consigo sufrimiento, ante el cual nos pide el Señor ser
pacientes, aguantar, pues él, dice Santiago, a prometido la corona de la vida a los que le aman. Este amor, al que Santiago se
refiere, debe verse reflejado en el preciso instante en el que cargamos el peso, es en donde se ofrece al Señor nuestro
sufrimiento. Por esto tenemos que pasar, pero es distinto vivirlo sin un horizonte, sin esperanza en la corona de la vida a
vivirlo mirando el Sol que ya vimos salir y ha sido ocultado por las nubes de lluvia.
¿Es Dios quien me prueba?

En los versículos del 13 al 15 nos responde el apóstol a esta interrogante. «13 Ninguno, cuando sea probado, diga: «Es Dios
quien me prueba»; porque Dios ni es probado por el mal ni prueba a nadie. 14 Sino que cada uno es probado por su propia
concupiscencia que le arrastra y le seduce. 15 Después la concupiscencia, cuando ha concebido, da a luz el pecado; y el
pecado, una vez consumado, engendra la muerte».

Los actos pecaminosos que cometemos son fruto de una seducción y arrastre de nuestra concupiscencia, de nuestras malas
acciones que fueron cometidos por nuestra concupiscencia (tendencia al mal, apetito desordenado por los placeres).
Llevados al acto concreto del pecado "una vez consumado", hemos caminado y dado el paso hacia la muerte.
Santiago 1:11-13
Continuamos hoy, nuestro recorrido por la epístola del apóstol Santiago. Nos encontramos en nuestro estudio del primer
capítulo de esta epístola. Y en este capítulo, tenemos ante nosotros las pruebas de la fe. Hemos podido apreciar que tenemos
en los tres primeros capítulos tenemos una verificación de la fe genuina. Dios examina nuestra fe por medio de pruebas, tema
que el autor expuso en los primeros doce versículos de este capítulo 1. Aún nos encontramos en esta sección de este capítulo y
esperamos completarla hoy.
Cuando estudiamos el libro de Proverbios, lo comparamos con un joven que está examinando el catálogo que ha recibido de
diferentes universidades, entre las cuales se encuentra la universidad de la sabiduría. Bien, aquí en la Epístola de Santiago
encontramos una escuela diferente -la escuela de las pruebas y dificultades en la vida cristiana. Esta es la escuela en la que la
mayoría de nosotros nos encontramos en la actualidad. Dios quiere conducir a todos aquellos que le pertenecen hacia una
madurez plena como cristianos, y tiene muchas pruebas para hacerlo. Él prueba a todos Sus hijos para ver si son o no
genuinos, para eliminar a los que son falsos, es decir, que solo son creyentes en apariencia. Él también quiere proporcionar
seguridad y certeza a Sus hijos. No deberíamos considerar nuestras pruebas y dificultades como una evidencia de que no
somos Sus hijos, sino más bien como una prueba positiva de nuestra fe. Estimado oyente, si usted no estuviera teniendo
algunas dificultades hoy, podríamos poner en duda su salvación; si usted está teniendo problemas, ello es un buen indicio de
que usted pertenece a Cristo. Mientras Dios tiene muchas metas y objetivos en Sus pruebas, la que Santiago ha enfatizado
aquí es la paciencia. Dios no solo quiere darle a usted pruebas de que es un verdadero hijo Suyo; también quiere producir
paciencia en su vida.
Ya lo dijo Santiago al principio de su carta, en el versículo 3 de este primer capítulo, al escribir: sabiendo que la prueba de
vuestra fe produce paciencia. Alguien dijo acertadamente lo siguiente: "sin dolor, no hay bálsamo; sin espina no hay trono; sin
amargura no hay gloria; sin cruz no hay victoria". Hasta aquí la cita.
Otra persona ha expresado el siguiente pensamiento: "Si debo llevar una carga, Cristo me llevará. A veces tenemos que ser
humillados antes de poder elevar nuestra mirada. En cuanto a nosotros mismos, somos débiles, incluso cuando somos fuertes.
En Cristo somos fuertes, aun donde seamos débiles. Lo importante no es cuánto tiempo vivirá usted, sino como va a vivir". Es
importante tener esta perspectiva.
Muchas personas se preguntan por qué tienen que soportar una experiencia en particular. Hace varios años recibimos una
carta de un hombre cristiano que nos contó la siguiente experiencia: "Mi esposa ha estado enferma durante los últimos 20
años y ha permanecido paralizada por 10 años a causa de la enfermedad de Parkinson. No hay ninguna esperanza de que ella
pueda salir del hospital. ¿Cómo puede un Padre amante hacer sufrir y permitir a una persona vivir de tal manera? Yo sé que
ella ama al Señor". Este hombre estaba verdaderamente preocupado. Él no tenía una respuesta para su problema, y tampoco
nosotros la teníamos. No pudimos decirle por qué estaba ocurriendo esta desgracia, pero sí le dijimos que había un propósito
en esta durísima prueba, y que Dios estaba realizando algo en la vida de su esposa y en la de él. Eso lo podemos apreciar
ahora al llegar al versículo 12 del primer capítulo, de esta epístola de Santiago. Dejamos nuestro estudio anterior en el
versículo 11, y continuamos ahora, leyendo lo que dice el versículo 12:
"Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que
Dios ha prometido a los que lo aman."
Otra versión utiliza, como vemos, la palabra "prueba" en vez de "tentación" y dice lo siguiente: "Bienaventurado el hombre
que persevera bajo la prueba" "Tentación es la misma palabra que habíamos tenido en el texto antes, y que a veces fue
traducida como "prueba", El término "tentación" es una buena traducción si uno la entiende en el buen sentido, como
veremos más adelante en este mismo capítulo.
Leamos nuevamente el versículo 12: Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la
prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman. Las pruebas constituyen uno de los métodos de
Dios para desarrollar en nosotros la fe cristiana. Ésta es Su forma de hacer posible que crezcamos y desarrollemos paciencia
en nuestras vidas aquí en la tierra, también ha pensado algo para el futuro -aquí llamado "la corona de vida."
Las pruebas de cualquier clase que sean, pero especialmente si se trata de una grave desgracia o tragedia, tiene la tendencia
a producir en la persona sentimientos de pesimismo y desesperanza. No culpamos al esposo por sentirse como se sentía ante
su esposa, que permanecía hospitalizada por tantos años y enferma del mal de Parkinson. No nos extraña que se preguntara
por el "por qué" de esa desgracia. Pero el hijo de Dios puede tener la confianza de que Dios está haciendo algo así por una
razón determinada, y que tiene un propósito en todo ese doloroso proceso.
