You are on page 1of 2

De: Sr.

Tiss Morgan

Para: Dr. Orus Janis

Ref.: Reseña

31 de enero de 2018, en el eclipse de la luna azul de sangre

Querido herr professor:

Mis baterías de litio prontas a agotarse, me urgen a relatar rápida y


desordenadamente lo sucedido con el paradigmático y carismático alquimista Marcelo
Orellana. Todo esto en el contexto de la fantasía TAC – o universo TAC como ha aparecido en
los últimos mensajes recibidos, desde el otro lado del tiempo.

Entre zombies y cyborg en el lejano puerto del fin del mundo, 33º2’45’’S y 71º37’11’’O,
en la llamada Tierra Quemada de los Changos, lo vi por primera vez, a fines del siglo XX, en el
año 1998 después del nazareno, para ser más preciso.

Su figura se perfila en la cima de la última terraza del TAC –alucinación colectiva nacida
en las quebradas del Cerro Perdices o Loceras, y luego trasladada mágicamente a Cordillera,
según los biógrafos consultados por el afamado Abate Didier- y desde esa posición Marcelo no
pierde de vista sus extrañas creaciones y recreaciones, de mitos pretéritos más allá de toda
comprensión.

Si observa hacia la quebrada, emergen majestuosas las ruinas del Cactus de Espejos,
portal que permite a los más jóvenes de espíritu viajar a través de la historia; si observa hacia
la plaza de esta experiencia, se manifiesta el misterioso Burro que se Alarga, especie de asno
eterno que surcaba los intrincados y serpenteantes caminos, y que trasladaba a pequeñas
criaturas a sus centros de entrenamiento. Y que también llegaba al TAC, aun cuando éste ni
siquiera existía.

Personaje multifacético, amante de las musas y las artes, abraza los secretos del
cosmos, es un observador único de la belleza y la simplicidad. Las raíces de su linaje brotan de
todos los pueblos originarios del fin del mundo. Su verdadera naturaleza e identidad son un
enigma hasta el día de hoy. Puede asumir cualquier forma humana o casi humana, me consta,
lo he visto con mis propios ojos.

Ostenta poderes sobrenaturales (no nigrománticos ni diabólicos) asociados a los viajes


sobre los cielos. Para ello se sumerge en los materiales y hace magia con ellos: músico de
cuerdas y de vientos altiplánicos, profesor de artes y oficios, fotógrafo, escultor, artesano;
realiza ilustraciones sarcásticas y contingentes que ha permitido comprender las penurias y
alegrías del Sr. Noel.

Ve imágenes en las emociones de los demás, como un Chamán Siberiano, nos


transporta a nuestros orígenes con su Flauta y sus cánticos. Las características de la aldea
germinan en sus entrañas e impactan la bóveda celeste del atardecer en el TAC.
Los vientos y silbidos de sus Zampoñas, los latidos del Cajón -creado con sus propias
manos- y otros instrumentos transportadores a otros mundos, despiertan los espíritus de los
bosques y llanuras de la antigua tierra en bajada; frente al océano pacífico, nos trae la
tranquilidad de lo eterno, nos habla a los jóvenes y a los viejos por igual.

Qué edad tiene su actual forma de vida, no lo sé. Se manifiesta en el TAC desde hace
casi 20 años occidentales. Dedicado casi exclusivamente a sus estudios herméticos, este
alquimista moderno transforma todo lo que toca. Se le va visto en la sierra boliviana y
simultáneamente en un bar en el puerto, o en viejas fotografías de los orígenes del taller de
artes que realiza; lo admito, pareciera ser una criatura inmortal en el Universo TAC.

Es un espécimen de pocas palabras, hasta que abre su boca, o bien te hace llegar sus
pensamientos de otras maneras. Sus reflexivos discursos crípticos y repletos de sugestiones
post-hipnóticas, me han obligado a estudiar sus enseñanzas recorriendo extraños caminos de
revelación. De esta forma lo he seguido al vetusto Palacio Rioja, y he colaborado en sus ritos
de iniciación entre esculturas, cultivos a escala humana e historias de almas en pena.

Así mismo, en los Jardines del Poeta del Winnipeg, Marcelo Orellana instaló un doble
mascarón de proa en forma de balancín gigante. Multitud de impúberes día tras día, quedan al
servicio del vaivén y de su sinergia.

Clavos gigantes de madera penetrando el propio madero y perturbando a los


espectadores, mostrando las posibilidades del deseo, el intelecto y el corazón. Dicen quienes
lo han visto allá en el siglo pasado, que utilizaba cámara fotográfica manual, rollo de película
de celuloide y revelaba sus impresiones en un oscuro boliche porteño llamado Valk de
Bellavista -por el testimonio de un amigo suyo, anónimo- donde veían la luz sus creaciones y la
captura de la realidad compartida, de ese mundo observable que nos propone el TAC.

Psicológicamente hablando, responde a un perfil de permanente apertura y eterna


paciencia, sin rasgo alguno de agresividad ni menos de violencia. Su tranquilidad llega a ser
demoledora, como las gotas perfectas de la clásica tortura china. Ha sido modelo a seguir de
miles de niños, niñas y jóvenes, de los más distintos mundos y constelaciones, he incluso de
innumerables aprendices de brujo.

Las imágenes y los recuerdos se pierden en mi memoria, se agotan las baterías y me


apago, debo esperar el segundo ciclo de Tritón para recargar; observo los abundantes y
antiquísimos registros fotográficos del Universo TAC; puedo afirmarlo aún a riesgo de perder la
razón, Marcelo Orellana ha estado siempre en el TAC, no sé cómo ni por qué, pero es así,
siempre ha estado allí.

Y el asno, el burro que surcó los caminos del Valparaíso hundido hacia arriba, se alargó
y se alargó, para llevarlos a todos más allá…

Para mi querido amigo Marcelo, de su fiel servidor AA

You might also like