Sin embargo una persona normal de este mundo, es decir una persona que no tenga una relación con Dios, ante desgracias de
esta o cualquier naturaleza, normalmente se hunde bajo las olas de la adversidad. Incluso cuando una persona esté en lo
mejor de su vida, esa misma vida puede lograr que esa persona sea pesimista. ¡Cuántos cínicos y escépticos hay en la
actualidad! ¡Hay tantas personas dominadas por la amargura, aunque lo tengan todo! Hay una verdadera epidemia de
suicidios más evidente en algunos países que en otros. El suicidio afecta especialmente a adolescentes, mientras que otros
miles de adolescentes optan por abandonar la vida en sociedad. ¿Y por qué? Porque no tienen una meta en la vida y entonces
no le encuentran sentido al vivir y a todo lo que ven en la sociedad. Un comentarista de noticias conocido por su sensibilidad
hizo el siguiente comentario: "En épocas de depresión económica, la gente tenía una voluntad de vivir y ocurrían pocos
suicidios. Pero en la actualidad, cuando los jóvenes tienen más oportunidades que nunca, un elevado número de ellos prefiere
morir."
Ahora cuando la fe es probada y rodeada por la oscuridad, y las olas son altas y amenazadoras, y todo parece perdido, el hijo
de Dios sabe que éste no es el fin. Puede tener todo un tono oscuro de tristeza, pero más tarde, después, se transformará en
gloria. El salmista dijo en el Salmo 30, versículo 5: Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría. Y aquí en la
carta de Santiago, se nos dice: Porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los
que le aman.
Hemos observado que las personas que han sufrido mucho han iniciado una relación más cercana, más íntima con el Señor
Jesucristo. Mucho se ha escrito en cuanto a esto, y alguna persona lo ha expresado de la siguiente manera: "¿No hay otro
camino, oh Dios, sino a través del dolor, la tristeza, y la pérdida, para grabar la semejanza de Cristo en mi alma? ¿No hay otro
camino sino la cruz? Y entonces, una voz calma mi alma como calmó las olas del Mar de Galilea. ¿No puedes soportar el calor
del horno de fuego si yo camino entre las llamas contigo? Yo llevé la cruz. Conozco muy bien su peso. Yo bebí de la copa que te
presento a ti. ¿No me puedes seguir por donde te guío? Yo te daré la fuerza. Apóyate totalmente en mí."
O sea que el sufrimiento puede llevar a un individuo a tener una relación de amor con Cristo. Y le impulsa a mirar hacia ese
día en el futuro, cuando él será llevado a la presencia del Señor Jesús, quien le entregará la corona de vida.
Pensemos por un momento en esto. ¿Qué es la corona de vida? Bueno, hay muchas coronas mencionadas en la Biblia que son
dadas como recompensa a los creyentes. Una corona no equivale a la salvación, pero representa un premio que se entregará
a ciertas personas. Al oír hablar de premios por los cuales las personas luchan denodadamente, sometiéndose por largos años
a duras disciplinas, seguramente todos pensamos en los Juegos Olímpicos, y en lo que significa para un deportista ganar una
medalla de oro en las Olimpiadas. Por ello es una prometedora esperanza para aquellos que estén pasando por una dura
experiencia a nivel personal, o que la viven de cerca porque un ser querido la sufre, el escuchar estas palabras que hemos
leído y que repetimos: recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman.
Pero hay que reconocer que las pruebas lo acercarán a usted al Señor, o lo alejarán de Él. Muchos cristianos se convierten en
personas amargadas, resentidas. Estimado oyente, no va a ser una experiencia agradable llegar algún día a la presencia de
Cristo si usted ha permitido que la misma experiencia que su Padre celestial estaba usando para desarrollar su carácter y
llevarle a una relación más cercana con el Señor Jesucristo, le convirtió en un creyente amargado y resentido. Todos
tendremos que pasar por pruebas, pero va a haber una corona de vida para aquellos que perseveren bajo la prueba.
Hemos leído bastante sobre las coronas que se mencionan en la Biblia. Presentaremos una interpretación simple de lo que
pensamos sobre la corona de la vida. En la Biblia encontramos que hay diferentes clases de castigo para los perdidos. Parece
haber grados de castigo para los que se pierden. De la misma manera, hay grados de recompensa para los creyentes. No
esperamos recibir el mismo premio que un hombre como el apóstol Pablo u otros destacados miembros de la iglesia recibirán.
Pero seguramente será un gran honor el recibir algún premio de manos del Señor mismo. Creemos que la corona de vida es
aquello que puede llevarle a uno a tener una relación más cercana con el Señor Jesucristo, mucho más que cualquier otra cosa
podría hacerlo.
En el libro de Apocalipsis capítulo 20 y versículo 17, se habla acerca del Señor entregando a cada uno de los Suyos una
piedrecita con un nombre escrito en ella. Hemos supuesto que ese detalle significaba que Él nos dará a cada uno un nuevo
nombre. Bueno, no creemos que éste sea el significado del "nombre nuevo" mencionado en el Apocalipsis. Por lo que hemos
podido deducir, el nombre nuevo del cual se habla en el Apocalipsis significa que Dios va a darnos a cada uno una piedra
sobre la cual estará escrito el nombre de Cristo que se aplique a nuestra experiencia con Él. Para usted, significa algo especial,
diferente de lo que pueda significar para alguien más. En otras palabras, el Señor Jesús significa algo para usted que no
significa para mí. Y Él tiene un significado personal para mí que no tiene para usted.
Hay cierto momento en nuestra vida cuando nos encontramos en una encrucijada en el camino y tenemos que tomar
decisiones importantes. Un momento en que, de rodillas tenemos que decidir si seguimos al Señor o no lo seguimos. Un
momento en el cual somos conscientes de que necesitamos Su ayuda y Su fuerza tomar una decisión, Y así, frente a otras
decisiones trascendentales de la vida. Como resultado de esas oraciones, de esos encuentros a solas con el Señor, Él significa
algo para mí que seguramente no significa para usted. Y usted, por su parte, ha tenido hermoso momentos de comunión y
compañerismo con Él que yo no he experimentado. Creemos que el nombre nuevo escrito sobre una piedra va a reflejar lo que
Cristo significa personal y especialmente para usted, para mí, y para cada uno de los creyentes.
Nuestra conclusión es, pues, que la corona de vida significa que usted va a tener un grado de vida en el cielo que otra persona
no tendrá. Hay muchas personas que han pasado a través de este mundo y que no han hecho nada para Dios. Damos gracias
a Dios que hubo un ladrón que estuvo allí sobre la cruz y que se volvió a Cristo, pero no nos podemos imaginar que él reciba
una recompensa grande, especialmente cuando uno lo compara con el apóstol Pablo. Imaginémonos como será aquel día en
que el apóstol Pablo y muchos héroes de la fe de la Biblia y de todos los tiempos reciban su corona de vida.
Pablo estaba muy interesado en la corona de la vida, interés que también tenía el apóstol Santiago. Así que habrá una corona
de vida. Sin embargo, usted no podrá recibirla hasta que haya estado en la pista de carreras de la vida cristiana, y haya vivido
la experiencia cristiana en la vida real, en la vida diaria, y en las diversas esferas en que actúe. Si usted puede vivir para Dios
aquí en la tierra, estimado oyente, algún día Él tendrá una corona de vida para usted. Ese objetivo es como una meta a la cual
tenemos que mirar con expectativa.
Cuando pensamos en las pruebas de la vida no olvidemos que ellas son pasajeras, no son permanentes. Una vez que cumplen
el propósito que Dios tiene al permitirlas, pasarán y pronto se transformarán en un recuerdo lejano.
Y así, Santiago usó el mismo argumento para advertir a los ricos, cuando escribió, en los versículos 10 y 11; Él pasará como la
flor de la hierba. Cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae y perece su hermosa apariencia. Así
también se marchitará el rico en todas sus empresas. La flor puede hoy parecerle hermosa, estimado oyente. La vida puede
ser maravillosa, pero la flor se está marchitando y sus riquezas no le librarán. Algún día usted se encontrará ante el Señor
Jesucristo. Cada ser humano estará un día ante Él -los no creyentes estarán ante Dios en el juicio del Gran Trono Blanco. Así
también los creyentes, llamados la iglesia, irán con antelación al tribunal de Cristo para ver si recibirán o no la corona de vida.
Yo no sé lo que usted piensa o espera, pero a mí me agradaría recibir esa corona que ofrece a aquellos que, después de haber
soportado y resistido las pruebas de la vida, le aman.
Vamos a entrar ahora en otra sección de este libro de Santiago, y veremos que:
Dios no prueba la fe con el mal
Esta sección se extiende desde el versículo 13 hasta el 21 de este primer capítulo. La palabra "tentación" se usa en dos
sentidos: hablando de las pruebas o las dificultades, como vimos en el versículo 12, y hablando de la provocación al mal, como
vemos en los versículos 13 y 14. Santiago se dispuso entonces a hablar sobre la tentación, en el sentido de tentación a hacer el
mal. Algunos dicen que el Señor les probó, cuando en realidad no fue el Señor en absoluto. Dios no puede ser tentado por el
mal, y Él no tienta a nadie con el mal. Santiago trató aquí un tema que es muy importante que los hijos de Dios entiendan,
porque con frecuencia culpan a Dios por muchísimas cosas que suceden en sus vidas y de las cuales Él no es responsable.
Leamos entonces el versículo 13 de este primer capítulo de Santiago:
"Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta
a nadie"
En los versículos precedentes hemos visto que Dios prueba a Sus propios hijos, pero en este punto Santiago dejó bien claro que
Dios nunca prueba a los hombres con el mal y con el pecado. Por eso declaró enfáticamente Cuando alguien es tentado no
diga que es tentado de parte de Dios. Observemos que Santiago ya no estaba usando la palabra "tentación", como lo hizo
anteriormente. A partir de aquí estaba usando el verbo: él estaba hablando de la acción.
La propensión natural de la humanidad es culpar a Dios por sus propias torpezas, de todas sus manías, de todos sus defectos,
fracasos e impureza. Desde el mismo principio, desde el momento de la caída del hombre, esta tendencia se ha mantenido.
Adán dijo en Génesis capítulo 3, versículo 12, la mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí ¡él realmente
escurrió el bulto! Y la mujer hizo lo mismo, porque dijo (como leemos en el versículo siguiente, el 13) La serpiente me engañó,
y comí. En realidad, los tres eran responsables de lo ocurrido, es decir, la serpiente, Eva y Adán.
Estimado oyente, debemos interrumpir nuestro estudio, continuaremos con nuestro estudio en nuestro próximo programa. Le
invitamos para que continúe acompañándonos en este recorrido por el resto del capítulo 1 del apóstol Santiago, y le
sugerimos que usted lea por sí mismo este capítulo, repasando lo que hemos considerado y avanzando por los versículos
siguientes, que aún no hemos examinado.
Santiago 1:13-15
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por la epístola universal del apóstol Santiago. Una vez más, estamos en el
capítulo 1, de este libro. Apenas habíamos comenzado con la segunda parte que comprende los versículos 13 al 21, donde
vimos que:

Dios no prueba la fe con el mal


Esta sección se extiende desde el versículo 13 hasta el 21 de este primer capítulo. La palabra "tentación" se usa en dos
sentidos: hablando de las pruebas o las dificultades, como vimos en el versículo 12, y hablando de la provocación al mal, como
vemos en los versículos 13 y 14. Santiago se dispuso entonces a hablar sobre la tentación, en el sentido de tentación a hacer el
mal. Algunos dicen que el Señor les probó, cuando en realidad no fue el Señor en absoluto. Dios no puede ser tentado por el
mal, y Él no tienta a nadie con el mal. Santiago trató aquí un tema que es muy importante que los hijos de Dios entiendan,
porque con frecuencia culpan a Dios por muchísimas cosas que suceden en sus vidas y de las cuales no es responsable.
Leamos entonces el versículo 13 de este primer capítulo de Santiago:
"Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta
a nadie"
En los versículos precedentes hemos visto que Dios prueba a Sus propios hijos, pero en este punto Santiago dejó bien claro que
Dios nunca prueba a los hombres con el mal y con el pecado. Por eso declaró enfáticamente que Cuando alguien es tentado
no diga que es tentado de parte de Dios. Observemos que Santiago ya no estaba usando la palabra "tentación", como lo hizo
anteriormente. A partir de aquí estaba usando el verbo: él estaba hablando de la acción.
La propensión natural de la humanidad es culpar a Dios por sus propias torpezas, de todas sus manías, de todos sus defectos,
fracasos e impureza. Desde el mismo principio, desde el momento de la caída del hombre, esta tendencia se ha mantenido.
Adán dijo en Génesis capítulo 3, versículo 12, la mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí -¡él realmente
escurrió el bulto! Y la mujer hizo lo mismo, porque dijo (como leemos en el versículo siguiente, el 13) La serpiente me engañó,
y comí. En realidad, los tres eran responsables de lo ocurrido, es decir, la serpiente, Eva y Adán.
Con frecuencia escuchamos preguntas como éstas: "¿Por qué envía Dios inundaciones y terremotos y permite la muerte de los
niños?" Y nosotros culpamos a Dios hoy por el resultado de codicia, la avaricia y el egoísmo de la humanidad --que es la
realmente responsable por las inundaciones y terremotos. La gente ha construido en muchas ocasiones las casas muy cerca
de los ríos y cuando en el curso natural de los acontecimientos el caudal de los ríos aumenta, lo califican como inundación y
como un acto de Dios. Pero el hombre cree que es más agradable vivir cerca del río, o de una vía de transporte, o de donde
tienen lugar las actividades comerciales. Lo que realmente motiva al hombre a construir en lugares donde es verdaderamente
peligroso construir, es la codicia y la avaricia.
Todos hemos oído hablar de que algunas zonas del mundo son altamente propensas a terremotos. Los modernos sistemas de
detección del estado geológico de una zona permiten predecir los terremotos con bastante exactitud. Sin embargo, las
personas se trasladan masivamente a vivir en tales áreas, porque le agrada el clima, la belleza del paisaje y entonces se
edifican edificios altos para aprovechar la rentabilidad de la tierra en esa zona. La seguridad de las personas pierde su
prioridad y la posibilidad de que ocurran catástrofes va cayendo en el olvido. Por todo ello, no podemos acusar a Dios o
culparle cuando se produce una catástrofe en esas zonas densamente pobladas.
Los hombres también culpan hoy a Dios con sus filosofías. El panteísmo, por ejemplo dice que todo es Dios, pero el bien es la
mano derecha de Dios, y el mal está en su mano izquierda. En otras palabras, la totalidad del universo es el único Dios. Ahora,
el fatalismo dice que todo ocurre como una necesidad ciega. Todo sucede por ineludible predeterminación o destino. Ellos
dicen que, si hay Dios, Él le ha dado cuerda al universo como a uno de esos relojes que marcan el tiempo por ocho días, y que
luego lo se retiró y lo dejó. La explicación que da el materialismo del problema de la raza humana es que las aspiraciones más
elevadas y las pasiones más bajas constituyen el metabolismo natural del organismo físico.
Ahora, Dios ha respondido a estas filosofías en Su Palabra. No hay mal en Dios. En Él todo es bueno, todo es luz, y todo es
justo. El apóstol Juan escribió en su primera epístola, capítulo 1, versículo 5. 5Este es el mensaje que hemos oído de él y os
anunciamos: Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en él. Y el Señor Jesús pronunció esta muy interesante declaración en el
Evangelio de Juan capítulo 14, versículo 30: 30No hablaré ya mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo y él
nada tiene en mí. Eso quiere decir, que no hay mal o pecado en Él. Pero cada vez que Satanás se acerca a mí, él puede
encontrar algo.
Permítanos inducir en este punto algo que es teológico. Jesús no podía pecar. Ahora, alguien podría preguntar
inmediatamente: "¿Entonces, por qué fue tentado?" En el evangelio según San Mateo, capítulo 4, versículo 7, el Señor le dijo a
Satanás: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Dios quiere salvar del pecado, estimado oyente, y Él no tienta a
las personas a pecar -Él quiere liberar a las personas. Él nunca usa los pecados como una prueba, pero lo permitirá, como
veremos más adelante. El Señor Jesús no tenía ningún pecado en Él --recordemos su declaración: viene el príncipe de este
mundo y él nada tiene en mí. Fue tentado para probar que no había nada en Él. Después de haber vivido aquí en la tierra por
33 años, Satanás se acercó a Él con esta tentación, una tentación que apeló a la personalidad total del hombre: la parte física,
la parte mental, y la parte espiritual del hombre. El Señor Jesucristo no podía fracasar, y la prueba, o tentación, fue
presentada para demostrar que Él no podía caer. Porque si Él pudiera caer, entonces en cualquier momento su salvación y la
mía, amigo oyente, estarían en duda. En el momento en que Él sucumbiera o cediera ante el pecado, no tendríamos un
Salvador. Su tentación ocurrió para probar que no podía pecar.
Hace algunos años, el ferrocarril que pasaba por cierta localidad campesina tenía que cruzar un río sobre un puente de
madera. Este río durante la época del verano parecía un arroyo insignificante, pero cuando comenzaba la temporada de
lluvia, aumentaba de tal manera su caudal que arrasaba con todo. Ahora, en cierta ocasión, la crecida del río provocó una
inundación que se llevó consigo el puente del ferrocarril. Los ingenieros se hicieron presentes y construyeron otro puente; esta
vez lo hicieron de metal. Cuando su construcción finalizó, los ingenieros llevaron a ese puente dos máquinas del ferrocarril, las
colocaron en el medio del puente, y allí detuvieron su marcha. La gente de la zona se preguntaba por qué hacían eso los
ingenieros. Un joven, que estaba por allí observando la escena, se atrevió a preguntar a los ingenieros qué estaban haciendo,
y éste respondió que habían construido el puente y lo estaban probando. El joven entonces les preguntó si creían que el
puente se iba a caer. Entonces el ingeniero le respondió enfáticamente: "Por supuesto que no se caerá. Estamos simplemente
probando que no se caerá". Ahora, el Señor Jesucristo, estimado oyente, fue tentado para probar que usted y yo tenemos un
Salvador que no puede pecar. Dios no puede ser tentado por el pecado. Y Dios, no tienta a las personas con el pecado.
Sin embargo, Dios permite que seamos tentados con el pecado. Podemos tener un ejemplo en algo que se dijo en cuanto a
David. En el Segundo libro de Samuel, capítulo 24, versículo 1, leemos: Volvió a encenderse la ira del Señor contra los
israelitas, e incitó a David contra ellos diciéndole: Ve, haz un censo de Israel y de Judá. Evidentemente, ese hecho era pecado.
Entonces, ¿tentó Dios a David con el mal? Estimado oyente, para entender bien la Biblia usted siempre necesita examinar
toda la historia de un suceso. En el segundo libro de Crónicas usted tiene el punto de vista humano de los eventos registrados.
Desde un punto de vista humano, pareció como si Dios estuviera enfadado con Israel y simplemente obligó o incitó a David
para que hiciera el censo. Sin embargo, en el primer libro de Crónicas capítulo 21, versículo 1, se nos dejó el punto de vista de
Dios sobre este hecho. Dice este pasaje: Se levantó Satanás contra Israel e incitó a David a que hiciera censo del pueblo.
¿Quién provocó a David para que pecara? Fue Satanás, no Dios. Dios simplemente permitió que Satanás así lo hiciera porque
Él estaba enfadado con Israel y su pecado. Dios nunca tienta a los hombres con el mal.
¿Quién es entonces responsable de nuestra propensión al mal? ¿Qué hace que nosotros pequemos? Bueno, alguien quizá
diga: "Ustedes acaban de destacar que es Satanás". Observemos lo que dice este versículo 14, del primer capítulo de la
epístola del apóstol Santiago:
"Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido."
Aquí estamos hablando sobre los pecados de la naturaleza carnal. ¿Quién es responsable cuando usted se aleja para hacer el
mal, cuando usted cede ante una tentación para practicar el mal? Dios no es responsable. El diablo no es responsable. Usted
es responsable.
Cada uno es tentado. Cada uno - dice aquí. Y esta es una declaración de la individualidad de la personalidad en la raza
humana. De la misma manera en que cada uno de nosotros tenemos huellas digitales diferentes, cada uno de nosotros tiene
una naturaleza moral diferente. Todos nosotros tenemos nuestras propias idiosincrasias, nuestras propias excentricidades.
Todos tenemos algo un poco diferente, que nos distingue de los demás. Estimado oyente, todos nosotros tenemos nuestras
peculiaridades. Una persona puede ser tentada a beber en exceso; otro, puede ser tentada a comer demasiado; otra persona
puede ser tentada en el área del sexo. El problema siempre se encuentra dentro del individuo; ninguna cosa o influencia
exterior nos puede hacer pecar, tiene que ser algo que viene de adentro, y allí es donde está el problema. El problema está
aquí, dentro de nosotros con esa vieja naturaleza que tenemos.
Un niño estaba jugando cerca de un lugar donde su madre guardaba las galletas. Él había bajado el recipiente donde ella las
guardaba y su madre escuchó que él estaba por allí y lo llamó y le preguntó, qué era lo que estaba haciendo. Entonces, el
muchachito respondió: "Estoy luchando contra la tentación". La verdad es que él estaba en un lugar bastante malo para
luchar contra la tentación. No había resistido el poder de atracción de esa tentación y al recorrer parte del camino hacia su
fracaso, se estaba exponiendo voluntariamente frente al objeto de la tentación, con pocas o ninguna posibilidad de vencerla.
Hay muchas cosas que no son malas en sí mismas, pero es el uso que uno hace de ellas lo que está mal. La comida es buena,
pero uno puede llegar a ser un glotón. El alcohol es una medicina, pero uno puede llegar a ser un alcohólico si lo usa
indebidamente. El sexo es bueno, si se usa dentro de los límites del matrimonio, como Dios lo ha establecido, pero si uno lo
ejerce fuera del mismo, puede llegar a sufrir varias clases de daños y perjuicios. En muchas zonas del mundo se han
propagado epidemias de enfermedades venéreas debido al relajamiento de la moral actual.
Y en el día de hoy muchos psicólogos están tratando de ayudar a las personas para que se liberen de sus complejos de culpa.
Un psicólogo cristiano, profesor de una Universidad de Estados Unidos dijo en una ocasión a un profesor de la Biblia: "Ustedes
necesitan enfatizar en su enseñanza el complejo de culpa más de lo que lo están haciendo. Un complejo de culpa forma parte
de usted tanto como su brazo derecho. Simplemente, usted no puede librarse de él".
Otros profesionales investigan lo más a fondo que sea posible los antecedentes de quienes los consultan, incluyendo en su
examen todos los factores ambientales y del contexto familiar, como por ejemplo los sentimientos de afecto recibidos o, por el
contrario, la falta de amor de los padres, la agresividad, la falta de comunicación con el entorno más próximo, etc. Pero,
estimado oyente, usted podría resolver muchos de sus problemas por los cuales usted se culpa a sí mismo o a otras personas,
si se dirigiera al Señor Jesús, que se encuentra ahora a la derecha de Dios, diciéndole: "Soy un pecador, soy culpable".
Entonces Él removerá su complejo de culpa. Él es el único que puede hacerlo.
El libro de los Proverbios, capítulo 23, versículo 7, dice: 7porque cuales son sus pensamientos íntimos, tal es él. La provocación
al pecado debe tener la respuesta o reacción correspondiente desde el interior de la persona. El apóstol Santiago dice que el
apetito desordenado de los placeres deshonestos, ese anhelo o deseo incontrolable de las personas, es el que atrae a las
personas hacia el pecado. En el Evangelio de Juan capítulo 12, versículo 32, el Señor Jesús dijo: 32Y yo, cuando sea levantado
de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Pero el que se burla puede decir: ¡El no me atraerá! Bueno, estimado oyente, Él no le
obligará a usted. Recordemos que cuando estudiamos el libro de Oseas, leímos que Él sólo utiliza las cuerdas del amor para
atraernos hacia Sí mismo. Él quiere conquistarnos y ganarnos por Su gracia, por Su amor. Sinceramente hablando, hoy, el mal
es atractivo, como siempre lo ha sido. La historia Bíblica nos dice que al principio, Moisés fue atrapado por los placeres del
pecado. El hombre puede ser seducido; el cebo puede ser colocado en el anzuelo. Si él, por así decirlo, muerde el anzuelo, es
decir, si cede, si se rinde, antes de que pase mucho tiempo esa persona llegará a convertirse en adicto a un vicio o un pecado
que irá destruyendo su cuerpo y su mente. Continuemos leyendo, entonces, el versículo 15 de este capítulo 1, de la epístola de
Santiago:
"Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte."
En otras palabras, cuando el deseo del alma ha concebido, da nacimiento al pecado, y el pecado, una vez que ha sido
consumado, da a luz la muerte. El apóstol Santiago utilizó aquí una palabra interesante, en la primera frase de este versículo:
Entonces la pasión, después que ha concebido, la palabra realmente significa "quedar embarazada". La concepción es la
unión de dos. Así que el deseo de nuestra vieja naturaleza humana se une con la tentación exterior que nos enfrenta, y de esa
forma se convierte en pecado. El Señor Jesús dijo: Y el deseo del alma se une con la tentación de afuera. El Señor Jesucristo
dijo: 22Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio. (Mateo capítulo 5, versículo
22). Porque esa pasión comienza en el corazón y sale en forma de acción. Y el Señor Jesús también dijo: yo os digo que
cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón (como podemos leer en ese mismo
capítulo 5 de Mateo, versículo 28). Allí es donde siempre comienza el pecado, en nuestro corazón.
En este punto surgiría de forma natural la pregunta: ¿es la tentación un pecado? Por supuesto que no es un pecado,
definitivamente que no es un pecado. Es cuando la concepción tiene lugar, es decir, cuando el pensamiento del corazón se
lleva a cabo, se transforma en acción, entonces la tentación se convierte en pecado, Martín Lutero expresó esta realidad de
una forma original cuando dijo: "Uno no pude evitar que las aves vuelen sobre su cabeza, pero sí puede evitar que no
construyan un nido en su cabello". Hasta aquí la cita. O sea, que el pecado es la consumación del acto interiormente y
exteriormente.
La tentación, en sí misma no es pecado. Todos tenemos una naturaleza mala; es inútil tratar de engañarnos a nosotros
mismos en este asunto. Todos hemos sido tentados a hacer el mal; cada uno tiene una debilidad en su naturaleza humana,
una tendencia difícil de vencer; por ejemplo algunos no pueden evitar la glotonería, otros el ser chismosos, etc. Cada uno
conoce su propia debilidad. Los pecados que acabamos de mencionar pertenecen absolutamente a nuestra naturaleza
humana, es decir, que proceden de nuestro interior. Solamente el Señor Jesús pudo decir, 30viene el príncipe de este mundo y
él nada tiene en mí (como podemos leer en el evangelio de Juan capítulo 14, versículo 30).
El versículo 15 dice Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado. En este caso, la criatura no puede nacer
muerta. La pasión va a provocar algo. Cuando el mal pensamiento del corazón se une con la tentación exterior, se produce un
nacimiento: el nacimiento de un acto, el nacimiento de un pecado.
Ahora, nosotros hoy racionalizamos al pecado. Racionalizamos nuestro mal carácter, nuestro chismorreo y una serie de
pecados que puedan explicarse con costumbres de cortesía o educación, e incluso racionalizamos la burda y flagrante
inmoralidad. Pero la Biblia los llama pecados.
Estimado oyente, nuestro tiempo ha finalizado. En nuestro próximo programa continuaremos con nuestros comentarios sobre
el versículo 15 de este primer capítulo de Santiago. Esperamos poder contarle entre nuestros oyentes al continuar nuestro
estudio de este capítulo 1 de la epístola de Santiago.
Santiago 1:15-19
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el capítulo 1, de la epístola de Santiago. Nos encontramos en la primera
gran división de esta epístola, que hemos titulado, "La verificación de la fe genuina", y que abarca los capítulos 1 al 3. El autor
ha considerado en los primeros doce versículos de este primer capítulo, cómo Dios prueba nuestra fe por medio de las
dificultades, sufrimientos y demás problemas de la vida. En los versículos 13 al 21, vimos que Dios no prueba la fe con el mal.
Dios prueba a Sus propios hijos, pero en este punto Santiago dejó bien claro que Dios nunca prueba a los hombres con el mal y
con el pecado. Por eso declaró enfáticamente el apóstol en el versículo 13: Cuando alguien es tentado no diga que es tentado
de parte de Dios. Por ello el versículo 14 continuó aclarando esta cuestión. En ese versículo destacamos que el problema
siempre se encuentra dentro del individuo; ninguna cosa o influencia exterior nos puede hacer pecar, tiene que ser algo que
viene de adentro, y allí es donde está el problema. El problema está aquí, dentro de nosotros con esa vieja naturaleza que
tenemos. El libro de los Proverbios, capítulo 23, versículo 7, dice: 7porque cuales son sus pensamientos íntimos, tal es él. La
provocación al pecado debe tener la respuesta o reacción correspondiente desde el interior de la persona.
En nuestro programa anterior destacamos algunos detalles importantes del versículo 15. Vamos a leerlo nuevamente:
"Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte."
En otras palabras, cuando el deseo del alma ha concebido, da nacimiento al pecado, y el pecado, una vez que ha sido
consumado, da a luz la muerte. El apóstol Santiago utilizó aquí una palabra interesante, en la primera frase de este versículo:
Entonces la pasión, después que ha concebido, la palabra realmente significa "quedar embarazada". La concepción es la
unión de dos. Así que el deseo de nuestra vieja naturaleza humana se une con la tentación exterior que nos enfrenta, y de esa
forma se convierte en pecado. El Señor Jesús dijo: Y el deseo del alma se une con la tentación de afuera. El Señor Jesucristo
dijo: 22Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio. (como podemos ver en Mateo
capítulo 5, versículo 22). Porque esa pasión comienza en el corazón y sale en forma de acción. Y el Señor Jesús también dijo:
yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón (como podemos leer en ese
mismo capítulo 5 de Mateo, versículo 28). Allí es donde siempre comienza el pecado, en nuestro corazón.
En este punto surgiría de forma natural la pregunta: ¿es la tentación un pecado? Por supuesto que no es un pecado,
definitivamente no es un pecado. Es cuando la concepción tiene lugar, es decir, cuando el pensamiento del corazón se lleva a
cabo, se transforma en acción, entonces la tentación se convierte en pecado, Martín Lutero expresó esta realidad de una
forma original cuando dijo: "Uno no pude evitar que las aves vuelen sobre su cabeza, pero sí puede evitar que no construyan
un nido en su cabello". Hasta aquí la cita. O sea, que el pecado es la consumación del acto interiormente y exteriormente.
La tentación, en sí misma no es pecado. Todos tenemos una naturaleza mala; es inútil tratar de engañarnos a nosotros
mismos en este asunto. Todos hemos sido tentados a hacer el mal; cada uno tiene una debilidad en su naturaleza humana,
una tendencia difícil de vencer; por ejemplo algunos no pueden evitar la glotonería, otros el ser chismosos, etc. Cada uno
conoce la propia debilidad. Los pecados que acabamos de mencionar pertenecen absolutamente a la nuestra naturaleza
humana, es decir, que proceden de nuestro interior. Solamente el Señor Jesús pudo decir, 30viene el príncipe de este mundo y
él nada tiene en mí (como podemos leer en el evangelio de Juan capítulo 14, versículo 30).
El versículo 15 dice Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado. En este caso, la criatura no puede nacer
muerta. La pasión va a provocar algo. Cuando el mal pensamiento del corazón se une con la tentación exterior, se produce un
nacimiento: el nacimiento de un acto, el nacimiento de un pecado.
Ahora, nosotros hoy racionalizamos al pecado. Racionalizamos nuestro mal carácter, nuestro chismorreo y una serie de
pecados que puedan explicarse con costumbres de cortesía o educación, e incluso racionalizamos la burda y flagrante
inmoralidad. Pero la Biblia los llama pecados.
El versículo 15, además dice: y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Ahora, aquí tenemos una palabra muy
interesante, "muerte". En la Biblia se mencionan tres clases de muerte. (1) Existe la muerte física, que llega a todos los seres
humanos y de eso estamos seguros. (2) Está la muerte espiritual, que es la condición del hombre perdido; él está "muerto en
delitos y pecados", como dijo el apóstol Pablo en Efesios 2:1. (3) Finalmente, está la muerte eterna, que es el destino de la
persona que muere como no creyente. La "muerte", principalmente significa separación. Por lo tanto, para un creyente
significa que cuando el pecado ha nacido en su vida, cuando se convierte en una acción, su comunión o compañerismo con
Dios se rompe. Se produce una separación. El apóstol Juan, en su primera carta, capítulo 1 y versículo 6 dijo: Si decimos que
tenemos comunión con Dios y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. No podemos tener comunión con
Él, y permitir que el pecado actúe continuamente en nuestra vida.
Un gran pecado en nuestra época es el adulterio. Es algo que cada persona ha tenido que enfrentar, al menos potencialmente
y no constituye algo nuevo. Pensamos el énfasis que hoy se la da al sexo en nuestra sociedad, algunas modas o formas de
vestir y las facilidades de medios contemporáneos para la libre comunicación entre las personas han contribuido a la práctica
de este pecado en mayor medida que en generaciones anteriores. Por cierto que este pecado, junto con el alcoholismo ha
hecho caer a grandes naciones del pasado. Por ejemplo, Roma no cayó en principio por un conquistador exterior. Su caída se
originó desde dentro del imperio, porque éste fue carcomiéndose con el pecado.
Resulta trágico hoy cuando las personas piensan que pueden evitar las consecuencias del pecado. Cuando la pasión, o el
deseo ha concebido, engendra el pecado. La única clase de descendiente que la pasión y el deseo pueden traer al mundo es el
pecado, y el pecado, a su vez, engendrará muerte. El pecado provocará una separación en la relación de comunión y
compañerismo con Dios; si usted es un hijo de Dios, Él lo juzgará por ese pecado, a no ser que usted se juzgue a sí mismo.
Conocemos muchos casos de personas que pensaron que podían salirse con la suya, evitando las consecuencias del pecado e
ignorando las enseñanzas de Dios reveladas en la Biblia. En muchos casos la simple atracción física, presentada como un
sentimiento de amor, ha dado lugar a relaciones que han malogrado el futuro sentimental de los implicados. En otros casos,
también han dado lugar a uniones inestables, dañadas desde un principio por el pecado y que, con el transcurso del tiempo,
demostraron traer desamor, tristeza y, finalmente separaciones irreversibles. En todos los casos, la felicidad, si es que la hubo,
fue efímera. Es que las heridas producidas por el pecado solo pueden cicatrizarse con una confesión del pecado, si las
personas implicadas son hijas de Dios, y una rectificación de toda situación, de toda relación, que no esté aprobada por la
Palabra de Dios.
Así que de esta manera actúa la tentación que, por cierto, hoy reviste la formas más variadas, maquilladas además por
circunstancias muy bien explicadas y supuestamente justificadas, hasta el punto que puede pasar casi desapercibida.
Recordemos que la tentación no puede concebir, no puede engendrar hasta que se una con el deseo o pasión de nuestra
malvada naturaleza humana. Lo verdaderamente importante es que cuando se unen ambos factores, la tentación y la pasión,
se engendra la acción del pecado, y el pecado, a su vez, finalmente conduce a la muerte. Y, como dijimos anteriormente, si
usted es un hijo de Dios, rompe inmediatamente su relación de compañerismo con Él y se produce una separación. Por cierto,
recordemos también que la palabra muerte, primordialmente, significa separación. Ahora, el apóstol Santiago continuó
diciendo en el versículo 16 de este primer capítulo de su carta:
"Amados hermanos míos, no erréis."
Cuando el apóstol dijo aquí no erréis, la palabra que utilizó quiere decir divagar, desviarse, vagar de un lado para otro o ir sin
rumbo fijo. Es como la oveja de la cual habló el Señor Jesucristo, esa oveja perdida a la cual Él fue a buscar. Esa oveja a quien
amó tanto. Y Santiago nos estaba diciendo aquí: "No os desviéis, no penséis que de alguna manera podréis evitar las
consecuencias del pecado". La persona que tiene el hábito de pecar continuamente, podemos decir definitiva y
categóricamente, nunca tuvo una línea de comunicación con Dios; nunca ha nacido espiritualmente de nuevo. Si usted puede
vivir en el pecado y disfrutarlo, estimado oyente, entonces, usted no es un hijo de Dios. Es así de sencillo.
Se cuenta la historia acerca de dos estudiantes de la Biblia que estaban manteniendo una discusión. Uno de ellos creía que
una vez que uno es salvo, nunca puede perderse. Mientras que el otro creía que uno puede perder su salvación. Éste último le
dijo al primero: "Si yo creyera su doctrina y estuviera seguro de que me había convertido, entonces, me hartaría de pecar". A
lo cual replicó el primero: "¿Cuánto pecado cree usted que sería necesario para saciar a un creyente genuino para su propia
satisfacción?" Creemos que ésta fue una respuesta muy acertada. Si usted puede estar satisfecho con el pecado, entonces le
decimos que es necesario que usted se examine a sí mismo, para ver si realmente usted está en a la fe cristiana o no. Alguien
ha dicho: "Aquel que cae en el pecado es un hombre. Aquel que se lamenta del pecado es un santo. Aquel que se jacta del
pecado es un diablo". Y estimado oyente, todos nosotros estamos expuestos a la tentación y somos vulnerables en el sentido
en que podemos ceder y caer ante ella. Alguien dijo con evidente acierto, que la tentación no necesita invitación para hacerse
presente. Pero debemos asegurarnos de no engendrar el pecado. Si usted cede a la tentación, no puede abortar, no se puede
interrumpir el proceso de consecuencias señalado en la Biblia. El pecado y la muerte serán el resultado final. Veamos ahora el
lado positivo en el versículo 17, de este capítulo 1, de la epístola de Santiago:
"Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de
variación."
Un lado de la luna es oscuro, y el otro lado tiene luz. Pero en Dios, estimado oyente, no hay un lado oscuro. En todos nosotros
hay una sombra. Usted y yo proyectamos una sombra. Se cuenta que cuando Alejandro Magno había conquistado al mundo y
regresó a Grecia, fue a visitar a su antiguo maestro Aristóteles para contarle todo lo que había ocurrido. Cuando entró en la
casa del maestro, Aristóteles en ese momento estaba tomando un baño. Alejandro Magno se quedó en la entrada y le contó
todo lo que había sucedido. Y después le dijo: "Ahora estoy preparado para darte cualquier cosa que quieras en este mundo.
¿Qué es lo que quieres?" Aristóteles levantó su vista y dijo: "Quiero que salgas de mi luz". Es que Alejandro Magno estaba de
pie en la puerta, tapando la luz del día. Y estimado oyente, eso es todo lo que cualquiera de nosotros hace. Solo proyectamos
una sombra. Pero no hay, en absoluto, ninguna sombra en Dios.
Y el versículo 17 continúa diciendo: en el cual no hay mudanza ni sombra de variación. Dios no varía. Él no cambia. Dios no es
como muchos creyentes son en la actualidad, en su estado espiritual o en su estado de ánimo. Arriba hoy y abajo mañana. Y
así viven dando vueltas en círculo.
Y la primera frase de este versículo dice: Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto. Es decir, que viene de
parte de Dios. Hay algunas pólizas de seguros de viviendas, en algunos países, que indican que el seguro no incluye ciertas
cosas que pueden sucederle a una casa o apartamento, incluyendo "cualquier acto de Dios". Interrogado un agente de
seguros acerca de esta frase, respondió que se refería a ciclones, terremotos, maremotos o a algún otro desastre natural.
Pero, ¿se le puede culpar a Dios por ello? Por supuesto que el agente respondió que ésta es una de las expresiones que se
usan, pero a través de los siglos parece que muchas personas han considerado que Dios es el responsable de la acción
destructiva de los elementos de la naturaleza. ¿Por qué será que no suele culparse a la codicia, al deseo insaciable de poder y
a otras características de la maldad del hombre? Estimado oyente, todo lo bueno y perfecto que usted tiene, proviene de Él.
Usted puede contar cuántas bendiciones tiene hoy: el calor del sol, la lluvia, un día nublado, un día brillante, la vegetación, el
agua que usted bebe, el aire que respira, etc. Dios nos dio el aire puro, libre de impurezas y el agua pura y limpia. Es el
hombre quien los ha contaminado. Dios da cosas buenas, positivas, saludables. Dios es bueno, y usted y yo en realidad no
sabemos cuán bueno es Él. Ahora, el versículo 18, de este capítulo 1, de la epístola de Santiago, dice:
"Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas."
Esta es con toda seguridad una referencia al nuevo nacimiento espiritual. ¿Cómo fue que nos hizo nacer de nuevo? Por la
Palabra de Verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación. Hay quienes dicen: "Bueno, si yo
estoy predestinado para perderme, no hay nada que pueda hacer en cuanto a ello; así que no me voy a preocupar por eso. Y si
voy a ser salvo, bueno, entonces, seré salvo". Pero aquí tenemos dos voluntades; dice: Él, de su voluntad, nos hizo nacer.
Nuevamente vemos en esta carta una concepción, que implica que dos se han unido; no hay ninguna otra forma de concebir,
de que tenga lugar una concepción. Por lo tanto, cuando la voluntad divina se une con la voluntad suya, estimado oyente,
usted experimentará un nuevo nacimiento espiritual. Nadie puede decir que no es responsable de su nacer o no nacer de
nuevo espiritualmente. Su voluntad es que nadie perezca, que se pierda. Usted es engendrado por la Palabra de Dios. Cuando
usted está dispuesto a venir, cuando cree en la Palabra de Dios y acepta al Señor Jesucristo como su Salvador, usted nacerá de
nuevo. Como dijo el apóstol Pedro, en su primera carta, capítulo 1 y versículo 23: 23pues habéis renacido, no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Ahora, en el versículo 19,
leemos:
"Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse"
Y entramos ahora, a una parte de esta epístola en la que Santiago trata en gran detalle, la vida del creyente. La forma de
comenzar el párrafo, diciendo Por esto, mis amados hermanos, indica que se acercan conclusiones prácticas para todos los
hijos de Dios.
Y continuó diciendo todo hombre sea pronto para oír. ¿Para oír qué? Por supuesto, para oír la Palabra de Dios. Después que
usted ha sido engendrado por la Palabra de Dios, (habiendo comenzado una nueva vida), usted no ha terminado, sino, más
bien, comenzado una relación con Dios. Y entonces, tiene que crecer espiritualmente por Su Palabra. Entonces usted ahora
tiene algo que es vivo, poderoso y más agudo que una espada de doble filo, como dijo el escritor a los Hebreos en su capítu lo
4, versículo 12. Por otra parte, el apóstol Pablo escribió en su primera carta a los Corintios, capítulo 2, versículo 14: 14Pero el
hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque
se han de discernir espiritualmente. Sin embargo, como hijo de Dios, usted está habitado por el Espíritu de Dios, es decir, tiene
Su presencia en usted mismo, y Él quiere enseñarle la Palabra de Dios. Es extraordinario pensar en que el Creador de este
universo y el Redentor de los pecadores perdidos, quiere hablar con usted. Por ello el apóstol Santiago dijo en primer lugar, al
iniciar esta sección tan práctica, todo hombre sea pronto para oír, es decir, que permanezca alerta, que esté atento, dispuesto
a escuchar lo que Dios tiene que decirle.
En nuestro próximo programa continuaremos considerando este versículo 15 del primer capítulo de esta carta del apóstol
Santiago. Mientras tanto, le sugerimos leer los versículos restantes de este primer capítulo para estar al tanto de lo que
consideraremos en nuestro próximo estudio. Porque confiamos en que continúe acompañándonos en este recorrido por esta
carta tan práctica del Nuevo Testamento, que toca directa y abiertamente ciertas áreas de nuestra vida, acerca de las cuales
debemos permanecer alertas y sensibles con respecto a la Palabra de Dios.

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